¡Hola! Bueno, lamento la tardanza. He estado muy ocupado y cuando iba a publicar el capítulo hoy mi compu se le ocurrió tener un virus y tuve que formatearla toda. Afortundamente los capítulos que tengo guardados en la laptop se han guardado C: Si no, no quiero imaginarme lo que hubiese sucedido. Como sea, les tengo aquí el quinto capítulo del cuarto arco. Que lo disfruten y prometo que el siguiente capítulo ya tendrá más emoción. Bueno, no tengo mucho tiempo para contestar los reviews; estoy muy cansado y no sé cómo sigo con los ojos abiertos, es un milagro jajaja xD Si alguien nota errores ortográficos, lo lamento pero mientras intentaba releer el capítulo fue cuando mi computadora se alocó y se congeló, así que luego me dio pereza y no tuve el lujo de releer el cap por el tiempo, además de que tenía que ir a trabajar. De todas maneras, quiero agradecer a todos por sus queridos reviews que siempre me alegran el día. Gracias por hacerme notar mis errores, por los buenos y malos comentarios y por todo. Por cierto mi pareja favorita es el MangaQuestShipping xDDD ¡Nos leemos!
[VIDEO 1: Bleach Soundtrack - Fade to Black B13a (extended)]
[VIDEO 2: Game Of Thrones OST - Winterfell (Extended Version)]
[VIDEO 3: "Statues" - Harry Potter and the Deathly Hallows Part 2 (soundtrack)]
Capítulo 89
Treceavo Jugador
[VIDEO 1: Bleach Soundtrack - Fade to Black B13a (extended)]
Zinnia
El rugido fue estremecedor hasta tal punto que los granos de arena revoloteando por el aire se disiparon para despejar nuestro alrededor. Partículas de saliva incluso llegaron hasta nuestros rostros, con un aire gélido y caliente lleno de rabia y ansiedad.
Flygon iba volando en línea recta, apenas rosando el suelo arenoso y liso; el Pokemon no tenía dificultad alguna para mirar a través de la arena, ya que sus ojos se habían acostumbrado a este tipo de ambientes. Pero yo no podía ver tan bien como la criatura; y aunque intentaba dirigir el mástil roto en vano, mi miedo al ver a un león-humano a punto de asesinarnos invadió mi cuerpo y alma. La sorpresa, el nerviosismo y la angustia eran ya una parte indudable de mí, inyectando un veneno paralizador que me dejaba vulnerable ante cualquier enemigo.
— Venga, ataca ya, león de mierda—la sonrisa del chico de cabellos azabaches y ojos carmesíes me intimidó por completo. No sé quién era más aterrador: si él por luchar contra una bestia que parecía imposible de vencer, la apariencia terrorífica del sujeto que se acababa de fusionar, o el Arquero Oscuro y su manada persiguiéndonos.
Lysson corría con las zancadas más grandes que había visto y que hacían retumbar la arena. Flygon volaba a toda velocidad, intentando alejarse de nuestros enemigos. El beta simplemente esbozó una sonrisa sobre su rostro, y cuando el del Cuarteto Asesino estaba a metros de la Sandship, el sujeto colocó su mano sobre el arco y el carcaj que tenía en su espalda.
En un abrir y cerrar de ojos, el chico tensó una flecha de destellos rubíes. No obstante, no era una flecha común y corriente. Dicha flecha estaba esculpida detalladamente con trazos curvados, pero también poseía un brillo radiante parecido al de los rayos del sol. Esos brillos provenían del símbolo de ADN que estaba situado en la cola de la flecha; más que un brillo por parte del símbolo, también podía sentir la presencia de una gran cantidad de poder aural.
Lysson rugió, y se abalanzó en sus cuatro patas hacia el transporte. Ruby lanzó la flecha con el ceño fruncido, y un destello recto y rojizo invadió el ambiente, despejando la tormenta de arena por completo. La flecha llegó hasta el hocico abierto de Lysson, que estaba a punto de expulsar una llamarada mortal. La flecha entró a su boca, y en el momento en que ésta hizo contacto con ella, Lysson salió disparado tal como la arena de la tormenta lo había hecho.
— ¡Steven! —mencionó Fátima, una de las de Alto Mando. La gran silueta de Lysson iba dirigida hacia ellos. Steven abrió los ojos como platos al ver que iba a estrellarse contra el león. Sin embargo, el Pokemon en el que iba montado se alzó en la arena y colocó sus cuatro patas alargadas para detener la gran figura. Mega-Metagross recibió el impacto de la voluminosa criatura, con Steven manteniendo el equilibrio sobre la cabeza de su Pokemon; la fuerza detuvo a Lysson, y Mega-Metagross hizo un esfuerzo increíble para devolver a Lysson hacia la Sandship, desprendiendo ondas de fuerza y de sonido.
Lysson se volvió en sí, viendo que iba de nuevo hacia Ruby. La horripilante criatura de melena rojiza esbozó una sonrisa macabra, mostrando sus dientes felinos y sus ojos amarillos y carmesíes.
Lancé un grito ahogado. Sabía que no había fuerza medida que detuviera la velocidad con la que Lysson venía de regreso. Mi sorpresa y la de M-lak eran entendibles, pero no la del beta arquero. De hecho, el sujeto se volteó hacia mí, me entregó su carcaj y arco, confiándomelos sin siquiera habernos conocido antes.
— Detenme esto.
Y cuando Lysson venía a una velocidad que producía ecos de sonido, Ruby saltó quitándose la capa negra que cubría su figura. Ruby alzó un puño sobre el aire, chocando estrepitosamente contra el cráneo del felino. Ambos golpes fueron tan majestuosos y bruscos, que los dos se suspendieron en el aire, batallando y viendo quién tenía la fuerza más bruta. Sin embargo, la fuerza desmedida de ambos fue tal, que los dos salieron hacia el lado contrario a una velocidad increíble. Tanto Ruby como el humano mega fusionado rodaron por la arena, siendo heridos por golpes bruscos y calientes del suelo.
M-lak seguía en el suelo, con las manos inhabilitadas por los pies de Lirio. De un momento a otro, la distracción traicionó a Lirio, haciendo que X pateara las piernas de su enemigo y perdiera el equilibrio. M-lak tomó su cuchillo oscuro, y saltó hacia mi Sandship, donde Flygon seguía yendo encaminado en línea recta, buscando entre el desierto tormentoso a su dueño.
— ¡Tenemos que huir! —X gritó. A pesar de que él era un beta también, sabía que no tenía posibilidades de luchar contra un grupo numeroso de enemigos.
— ¡¿Dónde está el arquero?! —grité, ya que mi voz apenas se escuchaba entre el ruido de la tormenta.
La única respuesta que recibí fue cuando el sonido de dos choques estrepitosos volvieron a sonar. Esta vez, Ruby y Lysson habían saltado sobre la tormenta de arena. Cuando me di cuenta, el arco y el carcaj que tenía en mi posición ya habían desaparecido debido a que el beta los había tomado con suma rapidez. Así bien, entre un tormento de granos de arena, remolinos mortales y capas de polvo marrón, había destellos rubíes que iluminaban el ambiente, llamaradas anaranjadas que desprendían un calor infernal y luces cegadoras, rugidos de rabia que lastimaban los tímpanos, y ondas de sonido que viajaban a nuestros oídos con misterio.
