Y sí, he vuelto a abandonar este fic tiemporalmente. No, la razón no es porque me aburrió el fic o porque no tengo capítulos escritos ni mucho menos. Como enésimas veces lo he dicho, la universidad consume la mayoría de mi tiempo, donde ni siquiera me da tiempo de colgar el capítulo para satisfacer a mis lectores. Espero me perdonen mil y un veces, pero no perdonen a mis profesores por dejarme mucha tarea xD. Como sea, la semana de exámenes fue hae una semana, así que la que sigue está mucho más calmada para colgar dos capítulos (o uno, depende del estrés xD).

Drax 21: A mí también me sorprendió xD.

Andreu320: Yo sé que está muerto, hehe. A mí no me engañas.

Blackhawk95: Ya ten internet para esuchcr la fucking musica xD !

Guest: A mí me cae bien :) xD

Guest2: Pues estoy ansioso a ver algunos capítulos de ese nuevo anime S&M, si es que sale pronto.

Poker Knight: ¿Zinni y Brendan? *A May no le gusta esto* Yo no hice este fic; lo hicieron los lectores. -Jovat, 2016

Cutesaralisa: AshUltraOverPowered Boss nivel 100 confirmed.

Sepulveda Zoroark: Gracias! Aquí tienes la conti :P

Usrein: El poder de Brendan es más de lo que te imaginas, o no?

lalo: Puedo decir que veremos primero lo que pasó con Serena todo este tiempo. Saludos.

Life: Ojalá sea así. Gracias por leer el fic C:

Zenitiaano: XDDD

Kal- El: Bueno, suena descabellado. ¿Los líderes derrotados por los nuevos betas, pero los novatos derrotan fácilmente a esos beta? Sí, pero hay un razón. No puedo decirte cuál. Alain la dirá :)

Ryderz: Este capítulo te dirá el "AHORA"

Amourshipping77: Si tienes hambre, come. Es lo único que puedo responder de tus misteriosas preguntas xD.

Pando: HE VUELTO DE LA MEURTE UNA VEZ MÁS. MI MODO DE ESCRIBIR RESUCITARÁ TUS GANAS DE VIVIR.

Lixuniverse: Lo lamento. Ha sido mi culpa no mantenerlos informados. La próxima vez que la escuela me esté torturando, les haré saber xD.

Bueno, sé que ha sido mi culpa el no tenerlos informados de cómo todas las responsabilidades van acabando con mi vida. La próxima vez que me ausente tanto tiempo o piense que tardaré mucho en colgar el siguiente capítulo, haré un anuncio, lo prometo.

Okey, el capítulo anterior había puesto "Proxímo capítulo: Integrantes Malvados", pero hoy, al releer el capítulo, decidí que el nomrbe de este capítulo era mejor como lo está ahora. Ya verán por qué. Sin más, espero os guste, lo disfruten y escuchen la música. Además, este es un capítulo contado desde personajes nuevos y con una perspectiva diferente de PBO, ya lo verán. ¡Nos leemos pronto! PD: El final e gustó mucho con la música de Game Of Thrones jajaja.


[VIDEO 1: Harry Potter and the Deathly Hallows Part 1: Snape to Malfoy Manor Extended]

[VIDEO 2: How To Train Your Dragon: Test Drive Extended]

[VIDEO 3: Game of Thrones 6 OST – Light of the Seven]


Capítulo 94

Hoja Índigo


Clair

Dragonite extendió sus alas para aprovechar las corrientes de aire. Las nubes que nos rodeaban a ambos eran densas, por lo que la vista nos impedía ver con claridad la dirección que tomábamos. Pokemon salvajes iban y venían por un cielo que pensaba solitario, mas no se atrevían a atacarnos debido a la proporción voluminosa de mi Pokemon dragón. El aire se partía en dos al pegar fuertemente con mi pálido rostro; el frío que hacía por dicho lugar era soportable, aunque el vestido ajustado color añil, los guanteletes y las botas de cuero de aquel mismo color que hacían juego con el broche diamante que sujetaba una capa color escarlata, eran suficientes para protegerme de las brisas heladas.

Dragonite inclinó su vuelo para comenzar a descender; las nubes pronto se despejaron dando paso a un firmamento visible, oscuro y con una luna menguante que iluminó el castillo que arañaba las alturas. El dragón de piedra intentaba alzarse majestuoso por las alturas, enroscándose en su propio eje y apuntando hacia arriba, donde añoraba llegar para sentirse imponente. Su cabeza y su hocico abierto me dieron la entrada hacia los aposentos de Lance, donde la luz del astro nocturno se colaba para iluminar de manera intensa una habitación donde corrían fuertes corrientes de viento y la oscuridad misteriosa rodeaba la mayoría del lugar. Varios Pokemon aparecieron al tiempo que yo lo hacía: Cuatro Pokemon con sus respectivos entrenadores en sus lomos disiparon las nubes, descendiendo hábilmente en la punta del hocico, donde la base del dragón crujía debido a la potencia con la que las cuatro figuras habían aterrizado.

La primera de ellas era Liza: aquella mujer de cabellos verdes, alta y de tez pálida, y una armadura tipo corpiño de color vino escarlata, rematada con unas hombreras puntiagudas de donde colgaba la capa rojiza característica del Alto Mando. Su Charizard hembra era ciertamente temible, con cicatrices rojizas en el vientre y tatuajes como llamas acariciando su lomo hasta rasgar parte de su rostro. Sin duda, un Charizard diferente al resto.

El segundo era Lirio, aquel sujeto fornido, canoso y con la máscara de hueso dragón cubriéndole la mitad del rostro. El sujeto, vestido de manera elegante y blanquecina no había perdido la elegancia al bajar del cobalto y acorazado Druddigon que fue el que más hizo temblar la lengua de piedra de la edificación.

La tercera era Dracón, aquel marinero de bigote alargado y mirada fruncida que había formado anteriormente parte del Alto Mando de Steven; por alguna u otra razón, a Dracón le llamaba más la atención el poder del Dragón Indomable, por lo que Steven le permitió que se uniera a su gremio siempre y cuando mantuviera la fidelidad hacia los Cuatro Grandes. El viejo no llevaba camisa, pero el gran abrigo deshilachado por los bordes le cubría de las ventiscas. Su Salamence dio grandes pisoteadas cuando aterrizó a mi lado.

La última era Dracéna; la mujer de edad no tan avanzada, con arrugas en su siempre sonrisa alegre pero maniática. Los cuernos que sobresalían en la túnica de su vestido ocre eran característicos en ella. Dio unas pequeñas palmaditas a su Pokemon dragón murciélago Noivern, que con sus colores Shiny rojizos y oscuros, parecía el más siniestro de todos en medio de una noche sin estrellas.

Lance aguardaba en el trono, con las manos apretando los brazos de su asiento debido a la rabia que sentía. Todos notamos que el líder no estaba para nada contento, y nadie se atrevió a rebasar su trono de hueso dragón, que yacía imponente ante cinco miembros que no le eran para nada infiel. La fidelidad era crucial, así como el respeto para con Lance; pero aun así, ninguno de nosotros quería ver el rostro que se ocultaba detrás de ese trono.

