Bueno, creo he incrementado la fluidez con la que posteo y con la que escribo los capítulo. A pesar de que no he recibido ningún comentario en estos últimos capítulos sé que hay gente que aun no le pierde el hilo a la historia y que hay gente nueva que empezará leyendo desde el primer capítulo. Eso me anima y me hace seguir queriendo continuar esta gran historia. Sin más espero disfruten el pasado de Serena, que ya está por terminar. ¡Un saludo!


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Capítulo 108

El Pasado de Serena Parte V: Oro


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¿Quién era esa persona?

Korrina escalaba el muro de Snowpoint lo más rápido que podía; la habilidad que había adquirido en el entrenamiento que Norman le había instruido estaba rindiendo frutos; colgar y descolgar el seguro del arnés a una velocidad que nadie podría haber creído, mientras palpaba con las manos callosas los lugares seguros en los que podía sujetarse, sin darle tiempo a sus piernas para pisar alguna saliente del muro. Grant estaba sorprendido, pero también intentaba seguir el ritmo de Korrina con toda la experiencia que tenía en el alpinismo.

¡Oye! ¡Espera! ¡Maldita sea! —Korrina iba alcanzando ya su nivel; entre barrancos pequeños, paredes lisas y rugosas, la rubia estaba ya pisando los talones de aquel sujeto. Inteligentemente, la muchacha quería asomarse por entre su cabeza a ver su rostro o el nombre de su avatar, pero la ventisca era densa y no se podía ver mucho más allá.

¡Korrina! —Grant ya casi alcanzaba a su amiga, pero ésta estaba tan impaciente por saber quién era y por qué les había ayudado.

¡Hey! ¡Al menos déjame agradecerte!

La sombra que escalaba volteó hacia abajo unos momentos, pero enseguida apresuró el paso. Korrina lo hizo de igual forma, y súbitamente ya estaba casi a su altura, logrando tocar sus talones para detenerla en el camino. Aquello sobresaltó al jugador y le hizo desequilibrarse entre la escalada. Un paso en falso por su parte hizo que se arrastrara hacia abajo a pesar de que el seguro de su arnés estaba bien colocado en las fisuras de la montaña. El descenso fue repentino y brusco, haciendo que ahora se colocara por debajo de Korrina, que, al darse cuenta de ello, se detuvo y miró hacia abajo para verle el rostro.

Sin embargo, aquello no fue suficiente. La identificación del sujeto no se pudo concretar. El nombre de su avatar permanecía oculto debido a razones que Korrina no podía imaginar. Lo más misterioso de todo ello, era que aquella persona tenía una máscara para ocultar su identidad, lo cual hizo más difícil su reconocimiento. La máscara era tan blanca como la nieve, con rasgos tan anónimos y fantasmales que parecía un maniquí viviente; la incógnita aumentaba aún más al ver que ni el color de su cabello era visible, debido a los mantos oscuros que envolvían desde el talon de su pie hasta la coronilla de su cabeza; todo su cuerpo estaba tan bien envuelto que ni el tono de su piel podía afirmarse. Esto sobresaltó a Korrina; Grant gritaba a lo lejos, más por debajo de ellos, que se detuvieran. Sin embargo, Korrina había estado tan absorta en la apariencia misteriosa de aquel personaje que no reaccionó al ver que aquel sujeto envuelto en varios ropajes golpeó la pierna de Korrina e hizo que la desestabilizara y cayera por el muro; el seguro de su arnés de zafó repentinamente, y Korrina sintió el terror al ver que caía por el vacío. No obstante, el movimiento brusco del jugador también ocasionó una pequeña fisura en el muro que lo hizo desestabilizar y caer, zafando su arnés por completo.

Grant abrió los ojos de golpe al ver lo que se avecinaba. En menos de un par de segundos, Grant extendió el brazo para encontrarse con el cuerpo de Korrina que caía. La rubia se sujetó de su brazo y ambos comenzaron a descender por la inercia de la caída. Los arneses de Grant fueron lo suficientemente fuertes, y Korrina estaba ya detenida gracias al agarre de Grant. Por otro lado, el jugador misterioso no tenía a quién agarrar, y éste desapareció entre la niebla de nieve perdiéndose en un vació en el cual nadie quería estar envuelto. Ambos vieron hacia abajo, sabiendo que lo que habían hecho ocasionaría un remordimiento en su consciencia incapaz de disolverse.

Al regresar, sus amigos estaban interesados por lo que había pasado; Grant y Korrina, sin éxito alguno habían contado lo que pasó, y el misterio que aquel sujeto poseía con la máscara manteniendo su anonimato y el nombre oculto sobre su cabeza. Debido a la precipitación e impaciencia de los sucesos, el jugador misterioso había sufrido un final que nadie quería imaginar; Korrina se sentía culpable por ello, y aunque no sabía si realmente aquel jugador era el responsable de la ayuda, esperaba a que estuviese vivo.

La luz del sol se hacía presente. Serena aún no podía despertar, pero no había tiempo para pensar en qué hacer. Se debía tomar una decisión o la ayuda que se les había proporcionado se acabaría y volverían a la misma situación de antes.

Después de un tiempo para prepararse, decidieron que descansarían cada media hora o hasta que encontraran un barranco estable en el que pudiesen intercambiarse a Serena. Grant fue el primero que la tuvo entre sus espaldas como costal, mientras escalaban a un paso tremendamente lento. El cansancio les consumía cada vez que alguien se turnaba en sus espaldas a la jugadora inconsciente. Los pequeños barrancos inclinados que encontraban a su paso eran un oasis en el cual descansar, aun cuando el frío aumentaba cada vez más.

Hubo unos instantes en la parte del muro donde la neblina era tan densa que Tierno al intentar mirarse la palma de su mano, sólo veía ventisca. Aquello los retrasó mucho, escalando un metro cada cuarto de hora; la oscuridad, sin embargo, era ahora un enemigo el cual debían evitar a toda costa.

Pero la virtud con la que seguían escalando y el no rendirse fueron fundamentales para que llegaran a un punto donde la neblina desapareció debido a la altura a la que habían llegado. La tropósfera virtual que PBO tenía ya había sido rebasada. Tal vez no era tan alta como para llegar en un solo día a esas alturas, pero al menos el factor climático era ya un objetivo vencido. Ahora, lo importante era conseguir más oxígeno del que podían respirar y del que exigían sus pulmones. Al tiempo en que ascendían más, podían ver más la cima y un punto brillante en ella, pero les costaba cada vez más debido a la falta de respiración.

