Bueno, antes que todo quiero disculparme por nuevamente haberlos aandonado de esa manera. Lo que sucede fue que un familiar mio se puso muy mal y tuve que estar en el hospital cuidándolo, así como aquí en mi casa, además d ela escuela, temporada de exámenes, y algo de desánimo de mi parte por continuar con el fic. Estos ultimos meses han sido algo difíciles para mí, pero sé que puedo seguir adelante, así que no abandonaré la historia y mucho menos a ustedes. Sin más los dejo con la continuación y espero se acuerden de los capítulos anteriores, jajaja. Muchas gracias por su apoyo, y feliz navidad. Postearé el 23 o 24 para que sea su regalo de Navidad. ¡Nos leemos!


[VIDEO 1: One Piece OST Strawhat/Mugiwara Counter Attack [Extended]]

[VIDEO 2: One Piece Battle Ost – Luffy vs Ratchet Round 1 [Extended Version]]

[VIDEO 3: Most Fantastic Battle Music – Promised Pain]

[VIDEO 4: SAO II OST Track 01 – Gunland]


Capítulo 97

Las cuatro novatas


Era impresionante cómo un solo jugador tenía el valor suficiente para mirar a Lance de esa forma. Éste no se lo podía creer; ¿cómo es que cualquiera podía atreverse a desafiarle de esa manera? ¡Él era indomable! Se supone que todos debían estar de rodillas, con la cabeza hacia el suelo y rindiendo pleitesía. Sin embargo, ella yacía ahí, con la mirada más segura que había visto en un jugador jamás, con el sudor cubriéndole la frente y los nudillos cubiertos de sangre en esos guantes azules. Pero por sobre todas las cosas, esa capa colorida que inundaba la habitación de varios destellos tintineantes, al tiempo en que el saco de arena se unía a la danza de los colores con su mecer por el viento de la ventana abierta.

Aquiles agarró su tritón con más fuerza, y pronto quiso actuar con la mega piedra y el Pokemon que intentaba sacar. Lance le detuvo. ¿El Dragón Indomable deteniendo a lo que podría ser la muerte de una conspiradora? ¿Un dragón deteniendo lo que podría ser la oportunidad para asesinar a una traidora?

Pronto, Aquiles volteó hacia sus lados, fuera de la casa. Liza, Lirio y Clair estaban rodeados de los mismos Charizard del valle. Estos se suspendían en el aire, formando un círculo alrededor de la casucha; las alas esmeraldas y anaranjadas iban de arriba hacia abajo, alejando el polvo de la tierra que estaba en la cima del punto más alto de PBO. Alas aleteando, ojos amarillos viendo a los enemigos, respiraciones cálidas viniendo de los hocicos de los dragones de fuego. Lance no podía creerlo. ¿Por qué se atrevían a siquiera desafiarlo? ¿Por qué los Charizard les dedicaban miradas asesinas? Él era un dragón; él era indomable. Ningún dragón podía siquiera atreverse a mirarlo con osadía.

Las capas coloridas imitaban las alas rebeldes de los Charizard. Uno a uno, estaban montados sobre ellos, con una mirada exactamente igual a la de los Pokemon domados. Uno a uno, jugador comenzó a rodear a Lance y compañía. Uno a uno, iba disipando esa molestia neblina mañanera que también era alejada por el sol del horizonte.

Finalmente, Kasumi y las capas coloridas que le respaldaban junto con los Charizard estaban en una situación favorable. Los colores resplandecían, las miradas intimidaban, y los Charizard rugían. Lance seguía sin creerlo.

— ¿Cómo te atreves?

Kasumi, la luchadora dragón, finalmente se rodeó de un aura anaranjada. Un año atrás, Lance podría haberla reconocido, pero ésta vez, además de que tenía una apariencia diferente, el poder que irradiaba de su aura no era el mismo de antes.

— Maldita bastarda —Aquiles dijo de un momento a otro. El sujeto de tez morena y barba negruzca intentó entrar hacia la casa con el tritón por delante.

Sin embargo, ni siquiera había tenido oportunidad de pisar la madera de la entrada. Iris había aparecido a lomos de uno de los Charizard que era parte del Valle. El puño que sintió Aquiles fue tal, que salió disparado hacia el vacío de las montañas. El sol iluminó su sombra, pero pronto se perdió en el firmamento púrpura que pronto iba a ser claro y hermoso. Clair, Liza y Lirio intentaron actuar, pero las capas coloridas habían actuado al instante. Brock, Erika, Surge y Blaine los rodearon y los embistieron con los dragones domados. Ambos salieron disparados por el suelo rocoso, deteniéndose a instancias de los límites de la cima.

Las capas coloridas se movían; molestaban la vista de Lance, que estaba más furioso que nunca. Finalmente, había aparecido su Hueso Dragón y su Escama Dragón, para poder combatir contra la luchadora.

Kasumi le miró con una sonrisa siniestra. ¿Qué? ¿No temía del poder de la espada? ¿No sabía que el escudo que tenía era el más resistente de todos? ¿No sabía que la espada del Dragón Indomable lanzaba hiperrayos capaces de destruir un castillo entero?

Al parecer, el puño súbito e inesperado que se hundió en el rostro de Lance le hizo saber que la chica le importaba nada lo que Lance representara. Lance se hundió en la roca del suelo, soltando sus armas instintivamente. Kasumi gritó de rabia; el aura anaranjada pronto los rodeó a ambos. Lance sintió el puño entrar más y más sobre su rostro; la ira de Kasumi y su grito rabioso fueron tales que varias capas de aura y de tierra quebradiza se expandieron por toda la cima.

La nube de polvo se levantó por el aire; Lance sintió un momento de respiración y tranquilidad. Lo aprovechó y se reincorporó, pero Aquiles, sus subordinados y él habían sido juntados por las garras de los Charizard para rodearlos de nuevo; esta vez, en un espacio más reducido.

— Se acabó —Kasumi mencionó.

Lance apretó los dientes de la rabia; entonces, sabía que aquella batalla la habían ganado ellos.

— Impresionante —Lance soltó una carcajada. El silencio se hizo pronto presente— Debo admitir que a pesar de los susurros de mis Charizard, nunca pensé que me estabas esperando. Nadie me había subestimado como lo están haciendo; sin embargo, ahora entiendo todo. Ustedes son sólo una distracción —Kasumi e Iris se lanzaron una mirada mutua; Lance sintió que un mensaje en su inventario llegaba como alerta—; sin embargo, me hubiese gustado quedarme más tiempo para jugar con ustedes un rato; me han engañado completamente, pero no se saldrán con la suya. Ahora, si me permiten, iré a arruinar los planes que tienen.

