Capítulo 4. Yo te quiero.

Bulma sabía muy bien que le esperaba si interrumpía a Vegueta, pero después de todo tenía que verlo, tenía que aclarar aquello que sentía, y la mejor manera era enfrentándolo.

– Frente a la cápsula de entrenamiento – (Bien ya estoy aquí… debo estar loca.)

La chica se acerca a la puerta y en ese momento se abre repentinamente.

– (Pero, si yo no accione nada, ni siquiera he tocado).

Con la puerta abierta como invitándola a pasar, no lo pensó mucho y entró.

– ¿Vegueta?

Vegueta aparecía de detrás del panel de control.

– ¿Cómo… cómo supiste que estaba ahí? – pregunta la chica ingenuamente.

– Por tu Ki – responde el saya – ¿Qué es lo que quieres?

– Yo, yo solo quería…

Hubo un momento de silencio, Bulma creía que haber ido a buscar a Vegueta era un total error, tal vez lo mejor sería salir de ahí cuanto antes.

– Sólo quería saber si seguías con vida, pero como veo que estas muy bien pues mejor me voy y…

Bulma ya no pudo terminar la frase, Vegueta se había acercado a ella mientras hablaba y en ese momento la había tomado de la muñeca izquierda y la había jalado hacia él. Bulma terminó casi hincada con la cabeza en su pecho.

– ¿Ve-Vegueta? – La chica volteaba hacia arriba perpleja.

Vegueta la tomó con su mano izquierda por el mentón y la acerco a su rostro.

– … Bulma…

– (¿Acaso me llamo por mi nombre? No puede ser…)

Los dos se quedaron viendo, Bulma sentía un extraño cosquilleo y que la sangre se le había subido al rostro. Vegueta en cambio parecía estar ausente. De repente, y sin previo aviso, aquel guerrero se encontraba besando a la mujer que decía no querer.

Bulma no opuso resistencia alguna, era demasiado irreal para darse cuenta de lo que pasaba, ese hormigueo se convirtió en calor y una ganas desenfrenadas por no separarse de él. Vegueta no parecía consiente de lo que hacía, o tal vez estaba tan consiente que prefería ignorarlo.

– Ya se, deben estar hartos de mi, pero ese Vegueta ¿sabía besar?

Mientras el beso terminaba, el sentimiento confuso que existía en el corazón de Bulma se fue disipando. Era algo inesperado, pero de ningún modo algo desagradable al contrario, lo había disfrutado. Vegueta, a su manera, también deseaba aclarar sus sentimientos y con ese arranque que había tenido una cosa le quedaba clara, aquella mujer sí le interesaba.

– Bulma ¿crees qué estuvo mal?

– (¿Qué,Vegueta siendo considerado?) ­– Bulma no lo podía creer.

– (Yo tampoco lo puedo creer ¬ ¬)

– ¿Vas a contestar o no? ­– le pregunta el saya un poco molesto

– Eh, no, no, para nada.

– Bien porque pienso hacerlo otra vez.

De nueva cuenta la acercó a él y la volvió a besar.

– Pues entre beso y beso … ¡ya dejen eso y vayan a algo más interesante!

La abrazó sin dejar de besarla y la llevo lentamente al piso.

– A eso me refiero, ups, creo que es tiempo que yo cierre mis ojitos.

– Yo – alejándose un poco de él - la verdad es que -casi en un susurro- el piso, está helado.

– abriendo los ojos (Lo va a echar a perder con esas insignificancias.)

Vegueta parecía extrañado, pero no pasó mucho tiempo cuando el saya levantó a Bulma entre brazos y la llevó a su habitación dentro de la cápsula.

– Alguna vez dijiste, que no intentara pasarme de listo contigo, que no me enamorara de ti.

– (Oh sí, recuerdo el episodio donde se lo dijo)

– Eso fue, hace tiempo, ahora… no lo recuerdo.

– (Que no se haga)

La recostó suavemente en la cama y empezó a besarla…

– (Uuuuyyyy. Ahora sí tengo que salir corriendo de aquí¡suerte!)

Cómo llegaron hasta ese punto, es tiempo que no lo saben, lo que si sabían era que cambiaría sus vidas del modo rutinario al que estaban acostumbrados, luego vendrían otras rutinas, por ahora sólo importaba lo que sentían, todo ese fuego que los consumía y que no cedería tan fácilmente.

