¡Muchas gracias a todos los que han comentado! Aquí está la última parte del pasado de Serena. Me alegra saber que hay aún fieles seguidores del fic, como larekin1, y espero más gente se anime a comentar! Finalmente, después de tanto tiempo, se quedarán sin la duda de cómo es que aquella muchacha débil e inmadura llegó a derrotar a una de las Cuatro Grandes y cómo es que obtuvo su apodo. ¡Comenten qué les pareció esta mini saga! Sin más, me despido y que disfruten del capítulo.
[VIDEO 1: Pokemon Anime – Kanto Trainer Battle (Version 2) EXTENDED]
[VIDEO 2: One Piece OST – The Very Very Very Strongest Remix! (Ryo Sensei Music)]
[VIDEO 3: Audiomachine Ice of Phoenix (Epic Powerful Uplifting)]
Capítulo 109
El Pasado de Serena Parte VI: La Fénix Dorada
¿Qué había pasado? ¿Con qué clase de jugador o Pokemon se había enfrentado Alain para que estuviera en aquel estado? ¿Acaso había sido un accidente, o era algo más?
Necesitaba respuestas. El ver a Alain de aquella manera me había sorprendido totalmente. Nunca pensé que él, un jugador con un poder increíble, podría haber llegado a sufrir tal y como lo estaba haciendo.
Quise saber de inmediato qué había sucedido, así que fue directo a Sabrina, que se encontraba en las afueras de la habitación de Alain.
— ¿Qué pasó?
Sabrina me volteó a ver de una manera extraña y odiosa, como si yo hubiese tenido la culpa de lo que le había sucedido.
— Un día desapareció. Hace un par de días lo hizo, después de que te largaste y nos traicionaste. Hace poco regresó en ese estado y con su vida al 5%. Jamás pensamos verlo en ese estado y con una extremidad desaparecida; necesita descansar y regenerar su pierna. Necesita tiempo de reposo.
Aquello fue increíble.
— ¿Quién… qué fue lo que le pasó?
— No lo sé, Serena. No lo sé.
Los líderes de élite se encontraban ahí, esperando a cualquier aviso u orden que recibieran de Manon o del mismo Alain. Yo quise quedarme ahí, para apoyar o ayudar en lo que se necesitara. A pesar de que mi estadía no hacía muy agradable a los de élite, eso no me importó. Mis amigos decidieron ir a descansar, mientras yo estaba con la incógnita de si Alain nos iba a echar o no.
La noche cayó repentinamente, y de un momento a otro Manon abrió la puerta de la habitación de Alain para dar su estado.
— Se encuentra mejor —forzó una sonrisa— Me ha dicho que duerman y se preparen para mañana. Entrenarán como si fuese un día común y corriente.
Pegaso asintió y fue el primero en irse. Le siguió Norman y Elesa, mientras Sabrina me dedicaba una mirada amenazante.
— No creas que hemos olvidado tu traición.
Y luego de ello, desapareció por los pasillos de la fortaleza. Yo estaba a punto de irme, pero Manon me detuvo por el brazo.
— Alain quiere hablar contigo.
Tragué saliva y entré. El lugar era un tanto oscuro como de costumbre y un campo de fuerza extraño rodeaba el cuerpo de Alain, que parecía ser un aura regeneradora y sanadora. Erika se encontraba ahí, sanando a Alain con todo lo posible.
Alain escuchó mis pasos y abrió los ojos lentamente, saliendo de su delicado sueño. Le indicó a Erika que nos dejara a solas y ella asintió para después sonreírme y salir de la habitación.
— ¿Có…Cómo te… fue? —su voz era débil.
Al acercarme a él, su rostro parecía el de otro sujeto. La sangre ya no recorría su piel, pero las heridas y moretones que tenía sobre su rostro me indicaban que había tenido un tiempo bastante duro sea donde sea que haya estado. Observé el hueco donde se suponía que debía estar su pierna, y varios pixeles salían del muñón, que poco a poco, de una manera sumamente lenta, iban regenerando la pierna hasta que llegara a la punta del pie. Su cuerpo, por otra parte, estaba en reposo total, aunque las heridas que se mostraba sobre su pecho eran rajaduras que ningún humano podría haber hecho. Quise saber contra qué creatura podría haber peleado, pero antes de haberle podido preguntar cualquier cosa, él se adelantó.
— ¿Lo… lo lograste?
Asentí con determinación. En ese momento, desenvainé mi Firénix. El color oro envolvió toda la habitación, y la sensación de un gran poder la pudo detectar Alain debido a lo majestuosa que se veía el sable de mi Firénix.
— Bien… —dijo, aunque continuó después de unos segundos de intentar descansar su voz— Ahora… quiero… quiero que te vayas…
— ¿Irme?
— …del gremio. Tú… tú y tus amigos…
— Yo…
— Son traidores… les dije que si abandonaban la fortaleza… no se los iba a perdonar.
Aquello me hizo cambiar de un semblante preocupado a uno furioso. No sabía qué decir; sin embargo, en ese momento me acordé de lo que había sucedido en mi travesía.
— A.Z está muerto —dije secamente— Pude conseguir la Llama Dorada de Snowpoint, pero alguien más consiguió la mitad del tesoro que envolvía la llama; la otra mitad ya estaba desaparecida cuando yo había llegado. A.Z sacrificó su vida por Manon, por mí, y por los demás. Alguien nos perseguía y nos quería muerto, o al menos a A.Z. Tú mismo me habías dicho que un gran poder requería sacrificios que no estábamos dispuestos a imaginar… y la muerte de A.Z ha sido…
— Ya déjalo… —Alain quería alzar la voz, aunque su semblante permanecía inmóvil y mirando hacia el techo del aula; sin embargo, parecía un poco afectado por la muerte de A.Z debido a la mirada que podía notar más en el fondo— Te he dicho que… que abandones el gremio.
Quise seguir alegando, pero sabía que su palabra no iba a cambiar, ¿o sí? Como sea, no iba a rendirme tan fácilmente. No iba a dejar este lugar así de fácil. Ya una vez lo había hecho, y fue un gran error. Sea cual fuera el castigo, estaría dispuesta a aceptarlo y a enfrentarme a quien interviniera en mi permanencia. Ahora tenía un gran poder, y debía usarlo sabiamente.
Le sonreí a Manon y no le dirigí más la palabra a Alain. Estaba claro que no iba a abandonar la fortaleza; en su lugar, a primera hora del sol ya me estaría encontrando entrenando como era habitual.
