Hola a todos. ¿Qué tal su cuarentena? Espero se estén poniendo al corriente con el fanfic de nuevo xD. Es broma. Sólo agradecer a larekin por seguir leyendo el fic después de todos estos años, así como a los viejos lectores que aun persisten y a los nuevos que son bienvenidos. Sólo me queda desearles salud en tiempos de coronavirus y que aprovechen el tiempo en sus casas leyendo muchos fanfics. ¡Nos leemos! Comienza esta saga de las Islas Pájaro.


[VIDEO 1: Attack on Titan - Counter Attack-Mankind (BATTLE MUSIC) (EXTENDED)]

[VIDEO 2: Donkey Kong Country - Aquatic Ambiance Remix [Kamex]]

[VIDEO 3: Nanatsu no Tazai OST – Never Again]

[VIDEO 4: Gustavo Santaolalla - Untitled Soundtrack (from The Last of Us Part II)]


Capítulo 120

Isla Kaminari


DIA 1

May

[VIDEO 1: Attack on Titan - Counter Attack-Mankind (BATTLE MUSIC) (EXTENDED)]

Súbitamente habíamos cruzado la costa para adentrarnos a lo que era la isla de rayo. Me encontraba en la retaguardia, así que no podía ver cómo mi padre lideraba el batallón que se adentraba en la isla. Sin embargo, estaba segura de que lo estaba haciendo bien, porque una vez que nos adentramos en terreno, la sección comenzó a dividirse.

Por una parte, en la línea frontal Norman estaba acompañado por Hikari y unos diez jugadores más, entre los que estaban Acerón y Brega. En cuanto al flanco izquierdo, un centenar de jugadores entre los que destacaban Roxanne, Galano y Emerald, que sin lugar a dudas iban a dar mucha seguridad; en el flanco derecho estaban los mellizos Vito y Leti, y aquel nuevo jugador que Hikari descubrió siempre había estado en el gremio: Tobias. Aquel jugador no me daba mucha confianza debido a lo que sucedió en Ciudad Subterránea con él, pero no podía pensar en ello en estos momentos. Finalmente, en la retaguardia nos encontrábamos Brendan, León, Drew, Lectro como responsable de la retaguardia, y yo. Por su parte, los compañeros restantes de Hikari estaban esparcidos en distintos lugares. Barry en el flanco izquierdo junto con Condice; en el flanco derecho Kenny y Zoey.

Cabe destacar que cada jugador iba montado en su Pokemon más fuerte, lo cual era un sobreesfuerzo por parte de la criatura ya que tenía que cargar con nuestro peso y al mismo tiempo ser capaz de seguir el ritmo de la velocidad de todo el batallón. Yo, que me encontraba sobre mi Beautifly, le miré consternada, pero el Pokemon insecto me miró de reojo con aquellos orbes brillantes para indicarme que podía con esto y mucho más. No obstante, no sabía por cuánto tiempo duraría el ejército avanzando a esta velocidad; los jugadores iban como gacelas con un viento que rompía en el rostro de cualquier individuo; los Pokemon corrían y volaban cerca del suelo a una velocidad que jamás pensamos que serían capaces de lograrlo. Brendan iba a ras del suelo montado en su Flygon; Lectro a espaldas de su gigantesco Raichu de proporciones anormales; los demás jugadores que nos cubrían en la retaguardia también iban en Pokemon de tamaño proporcional al cuerpo que podían tener sobre sus espaldas. En cambio, los jugadores que tenían Pokemon tipo acuáticos estaban en una clara desventaja debido a que no había ningún río, cauce o lago en aquellos terrenos desconocidos; sin embargo, ese no era problema alguno porque se montaban en los Pokemon más grandes de los de otros camaradas.

El ejército estaba bien repartido y poseía un equilibrio de fuerza y sabiduría que Alain supo organizar previamente bien. Sin embargo, lo que aún no podía asimilar con detenimiento era que ningún enemigo se nos había acercado. Sin embargo, tenía que estar atenta a las señales que se me presentaban. Como la isla comenzaba a ser bastante grande para un batallón organizado de unas trescientas personas, las señales que darían nuestros aliados a kilómetros de distancia nos iban a indicar con qué tipo de enemigos estábamos lidiando. Señales de humo de diferentes colores que serían disparadas al aire y se perderían entre un manto de nubes negruzcas electrizantes. Amarillo si se trataba de percances climáticos; verde si se trataba de jugadores megafusionados; rojo si se trataba de alguno de los Cuatro Grandes; azul para enemigos no identificados.

— ¡Amarillo!

La voz de Lectro nos alertó de inmediato. El clima comenzó a ser sumamente notorio. Al adentrarnos más a la isla, notamos el relieve vívido que contenía el suelo: un césped de proporciones mayores a las normales, que se agitaba y danzaba enérgicamente gracias a las corrientes de viento bruscas que comenzaban a correr por el ambiente. A lo lejos, montañas de abetos que también iban moviéndose agitadamente en el horizonte. Frente a nosotros, se desplegaba una pradera de un verde intenso debido a la fauna vívida; pequeños montes con pendientes ligeramente inclinadas iban esparciéndose a medida que avanzábamos; en resumen, era un relieve muy agradable para la vista. Lo inquietante es que lo desagradable no era tanto el relieve, sino lo que se encontraba arriba de éste: densas nubes que viajaban tan rápido que podíamos ver a simple vista cómo se movían y avanzaban con sonidos estremecedores dentro de sus estratos grisáceos. Súbitos destellos cegadores de luz iluminaban las nubes en señal de que la tormenta se avecinaba, y a lo lejos, en medio del horizonte, de pronto vimos cómo uno de aquellos truenos invadía el ambiente a medida que una pequeña brisa de pronto comenzó a humedecer mi rostro. Sabíamos que Takeshi no mentía: el clima del lugar hacía renombre a aquella isla; cuando vimos el primer trueno visible en aquel horizonte, no dudamos en acelerar el paso para buscar algún refugio en medio de aquella pradera. Al ver que la línea de humo amarillo provenía de nuestro flanco izquierdo que se encontraba kilómetros ya alejados de la retaguardia, supimos que teníamos que tomar una ruta más alejada de ahí; los rayos entonces comenzaron a invadir la zona izquierda, y de pronto, las nubes densas hicieron perder de vista el flanco izquierdo.