Como era tarde en Capsule Corp. nadie se percató de lo que sucedía, Bulma pasó toda la noche con Vegueta y no quería irse de su lado, hacía tanto tiempo que no sentía tal emoción, tal vez no era el hombre que ella deseaba, pero era nuevo y excitante.

Por otro lado, para Vegueta había significado una especie de alivio, tal vez sólo la deseaba, tal vez sí la quería, pero una cosa era segura, era suya por completo.

– ¿Qué haces hija? Te veo muy entretenida – pregunta el Dr. Brief con mucha curiosidad.

– Tomo medidas papá.

Bulma sujetaba su cinta métrica frente a una pared en uno de lo corredores.

– ¿Medidas, piensas ampliar alguna habitación?

– Eso precisamente papá, y necesito de tu ayuda para lo que pienso construir.

– Y se puede saber de que se trata eso que quieres.

– De una cámara de entrenamiento.

– ¿No crees que es un poco tarde para que te dediques a las artes marciales?

– No para mi, para Vegueta, he pensado que es mejor que entrene aquí y regrese a su cuarto en lugar de estar en esa cosa de afuera.

– Falta ver si ese muchacho acepta si acepta.

– Aceptará papá, de eso me encargo yo.

– Mmmm... Hija. ¿Te sientes bien?

– ¿Por qué lo preguntas?

– Porque estas roja como un tomate.

– Ay papá que cosas dices. (La verdad es que nada más de pensar en Vegueta… )

Bulma tenía la certeza de que Vegueta se quedaría para siempre con ella, después de todo no tenía a donde más ir, y en cierto modo debía de interesarle, sino no… bueno pensaba en una vida ya más de pareja, tal vez… ¿de familia? En fin, lo importante era que pensaba arrastrarlo a lo que ella suponía era el inicio de algo más duradero. Quería que viviera con ella, no como alguien que esta de paso, sino como su compañero.

Para empezar, lo había convencido de regresar a vivir dentro de la corporación, de acompañarlos a comer y de alguna que otra cosa, claro, ya sin interferir en sus entrenamientos, sabía lo importante que era para él, así que ya no lo molestaba. Aunque, bueno, no se conformaron con una noche, pasaban tiempo juntos de vez en cuando, de hecho muuuy juntos.

– … Me quedé sin palabras.

Un día, mientras Bulma preparaba la susodicha sorpresa para Vegueta (el cuarto de entrenamiento dentro de la casa) recibió una visita, alguien a quien no esperaba ver en un buen tiempo, es más, de quien ya se había olvidado.

– ¿Qué buscas aquí Yamcha?

– Pero que recibimiento, es obvio que he venido a verte Bulma.

– ¿A verme? Pues bien ya me viste.

– ¿Qué es lo que pasa contigo?

– En realidad… ¿no esperabas que te recibiera con las brazos abiertos, o sí?

– Tal vez; la verdad es que estuve pensando mucho en ti, creo que fue un error separarnos.

– A buena hora te das cuenta Yamcha. ¿Qué ya terminaste con tu entrenamiento?

– No.

– Y qué esperas para regresar a entrenar.

– Es que no lo entiendes, estoy aquí por ti.

Mientras hablaban, una sobra aparece detrás de la puerta, era Vegueta quien había decidido salir de su entrenamiento para ver a Bulma. No entró, se quedo agazapado, esperando.

– (¿Qué raro, no? De ser por él ya habría entrado y le hubiera dado un recibimiento peor del que le dio Bulma; en fin)

– Vengo a pedirte, que te cases conmigo.

–? –Esto sorprendió al saya, pero siguió detrás de la puerta.

– Me pregunto si Vegueta entiende eso del casorio… bueno vamos a suponer que sí.

– ¿Qué? – Bulma también estaba sorprendida.

– Lo que oíste, quiero que regreses conmigo y que nos casemos. Me gustaría estar más tiempo contigo. Sentí que si por fin te lo proponía, ahora sí ya no habría nada que pudiera separarnos.

– Debes haber perdido la cabeza.

– Se que te sorprende, pero soy sincero. Así tendré la certeza que me esperaras y tú tendrás la certeza que regresaré para que estemos juntos.

