¡Hola! Esto es algo inusual, pero les traigo otro capítulo después de una semana xD. Espero poder retomar la continuidad del fic semanalmente o al menos antes de que a ustedes se les pierda el hilo de la historia. Como sea, muchas gracias por sus visitas y nos vemos la próxima. ¡Sayonara!
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[VIDEO 1: One Piece OST - The World's Number One Oden Store EXTENDED 1 HOUR VERSION]
[VIDEO 2: Bleach OST 3 - Soundscape to Ardor]
[VIDEO 3: Bleach OST - On The Precipe Of Defeat]
[VIDEO 4: One Piece OST Quiet Anger (chopper sad theme)]
[VIDEO 5:one piece bar song]
[VIDEO 6: One Piece A Dark Past + A Path To The Sun Combination]
[VIDEO 7: Restricted Section / The Mirror of Erised - Harry Potter and the Sorcerer's Stone Complete Score]
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Capítulo 116
Mega Amigo
[VIDEO 1: One Piece OST - The World's Number One Oden Store EXTENDED 1 HOUR VERSION]
El pequeño mozo corría y corría sin parar, como si ningún obstáculo que se le cruzara en su camino fuese un impedimento para detenerse; plantas de maíz que le doblaban la altura, terrenos de tierra un tanto irregulares, un sol que daba directo al rostro como una esfera de fuego incandescente. El chico de cabellos índigos seguía desenfrenadamente, huyendo de nadie y yendo hacia ningún sitio. A veces, sólo le gustaba correr y no parar. A veces, le gustaba huir de su hogar para adentrarse a los terrenos de maíz y perderse en medio de una naturaleza que sólo él disfrutaba. Sin embargo, lo que más disfrutaba era llegar a orillas de un río que tenía una gran corriente; su padre siempre le decía que no se acercara tanto, ya que en el momento en que él diera un paso en falso, la corriente lo llevaría hasta que se perdiera en las profundidades del agua. Pero esto no era un impedimento para que el niño se acercara, porque era lo que más amaba y lo que lo hacía feliz después de varias horas de trabajo ayudándole a su padre en la granja que tenían. Ordeñando vacas, limpiando los establos, arreando a las ovejas, recolectando los huevos de las gallinas y cepillando a los caballos; todas esas actividades eran recompensadas con el permiso de su padre de dejarlo explorar los confines de tierras granjeras que iban más allá del horizonte. El chico era feliz haciéndolo y no se cansaría de ello; su momento favorito del día era precisamente éste, mientras el sol iba escondiéndose poco a poco. Lo peor era que cuando sabía que le sol iba a desaparecer, era el momento de regresar y a esperar al día siguiente para volver a recorrer los maizales y llegar a las orillas del río. Por el momento, tenía que disfrutar y lo estaba haciendo cuando llegó a la orilla y formó un pequeño hueco con sus manos para resguardar un poco de agua fresca y verterla sobre su rostro. La frescura que sintió era inigualable.
Entonces, escuchó el sonido de alguien caer al río. El niño se precipitó y volteó rápidamente; ahí, donde la espuma había surgido en la superficie del río había una silueta que poco a poco iba siendo alejada por la corriente. Cuando la silueta salió a pedir ayuda, pataleando y luchando contra la corriente a pesar de que no sabía nadar, el niño con mucha valentía fue a su rescate. Se aventó sin pensarlo dos veces y entonces notó el agua fría penetrar por su piel como pequeñas cuchillas, así como una corriente que lo jalaba como nunca antes había sentido. No podía nadar contracorriente, pero el mozo era inteligente y sabía que tenía que ir cuesta abajo para llegar a la persona en apuros, agarrarla y sujetar la orilla lo más pronto posible. Cuando estuvo frente a la persona, se dio cuenta de que era una pequeña niña de la misma edad que él. Sin embargo, la desesperación de la pequeña era tal, que no podía sujetarse del brazo del chico. Éste vio una gran rama que había surgido hace tiempo de las orillas y la sujetó con fuerza; después, sujetó a la niña de sus ropajes y entonces la corriente dejó de ser un problema para ambos. Poco a poco, el chico fue hábilmente yendo hacia la orilla con las dos manos ocupadas; una vez que la niña estaba en la orilla, así como él, pudieron descansar. Cuando el chico se levantó para tomar una gran bocanada de aire, notó que la niña se había reincorporado.
— Gracias…
Pero el chico estaba estupefacto. Al verle, su corazón se detuvo, su respiración de paralizó y los ojos recorrían el delicado rostro de la niña rubia que estaba exprimiéndose el cabello. De un momento a otro, aquellos orbes violetas fueron incluso más destellantes que el mismo sol del ocaso. La sonrisa y el agradecimiento fueron como una daga al corazón inocente de un niño que estaba experimentando por primera vez aquello llamado amor a primera vista.
— Soy Astrid… ¿cuál es tu nombre?
El chico no pudo responder; el tartamudeo se hizo presente, el nerviosismo lo invadió y las extremidades se le congelaron. No podía responder ante tal belleza, pero cuando la chica cambió su semblante a uno preocupado debido al extraño comportamiento del chico, éste reaccionó inmediatamente.
— A-Alain… me llamo Alain.
A partir de ese momento, el chico comenzó a tener más contacto con Astrid. La granja tanto de Alain como la de Astrid habían estado no tan lejos, por lo que poco a poco, entre más confianza iban teniendo, Astrid iba a la granja de Alain a visitarlo mientras él hacía sus labores diarias. Éste le enseñó cómo ordeñar y preparar el desayuno más delicioso del mundo, digno de una granjería. El padre de Alain le daba gusto que por fin su hijo pudiera tener un amigo para que no se sintiera solo. El tiempo fue pasando, y aunque Alain sabía que el hacer un movimiento extraño que sorprendiera a Astrid era arriesgado, quiso tomar ese riesgo. De un momento a otro, cuando Alain le estaba enseñando a montar en caballo, la muchacha le volteó y sonrió. Ambos cabalgaban, pero cuando Astrid aceleró para correr en medio de una pradera, Alain le dijo que lo hiciera con cuidado.
Astrid quiso frenar, pero al momento en el que el caballo frenó de golpe, Astrid perdió el equilibrio y cayó sobre el césped. Alain llegó hasta ella, se bajó del caballo y fue hacia su socorro. Astrid tenía algunas heridas superficiales, pero cuando Alain le cargó para llevarla de vuelta a la granja, la rubia le miró muy de cerca, como no había visto a nadie antes.
