Hola... sí, sé que ha pasado mucho tiempo. La verdad ya no espero algún tipo de review o mucho menos. La historia ha sido larga y difícil y sé que un se olvida del fic cuando su autor postea irregularmente como yo lo he hecho. Algunos ya no la recuerdan y no les pido que vuelvan a leer la historia debido a lo extenso que es ésta.
Han pasado muchas cosas con mi vida personal que me han impedido postear con regularidad, y más escribir los capítulos. Ahora tengo tiempo libre porque... bueno, se supone que no debo decirles esto pero abandoné la carrera porque no fue de mi agrado. Ha sido una época difícil en la que he estado tratando de encontrarme. Cambiaré de carrera pero en el tiempo libre que tengo estoy escribiendo esta historia que no me gusta dejar inconclusa.
Este tiempo ausente me he dado cuenta de que lo más importante es que debo ser feliz conmigo mismo. El haber vuelto a escribir este fic, especialmente este capítulo, me ha recordado cuánto amo y amaba escribir por mi propio placer y no el de los demás. Es por eso, que no espero ya que alguien siga el fic o lo abandone porque ya no recuerda no tiene el hilo de la historia. Simplemente lo hago porque el seguir con la historia es un placer para mí y sólo para mí. El terminarla significará un objetivo personal que quiero cumplir, y quien quiera seguirme en el camino es bienvenido.
Sólo quiero agradecerles a todos y cada uno de ustedes. Haré un mayor esfuerzo por volver a las andadas del fic a pesar de todos los problemas personales que he tenido. Muchas gracias, y dejaré de postear un momento estas introducciones personales y sólo me dedicaré a ir de lleno a los capítulos. Espero puedan entender y bueno... cada viernes (espero) postearé un capítulo nuevo.
Este particularmente me ha gustado mucho ya que aquí comienza lo que pasó con Serena después de que estuvo un tiempo desaparecida. AL FIN LO CONTARÉ.
Muchas gracias y ánimo.
VIDEO 1: [The Lord of the Rings: The Return of the King Soundtrack – 11. Shelob's Lair]
VIDEO 2: [One Piece sad ost – The Time of Promise [Extended Version]]
VIDEO 3: [Sword Art Online OST Extended vol. 1 In Your Past]
VIDEO 4: [Pokémon Z: Gym Leader Battle Music [Prediction]]
Capítulo 104
El pasado de Serena parte I: El Equipo Squirtle
[…]
La lluvia azotaba fuertemente. Dentro del castillo del Gremio Diamante y Perla, dichos miembros se encontraban en una situación muy tensa presenciando cómo Satoshi intentaba explicarme algo inaudito. ¿Situación tensa…? Sí, porque me había enterado que el Destello Eléctrico había matado a Ritchie.
— Serena…—Ash nombró sin saber qué decir.
— Sé que no conociste a Ritchie, pero él tenía un sueño ¿sabes? Él quería salvar a todos, sin ninguna unidad secreta ni mucho menos. Él quería que todos se enteraran de que él iba a salvar al juego. ¡Pero ahora está muerto! —dije con un tono alterado y triste.
Ash se quedó en silencio; no sabía cómo reaccionar.
— ¿Y por qué murió? ¡Porque ese maldito Gremio Rocket lo mató! ¡Sé que Mirto fue el que lo hizo! ¡Sé que él lo mató, pero no sé por qué! ¡No sé por qué mato a todos, si al único que debía de matarte era a ti! —confesé con rabia.
— Serena… Mirto… Mirto… no mató a Ritchie.
— ¿Ah, no? ¿Entonces quién? —Yo seguía molesta, y esperé una respuesta, pero el azabache se inmutó de nuevo.
No pude soportarlo. Comencé a salir por la puerta, dejando a Ash en un ridículo con los miembros del gremio Diamante y Perla.
— Serena —nombró, y me quedé paralizada en la puerta— Yo maté a Ritchie.
Los segundos pasaron, y yo seguía ahí, sin siquiera mover un músculo. Sin embargo, poco después, salí huyendo del lugar. Caminé por los pasadizos oscuros del castillo, y con las lágrimas de dolor sobre mi rostro. Estaba harta de todo; de este juego, de Ash, de las mentiras y de ser débil ante situaciones así. Hubiese preferido estar muerta, y era por ello que debía huir para no volver a ver el rostro de ese mentiroso, nunca más. Oía el correr de unos pasos a zancadas que intentaban alcanzarme, pero yo quería huir. A un lugar incierto, pero alejándome de él y sus mentiras. Un rayo se hizo presente en medio de la oscuridad de lo que parecía ser el lobby. Abrí una pequeña puerta que daba la salida hacia la bahía y de pronto sentí la suavidad y humedad de la arena sobre mis botas. Corrí por la arena, y Ash venía detrás de mí, pero aún seguía herido por la batalla reciente con Mirto, por lo que le saqué ventaja y me seguí alejando. Las gotas de lluvia fueron de repente más bruscas, y poco a poco el aire era reemplazado por agua que caía con dolor en cualquier lugar de mi cuerpo. El mar que había estado tranquilo, comenzó a inquietarse debido a la tormenta que se avecinaba. Sin darme cuenta, subí por el gran barranco que daba al faro que iluminaba el ambiente tormentoso en vano. Al final del barranco, el faro se alzaba imponente, y el camino desapareció, para dar lugar a un gran abismo en donde lo único que había al final eran rocas hambrientas, llenas de espuma y olas devastadoras. Sin razonarlo, intenté abrir el menú de mi juego, pero Ash me alcanzó y sujetó del brazo con fuerza. Las lágrimas me cubrían el rostro; mis mechones color miel comenzaron a humedecerse y pronto todos mis atuendos, al igual que los de él.
— Serena… No. No lo hagas.
— ¡Aléjate! —Grité enfurecida— ¡Aléjate de mí!
— ¡Lo siento! ¡Siento no haberte dicho eso! Pero… pero no sabía cómo decirlo. ¡No sabía!
— ¡Eso no me importa! Lo que me enoja no es que me lo hayas ocultado a mí, sino a los demás. ¡No pudiste decirles a los demás que lo mataste! ¡¿Y aun así te uniste al gremio, a pesar de que sabías que habías matado a uno de ellos?! ¡Ellos te dieron su confianza, Ash! ¡Yo te di la mía! ¡Y todo este tiempo no ha servido de nada!
— Lo sé. Me equivoqué. ¡Me equivoqué y me arrepiento de ello! Pero no es como tú crees, Serena. No maté a Ritchie a propósito; él no…
— ¡Aléjate! —repetí.
— No te vayas… —el nudo en su garganta le impedía hablar con solidez— No quiero que te pase nada… No quiero que mueras. Yo… yo te amo.
— ¡Que te alejes! —Insistí— No me importa si me amas o no. Tú… tú eres un asesino.
Aquello fue como una acuchillada para el corazón de Ash, pero era cierto. Cada palabra que decía era cierta como aguja filosa que lastimaba su ser.
— Pensé que eras diferente. Pensé que eras distinto a cualquier otro hombre, pero veo que no es así. ¡Todos son unos mentirosos!
— Serena, por favor —me agarró la mano, pero traté de zafarme.