Lance apretujo un cristal de teletransportación que apareció debajo de su manga, inesperadamente. Kasumi intentó detenerlo, pero había sido demasiado tarde. Al saber que Lance había desaparecido, Iris le intentó consolar.

— Habrá llegado demasiado tarde para entonces.

— ¿Qué… qué es lo que sucede? —Liza estaba confundida; miraba a los Charizard como si le hubiesen traicionado.

— El verdadero peligro están en su base —Kasumi le miró con rabia— Han perdido esta batalla. Tenemos sus mega piedras.

Clair, Liza, Aquiles y Lirio poco a poco se iban acercando cada uno al otro, acorralados por los Charizard que les miraban asesinamente. Kasumi volvió a encenderse de aquella aura, mientras el escuadrón de Kanto también se prepara para lanzar los ataques que terminarían con la vida virtual de aquellos sujetos. Clair lo sabía: aquella que alguna vez había formado parte del Gremio Escama de Dragón; aquella novata que no era más que una jugadora cualquiera, ahora era alguien diferente. Ellos, los tres miembros de élite y Aquiles, iban a ser humillados por aquellos sujetos, regresarían a un punto aleatorio en el juego y Giovanni estaría furioso por haber permitido que un grupo de mequetrefes robaran todas las mega piedras de la Fortaleza Suicida. Clair sabía que tarde o temprano, Giovanni estaría furioso tanto con Lance como los que le seguían en poder. Clair sería castigada, o bien, asesinada por el creador del juego. Esas eran las consecuencias, y debía aceptarlas con gusto o no. Lo único que le quedaba por hacer era cerrar los ojos, esperar la muerte de varios lanzallamas que le envolverían y esperar la rabia de Giovanni.

— Lance asesinó a tu familia.

La voz de Lirio detuvo el golpe de Kasumi que estaba a punto de asesinar a Clair.

En un principio, la de cabellos anaranjados no sabía qué es lo que había dicho. Iris abrió los ojos como plato, pero pronto intentó terminar con el bocón con un misil aural sobre su rostro.

— Espera, Iris.

La de cabellos púrpuras se detuvo.

— No le escuches; no dice nada más que menti…

— Lo has oído, chica. Tu familia fue asesinada. ¿Es que no lo sabías?

Kasumi comenzó a retroceder.

— Mientes —la mirada en Misty le hacía saber a Lirio de que intentaba ser fuerte y determinante como al principio de esta batalla, pero no podía ocultar un miedo imposible de sentir.

— ¿Es que no lo sabías? —la sonrisa divertida de Lirio a través de esa máscara huesuda obligó a Kasumi a sentir preocupación— Un año de que tu familia murió, y no lo sabías. No lo sabías. ¡No lo sabía, Clair!

Clair se mantuvo seria; el único que reía era Lirio, acompañado de pequeñas risas macabras de Aquiles. Liza sólo fruncía el ceño, maldiciendo que los tenían acorralados, aunque pudo sentir lástima por el rostro cambiante de Kasumi. Ahora, aquella luchadora dragón había pasado de ser alguien audaz y valerosa a una niña indefensa.

Kasumi se tiró en el suelo, rendida. Iris intentó levantarle alardeando que no escuchara a Lirio.

— Tú lo sabías —Kasumi le dijo a Iris; los tartamudeos indecisos de su compañera le hicieron saber a Misty que ella lo había sabido todo este tiempo.

— Kasumi, no le escuches. No vale la pena…

— ¿Están muertos? Iris, ¿mi familia murió?

— Tus hermanas murieron, niña tonta —Lirio carcajeó secamente.

— Mis hermanas…

— Kasumi… yo...

— ¿Por qué no me lo dijiste?

— No podía. No sabía cómo decírtelo —Iris intentaba ponerle una mano en el hombro rendido de la chica anonadada—; él también asesinó a mi familia. No quería que te entrases de ello y sintieras lo mismo que yo, y…

— Está bien —nadie lo había esperado; nadie imaginó que Kasumi se levantara, tomara un gran respiro y frunciera el ceño. ¿Es que no estaba destrozada? ¿Es que su familia no le importaba tanto? ¿Es que Lirio no lo había dejado más en claro? El de élite se sorprendió por cómo Kasumi se limpiaba el polvo de la túnica colorida; la jugadora se acercó hasta Lirio, que intentaba parecer intimidante con esos ojos dorados. No obstante, la única mirada intimidante ahí era la de una chica que tal parecía tomar fuerzas de la nada al saber la noticia sorprendente de su familia.

— ¿K-kasu…? —Brock se había impresionado. El chico tenía los músculos más fornidos y agrandados, y una barba que le hacía ver más temeroso a pesar de esos ojos de rendija. El chico, a lomos de uno de los Charizard, quiso bajar, pero Kasumi se lo impidió con una señal.

— Lo he decidido: llévenme al Castillo Dragón.

Lirio se sorprendió; Clair lanzó un grito ahogado y Aquiles comenzó a reír divertidamente, mientras Liza le volteó a ver por primera vez.

— ¡Pero Kasumi, vinimos aquí también para…!

— Sé a lo que vinimos, Erika. El Valle Charizard oculta los Guantes Ligeros; no por nada hay una horda de Charizard custodiando este valle.

— ¿Qué? ¿Quién se los dijo? —cuestionó Liza, sorprendida.

— No importa quién nos lo haya dicho. Sólo habían sido rumores, pero gracias a tu sorpresa nos acabas de confirmar que posiblemente esos guantes estén por aquí. Brock, esos guantes tendrán que esperar. Iré hacia el Castillo Dragón para hablar con Lance cuando él regrese de su fracaso en la Fortaleza Suicida.

— ¡Pero Alain…!

— Erika… —Surge le lanzó una mirada asesina— Entiende de lo que se ha enterado Kasumi. Es cuestión de honor; Alain lo entenderá.

— Él lo entenderá, pero no será nuestro problema el ir a salvarla ¿o sí? —Blaine bufó—, porque no quiero pasar una noche más en este congelado ambiente.

— ¿Congelado? No exageres, Blaine.

— Chicos, no me acompañen —interrumpió Kasumi— Sólo tendré una charla con Lance, nada más. Váyanse y díganle a Sabrina que esto lo hago por cuestiones personales; después de todo, ya hemos causado bastante distracción como para que Alain ya se haya fugado con las mega piedras en su posesión. Quiero ver el rostro de Lance una vez más y preguntarle si realmente él lo ha hecho. Regresaré junto con su Alto Mando…

— Yo iré contigo —dijo Iris— Él también ha asesinado a mi familia, así que si no te molesta…

— Dos jugadores desaparecidos en un día —Aquiles sonrió mientras los Charizard comenzaban a alejarse— Tenemos suerte.

