Silizu: Muchas gracias por regalar un poco de tu tiempo a la historia :) Espero que el final te guste.

Cutesaralisa: No entendí lo de delia. xD

Jorgethefenix: Muchas gracias; espero te guste el final.

Aurashock 097: ¡Muchas gracias! Entiendo que Shigeru se sienta también culpable de ello, y aunque lo hace por una buena causa, él sabe que pudo evitar su muerte.

RedDeplhox: Gracias por tu comentario :) Y respecto a tu duda, sólo los beta pueden ir a ese mundo alterno, ya que los novatos no pueden desconectarse para conectarse a otro juego. Gracias y espero que te agrade el final.

Guest1: gracias por tu review, significa mucho. Saludos.

marth de andormeda: Digamos que sólo vela por sus propios intereses.

Tivipa: Hola Guest 2 xD. Muchas gracias por tu review, y espero que te guste el final. El escribir la reacción de Eureka también me partió el kokoro.

Ryd3r: Equipo Uber xD Gracias por tu comentario y prepárate para el final C:

AlejaKaiser: Con respecto a tu duda, pensé en mostrar las mega-evoluciones de los dos, pero al ver que Satoshi no era tan poderoso como ellos pensaban, resguardaron sus Pokemon. Lo que significa que aun teniendo la Megafusión, todavía se necesita de mucho entrenamiento para mejorar. Explicaré en la cuarta temporada sobre a megafusión con más detalle. Gracias por tu review :)

Kuroi te Tamashi: Viejo, no pude encontrar la imagen, porque todas las imágenes me salían al mismo Charizard X. Como sea, espero que les guste el final y nos leeremos pronto.

baraka108: ¡Gracias por el review! Espero te guste el final y saques tus propias conclusiones :)

Bien, aquí puedo decir con certeza que termina la tercera temporada. Nuevamente, gracias a todos por comentar y también a los que no comentan pero me leen. La cuarta temporada aun no está lista, por lo que no puedo decir una fecha exacta de su estreno. Trabajaré muy duro estas vacaciones para la cuarta temporada, y estructurar las ideas que tengo de ella, o bueno, lo que resta de ella. Tal vez sea en Febrero, o Marzo, o tal vez más allá. No lo sé. Sólo pido que sean pacientes. Sin más que decir, os doy gracias y que tengan una Feliz Navidad y Año Nuevo. ¡Nos leemos hasta otra! Adiós y que el hypeo no se los carcoma vivos.


[VIDEO 1]- Finale Game of Thrones OST

[VIDEO 2] - Mosty Music Epic Ever: "Empire of Angels" by Thomas Bergersen

[VIDEO 3] - One Piece Original Soundtrack - Be Careful


Capítulo 84

Partir


Max

No sé lo que estaba haciendo. Caminaba hacia ningún lugar, aunque quería detenerme. Detenerme y quedarme ahí para siempre; pero algo me decía que debía caminar… caminar hasta no poder más.

¿Hacia dónde?

No lo sé. Mi cerebro no reconocía esos lares inhóspitos. Esos lugares tan escondidos en el Pueblo de los Inicios. Quería parar, pero indudablemente mis pies mandaban sobre mi mente. Mis manos intentaban mantener el equilibrio apoyándose sobre muros de piedra húmedos y desgastados. La luz del día era notoria, pero entre aquellos estrechos pasadizos y grandes edificaciones de piedra y ladrillos, las sombras me abrazaban con temor.

No quería mostrarme ante las personas; no quería volver a ver a ningún jugador en el juego. Había sido humillado frente a todos. Cynthia se había encargado de dejarme en lo más ridículo posible que algún jugador hubiese pensado. Ya no tenía honor, ni poder, ni respeto. Todo lo que alguna vez me había prometido, se esfumó de un momento a otro.

Pero lo hacía por mi hermana. Por su protección; su salvación; su bienestar. Ella era ahora lo único que me quedaba. Sin embargo, ¿Por qué había huido de Ciudad Celestial? ¿Por qué me había separado de ella? Si significaba mucho para mí, entonces… ¿por qué me encontraba solo?

Esas preguntas rondaban por mi cabeza desde hace tiempo. No recuerdo cuánto tiempo llevaba caminando por ahí, ni siquiera cuánto tiempo había estado en el primer nivel de PBO. Lo único que quería seguir haciendo era caminar... ir hacia ningún sitio en particular. Quería esconderme de todos. ¿Cómo es posible que me mostrara ante los novatos? ¿Cómo iba a ser capaz de que vieran a Masato, el Espadachín Esmeralda, en ese lamentable estado? Mi vida se había regenerado ya en un 15%, pero aun sentía dolor por todo el cuerpo. La sangre se escurría por mi mentón, cayendo sobre los charcos ennegrecidos y hediondos de las calles.

El sol que irradiaba en lo más alto de los muros se vio opacado por un gran manto de nubes grisáceas. Ni siquiera tuve la noción del tiempo cuando comenzó a llover. Las gotas pegaban contra mis ropajes harapientos verdosos y rasgados, así como con mi rostro lleno de sangre, moretones y heridas que la líder del Gremio Esmeralda me había ocasionado.

Mis pies dejaron de responder por fin. El cansancio había rebasado incluso sus límites, pero cuando fueron incapaces de seguir andando, mis rodillas dieron contra un charco que poco a poco incrementaban debido a la cortina de lluvia brusca que segundo a segundo incrementaban su fuerza y cantidad.

Sollocé de cansancio, pero al hacerlo todos mis músculos me hacían agonizar en silencio. No podía mostrarme así ante nade… no iba a ser lo correcto. No quería que nadie sintiese lástima ante alguien que alguna vez fue el mejor jugador de Pokemon Battle Online. O no… tal vez yo era el único que lo creía. Tal vez yo era el que implementó esa idea en los demás jugadores ignorantes. Sabía que había gente más poderosa que yo desde un principio, pero había sido tan egoísta que siempre me vi a mí mismo como algún tipo de dios esmeralda.

Ahora… ahora era un vagabundo que deambulaba por las calles del primer nivel. Ahora, no tenía ni siquiera la dignidad que me había restado alguna vez. Ahora, sólo causaba lástima y tristeza ante los ojos de los demás.

Mi cuerpo cayó sobre el charco, y sentí el agua marrón colarse por entre mis oídos, cabellos y heridas abiertas. Por alguna extraña razón, a pesar de que sentía un dolor intenso sobre todo el cuerpo, mi barra de vida no bajaba.

Más le valía que lo hiciera de una buena vez. Estaba harto de este juego. Quería morir para volver al mundo real. Pero… ¿adónde iba a ir después? No podía dar la cara ante mis padres; no sin regresar junto con May a mi lado. No soportaría ver su sufrimiento al ver que faltaba uno de sus hijos. No podía vivir sin el hecho de que May seguía atrapada aquí. Pero aun así… tenía planeado irme. Tenía planeado salir de aquí; huir de este juego, como el cobarde que era. No tenía espada, escudo, capa, armadura siquiera. Lo único que me protegía del dolor y del frío eran los ropajes deplorables de la prisión en Ciudad Subterránea.

Poco a poco sentía que el sueño se apoderaba de mí ser. O tal vez el dolor me hacía quedar inconsciente; no estaba muy seguro.

La puerta trasera de una posada se abrió a lo lejos. Súbitamente, un Ratticate junto con un Rattata se escabulleron por las orillas del callejón, hasta llegar con la silueta que había abierto la puerta. Ésta dio dos platos de comida a los roedores, y estaba a punto de volver a meterse a la taberna.

No… Nadie podía verme así. Nadie podía sentir lástima por mí. Noté a la silueta darse cuenta de mi presencia. No… No te acerques. No me salves de mi destino. Por favor.

Pero las palabras no salieron de mis labios. En cambio, lo único que hice fue sentir el peso de mis párpados, mientras la silueta se acercaba y pedía ayuda.


Serena

Era hora.

Era hora de partir, y ya se estaba haciendo tarde. Corrí las cortinas azules de la habitación y la luz del sol dio de lleno contra las paredes color cielo. Me sentía un tanto extraña que la armadura dorada no estuviese en mi cuerpo; creo que ya me había acostumbrado a ella.

Di un gran bostezo, estiré mis brazos y abrí las ventanas para que el viento agitara mis cabellos cortos color miel. Sin esperar demasiado, me vestí sencillamente de un jubón color dorado que tenía el símbolo de la megapiedra en el centro; el símbolo que representaba más que sólo un escuadrón. Me coloqué unas hombreras plateadas, una falda color carmesí que combinaba con los moños, guanteletes y botas ajustadas y alargadas. Coloqué un broche blanquecino en mi corpiño, que sujetaba la alargada y ondulada túnica dorada que nos caracterizaba por ser diferentes… por ser poderosos.

