Hola, lo prometido es deuda. Vengo con el capítulo, sólo que ando algo apresurado, as que al rato respondo review. Como sea, espero que este capítulo resuelva dudas, y gracias por sus comentarios, que siempre son apreciados. Sé también que están muy confundidos, pero así pasa en las hitorias. ¡Nos leemos el martes!
EDIT:
jorgelatina148: Creo que nadie está entendiendo estos últimos capítulo, y de eso se trata: para ponerle más intriga a la historia :P
Guest: jajaja :P Pobre Serena.
Poker Kinght: El hype no te deja pensar con claridad xD
Kuroi to Tamashi: Sin duda es un capítulo confuso, pero las dudas se resolverán pronto... muy pronto diría yo. Saludos.
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Capítulo 79
Emboscada
Gold
Hubo una mezcla de sonidos: la hoguera crujiendo bajo la madera carmesí, huyendo a través del escape de la chimenea alta, ennegreciendo los ladrillos que conformaban sus muros; el viento afuera de la habitación principal de la posada, que soplaba misteriosamente aguardando pacientemente a que el amanecer llegara; también pude escuchar algún par de Pokemon salvajes rondando fuera de la habitación, como si trataran de buscar algún refugio, o bien, intentaran entrar para protegerse del frío; sin embargo, no pude escuchar con claridad el nombre que salió de sus labios.
Quería que me lo repitiera, pero no estaba seguro de volver a escucharlo. ¿Es que había oído bien, o simplemente mi mente me estaba jugando una mala pasada? Lo que me resultó más curioso de todo esto, es que no tenía ni idea de quién podría tratarse, pero por alguna extraña razón, sentía peligro al haber escuchado esa única palabra y el imaginarme a aquel sujeto.
Nadie mencionó nada durante un par de segundos; la tensión era excesiva. Las lámparas que colgaban en las paredes de caoba, producían el ruido molesto de un leve corto circuito, aunque nadie lo habría notado si el ambiente no hubiese estado en pleno sigilo.
Entonces, mi mirada se lanzó contra esas tres siluetas. Cuando notaron mis amenazas silenciosas, así como mi flecha dorada apuntado en su dirección, éstos se tiraron al suelo con miedo y retrocedieron hasta toparse con la pared de la habitación.
— ¡No, por favor! ¡No hemos hecho nada malo!
— ¡Que se callen!
Mi voz fue rabiosa; arrugué mi frente debido a la rabia y hundí más mi gorra sobre aquellos cabellos azabaches. Al mirar a aquellos tres tipos con sumo detenimiento, estos en verdad estaban asustados. ¿Acaso me estaba comportando como un vil monstruo?
— Gold… —quiso intervenir la maldita rompecorazones, Crystal.
— ¡¿Es cierto?! —grité, y mi voz inundó hasta los últimos rincones de la habitación; inclusive pensé que la voz podría despertar a todo el pueblo.
Tensé más el arco sobre la flecha. Un simple movimiento, y uno de esos tres imbéciles estaría muerto. Aunque después de todo, uno era un Pokemon, por lo que no tendría problema si lo mataba a él primero.
— ¡No, por favor! ¡No ha sido nuestra intención! —replicaba James.
— ¡¿DIJE QUE SI ES CIERTO?! —grité con más furia. El sonido de las pisadas de los Pokemon salvajes allá afuera finalmente cesó, que huyeron debido a mis gritos enardecidos de enojo.
— ¡Sí, él es nuestro líder! ¡N es el líder de la Conspiración Plasma! —confesó el Meowth, con sus patas cubriendo sus ojos.
El silencio de nuevo se hizo presente, excepto por la tensión del arco sobre la flecha. Los sollozos de los tres tipos los realizaban en silencio, mientras uno se abrazaba contra el otro. La rabia que sentía por las venas poco a poco fue disminuyendo, ya que noté a Crystal bastante asustada por mi actitud. ¿Por qué me estaba comportando de esta forma? Si ni siquiera conocía al tal "N".
— ¿Y por qué…? —el cambio del tono de mi voz fue drástico; ahora estaba susurrando, pero todavía con enojo— ¿Y por qué estaban con Giovanni?
Estaba tan cerca de aquellos tres tipos, que podía ver mis ojos intimidantes y dorados a través de la mirada de cada uno de ellos. Mi respiración furiosa chocaba contra sus rostros ahogados de temor. Jessie estaba a punto de soltarse a llorar, mientras James realizaba gritos ahogados y disimulados de preocupación, con Meowth susurrando bendiciones que justificaban su arrepentimiento sobre todas las cosas malas que había realizado a lo largo de su corta vida felina virtual.
— Nosotros… —James se atrevió a hablar primero— Lo que pasa es que nosotros sí pertenecemos a la Conspiración Plasma —quise interrumpirlo, pero el de mata cobalto prosiguió—, pero un día aquel sujeto llegó y comenzó a amenazarnos.
— ¿Amenazarlos? —dejé de fruncir el ceño, tornado mi rostro a uno confuso.
— Sí. Él quería saber todo acerca de la conspiración, y nos ordenó que le informáramos acerca de todos los movimientos que nuestro líder realizara.
— ¿Por qué? ¿Cuál es su objetivo?
— No nos lo dijo —terció Jessie—, pero supongo porque considera a nuestro líder como una amenaza. Es que…
Sin embargo, Yellow dio un paso al frente interrumpiendo al tercio que estaba relatando su historia.
— Él en verdad es fuerte, Gold.
Me volteé hacia la rubia; su semblante estaba gacho, y miraba al suelo con sumo miedo, con sus pensamientos en torno al líder de la conspiración.
— Él es… —Silver también tenía los ojos perdidos sobre el suelo—… maniático. No sabemos sus reales objetivos, ni tampoco si en verdad nos está buscando a nosotros dos, pero de una cosa estoy seguro: es una amenaza.
Me volteé con confusión hacia Jessie, James y Meowth; ni siquiera había realizado un semblante de furia, cuando ellos ya estaban hablando de nuevo para confesar.