Asimismo, los muros también ya habían desaparecido para dar lugar a una explanada un tanto empinada que simplemente te guiaba a la cima de Snowpoint si se seguía todo derecho y hacia arriba. Todos estaban completamente exhaustos, pero la luz incandescente que se encontraba al final de la montaña los alentaba a seguir un paso más hasta poder llegar al final y descansar cumpliendo así un objetivo.

Finalmente, llegaron a la cima que estaba separada del resto de la montaña por unas escaleras de piedra que tuvieron que escalar; aquello sorprendió a Grant debido a que estas escaleras no eran algo natural; sin embargo, indicaban que llegarían a un sitio misterioso y custodiado por la criatura que fuera.

Las escaleras finalmente terminaron, y llegaron a una explanada plana con un radio de unos cinco metros. El suelo estaba cubierto totalmente de nieve, y en el centro de la cima se encontraba aquella luz que iluminaba todo el recinto y el firmamento estrellado. Pueblo Fresco ya no se podía divisar debido a que el terreno de todo el nivel 21 era separado por una manta de nieve y cimarrones que flotaban en el aire.

Antes de que alguien dijera algo al respecto, Serena ya daba signos de que había despertado. Viola, que le cargaba con cansancio, la colocó sutilmente sobre el suelo y todos esperaron a que recobrara la consciencia y la noción del tiempo y espacio…

[...]

Al abrir los ojos, sentí cómo el golpe de frío me invadía el cuerpo. La luz de la noche era más clara que antes, y el viento arremolinaba contra mis cabellos color miel cortos. Viola me tenía en brazos, y me miraba desconcertada. No sabía lo que estaba realmente pasando, pero al observar mi entorno con más claridad, pude ver que por fin habíamos llegado a lo que parecía ser la cima. ¿Cómo lo habíamos logrado? Yo estaba inconsciente, y no recuerdo siquiera cuando me había desmayado, pero tal parecía que, de un segundo a otro, lo habíamos hecho. ¿Era un sueño acaso?

Serena…

Korrina se acercó hacia mí, preocupada.

E-estoy bien —mencioné apenas recobrando la voz. En realidad, un cansancio repentino me había invadido. Tal vez era por eso que había perdido todas mis fuerzas a la hora de escalar el muro.

Lo logramos —me contestó con una sonrisa en los labios un tanto dolorosa debido al frío que estábamos sintiendo. Los cinco parecían estar más cansados que yo, y no los culpo porque debieron cargar conmigo hasta este punto—. Pudimos haber fallado, pero alguien nos ayudó.

¿Qué? —dije desconcertada.

No sé quién fue. Quise agradecerle por los antídotos que nos dio en la cueva donde esperábamos a que despertaras. Sin sus antídotos, hubiésemos muerto por el frío y la escasez de recursos. Aunque… bueno, pasó algo desafortunado: la persona escaló el muro y yo le perseguí, pero un paso en falso hizo que cayera hacia su muerte.

No respondí. No sabía qué decir.

Como sea; lo hemos logrado.

E inmediatamente, me pude dar cuenta por primera vez de lo que se hallaba en el centro de la cima. Una luz tan cegadora que apenas podía visualizarla. Una llama tan dorada que resplandecía iluminando el firmamento oscuro y adornado de varias estrellas. Era la única fuente de luz y el objetivo que estaba buscando. Era la fuente de poder que necesitaba y no iba a desaprovechar este momento.

Me paré sutilmente y me encaminé hacia el centro. Mis amigos siguieron mis pasos, acercándose temerosamente debido a que esta extraña flama dorada no era común.

De mi inventario saqué un recipiente de vidrio y lentamente me acerqué hacia la llama para comprobar si el fuego podía introducirse dentro del frasco. Sin embargo, como algún espectro fantasmal, el vidrio traspasó la llama incluso sin haber aumentado la temperatura del frasco. Mi piel entonces tocó con temor la llama: no quemaba nada. No sentía calor sobre mi piel, ni la calidez de las llamas cerca de mí. Aquel fuego era sumamente extraño.

Intenta con tu espada —mencionó Grant.

Le hice caso, y al sacar mi Firénix sentí un brillo sobre el metal que nunca antes había visto; un brillo que comenzó a emanar misteriosamente al punto en que la llama dorada y el reflejo del sable eran uno mismo. Al hacer contacto el metal con la llama dorada, súbitamente el fuego abrazó el metal de ésta, y la llama desapareció esfumándose por completo dejándonos en una súbita oscuridad. Ni mi Firénix ni la llama estaban iluminados; así como el brillo de mi espada había sido extraño y potente, ahora permanecía sin brillo, apagado y si vida alguna.

¿Qué ha pasado? —inquirió Tierno. No obstante, todos estaban atentos a lo que había en el centro.

La llama dorada había desaparecido; pero dicha llama estaba protegiendo el tesoro de la leyenda: un mineral oscuro y tan negro como la noche; pero no era sólo un mineral incrustado en el centro de la montaña, sino que éste había estado partido a la mitad debido a las fisuras que se habían marcado a un costado de la roca.

Alguien ya ha venido —dije al ver sólo la mitad.

Es… es una… ¿megapiedra? —quiso saber Viola— Es bastante grande.

Pues parece no ser una megapiedra común y corriente —confesé.

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¡Serena!

La voz de Shauna nos sobresaltó a todos por completo. Al voltear, la muchacha estaba de espaldas, viendo la silueta que se encontraba detrás de nosotros. No sólo estábamos nosotros seis ahí enla cima, sino que dicho jugador también estaba presenciando el mineral sin brillo.

Aquello nos hizo ponernos en guardia. Cada uno súbitamente se colocó en posición de ataque, y a pesar de que mi Firénix estaba sin brillo alguno, iba a combatir con todo mi poder si era necesario. El silencio se hizo prolongado, y el viento era testigo de cómo la tensión aumentaba con cada segundo que pasó en el combate de miradas que nos lanzábamos entre el jugador misterioso y nosotros seis.