— Un año.

La voz nos sorprendió; quería mirar hacia atrás. Quería voltear a ver la luna, que era la única que nos podía calmar tanto a mí como a mis compañeros. La mirada de Liza era la única que denotaba miedo ante su propio líder; los demás, fríos como la piedra, excepto la sonrisa leve de Dracéna.

— Un año después, aparece uno de esos betas molestos —Lance se paró de su trono; la sombra de su propia figura se extendió por toda la sala, como una amenaza creciente que inundaba la iluminación.

El sujeto empezó a caminar bajando los peldaños de su propia habitación. Parecía que se dirigía hacia la salida, pero en el transcurso se quedó a medias, con la mano en la empuñadura de su sable blanco. Éste brillaba más que la misma luna. Las sombras de nosotros cinco también daban de lleno contra el suelo de la habitación; Lance era mucho más misterioso y temible que el baile de nuestras sombras y de los Pokemon dragón.

— Ya he mandado a ese idiota a buscarlo. A que den con su puta base.

Nadie dijo nada. Todos sabíamos que se refería a Lysson. Lirio fue el único que había presenciado cómo Gary, Giovanni y los restantes lo habían culpado por sus acciones precipitadas.

— Pero hay algo que llamó mi atención… —la sonrisa que esbozó el de cabellos escarlatas la conocía muy bien. Lance tenía algo en mente; algo que no me gustaba y que sabría que me arrepentiría.

Lance era un despiadado. Aunque ambos éramos familia —primos cercanos, para ser exactos—, eso no significaba que tuviera esos deseos de abandonar el gremio. A veces, ha habido ocasiones en las que nos ha ordenado asesinar a un sujeto que no se había inclinado ante él. Otras veces, me había hecho matar a golpes a un Pokemon que había invadido su habitación; un Pokemon volador que sólo había posado en los postigos abiertos de su ventana. Puede que los Pokemon sean criaturas virtuales, pero los sollozos de aquel Pidgey no se me olvidarían jamás. Así como a mí, Lance ha ordenado a los demás hacer cosas crueles: torturar, golpear, humillar, asesinar. Y lo peor de todo: a gente de su propio gremio; su propia familia. A veces pensamientos retorcidos me susurraban que Lance podría llegar incluso a asesinarme. Sin embargo, era del Alto Mando. Era una aliada del Gremio Rocket. Era parte de su juego por el poder; un juego que cualquiera que lo jugara, podría ser derrotado fácilmente. Lance era líder del Gremio Escama de Dragón; tenía poder, gloria y reconocimiento; y sin embargo, estaba perdiendo. El poder lo había cegado por un instinto de rabia. Él ya no era el sujeto que conocía en la vida real; en cambio, Lance había sido reemplazado por una persona que le gustaba ver la humillación y la crueldad hacia otros.

Y esa sonrisa significaba que estaba a punto de ordenar otra de sus atrocidades.

Lance rio. Esa risa aguda y extraña que era divertida sólo para él. Esa risa que inundó la habitación y me puso la piel de gallina.

— Hay una novata que tiene un cristal mensajero importante —comentó— No sabemos adónde podrá haber ido, pero Steven me informa que ha escapado del nivel desértico.

Finalmente, Lance volteó, y la sonrisa que observé me erizó la piel. Una curvatura maniática sobre sus labios, unos ojos escarlatas brillando entre las sombras y una leve risa que ahuyentó el silencio.

— Quiero que la encuentren.

Tragué saliva. No iba a permitir que esta misión fuese así de difícil.

— Pero… —mantuve la mirada serena, aunque no pude saber si Lance podía presentir mi miedo—… no sabemos nada de ella. No tenemos ni idea de su apariencia, ni nada.

— Bueno, su nombre es Zinnia. Steven dice que fue esclava, así que podemos sacar mucha información sobre ella.

— ¿Y qué pasa si no tiene el mensaje? —insistí— ¿Qué si se lo ha entregado a alguien más para protegerlo?

Aquello hizo que Liza me lanzara una mirada. Al parecer había empeorado las cosas.

— Bueno —Lance miró hacia el suelo, con un suspiro que le divirtió— Si es así, tendré que cerciorarme de conseguir ese cristal a toda costa. ¿Qué cómo? Si esa novata le entregó el mensaje a algún otro novato, esa persona puede estar en cualquier lugar. Puede… puede estar en mi gremio. No soportaré la traición. Lo saben muy bien.

— Nosotros no…

— Lo sé, querida prima —carcajeó Lance levemente— Ustedes cinco son incapaces de traicionarme. Pero… pero los novatos no. Los miles de miembros idiotas que tengo como soldados pueden tener dicha piedra. Quiero que separen a todos los miembros que tengan algún cristal mensajero en su inventario. Harán un chequeo, y cuando obtengan a todos esos novatos, quiero que confisquen sus cristales. Y después, quiero que los maten.

Incluso Dracéna borró la sonrisa de su rostro. Esto era exagerado. Es decir, si confiscar los cristales mensajeros de todo el gremio Escama de Dragón era de por sí excesivo, el matar a los novatos que portaban dichos cristales era impensable. ¿Es que no se daba cuenta de que habría inocentes? ¿Es que no razonaba en lo que acababa de decir?

— Lance…

— Ya oíste, Liza.

— ¿Y si no encontramos ese cristal? ¿Por qué matar innecesariamente a…?

— Lo quiero de inmediato. Cualquier sujeto que porte un cristal mensajero será condenado a traición y por ende a muerte. Ahora, sin reclamos y comiencen de inmediato.

Lirio, Dracéna y Dracón fueron los primeros en desaparecer en sus respectivos Pokemon dragón, como ráfagas de viento repentinas que descendieron por el cielo. Liza titubeó, pero poco después montó a su Charizard tatuado para ir hacia las profundidades del Castillo Dragón.

— Lance…

Mi voz hizo que el sujeto volteara a verme fijamente. Él no era Lance; él era un sujeto con sed de sangre, venganza y crueldad. Él era alguien que intimidaba a cualquiera, que ni siquiera podría resistir su mirada o su presencia cuando él estuviese sentado en su trono de hueso dragón. Él era alguien con muchísimo poder, pero la rabia le había generado locura y desquicio hacia los demás. Lance, el Dragón Indomable, era domado por la locura interna.

No dijo nada. Su mirada bastó para que retrocediera un par de pasos hacia la luz de la luna. Monté a mi Dragonite, y éste revoloteó sus alas para perderse entre la neblina que había abajo, cubriendo las enésimas torres y almenas que formaban la edificación del dragón pedregoso.

[VIDEO 1: Harry Potter and the Deathly Hallows Part 1: Snape to Malfoy Manor Extended]

Las alarmas sonaron inundando los aposentos del castillo. La risa maniática de Lance se perdió en las alturas, y pronto la voz de Lirio envió un mensaje a los novatos que dormían en Pueblo Colmillo, el cual se había formado hace un año cuando el gremio creció considerablemente.