— ¡Es cierto! Nuestro líder es una amenaza. ¡Él quiere ir al mundo aural, y es por eso que está descubriendo las mazmorras rápidamente!
— ¿Por qué? ¿Cuáles son sus intenciones?
— ¡No lo sabemos, pero asumimos que no son intenciones nada buenas!
Dejé de tensar el arco sobre la flecha, y aquello fue como un respiro para el trío, que dejó de tener miedo aunque fuese por algunos segundos. Suspiré y me llevé una mano hacia el rostro, con demasiada confusión.
Miré a Yellow y a Silver; este último sabía que era de las razones por las que Crystal me había roto el corazón, así como el que había huido de la UEO. Sin embargo, ahora podía entender que lo hacía porque estaba involucrado en algo como esto. Si en verdad N era una amenaza tal como sus subordinados lo contaban, no tenía que dejar pasar esto por la deriva. Peor aún, Giovanni, que ahora sabíamos que era imposible de derrotar por cuestiones de invencibilidad, también estaba al tanto de ese tal N. ¿Y si cuando N cumpliera sus cometidos en el mundo aural, Giovanni lo convencía de unirse al Gremio Rocket? ¿Si N se negaba, pero comenzaba a apoderarse de PBO? ¿Si el objetivo de N era matar a los novatos, así como a Yellow? Una tormenta de ideas confusas rondaban por mi mente, pero estaba seguro de algo: necesitábamos intervenir a como diera lugar, sabiendo sus verdaderas intenciones; y si estas eran malas, necesitábamos impedirlas a toda costa.
— De acuerdo.
Colgué el arco dorado sobre mi espalda, mientras guardaba la flecha en el carcaj que también se situaba detrás de mis hombros. Suspiré de nuevo. ¿Es que no me cansaba de suspirar? La mirada de Yellow había sido la más preocupante e inocente que había visto jamás, y aquello no iba a ayudarme a dejar de lamentarme. Tampoco el hecho de que Silver estaba en peligro, a pesar de que Crystal estaba enamorado de él y lo consideraba una especie de ¿"enemigo"? Al diablo; él era mi amigo y estaba en peligro gracias a N. Necesitaba ir con aquel sujeto, saber sus intenciones y salvar a mis amigos. ¿Qué cómo iba a hacer aquello? No tenía la mínima idea, pero el quedarme de brazos cruzados no iba a ser útil para nadie.
— Yellow, Silver… —nombré y ambos levantaron una mirada que dejó de sentirse perdida cuando se encontraron con mis orbes color miel—, no deben temer.
Yellow se quitó el sombrero de paja, sorprendida por lo que había mencionado.
— ¿Qué? No, Gold. Apenas te conozco, y…
— Lo sé, pero no permitiré que ningún novato muera a manos de alguien, y mucho menos de alguien que creo que tiene malas intenciones.
— Pero… —Silver trató de intervenir.
— No digas nada, idiota —le espeté, soltando una pequeña risa— Yo me encargaré de esto.
Ambos querían replicar, pero al ver mi decisiva actitud, no había ya nada que hacer. Nada iba a impedir que los protegiera. Sin embargo, los pasos firmes de Crystal me sorprendieron, colocándose delante de mí, frunciendo el ceño y mirando hacia las dos víctimas.
— Yo también los protegeré a toda costa.
Su voz dejó atónita a Yellow, que intentaba no llorar debido a la valentía de nosotros dos. Pero fue como si mi actitud se contagiara de jugador en jugador: oí a Green suspirar sin más remedio, adelantándose un par de pasos y asintiendo fríamente.
— Yo también.
— Y yo —Blue se adelantó hasta el nivel de Green; ambos yacían con un semblante determinante.
Nosotros cuatro encerramos en un círculo a ambos jugadores, mientras éstos seguían estupefactos por nuestra valentía. La sonrisa de todos abrazó en un ambiente seguro a Yellow, que de igual manera sonrió y un par de lágrimas cristalinas inundaron sus ojos, mas no se derramaron por sus mejillas. Silver finalmente esbozó una curvatura leve en sus labios, después de mucho tiempo de no haberlo hecho. Jessie, James y Meowth también tendrían que intervenir en los objetivos de N, no porque no quisieran, sino porque no les quedaba otra opción.
Así que todos estábamos listos para proteger a nuestros amigos.
Todos excepto Red.
El muchacho yacía sentado en una de las mesas de la posada. Para ser exactos, en la mesa más arrinconada del aula, donde las lámparas de las paredes apenas iluminaban la esquina. Su gorra de tonos blanquecinos y rojizos incluso oscurecía más su mirada perdida en la ventana que daba hacia el pueblo nocturno. El sol comenzaba a pintar el firmamento de un color más claro, aunque aun no se divisaba por completo la luz solar, haciendo que Red se envolviera en la oscuridad del rincón, de la mañana y de su propio misterio.
El círculo en torno a los dos jugadores se deshizo cuando vieron que Red no había actuado ni había confirmado el estar dentro de la operación. Yellow se abrió paso entre nosotros, sin dejar de esbozar esa sonrisa para no notarse confusa. Cuando llegó a la mesa donde Red estaba con sus pensamientos perdidos, intentó tocar la palma de su mano, que yacía descansando en la mesa solitaria.
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— ¿Red…?
El muchacho apartó la mano de la mesa cuando sintió los dedos cálidos de Yellow. Levantó la mirada, y unos ojos carmesíes disiparon la silueta oscura de su mirada. La fría sonrisa que esbozó no fue para calmar a su amiga rubia, si es que la consideraba su amiga.
— ¿Q-qué dices…? ¿Nos ayudarás? —articuló Yellow con algo dubitativa. Ella quería más que nadie que su amigo se preocupara por ella; no sólo porque lo consideraba su amigo, sino que podía sentir algo más por él. Era obvio. Y con mayor razón: ella fue la que se unió a Red para que la protegiera de N.
