Hola, sé que es algo tarde. Lo que pasa es que ayer llegué muy cansado y ya no pude actualizar. Pero bueno, un día más tarde no afecta.
Cutesaralisa: Pues prácticamente ya lo hizo xD
marth de andromeda: A mí también, jajaja. xD
DanyElClown: Gracias por el review, y no he visto Tokyo Ghoul, pero he oído de las cosas que sufre el protagonista u.u
JorgeElFenix: Gracias, espero que disfrutes de esta historia. Saludos.
Guest1: #LaReinaDeKalosLlegó
Ryd3r: Gracias por crear el trendic topic xD #LaReinaDeKalosLlegó
AuraShock 097: Gracias por el rewiew, y lamento si esperaste el viernes con ansias, porque todo fue en vano. Un día más no te habrá desesperado. xD
GabyCM: Yo tampoco me esperé la meurte de Citron, jaaja (sí claro). Y lamento si te confundí como mujer el review anterior, pero es que tienes el nombre de "Gaby" y luego tu avatar es de Delia xD, así que deduje que podrías ser una fémina.
Eiishi: #LaReinaDeKalosLlegó
prietar: Ya se verá qué habrá pasado con Serena. xD
RedDelphox: Muchas gracias :) Y no creo que deba decir esto, pero las cosas que esperas son algo lógicas, así que no hay de qué preocuparse. LOL Y el arco de Serena... lo leerás ¿Cuándo? No lo sé.
Caoba36: Quién sabe. LOL
Kuroi to Tamashi: Bastó con ver imágenes del anime que dijiste y la palabra "Yaoi", mas sangre y un tipo tirado en el suelo para que me traumara sin siquiera ver nada más.
Daster: xD
Elektrotrek: Gracias. Saludos :)
Red-sensei: SERENA *.* #LaReinaDeKalosLlegó
Guest2: Muchas gracias por darme una oportunidad y no abandonar el fic :3 Juro que la cuarta temporada estoy haciendo todo lo posible por no poner cosas repetitivas. LOL
baraka108: Jajaja, que alisten todos sus malditos ovarios que Serena llegó.
Ok, sin nada más que agregar los dejo con el capítulo. Y una cosa más que decir: #LaReinaDeKalosLlegó
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Capítulo 83
Homenaje
Serena
Ash forcejeaba. Mis miembros ya lo tenían rodeado completamente del resistente hilo demora. Sólo así, podríamos tranquilizarlo y asesinarlo fácilmente. Sólo con los hilos demora, justo como recordaba que nos habían enseñado.
El viento chocó contra mis mejillas; mi rostro estaba cálido por la batalla. Volteé hacia Hikari, y ésta seguía sorprendida. Saqué de mi inventario un cristal de regeneración y lo estrujé sobre su cuerpo maltratado. Los segundos siguientes, Dawn comenzó a mover poco a poco sus extremidades, y su barra de vida estaba totalmente llena.
— Gracias —me agradeció, pero siguió mirando el ambiente con preocupación, sabiendo que todavía esto no terminaba.
Abrí nuevamente el menú de mi juego, y saqué un escudo. El escudo era dorado, forjado de oro, circular y con adornos diamantes en el centro. El centro tenía un inscrito muy peculiar que llamó la atención de la Novata Índigo.
— Serena... —me nombró—…¿es tu gremio?
El dibujo era una piedra extraña. Una piedra circular de colores arcoíris donde en el centro de ésta había un dibujo parecido al ADN humano.
— No hay tiempo para charlas, Hikari —le confesé— Quiero que escuches atentamente… —en ese momento, noté que Cynthia resurgía de entre las cenizas de los escombros, así como Lance lanzaba unas rocas desde su posición en señal de furia, y Steven sumergía de entre montañas escombrosas, con los atuendos grises debido al polvo—…Mi escuadrón y yo asesinaremos a Satoshi. Mientras tanto, quiero que tú distraigas a uno de estos tipos.
La peli-azul estaba perpleja.
En ese momento, Kasumi y Haruka aparecieron a un costado nuestro. Las dos chicas estaban impresionadas por mi aparición, pero como había mencionado antes: No había tiempo para momentos nostálgicos ni emocionales.
— ¡Sere…! —Kasumi esbozó una sonrisa.
— Kasumi, Haruka. Necesito de su ayuda —mi actitud determinante sorprendió tanto a la pelirroja como a la de orbes zafiro— Necesito que distraigan a uno de los líderes de los gremios.
Haruka se vio sorprendida por aquello.
— Pero… —quería replicar la Maga Esmeralda.
— Sé que podrás hacerlo, Haruka —le confesé. Me aferré más al escudo y a la espada de fuego dorado que estaba en torno a mi guantelete dorado. El fuego resplandecía tanto como el astro rey— ¿Podrán hacerlo? ¿Podrán salvar a todas las personas que están aquí? ¿Podrán salvar a Satoshi? Si creen que no lo lograrán, ni al menos distraerlos un minuto, díganlo de una vez para pensar en otro plan.
Mis palabras las dejaron anonadadas. Kasumi titubeó durante unos instantes, y Haruka se quedó confundida por lo que acaba de decir.
— Se nos acaba el tiempo… —les mencioné. Cynthia ya venía hacia mí con sus propulsores a máxima potencia. La rubia estaba enfurecida como nunca.
— Yo… —Haruka dudaba.
— ¡Decidan, rápido! —Cynthia venía a una velocidad increíble.
— ¡Lo haremos! —confesaron las dos al unísono.
Sonreí.
Corrí hacia adelante, para ir con mi gremio. Mientras tanto, Cynthia intentaba desviar su dirección para atacarme, pero la Novata Índigo había lanzado una flecha diamante a la rubia. Ésta desintegró la flecha con la mano izquierda envuelta en fuego. Su mirada era sombría y sus mechones empapados de sangre y polvo, envolvían su semblante de intimidación y locura.
— ¡BASTARDA!
Cynthia fue hacia Hikari.
Lance no esperó tampoco: Iba hacia mí con un Dragonite Shiny furioso. La velocidad rompía contra ambos cuerpos produciendo un silbido misterioso y ensordecedor. Sin embargo, la Novata Dragón llegó hasta el sujeto con un golpe que dio justo en el cráneo del Pokemon Shiny. El Pokemon se enterró en los escombros y su velocidad se detuvo por completo al sentir el puño anaranjado de Kasumi.
Steven, por su parte, sujetó su arco con fuerza, y notó cómo toda la suciedad estaba envuelta en su traje blanco. El de mata plateada frunció el ceño y me dedicó una mirada con desdén.
— Pagarás por esto —su voz era fría.
Apuntó hacia mí con su arco oscuro, mientras me encaminaba hacia donde Satoshi. La flecha oscura estaba a punto de ser lanzada; no obstante, un hechizo de luz desvió la flecha y ésta fue lanzada hacia las rocas, que se inundaron de llamas oscuras.
May estaba a unos cuantos metros delante de él, lista para el combate.
Llegué con mi gremio. Satoshi ya no podía mover casi ninguna extremidad debido a la cantidad infinita de hilos demora que lo aprisionaban. Mis cinco compañeros iban y venían por todos lados, danzando al compás de los forcejeos del titán de quince metros.
— ¡Oh, Serena! —se alegró Shauna.
La chica de baja estatura, cabellos voluminosos y castaños recogidos en dos mechones largos, ojos zafiro, tez morena y radiante sonrisa, se detuvo a un costado de Satoshi, como si éste no representara una amenaza. Mi compañera llevaba su capa dorada ondeando contra el viento; sus ropajes consistían en una blusa rosada adornada de moños negros a lo largo de su vestimenta; unos pantalones azules cortos le cubrían las cinturas, adornadas también de pedazos rotos de algodón negros amarrados en torno a los límites de sus muslos. Una pulsera del mismo color estaba en torno a su muñeca, y un par sandalias alargadas que llegaban un poco más debajo de sus rodillas, hacían juego con su blusa ajustada.