Mi Dragonite surcaba los cielos, pasando a metros de los tejados del pueblo. La gente salía, tallándose los ojos, bostezando y estirando sus músculos. El aviso de que debían hacer un chequeo y el sonido de las sirenas alarmó a algunos cuantos, pero otros lo vieron como algo normal. Un océano de novatos comenzó a adentrarse hacia los muros del dragón de piedra; el patio de armas se comenzó a llenar considerablemente, escupiendo gente incluso en el rastrillo del castillo. Las casas descendían por la abrupta pendiente y los peligrosos caminos de Mt. Moon, con el frío congelando las ventanas y los tejados resistiendo los vientos desastrosos. Dragonite aterrizó en la cúpula pequeña de una edificación. Me sostuve del mástil que estaba en lo más alto de dicha cúpula, mientras Dragonite yacía aun suspendido en el aire, con las alas revoloteando y disipando la neblina de las nubes nocturnas.

Observé con detenimiento el castillo. El dragón ya no se alcanzaba a ver desde aquella cúpula, puesto que se perdía entre el firmamento oscuro y entre mantos grisáceos y acolchonados. La luna también había dejado de acompañarme, haciendo más siniestra mi visión de novatos dirigiéndose hacia su posible muerte, con el sonido de las sirenas desde el castillo y la voz de Lirio repitiendo la instrucción enésimas veces.

Dragonite notó mi preocupación; cualquiera podría haber notado mi miedo con tan sólo ver mi rostro. Esto no era lo que yo quería. Este no era lo que yo era. El Alto Mando había sido sólo un mecanismo de defensa para estar a salvo; sí, era poderosa; sí, Lance era mi primo. Sin embargo, esto debía parar de inmediato. Si el Dragón Indomable seguía haciendo locuras, pronto PBO se quedaría sin novatos. ¿Cómo es que Giovanni le pudiese permitir dicha crueldad? ¿No se supone que los novatos eran de vital importancia una vez controlados? Bueno, si de cincuenta mil, una tercera parte ya había muerto, tal vez unos cuantos más no harían gran diferencia. Tal vez, el que se dirijan hacia su lecho de muerte no preocupaba en lo más mínimo a Giovanni. Con el objetivo de conseguir dicho cristal sería más que suficiente. Aunque nadie estaba seguro de que esa esclava de arena le entregara el cristal a alguno de nuestros miembros. No… de lo que yo sí estaba segura era que esto lo utilizaba Lance como excusa para saciar sus instintos dementes. El poder y la agonía que atormentaban la mente de Lance le susurraban que matara… que asesinara… que torturara… Y yo tenía que hacer el trabajo sucio. Yo tenía que presenciar cómo los novatos gritaban, sollozaban y suplicaban piedad.

No recuerdo cuando Dragonite me llevó de vuelta hacia el Castillo Dragón. No recuerdo siquiera el haber estado en los calabozos subterráneos que se encontraban dentro de Mt. Moon. El trance aun acaparaba mis pensamientos, y los momentos eran borrosos para mí. Sólo la mirada carmesí y esa risa aguda eran lo único en lo que podía pensar. Esa crueldad; esa locura. Quería detenerme, pero los novatos que habían tenido en su posesión cristales mensajeros se aglomeraban en un calabozo que parecía una mazmorra vacía y de piedra. Por la puerta de metal entraban, entraban y seguían entrando novatos confundidos que sólo seguían las órdenes de Dracéna y Dracón. Liza cerraba los ojos de angustia, pero tenía las mismas opciones que yo y los de Alto Mando: Ninguna.

Susurros de confusión; pequeñas miradas de miedo hacia los de élite. Nadie entendía nada. Lirio estaba en lo más alto de dicho calabozo, donde un palco acaparaba la atención de los novatos. ¿Mil? ¿Dos mil? No podía saber cuántos eran. Lirio se adelantó en el palco, dejando atrás la figura de los de Alto Mando. Atrás de nosotros, un brillo extraño iluminaba una habitación más pequeña: enésimos rocas de brillos varios destellaban como estrellas en el espacio. Colores de azul, violeta, gris, rojo, morado, verde, fucsia, bermellón, cerúleo… pero ningún cristal dorado.

Un nudo en mi garganta me hizo retroceder. No podía ver esto. Entré a la habitación donde estaban juntos todos los cristales mensajeros. Los brillos de dichos cristales se confundieron con mis lágrimas, por lo que no sabría decir si en verdad estaba llorando o no.

Lirio miró por última vez a los novatos que exigían alguna explicación, pero sus ojos dorados sólo despreciaban a esos jugadores que según su criterio, no servían para un comino. El Alto Mando se introdujo en la habitación, seguido de Lirio. La puerta había permitido la entrada a todos los novatos culpables, y súbitamente dicha entrada de metal se encerró por completo. La entrada que daba hacia el palco también se cerró, con puertas de metal que ciertamente servían con un propósito en específico: los ataques de un sinfín de dragones que aparecieron mágicamente en la habitación. Así, el calabozo se llenó de flamas azules, garras dragón e hiperrayos. Los novatos luchaban, pero la aparición de un millar de los de tipo dragón inundaron a los miles de novatos de bajo nivel. Dragones eran asesinados, pero por cada novato que mataba a un dragón, dos más aparecían.

Apreté los puños con fuerza. Esto debía cesar; esta tortura era en realidad para mí. Tenía que hacer algo al respecto. Empero, lo único que podía hacer era el escuchar los miles de sollozos sofocantes que poco a poco se iban extinguiendo.


¿?

Todo era tan esmeralda; incluso combinaba con la túnica oscura que llevaba puesta. No recordaba este pueblo, ni tampoco el castillo que se divisaba a lo lejos. Todo era tan verde que pensé que el único color que había era ese.

Mis pies estaban adormitados debido a la excesiva caminata por los caminos flacuchos que mostraba Pueblo Esmeralda. El ascenso era lento, cansado y solitario. Las altas horas de la noche eran testigos de cómo un grupo de novatos se juntaba en un callejón para pelear por un pedazo de pan que habían encontrado en la basura; de Zigzagoon que azotaban los charcos de agua mugrienta para pasar desapercibidos, de cánticos en tabernas de novatos ebrios después de una jornada de vigía en el castillo que se alzaba alrededor del pueblo. El camino era bastante solitario y nocturno, pero al mismo tiempo el pueblo estaba tan avivado que tuve miedo de que alguien me descubriese.

Subí por un camino pedregoso, el cual apenas un sujeto podía caminar de costado. El sudor por mi frente me indicaba que ya había sido un camino extenso, pero que la pena valdría cuando llegara hacia allá.

Las casas, los faroles, y los uniformes de un novato que dormía bajo el techo de la entrada de una posada me indicaban que este pueblo pertenecía al Gremio Esmeralda. Sin embargo, las condiciones en las que se encontraba eran despreciables; aquello me hizo sentir rabia, pero también miedo por el tipo de persona que gobernaba tanto en el castillo como en el pueblo. ¿Será que no ha cambiado? ¿Será que su crueldad y egoísmo seguían siendo los mismos?