Abandoné a ambos jugadores y dejé la puerta entreabierta mientras me recargaba sobre el muro. No me quise alejar, porque aun podía escuchar las voces de Manon y Alain.
— Estoy de acuerdo en que Serena es una traidora —Escuché la risa de Manon— Pero Alain… tú y yo sabemos que no será tan fácil que deje este lugar.
— Lo sé… —confesó Alain— Yo mismo le incité a ir con A.Z…
— ¿Entonces… por qué le corres?
Noté un gran silencio. Aguardé a que alguien dijera algo, hasta que Alain finalmente soltó la respuesta:
— Reglas son reglas, Manon. Y esta es una consecuencia de ir a obtener esa espada.
[…]
Los días transcurrieron, y mientras Alain se mantenía en reposo intentando recuperarse, yo me dedicaba a entrenar con todo lo que tenía. Día y noche, con pocas horas de descanso, las habilidades mejoraban en mí, gracias a la nueva y renovada Firénix. Sabrina abandonaba incluso el lugar de entrenamiento, mirándome con gran resentimiento debido a que merecía haber abandonado el gremio incluso después de que Alain me lo ordenara. Sin embargo, no iba a ser así de fácil. No iba a dejar ni a mis amigos, ni a lo que ahora consideraba mi más grande e importante familia.
No paraba, no me detenía, no cesaba ante los tajos, ante los esquives, ante las técnicas de golpeo con el sable y el nuevo poder que sentía como una extensión en mis dos manos sujetas a lo que era la empuñadura de un ave dorada.
Mis fuerzas y ganas de seguir entrenando aumentaron; sin embargo, no pude explicar aquel día no tan lejano cuando escuché decir sobre un rumor. Un acontecimiento que me cambió de tal forma o al menos, me incitó a ver las cosas de una nueva manera para poder entrenar más duro y más rápido.
Dentro del comedor común, toda la familia Mega estaba comiendo platillos variados desde lo más simple hasta lo más extravagante. Lo que me sorprendió fue cuando uno de mis amigos se había atragantado con uno. Al ver la causa, fue cuando recibió un cartel en el periódico virtual del día. Tierno aún tenía atorado la patata en la garganta, pero pronto se la pasó y siguió mirando el cartel, para después dirigir una mirada hacia mí con suma preocupación. Los demás vieron dicho cartel, y pronto se dirigieron a mí como si aquella noticia me afectara.
Al intentar arrebatarle el cartel con éxito, me di cuenta de la noticia: "Destello Eléctrico ocasiona disturbios en Ciudad Subterránea". La noticia era de primera plana, con la fotografía borrosa de un Satoshi que parecía estar peleando contra la élite del gremio Alma y Piedra. En primer lugar, no sé por qué había ocurrido aquello, ya que la noticia no informaba más que lo que había sucedido. Una pelea y disturbios dentro de la ciudad se habían originado extrañamente con la huida del Destello Eléctrico y otros de sus compañeros, pero lo interesante era que uno de ellos había sido capturado.
Observé a Alain desde lo lejos, y éste ya tenía uno de dichos carteles sobre su mano. Le dirigí una rápida pero discreta mirada de preocupación. Él no tenía ni idea de mi relación con Ash, así que no podía presentir lo que estaba sintiendo en esos momentos. El líder de los Mega me volteó a ver sintiendo mi mirada calvada sobre él. Al momento la desvié, y seguí mirando el cartel con un tanto de preocupación. La pregunta era: ¿Qué estaba sintiendo en esos momentos? ¿Preocupación, ansiedad, alegría porque seguía vivo, enojo por recordar que él me había mentido? Una mezcla de varios sentimientos que se resumían en uno solo que simplemente no quería aceptar: unas ganas inmensas de ir a aquella ciudad y salvarle, traerlo conmigo y estar aquí sanos y salvos.
Finalmente, después de varios días de entrenamiento y de esfuerzo por mi parte, el momento de la verdad había llegado: nuevamente, se me presentaba la gran oportunidad de convertirme en alguien de élite. Sabrina, con un odio razonable hacia mí, me había mencionado una noche antes que era el momento para que batallara contra ella para mi ascenso hacia lo más prestigioso de los Mega. Aquello me ilusionó por completo, pero debía mantener mis pies sobre la tierra y no imaginar cosas que aún no pasaban; sería una batalla dura, difícil y de mucha concentración para ver si realmente era capaz de poder entrar a la élite.
Mis amigos, absolutamente todos, habían estado ya ascendidos al mismo nivel que yo, que era el Diamante. Todos ya estábamos en un nivel dignos para enfrentar a nuestros respectivos líderes de entrenamiento. Sin embargo, antes de que yo luchara contra Sabrina, mis amigos también ya habían recibido una invitación por parte de los líderes para combatir contra ellos y ascender de rango. Me sentía orgullosa de ellos, pero todos debíamos mantener la calma. El entrenamiento había rendido frutos y lo había hecho de una manera paciente y lenta. Nunca habíamos perdido la esperanza, y ésta era la oportunidad para demostrar a lo que habíamos venido y el por qué nos manteníamos aquí, a pesar de considerarnos traidores al gremio por haberlo abandonado.
No obstante, había un solo inconveniente que nos aceleraba el corazón de una manera preocupante. Alain, que ya se había recuperado en su totalidad por su extraño ataque que no quería compartir al mundo, nos había mencionado una y otra vez que abandonáramos el gremio cuanto antes. Gracias a mi necedad, mis amigos y yo no le hicimos caso ni acatamos sus órdenes, y tal parecía que él no estaba tan terco con ello, porque de haberlo sido, ya estaríamos fuera del gremio. Entonces, en el momento en que cada líder de determinado grupo nos había invitado a combatir contra ellos, era el momento para demostrar si éramos dignos de permanecer o no en el grupo. Es decir, si ganábamos, formábamos parte de la élite; de lo contrario, abandonaríamos esta vez el gremio para siempre por considerarnos traidores a él.
El día iba a ser bastante duro, porque los seis nos enfrentaríamos a nuestros respectivos líderes en cuestión de horas, y aquel que perdiera prácticamente se separaría de nosotros si es que algún otro ganara. No obstante, sabíamos que nos habíamos esforzado lo suficiente como para perder fácilmente.
El primero de todos fue Grant, enfrentándose a Norman. La batalla fue bastante dura, pero gracias a las habilidades del moreno de esconderse detrás de los muros que se escondían sobre las cataratas, pudo ser cauteloso y asertivo, dándole la victoria por completo.
