¡Hola! Este es el capítulo más corto de la temporada, pero como dicen... después de la calma viene la tormenta, así que esta es la introducción a lo que se avecina. Sin más, espero les guste y comenten. No sé si es mi imaginación pero creo ya muy poca gente sigue el fic porque no veo ningun review. Como sea, eso no me va a detener a seguir escribiendo, pero también me gustaría ver que la gente opine acerca del capítulo. Bueno, espero todos se encuentren bien y que el coronavirus no entre a sus moradas. ¡Nos leemos!


[VIDEO 1: Attack on Titan OST - Rittai Kidou]


Capítulo 119

Las Islas Pájaro


Las aguas sosegaban al compás del ritmo de la noche. Alain había estado observando más allá del horizonte, invadido de dudas y temores que no sólo él conservaba en secreto, sino que cada miembro que estaba descansando en su morada tenía un sentimiento de temor a lo que se avecinaba en las próximas horas. Sin embargo, más abajo, ahí en donde el puente era vigilado por algún par de guardias, una muchacha los había noqueado sin más remedio para comenzar a alistarse en un pequeño bote que se encontraba en el puerto.

Desataba las sogas, tomaba los remos, empujaba el bote de madera en medio de una arena lisa y uniformemente húmeda. Sus huellas la delataban en medio de la luz de la luna, pero había llegado al punto en que nada de eso importaba ahora. Lo único que quería era salir de ahí, volver al pueblo que le recordaba sus orígenes y vivir apacible junto con su Whismur de nombre "Aster". No obstante, tenía el presentimiento de que algo la detenía: antes de introducir el bote en la corriente oceánica, una silueta se encontraba detrás de ella.

Zinnia volteó un tanto sorprendida, con el rostro húmedo debido al clima tropical del puerto, a pesar del frío que se presenciaba por el lugar. Se trataba de Brendan, que le miraba expectante a lo que Zinnia estaba haciendo. Lo que le impresionó a Zinnia es que el muchacho de gorra albina ya no tenía interés alguno en detenerla; sólo se limitaba a mirarle.

— Tengo que irme, Brendan.

El muchacho no respondió nada. Su rostro había estado tan inexpresivo que ni la misma brisa helada de la costa lo hacía estremecer.

— Mañana ustedes irán a un destino que pienso no me corresponde a mí. Yo no pertenezco a este lugar; no pertenezco a este propósito que todos tienen en común.

— Nadie te está deteniendo —la voz de Brendan era firme.

— Entonces… ¿qué haces aquí?

— Sólo vengo a desearte suerte, Zinnia —finalmente, Brendan sonrió y aquello hizo ablandar el corazón de Zinnia.

La muchacha miró hacia abajo en señal de tristeza. Realmente ella no quería hacer esto, pero algo en su corazón le decía que tenía que volver. ¿Era miedo lo que sentía? ¿Era acobardamiento por no querer luchar el día de mañana? ¿Era amor por su propio pueblo?

— También te deseo suerte —mencionó por lo bajo.

— Descuida, Alain lo entenderá. De hecho, él sabía que te irías y por eso me ha mandado aquí. Él también te envía la mejor de las suertes y te agradece por haber colaborado con nosotros. No podríamos haber llegado hasta aquí sin tu ayuda.

— Qué va. Sólo hice lo que creí era correcto. No tenía ni idea de que…

— Nadie tiene idea de lo que hace hasta que escucha su voz interior —Brendan se acercó, pero no lo suficiente como para tocar a la muchacha.

Hubo un pequeño momento de silencio que fue llenado por el viento que circulaba por el puerto. En ese momento, la marea aumentó unos segundos y el mar estremeció la costa lanzando un par de olas que se arremolinaron bajo los pies arenosos de ambos muchachos. El viento revoloteó sus cabellos, pero su mirada seguía puesta en el otro, que con una sola mirada se estaban diciendo todo aquello que no se podía decir con palabras.

