Hey, qué tal. Creo que esta es la primera vez que estoy emocionado porque voy a publicar un capítulo de mi fic. Y se preguntarán por qué la emocion? Por qué el hypeo? No tengo que responderles; ya se imaginarán. Es tanto el hypeo que ya quiero que lean ustedes esto. Maldita sea.

GacyCM: Gracias por tu review; ahora sabré que estás al pendiente del fic aunque no comentes :) Un saludo.

Ryd3r: Todo puede pasar xD Gracias por el review, y pobre Wallace, nadie está triste por él LOL

Eishii: No sé si ahora llamarte Eishii o Poker Knight xD Como sea, ese N es un loquillo. xD

baraka108: Lo sé xD Muchas gracias por el review, y las cosas comenzarán a ser más claras. ¿O confusas? No estoy seguro xD

Kuroi et Tamashi: Pues aquí está el capítulo que se supone que DEBÍA estrenar hoy xD (Y con hoy, me refiero en la madrugada del día siguiente, jajaja). Bueno, dejando del lado sus reviews hypeantes (?), ya vi los cuatro trailers de RWBY y me inspiraron a hacer batallas épicas, así que debo agradecerte por ello y hoy he escrito una pequeña parte épica de la cuarta temporada por la inspiración que llegó de esos videos.

Antes de que lean el capítulo, se me olvidó mencionaros que he colocado una imagen en la página de Facebook de PBO que muestra el cómo es el Templo Aural. (facebook/PBOFanfic) Pueden verla, si quieren enriquecer su imaginación; y tampoco se olviden de darle like a la página :) Sin más, os dejo. ¡Preparen los videos!


[VIDEO 1] Bleach OST - Battle Ignition [HQ] [Extended]

[VIDEO 2] Naruto Shippuden OST - The Divine Tree (Hidan) [extended]

[VIDEO 3] Most Emotional Music Ever: Burial

[VIDEO 4] One Piece OST - 3 Admirals [HQ] [Extended]


Capítulo 80

Luminagua


Iris

Quién lo diría. Quién diría que podría estar corriendo al mismo tiempo que mi cuerpo temblaba como nunca; quién diría que la adrenalina que fluía a través de mis venas me incitaba a correr más rápido, aunque el cuerpo ya no podía resistir el físico; quién diría que iba a poder llegar a distancias considerablemente lejanas, hasta el punto en que estaba sola en la autopista, con un campo de maizales rodeándome como siluetas extrañas que me acechaban en una fría y solitaria noche de luna llena.

Quién lo diría.

Mis lágrimas me corrían a brotes por las mejillas, pero bajaban difícilmente hasta mi barbilla, debido a que la sangre seca me cubría el rostro e impedía su libre paso. No podía estar segura si aquella sangre era mía o de alguien más, pero tenía el presentimiento de que eran de ellos. ¿De quién más? Yo no estaba herida; o bueno, no físicamente. Por dentro, en cuestión a mis sentimientos, había sido destrozada por completo.

Los sollozos eran acompañados por suspiros de cansancio; mis piernas ya no resistían el correr, pero debía hacerlo. No tenía adónde más acudir, y no tenía ningún lugar seguro ya; si ellos no habían estados seguros en todo este tiempo, yo tampoco lo estaría.

Finalmente giré hacia un camino de tierra que se desviaba de la autopista, también cubierta de plantas de maíz mucho más grandes de las que había imaginado. Aparté varias hojas de maíz, sin parar de correr. Tal vez él me esté persiguiendo; por eso debo correr lo más fugaz posible. Tal vez él… él ya esté esperándome en la granja. No, no podía ser cierto. No tenía que pensar en esas cosas.

Las lágrimas salían sin cesar, mientras la tristeza superaba al cansancio y los sollozos se hacían más notorios que antes. Me llevé ambas manos al rostro, aunque estaban cubiertas de la sangre de ellos. Ahora entendía el por qué tenía restos de sangre seca en mi cara.

Pero por increíble que fuese, no paré de correr. El camino comenzaba a hacerse más estrecho y las plantas más verdes. La luna irradiaba un brillo cegador, frente al horizonte del sendero. Quería correr hacia ella; si la alcanzaba, tal vez todo esto desaparecería de un momento a otro. Quería ir hacia ella, para olvidarme de todo y de todos. Quería tocarla, sentir ese brillo y la frialdad de luz blanquecina. Quería desaparecer en ese momento.

Y ahí estaba: la silueta repentina de una casa se hizo presente en el horizonte, cubriendo la inmensa luna que me susurraba que debía ir hacia ella. Tropecé, pero me volví a levantar y llegué al porche de la entrada, mientras volvía estúpidamente a tropezar y caer en medio del suelo de madera. El temblor ni siquiera me podía dejar caminar con libertad. Tan sólo me dediqué a mirarme las manos con horror: la sangre seca que había pertenecido momentos atrás a esas personas.

No me di cuenta cuando alguien salió estrepitosamente por la puerta, con un cuchillo en la mano. La persona había salido tan rápido, que estuvo a punto de clavarme la punta del arma blanca en el cuello, pero se detuvo cuando me miró con detenimiento.

Ciprés se sorprendió, pero antes de cualquier otra cosa, miró a su alrededor para saber si no había nadie más conmigo.

— Ven, rápido —me indicó y me ayudó a pararme con dificultad. El temblor seguía presente; las lágrimas y los sollozos repentinos también.

Me sentó en una silla. Dos personas más habían bajado y revisado por entre las cortinas cerradas de las ventanas si no había alguien cerca acechando la morada.

— Iris, ¿qué pasó? —su pregunta no me había sacado de mis pensamientos; de mis horribles pensamientos.

— No hay nadie afuera —mencionó un sujeto de cabellos pelirrojos, mientras la otra chica, de mata azulada también lo reafirmó.

— De acuerdo —Ciprés se mostró más calmado, pero aun así estaba alerta—. Iris, Iris. Por favor, Iris mírame.

Sus manos sujetaron mis hombros, y finalmente hice contacto fijo con el hombre. Mis pupilas estaban contraídas por el horror, de eso no había duda alguna. Mis labios temblaban al hablar.

— Han… han muerto.

Ciprés se quedó en silencio, observando cómo me soltaba a llorar sobre su regazo, mientras manchaba su bata blanca de la sangre de mis familiares. No… no quería recordarlos; no quería recordar el cómo los había encontrado en mi casa, inertes y a oscuras.

— Lance —nombró Ciprés mientras intentaba consolarme— Iris, Iris. Escúchame. ¿Qué pasó con Max y compañía? Tú eras la encargada de vigilarlos.