— ¡Pensé que me había enamorado de ti, pero no es así! Ash… —fruncí el ceño de tristeza, y cerré los ojos para volver a llorar — Perdón, Ash. Perdón por decirte esto, pero… pero… —ahora parecía más una confesión de mi parte, que un perdón por parte de él— Nunca me enamoré de ti. Lo siento. Sólo… ¡sólo que me recuerdas a Kalm! Sin embargo, me di cuenta de que ambos eran muy diferentes… e inclusive me comenzaste a gustar más que él. Pero… pero siento que no es lo correcto. Siento que abandonaría a Kalm si me enamoraba de alguien más. Ash… lo lamento.
El azabache se quedó en silencio. Ciertamente el único que jugaba aquí con mis sentimientos era él.
— Y cuando finalmente estuve a punto de lograr olvidarlo; cuando finalmente tú me comenzabas a gustar más que Kalm, me doy cuenta de que me has estado engañando todo este tiempo no sólo a mí, sino al Gremio Novato.
— Serena —era lo único que podía decir.
— Además, ambos sabemos que soy una carga para ti. Lo mejor será… será irme.
— No… por favor. No te vayas ¿A dónde irás? —me insistió, pero me se zafé de sus manos, y abrí el menú de mi juego.
— No lo sé. A algún lugar de PBO donde no te estorbe... No lo sé —susurré— Adiós, Ash.
Me despedí con una mirada llorosa. Una mirada que Ash no supo interpretar con certeza, pero era una mirada arrepentida, decepcionada y lo peor de todo… triste.
Me arrodillé en el suelo, y clavé mis uñas sobre la tierra húmeda del gran barranco. La luz del faro me iluminaba poco, pero podía ver mi sombra cada que la luz me abrazaba. Las lágrimas comenzaron a caer, pero de un instante a otro, cuando abrí los ojos, la luz iluminó a otra sombra. Una silueta se encontraba detrás de mí.
— Qué emotivo… Me harás llorar —era una voz fría, seca y llena de misterio. Conocía esa voz… en algún lado la había escuchado. El corazón me palpitó rápidamente, y sabía que estaba en peligro inminente.
Sabía que era Cynthia, pero yo ya había dado un paso al frente; perdí el equilibrio y sentí el vació sobre mí como una vieja amiga. Comencé a caer alejándome del barranco y acercándome hacia el océano. Los gritos de Satoshi eran aún audibles, y la risa de Cynthia había sido misteriosa pero divertida de ver cómo caía hacia una muerte inminente.
Sin embargo, quise ser rápida en el acto. Abrí el menú de mi juego, localicé el mapa de un nivel aleatorio y me teletransporté hacia cualquier otro lugar antes de que tocara la superficie de un mar agitado.
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Aparecí en un bosque de coníferas inundado de oscuridad, luz de luna y un frío tan abrazador como mi soledad. Aterricé bruscamente en un colchón de hojas húmedas y lodo, ensuciando mi cuerpo y cuanto más podía, provocando que el agua adherida a mí gracias a la lluvia fuera más difícil de quitar. Mis cabellos color miel largos ahora eran trenzas de lodo que cubrían mi rostro empapados de lágrimas y lamentos. Mi respiración era agitada y no pensaba en otra cosa más que huir. ¿Adónde? No tenía idea, pero las fuerzas recobraron mi aliento para poder levantarme y huir.
Huir… huir… huir…
No sabía si en realidad estaba huyendo de mis propios problemas, del mismo juego virtual, de la realidad o de mis estúpidos sentimientos. Todo había sido tan rápido y confuso, y todo había venido como un golpe de agua fría, que no lograba asimilar nada de lo que Satoshi me había confesado.
¡Él había sido el responsable de la muerte de Ritchie! No entendía ni la razón, ni el cómo lo hizo, pero no podía ni imaginarme el rostro de Satoshi al ver cómo mataba a un inocente. ¿Es que… es que él mataba a los novatos? ¿Lo mató por accidente? ¿Por qué lo había mantenido en secreto incluso después de haber estado nosotros dos solos en confianza dentro de una cueva y habernos besado bajo la luz de varios Volbeat, Illumise y un Charmander? ¿Por qué pasaba esto? Las preguntas comenzaron a bombardearme de manera precipitada y brusca, atormentando más la manera en cómo me sentía.
Súbitamente, tropecé con la rama gruesa de un árbol y caí de bruces sobre el suelo húmedo. Clavé los dedos en la profundidad de las hojas, y los gemidos comenzaron a ser prolongados y constantes en un bosque tan solitario que tenía la certeza de que nadie me estaba escuchando.
Entonces Shaymin y Fennekin salieron instintivamente de sus pokébolas, y al verme en aquel estado, no dudaron en intentar levantarme. No pudieron aguantar mi peso, por lo que se dedicaron a acurrucarse a ambos costados cada uno y acompañarme en mi tristeza. Lo último que recuerdo antes de cansarme de tanto llorar fue que tuve que buscar refugio para pasar una larga noche.
Mis vagos recuerdos me llevaban constantemente a despertar de golpe y recordar lo que había pasado. Poco a poco pensaba que era más reconfortante el dormir porque me alejaba de la "realidad" en la que estaba atrapada, pero hasta en sueños aparecía la imagen de Satoshi matando a Ritchie, y el Gremio Novato siendo asesinado por Mirto mientras Ash veía la escena sabiendo lo que había hecho. Una imagen constante que tanto en sueños como despierta llegaban a mi cabeza para recordarme lo débil e indefensa que era dentro de un juego del cual no se tenía escapatoria alguna. ¿Para qué volverse fuerte? ¿Para qué luchar por tus ideales? ¿Para qué intentar pasar un juego de cien niveles donde apenas y podías salvar tu propio pellejo si bien te iba? Pensé que los lazos que había tenido a lo largo del juego me habían sentido protegida y capaz de luchar cada día para aumentar de nivel, pero ahora más que nunca me daba cuenta de que los lazos de amistad no sirven de nada; sólo te atan, te encariñan, te hacen feliz momentáneamente, para después ver cómo se rompen y desaparecen sin que puedas hacer nada al respecto.
El calor de mi Fennekin me hacía sentirme tranquila y la respiración profunda de Shaymin sobre mi regazo me tenían esperando a que ambos pudiesen despertar completamente. Mis dos Pokemon ahora eran mis únicos amigos, y aunque eran criaturas virtuales, me hacían compañía en un momento confuso de mi vida. ¿Es que acaso dichas criaturas podían sentir en verdad cómo te encontrabas? ¿Podían saber qué decía y gritaba tu corazón? No lo sé, pero estaba segura de que ambos tenían en cuenta mi persona.
El bosque de coníferas ya era un lugar un tanto peligroso a la luz del alba, y de cuando en cuando escuchaba pisadas a lo lejos mientras me refugiaba debajo de la saliente de un pequeño barranco cubierto por cortinas de ramas que se entrelazaban entre sí y caían para cubrir mi presencia. Mis dos Pokemon despertaron, y sabían que era momento de huir de aquel nivel.