Sin decir aun nada, el muchacho se levantó de la silla, encaminándose hacia la salida. Su chaqueta de los mismos tonos que la gorra, se movía al compás de su caminata. Sus cabellos azabaches inclusive eran tan oscuros como los pantalones y la camiseta que portaba, pero lo más ennegrecido era esa mirada carmesí que volteó a verla con misterio.
— Red… —nombró de nuevo Yellow. La moza sujetó con más fuerza su sombrero de paja, pero esa fuerza no fue comparada con la que tomó la muñeca de Red para impedir que desapareciera por la salida del albergue.
Red intentó zafarse de su mano en torno a su muñeca, pero lo hizo sin éxito alguno. De un momento a otro, el chico chasqueó la boca con molestia, y miró hacia el suelo con odio.
— Por favor… —Yellow le suplicó, dedicándole la mirada más inocente que pude encontrar en alguien jamás.
La otra mano libre de Red tocó la manija de la puerta, y ésta rechinó cuando se abrió por completo. Una corriente helada recorrió toda la habitación, apagando por completo la hoguera que iluminaba en mayor parte la habitación. Las llamas de las lámparas también se agitaron y se extinguieron, dejando en suma oscuridad el aula principal de la posada. Inclusive el firmamento púrpura comenzó a ser más claro y avivador que la oscuridad en la habitación.
— Red, no te vayas. Por favor… ayúdame —suplicaba Yellow—. ¡Él podría matarme!
Y entonces, la muchacha de cabellos rubios rompió en llanto, arrodillándose contra el suelo. Quise ir a levantarla, pero Silver me detuvo con su brazo.
— ¡Por favor, Red! Te necesito. No sé… no sé qué haría si no estás. Tú fuiste le primero que me protegió; tú tienes que ser el último que permanezca protegiéndome. Por favor, Red. Quiero que me ayudes. Te suplico que me ayudes.
El silencio invadió a ambos. Los llantos de la rubia se resbalaban por sus rosadas mejillas, hasta caer en el sombrero de paja que yacía en el suelo, sujetado por ella para que no revoloteara debido a las corrientes de aire.
Sin embargo, finalmente Red se pudo zafar de la mano de Yellow, haciendo un movimiento brusco y frío. Aquello me hizo invadir de rabia, al igual que a Green; sin embargo, nadie se atrevió a hacer nada.
— Tengo que encontrar a mi hermana.
Su voz era grave; era fría.
— Podemos… podemos encontrarla, Red. Te juro que vamos a encontrarla —Yellow alentaba, mas Red no se veía convencido.
— Tengo que hacer esto solo —le dedicó una última mirada a Yellow, antes de salir por la puerta— Lo lamento, Yellow. No vuelvan a involucrarme en sus estúpidos problemas.
Y así, Yellow fue testigo de cómo Red se alejó por los senderos solitarios del pueblo, mientas abría el menú de su juego y desaparecía para alejarse de ahí.
…
Mis ojos seguían aquel punto rojo situado en el mapa beta. Éste caminaba lentamente, en los rumbos del nivel más alto disponible de PBO. Iba acompañado de varios jugadores más, entre los que se hallaba un jugador llamado Takeshi, una espadachína de nombre White y nada más. ¿Serían sus cómplices? ¿Ellos también querían ir al mundo aural? Sólo yendo hasta su posición podría averiguarlo.
El mapa beta se extendía a lo largo de la espesura oscura donde me encontraba; los troncos, las ramas, las hojas que caían lentamente por el aire y la tierra seca de los barrancos descendentes eran iluminados por el mapa.
Atravesé mi mano sobre el mapa virtual y éste se distorsionó al hacer contacto con ella. Toqué el punto carmesí que se movía misteriosamente a través del nivel 45 del juego. Los demás observaban con curiosidad aquel mapa. Yellow seguía aun con tristeza por lo que había sucedido hace un par de horas.
El sol se colaba entre las redes de hojas que permitían haces de luz amarillentos, aunque claro estaba que el mapa que desprendía destellos diamantes era mucho más cegador que nada. El punto rojo que indicaba el nombre del enemigo avanzaba junto con aquellos dos personajes. Respiré hondo, contemplando el mapa beta que se suspendía en el aire.
— Bueno, creo que tendré que ir a ver cuáles son sus verdaderas intenciones. Deséenme suerte.
— Gold —Crystal se adelantó para detenerme—, no tienes que hacer esto tú solo.
— Entre más seamos, más sospecharía N. Con uno basta para infiltrarse en su grupo. Les avisaré cuando tenga un plan adecuado, o cuando al menos sepa sus verdaderas intenciones.
Green, Blue, Silver y Yellow no objetaron ante nada, por lo que asentí con determinación y desaparecí abriendo mi menú y viajando a través de un portal virtual, donde milésimas de segundo después, aterricé sobre escombros que hábilmente pude esquivar.
Al fijarme más en mi entorno, estaba rodeado de edificaciones de piedra que habían colisionado hace ya tiempo; más que edificaciones, parecían ser las ruinas de un castillo colosal que alguna vez formó parte del juego. Algunos torreones estaban completos, mientras otros estaban quebrados a la mitad y/o con un par de muros desaparecidos y esparcidos en polvo y piedras. Otros, habían ya colisionado y cubrían el suelo infértil con su manto grisáceo polvoriento.
Antes de poder comprender más el ambiente, oí las suelas de botas que rompían piedrecillas pertenecientes a los cascotes del castillo.
— ¿Es seguro que por aquí se encuentra la mazmorra? —comentó una de las siluetas.
Me escondí detrás de una pared pequeña, que formó alguna vez parte de un gran y extenso muro. El musgo ablandaba mi cuerpo contra la piedra caliza y ennegrecida. ¿Acaso aquellas ruinas habían sido provocadas por un incendio? Jamás lo sabría.
— Sí, es seguro —una voz un tanto fría, pero más misteriosa que nada, se hizo presente en el ambiente.
Los pasos se acercaban, y noté cómo éstos se oían a través del muro donde me ocultaba. Los jugadores estaban un poco más de cien pies de distancia de mi posición. Cuando asomé mi cabeza por las orillas de la pared, noté no sólo a los tres jugadores que mi mapa había confirmado, sino a uno más: Shigeru.