— ¡No!

Lectro lo sabía: no podíamos perder de vista todo el ejército, pero era prácticamente imposible hacerlo en medio de un gran terreno. Le indiqué a mi Beautifly que girara en torno a la derecha, pero cuando comenzamos a inclinarnos más hacia aquel lado de la pradera, el flanco derecho nos advirtió a lo lejos con otra señal: humo verde ascendía hasta perderse en el vasto manto de nubes.

— ¡Prepárense…! —Lectro miró a todos lados. La retaguardia, que estaba conformada por unas setenta personas aproximadamente, no dejó de avanzar a pesar de que estaba alerta a todo aquello que se avecinara.

Miré a izquierda; de pronto, miré a derecha. La vista comenzaba a ser difícil debido a que las nubes habían bajado tanto que podía tocarlas con la mano. El frío invadió mis mejillas rosadas y entonces sentí un estremecer que recorrió mi espina dorsal y por primera vez sentí el miedo de morir.

¡IZQUIERDA!

Sabía que el ataque venía de aquel lado. No supe de dónde había aparecido aquel Pokemon megafusionado, pero tenía un aspecto tan horripilante que por una milésima de segundo me quedé estupefacta. Lancé un hechizo de luz directamente en el rostro desfigurado de un Alakazam humano que venía corriendo a toda velocidad para partirme en pedazos. El hechizo había sido tan certero, que el Pokemon salió disparado perdiéndose entre la maleza.

Súbitamente, Pokemon megafusionados salieron de ambos flancos de la retaguardia. Primero a izquierda, un Mega Scizor fusionado con su jugador había caminado en sus cuatro patas a pesar de que las delanteras sólo servían para pinzar. El aspecto había sido estremecedor, pero Brendan se encargó de mandarlo a volar con las flechas rubíes que había destensado de su arco. Por su parte, Lectro mandó a electrocutar a un Glalie que no estaba segura si tenía una figura perfectamente redonda o si eran los desfiguros que había tenido al fusionarse con el jugador. No todos habían corrido la misma suerte o tenido la misma técnica, ya que un Mega Manectric fusionado había cazado a uno de nuestros jugadores y al tenerlo bajo sus fauces, oí el crujido de su espalda, un poco de sangre y de pronto la explosión de pixeles. No volteé hacia atrás, porque el terror me había invadido.

— ¡MAY!

León me alertó. En ese momento, el muchacho notó cómo una masa de electrones se estaba formando justo en el punto de intersección en donde mi persona y el rayo iban a coincidir. Aquello me hizo replantear la situación en cuestión de segundos, así que hice lo primero que mi cabeza me indicó a pesar de que no le encontraba mucha lógica: al momento en el que rayo se formó y bajó al suelo, levanté la mano para activar mi magia de luz, y cuando el rayo vino directo hacia la palma de mi mano, sentí una energía terriblemente enorme concentrada en todo mi puño. No pude contenerla por mucho tiempo debido a la electricidad que estaba sintiendo dolorosamente esparcirse sobre todo mi brazo, pero cuando decidí soltarla, la puntería fue hacia una porción de la planicie que explotó y se formó una nube de fuego, seguido de un estruendo.

Brendan abrió los ojos sorprendido, pero no pudo decir nada más debido a que los Pokemon megafusionados lo mantenían ocupado. León sonrió y Lectro chasqueó la boca por lo bajo en señal de gusto. Por mi parte, me di cuenta de que podía almacenar los rayos por un poco tiempo en mi mano, gracias a mi magia de luz. Nunca lo hubiera imaginado y tampoco lo hubiera intentado si no hubiese sido en esta situación de vida o muerte. Sea como sea, no tenía mucho tiempo para seguir en mi impresión, porque los Pokemon siguieron atacando y nuestra gente seguía disminuyendo.

De pronto, nuestros números se redujeron a sesenta. Habíamos tenido unas quince bajas aproximadas, pero al menos los Pokemon megafusionados ya no nos tenían contra las cuerdas porque los habíamos dejado atrás; además ellos también tenían que lidiar con los truenos que se presentaban. El único que fue capaz de matar a un jugador megafusionado fue Lectro; se trataba de un Mega Tyranitar, que cuando lo había tomado por sorpresa por la espalda, Lectro sacó a relucir su magia de luchador que lo había hecho líder de la élite Sinnoh. Lectro se había caracterizado en un principio por ser un luchador de aura esmeralda, el cual tenía una resistencia y un alcance envidiables. Sin embargo, cuando Lectro concentró todo el poder de su aura rosada en la yema de dos de los dedos de su mano izquierda, supimos que paralizaría al Pokemon. En efecto, cuando el Tyranitar de aspecto horripilante estaba a punto de estrujarlo entre su hocico, Lectro saltó dejando sólo a Raichu. El Pokemon eléctrico desprendió un par de leves rayos que fueron directo a las yemas de los dedos de Lectro, y cuando hicieron contacto con sus dedos, el jugador tocó las articulaciones de Tyranitar. El jugador, que se paralizó momentáneamente, quería moverse desesperadamente, pero eso sólo le causó que se desconcentrara de su contrincante, y fue el momento para que Lectro le rompiera las piernas y de pronto, el cuello. El jugador fusionado rompió en pixeles y Lectro se volvió a montar en su Raichu. El aura rosada, que se caracterizaba por los artes marciales, había dado el renombre de uno de los de élite del gremio Mega.

— ¡Bien hecho! —mencionaron alguno de los de retaguardia.

No hubo tiempo para respirar siquiera: a lo lejos, hubo otra señal.

Aquello hizo por primera vez en el día, sacar de sus casillas a Lectro. El sujeto se desconcentró gradualmente al tiempo en que trataba de asimilar la señal que a kilómetros de distancia podía ver de la línea frontal.

Mis ojos no podían ver lo que creían.