— Pero Kasumi, es peligroso que estén con ellos y…

— Erika, te preocupas mucho —le dijo Brock—; no creo que ellos le maten.

— No —Kasumi se tiró al suelo, con la cabeza gacha— No si me tomas como prisionero.

Clair había escuchado las palabras que fueron dirigidas hacia ella. La prima de Lance lo sabía: aquella chica novata, aunque fuese prisionera, no la mataría. No podía matar a la única chica que había sido capaz de desafiar a Lance, mientras Clair no se había atrevido nunca en su vida a hacerlo. No podía matar las únicas esperanzas que tenía de revelarse contra su propio primo y huir.


El índigo era abundante. A pesar de que sólo era un punto pequeño entre un río de jugadores amarillos, tal parecía que ese punto destacaba entre los demás, inundando el ambiente de ese azul característico. La muchacha miraba a Cynthia con algo más que audacia; la maga rubia intentó prender sus muñecas con el fuego más intimidante que pudiese haber hecho, pero ni con eso sería capaz de hacer retroceder a la Novata Índigo.

Alecrán se rodeó de un aura mágica, y aunque estaba dispuesto a atacar, notó que ella le veía con misterio.

— Debo decir que estoy algo decepcionada.

La voz de la novata impresionó a Alecrán. ¿Eso quería decir que todo este tiempo supo que él le estaba rastreando? ¿Ella sabía que el mago traidor había regresado a PBO? Por supuesto; Hikari no iba a pasar una desatención como esa. No iba a permitirse dejar que descubriesen la localización de la Fortaleza Catarata así tan sencillo. Alecrán debía haberlo sabido; ella simplemente era una distracción.

Cynthia sintió una alerta en su inventario. Aquello le extrañó, pero todos comenzaron a sospechar de qué diablos se trataba aquello. De un instante a otro, la rubia abrió los ojos como plato cuando se dio cuenta de que Hikari no era el verdadero objetivo.

— Lo lamento —la novata esbozó una sonrisa; una curvatura misteriosa que hizo enfadar a Cynthia— Pero se han dado cuenta demasiado tarde.

Sin haberle dado tiempo a la líder del Gremio Esmeralda para reprochar, la valentía y determinación de la novata Hikari contagió a varios jugadores que pronto vestían el azul. Algunos novatos de amarillo se dieron cuenta de la pronta pelea que iba a ser presenciada, corriendo en el acto. Poco a poco, el color amarillo fue apartándose de la fuente y de los alrededores, intentando escapar de Ciudad Jubileo o al menos alcanzar a esconderse dentro de las posadas. Los únicos que permanecían ahí eran otros novatos: capas coloridas que ondeaban con el viento y que desprendían en su mayoría colores fríos y azulinos. Esos puntos índigos pronto aparecieron como fantasmas en diferentes puntos: arriba de una posada, detrás de una fuente, en las sombras de un callejón. Uno a uno, comenzaron a sorprender tanto a Cynthia como al ex gremio Sinnoh. Los conocía bastante bien.

Una maga ilusionista, vestida toda de azul y con un cabello tan rojizo como la mirada sedienta de batalla: Zoey; un mandoble era sujetado con fuerza, mientras el hielo se desprendía y congelaba unas cuantas gotas provenientes de la fuente que habían estado suspendidas en el aire: Candice; Un aura tan rojiza como el cabello marrón ocre del sujeto que portaba atuendos y guanteletes cobaltos que confirmaban la enemistad contra el Gremio Esmeralda: Kenny; una bufanda de rayas blanquecinas y anaranjadas, que era lo único que no combinaba dentro de esos atuendos azules, además del aura púrpura que poco resaltaba entre todo el color azulino que portaba: Barry; una serie de patadas lanzadas en el aire acompañada de unos gritos energéticos, mientras los pantalones y la camiseta azulina le hacían moverse con más libertad: Maylene; finalmente, atuendos cobaltos que tenían manchas marrones gracias a la suciedad y el polvo característico en él, sujetando la gran pala en su guante derecho: Acerón.

Todos aparecieron como repentinos enemigos que no tenían miedo a nada. ¿Cómo se atrevían a hacer presencia ante la Maga de Fuego? ¿…Ante la Reina Esmeralda? ¿Ante la más grandiosa de los cuatro Salvadores?

Cynthia bufó, frunció el ceño y las llamas que se encendieron alrededor de sus manos chisporrotearon con brusquedad; la alarma en su mensajería era notoria, pero a ella no le importó. No tenía tiempo para que le llamasen; sólo para asesinar a quien se creía superior a ella.

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El grito de Cynthia, rabioso, enfurecido y maniático fue acompañado de una serie de giros por el suelo, para finalizar en dos puños potentes que desprendieron unos proyectiles de fuego azul; éstos iban con gran fuerza y velocidad, al tiempo en que poco a poco se agrandaban para formar una gran ola de fuego cobalto que sería imposible de esquivar.

Drew lanzó un gemido de preocupación, sabiendo que tal vez podría estar del lado de la Novata Índigo; el peli-verde no quería que ella muriese, pero tampoco quería hacer notar su posible enemistad contra su propio gremio unicolor.

Sin embargo, la ola iba directo hacia una novata que se limitó a tomar el arco y una flecha del carcaj brillante; las gotas de la fuente chorreaban y brillaban al compás de los ojos cristalinos e celestiales de una arquera que no le intimidaba el ataque de Cynthia; poco después, justo cuando la ola amenazaba con sus lengüetazos de fuego mortales, tensó la flecha diamante sobre el hilo del arco. Bastó con el ceño fruncido de la Novata Índigo para que diera la señal de que había destensado la flecha hacia un punto en específico.

Las pupilas grisáceas de Cynthia se salieron de su órbita cuando se dio cuenta de que esa flecha había atravesado la ola de fuego como si no fuese más que una simple bruma en el aire, desintegrando el fuego y extinguiéndolo por completo; el diamante había desprendido una onda potente de aura que no sólo apagó el fuego, sino que provocó que todos retrocedieran, que las gotas cristalinas desaparecieran, y que las piedras amarillas de las edificaciones, posadas, suelo y fuente comenzaran a desprenderse de su propio lugar.

Cynthia bufó de rabia; así entonces, la ira que sentía había cegado a la maga de fuego, intentando atrapar la flecha con habilidad. La maga dio tiempo para adelantarse sobre de todos sus subordinados y atrapar la flecha con suma habilidad y fuerza.

