¡Hey! Sí, usualmente ya han pasado como tres semanas entre capítulo y capítulo, y lamento eso. Prometo ser más consistente, sobre todo para actualizar el siguiente capítulo porque es uno de mis favoritos. Como sea, gracias a dios o a los muertos que hoy no tuve clase precisamente porque aquí en mi país festejamos el día de muertos xD. Eso me dio tiempo para leer el maldito capítulo, corregir los errores ortográficos y publicarlo. SIn más, espero que todos y cada uno de ustedes esté bien y no se hayan olvidado de este fic.

Guest1: Satoshi aparecerá en el capítulo siguiente. xD LOL Es broma.

blackhawk95: Gracias por siempre esperar a que actualice. Sé que es bastante larga la espera, pero me alegra saber que siempre estás emocionado por la continuación xD. Ya paga un internet para la música ):

Poker Knight: Red aparecerá pronto. Se explicará sobre él cuando aparezcan Yellow y compañía. Paciencia, joven padawan. #MuerteAAlecrán

Usrein: ¡La música siempre le da un toque mágico a todo!

Drax21: Gracias, de verdad T.T

Zenitiano: Pues qué pena. Te estás perdiendo de algo que vale la pena. Suerte.

Sepulveda Zoroark: Cada vez más cerca o.o

Ryderz: Payasos hay muchos y abundan por la calle, especialmente ayer que fue Halloween. Puros Wason y Harley Quinn región 4 xDD

Andreu320: Si tú quieres creerlo, Ash está vivo. Depende de ti. #FuerzaAsh

lalo: Son preguntas sin respuesta u.u O tal vez puedo decirte que Ash y Greninja se volvieron inesperables (?)

Amourshipping77: Lamentablemente ya la he publicado en Wattpad xD. De hecho va por la cuarta temporada también. Lo lamento u.u

Bueno, ahora sí, sin más los dejo con el capít... oh esperen. Hoy iba en el tranporte público, y hay una pequeña tele que pasa "noticias" irrelevantes para entretener a las personas aburridas que van hacia sus destinos aburridos. Como sea, mientras miraba eso, hubo una noticia que decía: "Ash recibe su primer beso después de 25 años" Y pasaron la escena de cuando Serena le da un beso a Ash en el anime. Fue algo hermoso y a la vez apocalítpico. Es decir, jamás pensé actualmente que Ash iba a tener un romance serio con quien fuera. Qué bueno que los malditos escritores del anime se están tomando ya más en serio lo que su fan servie (fnas del amour) quieren. Aunque cabe destacar que eso no va a cambiar lo que peuda sentir Ash en este fic. Sólo quería contar eso y también desearle la muerte a Negan de The Walking Dead. Los que van al corriente con la serie saben por qué. Como sea, los dejo y espero disfruten. ¡Nos leemos!


[VIDEO 1: Forsaken Fortress – The Legend of Zelda The Wind Waker Music Extended]

[VIDEO 2: Best Epic Of All Times – Saigo No Tatakai]


Capítulo 95

Rumores sorpresivos


Clair

— ¿Estamos todos?

Mi voz inundó la habitación oscura y vacía. La única fuente de iluminación era la ventana pequeña, rectangular y cubierta de una fina capa de niebla helada. El aula estaba llena de varias cajas, armaduras oxidadas y espadas que ya no se utilizaban. El silencio se hizo prolongado, respondiendo a mi pregunta.

Lirio, Liza, Dracéna y Dracón se encontraban en dicha habitación. Todos tenían un rostro serio, y la tensión era palpable. De un momento a otro, tenía miedo de que por aquella puerta apareciera Lance; de hecho, todos teníamos ese pensamiento constante sobre nuestras cabezas.

— Clair, no creo que esto sea una buena idea —Liza se apretaba las manos con nerviosismo.

— Opino lo mismo que Liza —dijo Dracéna; no estaba sonriendo como de costumbre.

— Sé que esto es algo descabellado —había un nudo en mi garganta. ¿Cómo había sido posible que reuniera a todos sin el consentimiento de Lance? —, pero debemos de parar esto.

— No podemos —Lirio era el más misterioso de todos. Sus ojos dorados relucían más que la tenue luz de la ventana. La máscara hacía difícil el entender sus palabras—. Sea lo que sea que tengas planeado hacer, Lance se enterará de ello.

— Es por eso que hacemos esto a escondidas…

— No tratamos de contradecirte, Clair —Dracón se apretó la punta de su bigote— Lance tiene oídos por todas partes. Si intentamos revelarnos, él lo sabrá. Sabes lo que sucede con los traidores; ya viste qué pasó con Tobias, Iris y Misty.

— Entiendo que es arriesgado —intervino mi amiga Liza—; sin embargo, yo no resisto más el seguir sus órdenes. No puedo olvidar esos gritos. Esos novatos que podrían haber vivido si nos hubiésemos negado.

— De cualquier manera —proseguí—, si nos negamos a sus órdenes, nosotros seríamos los perjudicados. Nuestra familia saldría lastimada en el mundo real, o peor: muerta. Entiendo que Lance es cruel y un maniático, pero su locura por el poder ha rebasado los límites. Soy parte de su familia, pero no me importa el rebelarme contra él; no puedo hacer esto sola. No nieguen que ustedes también sienten miedo; no se engañen a sí mismos. Esos gritos, esas muertes… nos están atormentando a todos. Dos mil doscientos cuarenta y cuatro novatos fueron asesinados ayer, y lo único que hacemos es quedarnos sentados a esperar las órdenes del Dragón Indomable, para que esos asesinatos aumenten día con día. No, no me quedaré de brazos cruzados. Es algo arriesgado, pero no puedo resistir que siga muriendo gente inocente. Tal vez no haya ninguna esperanza de que los novatos regresen al juego, pero de alguna u otra manera este se ha convertido en su mundo real, y no permitiré que sea un tormento para ellos.

Los miembros de élite quedaron callados. Mi discurso había hecho bufar a Lirio.

— Bonito discurso —el sujeto se dirigió hacia la puerta—, pero lo sabes: no hay nada que hacer. Estas son las consecuencias de ser poderoso. Esto es lo que mereces tú por haberte unido a este gremio y ser lo mejor que hay en PBO. El mundo es cruel, niña; no por ser un juego virtual significa que será distinto al mundo real. Sufrimiento y dolor hay en todo lugar. Si no eres capaz de aguantar, será mejor que salgas de aquí y huyas. Este juego no es para los débiles.