— Lo… lo sé, pero —recordé cuando no resistí el estar más tiempo sin saber nada de mi familia; ese sentimiento de impotencia— Lo lamento.

— Está bien. Esperemos que no hagan nada malo. ¿Cómo… cómo nos encontraste?

— Haruka sabía de la granja.

— Supongo que Satoshi se lo contó. Como sea, ahora esperemos a que no pase nada malo. Ya casi amanece y será pronto la ejecución de Citron. Iris… —me separé de él, y me limpié las lágrimas con las mangas de mi camiseta de lana cubierta de sangre—… Quédate con nosotros; aquí estarás segura.

Asentí aun con tristeza, pero había algo más que debía hacerle saber:

— Y… ¿Y Kasumi?

Ciprés suspiró; sin decir nada, sacó un celular que tenía en su bolsillo, marcó un número y esperó unos segundos. Nadie le había contestado.

— Diablos —maldijo por lo bajo— Ese Trip…

Esperé a una respuesta concreta por parte del líder de la UEO. Mi mirada lo hizo sentir preocupado.

— No te preocupes —repitió— Su familia estará bien. Trip… él irá a ver si su familia está sana y salva.

— Y… —Haciendo caso omiso a su respuesta, recordé que la UEO la conformaban Citron, Gold, Trip y Satoshi; estos dos chicos sin duda eran nuevos— ¿Dónde están los demás?

— ¿Trip? Bueno… él… no lo sé. Pero trataremos de hacer contacto con él para que averigüe sobre la familia de Kasumi.

— ¿Y los demás?

— Gold y Citron, arriba. Ambos están conectados —Recordé la ejecución de Citron; iba a ser pronto. Después, esperé en silencio a que contestará para nombrar al último jugador— En cuanto a Satoshi… Bueno, él…

— Él huyó —el de cabellos pelirrojos y semblante frío confesó, luego de que Ciprés bufó de molestia al recordar aquello.


Ash

El vaho en la ventana del automóvil era notorio; tanto el conductor como yo nos dimos cuenta de que el frío afuera era preocupante. Ambos permanecimos en silencio durante un buen rato; de hecho, nadie había mencionado nada desde que lo pesqué en la solitaria autopista. Él afortunadamente había aceptado en llevarme de vuelta a Ciudad Luminalia. Pero sabía que iba a tardar, debido a que el tráiler que manejaba iba a una velocidad lenta.

— Así que… —finalmente el conductor, de bigotes canosos, obeso y con olor a sudor, interrumpió el silencio incómodo—… vas a Ciudad Luminalia.

Asentí, aun pensando en saber si la familia de Misty estaba bien.

El conductor carraspeó su garganta incómodamente; él sabía que yo era un chico de pocas palabras, por lo que siguió conduciendo en silencio hacia el frente. El adorno de una chica en faldas debajo del espejo retrovisor me distraía, mientras ésta se agitaba al compás de los baches y las curvas que había a lo largo de la carretera.

Noté que pronto estaba amaneciendo; el cielo púrpura era el encargado de avisarme. La luna, por su parte, se iba perdiendo por el horizonte y desapareciendo entre un manto de luces claras que el cielo comenzaba a formar.

Sentí las articulaciones tensas; no me había movido en mucho tiempo. Ahora me doy cuenta de que tuve mucha suerte en salir de la granja sin que Silver, Crystal, Gold o Ciprés se dieran cuenta. Sin embargo, aún me dolían las plantas del pie al sentir el brusco aterrizaje que había hecho cuando salté de la ventana de mi habitación. Como sea; lo importante ahora era llegar hasta la casa de Misty y saber si su familia estaba bien.

Poco a poco, la civilización comenzó a hacerse presente mientras avanzábamos. Un par de casas reemplazaban el gran maizal, así como pasábamos de largo las vías del tren que alguna vez cruzamos mientras nos perseguía la policía.

La gran Torre Prisma ya podía divisarse a lo lejos, encendida y resplandeciendo en una luz mañanera que poco a poco hacía su aparición. Un par de luces más adornaban la gran ciudad, que sabía pronto iban a desaparecer debido a la luz solar.

Aun el cielo era oscuro, pero debía apresurarme antes de que la luz del día revelara mi identidad. Todavía no se me olvidaba que era un sujeto buscado, al igual que toda la UEO. El gobierno me quería para saber más sobre el juego y el cómo evitar que las personas dentro muriesen; pero es que no entendían que no había opción alguna más que pasar el juego. No teníamos ninguna otra opción más que esa, o que Giovanni fuese convencido de que dejara a todos libres.

Mientras tanto, escuchaba en la radio encendida acerca de noticias sin sentido, pero nada acerca del juego. ¿Será que al mundo ya no le interesamos? ¿Será que sólo esperarán a que muramos cada uno de nosotros y por fin se deshagan de nuestros cuerpos? Cierto, éramos una molestia para los hospitales; es decir, una persona dentro de PBO ya llevaba más de un año en una habitación que podría servir para alguna persona enferma o herida. Éramos una carga, sin lugar a dudas. Pero yo me encargaría de ponerle fin a esa carga. Yo me encargaría de proteger a la UEO y pasar el juego como es debido.

— Aquí, por favor.

El tráiler me dejó en una esquina, mientras le agradecía al conductor y se desviaba por la autopista para seguir su camino. El frío invadió mi piel y me abracé el cuerpo para no sentirme congelado. Aun el sol no daba de lleno con la ciudad, y me alegraba por ello.

Empecé a caminar por senderos estrechos, donde todo era muy apacible y silencioso; demasiado silencioso. El nerviosismo apareció repentinamente sobre mi cuerpo y mente. Mi mente empezó a bloquearse de manera inesperada, dejando de recordar la dirección donde podría estar el hogar de mi amiga. Un miedo inexplicable invadió mi ser. ¿Qué pasaba si llegaba y los encontraba muertos? ¿Acaso estarán bien? ¿Lance estará justo ahora asesinando a cada miembro de su familia? No lo sabía. Y no serviría de mucho el pensar esas cosas si me quedaba ahí parado; necesitaba actuar a como diera lugar.

Respiré hondo y seguí mi camino a pasos apresurados. La calle se dividía en tres caminos, donde había muchas casas con sus luces apagadas esperando a que la luz de la mañana diera de lleno con los cristales. Pronto iba a amanecer; pronto iba a quedar al descubierto por muchas personas.

Y entonces, finalmente llegué a donde recordaba que era la casa de Misty. Un repentino recuerdo llegó a mi cabeza: hubo un par de ocasiones donde Misty nos invitó a esta misma casa a mí y a Brock para discutir sobre cosas sin sentido, hacer los deberes y para ayudarme en mi misión de invitar a salir a Serena.

