Quiero disculparme por no haber actualizado el día viernes. Además de que tenía muchos deberes, tenía planeado actualizar, pero mientras iba en el bus de camino a casa, recibí una llamada de mi mamá que mencionó que un transformador de luz explotó cerca de mi casa, y por ende me quedé sin electricidad ese día, el fin de semana y ayer. ¿Saben algo? No sé cómo lo hacían hace muchos años, cuando no existía la electricidad xD Aunque bueno, me entretuve leyendo libros, pero la verdad extrañé el internet. Como sea, espero no haber ocasionado molestias.
marth de andromeda: Aun no lo sé, pero yo creo que no habrá un Dark-Ash. ):
AlejaKaiser: ¿La Doble Empuñadura? Existirá, sólo que no quiero ocasionar spoilers, aunque puedo decir que esta tercera temporada no aparecerá esa habilidad, así como los curanderos extraños, así que tendrán que ser pacientes. Sé que Ash sigue pareciendo un débil bueno para nada (cofcofcofyloescofcof), pero sean pacientes xD. Y Serena y Dawn, bueno, como estoy de buenas, mencionaré que por lo menos, a Dawn, se sabrá de ella en unos tres o cuatro capítulos. O Cinco xD.
SilverWings96: Bueno, actualmente tus días de vacaciones terminaron xD Y no, no creo que mi historia sea mejor que Harry Potter; ni siquiera le llega a los talones. Harry Potter y J.K Rowling son algo que jamás va a poder superar ninguna historia de ficción.
Crimson Striker GunFire: ¡Gracias por el soundtrack! :)
: Siempre estoy en mi modo macabro... Ok no. xD Pero si ya hubo muertes tristes como las de Kalm y compañía, supongo que no habrá cosas peores. ¿O sí?
Bien, espero que disfruten de este capítulo. Os recomiendo que escuchen estos soundtrack, puesto que me tardé un siglo en que las canciones y lo que estén leyendo tengan tal aromonía hasta el punto en que se haga más emocionante la lectura. Y bueno, qué decir del señor Hans Zimmer, que hace soundtrack extraordinarios. Como sea, nos leemos.
VIDEO 1- Attack On Titan: Original Soundtrack I - Titan Invasion |High Quality| Hiroyuki Sawano
VIDEO 2 - Interstellar "S.T.A.Y" Main Theme Song - Hans Zimmer (Original Motion Picture Sountrack)
VIDEO 3 - Hans Zimmer - Day One Dark (Interstellar Soundtrack)(BonusTrack)
VIDEO 4 - Game Of Thrones Season 5 Soundtrack 09 - Dance Of Dragons
Capítulo 74
Pasión
— ¡Damas y caballeros, niños y niñas! ¡Con ustedes, presentamos lo que han estado esperando desde un principio!
Las curvaturas de oreja a oreja en el rostro de la pequeña se hicieron presentes. No podía creer lo que estaba presenciando en esos momentos; incluso tuvo que recargarse en los límites de las gradas para ver con más atención. Su madre le impidió que fuese a caerse, pero a ella no le importaba: su objetivo era ver lo que estaba enfrente.
— ¡…Y aquí están los malabaristas de fuego!
Cinco personas aparecieron en el escenario, mientras un grupo de animales también le hacían compañía; elefantes, marmotas, tigres y chimpancés. Éstos estaban vestidos con uniformes en tonos rojos y blancos, y observaban a los humanos mientras realizaban actos que entretenían al público. Sin embargo, el acto que más llamaba la atención fue cuando cada uno del quinteto alzó al aire un palo de madera grueso envuelto en brea. Poco después, el palo se encendió por ambos lados, y cuando descendió, las personas agarraron su objeto con suma destreza, mientras lanzaban otra al aire y giraban la primera antorcha rápidamente sobre sus dedos. Entonces, otra antorcha se hizo presente, y cuando hacían habilidades con dos de ellas en cada una de sus manos, la tercera giraba por el aire; ésta caía, pero una de las primeras ya había sido lanzada al aire. Entonces, el escenario se convirtió en una danza de fuego demasiado hermosa para los orbes escarlatas de la moza sonriente.
Luces de fuego eran reflejados en sus ojos; ella observaba con cada detalle la destreza de los malabaristas, al mismo tiempo que notaba cómo los animales danzaban al compás de los malabaristas. Habían planeado todo a la perfección; la gente aplaudía y tenía el mismo rostro impresionado que la de la pequeña pelirroja.
Una vez que el espectáculo terminó, también lo hizo el circo entero. Las personas agradecieron entre un mar de rosas que fueron lanzadas al aire, al mismo tiempo que recibían los aplausos cálidos y eufóricos del público maravillado. Los animales hacían una reverencia, imitando a los malabaristas. Todo había resultado a la perfección, y la sorpresiva niña lo sabía.
— ¡Algún día seré malabarista! —le mencionó a su madre, que miraba a su hija con mucha alegría.
— Tal vez lo seas.
— ¡¿Cómo que tal vez?! ¡Yo seré parte de este circo, lo juro!
Su madre no mencionó nada más; no quería arruinarle el sueño a la muchacha, que a pesar de ser pequeña, aun tenía muchas cosas por delante que definirían su futuro. Sabía que pronto iba a cambiar de decisión, como todos lo han hecho en su infancia. De bombero a abogado; de deportista a médico; de policía a diplomático. Sin embargo, ella siguió con su sueño. Ella juró que iba a ser la más apasionada y más hábil malabarista de todos los tiempos. Ella, la pequeña pelirroja, estaba completamente segura de que iba a conseguir su sueño, ya que la pasión con la que hacía las cosas era la responsable de que su sueño siguiera en pie.
Ash
En un abrir y cerrar de ojos, habíamos aparecido a orillas de un océano apacible. Las olas pronto nos remojaron los pies a mí y a mis demás acompañantes. Las suelas de mis botas blanquecinas se sumieron en la arena húmeda, mientras el agua arrastraba arena y demás piedrecillas que adornaban el suelo.
Sin embargo, el entorno era diferente a una costa común y corriente. Sobre nosotros y en todos los alrededores, estábamos rodeados de una cueva que mostraba un agujero en la cima de ésta, por donde se colaba la luz oscura de la noche; a los costados, por donde se veía el horizonte del océano, había otro par de agujeros considerablemente grandes que permitían el paso de las olas apacibles. En el centro de la cueva, había un par de rocas que medían más de dos metros, donde la erosión del viento y del agua las habían vuelto lisas.