— ¡Escucha, quiero que una vez que asesinemos a Satoshi, te lleves a ese grupo de allá! —mis gritos apenas eran escuchados debido a los rugidos ensordecedores de Ash. La chica morena notó a Gold, Crystal, Silver, Trip y Brendan, que luchaba contra los de Alto Mando del gremio Escama de Dragón.
— ¡De acuerdo!
— ¡¿Qué hay de mí?! —mencionó una chica que pasó a una velocidad impresionante a mi costado. Ella iba y venía a la velocidad de los patines blanquecinos y ruedas rojas que portaba como botas. Su casco de protección y de ambos colores también hacía juego con su equipamiento. Era una chica de tez pálida como la nieve, con dos mechones alargados cayendo por sus costados, mientras una espesa y voluminosa coleta rubia caía y se ondulaba por detrás de su casco. Sus ojos eran los más cristalinos que había visto desde un principio y tenía un semblante enfurecido de adrenalina, puesto que adoraba el correr con patines todo el tiempo. Portaba unas mallas negras ajustadas y un chaleco de colores blancos y rojos; lo más misterioso era el pequeño brillo color arcoíris que llevaba en uno de sus guantes que combinaban con sus atuendos.
— ¡Quiero que tú, Korrina, te lleves al gremio de Hikari!
— ¡De acuerdo! —asintió mientras saltaba hábilmente los escombros y giraba con sus patines desprendiendo polvo del suelo. Poco después, saltó para que el hilo pasara por encima del Pokehumano.
— ¡Tú, Tierno, llevarás a esos tres chicos de atuendos elegantes y a Takeshi, el de ojos de rendija!
— ¿Ojos de rendija? ¡Já! ¡De acuerdo! —el chico junto sus manos mientras se paraba sobre un pie. No sé si estaba bailando o esquivando algo, pero ya me había acostumbrado a sus movimientos extraños. Era un chico regordete, con mejillas anchas y una sonrisa carismática. Tenía el cabello azabache corto con un mechón desarreglado en su nuca, y sus mejillas y los alrededores de ésta carecían del cabello largo. Portaba una camisa grande y negra, con un Vanillite azul impregando en su vestimenta. Llevaba unas bermudas anaranjadas y unas zapatillas deportivas de color negro.
— ¡Tú, Grant, llevarás a ese grupo de allá! —le señalé al sujeto castaño del Growlithe, que luchaba junto con una rubia de sombrero de paja y una muchacha de cabellos sedosos y castaños. Asimismo, también estaba un trío (un hombre de cabellos azules, una mujer de mata alargada, curveada y escarlata, y un Meotwh) que observaba el ambiente en un estado de pánico.
— ¡Cómo digas! —dijo en un tono frío. Noté que el sujeto descendía por los aires, hasta posar sobre una montaña de rocas donde enterró sus manos ásperas. Era un sujeto de tez oscura y ojos grisáceos. Su mata enchinada y corta llevaba los adornos de tres apliques, cada uno de los colores primarios. Usaba un atuendo negro ajustado que cubría sus mangas y torso. Sus pantalones grisáceos eran flojos para que sus piernas se movieran con libertad a la hora de escalar; usaba unas zapatillas deportivas que aguantaban los muros rocosos. En su cuello llevaba un arnés rojo que siempre utilizaba junto con su cinturón de seguridad cuando él escalaba a grandes alturas, aunque la mayoría de las veces nunca lo utilizaba. Era el sujeto más apasionado por el alpinismo que había conocido en mi vida.
— ¡Oh, qué fotos más increíbles! ¡Esto se lo enseñaré al jefe, sin duda! —la última era la dueña del hilo demora. Seguía tomando fotografías al Pokehumano al mismo tiempo que lo envolvía con el material resistente. La mujer era rubia, de cabello recogido en un broche mientras dos mechones caían por sus costados, con los orbes más esmeraldas y oscuros que había visto jamás. Llevaba una musculosa blanca ajustada que dejaba entrever parte de su torso. Su pantalón color azul verdoso tenía grandes bolsillos por todos lados, y sus botas tenían detalles en los cordones del mismo color que su pantalón. Siempre llevaba consigo una cámara, y era bastante apasionada a las fotografías, sobre todo a las fotos donde aparecían los Pokemon de tipo insecto.
— ¡Viola, tú me ayudarás a retener a Satoshi! ¡Una vez que lo asesinamos, nos vamos junto con ellas tres!
— ¡Un momento! —Tenía el momento perfecto y el ángulo ideal para tomar una fotografía del enfurecido Pokehumano— ¡Excelente, esta foto va para la galería! ¿Qué decías, Serena? ¡Oh, sí! ¿Ellas tres? ¿Quiénes?
Pero no hubo necesidad de señalarlas.
Ellas estaban batallando con todo lo que tenían.
— Ya veo —Viola sonrió y emitió una risa. Ash rugió frente a ella, y los cabellos de Viola se desarreglaron al sentir su brusco aliento, pero al parecer a ella no le importaba en lo más mínimo— Bueno, ¿y qué esperas, Serena? No tenemos todo el día. Además, ya tomé las fotos suficientes.
— Muy bien. Chicos, saquen su cristal de teletransportación —cada uno, sacó un cristal de diferente color, pero todos tenía la forma romboide en común.
Shauna, Korrina, Tierno y Grant desaparecieron de ahí. Satoshi ya estaba completamente rodeado de hilos demora, mientras Viola seguía danzando alrededor de él invadiéndolo de más hilos que sacaba inexplicablemente bajo su manga.
Mientras tanto, Hikari luchaba contra Cynthia con todo su potencial. La rubia lanzaba puños bruscos de fuego, y realizaba volteretas para trazar con sus piernas lengüetazos de fuego inminentes. No obstante, Hikari, recuperada al máximo, esquivaba todo deslizándose por los escombros, retrocediendo, arqueando su cintura, desviando los ataques de Cynthia con sus brazos. Todo lo que la Novata Índigo hacía era sorpresivo. Cynthia estaba realmente furiosa, pero Hikari era la más furiosa de todas, debido a la muerte de aquel rubio perteneciente a la UEO.
— Pagarás, hija de perra —Cynthia le maldecía a Dawn.
Hikari finalmente tomó el arco diamante de su espalda. Sacó una flecha del carcaj, pero no la tensó sobre su arco. En su lugar, esperó a que Cynthia realizara otra de sus sorprendentes movimientos sobre el aire. Cuando la rubia giró sobre su propio eje en el espacio, mientras cantidades industriales de fuego eran expulsadas de sus dos tacones negros, fue ahí donde Dawn se deslizó sobre las rocas para evitar el ataque. Hikari se encontró sobre Cynthia, que aún no se daba cuenta de que estaba debajo de ella. Y ahí tensó el arco: Hikari soltó la flecha, ésta pegó justo en el centro de la columna de la rubia, y las pupilas grisáceas de la enemiga se dilataron por primera vez en mucho tiempo; de un momento a otro, Cynthia desapareció ascendiendo sobre el cielo.
— ¡Buneary!
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El Pokemon conejo de Hikari apareció. Éste apoyó las dos botas de cuero de la Novata Índigo sobre sus dos orejas, y acumuló una potencia increíble para después lanzarla hacia donde Cynthia iba ascendiendo. La Novata rompía el viento contra su rostro, y cuando estuvo al nivel de Cynthia, ésta apenas intentaba reincorporarse.
— Tú serás la que pagarás, perra —bastó con un puño bien insertado en el rostro de Cynthia por parte de Hikari. La silueta de la rubia esta vez salió disparada hacia abajo, hasta que la enemiga desapareció por el manto de nubes.