El camino pronto se volvió más ancho y transitable, y las edificaciones esmeraldas de enésimas almenas y torres se alzaban cada vez más mientras avanzaba por el camino principal. Mi túnica era apenas una mancha negra pequeña en medio de un camino tapizado de losas de piedra y cubierta por una delgada y fina capa de agua mugrienta que había indicado la lluvia pasajera. El goteo de las tuberías de las casas esmeraldas se oían como débiles y misteriosos golpeteos que me hacían estar alerta.

"No vayas"

"No camines más"

"No te atrevas"

Las gotas se rompían al contacto con el suelo, pero al deshacerse soltaban susurros viajeros que llegaban a mi cabeza. ¿O es que mi mente estaba tan atormentada por cruzarme de nuevo con ella, que comenzaba a alucinar y a voltear hacia cualquier lado con el temor de que alguien me descubriese?

Tal vez no me perdone; tal vez me quiera ver muerto; tal vez después de haber desaparecido mucho tiempo, ella no me recuerde. Pero de algo estaba seguro: el juego me había llamado de vuelta, con el propósito de brindar mi ayuda a quien la necesitara.

El vigía en el muro que medía más de cinco metros de piedras esmeraldas y de brillos destellantes, se acercó hacia mí desde su posición. El rastrillo verde aún seguía cerrado.

— No hay paso para forasteros.

— Tengo un mensaje importante para la Maga de Fuego.

— Ella no recibe visitas —el bostezo a través de su yelmo esmeralda me hizo saber que le había interrumpido el sueño. Me echó una ojeada de pies a cabeza— ¿De qué gremio eres?

— De ninguno.

Aquello lo hizo sorprender.

— Pero si ella lo desea, puedo servirle a este gremio.

— Ella no recibe visitas.

— Pues dígale a su majestad que vengo con información valiosa que le podría ser de utilidad. Corre, ahora. No regresé al juego en vano para helar mis huesos virtuales en esta noche.


Skyla

[VIDEO 2: How To Train Your Dragon: Test Drive Extended]

Pronto mantuve el equilibrio a lomos de Swanna: el Pokemon ganso con las alas más grandes y blancas que jamás había visto. La sonrisa se dibujó en mi rostro cuando sentí el aire golpear contra mis cabellos rojizos. El Pokemon emitió un graznido de alegría, y el sol dio de lleno contra mi piel bronceada. Swanna descendía poco a poco entre las corrientes rebeldes de viento, las sombras de las islas flotantes y los archipiélagos rocosos que sólo estorbaban el vuelo del Pokemon volador.

Esto era tan reconfortante, tan magnífico. El sentir el viento sobre todo mi cuerpo era la mejor sensación para que me alegrara. Una sensación inexplicable que sólo podía sentirse cuando se estaba volando por el cielo, junto con aquella criatura a la que le había tomado cariño.

Entiendo que en la realidad esto no era posible. Sólo los aviones podían elevarte a estas alturas, pero el ver islas flotantes, el montar a espaldas de un Pokemon y el sentir cara a cara el viento sobre tus mejillas era algo que sólo lo virtual podía proporcionarte. Por suerte, yo podía desconectarme cuando quisiera, pero es que esto era tan satisfactorio, que la mayoría del tiempo la pasaba aquí, sobre todo en Ciudad Celestial.

— Swanna… prepárate.

La adrenalina recorrió todos los aspectos de mi figura, hasta revolotear en la capa bicolor que tenía colgada en la espalda. Swanna graznó de nuevo, y puso recto su gran cuello para descender en picada por el cielo interminable. El viento pronto aumentó de fuerza, mi Pokemon también lo hizo a velocidad y las islas comenzaron a desaparecer por la neblina de las nubes de forma ascendente. Ambos caíamos, caíamos y caíamos, y en un súbito movimiento, Swanna extendió sus alas, lo que causó un golpe de viento que nos detuvo en nuestra picada. El brusco movimiento me hizo agarrarme a las riendas de mi Pokemon; así entonces, Swanna no esperó ningún momento para seguir el trayecto de manera recta, donde una isla iba a cruzar con nuestro camino.

Salté de la espalda de mi Pokemon, sin detener mi velocidad. Comencé a correr por todo el contorno de la isla, aumentando mi velocidad con mis propulsores de viento mágico. Cuando me encontré a finales de la pequeña isla, di un gran salto y comencé a caer hacia el cielo con la cabeza apuntando hacia el vacío.

Cerré los ojos. El viento y la sensación producidas en mi estómago cuando caía eran lo más agradable que alguien pudiese sentir. Sonreí, reí, y al abrir los ojos, Swanna estaba volando al compás de mi caída, con la misma posición en la que yo estaba cayendo. Ambos descendíamos de manera abrupta y en picada hacia un vacío mortal. Nuestros cuerpos giraban en torno a círculos que se mantenían en un solo eje. Swanna graznaba, yo reía, y cuando nos mantuvimos así durante varios segundos, noté finalmente el vacío que nos aguardaba: el océano.

¿Es que nadie sabía que el océano era el final del nivel celestial? ¿Todos tenían tanto miedo de viajar por los aires profundos de las islas flotantes?

Cuando el océano iba a golpear con nosotros e iba a matarme de un momento a otro, Swanna actuó enseguida: alzó sus alas, emprendió el vuelo y yo me monté sobre su espalda. El descenso no paró, pero lo hizo en el momento exacto cuando intentamos ascender para evitar el golpe contra el agua. Swanna dejó de descender para volar paralelamente a centímetros de un océano por donde yo miraba mi reflejo. Las olas deformaban el rostro de una chica aventurera; una chica que disfrutaba de los cielos; una chica que final de cuentas, pertenecía al bando incorrecto en Pokemon Battle Online. De todas maneras, disfrutaba el hacer las cosas a mi manera.

Cuando Swanna divisó a lo lejos un grupo de columnas rocosas que se alzaban por entre un océano interminable, paró a descansar en una de ellas, donde un grupo de Wingulls habían estado disfrutando de la soledad, espantándose cuando la gran figura del ganso los aleteó y alejó de ahí. Coloqué los pies sobre el suelo con las turbinas de aire dando contra la columna para hacer el aterrizaje sutil y certero. Cuando ambos permanecimos ahí durante un momento, Swanna escuchó el silbido de algo que se dirigía hacia nosotros.

Sonreí cuando supe que ese silbido era el Skarmory y su dueña en ellos, descendiendo a grandes velocidades, y disfrutando como yo también lo había estado haciendo.

Skarmory paró en otra de las columnas, y Winona, con sus lentes de aviador y su casco rematado de dos alas de acero en los costados, aterrizó y se encontraba algo molesta

— ¡Otra vez me has ganado!

— Bueno, —le dediqué una sonrisa radiante— ¿Qué puedo esperar de ti? Yo soy la mejor en los aires, que no te quepa duda.

— Bah, bah. Esta vez te dejé ganar.

— Sí, como las demás veces.