Pero más allá, en el final de la cueva, en torno a una pequeña hoguera débil donde su luz proyectaba sombras danzantes en los muros de la cueva costera, había varios jugadores en torno a ella. Max, Tobias y Kasumi se alertaron al ver a aquellas personas, pero por mi parte, me quedé confundido.
May, Anabel, Roxanne y Brendan estaban recargados en las paredes de la cueva, sentados y descansando; cuando nos vieron, no movieron ni un solo músculo en señal de alegría o sorpresa. Parecía que a final de cuentas estaban bien; entonces, ¿por qué May había mandado ese mensaje a su hermano? ¿Sería una trampa? No lo sé, ya que antes de advertirle a Max sobre ello, éste corrió hacia su hermana con desesperación.
— ¡May! —El chico corrió hasta los brazos de su hermana, que lo recibió con una actitud extraña—. ¡Qué bueno que estás sana y salva!
— Igual tú, Max —No sonrió, mas suspiró de alivio al ver que estaba finalmente reunido con su hermano en un lugar que no fuese la prisión de Ciudad Subterránea.
Bueno, tal vez me haya equivocado. Aquí no pasaba nada fuera de lo común; May quería llamar la atención de su hermano para saber si estaba bien, y lo había logrado.
— No estás en peligro —dijo el Espadachín Esmeralda; su voz resonó en el eco de la cueva, combinada con las olas que hacían un sonido más relajante y apacible.
La chica negó con la cabeza; no obstante, lo había hecho de una manera fría. ¿Por qué no estaba contenta de que estuviese al fin con su hermano?
Tobias, Kasumi y yo nos acercamos hacia la hoguera, donde Anabel nos miró de reojo, con la cabeza gacha. Roxanne simplemente se limitó a observarnos con suma atención; por su parte, Brendan estaba con un semblante tenso. ¿Qué le pasaba al chico?
Y repentinamente, Max se dio cuenta de que la de ojos zafiro tenía una lágrima recorriendo una de sus mejillas. El jugador beta se extrañó ante ello.
— ¿Qué pasa? —cuestionó.
— Nada… —respondió en seco la castaña— Sólo que… sólo que te extrañaba.
Después de un momento sopesándolo, Max dibujó una leve curvatura en sus labios, y abrazó a su hermana. Sin embargo, ésta tenía la mirada perdida en la arena, y otra gota salina se resbaló de uno de sus orbes. ¿Por qué estaba tan triste por Max? Él ya no estaba en peligro; él estaba con nosotros. ¿Serán lágrimas de alegría? ¿De preocupación? Daría lo que fuera por saber qué es lo que estaba pensando May en estos momentos; incluso, también daría lo que fuera por ir y abrazarla, sólo que el recordar su beso con Brendan me lo impedía.
Ni siquiera nadie preguntó cómo es que estábamos, o por qué el brazo de Max aun no se regeneraba por completo. May se dio cuenta de ello, pero ni siquiera nos interrogó acerca de la situación. No preguntaron por qué el prisionero que había rescatado, Tobias, estaba con nosotros. Y tampoco preguntaron dónde estaba Iris. Sin duda alguna, el ambiente estaba muy tenso, pero nadie de nosotros sabía por qué. ¿Qué pasó entre ellos? ¿Cuál es la situación por la que estaban tan callados y fríos?
Los tres nos sentamos en torno a la hoguera, pero Brendan cerró los puños en torno a la frustración que sentía. ¿Qué mierdas pasaba con este tipo?
Noté que su semblante se hundió entre las sombras de su ceño; ambos de sus puños estaban cerrados con fuerza, temblando de rabia. Su respiración se agitó en un súbito acto, y noté su pecho alzarse y encogerse con disimulación. ¿Acaso estará furioso porque había besado a May anteriormente? ¿Acaso había aquí un triángulo amoroso?
Pero después de pensarlo unos segundos, supe de lo que se trataba: May estaba confundida, sin saber a quién demonios amar. Si al chico que había sido su amigo de toda la vida, o a mí. Y Brendan estaba furioso por ello; porque había besado a May, y él también lo había hecho. Sabía que había un triangulo amoroso aquí y era por ello la tensión que se sentía en el ambiente.
— Brendan, yo…
Pero el chico me volteó a ver con rabia. Sus ojos castaños me miraron con suma atención; rechinaba los dientes con fuerza, y sus puños ya no aguantaban más rabia de la que podía resistir. ¡¿Qué diablos pasaba con él?!
— ¡Cállate!
Kasumi se sorprendió por la repentina actitud, al igual que May. Max volteó a vernos, y Anabel finalmente alzó la cabeza para ver lo que sucedía.
— Yo… —quería decirle que no quería un malentendido entre nosotros dos, pero él siguió con su discurso.
— ¡Lamento lo que estoy a punto de hacer, pero ya no aguanto seguir con esto!
Sacó su arco y una flecha rubí. Mi estómago dio un súbito revoltijo; sabía que iba a atacarme. En ese momento, desenvainé mi "Fire Metal", pero no pude siquiera desenvainarla por completo. Me quedé ahí, pasmado ante la velocidad con la que el chico había lanzado la flecha; no obstante, mi sorpresa no fue por la velocidad en sí, sino la dirección a donde había acertado.
Anabel reaccionó al instante. Meneó la cabeza para esquivar el destello escarlata que iba hacia su sien, y la flecha dio de lleno con la cueva, que causó un agujero levantando polvo y arena. Poco después, el agujero rodeado de paredes rubíes, dio a mostrar más de la costa y de la luz lunar.
Anabel tomó una de sus pokébolas, pero se quedó mirando a Brendan con suma atención. El chico observó a la de cabellos violetas con una rabia incomprensible. Sacó otra de sus flechas, pero no la tensó sobre su arco. Ambos respiraban agitadamente, mientras todos los demás veíamos con confusión lo que acaba de suceder. ¡¿Qué diablos estaba pasando?! ¡¿Por qué Ruby atacó a Anabel?! ¡¿Acaso se había vuelto loco?!
