El apoyo es incondicional para poder vivir de una manera feliz. Poco a poco lo he estado recibiendo, y a pesar de que no me siento frente al ordenador a escribir diario, lo hago de manera frecuente durante una hora a escribir pequeños pedazos de esta historia. ¿Cuándo la terminaré? Es una muy buena pregunta. ¿Estarán conmigo en este viaje escrito? No dudo de su lealtad. Muchas gracias lectores por la paciencia inminente que tienen. Los dejo con el pasado de esta luchadora espadachín que ha cautivado el corazón de muchos.
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[VIDEO 2: The Lord of the Rings: the Fellowship of the Ring CR – 05. Rivendell]
[VIDEO 3: One Piece OST – Fighting in the Colisseum EXTENDED]
[VIDEO 4: Sword Art Online – A Tender Feeling Extended]
[VIDEO 5: Hans Zimmer – Oogway Ascends Kung Fu Panda Soundtrack]
Capítulo 106
El Pasado de Serena Parte III: Familia
La pequeña moza nos había lanzado una mirada aterrorizante e intimidante; mis compañeros y yo dimos unos pasos hacia atrás sin éxito alguno debido a las megapiedras que se interponían entre alguna salida fuera de la cubierta.
Pensé que aquello era una simple broma. ¿Una niña? ¿Tanto poder tenía? ¿O es que su confianza era tan grande que sólo tenía pinta de sentirse poderosa?
Shauna se limitó a pasar saliva por su garganta, y el sudor se hizo presente en nuestras caras. Después de unos momentos de alta tensión y silencio, la comisura de los labios de la niña comenzó a notarse. Entonces, de un momento a otro, la chica empezó a reírse.
El gorro esmeralda con tejidos triangulares anaranjados se cayó al suelo debido a que ella se retorció en éste gracias a los retortijones que sentía en el estómago. Su risa era prolongada y molesta, pateaba el suelo con gran energía.
— ¡Oh, vaya! ¡Ahora sí que me he carcajeado en serio!
Todos intercambiamos miradas de desconfianza, sin saber qué hacer o cómo reaccionar ante aquello.
— No sería capaz de asesinarlos. ¡Claro que no! —confesó mientras intentaba retomar la compostura—. No podría hacerlo. Quiero decir, son cinco contra uno y es clara desventaja, ¿no?
— Estoy de acuerdo —secundó Tierno.
— Sí, necesitarían a más de seis personas para poderme hacer algo de daño… —al decir esto, Tierno frunció el entrecejo—. Como sea, tengo una sorpresa para ustedes…
— ¿Eh? —Korrina se sorprendió.
— Ya nos íbamos —terció Grant.
— No lo creo. Bueno, ya han encontrado lo que estaban buscando —dijo la moza señalando al Fennekin— Así que no hay nada más que hacer aquí, quiero suponer… a menos que…
— ¡No, no, no! Nosotros no queríamos robar nada de aquí. Tienes razón; sólo queríamos de vuelta al Pokemon de mi amiga y… —Shauna, temerosa, fue interrumpida por una voz que entró fuera de la cubierta.
— ¡MANON!
La chica volteó hacia la salida que dejaba pasar la luz de un firmamento estrellado.
— ¡ES HORA! ¡Caeremos pronto! —avisó la voz femenina pero temerosa que provenía de fuera.
— "¿Caeremos?" —Viola intentó agarrar lo más cercano que tuviese, debido a un repentino miedo que comenzó a tener.
— Oh… bueno, esa era la sorpresa. Verán, ya no hay adónde ir. Incluso si quisieran regresar a sus hogares, es muy tarde. Estaremos a punto de caer.
— ¡¿Qué quieres decir?! —Korrina se adelantó unos pasos, pero Manon le indicó que la siguieran fuera de la cubierta.
Al momento en que todos salimos, nos dimos cuenta de que la tripulación estaba comenzando a prepararse para un gran acontecimiento. Las velas estaban izadas, la proa se mecía de un lado a otro violentamente, y justo detrás de ella, una mujer de cabellos violetas y una figura imponente se encontraba contemplando un vacío que había más allá.
— ¡Sorpresa! —Manon dijo estrepitosa y enérgicamente.
No hubo tiempo para más.
— ¡SUJÉTENSE! —Les advertí a los demás.
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Fue muy tarde para ver la cascada que se avecinaba. De un momento a otro, la gravedad surgió efecto en nosotros, y el barco comenzó a caer más deprisa que nuestros diminutos cuerpos que se levantaron del suelo inmediatamente. A mi costado se encontraba el límite del estribor del barco con lo que me sujeté a él. No cerré los ojos, pero pude ver que era una cascada circular parecida al ojo de un huracán, con kilómetros hacia un vacío blanco y abundante de brisa amenazante.
Volteé a ver si mis compañeros habían podido agarrar algo, pero la velocidad con la que caíamos y la forma en la que se empezaba a empinar el barco fueron siendo dificultades que tuve que atender primero. Noté a un par de sujetos que no tuvieron tanta fuerza para sostenerse y se perdieron entre el vacío más arriba, para caer a su inminente muerte. Tierno gritó horrorizado al ver aquello, mientras se agarraba del mástil, y Shauna de su pierna regordeta.
La caída duró más de lo esperado, y en todo ese momento tuve la certeza de que tenía que prepararme para un alto grado de impacto en donde la base de la galera iba a resquebrajarse y junto con ella sufriríamos el golpe del agua; fue momento en que tuve que cerrar los ojos, aterrorizada de la muerte y de lo que podía pasar después de ello.
Sin embargo, ya no había viento, ni velocidad, ni brisa que diera contra mis mejillas. Al abrir mis ojos, la galera estaba rodeada ahora de un remolino que nos iba tragando poco a poco, dando círculos cada vez menos prolongados y llegando hasta el centro de lo que parecía ser el hundimiento de la galera.
— ¡MORIREMOS! —Tierno no dejaba de estremecerse.
Y cuando la galera finalmente entró al ojo del remolino, un Pokemon misterioso nos acompañaba dentro de la nave, encerrando la galera en una especie de aura que repelía el agua.
— ¡Ahí está! —Manon finalmente dejó de sujetarse, cuando notó que la galera estaba sumergida completamente y resguardada en dicha burbuja mágica.
Manaphy nos saludaba desde varias partes, nadando de un sitio a otro y reconociendo tanto a Manon como a la mujer de cabellos violetas; poco después, Manaphy se adelantó para que la galera le siguiera en un camino misterioso ente corales, corrientes marinas y un cardumen de varias especies acuáticas.
Mi respiración se calmó; sentí el sudor frío que recorría mi cuerpo, y el gran susto que tuve ya se había alejado. Sin embargo, no hubo ningún respiro porque la mujer que parecía ser la capitana del navío se acercó a nosotros.
— Parece que tenemos nueva compañía, Manon.
— Oh, Sabrina, ya había percatado su presencia desde el momento que los pude olfatear en modo sabueso.
Sabrina. Parecía una mujer fuerte, pero a mí no me intimidaba en lo absoluto.
— ¡Escuchen, por favor! ¡Regrésenos a casa sanos y salvos! Juramos que no tuvimos nada que ver en esto. ¡Ni siquiera era nuestra intención descubrir la pila de megapiedras que tienen ahí dentro! Sólo déjenos ir libres y juramos que… —Tierno parecía patéticamente un cobarde.