Vegueta empezaba a apretar el puño, cómo era posible que esa sabandija se atreviera a tal cosa, no soportaría que Bulma le dijera que sí, pero ¿eso que mas daba? No la quería ¿o sí?

– Yo… ya no me interesas Yamcha.

– Seguro lo dices por que estas despechada y lo entiendo.

– No, en verdad, hay alguien más.

– ¿Alguien? No me digas eso. ¿Acaso… querías olvidarte de mi usando a alguien más?

– ( Pero que soberbio, en verdad era así o sólo me lo estoy imaginando)

– (¿Usar?) – eso no podía ser, pensaba Vegueta.

– Y dime ¿quién es? – quería saberlo Yamcha.

La chica calló un momento pensando si responder o no, la verdad es que no podía creer toda la sarta de tonterías que decía Yamcha, tal vez por instinto estaba ahí, después de todo se trataban más como objetos que como personas, su relación había sido más por la costumbre de siempre intentarlo, porque creían que estarían juntos, tal vez lo presintió y por eso fue corriendo, lo cierto es que Bulma no respondería a sus insinuaciones patéticas.

– ¿Y bien? Tal vez te da vergüenza decirme quién es. ¿Lo conozco? – insistía el chico.

– Sí. Es Vegueta – contesta finalmente Bulma.

­–! – Yamcha se preguntaba si había escuchado bien.

A Vegueta se le empezaba a nublar el juicio.

– No lo puedo creer. ¿Por qué Vegueta ? Qué.¿Te dio lástima?Ya me lo habías dicho antes, pero no lo creía. ¡Así que te dio tanta lástima que te involucraste con él!

– (¿Lástima?) ­– si eso era verdad Vegueta jamás se lo perdonaría.

– Ya déjate de eso, qué quieres que diga ¿qué sí? – Bulma ya no sabía como quitarse a Yamcha de encima.

Ahora sí que era el acacbose. ¿Lástima?... ¿Por eso lo había buscado; por esa razón lo había sacado de sus entrenamientos y le había despertado aquel interés?... ¿Todo por lástima o tal vez… por usarlo como clavo saca clavos? Si esto último era la verdadera razón, entonces, esa mujer sólo había estado jugando con él.

Vegueta estaba dispuesto a entrar y darles su merecido, pero en lugar de eso empezó a alejarse de la puerta y salió volando a toda velocidad fuera de la Capsule Corp.

– Ese miserable, estaba escuchando toda nuestra conversación...

– ¿Qué, de qué hablas Yamcha?

– Tu querido Vegueta escuchaba detrás de la puerta, pero acaba de irse.

– ¿Cómo? –tratando de poner sus ideas en claro– Vete Yamcha, ya has hecho bastante, no me interesa regresar contigo, y todo eso que dijiste… es una total idiotez, todas tus conjeturas están mal y tú no tienes porque venir aquí a hacerme pasar un mal rato.

– Pero Bulma, yo te quiero, ya deja eso de Vegueta, regresa conmigo.

Bulma parecía empezar a salirse de sus casillas, estaba molesta, mucho, y preocupada, ese atolondrado de Vegueta, tal vez estaría pensando barbaridades, después de todo, durante toda la conversación, no desmintió a Yamcha y eso se pudo dar a malas interpretaciones, así que después de patear a Yamcha fuera de su casa y dejarle bien claro que ya no tenía ningún interés en él, se quedó sola, meditando, pensando dónde podría estar Vegueta.

En otro lugar, encontramos a un Vegueta, estático, parado en la punta de un risco, alejado de toda civilización.

– (No puedo creer que una miserable terrícola se hubiera burlado de mi, ja, y ese desgraciado, debí acabar con su vida ahí mismo, pero… preferí huir ¿por qué?) ¿POR QUÉ?

Vegueta sentía rabia, coraje y al mismo tiempo una decepción y una desesperación tan grande, debía sentir solo odio, debería acabar con el planeta entero, pero entonces, estaría solo otra vez; soledad… era una verdadera agonía, había encontrado su motivo siempre en el combate, siempre pensando en ser el más fuerte del universo, pero ahora, ganarle a un sayajin que consideraba inferior, eso era orgullo, y compartir la vida como un terrícola, eso era identidad, eso era el nuevo Vegueta.

