Bueno, una vez más aquí. Antes de ir directo al grano responderé reviews.
NikAssasins: Creo que te recuerdo xD Sí, haré una cuarta. Gracias por comentar :)
Guest: Gracias, qué bueno que te guste :). Saludos.
Observador del Destino: ¡No lo sabía! ¡Qué bien! Gracias por el dato. ¿Cuál es el fic más extenso de Pokemon en inglés o español? A ver si puedo rebasarlo :o
GabyCM: ¿Segura que tienes razón? :B Yo no lo creo. Saludos.
prietar: Ojalá se cumpla eso :P Saludos. Gracias por comentar.
Kuroi to Tamashi: Les sugiero que tengan a la mano a un doctor, porque si con ello casi se mueren de la emoción, no me quiero ni imaginar con los que siguen xD. Saludos.
DannyElClown: Muchas gracias por tu comentario, y dudo que sea el capítulo más épico, porque vienen más. Saludos Danny.
Jorgethefenix: Habrá que ver si Ash les da pelea. Y LOL con Serena jaja. Saludos.
Eiishi: No sigo el anime, pero prometo que en estas vacaciones me pondré a verlo para sacar ideas y modificar la cuarta temporada. Aunque bueno, estoy al pendiente con las noticias que se han dado. Saludos.
marth de andromeda: Se viene una buena pelea. Saludos :)
Red-sensei: Jaja, Ash es muy encabronado. Les partirá la perra madre. Jajaja. Saludos.
Ryd3r: Creo que ese "o...?" sé a quién te refieres. Gracias por el review. xD
Bueno, no quiero alargar las cosas, ya que este capítulo es extenso, así que tomen su tiempo para leerlo. Creo que es el capítulo donde se pasarán muchas cosas importantes además de la pelea, y también se revelerán cosas nuevas, y con nuevas me refiero a nuevas nuevas nuevas que ni el anime, mang ay juegos de Pokemon tienen previsto hacer. Espero me entiendan al final del capítulo. ¡Nos leemos! Mi hype esta rebosante por las nubes :P
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Capítulo 81
Satoshi VS Los Cuatro Grandes
Trip
Todo estaba bien ese día. El cielo no mostraba señales de tormentas; el día parecía tener el mejor clima que había visto en años. No obstante, no me sorprendía por ello. Usualmente Ciudad Luminalia solía tener leves precipitaciones, días nublados y también soleados con pronósticos inciertos de lluvia.
Pero no me sorprendía porque este clima no era característico de Ciudad Luminalia. De hecho, estaba a leguas de su posición. Me encontraba en las afueras, en los límites de la región de Kanto. Me había costado trabajo llegar hacia allá, pero finalmente lo había conseguido.
Aun tenía el casco puesto de mi motocicleta, pero con cada paso que me acercaba, tenía la certeza de que tenía que removerlo de mi cabeza sudorosa para poder entrar a los aposentos abandonados de cierto lugar.
— Creo que se ha equivocado de sitio.
Recordé la conversación que había tenido con la mujer hace algunos minutos.
— No; estoy seguro de que aquí vivió un tal Ash Ketchum. Este… ¿Este es Pueblo Paleta, cierto?
La mujer asintió. Era alta, delgada, de tez aceitunada, nariz chata, cabellos ondulados y azabaches, así como los ojos de un color café marrón.
— Es correcto; es Pueblo Paleta.
Había maldecido por lo bajo. Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando finalmente me removía el casco de la cabeza y lo abrazaba en un solo brazo, mientras el otro se extendía para tocar unas cintas policiales que tenían inscritas enésimas veces: "Precaución: No cruzar".
Dudé por algunos instantes. Miré a mi alrededor, con los cabellos empapados de sudor cubriendo mi frente y mi vista. Una vez que me cercioré de que nadie me estaba vigilando, levanté las cintas y crucé el lugar prohibido.
Nuevamente, retomé el recuerdo de la conversación que había tenido minutos antes con la dueña de la morada.
— Aquí no vive ningún Ash Ketchum, muchacho.
Había suspirado. Estaba seguro de que él vivía aquí; lo estaba.
¿Por qué había venido a Pueblo Paleta, el lugar de origen de Satoshi? Después de los contratiempos que había sufrido con Paul, le mencioné a Ciprés sobre la situación, pero él me había ordenado seguir con la misión de encontrar la localización de Giovanni. Había investigado arduamente en la web, las noticias, periódicos, televisión; todo era en vano. Nadie hablaba de Giovanni siquiera. La atención se centraba en Ciprés, la huida de Ash y el tiempo que podrían quedarle a todos los jugadores atrapados. Ese imbécil de Giovanni lo había planeado todo bien: culpar a Ciprés de la muerte de sus demás colegas, para que los medios de comunicación se centraran en él. Es cierto, algunos —familiares y personas astutas— también culpaban a Giovanni de los altercados y problemas que el videojuego causó, pero los medios de comunicación sólo transmitían lo que la mayoría de las personas pensaban. ¿Así que cómo encontrar a alguien del que no se hablaba? ¿Cómo encontrar por lo menos algún lugar donde investigar cosas relacionadas a Giovanni?
— Mis colegas y yo trabajábamos por separado —me decía la voz de Ciprés a través del celular cuando le hice saber que no había encontrado nada sobre Giovanni; de nuevo.
— ¿No hay… una base? ¿Una base donde se reunieran todos? ¿No hay planos del casco? ¿Prototipos? ¿Investigaciones? ¿Algún laboratorio?
— No, Trip —confesó Ciprés— El gobierno embargó todo lo que había en mi laboratorio en Ciudad Luminalia. Y supongo que hicieron lo mismo con los centros de investigación de los demás creadores.
— Debe de haber algo. Tengo que encontrar algo.
— Pues puedes ir a mi base, pero te aseguro que sólo encontrarás al gobierno, que está ahí metido con científicos tecnológicos, intentando encontrar una solución a la Virtual Console. Aparte de ello, las demás bases están enteramente vacías. No hallarás nada.
Sabía que era muy arriesgado ir a la base de Ciprés en Ciudad Luminalia. Tenía que haber otro sitio; ¿el laboratorio del que inició la idea del videojuego, quizás?
— ¿Dónde está la base de Oak? —había preguntado por el teléfono.
— En Pueblo Paleta. Pero Trip… su laboratorio fue incendiado.
— ¿Qué?
— No estoy seguro de qué podrá haber pasado, pero tengo la certeza de que Giovanni lo hizo para que nadie encontrara información acerca del juego. Lo ha planeado todo bien.
— Tomaré ese riesgo.
— No digas que no te lo advertí, Trip —suspiró Ciprés, pero oí un silencio incómodo por el celular. El sujeto estaba preocupado.
— ¿Algo pasa?
— Es… es Ash. Ahí es donde él nació: Pueblo Paleta.
— ¿Y por qué me lo dices? ¿Sólo es un dato curioso? ¿Una mera coincidencia?
— Es coincidencia que Oak y Ash hayan estado en el mismo pueblo, no lo niego —dijo—; lo que me inquieta es si su madre… sigue ahí.
— Entiendo. No te preocupes por ello.
Y fue cuando me llevé esa sorpresa de que Delia Ketchum, la madre de Satoshi, ya no estaba bajo esos aposentos.
— Lo siento, pero no hay tampoco ninguna Delia Ketchum —confesó la mujer de piel morena.
