Como he prometido! Aquí está el regalo de Navidad :) En lo particular este capítulo tiene una batalla emocionante, aunque no involucre de cierta manera a los Cuatro Grandes. Como sea, basta de spoilers.

Drax21: ¡Feliz cumpleaños y navidad xD!

Sharoark: Sí, si las cuatro novatas los vencían, iban a ser muy "OP". Tampoco hay que abusar del poder xD

Poker Knight: Yo también extrañaba publicar!

Ryderz: Muy buena publicidad! xD Debería contratarte como mi agente en marketing jajaja xD

Bueno, sin más les deseo una Feliz Navidad, que coman mucho pavo, les lleven mucho regalos y lo más importante: quieran mucho a sus seres queridos. Disfruten del emocionante capítulo, está un poco largo pero vale la pena después de un tiempo sin PBO. ¡Nos leemos! Jo jo jo. (Ya casi son 100 capítulos!)


[VIDEO 1: Hans Zimmer – Epilogue "Main Theme" – Crysis 2 Soundtrack]

[VIDEO 2: Houkou wa Tsuki no Gin]

[VIDEO 3: Bleach OST – Fade to Black – B13a Extended]

[VIDEO 4: Akame Ga Kill! OST – Yami O Kiru]


Capítulo 98

El hombre detrás de la máscara


Drew

Estaba aterrado. No era más que un pequeño capullo dentro de su guarida; un débil retoño que intentaba buscar los brazos cálidos de su madre. El miedo pronto se hizo presente cuando pensé en la presencia de la maga de fuego, y mis piernas dejaron de responder. La luz esmeralda de las antorchas colgando en los costados de los gruesos muros del castillo iluminaron mi rostro endurecido, pero la danza de sus sombras me susurraba que huyera muy lejos de ahí. Tenía que escapar, salir de ahí cuanto antes. Tal vez si huía sin mirar atrás, escurridizo y silencioso, nadie se daría cuenta de mi partida. Tal vez si huía en ese preciso instante, ella no se molestaría en volver a buscarme; después de todo, como ella siempre decía: era un inútil. ¿De qué diablos servía entonces en aquel gremio? ¿Por qué Cynthia me querría de todas maneras? No lo comprendía, y sin embargo, seguía ahí, esperando a su llegada para que ocupara el trono esmeralda frío y vacío.

Las puertas se abrieron, y el sonido de éstas alertó a todo mundo. La sala estaba abarrotada de los miembros más fuertes del Gremio Esmeralda, o por lo menos, de todos los novatos que habían destacado dentro del gremio. Cientos de capas verdes relucían con el acompañar de las antorchas; cotas de malla, yelmos, hombreras, sables, arcos de un color verde del cual ya estaba harto. Lo peor de todo, es que el verde era el color que jamás podría quitarme de la cabeza.

Cynthia apareció por ahí; sus atuendos negros invadieron un escenario esmeralda, pero había un aura azulina apenas visible que invadió a los presentes con un calor misterioso. Sin duda alguna, ella estaba más que furiosa, y su mirada fría y sombría lo confirmó. Sus pasos inundaban el pasillo central que estaba despejado sólo para ella; golpeteos de tacones negros dando contra el mármol teñido de verde; cada vez se acercaba más a mi posición; ¿o era el trono que estaba a un costado mío? No tenía la certeza de saber adónde se dirigía, pero tenía que estar firme ante su presencia. Si ella denotaba un atisbo de duda en mí, estaría perdido. No podía tenerle miedo; no podía desviar mi mirada de ella; no podía dudar o pagaría las consecuencias.

Cuando subió los dos peldaños que separaban el lugar del trono del resto de la sala, le dedicó una mirada a cada uno de los del Alto Mando, que estábamos esparcidos a los costados del trono, como soldados protectores que resguardaban de todo peligro a su reina. Los ojos grisáceos y tormentosos de la rubia examinaron a cada miembro, torturándolos en silencio, pero sin expresión alguna por parte de nosotros. Incluso Helio, que no formaba parte del Alto Mando, estaba ahí, sufriendo las consecuencias de la rabia de Cynthia.

Entonces, su mirada se detuvo en mí. La respiración de la mujer era tranquila, pero la presión que ejercía en sus puños no indicaba que estuviese tan pasiva después de todo. Noté que me observó más tiempo del que lo había hecho con los demás, pero cuando apartó su mirada y finalmente se sentó en el trono, mi corazón sintió un respiro que no había sentido en mucho tiempo; incluso los retortijones en el estómago fueron de gran alivio.

Al tiempo en que ella se sentaba, el oleaje de pleitesía se hizo presente en la sala. Los cientos de novatos inclinaron una rodilla y las capas esmeraldas se mostraron con más notoriedad. Cynthia sonrió ante el escenario que estaba presenciando, pero poco después hizo una seña de que dejaran de arrodillarse ante su mismísima reina de fuego. Cuando todo estuvo en silencio de nuevo, la maga comenzó a contemplar las llamas verdes de algunas antorchas de las paredes. Entonces, los golpeteos constantes de sus uñas barnizadas de negro comenzaron a resonar tanto en el brazo del trono como en toda la sala. Un sonido constante, pero que todos sabían era un sonido alarmante: estaba enojada.

— Iré al maldito grano —la voz de Cynthia me puso la piel de gallina. Realmente estaba furiosa, pero algo en su interior le hacía conservar la calma. Tal vez era porque había mucha gente en la sala como para que perdiese la cordura—: La Novata Índigo ha vuelto. Ella y sus amigos finalmente han aparecido.

El silencio que prosiguió en la sala fue misterioso. Nadie se atrevía a hablar o cuestionarle. Nadie quería estar en una habitación donde podría ser asesinado por la rabia de la jugadora más poderosa de Pokemon Battle Online.

— Así que os pregunto, mis queridos miembros. ¿Cómo es que ella pudo aparecer frente a mis ojos y nadie fue capaz de atraparle?

Noté a mi lado a Úrsula tensarse por aquella pregunta. Ciertamente, la culpa la tenía el Alto Mando, Helio y Paul por no haber atrapado siquiera a uno de los compañeros de la Novata Índigo.

— Es cierto. Yo me culpo por no haber previsto que ella era una simple distracción. Gracias a eso, ahora estamos en desventaja; sin embargo, eso no justifica que mientras yo intentaba hacer algo al respecto en la Fortaleza Suicida, ustedes le hayan permitido escapar ilesa.

Nadie quería voltear a enfrentarla fijamente; todas las miradas estaban en el suelo.

— Así que os pregunto: ¿por qué nadie de los que está aquí fue hacia ella? Se supone que los que están aquí son los más fuertes, o bien, han escalado peldaño a peldaño hasta tener la posición que tienen dentro del gremio. Son los novatos más fuertes del Gremio Esmeralda; entre miles de jugadores, ustedes han hecho todo lo posible para volverse fuertes. Pero incluso con sus intentos, no demuestran lo que valen en los momentos clave. ¿Por qué nadie la capturó? ¿Por qué nadie intentó capturarlos o asesinarlos?

Nuevamente, un silencio atormentador inundó la sala. El único sonido era la brea derritiéndose alrededor de las antorchas, y ese golpeteo de uñas en el brazo del trono. Cynthia entonces se hartó de estar sentada en donde le correspondía, y cuando se paró, volteó hacia su Alto Mando.

— ¿Chicos? ¿Alguna explicación?

Aunque pareciera sorprendente, nadie de nosotros se atrevió a responderle.

— Ya veo.

La sonrisa de Cynthia fue divertida. Súbitamente, de un momento a otro, inundó su puño de una llama de fuego, iluminando más la habitación de lo que cualquier antorcha esmeralda pudiese iluminar ahí dentro. El puño de fuego fue lanzado hacia atrás, donde un novato que estaba en la primera fila de la formación del gentío sufrió el ataque y explotó en pixeles.

El ataque repentino de Cynthia y la muerte de aquel novato alertaron a todos. Cynthia había descargado su ira ante alguien que ciertamente no tenía la culpa, pero nadie podía contrarrestar su furia. Ella podía hacer lo que quisiera a su manera y antojo. Ella era la jugadora más poderosa de todo el juego. Pero si era tan poderosa ¿por qué no había capturado al tipo que robó todas la megapiedras?