Kasumi, por su parte, luchaba puño a puño contra Lance. Éste se había reincorporado después del sorpresivo ataque de la pelirroja. Una vez que estuvo frente a frente con ella, luchó contra Kasumi con ansias.
— Traidora de mierda —Lance sonrió, mientras Kasumi esquivaba sus guanteletes escarlatas. Los mechones de Lance cubrían su frente.
Dragonite finalmente se alzó. Miró a Kasumi con gran rabia, y fue cuando Togepi salió inesperadamente. Bastó con un segundo para que el inocente Pokemon alegre y carismático, usara Metrónomo y el ambiente explotara en pedazos.
Kasumi se apartó antes de la explosión, al igual que Lance. En cambio, Dragonite sorpresivamente había muerto envuelto en el ataque de Togepi. Kasumi sonrió por ello, pero Lance finalmente esgrimió su espada, furioso porque un Pokemon de tal tamaño venciera a su Pokemon domador.
Lance lanzó varios espadazos que Kasumi esquivaba y a veces detenía con los puños. Sin embargo, en un momento inesperado, Lance lanzó los mortales hiperrayos. Kasumi dio volteretas en el aire para esquivar la punta de su espada, donde los hiperrayos amenazaban ferozmente a quien sea que estuviera alrededor de su rango.
Y en un momento sorpresivo, Kasumi no golpeó a Lance cuando se escabulló a sus espaldas. En cambio, tomó el brazo izquierdo del sujeto, que se aferraba a la Escama de Dragón. Inteligentemente, Misty torció el antebrazo de Lance y éste soltó la espada instintivamente. Kasumi la lanzó con el pie lo más lejos de su alcance; sin embargo, Lance aún tenía su gran Hueso de Dragón en la otra mano. Lo clavó en el suelo de escombros, y lo pisó con furia. El pisotón hizo que el escudo saliera disparado, y golpeó a Kasumi en las piernas. Pero mientras ella iba cayendo, lanzó dos golpes aurales que Lance no pudo esquivar, mandándolo hacia un lugar que ella misma no pudo ver, puesto que la chica cayó de espaldas y resbaló por una montaña de escombros, hasta que se golpeó en la cabeza y quedó fuera de sí durante unos momentos.
Haruka estaba frente a Steven Stone. Éste tenía el ceño fruncido, y apuntó esta vez hacia la Maga Esmeralda.
— No dejaré que lo hagas —May se colocó en posición de batalla.
La muchacha lanzó un hechizo de luz que Steven soportó, mas no bajó la guardia. May entonces lo invadió de hechizos de fuego, agua, luz, tierra. Todo era en vano: Steven reía al ver la debilidad de la maga.
— No creo que sea justo el utilizar mi arco contra ti —confesó. La Piedra Oscura se colocó de nuevo su arco sobre la espalda, y entonces se acercó hacia May con velocidad, deslizándose sobre el suelo esquivando sus hechizos, sin importarle que se ensuciaran sus atuendos. Cuando estuvo frente a la maga, la sujetó del corpiño y la levantó sobre el aire.
Me detuve; Viola también lo hizo. Noté que Brendan también se había detenido al presentir que Haruka estaba en peligro.
— ¡May! —oí el grito del Arquero Estratega.
Los tres estábamos atónitos. Incluso Hikari, que estaba ya libre de oponente, quería intervenir aunque estaba muy lejos de su posición.
Y entonces, Haruka comenzó a suplicar que la bajara, puesto que ahora Steven la comenzaba a ahorcar con una mano. Los pies de May comenzaban a bailar debido a que suplicaban de dolor, y los pulmones de la castaña suplicaban por aire.
Steven reía fríamente, pero mantenía la compostura en su semblante; mantenía la elegancia.
— Por… por favor…
Sabía que Steven no iba a tener piedad.
— ¡May, no!
Y en ese momento, Haruka reaccionó lanzando un hechizo de luz hacia su hombro. Steven lo resistió con tal de seguir ahorcando a la maga.
Pero aquello… aquel insignificante hechizo fue suficiente para que la maga incrementara su nivel.
Un número 50 había aparecido al lado de sus estadísticas; May finalmente se había convertido en una maga avanzada. Y en ese momento, la Maga Esmeralda tomó la mano que la ahorcaba y la dobló mientras Steven se quejaba. Con la otra mano, Haruka lanzó un hechizo.
Sin embargo, no fue un hechizo cualquiera. Esta vez, el hechizo era el más brillante que había visto en un mago. El hechizo invadió el vientre de Steven y lo mandó lejos, sin esperar a que la potencia fuera tan impresionante.
Haruka respiró y se tiró al suelo. Brendan llegó hasta ella, pero la mujer se levantó sin ayuda alguna.
— May… —Brendan estaba impresionado.
Y entonces, fue cuando Haruka fue hasta Steven, que estaba intentado reincorporarse. La Maga Esmeralda envolvió su mano en una luz radiante, y de ahí salió otro hechizo igual de potente y radiante. Steven dilató las pupilas, y el hechizo de luz lo hundió tanto, que cruzó toda la base de escombros, suelo y tierra, hasta que un agujero fue lo único que pudieron contemplar los demás, puesto que la Piedra Oscuro desapareció por aquel hueco de luz hasta desaparecer por el manto de nubes.
Finalmente, la magia de Haruka se había revelado: era una Maga Natural; una Maga de Luz.
Sonreí. A pesar de que ninguna de las tres los había matado, me habían dado el tiempo suficiente para actuar.
— ¡¿Lista, Viola?! —la mujer asintió, rodeando y corriendo alrededor del Pokehumano.
Mi Firénix se rodeó del fuego dorado. Mi escudo irradió un brillo resplandeciente.
Salté hasta estar frente al vientre áspero y azulado de Satoshi. Éste rugía de impotencia.
Un espadazo, dos espadazos del fuego abrazador. Tres, cinco, diez, veinte. La barra de vida de Satoshi se convirtió en amarillo, pero era porque ya tenía la vida baja. Mi espada sin duda alguna le quitaba mucha vida, y podría derrotar yo sola al Pokehumano. Sin embargo, sabía que Cynthia, Lance y Steven pronto regresarían. Además, los demás aliados estaban luchando contra los de Alto Mando, y su cansancio era notorio.
Debía hacer esto rápido, y con mi espada no sería suficiente.
— ¡Ve, Delphox!
El Pokemon se materializó a mi lado. Sin esperar ni un momento, el voluminoso Pokemon zorro de espeso faldón escarlata y gran pelaje rojo en las orejas, alzó una vara torcida de madera que ya tenía fuego brillando en sus orillas. Lanzó un potente fuego del mismo color que mi espada, y poco a poco la vida de Satoshi fue bajando.
El jugador quiso forcejear, y notó el dolor de nuestros ataques. Sus brazos incrementaron su potencia, mientras su barra de vida iba adquiriendo colores más cálidos. Los hilos demora empezaron a tronar a sus costados, pero Viola estaba atento a ello y lo aprisionaba más con las telarañas resistentes.
El gran rugido acaparó todo el ambiente y lastimó ms oídos, pero ya sólo faltaba el golpe final.
Noté que Cynthia aparecía de nuevo sobre el manto de nubes, debajo de la isla principal de Ciudad Celestial, ascendiendo al lado de Steven con el Arco Oscuro preparado. Lance, por su parte, se había reincorporado e iba hacia su Escama de Dragón que se encontraba un tanto lejos de él.
Pero di el golpe final.
La Firénix aumentó el volumen de su fuego, y cruzó todo el torso de Satoshi. El Pokehumano dio un rugido infernal, que hizo cubrir a todos las orejas excepto a mí. Su barra de vida se vacío por completo, y explotó en tantos pixeles, que me rodeé de ellos más que el propio polvo del ambiente. Por un momento pensé que los pixeles eran copos de nieves brillosos y hermosos.
— ¡Ahora! —grité.
Saqué un cristal de teletransportación.