Sin embargo, Steven Stone no se quedó atrás. El sujeto también quería diversión, y fue cuando su Mega-Metagross aceleró para saltar hacia el lugar donde ambos batallaban. Cuando Ruby estaba distríado luchando contra Lysson, le apareció por la espalda y el Pokemon del Arquero Oscuro le propinó un golpe en el centro de su columna vertebral con una de sus fuertes y alargadas patas. Ruby gimió de rabia y salió disparado hacia el suelo.
"¡No se puede ver nada! ¡No sabemos lo que está sucediendo!" —mencionaba la narradora de la carrera. Tanto Flygon como yo sabíamos que estábamos no muy lejos de la meta. Íbamos a ganar, pero era más importante el saber la manera en cómo íbamos a terminar.
Una nube de polvo y un estruendo ocurrieron no muy lejos de ahí. Ruby se había estrellado con suma violencia, y Flygon detectó aquello, desviándose del camino principal para ir hacia su dueño que necesitaba socorro. Sin detenerse un momento, Flygon extendió su ala sana. Una mano salió de una nube de polvo, aferrándose al ala. Ruby pronto se reincorporó y se montó sobre su Pokemon. El sujeto tenía sangre emanando de su frente, y tenía un agujero expuesto con la piel calcinada en la espalda, producto del golpe del Metagross. No obstante, tal parecía que eso no le importaba al chico, porque miró con rabia tanto a Steven como a Lysson, que descendían por los aires tormentosos.
Pronto, Lirio actuó, aterrizando en lo que quedaba de espacio de mi pequeña Sandship. Pero aún, los del Alto Mando del gremio Alma de Piedra comenzaron a acorralarnos. Lirio agarró desprevenido a X, que al momento de voltearse, notó como un par de cuchillas alargadas de hueso iban hacia su sien. Yo intenté intervenir con mi magia, pero era demasiado tarde.
Un destello de luz esmeralda iluminó el ambiente, chocando contra las cuchillas de hueso. El destello provenía de una espada extraña, y pronto esa luz verdosa se convirtió en un psico-corte que rodeó ambas cuchillas y las quebró hasta destinegrarlas. El poder del psico-corte también dejó fuera de la Sandship a Lirio, revolcándolo sobre la arena y quedandose atrás.
Dos siluetas más habían aterrizado en mi transporte; una de ellas nos había defendido de Lirio, mientras la otra miraba incrédulo el escenario. Ruby volteó, aún montado sobre su Flygon.
— ¡¿Dónde demonios estabas?! —mencionó la silueta de un turbante esmeralda.
— ¡Eso yo debería preguntarles a ambos! —Ruby reclamó.
La mujer del turbante púrpura se aferró a su extraña espada de un metal irreconocible; el brillo esmeralda dejó de emanar de su arma, y pronto envainó su espada sobre su espalda. Se quitó el turbante púrpura, soltando la melena del mismo color y mirando con misterio a Ruby.
— Debemos huir —le ordenó al beta arquero. Tal parece que ella era la que mandaba.
— Huye tú, Sabrina. Yo me quedó a luchar —le contestó el de mata azabache. Sin embargo, la mujer no tuvo tiempo para replicar.
De un momento a otro, entre la espesa capa inquieta de arena, hubo un destello oscuro y frío. Un destello que indicaba que Steven Stone finalmente había destensado una de sus temibles flechas. Según había oído, cuando Steven lanzaba una de sus flechas, todo estaba perdido.
— ¡Ruby!
— Cállate, Emerald. Lo tengo bajo control.
En ese momento, Flygon lanzó un hiperrayo hacia la flecha, pero ésta desintegró el poder del Pokemon. La flecha ya tenía su objetivo, pero Brendan entonces desvió la Sandship justo cuando el poder oscuro iba a dar de lleno con él. La flecha oscura iba detrás de ellos, poco a poco acercándose para llenar de llamas oscuras el transporte. Los de Alto Mando se acercaban más y más, acorralando la Sandship. Mientras tanto, Lysson y Steven habían aterrizado también a nuestras espaldas, siguiendo con ansias la flecha oscura que también nos ocasionaba problemas.
— No podemos ganar, Ruby. ¡Entiéndelo! —replicó Sabrina.
El arquero soltó un bufido, sabiendo que era verdad.
— Está bien, como digas.
— ¿Y cómo vamos a huir? No podemos utilizar cristal de teletransportación en este nivel —mencionó Kalm, que parecía preocupado.
— No necesitamos eso. La tenemos a ella —Ruby me dedicó una mirada y una sonrisa con el ceño fruncido— Necesitamos de tu magia, chica.
Miré hacia adelante. La meta estaba ya visible a pesar de la tormenta de arena. Podía ganar; tan sólo bastaba cruzar la línea de meta para obtener la recompensa y ser libre. Sin embargo, los enemigos ya estaban demasiado cerca de nosotros, y la flecha nos iba a alcanzar en cualquier momento. Peor aún, si utilizaba mi magia, la gente lo notaría; Steven Stone lo notaría, y me convertiría en una esclava que habría quebrantado las leyes impuestas por los Cuatro Grandes. Los esclavos no podían utilizar la magia; ellos no la podían utilizar bajo ninguna circunstancia. Ya lo había hecho la noche anterior, y tuve suerte de que M-lak me hubiese librado de esa. Pero ahora tal parece que debía de escoger: ganar la carrera, ser libre, tener dinero de sobra, poder viajar a otros niveles, ser fugitiva, esclava y ser buscada por Steven Stone y compañía al haber roto las reglas; o salvar mi maldita vida.
Al fin y al cabo, si elegía la primera opción, iba a estar muerta de todos modos.
— Yo…
— ¡Niña, rápido! —reclamó Sabrina. Emerald realizó un grito de angustia, al ver que la flecha tocó finalmente la Sandship. Las llamas oscuras aparecieron como pequeñas flamas amenazantes.
— Lo haré, lo haré.
Cerré los ojos. Necesitaba toda la concentración posible para controlar grandes cantidades de arena. Nunca había hecho tal cosa como la que estaba a punto de hacer. Sólo espero que todo el entrenamiento a escondidas que he estado realizando tenga buenos resultados.
Pronto, sentí cada partícula de arena como un ser vivo y único. Cada partícula podía estar bajo mi mandato; cada partícula era parte de mí. Yo era la arena. Yo era todo el desierto.
Súbitamente, un tornado voluminoso y súbito apareció alrededor de todos. Un tornado que comenzó a desafiar las leyes de la gravedad, levantando a todos del suelo. El tornado nos rodeó y comenzamos a girar sobre su eje. Las llamas oscuras no dejaban de alimentar la madera de mi Sandship.
Lysson, Steven y compañía se vieron afectados por el tornado, y partículas filosas de arena iban y venían por sus cuerpos, como alfileres cortantes que les herían. De una manera u otra, comencé a mover mis manos de manera continua, controlando el gran tornado dentro de la tormenta de arena. La meta estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos; sabía que tarde o temprano me iba a arrepentir de no haber podido gana teniendo la oportunidad de coronarme campeona.
La Sandship se destrozó debido a la magnitud del remolino. Las partículas de arena filosas lastimaron a todos excepto a mis compañeros, que se habían rodeado de una capa arenosa que les protegía. El tornado controló a todos, siendo llevados por su corriente brusca. Cuando abrí los ojos, el tornado supo que era el momento para que nos disparara a mí y a mis compañeros fuera de su ciclo interminable. Al escupirnos, nos había lanzado de una manera tan fuerte, que atravesamos varias leguas desérticas quedando fuera de la vista de nuestros enemigos, de la tormenta de arena y de los espectadores de la carrera. Lo único malo de toda esta situación, es que no volvería a ver Ciudad Desierto ni Pueblo Arena, porque a partir de este momento sabía que me había convertido en una fugitiva por atacar a uno de los Cuatro Grandes.