— ¿Por qué no la veo ante mí, suplicando? —la respiración de Cynthia entonces fue más agitada— ¿Gaia…?

La vieja apartó la mirada de Cynthia, encorvándose tímidamente con miedo en su interior.

— ¿Fausto…? —el sujeto intentó no intimidarse ante su reina, pero le era imposible—…¿Delos?

El muchacho recibió un manotazo en la mejilla, haciendo que sus lentes oscuros cayeran y se quebraran en el suelo. Esto a Cynthia le pareció divertido.

—… ¿Nando? —el sujeto se tensó, y Cynthia lo notó pero por una extraña y milagrosa razón, no le hizo nada—… ¿Helio? El poderoso sujeto del Cuarteto Asesino no pudo capturar a una simple novata.

— Mi señora, si me da otra oportu…

— ¿Cuántas oportunidades más? ¿Dos? ¿Cinco? ¿Viente? —Cynthia miró con ira a Helio, haciendo que el sujeto sudara frío— ¿Paul?

A pesar de que todo el Alto Mando estaba ahí, Paul también estaba presenciando la ira de Cynthia porque él también era culpable de no haber capturado a Hikari. Paul estaba tan inexpresivo como de costumbre, haciendo notar que no le intimidaba en lo más mínimo la presencia de la rubia.

— Me sorprende de ti, pero qué puedo hacer. La decepción puede venir de hasta quien menos esperas… —entonces comenzó a caminar ya más cerca de mí— ¿Úrsula…?

La chica tenía tantas ganas de llorar del miedo, que incluso temblaba. Sin embargo, sabía que si rompía en llanto estaría muerta. Sus tacones resonaron, hasta que finalmente dio conmigo. Su mirada me examinó de pies a cabeza, y una sonrisa divertida cubría su rostro sombrío. ¿Qué tanto pensaba? ¿Por qué le causaba tanta diversión?

— ¿Drew…?

Tragué saliva. No debía tenerle miedo. Parecía imposible, pero si comenzaba a temblar o a sucumbir ante ella, estaría perdido.

— ¿Alguna explicación de lo sucedido, Drew?

Tenía que responder. No quería verme débil ante ella.

— Todo… todo pasó muy rápido, alteza.

Cynthia se mantuvo en silencio.

— Le juro que la siguiente vez que la encuentre, la arrastraré hasta usted y…

— La siguiente vez… ¿cuándo crees que suceda? ¿Mañana? ¿En un mes?

— Más pronto de lo que creemos. Si se ha aparecido una vez, tendrá que…

— ¿Cuántas veces más tendré que aguantar tus decepciones? Me has fallado constantemente Drew. De hecho, no me has servido en nada. He esperado el día en que tu inutilidad se haya desvanecido, pero tal parece que debes aprender a la mala.

— ¿Mi… mi alteza?

— Ha pasado más de un año sin que sirvas de algo. Te has estado escondiendo en el castillo, has estado evitándome y no veo en ti un potencial que pueda servirme de ayuda. Mírame a los ojos cuando te hablo ¿o es que tu reina te da miedo?

— No… N-no, mi alteza. Lo siento —sus ojos eran tan aterradores, que comencé a temblar.

— Drew, levántate.

Había estado arrodillado, pero cuando me levanté, sentí el aura calorífica en el puño de Cynthia. Un retortijón más fuerte en mi estómago me alertó que nada de esto iba a terminar bien.

Su sonrisa fue lo último que mi rostro alcanzó a ver. Acto seguido, el calor de las llamas de sus dedos invadieron mi cara y comencé a gritar. Las quemaduras eran dolorosas, agonizantes. Mis gritos invadieron la sala y la tortura hizo que todos los demás apartaran la vista de ahí. Eran gritos desoladores; gritos de súplica y desesperados; gritos de impotencia y dolorosos que mi rostro era incapaz de soportar, mas no podía hacer nada contra la palma caliente de su mano invadiendo mi mejilla derecha, o iba a estar muerto.

Caí al suelo después de los segundos más agonizantes que alguien jamás hubiese tenido. Llorando, agonizando en silencio y con la carne viva y calcinada invadiendo mi lado derecho del rostro. Un hilo de humo se alzaba por el lugar, y pronto el olor a piel quemada invadió el aula.

— Espero que esto les sirva de lección a todos. Quiero a la Novata Índigo y a sus aliados muertos. Si me entero de que a alguno se le ha escapado de su vista, lo mataré de la manera más dolorosa posible.

Cynthia salió de la habitación. Ni siquiera me percaté cuando la sala entera había quedado vacía. El único sonido que me acompañaba mientras yacía tirado en el suelo era mi llanto, el chisporroteo de las llamas esmeraldas y la voz de alguien que aun seguía ahí.

— D-Drew…

Úrsula intentaba levantarme, pero cuando la miré con mis ojos llorosos y la carne calcinada de mi rostro, la chica me lanzó una mirada de lástima.

— Aléjense.

Nando y Úrsula eran los únicos que se habían quedado y sentían esa lástima que no quería que nadie sintiera por mí. Tal vez aquellos dos eran los únicos sujetos del gremio que tenían sentimientos buenos, pero su lástima no me iba a servir de nada.

Cuando finalmente los dos abandonaron la sala con el remordimiento de dejarme ahí solo, lo único que hice fue limitarme a sollozar por lo bajo.


Clair

Mis manos eran un torrente de sudor; las pasaba constantemente por mi cota de malla, pero era inútil; mi frente también intentaba luchar constantemente con las gotas de sudor que caían por mi rostro. Sin embargo, la oscuridad era mi aliada en esos momentos de gran nerviosismo y ansiedad. Ese rostro pálido y esos ojos desorbitados atentos a cualquier movimiento podían ser disimulados muy bien, si es que sabía cómo hacerlo. Sabía que Iris ya había notado mi extraña actitud, a pesar de lo tenue de las antorchas que yacían misteriosas y débiles en los costados de las paredes tapizadas de piedra maciza para que el viento violento no se filtrara y arrasara con la iluminación del aula, o peor aún, con las esperanzas que tenía en que este plan tuviera éxito.

Ese plan que había estado pensando en todo el camino de regreso al Castillo Dragón. Ese plan que me mantenía con los nervios de punta y con el temblor por todo el cuerpo. Miraba de reojo a Lirio, que también estaba consciente de mis intentos por hacer lo que estaba a punto de hacer.

Un par de metros más allá, donde la puerta grande apenas era visible entre un mar de sombras y danzas iluminadas de diminutas antorchas, se encontraba él. El sujeto maniático y ansioso de poder que hacía todo lo posible por hacerse respetar. Unos pasos más, y estaría frente a Lance. Jamás había estado tan nerviosa como lo había estado en esos momentos; no obstante, aún con todos los indicios de nerviosismo que hacían acelerar a mi corazón, estaba dispuesta a hacerlo. Estaba dispuesta a derrocarlo de una vez por todas. El único motivo que tal vez me pudiera detener es si podría contar con la cooperación de Kasumi e Iris; ciertamente, ellas y mis compañeros de élite eran mi única esperanza para vencerlo en su juego del poder. Podíamos matarlo; podíamos asesinarlo verdaderamente y acabar con toda esa tiranía desquiciada. Pero también él podría acabar con nosotros en un abrir y cerrar de ojos. El inicio del plan era bien claro, pero el final era tan borroso como la puerta que estaba al final del ancho pasillo solitario.

Volteé a ver a Liza, y ella me lanzó una mirada corta pero que me indicaba que ella también estaba consciente de que iba a revelarme. Liza era la que más me entendía y a la que más le tenía cariño; ella sin duda me ayudaría a pelear contra Lance, al igual que Iris y Kasumi. Sin embargo, si Lirio, Dracón y Dracena no se atrevían a darle la espalda a Lance, tal vez éste sería mi último día en el juego y en la vida real. Aquiles era también un problema, así que debía contar con la ayuda de todos para derrotarlos a ambos.

— Camina, escoria.