— Qué va, ya dije que no los mataré —confesó Manon.
— Deberías castigar a estos novatos. Deben pensar mejor en las cosas en las que se entrometen —le aconsejó Sabrina a la muchacha pelirroja.
— Y es por eso que son valiosos, Sabrina. Sabían a lo que podrían enfrentarse y lo hicieron por su amiga. Lo hicieron para recuperar al Fennekin.
— ¿Hmmm? —Sabrina arqueó una ceja, confusa—. ¿Y eso qué?
— Sabes lo que Alain pensaría al respecto… —Manon miró a cada uno de nosotros, y preguntó: —¿Les gustaría unirse a nuestro gremio? Somos llamados los Mega, y somos el gremio secreto más fuerte que hay en PBO.
— ¡¿QUÉ?! —Dijeron casi todos al unísono.
— ¡Acepto! —dijo Tierno enseguida, con los ojos como estrellas.
— ¡¿Tierno?! Vaya, tu miedo se ha esfumado de repente —le molestó Shauna—… Qué va. Si tú aceptas, yo también.
— Creo sería una buena aventura para descubrir nuevos lugares y tomar fotografías. Lástima que no pude capturar momentos de la cascada, pero seguro habrá otras ocasiones —aceptó Viola.
— Soy encargado de una tienda, no puedo hacerlo —mencionó Grant.
— ¡Oh, patético! —le dijo Korrina— Tu tienda era un basurero de pacotilla y no ganabas ni un centavo.
— Tienes razón.
— Ambos estamos dentro —Korrina mencionó, sabiendo que sería una forma de huir de la deuda que tenía en el torneo de lucha.
Faltaba yo. Podría haber dicho que sí; podría haberme levantado, mirado a Manon con determinación y decir que sería un reto esta nueva aventura, pero no iba a pasar por lo mismo. Simplemente, no me iba a encariñar con este tipo de personas.
— Lo siento. No puedo hacerlo.
— Serena… —intervino Shauna, preocupada.
— No. No puedo hacerlo.
— ¡Oh, vamos Serena! ¡Será una gran aventura y…! —Tierno intentaba convencerme.
— ¡NO PUEDO HACERLO!
Mi grito le calló instantáneamente. Manon se sorprendió un tanto por ello y por el silencio que le siguió algunos segundos después, pero rápidamente cambió su semblante y sonrió.
— Bueno, no importa. Ya regresarás en la siguiente galera que salga al nivel en el que estábamos. Según mis cálculos, en unos cinco días sale el siguiente grupo de expedición. No se puede teletransportar una vez estando aquí, así que tendrás que esperar, Serena. Bueno… los demás serán bien recibidos por nuestro líder.
— ¿Quién es su líder? ¿Dónde vive? —Korrina invadía de preguntas, pero Manon le interrumpió.
— Ya verás… Oh, y hablando de los Mega… hemos llegado.
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No me di cuenta cuánto tiempo habíamos estado bajo agua, pero cuando Manon pronunció aquellas palabras, la galera se alzó repentinamente por la superficie con la madera y las velas goteando e invadiendo de una brisa de colores arcoíris a lo que había frente a nosotros.
Era la base más hermosa de todas. ¿base? No sé si se le pueda llamar a eso base; de hecho, era el palacio más hermoso que había visto jamás. Destellos de luz resplandecían reflejando su haz en las paredes de mármol que parecían vislumbran un color azul debido al cielo despejado y al océano sereno. Una división de un gran muro se levantaba imponente de un lado a otro, hasta donde mi vista podía percibir. No sabía que había del otro lado, pero eso no importaba porque lo que llamaba la atención era el punto más alto de un palacio invadido de torres que se alzaban como ramas intentando alcanzar el cielo. La torre más alta compuesta por dos gemelas, eran unidas por un camino donde yacía una espada que apenas era visible, pero con un brillo tan intenso como el del astro rey que era testigo de los pequeños barcos y botes que iban y venían por un puerto donde nos comenzamos a adentrar. Los tripulantes nos veían y se hincaban por la presencia tanto de Sabrina como de Manon, y algunos otros nos lanzaban miradas de forasteros que invadían sus tierras. La galera dorada recorría varias curvas para poder esquivar pequeños islotes que yacían a la espera de olas que jamás iban a venir.
— Bienvenidos a la Fortaleza Catarata.
Nadie dijo nada; tanto mis compañeros como yo habíamos estado sorprendidos por la majestuosa escena que jamás creíamos posible.
Antes de anclar en el puerto, pudimos vislumbrar a lo lejos que en el muelle nos esperaba una figura solitaria. Los tripulantes comenzaron a hacer sus respectivas tareas preparándose para el arribo; cuando la galera se detuvo por completo, Manon no esperó y bajó entusiasmada para saludar a aquella figura.
— ¡Qué bueno que te encuentro!
Manon llegó hasta sus brazos, y éste le recibió también con una sonrisa y un cálido abrazo. Por su parte, Sabrina al pisar el muelle, hizo una reverencia e hincó su rodilla.
— Padre…
— Levántate, Sabrina —dijo el sujeto— No soy nadie para que se hinquen de esa manera. Todos somos tratados por igual.
La mujer se levantó y antes de que sucediera otra cosa, el sujeto nos dirigió una mirada curiosa.
— Veo que trajeron nueva compañía…
— Oh, sí. Ellos forman parte ahora de nuestra familia —confesó Manon— Yo los he invitado y aceptaron.
— Ya veo…
En ese instante, yo intervine para que nadie generalizara.
— Yo me iré en cuanto zarpe el siguiente barco de exploración.
— Oh, sí… Serena —Manon lo recordó— Bueno. Ellos cinco son ahora parte de nuestra familia. En cuanto a Serena, ella no quiso aceptar.
Todos habíamos bajado del barco, y mis cinco compañeros intentaron imitar a Sabrina e hicieron una reverencia.
— Como han de deducir, yo soy el líder de este gremio, Alain. Ahora, ustedes formarán parte del Gremio Mega; de nuestra familia. No será fácil el entrenamiento al que estarán sometidos, ya que el formar parte de nuestra familia requiere sacrificio, esfuerzo y valentía. Hoy serán unos novatos, pero el día de mañana puede que lleguen a lo más alto de la élite. Sin más, les deseo una buena instancia y les doy una cálida bienvenida.
El sujeto de cabellos índigos y mirada misteriosa se retiró del muelle junto con Manon, mientras Sabrina nos daba unas indicaciones de qué hacer ahora de que mis compañeros formaban parte de los Mega. Por mi parte, sólo quedaba esperar a retornar a vagar por PBO. ¿Cómo regresar? ¿Cómo habíamos llegado aquí? ¿Por qué Manaphy nos condujo hasta aquí? ¿Alguien más habrá descubierto esta zona secreta del juego? No tenía idea.