Lirio salió de la habitación. Lo único que se oyó después fue el golpe de rabia e impotencia que solté hacia una armadura sin brillo.


Skyla

[VIDEO 1: Forsaken Fortress – The Legend of Zelda The Wind Waker Music Extended]

El barco avanzó con las aguas calmadas, provocando ondas que inquietaban un océano tranquilo. Poco después, el barco paró cuando estuvo al costado de varios peldaños de piedra cubiertos de musgo. Jugador a jugador comenzaron a bajar del barco, sin ninguna palabra por discutir. La galera se vació, hasta que el último de ellos salió. Los cuatro últimos rebasaron al ejército de unos cien novatos, y pronto subieron los peldaños interminables por aquel camino que ascendía. El musgo desapareció, y los cuatro sujetos en la vanguardia del grupo dejaron los peldaños para caminar por un puente levadizo rodeado de picas, rocas y algunos Seagull que observaban adormitados las figuras misteriosas de Lysson, Aquiles, Magno y Helio. El puente era tan extenso, que se formaban cinco filas de jugadores a su anchura. Cuando finalmente estuvieron frente a una puerta de madera gigantesca, el rastrillo manual se abrió mágicamente, levantándose y permitiendo que las dos puertas se abrieras hacia adentro.

Malva y Narciso estaban ahí, vigilando al principio de la Fortaleza Suicida la llegada de Lysson y su compañía. El ejército pronto se iba reuniendo de poco en poco. Las luces de varios faroles vigías los iluminaron; luces del diámetro suficiente para alumbrar desde la lejanía a veinte personas como mínimo.

La fortaleza era una isla solitaria y a la deriva en el océano más desértico y calmado del nivel 43. Había otros pueblos lejanos si los barcos se alejaban unas cuantas leguas, pero la única compañía de dicha isla que habían construido los Cuatro Grandes eran las pequeñas picas y acantilados mortales que le rodeaban como hormigas acechando su presa. La principal ventaja de la fortaleza era que las aguas que tenía como mar eran las más tranquilas y silenciosas, así que la vigía podía aprovechar muy bien eso para estar atento ante cualquier galera que se viese incitada a sorprenderlos; mejor aún, era más fácil escuchar a los ladrones que intentasen robas las mega piedras.

Los muros de la fortaleza eran naturalmente la isla en sí, con sus grandes e irregulares extensiones de piedra alzándose majestuosamente, haciendo imposibles para cualquier jugador en escalar por su propia cuenta sin ser descubierto. Más arriba, se habían construido torres con los faroles de luz más grandes para así divisar el océano, sus propios muros y los patios centrales de la fortaleza; diez, quince, veinte luces acorralando la fortaleza iban y venían constantemente asustando a la noche y molestando mis ojos de vez en cuando.

Cuando Lysson atravesó la gran puerta de madera que atravesaba los muros de piedra, se dirigió hacia la torre central, para desaparecer por ahí junto con su ejército. Dentro de la Fortaleza, había soldados de los cuatro gremios recorriendo un gran patio de armas; el patio más grande y vacío que alguien pudiese ver. No era de sorprenderse, porque ahí mismo era donde la gente entrenaba lo que se supone que Lysson, Helio, Aquiles y Magno les instruían. Poco más adentro, pasando el patio de armas, una gran edificación irregular se extendía hacia lo alto, haciendo que la isla se viese como una rama torcida a la luz de la luna menguante. La edificación era una conexión de puentes, escaleras hacia arriba y abajo a la intemperie, ventanas, pasillos sobrepuestos en tejados, y ventanas sin protección a los vientos escurridizos. El gran cuerpo torcido de la base alojaba en habitaciones frías y vacías a más de quinientos novatos, que sólo tenían en lujo de dormir en un pedazo de roca que se les había asignado a cada habitación. Sin embargo, el punto más alto de la torre tenía una galera partida a la mitad, astillada y con el mástil roto, pero soportando el puesto de vigía que estaba inclinado y se mecía con el viento. Dentro de aquella galera a la mitad, el Cuarteto Asesino disfrutaba de las comodidades que dichas habitaciones les brindaba: manjares en una mesa, camas acolchonadas y ventanas que habían resistido a pesar de la partición de la nave clavada y forzada a unirse con el cuerpo entero de puentes, túneles, pasillos, salientes y torres que conformaba la fortaleza. Y ahí, en el punto más alto, donde la madera se sujetaba esperanzadoramente del pedazo de mástil que le quedaba, estábamos yo y mi Swanna, que miraban hacia el horizonte; desde aquella distancia, Lysson y compañía parecían puntos negros iluminados por líneas tenues de luces.

El patio de armas estaba rodeado por una zanja de océano que medía casi cien metros, y ahí, en el muro de dicha fosa que conformaba el patio de armas, había una puerta capaz de permitirle la entrada a una galera. Una puerta que te llevaba hacia el subterráneo, pero que seguía sobre del nivel del mar. Una puerta que contenía una habitación extensa, y que dejaba escapar haces de luz cobalto brillosos; haces de luz más cegadores que los propios faros vigías: el millar de Mega piedras.

— Swanna.

Mi Pokemon extendió las alas, alzando e imponiendo su sombra entre el centenar de novatos que miraron por un momento hacia arriba. De cualquier forma, monté a mi Pokemon ganso y comencé a surcar los cielos que hoy estaban más calmados que antes. Las nubes escaseaban en un firmamento acompañado del único astro nocturno, que parecía pequeño desde aquí. Y a pesar de todo, en medio de una noche casi oscura, mi figura todavía podía ser visible a los ojos de los vigías.

Los faros apuntaban hacia arriba, hacia el océano, en sus territorios, izquierda, derecha, entre las ventanas, puertas, puentes colgadizos, todo. ¿Cómo iba a ser posible que alguien atacar sin ser descubierto? ¿Cómo iba a ser capaz de poder robar una megapiedra que estaba dentro de la fortaleza y por debajo del patio de armas? ¿Cómo lo iban a lograr nuestros enemigos?