Gary
— ¡Abrid el rastrillo!
Las voces de los soldados vigilas causó sorpresa para los de dentro. Al ver destellos plateados resplandeciendo en las alturas de Mt. Moon, sobre un puente levadizo largo y que causaba un vértigo inimaginable, dichos soldados comenzaron a levantar el rastrillo cuanto antes. El sonido del metal de las rejas rechinando contra la entrada deshizo el eco que había en las alturas. Inclusive el castañeo de mi armadura plateada hizo sintonía con el ruido del rastrillo.
Pasé por la gran entrada, donde las sombras me invadieron por un momento. Cuando llegué al patio de armas, la luz del sol iluminó con mayor notoriedad mi capa plateada. El destello produjo llamó la atención de todos, como usualmente solía hacerlo cada vez que caminaba por un espacio público.
— ¡Arrodillaos ante el Sanador Invencible: El Jugador Neutral!
Un océano de personas de uniformes de colores escarlatas y oscuros se inclinó como si la pasividad de una ola llegara hasta mis pies. La gente inclinó la cabeza también, lo que me hacía sentir más extraño aun. Después de todo, ya estaba acostumbrado a este tipo de escenarios.
Había un pasillo que la gente formó para que sólo caminara el Sanador Invencible. Mis hombreras chocaban contra mi armadura, produciendo un sonido continuo, molesto e incómodo. Sin embargo, la capa plateada que colgaba de un broche diamante quitaba toda incomodidad que había en mí. El resplandor que yo ocasionaba obligaba a los demás a que me rindieran pleitesía justo como lo estaban haciendo.
— "No lo hagan" —quería mencionarles, pero no había nada que pudiese hacer.
[VIDEO 2: Game Of Thrones OST - Winterfell (Extended Version)]
No quería esto. Yo nunca quise el poder, la fama y el reconocimiento. No quería que el primer novato que se cruzara frente a mí —si es que se lo permitían— me mirara como algún tipo de dios y se arrodillara para honorarme. Era algo estúpido; al final de cuentas, todos éramos iguales fuera del juego.
Pero es que ya no había un "fuera" del juego. Ésta ya era nuestra realidad; es que ya no había esperanza alguna en Pokemon Battle Online. Después de todo lo que he sufrido durante este año donde Hikari, Haruka, Ruby, Satoshi y los demás desaparecieron, las esperanzas que se habían depositado en mí habían desaparecido. Ya no había cura alguna; ya no había nada que hacerse. En un principio, pensaba de forma diferente. Días después de la Guerra Celestial, aun albergaba esperanzas de que podría yo hacer algo contra Giovanni y los Cuatro Grandes. Cuán equivocado estaba.
Recuerdo cuando comencé a ser odiado por todos los jugadores del juego. No los culpo. Yo también me hubiese culpado a mí mismo si mis poderes de sanador desaparecieran sin explicación alguna. N ha pasado desapercibido todo este tiempo, sin rastro alguno siquiera de sus dos Pokemon legendarios que ha capturado. Los sanadores se han vuelto inútiles en el juego, y al que le recayó esa responsabilidad fue a mí. Es decir, ¿qué sanador ha destacado además de Diantha y de mí? Obviamente los jugadores iban a reclamar ante los más poderosos, y como Diantha es alguien intocable, todos lanzaban sus pedradas y gritos en contra mía. Eventualmente, los Cuatro Grandes comenzaron a convencer a dichos sanadores y jugadores molestos que no era mi culpa. Y aunque fuese verdad, era una buena jugada por parte de Giovanni para ganarse más mi confianza.
Las palabras convincentes de Lance, Steven, Diantha y Cynthia hicieron que el odio que me tenían pasara a ser una especie de adoración obligada. De hecho, me habían apodado "Jugador Neutral", porque era el único al que no se le obligaba unirse a uno de los cuatro gremios. Hubiese preferido unirme a uno, en lugar de que todos me miraran con miedo, viéndome como alguien que tenía de escudo a los cuatro jugadores más poderosos del juego. Bueno, en realidad Diantha ya no era poderosa, ni yo. Nuestra aura ha desaparecido, y nuestra invencibilidad temporal también. Hemos pasado horas buscando rastro de N, pero todo ha sido en vano.
— "Deja eso para Diantha," —recordé a Giovanni diciéndome aquello—, "Tengo una misión especial para ti".
Ahí fue cuando mis esperanzas comenzaron a hundirse considerablemente.
¿Es que era tan iluso por pensar que había cura para el casco? ¿Es que pensé siquiera que podríamos salir sanos y salvos de esta pesadilla virtual? ¿Es que alguna vez pensé que el caos y la crueldad no iban a formar parte de mí? Sí. Todo eso había pasado por mi mente aunque fuese solo un pensamiento pasajero, pero nunca me imaginé que fuese a formar parte de mi vida diaria. Las esperanzas que había depositado en Satoshi eran inmensas, pero se llevarían él y los demás desaparecidos una gran decepción cuando les mencionara que yo ya no era como antes. No… Ya no era el mismo sujeto que pensaba como hace un año. Ya no era dicho espía de la desaparecida Unidad Especial Online. Eso era ya parte del pasado. Y todo esto se lo debía gracias a una pequeña e insignificante misión que había subestimado y menospreciado.
— "Matarás a todos los que no han sido controlados aún".
Una simple misión; unas simples palabras me habían cambiado por completo. Mi sentido de justicia y esperanza eran tan alentadores, que cumplí al pie de la letra la misión que se me había encomendado. En realidad, mi objetivo por obtener la confianza de Giovanni era tan grande, que llegué a hacer cosas inimaginables. Quería que Giovanni no tuviera ni la más mínima sospecha de que hubiese sido algún tipo de espía o estuviese del lado de Ciprés. No quería nada de eso. Mejor aún, el saber que mi abuelo y los demás científicos estaban vivos y bajo el secuestro de Giovanni me alentaban más a obedecerlo.
— "Mata a todos" —aún seguía resonando en mi cabeza esa frase— "A todos…"
Sé que mis poderes de sanador eran insignificantes ya, pero eso no justificaba el cumplir mi misión. Recuerdo las tabernas, las posadas, los callejones oscuros. Golpes a puño limpio, patadas en el rostro, quebradura de huesos. Justo como lo había hecho con Citron hace ya un año.
— ¿Qué es lo que va a hacerme, señor? —la mirada de una niña había quedado ya impregnada en mi mente durante el resto de mi vida. Tan sólo tenía siete años de edad.
— No te haré nada. Sólo… sólo cierra los ojos.
La sangre y los pixeles habían invadido esa noche la posada llena de jugadores no controlados. Sin embargo, el "matar a todos" había sido mi misión, y debía cumplirla tal y como me la habían indicado. Inclusive… inclusive si esa pequeña niña ya había estado controlada. Inclusive si me topaba en el camino a gente que ya había sido asesinada con anterioridad; debía matarlos a todos.
