Muchas gracias por el apoyo en los reviews. Sí ha sido difícil estos momentos, pero ciertamente cuando uno se cae, forzosamente debe levantarse. Espero que les guste el capítulo y esta saga del pasado de Serena. Esta Serena es un tanto insoportable pero lo interesante es la transición que tiene de una chica molesta y débil a lo que es ahora. ¡Disfruten!
[VIDEO 1: Pokémon X / Y – Vs Successor Korrina (HQ) ]
}[VIDEO 2: One Piece Soundtrack - Hyakujuu No Kaido Theme - "Kinjishi no Shiki" - Dressrosa OST]
Capítulo 105
El Pasado de Serena Parte II: El Club de Pelea
— No…
Había perdido a Fennekin. Mi Pokemon más querido junto con Shaymin, había sido raptado por aquel misterioso Pokemon, y no podía hacer nada al respecto. ¿O sí? El sabueso había desaparecido junto con él, y no sabía dónde buscar, pero debía recorrer todos los rincones del pueblo y no quedarme de brazos cruzados.
Entonces… ¿por qué me arrodillaba en el suelo y pegaba con furia al concreto del puente? ¿Por qué me temblaban los brazos y sollozaba por lo bajo mientras las gotas saladas caían lastimosamente sobre el suelo?
Shauna y Tierno corrieron hacia mi posición, preocupados por mi estado.
— Serena…
Mi Fennekin se había ido. La razón de mi día a día ya no estaba a mi lado, y todo… todo por culpa de esa ladrona que causó todo este lío.
— ¡Demonios! —aquella chica rubia con patines se lamentaba con una mueca de molestia— ¡Ese maldito Pokemon me quitó la megapiedra! Si tan sólo la tuviera entre mis manos… nada de esto estaría sucediendo.
Enseguida noté que Shauna se había reincorporado para reclamarle a la muchacha ladrona.
— ¿Estás bromeando? ¡No tienes derecho a reclamar nada, tú… mmm…! —Volteó a ver el nombre de su avatar—…Korrina.
— Sí, niñita. Ese es mi nombre.
— ¿Niñita? —los orbes de Shauna se tornaron cual fuego ardiente— ¡Sabes que puedo envenenarte en cualquier segundo con mi magia, ¿no?! ¡Ah… no lo sabías, pues ahora lo sabes, ladrona de pacotilla!
— Patético —Se burló la chica y no retrocedió ante el acercamiento de Shauna que parecía bastante furiosa.
— ¡Shauna…! —quiso intervenir Tierno, pero ambas chicas ya habían encendido una mecha de odio entre ellas.
— ¡Es tu culpa que nos haya pasado esto! —Shauna de pronto encendió una magia púrpura en la palma de su mano— No me interesa por qué te has robado la megapiedra, ni cuál fue el resultado de todo esto. Pero gracias a ti, el Pokemon de mi amiga se ha ido y ahora nos ayudarás a rescatarlo y también a recuperar la megapiedra. ¿Entendido?
Korrina esbozó una sonrisa divertida, tomando a juego la amenaza de la niña.
— ¿Quién te crees para amenazarme de tal manera? ¿Sabes también que yo puedo defenderme de tu estúpida magia y propinarte un golpe con mi rodilla en tu débil abdomen? ¿Sabes que puedo asesinarte en este preciso…?
Su amenaza quedó interrumpida debido a que la punta de mi Firénix se había posado justo antes de la piel blanca de su cuello. El aura de fuego al desenvainar mi espada se extendió por todo el puente para formar una onda de calor que pudo ser audible a unos cuantos metros de distancia alrededor. El calor y el poder de dicha espada hicieron que la rubia se tirara de espalda contra el suelo, y mis ojos hicieran contacto con los suyos de una manera que le infundí un temor irreconocible.
Estaba más que furiosa; me sentía impotente por no haber podido hacer nada por Fennekin, y ya estaba harta de sentirme de esa manera cada vez que alguien querido había estado en peligro. Mi Fennekin aún seguía con vida, y no iba a permitir que desapareciera de este juego. Ella iba a ayudarme y le iba a obligar a saber dónde demonios estaba aquel sabueso misterioso.
— Basta de amenazas —le dije cara a cara, con mi Firénix de por medio y haciendo que la rubia sudara de nervios debido a las ondas de calor.
— Y-yo…
— Nos ayudarás a recuperar lo que me pertenece —dije en seco— No me importa quién seas o qué quieras. Este es un lío en el que tú nos metiste y ahora te verás obligada a sacarnos de él.
— Lo dudo mucho… —Korrina rio intentando ocultar el miedo que aquel sable de metal hirviente le causaba—… Tú y yo sabemos que este es un pueblo donde no se puede matar a ningún jugador. Sólo los beta pueden…
— Ese no es problema —interrumpí— Somos tres contra uno. Y fácilmente podemos arrastrarte a las afueras para que se me permita el rebanar tu garganta mientras tu piel se calcina. ¿Eso quieres?
Jamás había imaginado que mis amenazas y mi enojo fuesen de tal magnitud que le infundieran un temor irreconocible a alguien. Puede que yo sea una novata, pero la ira que hervía en mi sangre fue notada por todos los presentes tanto en el puente, como en los alrededores. Algunos jugadores más observaban desde lejos al pasar por los senderos del pueblo, e intentaban disimular que no habían visto nada para no verse involucrados, pero no podían evitar ver que nuestro comportamiento extraño y peligroso llamaba la atención. Debía ser cautelosa, y ciertamente no era muy sabio el asesinar a esta chica en las afueras de un pueblo. La necesitaba para recuperar a Fennekin, y también para saber más acerca de aquella megapiedra. No es que no me interesara qué poder contenía aquel objeto que había conseguido, pero era una oportunidad que no podía desaprovechar en lo absoluto. Estaba cansada de tirarme en la oscuridad y lamentarme por todo… debía aprovechar las oportunidades que se me brindaban, y ciertamente el tener en mi posesión un objeto no muy común era algo que podía ser de gran ayuda tal vez no para volverme fuerte, sino para mi propia protección en el largo camino que tendría dentro de este juego.
— Puedo ayudarles… —finalmente confesó la rubia que no dejaba de observar la espada que podría acabar con su vida.
— Bien… —dije quitando la espada de su cuello; me levanté y le ofrecí una mano para que ella se reincorporara.
Tomó mi mano y pronto miró a mis dos compañeros que aún seguían sorprendidos por mi repentina actitud y cambio de personalidad.
— Sé dónde podemos comenzar a buscar pistas. Sé de alguien que puede saber sobre el perro misterioso que tiene tu megapiedra y a tu Fennekin.