La voz de Aquiles me sacó de mis pensamientos. Él le dio un golpe leve en la espalda a Kasumi, que llevaba unos grilletes en las manos para evitar que luchara como mejor podía hacerlo. La pelirroja de cabellos cortos bufó por lo bajo, y aceleró el paso.

— He dicho que camines más rápido. Lance no tiene todo tu tiempo, niña.

En ese momento, la mano de Aquiles fue ésta vez hacia el hombro de Kasumi, pero cuando ella sintió la palma de su mano, se detuvo en el camino. La mirada oculta de entre las sombras de las cejas de Kasumi nos hizo saber a todos que en realidad no estaba bien. No sabía decir si aún seguía en trance por enterarse de la muerte de su familia, o si los comentarios y la actitud molesta de Aquiles la habían hecho enfurecer.

— ¿Por qué te detienes? ¡Camina!

Kasumi no se atrevió a moverse; todos nos detuvimos a observarla con misterio. Después de unos segundos en un estado inmóvil, no sé si Kasumi se abstuvo de decir algún comentario con respecto a Aquiles o a nosotros, pero siguió su camino hacia la habitación de Lance.

— Eso es. Así me gusta, niña. Tu familia estaría orgullosa de ti ¿sabes? Acatar las órdenes de un tritón. Estúpidos humanos, siempre han sido inferiores y lo seguirán siendo. Te debería dar vergüenza, niña. Digo, el estar aquí para entregarte a Lance, el querer oír de su boca que él ha matado a tu familia para después ser asesinada por él. Ve el lado bueno: estarás finalmente con tu puta familia adonde sea que hayan ido. Aunque me siento mal por tus hermanas. Sí, Lance me dijo que eran tres. Tres preciosas mujeres que me hubiera gustado conocer para poder follarm…

— ¡Kasumi, no!

Antes de haberme dado cuenta yo o algún miembro de la élite, los grilletes de metal se rompieron como si hubiesen sido de goma, y el puño cargado de un aura anaranjada que apagó todas las antorchas e iluminó con energía el pasillo, se detuvo a milímetros del rostro del humano tritón. Éste se quedó un tanto anonadado, pero Kasumi se detuvo en el preciso momento antes de cometer cualquier estupidez. Iris quería intervenir, y aunque en sí los grilletes que ella también tenía no eran una amenaza en sí que le impidiera luchar, sabía que no era inteligente el ocasionar alguna riña donde claramente la ventaja no estaba a su favor. No era el momento ni el lugar adecuado para hacerse la valiente.

La respiración de Kasumi fue agitada durante unos momentos; el aura en su puño dejó de adquirir esa presencia fulminante que apagó la hilera de antorchas como si fueran simples velas. La oscuridad pronto reinó, aunque las antorchas volvieron a encenderse automáticamente. Asimismo, el silencio fue prolongado y misterioso, pero la risa brusca de Aquiles fue la que nos hizo saber que el sujeto no se tomaba muy en serio a Kasumi. Después de varios segundos donde Aquiles intentó detener su risa apretando su estómago, el muchacho le miró con diversión de pies a cabeza.

— No, no.

— Aquiles… creo que Lance no le gusta esperar demasiado —quise intervenir. Conocía la mirada que había hecho Aquiles en esos momentos, y algo me decía que no iba a terminar muy bien para Kasumi.

— Cállate, Clair —Aquiles se acercó a Kasumi hasta que estuvieron palmo a palmo. Kasumi no dejaba de fruncir el ceño y no se intimidó nunca ante la mirada honda del moreno.

Sin embargo, algo inesperado pasó: El guantelete de Aquiles golpeó la mejilla de Kasumi; fue tan fuerte, que la muchacha cayó al suelo con una marca sobre la mejilla. Iris quería ir hasta ella, pero se detuvo a pensarlo dos veces.

— ¿Qué me vas a hacer, Novata Dragón? ¿Eh?

Kasumi quedó hincada en el suelo, y se llevó la mano a la mejilla, ahí donde Aquiles le había pegado. El sujeto se agachó para estar a su nivel, y lo que siguió fue peor aún: el sujeto le miró con lujuria, y comenzó a lamerle la otra mejilla de una manera grotesca. La saliva recorrió la tez blanca de la luchadora, y entonces Aquiles al terminar de hacer su bizarro y lujurioso acto, apretó el cuello de Kasumi, azotándole sobre el suelo hasta que la muchacha intentó zafarse de él para poder respirar. Con la otra mano, Aquiles comenzó a golpear a cachetadas a Kasumi varias veces. Cada golpe era una armonía a los oídos de Aquiles, pero para mí, Liza e Iris era un indudable tormento.

— ¡Para…!

Mi voz hizo que Aquiles se detuviera. Al dejar de apretar la tráquea de Kasumi, ésta dio una gran bocanada de aire que le hizo retomar el color normal de su rostro. El sujeto me volteó a ver con una mirada de pocos amigos. Se levantó y se dirigió hasta mí; nuestras miradas tuvieron una lucha incesante que duró varios segundos en donde yo gané. Tal vez estaba nerviosa y ansiosa por el plan que había estado rondando mi cabeza, pero al haber visto el cómo Aquiles maltrataba a Kasumi, la ira se había apoderado de mí.

— Como sea… —Aquiles tomó bruscamente del brazo a Kasumi, la levantó y siguieron el camino— Pero toma esto como una lección que el jugar a ser valiente tiene sus consecuencias, niña —el escupitajo de Aquiles cerca de Kasumi fue seco y produjo un eco desagradable. El labio de Kasumi sangraba y tenía unas pequeñas heridas en las mejillas, pero a pesar de ello ella seguía con esa mirada que la caracterizaba: dura como la piedra.

Así entonces, las puertas de la habitación de Lance se mostraron ante nosotros. Allá detrás, sabía que iba a estar el Dragón Indomable en su trono, aguardando a que sus dos traidores se presentaran ante él. Le dediqué una última mirada a Liza, que sabía perfectamente a lo que nos íbamos a enfrentar.

El rechinar de las puertas se hizo presente. Un viento misterioso recorrió mis mechones azules, y más allá la sombra del trono de huesos se alzó como una sombra en una noche oscura. Las luces de las antorchas en cada columna de mármol dentro de la habitación que asemejaba una cabeza de dragón eran de un color escarlata que inundaban el espacio de todo lo que le rodeaba.

Lirio fue el que incitó a las dos traicioneras a caminar primero por el aula. Los grilletes de Iris eran lo único que resonaban en la habitación, aunque no sabía decir con certeza si la respiración de Lance también era audible.

Le dediqué una mirada rápida a Lance, pero éste estaba tan concentrado en las dos chicas que habían llegado que ni siquiera prestó atención en que inclusive Kasumi estaba sin grilletes. Aun así, la de cabellos naranjas no podía hacer nada al respecto contra alguien de los Cuatro Grandes.

Lance finalmente se paró de su trono en señal de una cálida bienvenida. Se mantuvo inmóvil durante un momento, y entonces fue cuando comenzó a reír por lo bajo. El cielo allá afuera era tan oscuro como las nubes que le adornaban; la luna no era testigo de cómo Lance comenzaba a elevar el tono de su risa maniática y aguda, pero todos los demás intercambiamos miradas de consternación al ver que la risa de Lance era incontrolable hasta el punto en que tuvo que llevarse las manos al vientre debido a que estaba quedándose sin respiración. Las carcajeadas fueron mayores y las lágrimas en sus ojos de diversión recorrían sus mejillas; una vez que Lance paró, intentó tranquilizarse.

— Nada me había… —ni siquiera podía hablar porque todavía no estaba calmado del todo—… nada me había hecho tanta gracia como lo que estoy presenciando. ¿Saben? Lo siento, pero es demasiado divertido que ustedes hayan venido a mí. ¡Ni siquiera tuve la necesidad de forzarlas! Es cierto que tuve que ir hasta el Valle Charizard a por ustedes, y admito que me hicieron una mala jugada, pero nunca esperé a que se ofrecieran a venir hasta mí. ¿Por qué Kasumi? ¿Qué es lo que te motivó a venir y mirarme de esa manera? ¿Qué quieres saber? ¿O es que quieres derrotarme tú sola junto con Iris? ¡Eso es tener agallas!