Y súbitamente, empecé a volar rodeando la fortaleza. Las luces apuntaban hacia el océano de manera vertical, inclinada y horizontal. Hacia allá, hacia acá, pero siempre había un punto ciego; hasta el hombre más atento de vez en cuando no se percataba de que alguien le atacaba desde ese punto. Un punto crucial que podría ser vital para el enemigo.

Miré hacia allá, hacia atrás, hacia abajo. Los archipiélagos de rocas, aunque algunos faros vigían no podían iluminar las partes traseras de esas picas, había otros faros que se encargaban de esa labor. No… debía haber algún punto. Algún islote rocoso que tuviese la habilidad y fortuna de esconder a alguien. Miré, miré y miré.

Mi Pokemon graznó. Entre el océano de manto oscuro, un tanto más allá en el horizonte, había una sombra que se ocultaba bien en la oscuridad. Una sombra que era solitaria, misteriosa e imposible de ver desde los muros de la fortaleza.

— Bingo.

Swanna aterrizó ahí. Después de unos segundos, noté que ningún faro daba con la porción de roca abriéndose paso entre el mar, capaz de poder ocultar alguna galera. Poco tiempo después, nos volvimos a adentrar en los cielos para así volver hacia la fortaleza. Al aterrizar en el patio de armas, los novatos marchaban al tiempo en que se introducían en las edificaciones que los llevaban a sus dormitorios. Di un gran bostezo, y pronto la luz de un farol me iluminó por un instante. Qué molesto fue aquello, mas cuando aparté la mirada, otro haz de luz más pequeño y mucho más discreto dio de lleno con mi mirada.

Una luz azul que sabía que provenía de una piedra. Levanté mis pelirrojas cejas, confundida. ¿Una mega piedra fuera de su lugar? No podía ser cierto. Swanna me bajó por la zanja enorme que había entre el muro de la fortaleza y el patio de armas. Al estar al nivel del océano, cuando bajé todo lo que la zanja me permitía, noté que en esas aguas tan tranquilas había ondas de movimiento. Algo había hecho que el océano se moviera; algo había caído en el océano, en aquel punto de donde provenían esas ondas de agua.

Y entonces, ese brillo poco a poco se fue perdiendo entre el océano, hasta desaparecer en el fondo marino. Una mega piedra había hecho que la fosa se inquietara por algunos momentos. La pregunta no era si aquella piedra era de aquella habitación que protegíamos, sino ¿cómo es que se había escapado?

Swanna y yo ascendimos lentamente por el muro del patio de armas, y volvimos a descender por ahí, hasta que finalmente di con una grieta que dejaba escapar una fuente de iluminación discreta. Una grieta que apenas el océano relamía cuando subía la marea; una grieta por la que se había escapado una mega piedra al resbalar de la gran montaña de esas fuentes de poder aglomeradas dentro de la habitación; una fisura en la que podía caber hasta la niña más pequeña e inocente…

— Bingo —dije de nuevo, descubriendo los puntos débiles de la Fortaleza Suicida.


Black

La esencia de la luz en las antorchas era débil; su núcleo era apenas un haz de luz pequeño y esperanzador, que se columpiaba con el súbito viento pasajero. Una docena de aquellas flamas estaban colgadas continuamente en las paredes de las casas de piedra cubiertas de musgo; el río que viajaba por debajo de las casas era apenas un sonido relajante y apacible; su corriente intentaba tirar los soportes de madera que estaban uno a uno construidos debajo de las casas, pero seguía su tramo hasta perderse cuesta abajo, entre un mar de casas interminables iluminadas por esos brillos tenues que se mecían misteriosamente.

Entre pequeños puentes y caminos construidos de madera para evitar caminar sobre el río, Diantha lideraba nuestra ruta, atravesando caminos oscuros, sombras que danzaban con las antorchas y pequeñas escaleras que debían subirse para ir cuesta arriba por el río y las casas musgosas. Finalmente, Diantha se detuvo en el camino, donde una puerta era iluminada por una lámpara de aceite que tenía sobre de ella. La puerta tenía una abertura y un letrero que tenía inscritas las palabras: "Soul Taker's Tavern".

— ¿Es aquí?

Su voz me hizo dudar por unos momentos. Estaba seguro; era aquí. Asentí, a lo que Diantha tocó la puerta tres veces. El ruido adentro llegó hasta mis oídos; la gente reía, el chocar de las jarras y varias conversaciones inundaban la habitación. Cuando la abertura de la puerta dejó entrever unos ojos misteriosos, al ver a Diantha, dichos orbes se abrieron como platos. Poco después, más rápido que desesperadamente, la puerta se abrió para darle paso a una de los Cuatro Salvadores.

Al tiempo en que ella, el Jugador Neutral, White y yo entramos a la taberna, la iluminación era apenas un haz de luz anaranjado y oscuro. Nuestras figuras eran sombras entre las lámparas de aceite colgadas en cada punto de las cuatro paredes, y los jugadores eran misteriosos hombres sentados en las mesas de la taberna. Las pláticas, las risas y el derramamiento de cerveza cesó de un momento a otro; el observar al líder del Gremio Equilibrio había causado una impresión tal en los jugadores, que el silencio reinó ahí durante mucho tiempo.

— Por favor, sigan en sus actividades… —la voz de Diantha era clara, amable y con una sonrisa encantadora—; sólo venimos por un trago.

Sin embargo, la gente ya no se pudo concentrar de nuevo en sus conversaciones. El hecho de que estaban los dos sanadores más poderosos del juego los había consternado en demasía.

— Hubiese sido mejor que ocultaras tu identidad —le insistí a Diantha, pero ésta bufó arrogantemente.

— No necesito ocultar nada. Las actrices no ocultan sus sentimientos cuando están en escena.

— Como sea… —Shigeru llegó hasta una mesa vacía, ahí donde las lámparas anaranjadas no alcanzaban a inundar el ambiente— Una cerveza, por favor.

White también pidió una, y yo un trago doble del peor whisky que tuviesen. Diantha se abstuvo a pedir algo, atenta a la gente que le dedicaba miradas continuas. Su actitud pronto comenzó a ser desesperada.

— Dijiste que él estaba aquí —Diantha parecía molesta. Su ira no me iba a intimidar en lo absoluto, aunque con White sí causó un efecto de miedo.

— Nosotros… —White quiso intervenir, con los puños cerrados por debajo de la mesa a causa de la tensión. Inmediatamente, toqué la mano de White para calmarle.