Sacudí mi cabeza para desviar esos buenos recuerdos, y subí las escaleras de la entrada principal. Nuevamente, respiré tan hondo que mis pulmones se llenaron en exceso del oxígeno puro de la mañana. Oí el trino de un par de aves, que se situaron cerca en un árbol que comenzaba a sentir el rocío de la mañana. Todo era tan apacible.

Expulsé esa bocanada de oxígeno y me armé de valor: toqué la puerta tres veces para esperar respuesta detrás de la puerta.

Esperé.

Después de un rato en el que nadie respondió, volví a tocar la puerta. De nuevo aguardé a que alguien abriera la entrada, pero parecía que no habían escuchado mi llamada.

Empecé a preocuparme.

Tendrán que estar dormidos; aún no amanece del todo. Sí, eso debía ser.

Pero no podía esperar más tiempo; la luz del día iba a salir pronto, y tal vez la gente me reconocería como el chico que huyó del hospital.

Toqué de nuevo la puerta; ésta vez con mucha más fuerza. Inclusive los pájaros que habían estado en las ramas de los árboles, huyeron a causa del golpeteo que hice en la entrada.

Otra vez, nadie respondió al llamado. Sentí una corazonada que me hizo pensar en lo peor.

No… debían estar bien. O a lo mejor, podrían estar en el hospital cuidando de Kasumi. Sí; a ellos les importaba mucho su hija, y era por eso que siempre estaban a su lado. ¿O no?

No sabría qué responder; mi mente sólo me decía lo peor, pero quería convencerme de que esto no estaba pasando. Puede que estén en el hospital general de Ciudad Luminalia.

Retrocedí un par de pasos hasta sentir las escaleras de la entrada. No sabía si ir hacia el hospital o tocar de nuevo la puerta. Sin embargo, cuando a final de cuentas había decidido por ir hacia el hospital, un brillo extraño me cegó por unos momentos.

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En ese momento, me di cuenta de que la luz del sol estaba finalmente afectando al entorno, pero también me percaté de que aquel brillo extraño provenía de pedazos de cristal situados a un lado de la puerta. ¿Cómo es que no me había dado cuenta de ello? ¿Es que estaba tan angustiado que no me fijé en esos cristales esparcidos por el suelo? Y entonces, al levantar mi mirada hacia la ventana, ésta estaba totalmente rota. Las cortinas corridas hacían que la ausencia de cristal se notara menos, aunque los cristales en el suelo no eran de gran ayuda para disimular.

Y entonces mi instinto reaccionó.

Toqué la puerta ésta vez con mayor desesperación.

— ¡Hola, ¿hay alguien ahí?!

Nadie respondió. No me quedaba otra opción. Retrocedí un par de pasos, y embestí la puerta de caoba para romper el seguro, pero fue en vano. Dos, tres, cuatro veces. Mi hombro ardió de dolor, pero entonces alcé mi pierna para dar una patada hacia adelante. La puerta comenzó a temblar; de nuevo, di otra patada con mayor fuerza, y fue cuando la puerta se zafó de sus bisagras y cayó hacia adelante. La penumbra de la mañana entró por el pasillo principal de la casa, la igual que yo.

En ese momento, pensé en buscar por doquier a su familia, pero sabía que debía ser sigiloso. ¿Y si Lance se encontraba ahí justo en esos momentos? ¿Me asesinaría tal como Mirto alguna vez lo intentó?

Mis pasos fueron lentos y sigilosos, aunque no sabía el por qué lo hacía, si el estruendo de la puerta romperse ya me había delatado.

El frío recorrió todo el pasillo, con la luz escasa que había colándose por las paredes. Cuando llegué al final de una pared, respiré hondo y miré de reojo la habitación yuxtapuesta. Era la cocina, pero me di cuenta de que nadie estaba ahí. Sin pensar mucho en las consecuencias, me acerqué a uno de las estanterías de la cocina, de donde saqué un cuchillo. Regresé al pasillo principal y entré a la sala de estar, donde tampoco había nadie; o eso quería pensar.

Y entonces subí las escaleras que daban al siguiente piso del hogar de Kasumi. La tensión fue mayor, debido al silencio que había a mi alrededor. ¿Acaso… acaso Lance me estará aguardando detrás de alguna de las cinco puertas que había a lo largo del pasillo? Tendría que averiguarlo. Abrí la primera puerta tan sigilosa y fugazmente como pude, con el cuchillo alzado por si las dudas. Entré y lo único que noté fue las sábanas desarregladas de color carmesí, así como el armario abierto y otras cosas más tiradas en el suelo. Al parecer, una de las hermanas de Misty estuvo aquí hace poco. Será… ¿será que huyeron?

Me encaminé hacia la segunda puerta, donde realicé el mismo movimiento que con la primera. La habitación igualmente estaba con cosas fueras de su lugar; la tercera me indicaba lo mismo. Y la cuarta estaba vacía pero ordenada: seguramente era el cuarto de Misty. La última debería ser la habitación principal donde dormían los padres de la chica. Sentí una corazonada al tomar la manija: cuando la abrí, el silencio fue el único testigo de ver mi rostro confundido.

¿Es que… es que no había nadie? ¿O ya habré llegado tarde?

Suspiré.

Bajé las escaleras para salir por la puerta; sin embargo, aun recordé que me faltaba el jardín trasero. Entré por la sala de estar y noté a través de las puertas de cristal abiertas que la zona también estaba totalmente despejada. Pero antes de notar cualquier otra cosa, había algo que me sorprendió.

El jardín tenía una puerta que llevaba a otro sitio; y ésta, estaba entreabierta.

Crucé las puertas de cristal, que dejaban pasar un viento que corría las cortinas como atuendos de espectros siniestros. Crucé el jardín, donde un par de pájaros más, situados en el tejado de la casa, me observaron con curiosidad. Llegué a la puerta, que daba hacia otra casa.

Misty nunca me había dicho que podía tener acceso a la casa colindante que estaba detrás de la suya. ¿Por qué? ¿Es que sigue siendo su casa o de alguien más?

Entré con cautela. Me di cuenta de que la puerta tenía un letrero de que tenía inscritas las palabras "Salida de Emergencia". ¿Qué era este lugar?

Y entonces, noté que el lugar era invadido por grandes muros de cristales conteniendo animales acuáticos de todo tipo. Medusas, peces, tiburones, mantarrayas. El agua a través del cristal ocasionaba espectros de luz que danzaban en el suelo oscuro del sendero. A un lado de aquellas columnas que contenían diferentes tipos de animales acuáticos, había información relacionada al animal que se estuviese observando. También, el sendero se dividía en tantos caminos curveados y confusos, que no sabía hacia dónde ir, aunque las luces de colores azules que se alzaban por las orillas de los muros me iluminaban el frío ambiente.