Llegué hasta Kasumi y la cargué del torso. Delphox me ayudó con Hikari, que se sorprendió por el brusco movimiento de mi Pokemon al ser cargada.
Noté a Korrina patinar hasta donde estaba una Zoey herida con su Glameow. La rubia cargó a ambas en sus hombros y siguió patinando hasta donde estaba reunido el gremio Diamante y Perla. Los de Alto Mando, y Paul, no tuvieron tiempo para agarrar el pie de alguien y ser teletransportados junto con ellos.
Tierno llegó hasta el grupo de Takeshi y los tres sujetos de ropas elegantes; Grant llegó con el trío asustadizo, el jugador del gran Growlithe y sus dos compañeras; Shauna arribó con Brendan, que se sorprendió cuando ésta lo cargó del torso.
— ¡Suéltame! —se quejó el de gorro albino roto y sucio.
Sin embargo, Shauna lo único que hacía era gritar de emoción.
— ¡Wohooo!
La moza de tez morena llegó al grupo de la UEO, y estrujo en una mano un cristal de teletransportación carmesí. Grant y Tierno habían también cumplido su misión con éxito, así como Korrina.
Ahora sólo quedábamos May, Hikari, Kasumi, Delphox, Viola y yo. Todos los de Alto Mando nos miraron, así como los tres líderes. Noté que Diantha había vuelto a conectarse, y apareció a una distancia lejana de nosotros, con un semblante sombrío y gélido. Iba hacia mí con suma furia.
— ¡Mi hermano, ¿dónde está?! —Avisó May, pero no había tiempo para ello. Si Masato había desaparecido, ya tendríamos tiempo para rescatarlo. O bueno, espero que me den la autorización de ello.
— ¡Lo siento, May! ¡Debemos irnos!
— ¡Espera…!
El cuarteto de líderes y todos sus miembros de Alto Mando iban hacia nosotros con suma furia.
— ¡NO! —Gritó Diantha. La mujer sabía que iba a ser imposible el capturarnos.
Sonreí y quebré el cristal de teletransportación para que nos viéramos envueltos en él.
Finalmente habíamos escapado.
Brendan
— Aquí, por favor.
Bajé del automóvil.
— ¡Hey!
Cierto. Había olvidado el pagarle al conductor. Saqué de mi bolsillo un par de monedas miserables; era lo único que tenía.
— ¿Es todo? —el conductor se veía molesto.
— Lo siento —mis articulaciones dolían; hace mucho que no movía mis brazos para cerrar la puerta de un coche.
El conductor bajó la ventana para que oyera su voz.
— ¡No te iras sin pagarme todo!
Sin embargo, no tenía tiempo para rodeos. Chasqueé la boca, me introduje bruscamente en su ventana y el conductor retrocedió intimidado.
— Escucha, amigo —sonreí. No estaba de buen humor; nadie en PBO lo estaba y mucho menos en la granja a la que estaba arribando—. ¿Sabes quién soy? No, no creo que lo sepas —reí—; soy, o fui, no sé cómo decirlo, un jugador atrapado en el videojuego. Sí, amigo. Soy uno de los que ha logrado salir. ¿Por qué crees que llevo este manto blanco en el cuerpo? ¿Por qué crees que mi cabello es largo y tengo bellos irregulares en mi puto mentón? Soy un sujeto que acaba de salir del juego, y no quiero que mi primer día sea arruinado por un maldito conductor que el único problema que tiene es el de querer recibir el dinero que mantendrá a su familia. Yo, en cambio, tengo mucho más problemas: La policía no tarda en buscarme por todo el jodido mundo; no sé dónde diablos está mi familia, y ni me interesa saberlo, puesto que hay cosas más importantes que atender; de hecho, no tienes idea del infierno que he vivido en el maldito juego… ¿y dices que tu único problema es el dinero? Viejo, hay cosas más importantes. Así que me harás un gran favor si aceptas estas humildes monedas que he robado mientras huía del hospital, y regresas por donde has salido. Velo de esta manera… —me alejé de su ventana y me di la media vuelta—…hoy has hecho una acción buena que ayudará a la salvación de todos los jugadores. Podrás contárselo a tu familia pronto: "el conductor que trasladó a un jugador a un sitio más seguro". Suena bien. Y antes de que digas algo, cuidado con decir una palabra de esto. Tú y yo jamás nos vimos. Esto nunca pasó y la policía no sabrá de este lugar ni de mí. ¿De acuerdo? O juro que alguien irá adonde vives y matará a toda tu puta familia. En cambio, si decides mantener este secreto, una vez que todos los jugadores hayan sido liberados, lo contarás como una anécdota a los policías, a tu familia y hasta tu perro. Anda y acepta estas monedas, que serán testigos de la buena acción que has realizado el día de hoy.
El conducto no dijo nada; se limitó a tragar saliva y arrancó asustado, lejos de la granja que yacía a metros delante de mí. Respiré hondo, y finalmente me encaminé a entrar.
No obstante, no hubo necesidad de tocar la puerta de entrada: ésta estaba entreabierta.
Oí gritos. No supe por qué ni si la UEO estaba en peligro. ¿Los estarán atacando? No lo sé. Me adentré a la sala de estar, y antes de subir a las estancias superiores, una persona apareció en la cocina. Llevaba un vaso con agua en la mano.
La persona se impresionó, pero me conocía muy bien.
— Tú… —nombré algo incómodo. Era el sujeto que me había liberado de las cadenas, hace un par de horas. Era el chico de cabellos miel, que según Satoshi me había contado, se trataba de Trip.
— ¿Quién eres?
Su pregunta fue opacada por el alboroto que había arriba. Dirigí mi vista hacia allá, pero mis mechones largos y grasosos me impedían ver con claridad, si es que lograba alcanzar a ver algo. La poca barba que me había salido me irritaba la pálida, reseca y desnutrida piel.
— Ruby —contesté segundos después. Él hizo memoria de mi imagen en el juego, y luego la relacionó con el verdadero y crudo yo. Seamos sinceros: no me parecía al Arquero Estratega del Gremio Esmeralda. De hecho, parecía un vagabundo amigo del conductor que me había trasladado hasta acá.
— Vaya… bueno. Te ves un poco…
— Más apuesto. Lo sé —bufé seriamente— ¿Qué sucede arriba?
— ¿Qué haces aquí? —le costó un tiempo asimilar mi presencia y entonces había cuestionado, ignorando mi pregunta por completo.
— He venido porque estoy harto. Vengo a entregar un mensaje por parte de Shigeru.
— ¿Shigeru? ¿El Sanador Celestial?
— Sí, su maldito espía que por poco y me asesina —dije molesto. Miré el vaso con agua como si un perro hambriento contemplara un plato de croquetas. Estaba hambriento, sediento y quería hacer una actividad que destensara mis articulaciones.
— No creo… no creo que sea buen momento.
Los gritos se intensificaron. Una voz allá arriba gritó el nombre de Trip y éste subió las escaleras a toda prisa, con el vaso de agua. Yo le seguí los pasos, mientras las voces se intensificaban. Cuando entré al cuarto de la izquierda que había al fondo, me encontré con una escena un poco increíble.
Ash estaba fuera de sí. El muchacho batallando con Gold; éste intentaba retenerlo en el suelo, mientras Silver, Crystal y un sujeto de mayor edad también intentaban hacer algo al respecto. La única que se quedó paralizada, era una muchacha de espesa mata púrpura, que si bien recordaba había intervenido en mi liberación de Ciudad Subterránea.
— ¡Ayúdame, Trip! —avisó Silver. Éste dejó el vaso con agua en un mueble e intentó hacer algo al respecto, pero Satoshi hizo que Trip retrocediera.
— ¡NOOOO! ¡SUÉLTENME BASTARDOS! ¡NOOOO! ¡NOOOO!