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Sin embargo, Anabel chasqueó los dientes al darse cuenta de que el mínimo contacto con el rubí había aprisionado uno de sus brazos. Frunció el ceño y entonces miró al Arquero Estratega con enojo.
— ¡Brendan! —May gritó, zafándose de su hermano y levantándose de la arena.
— Lo siento, May —el sujeto respiraba agitadamente— Pero no podemos hacer esto; no puedo…
— ¿Qué… qué pasa aquí? —quise saber, pero nadie me respondió.
— Al parecer te importa más el matarme que la vida de tu amiga, ¿no es así? —Anabel se veía entre preocupada y enojada.
— Ash… —nombró Brendan, ignorando la advertencia de Anabel— Es una trampa.
Iba a hablar, pero afuera del agujero que Brendan había causado, aparecieron dos siluetas. Una de ellas era Flannery, que estaba aprisionada entre los brazos de un chico de mata esmeralda y que tenía lágrimas sobre sus ojos: Drew.
— ¡Nadie se mueva!
Su voz inundó tanto la cueva como la costa; una voz desesperada y llena de miedo. El muchacho lloraba, mientras su mano temblaba en torno al aura esmeralda que tenía sobre sus dedos. Un par de plantas carnívoras poco a poco estaban aprisionando el cuello de la pelirroja; ésta se quedaba sin aire poco a poco, mientras veía a sus compañeros con desesperación.
— ¡Nadie se mueva, o la mato! —Drew lloraba, ¿pero por qué lo hacía? Todo estaba siendo tan confuso.
Después de que Ruby había tensado el arco hacia Drew, lo pensó por un momento hasta que tiró su arma sobre la arena. Éste maldijo por lo bajo, y Anabel suspiró finalmente.
No obstante, el único que no se movió fue Tobias, que se envolvió de aquella magia negra en torno a sus manos. El muchacho sonreía.
— ¡Tobias, para! —me interpuse en su camino.
— Apártate, imbécil.
— ¡He dicho que pares! ¡No ataques, o mi amiga estará muerta!
— Eso no me importa.
Solté un bufido.
— Escucha: prometo que te ayudaré a vengarte de Lance, sólo si prometes quedarte quieto.
Después de las palabras que yo había mencionado, Tobias lo sopesó durante unos momentos, hasta que finalmente su magia desapareció.
— De acuerdo; tú lo has dicho —dijo mientras se dedicaba a ver cómo Drew seguía de pie ahí, con las piernas temblorosas y sin querer hacer lo que estaba a punto de hacer.
— Ruby… —nombró el hermano de May— ¿Qué pasa aquí?
El chico seguía con el ceño fruncido, mirando a Drew con enojo, así como a Anabel. Roxanne simplemente se limitaba a ver asustada todo lo que ocurría.
— Yo te lo explicaré.
La voz resonó detrás de nosotros, donde las olas remojaban la arena con sumo cuidado. No necesité voltear para reconocer esa voz misteriosa, fría y tranquila, pero que tenía un atisbo de locura al mismo tiempo.
Cynthia nos había acorralado, junto con los miembros del gremio Sinnoh detrás de ella. La muchacha no sonreía, pero sabía que nos tenía. Sus cabellos rubios revoloteaban al compás del viento instantáneo que rodeó la cueva, provocando que los adornos oscuros de su cabello chocaran entre sí.
— Anabel es la traidora, eso es lo que pasa —esta vez, Cynthia finalmente había sonreído.
La muchacha de cabellos violetas realizó un gruñido por lo bajo, mientras los demás la observaban con desprecio. Me volteé a mirarla, pero ella estaba con la cabeza cabizbaja.
— Ash, yo no…
— ¡Traidora! —gritó Brendan con rabia, y aunque quería recoger su carcaj del suelo, Drew estaba atento a cualquiera de sus movimientos.
— Ella nos llamó después de que mantuvo un par de días aquí a estos chicos —la mujer se miró las uñas con algo de curiosidad— Pero yo le indiqué que además de ellos, necesitaba a los demás, para que acompañen a ese molesto miembro de la UEO en su ejecución.
— ¡No es cierto, Ash… yo…!
— ¡Cállate, idiota de mierda! —Brendan estaba rebosante de furia.
— ¡…Yo lo hice porque quiero de vuelta a Wallace, sólo eso!
— ¿Y cuál es el punto de que le digas tus objetivos, Anabel? —cuestionó Cynthia con un semblante inexpresivo, pero con una voz de misterio— Lo que importa es que los traicionaste. Bueno, eso a mí no me incumbe en lo más mínimo. El punto es que finalmente los tengo a todos ustedes reunidos; tendrán que acompañar a su amigo en su ejecución; excepto tú, Ash. Tú tienes asuntos importantes que atender con Giovanni.
— ¡Ash… yo… yo… perdónenme!
Y en un acto inesperado, Anabel se derrumbó hacia el suelo, hundiendo su rostro en la arena.
— ¡No fue mi intención, de verdad! —su llanto me hizo compadecerme de ella, pero sabía que a final de cuentas era una traidora— ¡Pero es que Steven tiene de prisionero a Wallace! ¡Y él está en peligro! ¡Es mi amigo! Wallace es mi amigo, y no quiero que le pase nada; Ash, por favor.
— ¡¿Y eso qué?! ¡Nos delataste para salvar a tu amigo! Eso no hará que te perdonemos —le replicó el de gorro albino.
— El chico tiene razón —Cynthia emitió una risa inexpresiva— Aunque me duela decirlo, Anabel, eres una traidora. Pero qué más da. Cuando tenga a todos, te regresaré a Wallace sano y salvo, mientras Ash presencia cómo todos sus amigos mueren enfrente de un sinfín de novatos asustadizos.
No pude articular ni una palabra. Había estado tan confundido por todo, que no sabía qué decir. Sin embargo, si hacía algo al respecto, Flannery iba a morir a manos de un Drew que se veía forzado a matar.
— Así que entréguense, o la chica morirá… —Cynthia dirigió su mirada hacia Drew, que poco a poco iba envolviendo a la chica en sus enredaderas.
Desenvainé mi espada y la tiré al suelo, mientras me arrodillaba hundiendo mis manos en la arena húmeda. Roxanne, Max, May, Misty y Brendan me imitaron, pero algo nos dejó atónito a todos: Tobias siguió de pie.