La luchadora de capa colorida, arrodillada en el suelo al igual que Iris, tensó los puños por la rabia que sentía. Sin embargo, alzó la mirada para verlo con valentía.

— He venido aquí para escucharlo de ti, Lance.

El Dragón Indomable arqueó las cejas por la confusión. Poco después, sabía de lo que estaba hablando. La risotada seca que lanzó fue la más extraña que había escuchado jamás

— Ya veo. ¿Quieres saber si yo maté a tu familia? Vaya… yo pensé que venías a por asuntos más importantes, niña. ¿Es lo que quieres oír? ¿Quieres saber si yo maté a tu familia? ¿Y luego qué? ¿Vas a matarme? ¿Piensas desquitar toda tu ira conmigo? Por favor. Estamos teniendo una buena conversación; no queremos causar un alboroto aquí, ¿o sí?

Sentí el nerviosismo en mí; el sudor era señal de que ya debía actuar, lo más temprano posible. Liza me lanzó una mirada rápida y asintió, sabiendo que estaba preparada para actuar.

— Bien, si lo que quieres sabes es si maté a tu familia, la respuesta es un rotundo "no".

Kasumi soltó un bufido de confusión.

— Así como yo tampoco fui el que asesinó a tu familia, Iris —el Dragón Indomable bajó los tres peldaños que le separaban de su trono, y caminó hasta la muchacha de cabellos púrpuras; ella estaba con los ojos como platos al haber oído esa confesión. Lance se agachó hasta su nivel y le apretó una de sus mejillas morenas— Mira, ni siquiera puedes hablar. Eres tan débil y patética que das vergüenza. Esas son las consecuencias de crear lazos con la gente; la gente que sabe jugar el juego del poder aprovecha muy bien esos lazos para crear amenazas y tomar ventaja de ellos. ¿Y ahora? ¿Qué es lo que tienes a cambio de traicionarme? ¿Qué recibieron las dos? La muerte de su familia. Oh, pero está claro que yo no soy tan cruel en ese aspecto; a mí no me gusta mancharme las manos de sangre. Es por eso que hay gente que hace las cosas más crueles por mí. Disfruto ser un espectador y ver esas caras de angustia justo como la que están haciendo ustedes, ¿saben? No… yo no maté a su familia; si piensan que yo soy tan despiadado para rajarle la garganta, dejarlos sin respiración o aplastarle el cráneo a alguien, están totalmente equivocadas.

— ¡Mentiroso! —Kasumi se paró repentinamente; Lirio tomó posición de ataque junto con Aquiles, mas Lance le volteó a ver amenazadoramente con una sonrisa sombría de oreja a oreja.

— Ese honor se lo debo a Cynthia. Ella es la que los asesinó en el mundo real. ¡Yo no tengo las agallas suficientes para perder la cordura! Yo sólo quiero el poder, como cualquier hombre.

¿Perder la cordura? ¿Acaso era una broma? Mi primo estaba tan loco como Cynthia y sus otros dos compañeros. Ellos cuatro eran lo que causaban todos los destrozos en PBO y reinaban imponiendo miedo. Él era tan desquiciado y maniático tanto si hubiese matado o no a la familia de ambas chicas. Él era el causante de que todos vivieran bajo un miedo incontrolable; él era el causante de mis pesadillas y que aún no me dejaran dormir los gritos suplicantes de novatos que no tuvieron nada que ver con sus absurdas excusas; él era el causante de todo esto. Él no merecía seguir aquí.

— ¡Maldito seas!

La ira en Kasumi recorrió todo su cuerpo. La capa colorida en su espalda fue apenas un destello, porque al momento en que se levantó iba directo hacia Lance para darle un puño seco en el rostro. Sin embargo, Aquiles estaba tan atento que le detuvo sorpresivamente, sujetándola de los dos brazos y haciendo que perdiese el equilibrio para quedar de nuevo arrodillada ante el rey de los dragones. Iris simplemente había observado cómo Kasumi intentaba hacer algo al respecto, aunque ella seguía en su trance.

Lance rio, y comenzó a aplaudir a Kasumi.

— ¡Bravo! ¡Estoy bastante impactado por tu gran valentía! Debo reconocer que te debo mérito por intentar atacarme de manera desprevenida. Sin embargo, te mataré ahora y rápido. No hay nada que pueda salvarte ahora.

En ese momento, Lance sacó de su inventario la Escama de Dragón, que adquirió un brillo tan gratificante como la luna misma, alejando todo color escarlata que danzaba entre sombras de noche. Los ojos de Lance, tan rojos como la sangre, adquirieron un brillo resplandeciente en donde la Escama de Dragón se podía reflejar.

Súbitamente, la punta de su espada adquirió un brillo extraño: estaba cargando un hiperrayo que iba a envolver a Kasumi. Aquiles dejó de sostenerla y se quitó de ahí, para no recibir ningún daño. A pesar de que Kasumi estaba ahora libre, no podía hacer nada porque estaba rodeada de enemigos.

— Si te mueves, mató a Iris primero.

El hiperrayo pronto se cargó hasta el punto en que ya debía ser expulsado. El silencio fue prolongado, la mirada de la luchadora de mata naranja fue de terror, e Iris tampoco podía hacer nada al respecto.

Nadie podía salvarla ahora. Nadie excepto yo.

Esos nervios que había sentido en un principio cesaron de repente; el sudor corría por mi frente, sí; el corazón me palpitaba el doble de lo normal, sí; pero al haber desenvainado mi Electric Whipe, el hiperrayo explotó en medio del camino, envolviéndose en un rayo de luz cobalto que había provenido de aquel látigo iluminado.

Ampharos enseguida salió de mi pokébola, y se posó a mi lado. Mi Electric Whipe aun desprendía destellos azules, listo para cualquier amenaza. Yo era una espadachina, pero mi espada era diferente: el látigo era de electricidad pura, y no sólo era un látigo alargado, sino que podía endurecerse eléctricamente y así convertirse en una aguja alargada de electricidad. Una espada de tercera generación que no debía ser subestimada; no por nada estaba en la élite del gremio Escama de Dragón.

El humo se disipó. Kasumi había cerrado los ojos, e Iris respiraba agitadamente. Lance volteó a mirarme con una mirada consternada; esos ojos carmesíes finalmente tenían ese sentimiento sombrío que había temido desde hace tiempo. Retrocedí un par de pasos, pero decidí que no debía mostrarme débil; no debía; no podía.

— Vaya, vaya… —Lance sonrió y se aferró más a su Escama de Dragón— ¿Qué tenemos aquí?

— Basta… —los pasos que había retrocedido los avancé con decisión— Basta de esto.

— ¿Prima? ¿Qué haces? ¿Acaso… acaso piensas traicionarme? —Lance preguntó sabiendo la respuesta.

— ¡Basta de todo esto! Lance, esto se ha acabado para ti. No puedo seguir bajo tus órdenes. Tú no eres alguien digno de comandar este gremio; la locura y la rabia han ido cambiándote hasta el punto en que nosotros debemos hacer esas cosas absurdas por ti. Matar, torturar, condenar; no van conmigo. Soy parte de tu familia, y nunca quise hacer esto, pero no me dejas opción Lance. Hago esto por el bien del gremio; hago esto por el bien de todos.

Sostuve mi látigo, que producía sonidos chisporroteantes y emanaba un brillo que alejaba la oscuridad del lugar. Ampharos asintió con determinación, y esperamos a que Lance atacara. No obstante, él sonrió y suspiró divertidamente; tal parecía que mi rebelión le causaba gracia.

— Debo decir que de entre todas las personas, tú, prima querida, eras la que menos esperaba a que me traicionara —Lance clavó la Escama de Dragón sobre el suelo, rasgando el mármol y produciendo un sonido seco y fuerte; en ese momento, su mirada se hundió y la diversión que él había estado disfrutando se borró— Pero dime algo: ¿tú y cuántos más intentarán derrocarme?

El silencio se prolongó. Los latidos de mi corazón eran testigos de cómo yo estaba sola en este plan que había ideado erróneamente.

— Yo.