Es él…

Korrina tenía los ojos desorbitados. Parecía que estaba sorprendida, y tenía razones para estarlo: el sujeto nos había ayudado había sobrevivido a la caída que Korrina presenció. Sin embargo, algo me daba mala espina: la apariencia de aquel jugador y el nombre de su avatar eran un simple misterio. Una máscara sin rasgos característicos y blanca como la nieve cubría su rostro, así como un turbante oscuro cubría su cabeza, y prendas negras de igual color que cubrían todo su cuerpo. Ni siquiera podía identificar su género, o el color de su piel.

¿En realidad aquella persona nos había ayudado? ¿Por qué si de haberlo hecho, sentía una extraña sensación de peligro? El silencio se prolongó aún más; tal parecía que aquella persona había escalado hasta aquí por una simple razón: la llama dorada o el mineral incrustado sobre la piedra.

¿Amigo o enemigo?

No sabía decirlo con certeza.

Tampoco hubo tiempo para pensarlo; de un momento a otro el sujeto comenzó a correr hacia adelante, yendo hacia mi dirección. Intenté defenderme como pude, pero cuando pensé que iba a tacarme, dio un salto y un giro en el aire para colocarse tanto detrás de nosotros como del mineral. No hubo tanto tiempo para reaccionar, porque el sujeto incrustó un puño sobre el mineral y éste se partió en varios pedazos para desaparecer en pixeles que se desvanecieron en el cielo y se camuflaron con las estrellas.

Todos nos quedamos pasmados ante la situación. El tesoro se había desvanecido; ya sea que aquella persona había adquirido el poder que tuviese la mitad del mineral oscuro o éste se desvaneció para siempre.

La primera opción parecía la más viable: el sujeto de la máscara comenzó a sentir un brillo sobre el pecho. Un brillo que desprendió varios colores que parecía un arcoíris en plena noche. Un brillo que pronto fue tan potente que ni la misma persona podía aguantar.

¡Serena, aléjate!

La voz de Korrina me hizo reaccionar e intenté correr lo más que pude fuera de su rango.

Los gritos de aquella persona incluso habían sido tan desfigurados que no pude identificar si era hombre o mujer; eso no importaba mucho siquiera. El dolor que aquella persona comenzó a experimentar fue tan potente debido al sinfín de brillos que emanaban de su interior que pensé que de un momento a otro iba a volar en mil pedazos.

Se hincó de rodillas por lo insportable que era el dolor; se agarró la cabeza y se quitó la máscara para poder apretar su sien con todas sus fuerzas porque era lo único que su mente le indicaba. Aun así, su rostro fue una incógnita porque los brillos cegaban nuestra vista. Lo único certero era que los gritos de dicha persona eran un martirio incluso para nosotros; por un momento pensé que nos había salvado de un dolor que pude haber sufrido si tomaba el tesoro en mis manos y lo estrujaba tal como ella lo había hecho. ¿Nos habrá salvado o quería el poder para sí mismo?

El brillo se detuvo; los gritos cesaron y la persona se mantuvo hincada sobre la nieve. Me acerqué lo más sútil que pude, con el viento en mi contra y con las advertencias de mis amigos. El miedo pronto me susurraba que no era seguro estar ahí, pero hice caso omiso y me acerqué a la persona. Tal vez lo había hecho no para saber si se encontraba bien, sino para ver de quién demonios se trataba… Sólo un beta podría ser capaz de ocultar el nombre de su avatar, y mi mente jugaba con pensamientos que no quería procesar. ¿Será que Satoshi…?

Una onda potente de poder fue expulsada del cuerpo de aquella persona. Salí disparada hacia cualquier punto, al igual que mis amigos. Quise agarrarme del suelo y clavé mi Firénix sobre la nieve para detener la inercia del golpe.

¡Tierno!

Shauna sujetaba a su amigo, que estaba colgado de un vacío en el que se perdería pronto si no ayudaba a Shauna a reincorporarse a orillas de la cima en la que se sujetaba. Grant me ayudo mientras Korrina y Viola intentaban reincorporarse de igual manera, y cuando jalamos a ambos, pusimos ahora atención a lo que había frente a nosotros.

Unas garras aplastaron el suelo de la cima. Una criatura de grandes proporciones y tonos rojizos había arribado al sitio y pronto comenzó a elevarse sobre la montaña. Los pasos que dio fueron suficientes para que emprendiera un vuelo lento y potente que amenazó con las extrañas alas en forma de gigantes garras y una timonera que se asemejaba a una tercera garra colosal. La forma de su cráneo era difícil de describir debido a la forma de los cuernos que parecían trazar una forma ondulada hacia adelante, junto con una melena grisácea como flamas incandescentes.

¡Es el guardian! —Grant estaba sorprendido.

Yveltal había aparecido debido a que alguien había robado el tesoro que era el mineral incrustado en el centro de la cima. La persona misteriosa, que aún sufría el dolor que sentía en el pecho, se dio cuenta del Pokemon que lanzó un rugido amenazante.

¡Debemos irnos! —dije. No había oportunidad alguna de vencer a Yveltal y a aquella persona, sea buena o mala para nuestra causa. Ya había conseguido lo que había querido; ya tenía la flama dorada dentro de la firénix y A.Z podría mejorar mi espada. No había nada que hacer aquí.

Todos estuvieron de acuerdo conmigo. Sin embargo, cuando estuvimos dispuestos a escapar de ahí a como diera lugar y de la forma que fuese, la silueta dejó de hincarse sobre la nieve, tomó la máscara que volvió a colocarse y dio un salto que le colocó frente a mí. Sentí un dolor intenso en la boca de mi estómago al recibir un golpe suyo que me sacó rodando por la nieve de la explanada.

¡Serena!

Quise reaccionar de inmediato; sin embargo, cuando quise reincorporarme, la larga cola de Yveltal intentó aplastarme y partirme en dos. Su timonera fue directo como una cuchilla hacia mi cuerpo, pero mi Firénix fue capaz de detener aquel ataque causando un forcejeo en el que sabía que perdería si no hacía algo de inmediato.

Solté gruñidos de fuerza y cansancio. La cola de Yveltal dobalaba mi tamaño, y el rugido del ave rojiza amenazó el ambiente e incrementó su rabia y fuerza.

¡Serena! —Shuana quiso ir hacia mi posición, pero la silueta pronto fue una distracción para que los cinco evitar ir hacia mí y comenzaran una batalla contra ella.