¿Qué hacía él ahí? ¿Por qué estaba con ellos? ¿Acaso N estaba relacionado con el Sanador Invencible? Ahora lo recordaba: Él era parte del Gremio Rocket, y ellos por ende no aparecían por alguna extraña razón en el mapa beta. Mi sorpresa era tal, que no me fije cuando los cuatro jugadores comenzaron a alejarse para caminar por un enorme puente también en ruinas. No obstante, aquel puente tenía una fisura que evitaba el paso libre de los jugadores; más allá, al otro lado del puente, las ruinas seguían su camino extenso hasta perderse por el horizonte, en medio de un césped muerto y un suelo triste y seco, cubierto por un firmamento grisáceo y vientos gélidos.
¿Qué irán a hacer? ¿Cómo cruzarían aquel puente?
— Descuiden —alcancé a oír la voz de Shigeru; era serena como siempre.
El de túnica oscura sacó un Pokemon volador más grande de lo que había previsto: un Fearow pudo montar a cada jugador a la vez, yendo y regresando para montar a otro. Cuando todos estuvieron del otro lado, me pregunté el cómo diantres podría pasar yo de igual manera. No tenía ningún Pokemon volador, y si no cruzaba, los iba a perder de vista. Cierto, podía toparme con ellos en otra ocasión gracias al mapa beta, pero el que estuviese Shigeru con ellos me intrigaba tanto que no quería perderles la pista.
Cuando los cuatro sujetos se perdieron entre muros y rocas colosales de torreones, salí de mi escondite y corrí hacia el puente. Me situé justo sobre las orillas de éste y miré hacia el vacío, donde la fisura me susurraba que si me adentraba a sus entrañas, la oscuridad iba a presenciar mi muerte inminente.
— ¿Cómo cruzaré? —me cuestioné a mí mismo.
— Descuida, mi Pokemon volador podrá llevarnos.
Mis pupilas se contrajeron.
Hice todo al mismo tiempo, reaccionando como era debido: volteé por el rabillo del ojo, me llevé una mano al arco y con la otra intenté sacar una flecha dorada. Sin embargo, el sujeto envuelto en una túnica bicolor, me había sujetado el brazo derecho y lo estrujo contra mi espalda, impidiendo que me moviera con libertad alguna. Acto seguido y con suma destreza, el jugador misterioso clavó la suela de su bota negra sobre las articulaciones de mi rodilla, causando que cayera al suelo. De un momento a otro, tomó las greñas de mi cabello azabache y colocó mi cabeza sobre el vacío del puente, mientras mi cuerpo colgaba sobre los límites de éste. Mi gorra amarillenta empezó a balancearse por la gravedad, mientras los lentes que colgaban de ella también se resbalaban de una manera sigilosa.
— Bastardo —susurré con la mejilla pegada en el suelo agrietado; el sabor a polvo era horrible, y la arcilla se colaba por mis orbes miel.
— Cállate —dijo forcejeando y apretando con más fuerza mi brazo derecho contra mi espalda—. Soy bueno.
— Tú… tu túnica… —me di cuenta de que aquel tipo era del Gremio Equilibrio. Un gremio que intervenía en las mazmorras de cada nivel, aunque no poseía las magnitudes de los gremios Esmeralda, Escama de Dragón o Alma de Piedra.
— Sí, soy del Gremio Equilibrio, así como mi compañera que va con ellos —al decir aquello, hice memoria de que esa chica de cabellos castaños y gorra blanquecina rosada.
— Suéltame —insistí; el sabor de polvo estaba adormeciendo mi lengua; el vacío sobre mi cabeza me causaba vértigo.
— ¿Así que tu nombre es Gold? —la sonrisa a través de su túnica era notoria, y lo pude comprobar a través del rabillo del ojo. La mata castaña se deslizaba por su frente humedecida, y su respiración era brusca y fría— Perteneces a la UEO. ¿Cierto?
El forcejeo cesó de repente; mi sorpresa fue mayor esta vez. ¿Cómo diablos sabía eso? ¿Quién le había dicho sobre aquello? ¿Shigeru? Será lo más probable. La única idea que se me venía a la mente, es que como su compañera estaba con el sanador, éste le dijo todo sobre la UEO, y esa chica le dijo a este imbécil. No podía pensar en otro modo.
No respondí.
— Descuida; lo sé porque mi gremio se alió con el Gremio Rocket. Por ende, sabemos todo sobre ustedes. ¿Es que la Novata Índigo los delató, no es cierto? Bueno, creo que tú y yo lo sabemos perfectamente.
El Gremio Equilibrio aliado con los Rocket; eso era bueno en cierto modo, debido a que ya podía tener una idea de que su líder, la Sanadora Celestial, Diantha, podría pertenecer a los Rocket en un 99%; sin embargo, también había un lado malo en ello: otro gremio poderoso era de los Rocket. Sí… estaba Cynthia, que se había apoderado del Gremio Esmeralda. Ahora, otro gremio más de tales magnitudes estaba de su lado. Peor aún, Giovanni era invencible. ¡¿Es que acaso había más cosas que nos perjudicara a la UEO?!
— Antes de que intentes asesinarme, quiero decir que no estoy del lado de los Rocket, así como mi amiga White. Ambos no somos como Diantha o los demás miembros de nuestro gremio. Como sea, no te asesinaré.
— Entonces suéltame —confesé.
El chico obedeció, pero lo hizo lentamente. Una vez que me dejó libre sobre el suelo, me reincorporé alejándome de las orillas del puente; volteé hacia el lado opuesto del sendero, y noté que N y compañía ya habían desaparecido por entre una cantidad interminable de escombros. Maldije por lo bajo.
El sujeto levantó las manos por precaución. Refunfuñé molesto y asentí aceptando que le creía.
— ¿Y entonces qué quieres?
— Salvar a mi amiga —confesó.
Cuando notó que mis manos finalmente se habían alejado de mi arco y carcaj, el sujeto dejó de emanar un aura carmesí alrededor de sus puños. Entonces, me di cuenta de que él era un luchador.