Bastó con un empuje fuerte del bote para que se desprendiera de la arena y entrara en la corriente. Sin dejar de mirar a Brendan, la muchacha subió al bote y tomó los dos remos. Poco a poco, comenzaba a alejarse. Brendan iba volviéndose un pequeño punto en medio de una costa enorme y un castillo imponente. Su pequeña gorra albina fue desprendida de su cabeza debido a que se la quitó para que el viento desacomodara bien aquellos cabellos azabaches. A pesar de la distancia, Zinnia aun podía ver los ojos carmesíes del muchacho en medio de una oscuridad que era ahuyentada por la madre luna. Al mismo tiempo, Brendan podía ver también esos mismos orbes rojos reflejarse en los de Zinnia, inundados por un océano de colores negros y espuma blanquecina irregular.

— ¡¿VOLVERÁS?!

La voz de Zinnia era perceptible. Aquel grito fue señal de que en verdad Zinnia estaba preocupada por él y por todo el gremio. Zinnia esperaba una respuesta, pero el océano comenzaba a tragársela hasta que el único horizonte que comenzaba a ver eran la misma marea elevarse.

— ¡LO PROMETO!

Su voz fue escuchada. Zinnia, en ese momento, soltó una lágrima inevitable que se limpió enseguida. No quería verse débil ante el sentimiento de cariño que tenía para con Brendan. Cuando Zinnia se hubo perdido en el vasto horizonte, Brendan volvió a repetir aquello como si dudara de lo que había dicho.

— Lo prometo… —repitió, esta vez para sí mismo.

Suspiró. Esa noche los sentimientos encontrados eran muchos; la gente en sus casas estaba con el insomnio carcomiéndolos y preocupados de qué destino les iba a acaparar mañana, pero nadie de los del gremio, excepto Zinnia, había desistido en ir a enfrentar este juego virtual que los mantenía presos durante ya mucho tiempo.

La luna, solitaria y expectante, había presenciado una serie de reconciliaciones que tenían un propósito un tanto obligado más que intencional. Los jugadores pensarían que podría ser este su último día de vida, debido a que, en aquellas islas, Alain había advertido que los Cuatro Grandes no se esconderían ningún poder y todo sería un riesgo, así que, al tener ese pensamiento encendido, la muerte puede palparse a centímetros de la vida de un jugador. Las promesas, los arrepentimientos, el perdón, la empatía. Sentimientos encontrados que la luna presenció en el pueblo solitario en medio del océano escondido.

Observó cómo Lucas y Dawn, que habían estado deambulando por los techos del castillo, se habían encontrado y Lucas pidió el más sincero perdón que pudo haber creído la Novata Índigo. Pudo presenciar cómo Drew, recién llegado al pueblo y tratando de expiar todos sus pecados del pasado, había ido a la habitación de May para pedirle perdón; aunque la muchacha seguía con un rencor guardado por todo lo que le hizo, no eran momentos de mal augurio y se mantuvo positiva ante su perdón; después de todo, Drew había colaborado con Alain para entregar uno de los cascos que Shigeru había inventado recientemente. También, el astro blanquecino pudo mirar cómo Serena y Kalm habían permanecido juntos en uno de los torreones, observando los jardines solitarios del castillo Mega, y cómo Kalm le volteaba a ver como si fuese la última vez que podía verle. Serena, de una forma madura, había perdonado a Kalm por todo porque lo único que importaba en estos momentos era el día de mañana; no había cabida para nada más. Por su parte, Kasumi, que de igual manera había llegado al gremio después de mucho tiempo ausente, miraba a la misma luna recordando todos esos cielos recorridos que había tenido dentro del Valle Charizard; Brock permanecía dormido en la habitación de junto, pero Clair sólo se dedicaba a ver a una Kasumi pensativa en el balcón, sin molestarla en lo más mínimo.

Sí, la luna era la expectante en ver como los jugadores se preocupaban, se perdonaban, se querían, se juntaban y poco después se envolvían en uno que podría ser de los últimos sueños que tenían.