Giovanni se tomó muy en serio mi comportamiento, sabiendo que finalmente podía confiar en mí y que había matado a más gente, incluso más a los que los Cuatro Grandes podrían haber asesinado. Y cuando él sabía que ya no era un sujeto débil ni misericordioso, me llevó de nuevo hacia donde mi abuelo, que yacía inmóvil, flotando bajo un líquido extraño en una pipa gruesa de cristal. El líquido había desaparecido, y la pipa se abrió automáticamente; Oak tosió, despertó y y miró a su alrededor. Recuerdo su comportamiento confuso y el mirarme de una manera incomprensible.
— ¿Gary? Nieto… ¿qué… qué sucede? ¿Dónde estamos? ¿Qué es este lugar?
— Suficiente —mencionó Giovanni.
— ¿Giovanni? ¿Qué pasa? ¿Qué…?
Giovanni me había dedicado una mirada para entender que debía hacerlo: llegué hasta mi abuelo y le di una patada en la cabeza que nuevamente lo dejó inconsciente.
— Has cumplido. Si quieres salir vivo al lado de tu abuelo, sólo te queda una misión más.
Me mantuve en silencio.
— Mata a esos beta desaparecidos.
Giovanni sonreía y se alejaba sabiendo que debía incluso hacer más para salir sano y salvo del juego, al lado de mi abuelo. Y ahí… ahí me di cuenta de que no había esperanza alguna. No para los demás. Sólo yo podía salvarme, si es que quería de nuevo una vida tranquila y feliz en Pueblo Paleta al lado de mi abuelo retirado y alejado de todas esas tecnologías virtuales que lo apasionaban, meciéndose en una silla en el porche de la casa que le había dejado mi padre difunto. No había cura; no había felicidad; no había esperanzas. No para los demás. No mientras pensaran que no debían pasar por la crueldad y tortura por la que yo había pasado ya.
Crucé todo el patio de armas, donde varios osados levantaban la mirada para contemplar el brillo grisáceo de mi presencia neutral. Sé que algunos todavía me odiaban, y no los culpo por ello. Pero no podían hacer nada.
Las puertas de cristal se abrieron al compás cuando escalé los peldaños principales. Al entrar, el aula principal estaba también casi abarrotada, pero ya habían notado mi presencia. Subí las escaleras inmensas de caracol, y me dirigí hacia el punto más alto del Castillo Dragón, donde detrás de la habitación principal de Lance, se escuchaban voces y gritos. Un presentimiento me indicaba que no iba a pasar nada bueno allá dentro.
Clair estaba ahí, aguardando mi llegada. Su mirada me dijo que en efecto había voces furiosas que no indicaban nada bueno. Clair abrió la puerta lentamente, donde comencé a caminar sin miedo alguno hacia adelante.
Ahí, la silueta de capucha negra y misteriosa opacaba el cielo despejado y ventoso; mantenía en sus manos el cuello de un sujeto de melena rojiza a punto de caer por el vacío del hocico del dragón de piedra. La espada de Satoshi se aferraba en la otra mano libre del de capucha negra.
Lysson ansiaba por aire, y Giovanni apretaba la mandíbula con rabia. Lance simplemente se mantenía en un costado alejado de la habitación dragón, junto con Steven, Cynthia, Diantha y el resto del Cuarteto Asesino, además de Lirio.
— ¡¿Cómo te atreves?! —la voz de Giovanni era diferente esta vez. Lysson no podía siquiera responder.
— Oh, mira quién ha llegado —mencionó Diantha sonriendo.
Giovanni volteó a verme. Aventó a Lysson al centro de la habitación, donde rodó hasta parar frente a mis botas plateadas.
— ¿Ya te has enterado? Tu amigo Ruby apareció en el nivel 60. Sabía que esos beta seguían vivos de alguna manera.
La noticia me causó un revuelco en el estómago. El escuchar el nombre de Brendan me había alegrado, pero sabía que mi misión era asesinarlo, así como el de todos los demás.
— Vaya, es algo inesperado —confesé, mirando con desprecio a Lysson— Lo que no entiendo es el por qué desatar toda tu ira contra él.
— ¿Qué no te das cuenta que haberlo capturado hubiese sido importante? Podríamos haberle sacado información sobre el paradero de los demás —mencionó Steven, desde las sombras de la habitación.
— Ya veo —me agaché hacia Lysson y tomé su espada eléctrica abandonada en el suelo para examinarla con más detalle— Me imagino que querías matar a ese arquero ¿No es así?
Lysson levantó la mirada con furia, y la sangre emanaba de su frente. Tomaré eso como un "sí".
— El caso es que expuso la megafusión en un lugar tan público como la Carrera Sandslash —Giovanni volteó hacia el paisaje celestial de afuera.
— ¿Qué hay con que los novatos vean la Megafusión? Ya tuvieron suficiente con la de Satoshi hace un año —dije consternado.
— Sí, ¿pero cómo puedes garantizar que entre los jugadores que veían la carrera no había un beta colado por ahí? Además, nadie había escapado vivo de la Megafusión de Lysson como para contarlo.
Lysson rechinó los dientes. Él mismo sabía que se había dejado llevar por la ira y las ansias de matar a un beta como para pensar con claridad antes de fusionarse.
— Lo que significa… —mencioné con una pausa al final, porque en realidad no estaba entendiendo.
— Lo que significa que tu amigo pensará que la Megafusión ya es común en Lysson, en el Cuarteto Asesino y en los jugadores.
— ¿Y qué hay con eso? Que piense lo que quiera —rio Lance.
— No —negué— Ahora lo veo. Si Ruby piensa eso, su sentido común le dirá que de alguna u otra forma, para poder llegar a la Megafusión, se necesita de entrenamiento. No cualquiera puede hacerlo. Y para un entrenamiento, se necesita de una base donde se almacenen megapiedras con las cuales entrenar.
— Sí que eres listo, sanador —Cynthia esbozó una sonrisa.
— Debería matarte —confesó Giovanni a Lysson— Pero como me has sido de utilidad últimamente, no lo haré. Lo que me inquieta es saber en dónde está ahora. ¿Llevaba acompañantes?
— Sí —Lirio confesó— Una maga de arena novata, y tres beta más.
— ¿Alcanzaste a ver sus nombres?
— La tormenta de área era muy densa, mi señor. Sólo pude confirmar a uno. Su nombre era "X". Hay un problema con él…
— ¿Qué pasa?
— Él cambió de apariencia, y también de nombre.
— ¿Qué?
— Es cierto —terció Lysson—. No sé cómo lo hizo, pero es un beta diferente.
— Seguramente algún poder especial brindado por Ciprés. No lo sé. No se me ocurre nada.
Giovanni quedó en silencio durante unos segundos.
— No sé quién sea ese tal X, pero el que esté con el Arquero Estratega nos hace indicar que no es nada bueno. Y si estaba acompañado de dos beta más, significa que no está solo. Significa que hay un lugar donde todos esos beta desaparecidos están reunidos. Sé que hay alguien que los está liderando, pero no sé quién es ni dónde podremos encontrarlo.
— Si me permite decir… —Lirio se arrodillo ante Giovanni—… la chica novata que participaba en la carrera poseía un cristal mensajero. Pude ver dicho cristal días antes, cuando ella pudo inscribirse en la carrera. La vi de lejos.
— Ahora que lo mencionas, creo conocer a esa chica —Steven sonrió por primera vez desde que entré a la habitación— Sí, la recuerdo bien. Es una esclava.
— ¿Y qué con eso? ¿Crees que ese mensaje que contiene sea importante? —preguntó Giovanni.