Poco a poco sentí a centímetros de mi rostro una de sus pezuñas que se incrustarían en mi rostro y me partirían en pixeles. Necesitaba más fuerza; necesitaba más coraje; necesitaba salir de esta o moriría a manos de un Pokemon legendario.

[VIDEO 3: Pokemon X/Y Legendary Battle Theme (Epic Orhcestrl Remix)]

En ese momento, otro rugido aparte del de Yveltal había amenazado el ambiente. Aquello me hizo sentir más temor, pero de un momento a otro, la sombra oscura y al mismo tiempo de varios colores embistió a Yveltal haciendo que éste se perdiera entre la oscuridad de la montaña.

Una sileuta tan grande como yveltal había aparecido. Una besti magnífica que más que infundir temor, contagiaba coraje y vida. Cuernos tan resistentes y coloridos salían de entre la cabeza de una criatura índigo de cuatro patas que lanzó un rugido agudo y vívido. La contraparte de Yveltal había aparecido: Xerneas.

No sé por qué había atacado a Yveltal, ya que la leyenda decía que ambas criaturas protegían el tesoro en la montaña. Sin embargo, no había tiempo para pensar sobre ello y debía aprovechar la ocasión para huir a como diera lugar.

El tipo de la máscara había estado distraído por la aparición de Xerneas, a lo que Korrina aprovechó para darle una patada sobre la espalda que le sacó rodando por la explanada.

¡Es hora! —grité.

Me reuní con mis compañeros. La silueta de Yveltal fue como un pequeño punto rojizo que poco a poco se iba acercando en un vuelo fugaz y amenazante. De un segundo a otro, Xerneas inclinó la cabeza, y los cuernos coloridos embistieron la timonera de Yveltal, causando una onda que disipó toda neblina en la montaña y toda nube que inundaba el firmamento. Pueblo Fresco ahora podía divisarse sobre el horizonte, siendo apenas un pequeño punto amarillo en una oscuridad blanquecina infinita.

¡Huyamos!

Viola sacó un Vivillon de grandes proporciones y se montó en el Pokemon junto con Tierno y Shauna. Por su parte, Korrina había sacado al Lucario para poder descender con habilidad mientras ésta se colgaba sobre sus hombros. Shauna y yo cabríamos perfectamente junto con grant en su majestuoso Tyrantrum.

Di un último vistazos al par de Pokemon Legendarios que seguían forcejeando entre emebestidas; a la silueta misteriosa que había robado el tesoro custodiado ya no pude divisarla, porque Grant emprendió el camino hacia abajo con su Pokemon dinosaurio dando grandes saltos sobre el muro de Snowpoint y aterrizando bruscamente sobre pequeños barrancos. Vivillon era la que tenía menos complicaciones debido al vuelo que emprendía, mientras el Lucario de Korrina iba de un lado a otro con suma habilidad hacia el descenso.

La altura iba siendo cada vez menor, y los rugidos de los Pokemon legendarios eran cada vez menos dolorosos para mis oídos. Cuando quise voltear hacia arriba para ver si aún podía divisarlos, sólo podía ver la montaña que se iba alzando sobre nosotros y el firmamento.

Antes de darme cuenta, después de un par de minutos apresurados ya nos encontrábamos sobre el nivel de la población de Pueblo Fresco. En ese momento, los tres Pokemon se dedicaron a correr lo más que pudieron.

¡Debemos teletransportarnos! —ordené a lo que todos asintieron.

No obstante algo nos detuvo. Ya sea por los rugidos que aún se podían escuchar desde nuestra posición, o las grandes figuras que apenas se divisaban en la cima de un Snowpoint despejado, o bien el sonido amenazante y misterioso de un temblor que nos hizo estar alerta repentinamente.

Dicho temblor fue causante por la batalla que se presenciaba allá arriba. Sin embargo, eso trajo consecuencias porque cerca de la cima se pudo ver un pequeño derrumbe que poco a poco iba incrementando su volumen y bajando amenazante sobre la montaña. Una avalancha azotaría con Pueblo Fresco.

¡Debemos avisarle a los demás!

Sin esperar mucho, habíamos llegado a Pueblo Fresco para advertir de la avalancha. Algunos jugadores, que realmente eran pocos, así como NPC, comenzaron a huir de ahí. Unos no poseían cristales de teletransportación, por lo que les quedaba huir del pueblo lo más lejos posible para que la avalancha no les alcanzara.

Casa por casa, fuimos advirtiendo sobre la avalancha, mientras algún par de personas se quedaban presenciando a Xerneas e Yveltal embistiéndose desde lo más alto de Snowpoint. No podía negarlo: era hermoso ver a dos Pokemon de tal magnitud estar ahí, pero el simple hecho de que era sumamente peligroso el contemplarles complicaba toda la situación.

Y en ese momento, me percaté de algo que no había pasado ni una vez por mi cabeza: A.Z se encontraba a mitad de Snowpoint. No sabía si ya se había percatado de la avalancha, pero no debía perder su contacto o todo habría sido en vano.

¡A.Z! ¡Debo ir a por él! —dije preocupada— ¡Viola, llévame hasta allá!

¡Espera, Serena! —Grant me detuvo de un brazo! ¡Es peligroso! ¡La avalancha podría alcanzarte y morirías!

Tengo que hacerlo, Grant. No se podrá presentar de nuevo esta oportunidad si A.Z muere allá arriba. Necesito salvarle.

Hubo un momento de tensión entre ambos. Grant sabía que mi decisión estaba tomada y me soltó del brazo.

Tan sólo… no mueras.

¡Los veré en Pueblo Molino! —les dije volteando a ver a Shauna y Tierno, que asintieron de inmediato al ver que el punto de reencuentro sería el pueblo donde les conocí.

Asentí y Viola ya me esperaba en su Vivillon. Al montarme, el Pokemon insecto emprendió ráídamente el vuelo de nuevo hacia Snowpoint. La avalancha rápida y amenazante descendía por las alturas de Snowpoint, lo que me hizo pensar que podríamos haber llegado bastante tarde.

¡Ahí! —cuando ya estábamos a una gran altura, el Pokemon divisó una pequeña luz. Aún recordaba el sitio donde la cabaña de A.Z se encontraba lo cual no fue bastante fácil pero tenía un buen sentido de la orientación.