Misty tenía un acuario; o bueno, su familia era la dueña del acuario. ¿Por qué nunca me lo dijo? No lo sé. Ahora que lo recuerdo, había un acuario llamado "Luminagua". Creo que éste debe ser el lugar. Lo increíble era que Misty nunca me hubiese dicho de aquello. ¿Será que le da vergüenza el que los demás sepan de ello? ¿Será que no quiera hablar nada de su familia y por ende del acuario? ¿Tan mal se llevaba con ellos? No sabría decirlo.

Empecé a caminar con el cuchillo alzado, mientras los peces se quedaban mirando mi silueta con curiosidad, siguiéndome mientras daba un paso hacia adelante. Caminé, caminé y caminé, sin encontrar nada.

Y me percaté de que más allá, un cardumen se espantó.

¿Qué diablos? ¿Por qué nadó hacia arriba, donde la columna se extendía hasta perderse en los muros oscuros? ¿Por qué ese grupo de peces cambió su comportamiento repentinamente?

Había alguien. Alguien había corrido; estaba seguro de ello.

Mi corazón comenzó a latir fuertemente, hasta el punto en que pensé que sería el culpable de delatarme. Me agaché donde los muros estaban construidos de cemento y no de cristal; comencé a gatear para que no me fuese a ver a través del agua, y caminé hacia ningún lugar en particular. Estaba asustado, pero debía ser precavido.

Volteé hacia atrás; había jurado el mirar una mancha negra pasar a través de donde se encontraban el grupo de medusas. Me levanté cautelosamente y miré fijamente hacia ese punto, pero… ¿había sido solo mi imaginación?

Y entonces, oí pasos. Mi corazón se aceleró y tuve el presentimiento de que me congelaría en mi lugar, pero mi instinto fue más fuerte. Agarré el cuchillo con fuerza y comencé a caminar hacia esos pasos apresurados. El sujeto estaba escapando; Lance estaba escapando. Lo sabía. Lo sabía. ¡Lo sabía!

Di con otro pasillo, pero me detuve ahí. El pasillo era un túnel de cristal que de igual forma, nadaban enésimos peces y criaturas irreconocibles. Los arrecifes y corales hacían más luminoso el ambiente, así como las luces de los mismas plantas fluorescentes que se situaban en la arena dentro de los muros. Pero todos los peces nadaban en círculos disparejos; peces de varios colores se arremolinaban uno contra el otro. Sin duda alguna, todos los animales poseen un sexto sentido, y el extraño comportamiento de los peces me hizo reafirmarlo. ¿Por qué estaban nadando de un lado a otro? ¿Por qué estaban tan alterados? Sólo había una razón, y esa razón estaba justo enfrente de mi persona:

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Una silueta de chaqueta y capucha negra estaba hincado, observando con curiosidad un cuerpo inerte. Un cuerpo que reconocí al instante: la chica rubia hermana de Misty. Pero eso no era todo: a su lado, también estaba otro cuerpo de cabellos azulados; encima de ése, otra chica de cabellos pelirrojos se encontraba sin vida, mientras la madre y el padre de Kasumi estaba un poco más apartados, pero también muertos. Todos tenían una cosa en común: el charco de sangre excesivo hasta llegar a las suelas de mis zapatos.

No pude contener la rabia: alcé el cuchillo para incrustárselo a la persona que examinaba los cuerpos; mejor dicho: iba a asesinar a la persona que había matado a la familia de Misty. Lance iba a morir justo ahora.

Pero la persona volteó. No era Lance; no era aquel sujeto que había creído.

— Ash… —Trip se sorprendió, descubriéndose a capucha de su chaqueta de cuero. El muchacho tenía los dedos llenos de sangre.

— No… — articulé sorprendido. El cuchillo se resbaló de mis manos por la confusión— Trip… tú…

— No, Ash. Escúchame… —el muchacho se levantó, pero yo retrocedí y caí atónito. Mis manos intentaron alejarse lo más que pudieron de aquel sujeto.

— Ash… Citron… él está en peligro.

Hice caso omiso a su comentario; él había asesinado a esas personas. Lo había visto.

— No puedo creerlo… Tú…

— Ash, silencio —intentó callarme, pero forcejeé contra él cuando intentó acercarse.

No obstante, yo había hecho demasiado ruido. Una silueta se notó al final del túnel, pasando fugazmente con pasos apresurados.

— ¡Diablos! —maldijo Trip, y comenzó a correr hacia la silueta misteriosa que había pasado justo enfrente de nosotros.

— ¡Traidor! —lo sujeté de la pierna y el chico cayó al lado de los cuerpos. El muchacho se manchó de sangre en sus ropas e intentó zafarse de mis manos.

— ¡Ash, suéltame!

— ¡¿Cómo pudiste hacerlo?!

— ¡Se escapa! ¡LANCE SE ESCAPA! ¡Él fue el que los mató!

La rabia había nublado tanto mi vista, que no pude comprender aquello con exactitud; solté la pierna de Trip, y éste se levantó para correr.

— ¡Ayúdame!

Aún estaba atónito, pero me reincorporé y comencé a correr por varios pasillos, siguiendo a Trip. Salimos a la luz más notoria del día, donde el firmamento ya era de un color amarillento cálido. Lance había roto la entrada de cristal del acuario, y el sujeto estaba corriendo por los senderos apacibles de la ciudad.

Notamos que Lance, con una capucha para cubrir su identidad, viró hacia la izquierda para meterse por un callejón.

— ¡Corre! —me dijo Trip.

Ambos lo seguimos hasta el callejón, donde lo último que alcanzamos a ver es que el asesino estaba escalando una reja que separaba un callejón de otro. Lance se pasó del otro lado y siguió su camino.

Trip intentó escalar, con más lentitud que la que Lance lo había hecho. Cuando ambos estuvimos del otro lado, salimos del callejón y empezamos a seguir al tipo, que se colaba por calles estrechas y confusas. Mi respiración era agitada y mis pulmones me pedían a gritos oxígeno.

Las cosas se tornaron peores cuando Lance llegó a un pasillo transitado de personas que iban y venían de unas escaleras subterráneas que conducían hacia el metro de la ciudad. La gente iba a ver mi rostro, pero eso ya no me importaba.

— ¡Por acá!

Trip viró bruscamente y bajó de dos en dos las escaleras hacia el metro que estaba irónicamente más iluminado que la ciudad. El sujeto se saltó los torniquetes de la entrada, y corrió por varios pasillos curveados, escaleras eléctricas y empujando a varias personas.