La líder del Gremio Esmeralda era conocida por ser fuerte, habilidosa y tener un fuego infernal devastador; sin embargo, la flecha que sujetó en esos instantes había desvanecido toda fuerza o poder que la rubia hubiese tenido a lo largo de PBO. La trayectoria de la flecha no se detuvo a pesar de que Cynthia la hubiese agarrado. La flecha la mandó a volar, clavándose en su vientre, llevándose consigo a Helio, Alecrán y Úrsula. La flecha diamante se había clavado en cuatro jugadores, y la impresión de todos fue cuando ni siquiera el peso de cuatro sujetos había hecho detener la velocidad la flecha. La espalda de los cuatro se estrelló con varios muros amarillos que atravesaron con brusquedad, hasta que se detuvieron en escombros y la flecha había perdido su fuerza, brillantez y velocidad.

Hikari tenía el ceño fruncido, dedicándole unas miradas de intimidación a Drew, Nando, Gaia, Fausto y Delos. Por primera vez desde que Drew se había unido al gremio Esmeralda, había visto cómo sus cuatro compañeros marcaban unos pasos de retroceso, intimidados ante el poder de una novata. ¡Una simple novata había hecho retroceder a sus compañeros! Drew, cobardemente también lo había hecho, mas no sentía miedo. En cambio, las nulas esperanzas de ver a Cynthia derrocada y/o asesinada finalmente habían vuelto en Drew. ¡Él podía ser libre otra vez! Él podía salir del juego y finalmente había alguien —alguien inesperado, pero a final de cuentas un jugador— que podía hacerle frente a una maldita loca que había retenido a Drew dentro del castillo durante un año de tortura.

Cynthia salió maldiciendo de los escombros, derritiendo las rocas amarillas con un fuego cegador. La rabia que sentía en esos momentos era incomprensible, mas las alarmas constantes en su mensajería la habían hecho perder la concentración en la Novata Índigo. Sin perder tiempo, su ceño se frunció más hasta que todos pensaron que las venas en su frente podrían reventar: Cynthia se había dado cuenta al leer el mensaje en su inventario que necesitaban de ella en la Fortaleza Suicida. La rubia miró de vuelta a Hikari, que tenía los ojos más intimidantes y valientes del mundo. En una batalla de miradas, Cynthia decidió que atender el llamado del mansaje, quedándose con las ganas de asesinar a la muchacha arquera. Helio finalmente sonrió al ver que Cynthia desaparecía, sabiendo que él quedaría a cargo del asesinato de Hikari.

— Bien, bien… —Helio tenía una sombra sobre sus cejas; aquello le producía una mirada más amenazante— Es hora de matar a rebeldes.

De un momento a otro, la magia de Helio se activó. La gravedad en el ambiente comenzó a pesar, y los escombros alrededor suyo se pegaron al suelo hasta desintegrarse en polvo. Hikari finalmente cambió de posición a una de batalla; notó a aquel sujeto de cabellos azulinos sacar una mega piedra y a un Weavile de su pokebola. Sin esperar mucho tiempo, Helio rio seguido de una mega fusión que fue muy rápida para los ojos de todos.

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La gravedad impidió que Hikari se moviese; notó cómo un sujeto de piel oscura, rostro horroroso y rabioso con garras blanquecinas y torcidas, así como cabellos carmesíes gruesos e hilos del mismo color como corazas saliendo por sus brazos y piernas, se estaba dirigiendo a Hikari con un rugido que invadió el ambiente. El Helio y el Mega Weavile fusionados corrieron hacia Hikari con intenciones de ser asesinada; la criatura, midiendo más de diez metros, comenzó a destrozar casas a su paso al tiempo en que iba hacia la Novata Índigo.

— ¡Cuidado, Hikari!

Zoey le alertó, pero a pesar de que todos querían ir a socorrerla, la gran gravedad de Helio había surtido efecto en todos, incapaces de moverse con libertad. Así entonces, cuando Hikari notó que no había nada más que hacer que esperar a que Helio fuese hacia ella con un puño que tal vez podría acabar con su vida, alzó una mano para recibir el golpe. El choque colosal del puño de la criatura con la mano de Hikari fue tal, que causó una onda de fuerza que se extendió por toda Ciudad Jubileo.

— ¡Impresionante! —Drew intentó cubrirse con su manga al ver que el viento revoloteaba debido al choque de ambos jugadores.

Helio se impresionó, pero colocó más fuerza en el puño; Hikari resistía, con su figura esbelta y sin oponer mucha resistencia. Aquello hizo que Helio jugara sucio: mientras ambos forcejeaban, estiró su cabeza para poder morder a Hikari, pero ésta se dio cuenta del ataque secundario e intentó retroceder para evitar que fuese comida. Bastó con aquella pequeña distracción para que la fuerza de Helio venciera y Hikari fuese lanzada hasta varias casas que se destruyeron con su trayectoria.

La Novata Índigo reposó en varios escombros; cuando salió un tanto anonadada, notó que Helio ya estaba a sus espaldas, con ansias de asesinarla y/o devorarla; lo que resultara primero.

Hikari abrió los ojos, impresionada, sin haber pensado nunca que Helio estuviese ya a sus espaldas. ¿Cómo es que había estado ya ahí? ¿Acaso era así de rápido? Esas preguntas jamás serían respondidas, porque estaría a punto de morir. Todo el entrenamiento que había recibido sería en vano si se permitía eso; sin embargo, la pesada gravedad no le permitía moverse, y el rango de su magia sólo le cubría a ella. Sus amigos no serían capaces de llegar hasta ella debido a la distancia considerable a la que había salido volando. Notaba cómo Zoey y compañía iban hacia ella, pero estaban siendo detenidos por el Gremio Esmeralda, excepto Drew. Alecrán y Úrsula se habían reincorporado, y luchaban contra sus miembros, entreteniéndoles y evitando que intervinieran en el ataque de Helio.

Helio esbozó una sonrisa; Hikari cerró los ojos esperando a que estuviese viva después de aquello, mas notó que Helio había salido disparado con un ataque… Un ataque parecido al de una explosión oscura y carente de luz. ¿Qué demonios había sido eso? Tanto Hikari como Helio salieron disparados, aunque todo el daño fue hacia la criatura fusionada. Cuando Hikari se reincorporó, un sujeto se había colocado frente de ella, con una mano envuelta en un aura oscura y misteriosa…

Cabellos púrpuras hasta la cintura, mirada fría y vacía, y una túnica morada que cubría la mayoría de su cuerpo. Tobias yacía dispuesto a defender a aquella novata; a pesar de que Hikari jamás lo había visto, no entendía el por qué le defendía, pero agradecía el haberle salvado la vida.