Los gritos desgarraban la garganta del azabache. Éste, tenía sangre seca en la nariz, e intentaba forcejear con un Gold que lo mantenía sobre el suelo. Ambos lloraban. De hecho, todos estaban con los ojos lagrimosos, y Crystal era la que no aguantaba en retener las lágrimas en sus ojos, junto con Gold y Satoshi.
Trip era el único que permanecía sereno.
— ¡NOOO! ¡SUÉLTAME! ¡SUÉLTAME IDIOTA! ¡NOOOO!
Sus gritos eran los más horripilantes que había oído jamás; parecía como si el Destello Eléctrico estuviese siendo torturado sin salida alguna. Sin duda alguna, sus gritos ya habían estado combinados con sangre, debido a que su garganta carraspeaba más de lo necesario. Los gritos perduraban y se oían por toda la habitación. Gold, por su parte, mantenía a Ash en el suelo, pero no podía evitar el llorar de tristeza. Su gorra negra y dorada estaba tirada a un lado. El azabache lo golpeaba con las fuerzas restantes en la espalda, pero todo era en vano. Silver, que yacía con un semblante confuso, sujetaba las muñecas de Ash, y Crystal, que sollozaba indiscretamente, mantenía los pies del Ketchum en su sitio. El de mayor edad, que según recordaba era el líder de la UEO, tenía la cabeza gacha y se recargaba en la pared de la habitación. La de cabellos morados estaba sentada en una silla arrinconada, con las manos en el rostro, mientras sollozaba en silencio.
Pero fue cuando me percaté que en la cama había una silueta cubierta con una sábana. Lo único que salía de entre la sábana era una mano inerte y pálida. El olor a chamuscado aun invadía el ambiente, y la Virtual Console yacía a un lado del cadáver. A los pocos segundos, supe que se trataba de Citron. No quise ni imaginarme lo que hubiese pasado si yo fuese él en su lugar. Después de todo, creo que sería menos dramático porque yacería muerto en el regazo de una vieja enfermera decrépita, mientras este imbécil moría alrededor de todos sus compañeros. Como sea, eso no quitaba el hecho de que sentía lástima por todos, que sufrían la muerte del rubio, pero Satoshi era el más afectado de todos.
— ¡SUÉLTENME! ¡CITROOON! SUÉLTENME, NOOOOO, NOOOO. POR FAVOOOOR. CITRON.
— ¡Ash…! ¡Ash! ¡Por favor, tranquilízate! —Gold decía también entre sollozos. Las lágrimas recorrían su rostro sin cesar.
El hombre de cabellos desarreglados me lanzó una mirada, desconcertado. Tenía el rostro más extraño y acabado de lo que creía. Trip finalmente me presentó. Ash, sin embargo, no le importaba mi presencia.
— Vengo a…
Pero los gritos desgarradores y el alboroto de Gold y compañía me impedían a decir lo que quería decir. El sujeto, que si bien recuerdo se llamaba Ciprés, calló a Satoshi con un grito. Éste no hizo caso; estaba fuera de control. Y entonces, fue cuando el sujeto intervino en el asunto: Apartó a Silver, Crystal y Gold, y fue cuando Ash se libró y quiso ir hacia Citron. Sin embargo, Ciprés lo agarró de la manga, y le soltó un puñetazo en el rostro.
Ash cayó sobre un mueble y tiró varias cosas, entre las que había una taza de café vacía que seguramente había tomado Citron días antes. El líquido de la taza que restaba se derramó por el escritorio y pronto por el suelo. Iris se sorprendió por ello, y poco después se dio cuenta de mi presencia. Ash, no obstante, finalmente dejó de gritar, estupefacto por la acción del líder de la UEO.
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— ¡Basta, Ash! —la respiración enfurecida del sujeto sorprendió a todos, excepto a mí— ¡BASTA HE DICHO! ¡BASTA!
Ash no dijo nada. Ni siquiera se atrevió a mover ni un solo músculo. Es cierto: se veía desolado por la muerte de su compañero, pero hasta yo entendía que de nada serviría su lamento.
— ¡¿CREES QUE ERES EL ÚNICO?! ¡¿CREES QUE TÚ FUISTE EL ÚNICO RESPONSABLE DE SU MUERTE Y DE LA MUERTE DE TODOS LOS DEMÁS NOVATOS QUE TU TRANSFORMACIÓN CAUSÓ?!
Sus preguntas podía comprenderlas. Trip no tuvo necesidad de decirme siquiera que cuando la mujer vestida de armadura dorada venció a Satoshi, éste volvió y perdió el control de sí, sólo para ir a lamentarse al lado de Citron. No hubo necesidad de preguntar siquiera si Ash había reaccionado mal o no al enterarse de que él mismo había matado a docena de novatos. Si se enteraba o no, su estado emocional ya estaba de todas maneras destrozado por completo.
— ¡TE CREES LA VÍCTIMA, ASH! ¡PIENSAS QUE TÚ ERES EL ÚNICO CULPABLE DE TODO! ¡PIENSAS QUE TÚ SOLO PODRÍAS SALVAR A TODOS LOS JUGADORES! ¡PIENSAS QUE ERES EL ÚNICO QUE ESTÁ EN SUS MANOS EL DESTINO DE PBO! ¡QUIERES JUGAR AL HÉROE, PERO NI SIQUIERA PUEDES COMPORTARTE COMO UNO!
— Ciprés… —Trip intentaba calmar su rabia, sabiendo que podría medir más sus palabras, pero el hombre prosiguió.
— Has matado a docena de novatos, pero no ha sido tu culpa. Ni ha sido la mía. Ni la de Gold, ni la de Citron, ni la de nadie aquí. Ha sido la culpa de todos. Todos y cada uno de nosotros debemos asumir las responsabilidades de nuestros actos… unidos, debemos apoyarnos unos a los otros. ¿Crees que no me siento culpable por la muerte de Citron, siendo yo el líder? ¿Crees que no me siento un imbécil mientras estoy sentado en un escritorio, en lugar de intervenir en el juego? ¿Crees que no siento rabia y me siento horrible al ver la muerte de alguien… alguien que fue lo más cercano a un hijo para mí? Tú apenas lo conociste, Ash. Pero él y yo comenzamos juntos la UEO. Él me incitó a hacer algo al respecto; él fue el responsable de que iniciara una revolución secreta en PBO. Él me dijo que debía estar en contra de Giovanni, mientras lo único que quería yo era escapar. Ash, yo también asumo las consecuencias de tus actos y la de todos, porque soy el líder. Yo también soy el culpable de que tu madre esté desaparecida o muerta, de que Mirto haya asesinado a un gremio entero, de la muerte de Flannery, de que Masato haya sido aprisionado. Yo también soy el culpable de que muchos novatos hayan muerto en la ejecución. Yo también siento impotencia, rabia y miedo. Siento que no valgo nada y a veces quiero llorar como tú lo haces. Pero Ash, lo que estás haciendo es egoísta. ¡ES UN ACTO DE EGOÍSMO! ¡ERES UN IDIOTA! —Ciprés alzo la voz, acercándose hacia el azabache hasta que ambos estuvieron frente a frente— ¿Por qué no ves nunca por los demás? ¿Por qué siempre quieres ser tú el que cree asumir solo las consecuencias? Crees que eres el único que ha perdido a una persona en el juego, pero te aseguro que hay miles de novatos que han perdido a más seres queridos que tú. Y peor aún: hay novatos desafortunados que no han podido siquiera sobrevivir. ¿Por qué no te consideras afortunado de que sigues con vida… de que estás a salvo bajo un techo? ¿Por qué piensas que ser beta es una maldición… de que es un horrible destino que a ti te tocó? Es cierto: la muerte de Flannery te dolió y nos dolió a todos, pero si no hubieses tenido esos pensamientos egoístas, si no te hubieses dejado llevar por los sentimientos, si hubieses tenido un poco de sentido común... Si quieres ser un héroe, Satoshi, Destello Eléctrico, Beater, o como sea que te llamen, compórtate como uno. Un héroe tiene miedo, mas no titubea. Un héroe llora a los caídos, pero hace que éstos no mueran en vano. Un héroe pierde, pero gana experiencia. Un héroe comete errores, pero se asegura de no cometer los mismos la siguiente vez. Un héroe… Un héroe se cae, pero se levanta sin dudar.