— Humo rojo…

León tragó saliva; sin embargo, cuando todos nos dimos cuenta de que no sólo era un humo rojo, sino cuatro líneas delgadas de aquel humo carmesí, nadie supo cómo reaccionar ante ello.

— ¿Cómo… cómo es posible que… ellos estén aquí? ¡LOS CUATRO GRANDES! ¡LOS CUATRO ESTÁN EN ESTA MALDITA ISLA! —Lectro comenzó a sudar, y fue cuando su rabia se presentó como miedo.

Y nadie podía culparlo. Cuando vimos las cuatro líneas de humo, fue cuando tuvimos que tomar posición de batalla. Nadie podía retirarse; si lo hacías y te acobardabas para regresar, los jugadores megafusionados que nos perseguían iban a recibirnos de brazos abiertos. Era una muerte segura, ya que nadie hubiera previsto que los cuatro se encontraran en esta isla. En el peor de los casos, dos de ellos estarían aquí. Pero… ¿todos?

— Mierda… —susurré.

Entonces, noté explosiones a lo lejos. Provenían del flanco izquierdo. Aquello me hizo preocuparme más, porque no eran explosiones de algún trueno o un ataque simple. Era una explosión que esparció llamas oscuras en la maleza. Podía notarse a kilómetros de distancia y, aun así, sabía que se trataba de las llamas oscuras de Steven Stone. Brendan cambió su mirada a una de odio, debido a todo el odio que le tenía por antecedentes que había tenido ya sea con Zinnia, conmigo, con Ciudad Subterránea, y con tener en su posesión el arco contrario a nuestro objetivo principal que era el Arco de Luz.

— ¡NO, RUBY! —Lectro fue el encargado de detenerlo— ¡NO PODEMOS ROMPER LA FORMACIÓN! ¡SÓLO LA LÍNEA FRONTAL PUEDE APOYAR!

Brendan hizo caso, pero sus intenciones de atacar fueron realmente hechas realidad cuando inesperadamente una onda expansiva de poder se hizo presente en el lugar; la onda había sido tan poderosa, que todos los Pokemon que nos transportaban a la retaguardia perdieron el equilibrio y cayeron, o en su caso, se detuvieron para ser disparados hacia atrás. Al momento en que me levanté para socorrer a mi Beautifly y seguir con la travesía, me di cuenta de que la onda de poder había sido generada por la espada famosa de una textura peculiar de los restos de Pokemon dragón. Eso sólo indicaba que Lance estaba yendo hacia mi dirección con una sed de sangre anormal, pero cuando levanté la mirada había sido demasiado tarde para poder hacer algo.

La espada iba directo hacia mi vientre, y Lance parecía uno de aquellos relámpagos que salían de las nubes, debido a la velocidad con la que vino. Sin embargo, cuando la punta del sable estaba a punto de incrustarse en mis entrañas, algo intervino para detenerse justo antes de perforarme: el antebrazo de Lectro había recibido el filo del sable; sin embargo, las habilidades de Lectro había aumentado a tal nivel, que su mismo brazo podía servir como escudo para resistir el ataque de una espada de tal magnitud.

Mi impresión había sido tal, que me quedé paralizada durante unos instantes.

— ¡CORRE! ¡NO OLVIDES EL OBJETIVO!

Lectro me hizo entrar en razón. Lance chasqueó por lo bajo y de pronto miró a su costado para ver que Brendan se acercaba lo suficiente no para atacar al líder del gremio Escama de Dragón, sino para escabullirse y tomarme de la muñeca. En ese momento, fui jalada por el Arquero Estratega y comenzamos a huir montados tanto en mi Beautifly como en su Flygon. Un par de relámpagos más se produjeron por la zona, pero Brendan fue lo bastante hábil para esquivar dichos truenos, al mismo tiempo en que contraatacaba con una flecha rubí justo en el rostro de un Pokemon megafusionado que intentaba atacar por su flanco izquierdo. Súbitamente, el arquero saltó de su Pokemon para hacer una acrobacia e incrustar un golpe aural que fue directo a uno de los Pokemon megafusionados que le atacaba por la espalda. Mientras el Pokemon sufría la inercia del golpe y Brendan seguía en el aire, el Flygon se encargó de rematarle con un rayo solar que lo mandó directo a desaparecer en medio de la pradera.

Miré a Brendan cuando terminó de hacer todo esto y sonreí en el acto. Ciertamente el sujeto no había perdido para nada su habilidad de pelea.

Nuestro curso fue turbulento, debido a que más rayos y más Pokemon nos estaban persiguiendo. Dejamos atrás a Lectro en su lucha con Lance, pero eso no fue lo que más me inquietó. Al notar un pequeño batallón aliado cruzarse en nuestro camino, notamos que se trataba de la línea frontal, o lo que quedaba de ella.

— ¡PADRE!

Norman se encontraba sin avanzar, debido a que tenía enfrente a Cynthia, aquella maga líder del gremio Esmeralda, con sus puños encendidos en llamas color índigo. Al lado de Norman, le apoyaban Vito y Leti, mientras Hikari también se encontraba con ellos.

No lo dudé ni un instante. Le ordené a mi Beautifly que se detuviera; tenía que pelear al lado de mi padre. Tenía que protegerlo a toda costa.

— ¡May! —Brendan se había seguido de largo, pero cuando quiso regresar para socorrerme, algunos miembros del gremio Esmeralda tal como Delos y Gaia habían intervenido en su camino para distraerlo.

Norman hizo un gesto desagradable, ya que la situación no iba a mejorar estando yo a su lado. Sabía que sólo lo preocupaba si me interponía en la lucha, pero yo no iba a dejarlo solo, y mucho menos batallando con alguien de tal magnitud.

— ¡HIKARI! —La voz de Norman parecía omnipresente. Al momento, la peli-azul volteó rápidamente para mirarle— ¡LLÉVATELA DE AQUÍ, ENSEGUIDA!

Ella no lo dudó ni un instante.

— Oh, ya veo… ¿es alguien especial para ti? —Cynthia en ese momento sabía que tenía un lazo con Norman debido a lo que dijo, y precisamente la especialidad de Cynthia era joder esos lazos.