— ¿Salvarla? —repetí confuso.
— Ella está con ese tipo —no sabía si se refería a Shigeru, a N o al otro sujeto que tenía ojos de rendija.
— N… —quise confirmarlo, y él asintió.
— Él lo tiene como su rehén.
— Tu amiga parecía caminar con mucha libertad como para ser alguna clase de rehén —escupí polvo que tenía acumulado en mi lengua.
— Es lo que me intriga, así como la compañía del Sanador Invencible.
— ¿Shigeru? ¿Lo conoces?
El sujeto asintió; finalmente se descubrió la capucha y el polvo en el aire entró por sus ojos color avellana.
— Y White también —confesó— Así que no sé que se traigan entre manos White y Shigeru. Tampoco sé las intenciones de N.
Volteé hacia el vacío que parecía imposible saltar; miré más allá de lo que podía presenciar, y aunque no notaba a las cuatro siluetas, sabía que estaban cerca.
— Me dijiste que tienes un Pokemon volador, ¿cierto…? —esperé un silencio para saber su nombre.
—…Black.
— ¿Cierto… Black?
El muchacho ya tenía una pokébola lista en su mano izquierda.
— No lo hagas —le ordené— Regresaremos con mi grupo; tengo un mejor plan.
White
La noche ya había caído; estaba tan fría y desolada, que tuve la certeza de que pronto algún Pokemon iba a atacarnos. ¿Pero qué podía pasar? Éramos cuatro y se necesitaría a un Pokemon de un nivel bastante alto como para causarnos problemas. Además, ya nos faltaba poco para poder llegar al nivel requerido, donde según N y Shigeru, había problemas en el mundo aural.
El sendero por el que transitábamos estaba solitario, con un par de NPC observándonos a una distancia considerable. Las casas ya tenían encendida la luz en sus interiores, mientras voces de varios jugadores se oían con calidez dentro de las tabernas y posadas.
— Por aquí —dijo N.
El chico entró a una posada, con un par de jugadores mirando su silueta de una manera misteriosa. La mirada gélida que N les lanzó fue tal, que los jugadores tuvieron que cambiarse de mesa para no meterse en problemas.
La noche pasó rápido, poco a poco vaciándose el aula y con jugadores subiendo a sus habitaciones; sin embargo, cuando N decidió junto con Shigeru ir a dormir, sólo quedábamos yo y el sujeto de ojos de rendija.
— Buenas noches —mencionó una vez que notó la soledad en la habitación principal del albergue.
— Espera.
Lo jalé de la manga de su brazo; la NPC Joy se dirigió a una puerta trasera para entrar a su habitación y dormir. ¿Acaso los NPC dormían? Como sea, necesitaba que Takeshi y yo quedáramos solos. Esta era mi oportunidad.
El muchacho realizó un semblante de confusión. Le indiqué con la mirada que se sentara de nuevo en la silla de caoba, y esperó a que mencionara algo.
— Quisiera preguntarte algo.
Takeshi frunció el ceño de una manera extraña; mi actitud sospechosa lo estaba asustando.
— ¿Qué piensas de N?
Por unos momentos, el sujeto se quedó callado, sopesando en la pregunta; sin embargo, intentó responder lo más rápido que pudo.
— Es un jugador poderoso.
— No, no —negué sonriendo misteriosamente; mi gorra rosada cubría un tanto mi vista, así como mis mechones también lo hacían— Me refiero a sus intenciones.
— ¿Intenciones?
— ¿No crees…? —Miré a ambos lados para ver si nadie nos escuchaba y bajé la voz disimuladamente— ¿No crees que él quiera ir al mundo aural sólo para saber qué sucede, cierto?
Takeshi se reacomodó en su lugar.
— Bueno…
Sabía que era algo difícil de pensar; sus dudas confirmaban que él tampoco creía mucho en sus objetivos.
— ¿Qué? —Le insistí.
— No sé qué pensar.
— Vamos, no mientas.
Takeshi se quedó en silencio. Torcí la mirada, debido a que era obvio que él tampoco tenía mucha confianza en el de mata esmeralda, a pesar de que ambos llevaban mucho tiempo viajando.
— ¿Por qué será que N tiene tantas ansias por llegar al mundo aural? ¿Por qué no descansamos al menos un día en buscar las mazmorras? ¿Por qué esa… ansiedad por llegar al nivel 50?
El moreno mantuvo su vista fija en los condimentos que adornaban la mesa, pensativo.
— ¿No crees que es algo sospechoso? Digo, supongo que no te mencionó nada acerca de su verdadero objetivo.
— En cierta manera… sí lo hizo —confesó dubitativo.
Ahí estaba; finalmente había dicho aquello. Ahora, sólo faltaba el que me dijera qué quería realmente, y así podré mencionarle todo a Black y sus amigos.
Aguardé en silencio para que el de tez aceitunada prosiguiera.
— Él me dijo que…
— ¿Sí?
Takeshi nuevamente guardó silencio, dudando si traicionar la confianza de N.
— Escucha —suspiré—: sean cuales sean las intenciones de N, podría perjudicarte a ti, a mí y a PBO.
— ¿Cómo lo sabes?
En ese momento, recordé días atrás, hace una semana más o menos, cuando en mi lista de amigos que había sido vaciada totalmente cuando N me mantuvo como rehén, la solicitud de amistad de alguien en particular había llegado a mis mensajes: Black.
En un principio, no sabía si aceptarlo o no. ¿Qué pasaba si lo aceptaba, y supiese mi localización minutos después? ¿Me llevaría de vuelta con Diantha? ¿Ésta me castigaría por seguir con N? Muchas dudas habían atormentado mi cabeza en esos momentos, pero por arriesgada que pareciera la situación, lo había aceptado.