Salí de la habitación, caminando por los pasillos del Castillo Índigo. Era hora de partir.

— ¡Serena!

La voz me sorprendió. Era Korrina, que patinó hasta mi yendo en zigzag, apenas dándose cuenta de que podría tirar adornos y jarrones que formaban parte del castillo. La muchacha se detuvo frente a mí, y sonrió con el ceño fruncido.

— Hola —le saludé sin parar en mi camino, por lo que la rubia patinaba junto a mis pasos.

— ¿Cómo has dormido?

— Bien, supongo —me encogí de hombros.

— ¿Sabes? Te ves algo extraña sin la armadura.

— Eso lo que pensé hace un momento. Pero sabes que sólo la utilizó en momentos serios.

— Sí, como sea —chasqueó la boca, y dio una vuelta por todo el pasillo, hasta que de nuevo se mantuvo a mi lado, llena de adrenalina— ¿Es hora de irnos? ¿Ya es hora?

Asentí seriamente.

— ¡¿Y qué esperamos?!

— ¿Podrías tranquilizarte, Korrina?

— ¿Tranquilizarme? ¿Yo? ¡Sabes que eso es imposible! Aquí hay una gran cantidad de lugares vacíos donde mis patines pueden disfrutar y rodar libremente. Pasillos vacíos, patios vacíos, todo está vacío. Todos se han ido de este castillo. Todos han abandonado a…

— ¿Podrías callarte? Ni se te ocurra decir eso frente a la Novata Índ…

Pero mis palabras se detuvieron cuando me encontré con aquella muchacha peli-azul. Ambas nos cruzamos al final de dos pasillos, donde había arcos y columnas de piedra caliza de color azul. El sol nos daba de lleno en el rostro, así como la briza que apenas llegaba al alto nivel en donde estábamos. Más allá de los espacios entre los arcos, se podía apreciar con facilidad el gran océano.

Korrina se avergonzó cuando se encontró a Hikari, aunque no estaba segura si ella había escuchado su comentario.

— Buenos días —me saludó, sujetando el arco sobre su espalda. La muchacha había venido de entrenar en el patio de arqueros; las botas de cuero llenas de polvo así como los guantes desgastados la habían delatado.

— Buen día —le devolví el saludo. Korrina se mantuvo callada, apretando los labios.

— Así que te vas… —Hikari intentó forzar una conversación para no mantener el silencio incómodo.

— Sí —desvié la mirada.

— ¿Adónde?

— Bueno, es algo complicado… —Korrina fue la que respondió— Se nos prometió que no debíamos decir dónde era nuestra…

Le tiré un golpe en el brazo a la rubia, y ésta perdió el equilibrio sobre sus patines, cayendo sobre el suelo sobándose la espalda.

— Es algo que no podemos decir —dije finalmente, con la cabeza gacha. Poco después, me atreví a mirarla fijamente, con seguridad en mi rostro.

— Entiendo —Hikari se veía algo confundida— Lo que no sé, es que fue de ti, Serena… ¿Qué hiciste todo este tiempo? ¿Ese símbolo a qué gremio pertenece? —Señaló la megapiedra que estaba en el centro de mi jubón ajustado.

— Son muchas preguntas.

Antes de que Korrina o yo habláramos, la muchacha se levantó incomodada y huyó del lugar para evitar esas preguntas, que sabía que iban a ser difíciles de responder. La rubia desapareció patinando por un pasillo, mientras oía su molesta risa llena de adrenalina.

"Estúpida Korrina".

— Bueno, son preguntas un tanto complicadas. Es una historia larga, y no sé si pueda contártelo.

— ¿Por qué no? ¿Es acaso un gremio secreto como los Rocket?

— No, yo…

— ¿No tienes mi confianza para decírmelo?

Haruka apareció casualmente por el pasillo en el que estábamos. Su sombra danzaba con el ritmo de la luz que pasaba por entre los huecos de las columnas. Al vernos, saludó tímidamente.

— Hola chicas —la muchacha tenía atuendos diferentes: ya no era la maga esmeralda que había pertenecido alguna vez a ese gremio. En cambio, ahora llevaba unas mallas negras, una chaqueta de cuero y una pañoleta índigo, mientras que sus brazos estaban desnudos, con guantes negros en sus manos.

— Hola, Haruka —Hiraki sabía que debía presionarme, por lo que le informó a la maga sobre mi partida.

— ¿Te vas? ¿Adónde?

— Escuchen… no sé si se me permita decir esto, pero…

No obstante, antes de confesarles algo repentino, otra muchacha apareció del otro lado del pasillo: era Kasumi. La pelirroja llevaba unos pantalones cortos de algodón, mientras una blusa amarillenta le cubría del torso para arriba. La muchacha llevaba un par de guantes de cuero que hacían juego con las botas cortas que portaba.

— Kasumi… ¿sabías que Serena está a punto de partir? —le hizo saber Hiraki a la muchacha. Ésta se impresionó, puesto que ambas habíamos sido amigas dentro del juego desde los inicios.

— ¿Tan pronto? —Se sorprendió— ¿Por qué? Aun no nos cuentas qué ha sucedido contigo.

— Es cierto —terció Haruka.

— ¿No nos lo dirás? —presionó Hiraki.

Estaba en una situación comprometedora, pero antes de confesarles algo, alguien más había aparecido en el pasillo. Alguien nos hizo mantener a las cuatro calladas.

Satoshi caminaba con distracción mirando hacia el suelo. Sus atuendos eran tan blancos como había recordado, sólo que ya no poseía su espada ni su Pikachu sobre su hombro. Era un joven distinto.

Y cuando volteó a vernos a las cuatro, el joven se quedó paralizado.

Nadie mencionó nada durante un par de segundos.

Ash quería decir algo, pero las palabras en su boca se trababan y sus mejillas comenzaron a colorarse.

— Ash, qué sorpresa —fui la primera en hablar.

— ¿Dormiste bien? —preguntó Hikari preocupada.

— Luces mejor —opinó Haruka.

— Es cierto, te ves más radiante que antes —rio Kasumi nerviosamente.

Las cuatro reímos, aunque no sé si lo hacíamos por compromiso. Fue una risa sutil y tierna.

No obstante, Satoshi estaba sonrojado al máximo. Pensé que su cabeza iba a explotar en algún momento.

— Yo… eh… yo… ¡las espero abajo!

El sujeto salió disparado hacia el lado contrario; ahora entendía el por qué le llamaban "Destello Eléctrico".

Las cuatro cruzamos miradas de confusión.

— Chicos… —se expresó Kasumi con molestia.

— Como sea, ¿en qué estábamos? ¡Oh, sí! Nos ibas a contar lo que ha sucedido contigo —Hiraki me sonrió de una manera misteriosa.

Me quedé en silencio, pero a final de cuentas, hice mi decisión:

— No lo haré.

Las tres sobresaltaron sus ojos. Estaban perplejas.

— Sin embargo, no sé si tenga autorizado hacer lo que estoy a punto de hacer.

Y entonces, caminé por donde Ash había desaparecido, comenzando a alejarme de ellas. El trío no supo qué demonios pasaba conmigo, pero yo mantenía una sonrisa misteriosa sobre mi semblante que ellas pudieron notar.

— ¡Serena! ¿Adónde vas? —avisó Hiraki, adelantándose unos pasos.

— Las espero abajo. A todos los que están aquí. Tengo algo que mencionarles a todos.


Gary

— ¡Miren todos! ¡Es el Sanador Invencible!

— ¡Es él! ¡No puedo creerlo!

— ¡De seguro él nos ha quitado el poder!

Así como gratos recibimientos por parte de las personas, también había unos cuantos molestos porque pensaban cosas que no eran ciertas. Eso me molestaba, pero no podía culparlos por pensar en ello. Eran novatos, y no sabían nada acerca de lo que sucedía. Ningún sanador lo sabía.

Varios novatos de alto rango del Gremio Esmeralda estaban escoltándome. Me sentía algún tipo de… jugador importante. Algún rey; alguna deidad. Pero no lo era; había ocasionado la muerte de Citron y muchos novatos. Había ocasionado que varios novatos perdieran las esperanzas en sí y traicionaran a sus propios gremios para unirse a uno de los Cuatro Grandes. Yo era el iniciador de todo esto; el que dio inicio a la nueva era. Pero aun no me olvidaba de ello: lo hacía por una buena causa, tanto personal como grupal. Lo hacía por el bien de todos.

