¡Hola! Como he prometido, es viernes de capítulo. Gracias por sus comentarios y por las visitas. He aquí un capítulo tranquilo al principio, pero a medida que avanza se pone más emocionante. Espero lo disfruten y háganme saber qué les ha parecido. Sin más les deseo un buen fin de semana y nos leemos el próximo viernes. Prometo contestar los reviews la siguiente vez xD. ¡Sayounara!


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Capítulo 102

Fe


Red

La lluvia hacía su aparición; de pronto, Yellow y yo aceleramos el paso en medio de un sendero que iba desapareciendo ocasionado por la abundancia de la vegetación presente. Varios Pokemon se resguardaban en sus refugios, pero otros más salían para cazar a sus presas gracias a que la lluvia les facilitaba el capturarlas.

Nuestras pisadas se iban borrando conforme el agua y el lodo se extendían por las capas de hojas marrones que conformaban un bosque sombrío pero relajante. Mi abrigo de lino grisáceo no era de mucha ayuda, porque la humedad ya había atravesado todo mi cuerpo. Una humedad abundante pero incapaz de saciar a una garganta seca que era molesta. Abrí mi pellejo en busca de vino, pero recordé que me lo había terminado todo allá dentro del bar.

Finalmente, después de haber removido varias hojas grandes que estorbaban nuestra vista, pudimos notar a lo lejos una pequeña cabaña que era atractiva para cualquier viajero. A pesar de su pequeño tamaño, dos personas cabían apretadas pero perfecto para resguardarse de la lluvia y los Pokemon salvajes.

Ambos nos resguardamos en la pequeña saliente del techo vegetal que conformaba la cabaña, mientras un letrero virtual se abrió delante de la puerta. Introduje una contraseña para que el candado se desbloqueara y nos permitiera la entrada al recinto.

El lugar era cálido, desordenado y totalmente desastroso. Hacía mucho tiempo que no había pisado este lugar desde que el alcohol había tomado el control completo sobre mí. Moho invadiendo las esquinas de los dos alféizares que había fuera de las ventanas humedecidas; leña ennegrecida por las constantes fogatas que me acompañaban en noches solitarias; una pequeña cama sin cobijas y un colchón con los resortes asomándose por agujeros profundos; varios cucharones y platos sucios de madera que poco a poco se iban enmoheciendo y pudriendo por el contenido de humedad encerrada en una cabaña humilde y solitaria. Había una silla frente a la chimenea, con una pequeña mesa de noche donde había varias botellas y pellejos de vino vacíos, siendo testigos de cómo Yellow se impresionaba por mi perdición al alcohol y a la soledad.

— Bienvenida a tu casa —dije cortésmente—. Siéntate.

Yellow, incómoda ante el lugar desordenado, apartó una pila de ropa que estaba amontonada en el asiento de la silla.

— Lo siento. No acostumbro a recibir muchas visitas —intenté ayudar a "ordenar" en vano el lugar. Ya era demasiado tarde para causarle una buena impresión a Yellow.

Me senté sobre el suelo; quise buscar leña alguna para prender fuego. El lugar era frío y oscuro, con algunos relámpagos ya avisando un clima más deprimente aun.

— Descuida, puede que tenga algo en mi inventario —dijo Yellow aun con la capucha ocultando su rostro. Abrió su menú y sin tardar mucho, aparecieron menos de una docena de pedazos de leña que no tardaron mucho en prenderse gracias a la muchacha.

— Gracias —dije impresionado—. Podría… podría ofrecerte algo de beber. ¿Comer quizás?

— Estoy bien.

No tenía siquiera nada en mi inventario para ofrecerle. Era un sujeto "pobre", ya que todas las pokemonedas me las gastaba en vino, apuestas y peleas callejeras.

— No… no esperaba tu visita —comencé a hablar.

— Seguro que no —Yellow tenía ese aire de misterio. Había muchas preguntas rondando por mi cabeza que quería hacerle.

— ¿Dónde habías estado todo este tiempo, Yellow? ¿Qué has estado haciendo? ¿Blue y Green están bien? ¿Dónde están ahora?

Comencé a invadirla de preguntas. Mis ansias y desesperación salieron a flote sin perder ni un segundo. Yellow se reacomodó en su silla y miró con nostalgia a la fogata.

— Ha sido un largo viaje a través del tiempo, Red. Han pasado muchas cosas que me gustaría contarte.

— Bueno, supongo la noche es larga y la lluvia intensa.

— No hay tiempo. No puedo pasar la noche aquí, Red.

— Pero…

— No vine a buscarte. Lo hice de casualidad al encontrarme contigo ahí…

— Oh, vaya —dije decepcionado—. Pensé que el que una chica tranquila y tímida como tú al entrar a un bar era algo descomunal.

— Lo es. Sólo que en los lugares más inesperados pueden encontrarse a las personas que más buscas.

Aquello no tenía sentido alguno. Entonces, ¿a quién estaba buscando? No tardé mucho en adivinar.

— N… ¿Saben dónde está?

— ¿Por qué tanto el interés, Red? Según lo último que recuerdo, nos abandonaste sin importar nada más que tu hermana, a pesar de que te estábamos ayudando.

— Lo sé. Yellow, lo sé —me agarré la cara con sumo arrepentimiento— Perdón por eso. EN la actualidad la sigo buscando; es algo muy difícil.

— Las búsquedas son difíciles… sino pregúntale a alguien por el Destello Eléctrico.

Mis ojos se abrieron de par en par.

— ¿Qué sabes de él?

— Nada. Nadie sabe nada. De hecho, se dice que está muerto y es poco probable que alguien diga lo contrario.

Ambos nos quedamos en silencio.

— Supongo que seguirás en tu búsqueda —dijo Yellow levantándose— Yo también lo haré con la mia.

— Alto, Yellow —me paré. Mi llamado hizo que se detuviera en la puerta, sin voltear siquiera.

— Red, tengo que irme. Sólo quería saber si seguías bien o no. Es todo.

— Yellow…

— Y por lo que veo, te gusta esta vida. Menos mal.

— Yellow, por favor. Perdóname.

Una lágrima cayó de mi mejilla. Hace mucho que no lloraba y menos por la persona a la que estaba pidiendo perdón. De hecho, jamás había llorado por alguien. Ella se mantuvo en silencio.

— Ha sido un año difícil. Lo que más lamento es haberme separado de ustedes sin saber siquiera nada. Fue un error que espero me perdones; no sé cómo compensarlo, pero me gustaría unirme de nuevo en tu búsqueda.

— Es… es algo difícil.

— Por favor. Yellow… —cerré los puños con coraje— Últimamente, lo único que hago es deambular por cualquier nivel de PBO, sin siquiera ya intentar el buscar a mi hermana. Hace tiempo que conseguí esta choza en este pueblo gobernado por el gremio Escama de Dragón, uniéndome a ellos para poder estar seguro dentro del juego. Hace tiempo que sólo me dedico a beber y nada más. Sin embargo, ahora más que mi hermana, mi mente y mis sueños me han gritado que lo único que quería era buscarlos a ustedes. Formé un lazo contigo y con los demás que la soledad me ha recriminado por haberlos dejado. Sabía que estaban vivos después de la Guerra Celestial, pero no sabía dónde se ocultaban y mucho menos sabía si seguían con vida. Yellow, esta vez no voy a defraudarlos y sólo espero que me den una oportunidad… al menos tú.