[…]

El cuerno sonó. El instrumento de viento produjo un eco y de pronto los tambores ametrallaron y retumbaron en señal de que el vigía de la galera principal había visto tierra. Sabrina, que se encontraba al frente del ejército junto con Alain, ondeando su capa negra, y Manon que estaba aferrado a su mano, voltearon hacia el ejército que tenían detrás de ellos. El centenar de barcos que le seguían comenzaron a imitar la galera Ho-Oh; entonces, el conjunto de tambores y cuernos crearon una armonía bélica sin precedentes. A unos kilómetros más allá se encontraba una porción de tierra que les indicaba que su destino yacía al final del horizonte. Habían zarpado a primera hora de la mañana, cuando el sol todavía dormitaba al otro lado del océano, y cuando el alba nacía para dar inicio a un gran día, Alain y su gremio Mega se encontraba ya a poca distancia de lo que era un pequeño islote que tenía un par de rejas mucho más grandes de la que cualquier jugador hubiera imaginado. Rejas doradas que jugaron con el brillo del sol naciente y que se extendían tanto a derecha como a izquierda del pequeño islote, y seguían mucho más arriba de lo que el firmamento pudiera mostrar. Ahí donde las rejas terminaban, un campo de fuerza apenas visible se hacía presente con luces púrpuras e invisibles que desprendían rayos ultravioleta. Alain sabía que aquella isla, llamada "Isla Neutral", era apenas la entrada para las tres islas que comenzaban a divisarse mucho más allá en el océano.

La galera Ho-Oh desembarcó sutilmente, previniendo que no hubiera ningún enemigo cerca que pudiera sorprenderlos. La isla era apenas una porción desierta de rocas y olas que chocaban contra acantilados desgastados. La brisa húmeda permitió que la galera y el centenar de barcos pudiese arrematar contra la corriente, y cuando todos los barcos estuvieron anclados, los botes se hicieron presentes y el ejército comenzó a descender a su ritmo. Una isla capaz de alojar a más de mil personas junto con sus Pokemon que ya estaban fuera de su pokébola —mayormente Pokemon veloces y que recorrían largas distancias—. Un ejército bien formado, con una retaguardia y una línea frontal conducida por los grupos de élite. Así bien, había un grupo aéreo y uno marítimo, así como el terrestre. Cada jugador portaba una megapiedra en la que mega-evolucionaría a su Pokemon, pero no podría fusionarse con él. Todo estaba preparado y listo, y Alain sabía que los Cuatro Grandes y su ejército aparecería dentro de las islas por medio de teletransportación una vez que el campo de fuerza estuviera disuelto.

Alain levantó la mano, entonces fue señal de que Brock diera un paso al frente, escalando su Onix hasta que estuvo encima de su rocosa cabeza, para que todo el ejército, tanto aves como Pokemon que yacían alrededor de la isla le escucharan. Su voz fue fuerte y clara, rompiendo las barreras del sonido que el choque de las olas producía.

— ¡NUESTRO OBJETIVO ES ENCONTRAR EL ARCO DE LUZ Y DEMÁS OBJETOS PODEROSOS QUE SEGÚN CREEMOS HAY EN CADA ISLA! NO SABEMOS BAJO QUÉ PROTECCIÓN ESTÁN RESGUARDADAS, PERO TENEMOS LA CREENCIA DE QUE ESTÁN CUSTIODIADAS POR LOS TRES PÁJAROS LEGENDARIOS: ARTICUNO, EL HALCÓN HELADO; ZAPDOS, EL AVE ELÉCTRICA; MOLTRES, EL FÉNIX DE FUEGO.

Brock se aclaró un poco la garganta y prosiguió.

— Aunado a esto, tenemos que considerar que el peligro no sólo son los Pokemon salvajes y legendarios que haya en la isla, sino los obstáculos y misterios que cada una posea y sobretodo, nuestros enemigos principales que harán todo para evitar que consigamos nuestro objetivo: ¡Los Cuatro Grandes! Yo, Takeshi, he estudiado detenidamente la geografía de cada una de las islas gracias a que "X" nos ha podido brindar el mapa oculto que hábilmente pudo hackear en los datos de Pokemon Battle Online. La isla en la que actualmente nos encontramos es llamada Isla Neutral, y es la entrada hacia un sendero terrestre sumamente angosto que se divide en tres y contiene millas de largo para llegar a cada una de las islas en cuestión. Así entonces, el grupo se dividirá en tres conformado por el Grupo Hielo, Rayo y Fuego, respectivamente. Ya lo hemos hablado con anterioridad y ya cada quién sabe qué grupo se le ha asignado, así que sólo comentaré por quiénes serán liderados cada batallón, que será dividido en cuatro secciones respectivas: línea frontal, flanco izquierdo, flanco derecho y retaguardia.