La inmensa aglomeración de personas vestidas de verde que se encontraban a lo largo de Ciudad Esmeralda era impresionante. Jamás pensé que tantos novatos formaran parte de un solo gremio, y no quiero ni imaginarme cómo crecerán los demás.

Después de varios minutos en donde los novatos me observaban y abrían paso para mi libre caminata al lado de mis escoltas, subimos el monte de la ciudad hasta divisar el gran Castillo Esmeralda. Imponente, brillante y colosal en medio de un día nebuloso.

A pesar de todo, mantenía mi cabeza gacha sobre el suelo, soportando los insultos de sanadores confundidos, ovaciones por parte de novatos ilusos y miradas de admiración de jugadores que me consideraban como uno de los jugadores más poderosos de todo el juego.

Basta. Yo no soy nada de eso. Yo no merezco estar donde estoy. Yo no quiero poder, gloria, fama. Yo no quiero nada. No merezco nada.

El rastrillo nos separó de toda esa muchedumbre, y pronto me encontré en un palacio lujurioso, ornamentando de antorchas color azul, así como columnas esmeraldas y pasillos de aquel fastidioso color.

Los escoltas fueron separándose poco a poco, hasta que sólo me encontré con dos que me acompañaron hacia el punto más alto de la torre. Subimos por varias escaleras de caracol, y cuando nos encontramos frente a una voluminosa puerta de mármol, los guardias se detuvieron y me dejaron el paso frente a la puerta que se abrió.

La habitación eran circular y grande; la rodeaba un muro de cristal donde se podía apreciar los alrededores del castillo, Ciudad Esmeralda y más allá donde el bosque se extendía junto con montañas irregulares. Un jugador se encontraba en los límites del muro, contemplando una mancha verdosa de personas a lo largo de las calles de la ciudad. Al oír el rechinar de las grandes puertas, se dio media vuelta y me sonrió cuando vio mi rostro.

— Como siempre, eres el último en llegar.

Además de Giovanni, Cynthia, Lance, Steven y Diantha se encontraban sentados en una mesa. Por su parte, los subordinados de la maga de fuego estaban arrinconados en un lugar, observando y custodiando por si alguien intentaba atacar el punto más alto del castillo, aunque lo consideraba absurdo, porque ya no habría nadie que se revelara contra los Rocket.

— Tuve que apartar a todos esos jugadores para llegar hasta acá.

Giovanni no respondió. En cambio, volvió a ver hacia el paisaje a través del cristal. Más abajo, puntos verdes iban y venían por los jardines del castillo.

— Esto me trae recuerdos… —Cynthia alzó la voz cuando vio todo este lugar; este gran castillo— ¿No, Shigeru?

Me limité a obsequiarle una mirada misteriosa. Recordé la batalla que ambos habíamos tenido; quién diría que ahora éramos aliados y luchábamos con un mismo fin.

— Como sea. Si por alguna extraña razón volviéramos a luchar, ya no tendrías el poder de antes.

Ella tenía razón. Diantha inclusive se molestó ante aquello. No le gustaba que le restregaran indirectamente en la cara que el poder de todos los sanadores había disminuido considerablemente y de manera repentina. Esto era sorpresivo, mas supe de antemano que Gold y compañía tuvieron la culpa al no poder detener a N.

— ¿Podrías callarte? —le espetó la actriz de atuendos blancos, molesta.

— No es mi culpa. Tuviste que haber vigilado bien a ese chico. Ahora tienes que lidiar con las consecuencias.

— ¡Una palabra más y…! —Diantha se paró repentinamente de la mesa; el aire revoloteó contra los cristales, que temblaron ante el desate del poder y la rabia de Diantha. La mujer había estado despeinada y con su maquillaje corrido por primera vez. Jamás se había visto en aquella apariencia. Sin embargo, ante la intimidación de su poder, su aura blanquecina no se había envuelto sobre su cuerpo. Su aura apenas era un débil ente que se podía divisar de muy cerca.

— ¿…Y qué? —Cynthia ni siquiera se movió de su asiento; tenía las piernas cómodamente cruzadas, y así iba a permanecer, acompañada de la sonrisa rabiosa que tenía por asesinar a alguien— No me digas… Tratarás de saciar todo el odio que tienes dentro contra mí. ¿Y cómo harás eso? Cuéntame. ¿Cómo lidiarás contra mí si ni siquiera puedes activar totalmente tu aura? Hasta el imbécil de Drew podría derrotarte con los ojos cerrados… a ti y a Shigeru juntos. Son inservibles ahora, y todo ha sido por tu culpa.

Drew agachó el cabeza, avergonzado porque habían mencionado su nombre. Yo no reaccioné ante las palabras de Cynthia; de hecho, todo lo que decía era verdad, excepto que había sido enteramente la culpa de la Sanadora Celestial. Yo también tenía en parte la culpa.

— Basta… —la voz de Giovanni la calló.

Lance y Steven simplemente se dedicaban a ver. También habían estado furiosos por la derrota que tuvieron contra la Fénix Dorada, según varios testigos del Alto Mando. Un fénix de fuego había jugado contra los Cuatro Grandes, asesinado a Diantha, y de igual manera a Satoshi para que no fuese capturado. Seis capas doradas huyeron con los enemigos y dejaron en ridículo a todo el Alto Mando. Giovanni no había tomado muy bien las cosas.

— Ustedes dos —se refirió a Diantha y a mí—, sea lo que haya pasado, busquen a ese imbécil. Si tiene a Reshiram y Zekrom en su posesión, no dudo que se haya convertido en el sanador de aura oscura. Lo buscarán y lo traerán ante mí; lleven a quien crean necesario para detenerlo. No me importa quién tuvo la puta culpa. Lo importante ahora es detenerlo…

— ¿Y por qué simplemente no lo baneas? —Lance rio como si hubiese sido un chiste.

— No tengo acceso al registro de los jugadores, imbécil —espetó Giovanni, con el ceño fruncido— ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas que Ciprés hackeo parte del juego y pudo evitar el que sepa información acerca de los jugadores?

— Lo sé, lo sé —A Lance no le intimidaba en lo absoluto la mirada de Giovanni— Sólo quería relajar la tensión.

No podía tener acceso a información de los jugadores. Es por eso que no podía expulsar a la Novata Índigo, ni a nadie que le ocasionara problemas dentro de PBO. Pero… ¿cómo fue que Paul adivinó el hospital donde Hikari se encontraba? ¿Cómo es que Lance había asesinado a la familia de Iris y Kasumi? ¿Cómo es que Giovanni amenazó a Ash con matar a su madre? No tenía sentido. Quería preguntarle, pero no sería un buen momento ahora.

— Pensé que con este nuevo casco, los problemas se irían. Pero no han desaparecido del todo —habló más para sí mismo que para todos los miembros—. La Fénix Dorada… ¿alguna información de ella? ¿A qué gremio pertenecía? ¿Saben dónde se ubica su gremio?

— Em… —Steven fue el primero en pedir la palabra. Su semblante era relajado, y tenía el esmoquin más púrpura que había visto jamás—… mientras combatía contra ella, pude darme cuenta de que no pertenecía a ningún gremio. De hecho, ninguno de los seis pertenecía a gremio alguno. Por lo que sólo queda pensar que algo parecido como la UEO intenta salvar a todos los jugadores, sólo que es algo más grande y poderoso que la UEO. Ya han visto el poder que tienen.

— ¿Estará Ciprés involucrado en esto? —cuestionó Cynthia.

— No, Ciprés es demasiado imbécil para lidiar con dos cosas al mismo tiempo. Sé que con la muerte de ese chico ejecutado, la UEO se desvanecerá tarde o temprano. Pero esto… La Fénix Dorada y sus amigos, sé que tienen algo más grande y también un escondite. Un escondite que seguramente nadie ha podido encontrar. Ojalá tuviera los archivos robados para ver el mapa entero de PBO. Ojalá Ciprés se vaya al infierno por haber conseguido el mapa y los archivos.

— ¿Entonces, qué es lo que haremos? ¿Esperar hasta que la Fénix Dorada se vuelva a aparecer y quiera salvar a toda la humanidad? —Lance de nuevo soltó un bufido divertido.

— No. Ustedes encárguense de que todo PBO se una a su gremio. Cualquiera que no forme parte de los grandes cuatro, mátenlo. Obliguen a todos que sean parte de la nueva era, o sucumbirán con la vieja. Una vez que tengan a todos bajo su dominio y hayan matado a todos los novatos para que estén bajo mi control, ejecutaremos el plan en la vida real. Una vez cumplido, tendrán lo que han deseado desde un principio.