Por su parte, a pesar de que Norman no estaba tan exhausto, Korrina fue más difícil de atrapar debido a los patines mejorados y el equipo de patinaje que tenía, haciendo que la rubia danzara de un lado a otro por el coliseo, mareando a su rival y dándole una gran ventaja, lo cual le dio una victoria agotadora.
La siguiente era Shauna, que batalló contra Elesa en una serie de magias explosivas que fueron bastante peligrosas para todos los presentes. La gran inteligencia de Shauna fue que su mortal veneno bastó con el simple contacto en la piel de Elesa, que con el paso del tiempo bajó su vida hasta que hizo que aquella se rindiera por completo, dándole después el antídoto que, con ayuda de Tierno, había intentado crear ella misma. Elesa, orgullosa de ello, le otorgó el título de élite.
La batalla de Viola contra Pegaso fue más dura de lo que pensé. Las flechas del sujeto iban a diestra a siniestra a una distancia considerable, pero con un asertividad impresionante. Viola había estado a punto de perder, pero la inteligencia de mi amiga fue capaz de ganar la batalla: Viola había insertado sobre sus flechas hilos demora tan resistentes como telarañas y las había clavado en puntos estratégicos que hicieron que con un simple jalón en donde todos los hilos se conectaban hicieron que Pegaso se viera amarrado por los hilos, atrapándolo y haciendo que se rindiera.
Tierno y Erika fue una lucha de la mejor defensa, tornándose interesante debido a que ambos creaban pociones que lanzaban a cada uno con daño y tóxicos que sólo el otro podría tener la cura. No obstante, Tierno sentenció a su líder gracias a la poción mágica que había creado para Shauna y su combate contra Elesa, siendo letal para Erika que no pudo encontrar la cura entre las mil pociones y el calderón que tenía con una docena de remedios mágicos. Finalmente, Tierno le dio la cura, haciendo que Erika lo considerara un sanador reconocido entre el gremio.
Cada uno de mis amigos había entrado a la élite gracias a sus habilidades e inteligencia, y ahora era mi turno de pelear contra Sabrina. Una vez había ya fracasado, pero mi espada y yo estábamos listas para no tirarnos de nuevo en la derrota. Ésta vez, sería yo la que ascendería a la élite.
Sabrina me dedicó una mirada fría al otro lado del coliseo. Su espada de pisco cortes era difícil de esquivar, pero yo tenía mi espada de oro resplandeciente que sin lugar a dudas le causaba una intriga a Sabrina que no podía descifrar, debido a que no había utilizado todo el potencial de mi Firénix. Ambas nos miramos; Alain estaba atento, así como Manon, que esperaban a que la última luchadora perdiera para que me expulsaran del gremio, pero eso no pasaría jamás…
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Súbitamente, la batalla comenzó. Sabrina no se dio tiempo para aguardar en su lugar, porque de un momento a otro corrió con la espada ya desenvainada rayando las rocas del suelo. Las chispas que sacó debido a la fricción eran de un color tan esmeralda como el psicocorte que me propinó cuando estuvo frente a mí. Intenté esquivarlo, pero la velocidad de la mujer era mucha, y el sable lanzó el corte que fue directo hacia mi abdomen. Salí disparada hacia el vacío, ahí donde el mar comenzaba a asomarse. El dolor fue intenso, y en ese momento supe que Sabrina no estaba para juegos e iba con todo el poder que tenía. La gente gritó; escuché a mis amigos pronunciar mi nombre en seña de preocupación, y yo caía hacia el vacío, donde una vez que tocar a la superficie del agua, sería derrotada.
Me reincorporé en el mismo aire, donde actué sacando a Braixen de su pokébola. Éste se dio cuenta de la situación, y tomó impulso sobre el mismo vacío para taclearme y mandarme hacia arriba hasta que la inercia me hizo detenerme sobre el muro del alto coliseo. Agradecí a Braixen, y lo regresé a su pokébola para que no siguiera cayendo, mientras escalaba con mis uñas clavándose sobre las rocas del muro, y la firénix aun colgada sobre mi cinturón.
Con algo de dificultad, pude llegar a la cima del coliseo en un par de segundos, mientras la gente comenzaba a vitorearme debido a que la batalla todavía continuaba. Sin dar más vuelta al asunto, desenvainé mi espada y el oro brilló con los reflejos del astro rey que se asomaba por entre las cataratas.
Sabrina contratacó de nuevo con un par de psicocortes que fueron a la izquierda y a la derecha. Uno de ellos lo esquivé dando una voltereta en el aire, mientras el otro lo detenía con el metal de oro, y aquello hizo que el psicocorte se desintegrara. Mi contrincante refunfuñó por lo bajo, y en ese momento sacó a su Alakazam. El Pokemon psíquico utilizó el mismo ataque que la espada de su dueña, mientras ésta la imitaba con otros piscocortes. Ésta vez eran más los psicocortes que debía esquivar, lo cual sería algo imposible; sin embargo, con ayuda de Braixen y el lanzallamas que desintegró los poderes de Alakazam, fue fácil correr hacia un lado para poder despistar a Sabrina.
En ese momento, era mi momento de atacar. Iba a sentir lo que era por primera vez el poder que A.Z me había hecho, y todos iban a ser testigos de lo que se había requerido para obtener un gran poder.
Lancé un tajo hacia su dirección; el sable comenzó a brillar de una forma que jamás hubiera visto antes. Era más radiante que el mismo sol, y más potente que cien llamas unidas. El pisco corte de Sabrina era increíble, pero esto no se comparaba a lo que mi Firénix fue capaz de hacer después de haber lanzado el tajo. Una llamarada en forma de látigo como si fuera una estrella a punto de explotar fue directo hacia Sabrina. La mirada de mi enemiga fue sorprendente al ver que el haz de calor y el lengüetazo de el mismo sol iban hacia una inminente muerte, quizás.
Sabrina se aventó hacia el vacío del coliseo porque era su única opción viable para poder esquivar un ataque que pronto destrozó el coliseo completo y todo comenzó a derrumbarse. No pude notar el rostro de Alain o de mis amigos al ver que aquella espada era increíble. El coliseo se derrumbó y yo con él, mientras Sabrina, Alakazam y Braixen caían conmigo.
— ¡Querías matarme! —se quejó Sabrina en el aire, al ver que mi ataque iba a atacar con su vida.
Sin embargo, realmente yo no estaba consciente del gran poder que poseía mi espada. Nunca iba a saberlo hasta que realmente estuviera en un combate, y al ver de lo que era capaz, sabía que me había excedido. O, tal vez, el poder y su desprendimiento eran inevitables cada que batallara.