— Huye —la voz fría de Tobias le hizo reaccionar.

— Pero…

Antes de que Tobias replicara más, un misil aural de color celeste salió disparado hacia su rostro, lo que lo mandó a estrellarse con una cúpula amarilla próxima a él. Hikari volteó hacia el origen de aquel ataque: un hilo de humo celeste salía de un puño cerrado, mientras unos ojos que ella conocía bien le miraban con rabia.

— No… Paul…

El sujeto portador del aura celeste finalmente había llegado, pero no tuvo tiempo para platicar con Hikari, porque Tobias desde su posición lanzó un hiperrayo oscuro proveniente de su magia tenebrosa, lo que hizo que Paul no esperara el ataque y de igual manera fuese a estrellarse con la primera edificación que tuviese en frente. Helio se reincorporó en seguida, pero Tobias detuvo sus filosas garras de Weavile con un escudo de oscuridad que él mismo había formado.

— ¡Huye! —Tobias estaba forcejeando con Helio, pero tal parecía que iba a defender a la Novata Índigo a toda costa.

— Pero…

— ¡Estaré bien!

Al parecer, Hikari se había dado cuenta de que Tobias era un beta; de cualquier manera, todos ahí excepto Úrsula y Nando eran capaces de matar a los beta. Sin embargo, ella sabía que su misión de haber sido la distracción había resultado; Cynthia llegaría a la Fortaleza Suicida decepcionada de ver que las mega piedras habían sido robadas, y regresaría junto con su gremio para descargar toda la furia contra ella. Sabía que aunque había entrenado demasiado y era una jugadora distinta, si se quedaba a luchar, sería por puro egoísmo. Podía darle batalla a Paul, Helio y compañía, pero la misión que Alain le había encargado resultó exitosa, por lo que no necesitaba sufrir peligros de más. Hikari asintió a Tobias; sus compañeros no necesitaron ser avisados por Hikari, porque en un abrir y cerrar de ojos ya estaban con ella. Helio intentó impedir que huyeran con la gravedad de su magia, pero Tobias estaba distrayéndolo con éxito. De esta manera, Hikari y compañía sabían que Ciudad Jubileo era un sitio donde los cristales de teletransportación eran permitidos, y fue por eso que habían elegido esa ciudad para huir fácilmente. Así, desparecieron en el acto, aunque Hikari aún no podía negar el pensar en su familia al ver de nuevo a Paul después de un año...

Drew, incapaz De haberse movido todo este tiempo, sabía que la Novata Índigo había causado un gran impacto en él.


Una fénix estaba inmóvil, pero al mismo tiempo brillando con la salida del sol. Diantha, invadida de la rabia, sacó a su Gradevoir al instante, mientras Lysson se convertía junto con su ya salido Pyorar en la mega fusión que le caracterizaba. Skyla permaneció quieta, pero Winona y Tileo ya estaban listos para el combate.

— Nos superan en número —mencionó Skyla.

Detrás de la Fénix Dorada, cinco sujetos más habían hecho sus apariciones como misteriosas sombras con capas coloridas. Shauna, Korrina, Viola, Tierno y Grant acompañaban a Serena en la distracción que estaban haciendo.

Diantha fue la primera en atacar; el brillo en su Gardevoir fue cegador, y pronto aquel gran Pokemon, mientras incrementaba de tamaño así como una falda blanquecina que se extendía por sus piernas delgadas, asemejando la gran figura atractiva de su dueña. Tanto Gardeovir como el fusionado Lysson fueron directamente hacia el escuadrón Kalos.

— Así que es verdad…

Serena notó la espada eléctrica que estaba aferrada en el león humano invadido por la rabia y golpeando el suelo que era destrozado a su paso. Serena se apartó un mechón corto miel que cubría su mirada, y en un momento súbito, cuando cualquier novato se hubiese intimidando ante el Pokemon mega evolucionado de uno de los Cuatro Grandes y de un mega fusionado que formaba parte del Cuarteto Asesino, no fue así. En cambio, se limitó a fruncir la mirada con enojo, y de un momento a otro, sus cinco compañeros salieron dispersados de ahí, tanto así para luchar contra Skyla, Tileo y Winona, pero también para evitar el daño colateral de la espada de Serena.

La novata cerró los ojos, volviendo a respirar tranquilamente. Gardevoir y Mega Lysson iban hacia ella sin piedad. La Firénix relamió el aire con sed de batalla, brillando e iluminando un pueblo oscuro y solitario. Lysson y Gardevoir intentaron atacarle; uno con sus brazos blancos, mientras otro con la espada eléctrica que había sido de Satoshi. Sin embargo, la Firénix había presenciado el peligro inminente. De esa manera, el sable de fuego dorado se extendió hasta formar una onda que chocó contra los dos ataques de los enemigos. La fuerza con la que Serena sujetaba el mandoble a una mano era tal, que Lysson y el Mega Gardevoir tuvieron que forcejar constantemente contra ella. Serena seguía respirando tranquilamente; ella sólo se dedicaba a cerrar los ojos, disfrutando de los rayos solares que salían como fugitivos por el horizonte a sus espaldas. La novata disfrutaba de ellos; sentía el calor sobre su piel blanquecina, sobre sus cabellos y sobre la cota de malla plateada y rosada que llevaba puesta. Una fénix que disfrutaba de la energía solar; una fénix que era una con la espada; una líder que indudablemente no temía de nada excepto de que aquellos rayos solares desapareciesen inesperadamente, lo cual no sucedería. Una novata que al abrir los ojos con una rabia inesperada, Lysson notó que esos orbes color cascada fueron suficientes para que su fuerza y voluntad crecieran al punto en que la Firénix desprendiera un aura dorada de fuego que mandó a volar tanto a la criatura de diez metros como al Mega Gardevoir.

— ¡¿Qué?! ¡No…! ¡No me subestimes de esa manera!

Diantha estaba más que furiosa. Pronto, notó como Shauna y Korrina iban hacia ellas, con la rubia disfrutando del camino con patines que la hacían más veloz y escurridiza. Sin embargo, notó la alerta en su mensajería. Algo sucedía; algo no andaba bien. Esquivando los ataques de las miembros del escuadrón Kalos, echó un vistazo rápido al mensaje, seguido de una mirada asesina a Serena, que permanecía con esa mirada intimidante.