Cynthia fue directo hacia mí con un puño de fuego azul que iba directo hacia mi rostro, pero en ese momento Hikari intervino con un movimiento habilidoso de su codo que golpeó su muñeca y el golpe acertó en el aire; un segundo después, un rodillazo por parte de la arquera fue suficiente para levantarla por los aires. En ese momento, sabía que no podía perder la oportunidad de tenerla a mi merced, y miré hacia una nube que casualmente estaba lanzando un rayo un tanto cerca de nosotros. Cerré los ojos, y concentré mi aura lo más posible para atraer el elemento de luz, que fue tan rápido al tiempo en que abrí mis ojos y redirigí el rayo que fue directo hacia Cynthia. Ésta abrió los ojos de par en par, y lo único que pudo hacer fue abrir la palma de su mano para recibir el rayo y redirigirlo hacia el cielo. Sin embargo, eso fue suficiente para que Norman tuviera el tiempo para incrustarle un golpe certero en el rostro que durante unas milésimas de segundos pudo notarse el hundimiento de su semblante contra su puño. Eso la mandó arrastrando toda la tierra húmeda y la maleza del sitio.

Mi padre me miró, más orgulloso que preocupado. Entonces, asintió y supe que tenía que cumplir con la misión. Recordé las palabras de Alain, y entonces fue cuando mi alma se partió en dos debido a que no quería abandonarle, pero al mismo tiempo quería el objetivo común del gremio.

— Eres más fuerte de lo que piensan, hija —mencionó— Te amo.

Las lágrimas salieron de mi rostro, pero entonces no pudo haber más tiempos sentimentales porque Hikari me tomó de la muñeca y la velocidad en la que ambos montamos a su Empoleon había sido fugaz, antes de que Cynthia se reincorporara. Brendan habían estado ocupado con aquellos dos miembros del Gremio Esmeralda, pero una hidrobomba por parte del Pokemon acuático fue suficiente para tomar desprevenido a Gaia, aquella anciana irritante. La sorpresa del ataque desconcentró a Delos, y Brendan aprovechó la oportunidad para lanzarle una flecha que dio en uno de sus hombros y mandarlo lejos. En ese momento, se unió a nuestra huida. Regresé a mi Beautifly a su pokébola debido a que el Pokemon de Dawn era mucho más rápido por tierra a pesar de no tener algún medio acuático por el cual transportarse; sin embargo, el objetivo final del Pokemon de Dawn no era transportarnos a los tres, sino que, con una de sus potentes aletas, nos lanzó simultáneamente a los tres más lejos de lo que pudimos haber previsto.

Antes de salir del rango de su pokébola, Hikari regresó a su Pokemon a donde pertenecía, mientras íbamos avanzando por el aire gracias al lanzamiento imprevisto del Empoleon. Fue entonces el turno de Brendan. Su Flygon estaba un tanto atrás debido a que no era tan rápido, pero antes de girar hacia atrás y regresarlo a su pokébola, su Pokemon volador había ordenado un impulso de sus alas con las que nos alejó mucho más de la pradera y aumentó la velocidad. Íbamos tan rápido, que perdí la capacidad de la respiración.

— ¡Prepárense!

Hikari nos advirtió. Los truenos inundaron el lugar, pero estábamos viajando tan rápido que ni siquiera éramos objeto de su blanco. A lo lejos noté cómo la pradera iba terminando, debido a que la flora gradualmente iba siendo cada vez más abundante hasta convertirse en un bosque tropical. La lluvia arremetió contra mi rostro, pero yo tenía que visualizar el frente debido a que pronto íbamos a recibir el impacto de nuestros cuerpos contra algún relieve del bosque al cual nos estábamos adentrando.

Sentí el estallido en mi espalda. El dolor fue intenso, pero lo suficiente como para alejarnos del campo de batalla. Los ruidos de los Pokemon megafusionados, nuestros aliados y las explosiones apenas eran perceptibles para nuestros oídos. Cuando los tres nos hubimos recuperado, no perdimos más tiempo y nos comenzamos a adentrar a lo que eran los misterios de la isla. Si no nos apurábamos, los Cuatro Grandes iban a localizarnos y a matarnos sin dudar.

Pensé en mi padre. ¿Estaría bien? ¿Habrá salido de los peligros de Cynthia? Pensé en los demás. Pensé en los que ya estaban muertos. Tal vez quince, veinte, no sabría decirlo con certeza. No quise pensar más, y seguí los pasos de Hikari, mientras Brendan me cuidaba las espaldas.

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El recorrido fue mucho mayor de lo que hubiera pensado. Las piernas comenzaban a doler después de un largo camino esquivando relieves irregulares, con plantas tan grandes que tenía que apartarlas de mi rostro para poder ver el camino. Los abetos que habíamos visto en el horizonte al haber entrado a la isla habían sido ya rebasados y ahora comenzábamos a adentrarnos a una especia de jungla salvaje en la que la flora iba siendo mucho más exótica. La lluvia iba creciendo gradualmente, pero sin ser tan brusca como uno hubiera pensado. La pesadez de la humedad climática había sido agotadora, y los Pokemon salvajes se asomaban curiosos. Unos atacaban, pero habíamos estado tan atentos que los matábamos en el acto. Lo preocupante era saber si en alguno de esos ataques se presentaba algún enemigo, o peor aún, alguno de los líderes de los gremios reinantes en PBO. Lo bueno del recorrido fue los inesperados rayos de sol que se filtraban por entre unas nubes que dejaban de lanzar truenos. Ciertamente estábamos mucho más seguros en un ambiente tan abundante de arbustos, orquídeas y lianas que se extendían por todos lados. En realidad, no teníamos ningún destino en específico al haber entrado en la isla, pero lo lógico era ir hacia el centro de la isla, donde una vez ahí, tal vez habría algún indicio de qué hacer después. Takeshi nos había proporcionado los planos de la isla, y apenas llevábamos una porción pequeña recorrida a pie de lo que era la isla. Desafortunadamente, eso era lo único que podíamos ver en el mapa; como estas tres islas eran una zona restringida, no podíamos ver la posición de nadie más, ni siquiera nuestra lista de amigos o los mensajes enviados. Estábamos tan aislados y sólo tendríamos noticias de las otras islas vecinas cuando hubiésemos regresado con Sabrina a las galeras.