La muchacha se mantuvo quieta, reflexionando por todo lo que había dicho. No estaba mintiendo; ella lo sabía. Noté las palmas de sus manos tensarse, con suspiros de por medio.

— He estado entrenando en un lugar que no puedo decirte ni aquí ni ahora… —confesó—. Me he vuelto fuerte, más de lo que tú crees. Y si vuelves a abandonarnos, en realidad ya no significará nada, porque he aprendido a cuidarme sola y sin la protección de nadie —se volteó finalmente para que yo pudiera ver aquel rostro tan blanco y apacible. Los mechones rubios caían por su frente iluminándose con la luz del fuego en la chimenea—. Red, te perdonaré. Pero no sólo necesitas de mi perdón. Blue y Green también deben estar de acuerdo en que sigas con nosotros.

— Descuida, hablaré con ellos —sentí un alivio dentro de mi alma.

— Está bien —noté una leve comisura en las orillas de sus labios—, vámonos de aquí. No soporto los lugares que me entristecen.

Y abandonando el lugar, dejamos que la leña se consumiera en medio de una lluvia que soltaba todas las lágrimas y lamentos posibles.


Brendan

Las almenas se podían apreciar a lo lejos. A pesar de que estábamos en muy abajo, allá donde el pueblo y la gente del gremio Mega se situaba, todo esta relativamente despejado. El día era soleado, con un viento fresco que volaba libremente por los pasillos del lugar. Ese mismo día Serena había renunciado al gremio, y la gente hablaba de ello todo el tiempo.

— Es inquietante.

May habló mientras deambulábamos por el pueblo de Fortaleza Catarata.

— Ella regresará —le dije.

La gente a nuestro alrededor, sin embargo, no estaba de acuerdo con ello. Muchos decían que la Fénix Dorada se había acobardado al luchar, y otros tantos decían que X era el cobarde que se había escondido en medio de los espectadores. Sin embargo, de este último no se quejaban mucho porque les intrigaba más la habilidad de "hacker" que poseía. Sin duda era una ventaja a favor de los Mega.

Aunque Serena había abandonado el puesto líder de Kalos, la gente estaba tranquila. Muchos seguían en sus respectivas actividades cotidianas; los constructores reparaban casas o construían lo que fuese necesario para la satisfacción del pueblo; los herreros inundaban el ambiente del golpeteo de los metales que estaban siendo forjados en sus talleres al aire libre; martillos, cuchicheos, pokemon yendo de un lado a otro, comerciantes que insistían en regatear el precio de las cargas que llevaban en las naves que había dentro del puerto. Un acontecimiento importante había sucedido, pero tal parecía que a nadie le afectaba.

— Ella es mi amiga; sé que vendrá pronto. Lo inquietante es que estará afuera. Allá donde los Cuatro Grandes pueden dar con ella.

— May —me detuve, aunque estorbaba en el camino de muchos jugadores que querían seguir por el sendero transitado—, no tienes de qué preocuparte. Dale un par de días para que asimile las cosas.

Ella bajó la mirada, pero la tomé delicadamente por el mentón e hice que me mirara. La muchacha se sonrojó debido a que estábamos muy cerca del otro. Le gustaba mucho que yo le inspirara esa confianza.

— Tú no te ves tan despreocupado —me confesó mientras intentaba ocultar el rubor en sus mejillas.

No sé cómo demonios sabía eso.

— Has estado sumido en tus pensamientos; lo he notado —volvió a caminar al tiempo en que le acompañaba en su lado. Mi silencio había sido testigo de que ella tenía razón.

Ambos nos detuvimos a orillas del puerto, donde un poco más allá estaba el gran muro que servía como presa para regular la catarata que había más allá de nuestra vista.

— Pasó algo cuando estuve fuera.

Ella esperó a que prosiguiera.

— Es el arco de luz —dije en voz baja— Puede que sepa dónde está. Puede que no… pero al menos… al menos tengo un indicio. Luego hablamos de ello. Por ahora debo pensar mucho en qué debo hacer.

Al voltearme para seguir en el camino invadido de gente, pude notar entre la multitud a Zinnia, que parecía confusa y sin saber adónde iba. La muchacha iba acompañada de Emerald, que al parecer le estaba dando un recorrido por el pueblo.

— ¡Oh, ahí está mi mejor amigo! —oí su voz a lo lejos, pero Zinnia le impidió que se desviara del camino y le obligó a que le siguiera mostrando los lugares de toda la fortaleza de Alain y su gremio.

La muchacha sonrió y me guiñó un ojo en señal de que me había salvado de aquel chico, y yo reí por lo bajo.

— Sí… seguro tienes muchas cosas que pensar —May frunció el ceño—. Adiós.

Antes de que pudiera contestar o detenerla, la maga se desvió del camino para perderse entre un mar de gente. No entendía por qué se había molestado. ¿Tan malo fue que le dijera sobre el Arco de Luz?


Drew

De nuevo había escapado. No quería nada ni nadie; no quería siquiera ir a ver a Solidad, pero por alguna extraña razón había llegado a la posada. Un instinto o una pequeña voz en mi inconsciente me habían susurrado que debía ir al lugar en el que estaba más cómodo. Un lugar en el que no sintiera miedo, rabia o tristeza. Un lugar en el que me sintiera completamente tranquilo.

Y estaba ahí; sentado en una mesa solitaria con un tarro de cerveza que apenas había bebido. La ventana a mi costado estaba acristalándose debido al frío de la noche.

— Ya vamos a cerrar.

Mis pensamientos torturantes habían sido interrumpidos. Solidad había lelgado hasta mi posición; tenía la mirada cansada y había estado limpiando la taberna de la posada. Era el único que quedaba en el recinto, pero no me había fijado siquiera en eso.

— Lo siento…

— ¿De qué te disculpas? —preguntó sabiendo que estaba más confundido que nunca—No tienes que disculparte por lo que sientes. Está bien sentir miedo; está bien sentirte perdido en los momentos más duros.

Suspiré. Quería tragarme palabras de desesperación y rabia; quería sacarlo todo, pero ella no era la persona correcta. Ella sólo quería alentarme.

— ¿Has hecho lo que te pedí?

Agarré el tarro de cerveza; ni siquiera tenía ganas de tomar un sorbo. Nada podía hacerlo.

— No… no comprendes —susurré enojado.

Solidad se sentó finalmente para hacerme compañía; dejó el trapo con el que limpiaba las mesas y me miro de una manera que no pude comprender. Quería evitar esos orbes tan azules a como diera lugar.

— Tienes razón; tal vez no comprenda cómo te sientes —se rindió en intentar dar palabras de ánimos—, pero no eres el único que se siente así.

Me llevé la mano al rostro. Ahí donde Cynthia había dado con su fuego; era una marca que quería quitar, pero tardaría tiempo en sanar. Una marca que había dejado no solo físicamente, sino también me había partido el alma con el miedo que transmitía su poder y autoridad.