Vivillon, con todas las fuerzas que tenía debido al viento en su contra, llegó hasta la cabaña. Viola no se bajó del lomo de su Pokemon, y me indicó que debía apurarme. En la cabaña no había nadie; A.Z aún seguía sobre aquel barranco, contemplando la batalla que había en la cima y la avalancha que se avecinaba hasta su posición.

Esto lo has causado tú, niña.

Debemos irnos —le ignoré y me acerqué a él— No podemos permanecer aquí o moriremos.

Yo estoy bien. No me moveré de aquí —su voz parecía no mentir. ¿Por qué se aferraba a esperar la muerte?

¡Necesito que vengas con nosotros!

No, niña. Mi Pokemon aún espera por mí; yo espero a su regreso y algún día lo encontraré —no tenía ni idea de lo que estaba hablando, pero no me importó porque tomé de su brazo y forcejeé de ella.

¡No hay tiempo!

¡Él espera! ¡No puedo moverme! ¡Él espera por mí! ¡Si llega hasta acá y se encuentra con que no le estuve esperando, me habré decepcionado a mí mismo!

En realidad, todo esto era muy confuso para mí, pero traté de seguirle la corriente.

¡Todo será en vano si mueres, A.Z! —Aquello le hizo recobrar un poco el sentido común— Tu Pokemon, supongo que lo has perdido y está en tu búsqueda. ¿De qué servirá si mueres por la avalancha? ¿De qué servirá haber esperado todo este tiempo aquí si te quedas a contemplar tu muerte? ¡Tu Pokemon entenderá que tuviste que irte por unos momentos para tu salvación! ¡Regresarás!

Aquello era más lógico de lo que habría creído A.Z, así que dejó de forcejear y le tomé del brazo. La avalancha estaba a un centenar de metros ya alcanzándonos.

¡Serena! —Viola volteó y la avalancha ya amenazaba con todo el ruido posible y con los terremotos que se producían.

A.Z y yo corrimos hasta Viola, que ya tenía el cristal de teletransportación listo sobre su mano para apretujarlo. La avalancha ya estaba a unos cien metros de nuestra posición; nuestros pasos ni voces ya no se podían escuchar debido a que el sonido del desastre natural opacaba todo el ambiente. Sólo pude sentir el dedo de Viola antes de que la avalancha nos cubriese a todos por completo. Sentí una fuerte embestida, seguido de un cambio repentino de ambiente y un silencio abrumador. Los pixeles me envolvieron por completo y azoté contra el suelo con mucha fuerza. El dolor que sentí sobre mi espalda recorrió toda mi espina dorsal, y el sentir del césped así como del cálido cambio de temperatura me indicaron que lo habíamos logrado con éxito. A.Z estaba intentando reincorporarse, así como Viola y su Pokemon. Mis amigos restantes ya habían estado ahí y fueron por nuestro socorro. Habíamos llegado sanos y salvos a Pueblo Molino.

[…]

La casa de Shauna y Tierno había quedado igual a cuando le abandonamos ese día. Sin embargo, actualmente estábamos dentro de ella más personas de las consideradas, lo cual nos apretujaba bastante.

Nos resguardábamos del frío, pero más que eso, intentábamos descansar después de haber tenido un exhausto día en donde las temperaturas habían sido nuestras peores enemigas, así que la fogata que Tierno había prendido nos calentaba un poco.

A.Z había estado mirando todo el tiempo por la ventana, absorto en sus pensamientos y aún con su gorro y bufanda puestos mientras tenía una respiración un tanto calmada. Era el único que no dormía a altas horas de la noche, y de cuando en cuando me despertaba para ver si podía haber cerrado los ojos un momento, pero siempre veía que el sujeto seguía atrapado en sus pensamientos y mirando hacia el exterior de la casa.

Antes de que amaneciera por completo, e incluso antes de que el firmamento se tornara de colores púrpuras debido al sol, mi sueño se había esfumado y permanecí despierta todo ese tiempo. Mi cansancio ya había desaparecido, a pesar de que Shauna estaba muy inquieta moviéndose de un lado a otro intentando dormir sobre las bolsas de dormir improvisadas que habíamos puesto sobre el suelo. Korrina, Grant, Viola, Tierno y Shauna seguían envueltos en sus sueños; las brazas de la fogata chisporroteaban súbitamente para ahuyentar el silencio entre A.Z y yo. Él sabía de antemano que había logrado el cometido de obtener la Llama Dorada, así que tenía que mejorar mi espada a como diese lugar.

Lo he logrado.

Aquello sacó de sus pensamientos a A.Z. El viejo me volteó a ver indiferentemente y soltó un suspiro.

Lo siento, niña.

¿Lo sentía? ¿Era lo único que iba a decir? No había arriesgado mi vida para que me negara el mejorar mi Firénix.

Lo prometiste.

Sí, tienes razón —admitió— Sin embargo, por el momento eso no es lo más importante.

¿Qué? —me paré finalmente de la silla en la que había dormitado. La casa era tan pequeña así que no necesitaba ir hasta A.Z para intimidarle ya que ambos estábamos a una distancia considerablemente corta.

Hay otras cosas de las que debo ocuparme.

¿Cómo qué?

Mi Pokemon. Me está esperando en Snowpoint. Necesito regresar cuanto antes.

Tu Pokemon… —repetí— ¿Qué clase de Pokemon?

No importa —suspiró como si estuviera cansado de platicar del tema— Lo que importa es que debo abandonar este lugar.

Mi rabia comenzó a despertar. No iba a permitir que se saliera con la suya y abandonara la casa para regresar a esa maldita montaña.

¿Crees que tu Pokemon está esperándote en Snowpoint?

Floette. Es Floette.

¿Crees que Floette te está esperando?

Asintió fríamente.

Hace mucho tiempo, se extravió en la montaña mientras la escalábamos. A partir de ese momento, la espero en el barranco día tras día esperando su regreso. Sé que está ahí; sé que sigue vivo y tengo la esperanza de que algún día volvamos a estar juntos. Por eso, debo regresar cuanto antes.

No quiero sonar pesimista, pero dudo que alguien haya sobrevivido a la avalancha si se encontraba vagando por la montaña. Tu Pokemon puede que…

¡Cállate, niña!