Liza finalmente sacó a su Charizard tatuado de franjas carmesíes; le doblaba el tamaño y el rugido que lanzó fue la llamada para que el Dragonite oscuro de Lance se apareciera por la boca del dragón de piedra. Liza sacó de ambos bolsillos de cuero un par de cuchillas, pero lo sorprendente es que ella no era una espadachina, sino una arquera que también era buena a corta distancia. Quien pensara que Liza estaba perdida si peleaba frente a frente contra ella, estaba totalmente equivocado.

— ¿Liza? Ya tenía mis sospechas; siempre fuiste patética y débil cuando te ordenaba algo. Sin embargo, sólo ustedes dos, Iris y Kasumi. ¿Es todo?

Gruñí por lo bajo.

— ¡Lirio!

El sujeto de la máscara de hueso permaneció en perfecta inmovilidad; en sus ojos, los cuerpos escarlatas de las antorchas se reflejaban en una capa de oro puro. Esos orbes dorados no hacían otra cosa mas que esperar las órdenes de su amo.

— ¡Dracón, Dracéna! ¡Dracón, Dracéna! ¡Es la hora!

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Mis gritos eran en vano. Los llamé un par de veces más, pero lo único que obtuve fueron las pisoteadas bruscas del Dragonite shiny de Lance, acercándose hasta el nivel donde su amo yacía.

— ¡Lo siento, Clair, pero ellos han abandonado el gremio!

— ¿Qué? —me sorprendí.

— Uno decidió regresar al gremio de Steven, y Dracéna con Diantha. Tanto ellos como Lirio me informaron que tú estabas intentando conspirar en mi contra. Tal vez ellos dos no soportarían el ver cómo te asesinaba, por lo que decidieron irse. Lirio, en cambio, no intentaría seguirte en un juego estúpido. ¿Es que eres tonta, Clair? ¡¿Por qué lo haces?! ¡Yo no quiero matarte, eres mi familia; pero no me dejas otra opción! ¡No conoces al dragón hasta que lo enfureces!

Y en un momento súbito, el Dragonite desplegó sus alas y apagó las luces de las antorchas; la única fuente de iluminación era mi Electric Whipe, pero ni siquiera su fuente de luz me avisó cuando Lance estaba a centímetros de mí con esos ojos entre dorados y rojos que tanto temía. De un momento a otro, el sujeto me levantó por el cuello y me aventó hacia cualquier muro de la habitación; noté que Liza tenía problemas con Lirio, que comenzó a luchar invocando sus enésimas armas como mago; Aquiles tomó a Kasumi amenazando a Iris que si movía algún músculo, ella estaba muerta.

Intenté levantarme; Ampharos y Dragonite embestían sus cuerpos con destellos de electricidad en el camino; uno con su Puño Trueno y otro con la electricidad sobre su cuerpo. Tosí un poco debido al dolor que había sentido en mi espalda; cuando intenté reincorporarme, Lance ya estaba de vuelta tomándome del cuello. Ni siquiera tenía su Escama de Dragón, que había seguido clavada en el suelo algunos metros más lejos. Mi Eletric Whipe lo había soltado inconscientemente; Lance lo aventó con un pie fuera de mi alcance, y pronto me llevé las manos al cuello para intentar zafarme. La fuerza con la que me apretaba era tanta, que la respiración comenzó a hacerme falta.

— Eres patética.

Sentía un dolor increíble en mi cabeza; quería respirar. Mi vida comenzó a peligrar; un aviso de que estaba en peligro se hizo presente y mi barra de vida, a pesar de ser mucha, empezó a bajar súbitamente.

— ¿Es que no lo entiendes, Clair? Yo soy el único que puede salvar este juego. Soy el único que puede salvarte a ti, pero no quieres ayudarte. Te he dado todo; te he dado poder, fama, gloria. Te he dado un lugar en mi familia. ¡Deberías ser agradecida! ¿Y qué recibo a cambio? ¡Esto! No… Crees que ha sido fácil llegar hasta aquí. ¿Crees que fue simple el ser líder de mi propio gremio? ¿Crees que no he sufrido en el pasado? ¡Tú lo sabes perfectamente más que nadie! ¡Tú sabes cómo sufrí en el pasado! ¡Allá, en el mundo real! ¡Y TODO LO QUE RECIBO A CAMBIO ES LA TRAICIÓN!

Comencé a perder las fuerzas; todo se volvía negro.

— Pero ahora sabrás de qué estoy hecho. Dragón no mata dragón, pero tú no eres un dragón, Clair. Nunca lo fuiste.

Mientras Dragonite y Ampharos estaban en una disputa, el simple aleteo del ala izquierda de su Pokemon bastó para que zafara del suelo su espada; la tomó entre sus pequeños brazos y la lanzó hacia su dueño, que la atrapó sin soltarme y mirarme. Pronto, la punta de su Escama de Dragón comenzó a producir un sonido palpitante; el hiperrayo se estaba cargando a milímetros de mi rostro púrpura.

— Hasta nunca, Clair.

Tal vez mi plan por matar a Lance era muy optimista; tal vez yo había sido la inútil aquí. Pero es que esos gritos, esos novatos y todo lo que he hecho por complacer a mi primo me carcomían la mente. Debía actuar, o al menos alguien debía hacerlo. Tal vez Tobias, Iris o Kasumi me habían inspirado a hacerlo; ellos se armaron de valentía y le restregaron en su cara que él no era el que mandaba; se atrevieron a desafiarlo y de alguna u otra manera seguían vivos. Sí, Kasumi e Iris potencialmente podría morir después de que yo lo hiciera, pero ellas dos no temían por sus vidas; si no ¿por qué otra cosa hubieran venido aquí? No lo sé, pero a pesar de que me había revelado nulamente en contra de mi primo, iba a morir ahí y ahora. No quería; quería salvarlos. Quería salvar a todos esos que en un futuro sufrirían las consecuencias de Lance y su locura. Quería vengarme de él, pero iba a morir y el hiperrayo cargado y soltado cegó mi vista.

Esperé a que todo se volviera negro; una explosión de pixeles; el dejar de estar consciente. Pero nada de eso pasó. ¿Qué…?

El hiperrayo había sido desviado por el mismo Lance. Pero no lo había hecho a propósito: una flecha dorada había rajado su mejilla si no fuese porque Lance se movió bruscamente, causando que moviera su espada y no diera en su blanco. Una flecha que pasó de largo, desapareciendo por el hocico del dragón de piedra y desapareciendo en el aire nocturno de la noche.

Lance volteó hacia los lados: nada. ¿Entonces qué demonios había sido aquello? ¿Qué…?

— ¡Ahí va de vuelta!

La voz en la noche me hizo saber que no estábamos solos. El esfuerzo de una chica desde la noche me hizo saber que había detenido la flecha con fuerza y la regreso con su mismo puño. Hubo un momento de silencio, pero poco después, ese destello dorado fue directo hacia Lance, que me soltó, retrocedió y la flecha pasó de largo, deteniéndose en su dueño que la tomó con suma calma.

— Tú…

Lance se sorprendió cuando vio a un sujeto de una gorra peculiar; ojos dorados, sonrisa blanca y un arco dorado en mano. Detrás de él, había un chico de cabellos rojizos que le respaldaba, así como los otros sujetos con los que nos habíamos topado esta mañana en el Valle Charizard.

— A tus espaldas, Dragón Indomable.

[VIDEO 2: Houkou wa Tsuki no Gin]

Gold, el arquero dorado; y Silver, el espadachín de plata. Dos betas que habían estado desaparecidos todo este tiempo, finalmente se habían aparecido en el lugar más inesperado, desafiando a alguien a quien no debían, pero en el momento más oportuno para salvar mi vida.