— Tranquila, su señoría actriz —dije con voz calmada—. Escuchamos rumores de que en esta taberna estaba un hombre de gorra blanca y mata esmeralda. Tan sólo debemos esperar a que se aparezca.

— Pues con la discreción de Diantha al haber entrado a esta taberna no creo que tenga la dicha de venir —dijo Shigeru, sabiendo que era verdad.

Si N tenía la intención de matar a Diantha, o al menos a alguno de nosotros, no sería tan estúpido como para causar un alboroto en la taberna. ¿O sí? De cualquier manera, las horas pasaron hasta que anocheció. La gente iba y venía por la taberna, con las advertencias de que la Sanadora Celestial y el Jugador Neutral estaban ahí dentro.

— ¿Cuándo aparecerá?

La voz de Diantha se tornó inquieta. Sin embargo, después de varias horas ahí dentro en un incómodo silencio entre los cuatro, Shigeru se atrevió a desafiarle, porque era el único que podía.

— Será mejor que nos dejes solos por un momento.

— ¿Qué?

— Has cometido la estupidez de entrar cínicamente; ahora todo el mundo está viendo nuestra mesa cuando entra, cuando conversa y cuando sale de la taberna. Lo mejor sería que salieras y llamaras la atención en otro lugar.

Diantha no tuvo qué recriminar; la joven de atuendos blancos salió susurrando maldiciones; White decidió acompañarla para no estar sola, y así entonces, decidieron ir más allá en las entrañas del pueblo cuesta abajo. La gente pronto comenzó a susurrar que la Sanadora Invencible iba a ascender de rango a gente novata si la encontraban en las entrañas del pueblo, por lo que algunos decidieron seguir su pista hasta que la perdieron de vista a ella y White. Otros simplemente bufaron ante el rumor, maldiciendo que el ascenso era algo imposible.

De cualquier manera, Shigeru y yo nos quedamos a solas, junto con algunos novatos que habían desviado su atención finalmente en sus propias conversaciones. El Sanador Invencible no llamaba tanto la atención como Diantha; éramos el Jugador Neutral y un miembro élite del Gremio Equilibrio e increíblemente la gente dejó de mirarnos ignorándonos por completo. Poco a poco, los minutos pasaron, mientras observábamos a la gente ir y venir, hasta que nuestra mesa solitaria y arrinconada dejó de ser el centro de atención. Inclusive comenzamos a escuchar conversaciones ajenas y rumores que circulaban por todo PBO; no obstante, N no se aparecía, y nadie platicaba sobre un sujeto extraño de cabellera verde. A altas horas de la noche, nuestras bebidas habían sido considerables, y en la taberna que en el día había estado abarrotada de gente, ahora sólo contenía un par de jugadores del Gremio Esmeralda.

— No hay nada más que hacer aquí —dijo Shigeru, rindiéndose y con rubor en sus mejillas por haber tomado más de lo debido— Vendremos otro día.

— De acuerdo —al pararme, me sentí algo mareado por los efectos del alcohol.

Una señorita llegó hasta nuestra mesa para cobrarnos la cuenta. Shigeru pagó y dejó propina; sin embargo, la usual Joy no era la que nos había atendido. En su lugar, era una chica de tez pálida, cabellera rubia deslizándose por toda su espalda hasta su cintura rematada con una trenza discreta, con un mechón grueso y recogido en la parte superior de su cabeza, ojos miel, sonrisa radiante y una blusa color cielo. Ciertamente era una NPC, aunque no tenía sentido que nos tratara tan diferente a como lo hacía una Joy, porque colocó su mano en el dinero y sonrió a Shigeru de una manera tan hermosa que yo me quedé helado.

— Muchas gracias —su voz era como la de un ángel— Antes de que se vayan, quisiera preguntaros si han disfrutado su estancia aquí.

— Sí. Gracias —Shigeru permaneció frío; antes de irse, la rubia volvió a hablar. Lo que me parecía extraño, es que a pesar de que era una NPC, tenía estadísticas y un nombre. De repente, tanto yo como Shigeru pensamos que se trataba de una jugadora.

— Esperen —la chica insistía en que nos quedáramos— Quisiera… quisiera preguntaros algo más.

Shigeru permaneció en silencio.

— Mi hermana… —la rubia volteó hacia donde estaba la barra; una chica de los mismos rasgos angelicales estaba limpiando un par de jarras, con una mirada tan celestial que sentí un retortijón en el estómago al tiempo en que volteó a mirarme. Su rostro era pálido pero hermoso, y una cabellera sedosa y salmón caía por su rostro y su cuerpo— Mi hermana y yo queremos saber si desean algo más.

Aquella pregunta hizo que el sanador y yo intercambiáramos una mirada de confusión.

— Ya hemos pagado. Estábamos a punto de irnos.

— Pero… —la rubia tornó su mirada a una triste. Pronto, me sentí preocupado por ver que la chica estaba en ese estado. ¿Por qué me sentía así? ¿Por qué de pronto sentía remordimiento por una jugadora? ¿Sería su belleza? No lo sé—, pero… queremos… queremos ofrecerles algo más.

— ¿Más bebidas? —Shigeru abrió sus manos discretamente, en señal de posición de ataque. Algo extraño había en estas dos chicas.

— No… —de pronto, su mirada cambió. Era el rostro de algo lujurioso. Algo que ningún hombre podría haberse resistido. De un momento a otro, la chica de cabellos salmón dejó la barra para acercarse. La oscuridad de la habitación de pronto nos abrazó a los cuatro. La rubia tomó la mano de Shigeru, mientras yo era hipnotizado por la hermosura de su hermana. No sé cómo fue que ambos accedimos a ir a la habitación trasera que tenía dicha taberna, pero Shigeru dejó esa expresión fría por una de consternación.

— Lo siento, pero…

— Calla, sanador —la rubia le guiñó un ojo. Shigeru obedeció.

— No queremos molestaros… —dije, intentando zafarme del brazo de la de melena rosada.

— Nosotros tampoco; ustedes sólo disfruten.