Alain se dio cuenta de aquella mirada, y al observar sus ojos violetas, el beso fue inevitable. Ambos labios de juntaron durante varios segundos, experimentando los dos una nueva sensación de amor y pasión desbordada. La pubertad estaba tocando a la puerta y ambos lo sabían; los sentimientos estaban a flote y la alegría les rebosaba el rostro con suma inquietud.
Sin embargo, no todo había sido miel sobre hojuelas. Ambos crecieron y a lo largo de un año entero en la que su amistad y algo mucho más íntimo habían formado entre ambos, la vida tuvo que separarlos. El padre de Alain tenía muchas más necesidades que cubrir que sólo mantener una granja; los impuestos que el gobierno exigía por la propiedad de tierras se elevó y el padre no tuvo más remedio que vender la granja; al poco tiempo, afortunadamente, consiguió un trabajo en una zona urbana cerca de la región de Kalos. La partida de Alain le dolió en el alma. ¿Cómo dejar sola a la que había sido su primer amor? ¿Cómo dejar todo lo que en ese momento le hacía feliz?
— No te preocupes —mencionaba Astrid, mientras Alain subía las maletas en la troca que su padre ya tenía encendida; la casa de Alain finalmente había sido vaciada por el camión de mudanzas—, estaré bien.
— Prométeme que nos volveremos a ver…
— Así será, Alain. Tal vez antes de lo esperado; tal vez después. Uno nunca sabe.
Alain y Astrid se envolvieron en un abrazo, donde el chico deseaba con todas su fuerzas detener el tiempo.
— Hasta la próxima, Alain.
La partida de Alain y el acoplo a la ciudad fueron duros. Un chico de granja de repente socializando con personas que toda su vida han estado envueltas en los suburbios, no fue fácil. El ambiente y las amistades fueron difíciles para el peli-azul. Los días transcurrían; su padre regresaba de casa y veía a Alain siempre observando más allá de la ventana de su cuarto, donde el horizonte y las colinas dejaban entrever esa zona deshabitada y que el concreto no podía invadir. Era evidente que Alain extrañaba el campo, pero más aún a Astrid. El padre del chico lo sabía; él también sentía una nostalgia que sólo ellos podían comprender, pero por el momento, no se podía hacer nada más que trabajar y seguir ganando el sustento del día al día. Poco a poco, el padre fue viendo que Alain extrañaba cada vez más su vida pasada, pero éste no decía nada al respecto. No obstante, el papá fue ahorrando eventualmente una suma de dinero que fue suficiente para poder comprar algo que tal vez podía distraer al chico. Era lo único que al padre se le podía haber ocurrido en ese momento, además de que un día lo había visto en las noticias: la Virtual Console. Alain se sorprendió al ver que su papá le había regalado algo. No por el hecho de que fuese un videojuego y el papá había ido hasta Ciudad Luminalia a conseguir uno de los mil cascos disponibles, sino porque sabía que lo hacía para que él dejara de estar triste. Abrazó a su padre, se encerró en su habitación y se adentró en el juego…
Los campos y los paisajes eran incluso más hermosos de lo que pudo haber pensado. Evidentemente nada reemplazaría su pequeña granja acogedora, pero estas extrañas criaturas y unos paisajes de ensueño podían animar mucho más a Alain, que parecía estar disfrutando de la versión beta del juego.
No fue mucho de ser amigos de alguien; al principio, sólo pudo conseguir la amistad de dos chicas que le fueron siempre agradables. La primera de ellas era Skyla, que conoció en una pequeña reunión que un grupo de betas tuvieron para poder intentar vencer la primera mazmorra. La segunda amistad fue Clair, que le salvó la vida virtual que Alain quería batallar contra un Rhyhorn. La amistad con cada una de ellas fue duradera, pero no tan significativa como hubiera esperado Alain. Sin embargo, la tercera de ellas fue una vez que llegó la versión nueva del juego. Aquella donde los novatos y mucha gente comenzarían a unirse para poblar Pokemon Battle Online.
Akaya, una maga novata de cabellos azabaches largos hasta la espalda y una capa púrpura que hacía juego con las botas largas que llevaba hasta la rodilla. Alain le conoció salvándole la vida de un enjambre de Beedrill que le perseguían debido a que accidentalmente ella había tirado sus panales mientras practicaba lanzando hechizos a diestra y siniestra.
— ¿Cuál es tu nombre?
— Alain, un gusto… —El chico había decidido no cambiar su nombre real dentro del juego, ya que le hacía recordar de dónde había venido. Un chico de granja jamás dejaría de ser un chico de granja.
Así entonces, los días pasan y Akaya comienza a juntarse más con Alain. Aunque éste no era muy confiado, Akaya fue abriéndose más a Alain hasta que le permitió entrar a su corazón. En cuestión de días, ambos luchaban juntos, reían juntos y se apoyaban. Aunque uno no sabía nada del otro personalmente, las bromas que hacían y los momentos divertidos fueron creando un lazo especial que Alain sintió un tanto incómodo. Su corazón seguía perteneciendo a Astrid, y si Akaya invadía ese lugar especial, temía olvidarse de Astrid para siempre y no volver a verle nunca más.
Entonces, llegó el día en que Akaya quiso saber más sobre Alain. No hablar cosas referentes al juego, sino saber cosas personales.
— Soy de una granja… Siempre me ha gustado la vida tranquila y los hermosos paisajes. Me gustan los animales y la naturaleza. Pero me mudé y ahora vivo en la ciudad. Mi padre me ha comprado el juego para poder olvidarme un poco de todo lo que he dejado atrás…
— Has dejado a alguien atrás… ¿no es así?
Alain se mantuvo en silencio. Realmente no quería hablar de ello.
— Alain, las chicas tenemos un sexto sentido que ustedes, los hombres, no pueden comprender. Sé que estabas enamorado de alguien.
— Sí, sí —asentía de mala gana— Bueno, lo sigo estando. Quiero volver a verle, pero parece muy difícil. Su nombre… Su nombre es Astrid.
Akaya miró hacia el cielo, esbozando una sonrisa.
— Escucha… Hoy quiero que sea un día especial. Te espero a la hora del crepúsculo en un bonito restaurante que conozco cerca del Pueblo de los Inicios. Tengo una sorpresa para ti.
Alain abrió los ojos de par en par. ¿Qué era lo que Akaya estaba tramando?