[…]
No recuerdo el resto de ese día, pero sí el siguiente. Para mis compañeros había sido un día muy duro; el sometimiento al entrenamiento fue de alta exigencia, y ellos no pudieron aguantarlo como era debido o acostumbrado para los que ya llevaban tiempo ahí. Recuerdo que nos habían alojado en el Pueblo Mega, que era un pueblo abundante de casas de ladrillo, apenas pudiendo caber nosotros seis en una de ellas. No necesité estar presente en sus respectivos entrenamientos específicos para poder deducir que habían terminado exhaustos. Al final del primer día, cuando ellos habían regresado, sus quejas invadieron mis oídos y poco después cada uno de ellos había caído rendido y agotado. Shauna era la única que se mantenía despierta, observando con cautela y preocupación cómo yo me mantenía en el balcón de su nueva morada, contemplando el final de las torres gemelas, donde la espada brillante a veces mantenía un brillo tan cegador, y otras sólo era una débil estrella que tintineaba lejana.
El segundo y tercer día era lo mismo. Quejas al regresar a casa, músculos agotados, heridas, corazones agitados, y al final los brazos de Darkrai invadían el sueño de todos de una manera apacible que ni las peores pesadillas podrían despertarlos. ¿En verdad querían esto? ¿En realidad querían volverse tan fuertes que se sometían a este tipo de entrenamiento? No entendía el porqué de su motivación; no podía comprender del todo qué era lo que los movía cada día, qué era lo que los despertaba tan entusiasmados en la mañana, entrenaban hasta que no podían más físicamente y regresaban con arto cansancio en la noche. Sin embargo, el día siguiente era como si nada hubiese pasado y volvían de vuelta a las andadas. ¿Por qué? Su inocencia era tan extrema, que no se daban cuenta siquiera de que al final, los beta eran los que gobernaban todo PBO, que la traición y el poder dominaban por entre la motivación y el coraje, y que uno siempre iba a estar solo pasara lo que pasara. Por eso, no podía fortalecer unos lazos tan débiles que apenas estaba sintiendo por ellos; no debía demostrar mi verdadera yo ni abrir mi corazón; no podía ni encariñarme con la preocupación de Shauna, ni los bailes de Tierno, ni las fotografías de Viola, ni la rebeldía de Korrina, o la fortaleza de Grant. No podía, o iba a estar condenada de nuevo al temor que había sufrido en el pasado y seguramente volvería a suceder.
— Serena… —la voz de Shauna interrumpió mis pensamientos. Me di cuenta que seguía observando la espada misteriosa en la punta de las torres. Era ya el tercer día, y mi actitud y mirada perdida seguían siendo las mismas.
Volteé a verla. Shauna yacía dentro de la casa, refugiándose del frío y con una cara demacrada y ojerosa por el cansancio del entrenamiento. No dije nada, y ella no necesito decir nada más: estaba preocupada por mi partida. No quería separarse de mí, ya que su lazo afectivo era más fuerte y blando de lo que creía. De nuevo desvié la mirada hacia el palacio que yacía a lo lejos; no había nada que decir ante una preocupación que sólo me haría débil si me dejaba llevar por los sentimientos.
El cuarto día fue diferente. Era de día, y había salido por algo de comer. Mientras mis compañeros estaban dentro del palacio entrenando arduamente, yo vagaba por el pueblo para tomar un poco de aire fresco, comer para no sentir el estómago vacío y librarme de pensamientos que sólo eran tóxicos para mi alma. Era la primera vez que me había mantenido tanto tiempo fuera dentro de los cuatro días que habíamos permanecido ahí y fue un error. ¿Por qué lo digo? Bueno, dicen que "La curiosidad mató al Meowth", y cuando fui a las afueras del palacio para ver si de casualidad podía visitar a mis compañeros a ver qué tipo de entrenamiento podrían tener, todo había salido tan mal que me había metido en un gran lío.
Al adentrarme en los patios de entrenamiento, me encontré con algunos sujetos que se sometían a duras series de ejercicios que me pusieron los pelos de punta. No pude ver a ninguno de mis compañeros cerca o a la vista, así que, debido a la hora, deduje que debían estar en el comedor común del palacio; así, aprovechaba yo también para poder comer algo.
Ahí, varias mesas comunes tan largas como pude haber imaginado se extendían en un aula amplia y llena de rayos solares que atravesaban cristales índigos y hacían del lugar un sitio más hermoso. No obstante, no era tan hermoso debido a las voces que se mezclaban entre gritos, pláticas, cubiertos, tarros de cerveza, y Pokemon que también disfrutaban de un merecido descanso después de la ardua jornada.
Me costó trabajo identificar a mis compañeros, pero al fin lo pude hacer no de una manera que me hubiese gustado: un grupo de ya experimentados miembros del gremio Mega habían estado aglomerados en torno a Tierno, que yacía sobre el suelo con un pudín de manzana vertido sobre su uniforme nuevo.
Las risas en ese grupo se hicieron presentes, y los insultos eran más abundantes de lo que habría imaginado.
— Vaya imbécil —uno de ellos decía— No puede pensar en nada más que en el baile. Escucha: aquí no hacemos ese tipo de ridiculeces; o bailas o te sales de nuestra familia. ¿Entendido?
Viola no pudo soportarlo más, y se acercó a ellos.
— Déjenlo en paz. Mi amigo no los ha molestado en lo absoluto.
— Vaya… una cámara fotográfica —dijo uno de ellos al ver la cámara de Viola colgando en su cuello— ¿Puedo verla?
Más que permiso, fue una afirmación al tomarla de su cuello y examinarla de cerca. De un momento a otro, le susurró algo a su compañero y acto seguido, estrelló la cámara sobre el suelo. Ésta se quebró en varios pedazos, y el rostro de Viola fue peor de lo que hubiera imaginado.
Aquello, por más que deseara no tener sentimientos y ser un corazón muerto y frío, me cabreó bastante. Ni siquiera pude pensar en mis acciones seguidas, pero cuando reaccioné, mi Firénix había estado a centímetros de la cabeza de los dos jugadores que molestaban a mis compañeros, y éstos estaban tumbados en el suelo mientras mis orbes reflejaban las llamas de dicha espada amenazante.
— Juro que les cortaré las cabezas si siguen molestándolos.
Mi voz había cambiado; mi corazón se había transformado; mi debilidad no había sido la de antes. No sé por qué, ni cómo, ni cuándo, pero la que amenazaba a estos sujetos no era yo, sino alguien más que defendía a la gente con la que no quería crear lazos. Y al momento de haberlos defendido, supe que estaba en un gran lío…
— ¡Tú!
Al levantar la cabeza para mirar a quien me había llamado desde lejos, me di cuenta de que todo el recinto estaba en silencio al notar que yo había causado una escena más llamativa que nunca. Mi Firénix había escupido lengüetazos de fuego tan potentes que el techo se había calcinado, pero ni siquiera me había dado cuenta de ello debido al calor y rabia que sentía dentro de mi corazón.
Sabrina me había llamado; estaba tan impresionada como todos los demás. Hasta mis compañeros, boquiabiertos, habían visto el poder que mi Firénix había desprendido con tan solo la rabia de mi alma. ¿Tan cegada había estado por defenderlos que había desapercibido lo que mi espada le había hecho al techo?
Sabrina me llamó de nuevo, porque lo que había hecho estaba claro que no era permitido. Sin duda alguna, me iba a llevar con Alain.
[…]
— Lo que has hecho no puedo permitirlo en mi familia.