— Pero… tuvo que haber alguien antes de usted. ¿No conoció a la anterior dueña?
— Si es la mujer y el muchacho que usted me menciona, tal vez haya escuchado su nombre anteriormente, pero lamento decir que no los he visto nunca en mi vida.
Bajé la mirada decepcionado; tal vez su madre a final de cuentas sí estaba desaparecida y en el peor de los casos, muerta.
— Cuando me mudé aquí, la casa ya estaba vacía. La señora de bienes raíces me mencionó que esta casa había sido abandonada hasta que los vecinos se dieron cuenta de que no había actividad dentro de ella; tuvieron que vender la casa y fui yo la que la compré.
— Gracias por la información —le sonreí— Pero… ¿no sabe qué pasó con Delia Ketchum después de abandonar la casa? ¿Sabe alguien de ella?
— Creo haber escuchado que seguía desaparecida. No sé muy bien acerca del tema.
Realicé un bufido de tristeza.
— Bueno, muchas gracias.
— No hay de qué.
— Por cierto —iba directo al grano; esta era mi oportunidad— He oído que aquí vivió el creador de la Virtual Console.
— Oh, ese videojuego —la gente estaba al tanto del nombre de la consola— Cierto; dicen que aquí vivió uno de los creadores.
— ¿Acaso… usted sabe… dónde vivía el hombre? Es decir, quiero darme una vuelta por ahí. Sólo es curiosidad. Dicen que su laboratorio entero fue incendiado.
— Sí, es cierto. Aun no tiran la base; no sé por qué no lo han hecho. Como sea, su base se encuentra a unas cuántas calles de aquí. Si lo que pretende es entrar de curioso, la policía ha prohibido el libre paso por ahí.
— Oh, no. Descuide. Sólo quiero observar por afuera. Es simple curiosidad mía.
Abrí la manija; el sonido de las bisagras ennegrecidas, oxidadas y débiles a causa del incendio, me hicieron finalmente salir de mis pensamientos. Al entrar, la cerré con sumo cuidado, no sin antes echar una última ojeada hacia el exterior, donde ningún policía yacía custodiando la casa.
Cuando volteé, todo estaba ennegrecido: el tapiz de las paredes sumamente maltratado y rasgado; el suelo, cubierto de manchas ennegrecidas que parecían agujeros negros en el suelo; las estanterías, así como sofás y sillas, esparcidas en partes negras envueltas en cenizas. Todavía había un olor calcinante alrededor del lugar, acompañada de nubes de polvo que se suspendían como partículas. A pesar de que el día era el más soleado, la luz entraba difícilmente por entre las ventanas llenas de cenizas y entintes oscuros que un fuego abrazador e infernal había dejado a su paso hace mucho tiempo.
Aun no entendía por qué no tiraban la morada de Oak; él estaba desaparecido desde hace ya mucho tiempo… muerto inclusive. Había pasado más de un año cuando el incendio ocurrió y cuando PBO se anunció mortal. No tenía caso el conservar la casa de Oak; sin embargo, tenía el presentimiento de que preservaban los restos de la edificación por si las dudas. Uno nunca sabe lo que podría encontrar, y gracias a ello, esto podría beneficiarme.
Después de muchos minutos buscando algún indicio, sólo encontré restos materiales calcinados que no me eran de mucha ayuda. Lo más que pudo serme de utilidad fue el sótano, donde se supone que era el laboratorio de Oak.
Sin duda era enorme y contenía máquinas tecnológicas de las cuales no tenía ni idea; pero éstas estaban enteramente calcinadas y ennegrecidas, así como documentos, discos compactos, libretas, cables, prototipos y demás cosas que sirvieron para la creación de la Virtual Console y de PBO. Intenté buscar ahí mismo en cajones y puertecillas con la ayuda de la linterna incluida en mi celular.
— Maldita sea.
No había nada. Ciprés me lo había advertido; nada de nada.
Para colmo, había estado buscando por más de una hora por toda la casa y por el sótano de Oak, que la linterna en mi celular se apagó y por ende la batería de ésta. La oscuridad me abrazó y me hizo más difícil el encontrar algo… algo que me fuera útil.
La rabia corrió súbitamente por mis venas. Lancé el celular hacia cualquier lugar y éste cayó estrepitosamente sobre el suelo, colándose detrás en los rincones de muebles metálicos donde alguna vez Oak tenía varios cables, pipetas, químicos y microscopios para observar el comportamiento del cerebro humano y los efectos que éste podría tener en el juego.
Me agaché y sentí que las cenizas invadieron mi mata húmeda por el sudor. Intenté meter una de mis manos debajo de los muebles, sintiendo a tientas mi celular.
— Vamos… —me dije a mí mismo y entonces di con el artefacto.
Pero había algo más: no sólo mi celular yacía abandonado en los rincones oscuros de la habitación, sino un pequeño papel. Un papel que las yemas de mis dedos notaron en buen estado; un papel que finalmente podría ser el inicio de la búsqueda.
Lo saqué junto con el celular con algo de dificultad, pero cuando éste estuvo en mis manos, me di cuenta de que el papel había sobrevivido al incendio. Calcinado por las orillas e intacto en el centro, tenía escrita unas palabras que me hicieron sonreír:
"Av. Black Forest #38 Isla Tangelo, Archipiélagos Naranja".
Ash
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El lanzallamas finalmente paró; los cuatro sujetos seguían ahí, observándome con misterio. ¿Es que no les causaba por lo menos algo de precaución el que yo estuviese frente a ellos? ¿Es que no iban a pelear?
Charizard X lanzaba miradas de desprecio hacia los enemigos, y lanzaba respiros bruscos de su hocico como si tuviese una sed de pelea incomprensible.
Sin embargo, ellos seguían sin hacer nada. ¿Cómo es que se comportaban de esa manera? Estaba harto.
— ¿Atacamos… mi señora? —mencionó una muchacha de cabellos pelirrojos, que ondeaba tras sus espaldas una capa que jamás había visto; o bien, tal vez la había recordado en las mazmorras, debido a que aquel gremio luchaba junto con el Esmeralda, así como el Alma de Piedra y el Escama de Dragón. Lancé una mirada de vuelta hacia la líder de aquel gremio de capas bicolores: Diantha me sonreía estupefacta.
— Así que eres el Destello Eléctrico —la muchacha evadió la pregunta de su miembro— Es un gusto conocerte en persona.
Ya habíamos coincidido antes en las mazmorras de varios niveles, pero jamás nos habíamos dirigido la palabra.
— ¿Se-señora…? —la muchacha volvió a insistir; todos estaban atentos a por si hacía algún movimiento.
Allá abajo, los novatos seguían en silencio, atónitos por lo que estaba sucediendo. Me sorprendía que no escaparan intimidados por la batalla que iba a dar comienzo.
Diantha alzó un brazo.
— No hace falta, Skyla —carraspeó su garganta— Desde hace mucho tiempo he querido compartir mis habilidades de actuación contra el Destello Eléctrico.
— No se tomen la molestia; acabaremos con el chico —avisó el líder de esmoquin blanco a los miembros de Alto Mando.