Sabrina se encontraba furiosa, y de un momento a otro aterrizó en una de las porciones del coliseo que caía con menos rapidez hacia el océano, mientras Alakazam se colocaba equilibradamente a su lado. De repente, su Pokemon utilizó Telequinesis, para mandar a Sabrina hacia mi posición a una velocidad inigualable. Recibí el impacto de su espada contra la mía, y ambas nos fuimos directo hacia las cataratas y las cruzamos para atravesar el muro de roca. Sentí el golpe sobre mi espalda más duro de lo que pudiera haber imaginado.
Aquello me hizo perder un momento la conciencia debido al golpe que sentí y el gran impacto. Sabrina se mantuvo en el aire gracias al poder de su Pokemon, pero yo comencé a caer sobre el vacío hasta que di contra la superficie del océano y mi espada se hundía en las profundidades del mar. Abrí los ojos por un momento, pero todo lo que veía era agua y un pequeño destello de oro que se hundía más aprisa que mi propio cuerpo. No podía reaccionar debido al dolor, y no podía nadar más rápido que el peso de mi espada.
Comencé a cerrar los ojos, y quise ir hacia la superficie en busca de aire; sin embargo, lo único que pude ver fue una silueta que se avecinaba hacia mí, con un brillo tan blanquecino que iluminó todo el océano oscuro.
Abrí los ojos súbitamente. Lo primero que hice fue expulsar toda el agua que tenía en mis pulmones. Recobré la conciencia durante unos momentos, y me di cuenta que estaba en una gran porción del coliseo que no se hundía estando ya en la superficie del océano. En frente mío, un Pokemon de grandes proporciones se encontraba cubriéndome del astro rey, lo que me hacía ver su magnífica y reluciente sombra, que sostenía la Firénix.
— ¡HA EVOLUCIONADO! —Escuché en las video pantallas la voz de Manon.
Pronto me di cuenta de que Braixen ya no era el que me había salvado de hundirme en las profundidades, sino Delphox era el que a pesar de ser de tipo fuego, había ido hasta mi rescate ye l de mi espada.
Sabrina yacía al otro lado, en otra porción de tierra, con Alakazam observándonos atentamente.
Me reincorporé sobre mis rodillas y jadeé debido al cansancio que había sentido debido al pequeño momento inconsciente que había sufrido. Delphox, con su imponente figura y con la Firénix sobre sus manos, asintió al verme. La espada de oro asemejando a un fénix tenía una pequeña llama dorada sobre la punta del sable, y en ese momento supe a lo que se refería mi Pokemon.
Sabrina y Alakazam no dieron tiempo para más, porque con la Telequinesis, Sabrina comenzó a ir a la misma velocidad de antes hacia mí con ganas de vencerme.
Delphox me entregó la espada, y el Pokemon comenzó a emanar de su hocico una gran flama que era más potente de lo que creía.
— ¿Listo?
Mi Pokemon asintió. En ese momento, dibujé una circunferencia sobre el aire con mi Firénix, y las llamas doradas formar un círculo. De pronto, al abrir mis orbes color miel, éstos fueron ahora color dorados debido a que una esfera de llamas doradas asemejando a un sol comenzó a ir hacia Sabrina. Delphox lanzó el lanzallamas, y entonces yo me encaminé hacia el sol con la punta de mi sable en el frente.
La esfera dorada, el lengüetazo de fuego fe mi Pokemon y mi persona adentrándose en el gran fuego. Todas estas combinaciones fueron el causante de que un fénix dorada se formara entre las llamas, y el corazón del pájaro de fuego fuera mi persona. Estaba segura del gran poder que tenía mi espada, y estaba segura de que ganaría con un solo ataque de estos. Las llamas no me lastimaban en lo absoluto, y el coraje de mi corazón era más enardecido que todo el fénix.
— ¡Utiliza reflejo! —mencionó Sabrina al tiempo que lanzaba su psicocorte más potente.
Alakazam abrió un espejo frente a Sabrina, pero el fénix lo atravesó inutilizando el ataque del Pokemon psíquico.
— ¡NO FUNCIONARÁ! ¡ALAIN! —la voz de Manon se hizo presente.
Sabrina abrió los ojos en señal de sorpresa. Sabía que el ataque iba a darle de lleno, y de un momento a otro su destino se iba a ver inundado por incertidumbre. Una explosión inundó la superficie del océano. Un par de gradas temblaron debido a la potencia de una bomba de llamas doradas que abarcó más de lo que alguien pudo haber creído. Mis amigos se sostuvieron de donde podías, y las cataratas formaron ondulaciones gracias al sonido potente que había ocasionado el ataque.
Después de largas columnas de humo y un silencio sepulcral y misterioso, la gente aguardó a ver lo que había pasado.
Abrí los ojos, porque también había tenido miedo de saber lo que pasaría.
Alain se encontraba ahí… Había protegido a Sabrina. La muchacha de cabellos violetas estaba totalmente estupefacta. Alain había utilizado su espada; la espada que se encontraba a final de las dos torres gemelas, estaba en manos del sujeto, que poseía firmemente y con fuerza. Varios destellos de colores se habían desprendido de aquel sable, pero cuando la visibilidad fue mejor para todos, la espada ahora ya yacía sin vida y apagada como solía estar.
— El encuentro ha terminado —Alain avisó con una sonrisa, al mismo tiempo que podía verse un pequeño jadeo de su parte debido al esfuerzo que había hecho para detener mi ataque.
— ¡LA GANADORA ES SERENA! —Avisó Manon desde lo más alto.
Al principio, la gente estaba totalmente sorprendida y nadie aplaudió en lo absoluto, pero de un momento a otro, mis amigos comenzaron a rugir de felicidad y todos los presentes empezaron a imitarles.
— ¡SERENA AHORA FORMA PARTE DE LA ÉLITE! —Dijo Manon alegremente— ¡LA REINA DEL NUEVO GRUPO DE ÉLITE: KALOS!
Sin haberlo perdido, sin haberlo previsto y sin haberlo esperado, toda la gente comenzó a vitorear mi nombre, seguido de un nuevo apodo que había surgido sobre mi persona: La Reina de Kalos.
Alain me sonrió. Sabrina se levantó aun algo anonadada, pero se dirigió hasta mi posición, y se arrodilló con todo el orgullo que tenía. ME dio la bienvenida y me felicitó por mi nueva posición en la familia Mega.