Volteé hacia Tierno y Shauna. Les sonreí tímidamente… ni yo me había creído la rabia que había salido a flote de mi ser hace algunos segundos…
…
Después de andar por varios senderos, las casas comenzaban a escasear y el centro del pueblo quedaba ya un tanto lejos. En su lugar, el ambiente rural era mayor que antes: el pastizal seco y crecido teñía una gran llanura y varias colinas más alejadas, mientras el lago gigante que abordaba el Pueblo Laguna del nivel 6 se podía reflejar a lo lejos rodeado de pequeños riachuelos que conformaban a la comunidad que vivía ahí. Los hilos de humo serpenteaban entre los cirrocúmulos de nubes que cual algodón adornaban una estratosfera turquesa.
Varios Pokemon tales como Psyduck, una torada de Tauros, y un rebaño de Mareep deambulaban pacíficamente por el seco pastizal que a veces era rodeado por una malla de acero hecha por el hombre. De cuando en cuando, las casas hechas de madera, ladrillo y piedra volcánica iban apareciendo junto con las personas que habitaban en ella y las responsables de pequeñas granjas capaces de mantenerles a ellos y comerciar con el pueblo vecino. Poco a poco nos alejábamos y pronto íbamos a salir del pueblo, pero antes de que mi paciencia se agotara habíamos llegado a nuestro destino: Una casa en forma de cúpula de piedra que tenía un molino de agua al lado para generar su propia electricidad. En la puerta principal hecha de madera un tanto podrida, había un letrero que nos indicaba al dueño de aquella tienda.
"Casa de Empeño de Grant"
— Aquí es.
Korrina tocó tres veces a la puerta, y nadie contestó. Ella entró sin consentimiento alguno y los demás le seguimos. Shaymin estaba en mis brazos, y se estremeció al sentir una brisa de viento frío que se sintió al ser capturados por las sombras de las cuatro paredes.
El lugar era oscuro, silencioso y solitario. Sin embargo, una persona en especial estaba echando leña a la fogata prendida de una chimenea de piedra mientras ésta chisporroteaba. Al lado de aquel jugador, había una mesita con varios objetos que no pude observar con detalle debido a que eran demasiados que el soporte de la mesa estaba saturado de ellos. Pociones, espadas, pokébolas, collares, perlas oxidadas, cadenas de hierro, antídotos, elíxir, entre otros.
— Heme aquí, Grant. Llegó tu salvación.
— ¿Salvación, eh? —bufó el hombre. Su voz era grave y temerosa. Al pararse me di cuenta de la tez morena y oscura que bailaba con el reflejo de la luz de las llamas, apenas distinguible. Unos músculos muy tonificados y una espalda ancha se distribuían a lo largo de un cuerpo atlético y bien proporcionado. Portaba una playera sucia y descuidada sin mangas que parecía haber sido arrancadas por él mismo, y unos pantalones parchados por varias partes que, de igual manera, habían sido arrancados hasta llegar por encima de la rodilla; las botas desgastadas llenas de tierra y ceniza indicaban que aquel sujeto le gustaba andar por lares peligrosos, al igual que los guantes que portaba en esas grandes y callosas manos bronceadas. Sus rasgos eran toscos con algunos bellos faciales de un par de días que crecieron sin aviso, y un cabello azabache un tanto peculiar por la forma elevada y puntiaguda que terminaba sobre la cresta, mientras algunas minerales preciosos adornaban la mata, tales como el esmeralda, el rubí, el zafiro o el topacio.
— Como verás, no he venido sola.
— ¿Y a qué se debe esta visita, Korrina? Según tenía entendido, siempre venías con algo no tan interesante para venderme. Sabes que no me gusta que vengan a mi tienda y que salgan sin haber algún movimiento de mercancía.
— Y tendrás el mejor movimiento que hayas hecho en tu vida. ¡Vaya que sí! —Korrina llegó hasta la mesita sin dificultad a pesar de tener sus patines y golpeó la base de la mesa haciendo que algunos objetos retumbaran y estuvieran a punto de caer.
— Pues si no es algo sobre mi equipo de montañismo, no creo que sea algo que me interese rotundamente…
— Sí, sí, tú y tus montañas se verán tan sorprendidos que no podrán cerrar la boca.
— Bueno, qué va. Basta de embrollos y ve directo al grano ¿quieres?
— He conseguido una… —Korrina repentinamente se acercó al oído de Grant y le susurró: —… una megapiedra.
Grant abrió los ojos de par en par, destacando aquellos orbes esmeraldas que resaltaban entre una tez bronceada.
— Ahora entiendo por qué estás tan emocionada… ¿Y dónde está dicho objeto?
— Bueno… —la muchacha miró al suelo furiosa y tartamudeó— E-ellos tres… realmente ha sido su culpa. No tengo la megapiedra, pero quiero conseguirla de vuelta.
— ¿De vuelta? —se sorprendió Grant.
— ¡Un momento…! ¡¿Nuestra culpa?! —Shauna se quejó y fue hacia la muchacha patinadora— ¡Si serás una canalla imbécil! ¡Una mentirosa ladrona que…!
— ¡Eres tú una simple niña…! —le respondió la rubia.
— ¡Eh, eh, silencio! —les dije. Mientras tanto, Tierno intentaba recorrer la casa para ver demás artículos que estaban a la venta, con pasos de danza que sólo provocaban que se tiraran algunas cosas que recogía enseguida para que nadie se diera cuenta.
— Bueno, ¿y qué quieres que yo haga específicamente? ¿Qué te traiga la megapiedra por ti?
— No Grant. Sólo dime lo que sabes acerca de ella. Es decir… él la robó de nuevo.
— ¿Qué? —se sorprendió.
— ¿" De nuevo"? Un momento… significa que ese sabueso ya les ha robado de nuevo, ¿no? —dije inteligentemente.
— No se puede hablar de eso en este lugar —insistió Grant— De todas maneras, si se te ha robado la megapiedra que planeabas venderme, sí que ha sido un infortunio para ambas partes.
— ¡¿VENDERLE?! ¡ESA LADRONA NOS ROBÓ NUESTRA MEGAPIEDRA! —Gritó la moza— Es decir, la megapiedra de Serena que luego fue nuestra, pero quisimos devolverle…
— Vale más de un millón de Pokebierres, si tienes una idea, niña —Grant le informó y ésta quedó boquiabierta. Tierno tiró de nuevo una estatua de marfil de un Espeon.
