Hola, hoy no contestaré reviews porque no quiero hacer más extenso esto, debido a que es el capítulo más largo que he escrito y sí... EL MÁS ÉPICO A MI PARECER.
Y más les vale que comenten porque me costó MESES (sí, MESES) el imaginarme la última escena de este capítulo que vaya al ritmo con la música, para que sea más épico de lo normal. También me costó mi alma al diablo el describir a todos estos nuevos personajes que se vienen. Como sea, gracias por cada review que aprecio con todo mi corazón.
Y MÁS LES VALE QUE ANTES DE LEER TODO EL CAP NO BAJEN HASTA LO ÚLTIMO A MENOS DE QUE QUIERAN SPOILEARSE. (Coloqué muchos puntos suspensivos por si lo hacen).
PREPÁRENSE PARA EL CAPÍTULO MÁS PUTO ÉPICO DE TODA LA MIERDA TEMPORADA.
[VIDEO 1] - Dos Brains - Tragic Sins (CINEMATIC Assasin's Creed Unity)
[VIDEO 2] - Low of Solipsism - Death Note (Extended)
[VIDEO 3] - Shingeki No Kyojin - Attack On Titan Fight Theme
[VIDEO 4] - Grand Battle - GRV Music
[VIDEO 5] - Shingeki No Kyojin OST - Erens Epic Transformation Armored Titan theme
[VIDEO 6] - Audiomachine - Ice of Phoenix (Epic Powerful Uplifting)
Capítulo 82
MegaFusión
Ciprés
Iris y yo cruzamos unas miradas extrañas. En un principio, pensé que había sido producto de mi imaginación, pero el sonido fue prolongado y agudo. No… No podía ser cierto.
La muchacha y yo no esperamos ni un segundo más en nuestros sitios: subimos las escaleras, donde el sonido se intensificó. Éste provenía de la habitación más lejana.
No…
Mi corazón se aceleró. Noté que el semblante de Iris también cambió de repente. Ambos pensamos en algo que no queríamos pensar. No… No él. No.
Corrí con el corazón intentado salir de mi pecho; el sonido era un martirio para mis oídos. Sin embargo, cuando llegué desesperada y apresuradamente a la puerta de la habitación del rubio, detuve mi mano en la manija. El temblor se apoderó de mí; el sonido prolongado del marcapasos me paralizaba en mi lugar. No quería creerlo. Iris no me presionó, puesto que estaba tan impactada como yo.
No…
Abrí sin remedio alguno la puerta. En efecto: la pantalla tenía una línea recta y prolongada. Su corazón se había detenido; el ambiente olía a un aire chamuscado, y el casco desprendía pequeñas cortinas de humo apenas visibles. Citron estaba inmóvil; sus lentes reposaban en la mesa de noche que estaba a un costado; las cortinas cerradas dejaban entrever una luz que poco a poco se alzaba por el cielo. Sin embargo, el cuarto estaba totalmente oscuro y friolento.
Respiré con dificultad. No quería perder la compostura. ¿Cómo lo habían hecho? ¿Cómo diablos lo habían asesinado? Nadie había entrado… Nadie entró… Tal vez Trip sepa algo. Él… Él sabía que los betas estaban en peligro. ¿Acaso había descubierto algo de lo que no me haya enterado? No había tenido contacto con él desde hace mucho tiempo, por lo que podría ser probable que finalmente haya dado con la localización de Giovanni y con algo más. Pero justo ahora no podía contactarlo; él había intentado impedir a Ash que interviniera, pero analizando las cosas, todo había sido en vano. Citron estaba muerto, y puede que más miembros lo estuviesen si los Rocket ganaban.
— ¡Ciprés!
Iris me sacó de mis pensamientos.
La muchacha estaba en la otra habitación: Ash estaba teniendo una convulsión donde todo su cuerpo agitaba la cama bruscamente. Los nervios me atormentaron, pero llegué hasta él y traté de detener sus extremidades con la ayuda de Iris.
— ¡Ash! —Nombré en vano; sabía que él no me escuchaba.
— ¡¿Qué demonios le pasa?!
— ¡No lo sé!
Ash seguía agitándose involuntariamente. El marcapasos que indicaba sus signos vitales empezó a acelerarse, hasta que sentí varias pulsaciones por segundo. Esto no era normal. No… A menos… A menos que…
Noté sangre emanar de su nariz.
No…
Esto… Esto debía ser algo que jamás pensé que sucedería: Su cerebro no resistía tantas señales nerviosas. La Virtual Console estaba mandando tantas señales a su cabeza, pero sólo podía ser por una razón: Ash estaba obteniendo una gran cantidad de poder. ¿Qué será? ¿Qué está pasando dentro del juego? ¿Será que…? Jamás predije esto.
Y lo peor de todo: me sentía impotente por no hacer nada al respecto.
Gold
Los rugidos eran atormentadores. Tenía que cubrirme los oídos o si no iba a quedar sordo. El Braviary de Black se iba acercando al sitio, pero las llamas por poco y daban con nosotros.
— ¡Cuidado!
Mis advertencias hicieron que el Pokemon volador reaccionara a tiempo. Black intentó descender, pero las llamas iban y venían por todos lados. Poco a poco nos acercábamos, y cada vez aquella criatura me resultaba más extraña.
— ¿Qué diablos es eso? —preguntó Black, pero nadie sabía responder ante aquello.
Y más pronto de lo que creíamos ya estábamos aterrizando en la explanada, pero todo era un caos. Varios novatos corrían hacia ningún lugar, incluso sacando a Pokemon voladores para salir huyendo de ahí. Algunos otros desaparecían desde su menú, mientras otros se dejaban llevar por el pánico que aquella criatura estaba ocasionando. Los gritos eran muchos, y cuando todos estuvimos en suelo firme, la gente nos empujaba como si fuésemos un estorbo.
— ¡Crystal!
Entonces, vi a la muchacha de cabellos azules. Ella y Silver habían estado cerca de nuestra posición, impactados por el monstruo de quince metros que lanzaba llamaradas hacia el aire. Otro rugido de aquellos se hizo presente, y todos tuvimos que cubrir nuestras orejas. La muchacha se alegró al verme y corrió hacia mí, preocupada por la situación.
— ¿Qué pasa? —me preguntó.
— ¡No lo sé! ¡Pensé que tú sabías!
Tanto ella como Silver estaban impresionados por las acciones de aquella criatura. Varios novatos gritaban, corrían y generaban un caos. El ambiente empezó a vaciarse, pero algunos cuantos se quedaban para contemplar la furia de Pokemon, monstruo o jugador. No sé qué diantres era.
— ¡Hey, tú! —interrogué a un chico que corría desesperadamente, pasando a mi costado— ¡¿Qué pasa?! ¡¿Qué es esa cosa?!
— ¡HUYE, HUYAN TODOS!
El sujeto estaba anonadado. Tuve que sujetarlo de los hombros para que se calmara, pero fue en vano.
— ¡HUYAN! ¡EL DESTELLO ELÉCTRICO VA A MATARNOS, HUYAN!
Ni siquiera fue capaz de mirarme a los ojos, debido a que estaba más atento al que generaba el caos. Salió de mi vista, tomó a un Pokemon volador y comenzó a ascender, para luego desaparecer a través del menú de su juego.
Sin embargo, todos habíamos escuchado aquello: Era Ash.
— ¿Quién? —Yellow no entendía de quién podría tratarse.
— Es Satoshi: El Beater del Torneo Esmeralda —mencionó Green, lanzando un suspiro de molestia al ver a aquel Pokemon.
Takeshi se vio impresionado por ello.
[VIDEO 1] - Dos Brains - Tragic Sins (CINEMATIC Assasin's Creed Unity)
La criatura lanzó otro rugido. De un momento a otro, uno de sus voluminosos brazos ásperos se agitó en medio de un grupo de personas que parecían haber intervenido en la batalla. Los cuatro tronos, que estaban hechos pedazos en el suelo, salieron disparados gracias a la gigantesca mano que agitó con lo que hubiese a su paso.