Y en ese momento no podía creerlo. Todos y cada uno de nosotros, de los seis amigos que habían comenzado una aventura inesperada, ahora éramos parte de la élite del mejor gremio Pokemon que podía haber por todo Pokemon Battle Online.
[…]
Los días consecuentes a ello fueron más tranquilo de lo que pensé. La comodidad había llegado finalmente a nuestro sitio, debido que los de élite no se les exigía mucho después de haber llegado hasta ahí. Estaba claro que las juntas que se realizaban cada semana requerían nuestra asistencia, en la que se atendían asuntos como la administración del gremio, los recursos, provisiones y las megapiedras.
Mi habitación que se encontraba en el pueblo ya no era más nuestro. Ahora, cada uno de mis amigos tenía su propia habitación dentro del castillo, más amplia, más cómoda, y con un balcón que daba a una vista espectacular del océano y el pueblo Mega. Cada vez que entraba a mi cuarto, sentía que había logrado un objetivo gracias a mi esfuerzo y coraje. Sin embargo, aún no debía parar en el camino, porque esto era apenas un pequeño paso hacia la meta que teníamos todos en común: salvarnos de este juego.
Apenas habían pasado unos cuantos días, y la gente a nuestro alrededor ya nos trataba con mucho más respeto. Cada que pasaba cerca de alguien, me saludaba e hincaba la rodilla, llamándome por el apodo que había obtenido después de la batalla con Sabrina. No puedo negar que era un apodo grandioso, y más aún cuando yo era la líder de la élite del nuevo Kalos.
Sentía que había dado un escalón gigantesco en este gremio. Y todo, no sólo gracias a A.Z, sino a mis amigos, a mi esfuerzo y al de ellos. Gracias por todo eso, y por haber dejado de atarme al pasado, había sido capaz de poder avanzar.
— Espero no interrumpir.
La voz de Alain me había sacado de mis pensamientos. Mi vista estaba sumida en la vista del océano que tenía en mi balcón personal. El sujeto estaba en la entrada; las puertas de mis aposentos estaban abiertas y él conservaba el respeto de la privacidad. Yo le indiqué con una sonrisa que pasara, mientras mis cabellos color miel se alborotaban con el viento.
— Es una bonita vista. Siempre se lo he dicho a Manon…
No respondí. Realmente estaba disfrutando de estos días, y lo único que había querido en estos instantes era silencio para poder disfrutar de los logros que había obtenido a lo largo de este tiempo.
— Presiento que te has sentido orgullosa de esto. Y debes estarlo —el monólogo de Alain se detuvo; intentó disfrutar de los pequeños rayos solares que se reflejaban como puntos suspensivos en el oleaje del mar.
— Aún falta mucho por recorrer.
— Lo sé. Esta no debe ser tu última meta.
— No lo es. Todos queremos salir de aquí, ¿no es así?
— Sí —esbozó una pequeña sonrisa en su semblante; sus cabellos índigos también parecían rebeldes ante el viento que se presentaba—, pero esa es una meta a largo plazo la cual debemos elaborar muy bien. Yo me refiero a tus metas a corto plazo.
En realidad, no había pensado mucho en ellas. No supe a qué podría referirse o cuál era el tema principal de esta conversación.
— Todos tenemos un pasado, Serena…
Aquello me hizo voltear a observarlo de una manera extraña. No sabía lo que pretendía.
— No debemos atarnos a él —lo había repetido numerosas veces; había aprendido ya la lección de ello— Y sé que has estado consciente de ello. Sin embargo, también es necesario perdonarnos a nosotros mismos por los errores que alguna vez cometimos. Somos humanos; los errores son normales.
— ¿Qué quieres decir?
— Que te perdones por los errores de antes. Y te des una nueva oportunidad para reconciliarte con aquellos a quien alguna vez odiaste. Si es posible que los contactes, hazlo. Los fantasmas de tu pasado serán un obstáculo tarde o temprano si no encuentras esa paz que muchos ansiamos en nosotros mismos. ¿Quieres volverte fuerte? Date esa oportunidad. Es hora de que actúes por tu propia cuenta; tienes la capacidad para hacerlo.
Me quedé en silencio. Realmente aun no entendía el embrollo de dicha plática. Alain me volteó a mirar de una manera profunda, y en sus ojos supe que tenía algo de verdad… pero ¿qué verdad?
— Se hace tarde. Tengo unos pendientes que atender.
El sujeto inclinó la cabeza y se despidió, pero cuando dejó la habitación, de su túnica negra se había resbalado un cartel. Quise detenerlo, pero él ya había cerrado la puerta de mi habitación y me había dejado en la sorpresa de lo que aquel cartel tenía escrito.
Era el anuncio de la ejecución de Wallace, Citron y Ruby que iba a dar lugar a primera hora de mañana en Ciudad Celestial.
Citron. Aquel nombre era bastante conocido para mí, y aunque no me había cruzado con él, recordé de inmediato las conversaciones que tuve cuando me encontraba con el gremio Diamante y Perla, así como con Satoshi. Tuve la certeza de que aquel sujeto, Citron, había formado parte de una tal UEO, y que Satoshi posiblemente estaba relacionado con él. No sé si los disturbios en Ciudad Subterránea habían sido parte del plan de la UEO, de Satoshi o de Dawn. No obstante, conocía mucho a Satoshi, y sabía que, si uno de sus amigos estaba en peligro, posiblemente él intervendría tarde o temprano, y sería una oportunidad para verlo, salvarlo a él y a sus amigos, y traerlos sanos y salvos a este gremio. Alain los aceptaría, ellos se volverían más fuertes, y finalmente sería capaz de haber hecho algo por él, por Dawn y los demás, demostrándoles que todo este tiempo no me había escondido ni acobardado.
Todo este tiempo, me había vuelto fuerte en todos los aspectos.
Ahora entendía a todo lo que Alain se refería. Entendía que tenía que perdonarme, y para hacerlo, debía intervenir en dicha ejecución. Sabía que era peligroso, pero sería capaz de incluso llegar a poder dar pelea alguna si me lo proponía. Lo que no entendía era el cómo Alain pudo lograr saber mi relación con Satoshi, Citron y la UEO. Supongo que alguien de mis amigos le contó sobre mi pasado, pero eso daba igual ya. Él mismo me estaba incitando que debía intervenir en mi pasado para poder dejar de atarme por completo a él, perdonando a aquella gente que me hizo daño, y de esa manera trascender…
El único problema que le encontraba a todo esto, era que de nuevo abandonaría el gremio. ¿Cuántas veces iban ya? Daba igual. Saldría de esta como lo había hecho antes. El ir sola era prácticamente una forma tonta de dar la vida, así que necesitaba de la nueva élite para que me respaldaran en la intervención de la ejecución de Citron. ¿Serían capaces de acompañarme y sacrificar su integridad al abandonar la Fortaleza Catarata?