En ese momento, al iluminar tenuemente la habitación donde entramos, había dos camas y un sinfín de velas débiles que hacían más romántica la ocasión. ¿Qué era esto? ¿Una habitación para seducir a los clientes? No lo sé, pero los orbes brillantes y rosados como perlas de la mujer me hipnotizaron repentinamente. Shigeru también había caído en sus juegos y se dejó tirar en la cama de al lado. Su hermana me empujó y caí rendido en la otra cama. Las chicas rieron; su risa fue como algo a lo que no podíamos resistirnos; una risa traviesa, juguetona y lujuriosa. Una risa que nos dejó paralizados. Ambas mujeres se movieron en sincronía, arrastrándose por la cama al tiempo en que olía la melena rosada con esencia de rosas y flores. Sus labios se posaron por mi cuello; sentí un cosquilleo que recorrió todo mi cuerpo hasta la punta de mis pies. Los labios se sintieron como un pedazo de cielo, que tocaba levemente una parte de mí. La chica subió lentamente, recorriendo esos suaves y cálidos labios hasta posarse cerca de mi barbilla.

— Tranquilo, jugador —vi su nombre de avatar, mas no pude concentrarme en él, porque noté que estaba palmo a palmo contra esas perlas rosadas. Su respiración y la mía estaban en sincronía, y mis labios comenzaron a sentir los suyos al tiempo en que jugábamos con nuestras lenguas. De pronto, sentí el pesar de sus muslos carnosos sobre mis piernas, y sus pechos se apretujaron contra mi cuello. No podía resistirme… No podía pensar en ella… En White. ¿Por qué de pronto pensaba en mi compañera? White… No… Los labios y la lengua de aquella mujer de pronto fueron mi único pensamiento, hasta el punto en que de pronto sentí que ella se apoderaba de mí.

Y de pronto, sentí algo más: no sólo sus labios, sino una sensación extraña que salía de mi pecho. Algo que se desprendía dentro de mí, y viajaba por todo mi ser hasta llegar a mi boca. ¿Qué sucedía? Me sentí de pronto sin vida alguna; la tristeza empezó a invadirme, y la falta de respiración hizo que apretara los puños contra las sábanas. Necesitaba aire; necesitaba de vuelta esa sensación sobre mi cuerpo. Un dolor extraño recorrió mi pecho. Un dolor inexplicable que de pronto era succionado por la boca de aquella chica. Volteé de reojo a ver a Shigeru, y algo me impresionó: la rubia estaba succionando una especie de cortina invisible que salía como un hilo de la boca de Shigeru. Era su alma. Un alma que pedía a gritos que no abandonara el cuerpo de Shigeru.

Volteé a ver a mi enemiga. La mujer estaba succionando también algo que no pude comprender. Pronto, me di cuenta de que estaba en un peligro inminente; sus orbes rosados ahora eran dos pupilas negras dilatadas y esos labios eran una sonrisa siniestra que disfrutaba el alimentarse de mi alma. Estaba muriendo; lo notaba en mi barra de vida. Poco a poco iba perdiendo las fuerzas; mis manos tensas dejaron de oponerse; mi cuerpo entero se rindió.

— "¡Ayuda!" —quise gritar. No podía zafarme de aquí. — "¡Auxilio!"

Mi vista empezó a nublarse, hasta que lo último que noté fue el olor a flores de la melena rosada…

Cuando todo se volvió oscuro por un momento, escuché una explosión en la taberna. Las paredes salieron disparadas en todas direcciones. Los orbes de la mujer de cabellos rosados se abrieron como platos, y de pronto una espada como aguja atravesó su espalda. La mujer desapareció en pixeles al instante, mas yo aún seguía en mi trance. Sentí las manos de una chica que era más hermosa aún; las lágrimas de una mujer que estaba preocupada por mí. Pronunciaba mi nombre, mientras Diantha cargaba la silueta inconsciente del sanador.

— ¡Black! ¡Black!

White tenía los ojos más hermosos y vidriosos. Sus lágrimas cayeron por mis mejillas, y la chica estaba a centímetros de mí, preocupada de que hubiese muerto. Sin embargo, lo único que hizo fue abalanzarse contra mí envolviéndome en un abrazo al ver que yo sonreía. Su cabello recogido en una coleta marrón olía incluso mejor que la mujer que estaba a punto de asesinarme.

— ¡Esa maldita zorra! —dijo White cuando se reincorporó. Yo tosía saliva y un tanto de sangre. Shigeru también estaba aún en su trance.

— No sé qué demonios estaban haciendo, White —Diantha tenía el ceño fruncido—, pero dudo que estos dos imbéciles vuelvan a querer venir aquí. Vámonos antes de que alguien se dé cuenta de que matamos a las dueñas del "Soul Taker´s Tavern". Ahora entiendo el porqué del nombre.


Zinnia

Una docena de galeras transitaban por el océano que terminaba en las corrientes de una gran cascada. Un poco más atrás, la gran Fortaleza Catarata se alzaba imponente, con vigilancia por todos lados y observando la galera de Sabrina con atención; alguno de los vigías en las almenas desaparecieron para abrir el rastrillo de una de las cinco puertas que tenía como entrada. La principal fue la que poco a poco dejó entrever su entrada, con gotas cayendo por el metal de las orillas del rastrillo. Al entrar, la galera viajó por varios canales de océano que finalmente habían terminado en una extensa explanada acuática donde varias galeras estaban atracadas a muelles subterráneos, donde la mercancía viajaba, era cargada por los novatos y era pasada hacia el castillo y el pueblo de la fortaleza. Sabrina bajó con varios guardias informándole acerca de cosas que sinceramente no me interesaron. Ella ordenaba a diestra y siniestra, al tiempo en que la gente que le rodeaba se detenía en sus actividades cotidianas para saludarle de forma respetuosa. X y yo lanzamos una mirada mutua de confusión; Ruby bufó mientras Emerald saludaba de igual a igual a los novatos de menor rango. Cuando ascendimos a las afueras del pueblo, comenzamos a viajar por el sendero principal de éste, que te llevaba directamente hacia el castillo.

En el camino, había novatos divisándose por las calles con espadas danzando en el aire, arcos siendo pulidos, afilando cuchillas con una piedra, con libros gruesos de hechizos intentando ser memorizados, entre otras cosas que no noté debido a que Sabrina caminaba rápido hasta que finalmente se postró ante otro rastrillo de menor tamaño que estaba ante unos muros que denotaban la partición del castillo y el pueblo. Al tiempo en que se iba acercando, los soldados vigías de la entrada ya sabían de su presencia y no perdimos tiempo en aguardar a que la entrada fuese abierta por completo. El patio de armas del castillo era todavía aún más abarrotado de artefactos de entrenamiento, como blancos para arqueros, estatuillas de madera que asemejaban enemigos, así como Pokemon de todo tipo que se ejercitaban al lado de sus dueños; alguno de ellos, tenían una Megapiedra ya anexada como collar, lo cual me impresionó.