Habían pasado horas desde ese momento, donde Black no había actuado en lo absoluto. ¿Será que Diantha se había dado cuenta de que Black me tenía como amigo? ¿Qué habrá hecho? Sé que podría haber evitado cualquier tipo de problema si regresaba con la Sanadora Celestial una vez que N me había desconsiderado como su rehén. Sin embargo, cuando noté que Shigeru había estado tan seguro y firme de que los problemas en el mundo aural eran reales, quise saber más sobre la situación. ¿Quién demonios tenía razón? ¿Shigeru? ¿O también éste era cómplice de N? Esas preguntas habían surgido cuando Black finalmente se puso en contacto conmigo mediante mensajes, avisándome que N no era quien creía que era.
"Estás en peligro. N no es el jugador que aparenta ser. Investiga sus intenciones."
Aquel mensaje no me había dicho nada, pero al mismo tiempo me había dicho mucho. ¿Qué demonios significaba eso? ¿Acaso Black sabía que no había problemas en el mundo aural, y simplemente N quería ir hacia allá para diferentes propósitos? ¿Cómo lo sabía? ¿Cómo es que N podía decirme la verdad, si es que estaba mintiendo? Una opción podría ser que Shigeru me dijera algo, pero él se notaba tan seguro de sí mismo al creer que había problemas en el mundo aural, que no tenía la certeza de ir con él para investigar; si Shigeru supiera que N estaba mintiendo, evitaría a toda costa que él llegara al mundo aural; sin embargo, estaba ayudando a que las mazmorras se pasaran, y tenía la firmeza de que los problemas en el mundo aural eran reales.
Así que la última opción que me quedaba era el chico que tenía enfrente. Takeshi se había mantenido muy callado desde que yo y Shigeru nos habíamos unido al grupo. ¿Qué escondía el chico? Su actitud sospechosa y dubitativa justo ahora me estaban diciendo que había algo oculto que no quería decirme a mí o a Shigeru.
— Porque alguien me lo dijo. N no quiere llegar al mundo aural para saber qué sucede ¿o sí? —le respondí.
— ¿Quién te lo dijo? —siguió invadiendo de preguntas, por lo que no me quedó otra opción más que confesarle que Black me lo había mencionado por mediante mensajes—. ¿Tu compañero? ¿Cómo lo sabe?
— No tengo idea, pero te aseguro que tanto él como yo no somos parte del Gremio Rocket —cuando dije aquello, se semblante cambió— Sí; mi gremio está aliado con el Rocket. Mi líder, Diantha, es de los jugadores que ha estado matando novatos, y supongo por tu expresión que estuviste a punto de ser asesinado por ella, o bien, ya fuiste asesinado por ella.
— N-no… —el sudor comenzó a emanar de su frente— N… N me salvó.
— Entonces así son las cosas, ¿no? Como él te salvo, le debes la vida "virtual", y por eso no quieres delatarlo. Venga, dilo. Te aseguro que tanto mi amigo como yo no tenemos nada que ver en el Gremio Rocket.
— ¿Y por qué tengo que creerte?
— Porque si no, no te hubiese confesado esto; y además, sé que N intenta obtener algo más… algo que perjudique a PBO. ¿Es que acaso te importa un bledo lo que le suceda a PBO? ¿Te importa nada que miles de novatos mueran? A mí sí.
Takeshi finalmente se quedó callado, suspirando por recordar las intenciones que N le había mencionado. Agarró el bote de sal que estaba en el centro de la mesa y se quedó contemplando los granos blanquecinos, como si fuesen algún material jamás antes visto.
— Aunque te parezca extraño, tengo una teoría.
— ¿Una teoría? —fruncí el ceño.
— Así es —el muchacho ahora tomó el bote de pimienta, y le dedicaba una mirada rápida a los dos botes que tenía en las manos.
— N me mencionó que su verdadero objetivo era el capturar un Pokemon Legendario; un Pokemon que está dentro del mundo aural —finalmente ahí estaba la confesión—; sin embargo, a pesar de que sabía sus verdaderas intenciones, seguí con él. ¿Por qué? Bueno, creo que fue más por egoísmo que por cualquier otra cosa. Él me entrenaba mientras le ayudaba a descubrir las mazmorras; no puedo negar que me he vuelto fuerte, pero tampoco puedo negar que cada día tengo más sentimiento de culpa cada vez que nos acercamos al nivel 50. He estado pensando en algo —miró la sal a través del cristal con suma curiosidad—, y es en una emboscada a N. Y te preguntarás: ¿Una emboscada? ¿Después de que él te salvó la maldita vida y te ha estado entrenando? Cierto, puede que suene a traición, pero si lo piensas con detenimiento, cada vez N se ve más ansioso por llegar a ese nivel.
— ¿Qué clase de emboscada?
— N me había mencionado que había dos Pokemon que representaban el Ying y el Yang en el mundo aural —señaló el bote de sal y de pimienta— Y también me mostró una Master Ball. Lo he estado observando atentamente, y aquella pokébola nunca la guarda en su inventario; siempre está escondida en el bolsillo derecho de su chaqueta. Lo que me intriga es… —miró al bote de sal— si aquella pokébola tiene al Pokemon del Yang.
— Reshiram —nombré.
—…o al Pokemon del Ying —volteó a ver el bote de pimienta.
— Zekrom.
—… o bien, puede que no tenga a ninguno —mencionó—. Si en verdad hay problemas en el mundo aural, eso puede significar que N ya tenga a uno de estos Pokemon bajo sus dominios y el mundo aural haya sido afectado, y entonces su verdadero objetivo sea el llegar para tener al otro Pokemon. Sin embargo, puede que también sea mentira y sólo lo haya dicho para que tú y Shigeru no sospecharan de él, y así pueda llegar sin problema alguno y capturar a ambos Pokemon.
— ¿Así que estás diciendo que su real meta a final de cuentas es que tenga a ambos Pokemon?
— Así es. Aunque estoy seguro de que ya tiene en la pokébola de su bolsillo derecho a uno de ellos. Si no ¿cómo es que pueda capturar a los dos, o bien, al restante? No creo que pueda con Pokemon comunes y corrientes; necesitará de mucho poder para lograrlo.
— Ya veo —asentí— Entonces… ¿qué propones?