[…]
— ¡Estás loca! —mencionaba Tierno, esta vez hablando en serio.
— A ver… déjame procesar todo lo que acabas de explicarnos —comenzó Korrina un tanto preocupada— ¿Lo que quieres hacer es ir a Ciudad Celestial, intervenir en la ejecución de Citron, batallar contra los Cuatro Grandes, tener la esperanza de que Satoshi se encuentre ahí, y traerlo al gremio donde se nos considerara de nuevo como traidores y tendremos el riesgo de descender de rango o incluso de ser expulsados del gremio?
Asentí. Mi mirada era tan firme y segura, que Korrina supo que hablaba en serio.
Nadie dijo nada. Viola y Grant se voltearon a ver anonadados. Shauna calmó a Tierno en lo que parecía estar ahogándose con su propia saliva, y Korrina quería huir de ahí, pero la detuve con un brazo.
— Serena… —Grant nombró por lo bajo. Nuestras voces no podían ser escuchadas o nuestra conversación sería espiada. Todos se encontraban en mi habitación, en un atardecer que inundó la habitación de colores anaranjados, mientras los Wingull abundaban en un firmamento de colores cálidos— ¿Crees que vale la pena? Es decir, los líderes de los cuatro gremios más importantes estarán ahí. Los cuatro han decidido ejecutarlo y el que intervenga, la lidiará con ellos.
— Lo sé.
— Además… —Viola alzó un poco la voz—, cabe la posibilidad de que, si nos encontramos en desventaja, tengamos que utilizar la técnica prohibida que se nos ha dicho en el entrenamiento. La megafusión no es algo que se tome a la ligera, y no cualquiera puede hacerlo. ¿Quieres que peleemos contra los cuatro líderes? No será fácil, y tampoco tenemos la certeza de encontrar a Satoshi. Estaremos en una batalla donde las expectativas de que él esté ahí no sean seguras. Nos arriesgaríamos por algo que tú crees.
— Lo sé.
— Serena, no quiero estar en desacuerdo, pero si por fin logramos traer a Satoshi y por azares del destino logramos volver hasta acá, todavía tenemos el problema de que nos vuelvan a considerar como traidores por abandonar el gremio. Estaremos dañando la integridad, y más cuando apenas nos nombraron como un nuevo grupo de élite.
— Lo sé.
— ¿Estarás dispuesta a arriesgar todo eso? ¿Por Satoshi? ¿En serio? —cuestionó Tierno asustándose más de lo normal.
— Sí.
Mi única palabra fue suficiente para que los cinco cambiaran su semblante. Mi actitud era en serio. Estaba dispuesta a arriesgar todo ello para salvarlo. Él en algún punto me salvó; Kalm en algún punto me salvó; la gente que quise en algún punto me había salvado. Ahora, era mi turno para sacrificar mi integridad, mi fuerza, mi vida, para poder salvar a esa gente. Alain tenía más razón de la que podía haber creído, y mi determinación me había hecho ver como alguien que realmente no bromeaba ante estas situaciones.
Nadie tuvo nada que objetar. Sabía que estarían conmigo, porque todos habíamos creado un vínculo más fuerte que una simple amistad. Tierno pasó saliva por su garganta por enésima vez, pero su silencio me hizo ver que me acompañaría. Los demás también ya estaban decididos a luchar a mi lado.
— Y para estar segura de que saldremos ilesos de Ciudad Celestial, sé de una armadura que combinará poder y color con mi espada dorada…
[…]
La mañana había llegado. Junto con ella, todas las actividades dentro de la fortaleza habían iniciado: transporte de mercancías, bullicio dentro del pueblo, afilamiento de espadas, entrenamiento de tiro al arco, Pokemon contra Pokemon batallando. El gremio Mega nunca cesaba sus actividades del día y eso lo hacía muy activo; cualquiera que estuviera descansando, sería porque no sabe a lo que se enfrenta en un futuro.
Dicho futuro también debía ser discutido, porque era muy incierto y se tenía que hacer todo lo posible para que se controlara el camino al cual ser quería llegar. Por eso, Alain y los líderes de élite se reunían cada semana para discutir dichos asuntos, así como la administración y organización del gremio. El padre de los Mega había citado a cada uno de ellos en su habitación de reuniones a primera hora de la mañana. Poco a poco, y de manera puntual, cada uno llegó hasta que todos se reunieron alrededor de una mesa alargada de cristal, asemejándose mucho a una gigantesca megapiedra.
Todos estaban ahí: Sabrina, Erika, Norman, Pegaso, Elesa, Manon y Alain. Todos… excepto la nueva integrante del nuevo grupo de élite.
— ¿Dónde está Serena? —inquirió Sabrina con suma curiosidad e impaciencia.
Sin embargo, sin una respuesta concreta por parte de sus compañeros, Alain dio comienzo a la reunión, discutiéndose asuntos acerca de la logística del comercio y la mayor discreción que ésta debía tener para evitar que gente se infiltrara, así como lo había hecho Serena y sus amigos. De igual forma, se discutió sobre la cantidad de miembros que deseaba tener el gremio, que por supuesto, era mayor.
— Necesitamos a más gente —informaba Alain.
— Habiendo más gente, será más difícil confiar en ellas. El control de las actividades de cada uno de ellos se complicaría, y tarde o temprano alguien actuaría como espía para los cuatro líderes de los gremios más fuertes de PBO —Norman tenía un buen punto.
— Lo sé —aceptó Alain— No tengo duda de que alguien pronto sabrá de nosotros. El plan no es estar en la oscuridad todo este tiempo; el secreto de nuestro gremio tarde o temprano se desvelará. Lo importante es que cuando eso suceda, debemos estar preparados física y mentalmente para lo que sea. Lance, Steven, Cynthia, Diantha. Ellos cuatro controlan todo PBO, y lo seguirán haciendo sin intenciones de avanzar en las mazmorras o salir del juego. Su comodidad se ha reflejado bajo su reinado, y no veo intenciones de que quieran salir, ya que ellos son beta, así como lo soy yo. Sin embargo, mis objetivos son diferentes a los suyos, y nosotros nos hemos estado preparando para las amenazas ajenas a las mazmorras de PBO, que son ellos cuatro. Por eso, necesitamos más miembros, porque no podremos solos ante lo que se avecina.