Y así estuve vagando por cualquier nivel, sin que nadie supiera de mí. Mi lista de amigos ya estaba totalmente vacía, así que nadie podía localizarme. Mi aislamiento de las zonas pobladas era necesario porque ya no quería nada de nadie, ni amistades, ni romances, ni siquiera dirigirle la palabra a alguien. No quería formar lazos de ningún tipo y eso me hacía bien. Era lo mejor para todos y supongo que era lo mejor en PBO para cualquiera.
Por mi parte, había decidido que tenía que esperar a que los demás pasaran el juego y me librara de esta realidad virtual. No podía arriesgarme a que me asesinaran porque mi madre me estaba esperando allá afuera, y debía de mantenerme íntegra y viva para que ella pudiese ver cómo regresaba a casa sana y salva mientras probaba los alimentos que ya me tenía preparados. Dicho todo esto, mi nueva meta había sido vagar sin rumbo alguno, lejos de la sociedad y aguardar en lugares ocultos… bosques, selvas, estepas, playas desiertas, montañas y cualquier tipo de paisaje aislado. Si era afortunada, encontraba bayas y frutas cerca de las llanuras y valles; bebía agua de algún río y mataba a algunos Pokemon débiles para obtener premios tales como "túnicas de novato" que me protegían del río, "pantalones holgados" que eran reconfortantes en noches heladas y "botas de cuero desgastado", que mis pies agradecían eternamente después de largas caminatas sin rumbo alguno.
Aquella vida comenzaba a gustarme. Aislada de cualquier tipo de trato, sin muchos Pokemon peligrosos en mi camino evitando dichas zonas riesgosas, acompañada de mis dos Pokemon amigos y en soledad disfrutando de los paisajes. Así pasaron dos semanas donde sólo me dedicaba a alejarme de mí misma y de los demás, intentando sobrevivir a como diera lugar y con los pies puestos en la tierra. Ni siquiera me importaba ya lo que sucediera con Satoshi; si Cynthia había atacado con éxito el gremio de Dawn o si cualquier persona estaba en mi búsqueda. Nada de eso importaba ya; lo único que quería era volver con mi madre y llevar mi vida normal donde la atracción de los chicos por mí era habitual y la popularidad en la escuela me era común. Quería… quería volver a mi vida antigua.
— Fennekin, Shaymin, conmigo —les indiqué a mis Pokemon para que se acercaran. En ningún momento quería que se alejaran o algo les iba a pasar. Ambas criaturas se aproximaron a mis costados y entonces me trasladé hacia otro nivel del juego aleatoriamente.
VIDEO 1: [The Lord of the Rings: The Return of the King Soundtrack – 11. Shelob's Lair]
En el momento que aparecí en un lugar muy oscuro, sentí que la pendiente del suelo no era estable. Shaymin, Fennkin y yo comenzamos a descender estrepitosamente por una pendiente de rocas y hojas secas; sentí golpes en muchas partes del cuerpo, oí los gritos de mis Pokemon desesperados por sujetarse de algo para evitar el seguir cayendo. Descendimos más y más en un ambiente desconocido para mí, con la luz del sol virtual desapareciendo por encima de nosotros.
Súbitamente paré de golpe; sin embargo, esta vez ya no me encontraba sobre alguna pendiente vertiginosa ni mucho menos un suelo qué pisar. Mi cuerpo golpeado por la gravedad de la caída estaba reposando sobre una suave y acolchonada telaraña pegajosa que comenzó a teñirse de carmesí gracias al golpe que había sufrido mi frente.
— Sh-shaymin… —mi vista estaba borrosa, pero pude notar a mi Pokemon intentando luchar en contra de las redes pegajosas de la misteriosa telaraña.
Con las fuerzas posibles que tenía, intenté despegar mi brazo izquierdo de aquella red, y abrí el menú de mi juego para sacar una pokébola. Con mucho esfuerzo regresé a mi Pokemon a su pokébola para que estuviese seguro y a salvo, pero aún me faltaba saber dónde se encontraba Fennekin.
Con mi brazo izquierdo libre, quise hacer algún tipo de esfuerzo para poder despegar mi cuerpo entero; sin éxito alguno, recorrí con mi mirada el lugar que no era más que un sitio oscuro donde apenas podía vislumbrarse la telaraña blanquecina rodeada de una oscuridad plena… ¿O es que aquella oscuridad era absoluta? Entonces… ¿por qué pude haber visto a mi Shaymin?
Me di cuenta de que una pequeña fuente de luz brillante había estado iluminando la telaraña y alejaba un tanto la oscuridad. Mi vista finalmente dio con una pequeña piedra brillante más por debajo de mí, donde había otra capa de telaraña.
Dos capas más abajo, Fennekin gemía de dolor debido a golpes que sufrió con la caída, así como por desesperación de librarse de la telaraña.
— ¡Fennekin! —el Pokemon escuchó mi llamado, pero así también lo hizo el causante de aquella telaraña.
Alejado varios metros más, al mismo nivel de la telaraña de Fennekin, un Galvántula con dos órbitas brillantes púrpuras y cuatro pequeños puntos como luces en su frente miraron de manera amenazante la carnada que tenía atrapada. Sabía que debía actuar enseguida, o mi Pokemon iba a ser devorado por aquel Pokemon salvaje.
Intenté zafarme como pude, pero me era imposible. Había escuchado rumores de que, si caías en trampas de cualquier Pokemon salvaje, y tu Pokemon era devorado o asesinado, éste no podría resucitar jamás. Debía hacer algo al respecto, o Fennekin moriría sin regresar a mi lado. No iba a permitirlo.
El Galvántula comenzó a avanzar lentamente hacia la posición de Fennekin, y sus chances de sobrevivir comenzaban a ser nulas. Mi brazo derecho no podía zafarse, y debía ir dos niveles más abajo para poder salvar a mi Pokemon.
Miré hacia la piedra brillante que ahuyentaba la oscuridad. Su brillo y su posición provenían de un nivel más abajo y por alguna instintiva razón debía ir hacia ella para poder tener algún arma con la cual combatir al arácnido.
Sin mucho tiempo para pensar, con la mano libre que tenía abrí el menú de mi juego y elegí la opción de sacar un pequeño cuchillo de madera rústico, y hábilmente corté la telaraña que me tenía preso. Caí un nivel más hacia abajo, ahí donde la piedra se encontraba; con ayuda de mi caída por la gravedad, la telaraña se hundió y la piedra brillante se movió algunos centímetros hacia mi posición, que fueron suficientes para poder tomarla entre mis manos ahora ya libres. La piedra era un tanto filosa de sus puntas, y entonces corté el siguiente nivel de telaraña lo cual me ayudó para caer en el siguiente nivel. Galvántula ya estaba a metros de Fennekin, que gemía en busca de ayuda.
Caí en el nivel superior donde ambos Pokemon se encontraban, y rápidamente corté dicha telaraña para caer por encima de Galvántula. El Pokemon arácnido notó inesperadamente que iba directo hacia ella con la piedra apuntando a su abdomen. Éste levantó una de sus cuatro patas con dificultad, y entonces sentí una punzada dolorosa sobre mi abdomen.
Ambos, Pokemon y persona, estábamos incrustados con el arma del otro. La criatura con la piedra brillante sobre su abdomen, y yo con la garra púrpura de su peluda pata amarillenta.