El día llegó; aún no se conectaba en PBO, pero Alain se sentía, por alguna extraña razón, nervioso. No quería conectarse, no quería ir al restaurante; se miraba en el espejo una y otra vez, aunque en realidad la apariencia cambiaba una vez dentro, pero eso era lo de menos. ¿Será que comenzaba a sentir algo por Akaya? Sin dudarlo más, prendió el casco y se adentró al juego. Había estado en el Pueblo de los Inicios, y caminó por algunas calles hasta llegar a un pequeño callejón, en el que estaba un acogedor restaurante con escasas luces y una mesa en donde un NPC ya le esperaba para atenderlo. En el centro de la mesa, un par de velas, así como una pequeña música de violín que había de fondo. ¿Qué era todo esto? ¿Por qué el ambiente romántico? Alain no lo sabía, pero entonces decidió esperar a que Akaya llegara, ya que le ocaso estaba todavía presente y el cielo tenía tonos púrpuras.
[VIDEO 2: Bleach OST 3 - Soundscape to Ardor]
Los minutos pasaron; súbitamente, el violín dejó de sonar y el NPC desapareció. ¿Qué estaba pasando? Antes de que Alain pudiera pensarlo, su presencia fue trasladada a la plaza central del Pueblo de los Inicios. Su sorpresa fue tal, porque varias personas más estaban siendo teletransportadas ahí, donde todos se preguntaban lo mismo. No obstante, su miedo y su desesperación fue tal cuando el creador del juego dio el anuncio mortal.
— Bienvenidos nuevamente a Pokemon Battle Online, jugadores. Habla el creador del juego, el profesor Oak. Como se habrán dado cuenta, hoy se va a dar un anuncio muy importante que estoy a punto de mencionar. Y se preguntarán… ¿Por qué los he reunido a todos aquí? Bueno, principalmente quiero hacerles saber a todos que esta es su nueva realidad. ¿A qué me refiero? Pues a eso. Ésta es su nueva realidad. Ya no habrá distinción entre el mundo real y el virtual. Lo virtual ha desaparecido… Éste es su nuevo y único mundo.
Alain no pudo pensar en nada más que Akaya. Una vez que el creador del juego desapareció, la gente se había quedado en total silencio. ¿Qué iba a pasar después? ¿Caerían todos en la desesperación total? Alain se apresuró, pero mucha gente más también lo hizo y se hizo el caos. La gente chocaba una con otra; Alain recibió unos empujones y cayó al suelo, y ahí fue como una total estampida mortal, en la que varias rodillas dieron de lleno sobre su rostro; momentos después, perdió la consciencia…
…
Alain abrió los ojos de par en par. Al principio, todo fue muy confuso. Quiso ir por un vaso de agua a la cocina; tenía hambre y seguramente su padre le había hecho algo de cenar. Sin embargo, aun podía ver las estadísticas de su propia vida sobre su propia vista. ¿Qué sucedía? Vio el suelo: aquel adoquín en forma de trapecio que conformaba la plaza central del Pueblo de los Inicios; se paró con tambaleos y fue directo hacia la fuente principal, donde el Arceus de piedra yacía inmóvil: vio su propio reflejo, y notó que efectivamente era él. Pero… ¿por qué si el Alain real estaba ahí, seguía en el juego? Ahora lo recordaba… todo había sido una trampa para los jugadores; en medio de un caos se había desmayado y ahora en la plaza central había unas cuantas personas que lloraban desesperadas, otras que habían perdido la noción del tiempo, y en los callejones había gente que discutía, que miraba a la nada, que tenía mucho miedo.
Akaya…
De repente lo recordó. Sin pensarlo, fue corriendo directamente hacia el restaurante donde se suponía que tenía la cita. Pero en medio de una desesperación que le nublaba la cabeza, no recordó que podía ver la localización de su amiga en el juego; cuando llegó al restaurante, lo único que vio fue la cera derretida de las velas extintas sobre la mesa. Nadie le esperaba ahí.
Abrió por fin el menú de su juego; buscó a Akaya, y vio un pequeño punto rojo en las afueras del pueblo. ¡¿Qué demonios estaba haciendo?! ¡Era sumamente peligroso el estar en esas áreas ahora que la muerte se había convertido en algo real! Con la respiración sumamente agitada, corrió con todas sus fuerzas hacia las afueras, evitando a personas que indudablemente se habían vuelto locas y otras que suplicaban ayuda para ser protegidas en el juego. Uno de ellos, mientras Alain corría, fue directo al chico y le jaló de la manga. Este jugador lloraba y suplicaba por volver a ver a su familia, pero Alain se lo quitó de encima y siguió corriendo. En ese instante, Alain se dio cuenta de toda la desesperación que desbordaba por PBO.
Poco a poco fue saliendo de ahí; el llano rocoso comenzó a ser abundante, dejando de lado las casas y los arbustos. La niebla se hizo presenta, y la gran montaña del nivel uno se iba haciendo cada vez más grande. Alain monitoreaba su mapa, acercándose cada vez más al punto rojo donde se supone que Akaya debía estar. Los pulmones le quemaban y el dolor en el costado derecho se hizo presente, pero eso no le importó.
Entonces, notó cómo un Pokemon salvaje iba directo hacia él. No tenía tiempo para tonterías. Sacó su espada, y de un tajo furioso cortó en dos a un Rattata que iba hacia su posición. No envainó la espada; sabía que la necesitaría tarde o temprano.
Así entonces, llegó a las faldas de la gran montaña, donde la niebla se hizo mucho más densa de lo que pensaba. ¿Qué demonios estaba haciendo Akaya? ¿Por qué había venido hasta aquí ella sola? Lo más importante: ¿en realidad estaba sola? ¿O había venido con alguien más a explorar estas zonas?
Alain comenzó a subir cuesta arriba, con cada paso convirtiéndose en uno más lento, ya que la visión era escasa y sólo podías ver lo que se avecinaba a tres metros de distancia. Sin embargo, poco a poco Alain se iba acercando a su localización; cuando estuvo casi a diez metros de distancia del punto rojo, Alain no dudó y gritó su nombre.
[VIDEO 3: Bleach OST - On The Precipe Of Defeat]
— ¡Akaya! ¡Akaya!
Nadie respondía. Aquello comenzó a preocuparle.
— ¡AKAYA! ¡¿ESTÁS AHÍ?!
Sin embargo, la niebla fue su única respuesta. Eso, y un sonido realmente extraño que comenzó a presenciar: el gruñido de un Pokemon a lo lejos, en la que sólo se podía ver una voluminosa sombra resurgir de entre la niebla y caminando por las orillas de la montaña. Aquello puso alerta a Alain, que se colocó en posición de batalla.