Nadie dijo nada. Todos estaban de acuerdo ante las palabras de Alain. Aquel plan a largo plazo sonaba bastante atractivo, así que se dedicarían a agrandar más su familia, sin importar que tarde o temprano les descubrieran.
— ¿Nos sentimos listos para lo que se avecina? —preguntó inocentemente Erika.
— Eso nunca lo sabremos —Alain volteó hacia la puerta corrediza de cristal que mostraba el gran océano— Sólo nos queda seguir esforzándonos hasta que llegue el momento. Las megapiedras representan ahora una amenaza para aquellos que deseen poder; lo saben bastante bien. La Megafusión es un tema que no podemos pasar por alto, y aunque está prohibido en este gremio, allá afuera se verá más a menudo. Tal vez nadie haya llegado al suficiente nivel hasta ahora excepto nosotros, pero no por ello significa que más temprano de lo pensado la Megafusión se hará cotidiana. Debemos esforzarnos más de lo que hemos pensado, y prepararnos como lo hemos hecho para lidiar con ese tipo de poder. Ahora tenemos muchas megapiedras en nuestro poder, pero sé de un lugar… Gracias a alguien que me ha mantenido informado, sé de un lugar que tiene las suficientes megapiedras existentes reunidas de todo PBO. De esa manera, podremos evitar que la gente se megafusione y…
La puerta se abrió en ese momento. Aquello interrumpió a los de élite, viendo cómo un soldado jadeaba a falta de aire en los pulmones. Se veía bastante exaltado, y su mirada fue dirigida hacia Alain. De pronto, recompuso su postura y se mantuvo erguido y con la mirada en alto, aunque el aire aún le faltaba.
— ¡Lamento interrumpirlo, padre! ¡Pero…!
— ¿Qué pasa? —Sabrina fue la que contestó, con un mal presentimiento.
— ¡La armadura…!
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No hubo que decir nada más. Todos bajaron rápidamente hacia la sala común, ahí donde el pasillo mostraba la vitrina que contenía la armadura dorada. Los vitrales reflejaban el sol que comenzaba a salir tímidamente por el firmamento, infiltrando los rayos solares dentro del recinto e iluminando una vitrina que había sido abierta y contenía nada.
Alain se abrió paso entre los jugadores aglomerados alrededor de la vitrina vacía, así como los de élite llegaron al frente de ésta. Sabrina pronto comenzó a refunfuñar que no debía confiar en ella, en aquella muchacha que una vez la venció para poder ascender a la élite. Nadie era lo suficientemente tonto para no notar que Serena y sus amigos habían partido, porque además de que la líder había faltado a la reunión de hoy, además de que Alain y ella habían hablado el día anterior acerca del pasado y de las nuevas oportunidades que la chica debía crear, dentro de la vitrina sobre la base de ésta había una marca hecha a fuego y negra como las cenizas de un fénix que mantenía las alas abiertas llenas de libertad.
Alain lo sabía perfectamente. El líder de los Mega sabía que, a pesar de haber hablado con Serena, su corazón era uno de los más fuertes y llenos de coraje. La muchacha había incluso llegado a tomar prestada la armadura, porque intervendría en la ejecución de Citron, aquel sujeto que estaba relacionado con el Destello Eléctrico, el cual Serena le guardaba un profundo cariño, pero al mismo tiempo resentimiento. Shauna se lo había contado un día; le había dicho por qué Serena era como era, y por qué en un principio se había negado a estar dentro del gremio. Alain sabía que debía hacer algo para que ella pudiera ser libre y dejara de atarse a ese pasado que tanto le atormentaba, y bastaron con unas simples palabras para hacerla actuar e ir hacia una batalla que nadie quisiera enfrentarse. Sabía, que regresaría junto con Satoshi y demás sujetos que serían vitales para el gremio Mega.
[…]
[VIDEO 3: Audiomachine Ice of Phoenix (Epic Powerful Uplifting)]
Y ahí estaba. Habíamos aparecido en Ciudad Celestial; el proceso de ejecución parecía haber resultado un alboroto, porque una gran criatura de grandes proporciones estaba apareciendo en el centro de la plaza, la cual los cuatro líderes observaban con suma atención.
Las capas doradas revoloteaban sobre nuestras espaldas, señal de que ahora era nuestro uniforme de élite. Sin embargo, lo que más pesaba era la armadura que traía puesta. Se sentía bien; me sentía más poderosa, más fuerte, más invencible.
Vimos que el sujeto que se había fusionado con un Charizard no podía tratarse de otra persona más que Satoshi. Lo sabía; su ira y su intervención, así como el Pokemon con el que se había fusionado eran indicios de que él había estado ahí. No pude observar a Citron, pero eso era lo de menos. Teníamos que actuar ahora, en este instante, antes de que algo saliera mal.
Las campanas de los torreones en el puente resonaban a diestra y siniestra; el astro rey se intentaba ocultar por algún torreón, pero tarde o temprano se asomaba por el otro lado para relucir nuestras capas doradas.
— Viola…
La muchacha sacó su arco enseguida. A lo lejos, una de las líderes de los gremios más poderosos de PBO estaba atacando. ¿El enemigo de ésta? Hikari.
No iba a permitir que me arrebataran a la gente que quería. No más.
El hilo demora salió disparado hacia el objetivo. Viola destensó el arco y la flecha fue directo hacia Diantha, produciendo una onda de humo que nubló la vista a su alrededor. Toda la gente entonces se dio cuenta de lo que había pasado, aunque algunos estaban más pendientes a los peligros del Mega Charizard fusionado.
Entonces, Hikari miró hacia nuestra posición.
Seis figuras doradas. Seis almas poderosas. Seis jugadores valientes. Seis personas que detendrían el caos que estaba sucediendo aquí, y llevarían a algunos hacia el gremio Mega.
Alcé el brazo. Nuestras capuchas doradas ocultaban nuestros rostros. La señal fue dada, y en ese momento cada uno dio un gran salto sobre el aire para viajar por entre el ambiente yendo hacia Satoshi.
La velocidad fue increíble. Shauna, Tierno, Korrina Viola y Grant se dirigieron a Satoshi, que parecía haber perdido la razón de sí y comenzaron a acorralarlo y a enredarlo con hilos demora. Los cuatro líderes observaban pasivamente la escena, pero cuando Diantha decidió que se debía hacer algo al respecto, fue el momento de actuar. Ni siquiera desenvainé mi espada; el golpe tan furioso que de un segundo a otro le propiné a Diantha mientras viajaba a una gran velocidad fue suficiente para mandarla disparada hacia un rincón de escombros que había más allá. Ella se reincorporó enseguida, y fue cuando necesitó la ayuda de Lance, Cynthia y Steven.