Ambas reímos. Winona era la persona a la que más la había agarrado cariño a lo largo del juego. Era la chica que podía entender mi pasión por el aire; siempre discutíamos en quién era la más rápida, veloz y hábil cuando se trataba de volar. Sin embargo, ambas teníamos el propósito de ser las mejores voladoras del juego.

Antes de ascender de nuevo para otra carrera, nuestro buzón de mensajes alertó que Diantha necesitaba la reunión de todos los de Alto Mando en Ciudad Celestial.

— Bueno… ¿qué dices? ¿Una carrera de regreso?

El vuelo hacia los aposentos del palacio celestial fue disfrutable, en donde Winona ganó sorpresivamente. Lo que nos sacó de asombro fue que Diantha ya estaba reunida ahí con el resto del Alto Mando.

[Parar Video 2]

Al entrar, todos se arrodillaban frente al trono de la Sanadora Celestial; Tileo, aquel espadachín con la armadura más intimidante que jamás hubiese visto; Narciso, el rubio de blanco que era apuesto y radiante como el mismo sol; y por último, Malva, la muchacha de cabellos rosados y osadía notoria en esas gafas destellantes.

Winona y yo nos acercamos hasta el nivel de los demás jugadores de élite. Al arrodillarnos, sentimos el silencio incómodo en la sala donde los ventanales de Pokemon tallados en ellos eran atravesados como sables filosos por los rayos del sol que se dividían en los siete colores del arcoíris. Dichos rayos eran reflejados por el trono de cristal que estaba tres peldaños arriba de nosotros; el trono era tan incoloro y cristalino, pero gracias al efecto solar el trono parecía todo menos incoloro. Entre aquellos destellos deslumbrantes, la sanadora yacía sentada con los muslos cruzados y con una mirada más seria de lo normal. Su maquillaje estaba en su lugar, su cabello corto estaba dentro de su sitio, y ese abrigo blanco acolchado cegaba la mirada de quien se atreviera a mirarla. Caso diferente al de nosotros, que teníamos la vista hacia la alfombra tapizada del suelo.

— Levántense.

Mi rodilla derecha dejó de tocar el suelo, y coloqué mis manos de nuevo en sus costados. Al verla fijamente, noté que a su lado se encontraba el "Jugador Neutral", que me dedicó una mirada rápida y fría. Últimamente, Shigeru y Diantha parecían estar más juntos de lo normal, pero todo parecía indicar que era porque habían descubierto algo sobre el jugador que le robó los poderes a los sanadores.

— Los he reunido para haceros informar sobre acontecimientos recientes —su voz era tan clara y concisa, justo como la de una actriz a punto de recitar una obra—, y como sabrán: Ruby, el Arquero Estratega, ha hecho su aparición después de un año desaparecido. También hay una jugadora que se dice tiene información secreta dentro de un cristal mensajero que nos podría perjudicar. Asimismo, el novato que se atrevió a atacar en la venida del Cuarteto Asesino y el mismo que escapó de las prisiones de Ciudad Subterránea, se encuentra con ellos.

Aquello me sorprendió. No había recordado el rostro del que atacó a la misma Diantha hace un par de días; sin embargo, parecía un novato muy poderoso.

— Resulta que es un beta, igual que nosotros. Lo extraño es que esa no era su verdad apariencia. Todo indica que tiene un poder bastante extraño que nos intriga, sobre todo a Giovanni. Como sea, su nombre es "X". También se vio a dos jugadores beta acompañando al arquero rubí. De todas maneras, esos sólo son acontecimientos que tienen derecho a saber —paró para mirar de reojo a Shigeru—, la verdadera razón por la que os he llamado es que hay una sorpresa que tengo que mencionaros.

— ¿Sorpresa? —Malva se reacomodó los lentes y sonrió. Tileo le miró de reojo con una mirada de pocos amigos.

— La sorpresa es que así como ese estúpido arquero tuvo un lugar secreto donde estuvo a salvo durante un año, nosotros también tenemos una base en la que entrenaremos: La Fortaleza Suicida.

— ¿Fortaleza Suicida? ¿Entrenar? ¿Tan débil somos? —bufó Narciso, quitándose un mechón rubio de su frente.

— No ustedes. No yo; los novatos que lo deseen.

— No… no comprendo —Winona alzó una ceja.

— ¿Qué creen que he estado haciendo con mis tres colegas aparte de matar novatos? Sé que ustedes también han estado matando novatos, pero ¿acaso creen que Giovanni nos ordenó el mirar cómo PBO se rendía ante nuestros pies? Querido reparto de élite, la actriz principal siempre debe tener un papel fundamental, pero para eso, necesita de actores de reparto importantes que complementes una obra magnífica. Para ello, el entrenamiento de novatos es requerido. ¿Qué cómo los vamos a entrenar? Es ahí donde se me había asignado la misión de recolectar Mega piedras; todas las necesarias para entrenar a los novatos que deseen serviros.

— ¿Qué tiene que ver con nosotros? —pregunté.

— La base entrenará a novatos… novatos que quieran exponerse a los efectos de la Mega fusión. Habrá muchas personas que querrán ser parte del acto principal, de eso no hay duda. Novatos ansiosos de poder sobran, y demasiados. Es el momento perfecto para entrenarlos. Lo que le concierna a Giovanni es que el estúpido de Lysson expuso ante el beta la Mega fusión. Nadie había presenciado a Lysson el convertirse, sólo en rumores. Ahora, con miles de espectadores en la carrera Sandslash, todo PBO sabe de su Mega fusión, y sea quien sea que haya escondido a Ruby y los que le acompañan, tendrá en cuenta de que tenemos en nuestro poder a gente que se atreverá a mega fusionarse; por ende, sabrán que tenemos mega piedras y algún lugar donde se entrene a la gente para controlar dicho poder.

— Así que quieres vigilancia… —supuso Tileo, con el semblante frío.

— Quiero a dos personas que se encarguen de vigilar la fortaleza. Debemos estar atentos a cualquier movimiento en los próximos días. Tal vez Ruby llegue con su manada a la base, si es que la han descubierto.

— ¿Cómo están seguros de que sabe sobre la base? —cuestioné. Quería saber todo acerca de lo que sabía Giovanni…

— No lo sabemos, pero más vale estar preparados; no queremos que las mega piedras sean destruidas por ellos. No se permitirían a seguir escondidos mientras sus enemigos saben más acerca de la mega fusión ¿O sí? ¿Crees que esa Fénix Dorada se quedaría cruzada de brazos? Ella sabe que Lysson nos expuso, y ahora está en busca de información. Quiere saber dónde fue Lysson entrenado; quiere saber dónde tenemos esas piedras. ¿O crees que Lysson pudo controlar solo el poder de la mega fusión sin que le instruyéramos? Él y sus tres acompañantes son los únicos a los que hemos entrenado con éxito, aunque ellos saben muy bien las consecuencias.

— Además —añadió Shigeru—, el que Ruby se haya aparecido sólo indica que él y sus colegas ya están preparados. Tampoco creo que hayan pasado un año entero escondidos bajo una roca. Ellos han estado entrenando también, por lo que aumentan las posibilidades de que puedan descubrir nuestra fortaleza y atacarnos.