— Tobias… —le nombré mirando hacia el suelo— Por favor…
Pero él no respondió.
— ¡Tobias! —dije una vez más.
No obstante, cuando volteé a verlo con más atención, el chico se agarraba la cabeza con dolor. Los gemidos en él empezaron, y una magia oscura comenzó a invadir todo su cuerpo. El aura de frialdad iluminó más la cueva, mientras notaba que cerraba sus ojos a causa de la confusión que sentía.
No… No… No otra vez. No ahora.
Max retrocedió al igual que Misty, sabiendo de lo que se estaba tratando aquello.
— ¡Retrocedan! —mencionó el Espadachín Esmeralda.
Brendan quiso saber una explicación, pero obedeció las órdenes de Max, deduciendo que la mano que le faltaba en el brazo había sido obra de aquel sujeto sombrío.
— ¡Tobias, no! —me paré en mi lugar, e intenté detenerlo, pero la fuerza del sujeto me lanzó de nuevo hacia la arena. Cuando éste abrió sus ojos, sabía que todos nos encontrábamos en una situación impensable. Sus orbes se iluminaron de una oscuridad plena y su sonrisa siniestra miró hacia todos lados.
— ¿Qué diablos? —Úrsula, al igual que todos los miembros del gremio Sinnoh, se extrañaron por el raro poder que el sujeto había sacado a flote. Cynthia simplemente se dedicó a observar fríamente lo que estaba frente a sus orbes grisáceos.
Y sin haberlo pensado, un Tobias que no sabía lo que hacía, fue directo hacia Drew, que seguía asustado por las acciones que había estado cometiendo. El de mata azulina llegó hasta el del Gremio Esmeralda, y en un abrir y cerrar de ojos, un puño fue directo hacia su torso, acompañado de un magia oscura que lo envolvió y lo sacó volando más allá, donde la costa seguía su camino. Flannery se quitó las enredaderas que la habían aprisionado, pero Tobias la miró con suma atención, y la sujetó con una mano en torno a su cuello, quitándole el aire que le permitía respirar.
— ¡No, Flannery!
La muchacha suplicaba por oxígeno, y entonces fue cuando pude actuar. Corrí sacando a mi Pikachu, y éste me sostuvo en su cola de hierro, lanzándome hacia el mago oscuro; giré sobre mi propio eje mientras iba disparado hacia él, con la espada lanzado tajos a diestra y siniestra; Tobias recibió un par de tajos; la sangre expulsada a chorros de su pecho le hizo hervir de rabia. El muchacho realizó gritos siniestros y rabiosos, sin tener consciencia de lo que pasaba a su alrededor, con esos orbes oscuros que intimidaban.
Flannery, llena de horror por lo que estaba presenciando, intentó escapar, pero sus pasos torpes le hicieron tropezar en medio de la arena. La chica quiso huir, y comenzó a correr con pasos acelerados en medio de la costa, escapando de la cueva, donde Roxanne le gritaba que regresara.
Tobias llegó hasta mí, atacándome con dos puños que dieron de lleno en mi rostro, y entonces agarró uno de mis brazos para envolverlos en su magia oscura. Si me permitía aquello, iba a terminar sin un brazo, como Max. Así que agarré mi espada y lancé un tajo horizontal directo hacia su cuello, pero el sujeto predijo mi ataque y tuvo que soltarme para retroceder un par de pasos. Drew entonces había aparecido de nuevo, aun asustado por todo lo que pasa, pero cuando notó que la rehén escapaba lejos de ahí, quiso perseguirla.
— ¡Se está escapando! —dijo con voz tembloroso a Cynthia, que presenciaba nuestra batalla como si se tratara de un espectáculo.
Quise ir a por Flannery, pero la pelea entre Tobias y yo se intensificó, mientras mi Pikachu me ayudaba con el mago oscuro. El sujeto tenía movimientos rápidos, hábiles y llenos de furia, de los cuales podía escapar a duras penas. Si uno de ellos me daba de lleno, podía bajarme una vida considerable, o bien, quitarme alguna de mis extremidades.
De pronto, Roxanne, May, Brendan y Kasumi escaparon inesperadamente por el agujero que la flecha de Brendan había ocasionado, corriendo hacia Flannery, que huía desesperada. El Gremio Sinnoh quiso actuar, pero Cynthia alzó el brazo envuelto en su túnica negra, con una expresión facial inexpresiva.
— Pero… —Fausto quiso intervenir.
— Tranquilos, lo tengo todo bajo control —el viento revoloteó sobre los cabellos largos y rubios de la maga de fuego. Y entonces, por primera vez, una sonrisa en su semblante indicó que la diversión estaba a punto de comenzar.
Flannery
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El viento me azotaba el rostro cubierto de lágrimas. La sal del ambiente se colaba por mi boca y ojos, mientras intentaba no mirar hacia atrás. Estaba tan asustada por todo, que no quería ir hacia allá. No me importaba nada, ni siquiera Roxanne. No me importaba nada; tan sólo huir. Mis pulmones ardían, pero nada me importaba en lo más mínimo. La luz de la luna me seguía al compás de mis pasos desesperados, al igual que el viento acompañado de granos de arena suspendidos en el aire y la humedad salina del ambiente. El sonido y la espuma de las olas intentaban calmarme, pero ya nada podía hacerlo; ya nada me iba a impedir que cumpliera mi sueño.
—Hija, ¿en qué piensas? —una mujer alta, de tez pálida y de cabellos canosos y pelirrojos había estado mirando a la chica que diario iba a visitar a los malabaristas del circo. Ella estaba observando su plato de comida con suma atención. Sin embargo, no pensaba en lo deliciosa que se veía la comida. No… Estaba triste, pensando en otra cosa—. ¿Hija?
Al nombrarla de nuevo, Flannery desvió la atención de sus pensamientos, alzando la cabeza para darse cuenta que su madre había estado hablándole.
— Lo siento.
— ¿En qué piensas? —repitió su madre.
— Es que… no es nada. Olvídalo.
— Flannery —la madre se levantó de su asiento, y se hincó hasta ella, dándole la confianza de contarle todo lo que pensara. A final de cuentas, ella era su madre.
— No sé si… si podré lograr mi sueño.