Las palabras de Ciprés dejaron en silencio al azabache. Gold se limpió silenciosamente el rostro lleno de lágrimas, inspirado por las palabras de Ciprés. El silencio abrumó en la sala durante un buen rato, con Ash mirando los ojos oscuros y arrugados de un hombre cincuentón y sabio.
No había nada que decir; Ciprés lo había dicho todo ya.
— Yo… —Ash se quedó sin palabras. Quería decir algo, pero le fue imposible.
— Tenemos que huir —el líder cambió de tema súbitamente. Ash quedó aun pensativo.
— ¿A… Adónde? —cuestionó Crystal.
— Este ya no es un lugar seguro.
— Los Rocket no han descubierto la granja —confesó Silver.
— Lo sé, pero no tardarán en hacerlo. Trip me ha contado todos los planes de Giovanni, y dudo que él se quede en el mismo lugar a sabiendas de que descubrieron su guarida. Paul… Paul podría llegar a rastrearnos, o alguien más. Este lugar ya no es seguro.
— ¿Entonces… qué haremos? —Gold recogió la gorra del suelo de madera.
— Nos dispersaremos. Cada quién huirá a un lugar diferente. Sólo así, podremos estar a salvo.
— ¿Bromeas? —Trip no estaba de acuerdo con ello.
— Además, tenemos que hallar la manera de matar a los Rocket, o por lo menos pasar los cien niveles, si queremos salvar a todos —Silver tenía un buen punto.
— Em… —mi voz los sorprendió. Era increíble que aún no se percataran por completo de mi presencia.
— ¿Quién es él? —preguntó Ciprés a Trip.
— Ruby —me presenté— Lo sé. Mi maldita apariencia no me ayuda mucho, pero qué más da. Antes de que pregunten, he venido a entregar un mensaje por parte de Shigeru. Él… Él ya no podrá tener contacto directo con nadie de la UEO.
— ¿Entonces… cómo… cómo sabremos de sus planes?
— Es el problema —mencioné. Recuerdo cuando el sanador me había sorprendido en la batalla de la ejecución pública.
Recuerdo cuando me agarró de la manga y cuando vi su rostro, sentí rabia. Sin embargo, Shigeru ya estaba hablando discretamente, aunque su voz apenas si se podía escuchar en medio de los rugidos de Satoshi y los escombros y explosiones del lugar.
— No podré tener más contacto con la UEO —su frase me impresionó. A final de cuentas, seguía haciendo todo esto por la UEO. A final de cuentas él hacía esto para adquirir la confianza de Giovanni— Pero tengo un plan; ve a la granja donde Satoshi se encuentra. Ve y diles que aguarden. Que se hagan fuertes; entrenen, mejoren, sean más de lo que fueron el día anterior. Entrenen duro —quise replicar, pero él ya había abierto el menú de su juego para escapar; no quería intervenir en todo este alboroto— Yo haré contacto con Ciprés cuando encuentre una manera de matarlos. Adiós, Ruby. No vuelvan a hacer contacto conmigo.
Salí de mis pensamientos. Le conté a Ciprés lo que Shigeru me había mencionado, mientras él se quedaba perplejo y pensativo.
— Ya lo han oído —Ciprés mencionó.
— ¿Y entonces qué hacemos mientras tanto? ¿Qué hacemos mientras los Rocket convencen novato a novato de unirse a su gremio? ¿Qué hacemos mientras vemos cómo esos cuatro gremios gobiernan todo PBO? —Las preguntas de Trip hicieron pensar a Ciprés.
— ¿Saben? —Ciprés soltó una bufada, causando semblantes de confusión en los miembros—… ¿creen que todo este tiempo sólo he estado viendo cómo despiertan y se meten a la Virtual Console? ¿Creen que sólo me he dedicado a ordeñar la leche de las vacas? Pues se equivocan —Ciprés sacó de su bolsillo un CD. Éste impresionó a Iris.
— ¿Qué es eso?
— También he estado creando un mundo alterno. Un mundo no tan gande y vasto como PBO, pero lo suficiente para que ahí pueda entrenarlos. Ahí, los Rocket no nos asesinarán ni nos desviarán del entrenamiento que les ofrezco. Ahí, morirás y revivirás con el casco beta como si fuese un juego virtual y nada más. Sin embargo, he podido lograr que la experiencia y batallas, así como los objetos de PBO y los Pokemon, se relacionen con ese mundo alterno. En otras palabras: estaríamos incrementando nuestro nivel y experiencia, así como adquiriendo objetos y poder; todo como si estuviésemos en el mismo PBO, pero en otra dimensión.
Todos estaban atónitos. Sin embargo, vieron a Ciprés con algo de preocupación.
El sujeto, que había revelado su as bajo la manga, borró la sonrisa que tenía dibujada. No esperó a que nadie fuese a estar tan consternado por salirse de PBO.
— Ciprés… yo… —Gold fue el primero en hablar— ¿Qué hay de N? Yellow y compañía están en peligro. Yo… No sé cómo decirlo, pero…
— Entiendo —suspiró el hombre, sabiendo que había seres queridos del otro lado.
Crystal apoyó a su amigo, tomando su mano. Silver, negó con la cabeza y le hizo saber a Ciprés que también tenía asuntos que atender dentro.
— Yo… debo de ir con Kasumi —aceptó Iris— Necesitará de mi apoyo cuando se entere de su familia.
Y aunque pareciera increíble, me miraron a mí. ¿Acaso yo era un miembro? Vaya sorpresa.
— Yo… em… lo lamento —refunfuñé, rascándome la irritante barba— Tengo otros asuntos.
El Arco de Luz y May eran mi principal prioridad. No podía siquiera dejar ni un momento sola a esa niña idiota, o moriría sin remedio alguno en PBO. Además, el Arco de Luz sería suficiente para asesinar a la Piedra Oscura; claro, una vez que Shigeru encontrara la forma de asesinarlos.
— Ya veo —Ciprés se decepcionó, e intentó reincorporarse del súbito golpe anímico hablando de algún otro tema— Lo mejor será… em… que nos separemos. No estamos seguros aquí y…
— Yo voy.
La voz súbita de Satoshi impresionó a Ciprés. El azabache tenía los puños encerrados de rabia. Trip sonrió y se adelantó un paso.
— Yo también.
Ciprés esbozó una débil sonrisa, ya que aún no olvidaba todo lo que le había dicho a Ash, pero esto parecía que todo había quedado en el olvido.
— Yo iré —repitió Ash; levantó la cara y se limpió las lágrimas— Pero antes… debo despedirme de Citron como es debido.
Ash
Aparecí en las afueras del faro. A unos metros más alejado, se encontraba el Castillo Índigo; por alguna extraña razón, lo sentía más vacío que la última vez que vine. No culpo a Hikari; la mayoría de sus miembros la habían traicionado para irse a alguno de los cuatro gremios más grandes.
Suspiré.
Sentí la briza del océano y la textura acolchonada de la arena debajo de mis botas blanquecinas. Lo que faltaba era la luz del astro rey, que se ocultaba sobre un manto de oscuras y grisáceas nubes. El océano rompía contra el acantilado y a veces se colaba sobre el faro, humedeciendo su pared blanquecina y ocasionando más musgo del necesario. El romper de las olas me traía recuerdos, y unos no muy agradables.