La criatura, que se asemejaba a un Charizard pero al mismo tiempo era completamente diferente, dio un enorme salto sin extender las grandes alas que emanaban de su columna. Su silueta entera cubrió el sol del cielo, y entonces supe que iba hacia la explanada donde nos encontrábamos. El Pokemon estaba saltando el muro.
— ¡CUIDADO! —grité; Blue quiso protegerse alzando vanamente los brazos.
Varios novatos observaron hacia el cielo como si un meteoro estuviese a punto de acabar con su vida. Sin embargo, por increíble que fuera, era Satoshi el que iba a asesinarnos.
Crystal no lo pensó dos veces: el aura empezó a rodear su cuerpo, y la magia se hizo cargo de alzar el suelo de la explanada para intentar cubrir a la mayoría de las personas atrapadas en el rango de Satoshi. El Pokemon aplastó el "campo de fuerza" de tierra que Crystal había realizado, amortiguando el aterrizaje de al gran criatura; pero eso no fue suficiente para que Satoshi apastara a unos cuantos novatos que explotaron indudablemente en pixeles.
La criatura miró a Crystal, en señal de que sabía que ella era la responsable de que el suelo lo había atacado.
— ¡Crystal! —grité con preocupación. ¿Por qué atacaba? ¿Acaso Ash estaba fuera de sí? No lo entendía; pero al ver que había matado a unos cuantos novatos que había a su alrededor, no lo dudé ni un momento: saqué mi arco dorado, me aferré a una flecha dorada que había a espaldas en mi carcaj, y apunté hacia la sien de Satoshi.
La criatura, que parecía estar fusionada con algún Charizard extraño, empezó a correr hacia Crystal con suma furia. Sus pisoteadas retumbaban a lo largo de la explanada, ocasionando temblores y grietas de más de un metro, mientras iba hacia Crystal con unos ojos color cobalto tan brillantes y rabiosos como el mismo fuego que se suspendía a su alrededor. Corría como un humano, de eso no había duda, y tenía los movimientos parecidos a los de un humano también, pero su anatomía era distinta. Su anatomía… y su forma de pensar. Eso que veíamos era un humano, fusionado con una bestia a punto de asesinar a cientos de jugadores si alguien no hacía nada.
Solté la flecha.
Ésta fue directo hacia su sien. Satoshi estaba tan centrado en asesinar a la peli-azul que no vio cuando la flecha se estrelló contra su cabeza y lo sacó disparado hacia los peldaños que daban a donde alguna vez se encontraban los cuatro tronos. Los peldaños finalmente se destruyeron cuando sintieron el impacto de la gran bestia. Asimismo, la planta donde alcancé a ver a Diantha, Lance, Hikari y demás personas, se empezó a derrumbar y a colisionar para cubrir tanto a los peldaños como a la misma bestia. Los novatos huían, gritaban y maldecían. Todo era un caos.
Había una pequeña niña llorando en el suelo. ¿Acaso… acaso Satoshi estaba imponiendo más temor que los Rocket? No podía asimilarlo.
La levanté del suelo; la pequeña tenía heridas en la frente, y su brazo estaba roto.
— ¡Tenemos que huir de aquí! —les dije a todos.
Sin embargo, antes de que alguien pudiese escapar a un lugar más seguro, varias siluetas aterrizaron alrededor de nosotros. Rodeándonos sin escapatoria; si hacía algún movimiento, estos atacarían sin duda.
[VIDEO 2] - Low of Solipsism - Death Note (Extended)
Se trataba del Alto Mando del Gremio Equilibrio. Cuando me di cuenta de que iban a combatir contra Black y White, les eché una ojeada a ambos chicos, pero estos ya no estaban. Nos habían abandonado. Lo más probable es que si se quedaban, tendrían que batallar contra o a nuestro favor, así que no querían meterse en problemas. Además, Diantha descubriría su traición y podrían asesinarlos. Entendía que nos abandonaran ambos tipos, pero esto era una situación desfavorable para nosotros.
— Más beta… —una voz inundó el ambiente lleno de piedra cayendo por el firmamento y derrumbándose por los escombros. Era una chica de mata pelirroja que le caían dos mechones a lo largo de sus mejillas y tenía otro mechón en la nuca enredado en un moño azulino. Sus atuendos eran pocos: llevaba unas mallas que le llegaban hasta el muslo, mientras el escote cobalto que dejaba entrever su torso le cubría de los ataques, acompañada de unas botas y guantes oscuros que hacían juego con la capa bicolor. La chica era de tez bronceada, ojos cascada, y sonreía radiantemente como si aquello fuese divertido.
— Skyla, no todos son beta —la voz grave que le respondió intimidó a Yellow. Era un hombre de rasgos toscos y mandíbula cuadrada, con entradas y patillas largas y azabaches que llegaban hasta poco más abajo de las orejas. Su mirada oscura y hundida hacía más sombría la manera con la que observaba a los novatos que nos acompañaban. Tenía la armadura más grande y brillante que había visto jamás; sus guanteletes, botas, cota de malla, hombreras, rodilleras… todo parecía tan duro y resistente que tuve el presentimiento de que ninguna de mis flechas podría atravesarlo. Lo más raro de todo es que tenía una estrella dorada en la frente, que cegaba a cualquiera que lo miraba de manera fija; aun así, el avatar sobre si silueta era claro: "Tileo".
— ¿Y qué hay del Pokehumano? —cuestionó otra persona que nos había rodeado. Su semblante era pálido y misterioso, que pensé que no estaba preocupado por los problemas que Satoshi estaba causando. Tenía el pelo tan rubio y claro como su piel, pero inclusive su mirada cubierta por esos mechones sedosos hacían más sombríos sus ojos; más incluso que los de Tileo. El sujeto estaba envuelto en su capa bicolor del Yiny y el Yang, pero portaba un notorio abrigo de cuello de tortuga tan blanco como su misma piel, que incluso pensé que aquel sujeto podría ser todo de blanco y no distinguir su cara. El hombre miró con seriedad a Satoshi, que estaba reincorporándose en el lugar a donde yo lo había mandado.
— Ya dijo la señora Diantha que no hay que intervenir, Narciso. —replicó una muchacha de atuendos peculiares. Era blanca como la nieve, y dos de sus mechones púrpuras se le escapaban por al frente curveándose hasta arriba; la razón era porque llevaba un casco extraño color cielo parecido al de un aviador; el resto de su cabello bajaba deslizándose hasta sus cinturas. Su atuendo consistía en una blusa que cubría sus brazos, hombros, torso y muslos, terminando con adornos amarillentos en las piernas. Usaba unos pantalones blancos como las nubes y unas zapatillas y guantes que hacían juego con su casco—. Ellos se encargarán de él. ¡Lo que quiero yo es volar!
— Deja de alardear, Winona. Además, ya te he dicho muchas veces que tus atuendos son horribles. No estás a la moda como yo —la última era una mujer de coletas rizadas y rosadas; llevaba unos lentes de sol del mismo color que su cabello, cubriendo unos ojos negros y curiosos. Portaba sólo una blusa ajustada y negra, que cubría su pecho y parte de su rostro. Sus mallas carmesíes con rombos de adornos, también estaban ajustadas para mostrar curvas en sus muslos. Al final, llevaba unas zapatillas negras que combinaban con la blusa.
— Agh, cállate Malva. Necesito usar este casco para surcar los aires y…
— Por favor, no quieren molestar a nuestros combatientes con sus discusiones ¿O sí? —la risa de Narciso fue tan fría y sin mostrar curvaturas en sus labios, que pensé que había sido un suspiro.
Tileo sólo se dedicó a soltar un bufido.
— Bueno, ya. Mataremos a estos beta —Malva se sujetó las gafas para mirarme con más detalle— Eres un chico apuesto, pero lamento decir que tu gorra no queda con tu rostro.
— ¿Qué quiere decir eso? ¡¿Me estás llamando anticuado?! —solté molesto.