Desde que me separé de mi papá, había pasado una hora aproximadamente desde que habíamos estado recorriendo aquella jungla; encima de pequeñas montañas que teníamos que escalar y descensos abruptos, finalmente nos cruzamos con nuestro primer obstáculo: un río se asomaba mucho más abajo del acantilado al que habíamos llegado. Tal vez unos doscientos metros de profundidad entre barranco y barranco. La otra orilla estaba a tal vez unos cien metros de distancia, así que era realmente una distancia imposible para saltar. Sin embargo, un poco más a la izquierda y más centrado a los barrancos, había un puente que había formado parte de la misma naturaleza rocosa del terreno que conectaba a las dos porciones de tierra. Sin embargo, estaba roto a la mitad, dejando un gran vacío el cual podía ser posible saltar.

— Hay que cruzarlo —mencionó Hikari con determinación.

Le seguimos y cuando notamos lo frágil y delgado que había estado el puente de roca, sentí un vértigo cuando me asomé por la orilla del barranco.

Hikari fue la primera en poner un pie sobre el puente, y cuando lo hizo, la tierra comenzó a quebrarse justo como lo haría una fina capa de hielo. Sin embargo, Hikari volteó hacia nosotros, sabiendo que tenía que haber una salida al problema que estábamos enfrentando.

— Puedo sacar a mi Flygon y…

— No —Hikari interrumpió a Brendan. Al principio, ninguno de los dos entendía lo que la peli-azul quería decir, pero cuando Hikari intentó sacar a uno de sus Pokemon, el juego simplemente no se lo permitió con un letrero de prohibición frente a su avatar, debido a que era una regla el cruzar el puente sin la ayuda de ninguna criatura.

— Iremos uno por uno —mencioné.

— Pero… ¿si saltamos de un lado a otro la parte rota del puente, la estructura no soportará la fuerza cuando aterricemos del otro lado.

— Tengo una idea —Brendan sacó una de sus flechas, y con el arco apuntó inmediatamente hacia el área rota del puente.

La flecha se clavó en el otro lado. El rubí de la punta de la flecha poco a poco comenzó a incrementar y a desplegarse por toda la orilla del puente, como si el mineral tuviera vida propia. Tuvimos que esperar un poco más para que el rubí recubriera la zona rota del puente, y de esta manera la estructura finalmente quedó restaurada. Sonreí a Brendan y éste me devolvió una sonrisa modesta. Seguido acto, Hikari decidió que iría en primer lugar.

La muchacha puso un pie firme en el puente. Tal parecía que el suelo había obtenido más resistencia con el rubí manteniendo un soporte bien defendió en el centro. Sin embargo, aun podía notarse alguna fragilidad en el puente delgado ya alargado. Hikari miró hacia abajo al tiempo en que cruzaba el puente, y cuando estuvo en medio de aquel relieve hecho de mineral carmesí, notó que los reflejos del río que se encontraban más abajo atravesaron el rubí y se separaron en docenas de pequeños reflejos índigos y rojizos. Hikari tragó saliva y siguió, sin importarle que pudiera caer a un río que parecía amenazar con un caudal pronunciado y un flujo atormentador. Cuando estuvo del otro lado, dio un respiro y se sacudió la armadura índigo que traía puesta. Entonces, le avisó con una señal que era el turno de alguien de nosotros dos en cruzar el puente.

Brendan asintió, y fue cuando me tomó de la mano para que yo fuera primero. Él estaba dispuesto a cubrir mis espaldas en la situación que fuera, así que sin reprochar nada tomé el valor suficiente y comencé a caminar por el puente que parecía interminable en medio del vértigo que sentía. Cuando caminé sobre el rubí, sentí el resbalar de uno de mis pies y fue cuando perdí el equilibrio. Brendan lanzó un grito ahogado, pero pude sostenerme de la orilla y noté mi cuerpo colgando en un vacío que no quería ver. Cuando mis fuerzas fueron suficientes para reincorporarme, me levanté y miré hacia el frente. En ese momento, mis pupilas se dilataron de la impresión.

No por el hecho de haber casi caído al río; tampoco mi impresión se debía a que aún me faltaba la mitad del camino o porque el puente era bastante frágil. Mi impresión se debía por la presencia extraña de un cuerpo que pude reconocer detrás de una Hikari que me veía con atención esperando a que cruzara sana y salva. Cuando quise advertirle sobre la presencia de ese jugador, había sido demasiado tarde porque el sujeto tomó su cuello y comenzó a ahorcarle hasta que la jugadora quedó inhabilitada por completo para tomar su arco o propinarle un codazo que le liberara. Hikari no pudo voltear a ver de quién se trataba, pero cuando pronunció las palabras, su mirada se dilató y sintió que un terror la invadía.

— No se muevan.

Paul estaba a centímetros del rostro de Hikari, con una sonrisa que esbozaba de una manera un tanto terrorífica y misteriosa. Su cabello púrpura caía por entre su rostro empapado por la lluvia y sucio por la tierra que había salpicado en la batalla que tuvo en la pradera.

Volteé para regresar con Brendan y pensar la situación, pero éste ya se encontraba cruzando al puente debido a la presión que sintió cuando dos siluetas más habían estado de su lado y lo estaban acorralando. Jamás había visto sus rostros ni me eran familiares, pero supuse que eran fuertes por el aspecto que tenían y las risas malvadas que estaban haciendo. Brendan se colocó a mi lado. El rubí era mucho más resistente que el propio relieve natural del puente, pero no iba a soportar por mucho tiempo aquello.

En ese instante, el semblante de Brendan se vio mortificado debido a que pudo reconocer aquellas presencias.

— ¿Los conoces? —mencioné un tanto atemorizada.