Lance volteó, y nuevamente oyó el sonido de un esfuerzo; ésta vez, un Pokemon volador había lanzado algo allá afuera, en la noche oscura. En cuestión de segundos, los orbes del líder del gremio Escama de Dragón se abrieron sorpresivamente, al ver que algo había lanzado a una chica hacia Lance; a su paso, la chica estaba rodeada de piedras color púrpura que centelleaban en medio de un ambiente oscuro. Piedras color ruby, escarlatas, púrpuras, esmeraldas, doradas, blanquecinas, fucsia. Los minerales eran parte de Crystal, otra de las chicas beta que habían estado desaparecidas por más de un año. Lance finalmente reaccionó: de su inventario había sacado en menos de un segundo su confiable y duro escudo Hueso de Dragón. El impacto de los dos puños de Crystal rodeados de piedras preciosas contra el centro del escudo generó una onda que rompió los cristales e inclusive los muros de la cabeza de dragón.

— ¡Llévense a Kasumi e Iris y salgan de aquí de inmediato! —ordenó Gold.

Erika, Surge y Blaine asintieron; así entonces, comenzaron a correr por el aula, pero en ese momento Aquiles se detuvo frente a ellos, dejando de lado a Kasumi e Iris.

— No lo permitiré, humanos patéticos —en ese momento, el sujeto sacó el tridente de su inventario, y las cadenas colgadas en su cuello bañadas en oro comenzaron a brillar; de una de ellas, salió un Sharpedo que fue directo hacia Blaine. Éste lo detuvo con sus propias manos, mientras las filosas fauces se clavaban en la palma de su mano.

— Aquí no hay agua; está en desventaja. ¡Qué electrizante!

— ¡Cierto! —apoyó Erika a Surge, mientras los tres comenzaron en una batalla épica, donde el tridente iba y venía rozando a los tres cuerpos; Sharpedo saltaba de un lado a otro, intentando morder a sus enemigos. El Raichu de Surge y el Magmotar de Blaine comenzaron a complicarle la vida al Pokemon de agua, que se veía en una clara desventaja.

Mientras tanto, finalmente tomé mi Electric Whipe, y Liza fue a socorrerme.

— ¿Estás bien?

— Sí, pero debemos apoyarlos. Nunca pensé que tuviéramos una mejor opción para matarlo. Ésta es nuestra oportunidad.

Gold había escuchado aquello, y aunque por un momento había relacionado que yo era de la élite de Lance, sabía que estaba en su contra. El muchacho de gorra asintió y supo que no había otra oportunidad de oro para asesinarlo.

Crystal y Lance se separaron, ambos tomando un respiro; así entonces, Gold ordenó:

— ¡Silver, Crystal: ahora!

Gold sacó dos flechas de su carcaj, pero en vez de utilizar su arco, se aferró a ellas como dos cuchillas que bailaban al compás de sus golpes; Silver con su espada de plata pura, empezó a lanzar tajos a diestra y siniestra, mientras Crystal lanzaba hechizos que complicaron la vida a Lance. Éste comenzó a reír, sabiendo que estaba disfrutando de la pelea porque estaba en una clara desventaja. No obstante, no reiría por mucho tiempo:

— ¡Es hora, Liza!

Mi amiga de cabellos esmeraldas asintió, y ambas nos unimos en la lucha: tomé con mi látigo electrizante el tobillo de Lance, lanzándole una descarga que viajó por mi arma. Lance gritó, y mientras lo hacía, Liza destensó una flecha que iba hacia su sien. Dragonite se interpuso, cubriéndose él y su dueño encerrándose en sus alas oscuras que eran más duras de que lo pensamos.

— ¡Somos las únicas que pueden matarle! —Le avisé a Gold, y éste comprendió la situación.

El aula comenzó a tambalearse: el cuello de dragón de piedra no resistía los daños colaterales de un Aquiles furioso que destruía con su tritón los muros de piedra. Claramente el equipo de Kasumi e Iris no tenía muchos problemas con el tritón, pero éste estaba descargando su furia con quien pasara hasta el punto en que no le importaba incluso herir a Lance.

Pronto, su tritón desprendió bombas de agua que desintegraban los muros, y más temprano de lo esperado, la cabeza del dragón comenzó a caer afectándonos a todos de manera gravitatoria. Nadie pudo resistir y caímos junto con la cabeza; Lance aprovechó aquello para montarse en el lomo de su Pokemon Shiny y despedirse con una risotada maniática.

— ¡No! ¡Togekiss!

El Pokemon de Gold emprendió el vuelo, con Cyrstal en su espalda. Yo y Liza también tomamos acción; Silver se montó en mi Dragonair y pronto ascendimos entre un cielo claramente despejado pero sin la compañía de la luna que nos pudo haber ayudado a notar con más claridad a Lance. Él era una sombra apenas visible entre la noche; lo único que nos guiaba hacia él era la risa aguda que ascendía más y más en la noche.

— ¡No olvides lo que has hecho, prima querida!

Y así, Lance desapareció envolviéndose en un cristal de teletransportación; un brillo de pixeles que nos indicó que nuestra oportunidad de matarlo se había escapado de nuestras manos; y tal vez, la mejor y única oportunidad que tendríamos jamás.


Misty

Íbamos cayendo dentro de la cabeza de dragón; noté de reojo a Aquiles, y mis tres compañeros del Equipo Kanto salir de aquella habitación por el hocico ya sea por la inercia de la gravedad o porque lo hicieron a su propia voluntad. Brock había estado todo el tiempo afuera, en el patio de armas del castillo con su Onix; de hecho, no era de sorprenderse que el Pokemon de piedra había sido el que los había lanzado a todos desde ahí para llegar rápidamente hasta las estancias de Lance; también él mismo había lanzado a Crystal. Sin embargo, él no podía ayudarnos desde allá abajo, porque caíamos a una gran velocidad destruyendo puentes de conexión, torreones y todo lo que se encontraba en el camino del dragón de piedra. El castillo poco a poco iba desmoronándose a sí mismo, y los que íbamos a sufrir el impacto éramos yo, Iris y Lirio, que se mantenía sereno a pesar de todo.

Iris intentó mantener el equilibrio entre la caída de la habitación, y yo fui hacia ella para sujetarla y salir de ahí lo antes posible. Sin embargo, Lirio siguió nuestros pasos.

— No irán a ningún sitio.

En ese momento, el sujeto invocó una espada de tres metros de largo, lanzándola hacia mí con rabia. La esquivé enseguida, pero perdí el equilibrio. Pronto, la cabeza chocó contra el cuerpo principal del castillo que medía más de un kilómetro de largo, haciendo que se partiera en dos finalmente y pudiésemos salir más aprisa. Lirio, Iris y yo estábamos en lo que restaba de suelo de la cabeza del dragón, pero inmediatamente convoqué a mi Togekiss, quebré los grilletes de Iris y las dos nos montamos en lo que para mí siempre había sido un Togepi confiable y discreto; ahora, ese tierno Pokemon había evolucionado e incrementado su poder a lo largo de este año.

Salimos finalmente de ahí; noté el Onix de Brock desde lo alto, apenas siendo un punto negro en medio de un ejército que intentaba asesinarlo.

— ¡Necesita ayuda!

Pero mi compasión por Brock sólo sirvió de distracción para que un Hydreigon tan sombrío como la noche pasara de largo y nos embistiera; encima de su lomo, Lirio y sus ojos dorados relucían tan furioso como las tres cabezas del Pokemon dragón. La embestida hizo que perdiéramos el equilibrio; Togekiss cayó, así como Iris y yo. Al tiempo en que caíamos, sentí el embestir nuevamente del Pokemon dragón, y varios colores pasaron por mi cabeza como rayos repentinos, producto del golpe. El Hydreigon me sujetó con sus garras y descendió en una pendiente brusca hacia algún lugar de Mt. Moon. Intenté zafarme, pero iba a ser estrellada contra el muro de una columna de la gran montaña. El castillo se perdió de vista, y ahora sólo éramos la noche, nosotros y el Pokemon de Lirio que tenía intenciones de asesinarme de un solo golpe.

El grito de un Archeops enfurecido y colorido viajó hasta nuestros oídos; Lirio volteó a darse cuenta de que ya era demasiado tarde para esquivar la embestida que produjo que las garras del Hydreigon se abrieran y de nuevo yo cayera hacia el vacío de la montaña fría y alta. Archeops me agarró y en una maniobra me coloqué en su lomo junto con Iris. Las dos aterrizamos en una porción plana de la montaña, donde segundos más tarde, Lirio también aterrizó de igual manera.