Lance simplemente se reacomodó el yelmo de dragón escarlata que mantenía en su cabeza. Lo que más me extrañó, es que tanto ni Lance ni Steven estaban con sus armas en mano. Asimismo, Diantha había deshecho el aura que protegía a cada uno de ellos; por su parte Cynthia dejó de expulsar el fuego que emanaba de sus dos manos. Los cuatro estaban listos para el combate, pero ninguno tenía un arma con la cual defenderse. ¿Acaso me estaban tomando en broma? Tenía a un Pokemon Megaevolucionado, y sin duda presentía que mi poder había aumentado desde hace mucho tiempo. Ya no era el chico asustadizo de antes; no era débil. Ésta vez, iba a matarlos a los cuatro, y si hacía falta, a sus miembros de Alto Mando. Tenía que hacerlo.
— Venga, Chispitas —Cynthia me hizo enfurecer con esa voz fría e inocente que tenía— Estamos listos.
Bufé de rabia. No me iban a tomar enserio, y pagarán caro por ello.
Mi "Fire Metal", que tenía llamas azulinas envueltas en el metal, se alzó por los aires. Estaba listo.
La batalla comenzó.
Grité de furia. Corrí hacia los cuatro, hacia nadie en particular, pero con la espada horizontalmente levantada. Las llamas emanaban de ella con furia, así como las del hocico de Charizard que iban a atacarlos.
Llegué hasta ellos, pero ninguno de los cuatro se encontraba ya ahí. Charizard pudo seguirlos con la vista, pero fue demasiado tarde.
Sentí un golpe seco y fuerte en la espada; Lance había levantado la suela de su bota metálica y oí el castañeó de su armadura cuando me incrusto la pierna sobre mi columna. Salí disparado hacia el vacío, pero aterricé bruscamente bajando peldaño a peldaño con golpes en todo mi cuerpo, hasta que me detuve en un torreón, donde la campana allá arriba tembló por el impacto. Traté de reincorporarme, aunque Charizard ya estaba a mi lado para ayudarme.
— Gracias amigo.
Ni siquiera hubo tiempo para agradecimientos; los cuatro habían realizado un salto impresionante que evitó que bajaran uno a uno el sinfín de escalones. Steven llegó hacia mí, pero lancé dos tajos que el sujeto pudo esquivar dando leves pasos a la izquierda y luego hacia la derecha; me levantó de los ropajes y me alzó hacia el aire; Charizard le propinó un cabezazo a la Piedra Oscura que se estrelló en los peldaños y su impacto deshizo unos cuantos.
Pero cuando traté de aterrizar sin complicaciones, Diantha reía a un lado de mí. Giré mis ojos hacia ella, pero había sido demasiado tarde. Lo único que alcancé a ver fue esa divertida sonrisa que comenzaba a molestarme; la azabache me incrustó su puño en mi rostro y sentí el hundimiento de éste. Poco después, salí disparado hacia el más allá, donde el puente seguía su trayectoria como si no tuviese final alguno. Mientras resbalaba por el suelo de mármol, sentí un pie que me detuvo. El pie se posó en mi hombro, y cuando miré hacia arriba, Cynthia me miraba con frialdad.
— Pobre Chispitas.
La rubia me dio tiempo para levantarme, pero ella ya estaba realizando una maniobra en el aire donde giró más veces de las que esperé, sólo para ver cómo sus pantalones oscuros ondeaban el compás de sus giros y la punta de su tacón se incrustaba en mi pecho. Sentí sangre y saliva ser expulsados de mi boca, y un viento fuerte romper contra mi espalda.
Charizard finalmente amortiguó mi choque contra los peldaños donde Steven se había estrellado. El sujeto estaba reincorporándose, pero entonces era mi momento de atacar: Monté a mi Charizard y con mi espada en mano lancé un tajo que el de cabellos plateados esquivó arqueando la espalda. Noté que había rasgado su saco blanco, y aquello le molestó. El Pokemón megaevolucionado se lazó por los aires, hasta que estuvo a la altura de los grandes torreones en donde las campanas seguían resonando.
Juntos comenzamos a volar a través de la hilera derecha de los torreones, hasta que Diantha apareció detrás de uno de ellos con un salto que niveló nuestra altura; su puño iba directo hacia mi sien, pero Charizard alzó la cabeza e incrustó sus dientes en la muñeca de la mujer. La Sanadora Celestial profanó un grito de dolor, pero Charizard, sin piedad alguna, la lanzó lejos de ahí, desapareciendo entre un manto de nubes.
Aterrizamos agrietando el suelo de mármol, y Lance venía hacia nosotros corriendo con furia. El castañeo de su armadura sonaba más que las propias campanas. El Mega-Charizard X empezó a correr con suma velocidad hacia el espadachín escarlata, dejando a su paso huellas agrietadas en el suelo. Desmonté a mi Pokemon y corrí de igual manera, con la Fire Metal aun con fuego de mi propio Pokemon. Lance ni siquiera desenvainó su Escama de Dragón; tan sólo siguió corriendo como si fuese a embestir al voluminoso Pokemon que se acercaba a él con rugidos de rabia.
El Dragón negro se impulsó en el aire gracias a un lanzallamas tenue que lanzó hacia el suelo sirviéndole como propulsor. Lance se deslizó por el suelo con dificultad y pronto se encontró sobre el Pokemon de fuego. Sin embargo, el espadachín fue rápido: se apoyó sobre una mano en el suelo y ésta impulsó el cuerpo entero del sujeto, alzándolo justo donde Charizard se encontraba. Lance fue ascendiendo con las dos piernas juntas incrustándose en el vientre del Pokemon de fuego. Mega-Charizard X realizó un grito de dolor y ascendió mucho más debido a la inercia del golpe. Sin embargo, el Pokemon no paró de ascender una vez que la inercia se extinguió. Ascendió cruzando varios mantos de nubes que comenzaban a ser grisáceos, hasta que pronto paró en un nivel muy alejado de nuestra posición, donde apenas el Pokemon se podía apreciar como un punto negro en el cielo.
En los segundos siguientes, el Pokemon ya descendía a una velocidad doble con la que había ascendido. Lance quiso reaccionar al instante, pero el Pokemon estrelló la cabeza rodeada de fuego y viento, justo en la armadura de Steven, rompiendo el puente y derribando varias torres y campanas que cayeron junto con ellos dos.
Cynthia actuó enseguida, sumergiéndose en la capa de polvo y nubes por la que los dos habían desaparecido. No supe qué pasó después, ya que Steven y Diantha se encargaron de mí: ambos estaban en los límites del puente partido a la mitad, mientras yo estaba en el otro lado, observándolos con atención.
Desaparecieron justo enfrente de mis ojos; el segundo siguiente, habían cruzado el puente para situarse a mi lado. Ambos intentaron golpearme en la espalda, pero me deslicé por el suelo y me volteé para hacerles frente. Entonces, empecé a arquear mi espada en sus dos cuerpos, pero ambos comenzaron a batallar con sólo sus puños, intentando lastimarme.
Salté, esquivé, me apoyé en los torreones para hacer dobles saltos, hasta que en vez de atacar, ahora intentaba defenderme. Sus movimientos eran tan rápidos, que no podía ser yo el que contraatacara. La Fire Metal dejaba a su paso fuego azul que era desvanecido por los puños fugaces de la Sanadora Celestial y la Piedra Oscura.
Entonces, de aquel manto donde los escombros del puente desaparecieron, Lance y Cynthia habían aparecido ascendiendo junto con Mega-Charizard X, en una feroz batalla donde Cynthia ya había activado sus propulsores de fuego en los pies, mientras que Lance estaba montado en su Dragonite Shiny.