— No lo sé —Steven respondió en lugar de Lirio— Pero si Ruby intervino en la carrera debe ser por algo. No creo que sólo lo haga para burlarse de nosotros.
— Sea lo que sea, necesito que capturen a ese sujeto y a ese X; me inquieta que cambie de apariencia así como así. Y si los capturan junto a los demás beta y a la esclava que le acompañaba, mejor. O bien, mátenlos except el arquero.
Lysson aun seguía mirando al suelo, con rabia en su interior por no poder dequistarse con nadie. Le levanté la barbilla y le obligué a mirarme fijamente. Ambos teníamos una mirada dura y profunda, pero sabía que yo era el que mandaba antes que él.
— Quiero que vayas a por el Arquero Estratega.
El sujeto asintió, tomó la espada que yo había depositado en el suelo y salió acompañado de sus tres compañeros asesinos. Cynthia volvió a esbozar una sonrisa divertida cuando notó mi autoridad ante Lysson. Sin embargo, yo estaba más preocupado por el tema de la Megafusión.
— ¿Cuántas… cuántas veces se ha fusionado Lysson?
Giovanni se encogió de hombros, pero Lance finalmente fue el que habló, con una mirada carmesí mirándome misteriosamente a través de la oscuridad de su rincón.
— El juego del poder es un juego que no cualquiera puede jugar—dijo y volteó hacia donde Lysson había salido— Al final, el poder consumirá a Lysson y a todos los jugadores que crean tener el control sobre él.
Zinnia
El frío me helaba los huesos. Inclusive comencé un tiempo a delirar, pero mi fuerza de voluntad era más fuerte. Las piernas me pesaban, y sólo se contaba con el Pokemon de Ruby para transportar a todos, lo cual había sido exhaustivo durante poco menos de una hora. Las demás horas fueron caminatas largas donde deseaba desesperadamente que mi Sandship no hubiese sido destruida. Lo único bueno que podía sacar de esta situación es que nadie nos había encontrado, no nos habíamos topado con ningún salvaje y la noche estrellada era agradable a la vista.
— ¡Bah, esto es más que cansado ¿cuándo vamos a llegar?!
La voz del chico de extremidades extrañas me hizo salir de mis pensamientos. De hecho, tanto X como yo teníamos un poco de incomodidad para preguntarle por qué él era diferente al resto. Así bien, también tenía curiosidad por su compañera y su extraña espada, y el por qué Ruby había aparecido, aunque debo suponer que lo hizo porque había tenido sus pertenencias. Sin embargo, eso no justificaba totalmente el por qué estaba aquí y dónde demonios había estado todo este tiempo. ¿Escondiéndose? ¿Entrenando? ¿Por qué ahora se aparecía un beta de tales magnitudes? Ahora que lo recuerdo, también X, o M-lak, como sea que deba llamarlo, ocultaba cosas que debía preguntar.
— Llegaremos pronto Emerald. ¿Cuánto dices que falta, niña? —Sabrina preguntó, con el turbante usándolo como bufanda mientras la melena púrpura revoloteaba al compás de las heladas corrientes.
— No me digas así, ¿quieres? —bufé molesta.
— Zinnia, niña, esclava. Cómo sea —rio la chica.
No obstante, le dediqué una mirada asesina antes de responderle al niño hiperactivo que faltaban cuestión de minutos para llegar al pueblo más cercano. El mapa del nivel 60 era tan grande, que el pueblo más cercano a Ciudad Desierto tomaba casi un día en ir a pie. Y vaya que era una distancia relativamente corta si se iba en una Sandship.
— Bueno, dices que ahí podemos teletransportarnos, ¿no? —Brendan llevaba su turbante albino que evitaba que se le congelaran las mejillas del frío devastador.
— Sí, si es que no morimos antes o nos aguardan ahí mismo medio ejército de Steven —Sabrina y su realismo comenzaban a molestarme. ¿Es que era así todo el tiempo?
— Escuchen. Sea cual sea la ocasión tenemos soluciones —Brendan acarició a su Flygon, que caminaba a pasos lentos y cansados. El Pokemon, que yacía ya en su forma original desde hace tiempo, sacaba su lengua en busca de una gota milagrosa de lluvia—: Si alguien muere primero, podemos cocinarlo y comerlo.
— No se podría porque explotaría en pixeles, Ruby; aunque me ha gustado tu broma ¡Este chico es fantástico, ¿no lo crees, Sabrina?!
Sabrina simpemente bufó ante el comentario idolatra de Emerald.
— Hablo en serio —Ruby se acercó a su pequeño amigo rubio— Podría esperar a que se baje tu vida completa debido a las cuestiones climatólogicas del desierto frío y arenoso. Piénsalo un momento, Emerald. Aguardar, aguardar y aguardar hasta que tu vida sea apenas una raya delgada y rojiza. Es el momento perfecto para que cada quién te arranque dichas extremidades y clave tu torso para asarlo como los salvajes arenosos lo harían. Oh, vaya que yo lo he experimentado. No querrás escuchar la descripción de los ojos hambrientos de los salvajes cuando tienen capturado a un jugador. Yo podría convertirme en uno de ellos ahora mismo. Al fin y al cabo he estado ya en este desierto lo suficiente como para ser parte de él.
Emerald simplemente siguió caminando, con la mirada llena de terror y volteando a mirar a Sabrina con un miedo inigualable.
— ¿Y la segunda opción? —X estaba más interesado por saber si algún enemigo nos esperaba ansiosamente en el lugar civilizado más próximo. Era la opción más lógica y factible.
— Oh, la segunda opción. Lo había olvidado —Ruby río y esbozó una sonrisa através de ese turbante blanco— Bueno, no nos quedaría más opción que cargarnos a todos esos soldados. ¿Doscientos, trescientos? No son nada.
— ¡¿QUÉ?! ¡Estás loco, Ruby! Oh, adoro a este chico, Sabrina. Es como un tipo de dios. Un tipo de Arceus no identificado que no le tiene miedo a nada ni a nadie. El Arquero Estratega que de estrategia simplemente tiene la valentía y el coraje para combatir a quien se le ponga en frente.
— Sabía que era una mala idea que estos dos vinieran aquí. Una mala idea. Pésima idea —Sabrina refunfuñó entre dientes con el ceño fruncido.
Perfecto. Tenía a un loco, una cascarrabias y a un niño iluso de los que no sabía por qué estaban aquí en un principio. Mi curiosidad me carcomió la mente, por lo que aproveché la oportunidad para preguntar.
— ¿Y por qué vinieron aquí?
— Oh, bueno. Para ver la carrera —Sabrina dijo secamente.
— ¿Qué? No digas tonterías, Sabrina. Vinimos a traer al Destello Eléctrico de vu…
Sabrina golpeó la nuca de Emerald y lo mandó unos cien metros lejos, donde hubo un levantamiento de arena y un estruendo que me hicieron saber que el niño rubio había recibido el golpe de su vida.
— ¡Estoy bien!
La mujer de cabellos púrpuras intentó disimular que Emerald no había hecho nada. Sin embargo, sabía que Emerald había dicho ya todo.
— ¿El Destello Eléctrico Satoshi? ¿Por qué lo buscarían a él? Está muerto. Él… —me detuve un momento. Al decir que estaba muerto, Ruby volteó a verme de una manera misteriosa.
— ¿Cómo lo sabes?
— Yo… —no quería mencionar que Trip me había entregado dicho mensaje— Yo escuché rumores de que en efecto él había muerto. Además, ya has visto la espada del sujeto que se fusionó.