— ¿Pero a boca de quién lo descubrirían? ¿Qué idiota sería capaz de revelar información sobre la localización del lugar de entrenamiento? —Narciso había pregunta inteligentemente.

— Sabemos que todo el juego está bajo nuestro mando; sin emabrgo, ya has visto a esa esclava de arena que se reveló ante Steven. Su pequeño pueblo estaba bajo su mando y ojos, y no supimos del mensaje "importante" que lleva en su inventario. Así como también cabe mencionar a ese tal "X". Nadie nunca hubiese imaginado que era un beta disfrazado de algún otro jugador —Shigeru se levantó la capucha de su túnica plateada— El juego entero está bajo el mando de los Cuatro Grandes, pero es imposible tener vigilados a todos y cada uno de los miembros de los respectivos gremios. Espías hay por doquier y de la gente que menos esperas —tal parecía que Shigeru sabía mucho sobre el tema, aunque su mirada fija en mí me hacía pensar que algo ocultaba.

— ¿Sólo es eso? ¿Vuestra alteza actriz desea a dos vigías en la Fortaleza Suicida? —dijo Winona; la duda se veía en el rostro de la chica voladora: ella no quería arriesgarse.

— No. Como sabrán, no he traído a Shigeru hasta acá para que fuera testigo, sino para mencionaros que tenemos la leve pista de dónde podría estar N. Black y White fueron en su búsqueda, y tienen la leve sospecha de que puede estar cerca de su posición. Shigeru y yo iremos a ver de qué trata, y…

— Perdón que os interrumpa y no es mi intención contradeciros, pero ambos no están en condiciones de luchar por la desaparición de sus poderes —dije con osadía. Era aventurera, me gustaba volar y siempre solía sonreír; sin embargo, algo que me caracterizaba era la osadía con la que enfrentaba a las personas y sobre todo, a mi líder.

— Lo sé, Skyla. No obstante, se te olvida que tenemos las mega piedras de nuestro lado. Aparte, Shigeru y yo somos los sanadores más poderosos de PBO.

— N tiene bajo su dominio a Reshiram y Zekrom. No veo cómo puedan ganar contra…

— Somos Shigeru, Black, White y yo contra un idiota que piensa que teniendo dos Pokemon legendarios podrá ser invencible. Puede que nos cueste trabajo, pero os aseguro que lo tengo todo bajo control —Diantha sonrió, descruzó sus piernas y me miró con recelo. Algo en su mirada sabía que era mentira; algo le decía que tenía miedo de N— Además, ¿qué puede pasar? Somos beta; los únicos que podrían morir son Black y White. Si perdemos, podremos ir de nuevo a asesinarlo.

Nadie reclamó por lo egoísta que ella había sonado. El silencio se prolongó, y entonces Malva dio un paso hacia el frente.

— Si es todo lo que tiene que decir, yo me ofrezco como voluntaria.

— Yo también —el rubio apuesto dio un paso al frente.

— Perfecto; confío en ustedes para la protección de la base. Tileo, Winona, Skyla, dejo en sus manos Ciudad Celestial mientras no estoy. Cuando regrese después de haber matado a N, llegaré a la fortaleza para volver a cuidar mi querida ciudad. Mientras tanto, se las dejo en sus manos.

— Espera… —finalmente me adelanté un paso. Winona quiso detenerme, pero sus movimientos fueron paralizados porque sabía que no podía interrumpirme— …Yo también quiero defender la base.

— Gracias Skyla, pero sólo con dos pers…

— Ciudad Celestial no está en peligro. El único ataque que se ha realizado fue hace un año, y hace un día, de un beta que por el momento está desaparecido. Además, no veo razón alguna para atacar Ciudad Celest…

— N podría atacar mi gremio. Él podría hacer añicos esto si lo quiere.

— Y con todo respeto, su señoría actiz, ¿no pensaba que N era un idiota? Si tanto miedo le teme, por qué atacarlo ahora, cuando el poder de usted no está en las condiciones adecuadas.

— Si te atreves a contradecirme…

— No es que esté en su contra; sólo os digo que la base requiere mayor protección. No sabemos las intenciones de N, pero no tiene la capacidad de matar a ningún beta. Mientras nosotros estemos bien, Ciudad Celestial no corre peligro alguno. Sí, N puede tener aliados, o puede llegar a Ciudad Celestial mientras usted lo está buscando en el lugar equivocado…

— Lo encontraremos y…

— Lo encuentren o no; ataque N a nuestro gremio o no; sea como sea, la fortaleza de mega piedras es de mayor importancia por el momento. Entiendo que estén frustrados por sus poderes nulos como sanadores, mas velo por el bienestar de usted y el juego. Preferible a perder a novatos inservibles que un centenar de megapiedras que nos pueden dar la victoria contra Ruby y compañía. Así que por favor, déjeme proteger la base con mi vida virtual; dudo mucho que nos maten, pero uno nunca sabe qué pueden tramar esos beta desaparecidos.

— Tampoco N…

— Mas usted dice que lo tiene bajo control en contra de ese chico. Confiamos en usted que lo retendrá sea donde esté, y así, Ciudad Celestial estará a salvo. Sin embargo, no podemos permitirnos el lujo de dejar desprotegida la fortaleza, ni de algún rebelde idiota que intente robar una mega piedra de ese lugar. Así que por favor… —me arrodillé en mi lugar, con los guantes azulinos agarrando la alfombra debido a la tensión que estaba sintiendo.

Diantha no miró a nadie excepto a mí, que tenía la cabeza gacha. Una sonrisa maquillada atravesó los rayos coloridos del sol y las ventanas.

— Confió en ustedes tres. Cuando regrese a la Fortaleza Suicida, espero que ninguna piedra se haya movido de su lugar.

Y así, sabía que había adquirido confianza. Confianza que me serviría para mis futuros planes.


Drew

[VIDEO 3: Game of Thrones 6 OST – Light of the Seven]

Por alguna extraña razón, esa noche no había dormido. Esa, y las anteriores. El sueño había desaparecido de mi ser; no sé si el miedo, en su lugar, se había apoderado de mí. Es que esto era una sensación tan extraña y temerosa, que la carne de mis uñas ya estaban expuestas al ambiente. Inclusive mis ojeras tenían ya una pronunciada curva y hundimiento, así como mis cabellos esmeralda ya habían perdido lo brilloso para pasar a un opaco verde maltratado. De cierta manera, doy gracias a eso; el esmeralda me estaba comenzando a hartar. De hecho, desde que ella había ocupado el trono en dicho gremio, había adquirido un particular odio por aquel color.

Mis pasos incluso fueron secos; las zancadas que daba eran sigilosas, atentas y grandes. Los pasillos estaban solitarios, así como todo el maldito castillo. Nadie podía entrar; mejor dicho, no cualquiera podía entrar a los aposentos de Cynthia. Sólo los de élite y ella misma podían ir y venir hacia donde quisieran; sin embargo, los pasillos, el comedor principal, los jardines, las enésimas habitaciones, las escaleras de caracol, las almenas y las torres vigías estaban en su totalidad vacías. Sólo el guardia vigía en el rastrillo se encargaba de lidiar con aquel que quisiera oponérsele a la maga de fuego. Algo difícil e imposible en estos tiempos donde ni el más osado le plantaría cara a Cynthia.