En ese momento, supe que mi Pokemon necesitaba ayuda. Sin más rodeos, me tiré en el suelo y empecé a girar mi torso y pies 360 grados, mientras apoyaba mis manos sobre el suelo con destreza y velocidad. De un momento a otro, mi silueta comenzó a asemejarse al de una esfera que giraba sobre el suelo. Súbitamente, una onda de fuego se hizo presente debido a que mi Fire Metal también comenzó a girar a mi ritmo; la onda de fuego fue tan repentina y brusca, que Steven y Diantha se estrellaron contra dos torreones que resonaban con resplandor sus campanas. La campana de uno de aquellos torreones no pudo resistir el impacto, y ésta se desprendió de su lugar, yendo directamente hacia una Diantha que apenas intentaba reincorporarse.
Pero lo que hice fue más astuto: cuando paré mis giros fugaces, salté hacia donde la campana, acompañada de escombros, iba descendiendo. Realicé un tajo prolongado y amplio que partió a la mitad la campana; después, dos cortes, tres, cinco, diez. La campana se deshizo en pedazos diminutos que parecían estrellas doradas cayendo por un firmamento que daba a mostrar el ocaso. Y entonces, me aferré al metal ardiente de mi Fire Metal. Mi mano comenzó a arder y el dolor se hizo presente, pero no me importaba. Mi puño envuelto en llamas cobalto, golpeó uno a uno los pedazos que caían hacia Diantha. La mitad fue dirigida hacia Steven y la otra hacia la mujer; los pedazos se convirtieron en proyectiles de oro ardientes, asemejando estrellas fugaces o meteoros diminutos pero mortales. El torreón donde Steven se había estrellado empezó a deshacerse, mientras el sujeto intentaba cubrirse con las manos. Diantha recibió de igual manera los proyectiles, causando que tuviese que activar finalmente su aura blanquecina. Los proyectiles se deshicieron al contacto con su cuerpo y con el de Steven, ya que éste también había sido protegido por el aura de Diantha.
Pero no tenía más tiempo para ellos dos; me apoyé en el hueco donde la campana alguna vez estuvo, y di un enorme salto yendo hacia mi Charizard que batallaba contra Cynthia y Lance. La rubia estaba distraída, pero me miró de reojo y alcanzó a esquivar mi espada que empezaba a disminuir su poder de fuego azul. Alcancé a rajar el tobillo de la mujer, que bufó de molestia. Lance y Dragonite siguieron batallando contra el Mega-Charizard X, comenzando a ser notorio su cansancio.
Finalmente monté a mi Pokemon.
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— ¡Garra Dragón!
Sus garras empezaron a emanar un aura verdosa que pronto se convirtieron en tres grandes garras alargadas en cada mano; bastó con dos braceos para que mandara hacia los peldaños interminables a Lance y su Pokemon dragón. Cynthia entonces lanzó una oleada de fuego azul de su mano derecha.
— ¡Lanzallamas!
Las dos oleadas del mismo color, aunque la de Cynthia era de un tono más oscuro, chocaron entre sí colosal y estrepitosamente. En un abrir y cerrar de ojos, las llamas se desvanecieron y de entre ellas cruzamos yo y mi Pokemon para ir directo hacia Cynthia.
— ¡Ala de Acero!
Las alas del Pokemon irradiaron un brillo cegador y aumentaron de tamaño. Cynthia intentó esquivarlas, pero la velocidad con la que cruzó mi Pokemon fue tan rápida que no le dio tiempo para hacerlo; la rubia salió disparada hacia donde estaba la muchedumbre de novatos impresionados por la batalla que se estaba realizando. Al ver a Cynthia tan cerca de ellos y viendo que estaban en peligro, empezaron a escapar los novatos más cobardes, mientras los astutos y curiosos seguían viendo una batalla que no se alcanzaba a apreciar debido a que ésta se estaba dando del otro lado. La rubia apartó a un par de novatos, molesta por recibir el impacto; sus mechones estaban desarreglados y los adornos de su cabello se habían caído y la mata rubia cubría finalmente un rostro sombrío.
Y entonces, noté que Diantha y Steven se habían reincorporado; la primera con furia y el segundo con manchas en su esmoquin blanco, causando que se molestara por ello. Lance regresó a su Dragonite a la pokébola, mirándome desde los peldaños destruidos. Cynthia activó de nuevo sus propulsores y se alzó por los aires para dedicarme una mirada asesina.
La Sanadora finalmente activó su aura para hacer invencibles a los cuatro; Steven se llevó a las manos el Arco Oscuro; Lance desenvainó su espada y sujetó su escudo con la otra mano, mientras se quitaba el yelmo y lo aventaba a un lado; Cynthia tenía en las cuatro extremidades su fuego infernal y peligroso.
Ahora sí estaban luchando en serio. Sonreí por ello.
De manera repentina, los cuatro se abalanzaron contra mí. Sin embargo, sabía que estaban en desventaja, por lo que le ordené a mi Pokemon ascender hacia el cielo. El manto de nubes se hizo presente y causó que el ambiente fuese más borroso. Pero noté una silueta acercarse con un zumbido parecido al de propulsores: Cynthia era la más rápida de los cuatro. La rubia pasó a un lado de mí, con una cuchilla de fuego rozando mi tráquea, a pesar de que yo intentaba escapar hacia arriba. Después noté que la rubia, en el camino ascendente, juntaba sus manos y alzaba el pie metálico escarlata de Lance, para que éste siguiera ascendiendo a mi nivel. Diantha se mantenía flotando gracias al poder de su aura, haciendo lo mismo con Steven para que éste no cayera al suelo. Y entonces, los cuatro hábil e inexplicablemente ascendían a mi ritmo, intentando atacarme en medio de un sinfín de nubes que no dejaban ver con claridad sus movimientos.
El Arco Oscuro por fin se hizo presente: Steven lanzó una de sus flechas, que comenzó a seguirme a través del cielo; si paraba, sabía que la flecha iba a alcanzarme y mi Charizard se iba a ver envuelto en un manto de llamas inextinguibles. No podía… No… debía seguir.
Diantha rio, y voló más rápido que yo, lanzando una patada que pude desviar con mi Fire Metal; la muchacha juntó de nuevo sus manos para que le sirvieran de apoyo a Steven; Lance entonces apareció atravesando un manto de nubes, con la espada yendo hacia mi rostro; la Fire Metal chocó contra su espada, y el eco de las espadas viajó por el cielo, hasta que sentí que mi Pokemon incluso iba más rápido que el propio sonido.
No… No iba a poder solo. Necesitaba de mis demás Pokemon.
Éstos salieron presintiendo el peligro que me rodeaba: Greninja lanzó un shuriken de agua hacia la flecha de Steven, que a pesar de que no la apagó, retrasó su camino; Treecko se encargó de Diantha, luchando cuerpo a cuerpo contra la sanadora; Pikachu, por su parte, lanzó una cola de hierro que mando a Lance directo hacia abajo; Charizard utilizó otra de sus garras Dragón para retrasar a Cynthia. Era el momento para desviar mi camino… No, pero la flecha nos seguía. Greninja, que estaba apoyado hábilmente en la cola de mi Pokemon de fuego, siguió lanzando shurikens para retrasarla. Charizard entonces desvió su trayectoria ésta vez hacia abajo. La flecha pasó a milímetros de nosotros, sin prever que cambiáramos drásticamente de dirección. Varias flechas más se hicieron presentes, siguiendo a la primera, aunque sabía que segundos después iban a desviarse para comenzar su camino hacia abajo.