Cruzamos la entrada principal, que era aún más majestuosa, donde una alfombra de color índigo tapizaba los peldaños que ascendían hasta el centro de dicha aula; cuando ascendimos lentamente por ahí, rodeado de varios arcos cristalinos que permitían la entrada del sol, nos detuvimos frente a una vitrina que desviaba aquellos rayos mencionados. Dentro de la vitrina de cristal, yacía una imponente armadura dorada junto con un escudo apoyados en una base de caoba que relucía tanto como lo que estaba apoyado en ella. En el centro del escudo, aquel símbolo del ADN que tanto me había causado intriga desprendía siete colores que centelleaban y jugaban con mis orbes carmesíes.

— Por aquí —Sabrina pasó de largo la vitrina, yendo por un pasillo que dejaba atrás el lobby principal del castillo. Poco a poco, comenzamos a ascender por pasillos confusos, peldaños en forma de caracol y atravesamos un par de puentes internos donde se podía ver debajo el lobby que se iba haciendo cada vez más pequeño. Inclusive salimos por puentes externos, donde ráfagas de viento me balanceaban y me hacían sostenerme con vértigo en los barandales de piedra. Al mirar más allá, el pueblo apenas era una diminuta porción cubierta de puntos rojizos y pedregosos que constituían las losas de los tejados. Del otro lado, el pueblo también rodeaba el castillo, pero más allá de esos grandes muros, el océano se extendía junto con un puente ancho que se perdía sobre el horizonte. A un costado de aquel puente, una brisa blanquecina y fresca cubría gran parte de lo que era un desnivel pronunciado y precipitado: las cataratas. Ni siquiera pude ver con certeza el horizonte debajo de las cataratas, debido a que aún estábamos tan alto como para poder presenciar con belleza todo el ambiente.

Sabrina se introdujo de nuevo en el castillo cuando cruzamos varios puentes externos, y pronto subió por una escalera de caracol que nos llevó hasta una habitación vacía y rodeada de antorchas doradas que chisporroteaban y anunciaban su intensa y viva llama calentando la base metálica y dorada que estaba en las paredes del aula rectangular que finalizaba en una puerta ancha, de caoba y con unas manijas tan cristalinas y brillantes como las mega piedras.

Sabrina se acercó hacia la puerta.

— Tal parece que él está aquí —dijo.

— ¿Cómo lo sabes? —cuestionó Kalm.

— Por su discusión.

Y del otro lado de la habitación había voces que inundaban el ambiente; gritos de una niña que eran parecidos a los de llantos molestos. Cuando dos vigías postrados a los costados de la entrada empujaron las dos puertas de las manijas, entramos a la habitación para darnos cuenta de que dos sujetos estaban discutiendo a lo largo de una alargada mesa de cristal que desprendía brillos momentáneos debido a que el sol se colaba por la terraza abierta que había más allá. Las cortinas abiertas de las puertas bailaban al compás de las corrientes de viento que presenciaban la discusión de los dos jugadores que yacían en la terraza, observando lo que yo había ansiado ver con belleza: el pueblo parecía incluso más pequeño desde la terraza, con el patio de armas y partes del castillo también adornando el muro rojizo de la fortaleza; más allá las cascadas producían un eco relajante y una brisa brillosa; no obstante, lo que más me pareció hermoso fue el horizonte que había por debajo de las cascadas: un manto azul oceánico que se extendía hasta perderse en un horizonte adornado de pequeños archipiélagos rocosos, con el sol reflejando su brillo sobre aquel mar hermoso.

— ¡Oh, cállate de una vez!

— ¡Pero es cierto! —decía una niña de cabellos rojizos y una boina esmeralda.

— ¡Por enésima vez, te digo que no existe el algodón de azúcar sabor a chocola…!

— ¡No lo sabrás hasta que vayamos a investigarlo!

— Oh, no. Ustedes dos no irán a ninguna parte —Sabrina anunció su entrada— Ya fue suficiente a que se expusieran en un pueblo cualquiera en busca de esa maldita golosina, por enésima vez.

— ¿Eh? ¡Sabrina! ¡Has regresado! —la niña corrió alegremente y tumbó a la mujer en un abrazo; ésta frunció el ceño pero pronto dejó de resistirse y ambas rieron.

Sin embargo, el líder de los Mega estaba todavía en la terraza; la luz del sol hacía que su figura fuese una sombra misteriosa y difícil de ver a simple vista. Intenté cubrirme con mi antebrazo, pero me fue imposible el verlo; lo único que llamaba la atención de aquel sujeto era la bufanda azul que bailaba con el aire brusco.

— Así que han regresado.

Su voz fue clara, concisa y característica en un líder. X y yo intercambiamos miradas, y pronto supimos que bastaba con ver a aquel sujeto para saber que era fuerte.

— Así es, Alain —Ruby y Emerald se arrodillaron. Su súbito respeto hacia el sujeto nos impresionó a los nuevos. Tanto el beta que cambiaba de apariencia como yo le imitamos, aunque no niego que sentí un poco de temor.


Clair

Mi puño se detuvo en la puerta. Un miedo interno me hizo detener mi convicción a entrar a la habitación que pertenecía a Lance. Tragué saliva y de pronto el haz de luz de las antorchas y su aura calorífica hicieron que una gota de sudor cayera por mi frente. Sin esperar más tiempo, entré. Yo era la única ahí; y cuando me refería a la única, era yo sin los miembros del Alto Mando. Lance, sin embargo, yacía en su trono y me dedicó una mirada seria, con esos ojos que a veces eran dorados y otras veces carmesíes. Esta vez, sus ojos tenían un color brillante y relajado de ese dorado como las llamas. Aun así, sabía que algo no andaba bien.

— Querida prima…

Avancé y de pronto postré una rodilla sobre el suelo.

— Dígame en qué puedo ayudarle.

— Te he llamado para encomendarte una misión importante.