Tuvimos que hacer lo mismo, pero Lance ya estaba mucho más adelantado.

— ¡El metro! —avisé.

El transporte ya estaba arribando a la estación, mientras varios silbatos de policías indicaban que permitieran el paso libre a la gente que bajaba.

— ¡Permiso!

La gente se quitaba a duras penas, pero el asesino con la capucha aun puesta, corría para alcanzar a entrar. Las personas salieron una vez que se detuvo el metro, y varias personas más entraron; sin embargo, Lance pudo alcanzar a entrar.

— ¡NO!

Trip y yo corrimos lo más que pudimos, pero las puertas ya se estaban cerrando. Ambos estrellamos nuestras manos contra la puerta del metro, e indicamos al policía que las abriera, pero éste no podía hacer gran cosa.

— ¡Hay un asesino ahí adentro! —dijo Trip, corriendo hacia donde el tren corría, como si aquello sirviera de algo.

Nadie hico caso a su comentario.

La silueta nos miró a través de las puertas, con una sonrisa siniestra sobre su rostro, hasta desaparecer por los túneles oscuros del metro. No sabía si era Lance, pero estaba seguro de que había sido él.

Trip siguió corriendo, mas yo me paralicé en mi lugar.

El de cabellos miel se apoyó sobre sus rodillas y respiró agitadamente sobre su sitio. La gente nos dedicaba miradas de confusión.

— Ash… Ash… —Trip estaba cansado— Volveremos a la granja. Necesitamos salvar a Citron, porque en verdad está en…

Pero ni siquiera había escuchado lo último.

— ¿Ash? ¡Ash! ¡Espera!

La rabia ya me había invadido. La ejecución iba a ser en esos precisos momentos; Lance iba a volverse a conectar al juego e iba a asesinar a Citron. No podía permitirlo; no podía permitir que el Gremio Rocket se saliera con las suyas; no iba a dejar que Giovanni actuara libremente.

Salí del metro corriendo con furia. Necesitaba un transporte para volver a la granja y conectarme a PBO. Necesitaba algo.

Recorrí de nuevo las calles que habíamos recorrido, hasta que regresé de nuevo al acuario. Justo afuera, se encontraba una motocicleta con un casco colgando del manubrio y puestas.

— ¡ASH! —Trip ya estaba apareciendo a lo lejos— ¡No tomes mi moto! ¡No, Ash!

Así que era su motocicleta…

Me monté en ella, me coloqué el casco y la encendí. En realidad, no tenía ni idea de cómo manejar una motocicleta, pero lo descubriría en el camino.

Pulsé el botón de arranque y giré del acelerador. Arranqué, mientras Trip intentaba alcanzarme en vano. Con ayuda de mis pies comencé a cambiar de velocidades.

— ¡Ash!

Fue lo último que escuché de él. Mientras tanto, yo estaba al pendiente de no caer y mantener un punto de equilibrio, mientras cambiaba las velocidades de la motocicleta e intentaba agarrar el ritmo de ésta. La rabia corría por mis venas, pensando en la familia de Misty.

No…

No iba a permitir que nadie más muriera. No lo iba a permitir. No mientras yo estuviese con vida.


Gary

La mirada de Ruby no me intimidaba; ya nada podía hacerlo.

Independientemente de que tenía dudas en mi interior, mi mano se aferraba a la espada de Masato, a punto de asesinar a aquellos dos jugadores. Todos me veían con suma atención, esperando a que quitase la vida de Ruby y Citron; los novatos, los de Alto Mando, los Cuatro Grandes. Todos esperaban con impaciencia, pero yo no sabía qué hacer.

¿Matarlos? ¿Arrepentirme?

No me quedaba opción alguna. Era eso o que los Rocket descubrieran mi verdadero papel en su gremio. Si hacía todo lo que ellos me ordenaran, inclusive el matar a la gente cercana a mí, podría adquirir su confianza.

Sólo así podría saber qué pasó con mi abuelo; sólo así podría encontrarlo de nuevo.

— Bienvenido, Shigeru

Había recordado el día en que tuve una reunión con los Rocket. Era de noche; N, White y Takeshi dormían no muy lejos en una posada. Había salido lo más silenciosamente posible, y ésa había sido la única ocasión que salí en secreto mientras los acompañaba. No podía permitir que N sospechara de mí.

La habitación había sido oscura, como siempre. La única fuente de luz era un candelabro a punto de consumirse en medio de una mesa alargada y donde los cuatro miembros de los cuatro gremios se encontraban. Asimismo, Paul también estaba con ellos.

No mencioné nada y me limité a sentarme en el asiento reservado para mí. Cuando me acomodé, Giovanni ocasionó un largo silencio que nadie disfrutó.

— Los he reunido aquí para discutir un par de asuntos —comentó Giovanni; el sujeto estaba envuelto en una túnica oscura y misteriosa; su semblante apenas si se podía ver en medio de la oscuridad abundante.

— Dilo ya —interrumpió Steven con un semblante aburrido— Necesito volver a Ciudad Subterránea; sé que los intrusos intentan rescatar a mis prisioneros.

— ¿Así que la UEO está ahí, eh? —Cynthia bufó de una manera fría y divertida— ¿Puedo ir a visitarlos, Steven?

— No —respondió Giovanni con autoridad— Tú te encargarás de administrar el Gremio Esmeralda; haz que siga creciendo. Necesitamos que los cuatro gremios sean de tales magnitudes que la mayoría de los novatos pertenezcan a ellos.

Cynthia desvió la mirada, molesta.

— ¿Y si algo sale mal? ¿Puedo intervenir?

— Si algo sale mal… —Giovanni había estado pensativo—…puedes intervenir. Sin embargo, Lance será el encargado de ayudar a Steven en Ciudad Subterránea.

Cynthia sonrió de una manera incomprensible. Mientras tanto, Lance realizó un gesto de molestia.

— ¿Es que Steven no puede solo?

— Te recuerdo de antemano que dos de tus miembros están involucrados en el rescate de Masato —le avisó Steven, apretando su moño blanquecino— Deberías imponer autoridad.

— Ugh, de acuerdo —refunfuñó Lance— ¿Pero podré matar a los novatos que no tengan importancia, no?

— De eso quiero hablarles —volvió Giovanni al tema principal.

— Sí, ya dinos por qué nos has reunido aquí —habló Diantha, cruzando sus piernas con curiosidad.

— Una nueva era se acerca —por primera vez, Giovanni había sonreído de una manera divertida— Una nueva era no sólo en PBO, sino en el mundo real; una era que los beneficiará a todos ustedes.

— ¿De qué se trata? —cuestionó Paul.