Diantha maldijo por lo bajo; su mega piedra en su cuello dejó de brillar y pronto Mega Gardevoir dejó de tener aquella fuerza y apariencia que se le habían brindado; la sanadora regresó a su Pokemon y desapareció de ahí, sin decir ni una palabra.

— Ha sido una distracción… —dijo Skyla con preocupación.

Tileo chasqueó los dientes, pero eso no detuvo que diera espadazos una y otra vez hacia Grant y Viola; uno lo invadía de puños y rocas que levantaba de las losas del suelo, mientras otra intentaba lanzar flechas de hilo démora hacia una armadura impenetrable; Winona pronto luchó contra Korrina y Shauna que habían cambiado de objetivo al ver que Diantha había desaparecido. La rubia de patines se escabullía para brindarle golpes, mientras la otra intentaba cortar su piel para que fuese envenenada; sin embargo, Winona se intentaba elevar por los aires con su Pokemon sin éxito alguno para bombardearlas con sus arcos explosivos desde un cielo amplio y libre. Tierno fue contra Skyla, pero hubo un momento de duda…

— Oh… —Tierno se dio cuenta de algo; o mejor dicho, había recordado algo que impidió acercarse hacia Skyla; de esta manera, Tierno fue hacia Tileo para sanar la magia de sus compañeros mientras hacía danzas extrañas que sólo a él le gustaban.

Skyla se quedó inmóvil, pero Winona lo había notado.

— ¿Qué? —Winona había estado en unos tejados, esquivando los ataques a diestra y siniestra que Shauna y Korrina le propinaban— ¿Qué esperas, Skyla?

Lysson lanzó un rugido que interrumpió la tensión entre Winona y Skyla; el Pyorar fusionado estaba tan furioso, que fue directo hacia Serena una vez que ésta decidió seguir ahí, mientras sus compañeros hacían toda la distracción posible.

El fuego vivaz, mortal y rojizo que salió del hocico del megafusionado fue abrazador e infernal. Un lanzallamas potente que sólo bastó con la Firénix en el camino para que su fuego brillante y dorado desintegrara de un solo tajo los lanzallamas de Lysson.

Lysson pronto se dejó de juegos, y fue hacia Serena para intentar embestirla con su gran cuerpo de diez metros. Serena se deslizó como un Caterpie por entre sus piernas, y Lysson no se detuvo, causando que su gran figura infernal se estrellara contra varias casas del pueblo. La fuerza de la embestida fue tal, que pronto la pequeña isla que conformaba Pueblo Nube comenzó a sentir el temblor del poder y la fuerza de Lysson. Así entonces, la isla comenzó a desestabilizarse y a caer en un vacío donde el firmamento empezaba a ser azul y anaranjado. Las rocas caían, los edificios también lo hacían, y las nubes comenzaban a alejarse del descenso de la isla.

— ¡Oh, es hora de irnos! —Shauna era la más emocionada.

Todos dejaron de atacar a Winona y Tileo, que se enfurecieron al ver que intentaban escapar. Serena tenía un cristal de teletransportación sobre su guantelete, mientras el sable de su Firénix desaparecía para ser envainado dentro del mandoble dorado. Las capas de los seis sujetos eran coloridas, pero desprendían un destello dorado como el sol que ascendía rápidamente por el cielo. Skyla la vio entonces: la mirada de la Fénix Dorada y la de la pelirroja se cruzaron por un momento.

Antes de desaparecer, Skyla notó el asentir de Serena seguido de una leve sonrisa de su parte. Una sonrisa que sólo Skyla podía comprender; una sonrisa que le indicaba a la maga de aire que el escuadrón Kalos se había salido con las suyas.


[VIDEO 3: Most Fantastic Battle Music – Promised Pain]

El sol pronto rebasó la cúpula de cristal; ahí, una sombra permanecía quieta, pero era la sombra más brillante que Steven Stone pudo haber visto nunca. Su flecha apuntaba hacia la sien de aquella jugadora de pañoleta azul, pero por primera vez él estaba dudando. Magno y el Alto Mando esperaban sus órdenes, pero él seguía viéndola con misterio e intriga.

Y entonces, la flecha oscura había sido lanzada.

El calor que rodeaba Ciudad Desierto y la luz del intenso calor pronto se vieron rodeados por un aura fría y oscura; la flecha producía un silbido misterioso que pondría los pelos de punta a cualquier novato. La Maga Esmeralda, en cambio, estaba lista para enfrentar por primera vez la flecha que se consideraba la más poderosa de PBO. La flecha oscura era capaz de muchas cosas: seguir a sus oponentes, inundarlos de llamas oscuras, causar un incendio incapaz de apagar, contagiar de miedo a varios jugadores. Cuando dio de lleno en el antebrazo de May, increíblemente esas capacidades distintivas de la flecha no habían surtido efecto. La luz mágica que rodeaba sus antebrazos había chocado con la punta de la flecha y la había desviado exitosamente. La flecha se desvió y siguió su camino hasta detenerse en una edificación de la ciudad, donde apenas se detuvo para inundar dicho edificio en llamas negras y volver a comenzar su trayectoria hacia su enemiga. Al estar a punto de dar en su sien, Haruka, la gran maga que alguna vez perteneció al Gremio Esmeralda, volvió a producir un sonido seco y sonoro al estrellar sus cuchillas de luz cegadoras contra la oscuridad de la flecha. No importaba cuántas veces el arma de Steven volviese de nuevo a amenazarla; ella lo desviaba una y otra vez, sin ser atemorizada por la oscuridad y las posibles llamas inapagables.

El Arquero Oscuro abrió los ojos sorprendido. Haruka había desarrollado una magia que era la debilidad de las habilidades de Steven. Por supuesto que la luz era la debilidad de la oscuridad, y viceversa. Uno era el complemento del otro, pero Steven jamás imaginó que alguien tuviese las capacidades mágicas tan desarrolladas como para desviar su flecha de luz con su propia magia, sin siquiera incendiarse.

Steven volvió a tensar el hilo oscuro, pero antes de soltar la segunda flecha, notó las veletas de todas las edificaciones girando de una manera alocada, sin dirección concreta. Algo se acercaba, de eso no había duda. Una tormenta iba a azotar con Ciudad Desierto, mas Steven no estaba preocupado por eso: las veletas, girando de un lugar a otro, soportaban el peso de la punta de los pies de varias siluetas de túnicas coloridas que aparecieron de manera equilibrada alrededor de ellos. Brillaban al compás de varios colores, pero más de tonos verdes y fríos, tal como la Maga Esmeralda.