— Bueno, ya veo por qué te interesa tanto esa megapiedra. Sin embargo, no está a la venta —dije segura de mi decisión.
— ¡¿Qué?! —Shauna se sorprendió— Serena… tan sólo piensa. Con un millón de Pokeberries las cosas que podrías comprar, las armas, los objetos, todo…
— Ahora sí que quiere venderla ¡Patético! —Korrina se burló de Shauna mientras ambas comenzaban de nuevo en una discusión.
— Sea como sea, no tengo esa cantidad para venderles. El objeto en sí vale más y no me es factible comprarlo. Tendría que vender todos mis artefactos, la tienda y mi alma para poder llegar a la cifra. Soy apenas un novato aficionado al alpinismo e intento mejorar de nivel entrenando mi fuerza física y la de mi Pokemon. Cierto que con una megapiedra las cosas se me facilitarían, pero no tengo dicha cantidad y aun si la tuviera, te aconsejaría que no vendieras esa piedra, muchacha. Dime… ¿dónde la has conseguido?
Tragué saliva e intenté explicarle lo que sucedió al teletransportarme a la guarida de aquel Galvántula y el cómo salvé a mi Fennekin de su muerte; después de ello, el resto fue historia y ahora estamos en busca más de mi Pokemon de fuego que de la misma piedra.
— Ya veo… —Grant se envolvió en un profundo silencio, que fue interrumpido por algún otro objeto que Tierno había tirado por haber estado practicando un par de pasos de baile de ballet que gracias a la robustez de su cuerpo no pudo evitar romper un jarrón antiguo con varios Unown inscritos en él.
— No entiendo… ¿por qué vale mucho esa megapiedra de la que hablan? —pregunté.
— ¿No lo sabes? Bueno, no es que mucha gente lo sepa. De hecho, yo lo sé porque he estado constantemente viajando por altas montañas y explorando lugares. Me gusta hacerlo. Korrina lo sabe debido a que es muy curiosa y tiene oídos por todas partes cada que hablo con alguno que otro cliente de ello. Yo vi una vez alguna mientras practicaba alpinismo, y estaba resguardada por un Dragonite que me era imposible de vencer. No recuerdo bien el nivel ni el lugar, pero sí el miedo que tuve y la sensatez de que no podía ni hacerle cosquillas a dicho Pokemon. La imagen de la megapiedra se me quedó grabada en la cabeza, y días después quise saber más sobre ella, por lo que leí en muchos lugares de ciudades y pueblos, hasta que vi algún que otro inscrito en los libros archivados de Pokemon Battle Online…
El silencio de la fogata fue un tanto misterioso. Los ojos de Grant se quedaron petrificados mirando hacia las llamas, como si pudiera ver algo más en ellas.
— No tenemos idea siquiera de lo que aquellas Megapiedras pueden hacer. Lo que me preocupa no es el poder que este puede contener, sino las consecuencias de ello.
— ¿Consecuencias?
— He investigado y se dice que, llegando a un determinado nivel, un jugador se puede fusionar con su Pokemon hasta que ambos son uno mismo; más poderosos, más grandes, más malignos, más imponentes… Sin embargo, no creo que haya jugador alguno que pueda llegar a ello hasta después de mucho tiempo. Pokemon Battle Online apenas ha comenzado, y asumo que ese nivel será alcanzado cuando ya haya mucha gente experimentada, si es que tenemos suerte. Sin embargo, las consecuencias de la megafusión son preocupantes… —Grant cerró los ojos, apretó los puños y de pronto los abrió para mirar al suelo. Antes de que pudiera preguntar algo más, él mismo se interrumpió— Hace poco vi algo raro. Hace un par de días… Ese mismo sabueso ladrón también ha estado merodeando por aquí debido a que soy famoso por tener artilugios y objetos no tan comunes, pero nada como una megapiedra. Supongo que esa cosa está en busca de ellas y por eso te la ha robado…
— ¿Qué has visto?
— No es que sea muy curioso, ni tengo intenciones de atacarle. Tampoco es que quiera el poder de las Megapiedras, porque me infunden más miedo que hambre de poder. Sin embargo, pagará con la misma moneda con la que nos ha robado… Korrina, vayan mañana al nivel 11, antes del anochecer; asegúrense de que nadie les siga. Los veo en el muelle del puerto Lotad…
Aquello nos sorprendió por completo. Quisimos hacer más preguntas, pero el sujeto se había ido por una puerta trasera y nos dejó en soledad dentro de su tienda. Korrina supo enseguida que debíamos salir y así lo hicimos. De pronto, comenzó a alejarse.
— ¿Adónde crees que vas? —le dije con autoridad.
— Oh… ¿yo? Bueno, ya lo oíste. Mañana nos veremos de cualquier forma en el punto de reunión. No es que vaya a escaparme de ustedes.
— No confío en ti —le dije con tono serio.
— Ni yo —refunfuñó Shauna.
— ¿Alguien tiene comida? —preguntó Tierno cambiando de tema.
Korrina me miró durante unos instantes, retándome en un duelo de miradas, pero al final desvió la suya hacia el suelo y chasqueó con la boca.
— De acuerdo. Me quedaré con ustedes. Sin embargo, tengo cosas que hacer. Debo de ver a un amigo mío en una hora aproximadamente. Si no quieres perderme de vista, deberán acompañarme…
[…]
— Por aquí.
El lugar adonde nos había llevado Korrina era un tanto misterioso. Los callejones de ahora el Pueblo de Los Inicios eran más angostos de lo que había pensado. El haber vuelto a este pueblo me traía varios recuerdos, como el haber conocido a Hikari, que en realidad había sido Dawn.
No sé por qué veníamos aquí, pero el que dicho pueblo en un inicio había sido muy pequeño me sorprendía, porque en la actualidad la población y edificaciones habían crecido considerablemente.
Korrina abrió una pequeña puerta al final de un callejón, donde apenas Tierno pudo caber a duras penas, y bajamos unas escaleras al tiempo que se podía oír los alborotos de gente al final de ella. Korrina tocó a la puerta de hierro que nos impedía el paso hacia el sótano, y cuando a través de la mirilla alguien se asomó a ver de quién se trataba, Korrina le lanzó un beso al aire de una manera tosca y autoritaria.
Un sujeto tosco y el doble de robusto que Tierno, con una gran papada, abrió la puerta para permitirnos la entrada.
— Hola, gordo.