Sentí un alivio al principio, ya que había imaginado que mi llamada era para hacerme saber el por qué había hecho una reunión con los de Alto Mando en secreto. Tal parece que todos habían guardado el secreto, o de cualquier manera ya hubiese estado muerta. No obstante, ese alivio se esfumó cuando pensé que dicha misión era de nuevo algo de lo que me arrepentiría después.

— Lo que usted ordene, mi dragón.

Lance sonrió, y lanzó una súbita risa corta, aguda y maniática. Acarició a su Dragonite, que yacía adormitado al lado de su trono de hueso dragón. Pero la risa corta de pronto se convirtió en un carcajeo; uno prolongado, descontrolado y a la vez divertido solamente para él. No entendía su risa, pero sabía que el miedo que impartía en ella hacia los demás era imposible de sentir. Cerré los puños de la tensión que estaba sintiendo; Lance paró de reír.

— Los dragones son unas especies maravillosas, Clair. Es el único tipo de Pokemon que susurra cosas; no, no… no a cualquiera le susurra. Sólo le cuenta cosas a la gente indicada. A mí, por ejemplo. Ellos me han dicho cosas interesantes; cosas que sólo yo puedo saber —el hombre se paró de su trono, con la mano en su mandoble del sable que tenía envainado—; además, también hay gente que lo ha confirmado ¿sabes? Esos susurros de pronto cautivaron mi atención con fuerza. Susurros que espero sean reales y quiero que tú lo confirmes.

— ¿Qué… qué clase de susurros?

— Rumores, Clair. Rumores que hace mucho tiempo los dragones no decían. Rumores que confío plenamente que sean verdad; mis queridos dragones no serían capaces de mentirme —antes de que dijera qué rumor corría por sus oídos, él sonrió con sed de sangre.


Skyla

Corrí lo más que pude; cuando interrumpí con disturbio dentro del palacio celestial, no había nadie en el trono que esperé el que hubiese estado ocupado. Mi agitación era agitada, mis cabellos fuera de su lugar, con el mechón de coleta un tanto desarreglado. Mis ojos cristalinos pronto se vieron envueltos en las oscuridades de las cortinas cerradas que cubrían las vitrinas de colores del palacio. Sin embargo, cuando volteé hacia atrás, Diantha estaba ahí, subiendo los peldaños que permitían la entrada al palacio. No sé qué figura era más imponente: si ella misma, o la fuente bañada en oro de su propio retrato. Al verme ahí, levantó una ceja por la confusión. Tal parecía que estaba molesta, mas su impresión por verme ahí y no en la fortaleza le hizo cambiar de sentimientos en un abrir y cerrar de ojos.

Me arrodillé más desesperada que rápidamente. La mujer se había detenido en su camino, pero pronto siguió como si nada hubiese pasado. No quise preguntar por cómo le había ido en la captura de N, pero su pronto regreso no decía nada bueno. White iba detrás de ella como vigía de su protección. ¿Dónde estaban Black y Shigeru? No tenía idea, pero no podía preguntar ahora. Había cosas más importantes que atender…

— ¿Qué haces aquí? —la voz seria de Diantha me hizo retractar mi voz segura; sin embargo, debía avisarle a toda costa.

— Mi señora Diantha…

— ¿Ha pasado algo en la base? ¿Por qué estás aquí?

— No. La base está segura… —mi respiración era agitada— Hay… hay algo más importante que debería saber…


Steven

La arena revoloteó mis cabellos; a mi costado, Magno tenía encerrado en torno a su puño la garganta de un jugador, que suplicaba por aire. El fuego y la lava que él había ocasionado rodeaba la casucha humilde que se hundía entre arena hirviente y abundante. El océano extenso de arena se extendía por todo Pueblo Dorado. Lo que había sido una vez arena dorada rodeando aquel pequeño pueblo, ahora era rojiza debido a las llamas de Magno y su ira. Sin embargo, yo aun mantenía la elegancia; siempre la había mantenido con aquel esmoquin morado que me caracterizaba.

— ¿Dónde está…?

La voz de Magno era rabiosa; sus ojos a través de sus lentes miraron al sujeto con odio y sed de sangre.

— ¿Dónde está el Arquero Estratega y la esclava Zinnia?

— No… no lo sé. No…

El sujeto no podía respirar, pero de un momento a otro, Magno le soltó y el tipo cayó de bruces sobre la arena. Una bocanada de aire fue suficiente para que la piel del jugador retomara su color rosado, pero de pronto sintió un peligro cuando Magno envolvió su mano con lava ardiente.

— No lo volveré a repetir.

— No… por favor. No me mate.

Me agaché para estar al nivel de aquel jugador novato, miembro de mi gremio. ¿Por qué tenía a gente tan cobarde y débil? Bueno, supongo que no puedo evitar tener este tipo de gente dentro de mi gremio.

Los estandartes de mi símbolo se movían alrededor del pueblo, mientras el fuego inundaba su tela y poco a poco eran calcinadas. Pronto, el fuego iba a invadir todo el pueblo y a este jugador si no cooperaba.

— Por favor… —mi rostro serio hubiese intimidado a cualquiera, aunque no supe si él se había quedado petrificado porque pensaba que iba a lastimarlo sólo con la mirada. De todas maneras, el jugador asustado comenzó a hablar…


Drew

Al entrar al palacio, el trono esmeralda era ocupado por la gran figura rubia y hermosa que yacía ahí. No obstante, a pesar de su hermosura, su mirada era tan intimidante como las llamas azules que apenas se notaban en la punta de sus dedos. Alecrán estaba arrodillado ante ella, así como los demás miembros del Gremio Esmeralda: Úrsula, Nando, Gaia, Fausto y Delos. La maga de fuego tenía una leve sonrisa sobre su rostro.

Al acercarme, sentí la tensión, pero decidí arrodillarme imitando a mis compañeros. De pronto, Alecrán entonces fue cuando abrió el menú de su juego y eligió a la jugadora que todavía formaba parte de su lista de amigos.

— Damas y caballeros, finalmente la tenemos en nuestras manos —la voz de Cynthia era tan fría como su corazón y su mirada…


Zinnia

La figura de Alain permaneció en la terraza, con su sombra imponente.

— Han regresado con las manos vacías.

Ruby bufó por lo bajo.

— Bueno, no importa. Eso quiere decir que los rumores lo han confirmado. ¿No es así?