No obstante, las cosas empeoraron: Diantha bajaba a mi lado, sin un Treecko que me defendiera. Tuve la certeza de que mi Pokemon hierba había muerto. Entonces, Lance también caía con una sonrisa malévola a mi otro costado, con Pikachu sobre sus manos y apretando su cráneo, haciendo que éste explotara en pixeles.
Steven descendía de igual manera, inclinando su cuerpo para acelerar la velocidad. Por su parte, Cynthia incrementó el poder de sus propulsores para poder alcanzarme. Los cuatro estaban a mi alrededor: Steven a un lado, Diantha detrás, Cynthia por delante y Lance por el otro costado. Las flechas habían vuelto a seguirme, y estaban más cerca de lo que creí, así como el suelo de la explanada. Greninja supo que debía sacrificarse, por lo que saltó de la cola del Charizard y recibió todas las flechas de Steven. El Pokemon de agua se vio envuelto más en llamas que en sus propios pixeles.
Poco a poco los cuatro empezaban a acercarse, intentando reducir mi campo de libertad. Poco a poco, estaba en desventaja.
Y entonces, no tuve más remedio que aterrizar bruscamente justo en donde los del Alto Mando se encontraban. El suelo se rompió por completo; los del Alto Mando uno a uno esquivaron la sorpresiva llegada de los cinco. La explanada siguió en pie, así como los peldaños tanto de un lado como del otro. Los novatos empezaron a escapar uno a uno, aunque aun seguían varios que veían la batalla con curiosidad.
La nube de polvo invadió a todos; Mega-Charizard X estaba ya de pie, pero combatiendo con los puños y pies de Diantha que se movían a un ritmo fugaz. Lance luchó contra mí en una danza de espadas en la que él tenía la ventaja, debido a que su arma era mucho más potente y él tenía un escudo capaz de desequilibrarme. Y Cynthia… no sabía dónde estaba. No podía siquiera voltear a cualquier lado porque si lo hacía, Lance iba a incrustarme su Escama de Dragón.
— Iluso —la sonrisa de Lance me hizo contraer las pupilas.
En un choque de nuestras espadas, su Escama de Dragón quedó a centímetros de la punta de mi nariz; pero ahí pude verlo: la punta de su espada estaba reuniendo un Hiperrayo que expulsó inesperadamente.
Mi espada voló por los aires y yo me tiré al suelo para esquivar el colosal ataque dragón. Éste se perdió en las profundidades del cielo. Sin embargo, yo estaba en el suelo y sin un arma.
— Esto te pasa por ensuciar mi saco —Steven estaba a unos metros cerca de mí; su arco estaba tensando una flecha oscura. Si la soltaba, me daba por perdido.
Pero un destello pasó por su sien; el sujeto miró de reojo la flecha. Quiso agarrarla, pero fue demasiado tarde: prefirió cubrirse con el brazo a sujetarla. La flecha dio con su brazo, pero bastó con eso para que el de mata plateada saliera disparado hacia la muchedumbre donde los novatos se encontraban.
Era Dawn; Dawn había atacado. Poco después, sus miembros estaban detrás de ella: Zoey, Barry, Lectro y Kenny estaban con ellos. Haruka y Roxanne también estaban de su lado, así como, Misty, Cilan y sus dos hermanos. Sin embargo, Max yacía aun moribundo en el suelo, con su hermana yendo hacia él para socorrerlo. Quise ver dónde se encontraban Ruby y Citron.
La espada de Lance me lo impidió. El arma se incrustó en el suelo gracias a que rodeé para esquivar su ataque. Intentó sacarla de ahí, pero ya me había reincorporado a buscar mi Fire Metal. Charizard seguía en su lucha con Diantha, que había dejado de emanar su aura invencible. Hikari entretuvo a Lance, dando volteretas en el aire para esquivar su espada que había finalmente zafado del suelo; lanzó flechas diamantes que compitieron con el escudo de Lance, haciendo que éste retrocediera en su lugar.
Y entonces, vi un destello cegador: Mi Fire Metal estaba a pocos metros de mí. La recogí sin apuros y entonces miré a Lance, que estaba distraído batallando contra el Gremio Perla y Diamante.
— Pagarás, imbécil.
Corrí hacia él; aún no se daba cuenta de mi presencia. Corrí arqueando mi espada hacia él de manera horizontal, justo donde su cuello se iba a encontrar. Corrí con sed de venganza. Y entonces, me detuve en mi lugar.
¿Por qué? Podía haber cortado la cabeza de Lance. ¿Pero por qué me detuve? ¿Por qué? ¿Será… será que mientras corría vi sin intención algo que no quería ver? ¿Por eso me detuve?
— ¡NO! —Oí la voz de Trip, pero no podía comprender nada.
Estaba atónito.
[DETENER VIDEO]
Trip
La brisa era mucha en el lugar. La humedad, era más aún. Agradecí al lanchero, que me dejó en el puerto y le pagué condinero, comentándole que regresaría con él en una hora aproximadamente. Caminé por las calles, recordando la dirección que estaban escritas en aquel pedazo de papel.
Los Archipiélagos Naranjas no eran una zona muy habitada, y aunque Isla Tangelo era de las islas con más personas, poco a poco me introducía en zonas selváticas y humedad que empezaban a asustarme. Las calles empezaban a ser menos concurridas, y los automóviles eran menos cada vez que me adentraba en la isla y cruzaba más calles.
Av. Black Forest.
Vi el letrero en una esquina. Y ahí, la calle era oscura, solitaria y era un callejón sin salida. Sin embargo, era la calle cerrada más amplia que había visto jamás, con árboles selváticos tratando de inundar el pavimento. Al final de la calle, se encontraban unas rejas oxidadas y sin vigilancia alguna. Caminé hacia ellas, pero un candado me impedía abrirlas con libertad. Necesitaba algo con qué romperlas…
Y un tanto más allá, encontré una roca del tamaño de mi puño. Sin esperar mucho tiempo, di un par de golpes fuertes y en el mismo punto donde se encontraba el candado. Pacientemente y con muchos golpes más, el candando pudo romperse; agradecía a que éste estuviese algo viejo y oxidado, o no podría romperlo con una simple roca. Las rejas rechinaron al abrirse y me escabullí por entre ellas para no abrirlas por completo. El camino se convirtió en uno de tierra y rodeado de flora selvática que intimidaba a cualquiera. La noche estaba a punto de caer, y los animales me acecharían pronto si no salía de ahí; pero tenía que saber qué era aquello… necesitaba saber qué había en esta dirección.
El camino fue largo y aburrido durante un par de minutos, hasta que me topé con una gran edificación abandonada y en mal estado. Noté a una rata caminar por los límites de lo que parecía ser una casa enorme y abandonada. El sol pronto iba a desaparecer, y esta fábrica cada vez se estaba tornando más escalofriante.
La puerta tenía candado cuando la miré de lejos y noté a unos guardias vigilando a través de una casilla, pero a un costado, había un árbol torcido que me serviría para escalar el muro incluso con las vallas metálicas que servían de protección. Cuando estuve en los límites de una de sus ramas, di un gran salto que apenas si pude lograr. No obstante, mi chaqueta de cuero se atoró en la valla con púas, causando que ésta se rasgara y quedara colgada ahí mismo.