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Korrina se adentró a un mundo que nunca había pensado posible: no era un sótano siquiera; era algo más grande y más amplio de lo que imaginé. La gente estaba arremolinada y era imposible transitar con libertad sin empujar a alguien; Pokemon, personas y gritos abundaban, así como las luces reflejadas por zafiro que había sobre un techo enorme. En el centro del vasto campo, había una docena de círculos pintados con cal y en cada uno había dos luchadores. La gente les apoyaba, vitoreaba, insultaba y observaba las batallas para ver quién salía primero del círculo. De igual manera, había círculos más grandes, en donde tanto luchador como Pokemon podían batallar juntos para vencer a sus contrincantes.
Había gente que gritaba las apuestas de una manera llamativa con billetes en la mano y un tabaco entre sus labios; había un sinfín de Pokemon tipo lucha tanto batallando como aguardando para la siguiente pelea: Machoke, Machop, Hitmonlee, Hitmonchan, algún que otro Machamp, Hariyama, Conkeldurr, Meditite, Hawlucha, entre otros.
Seguimos a Korrina entre empujones para apartar a gente que observaba atento la batalla de un par de jugadores. Uno de ellos aplicó una llave mortal al otro y éste en lugar de salirse del círculo, pidió rendirse azotando su mano sobre el suelo; la gente gritó más de lo que pensé al ver al ganador victorioso. Otros se dedicaban simplemente a sacar a su contrincante del círculo y un árbitro daba el pitido de victoria.
— ¡Hey! —Korrina esbozó una sonrisa algo hipócrita al ver un sujeto musculoso, con abundante bello en brazos, pecho y cara, y un fajo de billetes en la mano siendo contados, mientras fumaba el cigarro que le producía mal aliento.
— Oh, Korrina. Ahí estás. Anda, es tu turno.
— Ni un saludo, maldito Hawk.
— Anda, anda, que el tiempo es oro.
— Bueno, chicos… debo luchar. Llegamos justo a tiempo.
No dijimos nada ante su comentario debido a que aún estábamos sorprendidos por todo esto. De todas formas, nuestro asombro de vio reflejado cuando Korrina apartó a gente y entró a un enorme círculo. Su contrincante ya estaba ahí, y la gente empezó a animar tanto de un lado como de otro. El centenar de zafiros colgados en el techo se hizo presente y alumbró a los dos enemigos, que no había dudado en sacar cada uno a su Pokemon.
Por un lado, el enemigo llamó a su Pangoro. En realidad, no se sabía cuál era el Pokemon y cuál el entrenador, porque ambos eran robustos, peludos, con cejas pobladas y una mirada hundida que intimidaba a cualquiera.
— ¡Con 105 kilos, 1 metro 80 centímetros y con diez victorias seguidas… Kuma y Pangoro hacen su aparición!
La gente vitoreó el nombre de Kuma al aire y éste elevó las manos en señal de victoria.
— Vaya… —La expresión de Tierno lo decía todo. ¿Cómo era posible que una muchacha delgada y escuálida como ella pudiera sacar del círculo a él y su Pokemon?
En ese momento, Korrina entonces sacó a su compañero de lucha.
— ¡Con 55 kilos, 1 metro 50 centímetros y treinta victorias seguidas, actual campeona de lucha… Korrina y Lucario!
— ¡¿Actual campeona?! —dijimos los tres al unísono.
El Lucario rugió al aire y un aura color cobalto se extendió por el campo de batalla. La gente se emocionó al máximo y Korrina no saludó al público, sino que se amarró las rodilleras, las coderas y rodilleras y el casco de madera que tenía.
— Es hora.
— ¡COMIENCEN!
Kuma soltó un rugido intimidante. De un momento a otro, Pangoro corrió con zancadas tan temblorosas que algunos espectadores cayeron al suelo. Pangoro intentó agarrar de los hombros al Lucario, pero éste simplemente cerró los ojos para sentir los movimientos de su enemigo, y con un movimiento ágil hacia abajo se coló entre las piernas del Pokemon panda para situarse detrás de él. Kuma, sin embargo, ya venía por detrás del Lucario para propinarle una tacleada que seguramente lo mandaría varios metros alejado.
— ¡No tan rápido!
Korrina activó nuevamente los sofisticados patines que estaba usando, y rodeó los límites de la circunferencia para entonces ir hacia el centro donde Kuma corría. En lugar de una tacleada por parte de la rubia, Kuma sólo sintió cómo una pequeña patada veloz lo hacía perder el equilibrio de la robusta pierna izquierda, cayendo de bruces contra el suelo, pero apoyándose sobre sus manos.
— ¡Casi cae de espalda el contrincante! —Anunció el vocero y la gente gritó preocupadamente.
— ¡MALDITA BASTARDA!
Kuma se giró, pero Lucario entonces agarró a Pangoro entre la espalda y con una habilidad y fuerza increíble, mandó al Pokemon hacia su dueño para que recibiera todo el peso de encima. Kuma sostuvo increíblemente a Pangoro, mientras éste rugía de rabia. Alzó los brazos sosteniendo a su Pokemon, y lo aventó hacia Korrina, que estaba patinando un tanto lejos de ellos. Pangoro iba directo con su cabeza hacia el torso de Korrina, pero ésta se inclinó con sus rodillas noventa grados, esquivando al Pokemon y haciendo que éste saliera del campo de juego para ser eliminado.
— ¡Increíble maniobra! ¡No por nada es la campeona! —vociferó el anunciante.
— ¡EH, EH, KORRINA! ¡UNA FOTO POR FAVOR! —La voz de una mujer se escuchaba de entre toda la multitud, y los flashes comenzaron a abundar para que las fotos de la campeona fueran el centro de atención.
La rubia chasqueó con la boca como solía hacerlo.
— No tengo tiempo para nada más. Debo ganar… ¡Lucario!
En ese preciso momento, Korrina aceleró con sus patines y Lucario extendió sus peludas patas delanteras para sostener las manos de su dueña. Éste impulsó a Korrina mientras ella se atravesaba entre las piernas de Lucario para ir pegada sobre el suelo sin que su espalda tocara el mismo hacia Kuma con una velocidad increíble. Lucario entonces saltó con una vuelta de espaldas para estar en el aire.
— ¡Sorpresa!
Kuma miró hacia abajo, donde Korrina yacía en movimiento y en el momento que ella estaba debajo de él, éste abrió las pupilas para darse cuenta que era su fin. Korrina agarró las patas de Kuma y con la inercia de la velocidad a la que iba, Kuma fue jalado e impulsado hacia adelante. Sin soltar sus piernas, Korrina hizo un esfuerzo para mandarlo hacia arriba; con la velocidad ya totalmente acelerada a la que Kuma fue lanzado hacia el suelo, Lucario, que se mantenía suspendido en el aire, recibió a Kuma con un golpe sobre el torso que le dobló la espalda y lo mandó de vuelta hacia el campo de batalla, sólo para que con un patinazo en el rostro por parte de Korrina lo mandara hacia una de las paredes colosales del gran aula, dejando un hueco que alguien tendría que arreglar tarde o temprano.