— Sí, y así como ese rubio acaba de morir, nosotros los asesinaremos de igual manera.
May
El repentino choque de la criatura contra los peldaños hizo que retumbara el suelo en donde nos encontrábamos. Más arriba, noté que Hikari y su gremio empezó a sucumbir al lado de Lance y Diantha. El derrumbe iba a lastimarme a mí, a mi hermano y a Brendan, que seguía con las cadenas en las manos. Cargué a Max con todas mis fuerzas, y tomé la mano de Brendan para que huyéramos del rango donde las piedras podrían caer. Noté varias piedras, peldaños destruidos y demás rocas caer cerca de nuestra posición, pero por suerte ninguno dio de lleno con nosotros.
— ¡May!
Brendan me hizo salir de mi trance. Él extendía las manos y extendió los grilletes que lo aprisionaban. Asentí aun anonadada por todo lo que sucedía, pero debía ser fuerte. Envolví mi mano con una cuchilla de luz, pero con un golpe no bastó para que éstas se rompieran. Golpeé, golpeé, y las cadenas se debilitaban, mas no se rompían.
Y súbitamente, la nube de polvo del estruendo de Satoshi nos invadió. No pude ver las cadenas para poder dar más golpes, y tenía miedo de que Max se perdiera de mi vista.
— Aquí estoy, May. Tranquila.
La voz de Brendan me decía, pero el chico estaba también asustado. Todos los beta ahora estaban asustados por lo que le acababa de suceder a Citron. ¿En verdad había muerto aquel chico? Las reacciones de Ash y su inesperada transformación me decían en cierta manera que sí había muerto realmente.
Un chico que desconocía apareció a nuestro lado. Tenía el cabello color miel, y estaba con un semblante serio.
— Tranquilo, voy a liberarte —le dijo a Brendan. El sujeto envolvió sus puños en un aura rosada, y a pesar de que el ambiente era cubierto por una espesa capa de polvo y cenizas, logró liberarlo. Ruby sonrió y movió las manos con libertad.
— ¡Haruka! —una voz conocida me sorprendió. Kasumi había llegado hasta nosotros, junto con Roxanne y tres sujetos más vestidos de atuendos elegantes.
— Soy Cress, un gusto —me sonrió uno de los tres sujetos. Tenía el cabello azul.
— ¡No es momento para presentaciones, Cress! —le respondió el de mata pelirroja. En un abrir y cerrar de ojos, ya estaba a mi lado sonrojado— Hola Maga Esmeralda, un gusto. Si quisieras algún día salir conmigo…
— ¡¿No es momento para presentaciones pero sí para pedir una cita?! —Kasumi le jaló de las orejas— Como sea, ¿estás bien, May?
Asentí.
— Pero Ash…
— Lo sé. Tenemos que pararlo de alguna manera. Podría matar a algún novato, o podríamos ganar algo de tiempo hasta que todos huyan.
— ¿Tú eres Kasumi? —preguntó el chico de cabellos miel que se hacía llamar Trip; recuerdo que Ash lo había mencionado como miembro de la UEO. Estaba algo consternado. La chica asintió y él suspiró de lamento, pero antes de cualquier otra cosa, algo nos sorprendió:
Varias siluetas nos rodearon. Una a una, impidieron que huyéramos de lo que era una capa grande de polvo. Por ende, las siluetas no se podrían apreciar a simple vista, pero sí la risa de uno de ellos.
Nos colocamos en posición de ataque; cuando la nube se disipó y notamos que Satoshi apenas estaba reincorporándose, las siluetas fueron más claras: Llevaban la túnica color escarlata, con el escudo del cráneo de un dragón en sus capas. Sabía de antemano que se trataba del Gremio Escama de Dragón.
— ¡Miren, es la traidora! —sonrió una mujer de avanzada edad, pero era alta, de tez pálida y cabello azul oscuro voluminoso. Portaba un vestido marrón que hacía juego con la capa color vino. Sin embargo, los adornos en sus ropajes eran cuernos. En un principio, no supe si se trataban de algo más que adornos, pero al verlos con más detalle, me di cuenta de que eran huesos afilados de dragón, situándose a lo largo de un cinturón de oro y otro par de más volumen alrededor de su cuello, mientras un collar de piedras esmeraldas adornaba su corpiño. La mujer parecía muy alegre con arrugas en sus mejillas, y había saludado a Kasumi con suma alegría, a pesar de que era una traidora al gremio.
— Dracéna… —nombró Kasumi, envolviendo sus puños de un color anaranjado.
El segundo sujeto era alguien que ya había visto antes: se trataba de Dracón, el del Alto Mando del Gremio Alma de Piedra. Sin embargo, no entendía por qué estaba ahora con el gremio de Lance.
— Nos volvemos a encontrar —me sonrió con ese bigote característico en él. Recordó la batalla que tuvo contra la UEO cuando escapamos con Max—. Por si preguntas, he cambiado de gremio. Y esta vez, no dejaré que nadie escape.
— Estamos también de tu lado, Dracón ¿sabes? No seas tan egoísta, cabrón de mierda —un sujeto dijo a través de una máscara que le cubría la parte inferior del rostro. Sus palabras apenas si podían entenderse, debido a la máscara hecha de hueso de dragón y asemejando la mandíbula y colmillos de uno. El sujeto tenía ojos dorados, el cabello abundante de canas tan blancas como su máscara, y vestía elegantemente unos pantalones grisáceos con una camisa arremangada, mientras unos sujetadores púrpuras cruzaban su camisa y llegaban hasta unas hombreras adornadas de oro. Sus zapatos y guantes morados hacían juego con los sujetadores.
—No te enojes, Lirio. Habrá diversión para todos —respondió una chica de tez pálida, cabello azul cielo espeso, voluminoso y con los flecos cayendo sobre los costados de su rostro hasta curvearse extrañamente. El resto de su cabello espeso caía en una coleta larga y sedosa. Sus ojos cristalinos, veían de una manera extraña a Kasumi. La mujer llevaba un vestido azul diamante ajustado que le llegaba hasta los muslos; las botas y guanteletes tenían adornos esféricos que hacían juego con una capa adicional que se sujetaban a unos broches de oro. Su avatar decía sobre ella: "Clair".
— ¿Sólo por qué eres familiar del Dragón Indomable crees que puedes ordenarnos a todos? —espetó la última muchacha a Clair. Era de cabellos esmeraldas puntiagudos recogidos en una desarreglada coleta; sus ojos verdosos resaltaban entre los aretes anaranjados y aquellos ropajes escarlatas que consistían en unas hombreras puntiagudas y una armadura metálica que solamente le cubría el busto, mientras los pantalones cortos llegaban un poco más arriba de las rodillas, y éstas estaban cubiertas por las alargadas botas de cuero que portaba.
— Basta, Liza. Tenemos que ordenar lo que el Dragón Indomable nos dijo —carraspeó Lirio.
Sus ojos me miraron. Me sentí intimidada. Todos nos preparamos para la batalla. Todos menos Masato, que a pesar de que seguía débil, no tenía espada alguna con la que luchar.
Dawn
En un súbito segundo, Satoshi se había estrellado contra los escalones. El temblor hizo que me tirara en el suelo, pero poco después, éste empezó a derrumbarse. Quise salir de ahí, pero me envolví en una serie de escombros y lo único que pude hacer fue el cubrirme con mis brazos para que ninguna roca me diera de lleno en la cabeza. Sin embargo, sentí varios golpes alrededor de mi cuerpo y una oscuridad rodeada de rocas y polvo. De un momento a otro, lo único que pensé fue en el golpe que sentí al aterrizar bruscamente. La oscuridad y el polvo me abrazaban inminentemente, y no pude sentir mi arco a tientas; lo había soltado.
— ¡Por aquí está!