— He oído hablar de ellos… —mencionó, y en ese momento tomó el arco de su cintura. Teníamos que estar preparados para una batalla— Son colegas de Lysson. Pude enfrentarme a él en la Carrera Sandslash.

— ¿Y…?

Brendan chasqueó la boca por lo bajo y frunció el ceño. Le costaba admitir que Lysson había sido fuerte.

— Se megafusionó con su Pyroar. Lysson y tres sujetos más se han estado haciendo famosos en estos tiempos recientes. Los llaman el "Cuarteto Asesino". Famosos por…

— …matar a los beta —finalizó uno de ellos; tenía un aspecto pálido con rasgos severos en su semblante y una quijada cuadrada. Su cabello desmarañado, corto y de un azul opaco me indicaban que era un hombre de una edad un tanto madura, pero tenía aspectos de un cuerpo atlético y poseía más sabiduría de lo que podría indicar su mirada hundida. Su nombre: "Helio".

— Así es. Les aterrorizaría saber qué hemos hecho con los beta de este juego, niños. No quieren saberlo —mencionó el otro. También de una edad un tanto madura, pero su rostro pálido indica mucho más paciencia y plenitud. Mantenía una cabellera rojiza peinada hacia atrás y le caía por los hombros. Sus ojos rasgados mantenían el misterio de todas aquellas cosas que según había hecho a los beta. Sin embargo, no tenía que subestimarle. Su nombre: "Magno".

— May… para atrás… —Brendan me protegió con uno de sus brazos, mientras retrocedíamos. No obstante, cuando miré hacia atrás, Paul sonreía y Hikari intentaba forcejear, pero lo hacía en vano.

— No, Brendan. Paul…

— Lo sé, ¡lo sé! —mencionó desesperado.

En ese momento, las siluetas de Helio y Magno comenzaron a invadir el puente. Poco a poco el puente se desquebrajaba, pero al parecer a ellos dos lo único que les importaba era ejercer presión sobre nosotros y entregarnos. Sus risas iban siendo más perceptibles al oído a pesar de la pronta lluvia que comenzó a caer. Brendan quería retroceder, pero no quería tampoco dejar de tocar el relieve rubí que teníamos bajo nuestros pies.

— Brendan… —mencioné preocupada. Sin embargo, éste había mirado hacia el cielo. Un cúmulo de nubes grisáceas y densas se había arremolinado sobre nosotros y no nos habíamos dado cuenta de ello. De pronto, Brendan bajó la mirada y volvió a replantearse las cosas cuando notó el rubí sobre las suelas de sus botas humedecidas.

Helio y Magno se acercaban. Cuando estuvieron a unos cuantos pasos, volví a mencionar a Brendan para ver qué demonios íbamos a hacer, pero el sujeto lo único que hacía era sostener con fuerza la flecha que había sacado de su carcaj y mirar con seguridad a ambos hombres que estaban ya a pasos de nosotros dos.

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Magno y Helio estaban ya a un metro de Brendan y de mí, pero el arquero no hizo nada para alejarlos, y yo, inútilmente había estado expectante al primer ataque de mi amigo. No sabía qué esperar, y no podía subestimar a aquellos dos sujetos, así que en ese momento activé mi magia de luz en la mano de una manera discreta. Sin embargo, Helio notó aquello y entonces rio.

— Agarrarnos desprevenidos no es una opción niña. Aquí o mueres o morimos. No hay otra opción —mencionó Helio.

— Y por lo visto, tu amigo y tú están entre la espada y la pared, así que la batalla va a ser inevitable —Magno se acercó a Brendan, y fue cuando lo tomó del cuello para levantarlo. Sus pies comenzaron a colgar del aire.

— ¡Brendan!

Sin embargo, más que dolor o asfixia por parte del muchacho, el de la gorra albina tenía un semblante extraño. Al principio Magno no sabía qué estaba haciendo, pero a final de cuentas notó que estaba soltando carcajadas que alertaron a los dos enemigos. Hikari y Paul también se sorprendieron por aquello.

— ¿De qué… de que mierdas te ríes, niño?

Brendan, con toda la dificultad por tratar de hablar a pesar de que lo estaban ahorcando, articuló las palabras de su boca y la voz salió de una manera entrecortada.

— Son unos imbéciles…

— ¿Q-qué? —Magno abrió los ojos a causa de la rabia.

— En lugar… en lugar de decir que estamos "entre la espada y la pared", yo diría que estamos entre "la flecha y el rayo".

— ¿Qué… qué quieres decir? —Helio frunció el ceño de una manera tan iracunda que podían verse sus arrugas— ¿Acaso nos estás subestimando?

Magno ahorcó de una manera más abrupta a Brendan, y entonces el aire finalmente comenzó a faltarle, pero a pesar de todo, su capacidad para hablar aun no era increíblemente anulada.

— No… no soy bueno para las analogías —En lugar de forcejear para soltarse de las manos de Magno que lo mantenían en el aire, levantó su brazo izquierdo para levantar la flecha rubí y apuntar hacia el cielo— Mejor dicho, ustedes nos están subestimando…

El momento fue crucial. El rostro tanto de Paul como de ambos hombres había sido tan impresionante que no tuvieron cabida en las palabras y acciones de Brendan. Todo pasó tan rápido, pero lo único que pude notar fue el grito de Hikari al adivinar lo que estaba a punto de hacer Brendan. El muchacho levantó uno de sus pies y me dio una patada que me hizo perder el equilibrio, cayendo de manera abrupta hacia el río. Sin embargo, mi mirada estaba todavía puesta en él y el puente, y pude notar que más allá de mi vista, las nubes se arremolinaban de una manera en la que fue el momento exacto en la que un rayo había concentrado toda su masa de electrones para atinarle al punto más alto de la zona, que era la flecha rubí que Brendan mantenía en lo alto. El rayo hizo contacto con la flecha, y al mismo tiempo, con el relieve rubí en el que Magno y Helio estaban pisando. El estruendo y la electrificación fueron tales que sólo pude ver en un abrir y cerrar de ojos cómo el rayo les atacó sin piedad y una explosión se suscitó en el puente, colapsándolo al instante y generando una capa de humo en la que tres siluetas caían al mismo tiempo que mi cuerpo lo hacía.