Steven chasqueó la boca, y de pronto volvió a lanzar la flecha con mayor fuerza y precisión. May esperó a que la segunda flecha diera con ella, y cuando estaba a unos metros de distancia, la primera flecha había vuelto a sus espaldas. Haruka dio un giro de 360 grados y rodeó su pie con una esfera de luz; de pronto, una mega piedra estaba rodeando su mano lo que hizo que la esfera de luz soltara un brillo súbito, y una magia incomprendida se desatara alrededor de ella. La esfera de luz dio de lleno con la primera flecha al tiempo en que ella hacía el giro; al pegar contra la flecha, ésta fue dirigida hacia la segunda que Steven había lanzado. Ambas chocaron y se produjo un choque oscuro y una explosión en llamas oscuras, lo que desintegró las flechas. May volvió a colocarse en un solo pie sobre la punta de la cúpula, a pesar de que la explosión habría desequilibrado a cualquier otro jugador, pero ella se mantuvo inquieta, misteriosa y sin miedo alguno.

Steven finalmente frunció el ceño, y cuando se desajustó el nudo de su corbata, los jugadores de élite del Gremio Alma de Piedra sabían que Steven iba a luchar en serio desde hace mucho tiempo. Sin embargo, cuando los botones de su cuello permitieron mayor libertad para que pudiese respirar, sintió una vibración en su inventario. Leyó le mensaje tranquilamente, dedicando miradas al mensaje y después a la maga que había desviado sus flechas. Dio un suspiro, y luego le dijo a Magno que se encargara de ello.

— Hemos caído en su trampa —dijo, volviéndose a colocar el nudo de su corbata grisácea, para desaparecer él por Ciudad Desierto; él podía ser el único que tenía permitido los cristales de teletrasportación en dicho nivel.

Magno sostuvo la piedra que estaba incrustada en sus lentes color rubíes. Se limitó a dedicarle una sonrisa siniestra a May, que esperó a ver cómo Magno aplicaba la Mega Fusión con su Mightyena. El sujeto pronto comenzó a crecerle pelaje por todo el cuerpo, mientras sus uñas crecían, rompían sus atuendos y los colmillos de su hocico crecían protuberantemente. Las pupilas de sus ojos negruzcos ahora eran del color sangre, y el aullido que provocó fue escuchado por toda la ciudad desértica. Era el hombre lobo más grande y terrorífico que algún jugador pudiese ver. De un momento a otro, la criatura de quince metros comenzó a correr, inundando sus patas sobre la arena y dejando huellas de magma que se derretían por el Camino Real. Al llegar a la explanada, dio un salto enorme que rebasó tanto el puente de cristal como la cúpula. Su mandíbula iba con ansias de asesinar, mientras sus cuatro patas estaban rodeadas de lava interna que derretían todo a su paso.

Y sin embargo, May sujetó con más fuerza la mega piedra en sus manos. La magia que le brindaba dicha piedra fue tal, que bastó con una simple inclinación de cadera hacia abajo para evitar los colmillos de su oponente; una sola onda resplandeciente de luz perpendicular hacia su posición bastó para que el Magno fusionado saliera disparado hacia el cielo con un chillido de su parte. La onda resplandeciente destruyó por completo la cúpula de cristal, partiéndose en miles de pedazos cristalinos que acompañaron aquel resplandor de luz mágica en su majestuoso y poderoso ataque. Los cristales se suspendían en el aire como estrellas en el día; el sol se alzaba imponente dando su luz contra la sombra del Mightyena fusionado; las túnicas coloridas de los aliados de Haruka habían desaparecido para comenzar a danzar en una serie de ataque contra Sixto, Fátima y Nívea. Roxanne, la chica iracunda que se molestaba de todo pero le había afectado la muerte de su mejor amiga, Flannery; ahora, era una cría que había cambiado; ahora los puños de su aura luchadora eran de un color anaranjado y había llegado a formar parte de la élite del escuadrón Hoenn; ella, le hacía lucha a Fátima que se desaparecía de manera invisible sobre el calor de la ciudad, mas Roxanne sabía dónde se encontraba debido a que las ondas caloríficas en el aire y en la materia de su cuerpo invisible eran diferentes. Vito y Leti, los gemelos —uno arquero y la otra sanadora—, daban batalla a un Sixto que maldecía cada vez que sus puños intentaban acertar contra ellos. Galano, el anciano elegante con la espada como Coraza de Corphish, danzaba al compás de los movimientos de Nívea, que intentaba sanar a sus compañeros.

Sin embargo, las veletas en la ciudad cada vez eran más difíciles de detener; sombras alocadas que gritaban a los cuatro vientos que la tormenta de arena estaba a la vuelta de la esquina. May volteó hacia el este, donde la tormenta comenzaba a hacer su aparición; Mightyena se había reincorporado sobre el aire, pero May descendía por una cúpula que iba desmoronándose gracias a su potente hechizo de luz. Aterrizó corriendo por el puente de cristal, donde grandes porciones de la cúpula iban a destrozar aquel camino de conexión. Corrió, mientras el Mightyena aterrizaba con sus cuatro patas de lava y corría con velocidad como un lobo de caza intentando atrapar a su presa. May sentía el desmoronar del puente detrás de ella y Mightyena; la arena pronto comenzó a golpearle el rostro y la pañoleta, porque la tormenta se estaba avecinando.

Magno sonrió, al ver que estaba a centímetros de May, y le propinó una hendidura en el torso que inhabilitó a May.

— Por acá, lobo.

Los ojos sedientos de sangre de Magno se habían salido de sus órbitas cuando se dio cuenta que todo este tiempo, había estado luchando contra una sombra de luz que se había desintegrado al haberla mordido. Al voltear, May yacía en los escombros del cristal donde había estado la cúpula. Los restos de oro y cristal brillaban, y también lo hacía la maga de luz que yacía imponente en la cima de le montaña destruida de cristales. Mightyena se enfureció, pero ahora los separaba un gran vacío donde el río hacía su llamado con olas que relamían el vacío de la glorieta. Mightyena quiso saltar de nuevo, pero lo detuvieron la presencia de las cuatro túnicas coloridas que se posaron a los costados de May. Tanto ella, como sus demás compañeros, dejaron al Alto Mando y a Magno del otro lado de la explanada, mientras la tormenta de arena los cubría y Haruka le dedicaba una última mirada a un Magno que claramente había sido subestimado. La arena cubrió el ambiente, los brillos cristalinos, las veletas que habían sido testigo de la superioridad del escuadrón Hoenn y los ojos esmeraldas de May Balance, que desapareció entre vientos de arena densos.