Sin embargo, todo eso ya había quedado en el pasado. Todo lo que Ciprés había dicho era razonable. Me había comportado como un egoísta desde el momento que llegué al juego; pensé que yo podría salvar a todos; pensé que yo era el único responsable de todo esto, pero no era así. De ahora en adelante, iba a esforzarme. Aun sentía tristeza por la cantidad de gente que he matado… pero debía controlarme. Debía no pensar en ello.
— ¿No es hermoso?
Una voz apareció a mi lado. El choque de su armadura me indicó que poco a poco se acercaba a mí, hasta que se mantuvo en mi nivel. La mujer resplandecía con su capa dorada y su armadura del mismo color. En un principio, pensé que era un ángel caído del cielo, puesto que a pesar de que no había sol que iluminara el metal dorado, éste resplandecía.
Era ella.
Serena…
No. No podía ser ella. ¿Acaso… acaso estaba alucinando?
La moza se había cortado el cabello hasta los hombros; sus ojos, por alguna extraña razón, eran más cristalinos y resplandecientes de lo que había pensado. Era ella. La chica en una gran armadura y una figura esbelta e imponente estaba a un costado mío, cuando lo único que recordaba era que aquí mismo, una muchacha débil, asustada y de cabellos más largos había desaparecido justo a un lado del faro. Ahí mismo había desaparecido, y ahí mismo la había vuelto a encontrar.
— Se-Sere…
— El océano es hermoso —confesó con un suspiro— Aún si sus olas son violentas y una tormenta se avecina a lo lejos. A pesar de todo, es hermoso. El juego en sí es hermoso.
Me quedé callado. Ella tenía razón; por primera vez aprecié como era debido el agua cristalina y espumosa de las olas bruscas. Sin embargo, algo en mi cabeza aún me decía que tenía que hablar con ella. No había sabido nada de ella durante varios meses; la chica me había abandonado; y ella estaba ahora ahí. Ahora que lo recuerdo, no había sabido nada de mí desde que vi a Citron morir. Es cierto, Ciprés me contó de la Megafusión, pero había estado tan destrozado emocionalmente, que ni puse atención en ello.
— ¿Qué… qué…?
— Seguramente te lo han contado cuando te desconectaste, pero ni siquiera habrás puesto atención. Entiendo tu sufrimiento, Ash. —la mujer apretó los guanteletes con fuerza. Se veía tan fuerte, que me sentí un bicho insignificante a su lado.
No tuve nada que decir. Ella tenía razón.
— Bueno, yo tuve que asesinarte. Estabas fuera de control. Como sea, no quiero recordarte aquello… debe ser duro para ti.
Agaché la cabeza. Ni siquiera podía imaginarme a mí matando a docenas de novatos.
— Serena, yo…
Quería pedirle disculpas por todo; desde el ocultarle el secreto del Gremio Novato, hasta el no buscarla por PBO. Quería que me perdonara. Quería que estuviésemos en paz.
— No hay nada que decir, Ash.
La muchacha tenía un semblante serio, pero disfrutaba de la briza de las olas. Su armadura me cegó por un momento; ¿de dónde la había obtenido? ¿De dónde había obtenido esa figura imponente y esa seguridad? ¿Qué había pasado con ella?
— Todos hemos pasado por momentos difíciles —la muchacha se acercó más hacia las orillas del acantilado, viendo hacia el horizonte con un semblante misterioso; un rostro nostálgico. Sabía que estaba recordando a Kalm y compañía— Siempre habrá muertes; unas más dolorosas que otras. Y hoy no ha sido la excepción, pero debemos seguir adelante. Las muertes tienen que servir de algún modo en la gente viva… en la gente que amó a esas personas. No digo que no duelan, pero sin duda son retos que se presentan a lo largo de la vida de uno. Son retos que te hacen saber de qué estás realmente hecho. Yo lo he descubierto, Ash. Yo me he vuelto fuerte. La muerte de Citron no será en vano, y aunque no lo conocía, sé que él querrá que pienses lo mismo que yo. La muerte de todos los jugadores de Pokemon Battle Online no será en vano.
Me quedé perplejo. No supe nuevamente qué decir. Sólo me dediqué a observar su esbelta y dorada figura. Sus cabellos revoloteaban contra el viento. Se veía más hermosa que antes… más confiable y segura de sí misma.
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— Lamento… lamento interrumpir.
Volteé mi mirada hacia atrás. Era Hikari. Al verla, sentí un retortijón en mi estómago y sentimientos encontrados. Maldita sea.
Sentí la mirada fija durante algunas milésimas de segundo de la peli-azul, y supe que aquello la hizo sentir mal por dentro. Sin embargo, se mantuvo fría y serena.
— Es hora —mencionó en sus atuendos índigos.
(…)
No recuerdo cuando me encontré a orillas de la bahía. El Castillo Índigo se veía como un punto azul sobre el cielo. A lo largo, grandes extensiones de rocas, Wingulls y arena adornaban el ambiente grisáceo del firmamento. El océano, por alguna extraña razón, estaba tranquilo y adormecido, así como las nubes negruzcas que se encontraban sobre nosotros. Si hace un momento pensé que iba a avecinarse una tormenta, este había sido el momento para retractarme de ello.
Era como si… como si el ambiente se hubiese calmado para presenciar el homenaje que se estaba a punto de realizar.
Todos estaban ahí. El gremio Diamante y Perla junto con la Novata Índigo, Gold, Crystal, Silver y Trip; Serena y cinco personas más de capas doradas que no conocía; una rubia de sombrero de paja, un sujeto de ojos esmeraldas con un Growltihe aullando al aire, una muchacha de cabellos castaños abrazando a éste; Kasumi, Iris, Cilan, Cress, Chili, Roxanne y Takeshi; Haruka y Ruby. No alcancé a divisar a Masato; conociendo el rostro entristecido de Haruka, sabía que éste nuevamente había desaparecido o huido. Antes de voltearme de nuevo hacia el frente, noté la silueta de un sujeto de boina blanca. Él intentaba forcejear con una pequeña rubia. Una pequeña que me partió el alma al ver su rostro destrozado de tristeza. Hikari fue hacia aquel sujeto que se hacía llamar León, y lo retuvo para hacerle entender que debía dejar libre a la pequeña.
Ella legó hasta el frente, corriendo con todas las fuerzas que tenía.
— ¡NOOO! ¡ONII-CHAN! ¡NOOO!
Sus lloriqueos me destrozaron el alma; y no era el único que comenzó a llorar cuando vio a Eureka correr hacia el frente y ver con suma tristeza el bote que partía hacia un océano rodeado de corales y rocas.
Dentro de aquel bote, había tres objetos que representaban a tres personas: la primera, era el turbante que había rescatado Haruka en la batalla de Ciudad Celestial; un turbante alargado, blanco y resplandeciente.
— Wallace… —nombré.
Y aunque también debía reconocerlo, Anabel estaba en mis recuerdos. Era cierto que nos había traicionado súbitamente, pero lo había hecho por su amigo. A final de cuentas, había dado su vida por nosotros.
La segunda era la espada con la que había batallado durante mucho tiempo: Fire Metal. Esta estaba clavada a un costado del bote, mientras resplandecía con su metal en medio de un firmamento oscuro.
— Flannery…
La última, era un tarro de madera lleno de cerveza, acompañado de unas gafas. Al apreciar aquellos objetos Eureka, se derrumbó sobre el suelo a lanzar lloriqueos.
— Citrón —susurré entre sollozos.
Supe que su último deseo habría sido un tarro de cerveza. Todo el mundo que lo conocía lo sabría.
Eureka se desgarró en sollozos, como un niño pequeño. Sus lágrimas no paraban de cesar y el nombre de su hermano era el único que se alzaba a lo largo de la bahía.
Hikari llegó hasta el nivel de Eureka, mientras la abrazaba sobre su regazo y la pequeña inundaba de lágrimas sus ropajes azules. La Novata Índigo quería ser fuerte, pero el ver así a la pequeña hermana de Citron le partía el alma y también rompió en llanto.