— Tu sueño… —a decir verdad, su madre estaba algo decepcionada porque Flannery siguiera pensando en ser una malabarista profesional. Ella quería que la muchacha fuese a la universidad, obtuviera un título universitario y tuviera un empleo bien remunerado. Pero la mujer apoyaba en todo a su hija, puesto que no iba a intervenir en los sueños de la muchacha.
— No creo poder lograrlo.
— Escucha —la madre le levantó la barbilla, para que la mirara con suma atención— No te desanimes; yo sé que lo lograrás.
— Pero… cuando fui a las pruebas, se rieron de mí. Los malabaristas se rieron de mí, ma.
— ¿Y eso qué? ¿Acaso ellos van a impedir que cumplas tu sueño? —cuestionó la madre, haciendo reflexionar a Flannery— Nadie te lo impide; sólo tú. Puede que se te hayan caído un par de antorchas al principio, pero eso te servirá para que sigas mejorando.
— No sé si pueda mejorar.
— Nadie nació sabiendo algo en específico, Flannery —le confesó su madre— Nadie vino al mundo sabiendo que la vida se trataba de esfuerzos y sacrificios. Si en verdad quieres cumplir tu sueño, tendrás que esforzarte al máximo.
La muchacha se quedó callada durante unos momentos, volteando de nuevo hacia su plato de comida; poco después, esbozó una sonrisa y cerró el puño en señal de perseverancia.
— Tienes razón; iré a practicar.
La chica se levantó y tomó un par de varas, aunque la madre quiso advertirle de que aun ni siquiera había tocado su cena.
Corría, corría y corría. Por alguna extraña razón no me cansaba en correr. Los recuerdos en mi mente me distraían del cansancio. Tenía miedo de no cumplir mi objetivo; tenía miedo de que me quedara aquí para siempre. Tenía miedo de no ser tan apasionada como se debía ser.
Caí en la arena nuevamente, mientras una ola me golpeaba en el rostro. Tosí y escupí agua, y entonces fue cuando caí en la desesperación.
— Pronto serán tus pruebas, Flannery —su madre le había mencionado, pero la muchacha estaba sumida en sus pensamientos, nerviosa de lo que significaban para ella esas pruebas; lo que significaba ese día.
— Lo sé.
— Pareces estar muy nerviosa.
— Eso no me ayuda ¿sabes?
Ambas caminaban por las calles de su ciudad natal, cargando las bolsas del supermercado. Ambas estaban a punto de llegar a casa, pero en verdad la chica estaba muy nerviosa porque en un par de días, la enésima prueba a la que iba, iban a decidir si quedarse o no en el circo.
Pero antes de dar la vuelta en una esquina, notaron una enorme fila que se extendía varias calles. Aquello a la chica le impresionó, y cuando se dio cuenta de que se trataba de un videojuego innovador, se interesó por ello.
— No… debo de entrenar —se dijo a sí misma.
— Flannery —su madre le nombró y suspiró— Sé que estás muy nerviosa; deberías de distraerte en algo por un momento. No es bueno que pienses todo el tiempo en ello, hija. ¿Qué te parece si te compró ese videojuego? Te relajará por algún rato.
— De acuerdo… —una leve sonrisa se iluminó en su rostro— Pero sólo será por un rato; después, entrenaré todo lo que pueda.
Mis manos se hundieron en la arena; mi rostro goteaba el resto de agua salada que me había dado de lleno. Mis lágrimas cesaron y entonces me di cuenta de que estaba siendo una cobarde. Si en verdad quería cumplir mi sueño, tenía que luchar; mi madre tenía razón: tenía que hacer sacrificios y esfuerzos para llegar a ver mis sueños hechos realidad. Y justo ahora estaba tirando por la borda esas palabras. Me paré temblorosa en mi lugar, desenvainé mi espada y comencé a voltearme hacia donde mis amigos, Anabel y el Gremio Sinnoh, estaban.
Ella estaba tan sumida en sus pensamientos, que ni siquiera se dio cuenta cuando ella, su madre, había agitado su hombro para hacerla reaccionar.
Entonces, volteó a mirarla. La madre estaba con lágrimas en torno a sus ojos, preocupada por la actitud de la muchacha.
— ¡Flannery, dime lo que pasa, por favor!
Sin embargo, ella no entendía lo que sucedía. Hace un par de segundos, lo último que recordaba es que estaba en un mundo virtual, luchando al lado de un Torkoal, venciendo a un Pokemon salvaje. Los segundos posteriores, su madre agitaba su cuerpo para hacerla entrar en razón. Ella, la hija, no comprendía lo que sucedía ahí, pero al mismo tiempo, entendía perfectamente que debía de estar justo ahora en el juego. En ese mundo donde todo era fácil y sencillo, donde los problemas se esfumaban por un momento.
— ¡Me estás asustando, hija! ¡Dime qué pasa! ¡¿Por qué te comportas así?! ¡¿Es que acaso ya no quieres cumplir tu sueño?! ¡Hace mucho que no me diriges la palabra! ¡Hace un par de días que no has entrenado! ¡Ni siquiera fuiste a las pruebas por andar encerrada en tu habitación!
— Yo…
Pero sus pupilas estaban contraídas. Ya no sabía lo que era real o no; ya no recordaba que tenía que ir a las pruebas para llegar a ser malabarista; no recordaba siquiera el nombre de su madre…
— Flannery…
Pero cuando sintió la mano pálida de su madre sobre su hombro, ésta se zafó bruscamente del tacto de la mujer, tiró el plato de comida hacia el suelo, quebrando la porcelana en pedazos y derramando el estofado por todo el suelo. Poco después, subió a su habitación y se colocó el casco, oyendo afuera cómo su madre se envolvía en su propio llanto.
En un principio, la mujer no quería que su hija fuese alguna especie de malabarista, pero como toda madre, la apoyó hasta el último momento; inclusive desechó esos pensamientos de un título universitario, con tal de que su hija fuese feliz. Ahora, lo único que su madre le preocupaba era la extraña actitud de su hija, y el repentino abandono de su sueño de llegar a ser malabarista. Flannery había abandonado ese sueño… Flannery ya no le importaba nada más que el jugar Pokemon Battle Online.
Lo sabía. Sabía desde que se dio el anuncio de que el juego era mortal, que había decepcionado a mi madre. No… me había decepcionado a mí misma.