Lance sonrió; Steven miró hacia el suelo nostálgico; Diantha se sumió en sus pensamientos ególatras y Cynthia permaneció fría, pero con una leve comisura en sus labios.

— Pero… —yo fui el que interrumpió el silencio—… ¿Entonces quién se encargarán de los beta? ¿Quién matará a la Fénix Dorada?

— Oh, por supuesto. Se me había olvidado —Giovanni sonrió— No hace falta decir que si ella se aparece por su camino, la capturarán, la interrogarán o harán lo que sea necesario para ver en que lío está metida y qué pretende hacer. Tampoco hace falta decir que si ven a algún beta más dentro del juego, lo asesinen con sus nuevos cascos. Sin embargo… el comienzo de la nueva era… de la era donde yo gobierno, siempre habrá seguidores nuevos que estarán dispuestos a todo.

— ¿Seguidores?

— Así es —La afirmación del líder Rocket fue como si se hubiese dicho la orden de abrir la puerta. Cuando ésta se abrió por completo, Paul apareció, con tres siluetas detrás de él.

— Aquí están, señor —Paul hizo una reverencia, apartándose hacia un lado.

— Gracias, Paul.

Y las tres siluetas permanecieron ahí.

— Estamos para servirle, amo —dijo un sujeto robusto de espesa barba azabache y tez morena. Lo que más me llamó la atención fue el ancla dorada que tenía colgada en torno al cuello.

Giovanni sonrió.

— Tenemos que dar gracias a la nueva era —continuó Giovanni— Si Cynthia, Lance y Steven no se hubiesen dado cuenta del potencial que estos tres sujetos tienen a la hora que se unieron a sus respectivos gremios, se nos dificultaría el trabajo para asesinar a los beta.

— Sus palabras nos conmueven, amo —dijo un sujeto flácido de atuendos carmesíes, con el cabello peinado hacia atrás del mismo color, y unos lentes que reflejaban su vista.

— Haremos lo que sea que nos pida —mencionó la última: era un sujeto alto, erguido y con una barba pelirroja desarreglada, así como con grandes cabellos disparados hacia arriba, asemejando la mata de un león.

— Ellos tres se encargarán de asesinar a los betas que se nos opongan.

— ¿Cómo?

— Ya me he encargado de darles personalmente un casco —susurró Giovanni.

¿Qué? ¿Tan pronto? ¿Estos tres ya tenían el casco 4.0 y apenas se habían unido? Significaba que toda la confianza que había tenido en Giovanni no servía de nada. ¿O es que… es que él tenía otros planes con aquellos tres?

— Ellos irán en búsqueda de la Fénix Dorada, de los miembros de la UEO esparcidos por PBO, de sujetos que causen problemas como la Novata Índigo, de los que traicionaron al gremio de Lance y todo aquel que se oponga al nuevo reinado. Ellos… serán los encargados de quitar toda molestia en mi camino.

— Así será —dijo de nuevo el de mata de león.

— Lysson, Magno, Aquiles, pueden retirarse. Hablaré con ustedes más tarde. Todos los demás pueden retirarse.

— Señor… —Paul intervino.

— ¿Sí?

— Antes de retirarme, quisiera pediros si puedo lidiar personalmente con la Novata Índigo.

Giovanni se levantó de la silla, yendo de nuevo hacia el cristal para contemplar las grandes y numerosas personas que yacían en Ciudad Esmeralda, apenas divisándose como pequeñas hormigas.

— Ella fue tu problema desde el principio, y será tu problema hasta que la mates.

Paul asintió, mientras desaparecía en el menú de su juego, junto con los tres nuevos reclutas. Lance y Steven se fueron de igual manera, y Diantha también lo hizo, con un semblante de preocupación debido a que no tenía poder alguno. Y de alguna manera la entendía: si no hubiese sido por N, ella podría haber dado batalla contra la Fénix Dorada y por ende, no ser asesinada por ella.

Cynthia se levantó de su asiento, mientras todo el Gremio Sinnoh la seguía, con un Drew que no sabía si avanzar o permanecer. Al final, siguió los pasos de los demás subordinados. La rubia se detuvo a mi costado, dedicándome una mirada de reojo.

— Shigeru, necesito hablar algo contigo —mencionó Giovanni.

Cynthia sonrió, y sopló uno de los mechones que cubrían su rostro.

— Eres su consentido —bufó la rubia— Sólo cuidado con traicionarnos…

La mujer desapareció cerrando las puertas de mármol. Ahora sólo quedábamos él y yo.

¿Sería el momento para preguntarle? ¿Para decirle cómo fue que sabía de la madre de Ash? ¿Cómo fue que localizó la familia de Kasumi?

— Acompáñame.

En un súbito acto, un agujero negro apareció a un costado de Giovanni. El agujero desprendía pixeles que me recordaban a la muerte; dentro de él, todo estaba oscuro y frío.

— Necesito algo que mostrarte.


Max

Desperté. Mi aliento se aceleró, así como mi corazón lo hizo de igual manera. En un principio, pensé que el techo que estaba viendo era el del mundo real. No obstante, era un techo de madera que goteaba y se encontraba en mal estado. ¿Será una taberna? Lo más probable.

Me levanté, y me di cuenta de que había estado vendado del torso, así como tenía un trapo húmedo en la frente. Las heridas en mi rostro habían mejorado, y ya sentía menos dolor que antes.

Diablos. Sabía que esa persona que había salido de la taberna me había llevado dentro y me había curado. Diablos, diablos, diablos.

Me paré y me encaminé hacia la puerta, que era iluminada por una débil antorcha. Todo estaba tan calmado, que pensé por un momento que todo el mundo había ido a dormir. ¿Acaso ya era de noche? No me importaba; de todas maneras, ya todo me daba igual.

Pero al abrir la puerta, una oleada de ruido invadió mi habitación. Conversaciones y pequeños rugidos de Pokemon llegaron hacia mí y me hicieron saber que estaba en lo correcto: estaba en una taberna.

Bajé las escaleras, intimidado por saber si alguien me reconocería. Asomé el rabillo del ojo al final del pasillo, donde los pocos clientes disfrutaban de un tarro frío de bebida o bien, chocolate caliente. Había cuando mucho seis personas distribuidas por toda la habitación, y cinco de ellas eran NPC's que eran acompañados cada uno por un Pokemon primerizo. La otra persona que era un jugador real, estaba tan ebria que ni podía permanecer erguido sobre la mesa.

Llegué hasta ella, porque algo me llamó la atención: la capa negra y escarlata que portaba el cráneo de un dragón. El miembro del gremio Escama de Dragón yacía solitario, mientras NPC inundaban el ambiente con sus risas programadas y pláticas sin sentido.

— ¡…Es que es magavillosho!

Llegué hasta el jugador y éste me reconoció al instante.

— ¡Oh… oh…! ¡Un momentooo! ¿Esh… esh… el ezpadashin esmealta?

Hice una mueca de disgusto. Hasta los más borrachos que yacían en tabernas escondidas del primer nivel, podían reconocerme a simple vista. Sin duda alguna debía salir de este juego.

— ¡Tú… tú tienez que comenzar la nueva era en uno de los máz grandesh gremiooos!

A la mierda con esto. Yo no iba a unirme ni aunque me amenazaran. No… No iba a estar de nuevo bajo los hilos de Cynthia o de alguno otro de los Rocket. Preferiría salir de aquí.

Me senté en la barra vacía. Ni siquiera había encargado de la taberna que me ofreciera algo. Como sea, tomé un vaso de madera y me serví agua del lavadero que había detrás de la barra. Me la tomé de un trago y me rendí en un banco mientras hundía mi rostro sobre mis brazos.

Debía hacerlo. Pero May… May… ¿qué será de ella? No me importa. Era un cobarde. Era un simple niño; yo no podría protegerla. Yo ya no tenía el poder para hacerlo. Debía salir de aquí y vivir mi vida real. No con mis padres. A lo mejor, ser malabarista sería buena opción. O criador de animales. Pedir limosna en las calles también era tentativo. Todo era mejor que estar aquí.

Abrí el menú de mi juego, y vi la opción de "Cerrar sesión".

"¿Desea cerrar sesión?".

Mi dedo quedó paralizado. No sabía si hacerlo o no. Max… debes de ser fuerte. Tienes que abandonar ese maldito lugar de una vez por todas.

— Yo que tú, no lo haría.