— ¿El Destello Eléctrico…? —la niña pelirroja miró con tristeza a Sabrina, que asintió.

— Sin embargo, hemos traído a dos personas que desean unirse al gremio.

— ¿Dos más? —Alain estaba mirando hacia el paisaje y nos daba la espalda, pero al ver que Sabrina mencionó nuestras presencias, el sujeto miró de reojo, sin aun poder ver su rostro con detalle— ¿Y qué puedo hacer por ustedes?

Me quedé paralizada.

— Mi nombre es "X".

— Yo soy Zinnia —intenté salir de ese estúpido trance impresionado, y endurecí mi rostro.

— Yo soy un hacker, y puedo aportar a los Mega.

— Un… un hacker —la chica de nombre Manon, se impresionó— ¿De verdad?

X asintió; sin embargo, el líder de cabellos índigos seguía mirando de reojo como si aquello no le impresionara. Pero conmigo sí que se iba a impresionar.

— Yo tengo un cristal mensajero —dije con seguridad— Un cristal que puede ser importante para recobrar las esperanzas de PBO. Un cristal que me ha sido entregado por Trip.

— Amigo de Satoshi… —complementó Ruby.

Alain, jefe de los Mega, sintió un viento brusco recorrer su bufanda. No obstante, al voltearse, esos ojos cristalinos y determinados hicieron que tanto las palabras de X como las mías no valieran nada.

— No me importa a qué han venido. Lo que sea que aporte a mi familia será bien recibido. Sin embargo… —Sabrina y Manon miraron hacia atrás; ahí estaban cuatro sujetos con capas coloridas que sorprendieron en la entrada—… si en verdad desean unirse a los Mega, tendrán que acompañarnos en una misión.

— ¿Misión? —X miró las cuatro capas de la entrada. Pronto, Sabrina se dirigió a la puerta para unírseles.

Alain finalmente salió de aquella sombra producida por el sol, entrando a la habitación y cruzando nuestras presencias como si no fuésemos importantes para él. De pronto, se dirigió a la entrada, donde Sabrina y los cuatro jugadores yacían imponentes.

Norman, estaba con los brazos cruzados; Pegaso suspiraba de lo problemático que era todo; Elesa le guiñaba un ojo a X; el último, era un chico recargado en la pared del pasillo: Lectro.

Los líderes de Kanto, Johto, Hoenn, Sinnoh y Unova nos miraron lo más seguros y determinantes que cualquier jugador se hubiese visto jamás.

[VIDEO 2: Best Epic Of All Times – Saigo No Tatakai]

— Como sabrán, ningún jugador de élite se encuentra en estos momentos en la fortaleza, puesto que ya han salido a sus respectivas tareas encargadas…


Lance miró a Clair.

— Dos personas que ansió mucho matar han aparecido finalmente, en el Valle Charizard. Los Charizard me lo han dicho, y quiero que tú me acompañes a asesinarlas personalmente: no soportaré que esas dos traidoras sigan con vida.

Y entonces, los ojos de Clair se salieron de sus órbitas. Después de un año, sabía que Iris y Kasumi por alguna extraña razón habían aparecido finalmente.


Diantha permaneció en silencio; White cambió de expresión al ver que el rostro de Skyla era serio y consternado.

— Miembros de nuestro gremio le vieron en Pueblo Nube. No está muy lejos de aquí…

— ¿Qué? ¿A quién?

— La Fénix Dorada. Ella está en Pueblo Nube, mi señora Diantha. Finalmente ha aparecido.

Y entonces, por primera vez en mucho tiempo, Skyla vio un rasgo enfurecido en la entre ceja de Diantha.


— Escuché… escuché que había un jugador en Ciudad Desierto…

— ¿Quién? —Steven Stone se adelantó a preguntar.

— No era el Arquero Estratega, pero me dijeron que era una chica preguntando por él. Una chica con una capa colorida.

— ¿Sabes quién era?

— No lo recuerdo, pero tenía una pañoleta azul en su frente.

Bastó con aquello para saber que se trataba de esa Maga Esmeralda. Steven le agradeció al sujeto para que después Magno terminara con su vida. Esta vez, esa chica no se volvería a escapar de las manos del Arquero Oscuro.


Alecrán eligió a la jugadora en su lista. En ese momento, un punto rojizo se extendió acompañado de un gran mapa majestuoso. El punto indicaba que estaba sobre un pueblo…

— Atacaremos al anochecer… Esta vez, esa niña idiota no tendrá oportunidad alguna.

Helio yacía detrás del trono, como vigilante de la Maga de Fuego. La sonrisa que dibujó el del Cuarteto Asesino inspiró temor en Drew.

Finalmente, todos sabían que la Novata Índigo se encontraba en Pueblo Otoñal.


— Sólo nosotros, los líderes de cada escuadrón, excepto el de Kalos, irá a la misión más importante hasta el momento. ¿Estarán dispuestos a acompañarnos? ¿Estarán dispuestos a navegar hasta un lugar sumamente peligroso junto con varios navegantes más que arriesgarán su vida?

— ¿Qué? —Emerald estaba impresionado.

— Iremos al lugar donde ellos intentan fortalecerse; iremos a la Fortaleza Suicida. El lugar donde albergan a novatos capaces de megafusionarse. ¿Están dispuesto a unirse a los Mega y a correr este riesgo?

X no lo dudó ni por un momento, y se adelantó un paso, mientras Manon sonreía con alegría.

Sin embargo, Zinnia era la única que dudaba. Arriesgar su vida; sonaba peligroso. Volteó hacia Ruby, que le alentó con una sonrisa determinada. Si en verdad quería ser libre, este era el primer paso para probar que nada la detenía:

— Iré.

— De acuerdo —Alain frunció el ceño— Es hora de robar esas mega piedras.

Próximo capítulo: Distracciones

#HENTAIconfirmed

#Blacktieneelalmanegra

#PobreShigeru #Élnotuvolaculpadeserunconquistador

#TeamAlgodóndeAzucardeChocolate

#FortalezaSuicidaOmejordichoForsakenFortressdeZeldaWindWaker

#ThePokeGirlsAreComing #AshSalvaATuHarem

Ok, no sé si la situación es buena para los chicos buenos o no. Atacarán la fortaleza, pero también atacarán a las Pokegirls. AIUDA.