Oí una voz conocida. Las rocas encima de mi cuerpo empezaron a moverse, hasta que la luz se coló por un hueco; mi vista se cegó por un momento, hasta que finalmente vi un rostro conocido asomarse por entre aquel agujero. Zoey me miró preocupada, y apartó varios escombros como pudo. Cuando tomó mi mano, jaló con ayuda de Candice y me sacaron de los restos de la explanada donde alguna vez se encontraron los cuatro tronos. Una vez que me encontré libre, quise saber dónde podría estar mi arco.
— Ten, Hikari —Barry apareció con el arco. No sé cómo había llegado hasta él—. Lo soltaste cuando caías.
— Gracias.
Todos mis miembros se encontraban conmigo. Zoey, Candice, Kenny, Barry y Lectro. No obstante, ningún miembro más nos hacía compañía. Todos… todos habían abandonado el gremio para unirse a uno de los Cuatro Grandes… o eso quería creer. Espero… espero que algunos más se encuentren en el Castillo Índigo, o finalmente PBO habrá perdido las esperanzas.
— Huyan —les ordené. Sentí que la sangre corría por mi frente, debido a que una roca había dado de lleno conmigo cuando se derrumbó el suelo.
— No, Hikari —Zoey dio un paso hacia adelante.
Pero antes de reprocharles, la nube de polvo de los escombros se había disipado por el viento que produjeron las siluetas que nos rodearon.
— ¡Así que eres la Novata índigo…! —una chica sonriente y con una voz chillona me observó con curiosidad. Llevaba una capa plateada por detrás y púrpura por delante, y con el escudo de una piedra plateada que formaba una cruz en el centro: El Gremio Alma de Piedra. El nombre de la muchacha, si bien la recordaba en las mazmorras, era Fátima.
Otro sujeto apareció riendo macabramente, con un par de puños aurales púrpuras alrededor de sus nudillos. El tipo pelirrojo miró a cada miembro mío con sed de venganza.
— ¡Lo siento, pero se acabó la fiesta! — avisó Sixto.
Nívea, la sanadora de Alto Mando de gremio, hizo una mueca al ver la actitud de su compañero.
— No los subestimes, Sixto. O te pasará lo que con Satoshi.
— ¡Agh, cállate Nívea! ¡Me tomó desprevenido esa vez!
— Aún lo recuerdo —confesó otro sujeto de músculos voluminosos y mata color cielo. Llevaba en las manos un par de flechas de rocas. ¿Dónde estaba el arco con el que iba a lanzarlas? Ahora que lo recuerdo, aquel sujeto luchaba en las mazmorras lanzando las flechas con las manos. Era Marcial.
— ¡Silencio, Marcial! ¡Tú también te viste humillado con ese Mago Oscuro: Tobias! ¿Lo recuerdas?
— En teoría, los dos fuimos humillados por él.
— Ya, cállense —el último sujeto tenía una voz grave y llena de autoridad. Jamás lo había visto: Era un sujeto de inclusive músculos más anchos que los de Marcial, con la cabellera espesa larga hasta los hombros y castaña. Era un hombre con arrugas en las frentes y con una mirada hundida, mandíbula cuadrada y nariz torcida. Las ojeras en sus ojos delataban su edad adulta. Portaba una chaqueta color verde grisáceo que hacía juego con los pantalones del mismo color, rodeado por un cinturón oscuro que resaltaba junto con sus zapatos. En las pantorrillas llevaba una serie de vendas que se alargaban hasta donde el pantalón corto dejaba a la vista. El sujeto parecía estar molesto, pero esas cejas fruncidas eran las responsables de que así fuese su rostro.
Nadie le replicó a Valente. Como si aquel tuviera autoridad alguna, o fuese más poderoso que los otros, todos callaron y se prepararon para el combate. Asimismo, mis miembros también estaban listos.
Miré más allá, donde Haruka y compañía también estaban rodeados de sujetos de Alto Mando, así como Gold y parte de la UEO también lidiaban con más enemigos. No obstante, ninguna batalla comenzó. Nadie hizo siquiera el primer movimiento.
Absolutamente todos desviaron su atención hasta el titán que se había reincorporado. Satoshi lanzó varios escombros que los cubrían hacia cualquier lugar. Algunas rocas colosales cayeron sobre novatos que un intentaban escapar, acabando rápidamente con su vida.
[VIDEO 3] - Shingeki No Kyojin - Attack On Titan Fight Theme
El Pokemon colosal realizó un rugido que hizo que todos nos cubriéramos los oídos. La criatura se reincorporó, y comenzó a correr hacia la primera persona que vio: Yo.
— ¡Satoshi! —Nombré, pero no sé por qué lo hice. Aquel tipo estaba fuera de sí. No reconocía a amigo o enemigo. Satoshi estaba invadido por la rabia.
El Pokemon colosal extendió sus alas, pero no voló. Sin embargo, aquello hizo que los vientos corrieran a su favor y aumentara la velocidad de sus piernas ásperas. Sus ojos, dirigidos hacia mí, iban con sed de venganza. Sus pisadas causaban temblores inevitables, e intenté saltar para esquivarlo.
Satoshi dio de lleno conmigo con una embestida. Mi vida automáticamente bajó la mitad; la barra de mi vida se tornó amarillenta, pero estaba más atenta a saber adónde iba a terminar. Volteé en medio del impacto hacia atrás, y me di cuenta de que Satoshi me había mandado más allá del puente de torreones. Las campanas resonaban, el sol se escondía entre nubes anaranjadas y varios escombros caían a mitad de un puente roto por la pelea de los Cuatro Grandes contra Satoshi.
Resbalé por el suelo de mármol, pero no me detuve. Sentí que el suelo iba a acabar, cuando reaccioné y me sujeté de lo primero que estaba a mi alcance, que fue un pedazo de roca saliente a mitad del puente destruido. Mi cuerpo se balanceó en medio del aire; mis manos resbalaban y sentían el dolor al soportar mi peso completo. Intenté reincorporarme, pero no recordé que mi flecha había mandado a Steven a estrellarse sobre uno de los torreones hace unos momentos. El sujeto se dio cuenta de mi cercana presencia, y caminó lentamente hacia las orillas. Se sacudió el esmoquin blanco, miró hacia el vacío, donde yo podría caer si no me sujetaba con fuerza, y entonces la Piedra Oscura sonrió con desdén. Sin pensarlo, pisó mis dedos que se aferraban a las orillas.
Grité de dolor. Mi mano izquierda resbaló, pero la derecha siguió aferrándose a las esperanzas de seguir viva.
Debía hacer algo, o iba a caer. Necesitaba evitar que Steven pisara mi otra mano, o iba a caer y seguramente a morir. Ahora es cuando me arrepentía de no tener a ningún Pokemon volador.
Steven sonrió con más misterio.
— Me has ensuciado todo —confesó, con la sangre emanando de su oreja izquierda, donde mi flecha diamante había dado contra él— Y ahora estoy furioso.
Pero no hubo tiempo para más; una pokébola se deslizó sobre la palma de mi mano, apreté de su centro para que aumentara su tamaño original, y la lancé al aire. Empoleon salió en medio del aire, enfurecido y con una mirada asesina hacia Steven. Éste no tuvo tiempo para reaccionar: una oleada de agua potente dio de lleno contra su cuerpo, lanzándolo lejos de mi dirección. El gran Pokemon pingüino extendió su ala para ayudarme a no caer, y una vez reincorporada, me di cuenta de que Steven había desaparecido por el firmamento, cayendo hacia un vacío de nubes.
— Gracias, amigo —le sonreí.
La sonrisa no duró ni un segundo. En donde el puente comenzaba, aparecieron cinco siluetas lanzado miradas asesinas hacia mi posición. Agarré mi arco que colgaba en mi espalda, y preparé mi otra mano para cualquier movimiento inesperado.
Los miembros de Alto Mando del Gremio Esmeralda estaban ahí: Úrsula, Nando, Fausto, Delos y Gaia. Además, Drew también estaba con ellos. Todos ya estaban preparados para el ataque; el de cabellos esmeraldas aún estaba indeciso, pero no me importaba. Si estaban a punto de atacarme, debía de luchar con todo lo que tenía.