Ni me di cuenta cuando alguien se había aparecido por detrás de la barra. Estaba de espaldas, pero tenía un delantal para no ensuciar sus atuendos al estar lavando los trastes en el lavadero donde eme había servido el agua. Cuando el silencio reinó en la habitación, con los sollozos del borracho, las pláticas de los NPC, y el ruido del agua contra los platos, mi dedo no pudo presionar aquel botón.

— No lo hagas —repitió la mujer.

— ¿Por qué?

— Porque tienes seres queridos aquí dentro.

— ¿Cómo… cómo lo sabes?

La mujer siguió lavando los platos, en silencio.

— May… ¿es su nombre? ¿Es tu amiga?

¿Cómo… cómo es que sabía sobre ello?

— Lo has dicho en sueños mientras te curaba.

No sabía qué decir ante ello.

— De acuerdo —ella lavaba y secaba los platos de manera rápida mientras notaba que sonreía a mis espaldas—, no soy quién para decirte eso. Puedes suicidarte o no.

Ella no sabía que era beta. Como sea, eso no importaba.

— ¿Sabes quién soy?

La mujer emitió una risa tierna.

— ¿Qué si sé quién eres? Un niño malherido y confundido. Eso eres.

Chasqueé con la boca. A eso no me refería.

— Soy el Espadachín Esmeralda. El jugador que ha sido humillado en la ejecución pública. ¿En verdad no sabes quién soy? ¿Por qué me rescataste entonces?

—Oh, querido. En verdad estás más confundido de lo que pensaba —los platos y vasos no paraban de ser lavados— Escucha: no sé de lo que estás hablando, así como jamás había escuchado ese apodo. De hecho, yo no he salido nunca de aquí. Este es mi hogar, y quien sea que quiera entrar para recibir comida, agua o ayuda, será bienvenido. Hasta él… —se refirió al sujeto ebrio—, él pasará la noche bajo mi techo. No le permitiré que salga ante los peligros del juego. Y tú… parecía que los peligros te vencieron, pero por suerte te encontré mientras le daba de comer a esos dos pequeños Pokemon que siempre vienen hambrientos. ¿O es que preferías morir allá afuera? No señor.

Y lo más extraño de todo, es que este tipo de personas no se encontraba muy a menudo en PBO. No me extrañaba que su vida fuese en aquella taberna, ni que recibiera a quien fuese que necesitara ayuda. Eso no me extrañaba. Lo que me tenía consternado era el por qué estaba aquí. No aquí, no ahora, no en la taberna, no en el Pueblo de los Inicios. El por qué estaba en Pokemon Battle Online.

— ¿Qué hace alguien como tú en el juego? —fui directo al grano.

La mujer permaneció en silencio.

— Lo mismo debería preguntarte.

— Por lo que veo, tu nivel apenas es el de un novato recién empezado. En las dos semanas que el juego tuvo antes de ser mortal, tuviste que aumentar por lo menos de nivel. Atrapar a un Pokemon, tener una nueva espada u objeto. Hacer amigos o un gremio.

La mujer siguió con el silencio misterioso.

— ¿Qué hace alguien como tú aquí? Me imagino que no entraste al juego porque querías; a decir verdad, parece que entraste al juego sólo para que tu vida fuera aquí y solo aquí. ¿Qué hace alguien como tú aquí?

Vi la barra de su vida en 10 HP. Era apenas nivel uno. ¿Cómo era posible? ¿Es que toda su vida había permanecido aquí? ¿Es que tenía tanto miedo de salir?

— Repito: Estoy aquí con el mismo objetivo que tú.

— No entiendo.

— May… ella es importante para ti. Por eso no quieres huir. Por eso sigues con vida dentro del juego. ¿Cierto? Bueno, yo también estoy aquí por alguien. Sé que tarde o temprano nos encontraremos.

— ¿Y ese alguien quién es?

Entre la plática de los NPC, el ruido de los platos y agua, los gritos del sujeto ebrio, y la lluvia afuera de las ventanas, escuché el nombre de la persona, y luego me di cuenta del nombre del avatar de la jugadora. Mi corazón se detuvo. Si me sentía basura en ese momento, tal vez la era, pero debía de hacer algo bueno una vez en mi vida. Él lo había hecho por mí, y ahora yo sería el que pagaría la deuda saldada.

— Gracias —le indiqué con una sonrisa.

La mujer se volteó para agradecerme. Era más hermosa y amable de lo que pensaba.

— Para eso estoy aquí, querido —mencionó sabiendo que esa platica corta había hecho cambiar mi parecer— No se te olvide quitarte las vendas.

Reí mientras salía por la puerta.

Pero no… aun así iba a salir de Pokemon Battle Online. Aunque ella pensó que no iba a desconectarme, de todas maneras tenía que hacerlo.

Tenía que hacerlo, porque cuando noté mi lista de amigos, él ya no estaba. Debía de desconectarme, y avisarle. Tenía que hacerlo…


Ash

— ¡Vaya, así que después de todo eras el Destello Eléctrico!

Sí, era fantástico que Takeshi fuese Brock. Jamás lo hubiese imaginado, o sí. Como sea, el sujeto no se había callado desde hace tiempo, y eso me comenzaba a hartar de cierta manera. Pero cuando llegamos a instancias del faro, todos estaban reunidos ahí, mientras Serena estaba al frente. Incluso Dawn parecía algún tipo de subordinado ante la figura de túnica dorada.

Sus cinco miembros ya estaban ahí; y miraban hacia el océano como si esperaran a algo o alguien.

— Por fin todos están reunidos —Serena habló. Su voz era fuerte y clara— Muy bien. Antes de partir, quiero decirles algo a todos ustedes.

Gold prestó atención, mientras Ruby también lo hacía. Recuerdo que el chico de gorro albino se había conectado desde el casco de Citron, puesto que había escapado del hospital.

— Sé que cada quién tiene sus intereses personales dentro del juego —comenzó—. Sé que la mayoría de ustedes quiere entrenar por su propia cuenta, y no voy a detenerlos si deciden separarse por grupos. Sé que hay cosas que atender, problemas que resolver, y gente que buscar, pero de nada servirá que velen por sus propios intereses si en verdad no se fortalecen. Entiendo que algunos piensan en buscar el Arco de Luz, o bien megapiedras con las que megaevolucionar a su Pokemon, así como el poder conseguir Master Ball y poder atrapar a Pokemon Legendarios, también el poder tener espadas de mayor generación, luchadores que puedan tornar el color de su aura a uno más poderoso. En fin, muchos piensan que para mejorar se necesita eso, y están en lo correcto. La pregunta sería: ¿Acaso saben dónde buscar? ¿Dónde comenzar? ¿Acaso siquiera piensan que tienen el poder suficiente para conseguir tales objetos? Yo, el día de hoy, les pido que nos acompañen a mí y a mis compañeros hacia el lugar donde nos entrenaron. Es un lugar secreto, pero peligroso. Necesitarán arriesgar sus vidas para poder llegar hasta allá, y necesitarán de mucho valor y coraje para que puedan ser entrenados de tal manera. Si aceptan, juro que se volverán tan fuertes como nosotros, pero requerirán valentía para poder lograrlo. Si aceptan, regresarán mejor que nunca a conseguir sus objetivos. Regresarán y obtendrán con más facilidad las cosas que desean.

Al terminar, Tierno se sorprendió por las confesiones de su líder, y fue hacia ella con pasos extraños de baile.

— ¿Qué diablos haces? —susurró.

— No tenemos autorización de… —Grant intervino, pero Serena los interrumpió.

— Él entenderá la situación más que nadie. Sé que los aceptará y los entrenará. Además, ha aceptado a muchos, pero lo que quiero es que él los entrene personalmente.

— Buena suerte con eso —rio Korrina.

— Los convenceré. Tanto a él como a ella —después de su pequeña charla, miró hacia todos, que aún dudaban de si hacerlo o no—. Entonces… ¿Qué dicen?

Nadie daba el primer paso; ni Gold, ni Kasumi, incluso ni Dawn, que siempre era la primera en decir sí a todo, sin importarle nada.

— Yo.

Takeshi fue el primero en hablar. En ese momento, Kasumi e Iris le siguieron, y pronto Green, Yellow, Blue, Ruby, Roxanne, Eureka, Cilan, Cress, Chili, Gold, Silver, Crystal, Dawn, Zoey, Kenny, Lectro, Barry y León, aunque este último se vio dubitativo. La única que se vio indecisa fue Haruka, que no podía dejar de pensar en Max.

— ¿Qué dices, Haruka? —cuestionó Serena.

— Yo…

— Masato estará bien —la de cabellos miel lo dijo con tanta seguridad, que de pañoleta azul le había creído— Él lo estará mientras tú entrenas.