— Finalmente lo he conseguido —Giovanni miraba al candelabro como si se tratara de la esperanza de PBO: Llamas que estaban a punto de extinguirse— Finalmente… los beta… Por fin, ellos podrán morir.

Nadie dijo nada en un principio; no sabían si en realidad estaba bromeando o era realidad.

— Las cosas se han tornado más fáciles de lo que creí; ya no necesitaremos convencer a los beta de unirse a nuestro bando. Ahora hay una manera más fácil de deshacernos de ellos: asesinándolos.

Diantha realizó un semblante de preocupación. Tanto ella como todos sabían que Giovanni hablaba en serio, y si aquello era cierto, significaba que nosotros también podíamos morir. Cynthia era la única que seguía con esa sonrisa llena de sed de sangre.

— Pero pueden estar tranquilos —Giovanni soltó una pequeña risa irónica— Ustedes serán los encargados de asesinar a los beta.

— ¿Qué? —Lance se interesó por el tema— ¿Cómo? ¿Cómo es eso posible? El beta tienen la cura de Oak; ellos… ellos no pueden morir.

— Por supuesto que pueden —Giovanni cerró las manos y las tensó en la mesa— Finalmente he encontrado la manera.

— ¿Cómo?

Giovanni aguardó en silencio; sabía que era muy arriesgado el hablar por aquí. Todos lo sabían.

— Les asignaré una hora cada quién y les mandaré una dirección diferente por mensaje privado. Los veo en el mundo real. Pueden irse.

El líder aguardó a que cada uno comenzara a abrir el menú de su juego. Diantha y yo éramos los últimos que quedaban ahí. La muchacha abrió el menú de su juego mientras yo la imitaba. Sin embargo, Giovanni alzó una mano en señal de que ambos esperáramos en nuestro sitio.

— Shigeru… —me nombró; sentí una corazonada en el pecho.

— ¿Sí?

— ¿No tienes algo que decirle a Diantha?

La chica me volteó a ver con misterio. Mierda; ¿acaso ya se había enterado de que White estaba conmigo? ¿Cómo lo sabía?

— Yo…. —cerré los puños con nerviosismo.

— Estás con White… —Diantha sabía lo que iba a decir— Así que estás con mi miembro desaparecido. Qué sorpresa —la muchacha rió— ¡Debo confesar que tus actuaciones han sido magníficas, Shigeru! ¡Eres un gran actor!

— ¿Tienes algo que decir al respecto, Sanador Invencible? —me interrogó Giovanni.

¿Cómo lo sabía? ¿Quién le había informado sobre ello? ¿Cómo estaba al tanto de mis movimientos? ¿Será… será entonces que sabe que soy un espía en su propio gremio? No, no creo que sepa eso; sino, estuviese muerto justo ahora.

— Lo lamento —dije al fin— Pero es que, hay un chico… N…

— También sanador —confesó Giovanni para que yo lo reafirmara. ¿Cómo es que sabía acerca de ese tipo?

— Él fue el que raptó a tu compañero, Diantha.

— ¿N? —Nombró confundida la Sanadora Celestial— No he sabido nada acerca de ese sujeto.

— Él se trae algo entre manos.

— ¿Qué?

— Quiere llegar hasta el nivel 50, justo donde el mundo aural se encuentra.

Diantha, así como Giovanni, lo sopesaron durante un momento.

— ¿Qué es lo que quiere? ¿Acaso capturar a Reshiram y Zekrom?

— No estoy seguro —miré hacia el candelabro, que ya estaba dejando de irradiar sus tenues flamas—, pero he notado algo. ¿Tú no, Diantha? Nuestro poder de sanador ya no es el mismo. Tanto tú como yo lo hemos de saber muy bien. He intentado luchar contra Pokemon salvajes a lo largo de estos días, pero es como si el poder en mi aura invencible durara menos y tuviese menos fuerza que antes.

— Yo también lo he sentido —confesó Diantha.

— No sólo nosotros, sino el poder de todos los sanadores ha decrecido. Pero los demás jugadores son demasiado novatos para notarlo; sólo tú y yo sabemos que algo pasa. Algo sucede dentro del mundo aural.

— ¿Y qué es?

— N tiene a uno de ellos. Creo que es Zekrom. Vi que poseía una Master Ball. Además, es algo lógico, ya que si planea capturar a uno de ellos, necesita del otro para vencerlo.

Diantha se observó las pálidas manos, como si notara que el poder de su aura estuviese disminuyendo poco a poco. Todo gracias a que el equilibrio en el mundo aural estaba siendo afectado. El Ying necesitaba del Yang y viceversa, y N había ocasionado un desequilibrio en él. ¿Cuándo? ¿Cómo? No sabría decirlo nadie. Lo único que sabíamos, es que el poder de los sanadores poco a poco iba disminuyendo. Sin embargo, si N tenía a ambos Pokemon, no quería ni imaginarme el poder que tendría y el escaso poder de todos los sanadores de PBO. Habría miles de jugadores sanadores incapaces de defenderse, y por consiguiente, miles de muertes. No… esto ya no era sólo para la UEO; esto ya era para el bien de PBO. La cuestión era ¿Giovanni haría algo al respecto?

Miré al líder con detenimiento; mi mirada no se apartó de la suya. El sujeto sabía que yo era alguien sin miedo alguno. Alguien que no se echaría para atrás ni aunque su vida estuviese en riesgo.

— Hagan lo que sea necesario para detenerlo —confesó finalmente.

Diantha sonrió.

— Captúralo cuanto esté en el nivel 50; de todas maneras, yo te haré compañía una vez que estén ahí, puesto que será futura base de mi gremio. Captura a él y a todos los que lo acompañen. Entiendo que White está con él porque no le queda alguna otra opción. Como sea, averiguaremos cuáles son sus verdaderas intenciones.

Asentí.

— Bien Diantha. He pensado en algo… —avisó Giovanni.

— ¿Sí?

— Quiero que vayas a Ciudad Subterránea cuando la UEO ejecute sus absurdos planes.

— ¿Pero ya no es suficiente con Lance y Steven?

— Quiero asegurarme de que tengamos por lo menos a alguien de sus miembros. Necesito que captures a alguno de ellos.

— ¿Cuál es la razón?

— Qué mejor ocasión que empezar la nueva era que matando a uno de sus miembros. Una vez que lo tengas, quiero que se rumoreé por todo PBO la ejecución de dicho miembro; todos tendrán miedo cuando vean que los beta ya ni siquiera serán capaces de salvar PBO… todos excepto los Cuatro Grandes. Eso hará que los novatos se unan a sus gremios sin remedio alguno. Sentirán tanto miedo, que se protegerán detrás de sus gremios. Qué mejor ocasión que empezar la nueva era con todo jugador en nuestro bando.