— Tiene razón, Ruby —me apoyó Sabrina—, Lysson tenía su espada. Tú mejor que nosotros debe reconocer esa espada.
Ruby arpetó los puños al tiempo en que seguía caminando. El viento intentó tumbar su turbante lejos, pero se sujetó la cabeza y poco después agarró la flecha rota que tenía en el carcaj colgado en su espalda. Al tenerla en ambas manos, la flecha mantuvo dicho comportamiento como lo había hecho conmigo anteriormente. Su movimiento apenas notorio inquietaba al arquero.
— Quiero creer que no está muerto…
Todos quedaron en silencio. Emerald llegó de nuevo hasta nuestra posición, y Flygon le lamió el rostro. Sin embargo, el chico miró la flecha de Ruby también con decepción.
— ¿A… adónde se mueve esa flecha? ¿Por qué se mueve?
Mi pregunta en un principio no fue respondida por nadie. Tanto yo como X queríamos conocer todo acerca de su verdadero objetivo. El viento corrió por nuestros cuerpos, la arena se movía libremente por las capas arenosas del suelo, y el silencio aun así era sepulcral.
— Escucha, niña —finalmente Ruby rompió el silencio; esta vez Sabrina no intervino para que fuese interrumpido— Nuestra misión es encontrar a Satoshi, sí. Hemos estado ocultos durante mucho tiempo, y cuando se oyó el rumor de que él había regresado, nuestra gente lo quiso de inmediato.
— ¿Tú gente? —M-lak estaba más interesado que yo.
— Quiero decir, nuestros líderes. Como sea, nadie quiso exponerse de tal manera, porque sabemos que son tiempos peligrosos en PBO. Sobre todo para los beta como nosotros tres. Sabemos que los Cuatro Grandes tienen controlados a todos y sus ojos son prácticamente todos los jugadores. Desde un principio, sabíamos que ellos iban a saber de nosotros cuando regresaramos a escena para buscar al destello.
— ¿Y por qué lo quieren?
— Bueno, eso está de sobra decirlo. No sé si lo conocieron, pero si regresó fue por algo. Pensamos que él está listo, aunque nosotros todavía no lo estamos. Como sea, nadie quiso ofrecerse; ni siquiera una de las más poderosas miembros que tenemos quiso hacerlo. En realidad, yo fui obligado a venir, porque había encontrado la manera de encontrar a Satoshi más fácilmente: mis flechas rubíes tienen una habilidad que casi ninguna flecha tiene. Ellas reconocen a los jugadores que han tenido contacto con ellas. Yo formé un gremio con él hace un año, y seguramente él había tocado mis flechas ya fuese en batalla o entrenamiento. Lo bueno fue que no había gastado ninguna de mis flechas rubíes durante todo este año, o por lo menos no la mayoría. Decidí que no las utilizaría hasta que me volviera más fuerte, y cuando escuché el rumor del Destello Eléctrico de vuelta en el juego, examiné mis flechas que no habían sido tocadas por nadie durante ese año de entrenamiento. Vaya suerte tuve al saber que una de mis flechas había tenido contacto con dicho jugador. El rubí es una piedra extraña ¿Lo saben? El rubí no es sólo un ser mineral dentro del juego, sino un ser vivo que se alimenta de poder, de aura y de coraje. Un ser vivo que capta el aura de las personas que lastima, hiere o toca. Lo comprobé cuando Masato desaparecía constantemente en nuestro gremio. Así bien, activé la flecha para que se moviera hacia la posición de Satoshi. Si él no está en un nivel, la flecha apenas se movería; por el contrario, si estaba en el nivel correcto, tendría un comportamiento extraño. Al llegar un día a este nivel desértico, la flecha comenzó a moverse inusualmente.
— ¿Así que está vivo? ¿Satoshi está en este nivel? —pregunté, curiosa.
Los tres se dedicaron miradas de decepción.
— Me temo que él está muerto, niña —Sabrina susurró con la cabeza gacha— La flecha de rubí lo único que detectaba era la espada eléctrica de Satoshi. El arma contenía la esencia del Destello.
— Por eso se movía tan desesperadamente cuando estaba cerca de Lysson… —confesé.
— Exacto. Tal parece que todo esto fue en vano —dijo Ruby furioso— Lo único bueno fue que conseguí de vuelta lo que me robaste, niña.
— ¡Oh, y que también vivimos una aventura inigualable! ¿No lo crees, Ruby?
— Sí, lo que digas. Hubiese preferido que me acompañara la Fénix Dorada que tú, cabeza de "croissant".
— Ella habría sido más discreta que tú —insistió Sabrina, riendo de una manera misteriosa.
— Y hubiese preferido que tú te quedaras en tu estúpido barco —Ruby le encaró— Así esto estaría más tranquilo.
— No iba a permitir que mi barco fuese comandado por dos idiotas sin sentido común. No saldrían siquiera de nuevo al océano.
— Un momento… —X paró en el camino. No obstante, todos hicimos caso omiso a su súbita interrupción de caminata, ya que se podían ver haces de luces a lo lejos.
— ¡Miren, el pueblo está a un par de kilómetros! —avisó Emerald estirando una de sus extremidades elásticas.
— Sí, qué emoción —Sabrina dijo secamente.
— Un momento… hey, paren. Un momento. ¡Un momento!
Todos volteamos a ver a X. El sujeto de cabellos negruzcos miró a Ruby con desdén. Nadie entendía el por qué de su extraña actitud.
— Dijiste… dijiste Fénix Dorada. ¿Dijiste eso?
— ¿Qué? ¿Yo…? —Ruby lo miró de pies a cabeza— Oh, sí. Sí, lo dije. ¿Lo dije? —volteó a ver a Sabrina.
— Lo dijiste.
— ¡Lo dijo! —Emerald estaba entusiasmado por nada.
— ¿La Fénix Dorada? ¿La que mató a Diantha? —pregunté con confusión— Imposible. Se dice que Lysson la asesinó.
— ¿Dónde está? ¡¿Dónde?! —M-lak caminó hacia Ruby con desesperación; sin embargo, Sabrina se interpuso entre los dos en un pestañeo, como si el viento fuera parte de ella.
— Atrás, chico.
— ¿Dónde está? —X le encaró, al punto en que ambos estuvieron a centímetros del otro.
Sabrina se colocó una mano sobre la vaina que tenía colgada a través de su capucha púrpura. Emerald pasó saliva por su garganta, indicando que estaba tenso por la situación.
— ¿Quién eres? —Sabrina frunció el ceño.
X le miró durante unos segundos más, invadido por el deseo de saber dónde se encontraba dicha jugadora. Sin embargo, la pregunta que le había realizado Sabrina le hizo pensar en las cosas, y retrocedió un par de pasos hasta mirar al suelo, confundido.
— Antes de empezar la carrera eras M-lak, un chico común y corriente que iba a participar en la carrera. Ahora, eres el mismo sujeto, pero con el nombre diferente y con una apariencia distinta, revelando que eras un beta que ha sobrevivido todo este tiempo sin que los Cuatro Grandes siquiera te hayan notado. No puedo siquiera decirte más sobre nosotros, porque nadie confiaría en ti actuando de esta manera.
Sabrina tenía razón. Ni siquiera yo confiaba en él a pesar de que me ayudó a la noche pasada librándome de la situación en la que había estado. Ruby simplemente esbozó una sonrisa, esperando la respuesta de aquel sujeto.