Un Nidoking le miró con unos ojos carmesíes llenos de sed de sangre. Sin dudarlo ni un momento, cuando la criatura le vio, fue corriendo en sus cuatro patas y quiso propinarle una mordida sobre la yugular, pero Alain le esquivó y al tiempo en que lo hacía, le dio un tajo sobre su vientre, lo cual lo dejó tirado sobre el suelo. Sin embargo, eso sólo provocó que una manada de Nidoking comenzara a acerarse hacia el muchacho, el cual maldijo por lo bajo, ya que sabía que aquellos Pokemon viajaban en grupo. Los tres restantes Nidoking, con aquel color rosa característico, fueron hacia Alain, que saltó para esquivar las embestidas y comenzar a batallar contra los Pokemon.
De cuando en cuando, Alain recibía un par de rasguños en sus ropajes y otro en su piel que dejó rastros de sangre, pero como Alain ya tenía experiencia y era un jugador beta, el muchacho logró herir a aquellos otros dos Pokemon. Sin embargo, el último de ellos que había estado tirado en el suelo le embistió sorpresivamente por la espalda, haciendo que Alain cayera por la falda de la montaña y bajando su vida. Alain rodó y chocó contra varias rocas, pero cuando se detuvo en una pequeña saliente, maldijo por lo bajo debido al dolor que sintió. Su vida había bajado un tercio, pero eso no era problema. El problema era encontrar a Ak…
La vio.
Alain abrió los ojos de par en par. La órbita de sus pupilas se salió de control debido a la impresión que tenía. No por el hecho de que Akaya estaba enfrente suyo ni por el hecho de que un Nidoking más estaba sujetando su cabeza con una mano, mientras su cuerpo restante estaba tirado sobre el suelo de la saliente. El hecho que le sorprendió fue que el nombre de Akaya estaba arriba de la cabeza decapitada con la verdadera apariencia de la jugadora: un rostro que había reconocido al instante y que ahora entendía realmente por qué quería tener esa cena romántica y darle esa sorpresa en la noche. Akaya era Astrid todo este tiempo, pero ahora ya nada tenía sentido.
Astrid estaba inerte, con la cabeza colgando y las entrañas de su cuerpo derramándose por las rocas; el Nidoking carnívoro saboreaba el olor que despedía su sangre, y Alain sólo pudo gemir en el suelo debido al asco y a la impresión de que su primer amor había estado todo este tiempo frente a él, y nunca lo supo ni podría aprovecharlo más. Todo había sido en vano…
Alain se tiró en el suelo, indefenso. Estaba en un total shock. No podía soportar más los ruidos que el Nidoking hacía al buscar entre las entrañas de un cuerpo que poco a poco iba desapareciendo en pixeles. En aquel momento, Alain comenzó a enfurecerse, y de un momento a otro perdió la noción de quién era. Agarró su espada con fuerza, y fue directo hacia el Nidoking. La velocidad fue excesiva y el Nidoking ni siquiera se inmutó al ver cómo Alain fue con la espada para clavársela sobre el rostro. Poco después, el Pokemon cayó junto con Alain perdiéndose entre la niebla de la montaña, hasta caer de nuevo en otra saliente, con Alain encima del Pokemon. Alain sujetó al Pokemon y estrelló su cabeza en la roca varias veces, con una furia y un desahogo que sólo él podía comprender. Astrid se había ido, y con cada golpe que le propinaba al Pokemon desprendía un sentimiento de arrepentimiento y tristeza. Una vez que los golpes sólo fueron restos de carne, Alain tenía toda la cara bañada en la sangre del Pokemon.
Lo último que vio, fue cómo la cabeza de Astrid rodaba por el suelo, hasta desaparecer en pixeles y en el mapa de Alain. Aquel punto rojo había desaparecido, y Alain sabía que no volvería a verla ni a ella, ni a su padre que le esperaba fuera. Aquel chico de granja había muerto el mismo día en que habían anunciado el juego mortal.
[VIDEO 4: One Piece OST Quiet Anger (chopper sad theme)]
…
Los días siguientes fueron tortura para el muchacho. Lo único que se dedicaba a hacer era a saciar su furia con los Pokemon salvajes que deambulaban por ahí. Los rumores que ponían a demás jugadores beta en el centro de atención de PBO le sirvieron no sólo a él, sino a los demás jugadores a seguir avanzando nivel por nivel. Aquello fue una ventaja para Alain, ya que así se volvería mucho más fuerte al pelear contra Pokemon salvajes de más nivel. A pesar de que ya no tenía ninguna motivación por la cual luchar, sentía que, si se desquitaba con los Pokemon, se sentiría de alguna manera mucho mejor.
PBO se había convertido en un lugar de desesperanza. Al tiempo en que se iban formando gremios famosos, él lo único que hacía era resguardarse en posadas de una manera tan sigilosa y discreta, que ni los jugadores más fuertes le prestaban atención. Alain se aislaba de todos y todo, hasta el punto en que su única compañía eran los Pokemon salvajes contra los cuales luchaba, o bien, los llantos de aquellos jugadores en los callejones de los pueblos aledaños que cantaban la muerte de sus compañeros de gremio, sus seres queridos o de su propia desesperación por salir de ahí. PBO había sido a partir de ahora su única y cruda realidad, y eso Alain lo tenía muy en mente. Sin embargo, lo que más le dolía no era aquel mundo substituto, sino aquellos sueños que tenía una y otra vez, cada noche, con la cabeza de Astrid rodando a sus pies, mientras se desintegraba en pixeles. Le parecía increíble cómo incluso estando en un mundo irreal, podía sumergirse más y más en una realidad que sólo eran simples sueños. Incluso estando en PBO, aún se podía escapar de aquel mundo con sueños que uno no deseaba tener.
Como era costumbre, Alain había perdido la noción del tiempo. No sabía cuántos días, semanas o meses habían pasado. No sabía realmente qué es lo que sucedía en las mazmorras o los gremios tan fuertes que se habían formado, o incluso la reputación de jugadores famosos. Todo había sido algo poco menos importante para Alain, que lo único que deseaba era algún Pokemon salvaje que realmente le pudiera ocasionar un verdadero reto, sin que fuera algún jefe de mazmorra para no llamar la atención.
Así entonces, la noción del tiempo lo hizo saltar a un nivel donde todo era cubierto de nieve. Un pueblo pequeño que se bañaba en capas blanquecinas y pacíficas, junto con lámparas de aceite que calentaban a la gente y los NPC con esas llamas que intentaba sobrevivir en medio de un frío insoportable.