Cuatro sombras surgieron súbitamente en una oscuridad plena; la luz de la luna se escondía tímidamente por entre las nubes, presenciando la ira de cada uno de los cuatro sujetos que habían aparecido con ansias de batallar.

Cynthia respiraba agitadamente; su rostro estaba envuelto en una frialdad e ira incomprensibles, mientras los mechones rebeldes cubrían su vista. Volteó hacia un lado, y luego hacia el otro, pero tanto ella como sus tres compañeros no veían actividad alguna. El patio de armas era un silencio profundo, en su mayoría adornado por siluetas inmóviles sobre el suelo, río, y almenas de la fortaleza. Lance se acercó a uno de aquellos jugadores que apenas tenían vida para despertar: era un novato que había sido vencido; un novato que había tenido la fuerza necesaria para poder mega fusionarse, pero ahora ya no tenía ni las fuerzas, ni la piedra.

— ¿Qué…? —Steven fue el sorprendido.

El viento rugía con todo lo que daba, y un eco misterioso invadió a los Cuatro Grandes. Allá, en el punto más alto de la fortaleza, donde la proa del barco roto se mecía con el viento, había dos pies situados en la punta del mástil. Dos pies que se mantenían en perfecto equilibrio para con la punta del punto más alto de aquella fortaleza. Sin embargo, más abajo, en donde el mascarón de la galera debía de estar, en su lugar había un jugador amarrado con hilos demora, y estaba inconsciente.

— Malva… —Diantha abrió los ojos como platos.

La de cabellos rosados no podía salir de su prisión de hilos demora, aunque el viento hacía todo lo posible por zafar la humillación en la que estaba siendo dejada. Pero el viento ni siquiera movía el cuerpo erguido de la sombra que opacaba incluso a una noche cobalto. El azul de sus cabellos y sus orbes cristalinos eran más brillantes que los puntos estrellados que adornaban la noche; la bufanda azul iba de un lado a otro con libertad y desesperación; los colores variados y temporales que mostraba un sable vivaz iluminaban la mirada determinada de un jugador que ni siquiera se intimidó ante la presencia de Los Salvadores.

— ¿Quién es?

Cynthia no podía pronunciar con claridad sus cuestionamientos; la ira al ver que más de cien novatos habían sido derrotados y despojados de sus mega piedras, así como la humillación de tener a un miembro del Alto Mando del gremio Equilibrio sobre la proa de la galera, le hacía tener la rabia a flote.

— Las piedras… —Diantha quería rectificar que las mega piedras hubiesen seguido debajo de ellos, donde habían estado resguardadas seguramente. Sin embargo, cuando Steven y Lance voltearon hacia un horizonte plano y oscuro, observaron un grupo de galeras distantes, que se alejaban con tranquilidad. Ahí, observó a cinco siluetas con capas coloridas en la proa de cada una de las galeras, con sus capas coloridas saboreando la victoria de la noche.

— ¡Adiós! ¡Gracias! —Manon se adelantó a la popa donde Sabrina estaba, y agitó las manos con emoción, entre risas divertidas. Zinnia y Kalm se miraron mutuamente, pensando en si la alegría de Manon iba a enfurecer a los Cuatro Grandes.

La voz fue apenas un débil susurro desde la posición de aquellos cuatro, pero la habían entendido perfectamente. Cuando voltearon hacia Alain, éste seguía en la punta del mástil, observándolos con intriga victoriosa.

[VIDEO 4: SAO II OST Track 01 – Gunland]

Cynthia encendió sus puños de fuego con la rabia apoderándose de ella. De un momento a otro, ella fue la primera en dirigirse hacia Alain. Activó sus propulsores de fuego sobre sus pies, y voló hacia el peli azul a una gran velocidad, produciendo una onda de calor y fuego sobre el ambiente.

Cynthia sonrió fría y ansiosamente cuando envolvió sus puños de una pica de fuego colosal. Sin embargo, Alain le devolvió la sonrisa más curiosa que Cynthia pudo haber visto jamás. Cuando el ataque de Cynthia estaba a centímetros del rostro de Alain, éste se dejó caer hacia el vacío de la galera, cayendo desde la punta del mástil; por consiguiente, esquivó el ataque. Sin embargo, cuando sus pies iban a caer también hacia el vacío de la fortaleza, el empeine de su pie derecho sujetó hábilmente la punta del mástil, produciendo que todo el peso de su cuerpo se concentrara en dicho pie. El empeine hizo un giro rápido, y el cuerpo entero le siguió el movimiento. Alain giró de cabeza sobre el mástil, y pronto estuvo por debajo de Cynthia, que debido a la ira se había vuelto vulnerable.

Alain sujetó con fuerza su mandoble; Cynthia miró hacia abajo, pero lo único que vio fue el color tan cristalino del sable como los cabellos de Alain. De un momento a otro, la espada golpeó el abdomen de la rubia, seguido de una bomba de agua que salió de la punta del sable. El agua apagó sus propulsores, la pica de su mano y la ira que tenía, mandándola hacia arriba con fuerza.

Cynthia volaba por el firmamento, con el humo de sus llamas extintas rodeando su cuerpo, pero abrió los ojos como platos cuando Alain le esperaba ya en el suelo con un puñetazo que hundió su cara.

El golpe fue tal, que ondas de sonido salieron propulsadas por todo el ambiente, y mandó a la maga de fuego hasta el patio de armas rompiéndose en el acto del choque estrepitoso.

Algunos novatos fueron llevados hacia el hundimiento de la fortaleza, mientras Malva también se hundía con el derrumbamiento de la base. Lance, Steven y Diantha quisieron actuar, pero la espada de Alain contenía un brillo resplandeciente y amarillo, produciendo unas nubes grisáceas que rodearon a Alain. El sonido de los truenos se hizo presente, y antes de que pudieran hacer cualquier otra cosa, la Life Sword había atraído todos los truenos concentrándolos en un mismo punto. Al expulsarlos, los truenos dieron con la galera entera y más allá, produciendo que la fortaleza cayera sin remedio alguno.

Cynthia se había reincorporado en sus propulsores, Lance montaba a su Dragonite negro y, Steven y Diantha lo hacían en un par de rocas de los archipiélagos que adornaban una Fortaleza Suicida ya vencida. Cuando quisieron contraatacar, Alain tenía en sus manos un cristal de teletransportación.

Las galeras desaparecieron, las piedras estaban en el poder de los Mega y Alain le sonrió a los Cuatro Grandes, agradeciendo el regalo que amablemente le habían entregado y desapareciendo en un brillo azul, instantáneo y victorioso.


Próximo capítulo: El hombre detrás de la máscara