Aquel grito despertó a los demás. Sé que no debí decirle de tal manera la realidad; aunque A.Z no quería aceptarlo, necesitaba escuchar una realidad que él no estaba dispuesto a asimilar. Necesitaba saber que su Pokemon ya estaba muerto.

En mi inventario sigue apareciendo que está con vida —dijo con rabia.

Al abrir su menú, la silueta de Floette seguía con la barra en verde. Sin embargo, extrañamente su localización decía "Desconocida". Aquello me extrañó; tal vez estaba viva; tal vez era un defecto del juego; tal vez, había quedado atrapado en algún calabozo o en una zona restringida de la montaña. No lo sé.

Aquello me hizo quedar en silencio durante unos momentos. A.Z al ver que no recriminé ante su lógica, se levantó de la silla donde estaba, se asomó por entre la ventana a ver que el cielo comenzaba a pintarse de tonos púrpuras y finalmente decidió que era momento de partir.

¡Espera! —le dije; me levanté y me dirigí hacia la salida donde A.Z quería ir hacia el nivel 21 para volver a la montaña. Él abrió el menú de su juego, pero yo se lo impedí jalándole del brazo.

Aléjate de mí, niña. Me voy.

¡NO! —Dije tajadamente— ¡Lo prometiste! ¡Prometiste que si llegaba hasta la cima y conseguía la llama, mejorarías mi espada!

Sí, lo prometí. ¿Y qué? Me importa una mierda —se sacudió del brazo y me empujó hacia el césped, con lo cual caí de bruces en el suelo.

Mis demás amigos salieron de la casa para ver lo que estaba sucediendo; Korrina se adelantó para recriminarle a A.Z.

Escucha, viejo —se encaminó hacia su posición, y aunque el sujeto era más alto que Korrina, a ella no le importó en absoluto— Pensé que eras un hombre de palabra. ¡Prometiste hacer su espada! ¡Ahora cumple tu palabra!

¡Cállense!

En ese momento, A.Z intentó darle un golpe a Korrina, con lo cual ella se agachó de manera hábil. El viejo comenzó a incrementar la rabia que despertaba su corazón, y la adrenalina le incitó a hacer cosas bruscas como lanzar golpes y patadas al aire, mientras sus gritos de rabia inundaban el ambiente. Tierno intentó sujetarle de los brazos por la espalda, mientras Grant por delante. Viola con sus hilos demora trató de envolver su cuerpo y Shauna y Korrina sujetaron sus piernas. Cuando el sujeto quedó totalmente inmovilizado, la rabia que comenzó a sentir fue tal que se liberó de un simple movimiento el cual nos sorprendió a todos. Mis amigos fueron lanzados hacia el suelo unos metros más hacia adelante, y cuando A.Z quedó libre, abrió de nuevo el menú de su juego para ir hacia el nivel 21. Sin embargo, antes de hacerlo, una voz le detuvo:

No lo hagas.

Todos nos impresionamos ya que aquella voz era conocida. El viejo se volteó a sus espaldas para darse cuenta de que Manon, la pequeña niña pelirroja e inocente, tenía ahora un semblante serio y frío que le hizo paralizarse en su lugar.

Tú… —parecía que A.Z conocía a Manon debido al rostro que puso al ver a la niña ahí.

Lo harás. Cumplirás tu promesa.

Yo…

Sin reproches —su voz era tan estricta que por un momento pensé que no se trataba de Manon. Sin embargo, la mirada que le lanzó al viejo fue tan profunda que supuse que ambos se traían un pasado que no quise preguntar por el momento.

¡Qué clase de hombre eres si no respetas tus promesas! ¡Qué clase de honor tienes si rompes tus juramentos!

Aquello hizo que A.Z mirara al suelo. Quitó el menú de su juego, y entonces quedó d enuevo absorto en sus pensamientos. Al parecer, recordó cosas de su pasado o a su Pokemon extraviado; tal vez las dos cosas. Lo único de lo que estaba segura es que se volteó hacia nosotros y asintió hacia mi dirección.

Lo haré. Dame tu espada.

Y en ese momento, Manon quitó su semblante severo para sonreír como lo hacía de costumbre, con una risa inocente y bella.

[…]

Ese mismo día había transcurrido rápido. La casa de Shauna y Tierno, que ya hace timpo había sido abandonada, ahora se había convertido en un taller de herrería para A.Z. El sujeto nos indicó que, si quería que mejorara mi espada, debíamos sacar todo lo innecesario dentro de la casa y comprar todo lo necesario para que él se pusiera a trabajar. Ese día, Grant se dedicó a conseguir todo el material y los objetos para su improvisado taller. Yo no podía moverme de aquel nivel ya que no quería que nadie me encontrara o me cruzara con algún conocido. La gente del pueblo comenzaba a rumorear sobre los altercados que habían sucedido en Ciudad Subterránea, lo cual decían muchas teorías sobre algún jugador misterioso atacando al líder del Gremio Alma de Piedra.

Escuchaba que dentro de la casa, los martillazos y el forjar de la espada iban siendo continuos y de larga duración. Me consternaba mucho que mi Firénix se hubiese apagado pro completo cuando absorbió la Llama Dorada, pero no quise pensar mucho en ello y dejé que A.Z hiciera su trabajo.

Mientras tanto, mis amigos se dedicaron a perder el día vagando por el pueblo, mientras yo me sentaba sobre el césped de una pequeña colina de Pueblo Molino y me limitaba a ver cómo el sol comenzaba a esconderse por entre el horizonte esmeralda.

Es hermoso, ¿no lo crees?

La voz de Manon me había sacado de mis pensamientos. La niña pelirroja se sentó a mi lado, mientras ambas disfrutábamos del crepúsculo y de los molestos ruidos que A.Z martillaba dentro del molino.

Hermoso, pero no real.

Bueno, es lo que tenemos. Tan sólo no hay que acostumbrarnos a ello o lo extrañaremos cuando salgamos de aquí —lanzó una pequeña risa.

Manon, ¿cómo es que lograste convencerle?

Mi pregunta refiriéndome a A.Z hizo que la chica se callara por unos instantes.

A decir verdad, A.Z ya me conocía desde antes.

Lo sé. Pude notarlo por la expresión en su rostro.