— No, Solidad. No comprendes. Ella me tiene amenazado. Ella puede venir hasta aquí y puede matarme sin dudarlo.

— ¿Es eso a lo que le temes? ¿A la muerte?

Su pregunta era difícil de responder para un cobarde, y sin embargo, había quedado en silencio.

— No soy experta en temas de asesinatos o de quién tiene más poder que otro. No puedo decirte cuán poderosa soy en este juego, pero sí puedo decirte una cosa, Drew —la mujer me tomó de la mano; quise apartarla, pero la calidez que me envolvió fue tan poderosa que me sumí en sus ojos—: Siempre es buen momento para hacer las cosas bien.

— Hacerlas bien… —susurré y bufé por lo bajo— No sabes. Tú no sabes qué tengo que hacer bien y qué no. No sabes qué es lo correcto para mí.

— Así es. El único que sabe eso eres tú.

— Pero… —la confusión me estaba matando. No quería seguir hablando de esto, pero su mirada decía lo contrario—… ni siquiera yo lo sé. Ni siquiera tengo idea de lo que tengo que hacer.

— Entonces, ¿por qué no encuentras esa respuesta primero? Búscala dentro de ti. Siempre es buen momento para buscar y encontrar.

— No… nunca la encontraré. No puedo encontrarla.

— ¿No puedes…? ¿O no quieres? —Solidad rio sarcásticamente— ¿Es el miedo el que te impide buscar? ¿Es la falta de coraje?

Cerré los ojos. No podía seguir escuchando lo que ella decía. Era una verdad tan cruda que dolía en mi alma.

— Drew, tu miedo te ha impedido hacer lo que te pedí. Debes encontrar eso que quieres hacer pero tu mente te impide actuar con claridad. Debes aprender a perdonarte a ti mismo por el pasado y comenzar a actuar como te gustaría hacerlo. No te pido que olvides las cosas que hiciste, pero tampoco las mires con desprecio. Los errores no son malos, Drew; sirven para llegar siempre a la luz que uno quiere; sirven para poder guiar a una persona al camino correcto; sirven para cambiarla, para renovarla. ¿Quieres ser alguien mejor? ¿Quieres empezar de cero de nuevo? No podrás hacerlo si primero no tienes la convicción.

— No puedo. Mis errores… —solté su mano; me hundí entre mis brazos desesperado—… mis errores no puedo corregirlos. Hice muchas cosas malas y me uní al equipo incorrecto. Ahora sufro las consecuencias de mis actos gracias a mi ego y soberbia. ¡No puedo hacerlo, Solidad! —finalmente sentí cómo los gritos y lágrimas habían salido de mi alma como prisioneros enjaulados. Sentí pronto un abrazo que me envolvió con calor y amor.

— Sí puedes. Yo tengo fe en ti. Todos podemos cambiar.

— ¡Yo era un bravucón en la escuela, Solidad! Humillaba a los demás rebajándolos de nivel o haciéndolos sentir menos. Me sentía importante, me sentía mejor que los demás. Humillaba a un chico que ahora pienso era la única esperanza de PBO. ¡Y está muerto! Lo humillé tanto afuera como dentro del juego… sabía que no estaba bien, pero seguía haciendo las cosas con el ego como una fiel amiga. Un ego que sólo me hacía sentir como una gran persona. ¡Ahora todo esto quiero borrarlo! Ojalá no hubiera pasado, Solidad. Ojalá todos mis errores no hubieran existido para poder hacer las cosas bien…

Mis lágrimas eran muchas. Su regazo era cálido y reconfortante. Se sentía bien llorar; hacía mucho no lo hacía y menos en el hombro de alguien. Sólo había sido un prisionero con mucho dolor dentro, indispuesto a sacarlo. Ahora que lo hacía, me sentía mejor.

— Muy bien, Drew. Ahora puedes darte cuenta; has abierto los ojos hacia tu propio camino.

— No sé cuál es mi camino. ¡No tengo una dirección ni una meta! Sólo me he dedicado a resguardarme entre mi propio miedo y vivir dentro del castillo como un cobarde. ¡Sólo he sido un cobarde, nada más!

— El confesarlo es el primer paso para obtener el coraje, Drew.

— Solidad, no sé qué debo hacer. Quiero ayudar, pero estoy asustado. Mucho.

— No tiene nada de malo estar asustado —escuchaba su voz en medio de una oscuridad creada por el cerrar de mis ojos; no quería que salieran más lágrimas—. ¿Sabes? Yo también lo estaba hace tiempo. Justo cuando no pude salir del juego… mi hija me invitó a jugar; ella era todo para mí que hacía lo que podía para hacerla feliz. La adicción pronto comenzó a afectarme hasta el punto que mi esposo, Harley, lo notó. Gracias a él, pudo actuar a tiempo para evitar que mi hija siguiera jugándolo, pero yo me iba a escondidas a jugar y escondía la Virtual Console para que él no pudiera deshacerse de ella.

Hasta el día de hoy sigo sintiendo dolor; cada noche me acuesto pensando en cómo mi familia sigue sufriendo por mi partida. Deseo con todas mis fuerzas salir de aquí aunque sea un momento y decirles que todo va a estar bien y que pronto saldré del juego sana y salva. Quiero regresar con ellos y aprovechar cada minuto de mi vida a su lado; quiero jugar con mi hija en el parque y disfrutar más de la naturaleza verdadera; quiero pasar una noche más dormido al lado de Harley mientras me envuelve en sus brazos y detecto su olor peculiar. Quiero todo, pero no puedo conseguir nada de eso si sigo aquí.

Sin embargo, no soy la persona más poderosa del juego; no tengo siquiera poderes espectaculares y soy una novata que se ha dedicado a la administración de una posada humilde. ¿Qué más puedo hacer? ¿Qué queda para una mujer que no lucha en un calabozo para pasar al siguiente nivel y llegar a vencer el juego? ¿Qué queda para alguien que ha quedado sola, pero peor aún, ha abandonado a seres queridos allá afuera?

No mencioné nada. Estaba sorprendido por la historia que me había contado.

— Fe.

Una única palabra me había hecho abrir los ojos de golpe. Una palabra que había abierto las puertas de mi corazón al punto de estar dispuesto a recibir todo el coraje posible que mi convicción permitía. Una palabra que Solidad quería pasmar en mí para que pudiera encontrar mi camino y pudiera hacer las cosas que yo creía correctas. Una palabra que me inundó de esperanzas que todo este tiempo había considerado rotas y desaparecidas.

— Es lo único que puedo hacer, Drew. Poner mi fe en los jugadores que luchan en las mazmorras; poner mi fe en los beta, en los jugadores fuertes que todavía quedan. Poner mi fe en esos novatos que han hecho su nombre popular. Esos jugadores son la esperanza de PBO, sin importar cuánto tiempo han estado desaparecidos.

Me limpié las lágrimas de los ojos. Aquello me hizo finalmente observarla a los ojos. Solidad tenía la convicción más verdadera de todas; ella tenía fe en que íbamos a salir realmente de aquí.

— Ese Destello Eléctrico del que tanto hablan… Él es nuestra esperanza. Él y los demás novatos. La Novata Índigo, la Fénix Dorada… Ellos son nuestra salvación.