Hubo un momento de silencio; de pronto, el viento comenzó a soplar indicando un nerviosismo palpable en todos los presentes.

— El Grupo Hielo será liderado por Alain y Manon.

Esto ya se sabía. Sin embargo, hubo personas que realizaron alaridos de esperanza al aire al saber que su líder iba a ir en la línea frontal a la isla que custodiaba Articuno.

— El Grupo de Rayo lo dirigirá Norman.

Sin lugar a dudas, uno de los principales estrategas experimentados tenía que ir al frente, y aquello alentó mucho más a toda la horda de jugadores. May miró con preocupación a su padre, y cuando él le devolvió la mirada a unos pasos en la línea frontal, Norman asintió en señal de que todo esto era peligroso, pero era para su propia salvación.

— El Grupo de Fuego será dirigido por… Takeshi.

Aquello fue algo que en verdad exaltó a los jugadores. El día anterior habían sido informados que serían comandados por Sabrina, pero Alain había hecho un cambio de último momento y se lo hizo notificar a Brock horas antes de la partida hacia las islas. Brock, que había estado hablando en voz alta, al anunciar su propio nombre, la gente comenzó a dudar y a susurrarse entre todos en señal de duda. ¿Sería Takeshi capaz de liderar a todo un escuadrón? ¿No debería ser elegido en este caso Sabrina o Pegaso, que tenían más experiencia? Las dudas se alzaron al aire y los murmullos inquietaron a Alain, que en ese momento se bajó del Charizard que domaba y dio un paso al frente.

— ¡Son decisiones bien meditadas! —su voz era imponente— ¡Takeshi es sumamente capaz, así como cualquier otro que se encuentre en este gremio! Lo he elegido porque él mismo ha podido ser capaz de investigar las tres islas en una sola noche mediante los planos que nos dio "X". Ahora, espero que confíen en él, así como yo confío; ha sido un jugador que ha escalado los peldaños de la esperanza y confianza con éxito como nadie…

Aquello hizo desaparecer cualquier atisbo de duda en todos los presentes. En ese momento, Kasumi, que se encontraba mucho más lejos en la retaguardia del batallón completo, nombró al moreno con furor, lo cual hizo que todos corearan su nombre y palabras de ánimo. Una vez que la multitud cesó, Takeshi prosiguió.

— Ahora bien, quisiera comentarles otro enemigo que tenemos a nuestro favor: el clima. Sí, por más que no lo crean, cada isla tiene un clima tan exótico y peligroso que es mortal. La isla que se encuentra a nuestro lado izquierdo es la Isla Kaminari, custodiada por Zapdos. ¿Pueden lograr ver en el horizonte que la isla tiene un clima turbio y nublado? Bien, sólo quiero destacar que el campo eléctrico de dicha isla es mucho mayor de lo que se cree, así que tienen que estar preparados para ello. Por su parte, la isla que está a la derecha es la Isla Hi, vigilada por Moltres; a lo lejos pueden ver que la isla tiene un volcán activo, —Brock volteó a ver que el cráter era apenas una pequeña luz brillante en medio de un cielo despejado—; los meteoritos caerán a diestra y siniestra. Por último, la Isla Kori, que está entre las otras dos islas y es cuidada por Articuno, apenas logra vislumbrarse como una mancha blanquecina debido a toda la brisa helada que se encuentra en el lugar; su clima es bastante frío y apenas podemos saber lo que nos rodea en nuestro campo de vista. Sin embargo, con todas estas descripciones ya mencionadas, confío en que podremos conseguir nuestro objetivo.

Brock enmudeció y entonces fue el turno de Alain de volver a hablar. En lugar de montar al Charizard de nuevo, se dirigió a todos, esta vez con un semblante mucho más serio del que se requería.