El luchar por ese sueño se había esfumado cuando me obsesioné por PBO. Y todavía peor, estaba escapando de los problemas que se presentaban aquí.
Si en verdad quería llegar a cumplir mis sueños, si quería hacer las cosas que me gustaba con pasión, si quería llegar a ser una malabarista profesional, mientras el público me elogiaba con aplausos y notaba las sonrisas de los niños impresionados, si en verdad quería llegar mis sueños apasionantes, tenía que darme media vuelta y luchar. Sólo así, PBO sería pasado en su totalidad y podría volver al mundo real para cumplir mi sueño.
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¡SÓLO LUCHANDO, IBA A PODER HACER LAS COSAS CON PASIÓN!
Desenvainé mi espada rosada, "Fuego Susurrante" y me di la media vuelta para batallar, con un semblante de furia y pasión.
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— Muere.
Lo único que vi fue la sonrisa macabra de un rostro sombrío. Los ojos grisáceos me miraban con una locura que no pude comprender. Su túnica negra se agitaba al compás del viento brusco, al igual que el fuego cobalto en forma de cuchilla que traspasaba mi espina dorsal.
Escupí sangre, pero las lágrimas en mis ojos me importaron más. No debía llorar. No… no debía llorar, pero por alguna razón estaba llorando. Sabía que todo estaba terminando justo ahora.
Mi barra de vida, debido al punto vital con el que me había calvado la cuchilla de fuego en torno a su mano, se bajó por completo hasta quedar un 0%. Escupí más sangre, que tiñó la arena de escarlata. Mi estómago sintió un dolor inexplicable y agonizante; la sangre también corría por ahí y por la manga negra de Cynthia. Las gotas de sangre eran lo único que escuchaba, puesto que no podía escuchar a lo lejos los sollozos de Roxanne al ver cómo yo estaba desapareciendo, ni los gritos de rabia de Ash o Brendan. No alcancé a ver la mirada de impresión de May, puesto que lo único que podía mirar eran esos ojos grisáceos llenos de locura y misterio.
Pronto recordé a mi madre. ¿Qué estará haciendo? ¿Estará en el hospital cuidando de mí? Ojalá no; no quiero que presencie cómo el marcapasos emite un sonido largo y continuo. Ojalá esté dormida en su alcoba, sin saber nada de nadie por unos momentos; ojalá se le olvide que su hija abandonó sus sueños por un estúpido juego virtual. Ojalá… ojalá los demás cumplan sus sueños.
— Roxanne… —fue lo único que salió de mi boca, además de los chorros de sangre— Cumple… cumple tus sueños.
La sangre se vio envuelta en pixeles. Por un momento vi a Roxanne, que estaba fuera de sí, llena de lágrimas. Aunque me hubiese gustado que lo último que mis ojos captaran fuese a mi mejor amiga, desafortunadamente fueron testigos de otra cosa: la expresión de locura de Cynthia al ver cómo me mataba.
Ash
No. Esto no tendría que estar pasando; Flannery tendría que estar bien, a nuestro lado. Debería estar sana y salva, pero sabía que no era así.
Unos diminutos destellos llegaron a molestar mis ojos: eran las lágrimas de Roxanne, que irradiaban la luz de la luna. Sin embargo, no entendía el por qué era más doloroso el oír sus sollozos en lugar de observar su rostro atónito y entristecido.
— ¡Pagarás! —Brendan sujetó su arco con fuerza, pero éste temblaba debido a la rabia que sentía.
Masato simplemente intentaba consolar a May, que también se había rendido ante el suelo arenoso al ver que Flannery había muerto.
— Pero… pero… ella tiene el casco controlador —mencioné para mí mismo— Ella no la mató en verdad. ¿O sí?
Abrí el menú de mi juego, pero cuando actualicé la lista de mis amigos, Flannery ya no estaba en ella. Se había ido para siempre.
— No… ella tiene que estar viva —insistí, con la garganta temblando por el nudo— Debe… debe de estar viva. Cynthia tiene que haberla matado sin en realidad matarla.
— ¡Te equivocas, chico! Ella está muerta —Delos llegó hasta mí, expulsando destellos a través de sus lentes púrpuras. El Gremio Sinnoh, que en realidad era ahora el Gremio Esmeralda, había llegado hasta nuestra posición, pero parecía que habían optado por ver nuestras reacciones ante la muerte de nuestra amiga, en vez de atacarnos; tal parece que nuestra sufrimiento era más placentero para ellos.
Súbitamente, Brendan apuntó hacia la sien de Cynthia, y la flecha rubí salió proyectada a una velocidad fulminante. El resplandor escarlata pasó de largo, puesto que Cynthia giró sobre su propio eje dando enésimas volteretas que la hicieron ver como una silueta alargada ennegrecida y rubia. Cuanto aterrizó en la arena, ésta se alzó debido a la fuerza del aterrizaje, pero más flechas ya habían ido hacia ella. No…no sólo las flechas; todos habían ido hacia ella. May con puños de luz en torno a sus muñecas, Masato junto con su Ralts corriendo hacia su dirección, Kasumi envuelta en un aura anaranjada.
Tobias, mientras tanto, había parado sus golpes. El muchacho había despertado de su trance, pero ni siquiera le tomé importancia. La ira me nublaba la mente, y no tuve tiempo para pensar en lo que hubiese pasado si Tobias se hubiera controlado momentos antes. Comencé a correr hacia la rubia que tanto odio despertaba en mi ser; la muchacha sonreía con una sed de venganza inexplicable, pero estaba completamente seguro de que yo y todos mis compañeros estaban con mayores ansias de venganza que cualquiera.
Al mismo tiempo que corría, notaba cómo Roxanne seguía ahogada en su propia tristeza, con el llanto en pleno despertar. Sin embargo, cuando miré esos orbes violetas, la muchacha aun estaba perdida en el lugar donde Flannery había desaparecido. Los sollozos eran los más catastróficos para cualquiera; nadie soportaría el escucharlos aunque fuese por un segundo; nadie se hubiese imaginado que la chica, que poseía una personalidad iracunda, tuviese esos sollozos lastimosos y entristecidos; nadie la quería ver así, pero a pesar de que no podía el soportar verla de esa manera, no había nada que hacer. Flannery estaba muerta, y eso me enfureció aun más.