De pronto, sentí el golpe del agua y el frío del líquido atravesar los poros de mi piel. Todo se volvió una tormenta dentro del río, pero la fuerza con la que me empujaba era mucho mayor a mis ganas de salir. Lo primero que pensé fue en buscar aire, y cuando salí a una superficie de la cual no estaba muy segura en qué dirección se había encontrado, tomé una gran bocanada. Al tiempo en que el cauce del río me llevaba con sus feroces corrientes, saqué a mi Wartortle sin pensarlo demasiado, a lo que éste respondió con un apoyo en el que nadó contracorriente para evitar que me ahogara. Sin embargo, le indiqué que tenía que buscar el cuerpo de Brendan, que tal parecía tenía que estar en algún lado de aquel río.

Me sumergí y contracorriente mi Pokemon se esforzó demasiado para notar que una silueta pasó a un lado de nosotros de una manera súbita. Pude notar que se trataba del chico debido a la gorra albina que usaba en su cabeza y que poco a poco se desprendía de su cabello debido a que el agua la jalaba. Mi Pokemon supo qué hacer de inmediato, y cuando tomé con mis uñas los ropajes de su armadura pesada, fuimos a la orilla para adentrarnos en la jungla y buscar algún lugar seguro. Por ahora, tenía que evitar a toda costa cruzarme con alguno de aquellos sujetos o con Paul. Esperaba que Hikari se las arreglara con él. En cambio, mi prioridad era curar a Brendan, que parecía tener la vida baja y un cuerpo lleno de quemaduras.


Drew

Había estado todo de un color oscuro, que por un momento no supe en dónde me encontraba. Cuando poco a poco quise recuperar la vista, vi al principio todo borroso, pero las cosas estaban en movimiento. Conecté mis sentidos con mis articulaciones, y me di cuenta de que yo no me estaba moviendo en lo absoluto. Incluso sentía mis brazos y piernas pesadas, y de pronto un dolor intenso en el vientre me hizo quejarme del dolor involuntariamente.

Abrí y cerré los ojos progresivamente al tiempo que intentaba ver todo más claro. El lugar era mucho más verdoso debido a las plantas que pasaban rosando mi rostro, y la lluvia caía sobre mi rostro empeorando la situación. Los truenos retumbaban a lo lejos, pero me estremecí porque había quedado acostumbrado a los rayos que resonaban en mis tímpanos y me habían dejado sordo al tiempo en que había estado batallando.

Ahora lo recordaba.

Mi mente se situó en lo que había pasado hace un par de minutos, ¿u horas? No estaba seguro. Lo único que recordaba era que tenía encima a varios jugadores megafusionados de aspectos que me habían erizado la piel. Jamás había visto a alguno de ellos. En alguna ocasión Lysson se había transformado y oí de su apariencia, pero nadie en el gremio Esmeralda había hablado de ello. Ahora que lo había visto en carne y hueso virtuales, el miedo me había carcomido hasta el punto en que no pude sacar a relucir todo mi potencial y experiencia en batalla. El Drew cobarde de hace tiempo había vuelto.

Me movía. No… alguien me estaba moviendo. Más extraño aún: alguien me estaba cargando sobre sus espaldas.

Entonces, vi su nombre encima de su mata púrpura: Tobias.

Me quité bruscamente de encima y el muchacho se percató de ello. Caí de manera abrupta sobre el relieve, pero había estado en una pendiente y caí rodando sobre el suelo y llenándome de lodo y plantas. Tobias volteó y murmuró un insulto por lo bajo. Cuando me reincorporé, noté que mi vientre había estado sangrando. No recuerdo en qué momento alguien me había herido, pero no debía de haber sido más de lo que aquel sujeto había recibido. Estaba con el rostro empapado de una sustancia mezclada de sangre, lluvia y tierra. Sus ropajes también estaban teñidos en partes de carmesí. Increíblemente, el sujeto se las había arreglado para cargarme y huir de la batalla.

— ¿Qué… qué sucedió?

Me refería a la batalla, pero él no contestó. Como vio que pude levantarme y ponerme de pie por mi cuenta, fue cuando decidió seguir su camino. ¿Adónde iba? ¿Realmente había un destino?

— Ella… ella va a venir por mí —entonces el pánico me invadió. Supuse que la batalla había terminado. Vi varias muertes tanto de aliados como de enemigos. Vi muchos pixeles; de eso estaba seguro. Sin embargo, entre ese pánico, sólo podía aparecerse una imagen en mi cabeza: Cynthia.

Recordé los cuatro hilos de humo rojo y lo que significaban. Sentí un hilo de saliva recorrer mi garganta y al poco tiempo me ahogué del miedo por pensar en ellos cuatro. Si me veían, era un jugador muerto. No… peor. Iba a ser torturado. No… peor aún… ¡torturado por esa maniática! Iba a darse cuenta de que le traicioné; de que abandoné el gremio; de que me reí a sus espaldas.

— No… no… ella ya viene… viene a por mí…

Mis pensamientos comenzaron a convertirse en palabras, y mi mirada se desorbitó por unos momentos, retrocediendo en medio de la maleza. Súbitamente, sentí un golpe en mi rostro. El golpe fue certero, y caí de bruces viendo varios colores en mi cabeza debido a la fuerza y al desconcierto.

Tobias se limpió el puño debido a que sintió saliva y sangre de mi parte cuando me golpeó. Yo me recuperé, pero aun en el suelo le miré con confusión. Sin embargo, su mirada misteriosa y oscura me hizo mantener increíblemente la cordura.

— No hay momento para estupideces —mencionó.

Se dio la media vuelta y siguió en su camino. No pregunté el destino ni que se detuviera. Agité un poco mi cabeza y me toqué la mandíbula debido al dolor del puñetazo. Me reincorporé y con el dolor todavía intenso en mi vientre, le seguí hacia un objetivo incierto.