— Esperar. Quitar su Master Ball disimuladamente para que no pueda hacer nada al respecto y no tenga el poder suficiente para capturar a Reshiram o a Zekrom. La Master Ball la podemos capturar fácilmente; el problema será que necesitaremos a más gente que sólo Shigeru, tú y yo para retenerlo, por si tiene más Pokemon consigo; N es poderoso.
— Descuida —finalmente sonreí— Black me dijo que tiene consigo a personas que también quieren detener a N.
Gold
…
Ash salió de la habitación, pasando a mi costado. Le lancé una mirada con algo de arrepentimiento, pero él simplemente pasó de largo.
— Ustedes tres… se quedarán conmigo el día de le ejecución. ¿Cuándo es?
— Es en tres días —Silver avisó.
— De acuerdo.
Silver y Crystal asintieron, saliendo de la habitación, donde ahora el único sonido era la respiración de Citron. Su rostro estaba cubierto por el casco virtual.
— Ciprés… —apreté los puños— Necesito mencionarte algo.
— ¿Qué? —aquello lo sorprendió.
— Es que… yo no sé si pueda permanecer aquí el día de la ejecución.
— ¿A qué te refieres?
Me acerqué en silencio hasta Citron. Ya habíamos tenido el plan para raptar a N: El que Shigeru y White fingieran traición y nos encerraran en Ciudad Celestial —aunque cabría la posibilidad de que también nos encerraran en las prisiones de Ciudad Subterránea, pero si llegara a tomar esa decisión Diantha, Shigeru se encargaría de evitarlo y haría que nos encerraran cerca del mundo aural—; después de ello, Shigeru dejaría de intervenir para que nadie sospechara de su papel de espía en el Gremio Rocket; White nos liberaría de las celdas de Ciudad Celestial, robando la Master Ball del bolsillo derecho de N, justo como Takeshi había mencionado; llegar al mundo aural, y detenerlo entre todos, sin que N pudiese hacer algo al respecto, debido a que no tendría un Pokemon Legendario con el cual luchar.
Todo estaba planeado, pero la ejecución de mi amigo iba a suceder el mismo día en que el plan se iba a llevar a cabo. Aunque quería salva a Citron y deseaba el quedarme en la granja para cuidarlo, no podía. Necesitaba saber las intenciones de N y así salvar a Yellow y Silver. Además, éste y Crystal se quedarían en la granja, cuidando las espaldas del rubio. Sabía que ambos querían también intervenir en la captura de N, pero bastaba con Green, Yellow, Blue, Takeshi, Balck y White para poder detenerlo. Ellos podrían quedarse aquí, custodiando la granja; pero yo no.
— Hay alguien que podría causar problemas en PBO —mencioné.
— ¿Quién?
— Se llama N, y puede que obtenga a dos Pokemon Legendarios, pero para fines que perjudiquen a PBO.
— Gold… —Ciprés suspiró—… no sé… no sé si eso sea importante justo ahorita. Hay prioridades más importantes que debemos atender.
— Ya tienes a dos que cuidarán de la granja. Yo puedo seguir en el juego.
— Tres son mejor que dos, Gold. Además, no sabemos las intenciones de los Rocket respecto a Citron. ¿Por qué habrán organizado la ejecución? No creo que sea sólo para entretener a los novatos espectadores.
— Quién sabe, pero por favor… —repliqué— Este tipo… N… sé que también no tiene intenciones buenas. Él quiere matar a dos betas, entre los cuales Silver está —bajé la voz para que el chico pelirrojo fuera de la habitación no escuchara—; sí, Silver ocultó cosas que nunca nos dijo; pero ahora está en peligro. Y así como Citron, también necesito salvarlo.
Ciprés se mantuvo pensativo.
Esperé una respuesta de su parte, pero lo único que obtuve fue la respiración del rubio adormitado por el casco virtual.
Salí lentamente de la habitación, sabiendo que tal vez él no accedería a mi petición.
— De acuerdo —confesó con un semblante molesto—, pero con una condición.
— ¿Cuál?
— Si por alguna razón algo sale mal en la ejecución de Citron, quiero que canceles todos los planes que tienes con ese tal N, y le des prioridad a la protección de la UEO. ¿De acuerdo?
Asentí.
…
Y ahí nos encontrábamos. N parecía confuso, mientras todos le dedicábamos miradas gélidas que lo presionaban y le hacían saber que ya nadie creía en su inocencia. El muchacho retrocedía, pero no tenía adónde hacerlo. Sonreí; todo estaba saliendo a la perfección.
— ¿Qué pasa? ¡No soy malo! ¡Hay problemas en el mundo aural!
Repetía sin cansancio. Nadie dijo nada, dedicándose a mirarlo con un semblante sombrío; Yellow, que lo conocía bien, temblaba de pies a cabeza, pero se mantenía firme al ver que N estaba en una situación desfavorable.
Y entonces, N paró de decir cosas sin sentido, bajando la cabeza y escondiendo su rostro en la gorra blanquecina.
El viento fue gélido; oí alboroto en la ejecución, mucho más allá donde la isla apenas se vía como una piedrecilla suspendida en el aire.
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— Ilusos.
N empezó a reír.
Su risa fue diabólica, maniática. La risa más extraña que había escuchado jamás. Una risa que rompió el silencio durante un par de segundos. Yellow retrocedió un par de pasos, al igual que todos la imitábamos. ¿Qué sucedía con aquel tipo? ¿Por qué reía? ¡Estaba en desventaja! ¡Eran siete contra uno! ¡¿Por qué estaba riendo?! Sin duda alguna, la opción más factible que llegaba a mi mente es que aquel sujeto se había vuelto loco, o bien, reía simplemente porque ya no tenía nada que hacer y había perdido.
Su risa paró.
N volteó hacia Yellow, pero esta vez de la manera más misteriosa y sombría que había visto por primera vez en su semblante.
— Me sorprende que te hayas refugiado en tus amigos, Yellow. Debí haberte matado cuando tuve la oportunidad —su voz se tornó grave; era extraña y maniática. Su mirada era la más misteriosa que había visto jamás, con esos orbes esmeraldas brillando a través de la oscuridad de su gorra.