— Diablos —maldije; en uno de los bolsillos de la chaqueta estaba mi celular. Ahora no podría tener contacto con Ciprés. Lo peor, es que alguien podría descubrir que entré sin permiso.
El lugar era todo menos una mansión abandonada. En un principio, el exterior parecía dar la imagen de ello, pero una vez dentro me había encontrado con pasillos barridos, limpios y que daban a varias puertas. Entré en una de ellas y mi sorpresa fue mayor aun: las paredes y el suelo eran de un mármol lujurioso. Las puertas eran de caoba, las ventanas estaban en buen estado y olía a fragancias agradables…
Había alguien. Eso estaba seguro. Alguien vivía aquí.
[VIDEO 3] - Game of Thrones - House Baelish
Seguí caminando con cautela, cruzándome con pasillos, habitaciones vacías y muebles que habían pertenecido a la dichosa casa. Sin embargo, al adentrarme más en la mansión, oí la voz de dos personas conversando. Intenté esconderme detrás de una mesa que había a lo lejos, y mi cuerpo logró introducirse debajo de ella.
— Sí, viejo…
— Es algo absurdo.
Las risas pasaron y desaparecieron por un pasillo. No había duda de que aquellos eran vigilantes. Tenían la pinta de uno. Pero… ¿Qué cuidaban?
Me salí por debajo de aquella mesa y seguí mi rumbo hacia cualquier parte. ¿Qué era este lugar?
Seguí por varios pasillos, hasta que una puerta en específico llamó mi atención: una entrada gigante, arqueada y con manijas de oro. Una puerta que parecía ser la entrada de algún lugar importante. Sin duda caminé hacia ahí y toqué la manija circular; la entrada estaba tallada de rasgos curveados y me di cuenta de que la madera estaba pulida. Entonces, giré la manija, pero me detuve.
¿Y si había alguien dentro?
No podía darme el lujo de darme a descubrir tan fácil… Pero… pero no había opción.
Otras voces iban recorriendo los pasillos cercanos. Ésta vez, no había mueble en la cual esconderme. Era el entrar o entrar.
Las voces se acercaron, hasta que no tuve otra opción. Abrí la manija y entré para cerrar la puerta silenciosamente. Suspiré una vez que las voces pasaron de largo y recargué mi frente sobre la entrada. Cuando volteé, no estaba seguro de lo que veía:
La sala era oscura; sin embargo, no necesitaba de luz para ser iluminada, debido a la gran pantalla que se encontraba enfrente. Ésta, a su vez, se dividía en docenas de pequeñas pantallas que daban la imagen de algo en particular… Algo que me sorprendió.
Me acerqué a la silla de ruedas que estaba vacía, pero no me senté. En cambio, me di cuenta de que aquí se sentaba alguien que se traía algo entre manos.
La pantalla mostraba diferentes puntos de vista. Cámaras que mostraban un fondo blanco de distintos tonos. ¿Qué rayos era esto? ¿Qué filmaban esas cámaras?
Me di cuenta de que en el centro, frente a la silla, había una máquina que manipulaba la pantalla. Entonces, en una de aquella docena de pequeñas escenas, apareció alguien.
¿Quién era aquella persona? No tenía ni idea; era una mujer. Mejor dicho, parecía ser una muchacha vestida de enfermera. ¿Qué demonios? Había dicho algo, pero no alcancé a escucharlo.
Entonces, en la máquina encendí el botón del volumen después de unos momentos de buscarlo. Poco después, apareció otra persona en otra pantalla. No era una enfermera, sino una persona completamente desconocida.
— Buenas noches, Wally.
La persona acercó sus labios a la cámara. Sonrió, y se quedó contemplando a la cámara durante un rato. Entonces desapareció. Sin darme tiempo para más, otra persona apareció en otra pantalla aleatoria. Era una mujer de cabellos rubios.
— Espero descanses bien, Jennifer. Te amamos mucho. ¡Robb, ven a despedir a tu hermana!
— ¡Sí, mamá!
La mujer cargó al retoño entre sus brazos y le dio un beso en la cámara. Poco después, la pantalla siguió mostrando el fondo blanco, o mejor dicho, un fondo que poco a poco oscurecía, debido a que la noche iba tomando su curso.
Después de analizarlo un poco, me quedé pensando en algo que no me agradaba en lo absoluto. Algo que no le iba a agradar a Ciprés: Esto sin duda eran cámaras incrustadas en los cascos de todos los jugadores. ¿Será que también estén en los cascos beta? No… Ciprés se habría dado cuenta. Si bien recuerdo, Giovanni lanzó la versión actual del casco con arreglos que Ciprés desconocía, entre los que se encontraban la inmunidad a la cura de Oak. Pero… ¿por qué las cámaras? ¿Cuál era su propósito? Me senté en la silla para apreciar más de cerca las pantallas.
Para mi sorpresa, había al lado varios papeles que comencé a examinar. Eran prototipos de los cascos… En uno de aquellos dibujos, había un casco con varios rayones, pero una letra legible estaba inscrita sobre el dibujo: "Casco 4.0".
¿Qué demonios?
No comprendía. Entre aquel papeleo, había un pequeño sobre que contenía un disco compacto. Ahí mismo, con plumón estaban escrito el número 4.0.
Sin esperar a más, introduje el CD en una abertura de la máquina manipuladora.
La pantalla gigante se oscureció simultáneamente. Entonces, los segundos corrieron y el video comenzó.
Ahí mismo, apareció Giovanni, que se encontraba con una bata blanca y en la misma habitación donde yo me encontraba. Pero estaba rodeado de escritorios que contenían varios artefactos irreconocibles, así como herramientas, pipetas, químicos dentro cilindros de cristal y algo que me llamó la atención: la Virtual Console. Sin embargo, ésta era de un color blanco.
Pero así quedó durante mucho tiempo: examinando el casco, yendo de un lado a otro con su silla de ruedas, agarrando varios artefactos, cables, alambres, y demás cosas. Aceleré el video hasta el final, donde noté que Giovanni comenzó a hablar.
— …a sabiendas de que Ciprés y sus estúpidos colegas insertaron la cura en los beta, mis planes se han visto afectados. Pero esto… —Giovanni, con ojeras en los ojos, levantó el casco que irradiaba un brillo blanco—… esto es la Virtual Console 4.0. Como sabrán, el 1.0 ha sido el que tienen los beta; el 2.0 es el de los jugadores novatos actuales, que tienen un microchip capaz de explotar su cerebro, así como una cámara pequeña insertada en los mismos cascos para poder vigilar todos sus movimientos…
¿Movimientos? ¿Qué movimientos? Eran personas incapaces de moverse. No tenía sentido.
—…el casco 3.0 es el que les brindé a mis subordinados del Gremio Rocket… el que puede controlar a los novatos.
¿Controlarlos? ¿Por fin lo diría? ¿Por fin diría cuál es su objetivo de controlar a los novatos?
—…Esto se debe a que en el casco 2.0 inserté los microchips con un propósito extra además de que exploten los cerebros de los jugadores. El microchip no sólo sirve como detonador, sino que he sido capaz de crear un patrón que altere el diminuto artefacto… un patrón eléctrico y neuronal que el casco 3.0 será el encargado de activar en el casco 2.0. Dicho patrón será capaz de controlar el sistema nervioso del jugador. Es por eso que el casco 3.0 se ha creado con el propósito de controlar a todos los poseedores del casco 2.0. Así, una vez que el microchip en cada uno de los cascos novatos haya despertado aquel patrón, todos estarán bajo mi mando.