— Nuestro objetivo es sencillo: obtener sea lo que sea que cada isla tiene bajo su custodia. Un poder inimaginable capaz de matar a cualquier jugador poderoso. Sabemos que en alguna de aquellas islas se encuentra el Arco de Luz, pero no sabemos en cuál de ellas. Una vez que abramos esta reja con el código que X pudo descifrar, el campo de fuerza se disolverá al instante. Es en ese momento que los Cuatro Grandes y todo su ejército estarán ya listos para que se les notifique aquello. Tendremos un tiempo mínimo de calma antes de que se nos aparezcan a diestra y siniestra todo su ejército para asesinarnos. Sin embargo, no sólo nuestro objetivo es obtener el poder necesario para ser más fuertes, sino que, si alguno tiene la oportunidad de asesinar a uno de aquellos cuatro líderes, háganlo —Alain volteó a ver a aquellos sujetos a quienes se les había proporcionado el casco que Gary había creado; no reveló los nombres, y fue entonces que todos sabían que se debía mantener en secreto para no dar ninguna información a los enemigos—. Una vez que hayamos conseguido el poder necesario, tendremos que retirarnos de inmediato. Pegaso se mantendrá en la entrada de cada isla junto con su escuadrón aéreo para apoyarnos por aire, mientras Sabrina ya nos estará esperando en la retirada con la flota necesaria para alejarnos cuanto antes de aquí. Ambos líderes deberán quedarse, y sé que varios de ustedes hubieran querido que nos acompañaran, pero ya lo he discutido con ellos y es lo mejor que podemos planear. Sea lo que sea que nos esté esperando allá adentro, no podremos acobardarnos; no podremos retirarnos y no luchar, independientemente de que se vean mucho más fuertes que nosotros. Nos hemos preparado para este momento, y todo habrá sido en vano si al final no conseguimos nuestra meta. No les voy a mentir… —Alain sostuvo una pausa en la que miró a las olas que chocaban contra los acantilados—… algunos de ustedes morirán. Otros saldrán bastante heridos; si tenemos la oportunidad de socorrerlos, lo haremos. Sin embargo, quiero que entiendan que el propósito es grupal, y si ponemos en riesgo la misión por salvar a alguien, incluso sea a mí, todo será en vano. No quiere decir que no nos importen; al contrario: hagan que todo el sufrimiento, toda la sangre derramada, todos los gritos de coraje… ¡VALGAN LA PENA!

Aquel discurso fue el más emotivo que Alain pudo haber mencionado. A pesar de lo franco que había sido, su familia estaba totalmente dispuesta a luchar por él y por ellos mismos. Era un líder nato que sabía cómo tratar con todos, y sin ver por su misión individual. Integraba a todos y miraba por todos.

Dicho esto, observó a Kalm, que estaba a un costado de la línea frontal del batallón entero. Él tenía prioridad, porque cuando el líder Mega le miró, supo lo que tenía que hacer. Abrió el menú de su juego, y entonces con una serie de códigos e inputs que formaron un patrón, se desplegó una pantalla pequeña con un teclado virtual y un candado en el que debía ingresar una serie de números que abrirían tanto el candado, como la reja y el campo de fuerza. Cuando ingreso los números, volteó hacia Alain para corroborar que todo estuviera listo.

— ¡HERMANOS!... ¡FAMILIA!... ¡LISTOS TODOS!

El batallón se posicionó. Equipos formados por muchos Pokemon que iban a ir recorriendo tanto por tierra, aire y mar el sendero ancho que pronto se iba a separar en tres caminos diferentes. Cada quién estaba en su posición correspondiente, y sólo era cuestión de apretar un solo botón por parte de Kalm para que la reja se abriera y comenzara la misión más importante en las vidas de todos aquellos jugadores.

Un respiro de esperanza.

Una mirada de coraje.

Un corazón de acero.

El candado de la reja de oro se desintegró en pixeles, y fue entonces que las rejas se abrieron al compás de un viento que entraba con más libertad que antes. El campo de fuerza desapareció poco a poco para dejar entrever un cielo mucho más claro de tonalidades índigo y anaranjadas debido a que el sol comenzaba a salir a espaldas de los jugadores.

El silencio fue sepulcral. La gente no sabía en realidad que todo esto estaba comenzando.

— ¡A LA CARGA!

El grito de Alain fue el estallido para que todos se pusieran a la marcha.