— ¡Y el ganador es… KORRINA Y SU LUCARIO!
La gente vitoreó al aire, y Korrina dio las gracias mientras chocaba la palma de su mano con Lucario, en señal de que eran un buen equipo.
— ¡Es fuerte! —Tierno estaba sorprendido, y Shauna impactada pero celosa de que tuviera tal habilidad.
Korrina llegó hasta nosotros, pero el tal "Hawk" se interpuso en nuestro camino.
— ¡EH, EH, UNA FOTO! ¡POR FAVOR, SÓLO UNA! —Decía una mujer que no pude ver bien debido a que la cámara que tenía le cubría el rostro. Sólo se dedicaba a empujar a la gente para poder tomar la foto lo más limpia posible hacia Korrina.
— Korrina, cada vez me impresionas más —Hawk encendía otro cigarrillo entre su boca— Ahora… las cuentas no se pagan solas.
Korrina tragó saliva. Regresó a su Lucario a la pokébola, y entonces cambió su rostro a uno preocupado.
— Lo sé, Hawk. Lo sé. Te dije que necesitaba tiempo…
— Tu tiempo se ha acabado. Me habías dicho eso hace un mes, y no he recibido mi pago como es debido.
— Escucha… tengo algo que podrá interesarte. Se trata de… —y al susurrarla lo que yo pensaba que iba a decirle, Hawk abrió los ojos de golpe.
— Patrañas.
— Es verdad.
— ¿Y por qué no la tienes contigo?
— Dame un par de días para tenerla. Me la han robado y…
Shauna, atenta a la conversación, se metió e interrumpió a la rubia:
— ¡Es nuestra megapiedra! ¡Ella es la ladrona…!
Korrina frunció el ceño y quiso propinarle un golpe a Shauna pero Hawk intervino.
— Vaya… Eso no es de mi incumbencia. Sea verdad o mentira, yo quiero mi dinero, campeona tonta. Si no lo tienes mañana al amanecer, puedo conseguir a alguien más que me genere ganancias y sea campeón en este lugar. Jugadores me sobran y hay muchos que sí cumplen sus pagos en tiempo y forma. ¿Entendido?
Korrina salió furiosa de ahí, y le seguimos para salir de aquel sótano misterioso y huir de aquellos callejones. La luchadora pateó unas cajas de basura que había en una esquina en señal de ira e impotencia, y maldijo al aire porque sabía que estaba en juego su lugar.
— ¿Y ahora de dónde voy a sacar dinero? —se preguntó.
— Eso no es de nuestra incumbencia. Lo que sí es que has quedado con nosotros en recuperar lo que es nuestro —intervino Shauna, y de pronto ambas comenzaron a discutir.
— Hey… hey… alto. ¡Chicas, alto! —Tierno intentaba separarlas con una danza un tanto extraña.
Antes de que yo me metiera, escuché el sonido agudo de un flash que me hizo voltear hacia la derecha. Aquella muchacha que quería fotografiar a Korrina, nos había seguido hasta salir de aquel famoso club de pelea.
— ¡Eso es! Quédate quieta, Korrina, por favor —la muchacha sacaba fotos a diestra y siniestra. Y cuando se quitó la cámara de enfrente pudimos observar su rostro.
Era una chica de tez clara con unos ojos esmeralda que resaltaban entre ese cabello curveado que le llegaba hasta los hombros. Vestía un jubón de seda fino, con unos pantalones de algodón elegantes y unas zapatillas formales de cuero. A juzgar por su vestimenta, parecía que aquella chica tenía un poco de dinero.
— Soy Viola. Mucho gusto. ¡Ah, siempre quise estar tan cerca para poder tomar las mejores fotos! Una pregunta: ¿Podrías sacar a ese famosos Lucario que tienes como Pokemon? Me gustaría tomarle un par de fotografías.
Korrina no le hizo caso siquiera. Sus pensamientos estaban más apartados lidiando en cómo podría conseguir dinero. Viola, mientras tanto comenzó a tomar fotos de Shaymin, que estaba sujeto a una pierna mía.
— ¡AGH, DEMONIOS! —Maldijo Korrina a los cuatro vientos y resbaló con sus patines para caer de bruces en el suelo. No se reincorporó porque prefirió hundirse sobre su propio cuerpo en señal de desesperación— Supongo que ese maldito Hawk ahora ya no me prestará el cuarto en el que rentaba. ¿Dónde demonios voy a dormir?
— Eh… ¿disculpa? Nosotros también no sabemos dónde dormiremos —Shauna lo dijo en mal tono, pero después me vio a mí con un poco de tristeza— Lo siento, Serena. Nos hemos gastado todo el dinero en medicamentos y comida para curarte. Ahora no tenemos nada.
— Gracias, chicos… Yo tengo un poco de dinero, pero en realidad no podría pagar la estancia de nosotros cuatro.
En ese momento, un silencio prolongado se hizo presente. Las fotos de Viola eran las únicas que incomodaban la tensa situación, pero entonces se paró en seco, dejó de fotografiar
a Shaymin, y se le vino una idea a la cabeza.
— Chicos… esto sonará un tanto raro, pero pueden quedarse en mi casa. Tengo espacio para todos ustedes, aunque es algo pequeño el lugar.
Shauna, Tierno, Korrina y yo nos miramos mutuamente. ¿En verdad estaba ofreciendo ella aquello? ¿Acaso había sido un ángel caído del cielo para salvarnos de nuestras desgracias?
— Sólo… sólo con la condición de que me dejes… ¡tomarle un par de fotos a ese magnífico Lucario!
Korrina sonrió, aprovechándose de la situación.
— Toma las fotos que quieras.
[…]
La realidad era distinta a cómo imaginábamos la casa de Viola. En efecto, era Ciudad Novarte localizada en el nivel 14, sólo que un poco alejado del centro y entre varios pinos y un riachuelo que habíamos cruzado. Aquella zona inmediatamente la reconocí: en Ciudad Novarte, la zona rica de la ciudad se caracterizaba por jugadores que realmente eran famosos por sus logros económicos. Sinceramente nadie les molestaría excepto los que suplicaban de hambre y ropa, así que vivían muy cómodamente bajo estos lugares. Ellos no se dedicaban en absoluto a las mazmorras del juego, sino a sus propios negocios dentro de PBO a lo cual les iba muy bien, por lo que jamás pasarían peligro alguno y estaban bien refugiados. Se dice que por estos lares vivían personajes importantes como un sujeto llamado Drew, el cual sí era famoso por intervenir en las mazmorras, aunque nunca estaba habitando su mansión.