La risa que conllevó el discurso fue sutil… fría.
—… Y cuando sean controlados, podrán despertar y hacer lo que yo quiera. Ya se imaginarán cuando alguno de los miles de novatos se cruce con el presidente de cada nación y les inyecte el microchip de algún otro novato.
No… Ahora entendía todo. Pero… ¿el casco 4.0? ¿Qué...?
— Pero siempre hay inconvenientes. ¿No lo creen? Habiendo repasado todo esto, hoy mis investigaciones por fin han rendido frutos. Hoy, 7 de Noviembre de 2023, puedo decir con seguridad que los betas finalmente dejarán de ser un problema para mis planes. El Casco 4.0, que será entregado a mis subordinados confiables, por fin dará fin a los betas que intenten pasar el juego y puedan arruinar mis preciados planes. Hoy, anuncio con orgullo que el Casco 4.0 finalmente ha encontrado el anular la cura que se implementó en el Casco 1.0. No habrá esperanza para nadie… no habrá paz para los jugadores. Finalmente, hoy, mis planes se…
Pero la pantalla se apagó. A mis espaldas, la puerta se abrió de manera súbita. Paul entró sin esperar mi presencia, pero yo lo empujé con brusquedad y éste cayó al suelo, intentando reincorporarse lo más rápido posible.
— ¡Intruso! ¡Cierren las puertas! ¡Intruso!
Los guardias se habían dado cuenta de mi presencia. ¿Por qué había guardias? ¿Será… será que vigilan el lugar de la que es ahora la base secreta de Giovanni? No tuve tiempo de pensar; salí por una puerta que dio hacia el exterior, y entonces corrí hacia la salida de la fábrica.
Un par de guardias que custodiaban la entrada, sacaron de entre sus ropajes un par de pistolas. Mi corazón sintió una punzada al ver las armas, y entonces mi instinto me indicó que debía de cubrirme con algo. Me aventé hacia una pila de cajas que había en un lugar, y las cajas reventaron debido a que las balas dieron con ellas. Por suerte, no me atravesaron a mí. Estos tipos iban en serio.
No debía quedarme ahí, o sería capturado, o bien, asesinado. Corrí escabulléndome sobre otras cajas de carga milagrosas que estaban más delante de mí. Varios guardias más salieron a los pasillos exteriores, pero yo seguí avanzando como si se tratara de un soldado en medio de las trincheras. Me lancé hacia uno de los guardias que custodiaban la entrada con su pistola alzada; lo tumbé y le golpeé en la cara, soltando éste intuitivamente su arma. La tomé, le di un balazo en la pierna y el sujeto gimió de dolor. El otro intentó disparar, pero nuevamente me cubrí ésta vez dentro de la casilla que desactivaba el candando de la puerta principal. Apreté el botón, cubriéndome de balazos que daban contra las ventanas de las casilla y en la pared de las mismas. Sin embargo, si salía al exterior iba a ser una mala idea, debido a que ya había varios guardias ahí. Una idea cruzó mi mente, y fue cuando de nuevo activé la seguridad de la puerta principal. Le disparé y ésta se averió. Sin embargo, frente a mí había una ventana que quebré con un balazo y salí por ahí. Los guardias no se percataron de ello; siguieron disparando hacia la casilla como estúpidos soldados. Di gracias a que la casilla tenía una ventana que daba hacia el exterior, o nunca podría haber salido.
Corrí lo más lejos, escabulléndome sobre las rejas oxidadas que había abierto hace poco. Noté que los guardias intentaban abrir la puerta, pero el botón ya se había averiado y uno a uno tenía que salir por el hueco de la ventana. Sin embargo, el primero en salir fue Paul, que llevaba un arma consigo y disparó a lo lejos, rebotando la bala contra la reja. Corrí hacia abajo, sin mirar atrás. Espero que el sujeto del bote esté ahí, o si no todo estaría perdido.
Mis pulmones ardían; todo en mí ardía, pero mi mente estaba preocupado por otra cosa: los betas ya no tenían seguridad. Ahora, todos estaban en peligro. Y si mal no recuerdo, Ciprés me había mencionado que Citron iba a ser ejecutado.
Nadie iba a ir a la granja para asesinar a Citron y compañía; nadie iba a matar a Citron en la vida real; todo era en el juego. Los Rocket iban a matarlo con los cascos blancos. Estaban en peligro. Todos corrían peligro ya, incluso las personas del mundo real, que iban a estar bajo el mando de Giovanni si no hacíamos algo para evitarlo. Ahora… todo tenía sentido.
Llegué al puerto, apoyándome sobre mis rodillas debido al cansancio. Sin embargo, las balas se hicieron presentes. Paul era el único que aun seguía persiguiéndome. Me apresuré e intenté buscar el bote del sujeto al que le había pagado, y ahí estaba.
— ¡Rápido! ¡Arranca!
El tipo se impresionó, pero oyó las balas y aceleró el motor. Me trepé sobre el bote y éste avanzó; sin embargo, Paul había sido sumamente rápido y corrió por todo el muelle hasta saltar sin importarle si no llegaba o no.
El de mata púrpura aterrizó en los límites del bote, sujetándose de las orillas aun con su arma en mano. Intenté tirarlo, pero el chico ya se había reincorporado; disparé sin éxito, seguido de un golpe que le incrusté en la mejilla. El tipo soltó su arma y se situó lejos de ambos; sin embargo, me pateó las pantorrillas y perdí el equilibrio cayendo de espaldas, causando que también soltara mi arma. Paul intentó ir hacia su arma, pero lo jalé de la camisa y lo empujé para estar encima de él. Paul tomó su arma a tientas y disparó hacia el cielo, notando cómo mi vida pudo acabarse si no hubiese movido mi cabeza. Ambos luchamos por su arma forcejeando, hasta que la pistola cayo fuera del bote hundiéndose en el mar.
Fui a por mi pistola, pero Paul sabía que si la tomaba, iba a estar muerto. El sujeto me jaló del hombro y me soltó un puñetazo. Tomó el arma, y se volteó para dispararme. No obstante, con mi cuerpo vencido, alcé mis dos piernas para empujarlo fuera del bote. Paul cayó en el océano, mientras el conductor aceleraba el paso y dejábamos fuera de vista al chico.
— ¿Me pagarás el doble, cierto? —avisó el conductor con el corazón el garganta.
No recuerdo cuando había llegado a Ciudad Luminalia, había rentado una motocicleta para ir hacia la granja y avisar a todos. Sin embargo, mientras pasaba por el acuario Limangua, oí disparos. Recuerdo ver a aquellas personas muertas, y el cómo Ciprés me había intentado advertir que la familia de Iris y su amiga podían estar en riesgo por haber traicionado a Lance. Cuando relacioné aquello al ver a Ash ahí, y al asesino huir, supe que se trataba de Lance. Debía ser él.
Pero ahora me había quedado sin motocicleta, con Ash yendo hacia la granja con rabia.
— Gracias. —le agradecí al taxista con apresuramiento. Después de esto me había quedado con nada de dinero. El taxi me dejó cerca de la granja, mientras empecé a correr, con el sol ya puesto sobre el cielo. Ojalá y Ciprés haya detenido a Ash. Ojalá y…
Pero Ciprés abrió la puerta, y su semblante delató que todo se había ido al carajo. Silver y Crystal tampoco estaban ahí para custodiar la granja.