El peso de los tres hizo que la telaraña se quebrara por completo y caímos sobre un suelo desconocido donde la única fuente de luz aún seguía siendo la piedra que comenzaba a teñirse de un líquido negruzco, señal de que la tarántula estaba herida.
De pronto varios pixeles dieron lugar para señalar la muerte del Pokemon salvaje, y la garra de aquel Pokemon desapareció de mi abdomen. Entonces, comencé a sentir que la sangre carmesí de mi estómago recorría el suelo y los charcos de sangre lentamente inundaban mi silueta inmóvil en un suelo de lodo y humedad.
Fennekin corrió hacia mi lado, preocupado de que mi barra de vida comenzaba a bajar considerablemente, y sin alguna ayuda cerca, las posibilidades del rescate eran bastante escasas.
Suplicaba ayuda. El abdomen me adormecía la piel. Grité como nunca. Las lágrimas caían por mi rostro, pero se congelaban al sentir la capa de hielo que abordaba mis mejillas y todo mi cuerpo, combinado con la sangre que recorría las hojas secas y frías.
¿Acaso está sería mi muerte? ¿Asesinada por un Pokemon arácnido? Al menos, había valido la pena. Fennekin y Shaymin estaban a salvo. Al menos, iba a ver cómo desaparecía yo primero antes de que ambos lo hiciesen. Sería una muerte menos dolorosa e instantánea para ellos, que a final de cuentas eran criaturas virtuales.
Pero no… no podía terminar aquí. Debía seguir. Por ellos, por mí, por mi madre… Debía haber alguna opción.
La teletransportación era lo más viable. Había ya vencido a la tarántula y la opción estaba habilitada nuevamente. Abrí el menú de mi juego con las fuerzas que me quedaban; la respiración era pronunciada, y el frío aumentaba con cada segundo que pasaba. Fennekin se quedó a mi lado, intentando brindarme el calor de su propio cuerpo y sollozando por lo bajo.
No había sido mi plan nunca llamar la atención en ningún pueblo, ni tener contacto con alguna persona, pero esto era verdaderamente necesario.
Abrí el mapa, y el pueblo más cercano que vi fue la opción más viable.
— Fennekin, conmigo… —suspiré y al hablar el tórax me punzó inevitablemente, soltando un sollozo de dolor.
En un abrir y cerrar de ojos, sentí el viento de otro ambiente diferente. La tranquilidad, la luz del sol, el cálido y reconfortante susurrar de los árboles. Todo me calmó en un instante. Fennekin comenzó a aullar cual zorro, y entonces escuché voces. Abrí los ojos con las fuerzas restantes, y observé a lo lejos en una colina una hilera de molinos que bailaban al compás del viento.
La gente finalmente se dio cuenta de mi presencia con los aullidos de un Pokemon que lamentaba la situación. El socorro venía a mi ayuda, pero mi vida ya estaba crítica. Mi vista comenzaba a nublarse, y el calor de mi Pokemon era ahora imposible de sentir, porque lo único que sentía era la sangre helada que mi abdomen expulsaba y las ilusiones que mi mente creaba de mi mamá con el almuerzo listo sobre la mesa.
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El chisporroteo de la madera me despertó de golpe. En un principio mi mente me había jugado una mala pasada al pensar que me encontraba en el mundo real y que todo esto había sido una pesadilla. No sólo la batalla contra el Galvántula, sino todo este lío de PBO.
No obstante, me había equivocado. Mi barra de vida seguía a un costado de mis estadísticas, y mi Fennekin estaba dormitando sobre un sofá reconfortante. La fogata que había sido culpable de mi despertar yacía en una chimenea larga que se extendía más allá del techo circular de ladrillos que conformaban el molino dentro del cual me encontraba. Había más muebles que adornaban el lugar pequeño, como la mesita de noche en el centro de la sala, llena de desorden tal como copas de té vacías, platos de madera con migajones y algún par de libros abiertos; una pila de frascos medicinales se arremolinaba en la estantería de una esquina, y el reloj de arena que había a un costado mío pronto iba a indicar el marcar de una hora.
— Has despertado.
La voz me impresionó e hice un movimiento brusco debido a la sorpresa. Mi abdomen me dolió enseguida y sollocé por lo bajo.
— No te muevas. Se te abrirá la herida.
La muchacha había estado en un rincón descansando sobre una silla. Apenas era una niña que parecía estar en sus etapas prematuras de adolescencia; su tez morena y bronceada por el sol le resaltaban unos orbes grandes, pardos y esmeraldas que brillaban en contraste con la luz del fuego; tenía una sonrisa de muchos amigos, y unos dientes que sobresalían cada que abría sus labios delgados; la cabellera castaña era recogida en dos coletas que hacían notar más aún su inocencia. Llevaba una camisa de lana con algunos agujeros en los brazos debido al desgaste, mientras usaba un pellote de tonos fucsia con bordados oscuros en las orillas.
— ¿Dónde estoy? —pregunté repentinamente.
— Descuida. Estás en buenas manos; éste es Pueblo Molino, en el nivel 4.
— ¿Me han curado? ¿Quién eres tú?
— Tranquila —dijo riendo mientras cerraba esos grandes ojos —Esta es mi casa. Aquí vivo y mi nombre es Shauna. Suerte que hemos podido conseguir a algunos doctores para que te atendieran enseguida. Ofrecí al pueblo a que descansaras bajo mis aposentos. No hay lugar suficiente aquí debido a que el pueblo es bastante pequeño, pero puedes descansar en mi cama; has pasado sólo dos noches aquí y el progreso ha ido bastante bien según el doctor… bueno, eso dice él. Iba a preguntarte de igual manera ¿dónde demonios conseguiste esa megapiedra? No son bastante comunes… ¿sabes? Ya veo ahora por qué has llegado hasta acá herida y a punto de morir; el arriesgarte por una megapiedra es algo que ningún novato como nosotros haría por nada en…
— Alto —Shauna hablaba mucho. Quería bastantes respuestas a un sinfín de preguntas que tenía en mi cabeza, pero lo importante en este momento era alejarme de este lugar. A mi costado, en la mesa de noche, noté la piedra que ya no brillaba como lo hacía antes, pero aún mantenía un peculiar brillo que hacia compañía a la luz de la fogata— Debo irme cuanto antes…
Intenté pararme, tomé la piedra y Fennekin se levantó del sofá alegre por verme en un estado activo. Al hacer un mayor esfuerzo por levantarme, sentí una punzada aún más intensa, pero no me importó en lo absoluto.
— Espera… ¡Espera! —la chica se levantó de la silla para ayudarme o evitar que me fuera de ahí. No estaba segura.
De un momento a otro, la puerta de la casa se abrió y apareció un muchacho bastante robusto.
— ¿Shauna? ¿Qué pasa aquí?
— Serena ha despertado —dijo.
— Tranquila, jovenzuela. Necesita descansar y recobrar fuerzas.
El mozo llegó hasta mi posición para evitar que huyera. Y aunque él no interviniera, apenas podía moverme. El joven era de tez pálida, ancho y grande, con una masa considerable de grasa cubriéndolo del frío, y ocultaba su barriga con una camisa holgada oscura; los pantalones rotos marrones le llegaban hasta los tobillos; los costados de su cabeza carecían de cabello azabache, pero su cresta era grande y arremolinada en una coleta conformada por tres puntas que lo hacían ver extraño. El sujeto llegó hasta mi danzando entre sus pasos extraños. ¿Por qué lo hacía?