— Así que vives en esta zona… y dime, ¿dónde está tu…?
Shauna se detuvo en seco. Habíamos llegado a la casa de Viola o, mejor dicho, una mansión impresionante que era rodeada por una reja de oro. Al entrar, un vasto jardín con olor a mañana nos iluminó los ojos y el mármol de la fuente esculpida con forma de un Vivillon. Además, había varios Pokemon insectos en aquel hermoso jardín conformado por setos, árboles, bancas en donde sentarse y bayas de varios sabores y colores. Caterpie, Wurmple, Silcoon, Kricketot, Shelmet, Scatterbug, Yanma, Ledyba, Combee entre otros Pokemon insecto disfrutaban de la armonía en dicha mansión.
— ¡Son muchos Pokemon insecto! —dije sorprendida.
— ¡Si! Bueno, soy muy aficionada a tomarles varias fotografías. Aunque el Lucario de Korrina me ha llamado mucho la atención a pesar de no ser Pokemon insecto. Pero todos estos Pokemon no son míos, sino que han hecho de aquí un lugar en donde yo puedo fotografiarles y vender mi arte a la gente de manera digital para que tengan las imágenes de distintos Pokemon en su Pokédex y así puedan atrapar de manera más sencilla los Pokemon que buscan. Por eso… bueno, me va muy bien en PBO. Si tengo una foto de tu Lucario, vendería muy bien…
Al entrar, varios muebles lujosos, un piso muy bien pulido y ostentosos vidrios de colores adornaban la casa. Tierno fue directamente a la cocina a pasos de danzante, mientras Shauna subía a un cuarto para ver qué cama elegir y Korrina comenzó a patinar por entre el lobby con felicidad. Viola y yo nos miramos unos momentos.
— Muchas gracias por acogernos. Mañana nos iremos al anochecer.
— ¿Tan pronto?
— Sí. Tenemos a un lugar al cual ir. Disculpa.
[…]
No recuerdo cuando ya había sido noche y estaba en el balcón de una gran habitación. La vista era hermosa, puesto que daba a la lejanía de Ciudad Novarte a algún par de mansiones más; algunos insectos nocturnos deambulaban por el jardín, y las estrellas nos hacían compañía. Eran ya altas horas de la noche, pero yo como de costumbre no podía dormir tranquila. Ya sea por todo lo que ha pasado en este tiempo, por Fennekin, o porque extrañaba a mi madre; o… todas juntas a la vez. Súbitamente, una lágrima recorrió mi mejilla.
— Disculpa interrumpirte…
Volteé para ver que Korrina había invadido mi espacio privado. Intenté secarme la lágrima disimuladamente sin éxito, porque ella ya se había dado cuenta de mi estado.
— ¿Qué es lo que quieres? —dije de mala gana.
Ella se detuvo debido a mi mala respuesta, pero agarró el valor suficiente para disculparse.
— Lo lamento por lo sucedido de hoy. Nunca quise ocasionar ningún problema.
— ¿Sí? Bueno, ahora estamos en un embrollo —al parecer mi actitud no ayudaba en nada, pero es que no podía evitar ser grosera con ella.
— Entiendo que estés así por tu Fennekin. Escucha… hace mucho yo había entrado al Club de Pelea para ganar dinero, pero me endeudé a pesar de que era muy buena batallando. Ese Hawk me ha impuesto costos muy latos por cualquier cosa, ya que soy la campeona y abusa de ello…
Me quedé en silencio viendo hacia el firmamento.
—… Escuché a Shauna decir sobre la megapiedra, y la robé. Planeaba vendérsela a Grant a un precio accesible y pagar mis deudas. Estuvo mal, y lo siento.
No dije nada.
Korrina suspiró, entró de nuevo a la habitación y de reojo intentó mirarme.
— Mañana recuperaremos la megapiedra, a tu Fennekin, y ahí quedará el asunto. No haré nada malo… Buenas noches.
[…]
A la mañana siguiente, el sol había iluminado mi rostro para despertarme, pero lo que hizo que saltara de la cama y abriera los ojos de golpe fue que Shaymin había estado lamiendo mi rostro para que efectivamente me pusiera de pie. Afuera del cuarto, escuché pasos apresurados, voces discutiendo —Shauna y Korrina— y algunos pasos sincronizados —Tierno—.
Salí sin antes cambiar mis ropas de dormir y arreglar ese cabello largo que a veces odiaba. El olor instantáneo de un gran desayuno, miel, frutas, y varias cosas entremezcladas me hicieron despertar de lleno, bajando las escaleras con algo de fulgor.
— ¡Buenos días, Serena! —Tierno, con los ojos brillantes ya estaba desayunando una rebanada de sandía que había en una mesa alargada con mucha comida.
— Ya has despertado, qué bien —Viola estaba en la cabecera de la mesa rectangular de caoba. En su cuello colgaba la cámara que parecía no soltar nunca.
— ¡Vaya, esto está muy rico! —dijo Shauna mientras daba una cucharada de huevo.
Unas mucamas iban y venían con platos vacíos y llenos, y Viola se encontraba feliz de que nos fueran atendidos con suma alegría.
— Jamad había comedo adhi in me veda — Tierno escupía la comida, aunque nadie le había entendido.
— ¡Oh, tú y tus estúpidos modales, Tierno! —mencionó Shauna enfurecida.
— Vaya, al parecer no sólo discutes conmigo, sino también con tu amigo —confesó Korrina. El Lucario de ésta había salido de su pokébola hace unos minutos. Viola enseguida se puso a fotografiarlo.
— ¡¿Qué has dicho?! ¡Retráctate!
— Diene radón —Tierno agarró un par de patatas y se las llevó a la boca.
— ¡Oh, ya vemos por qué tú sigues así de gordo! ¡No puedes ni siquiera esperar a tragar tu comida y hablar después!
— Te equivocad, también puedo baidar.
En ese momento, Tierno se paró y comenzó con unos extraños pasos de robot que hicieron que Viola y Korrina se carcajearan de la risa. Shauna sólo trabó los ojos y siguió comiendo. En ese momento, Viola tomó una foto de recuerdo de aquel momento.