Capas finas de polvo yacían sobre el suelo de mármol esmeralda; las antorchas inclusive desprendían pequeños chispazos de una luz débil, tenue y miedosa. Tan vacío y solitario estaba dicho castillo, que me daba la impresión de que nadie lo hubiese atacado a lo largo de todo este tiempo. La primera, única y última batalla que se presenció fue cuando Shigeru y Cynthia lucharon ferozmente destruyendo casi toda la edificación; después de eso, ningún osado ha intentado hacer algo al respecto. Ni siquiera yo, que sólo se ha dedicado a recorrer los mismos pasillos en incontables veces, donde lo único de lo que me veo aliviado es que ella no está cerca de mí. Cynthia sólo se la pasa en el jardín de su habitación principal; el jardín que contiene un pequeño lago y un árbol escaso de hojas; el único lugar capaz de tranquilizarla y hacerle olvidar esa locura que ha incrementado a lo largo de los meses.

Antes de que siguiera lamentándome en mis penas y miedos, unos pasos ajenos a los míos recorrieron los puentes de escaleras internas que había al otro lado. Al principio, pensé que era mi imaginación, pero pronto el eco de los pasos viajó hasta mis oídos. Puede que alguno del Gremio Sinnoh tenga el mismo insomnio que yo, pero lo dudaba. Nadie se atrevía a recorrer unos pasillos tan misteriosos y solitarios, donde Cynthia estaba al acecho de cualquier intruso. Es por eso que Cynthia había asesinado a todos los guardias del castillo; por la misma razón en que ella sola decía encargarse del castillo, y que los vigías eran unos inútiles, así que la maga conservaba sus dominios bajo su propia protección y de nadie más. Era así entonces la razón de mi insomnio; temía que al abrir los ojos, ella estuviese vigilándome en la silla cercana a mi cama, con esos ojos tan azules como el fuego que incineraba la muerte de cualquiera. Temía que me matara por la razón que fuese, aunque ya ha tenido excusas para quitarme mi vida. ¿Por qué seguía vivo? Yo tampoco lo sabía; lo extraño de todo, es que disfrutaba el recorrer los pasillos a altas horas de la noche, donde tenía la probabilidad de que me cruzara con ella y me matara a golpes como casi lo hace con el Espadachín Esmeralda. No sé por qué recorría los pasillos si tenía tanto miedo de ella, pero mi honor y poder habían desaparecido, así que no tenía nada más que perder.

Aceleré el paso, recorriendo pasillos, doblando esquinas y subiendo un par de escaleras para ir hacia el otro lado del castillo, donde los pasos apenas se habían escuchado. Cuando éstos estuvieron dentro de mi rango audible, finalmente reconocí que el lugar hacia donde me dirigía era esa habitación indeseada. Mis ojos esmeraldas se abrieron como platos al ver que un par de siluetas estaban dirigiéndose hacia la puerta enorme de piedra esmeralda; al parar ahí, uno de ellos obligó al otro a tocar las manijas de oro en forma de fuego. Sin embargo, el grito del sujeto osado fue notorio cuando notó las manijas elevadas a una temperatura tan infernal como las del fuego de Cynthia. El soldado salió corriendo, con la mano retorcida y calcinada al ver que se había quemado con la manija de oro, y cuando salió corriendo, se cruzó conmigo.

— Oh, qué bueno que os veo —estaba confundido y asustado; su mano era lo de menos— Ese chico… él dice que tiene información valiosa para Cynthia. Me obligó y me amenazó que si no le veía, me iba a matar. No supe qué hacer, pero lo dejé entrar y luego me dijo que debía acompañarlo.

— Vete —le ordené; el vigía asintió, con el yelmo cubierto de sudor y el guantelete esmeralda negruzco como ceniza.

Entonces, la silueta volteó a verme. Su rostro era borroso debido a la capucha oscura que llevaba puesta. Su estatura era baja y parecía un chico escuálido, mas no debía juzgarlo por su apariencia.

— ¿Qué es lo que deseas? —Pregunté tratando de inspirar temor, aunque yo también estaba aterrado a que Cynthia estuviese detrás de los muros que había detrás del sujeto— Ella no recibe visitas.

— Necesito darle una información importante —su voz era como la de un niño; rasposa, aguda. Un niño que estaba en fases de adolescente.

— Cualquier información que tengas yo la recibiré con gusto.

— Es necesario hablar con ella.

Si tanto insistía, seguramente sería una información importante.

— Es sobre los beta desparecidos.

Y en ese momento, un retortijón en el estómago se hizo presente. ¿Información sobre esos tipos? ¿Sobre Satoshi y compañía? Pero él ya estaba muerto. ¿Sobre el Arquero Estratega entonces? Las palabras se trabaron en mi lengua; no tenía respuesta ante aquella impresión.

El sujeto aguardó a mi reacción; sin embargo, me quería pensar las cosas con detenimiento. Cynthia seguramente valoraría aquella información, pero ciertamente yo sólo estaba en este gremio para no morir. Es cierto: era un cobarde bueno para nada que deseaba vivir y servir ante la maga en su reinado; a pesar de que ella había sucumbido a Pueblo Esmeralda en pobreza y ella se quedaba con el dinero, comercio y comida encerrados en los muros esmeraldas; a pesar de que ella mataba a cualquier novato que se atreviese a mirarla o negar que dijera que ella era la reina absoluta; a pesar de que ella ha humillado a varios novatos en golpizas y con caras incineradas, justo como yo lo había vivido; a pesar de todo eso, seguía pensando que Haruka y su grupo podían salvar PBO.

Yo no era malo. No, nunca lo fui. Yo sólo era parte de un juego sucio en el que debía cumplir el rol de un soldado más, que a final de cuentas servía como sacrificio para la gente que tenía intenciones malas. Masato tuvo ese rol anterior, y ahora terminó desaparecido, saliéndose de un juego de manera astuta, pero con el honor despedazado y con el abandono de su hermana de manera egoísta. Sin embargo, yo aun seguía en ese juego. Y si ese sujeto le brinda información sobre Haruka y compañía, el juego terminaría pronto para la gente que tiene esperanzas; yo estaría a salvo, sin secretos que ocultar y seguramente seguiría disfrutando de los manjares que diario comía al lado del Gremio Sinnoh en el castillo solitario, mientras los demás miembros del Gremio Esmeralda morían y peleaban en riñas por un pedazo de pan en los callejones de Pueblo Esmeralda. No obstante, si evitaba que llegara dicha información a sus oídos, esos beta estarían a salvo; lucharían en nombre de todos los novatos atormentados por la era de los Cuatro Grandes y pronto volvería con mi familia en la vida real, a vivir la vida normal.

— ¿Qué clase de información? —pregunté, acercándome con cautela hacia él.