— Pero… Satoshi…

— Él no está muerto, muchacho —confesó— Ningún jugador muere. Nadie muere mientras su legado siga vivo.

Fueron palabras que me marcaron. Palabras que jamás olvidaría y que finalmente habían sido la gota que derramó el vaso para desbordar de todo el coraje que necesitaba.

Solidad tenía razón. Puede que Satoshi estuviera o no muerto; puede que la Novata Índigo se escondiera dentro de un lugar que nadie ha descubierto, o que este ladrón con las megapiedras hubiera hecho algo para poder debilitar a los Cuatro Grandes. No importaba qué tan grandes o pequeñas acciones tomaras para aportar a avivar la llama de la esperanza. Mientras ésta siguiera viva dentro del alma de algún jugador, siempre habría salida. Siempre habría esperanzas.

— Drew, tengo fe en ti. Creo en que harás lo correcto.

La muchacha se acercó lentamente hacia mí. Posó sus labios sobre mi frente y me envolvió en un cálido abrazo. Me sentía protegido, pero más que eso… Me sentía fuerte.

Sin decir nada me levanté del asiento y llegué hasta la salida del lugar. No pensaba pasar la noche en la posada de Solidad; ya no quería esconderme de Cynthia ni de nadie más.

Ella no preguntó adónde demonios iba; lo tenía muy en claro.

Nando y Úrsula habían sentido el día anterior una gran lástima por mí, pero ahora lo entendía todo. Ellos eran la esperanza; ellos eran los que mantenían la llama de PBO viva, porque se habían dado cuenta de qué era lo correcto para ellos. Afortunadamente para mí, había abierto los ojos hacia un camino completamente nuevo, guiado por una luz llamada coraje.

Antes del salir del lugar, miré hacia el suelo pensando en todo lo que me había dicho Solidad.

— Gracias —le dije— Ahora veo que no se necesita ser poderoso para ser fuerte.

Salí del lugar con pasos llenos de determinación. A lo lejos, pude notar cómo Solidad había dejado el letrero de "Abierto" en su lugar. Ella me esperaría tarde o temprano.


Black

Mi mirada estaba perdida. No sabía ni dónde estaba ni qué estaba haciendo, ni cómo lo estaba haciendo. Sólo escuchaba el silencio; un profundo silencio que atormentaba mi cabeza hasta más no poder.

¿Qué sentido tenía el seguir aquí si no pude proteger a la persona que amaba? Sí… White era la chica que me gustaba y a la que le había tenido un cariño especial. Ahora… ahora ya nada tenía sentido.

No tenía ni las fuerzas para moverme o salir de aquella cama. Las pociones me habían inmovilizado hace rato, pero ahora ya podía tener control voluntario de mi propio cuerpo. La enfermería estaba totalmente vacía a excepción de Shigeru, Narciso, Malva y yo. Tileo se había recuperado rápido; era alguien difícil de derrotar.

Era algo vergonzoso que la élite del gremio Equilibrio hubiese sido arrasada como si no hubiéramos sido nada. N pasó a diestra y siniestra sin la más mínima amenaza de peligro, y peor aún, había visto con mis propios ojos cómo él le había quitado la vida a White.

Giré la cabeza hacia la cama de al lado. Shigeru estaba despierto entre una oscuridad inmersa. Miraba al techo con profunda concentración.

Me sentía algo abrumado y asustado por Diantha. Había perdido los hilos de su cordura; era increíble que mañana íbamos a matar a todo sanador posible dentro de Ciudad Celestial. Algunos ya habían oído del rumor y se estaban resguardando; otros escaparon siendo fugitivos, mientras que los más valientes esperaban su irremediable destino.

Me levanté con las fuerzas que tenía; mis piernas temblaron. Sentí un dolor agudo en el abdomen y noté varias marcas de cicatrices de batalla. El aura negra que despedía de mi cuerpo había desaparecido.

— Black.

Shigeru susurró, sin dejar de mirar al techo.

— Lo sé.

Podía sentirlo. Podía apreciarlo pero había querido ser un ciego.

Me levanté apoyándome en lo que tuviera más cerca; comencé a ir hacia la salida.

— ¿Crees… crees que sea cierto? Esto que siento…

— Sin duda —me respondió— El mundo aural establece conexiones entre personas. Lo que sientes es real.

El haber caído en un estado de depresión momentánea no me había dejado ver con claridad. Una vez más calmado dentro de la enfermería, aquello se intensificaba. Lo que sentía era extraño, pero estaba seguro de que era real. Todos esos pensamientos deprimentes sólo los pensaba por ocio y negatividad; ahora, debía ponerme en marcha.

Caminé lentamente hacia los aposentos de Diantha. Me tardó un buen rato en medio de una madrugada solitaria y vigilada por todos los pueblerinos de Ciudad Celestial que estaban al margen de lo que iba a suceder mañana.

Unas grandes puertas de bronce se posaban ante mi. Las manijas en forma de un gradevoir estaban mirándome con suma curiosidad. La locura había invadido a Diantha, y tenía miedo de ello.

No toqué, pero la sanadora se había percatado ya de mi presencia.

— Pasa, Black —escuché a través de las puertas gruesas.

Las bisagras rechinaron; un viento helado erizó los bellos de mi piel. Las puertas de su balcón estaban abiertas, con ella recargándose en los barandales de piedra y mirando haci ala ciudad que tenía enfrente. La vista era hermosa: las islas esparcidas en medio de un cielo nocturno que contenían una paz inigualable después de haber caído en una tormenta endemoniada.

Diantha pensaba y miraba a todos lados de la ciudad que tenía bajo sus pies. Estaba pensando cosas que no quería imaginarme.

Me arrodillé antes de salir al balcón. Más lejos, su cama estaba totalmente intacta; no había podido dormir en todo lo que llevaba de la noche.

— ¿Qué es lo que quieres? —me preguntó bruscamente. Su voz parecía haber retomado la calma usual.

— Pido permiso para partir.

Ella estuvo en silencio durante unos segundos; poco después, sonrió de una manera que no pude comprender.

— Es amor… ¿no es así?

No respondí. Sabía que era cierto.

Finalmente se volteó, y me miró mientras yo observaba la sombra que ella proyectaba.

— Yo también siento su presencia —confesó— Si estás dispuesto a arriesgar tu vida para buscarla y traerla de vuelta, hazlo. Sólo te dejaré ir con una condición…

Esperé su respuesta.

—… Que encuentras la debilidad de N.


Red

Estaba ya frente al lugar que Yellow me había dirigido. Tragué saliva y ésta pasó lentamente en señal de nerviosismo. Intenté escuchar al otro lado del recinto algo, pero era un silencio total. La taberna era la más inhóspita y calmada que había encontrado dentro del nivel 31 del juego, yendo por varios laberintos pavimentados y callejones sin salida. Al haber entrado a la taberna, había sólo un NPC que nos recibió con calidez, y después de ello bajar cuatro pisos hacia un piso más subterráneo de lo que pensé, en el que sin duda alguna sería difícil imaginar que alguien yaciera dentro de estos aposentos.

— Es aquí.