Lo único que Alain sabía era que aquel pueblo y aquella gran montaña de nieve formaba parte de algún nivel cerca de los veintes, pero no estaba seguro, ni le importaba. La gente en el pueblo le mencionaba que era muy peligroso ir hacia aquella montaña, y como todos aún estaba realmente asustados con la muerte y lo que PBO podía ocasionar, nadie se atrevía siquiera subir las faldas de aquella blanquecina y solitaria cordillera llamada Snowpoint.
Alain lo hizo. Subió, escaló y durmió varios días ahí. Esto le recordaba a cuando escaló la montaña del primer nivel, la manada de Nidoking y la muerte de su primer amor. Todo esto lo hacía para poder recordar esa ira y esa impotencia que sintió al no poder haber salvado a Astrid. Sin embargo, más que batallar contra Pokemon de alto nivel, lo que fue su peor enemigo fue el frío y la nieve que iban invadiendo poco a poco el calor de su cuerpo. La irresponsabilidad de no conseguir un equipo ni ropajes adecuados para aquel tipo de clima habían ocasionado que Alain fuera siendo inmovilizado y el delirio se apoderara de su cuerpo. Las articulaciones apenas se movían, y los dedos tanto de sus manos como de sus pies estaban tornándose a un color púrpura que sólo le preocupaban. Quería teletransportarse, pero en aquellas zonas inhabitadas estaba prohibido por el juego, y cuando quiso bajar, se dio cuenta de que realmente estaba perdido y no sabía cómo regresar cuesta abajo. Alain estaba en aprietos, y cuando el frío llegó hasta las entrañas de su alma, sólo pudo recordar el calor y la calma que el sol del ocaso de una acogedora granja le hacían sentir. El río fluía junto con la alegría y las risas de Astrid. Un chico de granja moriría ahí, y nada ni nadie le harían impedir volver al lugar donde alguna vez fue feliz…
…
Alain abrió de nuevo los ojos; ésta vez, el ambiente era mucho más cálido. El frío todavía no desaparecía de sus huesos, pero el calor de la fogata que yacía en la chimenea a su costado le calentaba tanto que había tenido un sueño apacible; no había soñado esta vez con Astrid. De hecho, no había soñado realmente nada.
Quiso levantarse, pero primero miró a su alrededor. No era la montaña Snowpoint ni su frío mortal, sino una pequeña cabaña desordenada con varias cosas que Alain encontró realmente extrañas: hierro, equipo de alpinismo, martillos, una fragua que había sido recién utilizada debido a las brasas que despedían un color carmesí, y una docena de lo que parecía ser espadas prototipo que estaban amontonadas en un rincón. Por el contrario, Alain no estaba solo. Un sujeto de grandes proporciones estaba sentado y había estado observando a la ventana que tenía la lado pero de un momento a otro se había quedado dormido y por ahora respiraba apaciblemente. Cuando Alain miró hacia el exterior a través de la ventana, se dio cuenta de que aún seguían en las grandes alturas de la montaña; quería huir de ahí de una vez por todas, y quiso levantarse lentamente para no despertar a aquel sujeto de un cabello largo y blanquecino que llegaba hasta sus caderas. Sin embargo, cuando hizo el primer movimiento con la pierna, sintió un dolor intenso en sus articulaciones que le impidieron moverse por completo.
— Yo que tú, no me movería.
Alain se sorprendió. A pesar de que aquel sujeto tenía escondida su mirada sobre el fleco de cabellos blancos y el gorro rojo, el sujeto estaba atento a los movimientos del espadachín.
— Necesito irme.
— ¿Adónde?
Alain se quedó en silencio. Realmente no tenía adónde ir.
— Chico, casi mueres allá afuera de una hipotermia. Sería mejor que descansaras.
Alain quería reamente irse de ahí antes de que comenzara a desesperarse porque las imágenes de la cabeza de Astrid volvieran a su mente. Sin embargo, ya era demasiado tarde. Todo cayó como balde de agua fría a su mente.
— Algo te preocupa… —dijo el sujeto de cabello largo y matiz misterioso.
— No es nada, yo…
— Has perdido a alguien en PBO. ¿No es así?
Antes de que Alain contestara, las lágrimas cayeron por sus mejillas y el hombre que le había salvado se dio cuenta de ello.
— Los errores del pasado a veces nos atormentan, pero debemos ser fuertes y mirar hacia adelante. Tenemos que proteger a los que todavía siguen con nosotros.
— No tengo a quién proteger. Estoy solo…
— Vaya… —exclamó el hombre— No creo que estés solo.
— Planeo estarlo.
— ¿Todo este tiempo has estado solo?
— Sí
— Hmmm… —el hombre entonces se levantó, y llegó hasta su equipo de alpinismo. Comenzó a ponérselo, mientras Alain le miraba con extrañeza. Su nombre encima de su cabeza tenía dos simples letras: A.Z.
— ¿Adónde vas?
— Chico, alguien me espera allá afuera. Necesita de mi ayuda y tengo que encontrarle.
— ¿Quién?
— Un ser querido. Tengo que buscarle —una vez que se alistó, abrió la puerta y el viento frío invadió la cabaña, dándole un escalofrío a Alain— Nadie sobrevive solo; ni aquí ni allá afuera. Siempre hay alguien a quien proteger y por quien luchar.
Cerró la puerta para desaparecer en la nieve.
Alain se sumergió de nuevo en un silencio; sin embargo, algo le llamó particularmente la atención: un brillo que iluminaba mucho más la cabaña que la misma fogata y se encontraba a su costado reposando en una mesita de noche. Alain la tomó y el brillo se reflejó en sus ojos cristalinos. Algo que jamás había visto y que su extrañeza le incitó a abandonar el recinto. Un brillo de varios colores más hermosos que el mismo arcoíris. Se guardó la piedra cristalina en el bolsillo de la chaqueta que se colocó sobre el cuerpo, se alistó y con todo el dolor posible en sus articulaciones, decidió salir de nuevo hacia la montaña para descender y perderse entre la nieve.
A.Z aún tenía un radio de visión en la que su cabaña podía verse. Al voltear, observó que una silueta descendía por una explanada empinada. Sin lugar a dudas era Alain, que intentaba escapar.
— ¡Oye! ¡Oye, chico! ¡Regresa!