Desenvainé la espada que ella me había regalado. Mientras corría a la par que los demás, notaba el metal ardiente de mi espada: en ello, veía a Flannery por alguna extraña razón, combinadas con la rabia y pasión que podía sentir en esos momentos.
Cynthia aguardó ahí, con esa sonrisa placentera por ver que ella era la causante de nuestra furia. Sus subordinados quisieron intervenir, excepto Drew, que permaneció inmóvil y con una expresión estupefacta. No obstante, todos sus subordinados sabían que esta batalla era sólo y sólo de la maga de fuego.
Corrimos con todo lo que nuestras piernas podían, sin importar que la mujer nos matara a alguno de nosotros; después de todo, ella ya había asesinado a uno.
El primero en hacer el ataque fue May, que lanzó un hechizo hacia la arena, donde ni siquiera Cynthia le intimidó que el ambiente le fuese cubierto por los miles de granos que habían estado frente a su rostro. Una flecha rubí atravesó la arena, pero la rubia esquivó arqueando su cadera. Seguido de ello, dos golpes aurales anaranjados por parte de Kasumi fueron hacia sus pies que estaban sirviendo de apoyo para arquear la espalda; sin embargo, en un acto habilidoso, Cynthia saltó aun con la flecha pasando sobre sus narices. Sin embargo, había saltado habilidosamente hacia un costado, girando dos veces en el aire. Después fue el Ralts de Masato, que intentó lanzar hojas mágicas hacia donde la rubia había aterrizado. Ésta inundó su mano izquierda rápidamente de su fuego cobalto, y como si fuese un ninja atrapando varias moscas a la vez, calcinó las hojas que iban directo hacia ella. No obstante, yo fui el último en atacar, sacando a mi Charizard en el acto en que alcé mi espada al aire. Éste voló hacia los aires, lanzó una llamarada que incrementó la temperatura de mi espada, y el metal rebosó de calor al punto en que el metal se convirtió en escarlata.
Di un grito de rabia, y lancé un tajo vertical hacia el aire. El tajo desprendió una lengua de fuego fugaz que no le dio siquiera tiempo de esquivar. La rubia siguió con aquella sonrisa, y supo que aquel fuego no era contrincante para su magia infernal. La llamarada que había causado mi espada se deshizo con el simple meneo de su brazo hacia el ataque; una diminuta flama azul cortó a la mitad el fuego anaranjado, mientras notaba cómo mi Charizard descendía hacia ella con la cabeza firme y rompiendo cualquier atisbo de viento.
Charizard se estrelló contra su silueta, pero levantó demasiada arena por el ambiente, al igual que leguas de agua salada. Cuando el ambiente se despejó, la muchacha no estaba; Charizard vio de un lado a otro para saber qué había pasado con ella, al mismo tiempo que lo imitábamos.
Pero algo me pareció muy extraño: Los sollozos de Roxanne habían cesado.
Cuando me volteé hacia la chica azabache, sus orbes violetas estaban contraídos a causa de la impresión de que la rubia estaba a sus espaldas, cerrando su brazo en torno a su cuello y con una cuchilla de fuego tocando la punta de su tráquea. La maga jaló los mechones ennegrecidos de Roxanne, y ésta gritó horrorizada, con lágrimas aún cayendo sobre su mentón.
— ¡NO! —grité, pero era inútil.
— ¡Hija de perra! —maldijo Brendan, pero sabía que no podía hacer nada teniendo una distancia considerable entre nosotros.
Tobias podía hacer algo, pero aun seguía confundido por todo lo que pasó, puesto que no recordaba nada. Los demás simplemente se dedicaban a mirar con victoria el espectáculo; inclusive Anabel, que estaba sorprendida por todo lo que había pasado.
— Sigue ella —susurró la rubia; uno de sus mechones cayó por su frente, causando que su entrecejo y el pequeño mechón hicieran más siniestro su semblante. Roxanne, aplicando presión en los dientes debido al horror, con lágrimas cayendo de sus ojos y con dolor sintiendo en su cuero cabelludo, suplicó que no la mataran.
Era el quitarle la vida a otra persona más, o el entregarnos.
Volteé hacia el Arquero Estratega, y éste asintió furioso. Los demás se limitaron a saber lo que teníamos que hacer.
— Bien, así me gusta —sonrió la líder del Gremio Sinnoh; sus perlas negras en el cabello se menearon con los susurros del viento.
Al tirar mi espada a la arena, sentí que estaba tirando por la borda las esperanzas de Flannery. Cuando me arrodillé al suelo para rendirme, un estruendo se hizo presente…
Allá, arriba en el cielo, una mancha negruzca se hizo presente; pero, descendía a una velocidad tal, que poco a poco estaba dando forma. Todos contemplamos la mancha, y nos dimos cuenta de que el estruendo eran las alas de un Pokemon rompiendo las corrientes de viento frío.
— ¡Cuidado! —avisó Nando, pero había sido demasiado tarde:
Un hiperrayo se hizo presente en cuestión de segundos. El Hiperrayo dio de lleno con Drew y los subordinados de Cynthia, causando una explosión que disparó a todos los jugadores a direcciones distintas. Una nube de polvo y arena invadió el ambiente, pero Cynthia sabía que debía hacer esto rápido, o nunca lo haría: Apretó más la traquea de Roxanne con la cuchilla de fuego, pero el Pokemon había sido más rápido y con una Garra Dragón llegó hasta el torso de Cynthia. La rubia soltó en el acto a Roxanne, y entonces un jugador a lomos de un Druddigon aterrizó cerca de Roxanne para ver si ella estaba bien.
— ¡Iris! —nombró Kasumi con felicidad.
— Diablos, no puedo dejarlos ni un momento a solas, porque ocasionan problemas —dijo, pero no hubo tiempo para bromas. Gaia se había reincorporado, y golpeó la arena de una manera tal, que causó una ola más de dos metros en la que nos envolvimos todos. Sin embargo, el simple rugido de Druddigon había desintegrado la ola en cuestión de segundos.
Cynthia salió del océano, donde había aterrizado bruscamente. Pero ésta vez, ya había activado sus propulsores de fuego, indicando que la pelea iba enserio.
— ¡Brendan! —avisó May, y éste supo que teníamos que escapar enseguida. No iba a ser posible el pelear con un miembro del Gremio Rocket y siete aliados suyos más. Además, Roxanne ni siquiera podía mantenerse aun en pie por el trance en el que seguía. Debíamos escapar por el bien de ella y el de los demás.