Yellow tragó saliva; intentó retroceder, pero de nuevo iba a entrar al Templo Aural. N volteó hacia arriba, mirando a Reshiram descansado dentro del campo de fuerza invisible que se suspendía entre los las torres torcidas de piedra musgosa. Sin duda alguna, la Master Ball que le había arrebatado White era Zekrom. ¿O es que el Pokemon Ying estaba escondido en algún otro lado del Templo Aural.
White sujetó con más fuerza la Master Ball, y N le lanzó una mirada gélida.
— Shigeru, Takeshi y tú me han engañado bien; debo de admitirlo —reía. Reía como si todo fuese un chiste.
El alboroto en la ejecución de Citron era cada vez más preocupante. ¿Qué diablos estaba sucediendo allá?
White retrocedió, mas Black se colocó frente a ella para protegerla.
— No la lastimarás —la voz de Black era segura; el aura en sus puños ahora era de un tono púrpura. El chico estaba listo para batallar.
— Oh, por favor. ¿Acaso…? —N apoyó las manos en sus rodillas, debido a que su estómago no aguantaba la risa—. ¿Acaso…? ¿A-acaso creen que esa Master Ball tenía a Zekrom?
La pregunta que lanzó fue una acuchillada para todos.
Sin pensarlo demasiado, tomé mi arco dorado y tensé una flecha en la cuerda. Ésta viajó a una velocidad que rompió cualquier atisbo de viento, pero N no se movió siquiera un centímetro para esquivarla.
El muchacho recibió el impacto de la flecha, y aun así, siguió riendo apoyado en sus rodillas. El aura blanquecina que emanaba de su cuerpo había regenerado el HP que la flecha le había arrebatado. N reía, y no paraba de reír. Todo era una broma para él.
Green le indicó a su Growlithe que atacara, pero ya había sido demasiado tarde. N se limpió la saliva que salía por su boca debido la risa maniática y excesiva. Cuando se reincorporó, abrió el menú de su juego y en su mano se materializó otra Master Ball.
— No… —articuló Takeshi; no había previsto que tuviese otra pokébola de esas guardada en su menú. Se supone que la que estaba en su bolsillo era la que contenía a Zekrom. ¡Se supone que todo debería salir de acuerdo al plan!
— Buena jugada, Takeshi —N se dirigió al moreno— Pero yo soy más listo. ¿Acaso creíste que me dejarían robar una pokébola que tuviese a un Pokemon Legendario? No lo creo.
N estuvo a punto de abrir la Master Ball para asesinarnos a todos. Iba a ser prácticamente imposible el derrotar a un Pokemon Legendario nosotros siete. No… no íbamos a poder; necesitábamos ordenar la retirada.
Pero N no lo hizo. Nadie se sorprendió siquiera porque no sacó a su Pokemon. De hecho tanto N, como el asustadizo trío, así como nosotros siete, volteamos a ver un enorme estruendo que había provenido de la gran isla donde ocurría la ejecución de Citron.
El estruendo llegó hasta mis oídos, que tuve que cubrirme debido a la intensidad del sonido. ¡¿Qué mierdas era aquello?! Parecía un rugido. El rugido de una criatura furiosa y que jamás había escuchado.
— ¡¿Qué es eso?! —Blue estaba asustada.
Sin embargo, antes de que alguien le respondiera, se alcanzaron a apreciar lengüetazos de fuego azul que adornaban la isla. Grandes llamaradas que se alzaban hasta disipar cualquier atisbo de nube. Unas llamaradas que destruían todo a su paso. Intenté ver con más claridad la criatura que ocasionaba aquel fuego de tonos azules, pero me fue imposible.
— ¡CUIDADO! —avisó Takeshi.
Pero fue demasiado tarde. Una de aquellas llamaradas colosales llegó hasta nuestra posición. Parecía increíble, pero aunque la isla estuviese a una distancia considerable de nosotros, esas gigantescas llamaradas dieron con las cadenas que sujetaban el Templo Aural, con varias rocas y con el puente que conectaba hacia la entrada del templo. Éste comenzó a desmoronarse, así como la edificación y toda la isla entera en la que estábamos.
Empezamos a descender; perdí de vista a N, que cayó más rápido que cualquiera hacia un manto de nubes interminables. El templo también desapareció en medio de escombros y llamaradas que iban y venían. ¡¿Qué diablos era aquello?! ¡¿Qué estaba pasando en la ejecución?! Recordé el rugido tan ensordecedor que llegó a nuestros oídos, y lo único que llegó a mi mente fue el de una criatura colosal. ¿Acaso sería un Pokemon Legendario? ¿Un jugador? No lo sabía. Sin embargo, recordé la condición de Ciprés.
Si sucedía algo allá, significaba que Citron estaba en peligro.
— Maldita sea —mencioné mientras descendía entre un mar de nubes que impedían mi vista.
Sabía que debía ir allá a como diese lugar, pero me era imposible con el descenso interminable que seguramente terminaría con mi vida cuando aterrizara en un suelo lejano.
Antes de que pensara en cómo detener mi caída, un enorme Braviary, en el que iban White, Takeshi, Yellow y Black montados, me sujetó con sus garras y comenzamos a ascender.
— Tarde o temprano tenía que usar a mi Pokemon volador, ¿no, Gold? —escuché la voz de Black, que se dirigía hacia mí. Noté a una distancia corta entre una neblina blanca a un enorme Pidgeotto, donde iban Green, Blue y los tres subordinados de N colgando de las garras del Pokemon.
Pero yo había hecho caso omiso al comentario de Black. De hecho, estaba intrigado por lo que había pasado en la ejecución. Las llamas seguían tiñendo el firmamento de un color azul. Los rugidos seguían inundando el ambiente. No era un Pokemon… de eso estaba seguro. Pero tampoco era un jugador.
¿Qué había sucedido?
¿Citron estaban bien?
¿Qué… qué era aquella criatura?
Próximo capítulo: Luminagua
Ahora todo tiene sentido, excepto el final, como siempre :O