Mi corazón no se achicó en lo absoluto. Cada paso era bien medido; cada ataque era bien calculado; cada defensa era bien establecida. Todo estaba predestinado a este momento; todo el entrenamiento, día y noche, semana a semana; los riesgos de ir a Snowpoint; la muerte de A.Z; las conversaciones con Alain; el conocer a mis nuevos camaradas; el ascender a élite; todo estaba bien previsto para que este fuese la prueba máxima que había tenido nunca jamás. Si perdía, moriría; si daba un paso en falso, perecería; si mostraba debilidad alguna, todo acabaría en cuestión de segundos. La concentración con la que veía los cuatro ataques simultáneos fue grandiosa, y más aún cuando decidí atacarlos sin siquiera desenvainar la Firénix. Tres patadas hacia Lance, Cynthia y Steven respectivamente fueron incrustadas y los mandé lejos. El sudor salía por entre el yelmo dorado. Noté la mirada aterrorizada de Diantha: era el momento de demostrarle el poder que tanto anhelaba.
Desenvainé la Firénix. Las campanas resonaban. El fuego dorado se alzó por los aires.
Comencé a elevarme por el firmamento, inundado de cortes a diestra y siniestra hacia su silueta. Ella quería defenderse, pero se quedaba extrañamente de algo en su aura no funcionaba de la manera que ella había esperado. No importaba. Debía concentrarme en acaba con su maldita vida virtual. No estaba para rodeos y problemas; no estaba de humor para perdonarle la vida a nadie; no iba a mostrar alguna debilidad en lo absoluto.
Las campanas resonaban, y con ellas, los pixeles de Diantha también desprendían un zumbido silencioso donde la mayoría presenciaba cómo había vencido a una de las que se proclamaba la mejor jugadora de PBO. ¿En verdad era eso cierto?
Aterricé al lado de Dawn. Me quité el yelmo en forma de fénix, dedicándole una mirada a la peliazul que se encontraba totalmente sorprendida.
— Tranquila —mencioné segura de que esto acabaría bien— No tienes nada que temer ahora, Hikari.
Todo había sido para este momento. Todo el poder que tanto había deseado, finalmente estaba dando resultados. Y de pasar a ser una niña indefensa, tímida, miedosa e insegura, había trascendido hasta lo que era ahora. Ya no era la Serena de antes; ella había desaparecido, para convertirse en algo mejor, en algo más fuerte, en una persona más valiente.
La Fénix Dorada había resurgido.
Kalm
Al terminar su historia, había quedado completamente sin palabras. Ahora podía comprender un poco mejor por todo lo que Serena había pasado, la conversión de una chica inmadura a alguien completamente diferente, y el gran poder que había adquirido desde hace ya tiempo gracias a todas las lecciones que había recibido.
Seguí contemplando Ciudad Azulona con todas las luces nocturnas que tintineaban en nuestro paisaje. La oscuridad del apartamento donde alguna vez yació el Gremio Novato me invadió y sentí un pequeño escalofrío.
A pesar de toda la historia sincera que había recibido, aún tenía algo que confesarle a Serena.
— Escucha… —ella prestó atención, saliendo de sus pensamientos y de los recuerdos de su pasado— La razón por la que te desmayaste en Snowpoint, fue porque quise saber tu localización… Recuerdo esa vez que, en la vida real, quería de alguna forma encontrar la manera de poder localizar a ciertos jugadores sin tener que adentrarme al juego. Después de intentos fallidos y un poco de investigación personal, no pude hacerlo. Lo máximo que llegué a lograr fue ver a través de una pantalla lo que tú estabas viendo: nieve, ventisca y rocas. Supongo que fue ese momento, porque bastó un par de segundos para darme cuenta de que estabas escalando una gran montaña. Como sea, después de dichos segundos, ocurrió un fallo en mi hackeo, y la corriente eléctrica se detuvo. El haber invadido tu mente virtual y el saber a localización personal de una persona dentro del juego, así como la conexión que se crea entre el hackeo y la persona, hacen que te desmayes. Al momento en que supe que estabas escalando junto con tus amigos esa montaña, y te habías desmayado gracias a mi culpa, quise ayudarles con algunos medicamentos que logré filtrar a través de la programación del juego; es por eso que dichos antídotos aparecieron sin razón aparente en la cueva en la que descansaban. Poco después, desde ese momento decidí que no volvería a arriesgar tu vida y la de los jugadores gracias a mis experimentos tecnológicos y que quería encontrarte de alguna forma en PBO sin ponerte en peligro. Sabía que seguías viva, y quería volverte a ver, para explicarte las cosas y para que me perdonaras… Lo lamento, Serena.
Mi confesión fue algo importante para Serena, porque abrió los orbes color miel durante unos momentos. No obstante, volvió a mirar las luces de la ciudad y sólo ella supo en qué diablos estaba pensando. Segundos después, me dijo:
— Así que eras tú el sujeto de la montaña…
— No. Yo sólo ocasioné tu desmayo y les ayudé con las medicinas. El sujeto misterioso no tengo idea de quién pudo haber sido.
— Ya veo… —ella estaba absorta en sus pensamientos; después de un par de minutos en silencio, se encaminó hacia la salida— Venga, es hora de irnos.
Salimos del apartamento, dejando un aire de nostalgia que no quise abandonar, pero a final de cuentas debía seguir con mi vida y aceptar los errores que había cometido y me habían llevado hasta donde estaba ahora.
Las luces de los muchos faros que iluminaban las aceras de las banquetas parecían interminables en una calle adornada de tabiques de piedra que habían sido humedecidos por una lluvia que hacer tiempo había cesado. Nuestros reflejos se asomaban por entre los charcos, con las suelas de nuestras botas desfigurando la superficie del agua.
Antes de poder teletransportarnos de vuelta hacia el puerto de Lotad, algo nos lo impidió:
— ¿Tan pronto se van?
Ambos volteamos a ver de quién se trataba. Sin embargo, ésta silueta misteriosa ya no era un jugador común y corriente. Su sigilosa megafusión había dado resultado, combinando a su Pyroar con su persona; la melena reemplazando su cabellera color fuego; su hocico acrecentándose como el de un león, y la respiración agitada calentando mis mejillas frías.
Lysson nos había encontrado.
Próximo capítulo: Cronómetro