[VIDEO 1: Attack on Titan OST - Rittai Kidou]

El Charizard de Alain se elevó levemente del suelo para comenzar a volar a centímetros del sendero que se mostraba delante. Una pequeña silueta que era el símbolo de esperanza y el arcoíris de la salvación iba liderando a más de mil jugadores que le seguían con gritos enardecidos de valentía. Manon convertida en aquel sabueso de pixeles negros y verdes; Norman montado en su Vigoroth arrancando trozos de roca cada vez que se adelantaba con sus enormes garras; Sabrina y Pegaso cuidando al retaguardia con miradas de preocupación pero también de determinación; Lectro corriendo a una velocidad inigualable nivelando la velocidad de su Raichu que dejaba chispas de electricidad a su paso; Elesa también iba a una velocidad insuperable, pero a diferencia de Lectro, ella planeaba en el aire con sus prendas esponjadas que servían como alerones, así como su Pokemon, Emolga, también le imitaba; Serena iba a cuestas de su Delphox dejando trazos de fuego y con una espada de fuego que calcinaba el ambiente. Los miembros de élite iban erguidos y mostrando una seguridad que fue contagiada en los demás miembros. Hikari, Kasumi y Haruka también iban con un semblante ahuyentando cualquier atisbo de miedo; Brendan, Lucas, Tobias, Drew iban expectantes a esperar el ataque del enemigo; el gremio Diamante y Perla unidos como nunca lo habían hecho; la élite de Kalos, tomándose las cosas entre broma y broma diciendo algún chiste por parte de Tierno y Korrina. El gremio Mega tenía todo el ejército bien distribuido a pesar de que era un sendero único y sin bordes. A los costados del sendero, varios miembros iban debajo del agua con sus Pokemon acuáticos, formando una hilera de olas que trazaban líneas blanquecinas como si un velo de esperanza estuviera surgiendo; en el aire, Brendan junto con su Flygon danzaban con las corrientes de viento, así como el centenar de Pokemon voladores que iban dirigiendo a sus respectivos dueños.

— ¡YA CASI LLEGAMOS!

Alain mencionó en medio de una ventisca de aire que se formaba debido a la velocidad a la que iba. Un par de millas habían sido poco en cuestión de minutos. Lo que sorprendía a todos es que ningún enemigo había aparecido realmente para complicarles el recorrido, lo cual se les hizo bastante extraño, pero no a Alain.

— Esperan a que nos separemos… —susurró para sí mismo.

Alain miró de reojo a Norman a la izquierda y a Takeshi a la derecha. Ambos asintieron, sabiendo que podría ser la última vez que se veían. Alain les devolvió la mirada con una sonrisa. Entonces, el camino se dividió en tres.

Todo el ejército de pronto comenzó a dividirse en tres secciones. Los Pokemon que iban en el agua se sumergieron profundamente para que algunos, por debajo del sendero, se fueran hacia el escuadrón que dirigía Alain; por su parte, el ejército aéreo también se dividió en tres siguiendo a sus respectivos líderes que se les había asignado anteriormente.

Las islas iban haciéndose cada vez más visibles y grandes. La Isla Kaminari con su cielo que poco a poco iba tornándose nublado y grisáceo. El estruendo de los rayos se hizo presente, viajando a los oídos del ejército liderado por Norman. La Isla Hi producía un aumento de temperatura que Takeshi comenzó a notar gracias al sudor de su frente; de pronto, las cenizas flotaban en el aire dificultando el recorrido airoso que su escuadrón mantenía. La Isla Kori, por el contrario, presentaba poco a poco un descenso de la temperatura, y Manon notó en el vaho de su propia respiración que el hielo microscópico estaba comenzando a formarse.

Los senderos poco a poco guiaban a los héroes del gremio Mega hacia el arribo de las Islas. Poco a poco las Islas mostraban una geografía un tanto exótica y salvaje que nadie hubiese imaginado. El océano poco a poco iba siendo mucho más claro debido a que el nivel de profundidad descendía. Cada Isla presentaba un terreno amplio de arena, grava y rocas que se expandían por toda la costa. El interior de cada isla era misterioso, y eso estaban a punto de descubrirlo.

El ejército se adentró finalmente en la isla sin ser atacado. Sin embargo, lo último que vio Alain antes de perder de vista las islas vecinas, fue a todo su ejército desaparecer en aquella lucha, y por primera vez sintió nostalgia de los días pasados, donde reía, comía, y veía cómo toda una familia había estado integrada gracias a que él pudo unirlos para este momento.

Tres caminos diferentes; tres destinos diferentes; tres historias diferentes.


Próximo capítulo: Isla Kaminari