— Basta, Tierno. La danza hazla para otro momento y ayúdame a reposar a Serena sobre la cama.
— Lo siento, pero me gusta bailar —a pesar de ello, ambos jóvenes me recostaron sobre la almohada de plumas y finalmente sentí un alivio al descansar mi diafragma.
Después de unos momentos de reposo y silencio, ambos mozos yacían ahí queriendo hacer preguntas para ahuyentar el momento incómodo.
— Escuchen —les interrumpí— Agradezco todo lo que han hecho por mí. Mis Pokemon y yo estamos en deuda con ustedes y el pueblo. Pero… pero debo irme.
— ¿Irte? Apenas puedes mantenerte en pie, Serena.
Me parecía extraño que me llamaran por mi nombre, pero no los culpo porque el maldito juego te mostraba tu nombre sobre tu cabeza.
— Lo sé. Pero no estamos seguros aquí. No puedo estar aquí. Debo irme cuanto antes... Ustedes no entienden la urgencia de este asunto, pero estoy en peligro; constantemente lo estoy y no quiero causarles problemas.
— ¿Peligro? ¿Qué tipo de peligro? Este pueblo es seguro —afirmó Shauna.
— No… ningún lugar es seguro. No pueden confiarse.
Shauna y Tierno se miraron mutuamente, y se extrañaron debido a mi actitud.
— ¿Por qué estás tan preocupada?
— Yo… —no sabía si decirles la verdad; es cierto que me habían curado y mantenido aquí hasta que estuviera sana y salva, pero no eran gente en la cual confiar. Nadie ya era confiable—… Tan sólo debo irme de aquí. Hay muchos Pokemon que pueden entrar y asesinarme. Yo…
— ¿Asesinarte…? —Shauna esbozó una sonrisa divertida— ¡Patrañas…! Sé que apenas me conoces y parezco una simple niña pero soy más fuerte de lo que crees.
— Y yo, con mis danzas tan escurridizas como el viento defenderé a quien sea que quiera entrar aquí e intente asesinarnos y…
— ¡BASTA! —Grité repentinamente. El dolor por alzar la voz lastimó un poco mi tórax.
Ambos chicos se quedaron petrificados en su lugar, anonadados por mi grito enfurecido y mi actitud. Mi respiración se incrementó con el tiempo y mis ganas de abandonar el lugar eran demasiadas. Fennekin se levantó del sofá y de un salto llegó hasta mi cama para intentar tranquilizarme; ahora que recuerdo, Shaymin seguía en mi pokébola.
— Bueno… nosotros… te dejamos a solas… lamentamos si por alguna razón te disturbamos tu sueño —Shauna parecía incómoda por la situación.
Ambos chicos salieron de la casa de molino. El silencio era ahora reconfortante; la fogata, el rechinar de la madera gracias al movimiento de las aspas del molino, y la respiración agitada que sentía eran lo único que podía escuchar. Sin embargo, estaba más concentrada en toda la desesperación que sentía por haber pasado por tantas cosas en tan poco tiempo.
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VIDEO 2: [One Piece sad ost – The Time of Promise [Extended Version]]
Ésta vez mis ojos se abrieron lentamente. La luz de la pequeña ventana iluminaba más el recinto, y Fennekin seguía a mi lado ahora junto con Shaymin. Ambos me brindaban calor y se dieron cuenta de que había despertado. Tierno y Shauna no se encontraban ahí, pero unos segundos después escuché un par de gritos afuera.
Mi corazón latió a mil por hora, imaginándome que alguien pudiese estar en peligro inminente. Sin importarme mucho mi condición de salud, me paré rápido de la cama y abrí la puerta del molino.
Shauna estaba gritando, pero de rabia; le muchacha estaba tirada en el suelo con los brazos vacíos, ya que un Milktank se le había escapado de las manos.
— ¡No te preocupes, lo atraparé! —Tierno hizo una especie de danza y trote en el que persiguió al Pokemon vaca para atraparle —¡Necesitamos de tus lácteos, vaca tonta!
Milktank gimió en señal de molestia y bufó al ver que era rápida.
— ¡Necesitamos que Serena se nutre bien y sea fuerte! ¡MIlktank, te ordenamos venir en este momento! —Shauna se paró de repente y se unió a la persecución.
No me había dado cuenta de dos cosas: la primera de ella era el hermoso paisaje en el cual estaba envuelta; varias colinas se levantaban en una especie de llanura teñida de un verde uniforme, donde molinos pequeños y nutridos de un viento fresco y activo estaban en la punta de cada colina; el pueblo en sí era muy pequeño, porque apenas pude ver a pocas personas deambulando por ahí con los deberes diarios del pueblo. La segunda cosa era que Tierno y Shauna aun así les hubiese gritado, seguían haciendo cosas por mí que yo nunca pediría; volteé hacia la casa del molino y adentro, en la mesita al costado de mi cama estaba un desayuno completo de huevos revueltos, bayas y jugo de naranja.
Ambos chicos aún no se daban cuenta de mi presencia. El viento me arremolinó los cabellos color miel, y me susurraba cosas extrañas y malas: "Vete", "Huye", "Ya estás sana, ahora lárgate".
Podía hacerlo; podía teletransportarme y huir. Sin embargo, sólo esbocé una sonrisa y me metí de vuelta al molino. Tierno y Shauna eran buenas personas, y aunque hacían estas cosas por mí, no podía permitir que entraran en mi corazón. No podía salir lastimada de nuevo como con el Gremio Novato…
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El día siguiente fue peor de lo que esperaba.
No recuerdo siquiera cuando comencé a sentirme de esta manera, pero mi cuerpo sudaba frío, mis dientes castañeaban y la fogata no era suficiente para poder ahuyentar aquellas corrientes heladas que mi cuerpo sentía. La fiebre aumentó tanto que Shauna, Tierno y el doctor del pueblo se encontraban a mi costado.
— Aquí está la cubeta de agua.
— Gracias, Tierno.
El doctor remojó un trapo en el agua hirviendo que habían dejado calentar en el carbón abrasante de la fogata. El trapo reposó sobre mi frente, y lo único que sentí fue un tanto de alivio, aunque aun así los huesos me dolían demasiado.
— Seguramente tiene un cuadro de fiebre en su cuerpo real —aseguró el doctor.
— ¿Entonces… qué debemos hacer?
— Esperar. Sus anticuerpos realmente deben combatir la bacteria que ha obtenido allá afuera. Los doctores realmente no la atenderán ya que somos un caso perdido, pero aún tenemos fe —oí pasos hacia la puerta— Bueno, es muy noche y estoy cansado. Si surge algún problema mayor, avísenme.
— Gracias, doctor —dijo Tierno.
Los momentos siguientes realmente no sabía qué estaba sucediendo. Lo único en lo que me concentraba era en cerrar mis ojos, y evitar sentir un dolor agonizante en cada articulación de mi cuerpo. De cuando en cuando lograba conciliar el sueño, donde lo único que mi mente lograba imaginar era el rostro de Ash… Ash… Ash… ¿Por qué?