Ya sabía que era aquí. Solo que no quería abrir la puerta. No podía aparecerme así como así sin previo aviso, después de haberlos abandonado. ¿Cuál sería su reacción? ¿Cómo me tratarían después de haberlos dejado solos? ¿Me volverían a aceptar en su grupo?

Escuché la risa particular de alguien. Ese no era un humano. ¿Por qué reían? Oí otras voces que apenas eran audibles; platicaban de algo.

— Venga, debemos entrar, Red.

Respiré hondo. Tomé la manija y la gire. La puerta se abrió lentamente. Ahí, encontré a Blue, Green, James, Jessie y Meowth.

No esperaba encontrarme al Equipo Rocket, ni mucho menos que Meowth riera como si fuera grandes amigos de Blue y Green. Todos sonreían de una manera reconfortante, como si el felino hubiese contado un chiste que hizo gracia.

Al verme, las sonrisas se borraron. Todos estaban sorprendidos por mi presencia, pero aun no podían asimilar que efectivamente yo había entrado ahí.

Les tomó unos segundos. Yellow tuvo que intervenir para que reaccionaran.

— He vuelto… —dijo tímidamente, quitándose la capucha—. Traje compañía.

— Hola… —dije nervioso. Realmente no sabía qué decir.

El silencio se prolongó. Estaba a punto de irme sin decir nada; estaba muy en claro que nadie me querría ahí de vuelta y…

Jessie y James se abalanzaron contra mí. Me envolvieron en un abrazo que no pude comprender. Las risas de ambos jugadores fueron de alivio y alegría.

— ¡Sabíamos que volverías! —dijo Jessie.

— ¡Sí! Después de que te habíamos visto hace un par de días en pueblo Colmillo, supimos que seguías con vida —confesó James— Así que avisamos a los demás, pero jamás pensaríamos que vendrías de nuevo para unirte. Espera un momento… —se dirigió a Yellow— Red va a unirse de nuevo, ¿cierto?

Yellow no sabía si asentir o no. Dependía de la aprobación unánime de todo el equipo. Tal parece que ya tenía a dos jugadores menos a las que convencer. Blue y Green aún seguían en su trance.

— ¿Qué haces aquí? —dijo Green en un tono brusco.

No sabía que responder. Realmente quería pedir perdón, pero… ¿sería suficiente con eso?

— Vine a unirme a su "party", o gremio… o sea lo que sea.

— Vaya, es un honor el que estés de vuelta —dijo de manera sarcástica. El muchacho tenía una cota de malla esmeralda combinada con guantes de cuero y unos pantalones de lino que brillaban al compás del crepúsculo entrando por la única ventana opaca del lugar.

— Escucha, he venido en mayor parte a que me disculpen. Sé que estuvo mal que los abandonara.

Blue no decía nada. Sólo se dedicaba a mirarme de una manera nostálgica pero rencorosa.

— Yellow… —Blue nombró finalmente.

— Lo siento, Blue. Yo… yo… yo me lo encontré… Lo siento.

Y en ese mismo instante, Blue se abalanzó contra mí, apartando a Jessie y James y envolviéndome de igual manera pero con un abrazo más energético que de costumbre. La muchacha de cabellos castaños se abalanzó a llorar; mi hombro empezó a humedecerse de las lágrimas de la jugadora. No entendía en gran parte qué es lo que sucedía, pero era buena señal de que me hubiesen extrañado.

— También los extrañé… —dije dándole unas palmadas en la espalda.

— Red… Pensábamos que…

— Yo pensé lo mismo de ustedes —dije al instante. En realidad, era el primer pensamiento que tenía cuando despertaba en la mañana con jaquecas por el vino. Pensé que estaban muertos.

— Lo siento, Blue. Fue un gran error el haberlos dejado ahí. Me enteré después de lo que sucedió en la guerra Celestial, y luego la considerable baja de poder de los sanadores, por lo que concluí que N había conseguido su objetivo, y… pensé… pensé que habían fallado.

— Lo hicimos —dijo Blue— Pero ha pasado un año y hemos entrenado duro.

— Yo… yo también —mentí.

La chica me dejó de abrazar.

— Bueno, entonces ¿qué dicen? ¿Revivimos los viejos tiempos? —dije entusiasmado— Aunque no entiendo qué es lo que hace el Equipo Rocket aquí… la verdad me tiene impresionado.

— Es una larga historia —rio James.

— Tengo tiempo para escucharla.

— No.

Green había negado secamente. Todos se quedaron en silencio. El muchacho estaba sentado en una esquina de la habitación. Me miró de una manera furiosa.

— No te aceptamos aquí. Lárgate.

Yellow y Blue se miraron de una manera preocupante.

— Green, por favor… —Yellow insistió.

— Yellow, él ya nos ha traicionado una vez. ¿Qué posibilidades hay de que lo vuelva a hacer? ¿Qué nos asegura que va a seguir con nosotros? Su prioridad es buscar a su hermana, y como vio que nosotros teníamos otras prioridades, se largó. Ahora regres ay dice que todo va a estar bien, que olvidemos lo sucedido en el pasado. ¿Es que ya encontraste a tu hermana? Lo dudo por la expresión en tu rostro. Así que dinos, Red, ¿por qué has vuelto realmente? ¿Qué te hizo venir aquí?

Me quedé callado. Tenía razón.

— Fueron ustedes. Su amistad… me sentía solo. Quería encontrarlos, unírmeles. Quería encontrar a mi hermana, sí; pero poco a poco mi prioridad fue cambiando y me di cuenta de que ahora tenía que proteger a las personas que en realidad estaban conmigo. No sé si mi hermana siga viva o no, pero descuidé mi presente por intentar perseguir un objetivo borroso, y por ello me quedé sin nadie. Ahora que tengo la oportunidad de volverlos a ver, quiero demostrar que cudiaré del presente y de ustedes. Quiero protegerlos con mi vida. Por favor, acéptenme.

Hubo un silencio en el que Green no dijo nada.

Quería que me perdonara. Todo lo habían hecho ya. Todos habían per-…

Sin haberlo previsto, Green se abalanzó contra mí pero de manera brusca. Su mano se posó sobre mi garganta y comenzó a ahorcarme. La fuerza con la que me empujó rompió un armario; Blue y Yellow intentaron intervenir, pero Green era más fuerte.

El muchacho me miró con unos orbes que indicaba ira y desprecio.

— Te atreves siquiera a lastimar a uno de mis amigos; te atreves siquiera a pensar en traicionarnos de nuevo… Tocas un pelo a Yellow o Blue, y te las verás conmigo ¿entendiste? No somos los muchachos débiles del pasado, y no tienes idea del nivel que tenemos. Entiendo tu poder y la espada que has intentado ocultar en tu inventario, pero tú no entiendes qué tan fuertes nos hemos vuelto. Así que quedas advertido, Red. No me importa qué tipo de persona seas, pero yo no me trago tus mentiras. Intenta hacer algo… intenta traicionarnos una vez más, o lastimar a una de ellas, y te asesino de la peor manera. ¿Entendido?

El chico me soltó. Había estado morado y con la vida por lo bajo. La manera y fuerza con la que me ahorcó me bajó la vida hasta la mitad. ¿Qué tipo de poder había adquirido?