— Abrid las puertas —ignoró mi cuestionamiento.

— No las abriré hasta que lo digas.

El sujeto se mantuvo sereno; su mirada era tan esmeralda como la mía. Esos ojos poco a poco se acercaban hacia los míos, y cuando estuvimos palmo a palmo, él sonrió.

— Abrid las puertas —repitió.

— De acuerdo —cedí de inmediato.

Me giré hacia la majestuosa puerta esmeralda, que brillaba menos que las manijas en forma de llamas; ciertamente estaban infestadas de un oro interno y ardiente que quemaba las manos de quien fuese. Cynthia hacía esto para evitar justo que la interrumpieran en su propia locura que sólo ella entendía.

Me acerqué hacia las manijas y las miré perdidamente; poco después, miré de reojo a la silueta, que yacía esperando a que las puertas se abrieran.

Sea lo que sea, tenía que evitar que esa información llegara hasta la maga.

Súbitamente, me volteé y lancé un hechizo hacia el sujeto. Éste lo recibió inesperadamente y voló hasta chocar contra la pared. Mis enredaderas viajaron por entre las losas del suelo, hasta serpentear y llegar hasta el chico tirado que yacía aturdido. Pronto, reconocí el rostro del chico, pero cuando mis enredaderas sujetaron sus extremidades y él se había reincorporado, desapareció entre su túnica, cambiando de forma y tamaño. Mis enredaderas dejaron de sujetar lo que habían sido los brazos del tipo, y pronto éste era un Metagross que embistió contra la puerta de entrada, tumbándola estrepitosamente y produciendo un eco más fuerte que varias pisadas juntas. La puerta cayó, y el polvo del suelo se alzó por el ambiente.

Quise intervenir, pero era demasiado tarde. El sujeto se había vuelto humano de nuevo, y entró hacia la habitación de Cynthia. Sin embargo, el lugar había sido desordenado y los muebles estaban rotos debido a que la gran entrada dio de lleno con lo que había a su paso. El tipo vio que la habitación estaba vacía; lo que no sabía es que Cynthia estaba fuera, en el jardín que había sido apacible hasta que el intruso había causado el alboroto.

Al salir, notó un gran jardín con un pequeño manantial que reflejaba las ramas de un árbol sin hojas. El tronco se extendía con sus raíces por todo el suelo tapizado de un césped cortado y bien cuidado; la última hoja de una rama caía muerta hacia el lago, meciéndose con el aire nocturno. La hoja color marrón no tocó el agua, porque había posado en la llama de un dedo pálido que incineró ésta en un abrir y cerrar de ojos con una diminuta llama azul; la última esperanza del árbol había sido quemada por Cynthia, que vislumbrara su reflejo con suma atención.

Ella había escuchado el caos que el sujeto había ocasionado, pero ni siquiera se percató de ello. Estaba sentada a orillas del lago, recargada en el tronco retorcido. Observaba su reflejo con suma atención en el lago, con varios mechones de cabello deslizándose sutilmente por su frente. La sonrisa reflejó que sabía de quién se trataba.

— Has vuelto —Cynthia parecía divertida, más que sorprendida.

El tipo avanzó unos metros, colocándose a estancias del jardín. Cynthia pronto observó la raíz de lo que quedaba de la hoja calcinada.

— Dime, Alecrán. ¿A qué se debe que vengas después de tanto tiempo? ¿Tanto es tu interés por estar de nuevo en este infierno virtual?

El sujeto pronto sintió el temor en la voz de Cynthia. Una voz que indicaba poder, mandato y frialdad. Una voz sutil que en lo más profundo tenía una manía cruel por la locura.

— Lo real me aburre.

— ¿Y lo virtual? No es tan divertido como parece. Bueno, para mí lo es.

Si matar novatos por gusto le es divertido, he perdido el significado de diversión. Lo único que hace es torturar a los demás.

— He vuelto para quedarme. He vuelto para ser de nuevo parte del Gremio Sinnoh.

Cynthia hizo más pronunciada su sonrisa malévola.

— El Gremio Sinnoh dejó de existir hace mucho tiempo. Lamento que te lleves tal decepción. ¿por qué no vas con la Novata Índigo? Ella te perdonará y volvería a aceptarte en tu gremio con gusto. De todas maneras, a ella y sus amigos les hace falta gente que les apoye y luche a su lado.

— Sé que hice mal en abandonaros, alteza.

— ¿Alteza? Nada de eso, Alecrán. Todos me dicen alteza, pero tú no me dirás así. Tú lo único que recibirás es una grata despedida, así como yo he recibido un grato saludo de tu parte. ¿No te enseñaron a tocar, niño?

— Lo sé, pero…

— Todo el mundo siempre tiene "peros", pero no todos tienen modales: otra razón para despreciar tu perdón. Así que dime, Alecrán: ¿qué es lo que tienes que decir para que te perdone? ¿Tan importante es que hayas venido, hayas irrumpido en mi habitación como nadie nunca ha hecho y me digas que mereces mi perdón?... No cualquiera merece mi perdón; si no, pregúntale a Masato, que ha de estar lamentándose en el mundo real como tú lo hacías a lo largo de todo este tiempo; o dile a tu nuevo amigo Drew, que por suerte sus cicatrices de quemaduras desaparecen en el juego, pero el honor y el orgullo son los que no regresan. Dime, ¿qué justificación tendrás para que la máxima reina, maga de fuego, alteza insuperable y la jugadora más poderosa de todo PBO merezca el perdón de alguien que se atreve a mirar fijamente a su majestad, sin respeto ni pleitesía ni las agallas de haberse mantenido en el juego?

Alecrán era hombre muerto. Lo sabía. Yo también lo era. Sólo algo lo suficientemente sorprendente y milagroso iba a impedir que esa mujer impidiera el jugar con él y sus llamas de fuego hasta dejarlo moribundo, suplicando por piedad.

Sin embargo, la valentía de Alecrán hizo que abriera el menú de su juego. Su respiración era agitada por el nerviosismo, pero sus movimientos eran lentos y precisos. Al abrir el menú, se le permitió ver la lista de los amigos que tenía añadidos, y dio en un nombre en específico. Poco después, eligió la opción de localizar.

— Por suerte, ella no me ha eliminado como amigo.

Por primera vez en mucho tiempo, Cynthia se le borró esa sonrisa. Finalmente, algo había acaparado su atención.

El reflejo de Cynthia en el pequeño manantial fue deformado por una hoja sorpresiva que había estado una rama escondida del roble. Una hoja color índigo que poco después, el propio aire caliente de las ondas de fuego cobalto, la incineraron sin siquiera haber hecho contacto con los dedos una maga que ahora tenía sonrisa de lo más divertida y escalofriante. Una hoja que, de un momento a otro, había desaparecido sin previo aviso; una hoja, que, a la luz de la noche, se esfumó como si la muerte se abalanzara contra ella y las esperanzas murieran. Una hoja que me hizo tener un mal augurio de que todo estaba perdido.

— Sé dónde encontrar a la Novata Índigo…


Próximo capítulo: Rumores Sorpresivos