— De acuerdo —asintió.

La chica de atuendos blancos desapareció finalmente transportándose hacia otro nivel.

Ilusa. Ya tenía todo planeado: encerrarí compañía en el nivel 50, para que ella no sospechara. White y Black, que me conocían desde hace mucho tiempo y que estaban en el bando bueno, los liberarían e irían al mundo aural sólo para capturar a N.

Ya estaba todo planeado. Actuaría conforme al Gremio Rocket para que Giovanni y compañía no sospechara, pero al mismo tiempo actuaría del lado de Gold y la UEO, para cumplir con mi deber de espía. Las cosas no podían ser mejor. Lo que me preocupaba, es si la UEO iba a salir de ésta; ¿tomarán a algún miembro en Ciudad Subterránea? No quería ni imaginármelo. ¿Podría ser Ash? No… Giovanni lo quiere vivo. ¿Citrón, acaso?

— Shigeru —la voz de Giovanni me sacó de mis pensamientos; ahora sólo estábamos él y yo en la oscuridad de la sala.

— ¿Sí, líder?

— Sé que has sido confiable estos últimos meses. Aunque bueno, has ocultado tu compañía con N, pero entiendo que lo has hecho porque querías descubrir por tu propia cuenta lo que sucedía en el mundo aural.

— Acerca de eso, lo lamento. He sido algo egoísta en ese aspecto.

— Descuida —Giovanni sonrió; sabía que tenía algo planeado para mí— Te perdonaré si haces algo por mí.

— Lo que sea, líder.

— Serás el que ejecute al miembro que tomemos de la UEO. Serás el que ejecute a quien sea que tomemos.

Mierda.

— ¿Pero… cómo?

— Oh, no te preocupes. Cuando te dé la dirección y el horario, ve a visitarme para explicarte con más detalle el cómo. Por ahora, sólo quiero que aceptes.

Me quedé en silencio durante unos segundos.

— ¿O es que… es que acaso no quieres saber qué pasó con tu abuelo?

La pregunta me hizo alzar la mirada; sentí otra corazonada en el pecho, aunque esta vez más fuerte.

— Yo… aceptaré con gusto —mencioné finalmente, pero aún tenía una duda— Él… mi abuelo… ¿está vivo?

Giovanni abrió el menú de su juego, mientras reía por lo bajo. Me dedicó una última mirada, pero en esa mirada, sabía que me decía que en verdad estaba vivo.

Y pensé que se iba a marchar sin más, dejándome en plena oscuridad; pero no fue así:

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— Está vivo.

Desapareció. Aquello era como una daga para mi corazón; ¿por qué? Mi abuelo estaba vivo. Lo había sabido ya desde hace varios días. Podría ir con él, convencerlo de que liberara a todos los jugadores de PBO; podría convencerlo de que matar a su propio colega y así nos liberaran a todos; podría convencerlo de muchas cosas. ¿Pero por qué? ¿Por qué sentía esa daga que me aprisionaba en el pecho? ¿Por qué sentía ese sentimiento de culpa?

La respuesta estaba en frente.

Esos ojos color cobalto rodeados de sangre y carne viva que me miraban con tristeza me hacían sentir de esa manera. Esa espada que estaba a centímetros de la garganta del rubio, me hacían introducir más la daga en mi corazón.

Había elegido a Citron: él sería el primero en morir. Sin embargo, todo lo hacía por PBO. Todo lo hacía para volver a ver a mi abuelo; al creador del juego.

Pero no me arrepentía.

Citron me miraba con confusión. ¿En verdad estaba a punto de hacer aquello? ¿En verdad iba a traicionar al jugador que había comenzado con la UEO? ¿En verdad iba a ser yo el que iba a imponer una nueva era de miedo y horror en los jugadores? ¿Era verdad que iba a ser yo el que iba a romper con esa esperanza mínima que algunos cuántos seguían sosteniendo en PBO?

Satoshi no pudo con ello; él no pudo siquiera "asesinar" a novatos. Y ahora, sufría las consecuencias con su madre muerta, así como con sus compañeros, uno a uno sufriendo las consecuencias por su cobardía y estupidez. Satoshi era un cobarde; Brendan también lo era y por eso estaba aquí; Wallace lo fue y ahora estaba muerto; Masato también lo había sido, y yacía moribundo a unos metros a mi lado; todos eran débiles y cobardes. Todos y cada uno de los jugadores no eran tan valientes como yo lo estaba siendo.

No obstante, algo en mi interior me decía que al sujeto que estaba a punto de asesinar era una de las personas más valientes con las que me había cruzado. El rubio había resistido las palizas que le había propinado con el propósito de ganarme la confianza de los Rocket; sin mencionar que había sido humillado frente a todos, al igual que Masato. También, había sido el único jugador que empezó con esa unidad secreta… el único jugador que intentó desafiar a los Rocket, independientemente de que sabía que no había esperanza alguna de triunfar. Él intentó salvar a todos los novatos de PBO con la creación de la UEO, pero él mismo lo sabía: ya nada podía salvarlos. ¿Entonces por qué mierdas lo hizo? ¿Por qué creó la UEO, si sabía que todo estaría perdido?

De igual manera, yo tenía presente que no había escapatoria de PBO. ¿Entonces, por qué hacía esto? ¿Por qué me ganaba la confianza de los Rocket? ¿Por qué quería ver de nuevo a mi abuelo? Sé que era para convencerlo de que liberara a todos los novatos, pero mis adentros me susurraban algo. Un tenue y misterioso susurro me decía que eso no iba a ser posible. Oak no iba a liberar a los novatos, y Giovanni iba a ser el rey absoluto de PBO y la persona con mayor poder económico y gubernamental del mundo real. Ya no había esperanzas. Ni una pizca, y aun así, iba a matar a Citron. Lo iba a hacer para liberar a todos los novatos de PBO. Lo iba a hacer porque tanto él como yo, éramos jugadores valientes que ponían en riesgo sus vidas para el bien de los demás.

— Lo siento.

Mis palabras eran frías, pero me hubiese gustado que hubiesen contenido algo de tristeza. ¿Y arrepentimiento? No. No me iba a arrepentir de lo que estaba a punto de hacer, porque el arrepentimiento era para la gente débil. La mirada que Citron me dedicaba tampoco era de lamento. Él sabía que estaba haciendo esto porque era mi deber, y él tampoco estaba arrepentido por todo lo que hizo a lo largo de su vida.

Citron volteó su cabeza hacia el frente, miró a la multitud con una sonrisa, a pesar de que los moretones le impedían mover con libertad los músculos faciales.