El terreno plano era perfecto para nosotras, porque nos permitía luchar con mayor libertad. Sin embargo, sólo teníamos eso. Mt. Moon era un sinfín de caminos traicioneros, oscuros y serpenteantes a desnivel, con zanjas, porciones enormes de más columnas y montañas, y una fosa más allá donde nadie se atrevería a entrar.

El frío heló mis venas, mas intenté concentrarme en el enemigo que teníamos por delante.

— Las mataré a ambas. No saben cuánto tiempo hemos estado esperando esto. Yo, en lo particular —Lirio volteó a ver a Iris.

— Kasumi, prepárate.

No había escapatoria. Debíamos vencerlo, o él nos mataría a las dos. Sin embargo, el entrenamiento en estos meses no había sido en vano. No niego el no sentirme nerviosa, pero en el fondo sabía que estaba lista para este tipo de pruebas.

Lirio no se caracterizaba en charlar tanto como Lance, por lo que sin más preámbulos, la batalla comenzó.

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Las dos lanzamos dos misiles aurales, pero Lirio había convocado un escudo de mármol que resistió los golpes con éxito. En ese momento, el hombre canoso comenzó a correr dejando grietas a su paso, y en un abrir y cerrar de ojos apareció una espada alargada y brillante al momento en que se alzó para atacar. Me moví hacia la izquierda, donde la espada se clavó y partió la explanada en una grieta enorme. Iris tomó provecho de que Lirio estaba vulnerable, pero sólo golpeó al escudo que él clavó sobre el suelo para que no sólo sirviera como protección, sino como apoyo para que el sujeto escalara y diera una voltereta sobre el aire. Al tiempo en que daba enésimas vueltas en el vacío, centésimas de brillos que indicaban la aparición de shurikens se hicieron presentes. Iris y yo nos cubrimos con nuestros brazos en forma de cruz, y aunque sentimos el veneno de los shurikens, seguimos atacando: cuando Lirio aterrizó, lancé una patada baja sobre sus tobillos, haciendo que el viejo cayera de espaldas. Iris lo remató con un golpe sobre el vientre, pero el hombre era tan fornido y bien ejercitado, que eso sólo provocó que Lirio aguantara el golpe, tomara de la muñeca a Iris y con la otra mano convocara una daga que iba directo hacia su vientre. La de cabellos púrpuras abrió los ojos como plato, y se hizo hacia un lado. La daga rasgó sus ropas y su capa colorida, haciendo que ésta volara y se perdiera en medio de Mt. Moon.

Mientras tanto, Togekiss, Archeops e Hydreigon estaban danzando en medio del vacío, con golpes aquí y allá y el silbido del viento rodeando sus alas. Sin regalar más tiempo, comencé a correr por todo el campo, hasta que mi aura anaranjada se concentró en mis piernas. En ese momento, salté impulsando a mi aura a ser el propulsor que me mantuviera en el aire. Iris intentó golpear en el rostro de manera certera y seca a Lirio, pero éste movió el cuello hábilmente dos veces, hasta que las piernas de Lirio apartaron a Iris de encima y la mandó lejos rodando por la explanada.

Fue el tiempo necesario de distracción, porque yo había ya ascendido tanto con mis propulsores de aura y había bajado a una velocidad tan abrupta, con un misil aural sobre mi pierna izquierda que fue directo hacia Lirio. La explosión aural de color anaranjado finalmente dejó inhabilitado el que combatiéramos más sobre la explanada, por lo que Iris y yo aguardamos con nuestros pies pegados sobre el muro de una pendiente de Mt. Moon. Sin embargo, la nube de polvo ni siquiera se había disipado cuando notamos a Lirio ascender por los aires con el escudo Hueso de Dragón exactamente igual al de Lance. El hombre había recibido el daño de mi misil aural, y sus overoles púrpuras, así como su camisa, había resultado dañados y dejado expuesto el cuerpo fornido y musculoso del viejo canoso. Aun así, había heridas sangrando tanto en su pecho como en sus brazos. SI no hubiese sido por aquel escudo que convocó, él habría muerto.

— ¿Qué? ¿También puede convocar ese tipo de armas?

Lirio no dijo nada, mas nos dedicó una mirada siniestra y fue hacia nosotros, convocando un par de katanas y girando sobre su propio eje. El sujeto tomó impulso desde la explanada que caía y saltó hacia nosotras con las katanas girando temerosamente. Saltamos de ahí, y Lirio se estrelló en el muro que atravesó abruptamente. Varias rocas caían a diestra y siniestra, y nos vimos obligadas a descender en la montaña en una oscuridad donde las nubes hacían su aparición y nos envolvían en su misterio.

Niebla por todas partes; la humedad del frío pronto hizo que nuestros pies resbalaran un tanto sobre el muro de la roca. Iris encontró un camino serpenteante donde nos era más fácil descansar, pero ni eso fue suficiente. Lirio aterrizó sutilmente sobre el camino, con sus ropas rasgadas y ahora ésta vez con dos cuchillas en mano que se unían a sus nudillos. Sin embargo, a pesar de que las cuchillas estaban filosas, él mismo con su propia magia las había envuelto en fuego.

Sin piedad alguna, se acercó por el camino angosto de piedra; Iris saltó por el muro y se colocó a sus espaldas, para que ambas le rodeáramos. Eso no le causó ninguna intimidación, porque en ese momento comenzó a lanzar cuchilladas desesperada pero hábilmente.

La noche era fría, oscura y con niebla; sin embargo, el fuego de las cuchillas danzando al compás de nuestros puños y patadas asustaba el frío; el esquivar de Lirio sincronizado con sus ataques era tan rápido que disipaba cualquier rastro de niebla; las llamas que aparecían a diestra y siniestra por mi rostro, quemando pequeños mechones de cabello anaranjado, asustaban a la oscuridad misma. La noche no era nada menos que testigo de cómo Lirio era un hombre fornido, bien entrenado y fuerte. No por nada era de élite.

Habiéndose cansado de las cuchillas, lanzó una sobre el muro, que de por no haberme movido a la izquierda, se hubiese clavado en mi sien. En ese momento, de sus piernas y antebrazos crecieron cuchillas más amenazantes y filosas, como las aletas de un Sharpedo. Así entonces, sus patadas y puños ya no sólo era el cuidarse de ellas, sino que cuando estiraba una pierna para darme, debía cuidarme de las filosas cuchillas que estaban en sus piernas. Los sonidos del metal en sus extremidades me ponían los pelos de punta; estaba nerviosa. No podía morir aquí. Lirio era fuerte y habilidoso, pero no por nada había entrenado tanto. No iba a rendirme fácilmente.

Lirio nos dedicó varios golpes más que esquivamos, al tiempo en que él también esquivaba los nuestros. Así entonces, recordé el entrenamiento.

"Cierra los ojos" —escuchaba la voz de Norman— "Ciérralos y siente cada parte de ti como si estuviese viva." "Un luchador no ve cuál es el próximo golpe que va a realizar, o cuál es el próximo movimiento de su enemigo. Un luchador es como un bailarín. Sigue el ritmo de la pelea y la adrenalina. Muévete al compás de tus instintos; muévete a lo que tu aura te indique"

Muévete a lo que tu aura te susurre.

Cerré los ojos.

Sentí el metal frío rozar mis mejillas; los brazos fornidos de Lirio intentando rajar mi vientre. Pero lo podía ver todo; todo era tan claro como el agua y tan cegador como el sol. Su aura la podía ver en mi mente, así como la de Iris. Izquierda, derecha, atrás, adelante. ¡Es el momento!

Tomé su brazo con sumo cuidado para no cortarme con las cuchillas que tenía implantadas. Mi cadera se inclinó noventa grados para esquivar el metal del otro brazo, y con mi pierna abracé su muñeca y la torcí. Bajé por entre sus piernas, aparecí a su espalda y él volteó. Izquierda, abajo, un salto. Es el momento: cuando aterricé de mi salto, él había hecho una patada donde dejaba vulnerable su vientre. Le di un par de golpes rápidos donde él expulsó saliva; después, di una voltereta apoyándome sobre su espalda y brindándole un codazo sobre su espina dorsal. Cayó de bruces sobre el suelo, y le apliqué una llave torciendo su brazo izquierdo hasta zafarle la clavícula del hombro.