— De… de acuerdo.

Los únicos restantes éramos yo y Trip.

— ¿Ash?...

La voz de Serena me presionaba. A pesar de que quería ir, tenía que permanecer al lado de Ciprés. Sabía que él también me entrenaría. Él sería mi guía junto con Trip; él me entrenaría con todo lo que tenía, y aunque sabía que Serena se había vuelto una persona completamente diferente, debía de negarme a su petición.

— Lo siento, Serena.

— Entiendo…

Dawn me miró con preocupación. Ella quería que fuera con ellos.

— Una pregunta —Brock intervino incómodamente— ¿Y dónde es? Además… ¿cómo… cómo iremos a ese lugar que dices?

— El lugar lo sabrán muy pronto. El cómo es lo más emocionante.

— ¡Uy, es cierto! —Shauna alzó los brazos con euforia— Un día casi me muero, pero pude sobrevivir.

El semblante en Gold se vio consternado.

— Nos teletransportaremos al lugar donde lo deje —dijo la chica de mata miel.

— ¿Lo… dejaste? ¿Qué dejaste? —Dawn abrió los ojos como platos.

— Pero antes, debemos decir adiós —Serena ignoró su pregunta, mirándome a mí. De hecho, todos dirigieron su vista tanto a mí como a Trip.

Takeshi comenzó a llorar repentinamente.

— ¡NO! ¡Ash! ¡No te vayas! ¡Eres como un hermano para mí!

— Tranquilo, Takeshi —reí nervioso.

Incluso los del trío Rocket, que no les quedaba más opción que acompañar a Gold y los demás, comenzó a llorar pero por diferentes razones. Green, Yellow, Blue y León se despidieron con la mirada, mientras se acercaban a un miembro de capa dorada que ya tenía en sus manos un cristal de teletransportación.

— ¡Ese chico es bastante apuesto! ¡Je! —Shauna me miró mientras se acercaba a mi posición— Chico… Serena ha hablado mucho de ti —el guiño de su ojo me hizo sonrojarme— Ojalá regreses pronto.

Gold, Crystal y Silver se acercaron primero.

— Asegúrense de cerrar la puerta con llave —avisó Silver— Vayan con cuidado a donde sea que pretendan ir.

— Ustedes también —les dije.

— Bah, nosotros iremos a casa de mi terca abuela. Es una buena para nada, pero ahí estaremos seguros. Nos iremos después de que ustedes hayan abandonado la granja —Gold me abrazó, mientras una lágrima de nostalgia recorría su mejillas.

— Ya, no llores. ¡Pareces un bebé! —Le regañó Crystal— Nos vemos, chicos. Mantendremos el contacto pronto.

— ¡Sí soy un bebé! —replicaba Gold mientras se alejaban.

Iris también llegó con nosotros, al igual que Ruby.

— Nosotros abandonaremos la granja pronto —avisó Iris— Nos veremos en otra ocasión.

— Más vale que regreses fuerte, Destello —avisó Brendan— No quiero derrotarte si nos enfrentamos alguna vez de casualidad.

— Eso se verá —le dije con el ceño fruncido. Los dos se alejaron, y ahora era Roxanne la que estaba frente a mí.

— Satoshi… gracias… gracias por todo —la chica me abrazó, sabiendo que pensaba en Flannery. Con un semblante entristecido, se alejó para ir hacia uno de aquellos miembros.

Y el momento que jamás pensé que pasaría, estaba sucediendo en ese preciso instante: las cuatros chicas estaban de frente, cada una mirándome con un sentimiento que no podía descifrar.

La primera en acercarse fue Haruka, y nuestro abrazo fue prolongado. Noté que las tres chicas restantes que nos observaban fruncían el ceño disimuladamente.

— Nos veremos pronto, Ash.

— Descuida, May.

La muchacha de ojos zafiro se separó, y entonces ahora era Kasumi la que se adelantó.

Pero en vez de un abrazo, recibí un golpe en el puño, seguido de un sonrojo de su parte.

— No vayas a tardar mucho, idiota.

— No, no. Nada de eso —reí nervioso.

Kasumi se alejó, y ahora era Dawn la que estaba frente a mí. La muchacha me miró de pies a cabeza, y quiso abalanzarme contra mí para presionar mis labios contra los suyos, pero sabía que no era el momento. Sabía que lo nuestro podría haber terminado, o no… No lo sé.

— Adiós, Ash. Yo… yo me volveré más fuerte. Más fuerte que tú —forzó una sonrisa entristecida.

— Ya veremos quién gana la siguiente vez —quería abrazarla, pero algo me lo impidió.

Sin embargo, las ganas no pudieron con ella. La peli-azul se abalanzó contra mí y me abrazó mientras apoyaba su rostro sobre mi hombro.

— Ten cuidado.

Al separarse, ahora la única que quedaba era Serena. Ésta sonrió, con un sonrojo y con una mirada molesta hacia Hikari. Diablos… ¿Por qué sentía tanto cariño por las cuatro?

— Tan pronto nos vemos y tan pronto nos despedimos.

— Quisiera… quisiera quedarme, pero… —agaché la cabeza.

— Lo entiendo. Tú ve con tu líder; yo me encargaré de los demás.

— Gracias —el silencio fue incómodo— Quisiera… quisiera preguntarte muchas cosas…

— Y yo a ti; pero pronto habrá tiempo para ello.

— ¿Será pronto o más tarde de lo que creo?

— Eso… —la chica rio para sí misma— Eso dependerá de qué tan fuerte quieras regresar.

Le sonreí; de hecho, le sonreí a las cuatro.

— Es hora —Trip avisó a mis espaldas. Él ya tenía el menú de su juego abierto.

— Nos veremos pronto…


Gary

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La oscuridad me abrazó. El lugar donde estaba era tan vacío… tan frío… tan desolado. Mis pies pisaban la nada, y sentía que en cualquier momento iba a caer.

— ¿Dónde estamos?

— En el nivel 100.

Dejé que Giovanni me guiara en la oscuridad de un lugar sin salida. ¿Qué iba a enseñarme? ¿Por qué me traía hasta aquí?

Tanto sus pisadas como las mías resonaban por el agujero negro. Un ambiente de misterio irradiaba por todo el lugar. Por primera vez, estaba nervioso.

— Es algo curioso…

Su voz me sacó de aquel trance misterioso.

— ¿Curioso?

— El nivel 100. ¿No? Oscuro, como las esperanzas de todas las personas. Una oscuridad absoluta.

— El algo tenebroso.

— Nada es tenebroso, Shigeru. Nada resulta frío o cálido; tenebroso o apacible; bueno o malo. Todo depende del punto de vista en el que alguien desee verlo. No existen tales cosas como esperanza o miedo; luz u oscuridad. Todo es subjetivo. Sin embargo, tengo la creencia de algo que necesariamente existe.

Permanecí en silencio, contemplando el sonido de nuestras pisadas que producían eco.

— ¿Y qué es?

— La vida y la muerte.


Max

Y entonces, me había desconectado. El sonido de las patrullas invadía Ciudad Luminalia. Necesitaba encontrarlo… necesitaba dar con él. Ni siquiera me había importado si Norman y Caroline estaban cuidando de mí. No me importaba que había abandonado también a May. Ya nada importaba. Debía saldar esa deuda; necesitaba ir con él y decirle.

Decirle que ella lo buscaba.

Mis piernas estaban entumidas. No sabía a dónde ir. No recuerdo dónde estaba esa granja de la que me había hablado. No lo recuerdo. No tenía dinero; no había ningún automóvil que me llevara hasta allá. Ya era muy noche.

Crucé la calle instintivamente, mientras las gotas empapaban mi camisón y mis mechones largos. Una luz frente a mí apareció de la nada. Me cegó la vista nublada que suplicaba por mis lentes.

Iba a morir. Un auto iba a atropellarme. No… Su claxon resonó, y paró justo antes de chocar contra mí, rechinando sus llantas y aventando charcos de agua que dieron contra mi rostro. Tosí debido al agua sucia en mi boca, y una persona salió del auto. Estaba preocupada. No… no estaba preocupada; estaba sorprendida. Dos personas más aparecieron. De igual manera se sorprendieron.

Eran ellos.

Era él.

Satoshi, Trip y el líder de la UEO.

No sé si era coincidencia o destino, pero tenía que decirle.

Debía decírselo.


Gary

— ¿Vida o Muerte?

— Así es, Gary. Una persona está viva cuando se siente completo, mientras que una muere cuando no tiene algo por lo que luchar. O estás vivo, o estás muerto. O tienes metas, o no las tienes.