Bueno, él forjó la espada de Alain. A.Z sabe que tengo un vínculo con él así que no puede negarse; de todas formas, es un hombre obstinado así que de alguna u otra forma tendría que haberle convencido de que hiciera tu espada.

¿Cómo es que logró forjar la espada de Alain?

Bueno… eso es algo que sólo Alain lo sabe.

Ambas nos sumimos en un gran silencio, mientras el sol se escondía completamente por entre el horizonte, inundándonos de sombre y de un haz de luces púrpuras.

En la cima de Snowpoint… —dije recordando lo que había pasado—… me encontré con Yveltal.

Bueno, las leyendas eran ciertas. Pero pudiste lograr escapar ¿no? —rio.

Sí. También a Xerneas. Los dos Pokemon legendarios que eran los guardias de dicho tesoro.

¿Xerneas? Mmm… —Manon mantuvo su mirada perdida sobre el césped.

¿Sucede algo? —cuestioné curiosa.

No, no… ¿Qué más sucedió?

Bueno, hubo un sujeto que nos "ayudó" cuando yo me desmayé en la montaña debido al cansancio. Pero al estar en la cima, el sujeto robó la megapiedra que había ahí. Aunque bueno… cuando llegamos, alguien más ya había robado la mitad de la megapiedra porque estaba partida a la mitad. No sé cómo explicarlo, pero ese tesoro era un tanto grande y asemejaba la forma de un mineral sin vida. Sin embargo, cuando aquel sujeto tomó su poder, varias luces de colores alimentaron el mineral.

Ya veo…

Lo que no logro comprender fue que el sujeto sufría. Tuvo un dolor inesperado en su pecho, aunque poco después quiso defenderse pero ambos Pokemon legendarios le complicaron la situación. Me pregunto quién era. No tenía ni nombre en su avatar y su idetndiad la mantuvo todo el tiempo en un misterio, portando una máscara.

Volteé a ver a Manon; la muchacha seguía absorta en sus pensamientos y con una mirada perdida.

¿Manon? —aquello le hizo salirse de inmediato de lo que sea que estuviera pensando.

Sí, sí… es algo extraño.

¿Sucede algo?

No. Bueno, esperemos que Alain haga algo al respecto.

¿Alain…? ¿Qué…?

Ya veremos si de regreso los acepta de nuevo en el gremio. No queda en mí la decisión final…

Y de repente, la muchacha se levantó y se alejó aún absorta en la preocupación repentina que noté en ella. No logré comprender en su totalidad por qué había pensado en Alain y si realmente estaba escuchando mis palabras, pero algo le preocupaba bastante que su actitud se tornó extraña.

No le seguí. En cambio, el ruido de la espada siendo martillada por A.Z me intrigó y me impacientó al tiempo en que decidí entrar al molino para ver cómo iban las cosas.

Al entrar sentí un cambio de temperatura bastante fuerte. El calor que emanaba la chimenea debido al trabajo con la espada era intenso; A.Z martillaba sin cesar lo que estaba comenzando a ser un metal algo inusual. El molde contenía un metal incandescente de un color dorado brillante; A.Z controlaba la temperatura mediante una forja que soplaba para que le metal se enfriase, al tiempo en que desde la empuñadura hasta la punta de la espada relucía un color tan dorado que pensé que aquella no era mi espada.

Está lista.

No me di cuenta cuando aquel dorado vivo del color de la espada se había enfriado por completo. Las brasas que expulsaba tanto la chimenea como la forja aumentaron el calor del recinto, pero a simple vista podía notar que la Firénix estaba tan fría y apagada como lo había estado desde que absorbió la llama dorada; sin embargo, ahora tenía un color distinto. Un color oro que reflejaba el semblante impresionado que tenía; un color tan denso y reluciente como mi cabellera color miel.

Es tuya; tómala.

Había estado tan impresionada, que me había paralizado. Miré la empuñadura de la Firénix: era tan distinta que antes que realmente dude si ésta era mi espada original. Una empuñadura dorada con el mango firme y ondulado, asemejando el cuerpo de un fénix; las guardas se extendían a ambos lados, como pequeñas alas extendidas que indicaban el renacer de una nueva ave; el pomo era la timonera o cola; por su parte, el sable desde la base hasta la punta irradiaba un color dorado un tanto apagado.

No obstante, al instante en que mi mano se aferró a la empuñadura, el color oro cobró vida. El brillo se intensificó hasta que fue más vívido que las llamas que salían de la chimenea. Un color oro tan perfecto y abrazador que mil lingotes de oro. Súbitamente, el sable se vio envuelto ggracias al poder de mi aura, reflejándolo en una llama tan intensificada que la onda de poder y el lengüetazo que causaron movieron mis cabellos revoloteando por el aire. Una Firénix renacida; un poder nuevo, mejorado y renovado. El renacer de un fénix. El color Oro de una llama.

Es ahora mucho mejor. Su poder se ha triplicado. Ahora posees una espada de tercera generación. Ese metal es oro; sin embargo, más que eso es la llama dorada moldeada en tu sable. La llama dorada ahora es parte de ti.

Mis ojos se quedaron pasmados ante el nuevo poder. Realmente estaba sin palabras.

Quisiera pedir perdón por mi actitud. No fue la correcta.

Aquello me impresionó. Jamás pensé que una persona como A.Z fuese a disculparse.

Y tienes razón: tal vez Floette esté muerto. Sólo que trato de aferrarme a una esperanza vaga. Trato de ver el lado positivo de todo esto, pero a veces hay que aceptar que nuestros amigos a veces nos dejan una herida que no se puede sanar, y seguir adelante con ello. Superar, crecer y volverse más fuerte.