Su voz era serena, mientras calvaba sus ojos en mí. Alain había estado en el balcón de su aula, aquella pequeña ventana de la torre gemela. Su sombra imponente cubría el paisaje de un océano que se extendía más allá de mi vista. Los rayos del sol se reflejaban como puntos tintineantes y pequeños como estrellas en las corrientes superficiales del mar, pero eran mucho más brillantes las pupilas de aquel sujeto que me miraba con un misterio profundo.
— Ellos nos han atacado primero —dije con valor.
— Ellos recibirán su castigo pertinente. Sin embargo, tú has intentado asesinarlas con esa espada tuya, y no puedo permitirlo.
Mi respiración era agitada, y la mano de Sabrina sobre mis brazos prisioneros comenzaba a ser molesta. Lo peor de todo, fue que sabía que me había metido en un gran lío, pero no me imaginé nunca que había metido en un gran problema a nosotros seis.
— Entiendo que querías salvar a tus amigos. Somos familia, y cuando alguien quiere a su gente, hace lo que sea para su bienestar.
Yo no los quería. Me rehusaba a pensarlo. No podía tenerles el mínimo afecto; no podía pasar por lo mismo que con el Gremio Novato.
— Así que si tanto amor les tienes… —prosiguió— Veremos de qué están hechos tú y tus amigos: Mañana a primera hora, batallarán contra mí. Si ganan, se quedarán e incluso podrán ser de élite; de lo contrario, tú y tus amigos se marcharán de aquí por donde vinieron.
Sabrina se sorprendió por ello, y quiso reclamar al respecto. Sabía tanto ella, como yo, que no teníamos oportunidad alguna contra él, a pesar de que yo no había visto sus poderes actuales.
— No hay objeciones. Mi decisión es inapelable —Confesó Alain.
[…]
[VIDEO 3: One Piece OST – Fighting in the Colisseum EXTENDED]
Y ahí estábamos. La prisión de agua rodeada de muros acuáticos nos envolvía como una enemiga fría y solitaria; Tierno intentaba calmar sus nervios dando pasos de baile pronunciados, mientras Korrina masticaba una goma de mascar para relajar la mandíbula. Los brillos del sol más arriba de nosotros cruzaban el campo de fuerza acuático para depositarse en mis cabellos miel y darme un poco de calor. Necesitábamos ganar; teníamos que ganar, o todo estaría perdido para ellos. A mí no me importaba salir de aquel gremio, pero ellos habían encontrado cabida aquí, y no sería yo la responsable de arrebatarles esa oportunidad a mis compañeros.
Súbitamente, la prisión de agua comenzó a elevarse, y los muros se desvanecían al tiempo que llegábamos al campo de batalla: aquella saliente de roca envuelta en tres cuartas partes por las cataratas que seguían su curso hacia un abismo interminable. Las gradas se extendían un kilómetro donde la parte central estaba conformada por asientos de más renombre donde la élite presenciaba con mayor facilidad las peleas. La gente no faltaba, eso sin dudarlo. Lo que fue extraño era un silencio que había notado debido a que nadie apoyaba, nadie vitoreaba, nadie hacía ruido alguno debido a que Alain ya se encontraba frente a nosotros, listos para el ataque.
— ¡Damas y caballeros! —la voz de Manon en las gradas de élite se extendía por todo el recinto gracias a las pantallas virtuales que aparecieron en los muros de las cataratas— ¡La batalla entre Alain contra Serena, Shauna, Tierno, Korrina, Viola y Grant está a punto de comenzar! ¡Los contrincantes de nuestro líder abandonaran el gremio si pierden; en caso contrario, formarán parte de la élite!
La gente seguía sin alardear como de costumbre, ya que todos estaban atentos a Alain. Éste, nos miraba de una manera demasiado profunda y serena.
— Serena… —nombró Grant con un tanto de sorpresa— Su espada… Él es espadachín.
— ¿Qué hay con eso?
— No tiene espada —confesó.
Al ver a Alain, iba a batallar con las manos desnudas, y sin algún escudo que le protegiera. Aquello me sorprendió al punto de que se estaba burlando de nosotros, o mejor dicho, nos estaba subestimando totalmente.
— ¡COMIENCEN! —Advirtió Manon.
Alain se mantuvo en su sitio, dándonos la señal de que nosotros podríamos comenzar en cuanto quisiéramos.
— ¡Shauna, Korrina, ataquen por los costados! ¡Tierno, conmigo! ¡Grant, Viola, rodeen su retaguardia!
— ¡SÍ! —Dijeron todos al unísono.
Cada uno siguió mis consejos al pie de la letra. Shauna rodeó sus manos de magia púrpura debido al veneno que podía expulsar de ellas; Korrina patinó en zig-zag por el otro costado con los puños listos para golpear; Viola saltó con ayuda de Grant hacia espaldas de Alain, lista para apuntar con su arco mientras Grant golpeó el suelo al momento de aterrizar para levantar las rocas que iban al compás de las ondas de fuerza hacia el enemigo; Tierno me protegía las espaldas con su magia sanadora listo para esquivar cualquier ataque con su danza, mientras yo desenvainaba mi Firénix que soltó un lengüetazo de fuego abrazador.
Los ataques fueron tan coordinados, que no había manera alguna de que Alain los esquivara. Cada uno dio de lleno con su cuerpo, cada uno dio en cada parte vulnerable y éste salió despedido más allá del campo de batalla, perdiéndose en el abismo. La pantalla de humo que habían dejado los escombros y los rastros fueron obstáculo para que la gente viera lo que había sucedido.
Esbocé una sonrisa, debido a que los segundos siguientes fueron llenados por un silencio significando que la victoria estaba en nuestras manos.
El silencio se prolongó más hasta que sólo pudimos escuchar el agarre de una mano intentando reincorporarse al campo de batalla. Cuando Alain empujó todo su cuerpo hacia el suelo, reposó unos segundos ahí con la agitación leve de su respiración, y algunos hilos de sangre corriendo por su frente.
— Vaya, eso sí que ha dolido. Bueno… ¿es todo lo que tienen?
Nos dimos cuenta que su barra de vida apenas había bajado visiblemente. ¡¿Cómo podía ser posible aquello?! Habíamos dado todo lo que teníamos de nuestro poder y apenas le había hecho daño.
— Mi turno.
Abrí los ojos desorbitadamente. De un pestañeo a otro, Alain había aparecido a espaldas de Shauna, y le dio un gran golpe en el centro de su espina dorsal, mandándola hacia Korrina que recibió el impacto de su cuerpo. Viola intentó contraatacar con una flecha directo hacia su sien, pero Alain giró sobre su propio eje con un salto y mandó de vuelta la flecha con una patada. La flecha se clavó en el muslo de la rubia, y segundos después Alain ya estaba ahí para mandarla con una patada en su cintura hacia Shauna y Korrina que intentaban reincorporarse. Grant actuó enseguida dando dos puños que Alain no se molestó en esquivar; los puños fueron directo a su estómago y el impacto produjo una onda de sonido que se extendió por todo el campo de batalla. Alain aguantó la fuerza y retrocedió un par de centímetros gracias a ello, pero la sonrisa que esbozó después fue señal de mal augurio para Grant; el líder del gremio Mega agarró el antebrazo extendido del luchador, lo torció y con una palma extendida dio un golpe sobre su abdomen para mandarlo a volar hacia Tierno que le recibió atrapándolo hábilmente; sin embargo, Alain ya estaba en su retaguardia y con un rodillazo en la espalda a Tierno hizo que éste escupiera sangre y los mandara hacia el grupo de vencidos que intentaban reincorporarse.