— ¡¿Y Ash?!
— Intentamos detenerlo, pero…
Me abrí paso. Iris estaba en un sillón, pero no me importaba. Debía ir y detenerlo. Noté a Silver en una habitación ya con el casco puesto y a Crystal en otra. Diablos… Tenían que saberlo. ¡Tenían que saber que los betas estaban en peligro!
Llegué al nivel 50, donde se supone que la ejecución iba a llevarse a cabo. Sin embargo, cuando aparecí en una explanada rodeada de muchos novatos, salté el gran muro y aterricé justo al lado de una escena que me impactó.
— ¡NO! —grité al verlo…
Ash
La barra estaba en un 0.5%.
La cuchilla de fuego había atravesado su vientre. La sonrisa que Cynthia realizó fue la misma con la que lo había hecho con Flannery.
Citron realizó un gemido sordo. La sangre corrió por su boca, y entonces lo único que miró fue mi silueta.
— ¡NO! —Hikari también se había dado cuenta de ello, pero Lance la golpeó con su escudo y salió disparada a donde se encontraban los miembros de su gremio.
Llegué hasta Cynthia con rabia; la muchacha intentó escapar, pero mi Mega-Charizard X notó mi furia y había dejado de lado a Diantha para montarme en él. El Pokemon giró en medio del aire junto conmigo y embestimos a la rubia, que salió volando hacia los peldaños ascendentes.
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Desmonté a mi Charizard. Ruby estaba atónito, mirando cómo Citron se desplomaba sobre el suelo, y Max también estaba intentando ver lo que sucedía, al lado de Haruka. Hikari se reincorporó, y bajó los peldaños con suma velocidad, pero se detuvo al verme a mí cargando a Citron y reposando su cabeza sobre mi regazo.
— ¡NO, CITRON, VIVE! ¡SHIGERU, AYÚDAME!
El Sanador Invencible yacía a un costado, pero sólo se dedicaba a verme con frialdad. Aun así, sabía que ya no había nada que hacer. Ni con un cristal de regeneración, iba a poder ser posible. Trip llegó también hacia nosotros.
— Ash… No… Citron…
No pudo articular las palabras que quería decir. No obstante, sabía que los betas ya no eran inmunes al juego. No sabía cómo, pero eso ahora no me importaba.
Citron, por alguna extraña razón, seguía dentro del juego sin explotar en pixeles. Al chico se le resbalaron los lentes, al igual que la sangre en el vientre.
— M..M…
Citron intentaba decir algo.
— Mi her… Mi herm…
— Eureka —afirmé tembloroso.
— Cuídala… —tosió sangre. Las lágrimas comenzaron a emanar de mis ojos, reposando en su rostro pálido— … Ash… salva… sálvalos. Confío… confío en ti.
El chico cerró sus ojos con una sonrisa en su semblante.
Los pixeles lo envolvieron.
No. No podía ser. No. Se supone… se supone que… nadie más iba a morir. Se supone, que tenía que proteger a todos. Kasumi llegó también bajando las escaleras con desesperación; la chica miró los pixeles de Citron y entonces me observó con tristeza. Ella aun no sabía que su familia había sido asesinada. Ella no lo sabía.
Qué culpable me sentía. Todo esto era por mi culpa. Citron, Flannery, la familia de Misty, el Gremio Novato… Mi madre.
Y entonces, todo se volvió oscuro.
No supe cuándo llegué ahí, ni cómo. Lo único que sabía es que estaba abrazando mi cuerpo desnudo en medio de un solitario y oscuro ambiente. Las lágrimas emanaban de mis ojos, y quería morir en ese preciso instante.
Sin embargo, a pesar de que la oscuridad me abrazaba cual vieja amiga, un brillo apareció sobre mi muñeca. Qué curioso. ¿Qué era aquello? No recuerdo haberlo traído nunca conmigo.
Y de repente, noté que era un collar que irradiaba calidez y esperanza. Qué curioso. Ahora que lo recuerdo, el collar tenía incrustada una piedra de color cobalto en ella. Sin embargo, ésta brillaba como nunca, poco a poco invadiendo la oscuridad hasta que ésta desaparecía y ahora me veía envuelta en un brillo azulino.
Dawn
¿Qué era aquello? ¿Qué le estaba sucediendo a Ash?
El brillo en su muñeca era tal que cegó la vista de todos. Por más extraño que pareciera, el Mega-Charizard X también estaba envuelto en el brillo que colgaba de su cuello. Los dos brillaban, pero el Pokemon era el que desaparecía.
¿Por qué desaparecía? ¿Acaso… acaso estaba muriendo? No… no estaba explotando en pixeles. El Charizard se estaba envolviendo en el pequeño collar que había traído puesto. De un momento a otro, el collar también comenzó a materializarse en una luz extraña, hasta que tanto Pokemon como collar, viajaron materializados en luz hacia la posición de Ash, donde la muñeca irradiaba un brillo jamás visto.
Pero Ash…
No…
Él ya no era Ash…
Ni siquiera era un humano.
¿Qué era aquella cosa?
Sus atuendos blancos, comenzaron a romperse; la capa se desprendió de su lugar, y sus cabellos azabaches desaparecían para ser reemplazadas por una tez áspera y negruzca. La criatura se agarró la cabeza con las manos, pero éstas ya no eran manos: eran garras que poco a poco iban creciendo hasta ser filosas y mortales. Sus botas se rompieron, para ser reemplazadas por piernas musculosas color cobalto, con pies que terminaban en garras igual de filosas y curveadas. Sus atuendos blancos habían sido rasgados por completo, hasta el punto en que aquella criatura quedó al descubierto. Lo más sorprendente, eran las alas que salían de su espalda. Alas gigantes, azules y de más de cinco metros. La criatura seguía creciendo, hasta que pensé que podría llegar a ser algún Pokemon Legendario, pero no… Aquel Pokemon jamás se había visto en PBO. Mejor dicho, no era un Pokemon; tampoco era un humano.
La criatura finalmente dejó de crecer, hasta que sentí que los quince metros que medía eran suficientes para arrasar con un pueblo entero. Los novatos empezaron a escapar, así como los demás nos quedábamos atónitos por la transformación.
— Así que ha sido el primero ¿eh? —Lance rio y miró la criatura con desdén— Steven, Diantha, tendrán que usar a sus Pokemon Megaevolucionados.
— Lo sabemos —aceptó Steven.
— Nunca pensé que algún jugador fuera a llegar a estas instancias —confesó Diantha.
¿Qué era aquella cosa?
No era un Pokemon.
No era un humano.
Ash y Mega-Charizard X, se habían transformado en uno solo.
Y entonces, la criatura lanzó un rugido ensordecedor que duró varios segundos, seguido de lengüetazos colosales de fuego. Sin embargo, había algo peor aún: Había perdido la razón en sí.
Próximo capítulo: MegaFusión
Esa Cynthia está coleccionando cabezas T.T Y espero no se molesten, pero quise implementar algo nuevo que si Pokemon hiciera sería genial: la fusión. :O Bueno, ahora veremos qué sucederá con Ash... y no, Gold no vio a Mega-Charizard X. Vio a esta criatura colosal. OH SHIT!