Alain volteó alarmado y apresuró el paso. Con el dolor en sus articulaciones, sabía que tarde o temprano el sujeto iba a alcanzarle, así que cuando estuvo en la orilla de la explanada, y con una visión libre de niebla, sacó a su Charizard que, si no fuera por haber tenido un cielo despejado, no habría podido escapar como lo hizo. Se montó en el lomo de su Pokemon, y descendió las faldas de Snowpoint; sin embargo, el Charizard había estado volando bastante incómodo, debido a que en su cola se había montado A.Z.
— ¡¿Qué demonios?! —Alain nunca pensó que el sujeto podría llegar en tan poco tiempo hasta su posición, y menos colgarse de la cola de su Pokemon volador.
— ¡Has robado algo que me pertenece!
— ¡Lárgate de mi camino!
— ¡Devuélvemelo!
Cuando Alain estuvo fuera del campo de fuerza de no teletransportación, abrió el menú de su juego y sacó un cristal. A.Z estaba poco a poco escalando el cuerpo del Charizard, pero con una patada de Alain se zafó del hombre que comenzó a caer hasta perderse en la nieve de la cordillera; poco después, Alain apretó el cristal y se teletransportó al primer lugar que se le vino en mente, para poder huir de ahí con la megapiedra en su posesión.
[VIDEO 5:one piece bar song]
Al aterrizar, cayó sobre algo blando. Era lo bastante blando y suave como para poder ser tierra. Cuando abrió los ojos, la sangre se le fue a las mejillas debido al rubor que sintió cuando se dio cuenta de que era un par de bustos en lo que había aterrizado. La muchacha, también ruborizada, gritó y fue entonces cuando Alain se quitó de inmediato.
— ¡Maldito acosador!
— No, espera… No quise…
La chica entonces le propino un golpe en el rostro que dejó tirado en el suelo a Alain. Cuando quiso reincorporarse, tanto la muchacha como su propio Charizard fueron a su socorro, ya que el golpe realmente había sido fuerte y lo dejó fuera de combate. La palma de su mano había quedado marcada en su rostro entero, y Alain tenía los ojos en espiral.
— Creo que me pasé…
Charizard reafirmó lo que la muchacha había mencionado, y entonces fue cuando ayudó a Alain a pararse.
— Lo siento… —Alain se disculpó— Me teletransporté y caí en un lugar aleatorio, sólo que nunca pensé que iba a caer en… bueno, tú sabes —Alain miró primero los bustos de la muchacha, pero entonces fue muy evidente y sólo le miró el rostro.
— Descuida… —le sonrió.
La muchacha era más o menos de su talla y su edad, con una tez pálida y pequeñas pecas sobre su rostro, así como unos orbes de color avellana tan simpáticos que hicieron sonreír al espadachín. Su cabello recogido en pequeñas rastas pelirrojas eran cubiertas por una boina verde con triángulos marrones que hacían juego tanto con los tirantes que sujetaba unos pantalones esmeraldas como con los zapatos irlandeses que tenía puestos. Ciertamente usaba unos atuendos bastante extraños, pero no dijo nada al respecto y sólo se dedicó a mirarle unos segundos más, antes de despedirse y seguir su camino.
— Me llamo Manon.
— Un gusto, nos vemos… —Alain se dio la media vuelta y siguió su camino. Quiso saber al principio dónde se encontraba, pero entonces Manon le tocó el hombro.
— ¿Quéeee? ¿Te vas así, sin más?
— No tengo nada que hablar contigo.
— ¿Y esa cosa que tienes ahí? Por supuesto que hay mucho de qué hablar.
— ¿Qué? —Entonces, Alain se dio cuenta de que tenía la megapiedra sujetándola con fuerza en la palma de su mano— Ah, no es nada.
— Claro que lo es.
— Qué no.
— Oye… —Manon logró ver el nombre encima de la cabeza del chico—…Alain, es tu nombre ¿cierto? Como sea, no soy imbécil. Sé que eso no se ve todos los días.
— Anda, lárgate de aquí.
— ¡ESTE CHICO TIENE UNA MEGAPIEDRA QUE…!
— ¡Cállate!
En ese momento, Alain llegó hasta Manon y le tapó la boca para que los gritos no se escucharan. La gente del pueblo comenzó a voltear hasta su posición, llamando la atención. Alain no pudo contener más los gritos debido al dolor de sus articulaciones.
— Un momento…
Manon se dio cuenta de lo herido que estaba Alain. Cuando volteó a ver su barra de vida, ésta estaba en color amarillento, indicando que poco a poco se iba bajando su HP.
— No es nada, sólo sigue tu camino y…
— Te curaré y a cambio me dirás cómo has conseguido eso.
— No, gracias.
— ¡Tenemos un trato!
— Que te he dicho que n…
— Calla, estúpido.
Charizard comenzó a reírse debido al insulto que le habían dicho a su amo.
— Gracias por nada, estúpido reptil.
La travesía hacia casa de Manon fue corta, yendo al nivel 8 del juego en un pequeño poblado. Alain no estaba tan feliz de haberle acompañado, ya que la entrada a la casa había sido por un callejón entre dos edificaciones, y una vez que llegabas al final del callejón, bajaron unas escaleras ocultas hasta toparse con una puerta; cuando entraron, el sitio era apenas una pequeña habitación con un baño y una estufa. Alain tuvo que regresar a su Charizard a la pokébola, puesto que el Pokemon no podía caber en aquel lugar.
— Mira, te agradezco que quieras curarme, pero…
— Nada de "peros" —le espetó Manon— Ahora, acuéstate y yo me encargaré del resto.
— ¡¿Qué?!
— Vaya, eso sonó mal. Bueno, sabes a lo que me refiero. Iré a por los ingredientes mientras tú reposas. No te irás de aquí o sufrirás las consecuencias, muchacho.
[VIDEO 6: One Piece A Dark Past + A Path To The Sun Combination]
Al tiempo en que Manon hubiese regresado con un costal con hierbas y demás cosas que Alain desconocía, éste le dejó hacer su trabajo. Manon se colocó en una mesa y comenzó a trabajar, machacando hierbas, probando pociones que ella misma hacía y poniendo todo su esfuerzo. La vida de Alain realmente iba en picada, ya que la hipotermia aún no se iba de su cuerpo. Sin embargo, él estaba consciente de que, si por esa razón moría, se iría del juego y volvería a la realidad, donde su padre aún le esperaba. Sabía que los beta tenían la capacidad de morir sin en realidad estarlo, así que no tenía miedo de morir en PBO. Lo que le causaba confusión y se preguntaba a sí mismo era: ¿Por qué seguía en el juego, si su padre le esperaba allá afuera? Extrañaba a su papá, de eso no había duda alguna. Pero, si hubiera querido estar con su padre, ya se hubiera desconectado desde hace tiempo para no regresar jamás a esta realidad virtual. Entonces… ¿Qué es lo que estaba haciendo?