Ahora sólo quedaba yo, pero mi impresión era tal que me había quedado paralizada. Mi Firénix dejó de emanar aquellos látigos de fuego que antes eran aterradores. Ahora, sólo era una espada de metal al rojo vivo que parecía tener miedo de desprender todo su poder.
— Esta batalla está más que terminada —mencionó Alain. Vio a los novatos que había vencido, y todos yacían en el suelo un tanto aturdidos por los golpes que él mismo les había propinado.
Mis rodillas temblaron hasta que cayeron sobre el suelo. Solté mi espada, y miré al suelo con aturdimiento. ¿Por qué me estaba rindiendo? ¿Por qué no luchaba hasta el final? ¿Por qué prefería rendirme a batallar incluso hasta la muerte? Ciertamente, todo era debido a mi pasado, y que no estaba dispuesta a arriesgar todo para no sufrir de nuevo.
— Bien… veo que no tienes ni la intención de luchar —Alain sonrió— Si es así, entonces… —el sujeto se acercó caminando hacia el grupo de vencidos.
Korrina se estaba levantando, pero Alain le levantó bruscamente y agarró el par de patines que tenía puestos; se los desprendió de un momento a otro y los pisoteó hasta romperlos. Korrina había quedado anonadada.
— Estos patines son pura mierda…
Siguió entonces con Grant, comenzando a golpearlo en su abdomen mientras éste yacía sobre el suelo. Patadas y patadas que invadieron su cuerpo hasta que sólo se escuchaban gemidos de sufrimiento.
— El escalar es pura mierda…
Una vez que había terminado con él, levantó a Tierno del suelo, y le arrancó la playera de combate, para dejarlo semidesnudo en el suelo. Alain le pisoteó la cara.
— El baile es pura mierda…
Se acercó a Viola, que a pesar de que intentaba huir, su cuerpo no se lo permitía porque estaba totalmente vencida. Alain divisó que tenía un par de fotografías salidas de entre su chaqueta, y al verlas, eran las de el Lucario de Korrina. De un momento a otro, Alain las rompió en pedazos y las aventó al suelo.
— Las fotografías son pura mierda…
Por último, Shauna se intentó levantar antes de que Alain fuera hasta ella, pero había demasiado tarde; Alain la sujetó de sus atuendos y la aventó hasta mi posición. Shauna lloraba y sangraba, sin atreverse a mirarme.
— Ustedes son pura mierda…
La gente entonces empezó a reír. Manon yacía seria al igual que Alain, pero todo el público reía y murmuraba entre sí la clase de novatos que éramos. Ciertamente ahora tendríamos que marcharnos de aquí y volver a nuestra cruda realidad. Ellos nos recordarían como los novatos que fueron fácilmente derrotados por el líder del gremio Mega; nos recordarían como los novatos a los que el líder les humilló totalmente en frente de medio PBO; humillados, pisoteados, burlados, y con nuestro honor por los suelos.
Claro estaba que no debía formar lazos con aquellas cinco personas. Tenía en mente que, si formaba una amistad con ellos, el miedo de perderlas iba a ser tan fuerte como el miedo a no volverme fuerte. No podía formar un lazo de amistad con ellos, y sin embargo, me dolía verles ahí; humillados, vencidos, heridos en su orgullo.
Y de un momento a otro, lo tenía todo claro: me había levantado sin siquiera haberlo planeado. Había cogido mi espada, y las lágrimas fueron limpiadas por el calor que mi Firénix había desprendido. Ahora todo estaba tan claro como los muros de las cataratas. Ahora tenía en cuenta que, gracias a ellos, gracias al lazo fuerte que había creado con ellos y con las personas que me importaban, sería capaz de volverme fuerte. El Gremio Novato puede que no haya sobrevivido, incluso Satoshi puede que me haya mentido y jugado conmigo, incluso la partida de X me había dolido en el alma, pero no era momento para hundirse más.
— Basta.
Mi voz impresionó a Alain.
— Han perdido, niña. No pueden ganar esta batalla.
— Eso lo sé —estaba furiosa. Mi espada también lo estaba; no tenía chances de ganar, pero no podía permitirme que humillaran más a mis compañeros— Pero hay una diferencia entre perder, y permitir que dejes hacer lo que sea con nosotros.
— ¿Con ustedes? Pero… ¿ellos te importan?
Esa pregunta era difícil de responder. Sabía la respuesta en mi interior, pero no quería aceptarlo. Mi silencio fue interpretado por Alain.
— Ya veo. Tienes miedo. ¿No es así? Puede que te caigas mil veces y levantarte mil y un más. Sin embargo, no te sirve de absolutamente nada si te sigues aferrando al miedo y al pasado. Eres débil, patética y cobarde. Entiendo que has sufrido, al igual que todo el maldito mundo de PBO, pero no te sirve de nada lamentarte por lo que ha pasado. En lugar de trascender y obtener coraje, prefieres ser intimidada por el sufrimiento.
— ¡DEJA EN PAZ A MIS AMIGOS! —Grité.
Aquello hizo que Shauna finalmente me observara con sorpresa.
Alain agachó la mirada, y algo en su interior le hizo esbozar una leve sonrisa.
— Este encuentro ha terminado. Mañana a primera hora deben partir con el barco de exploración.
Y sin más, Alain se dio la media vuelta para indicar que habíamos sido los perdedores.
[…]
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El regreso a la casa donde nos alojábamos fue duro. Las caras largas de todos nosotros habían delatado el pésimo momento que estábamos teniendo, y nadie había dicho ni una palabra durante el camino. El día pasó de largo en un abrir y cerrar de ojos, y tanto yo como mis amigos habían deambulado por el pueblo en busca de comida, abrigo, y provisiones para el regreso. Sin embargo, cuando todos nos habíamos reunido de regreso en la morada, el silencio era tan abrumador que Shauna intentó animarnos.
— No quiero ver esas caras largas. Tierno, ¿quieres mostrarles a todos los pasos de baile que me habías enseñado el otro día?
No obstante, el muchacho había hecho caso omiso a las palabras de su amiga; su mirada perdida delataba el gran deseo que tenía por permanecer en el gremio.
— Vamos, chicos. No es tan malo como parece —Shauna miró a cada uno de nosotros— Podemos regresar y fundar nuestro propio gremio. ¡Sería fantástico! ¿No lo creen? ¿Cómo deberíamos llamarnos?
Cerré los puños a causa de que ya había vivido esto. ¿Fundar otro gremio con una banda de novatos? ¿Qué mueran a manos de Mirto? ¿Qué se una un beta? No, gracias.