— Ash…
No podía pensar en otra cosa que no fuese él. El Gremio Novato también surgía en mi mente, así como Mirto, sangre, Cynthia, el faro del Gremio Perla y Diamante. Todo era un remolino de pensamientos torturantes y que eran reflejados gracias al dolor físico que sentía.
— ¿Ash?... ¿Quién es él? —sólo lograba oír susurros cerca de mí. Mis ojos no eran capaces de abrirse.
— Creo que alguien muy cercano a ella… —Era la voz de Shauna.
— ¿Será su novio?
— No seas tonto. No sabemos si tiene novio. De cualquier manera, parece que sueña con él.
— ¿Es por eso que querrá irse para buscarlo? ¿Y si él la está buscando? Nosotros no podemos forzarla a quedarse aquí, Shauna.
— Ya lo sé, tontuelo. No podemos forzarla a nada. Claro que nos gustaría que se quedara y saber más de ella.
El chisporroteo de la fogata fue prolongado. De cuando en cuando tenía otro sueño, pero las voces de nuevo me hicieron espantar aquel sueño y sólo concentrarme en el dolor y en intentar dormir.
— Aún lo extraño.
Aquello me impresionó un poco, haciendo que mi atención se centrara en su conversación.
— Yo también, Shauna… yo también.
— Tierno… siempre me pregunto cada noche antes de dormir: ¿Y si lo hubiésemos acompañado en su viaje? ¿Y si no hubiésemos sido tan cobardes como para quedarnos aquí mientras él salía a batallar?
— Es algo de lo que me arrepiento. Es por eso que quiero volverme más fuerte cada día. Quiero ser entrenado por alguien fuerte y no ser un novato como lo somos ahora.
— ¿Crees que ella pueda entrenarnos?
— ¿Serena? Lo dudo mucho. Apenas ve por sí misma; digo, creo que ha sufrido mucho para que tome el coraje necesario y la responsabilidad de cuidar a dos novatos como nosotros. No queremos darle esa responsabilidad… ¿cierto?
— Pero…
— Me siento igual de impotente que tú, Shauna. Pero cada quién tiene sus problemas y si ella no quiere involucrarnos en su vida, está bien. Por eso no podemos forzarla a nada y si quiere irse a buscar al tal Ash… es libre de hacer lo que quiera.
— Tierno…
— Lo sé. Lo quisimos mucho y ya no está con nosotros. Sin embargo, por los rumores que hemos escuchado, sabemos que formó parte de un gran gremio que batalló con todas sus fuerzas por una causa en común: nuestra salvación. Debemos seguir su ejemplo.
— ¿Cuándo?... Yo quiero ser entrenada, Tierno —refunfuñó la moza.
— Yo también. El tiempo dirá cuándo, y aunque tengo el ligero presentimiento de que esta muchacha puede ser una oportunidad o una luz de esperanza, no creo que pase a mayores. Pero no debemos perder la esperanza, Shauna.
— Él no habrá querido que perdiéramos la esperanza, ¿cierto?
— Sí. Trevor no lo habría querido…
Abrí los ojos de golpe.
Trevor…
Una lágrima cayó por mi mejilla instantáneamente y el pulso se me aceleró. Oí los bajos lamentos y lloriqueos de ambos muchachos. Se encontraban a un costado de mí, pero en medio de la oscuridad de la noche y el débil haz de calor de las brasas de la fogata extinta, no pudieron ver que me había impactado.
Ellos habían sido amigos de Trevor, y ahora, lo único que sentía era una culpa por no poder haberlo protegido cuando llegó el momento de su muerte. El Gremio Novato se desintegró en un abrir y cerrar de ojos, y yo no pude hacer nada para evitarlo.
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Las lágrimas se habían ya secado sobre mi rostro debido al sabor de la sal cuando me humedecí los labios. Necesitaba un vaso de agua urgente, y el deseo por ello me despertó más que el exceso de sueño. Noté el vaso al lado de la mesa, y como pozo la bebí instantánea y apresuradamente.
— Tranquila, o vas a ahogarte —Shauna yacía en el sillón que era calentado por la pequeña fogata.
Me percaté de su presencia. Después de ello, también me di cuenta que ahora me encontraba mucho mejor. Mis huesos ya no me dolían, y las articulaciones podía moverlas con más facilidad; la temperatura estaba estable y ya no sudaba.
— Me… me siento mucho mejor —confesé.
— Eso es porque te administramos una medicina ayer. Bueno, yo no… el doctor, quiero decir. Una medicina un tanto costosa, pero valió la pena. No sé si esa medicina funcionó realmente porque en realidad sufrías un cuadro de fiebre en tu cuerpo real, pero de cualquier manera ahora estás bien. Ahí está tu desayuno; puedes tomarlo y ser libre de irte.
¿Medicina costosa? Es decir, el lugar pequeño y humilde donde vivían y la forma en la que vestían no me indicaba que ella y su amigo bailarín tuviesen mucho dinero. En realidad, apenas podían comer de lo que los Pokemon podían ofrecerle y la naturaleza les brindaba. Ellos producían sus propios alimentos en lugar de comprarlos. Así que no comprendía por qué hacían esto por mí; ¿por qué sacrificar su economía por alguien desconocido?
— Gracias, pero no era necesario… —dije. Recordé entonces la noche anterior, donde había escuchado acerca de Trevor…
— No es nada. Nosotros sólo queríamos…
— No. De verdad no era necesario —insistí— Lo lamento, pero… pero tengo que irme.
Me levanté. Aun ni estaba vestida del todo y estaba con algunas ropas que ellos me habían prestado para pasar la noche. Fennekin y Shaymin también ya estaban en óptimas condiciones para seguir el camino, y al verme parada, me siguieron cual fieles compañeros. Llegué hasta la puerta, y no vi siquiera el intento de Shauna de detenerme.
Abrí la puerta y una corriente de aire debido a los molinos entró para apagar la fogata; el día estaba nublado y con un poco de llovizna. El aire revoloteó mis cabellos miel, pero me entumeció el rostro debido al cambio repentino de cálido a frío. No pude soportarlo más… fue como si el frío me despertara ese silencio que ya no podía guardar; toda la noche lo había sentido y la culpa era el factor principal de todo esto.
— No debieron hacerlo…. ¡No tenían que gastar todo su dinero en mí! —dije volteándome hacia la moza, que se sorprendía por mi actitud.
— Nosotros queríamos…
— ¿Por qué? ¡¿Por qué hacen esto por una extraña?! ¡No saben quién soy!...
En ese momento, Tierno estaba llegando con algún par de cobijas que se supone me resguardarían del frío, pero me vio ahí y quejándome, por lo que se sorprendió. Me volteé enfurecida hacia él.
— ¡No deben hacer esto por mí! ¡No lo merezco! ¡No…!
— Serena, tranquilízate —mencionó Tierno yendo hasta mí.