El recuerdo de Astrid y ese sentimiento de impotencia por no haberla salvado lo mantenían preso en este mundo. Temía que, si regresaba a la realidad, la depresión le venciera hasta el punto en que no quisiera vivir tanto en lo virtual como en la realidad, y ahí heriría a su padre más de lo que ya estaba con la noticia de que su hijo estaba atrapado en un juego virtual. Quería llegar con su padre y decirle que nada de esto era su culpa, que fuera fuerte y que algún día él volvería… Quería seguir en el juego no por el hecho de tener miedo, sino que simplemente se dejaba llevar por la soledad que disfrutaba estando aquí.
Alain abrió los ojos. En sus pensamientos nunca se dio cuenta de que tarde o temprano se había quedado dormido, y cuando se dio cuenta de que la oscuridad reinaba en la pequeña habitación, sólo una fuente de luz iluminaba la mesa de noche donde Manon aún seguía trabajando. Alain abrió sigilosamente el menú de su juego para ver la hora.
"3: 39 am"
Alain quería mencionarle que se fuera a descansar en la cama donde él estaba durmiendo. Había estado pasando toda la noche realizando pociones curativas para Alain, que éste se sentía inútil sin poder hacer nada. Alain volteó a ver la barra de su vida, la cual ya tenía tonos anaranjados debido a que más de tres tercios estaban consumidos. Entonces, se dio cuenta de lo realmente mal que se sentía y la alta temperatura que su cuerpo comenzó a sentir; antes de que pudiera decirle algo a Manon, que no se había percatado de que había despertado, volvió a sumergirse en un sueño.
"4:45 am"
Finalmente, Manon suspiró debido a que en el recipiente de madera tenía una pócima de un tono carmesí y que desprendía destellos de humo debido a lo caliente que estaba. Lo dejó enfriar un poco y entonces se levantó para acercarse a Alain, que seguía dormido, pero con bastante sudor en todo su cuerpo.
— As-Astrid… Astrid…
Alain comenzó a delirar. La temperatura de su cuerpo le hacía tener pesadillas y Manon lo sabía. Lo que no sabía es quién era Astrid y qué es lo que Alain estaba soñando. Sin embargo, parecía ser un mal sueño. Manon le levantó un poco la cabeza y le despertó. Alain, sin saber realmente qué o quién estaba a su alrededor, sólo se dedicó a tomar la pócima que Manon le dio.
— Cuidado, está un poco caliente.
Alain la bebió de un sorbo y volvió a dormirse. Estaba tan sumergido en su propia realidad, que Manon no quería molestarle, así que la muchacha se fue a la mesita de noche donde había estado trabajando, apartó todas las cosas que estaban ahí y usó sus brazos como almohada para recargarse en la mesa, quedando profundamente dormida con la tranquilidad de que había salvado a Alain…
…
Manon se movió un poco, pero lo había hecho de manera tan brusca que se cayó del banco en donde estaba sentada. Rompió un par de frascos con los que había trabajado la noche anterior. Se despertó bruscamente, dándose cuenta de que ya era de día y la pequeña ventana que estaba en la parte superior de la pared y se asemejaba a una pequeña alcantarilla, mostraba los primeros rayos de luz. Manon se acordó de que tenía una visita, así que volteó a ver la cama. Ésta estaba vacía y tendida, y entonces fue cuando Manon supo que Alain había abandonado el lugar.
— ¡MALDITO! ¡LO SABÍA! ¡SABÍA QUE…!
— ¿Qué sabías?
Manon se calló de repente. Cuando volteó a la estufa, se dio cuenta de que Alain había estado preparando el desayuno con ingredientes que él mismo había comprado en el mercado del pueblo. Manon cambió su semblante a uno de tranquilidad, y no supo qué decir ante la estupidez que su mente había pensado.
— He hecho el desayuno. Anda, come.
Alain le extendió un plato de huevos con tocino y un jugo recién hecho de naranja, a lo cual Manon le agradeció. Alain siguió en silencio, sin decir nada al respecto. Ésta era su forma de agradecer que se encontraba ya en un muy buen estado.
— Debo confesarte algo, Manon…
— ¿Hm? —Manon estaba comiendo y volteó a verle.
— Soy un beta. Pude haber muerto y no me pasaba nada.
Entonces Manon se atragantó con el bocado hasta el punto en que casi se asfixiaba. Manon fue directo hacia Alain y comenzó a ahorcarle; la fuerza de la joven de unos veinticinco años de edad no se comparaba a la fuerza de aquel sujeto que tenía la misma edad. Cuando ambos cayeron en el suelo, Manon con la sangre en la cabeza debido a la furia lo tomó por el cuello.
— ¡¿Y me hiciste pasar todo esto?!
— Lo siento, yo…
— ¡Pudiste habérmelo dicho antes!
— ¡No quería interrumpirte…!
Después de un par de bofetadas y una discusión sin fin, ambos terminaron el desayuno. Alain finalmente se levantó y se dirigió a la puerta.
— Bueno, creo que aquí nos despedimos.
— ¿Cómo? ¿Ya te vas? —Manon se sorprendió.
— No creo que este sea un lugar indicado para dos personas. Quiero decir, que la habitación fuera más grande no quiere decir que me vaya a quedar.
— Pero…
— Tengo que seguir mi camino.
— No puedes si no tienes la megapiedra contigo…
— ¿Q-Qué? —Alain abrió el menú de su juego; la megapiedra ya no estaba en su inventario— Serás una m… ¡dámela!
— No, no hasta que lo admitas…
— ¿Qué? ¿Admitir qué?
— Que quieres quedarte…
— Pero si te acabo de decir que no puedo quedarme.
— No puedes, pero sí quieres —Manon se burlaba mientras forcejeaba con Alain.
— ¿No te han dicho que eres insoportable? —preguntó Alain— No puedo creer que seas de mi edad.
— Como sea, insoportable o no, quieres quedarte, ¿no? Lo puedo ver en tus ojos…
— Yo…
Alain se sentó sobre la cama; esta vez, sin luchar contra Manon para que le devolviera la megapiedra. Ahora, sólo recordaba lo que había pasado hace poco.
— Alain… —Manon se acercó y le miró de frente. Los dos estaban muy cerca uno del otro— Entiendo que perdiste personas… Astrid…
Al decir el nombre, Alain le miró sorprendido.