Brendan sacó a su Flygon.
— ¡Tormenta de arena!
El dragón de escamas esmeraldas y orbes carmesíes comenzó a vagar por el aire a una velocidad increíble y de manera circular. Pronto, grano por grano de arena comenzó a elevarse por el aire, hasta que millones de granos invadieron el ambiente y se esparcieron por toda la costa, causando una tormenta voluminosa de arena que impedía ver más allá de un metro.
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Súbitamente, sentí una mano sobre mi hombro. Al principio pensé que era algún enemigo, pero era Iris.
— ¡Huye con Kasumi y Roxanne! ¡Yo iré con los demás!
— ¡¿Adónde?! —el sonido de mi voz se ahogaba entre el estruendo de la tormenta.
— Te envié la ubicación por mensaje. ¡Ahí estará mi amigo! ¡Cuidará de ustedes!
Sin embargo, oí un grito a lo lejos. La tormenta no me dejaba ver con claridad lo que sucedía; no obstante, mi vista captó destellos cobaltos que sonaban cual flamas amenazantes. Sin duda alguna era Cynthia, que intentaba contraatacar con todo lo que tenía. Seguí el ruido y el destello de las flamas, pero me encontré con Drew, que al mirarme, titubeó y las plantas comenzaron a enredar mis pies.
— Lo siento, yo… —el muchacho se veía confundido.
Y entonces nuevamente oí el grito. Ahora podía reconocerlo: era el de May.
Quise zafarme, pero las plantas eran bastante fuertes como para romperlas con mi propia fuerza. Iris llegó súbitamente, golpeando a Drew y mandándolo en una dirección que no supe debido a la densidad de la arena invadiendo el ambiente.
— ¡Lo siento, Ash! ¡Cambio de planes!
— ¿Qué? ¡¿Qué pasa?!
— ¡Huye! ¡Ahora!
La de tez morena me obsequió un cristal de teletransportación. Misty llegó hacia mí repentinamente, chocando con mi silueta.
— ¡Ash, ¿qué son esos gritos?! ¿Estás bien?
— ¡Huyan los dos! —intervino Iris.
— ¿Qué pasa?
— ¡Cynthia ha capturado a May! —confesó.
No quise irme. No quería que May muriera; nadie más debía de morir por mi culpa.
Pero entonces, antes de que decidiera el atacar hacia cualquier lado, o por lo menos ver la dirección donde May se encontraba, la tormenta desapareció instantáneamente. Los granos de arena cayeron al suelo como si la gravedad de la tierra hubiese aumentado. Y entonces pude ver rápidamente lo que sucedía:
Cynthia estaba a punto de asesinar a May con una cuchilla de fugo yendo directo hacia su cuello…
Alcé la mano para intervenir, pero lo hice más por la desesperación de ver que May estaba a punto de morir.
Y entonces, alguien la empujó.
Anabel recibió el impacto justo en su cuello. Cerré la mirada, y escuché como su cabeza caía rodando por el suelo, seguido de una explosión de pixeles. Cuando abrí los ojos, Anabel ya no estaba entre nosotros.
Nadie mencionó nada, puesto que no sabía si era algo bueno o malo. Anabel nos había delatado, pero, ¿acaso había salvado a May? ¿Acaso se había arrepentido de sus actos a final de cuentas? Lo que también me impresionó, fue que de un solo ataque fuera asesinada; sin embargo, pensándolo bien, Cynthia había dado en un punto vital, lo cual no te puedes permitir en PBO, o estarías muerto a pesar de tener mucha vida y experiencia. Bueno, después de todo ella era una beta y no podía morir. ¿O sí?
— Qué mal. Era una estúpida después de todo —Cynthia mencionó aquello como si Anabel hubiese muerto en la vida real.
Sin embargo, la mujer no paró y giró hacia May, que seguía en el suelo, confundida por lo que pasaba.
— ¡NO!
Mi grito no la detuvo; sin embargo, Brendan lo hizo…
El sujeto estaba deteniendo uno de los brazos asesinos de Cynthia, forcejando debido a la gran fuerza de la mujer.
— ¡Huyan, imbéciles!
Iris comprendió perfectamente las intenciones de muchacho de gorro albino. Las personas más próximas a ellas eran Masato, Roxanne y May. El Gremio Sinnoh sabía que iban a desaparecer, pero la velocidad de la chica dragón fue más, y nadie pudo envolverse en el cristal de teletransportación que estrujo entre sus manos; tanto su Pokemon como ella y los tres mencionados, desaparecieron.
Inesperadamente, Ruby se tiró al suelo y aventó su arco lejos de su alcance. Sus rodillas y sus manos se hundieron en la arena, y su frente sintió el tacto frío de las olas. El muchacho se estaba rindiendo; mejor dicho, se estaba sacrificando para que escapáramos sanos y salvos. Al igual que Anabel, que había dado su vida virtual para protegernos, aunque nos hubiese delatado en un principio. O… o… ¿había dado su vida real? No lo sabía.
— ¡HUYE, SATOSHI!
— Pero…
— ¡HUYE, IDIOTA!
No… Primero Citron, y después él. No… No quería que más gente se sacrificara por mí. ¡No quería!
Pero el Gremio Sinnoh ya venía hacia mí y Kasumi con intenciones de atacarnos. Si me quedaba ahí, no sólo iba a ser capturado, sino que Kasumi iba a morir. Vi los orbes de Brendan, que estaban furiosos, pero en cierta parte entristecidos por ver que iba a terminar en la ejecución junto con Citron.
Agarré el cristal, pensé en la ubicación que Iris me había indicado y ambos desaparecimos. Segundos después, comenzamos a caer por un vacío, hasta que sentí el golpe brusco de un gran, resplandeciente y frío lago.
Pobre de aquel que piensa que PBO es como One Piece o Dragon Ball, donde la gente no muere. Pobre de aquel que pensó alguna vez que nadie iba a morir después de las muertes del Gremio Novato...
A veces puedo llegar a ser cruel; otras, puedo llegar a ser peor. ¡Nos leemos!
PD: Este es de mis capítulos favoritos. :P
Próximo capítulo: El mago más fuerte