El rugido de Ash se hizo presente de nuevo. La gran criatura alzó sus alas y con una de ellas se deslizó torpemente por el suelo para atacar a cualquier jugador que se cruzara con su músculo volador. Noté a Kasumi saltar, así como varios del Alto Mando del gremio Escama de Dragón esquivar el ataque de Satoshi.
Él no esperó a que se reincorporaran: Lanzó una oleada de potentes llamas azules que cubrió la explanada donde aún había novatos paralizados por el miedo. Crystal y Silver intentaron detener su ataque. La primera, levantando el suelo para cubrirlos del fuego, y el segundo intentando absorber su fuego a través de su espada plateada. Sin embargo, no era suficiente: menos de diez novatos explotaron en pixeles.
El rugido se hizo mayor, hasta que noté al gremio Esmeralda cubrirse los oídos. Satoshi intentó volar con sus alas extendidas, pero parecía que aún no podía controlar del todo su nuevo cuerpo. Ni siquiera podía controlar la rabia que tenía dentro. El titán planeó por el aire, pero cayó cerca de los miembros de mi gremio y el de Steven; noté a varios de ellos apartarse de ahí, pero la pierna de Barry quedó atrapada en el cuerpo inmóvil de Satoshi.
— ¡Barry! —grité.
Sin embargo, el gremio Esmeralda no esperó más tiempo. Gaia lanzó un golpe aural que esquivé dando una voltereta en el aire. Poco después, Fausto ya estaba frente a mí, con su espada ardiente lanzando olas de calor; éstas se lanzaron sin duda alguna, pero desvié su espada torciendo su mano que sujetaba la empuñadura, y las ondas de calor se estrellaron al otro lado del puente, y varios escombros más cayeron en el manto de nubes debajo de la edificación. Empleon no esperó mi orden: el Pokemon embistió al del afro pelirrojo y lo mandó a volar, pero Delos ya venía corriendo junto con Úrsula y Nando para hacerme frente. La de cabellos escarlatas lanzó dos flechas simultáneas: las agarré y se las devolví a Nando, que venía con hechizos de luz en las manos. Éste salió disparado hacia donde Fausto había sido lanzado. Delos se enfureció por ello y aumentó su velocidad y lanzó una docena de golpes aurales que esquivaba con habilidad.
Arqué mi cintura y noté un golpe aural rozando mis mechones azules; las flechas de madera de Úrsula también me incomodaban, pero las esquivaba dando giros simultáneos en el aire; Gaia apareció a mis espaldas, y me sujetó de la capa índigo. Rompí el broche cobalto que la sujetaba, y me volteé para darle un puñetazo en el arrugado rostro que tenía. Seguido de ello, Drew con un semblante de preocupación, ya me estaba sujetando de las enredaderas que aparecieron alrededor de mis botas.
— ¡Ve, Pachirisu!
El Pokemon eléctrico lanzó un impactrueno que llegó hasta Drew. Las enredaderas se debilitaron y las rompí al levantar mis pies. Sin embargo, hábilmente recogí una de ellas mientras esquivaba una onda de calor que un Fausto reincorporado me había lanzado. Entonces, los seis me rodearon junto con mi Empoleon y Pachirisu. Sin embargo, ya había enredado la planta muerta sobre una de mis flechas diamantes. Apunté hacia un torreón donde resonaba una campana, y la flecha se clavó justo en el punto más alto de ésta. Me sujeté de la enredadera y la inercia de la flecha me alzó por los aires. Con ayuda de mis brazos, me balanceé en la enredadera y la solté cuando me empujé a mí misma y aterricé en el punto más alto del torreón. Mi Empoleon y Pachirisu habían imitado mis movimientos. Si hubiese tardado un segundo más, los seis ataques simultáneos de mis enemigos hubieran acabado con mi vida. Los seis miraron confundidos hacia mi localización, y se enfurecieron al creer que intentaba huir.
Cuando me decidí a contraatacar, noté otro rugido invadir el ambiente. Zoey estaba luchando contra Satoshi, y Barry finalmente se había liberado del peso de su cuerpo, aunque con la pierna inmóvil y sangrada. Satoshi agitó sus garras y dieron de lleno con la espalda de Lectro; la vida de mi miembro bajó considerablemente. Después, Satoshi realizó un potente lanzallamas que inundó a Kenny, y éste se vio afectado.
— Debo hacer algo… —me dije a mí misma.
Satoshi hizo de lado a mi gremio, y comenzó a atacar no sólo a los de Alto Mando de todos los gremios enemigos, sino a cualquier persona que le cruzara enfrente. Gold a su vez luchaba contra Tileo, uno de los de Alto Mando del Gremio Equilibrio, pero ambos al mismo tiempo esquivaban los lanzallamas que pasaban a sus costados. Ruby intentaba desquiciarse con Clair, pero a su vez se alejaban de las embestidas que el titán de quince metros realizaba.
Lo peor fue cuando notaba los pixeles de varios novatos paralizados. Crystal protegía a una niña que lloraba por su madre, pero intentaba sacar de su trance a varios novatos más que miraban la criatura con sumo horror. Trip también hacía lo mismo, intentando hacer reaccionar a varios novatos, pero la lucha contra Lirio, uno de los de Alto Mando, le impedía hacer sus labores morales con libertad.
Necesitaba hacer algo…
Necesitaba asesinar a Satoshi.
Antes de que me pusiera en marcha para realizar cualquier acción, Steven se alzó por los cielos con la ayuda de Cynthia. Él escalaba apoyándose en los hombros de la rubia, mientras ésta con sus propulsores de fuego ascendía cruzando y desvaneciendo los mantos anaranjados del cielo. Pensé que iban a atacarme, pero su objetivo era otro: Fueron directo hacia Satoshi. Lance y Diantha también resurgieron de entre los escombros que me habían aprisionado con anterioridad. Diantha se envolvió en su aura y Lance tenía su espada desenvainada.
Y si bien recordaba, los Rocket lo querían vivo. Los cuatro trataban de capturarlo a toda costa.
No lo iba a permitir: tenía que matarlo antes de que lo capturaran. Sólo así, Ash dejaría de causar destrozos y también podría escapar de las garras de los Rocket. Mataría dos pájaros de un tiro. El matarlo era la opción más factible.
Pero tenía un problema: Los seis sujetos que estaban abajo en el puente serían una distracción.
Tomaría ese riesgo.
— Empoleon…
Me monté en mi Pokemon de agua; Pachirisu hizo lo mismo y entonces la criatura acuática lanzó un proyectil de agua hacia la torre. Nos alzamos en el aire debido al impulso del agua. Aún tenía la enredadera en mi mano, y la jalé fuertemente. La enredadera entera se estiró y la flecha amarrada a ella se desprendió del torreón. Ésta voló por el aire hasta que mi mano dio con ella. La tensé sin pensarlo dos veces en mi arco y la lancé justo hacia el cuerpo gigante del Mega-Charizard X, o lo que fuese que estaba atacando a todo el mundo.
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Mientras tanto, la criatura ya estaba entretenida combatiendo contra los Cuatro Grandes. Sus rugidos eran molestos y lastimosos para los oídos, pero los cuatro enemigos más poderosos de PBO ni siquiera se molestaban por los rugidos.
Cynthia sonreía mientras danzaba al compás de lenguas de fuego que la rodeaban; acto seguido, esos látigos mortales se transformaban en lanzas que daban de lleno contra el gran torso de Satoshi. El Pokemon gritó de rabia, y poco después quiso ir hacia la rubia para vengarse. Sin embargo, Steven ya había lanzado una de sus flechas oscuras. La flecha dio en una de sus alas, y Satoshi se alzó por los aires para intentar apagar el fuego negro en vano. Pero los cuatro le siguieron sus pasos, sin siquiera dejarlo respirar. Diantha envolvió a los cuatro en un aura invencible, y en un abrir y cerrar de ojos, Lance se montó en Satoshi y trató de domarlo, lanzado gritos de euforia al aire. El Destello Eléctrico intentó zafarse forcejeando y aleteando como nunca, pero Lance se aferró a su cuello. Y poco después, su espada tenía cargada algo que me sorprendió: un hiperrayo estaba apuntando hacia el cráneo de Ash. No sé si aquello iba a matarlo, pero por lo menos podría dejarlo inconsciente.