Sin embargo, yo no reía. No sabía si aquello era realmente chistoso o no sabía si encariñarme de aquel momento o no. ¿En verdad estaba intentando dejar que mi corazón se abriera por completo a aquellos jugadores? No quería pasar por lo mismo, y si lo hacía sólo sufriría más de lo que ya lo he hecho.
— Así que chicos… díganme más sobre ustedes —mencionó Viola mientras daba un sorbo a un jugo de mandarina.
— Bueno, lo mío no es de mucho interés —comenzó Korrina—. En la vida real era una patinadora profesional y concursaba en deportes extremos. Una vez gané uno y mis padres estuvieron "orgullosos", por así decirlo. Nunca tuve una propia dicha educación, por lo que mi tiempo libre y mi vida era el patinaje callejero.
— Ya veo de dónde tienes los modales —dijo Tierno mientras masticaba con la boca abierta una banana.
— Sí, gordito —Korrina se acomodó el casco y le lanzó una mirada de odio—. Como sea, al entrar al juego descubrí el Club de Pelea; mi Lucario, antes como Riolu, lo capturé cerca de unas mazmorras. Algo extraño, pero pronto nos hicimos fieles compañeros y nos dedicamos a combatir en dicho club. No ganaba mucho dinero porque todo iba destinado a Hawk, que nos conseguía lo necesario para sobrevivir. Digamos que no soy muy sobresaliente en PBO y prefiero batallar para que me resuelvan la vida, pero ¡qué va!, mientras patine con estas preciosuras, soy feliz.
— ¡Vaya vida de bandida! —Shauna se burló—. Por mi parte, pueden ver que soy apenas una niña. Sinceramente mi familia era muy unida. Dos padres que me aman y un hermano mayor que me protegía. Después de quedar atrapada en el juego, tuve mucho miedo. No hay mucho que contar: me refugié y oculté muy asustada, hasta que conocí a mis dos amigos —y miró a Tierno.
— ¡Cierto! —sonrió su amigo robusto— ¡Yo conocí a Shauna y desde ahí fuimos inseparables! Bueno, antes de ello yo, como podrán adivinar, era un bailarín profesional… —en ese momento el sujeto se levantó de su asiento y comenzó a danzar.
La danza duró varios segundos. Fue un momento incómodo porque nadie le había pedido que bailara, pero éste siguió y realizó una actuación con pasos rebuscados, a lo que Shauna se levantó y lo jaló de la oreja.
— ¡Oh, oh, está bien! ¡Pararé! —después, Tierno se sobó la oreja y prosiguió—. Mis padres siempre quisieron que bailara, y me gustó mucho. Sin embargo, después del juego conocí a Shauna y a nuestro amigo Trevor; los tres formamos un grupo inseparable y habíamos decidido asentarnos en algún pueblo para vivir tranquilamente, pero las ambiciones de Trevor de seguir adelante y luchar para salvarnos eran mayores que las nuestras, y gracias a nuestra cobardía ahora lo hemos perdido…
Miré hacia debajo de una manera lamentable. No quería ni recordar al Gremio Novato.
— Pero ahora, queremos hacer las cosas bien y mejor. Y cualquier oportunidad que se nos presente para volvernos más fuertes, la tomaremos de inmediato.
— Eso suena bastante bien… —Viola rio—. Yo antes de todo esto, era una fotógrafa. Iba a eventos como bodas, aniversarios y cumpleaños para pactar los felices momentos de la gente; tenía un novio al cual le enseñaba mis fotografías y él se encargaba de venderlas mientras yo tomaba las fotos. Era muy feliz hasta ese momento, y aunque no nos iba tan bien como nos hubiera gustado, siempre nos esforzábamos por mantenernos unidos… Pero bueno, no soy tan fuerte y me gustaría serlo, pero he preferido hacer lo que me gusta porque de esa manera soy feliz.
— Ya verás que cuando esto acabe, todo volverá a la normalidad… —dijo Tierno positivamente.
— ¿Normalidad? —bufé enseguida. Aquellos pensamientos me daban rabia. Súbitamente todos voltearon a verme sorprendidos— Nada va a volver a la normalidad.
Me paré de mi asiento, satisfecha por haber comido, aunque sea un poco.
— Si me permites preguntar… ¿cuál es tu historia, Serena? —Viola se veía interesada.
— Eso no importa… —No iba a permitirlo. Esto había sido como un Déjà Vu. No iba a permitir que me contaran sus historias para luego encariñarme, entrenar para ser fuertes, se volvieran una parte especial de mí, les abriera mi corazón y de un momento a otro, de un pestañeo a otro, en un abrir y cerrar de ojos, se fueran como si nada gracias a mi estúpida debilidad como jugadora.
Me encaminé hacia la salida del comedor.
— Gracias por la comida. Nos vemos antes del atardecer para ir con Grant…
[…]
Ya era el ocaso, y los cinco jugadores habíamos ido al nivel 11 para citarnos con Grant. Viola había decidido ir con ellos porque más que por seguir tomando fotos del Lucario de Korrina, había disfrutado la compañía que le proporcionábamos.
Como sea, Grant nos esperaba en el muelle, detrás de una carga de cajas que parecía que contenían fruta debido al dulce olor que desprendía de ellas. La torre de cajas nos cubría por completo a las seis siluetas que espiábamos una galera situada a medio kilómetro de distancia. La noche poco a poco iba tornando el firmamento de un anaranjado a un púrpura y algunos Wingull en parvada se alejaban de los océanos para posar en algunas casas cercanas.
El muelle parecía estar repleto de barcos. Algunos anclados y otros descargando la última de las mercancías. Las personas poco a poco iban escaseando debido a la oscuridad de la noche, pero aquella galera que podíamos observar parecía tener actividad debido a que había velas encendidas en sus aposentos.
— Bien. Podrás observar que esa galera de ahí es igual a otra cualquiera —Grant estaba atento a ella.
— No veo qué tiene de especial. ¿Por qué nos has citado aquí? ¡Tengo mucho frío!
— ¿Quieres bajar la voz, niña? —Korrina se quejaba de Shauna.
— Ya cállense ambas, por favor. Tengo un mal presentimiento sobre todo esto —Tierno titiritaba.
— Mientras esa galera no se mueva, es perfecto para una buena fotografía —Viola estaba apuntando con su cámara.
— ¡Nada de cámaras! —dijo enseguida Grant—. Escuchen: los he citado aquí porque dentro de esa galera se encuentra el sabueso que ha robado sus megapiedras.
— ¡¿Qué?! —dijeron todos al unísono excepto yo.