Lirio profanó un grito ensordecedor. Iris corrió por todo el muro ascendiendo, y cuando bajó a toda velocidad, dio de lleno contra la espalda de Lirio, lo que lo dejó inmovilizado. La máscara de su rostro se quebró contra el suelo del camino serpenteante, dejándolo expuesto.

— ¡Ahh! ¡MALDITAS PERRAS!

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En ese momento, el sujeto no podía caminar, más algo le causó gracia.

— ¡Si voy a perder, que sea asesinándolas a las dos!

Dejamos que se parara. Increíblemente, aún con la espalda lastimada, el sujeto todavía podía mantenerse de pie. Sin embargo, lo que nos dejó consternadas era el por qué todo este tiempo había tenido una máscara sobre su quijada: Lirio, el invocador de armas, tenía la quijada de un mismísimo dragón, y cuando sonrió para enseñar las fauces filosas, sus colmillos amarillentos y sus ojos dorados nos indicaban que él no era un humano común y corriente.

— Ahora morirán de una buena vez.

Lirio sonrió. En ese momento, su cuerpo comenzó a brillar de manera tal, que todo su cuerpo se rodeó de un hueso como el de su máscara: de su espalda, unas alas delgadas y fósiles se desplegaron. El pantalón que le cubría las piernas se rasgó hasta que no hubo nada, pero él ya no era humano. En cambio, ahora era un dragón de hueso, con el cabello canoso desaparecido y con el único rasgo de esos ojos dorados y sangrientos que deseaban sed de sangre. Sin embargo, había un as bajo la manga: Lirio invocó algo último. Algo que hizo que su barra de magia se acabara por completo, por lo que era la última y arma definitiva.

— No…

Iris se sorprendió. Sabíamos de antemano que él podía invocar todas las armas posibles, pero nunca habíamos imaginado que él pudiese invocar armas combinadas: La espada de Lance, Escama de Dragón, estaba fusionada con llamas oscuras. Llamas interminables que se asemejaban mucho al poder oscuro del arco de Steven Stone. Una espada que nadie hubiese imaginado.

— ¿Listas? ¡¿Listas para su sufrimiento?! —La voz ya no era de Lirio, sino de un dragón con voz áspera y chillona.

El sujeto lanzó una cuchillada con esa espada; hubo hiperrayos de por medio, el cual esquivamos aventándonos al vacío y descendiendo por el muro de Mt. Moon. Lirio nos siguió desplegando sus alas, y lanzando un tajo hacia el aire produciendo un fuego oscuro y siniestro que se estrelló en el muro. Corríamos hacia abajo, con toda la velocidad que nuestros pies podían. Al voltear arriba, los Pokemon dragón seguían en su lucha, por lo que no podían rescatarnos.

La oscuridad se hizo presente; la fosa a la que nos adentrábamos ni la misma noche se atrevía a hacer su presencia. Sólo la única fuente de luz eran las llamas oscuras que Lirio lanzaba seguido de hiperrayos, así como nuestras cuatro extremidades bañadas en aura naranja y púrpura respectivamente.

Finalmente, después de haber huido con miedo, habíamos llegado al final de la fosa. Lirio voló a raya del suelo, con esa sonrisa que se notó blanquecina y torcida en medio de la oscuridad de la fosa. Lirio rio. Nunca lo había visto reír, por lo que debía tener la victoria asegurada para él mismo. Un ataque de ellos, y estaríamos muertas.

Volteé hacia mi alrededor. Estábamos rodeadas de nada más que rocas. Muros extensos de rocas que acapararán mis gritos cuando muera. Rocas, rocas y sólo rocas.

"Las desventajas de un luchador es que sólo tiene a su propio cuerpo para batallar —recordé a Norman—, pero hay una ventaja que no todo luchador ve en sí mismo…"

Rocas.

Lirio cargó la espada de tal manera que el hiperrayo estaba a punto de ser lanzado. Volteé hacia arriba; un pilar de rocas salidas en el muro nos cubría; a nuestro lado, noté que no habíamos llegado al final de la fosa, sino a otra explanada lisa que tenía Mt. Moon. Cuando noté más a fondo al vacío que estaba a nuestro costado, parecía que sólo era un hueco oscuro. Un hueco que podría tomar de ventaja si hacía las cosas bien.

— ¡Hasta nunca!

Antes de que la espada lanzara su hiperrayo, lancé un misil aural hacia la saliente pronunciada de las rocas; éstas cayeron sobre nosotros, pero una se apoyó sobre mis piernas y fue lanzada hacia Lirio con suma velocidad. El sujeto no se percató de que la roca iba hacia él, y recibió el impacto con certeza. El hiperrayo fue lanzado nulamente hacia arriba; tomé la espada de Lirio, y lancé un tajo hacia el sujeto que intentaba reincorporarse; el dragón de huesos recibió el impacto de un hiperrayo, volcándose sobre la explanada y aferrándose a las orillas de ésta.

— ¡Ahora, Iris!

Iris lanzó un misil aural y agarró las rocas que yo había desprendido de la saliente; las cargó y la lanzó hacia el dragón, que cayó en el vacío que antes yo había visto. En efecto, el dragón aterrizó bruscamente un poco más abajo, en donde mi mente no me había engañado: no era el vacío, sino una fosa sin salida.

Lirio se percató de ello: encima de la fosa, había muchas salientes de las mismas rocas que conformaban el muro. Abrió los ojos como platos y desplegó las alas, pero era demasiado tarde. Tanto Iris como yo habíamos lanzado misiles aurales encima de dicha caverna, y las rocas de proporciones voluminosas cayeron cubriendo el único hueco que Lirio tenía como salida. El estruendo hizo que varias avalanchas más de rocas comenzaran a caer sobre de nosotros.

— ¡Tenemos que salir de aquí!

El único sobreviviente ahora era Archeops, que claramente había vencido al Pokemon de Lirio. Sin embargo, cuando salimos de ahí en su lomo, algo más nos tomó por sorpresa:

— No escaparán tan fácilmente.

Era él… era Shigeru, el Sanador Invencible montado a lomos de un Scizor tomó mi pierna desprevenidamente; sin embargo, cuando Archeops ascendía entre un mar de rocas que iban y venían por el ambiente, una de ellas golpeó mi brazo y sentí el quebrar de mis huesos. Me solté de la mano de Iris y Shigeru me mantuvo en las tenazas de su Pokemon mientras Iris se alejaba.

— ¡NO!

Sin embargo, a pesar de que Shigeru ahora me tenía en su posición, una roca cayó sobre su Scizor, haciendo que perdiera la consciencia y comenzáramos a decaer entre la oscuridad de la fosa. El dolor en mi brazo fue tal, que me hizo caer inconsciente. Lo último que alcancé a escuchar fue la voz de Iris que se alejaba al tiempo en que Shigeru y yo nos adentrábamos en las profundidades desconocidas de Mt. Moon.


Kalm

Y entonces, ahí estaba. No recuerdo cómo, ni cuándo, ni dónde. El simple hecho de verla ahí, como una estatua postrada e inmóvil me hizo olvidarme de todo. El hecho de que ella me viera ahí, el que todo este tiempo ella pensara que yo había estado muerto. El hecho de que un día, yo me apareciera ante la Fénix Dorada y ella me reconociera, me hizo sentir como un imbécil.

— ¡Así bien, demos la bienvenida a los dos nuevos integrantes de nuestra familia: Zinnia y X!

La voz de Alain inundó el gran comedor del castillo; todo era fiesta por haber robado las megapiedras; todos estaban felices recibiendo nuestra presencia; todos menos ella; todos menos Serena, que no podía creer lo que estaba viendo.


¿R.I.P Lirio...? Algo me dice que sí. Ya lo verán. ¿GaryXKasumi confirmed? ¿KalmXSerena is back? No lo sé, pero lo único que puedo decir es: RED IS BACK, próximo capítulo. (Lo sé, no es Ash, pero confórmense con eso) xD.

Próximo capítulo: Reencuentros