Blue y Yellow me socorrieron; Green salió de la habitación. Jessie, James y Meowth estaban estupefactos por lo que habían visto. Bueno, al menos ya todos me habían aceptado de buena o mala manera.

— Estoy bien —dije tomando grandes bocanadas de aire. Al parecer el odio que me tenía Green sería difícil de quitar.


Skyla

Estaba ahí; a punto de hacer lo que menos quería hacer. Mi pokébola ya estaba lista para el combate. Lo más increíble de todo, no era que iba a pelear contra la jugadora con la que tenía un lazo muy fuerte, sino que no me temblaba la mano al sujetar mi pokébola con mi firmeza.

— ¡No tenemos que hacer esto, Winona! —mencioné. Mi voz era firme y decidida. No debíamos luchar; no quería crear un gran alboroto contra ella.

— Tienes razón; no aquí. Aquí sólo llamaríamos la atención de Diantha.

— Winona, ¡Ella está pérdida! ¡Los cuatro grandes lo están!

La muchacha había sacado también su pokébola; iba a pasar lo inevitable. Sin embargo, si mostraba signo de debilidad alguno, estaba dispuesta a perder cualquier tipo de esperanza, y no me iba a permitir aquello.

Maldije por lo bajo; en cuestión de segundos mi Swanna salió y apareció de manera intimidante: sabía el contexto de la situación.

Me monté en el lomo de mi Pokemon sin pensarlo y comencé a volar por encima de la isla para después descender de una manera estrepitada. Winona me siguió a lomos de su Skarmory.

El viento me heló las mejillas; la neblina pronto se hizo presente para nublarme la vista, y la oscuridad se hizo más densa. Noté la húmedad del ambiente aumentar conforme nos acercábamos más y más a nivel de un océano solitario y hambriento de presas a quién atrapar.

Sabía adónde nos dirigíamos: mi Swanna se posó en una isla desierta; varias olas desprendían su furia a orillas de la isla rocosa en la que nos encontrábamos. Una hectárea de nada más que sedimentos creados por el agua y el viento. La luz escasa de la noche iluminó la armadura de Winona, que yacía ya frente a mí dispuesta a detenerme a toda costa.

— Por favor… no me obligues a hacerlo —dijo en medio de un viento que distorsionaba las palabras.

Fruncí el ceño. Tal parecía que las palabras no eran suficientes para evitar esta batalla.

Las olas se dieron cuenta de nuestra presencia, y aumentaron su rabia al chocar contra las orillas de los acantilados; el instantáneo temblor que ocasionaban, hacían tener la sensación de que la isla se iba a derrumbar en cualquier momento.

— Como gustes. Si quieres detenerme, hazlo. ¡Estás perdida! —dije con un dolor inmerso en mis palabras.

Ambas estuvimos atentas a quién se atrevía a dar el primer paso hacia la traición de nuestra amistad. Nos mantuvimos así durante unos segundos, hasta que no pude soportar más el pensar que ella estaba cegada por una esperanza que no era nada más que falsa.

La batalla comenzó.

[VIDEO 1: Akame Ga Kill – Nanteki]

Swanna comenzó con Hidrochorro que fue directo a Skarmory; éste juntó sus alas de acero para cubrirse del ataque. Al mismo tiempo que esto pasaba, Winona sacó su arco en un abrir y cerrar de ojos y me disparó una flecha bomba que iba directo hacia mi sien. Bastó con un movimiento rápido de mi brazo para controlar el viento brusco de la zona y desviar la flecha hacia un costado. La flecha explotó pero me inmuté y seguí en mi posición. Swanna pronto causó un vendaval con sus alas y con mi ayuda ambas creamos un rango de viento controlado del que Winona y su Pokemon no pudieron salir.

Mientras el viento estaba a mi favor, comencé a correr lo más rpaído posible por la isla desierta; Winona intentó lanzar flechas a diestra siniestra que el viento eran encargadas de desviar a voluntad mía.

Al llegar a su posición, concentré una masa de aire tan densa en mi puño que dio de lleno sobre su abdomen; la mujer terminó disparada de manera tan brusca que salió de la isla gracias a la inercia del golpe; Skarmory tomó acción y la velocidad con la que rescató a su dueña fue tan rápida que ésta evitó caer en las manos del océano cazador.

A Skarmory le costó trabajo volar en medio de un tornado que Swanna estaba creando, por lo que astutamente el Pokemon usó su ataque Aligerar. El Pokemon disminuyó su peso y pronto se dejó llevar a merced del viento. Winona y Skarmory viajaban a una velocidad impresionante en círculos, haciendo que tanto mi Pokemon y yo les perdiéramos la pista. En ese momento, el bombardeo por encima de nosotros comenzó. Una docena de flechas viajaban hacia el suelo causando explosiones; una de ellas fue imposible para mi viento el desviarla, y dio de lleno contra mi cuerpo. La explosión que sentí fue tal, que mi cabeza vio varios colores y el aturdimiento que sentí me hizo salir de concentración por momentos.

EL humo se hizo presente; el fuego, también era testigo de cómo intentaba reincorporarme. El viento había dejado de estar bajo mi control al haber recibido el ataque de lleno, y esto aprovechó Winona para aproximarse y tomarme del cuello.

Suplicaba mentalmente por respiración, pero no duró mucho tiempo ya que el golpe que dio de lleno con mi vientre fue tal que escupí sangre y salí disparada unos metros hacia atrás.

Swanna me recibió en su lomo, mientras me reincorporaba de ardua manera. Ambos volamos por los aires, con la arquera siguiéndome la pista. Las alas de nuestros Pokemon chocaron como secos espadazos de acero peleando en un cielo nocturno; más choques, más desvíos. Era una danza destelleante en el aire, hasta que decidí caer de mi Swanna con las cuatro extremidades libres.

Al estar cayendo, Winona aprovechó esto para lanzar una flecha bomba que iba directo hacia mi sien. Esta flecha se dividió en tres al ir en su trayectoria, por lo que sería más difícil de esquivar. Sin embargo, cerré los ojos y concentré mi magia de aire en la trayectoria de la flecha. Al abrirlos y hacer unas maniobras con las manos, devolvió sus flechas hacia su posición. Skarmory sirvió como escudo con sus alas resistentes, pero una de ellas se coló y dio de lleno en Winona, que comenzó a caer desprendiendo humo de su cuerpo. Swanna aprovechó la distracción de Skarmory y lo embistió para que se alejara del rescate de su dueña.

Winona abrió los ojos, pero una masa densa de aire ya iba hacia su rostro. La muchacha intentó reaccionar cubriéndose con los brazos, pero sólo sirvió para que en vez de caer de manera vertical hacia la isla rocosa, se desviara su trayectoria hacia el océano. Winona cayó ahí y las olas se alimentaron finalmente de una presa.