— Lo has dicho en tus sueños —confesó la chica mientras miraba al suelo.
— Lo siento, yo…
— Lo entiendo perfectamente. Tienes miedo; yo también lo tengo. Por eso no quiero que te vayas. Quiero proteger a alguien y que alguien me protega. Estando solos nos hace más vulnerables. Por favor…
Y entonces, una lágrima salió del rostro de Manon. La muchacha se quedó muy pensativa; su rostro reflejaba ansiedad, miedo y desprotección, lo cual Alain había recordado esos mismos sentimientos en Astrid cuando éste le miraba en la granja. Una mirada que suplicaba de ayuda pero que al mismo tiempo no quería ser tan llamativa.
Alain suspiró de mala gana.
— Está bien… —confesó Alain, mientras a Manon se le iluminaba el rostro de repente— Pero con la condición de que yo tenga esta cama, y que pronto busquemos un lugar más grande que este cuchitril. Ah, y por ahora tengo cosas que hacer, así que si me devuelves la mega…
— ¡SÍ! ¡SÍ! ¡GRACIAS ALAIN! ¡ERES EL MEJOR! ¡SÍIII! —Manon saltó de un lado para otro. Alain realmente cuestionaba si Manon tenía la edad que aparentaba tener. No le quedó más que suspirar y salir de la habitación con Manon a su espalda. Alain cerró los puños en torno a la megapiedra que le había devuelto Manon.
— ¿Amigos? —Alain extendió su mano fuera de la casucha, en el callejón del pueblo.
Manon quedó sorprendida por la propuesta del muchacho, y en ese momento sonrió de oreja a oreja.
— ¿Amigos?... ¡No! ¡Mega amigos! —le estrechó la mano con euforia.
[VIDEO 7: Restricted Section / The Mirror of Erised - Harry Potter and the Sorcerer's Stone Complete Score]
Su siguiente destino era la biblioteca del Pueblo de los Inicios. Era hora de investigar sobre este objeto.
Una vez que llegaron a la biblioteca central del Pueblo de los Inicios, la entrada voluminosa conformada por unas grandes puertas de caoba se abre y rechinaron un poco, mientras se adentraron a un paraíso de libros en el que unas cuantas personas estaban leyendo. Había varias secciones en las cuales leer, pero la mayoría de aquellas secciones era todo lo referente a PBO, desde las técnicas de pelea hasta los diversos Pokemon que se encontraban en el juego. Sin embargo, si querías saber algo más allá de lo restringido, tenías que buscar demasiado bien como para encontrarlo. Alain entonces estaba dispuesto a pasar todo el día ahí, porque le interesaba saber cómo funcionaba la megapiedra que le había robado a A.Z. Si bien no quería obtener un poder grande, simplemente tenía curiosidad sobre qué es y cómo funcionaba.
Más tarde que pronto, la noche cayó dentro del juego seguido de una lluvia estremecedora. La gente poco a poco se iba yendo del lugar, dejando a Alain y a Manon con la luz de la pequeña lámpara de aceite que les hacían compañía en una ardua búsqueda por saber qué eran las megapiedras. Alain había encontrado libros acerca de Pokemon Legendarios, poderes mágicos que requerían mucho MP, así como pociones prohibidas que eran muy difíciles de crear para un simple novato. Una pila de libros se comenzó a formar al lado de Alain, mientras Manon venía de un lugar a otro inquieta intentando buscar un libro que se adecuara a su objetivo. Cuando los truenos cesaron y el ambiente se tranquilizó, Alain volteó a ver a Manon, pero ésta ya había cerrado los ojos recargándose sobre la larga mesa común de la biblioteca. Entonces, Alain suspiró y se dedicó de nuevo a levantarse para seguir buscando. Pasó por varias secciones sin mirar en un libro particular, hasta que súbitamente, después de varias horas buscando, dentro de la sección de "objetos de PBO", encontró un libro llamado "Artefactos extraños y sus riesgos". Al abrirlo, comenzó a hojearlo hoja por hoja, viendo artefactos sumamente extraños, desde pociones que causaban el suicidio hasta espadas malditas hechas con magia oscura. Sin embargo, cuando en una página se vio el dibujo hecho a mano de una megapiedra, Alain abrió los ojos exaltado.
Objeto: Megapiedra
Características: Piedra de tamaños variados que van desde los diez centímetros hasta los diez metros. Dependiendo del tamaño, el poder de la megapiedra es más intenso. Carece de color propio, reflejando así lo colores de los rayos solares y generando varios brillos que indican si la piedra ha despertado su poder o no. Si ésta carece de color alguno, significa que la piedra aún está dormida.
Función: La megapiedra ayuda al Pokemon del usuario a evolucionar de una forma inusual, generando un poder mayor y un cambio de apariencia no común. Duplica el poder del Pokemon tanto en su HP como en sus ataques, siendo de esta manera la forma más poderosa del Pokemon. Sin embargo, para poder activar la megapiedra en el Pokemon, se necesita de una piedra activadora o llave, que el usuario necesariamente debe tener para que se pueda producir la megaevolución.
Alain entonces supo que para poder activar aquella megapiedra, necesitaba otro artefacto que no tenía. Así entonces, necesitaba ir de vuelta con A.Z para poder robar la piedra llave y así megaevolucionar a su Pokemon.
Suspiró de cansancio. Volteó a los lados y sólo la soledad le acompañaba. No obstante, cuando estaba a punto de cerrar el libro, vio un pequeño texto más abajo escrito en mayúsculas. Entonces, la aceleración de su respiración fue testigo de la sorpresa que sintió al leerlo:
ADVERTENCIA: Las desventajas de las megapiedras son considerablemente altas. Estos objetos junto con su piedra llave y un nivel alto en el usuario conllevan a poder generar una MEGAFUSIÓN. LAS CONSECUENCIAS DE LA MEGAFUSIÓN LLEVAN AL USUARIO A UNA PÉRDIDA DE MEMORIA Y A DAÑOS CONSIDERABLES EN SU SALUD. NO ES RECOMENDABLE REALIZAR LA MEGAFUSIÓN.
Pérdida de memoria… daños en la salud… ¿Megafusión?
Alain quiso saber más sobre aquello. Sin embargo, no había más texto para leer. En ese momento, Alain cerró el libro, aun sorprendido por lo que acababa de leer. Sin lugar a dudas un gran poder conllevaba una consecuencia altísima.
¿Qué significaba todo esto?
Próximo Capítulo: Mega Coraje