— Verán. Aquel sabueso ya ha entrado a mis dominios a robar artilugios un tanto extraños. También quise encontrarle tal como ustedes, pero lo hacía sin éxito alguno. Poco después, en este nivel me había quedado de ver con un cliente mío, y entre varios murmullos escuché a un par de mercantiles sobre un sabueso. Fue una simple oración… de hecho, fue sólo un "El perro nos espera. Apresúrate".
Les seguí con cautela hasta esa galera que se encuentra frente a nosotros. Ahí pude ver al mismo sabueso ladrón que me había estado robando desde hace tiempo. He intentado espiar más de cerca, y lo único que he podido lograr deducir es que intentan recolectar algo más que objetos extraños… y creo que las megapiedras son una gran atracción para ese sabueso. No sé qué contenido tenga dicho barco, ni hacia dónde se dirija… pero cada noche zarpa hasta desaparecer por el horizonte cada que el sol se pone cuesta abajo. He querido infiltrarme, pero temo que me descubran y necesite pelear yo solo. Por eso que los he traído como refuerzos.
— Un momento… —intervine— ¿Quieres que entremos a la galera?
— Así es. Pero más que eso, mi curiosidad es ver adónde van.
— ¿Por qué no mejor entramos, tomamos lo que es nuestro y salimos para evitarnos de problemas? Suena mejor, ¿no, chicos? —el miedo de Tierno se hizo presente— Diablos, mi apetito y mi miedo están incrementando.
— ¿Y por qué demonios bailas? —le espetó Shauna.
— No creo sea buena idea —Korrina reafirmó la opinión de todos.
— Con que tome un par de fotos a ese sabueso que dicen haber visto, por mí está bien —dijo Viola.
Me quedé un par de segundos mirando hacia el suelo. Más que en la megapiedra, pensaba en mi Fennekin. Era lo único por lo que necesitaba hacer esto. Mi Pokemon se había arriesgado por mí cuando el Galvántula intentó asesinarnos, y ahora debía hacerlo por ella. Quería de vuelta su compañía y su cariño. No importaba si era un Pokemon o criatura virtual. Junto con Shaymin, era lo único que me quedaba y estaba dispuesta a arriesgar mi vida por ello.
— Hagámoslo.
Todos se sorprendieron. Grant sonrió y Viola preparaba la lente de su cámara. Éramos tres que diferían de opinión, pero al final Korrina se animó a hacerlo más por el dinero que le debía a Hawk que por la valentía que había en su persona.
— Demonios —Tierno lanzó un grito ahogado.
El sol estaba a punto de situarse por debajo del horizonte. Las anclas de la galera se habían levantado y las velas se izaban al tiempo que los mercantiles metían las últimas mercancías al interior del navío. Seis barriles que contenían minerales preciosos pesaban más de lo normal, pero entre varios marineros pudieron introducir la mercancía con suma habilidad. No pude siquiera ver adonde nos dirigían, porque todo estaba oscuro. De cualquier manera, sabía que el plan de Grant de introducirnos dentro de la mercancía había funcionado para entrar.
Después de unos momentos de silencio y de que nos habían descargado en el suelo, el meneo del barco se hizo presente y algunas voces se escuchaban fuera.
Levanté un tanto la cubierta de la urna que contenía zafiro en la que me encontraba. Lo hice lentamente, y pronto una pequeña luz proveniente de una vela me hizo ver que estábamos dentro de la cubierta del navío. Ahí, más mercancía se hacía presente por docenas. Cajas aglomeradas en rincones y antorchas en un par de columnas que constituían el esqueleto del barco nos alumbraban en una oscuridad inundada por un silencio y olas que chocaban contra la proa del barco.
Mis compañeros salieron sigilosamente de igual manera de sus mercancías, asegurándonos de que ya nadie viniera para entrar a la cubierta.
— Bien, ahora debemos buscar tu megapiedra… —mencionó Grant.
En ese instante, sentí el tacleo de una pequeña criatura que me tiró al suelo. Al principio pensé que era algún enemigo, pero los cariños que sentí en mi rostro con varios lengüetazos me hicieron saber enseguida que se trataba de Fennekin.
— ¡Fennekin! —le abracé con ternura— ¿Estás bien? ¿Estás herida?
— Ya has encontrado a tu Pokemon… ahora la megapie… —Shauna estaba hablando alegremente, pero Tierno le interrumpió.
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— Chicos…
Viola volteó y por primera vez, vi que en lugar de tomar foto a aquello que se nos presentaba, prefirió verlo con sus propios ojos. Korrina se quitó el casco a causa de la impresión; las piedras de Grant que tenía en su cabellera no se comparaban a lo bonito y majestuoso que estaba frente a nuestras narices.
El brillo de las antorchas sí era notorio, pero es que no pudimos notar un brillo apenas visible pero hermoso de una torre de megapiedras que yacían en un rincón. Como diamantes, estrellas, o granos gigantescos de sal, las megapiedras no brillaban como lo había hecho la mía al utilizarla contra el Galvántula. Éstas, en cambio, parecían estar en un estado de reposo, con un brillo transparente pero notorio, y reflejando nuestros sorprendidos rostros un centenar de veces.
— Al parecer no necesitaremos encontrar tu megapiedra —dijo Grant.
Quise acercarme aun boquiabierta ante la cantidad de megapiedras que estaban dentro de la habitación. Si una valía muchos pokeberries, no quería imaginarme la cantidad de dinero que conseguiríamos con esto. Ni siquiera el poder que obtendríamos si robáramos todas al mismo tiempo.
Sin embargo, más que eso mi cabeza comenzaba a tener más dudas que ambiciones: ¿Quién era aquel sabueso misterioso? ¿Por qué tenía tantas megapiedras? ¿Qué tan poderoso o ambición intentaba lograr ser al tener todo esto? ¿Adónde se dirigía esta galera?
Y en ese momento, la puerta se había abierto. La luz de la noche dejó entrever una sombra que nos acaparó a los seis jugadores.
El sabueso estaba en la puerta. Justo como lo había recordado, con los pixeles de su correa desintegrándose en el aire, y con esos ojos tan blancos como la luna del firmamento. Comenzó a acercarse, paso a paso… y nosotros empezamos a retroceder. Súbitamente, el sabueso en un abrir y cerrar de ojos se envolvió en unos pixeles esmeraldas y oscuros para cambiar su figura a una pequeña jugadora.
— Vaya vaya…
Era apenas una niña pelirroja con atuendos parecidos a los de un duende. Sin embargo, su mirada era amenazante y aterradora.
— Así que trataban robarse mis megapiedras. Eso les costará la vida —finalizó.
Próximo capítulo: El pasado de Serena Parte III: Familia