Un brillo repentino inundó el nivel 100. Poco a poco nos acercábamos a lo que parecía ser una estrella. Sin embargo, cuando tuvimos mucho caminando, el brillo se intensificó y se agrandó, hasta que me di cuenta de que no era un simple brillo.

— Y yo, Shigeru… yo estoy vivo. Yo lucho por mis intereses. Yo soy una persona con metas que cumpliré.

Era él. Era él encerrado en una cápsula. No… no sólo la silueta encerrada en la cápsula desprendía un brillo. Había otras cuatro siluetas más en el mismo estado. Todas estaban inconscientes, mientras flotaban dentro del cilindro.

No…

— Y sé que tú también estás vivo, Shigeru. Sé que tú quieres volver a verlo de vuelta. Sé que también quieres volver a ver a tu abuelo.

Era Oak. Estaba vivo, al igual que los otros científicos. Giovanni los había mantenido presos e inconscientes dentro del nivel 100 durante todo este tiempo.

— Pero para lograr tus metas, Shigeru… necesitaré toda tu confianza. ¿Contaré contigo?

Oak tenía los ojos cerrados, pero creía que me veía a través de sus párpados. Su rostro estaba demacrado y desnutrido; él estaba vivo. Mi abuelo estaba vivo. Tenía esperanzas. Podía convencerlo. Por supuesto… por supuesto que haré todo lo necesario por sacarlo de ahí.

— Lo haré.


Serena

[VIDEO 2] - Mosty Music Epic Ever: "Empire of Angels" by Thomas Bergersen

Aparecimos bajo varios árboles altos y espesos. A un lado, se extendía el océano envuelto en una bahía pedregosa. Y justo ahí, en ese lugar inhóspito, estaba un enorme barco.

Sus velas eran grandes, numerosas y doradas, con cascos de un color escarlata. Poseía dos mástiles y un sinfín de tripulantes que ya estaban a bordo, custodiando de la galera por si algún sospechoso daba con ella. El mascarón de proa era un Ho-Oh erguido y con sus alas extendidas, bañado en oro líquido y con la mirada más imponente que había visto en algún Pokemon.

— ¡La comandante ha llegado! ¡Todos a sus puestos!

Los jugadores novatos se alistaron, yendo cada quién a su lugar. El barco levaba el ancla, se arriaban las velas doradas, y nos permitían el paso a cubierta. Sin embargo, todos habían estado sorprendidos por ello.

— ¡Es un barco! —Hikari se paralizó en su lugar.

— Sí —reí por su reacción.

— ¡Genial, un barco! —Eureka parecía que aquello lo distraía de su tristeza. La pequeña fue la primera en subir a la galera, mientras jugadores novatos la recibían con sonrisas.

Los demás nos seguían los talones, y cuando todos estuvieron a bordo, el barco empezó a remar con las órdenes de tripulantes.

— Sólo espero que haya buen clima —mencionó Tierno mientras intentaba no tener nauseas.

— ¿Buen clima? —Kasumi fue la que se preocupó.

— Ya lo verás… ya lo verás.


Hikari

El barco ya se estaba alejando de lo que eran los territorios del nivel 34. Íbamos hacia mar abierto, pero aún nadie sabía excepto Serena y las capas doradas, así como todos los tripulantes.

— Es algo más que solo un gremio secreto… ¿no es así? —le cuestioné a Serena, que estaba en los límites de la proa.

La muchacha no respondió. Sabía que la pregunta era afirmativa.

— ¿Quién es él? ¿Quién es el líder?

— Los líderes, querrás decir —mencionó.

— ¿Quiénes son?

— Es más que solo un gremio secreto, Dawn —la muchacha se volteó—. Es más que eso. Es la salvación que nos llevará al nivel 100. Nosotros, Hikari… somos los Mega.

Y así, zarpamos hacia lo que sería un nuevo comienzo. Brendan llegó hasta mi posición, riendo un poco.

— Ni creas que dejaré que tomes el Arco de Luz para ti.

— Eso lo veremos —le refunfuñé.

Todos miramos hacia el horizonte, listos para cualquier reto que se nos presentara. Listos para resurgir entre las cenizas. Listos… para la salvación de Pokemon Battle Online.


Max

— ¿Max?

La voz de Ash me sorprendió. Se había bajado del automóvil. Su sorpresa fue tal, que se quedó ahí, sin comprender lo que pasaba.

— Ash… —mi voz entrecortada por el agua me hacía difícil el hablar.

— ¿Qué haces ahí? ¿Qué… qué pasó?

— Es ella… Ash… Ella está en el juego. Te está buscando.

— ¿Quién?

El líder y Trip intercambiaron unas miradas de confusión. Ash estaba perplejo, mientras las gotas de lluvia comenzaban a humedecer sus cabellos.

— Ella… Delia… tu madre. Delia Ketchum.

El silencio se hizo eterno. Un rayo inundó la tormenta y cayó cerca de nosotros. Las patrullas se estaban acercando, pero no sabía si era porque los buscaban a ellos, o por mi huida. Ash tenía la cabeza gacha, y tuve el presentimiento de que algo lo había paralizado.

— Me encontré con ella… está en el nivel uno. Ha estado esperando por ti todo este tiempo. Ash… tu madre está viva.

Sin embargo, las patrullas comenzaban a sonar con más fuerza. Ciprés intentó reaccionar, pero mis palabras también lo habían sorprendido. No obstante, tuvo que decidir y se metió dentro del auto, para volver a arrancar. Trip también lo hizo, y Ash era el único que seguía fuera, mientras la lluvia lo tenía envuelto en su pesar.

— ¡Ash!

La patrulla apareció a lo lejos, a través de la cortina de agua. Sus luces azules y rojas empezaban a iluminar mi rostro al igual que el de Satoshi.

— ¡¿Qué quieres hacer Ash?! ¡Aún podemos regresar a la granja! —Ciprés le avisó desde la ventana.

Pero el muchacho seguía con la cabeza gacha. Estaba con los puños cerrados y su rostro no podía divisarse a pesar de las luces bicolores que lo iluminaban.

— ¡ASH!

El muchacho reaccionó entonces, y llegó hasta mí. Caminó lentamente, se hincó para tocarme el hombro, y tenía los ojos llorosos.

— ¿Es… es cierto? ¿Es cierto lo que me dices?

Asentí. El azabache estaba a punto de romper en llanto, pero intentaba mantener la compostura.

— Puedo llevarte hasta ella si quieres y…

Pero el sujeto se levantó, y se encaminó hacia la puerta de la minivan.

— Masato —su voz fue fuerte y clara, con las sirenas inundando el ambiente— Dile... ¡Dile que tendrá que esperar! ¡Que volveré pronto por ella!

Se metió dentro del auto, y éste arrancó mientras yo me hacía a un lado.

Aquel no era Ash… aquel chico, era alguien más maduro. El Destello Eléctrico que había iniciado en PBO había desaparecido. En su lugar, ahora había alguien diferente. Alguien que sin duda alguna volvería mucho más fuerte y preparado para hacerle frente a Giovanni.


Ash

La minivan se detuvo. Cada quién bajó lentamente, con los cascos sobre nuestras manos. Estábamos frente a una cabaña; la nieve se colaba por todas partes, y sentí esa sensación blanda al pisar las grandes capas de nieve.

— Aquí venía hace mucho con mis padres —indicó Ciprés— Es el último lugar al que vendría. Aquí nadie nos molestará.

El lugar era lejano, escondido y solitario. Sería el lugar perfecto…

No recuerdo cuando nos habíamos conectado al mundo paralelo. Todo era igual, debido a que Ciprés había robado los archivos de los mapas y objetos de PBO. Todo parecía tan igual, pero a la vez era distinto.

— Tengo que advertirte Ash… —mencionó Ciprés. El hombre tenía una apariencia diferente dentro de aquel juego—… que el dolor que sentirás es igual al de PBO; sólo que no morirás. Además, hay algo de malo al usar la Megafusión que…

— Ya no importa —le interrumpí. Entonces, sentí en mis manos una espada eléctrica. La espada que hace mucho tiempo había perdido en la batalla contra Mirto. Aquí podría recuperarla… aquí podría empezar desde cero; el sentirla en mis manos me hacía bien. Me hacía sentir poderoso de nuevo— Ya nada importa. Haré lo que sea necesario para volverme fuerte.

Regresaré más fuerte a PBO.

Súbitamente, la llanura tormentosa en la que estábamos los tres, fue invadida por un rugido desde los cielos. El hombre se cubrió los oídos, al igual que Trip.