La flecha de diamante junto con la liana, apuntaron a la espada de Lance. Su hiperrayo fue lanzado, pero el ataque se desvió hacia una isla colindante gracias a mi ataque, causando una explosión en la isla vecina y derrumbándola hacia el vacío. Lance soltó su espada, pero pudo recuperarla aventándose hacia el vacío. La flecha caía junto con él. Pachirisu, Empoleon y yo nos encontrábamos ya en el lomo de Satoshi. La fuerza de la flecha nos había mandado hacia allá. Pero todo pasó sumamente rápido: Pachirisu no duró ni un segundo en la espalda de la criatura, puesto que se aventó para recuperar la flecha que caía al lado de Lance. Cuando el pequeño Pokemon roedor avanzó rápido en el espacio, tocó la flecha y miró a Lance con felicidad.
El sujeto de cabellos escarlatas se confundió al ver al Pokemon caer consigo, pero éste lanzó un trueno que lo hizo quejarse un poco. Lance agarró su pierna, y yo jalé de la enredadera para que Pachirisu subiera de nuevo a mi nivel. El Pokemon subió, pero Lance también lo había hecho; éste esbozó una sonrisa cuando me vio a lomos de Satoshi, aunque mi Empoleon hizo lo mismo al verlo sin opción alguna para esquivar la Hidrobomba que le lanzó. Lance borró su sonrisa y se cubrió bajo su escudo. Eso no hizo que el sujeto saliera disparado hacia la nada y desapareciera por los mantos de nubes.
Cynthia gruñó cuando me vio, por lo que apareció a un costado de Satoshi, bajaba y volvía a ascender por otro costado, lanzado lengüetazos de fuego que mi Empoleon deshacía con chorros de agua.
Steven lanzó entonces una flecha: iba directo hacia mí. Tuve que bajarme de Satoshi: la flecha me seguía el rastro, pero tenía en mis manos aun la enredadera. Mientras descendía, noté que tanto la flecha oscura, así como los rastros de enredaderas, descendían de manera paralela una a la otra. No lo pensé más: me coloqué de espaldas en el vacío, mirando de frente a la flecha oscura que bajaba. Sujeté con fuerza y destreza la larga enredadera con ambas manos, e hice una técnica difícil pero útil: la enredadera comenzó a moverse hasta que se enredó con la flecha oscura.
— Lo tengo —susurré.
La enredadera empezó a incendiarse de fuego oscuro. La flecha diamante que sujetaba la planta también bajaba al compás de mi descenso. Sin embargo, bajé hasta ella planeando mi cuerpo en el aire, y cuando ésta estuvo en mis dominios, la lancé con ayuda de mi arco hacia un punto en específico… justo donde Satoshi iba a estar siete segundos después. La flecha de diamante dio contra su brazo, y la enredadera comenzó a viajar hacia allá. Sin embargo, la flecha oscura que estaba aprisionada en la planta, iba también hacia allá.
Di una hábil voltereta en el aire. La liana también bailó al compás de mi voltereta y de igual manera la flecha oscura. El fuego oscuro consumía la planta, pero ésta tuvo la suficiente fuerza para girar en torno a mí junto con la flecha oscura. Cuando el arma lanzada de Steven había tenido la suficiente fuerza giratoria, giré mis manos hábilmente para hacer que la enredadera soltara la flecha oscura. Ésta iba con tal fuerza girando a mi alrededor, que una vez que estuvo libre de las plantas, salió disparada hacia el punto que quería: Steven.
El arquero dilató las pupilas. El de mata plateada nunca pensó que su flecha fuese a dar con él. Inclusive… aún con el aura invencible, la flecha oscura actuaba en contra de cualquiera. Eso lo sabía; eso, me lo había mencionado León.
Diantha también se sorprendió por aquello, pero nadie pudo reaccionar a tiempo. Steven sabía que no iba a ser capaz de esquivar la flecha, así que su Metagross salió de la pokébola y recibió el impacto. El Pokemon de roca empezó a envolverse en llamas oscuras, hasta que desapareció en pixeles.
Por primera vez, había visto enfurecido a Steven Stone.
Mi persona había aterrizado de nuevo en el lomo de Ash, que volaba furiosamente a una Diantha que intentaba escapar. Pero poco a poco, Ash perdía velocidad, debido a que las llamas oscuras calcinaban una de sus alas. De un momento a otro, Satoshi empezó a descender bruscamente por el cielo. No me di cuenta de que habíamos volado tan alto, que la explanada y el puente parecían diminutos desde aquella altura. Poco a poco, el descenso iba incrementando hasta que la explanada y el puente denotaban a los jugadores y los escombros que había en ellos.
Salté junto con mi Empoleon y mi Pachirisu. Satoshi aterrizó bruscamente en la explanada, lo que convirtió a ésta en plenos pedazos destruidos de roca. Y por si pareciera increíble, la gran isla aún no se derrumbaba.
Noté que varios novatos se vieron involucradas en el choque estrepitoso de Satoshi, muriendo en el acto. Nadie que yo conocía había muerto, pero la mayoría estaban heridos. Brendan estaba débil, luchando contra dos miembros del Gremio Escama de Dragón, pero sabía que no iba a poder solo. Por su parte, un chico de cabellos castaños que poseía un Arcanine, también estaba siendo debilitado por miembros del gremio Equilibrio. Gold, Silver, Crystal y Trip también tenían dificultades. Barry, con la pierna inmóvil, intentaba luchar junto con Lectro y Candice. Haruka estaba huyendo de las garras del Dragonair de una chica de cabellos color cielo, Clair, mientras Kasumi luchaba puño a puño contra Dracéna, otra del Alto Mando del Escama de Dragón. Takeshi, daba lucha contra Skyla, una de los miembros del Gremio Equilibrio.
Sabía que iba a ser imposible el ganar ésta. Si no indicaba la retirada, habría muertos. Y no sólo asesinatos de novatos; los betas también estaban en peligro. Teníamos que ordenar la retirada, pero si lo hacía, Ash iba a ser capturado por los Cuatro Grandes.
A pesar de que yo aún podía luchar con todas mis fuerzas, me veía superada en número. Tenía que luchar, pero también tenía que velar por el bienestar de todos. Pero "todos", también incluía a Ash. No debía abandonarlo de esa manera. Tenía… tenía que asesinarlo para que Lance, Cynthia, Steve y Diantha no lo capturaran. ¿Por qué lo querían vivo? No lo sabía, pero eso no estaba a discusión. Cualquier cosa era mejor a que ellos lo tuvieran aprisionado.
Satoshi se reincorporó a pesar de su estrepitosa caída. El ala izquierda se la había arrancado del dolor que las llamas negras le causaban. La gran criatura ya no podía volar, pero aun así comenzó a correr para asesinar a quien sea.
— ¡Trip!
— ¡Ya sé! —me dijo el sujeto. Se envolvió en un aura rosada y lanzó dos golpes aurales que dieron en su torso. Satoshi se detuvo cuando los recibió, pero poco después siguió corriendo esta vez hacia Trip. Silver entonces le ayudó junto con el sujeto del Arcanine. Satoshi agarró a un novato que había reaccionado al estar cerca de él, pero lo partió en dos y éste explotó en pixeles.
Debíamos matarlo.
Necesitábamos impedir que siguiera en ese estado. Iba a causar más muertes.
Agarré mi arco con mayor fuerza. Noté que Trip había sido lanzado por un puño colosal de Satoshi. Ni siquiera él podía hacerle frente… sólo los Cuatro Grandes, que ni se habían atrevido siquiera a desatar todo su poder contra la criatura.