Yo…

No necesitas decir nada —me interrumpió— He estado vagando en Snowpoint desde el día en que Floette se extravió. Nunca fui capaz de abandonar la montaña porque quise creer que seguía vivo, pero nunca pude abrir los ojos debido al dolor que sentía. Eso me hizo ser alguien irritable, testarudo y obstinado hasta el punto en que no me improtaba ser un hombre de palabra. Gracias a las cosas que me han pasado, lo reflejé en lo que quise y ustedes salieron afectados. Tal vez si me hubieses dicho que eras amigo de Alain y Manon, podría haberte mejorado tu espada sin la necesidad de que fueses sola hasta la cima, y así pudiésemos haber evitado la avalancha. Como sea, lo hecho, hecho está. Quiero darte las gracias y sé que algún día llegarás muy lejos con esa espada que es reflejo de todo lo que llevo. Si algún día, por casualidad y azares del destino, encuentras a Floette o descubres que está vivo, dile que siempre estuve ahí; dile que nunca me fui y siempre estuvo dentro de mi corazón. Tus amigos estarán a salvo con Manon, así que no te preocupes por ellos. Hasta siempre, Serena…

No entendí lo que quiso decir. Sonaba como a despedida alguna, pero antes de procesar más su diálogo, el sujeto con ayuda de su aura me empujó en el abdomen y me sacó volando del molino. Las paredes se rompieron debido a mi cuerpo estrellándose en la edificación y seguí arrastrándome por el césped hasta que me detuve. El dolor que sentí fue poco debido a la adrenalina; mis amigos que se encontraban cerca de la zona se percataron de lo que había pasado, y cuando intenté levantarme, me di cuenta de que el sujeto de la máscara misteriosa yacía en la entrada de la casa de Shauna y Tierno. A.Z se había percatado de ello y de lo que aquella amenaza representaba para nosotros. Al tiempo en que A.Z me había expulsado del molino con un golpe suyo, había tirado sobre la chimenea un químico que él mismo había fabricado para que poco después el molino se viera envuelto en una explosión que alcanzó también a aquel sujeto de la máscara.

¿Cuándo había llegado hasta aquí? ¿Iba a atacarnos de un momento a otro? ¿Por qué no me percaté de su presencia? No sabía nada, pero de lo que estaba segura es que A.Z había salvado nuestras vidas y de un peligro inminente.

Manon que había ido a mi socorro, se quedó contemplando la explosión que yacía a metros de nosotros, y cómo A.Z desaparecía del juego en pixeles, así como la persona que nos había "ayudado" en Snowpoint pero que a final de cuentas representaba una amenaza.

Simplemente vi como el hilo de humo que comenzó a elevarse por el firmamento del amanecer fue el único testigo de que A.Z había muerto para salvar a unos desconocidos.

[…]

Lo más próximo que pude sentir fue a Manon teletransportándonos a todos a un nivel que ya era conocido. Pueblo Molino ya no era seguro; mejor dicho, el estar ahí ya no era seguro. ¿Quién era aquella persona? ¿Por qué estaba en busca de nosotros? No lo sabía; y sin embargo, teníamos quie huir porque tenía la ligera sospecha de que no era un jugador común y corriente debido a la desaparición de su nombre sobre su cabeza, lo cual me hacía pensar que se trataba de un beta.

Manon nos había dirigido al nivel 11, en el puerto Lotad, donde la pequeña galera de expedición yacía sobre un lugar un tanto alejado y discreto. Ahí mismo, Sabrina ya nos esperaba con un rostro sumament estricto y serio, pero al ver nuestras agitaciones le preguntó a Manon qué es lo que había pasado.

La expedición se cancela. Regresamos de inmediato.

Al oír aquello, los tripulantes intercambiaron miradas de asombro, aunque seguido de ello se pusieron manos a la obra para preparar la galera hacia su perdición en el mar. Sabrina dio órdenes de un lado a otro, mientras seguía los pasos de Manon que se dirigía a proa para ver hacia el horizonte con un semblante preocupado.

¿Qué fue lo que pasó? —Sabrina preguntó deteniéndose a sus espaldas.

Ha muerto… A.Z

Sabrina simplemente bajó la mirada e hizo un chasquido. Yo y mis amigos simplemente nos dedicábamos a mirar la escena con algo de misterio e inconformidad. No sabía qué hacer o cómo actuar, pero las lágrimas comenzaron a emanar de mis ojos automáticamente. ¿Será el dolor o la impotencia de que no puedo proteger a la gente que me ayuda?

La mujer de élite volteó a verme. En ese momento se acercó hasta mi posición y me recriminó de una manera sorpresiva.

No sirve de nada llorar.

Pero… él… me salvó y…

Cállate —y súbitamente, sentí una cachetada en el rostro por parte de la navegante que me hizo recobrar la consciencia. Todos ahí estaban sorprendidos— Ya está muerto. No le llores y te culpes por ello. No eres la única que siente dolor. Sé fuerte y afronta las consecuencias.

El ardor en mi mejilla no era comparado al de mi corazón debido a la rabia. De un momento a otro volteé a ver su rostro, y también tenía unas pequeñas lágrimas en sus ojos. No podía evitar llorar, y al parecer ella tampoco; sin embargo, su actitud y su coraje eran más fuertes que la tristeza que sentía.

Regresamos ahora —la voz de Sabrina era firme, a pesar de todo. En ese momento, observó a Manon dirigiéndose a ella— Tenemos que volver urgentemente. Ha pasado algo.

Manon abrió los ojos de par en par. Ambas sabían realmente de lo que estaban hablando; sin embargo, yo y mis amigos intercambiamos un par de miradas extrañas, estando perdidos dentro de la conversación.

Lo que nunca imaginamos, fue que al llegar a la Fortaleza Catarata nos íbamos a encontrar con un problema mayor. Todos pensamos que, al pasar por la fortaleza, seríamos presos y encerrados dentro de la prisión de agua, para volver a luchar dentro del coliseo y considerarnos traidores. Realmente ya estábamos listos para lo que fuera que se nos impusiera como castigo. Realmente el poder que había obtenido podría haber estado a la par de cualquier jugador de élite e incluso de Manon y Alain. Sin embargo, el que se hacía llamar por "padre" de nuestro gran gremio ni siquiera tenía las fuerzas suficientes para poder combatir o llamarnos traidores.

Tan sólo me percaté de cómo Manon entraba por la habitación principal de Alain, para ver por entre la puerta que aquel sujeto estaba bañado en sangre, con la pierna derecha mutilada, y apenas vivo dentro del juego sufriendo en silencio dentro de su conciencia. Alain había sido atacado. No sabía la causa ni el desarrollo de cualquier pelea que se hubiese presentado; sin embargo, aquello me hizo acelerar el corazón como nunca, porque había visto por primera vez al líder de los Mega como alguien vulnerable y capaz de ser herido.

Próximo capítulo: El Pasado de Serena Parte VI: La Fénix Dorada