— ¿Deseas decir tus últimas palabras, traidor? —La voz de Lance se escuchó por toda la explanada. El sol ya estaba apareciendo por entre los cuatro tronos brillantes e imponentes.

— ¡No… no… no pierdan la esperanza! ¡Ustedes son los únicos que pueden salir de PBO! ¡Sus familias los están esperando allá afuera! ¡NO PIERDAN LA ESPERANZA!

Sus palabras eran acompañadas de lágrimas que recorrían un rostro lleno de sangre.

De nuevo bajó su cabeza, y entonces supe que era mi turno de bajar la espada esmeralda que brillaba al compás del astro rey ascendente.

"No lo lamento Citron. No lamento lo que estoy a punto de hacer" —quería mencionarle, pero mis pensamientos no se convirtieron en palabras—. "Pero hago esto por el bien de PBO; así como tú hiciste todo lo posible por el bien del juego. No me lamento de nada; no me arrepiento de nada."

Matarlo era mi única opción.

A veces, la gente elige su propio destino. Sea bueno o malo, uno nunca debe arrepentirse por lo que haga. Y yo, no me arrepiento de nada.

La espada empezó a arquear…

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— ¡CHARIZARD, LANZALLAMAS!

Me detuve; todos se detuvieron. La orden se escuchó por toda la explanada, y la oleada de una llamarada cobalto me invadió repentinamente. Activé mi aura sin siquiera pensarlo, aunque sentí el ambiente hirviente y poderoso del ataque. El lanzallamas acompañó un rugido que nos hizo alzar la vista a todos.

Un punto en el cielo comenzó a descender a una velocidad increíble, mientras el viento rompía con sus alas extendidas y el sonido parecido al de un proyectil bajó hasta aterrizar bruscamente frente a mí. El Pokemon fue más rápido que el lanzallamas; éste cruzó su propio ataque y el lanzallamas se fragmentó y se mantuvo suspendido en el aire durante un tiempo.

Era un Pokemon, mientras en su lomo yacía una silueta de atuendos blancos como el trueno. Estaba furiosa; su respiración era agitada, pero no sabía si se trataba de la respiración del Pokemon extraño, o del jugador.

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— Vaya, vaya —Lance sonrió, y se mantenía en su trono como si nada hubiese pasado.

— Tenemos un invitado especial —Steven se acomodó el moño blanco—, sólo espero no ensuciar mis atuendos.

Si las miradas mataran, Ash hubiese asesinado sin problema a los Cuatro Grandes y a los del Alto Mando. Lo que más sorprendió a los novatos debajo en la explanada, era el Pokemon en el que estaba montado.

— ¿Así que tiene a Mega-Charizard X? ¡Qué sorpresa! —rio Diantha, tocándose con curiosidad el collar que deslumbraba en su cuello.

— Admiro tu valentía, Destello Eléctrico —confesó Cynthia—, pero estás a punto de cometer una estupidez.

Cynthia tenía razón: Satoshi no podía contra todos. Los de Alto Mando se colocaron en posición de batalla, aunque los Cuatro Grandes seguían como si nada. Él no podía contra todos ellos; simplemente era imposible.

— Satoshi… —mencioné.

Vi a Masato levantar difícilmente la cabeza, sorprendiéndose por la aparición del sujeto; Citron y Brendan también estaban atónitos.

— ¡Ash! —oí la voz de May, así como la de la Novata Índigo.

— ¡Es el Destello Eléctrico! —decían voces allá abajo.

— ¡TIENE AL POKEMON JEFE DEL NIVEL UNO!

— ¡Está loco! ¡Está retando a los Cuatro Grandes él sólo!

Satoshi tenía a un Pokemon Megaevolucionado; el Charizard medía más de tres metros, y sus alas eran tan grandes y azules como el mismo fuego que había lanzado. Una esfera de aquel peligroso elemento se suspendía en su hocico, y Ash se aferraba a la empuñadura de la espada de Flannery, que de igual manera estaba rodeada del fuego del Mega-Charizard X.

Sin darnos tiempo para nada más, en un abrir y cerrar de ojos, Pokemon y jugador ya habían llegado allá arriba a una velocidad increíble, aterrizando justo enfrente de los cuatro tronos; de los cuatro grandes.

Si aquel cuarteto tenía autoridad y poder alguno, al Destello no le importaba en lo absoluto.

Lance sonreía; Steven seguía con su semblante aburrido; Cynthia encendía sus puños del mismo color que el lanzallamas aun suspendido en el aire; Diantha estaba contenta de la gran actuación que se estaba llevando a cabo. A los cuatro no les intimidaba en lo absoluto el Pokemon y el jugador.

Pero eso a Ash no le importaba.

— ¡LANZALLAMAAAS!

El fuego invadió tanto a los cuatro como a los de Alto Mando, que esperaban las órdenes de sus líderes. Una oleada de un fuego brillante y colosal los invadió a todos, impidiendo a los novatos saber el estado de los cuatro betas.

Pero yo podía verlo claramente: Diantha había envuelto a todos con su aura invencible. El lanzallamas no les hacía daño alguno. Los cuatro seguían con sus mismos semblantes, observando la valentía de Satoshi.

Y sin embargo, eso a Satoshi no le importaba.

— ¡NO PERMITIRÉ QUE NADIE MÁS MUERA!

El grito de Satoshi se intensificó; las llamas alrededor de él seguían suspendidas en el aire como partículas; la ola de fuego del Mega-Charizard X incrementó. Pero lo más increíble, es que él estaba frente a ellos, sin importarle que estuviese en desventaja.

Él iba a enfrentarse contra los cuatro jugadores más fuertes de todo el juego, a pesar de que sus miembros más fuertes estuviesen también protegiéndolos.

Jamás me he arrepentido de nada en mi vida, eso estaba claro; sin embargo, aquel sujeto me había hecho arrepentirme de algo que pensé hace poco.

Cuán arrepentido estaba. Lo lamento; lamento haber dicho alguna vez que todos eran cobardes:

Finalmente había encontrado al hombre más valiente de todo Pokemon Battle Online.


Próximo capítulo: Satoshi Vs Los Cuatro Grandes

Well, les dije que estaba emocionado por mostrarles el final. Creo que es una de las partes más épicas que he escrito de la temporada. Aclaro, una de las más épicas, no la más épica de la temporada; así que ya se imaginarán que vienen cosas mejores.

Cualquier parecido con One Piece cuando Luffy enfrenta a los 3 almirantes es pura coincidencia xD. No, la verdad me inspiré en esa escena y por eso elegí esa música. Espero que haya quedado conforme al momento. Sin más me despido y nos leemos el viernes. ¿Qué les pareció el capítulo? ¡Comenten! ¡Nos leemos!