Necesitaba matarlo.
La muerte súbita de Pachirisu me hizo salir de mis pensamientos. Steven la había asesinado con una flecha oscura que la envolvió en llamas. El sujeto ya estaba a mis espaldas, al igual que Diantha, Cynthia y Lance montado en su Dragonite Shiny.
— Eres una maldita molesta —Confesó Cynthia, aumentando el volumen del fuego en sus puños.
En ese momento, supe que su prioridad sería yo antes de capturar a Satoshi. Los cuatro iban a atacarme; el gremio Esmeralda entonces se colocó enfrente. Su líder, Cynthia, no mencionó nada, mas se limitó a sonreír. Ella me quería muerta, y el que no le dijera nada a su propio gremio me indicaba que ellos también iban a atacar.
Diez contra mí. Esto no era nada bueno.
Sentí un golpe proveniente de Delos. Empoleon me cubrió con otra Hidrobomba, pero una flecha de Úrsula ya venía hacia mí. La desvié lanzando una de mis armas hechas de diamante, y la desvié justo en la dirección de Drew, que intentaba sujetarme con sus plantas; éste salió disparado. Cynthia llegó hacia mí lanzado tres patadas simultáneas que llevaban fuego abrazador. Arqué mi espalda para esquivarlas, y me deslicé por el suelo con una pierna extendida para que la rubia cayera; sin embargo, ella saltó y realizó una voltereta en el aire para que sus piernas estuvieran de frente a mí y dieran de lleno con mi rostro.
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Sus tacones golpearon mi vientre. Dragonite lanzó un hiperrayo que esquivé aventándome hacia el suelo, pero mi Empoleon no tuvo la misma suerte y murió en el acto.
Estaba en desventaja. Quería recordar los consejos que León me había dado, pero un puñetazo de lleno en mi rostro me había impedido pensar en ellos. El puño, por parte de Diantha, me dejó anonadada durante unos segundos. Vi varios colores cuando cerré los ojos, producto de los puños siguientes que la sanadora me propinaba.
Satoshi rugió otra vez. Oí cómo corría hacia mi posición con suma furia. Trip y compañía no pudieron con él, y ahora venía hacia nosotros. Los demás sintieron las pisadas que producían los temblores. Alzó el vuelo con la única ala que le quedaba, pero al momento de despegar, aterrizó bruscamente y siguió corriendo molesto. Corría como un humano, y tenía la rabia de una bestia. Sus colmillos se entreveían en un hocico rabioso; sus ojos, cobaltos y fosforescentes como el fuego.
Embistió a todo el gremio Esmeralda exceptuando su líder. Estos salieron disparados hacia cualquier lugar, mas no murieron. Satoshi miró a Cynthia poco después, y envolvió a la mujer con un lanzallamas potente. Ésta se cubrió con una esfera de su propio fuego, para protegerse de la oleada.
Lance, Steven y Diantha también se vieron afectados por el ataque, mas Diantha aún conservaba en todos el aura invencible. Por mi parte, el lanzallamas me incendió el brazo y bajó mucho mi vida. Grité de dolor.
— Yo me encargo de ella —avisó Diantha cuando el lanzallamas acabó. Ustedes captúrenlo.
Lance sonrió de placer. Su Dragonite surgió los aires y junto con él comenzaron a lanzar varios hiperrayos que afectaron a Satoshi y lo hacían enfurecer. La criatura saltó y agarró hábilmente una de las patas del dragón oscuro, y lo azotó contra el suelo. Lance cayó soltando su escudo, a lo que Steven lo defendió con varias flechas oscuras que Satoshi desvió con un lanzallamas. Éstas volvieron aun así y dieron de lleno con su brazo. Ash envolvió el ambiente en un grito ensordecedor. En ese momento, Cynthia supo que iba a ser el punto exacto donde tenían que capturarlo.
Satoshi se arrancó el brazo con su propia mandíbula. La sangre salió a chorros, pero Cynthia llegó pronto para propinarle una onda de fuego que lo mandó hacia los escombros de la explanada donde los miembros de los gremios enemigos y los que intentaban defender a Ash estaban peleando.
Mientras tanto, Diantha me lanzó una mirada gélida.
Intenté pararme, pero el olor a chamuscado en mi brazo me hacía perder velocidad. La sanadora sonrió y me introdujo un rodillazo en mi vientre. Luego, me golpeó el rostro dos veces más, y agarró mi arco para lanzarlo lejos de mi vista.
Retrocedí en el suelo, con mi vista apenas divisando su rostro. Los golpes me estaban dejando inconsciente. No me di cuenta cuando mi vida permanecía en un 10%; aquello tendría que haber sido producto el lanzallamas de Satoshi. La muchacha me golpeó de nuevo.
5%.
Diantha rio a verme de aquella manera. Estaba asustada por primera vez en mi vida. Asustada de morir.
— ¡Qué gran actuación! ¡Lástima que todos los novatos han huido para ver el acto final!
Me pisó con fuerza el codo que había recibido el daño de las llamas. Grité con mayor fuerza.
4%
La sanadora reía sin parar, mientras yo retrocedía hasta que me topé con una montaña de escombros que me dejó sin salida.
— ¡DAMAS Y CABALLEROS…! —Diantha gritó. Zoey, que estaba a unos metros cerca de nosotros, fue la única que pudo presenciar el grito.
La mujer pisó mi muslo y sentí el quebrar de un hueso. Las lágrimas de dolor salieron de mi rostro. Iba a morir…
3%
— ...!PREPÁRENSE PARA EL ACTO FINAL DE LA NOVATA ÍNDIGO! ¡LA GRANDIOSA Y LEGENDARIA NOVATA ÍNDIGO!
Zoey gritó mi nombre. Sentí otra punzada, ésta vez en la otra pierna. Mi rodilla se había roto.
2%.
— ¡Hikari! —Zoey hizo de lado a quien sea que fuese su oponente. Esquivó escombros, ataques tanto de jugadores como de Pokemon. La chica venía a mi rescate. Una luz roja salió de su pokébola, materializándose en un Glameow. Ambas venían hacia Diantha con furia.
— ¡EL ACTO QUE TERMINARÁ CON LA OBRA! ¡EL ACTO QUE DARÁ FIN A UNA INSPIRACIÓN HACIA LOS NOVATOS! ¡LA NOVATA ÍNDIGO…!
Y noté un dolor punzante en mi única extremidad sana: mi brazo izquierdo. La pierna de Diantha me había pisado el codo de una manera tan brusca, que noté los ligamentos del brazo crujir. Estaba sin extremidad que me pudiera defender; estaba inmóvil. La sangre me hervía dentro y me corría por fuera, cayendo por mi rostro.
1%
— ¡Hikari! —Zoey estaba cerca. Glameow preparó una Hipnosis que podría impedir a Diantha realizar un movimiento final.
La Sanadora Celestial levantó una flecha del carcaj que se había desprendido de mi espalda. La flecha de diamante irradiaba un brillo. Ella iba a lanzármela hacia mi sien. No había duda. Iba a morir. Iba a morir.
— ¡No, Hikari!
—… ¡LA NOVATA ÍNDIGO, POR FIN SE DESPEDIRÁ EN UN ÚLTIMO ACTO!
Zoey corrió con todo. Glameow lanzó la Hipnosis.
Pero algo impidió que Zoey el ataque de su felino llegaran hacia Diantha.
Paul había lanzado un golpe aural de color celestial que mandó a volar tanto a jugador como a Pokemon. Paul había arribado finalmente a la batalla. Él se mantenía serio, con su puño caliente debido al golpe aural que había acertado en Zoey y su Pokemon.
No…
No…
Iba a morir.
La flecha se lanzó.
Quería que alguien me salvara, pero todos estaban ocupados batallando o reteniendo a Satoshi. Peor aún: Satoshi iba a ser capturado por Cynthia, Steven y Lance. No podía moverme; el dolor en mis extremidades me carcomía la mente; me quedaba 1% de vida, y lo único que vería sería la sonrisa placentera de Diantha. No…
¡NO!