— ¡Debo mencionar… que hice este juego lo más difícil posible!

— ¡¿Qué?! ¡A qué te refieres! —dijo Trip entre los rugidos en el cielo.

— ¡La única diferencia a PBO es que aquí no hay Pokemon normales!

— ¡¿Qué quieres decir eso?! —respondió el cabellos miel.

— ¡Aquí… aquí sólo se encuentran…!

Pero el rugido invadió tanto el ambiente, que de entre las nubes grisáceas apareció un Rayquaza yendo directo hacia nosotros.

Aquí… aquí solo hay Pokemon Legendarios.

Cargué mi espada eléctrica. Había olvidado cuánto me gustaban los truenos.

Pikachu apareció a mi costado, junto con Treecko, Greninja y un Mega-Charizard X. Todos iban directo hacia el Rayquaza.

Los truenos me recordaban a mi padre… pero también me llegaba la imagen de los brazos de mi madre.

Mi espada eléctrica atrajo un trueno. El rugido del Rayquaza invadió el ambiente y descendió bruscamente.

Pronto volveré madre. Espérame. Volveré más fuerte, más maduro, más poderoso. Haré que ninguna muerte sea en vano. Hoy, comenzara el inicio del fin del juego. Hoy, inicia la cuenta regresiva. Hoy, me convertiré en el mejor jugador de Pokemon Battle Online.


Jovat: ¡Y bien, aquí termina la temporada! !Muchas gracas a todos y...! ¿Qué? ¿No es el final? *Conversa con producción* ¡Pero si ya no hay más cosas que mostrar! Este es el final perfecto... ¿No es el final? ¿Falta otra cosa? Oh, bien. Bueno, no me imagino qué será después de todo lo que han mostrado... Nos leemos alguna día del 2016. Feliz Navidad y Año Nuevo.

*Pasan los créditos*

Autor: Jovat

Historia: Jovat

Producción: Jovat

Efectos visuales: Jovat

Agradecimientos: Mi perro

FIN DE CRÉDITOS

*LA PANTALLA ESTÁ EN OSCURO*

*SIGUE EN OSCURO*

*SIGUE*

*APARECE UNA ESCENA INESPERADAA*

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¿?

Los gritos ensordecían mis oídos. Todo era tan alegre, tan ruidoso y de cierta forma, tan apacible. Todos gritaban, reían y chocaban los tarros de cerveza con fuerza. Unos se abrazaban contra los otros, se embriagaban hasta perder la razón, y alzaban al aire los gritos de los Cuatro Grandes.

No había nadie más poderoso; no había nadie más grande que ellos. Los cuatro por fin acabarían con esos desgraciados beta. Por fin, la situación en PBO se tornaría justa. Y aunque había betas grandiosos como el Nuevo Rey, el Sanador Invencible o el los de Alto Mando, todos los demás tendrían que pudrirse en el infierno. Todos debían morir por ser injustos con la población novata; con mis compañeros; conmigo.

La taberna estaba adornada de capas oscuras y blancas, púrpuras, carmesíes y escarlatas. Los cuatro gremios más grandes estaban unidos con un lazo que jamás iba a romperse. PBO finalmente daría inicio a una nueva era donde los cuatro gobernarían y juntos acabarían con todo el juego. Depositábamos nuestras esperanzas en ellos; y aunque teníamos miedo de traicionarlos, sabíamos que estábamos más seguros dentro de su reinado.

— ¡Viva los Cuatro Grandes! —se oía por toda la taberna de Ciudad Subterránea. Ésta había sido reconstruida cuando Steven tuvo que destruir media ciudad al intentar salvar a sus prisioneros… a ese Espadachín Esmeralda… a ese traidor de mierda.

— ¡VIVA! —grité junto con ellos, mientras tomaba de mi tarro de cerveza.

— ¡¿No es grandioso, Leo?! —me mencionó mi compañera, Mary.

— ¡Sí! —reí con ella. Ambos habíamos abandonado nuestro gremio para poder unirnos al Gremio Equilibrio. Ambos portábamos atuendos blancos y cotas de malla oscuras. Ambos poseíamos una túnica bicolor que a pesar de que no era tan grande y majestuosa como los del Alto Mando, tenía el sueño de llegar algún día a conseguirla.

Las risas invadieron el ambiente, hasta que oí un altercado en una mesa. Dos sujetos estaban gritándole a un sujeto de túnica negra. Ése era el único jugador que resaltaba entre el mar de colores pertenecientes a los cuatro gremios.

Agarré la mano de mi compañera pelirroja, y fuimos hasta aquella mesa evitando a muchas personas que comenzaban a percatarse de la discusión, pero preferían evitar problemas y seguir con su brindis.

Al llegar, el tipo había tenido un cuchillo en la mano, rasgando la mesa como si los dos sujetos que tenía enfrente no estuviesen presentes.

— ¡¿Qué has dicho?! —repitió uno que pertenecía al Gremio Esmeralda.

La capucha cubría el rostro del sujeto, pero noté una sonrisa dibujarse en el mismo.

— Que sus cuatro gremios son pura mierda.

Aquello rebasó la mecha corta que tuvo el otro tipo, del gremio Alma de Piedra. Su túnica púrpura y grisácea voló hacia el jugador misterioso, pero éste aventó el cuchillo hacia el hombre. La fuerza con la que el cuchillo salió disparado fue tal, que dio de lleno en su capa y la inercia acompañó al sujeto hasta que tanto el arma como el jugador se clavaron en la pared de la taberna.

La gente finalmente se detuvo. Las conversaciones cesaron, las risas pararon y el ruido fue reemplazado por silencio. El misterioso jugador se levantó de la silla, mientras se encaminaba hacia la salida.

— No hay nada que ver —mencionó— Sigan celebrando.

Todos se extrañaron por su indebido comportamiento, pero absolutamente nadie se atrevió a defender al miembro del gremio de Steven, que aún seguía jadeando calvado en la pared. Todos menos yo.

— ¡No, Leo! —Mary intentó detenerme, pero corrí hacia aquel tipo y lo jalé del brazo.

La fuerza y reacción del tipo me aventó al suelo. La gente reía, cantaba, gritaba… los sonidos en la taberna nos inundaban a ambos, pero la mirada de aquel tipo era más que cualquier sonido y situación que pasara en ese momento. Su mirada era seria, decisiva, misteriosa.

— Te haré una pregunta —su voz apenas podía oírse en medio de las celebraciones, aunque podía escucharla claramente—: ¿A qué le temes?

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Al principio no pude comprender su pregunta, pero prosiguió antes de yo poder responder.

— Sé que muchos le tememos a la muerte. Yo estuve incluido en ese grupo. Me aterraba tanto el morir, que decidí escapar cobardemente. Ahora me doy cuenta de que fue un error y he sufrido las consecuencias. Se siente bien el regresar aquí después de mucho tiempo ¿sabes? Pero todo ha cambiado. Las cosas no son iguales; me sorprende que sólo haya cuatro gremios. ¿Por qué te has unido? ¿A qué le temes?

— Yo… —mi mirada se perdió en el suelo.

— No hace falta responder. Todos se han unido por temor; hasta yo lo sé. Pero chico… no temas. En el momento que dejes de temer, este juego volverá a tener esperanzas. En cambio, si temes a la muerte, si temes a desaparecer, sufrirás las consecuencias como yo lo he hecho. No temas.

El sujeto volvió a caminar hacia la puerta, pero lo detuve con una pregunta.

— ¿Quién eres?

Abrió la manija de la puerta, y sonrió.

— Pocos me han conocido —bufó—, pero los que lo hicieron, me llamaban por mi nombre real.

— ¿Y entonces cuál…?

Sin embargo, fui interrumpido.

— No. No me llames por mi nombre. Llámame por mi avatar; sólo así, ella podrá saber de mí. Ella fue la única que me llamó de esa manera. Llámame por ese nombre.

Él salió sin decirlo. Cerró la puerta, y el sonido de las celebraciones me inundó de nuevo. Mary fue hacia mí, e intentó levantarme, pero aún seguía perplejo.

— ¿Estás bien?

Me dirigí hacia el grabado que el sujeto había hecho con el cuchillo, y me di cuenta de que había una sola letra inscrita en la madera. Una cruz sencilla e irregular, perfectamente tallada. Una letra que hacía recordar más su nombre. Una X, que sin lugar a dudas, era el nombre del sujeto que había salido por la puerta.


FIN DE LA TERCERA TEMPORADA

POKEMON BATTLE ONLINE: UNA NUEVA ERA