Ni siquiera me detuve en la isla y le seguí a pista hundiéndome dentro de una burbuja de aire que había formado a mi alrededor. La muchacha estaba aturdida, en medio de la oscuridad y el flujo no uniforme del agua; la arquera sintió mi presencia e intentó salir en busca de protección y oxígeno, pero yo era más rápida: la tomé del vientre y la seguí hundiendo, mientras ambas sentíamos la presión del océano aumentando en nuestros cuerpos. Winona comenzó a toser, a falta de oxígeno. Su cabeza comenzó a sentir la presión, al igual que mi burbuja de aire. Cien, doscientos metros, trescientos. La superficie del océano siquiera ya se veía, y ahora las corrientes por debajo nos desviaban y nos volvían a atraer desordenadamente, pero mi objetivo era claro.

Sin haberlo previsto, Winona agarró de su carcaj una flecha que introdujo en mi burbuja de aire y se prendió con el mínimo oxígeno que había dentro. La flecha explotó sin importarle que ambas recibiéramos el daño de la explosión. Sentí un gran dolor en todo mi cuerpo mientras salía disparada. Ahora, ambas habíamos quedado aturdidas y con el aire siendo suplicado por nuestros pulmones.

Como si hubiésemos llamado a nuestros Pokemon, ambos se introdujeron difícilmente en un mar salvaje y llegaron hasta nuestro nivel para sacarnos a la superficie. De pronto, comencé a ascender por el paisaje hasta estar a diez mil pies por encima del nivel del mar; Winona ya tenía su ojo puesto en mí, con dos flechas lanzadas tanto por la izquierda como por la derecha. Ambas fueron detenidas por un escudo de aire que detuvieron su velocidad, pero explotaron en medio de mi posición y me envolvieron en un fuego que afortunadamente fui capaz de revertir con una magia avanzada. Mi concentración había sido tal y la experiencia que tenía con la magia de viento eran tan avanzadas, que pude finalmente lograr un proceso de combustión en donde podía anular las explosiones.

Sonreí levemente, pero no eran buenas noticias. No quería lastimar a mi amiga o ponerla en desventaja. Siquiera quería seguir con esta batalla, pero era cuestión de vida o muerte. Era luchar por mis objetivos o sucumbir en ellos; era fuerza o debilidad.

[VIDEO 2: Inception Soundtrack – Dream is Collapsing]

Swanna se detuvo en el ascenso. Skarmory de igual manera se niveló hasta nuestra altura, y ambas nos quedamos mirando durante un buen rato. Las dos exigíamos por más oxígeno; las energías que habíamos gastado y el HP eran ya considerables, a pesar de que hace poco N había gastado también parte de nuestras energías al batallar contra él.

— ¡Lo siento, Skyla! —oí su voz; era más un lamento que nada. Parecía que estuviese llorando.

El viento distorsionó sus palabras, pero no las lágrimas que se perdieron en medio del mar pronto, agarró el arco con más fuerza y de ahí sacó una flecha extraña. No era una flecha bomba común y corriente. Abrí los ojos de golpe; sabía de lo que se trataba y recordé las palabras que Winona había mencionado hace mucho.

"— He querido volverme más fuerte— decía— Y por eso fabriqué una flecha fuera de lo ordinario. Una flecha que será capaz incluso de matar al jugador más poderoso."

— No…

— ¡Es mi deber, Skyla! —las lágrimas pronto dejaron de ser presas de aquellos ojos púrpuras. Su cabello agitado y húmedo le cubría la mayoría del rostro.

— ¡Winona, no lo hagas!

— ¡Es mi deber como jugadora del Gremio Equilibrio detenerte! ¡No puedo dejarte ir, y lo sabes! ¡No puedo dejar que traiciones a Diantha!

— Winona ¡NO! ¡NO LO HAGAS! ¡ESTAS EN DESVENTAJA!

— ¡¿Desventaja yo?! ¡Skyla, por favor! ¡No me hagas usar esta flecha!

"— ¿Qué tipo de flecha has fabricado? —cuestionaba sorprendida. Era increíble que Winona se dedicara a los explosivos de una manera tan apasionada y extraordinaria.

— Una flecha con la potencia de explosión de mil de ellas. Gastará todo mi HP, pero ni siquiera el escudo más resistente, ni el escudo de hueso dragón de Lance podrían soportarlo."

— Winona… por favor… —esto ya era más un susurro hacia mi mente; no quería que lo hiciera.

— No importa si fallo; haré que explote —la muchacha tensó su arco; la flecha ya estaba encendida de la mecha que habitaba en la punta de la flecha, a pesar de que su carcaj estaba húmedo. Su HP había encendido lo que era el fin de la batalla—. ¡Pudiste haber dicho que no! ¡PUDISTE REGRESAR Y HACER OCMO SI NADA HUBIESE PASADO! ¡PUDISTE QUEDARTE AQUÍ Y EVITAR EL CAOS! ¡PUDISTE HABERTE SALVADO! ¿Crees que soy estúpida? ¿Crees que no sé que fuiste tú la responsable en parte de que nos robaran las megapiedras? ¡LO SÉ, SKYLA! ¡Y no dije nada a Diantha! ¡Te conozco y eres mi amiga, pero has traicionado mi confianza! ¡ME HAS TRAICIONADO A MÍ Y AL GREMIO, Y POR ESO DEBERÉ HACER LO QUE ES JUSTO!

— Por favor… No lo hagas…

— ¡Adiós, Skyla!

— No…

Y en ese momento, la flecha se destensó.

Viajó a una velocidad increíble; a pesar del viento potente que estaba presente en el cielo, la flecha siguió su trayectoria hacia mi. La mecha con cada milisegundo que pasaba estaba a punto de liberar una energía de más de mil explosiones juntas, ocasionando una explosión de cantidades colosales. Sabía ella que iba a recibir daño, pero no tanto del como yo iba a recibir a unos cientos de metros alejada de ella. Sabía, que a pesar del gran rango que abarcaba la explosión, era su ultimátum para detener una batalla dolorosa física y mentalmente. Sabía todo eso; sin embargo, eran sólo suposiciones, porque estaba en una ventaja inminente.

Cerré los ojos y me concentré como no lo había hecho jamás. El viento se detuvo en un instante. Bastó con un solo momento; bastó con el detenerse del tiempo y de todo el clima para que al abrir los ojos notara la flecha a milímetros de mi rostro. Bastó con la iluminación de la pequeña mecha para que fuera capaz de cerrar las manos con gran fuerza y control.

La explosión ocurrió, pero al mismo tiempo el viento fue vigía de mi protección y una capa de grandes cantidades densas de aire se colocaron como pared para protegerme. Un muro totalmente dividiendo a la explosión y a mí. El oxígeno se consumía gracias a que el aire devoraba todo el oxígeno que pasaba a través del muro. Una explosión que se elevó varios metros e incluso no pude escuchar siquiera debido a que las ondas de sonido también eran devoradas por la capa protectora que había creado. Un muro, que sólo fue testigo de cómo todo se iluminaba de un fuego abrazador que calentó mi rostro y cegó mis pupilas.

[VIDEO 3: Hans Zimmer – Oogway Ascends Kung Fu Panda]

Todo había terminado. El humo se hizo presente y los tóxicos de la explosión se elevaron más allá de lo que mi vista era capaz de ver. Deshice el muro de aire y Swanna no dudó ni un instante en ir a socorrer a Winona, que caía inconsciente varios metros hacia el océano.