— Yo conocí a la Fénix Dorada mucho antes de que fuese quien solía ser. Sin embargo, le mentí diciendo que era un novato, y oculté mi identidad. Cuando uno de los aliados de los Cuatro Grandes me asesinó a mí y a mi gremio entero, fingí mi muerte. Satoshi y la Fénix Dorada pudieron escapar. Yo, en cambio, me pasé ese tiempo viviendo mi vida de nuevo, pero la culpa no me dejaba tranquilo. Como sea, hace un año regresé para encontrarla de nuevo, y cuando lo hice, no tuve el atrevimiento de acercarme a hablarle. Fue en una taberna, y estaba con varios chicos que parecían ser su nuevo gremio. Lo único que recuerdo de aquella noche fue mi cobardía, su mirada perdida en su vaso, la armadura dorada y el símbolo que tenía en su escudo. Al día siguiente, me enteré de que ella había derrotado a Diantha y pronto había desaparecido. Desde ese momento he estado buscándola, forzando a unirme de gremio en gremio, cambiando de apariencia en apariencia para no ser descubierto. Lo que me entra curiosidad es que tus flechas tienen dicho símbolo, ¿no es así? ¿Qué símbolo es ese? ¿Qué relación tienes con ella?
Ruby finalmente abrió los ojos como plato.
— Un momento —el chico caminó hasta él, donde le dedicó una mirada analítica— Aquí lo importante es otra cosa, y creo que lo sabes bien. ¿Cómo… cómo es que…?
— Escucha, no tengo intenciones de hacerle mal a nadie. En realidad, quiero unirme a lo que Serena esté haciendo. Quiero salvar a la gente de este juego, y puedo ayudarles. Puedo aportar y facilitar las cosas. Tan sólo, llévenme con su líder y déjenme unirme a su grupo.
Ruby y Sabrina se dedicaron unas miradas pensativas. Ambos no sabían si en realidad confiar en él.
— Además, también tengo información que brindarle —X sonrió— ¿No es así, Tristana? —el oír mi nombre, inmediatamente pensé en que iba a revelar mi cristal mensajero.
— No. No hay nada que decir. Venga, falta poco para el pueblo. Los guiaré hasta allá y yo conseguiré una Sandship para…
— ¿Qué tienes que decir? —Ruby se volteó hacia mí, que ya estaba metros alejados de ellos, en una pendiente levemente inclinada de arena.
— Nada —dije secamente, continuando mi caminata.
— El cristal mensajero —confesó X— Ella tiene información. Una valiosa información que puedo presentir.
— Pobre imbécil —reí cínicamente— Es un beta que tiene varias identidades. No crean en él.
— ¿Cómo lo sabes, X? —cuestionó Sabrina.
— Ese cristal es de un color dorado. No hay cristales de tal color ¿o sí? Lo que significa que tal cristal es único y/o modificado. Y el único que podría modificarlo serían los creadores del juego.
Permanecí a mi paso normal, bajando por la pendiente de arena. No volteé hacia atrás, pero pude notar el intercambio de miradas entre los dos compañeros. Emerald simplemente soltó un pequeño grito ahogado.
— ¡Ahora! —le avisó Ruby a su compañera.
En ese momento, corrí lo más que pude. Sabrina tumbó a X cayendo de espaldas sobre la arena, con la espada desenvainada y el metal frío rozando su garganta. Por su parte, el arquero corrió hacia mí, que ya había acelerado el paso. Al intentar hacer mi magia de arena, el chico de cabellos negros se abalanzó en la pendiente y chocó contra mí. Ambos rodamos por la arena cayendo y cayendo, hasta que el suelo se tornó recto de nuevo y nos detuvimos. Ruby me tomó por las dos muñecas y me miró con furia. Sin embargo, yo sonreía misteriosamente. No le tenía miedo alguno.
— ¡Escuchen, los dos! —dijo Ruby, con el ceño fruncido—. ¡No sé qué planean, ni tampoco sé si es verdad toda la mierda que están diciendo! Este no es un juego de niños ¿entienden? ¡Más vale que estés diciendo la verdad, x! Si lo que pretendes es unirte para matar a la Fénix Dorada o bien, para revelar la identidad de nuestro líder, sabotear la organización o mandar la ubicación de nuestra base, lo sabremos antes de que puedas hacer algo al respecto y te mantendremos preso hasta que delires en la oscuridad absoluta. En cuanto a ti, chica —sus ojos estaban tan cerca de los mios; no puedo negarlo: era atractivo cuando se molestaba de esta manera. Me daba risa— No sé qué te parece tan divertido, pero más vale que me digas qué información tienes ahí, porque el futuro depende de nosotros.
— Podría vender la información por una buena cantidad de dinero y librarme de ser esclava. ¿Quién sabe? —mi sonrisa misteriosa y divertida le molestó aun más.
— ¿Qué no te das cuenta de que ahora eres una fugitiva? Has utilizado magia sin permiso alguno. ¿Piensas quedarte aquí? Ya no tienes adónde ir. El día de mañana Steven irá a tu estúpido pueblo y matará a todos hasta encontrarte.
— Podré negociar con él. El cristal por el bienestar de mi pueblo.
— ¡Basta! —mi rostro estaba tan cerca del suyo. Sus manos apretaron con más fuerza mis muñecas— No conseguirás nada haciendo eso. Él es cruel y lo sabes. Ve cómo ha conquistado este puto nivel desértico. ¿O es que los estandartes de su gremio en tu pueblo son de adorno? ¿Y qué me dices la manada de idiotas de su gremio en Ciudad Desierto? Él ya tiene bajo control este nivel. Puede destruir cuando él quiera tu maldito pueblo. Sólo le harías un favor entregándole ese mensaje. No sé qué contenga, pero estoy seguro de que tiene que ver algo con el Destello Eléctrico, ¿no es así? De otra manera ya nos los hubieras dicho. ¿O por qué lo quieres ocultar de nosotros? ¿Piensas que le haremos daño? Niña, después de lo que ocurrió en la carrera Sandslash, ¿piensas que nosotros somos los malos?
— Sea lo que sea, prefiero vender esto a cambio de mi libertad —finalmente comenzaba yo a molestarme.
— No, esclava. Tu libertad no la conseguirías mientras estés bajo el mando de esos cuatro. No tienes ya siquiera adónde ir. Tarde o temprano alguien te arrebatará ese cristal que tienes bajo tu posesión.
— ¿Estás insinuando que soy alguien débil?
— No, estoy pidiendo que vengas con nosotros. Dudo que seas una espía. Las amenazas de X no aplican contigo; en cambio, si el mensaje que tienes ahí no es tan importante como dice X, puedes regresar a este manto de arena a pudrirte.
Tenía razón. ¿Es que mi mente estaba tan asustada que sólo quería imaginar el regresar sana y salva a mi casa? Pensé en Aster. Pensé en la libertad. Ésta era mi única opción de ir a algún sitio en el que tuviera protección. No podía desperdiciarla.
— Juro que no miento —dijo M-lak, viendo con angustia el filo de la espada de Sabrina— Pueden vigilarme todo lo que sea. De cualquier manera, puedo ser de ayuda.
Brendan miró a Sabrina y le asintió; ésta soltó a X.
— ¿Qué hay de ti, niña?
— No soy niña.