Me arrodillé sobre el suelo. Fennekin y Shaymin intentaron consolarme yendo a mi regazo, pero yo clavé las uñas sobre el césped rociado de la brisa de la lluvia. Mis lágrimas empezaron a salir sin esfuerzo alguno. Me sentía destrozada; todo esto era un cambio tan radical y espontáneo para mí que sentía que no iba a poder soportarlo más. Y peor aún, llegaba a un pueblo cualquiera y habría gente que me ayudaría. ¡No quería que nadie me ayudara! ¡No quería tener lazos con nadie más! ¡No quería salir lastimada de nuevo! Y para variar, tuve que conocer a los amigos de Trevor… Me sentía más culpable que nunca.
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— ¡Serena! —Shauna se levantó de su asiento para aproximarse hacia mí y socorrerme, pero al sentir su mano sobre mi espalda, me arrastré por el césped para alejarme de ella.
— No… No… Ustedes no entienden. No saben quién diablos soy, ni las cosas que he hecho. No me conocen.
— Es cierto… no te conocemos —admitió Tierno— Y aun así estamos ofreciéndote nuestra ayuda.
— ¿Por qué? ¡¿Por qué lo hacen?!
— Porque es nuestra forma de hacer las cosas bien. Porque es nuestra forma de ayudar en el juego. Cualquiera que necesite de nuestra ayuda, será bien recibido.
— ¡No! ¡Pero no yo!
— ¿Por… por qué?
— No lo entienden… —me quedé un momento en silencio. Mirando al suelo, apreté los párpados con fuerza y suspiré un sollozo. Me sentía débil, estúpida y emocionalmente destrozada. Comencé a llorar inquebrantablemente. Tierno y Shauna fueron hasta mi posición, y esta vez ya no opuse resistencia; ambos chicos me consolaron colocando cada uno una mano sobre mi espalda— Yo… Yo conocí a Trevor. Él murió gracias a mí. No pude protegerlo… Yo… yo estaba en su gremio, y de un día para otro, yo fui la única sobreviviente.
No pude ver el rostro de los muchachos, pero sabía que estaban tan estupefactos como lo habría imaginado.
— Es por eso que no merezco esta ayuda. No merecen ayudar a alguien que pudo salvar a su amigo y se quedó de brazos cruzados. ¡Soy débil! ¡Lo seré siempre! ¡Lo lamento… lo lamento… yo…!
— Serena…
La voz de Shauna era tranquila. La muchacha estaba cabizbaja y una lágrima recorría su mejilla.
— No tienes la culpa de nada —Tierno dijo los pensamientos de Shauna; también lloraba— Nosotros somos los que nos sentimos como tú te sientes. Nosotros no pudimos acompañarlo en su viaje.
— ¡Así es! —sollozó su amiga— Nosotros éramos el Equipo Squirte. Así nos nombramos al primer Pokemon que obtuvo Tierno con ayuda de los tres. Éramos inseparables, y tanto él como nosotros teníamos sed de luchar, progresar y salir adelante. Nunca nos rendimos y queríamos llegar siempre a ser mejores. Nunca pudimos llegar a las batallas de élite ni nos aceptaron nunca en alguna mazmorra, porque siempre nos decían que aún éramos débiles. Incontables veces nos rechazaban y decían que en cualquier pestañeo íbamos a morir si entrábamos en las mazmorras. Sin embargo, al descubrir este pueblo, Tierno y yo nos adaptamos a él y nos gustó la vida aquí. Era ya nuestra realidad, y aceptamos el hecho de que había más gente que podía salvarnos algún día y podríamos salir para ver a nuestros seres queridos. Tierno, no obstante, pensaba diferente. Quiso convencernos de acompañarlo a nuevos retos y nuevas aventuras, pero aceptó el hecho de que éramos más felices aquí… sin peligro, sin riesgos, sin tener que arriesgar nuestras vidas.
Shauna se detuvo. No quería seguir debido al momento siguiente que intentó recordar algo.
— El día que ya no vimos el nombre de nuestro compañero y cuando dejó de enviarnos mensajes, sabíamos que había muerto… Y desde ese entonces, vivimos arrepentidos de no haberlo acompañado. No es tu culpa Serena; de hecho, estamos agradecidos que nos hayas contado la verdad, y sinceramente nos alegra saber que hiciste todo lo posible por mantenerlo feliz y seguro junto con todos los demás miembros de ese gremio.
— Pero yo…
— Sabemos que te sientes culpable. No deberías sentirte así. El momento en que la culpa comience a invadirte hasta hundirte, será el día de tu perdición. Shauna y yo decidimos que ayudaremos a todo viajero que necesite de nuestra ayuda. Sabemos de los rumores de varios beta atacando pueblos y aldeas, y afortunadamente este pueblo no ha sido aún atacado; sabremos que pronto lo estará, y queremos prepararnos para combatir a quien sea que intente molestarnos. Sin embargo, necesitamos algún empujón por parte de alguien más fuerte… alguien que nos ayude a mejorar y que vea en nosotros un gran potencial. Pensamos que podemos ver en ti ello, Serena…
— ¿Por qué? ¿Qué han visto en mí sino más que debilidad?
— Porque la gente que más ha sufrido, es la gente que más se volverá fuerte si sabe lograr vencer a los monstruos de su interior —Tierno le tendió una mano a Serena— Ahora… ¿qué dices? ¿Quieres ayudarnos a volvernos fuertes? Nosotros te ayudaremos en lo que sea también.
Observé a Tierno y Shauna; realmente no podía seguir teniendo lazos. No quería salir lastimada, y mucho menos que murieran por mi culpa. Mirto me mantenía la pista, y Cynthia, y todas las personas posibles que querían que los novatos estuviesen muertos. No podía arriesgarlos de esta manera.
— Agradezco la ayuda que me han brindado… —dije y me paré apoyándome en la mano de Tierno— Pero no puedo aceptar esa oferta… lo lamento.
Solté la mano de Tierno; el menú de mi juego ya estaba abierto y estaba a punto de teletransportarme con mi Fennekin y Shaymin listos agarrándome de las piernas. Tierno observó la mano donde había dejado la piedra brillante que había conseguido al vencer al Galvántula. Éste se sorprendió, sabiendo que era mi forma de agradecerles por haber salvado mi vida. Shauna y Tierno se sorprendieron al ver el brillo en la palma de su mano.
— ¡Serena…! —Shauna no lo dudó ni un instante: tomó la mano de su amigo robusto.
Apreté el botón teletransportador. Sentí el agarrón de mis ropas y varios pixeles envolviéndonos. No pude decir realmente si alcanzaron a teletransportarse conmigo, pero yo ya estaba lista para huir por si las dudas.
VIDEO 4: [Pokémon Z: Gym Leader Battle Music [Prediction]]
Caí en el suelo bruscamente; había aparecido en el callejón de otro pueblo, donde a los costados dos edificaciones de ladrillos se alzaban para ocultarnos con sus sombras. Tierno y Shauna habían sido también teletransportados ahí mismo. Sin embargo, mientras ellos intentaban reincorporarse, yo ya comenzaba a correr con mis Pokemon siguiéndome la pista.
— ¡SERENA, ESPERA! —Shauna intentaba levantarse, pero Tierno había caído encima de ella— ¡Maldito Tierno, quita tu barriga de encima!