— Sólo vean lo grandioso que sería que formáramos nuestro propio gremio —prosiguió Shauna— Tierno, tú podrías darnos clases de baile y enseñarnos a esquivar ataques por las mañanas, seguido de una buena dosis de resistencia en las montañas del nivel 1 con Grant liderándonos. Viola podría tomar fotografías durante el transcurso del día, y el entrenamiento terminaría con Korrina enseñándonos varias técnicas de golpe que aprendió en el club de pelea, así como técnicas de espada que posee Serena. Yo… bueno, sé lo básico de medicina y sería gustosa de poder enseñarles. ¿Qué les parece? ¡Sería una buena idea!
El relato hipotético de Shauna levantó el ánimo de Tierno, que esbozó una leve sonrisa.
— Puede que sea interesante —confesó el muchacho.
Las luces de las antorchas del pueblo iluminaban la habitación mientras ésta tenía un pequeño candelabro en el centro de la mesa donde estábamos todos reunidos. Yo, por mi parte, estaba en el balcón observando de nuevo la espada que se divisaba a lo lejos entre las dos torres de la fortaleza.
— ¿Dices… dices que podría tomar fotografías? —preguntó tímidamente Viola.
— ¡SÍ, ASÍ ES! —Animó Shauna.
— ¿Y yo podré escalar junto a ustedes?
— ¡En efecto, Grant!
— Y yo darles una paliza, eso es seguro.
— No estoy de acuerdo, Korrina, pero podríamos intentarlo.
— ¡Suena bien! —Tierno animó a los chicos.
De un momento a otro, la actitud de Shauna había contagiado a todos los presentes. Su idea de fundar un nuevo gremio parecía bastante atractiva.
— Chicos, puede que ya no formemos parte de este gremio mañana por la mañana, pero la familia se mantiene unida. Esa sigue aquí, junto a mí. Ustedes… ustedes son mi familia.
— ¡Sí, también son mi familia! —le apoyó Tierno y todos asentían.
— Serena… ¿qué dices?
Había estado tan callada y tan absorta en mis pensamientos, que al voltear a ver la cara inocente de Shauna, con aquellos orbes esmeralda reflejando una gran esperanza y alegría, me hicieron sentir una profunda tristeza y miedo al ver que no tenía ni idea por lo que había sufrido. No quería que pasara de nuevo; a pesar de que ya había formado un lazo de amistad con todos estos sujetos, no quería. No podría soportarlo.
— Yo…
El silencio que siguió hizo notar que realmente no me veía tan convencida.
— ¡Será divertido! Además, nos volveremos más fuertes para así poder protegernos uno al otro.
— Lo sé… pero…
— Entiendo que te sientas culpable por esto que ha pasado, pero sabemos que nos defendiste y luchaste por nuestra protección —Grant tenía razón.
— Lo que quiere decir que en realidad quieres protegernos. ¿No es así? —Shauna soltó una risita— ¡Se me acaba de ocurrir una idea! ¿Por qué no decimos cada uno el mayor sueño que tenemos en el mundo real? Ya sabemos de dónde venimos qué es lo que hacíamos antes, pero cada quién tiene un sueño que quiere cumplir…
— ¡Yo, yo, yo empiezo primero! —Tierno decía entusiastamente, y de un momento a otro se levantó del asiento para poder dar saltos pequeños y coordinados mientras espiraba sus piernas regordetas—. Mi mayor sueño es ser un profesor reconocido de ballet. Y participar en la obra del "Cascanueces" de Ciudad Luminalia. ¡Sería fantástico!
Todos rieron, pero le alentaron a seguir su sueño. Yo permanecía callada, escuchando a cada uno de ellos.
— ¡Vaya que eso no es nada gordito! Mi mayor aspiración es ser una patinadora profesional de juegos extremos, y ser tan reconocida a nivel mundial que llegue a ganar el campeonato de juegos extremos que hay cada año organizado por ESPN. ¡Eso sí que es un sueño difícil de conseguir! Muchos se han quedado en el camino, pero una vez que salga de este juego, pienso llegar hasta lo más alto.
Tierno comenzó a burlarse.
— Oh vamos… ¡Qué estupidez!
— ¡Estupidez la tuya, gordo bailarín!
— Chicos, chicos… ¡Cada quién tiene metas diferentes!
— Si de retos se trata, me gustaría algún día llegar hasta el punto más alto de los Alpes, dar una gran bocanada de aire, y gritar victorioso de que pude conseguirlo. Es un reto grande para mí, y aunque peligroso, pero con preparación todo se puede. Imagínense estar en ese punto y ser más alto e imponente que millones de personas.
— ¡Bien dicho Grant! —animó Shauna.
— Yo quisiera que mis fotografías fuesen más reconocidas y que fueran expuestas en un museo. Sería un gran sueño y motivación explicarles a los visitantes lo que cada fotografía representa para mí. De la más simple hasta la más bella y extraña. Cada fotografía representa una historia y un arte que no muchos pueden apreciar.
— ¿Por qué no le tomas una foto al payaso de Tierno para que expliques lo ridículo que es? —bromeó Korrina.
— Maldita bastarda —dijo Tierno por lo bajo.
— Silencio muchachos. ¡Mi sueño es ser una actriz reconocida de teatro! Antes de esto iba a clases de actuación, y hubo una obra por parte de mi escuela en la que obtuve el papel de Julieta en "Romeo y Julieta". Incluso aún tengo algunos diálogos grabados en mi memoria.
— No otra vez, por favor… —suplicaba Tierno.
Shauna comenzó a actuar de una manera cómica en la que todos comenzaron a reír. El ambiente era tan ameno y tan alegre que era casi imposible que me contagiara de las risas; sin embargo, era fuerte. No podía reírme siquiera; no podía permitirme un segundo de debilidad ante aquello. Tenía que ser fuerte ante lo que siguiera.
Shauna al ver que no estaba siendo de mi agrado su actuación, se detuvo.
— Serena…
Sabía que era mi turno para decir lo que fuese que realmente era una de mis aspiraciones.
— No… —miré hacia abajo; realmente no me había puesto a pensar nunca cuál era un sueño a largo plazo en mi vida— No tengo ninguno.
— ¡Oh, vamos! Todos tenemos aunque sea un sueño en la vida —reclamó Korrina, pero al ver la seriedad con la que lo había dicho, sabía que no estaba bromeando.
— Realmente siempre me preocupé por lo que la gente pensara de mí y por el presente. Yo era la típica niña popular y a la que todos los hombres admiraban debido a la belleza que tenía. Eso me hacía sentir bien de alguna forma… pero, siempre pensaba en el ahora y en la opinión ajena. Ahora, dentro de este juego, no me siento alguien. No me siento con personalidad alguna, y soy más débil de lo que creía. Sufrí mucho debido a lazos que perdí hace poco, y no quiero volver… no quiero… yo… —los ojos comenzaban a tornarse llorosos— No quiero perder… No podría…
En ese momento, sentí una mano en mi hombro en señal de apoyo. Al levantar la cabeza, noté que Korrina se había acercado hasta mí con una sonrisa de oreja a oreja, y me tendía en mi mano una piedra brillante. Bastaron segundos para darme cuenta que se trataba de la megapiedra que ella había robado hace un par de días, el cual era la causa de que todos nosotros nos hubiésemos conocido.
— Manon me la devolvió —confesó—. Te pertenece a ti, Serena.
Sus manos envolvieron el puño con el que refugiaba a la megapiedra.