— Fugitiva…
Fruncí el ceño de rabia. A la mierda con este tipo. Le escupí en el rostro y éste gimió de asco. Al soltarme, me sacudí la arena de mis ropajes blancos.
— Sí, es importante el cristal; no sé qué contiene, pero me lo ha dado un sujeto llamado Trip. Me lo tope en un oasis en este nivel; él mismo me dijo que Satoshi había muerto, así que no sé si el mensaje trate sobre él o alguien más, pero sólo sé que es importante y que lo abra cuando esté preparada. Como sea, aceptaré ir sólo si yo soy la que le entregue el cristal a su líder. No me interesa oír el mensaje; tu líder puede tener esos honores. Lo único que me interesa es ya no tener que trabajar para ese gordo.
— Bueno, tal parece que Trip sigue vivo y reafirmó que Ash está muerto. Ahora, ¿podemos proseguir? —Ruby se limpió la saliva que cayó en su ojo izquierdo— No te acerques mucho a mí, esclava. No vaya a ser que me vuelvas a robar mi Megapiedra.
— Tranquilo, niño Trapinch. No robo a cobardes que llevan desaparecidos meses esconcidos en un lugar.
— ¡Esperen, ¿y si hay alguien esperándonos en el pueblo?! —dijo Emerald que había quedado de espectador durante la escena.
— Tranquilos. Crearé una pequeña tormenta de arena que nos podrá acercar lo suficiente para estar en el rango de teletransportación habilitada sin que podamos ser vistos.
N
— Todo estará bien. Tranquilo; todo estará bien.
La tos me preocupaba. La sangre que salía de sus manos era alarmante, pero sabía que ya faltaba poco para que estuviese al cien por ciento. Esto requería tiempo. La salud de él era lo más importante. Y yo estaba ahí para curarlo, cuidarlo y brindarle todo mi apoyo.
— A…agua. Agua.
La habitación oscura me hizo sentir a tientas el vaso con agua que había al lado de un escritorio ornamentando. Le brindé el vaso con agua y éste lo tomó desesperadamente, quebrando el cristal entre sus manos.
Súbitamente, la puerta de entrada a la habitación se abrió, permitiendo que se colara la luz de afuera. Mis ojos verdosos y misteriosos fueron iluminados, y fruncí el ceño al ver que alguien nos interrumpía. ¿Qué cosa podría ser tan importante?
Sin emabrgo, mi sonrisa fue graticicante al ver que sólo se trataba de ellas dos.
— Oh, N. ¿Interrumpimos algo?
— No, no. Díganme.
— Sólo vinimos a avisar que hemos conseguido a otro más.
— ¿Otro más? Perfecto. ¿Escuchaste? —el sujeto reposando en la cama sonrió, aunque tosió de nuevo. Aquello hizo preocupar a las dos mujeres que estaban en la entrada.
— ¿Está… está bien? —dijo una de ellas.
— Sí. No es nada. Sólo es una tos pasajera. Bueno, me alegra escuchar eso. Ahora, si nos permiten, la luz le molesta mucho. Sería mejor que cerraran la puerta.
— De acuerdo, N. Proseguiremos con el reclutamiento.
— Ya faltan muy pocos para el objetivo —ambas sonrieron.
— Me parece extraordinario —sonreí como nunca—Me parece bastante extraordinario.
Zinnia
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Hubo un repentino movimiento brusco. Poco después, sentí una sensación extraña sobre mis botas. Era césped. Pasto húmedo y lodoso que manchaba mis zapatos livianos y blancos. Al agacharme para sentir esa extraña sensación, noté que Sabrina apartó plantas de su rostro, para encontrarse con una galera gigante que tenía de mascarón a un Ho-Oh. Era tan grande, que no tuve las palabras para describir lo impresionada que estaba. Finalmente, me di cuenta de que, en aquella costa húmeda, no sólo dicha galera había estado reposando ahí, sino un par de galeras más en las que mínimo podían tripular hasta cien jugadores.
Al aparecer Sabrina, varios jugadores bajaron de la galera principal, informandole sobre el clima, actividad y estado del transporte acuático. Uno de ellos le entregó una capa colorida. Al amarrársela en un broche de oro, la capa desprendía los siete colores coloridos asemejando rayos solares; era una capa que brillaba en la noche como una luz de esperanza. Ruby y Emerald también se les brindaron las capas, y se quitaron los turbantes molestos del rostro. El arquero subió osadamente por una soga que colgaba de estribor, escalando por ahí. Emerald y Sabrina lo hicieron de la manera más segura, subiendo por un puente colgante que te llevaba a la cubierta. X y yo los seguimos, seguido de varios tripulantes de capas grisáceas y detalles verdes como los pisco-cortes de la espada de la mujer de cabellos púrpuras.
Al subir, algunos se nos quedaron mirando con extrañez. Otros simplemente comenzaron a arriar las velas de tres mástiles imponentes que había a lo largo de la cubierta, así como el levar del ancla, y actividades cotidianas que solían hacer los tripulantes.
— Así que tú eres la líder —mencionó X con sorpresa.
Yo por mi parte, miraba por la popa hacia abajo, donde las olas chocaban con la arena lodosa. Por un momento extrañé la arena del desierto, pero por otro lado le tenía un pánico al agua. Sin lugar a dudas, esa era uno de mis más grandes temores.
— ¿Yo? De mi escuadrón, sí.
— ¿Escuadrón? —dije sin dejar de mirar al agua— ¿Su tal organización es un escuadrón?
— No. La organización está conformada por siete escuadrones. Los mejores jugadores tienen bajo su mando a un escuadrón.
— Por cierto, no cualquiera usa esta capa colorida ¿Lo ves? —Emerald llegó hasta mí corriendo, emocionado por zarpar— ¡Es increíble, ¿No, Zinnia?! ¡Y Ruby también usa una de ellas! Es sin duda un jugador para admirar.
— Deberías escuchar a ese chico —Ruby rio.
— ¡Sólo los que forman parte del escuadrón usan dichas capas! ¡Ruby y yo afortunadamente estamos en el mismo escuadrón!
— ¿Y cómo se llama tu escuadrón? —preguntó X.
— El mío es el Kanto. Pero ya os explicaré con más detalle cuando zarpemos —avisó Sabrina.
M-lak notó cómo la galera partía. El Ho-Oh dorado zarpaba alejándose de tierra, y brillando a la luz de la luna. El chico llegó hasta proa, donde divisó le horizonte del océano. Ruby llegó hasta su posición, pero el beta misterioso dijo algo antes de que él lo hiciera.
— Tengo muchas preguntas.
— No, Serena no es la líder —adivinó Ruby.
— Bueno —el mozo rio—, una de ellas era esa. Sin embargo, sé que no merezco el recibir respuestas sin yo haber respondido la pregunta en la que insistirás todo el recorrido.
— ¿Entonces…? —Ruby aguardó la respuesta.
— En realidad no soy X; mi nombre es Kalm. La razón por la que cambio de apariencia es la misma por la que puedo ser de mucha utilidad para su líder —Kalm volteó hacia Ruby, en un mar de gente que iba y venía por la cubierta.
El chico se mantuvo en lo más alto de la proa, mirando desde abajo al arquero que estaba estorbando en las actividades de la gente tripulante. Yo también me quedé pasmada, así como Emerald y Sabrina, que habían puesto atención a lo que le beta había mencionado.
— Yo… soy un hacker.
Se vienen los flashbacks en el próximo capítulo ;P
Próximo capítulo: Fortaleza Catarata