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Yo había muerto.
La Novata Índigo había sido asesinada por la Sanadora Celestial.
Oí los gritos de Zoey, y el explotar de los pixeles.
Había muerto.
La Novata Índigo había desaparecido.
O eso… eso era lo que había creído. Esos pensamientos eran los que pasaban por mi cabeza los segundos que transcurrieron. Esos pensamientos invadieron mi mente, pero aun no sentía el explotar de los pixeles. Mis ojos estaban cerrados, pero aún no sentía la flecha dar contra mi cráneo. ¿Qué pasaba? ¿Por qué no moría de una buena vez? ¿Por qué no terminaba conmigo?
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Abrí los ojos. A un lado, en una montaña más de escombros, el polvo se había presentado, mientras que las rocas de esa misma montaña caían poco a poco debido a que algo se había introducido bruscamente ahí. Diantha salió con sangre en la sien debido al golpe contra las rocas, pero también había salido atónita porque algo se había encajado sobre su hombro y la había mandado a donde se encontraba.
La sanadora se desprendió un hilo demora; un fuerte y tieso hilo demora que había servido como flecha. ¿Qué diablos era aquello? ¿Qué clase tan extraña de flecha como aguja había impactado sobre Diantha? No… esa no era la cuestión. La pregunta era: ¿Quién la había lanzado?
Diantha miró hacia el mismo lugar a donde yo dirigí mi vista.
El astro rey comenzaba a alzarse por el horizonte del puente destruido. Del otro lado, los torreones seguían sonando sus campanas, pero todo estaba quieto. Todo se había detenido en ese instante. Todos miraban las siluetas de seis personas que se mantenían quietas y misteriosas sobre el otro lado del puente.
Las campanas resonaban, pero parecía que el ondear de las capas color brillante de los jugadores misteriosos producía un sonido más llamativo.
Las seis siluetas yacían inmóviles, con las capuchas puestas, y una de ellas había estado con el arco firme, significando que había lanzado la mencionada flecha de hilos demora.
— ¿Qué…? — Diantha se extrañó. Cynthia, Steven y Lance también lo habían hecho, y en un acto de descuido, Satoshi los mandó a volar con unos puños potentes, aunque nadie se dio cuenta de eso.
Todos… Absolutamente todos tenían los ojos puestos en las seis sombras que el astro rey vislumbraba. Los sujetos de las seis capas de un color dorado como las mismas campanas resonantes, estaban inmóviles, a espera de las órdenes de la silueta que estaba en el centro.
Y el único sonido era el de sus capas. Sus ventosas y onduladas túnicas doradas.
El jugador del centro alzó el brazo hacia el frente.
Las cinco restantes desaparecieron en un santiamén.
Pensé que iban a atacar a Diantha, pero no fue así. El sonido de sus capas pasó como la velocidad del sonido hacia Satoshi. La criatura empezó a rugir debido a que los cinco destellos dorados empezaron a aprisionarlo con los hilos demora de la arquera.
— ¡Wohooo! —gritó una de ellas. Su capucha se descubrió: era una rubia con casco y patines.
Otra, que era la arquera que había lanzado las flechas de hilos demora, seguía lanzando el material como si éste no tuviese fin, y sus compañeros agarraban el hilo y rodeaban a Satoshi.
Un sujeto regordete, un hombre de tez oscura, la rubia en patines, una chica de tez morena y ojos zafiro, y la arquera rubia que causaba todo el alboroto, mientras tomaba fotografías de Satoshi con una cámara, comenzaban a aprisionarlo, que se veía envuelto en un manto de hilos demora.
— Malditos bastar…— Diantha articuló, pero no le dio tiempo.
En un abrir y cerrar de ojos, la última silueta dorada, que yacía al otro lado del puente, apareció frente a Diantha y le propinó un golpe en la mandíbula. La Sanadora Celestial salió disparada hacia el puente destruido, donde resbaló por el suelo hasta intentar parar en el camino antes de que cayera en donde el puente estaba partido a la mitad.
Diantha se reincorporó más rápido de lo que creí. La mujer vio a la silueta de capa dorada, que ya estaba situada a inicios del puente.
Las campanas resonaban.
El aura invencible de Diantha desapareció. La mujer se extrañó por ello, pero a la silueta encapuchada no le importó. Corrió hacia ella a una velocidad inigualable y le dio un golpe a la sanadora en el vientre, que la mandó hacia el suelo y éste se agrietó por completo. La intensidad del golpe fue tal, que las campanas resonaron con más fuerza.
— ¡Ayuda!
Steven, Cynthia y Lance ya se encontraban ahí. Diantha había estado impresionada no por el golpe, sino porque su aura invencible no servía por alguna extraña razón.
Sin esperar demasiado, Cynthia chasqueó la boca al ver que aquel jugador no era rival para ellos.
No obstante, la silueta se descubrió la capucha: Tenía un yelmo extraño color dorado; brillaba más que el propio sol.
Los cuatro no esperaron a más. Comenzaron a atacarla a puño limpio, patada y demás artes marciales que se sacaran bajo la manga.
Y lo increíble de todo, es que el sujeto de armadura dorada esquivaba cada uno de los golpes. Danzaba al compás de ellos, disfrutaba el hacerlo. Era un destello que hacía parecer a los Cuatro Grandes como si estos fueron menos que él. Como si ese jugador de armadura dorada jugara con ellos. Todo lo hacía ver tan fácil.
Las campanas volvían a resonar.
Y en un súbito ataque, el sujeto lanzó tres patadas simultáneas. Las tres, yendo hacia un vientre diferente que mandó a estrellar a Lance, Steven y Cynthia hacia un distinto torreón que empezó a colisionar. Ni siquiera sus siluetas permanecieron en la colisión; éstas siguieron hasta perderse de vista. Sin duda alguna, aquel jugador era distinto.
Diantha se impresionó por el poder del sujeto. Sin embargo, éste no tuvo piedad: golpeó con un rodillazo de metal dorado a Diantha, que se elevó por los aires.
Y ahí, la silueta sacó una espada.
No era una espada común y corriente.
El cuerpo de Diantha se veía envuelto en lenguas de fuego dorado.
— ¡Mi aura! ¡¿Qué diablos?!
Diantha intentaba activar de nuevo su aura invencible, pero seguía recibiendo los espadazos de fuego ardiente, ascendiendo sobre el espacio. Diez espadazos por segundo; su vida iba bajando… Diantha estaba crítica. Los ojos miraron con desprecio a Diantha, dando un último golpe abrazador de fuego.
La silueta de la Sanadora Celestial aterrizó sobre el puente, destruyéndolo por completo, mientras los pixeles la envolvían.
Las campanas resonaban mientras el puente y los torreones colisionaban.
Era como un ángel mandado por el mismo astro rey.
¿Quién era? ¿Qué era aquel sujeto?
Antes de darme cuenta, el espadachín aterrizó a un lado, poniéndose frente a mí para protegerme. Destellos de oro se produjeron cuando se quitó el yelmo parecido a la cabeza de un fénix.
Pero no era un él. Era ella.
La chica de cabellos color miel cortos hasta los hombros y ojos color cascada. La que había vencido a Diantha sin problema alguno; la que jugó con los Cuatro Grandes como si no fuesen nada.
Era ella.
— Tranquila —mencionó— No tienes nada que temer ahora, Hikari.
Era ella.
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Serena.
Próximo capítulo: Homenaje
Lo han esperado por tanto tiempo. Tantos meses sin ella. Finalmente está aquí. De tipa molesta, chillona y miedosa a la más badass de PBO y del puto mundo. QUé digo mundo. Universo.
Comenten qué les pareció esto, no les cuesta ni cinco minutos. En cambio a mí me cuesta meses y unas siete horas el maldito fucking capítulo. CARAJO, QUE HYPEOOO. Gracias. Nos leemos la próxima, maldita sea. Estoy enrabiado de epicosidad (?)