— Estamos aquí porque queremos. Estamos aquí, porque somos tus amigos y porque no nos importa el pasado que hayas tenido en el mundo real. El presente es en el que estás y a pesar de que hayas sufrido en el pasado, haremos lo posible para que te sientas segura con nosotros. No dudo que aquello que te hizo sufrir te haya hecho desconfiar y cambiar, pero todos hemos sufrido. Ahora son momentos diferentes, y debemos estar más unidos que nunca. Odio aceptarlo, pero Alain tuvo algo de cierto en lo que dijo: si te aferras al pasado, no podrás avanzar. Si no avanzas y no te vuelves más fuerte que antes, la muerte de los que ya no están habrán sido en vano para poder proteger a los que están contigo ahora. Aprovecha el coraje que tuvo la gente que te quiso y refléjalo en el coraje de tu presente.
Korrina no pudo tener más razón de la que tenía. No podía avanzar si seguía teniendo miedo. No podía volverme fuerte si seguía lamentándome. Debía liberarme; debía perdonarme.
Y en ese momento, tenía la confianza de poderles contar lo que había sufrido; los miedos que tenía; el dolor que sentía.
No tenía que temer por los lazos que había creado ahora. Necesitaba protegerlos a toda costa, y para ello, el coraje que requería debía ser más de lo que mi corazón sentía…
[…]
Era primera hora del día siguiente, donde la luz de un astro rey se asomaba tímidamente por entre la barrera de concreto de la fortaleza. El puerto está relativamente tranquilo y sin actividad, y el océano era un espejo del firmamento de matices índigos y oscuros.
Sabrina ya estaba esperando a final del muelle, donde el barco de exploración en el cual habíamos llegado estaba izando las velas para partir. Manon también permanecía a esperas de mi llegada.
— ¿Lista? —Sabrina me había indicado una vez que había llegado a su posición. Yo asentí silenciosamente, y miré por última vez lo que era Fortaleza Catarata.
Manon vio a Alain a principios del muelle y alzó las manos en señal de despedida.
— ¡Volveremos pronto! —le indicó y éste, a lo lejos hizo un saludo discreto.
Observé a Alain con suma atención y me devolvió la mirada. Éste asintió, sabiendo que estaba haciendo lo correcto. Intenté mirar detenidamente hacia el lugar donde estaba el pueblo, con la esperanza de que alguno de mis amigos apareciera y me detuviese, pero sabía que estaba aferrada a unas esperanzas que sólo sucederían en mi imaginación.
Lancé un suspiro. Shaymin y Fennekin, que habían estado fuera de su pokébola, gemían en señal de que se estaban lamentando por la decisión que había tomado, pero no había otra alternativa; el sacrificio que debía de hacer era irrefutable.
— Venga, vamos.
Sabrina subió a la galera y le seguí con mis Pokemon que parecían resistirse a subir.
— Descuida, la decisión que has tomado la valorarán —Manon intentaba alegrarme, pero no había nada que pudiese hacer.
Y súbitamente, el barco zarpó comenzando a alejarse de nosotros. Me situé en la popa, viendo sobre el horizonte la silueta de Alain que permanecía como una sombra vigía. El brillo que irradiaba de la espada en sus espaldas me hizo sentir un profundo dolor, pero a la vez un gran alivio porque gracias a ese pequeño brillo sabía que mis amigos estarían a salvo en este gremio y podrían volverse fuertes día con día. Un brillo de fuego que extrañaría, y a pesar de que me quedaría indefensa, me las arreglaría para sobrevivir.
— Jamás pensé que tomarías la decisión de regalar tu espada —mencionó Manon, pero yo le ignoraba.
Ella siguió hablando a pesar de que mi mirada permanecía en ese punto: el pueblo. Tenía mínimas esperanzas de que ellos aparecieran antes de que nos hundiéramos con Manaphy. Quería ver sus rostros por última vez, quería despedirme de ellos, de hacerles saber que la decisión que había tomado de dar mi sable de fuego a cambio de su permanencia en el gremio era por su bien y seguridad, quería mirarles por última vez y decirles que yo iba a estar bien. Y sin embargo, sólo podía aferrarme a una idea que permaneció vaga entre mi cabeza, porque la galera se hundió en medio de su burbuja protectora. Las profundidades del océano entonces fueron testigos de cómo me alejaba cada vez más de un refugio cálido que mi corazón había avalado.
Volteé a ver a Shaymin. Su triste rostro enseguida me recordó a Sémola y a todo el Gremio Novato. Me recordó al dolor intenso que sentía en mi corazón al verlos desaparecer y lo indefensa que me había sentido en ese momento. Dolía peor que mil cuchillas incrustadas en todo mi cuerpo, y aun así quería evitar seguir pensando en ello. Lo mejor de todo, o eso había pensado, era ignorar ese dolor y evitarlo a toda costa. Escapar de nuevos lazos de amistad para que no sucediera aquello de nuevo y así evitar sufrir más de lo que ya había sufrido.
Pero… ¿por qué me sentía extraña? ¿Por qué quería regresar a la Fortaleza Catarata y permanecer con mis amigos? ¿Por qué sentía un deseo inapelable de regresar y sentirme protegida entre los refugios de amistad que había creado? ¿Por qué huía sabiendo que aquello era lo que me hacía feliz?
"En lugar de trascender y obtener coraje, prefieres ser intimidada por el sufrimiento."
Las palabras de Alain llegaron a mi mente y no podían estar más en lo cierto.
Mis pies se quedaban helados dentro de la galera, mi cerebro me decía que el miedo era el causante de cerrarme ante mis compañeros y ser precavida ante las acciones, mi sufrimiento era tanto que me impedía escuchar a lo que mi corazón pedía a gritos. Puede que Alain nos haya humillado en el campo de batalla, pero ahora lo entendía. Ahora sabía por qué lo había hecho, y qué era lo que necesitaba hacer para poder remediar todo ello.
Todos teníamos un límite, y yo me mantenía al margen de este para evitar salir herida tanto física como emocionalmente. No quería sufrir más daños en este juego porque tenía más miedo que nadie. El miedo, la debilidad y el sufrimiento se habían multiplicado como pequeños parásitos dentro de mi alma que vencieron totalmente al coraje y a la fuerza que debía obtener para volverme una mejor jugadora y persona. Era un miedo que tenía como síntomas el quedarme ahí, helada, sorda ante los susurros de mi corazón y ciega ante lo que mis deseos verdaderos me indicaban.
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Pero hoy, todo eso iba a cambiar.
Escuchaba las palabras de Manon, pero no lo hacía verdaderamente. Ella seguía hablando, y sin embargo, se sorprendió al ver que finalmente me movía. Regresé a mis Pokemon a sus respectivas pokébolas, y de un momento repentino a otro, salté de la popa de la galera. Con todas las fuerzas que tenía, intenté cruzar el campo de fuerza que aislaba la galera del agua, y entonces me encontré del otro lado, con el oxígeno ya atrapado en mis pulmones y toda el agua invadiendo mi cuerpo.
— ¡SERENA! —Manon se sorprendió. La tripulación de la galera también lo había hecho al igual que Sabrina.