Antes de que su cuerpo diera contra la dura superficie líquida, Swanna se aferró a sus ropajes con sus garras y fuimos hacia arriba esta vez. Cada vez ascendíamos más y más, hasta que las islas de nuevo se hacían presentes, y mis lágrimas eran iluminadas por una luna que parecía haberse asomado con el llamado de una explosión que ni pudo escucharse en Ciudad Celestial.

Mi Swanna era hábil, silenciosa y como una sombra a través del cielo a pesar de su tamaño; sin dudarlo ni un momento, fuimos a la isla más grande hecha ruinas debido al ataque de N. Ahí, me dirigí hacia la enfermería para que atendieran a Winona lo más rápido posible. Swanna aterrizó encima del tejado de una edificación, mientras depositaba su cuerpo levemente sobre mis brazos y bajaba con habilidad y destreza deslizándome por las rasillas de mármol. Me colé afortunadamente por una ventana que había estado abierto y por donde mi más grande y fiel amiga, el viento, entraba sin importarle nada.

La coloqué en una cama; sus heridas eran graves. Había mechones de cabello que habían sido calcinados por la explosión, mientras graves quemaduras de segundo grado estaban expuestas a través de una cota de malla aligerada y aerodinámica que ella mismo había fabricado. El olor chamuscado me hacía sentir culpable por todo, pero no debía de cargar con toda la culpa; esto no era ni mía ni su culpa. Cada quién hacía lo que le correspondía hacer, y ella honorablemente quería detener a su más grande amiga de hacer locuras. No obstante, la locura de traicionar a Diantha era lo mejor que podía hacer para salir de este oscuro ciclo.

— Lo siento, Winona —dije aún con lágrimas en las mejillas. Tal vez me hacía la fuerte al ver a mi amiga a punto de morir si no recibía la ayuda necesaria, pero en el fondo me dolía hacer esto.

Tuve la oportunidad de matarla, pero no sería capaz de ello.

Le di una última mirada nostálgica, y quise colarme de nuevo por la ventana, pero la voz de alguien me detuvo.

— ¿Nos dejas tan pronto?

Era Shigeru; era el único despierto del alto mando que había sido herido por N.

Suspiré. No quería que nadie viera esta escena, y sin embargo, ya era muy tarde.

— ¿Qué ha pasado? —preguntó, más curioso que sorprendido.

— Nada.

Shigeru se quedó en silencio. Era un hombre de pocas palabras, pero tal vez el más sabio y discreto de todo el grupo.

— ¿Por qué no terminaste con ella? —su pregunta no me impresionó en lo absoluto— ¿Por qué no la has asesinado?

Cerré los ojos de furia.

—No hagas preguntas a las que conoces la respuesta, Shigeru.

El muchacho seguía inmóvil viendo hacia el techo. Parecía estar más débil que de costumbre, y lo entendía por ser él un sanador.

— Hay preguntas que a veces es necesario escuchar explícitamente para poder abrirnos los ojos.

— Ya he abierto los ojos desde hace tiempo —mencioné con insistencia, pero me inmuté unos segundos…— No entiendo. No sé qué sea la confianza ahora: si una amiga o enemiga.

El muchacho se quedó callado.

— A veces… —continué—… uno es obligado a hacer cosas que no quiere para que la confianza con las personas correctas sea importante… incluso… incluso si es necesario asesinar a tu mejor amigo.

— ¿Entonces?

— ¿Qué?

— ¿Por qué no la has asesinado?

La pregunta era difícil de responder.

— Uno nunca sabe si esas acciones son las necesarias para salvar al mundo. Uno nunca sabe qué es lo que pueda pasar ni lo que puedo llegar a hacer para impartir justicia —mis lágrimas no se detenían; mi voz era cortante.

— Te entiendo —dijo pensativamente, y finalmente me dedicó una mirada.

Sabía a lo que se refería; incluso… sabía en la situación que estaba. Una mirada valía más que todas las respuestas y preguntas que había hecho y haría. Entendía incluso en lo que estaba metido.

— La justicia, un concepto difícil de explicar. Pero, si tienes en claro lo que debes hacer, no hay nada que temer, Skyla. Si tienes claro un objetivo y vas en buen camino, serás recompensada por todo lo malo de lo que te arrepientes de hacer. Creeme.

— ¿Y tú…? —pregunté sin soportar ver a Winona herida—…¿Ya has sido recompensado?

— Ya lo veremos, Skyla. Ahora, ve. Cumple con tu deber. Mientras haya fe en la oscuridad, habrá una luz que aparecerá cuando menos te esperas.


¿?

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Oscuridad.

Eso fue lo primero que mis pensamientos percibieron.

Oscuridad; la nada; la soledad.

No pensé en nada más. Ni siquiera sabía si aquellos pensamientos eran conscientes, porque no contenían ni un atisbo de sentimentalismo o raciocinio.

De pronto, no sé en qué momento pasó, pero vi un pixel recorrer ese flujo de una oscuridad eterna. No… dos pixeles; tres, diez.

Pronto, en cuestión de segundos los pixeles se abalanzaron contra el ambiente como una plaga que intentaba cubrir todos los espacios posibles. Pixeles por doquier que pronto comenzaban a materializarse hasta tomar forma de algo que no podía ver con claridad.

Los pensamientos ahora tenían consciencia y razón; había recordado todo lo que había pasado hace unos momentos; había estado consciente de los últimos susurros que escuché hace un par de minutos; había estado sangrando del viente, pero al llevarme mis manos al abdomen, no había herida alguna. Había muerto hace poco, pero ahora estaba más que viva.

Los pixeles se materializaron por completo: un palacio real estaba frente a mí con miles de persona alborotadas y haciendo un bullicio hacia el balcón principal del palacio.

Todo era instantáneo y difícil de procesar. Muchas escaleras que llevaban a un palacio de estilo antiguo y barroco. En el centro de la explanada, un templo más colorido que el mismo palacio y todas las personas alrededor de la explanada; yo estaba justo en las escaleras que daban al balcón más alto del palacio, y la gente me veía de una manera que no podía comprender.

Subí un escalón, y subí otro, pero de pronto la gente comenzó a gritar un nombre.

Un nombre que conocía bien; un nombre que al voltear hacia el balcón, su presencia se hizo presentar y todos se arrodillaron alabándolo y rindiéndole la pleitesía que tanto pedía.

— Bienvenida a tu nuevo hogar… a tu nuevo mundo.

Subí las escaleras para acercarme más a él, mientras me tendía una mano para darme seguridad. La gente seguía gritando su nombre; la gente alzaba los brazos y volvía a posarlos sobre el suelo.

— ¿Ves esto? Pronto, más personas se arrodillarán ante mí; pronto todo Pokemon Battle Online será mi mundo… tú mundo…

Su nombre se alzaba por los cielos. Ese nombre que ahora estaba rodeado de un aura blanquecina y cegadora; ese nombre que ahora, tenía todo el poder del mundo y miles de personas o NPC bajo su control. Esa persona, que había destrozado Ciudad Celestial en un abrir y cerrar de ojos.

—… Nuestro mundo, White —finalizó, disfrutando el cómo el nombre de N se alzaba por los cielos produciendo un eco interminable.


Próximo capítulo: Coraje