– Bulma ¿qué haces?

– Tengo que buscar a Vegueta papá, y la única manera de encontrarlo es con un rastreador.

– Pero pensé que se había destruido.

– Sí, pero construí uno nuevo hace tiempo, lo hice por mera diversión en un día que no tenía nada mejor que hacer, así que espero que funcione, y que me ayude a encontrar a Vegueta.

Bulma salió de la corporación, esperaba encontrarlo tan pronto como fuera posible, ya que no regresaría sin él.

Mientras tanto, Vegueta seguía acumulando su rabia, y todas esas palabras retumbaban en su cabeza y parecían no tener fin: lástima, usaste… Sintió un gran estremecimiento, recordó como se sentía humillado por Freezer, por Kakaroto, por ese muchacho de cabello lilaceo, por… Bulma. Ese sentimiento no acababa, humillación, odio ¿tristeza?

No podía entenderlo, por un instante lo creyó perdido, el cuerpo le temblaba de rabia y gritó, gritó lo más fuerte que pudo tratando de expulsar toda esa amargura y por un momento, sólo por un momento creyó haber alcanzado el límite de sus fuerzas pero una ráfaga de energía cruzando por todo su ser lo hizo reaccionar.

El rastreador empezó a volverse loco, indicaba un incremento de energía tremendo en dirección sur, ese tenía que ser Vegueta.

Por un segundo, por una fracción mínima de tiempo, lo sintió, sintió el poder que rebasa los de un sayajin ordinario, sintió lo que era ser un super-sayajin, sin embargo no pudo sostener la transformación, mas ahora sabía que podía alcanzarla. De repente cayó al suelo, de rodillas, era lo que había estado buscando y por fin allí estaba, pero no se sentía del todo satisfecho, después de todo no había logrado transformarse en realidad, y ahora… sólo le quedaba eso.

Una nave aterrizaba cerca de ahí, era Bulma, su rastreador había explotado (otra vez), así que decidió seguir a pie, no era lejos y si seguía volando tal vez no lo vería.

Después de un rato, Bulma por fin lo encontró, seguía en el mismo lugar. Vegueta se había puesto de pie, pero ahora miraba la infinito.

– Vegueta...

Vegueta parecía no escucharla o tal vez era que no quería contestar.

– Vegueta, lo que escuchaste... nada de lo que dijo ese tonto es verdad.

– Me mentirás otra vez, tal vez sólo vienes a burlarte y si ese es el caso acabaré con tu vida aquí mismo.

Vegueta baja la cabeza y voltea para ver a Bulma, había levantado su brazo y volteó su palma en forma de ataque. Bulma no se movió y se quedó mirándolo fijamente tratando de encontrar las palabras exactas.

– ¿Qué, no vas a huir? – inquirió Vegueta.

– No, si me hubiera burlado de ti, si estuviera jugando contigo como dijo Yamcha, no estaría aquí. No estaría segura que no vas a dispararme.

My God, y ahora qué.

Ella esperaba alguna respuesta, pero no la obtuvo. Se quedaron ahí, viéndose, tratando de entenderse el uno al otro.

Quizás por la tensión que sentía en aquel momento, tal vez por el viaje o por todo lo que había pasado, Bulma empezaba a sentirse aturdida, su vista empezaba a nublarse y de repente sintió que se le movía el piso. ¿Extraño? Tan solo natural. Ese mareo casi la lleva a estrellarse contra el suelo, pero su caída se detuvo súbitamente, Vegueta la tenía entre sus brazos.

– Vegueta, créeme por favor – toda mareada– yo te quiero.

Notas de autor

Je, por fin algo de acción, después del capitulo anterior era necesario. Siento si el capitulo extra les apreció corto o que no tiene nada que ver, pero era un explicación que necesitaba presentar para lo que sucedió con Vegueta en este capítulo (lo del súper sayajin) por lo que decidí hacerlo en forma de algo extra que debía poner en algún lugar. Por ello y para que no se sientan me apuré en arreglar y subir este capítulo que acaban de leer, espero que les haya gustado y nos leemos la próxima vez.

P.D. Creo que aunque he guardado mi formato en página web siguen los problemas con las exclamciones y algunos otros puntos en la redacción así que pido una disculpa por ello y espero que de todas formas se entienda la intención que tenía su original.