Y entonces, comencé a nadar hacia arriba. Ascendía, ascendía. Mis lágrimas de pronto se perdían al momento de salir de mis orbes para agregarse a un inmenso océano. Las fuerzas en mis brazos fueron tantas que se alimentaban de los deseos ardientes que mi corazón estaba alentando.
¡AHORA ESCUCHABA TODO!
Ahora mi corazón había despertado y había sentido una interdependencia con mi mente. Los dos me decían que debía regresar.
Ascendía, con la luz del ocaso siendo más certera.
¿Que si iba a haber miedo? Sí. Claro que sí.
¿Que si iba a sufrir? Probablemente.
¿Que iba a perder a mis amigos? No me gustaría, pero haría todo lo posible para que eso no sucediera.
¿Que si iba a volverme fuerte? ¡ESO SIN DUDA ALGUNA!
El oxígeno se desgastaba y mis pulmones se encogían, pero ya estaba más cerca de la superficie. Ya estaba más cerca de la luz y de mis amigos. No quería abandonarlos, no quería quedarme sola, no quería ser débil y ser envuelta por el miedo.
Y entonces, el oxígeno de la superficie me abrazó cual vieja y necesitada amiga; las bocanadas que tomé fueron un respiro y una señal de que seguía viva, enérgica y todavía faltaba un largo camino por recorrer.
El agua invadió mi rostro debido a pequeñas olas que me revolcaron. Intenté ver a cuestas en qué dirección debía nada para llegar hacia la fortaleza, pero sólo pude ver las dos torres que besaban el firmamento. Sin saber realmente si esa era la dirección, nade hacia las torres, nadie hacia mis amigos, nade hacia la luz que me despertaría de una debilidad en la que había estado atrapada por meses.
¡Basta ya! La Serena débil sería sólo un mito, mientras que la Serena nueva sería una leyenda de la que todo PBO contaría algún día.
Las brazadas que di costaban cada vez más. El oxígeno que necesitaba era cada vez más para poder ser más enérgica en mi nado. El dolor que sentía en mi cuerpo era mayor, pero el coraje que sentía estaba más avivado que cualquier llama que desprendiera mi Firénix.
Con cada metro que avanzaba, sentía que de un momento a otro iba a rendirme. Iba a desistir, a hundirme y a perderme entre la oscuridad de un océano inmenso. No obstante, era yo contra todo ello. Yo contra el miedo, contra el sufrimiento, contra la debilidad, contra la cobardía, contra la soledad, contra la muerte. Era yo la que iba a trascender a pesar de todo ello que se presentaba, e iba a vencerlo.
Finalmente toqué tierra. No era la fortaleza, pero por alguna milagrosa razón, era una pequeña porción de terreno rocoso que estaba levantado. Intenté descansar ahí, pero las olas chocaban fuertemente y la brisa de ellas me empujaba de manera amenazante.
Escalé hacia la punta más alta de aquella porción, clavando mis uñas para poder trascender. La sangre emanaba de mis dedos, pero eso no importaba. Las lágrimas corrían con mucho dolor, pero eso no importaba. La soledad me acompañaba en aquella escalada, pero eso no importaba. Las olas me estremecían y arremataban contra el barranco, pero eso no importaba. Lo único importante era llegar hasta la cima, y ver aquel pueblo con la esperanza de que ellos aparecieran.
Finalmente había llegado. Alcé la vista hacia la Fortaleza Catarata, que parecía más pequeña desde mi posición. Sin embargo, en el muelle no podía divisar a nadie; ya no estaba Alain; no estaban sus amigos. No podía divisar a nadie a lo lejos.
— Quiero volver… —susurré.
Las olas que golpeaban el islote fueron más poderosas que mi voz.
— Quiero volver… —dije en un tono más fuerte.
Sin embargo, aun parecían un pequeño susurro entre la tempestad de aquel mar.
— ¡Quiero volver! —escucha a lo que tu corazón dice, Serena. Escúchalo y hazle saber al mundo lo que tú quieres—. ¡QUIERO VOLVER! ¡QUIERO VOLVER! ¡QUIERO ESTAR A SU LADO, CHICOS! ¡QUIERO VOLVERME FUERTE!
Las lágrimas, testigos de cómo pronunciaba unas palabras poderosas, se perdían en una repentina briza que las olas provocaban y hacían que mi cabello se pegara a mi rostro.
— ¡QUIERO VOLVER! —Repetí.
En ese instante, saqué del menú una pequeña navaja. Ésta, sería la culpable de ver cómo nacía el inicio de una nueva Serena, una leyenda que sería famosa por el coraje y la fuerza que tenía dentro de su corazón.
Los mechones caían perdiéndose entre el océano, acompañados de la debilidad y un pasado al cual había estado aferrada. Cada corte era señal de una nueva fuerza, y cada mechón color miel que se perdía era la desaparición de miedos a los cuales me había vuelto adicta.
El cabello llegó hasta mis hombros; la brisa del océano dejó de causar que mi cabello largo se pegara a mi rostro; esta vez tenía la vista más descubierta, y pude ver a lo lejos un pequeño barco que se acercaba entre el horizonte índigo.
Había unas siluetas en la proa del bote, que levantaban las manos en mi dirección e intentaban llamar la atención. Concentré más mi vista en aquel bote, y pude ver las siluetas conocidas de personas que alimentaron mi avivada esperanza.
— ¡SERENA! ¡SERENA!
Shauna levantaba los brazos de felicidad, mientras las lágrimas caían por su rostro.
— ¡NO TE VAYAS, SERENA! ¡NO NOS ABANDONES! —Tierno lloraba desconsoladamente.
— ¡SERENAAAA!
Shauna, Tierno, Viola, Grant y Korrina estaban en aquel bote. Su gran deseo porque permaneciera junto a ellos fue la causa por la que comencé a llorar cual bebé y las lágrimas entonces fueron más abundantes que toda el agua salina que había en mi rostro.
— ¡NO QUIERO HUIR! ¡NO QUIERO SER DÉBIL! ¡QUIERO ESTAR A SU LADO, CHICOS! —Era mi corazón el que hablaba, no yo.
Y los gritos produjeron un eco tan inmenso, que me sentí muy aliviada al ver que, por primera vez en mi vida, le hacía caso a lo que verdaderamente quería.
Alain apareció entre ellos. Su silueta fue sorpresiva, y cuando el pequeño barco estuvo al lado del islote, extendió su mano para regresarme la Firénix. Por primera vez, vi que aquel sujeto me había sonreído de una manera real.
— El coraje es un principio que no muchos poseen. Para ello, se necesita sufrir, se necesita pelear, se necesita llorar, y se necesita tener miedo. Valor, coraje, fuerza. Siempre supe que lo tendrías, pero necesitabas de una dosis de tu propio miedo para darte cuenta del verdadero valor de las cosas. Los susurros de tu corazón son ahora gritos enardecidos de coraje que intimidaría a cualquier enemigo. La compañía, la motivación y el coraje ya los tienes. Ahora está en ti decidir si quieres tener una familia que te ayude a ser más fuerte.
Me limpié las lágrimas, sonreí, y el último mechón que sujetaba entre mis manos fue liberado.
Era el inicio de una nueva leyenda.
Próximo capítulo: El Pasado de Serena Parte IV: El Herrero de Nieve