Yo corrí lo más rápido que pude; salí del callejón y me detuve para voltear a ambos lados: el camino estaba no tan transitado de gente como había esperado; las casas se levantaban con sus ladrillos y sus tejados de madera que despedían humo de chimenea; el mercado del pueblo era un tanto ruidoso por el comercio que se ejecutaba sin descansar; a lo lejos podía divisarse un enorme lago, donde un río desembocaba en él y un puente conectaba el pueblo con la salida de éste. Necesitaba ir ahí enseguida.
Emprendí mi carrera, al mismo tiempo que abría el menú de mi juego para ver si podía teletransportarme de nuevo, pero ciertamente no podía hacerlo dos veces en un lapso de tiempo tan corto.
— ¡Serena! —los dos chicos aparecieron en el camino apretándome el paso.
Esquivé gente, carretas que llevaban mercancía, Pokemon que descansaban estorbosamente y me desvié unas cuántas veces hacia la izquierda, derecha, y los lugares transitables posibles. Shaymin pronto se quedó atrás, pero no había tiempo para que se nivelara a nuestra posición o sería alcanzado por aquellos muchachos.
— ¡Vamos, Shaymin! —le alenté.
Escuché la queja y los gritos de la gente a la cual empujaba; a algunos se le cayeron varias cosas al quitarse de mi camino, tal como frutas, verduras, y Magikarp para mercancear. Cada vez me acercaba más al puente, o eso era lo que pretendía porque no conocía tan bien dicho pueblo. Sin embargo, cuando cruzara el puente y me adentrara en los bosques de las afueras, los perdería de vista y me libraría de ellos.
— ¡SERENA, TU PIEDRA! ¡TU MEGAPIEDRA! ¡NO LA QUEREMOS!
Oí el grito de Shauna a los cuatro vientos entre un mar de voces mercantiles que pretendían vender cosas. Aceleré debidamente el paso; yo no quería ninguna megapiedra o como ellos le llamaban a esa roca brillante. No quería nada de ellos ni quería saber nada más.
Mi Fennekin pronto bajó la velocidad; algo pasaba y no me había percatado de ello. El Pokemon de fuego lanzó un gemido al aire para avisarme que Shaymin se había desviado del camino.
— ¿Qué? ¡No…! ¡Shaymin!
El Pokemon de planta, en efecto, se había detenido simplemente para observar la escena que estaba detrás de nosotros.
— ¡AHH! ¡No! —el grito inesperado de Shauna de sorpresa nos llamó la atención.
Alguien había llegado hasta Shauna y le había arrebatado la Megapiedra de sus manos. No hubo tiempo para que reaccionaran como era debido, puesto que el ladrón estaba usando un par de patines sofisticados que aceleraban su paso increíblemente. El ladrón pronto comenzó a alejarse de nosotros esquivando hábilmente los obstáculos en su camino.
Shaymin pretendió hacer un acto heroico y comenzó la persecución hacia la ladrona.
— ¡No, Shaymin! ¿Qué haces? —era mi oportunidad perfecta para ir hacia el puente y huir, pero sin Shaymin no podría hacerlo.
Fennekin entonces lideró la persecución y se colocó al lado de Shaymin para no perder de vista al ladrón que parecía tener una túnica blanquecina que le cubría la apariencia.
— ¡Tras ellos! —les dije a Shauna y Tierno una vez que estuve cerca de ellos; no quedaba nada más que recuperar la piedra, devolvérselas y huir junto con mis Pokemon.
Otra vez entre mucha gente, pasadizos, obstáculos y demás, vimos cómo el ladrón saltaba cajas, daba zigzag con sus propios pies, giraba hábilmente una calle para desaparecer y disfrutaba la persecución.
— ¡Por ahí! —Tierno entre danzas y carreras, vio que la ladrona estaba dirigiéndose a un puente de menores magnitudes por donde cruzaba el riachuelo que desembocaba al lago.
Shauna se desvió.
— ¡¿Adónde vas?! —le dije, pero ella no respondió. Sin tiempo para más, Tierno y yo alcanzamos a mis Pokemon y nos dirigimos al puente con velocidad.
El ladrón comenzó a subir la leve pendiente ascendente del puente impulsándose más con sus piernas y patines. Sin embargo, se detuvo al ver que Shauna ya se encontraba del otro lado.
— ¿Cómo demonios…? —dijo Tierno.
Shauna estaba preparada con una pokébola en mano para batallar, mientras la respiración le hacía falta debido a que había tomado un atajo que la llevó hacia el otro puente.
— Teletransportación… —mencionó la moza— Yo no había usado la mía.
El ladrón se detuvo a mitad del puente. Tierno y yo, con mis dos Pokemon, le acorralamos, por un lado, y Shauna del otro. Éste apretó más la piedra entre sus manos tratando de protegerla, pero entonces alzó su brazo y amenazó con tirar la piedra al río.
Todos nos detuvimos.
— Un paso más, y se pierde entre el río —su voz era un tanto femenina. Se quitó la túnica blanca: su tez era tan blanca como las nubes y el cabello rubio recogido en una coleta estaba mayormente cubierto por un casco de madera. Llevaba unas rodilleras también de madera, y unos pantalones apretados pero desgastado que le permitían moverse libremente, con un jubón marrón que hacía contraste con sus brazos blancos.
Nadie sabía qué hacer. Nadie podía moverse o la piedra se perdería entre una gran altura entre el puente y el río.
Y súbitamente, oímos el aullido extraño de una criatura.
El eco de su aullido viajó hacia nosotros tan rápido como la misma criatura, que en un abrir y cerrar de ojos saltó por entre el puente y tomó la piedra que sujetaba la ladrona entre sus fauces. Aquella criatura era enteramente extraña, con tonos negruzcos y verdes entre su largo cuello cual sabueso, con tintes de píxeles negros salpicando de su lomo y una correa verde colgaba de su cuello y jugueteaba con el viento. Una de sus cuatro patas era esmeralda, y tenía incrustados dos hexágonos alargados en su pecho, pero en el centro de éste una correa esmeralda dejaba entrever un rubí extraño. Los ojos, carentes de pupilas, me miraban con suma atención.
Y de nuevo, aulló ésta vez más fuerte, lastimando nuestros oídos y forzando a que cada quién se los cubriera debido a lo agudo de las vibraciones. No obstante, a Fennekin no le afectaba aquello porque sus oídos estaban más desarrollados, y no desaprovechó el momento para atacar.
— ¡No… Fennekin!
El Pokemon no escuchó mi llamado, y comenzó a correr hacia el Pokemon misterioso para insertar sus colmillos en su lomo. Éste vio de reojo cómo el Pokemon de fuego iba hacia él, y lo esquivó sin mayores problemas; Fennekin sólo logró sujetarse de la correa esmeralda que colgaba al aire, y clavó sus dientes para sujetarse firmemente.
Esto a la criatura no le importó. Sin haberlo visto siquiera, el sabueso misterioso ya tenía la megapiedra entre sus fauces, y sin más preámbulos saltó el puente para desaparecer por el río junto con el Fennekin que no se esperaba dicha acción.
— ¡No… la piedra! —gritó la rubia.
— ¡FENNEKIN!
Al asomarme por encima del puente, ya no vi ni a la criatura ni a mi Pokemon. Lo único que podía ver era el diminuto reflejo de mi silueta que se proyectaba en un río vasto y tranquilo.
Próximo capítulo: El pasado de Serena parte II: El club de pelea