— ¡ONII-CHAN! ¡REGRESA! ¡REGRESA, CLEM! ¡ONII-CHAN! ¡TE NECESITO!
No pude resistir más sus gritos, y acepto que también las lágrimas cayeron por mi rostro.
Hikari se limpió las lágrimas, y dejó a Eureka al cuidado de mí, mientras comenzaba con su discurso.
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— Que los guerreros valientes os abran las puertas, y los guíen hacia el camino correcto y honorable.
Todos los arqueros disponibles se habían adelantado un paso.
— Que la alegría los inunda en abundancia, puesto que se fueron y permanecerán con la sonrisa que siempre han mantenido.
Hikari le entregó a cada uno una flecha de madera, mientras una antorcha yacía a un costado y las incendiaban de su punta.
— Que el astro rey siempre nos ilumine, porque sólo así, sabremos que ustedes estarán pendientes de nosotros. Que todos los jugadores caídos los reciban con amor y gloria, para que así escuchemos el eco de sus nombres resurgir de entre las cenizas, y sepamos que finalmente han llegado con justicia a la mesa de los más grandiosos.
Gold, Brendan, León, Viola y Hikari levantaron sus arcos y apuntaron hacia el más allá.
— Tres jugadores han caído; tres guerreros; tres valientes; tres grandes personas; tres amigos… un hermano.
Eureka miró el bote con un rostro compadecido. Sus orbes inocentes notaron cómo las flechas fueron lanzadas. Éstas se clavaron en el bote, y el fuego empezó a abrazar cada parte de la madera.
Todos se mantenían en silencio.
Brendan intentaba no llorar, a pesar de que era un sujeto serio. Trip, agachaba la cabeza, con una lágrima finalmente saliendo de su orbe izquierdo, limpiándola rápidamente para que nadie lo notase. Gold apretaba los labios en vano, ya que las lágrimas aun salían por sus ojos así como el moquillo. Los cinco miembros de Serena permanecían serios, pero con la cabeza en alto y teniendo respeto hacia los caídos; mientras tanto, Serena estaba contemplando el bote con un semblante entristecido y valiente, mas no lagrimoso. Los demás, tenían lágrimas en los ojos, a excepción de Yellow, Green y Blue y León, que parecían no haber conocido nunca a ninguno de los tres, pero poseían un aire de tristeza.
Eureka se había cansado de sollozar. La muchacha levantó la vista hacia mí, cuando me adelanté hacia donde las olas chocaban contra la roca más alta en donde estaba situado. Mi sombra se alargó debido a que las llamas comenzaron a intensificarse. Era una silueta negra en medio de una luz cegadora. Y sin embargo, aquella luz cegadora era brillante y avivada en medio de un firmamento triste y deprimente.
Cerré los puños de impotencia. ¿Cómo… cómo es que ellos habían muerto? Ellos habían luchado con valentía y honor. No… No iba a permitir que su muerte fuese en vano. Me lo iba a prometer a mí mismo. Debía ser fuerte. Tenía que ser fuerte.
Mi silueta blanca era una sombra comparada con las llamas del bote lejano.
— Lo siento Citron —susurré—. No… no fui lo suficientemente fuerte para protegerte. Yo… yo no pude ser ese jugador que tú querías; el jugador que podría hacer algo para cambiar a PBO; no pude… no pude ser ese quien esperabas que fuera. La UEO no pudo merecerme a alguien como yo. Yo…
Pero mis palabras fueron detenidas por el guante de seda de Hikari. La muchacha me tocó el hombro y me sonrió con dulzura.
— Él siempre tuvo fe en ti, Ash. ¿Sabes? Siempre tuvo fe en todos nosotros… en cada jugador de PBO. Él quería que nadie perdiera las esperanzas; y mientras haya alguien que aún no las pierda, su muerte no será en vano. Tú aun no las pierdes; tú todavía sigues luchando. Citron no querrá que te rindieras cuando él ya no esté; él no querrá que nadie lo haga, ni siquiera los novatos que han perdido las esperanzas. Él… él quiere que luches con todo.
Hikari tenía razón. Su muerte no sería en vano. Ni la de Flannery, ni la de Anabel, ni la de Wallace, Kalm, Ritchie, Casey, Sémola, y todos los demás. Ni la de los novatos que he matado serán muertes en vano. Lucharé. Me olvidaré del pasado; mi madre habría querido que nunca me rindiera. Una pequeña voz me susurraba que ella estaría orgullosa de mí si daba lo mejor cada día. No me iba a rendir. No lo haría.
Me volteé hacia los demás, con un semblante decidido. Me limpié las lágrimas.
— Citron creó la UEO, y la UEO se irá con él. Sin embargo, su muerte y la de los demás ha creado un lazo más fuerte; algo más grande que sólo la UEO. Citron ha sido el primero que se ha revelado contra los Rocket, pero él sólo ha incendiado esa pequeña llama que terminara en un abrazador fuego de esperanza. La UEO desaparecerá, pero en su lugar, llegará algo más fuerte, más vivo, más poderoso.
Noté una sonrisa en Kasumi.
— Entrenen duro. No se rindan —Gold asintió mientras decía— Hoy partiré, pero regresaré más fuerte. Cada quién tomará un camino distinto, pero al final todos nos volveremos a ver. Hoy los Rocket han ganado una batalla, pero no la guerra. Hoy ha dado el inicio de una nueva era, pero es una nueva era donde los grandes y valerosos son los que se fortalecen en las sombras. Tal vez PBO esté bajo su reinado, pero nosotros nos fortaleceremos y volveremos más fuertes; tal vez ellos piensen que todo está perdido, pero en realidad, son ellos los que estarán perdidos. Hoy, partiré de PBO. Hoy me iré hacia un lugar mejor. Hoy nos separaremos, pero pronto nos volveremos a ver. ¡Hoy, el camino hacia la salvación de PBO da inicio!
Gracias por todo, Citron.
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N
Ni siquiera me di cuenta de la risa maléfica que había realizado. Pero es que todo era tan divertido. Todo era tan cómico y todo había resultado tan fácil.
Mis pisadas dieron contra el símbolo destruido del Ying y el Yang. Me habría gustado más romper aquel símbolo, pero era suficiente con ver todo el Templo Aural destruido en el vacío de una oscuridad inminente. No sé dónde había aterrizado ni cuándo, pero lo que sabía, es que ya ningún Pokemon estaba sobre aquel destruido campo de fuerza invisible. Ya no había nada.
Nada.
Y ahora, lo único que había, eran dos Master Ball sobre mis manos.
Dos grandiosas Master Ball, que darían inicio a una nueva era.
Una nueva era, donde la Conspiración Plasma daría el primer paso.
Los Rocket lo dijeron: habría una nueva era.
Lo que no sabían, es que iba a ser mi era. Mi gran y valiosa era.
Mi risa inundó de nuevo aquel ambiente.
Qué rara sensación. Sin lugar a dudas, esto era una rara sensación. ¿Qué se suponía que debía sentir al tener en mis dos manos a dos Pokemon Legendarios?
No lo sé, pero sin duda alguna, se sentía maravilloso el ser el hombre más poderoso de todo Pokemon Battle Online.
Prepárense para la nueva era. La nueva era donde ni los más débiles ni los más fuertes sobrevivirán. Prepárense para la nueva era de la Conspiración Plasma. Prepárense, para el caos inducido por el sanador de aura negra.
Próximo capítulo: Partir
T.T Qué escena más emotiva. Me inspiré en la película de Cómo entrena a tu dragón 2 xD. Como sea, el martes o miércoles será el último capítulo de la temporada. T.T El final revelerá cosas impresionantes... ¡Prepárense! Gracias a todos por sus visitas y comentarios