Dawn

El primer día había llegado casi a su final. La noche había azotado el firmamento antes de darme cuenta; las nubes se habían vuelto cada vez más oscuras, y era mucho más difícil de transitar debido a que ya no se confiaba en el relieve que uno podía pisar. Paul me había mantenido con unas sogas de acero atadas a mis manos, con mi arco y mi carcaj en su espalda, mientras el sujeto iba a mis espaldas para cerciorarse de que no iba a hacer nada sospechoso para escapar. Ambos estuvimos caminando mucho más tiempo del que me imagine. De cuando en cuando, yo quería preguntarle a dónde íbamos o si nos encontraríamos con alguno de los Cuatro grandes. Sin embargo, si eso hubiera sido el principal objetivo, él ya habría contactado con alguien. De hecho, en el camino hacia ningún lugar nos encontramos con varios enemigos, pero Paul ordenó que no se acercaran y en el mayor de los casos, que yo servía como carnada para atraer a más jugadores. Tuve el ligero presentimiento de que aquello era mentira, pero servía de perfecta excusa para seguir caminando sin rumbo alguno.

Mi estómago rugía, pero yo había estado mucho más preocupada por el estado de Brendan y de May. ¿Qué había pasado con ellos? Paul tampoco se inmutó mucho por el estado de sus compañeros, que cuando cayeron al río junto con Brendan, éste aprovechó la oportunidad para que ambos escapáramos. Sea como sea, lo único que sabía es que nos estábamos adentrando más en una isla que era mucho más grande y misteriosa de lo que había pensado. Pokemon salvajes presenciaban nuestras auras con cautela, así como también escuchaba a la naturaleza, la lluvia y algún que otro ruido extraño que se podía oír a lo lejos. ¿Seguiría Norman y compañía luchando? Lo dudaba mucho. El día había transcurrido y nadie podría batallar más de doce horas seguidas; si hubo una masacre en la pradera, ya tendría que haber cesado.

Paul tampoco podía abrir el menú de su juego para avisar a los Cuatro Grandes que me tenía presa, así que ambos estábamos incomunicados y aislados tanto de nuestros enemigos como de nuestros compañeros. Lo único que el chico pudo hacer fue encontrar un sitio en el cual descansar, y después de tanto tiempo de atravesar las entrañas de la jungla, el muchacho de mata púrpura encontró el agujero de un gran roble que había mantenido guardado a una familia de pequeños Chespin que salieron asustados del lugar cuando el aura de Paul se hizo presente. Poco después, mientras yo permanecía en la tierra húmeda del interior del roble, Paul realizó una fogata con mucha dificultad debido a la humedad. Agarró dos de mis flechas y las empezó a chocar una con otra para generar fricción y producir chispas que cayeran en una pequeña estructura esférica de piedras y lianas que había juntado. Yo miré muy de cerca mi carcaj; había estado a un par de metros de mi arma, pero si hacía un movimiento en falso, podría ser asesinada.

La noche transcurrió lento. No podía dormir debido a que en todo momento me mantenía alerta y preocupada. No podía fiarme de la amabilidad con la que Paul me estaba tratando, ni tampoco tenía que estar tan apacible en medio de una guerra en la que tal vez pudieron haber muerto la mayoría de todos mis aliados. ¿Qué habrá sido de mi gremio antiguo? Mis amigos… Lectro, Zoey, Condice, Barry, Kenny…

— Tus amigos están bien.

Su voz me sacó de mis pensamientos. Por un momento, no había procesado lo que Paul había mencionado. Él había estado tan callado y absorto en sus propios pensamientos contemplando el exterior donde la lluvia comenzaba a arrasar la jungla, que jamás pensé que iba a hablar. Por mi parte, yo no pensaba romper el hielo, porque a final de cuentas Paul había intervenido mucho en PBO y nos había hecho la vida difícil.

Cuando supe que él había leído mi semblante preocupado, sabía que la preocupación se debía por mis amigos. Sin embargo, ¿cómo es que sabía que ellos estaban bien? Tal vez estaban muertos ya y él lo sabía, pero me lo estaba diciendo para que no me preocupara. ¿Con qué propósito?

— Tú no sabes nada —estipulé.

— Tienes razón —soltó una risa que era más de cansancio que cualquier otra cosa— Sin embargo, aquí estoy y aquí estás. Ambos envueltos en silencio y sin saber lo que pasará mañana.

— A la mierda con eso —bufé— Eres tan hipócrita como pensé.

— ¿Qué? —esta vez, soltó una risa enserio, para después seguir con su semblante serio— Lo digo en serio. Espero que ellos estén bien. A nadie le deseo la soledad.

— ¿Tú qué sabes de soledad?

— Sé más de lo que crees, Hikari —mencionó y de pronto, pude ver que sus ojos se habían tornado nostálgicos… tristes…

No dije nada. Seguía con mi ceño fruncido; poco a poco comencé a arrastrar mi cuerpo lentamente hacia mi carcaj, mientras él proseguía.

— Siempre he estado en soledad, Hikari. Desde pequeño, en mi vida nadie más me ha acompañado más que yo. Cierto que mis padres estaban ahí, pero apenas los veía porque trabajaban mucho. Inclusive ellos me compraron una casa y me mandaban dinero para que pudiera mantenerme yo solo. Iba a la escuela, no hablaba con nadie, regresaba, veía televisión, y dormía en un profundo silencio justo como el que estaba teniendo hace un par de minutos. Incluso la lluvia suena exactamente igual a como vivía en esas épocas de soledad. Pero, ¿sabes algo Hikari? Nadie, incluso la persona más fría de este mundo, puede soportar tanto tiempo solo. Incluso uno añora saludar al cartero, o mantener la televisión encendida para escuchar la voz de algún actor de alguna telenovela o del noticiero. Jamás le deseo la eterna soledad a alguien, justo como la que yo tuve hace un par de años ya. No te deseo la soledad, Hikari. Por eso, deseo francamente que tus amigos estén bien, porque si no vas a quedarte sola.

Estaba a un par de centímetros ya del carcaj, pero no podía mover mis manos porque él se daría cuenta.

— E incluso, en estos momentos, disfruto de tu compañía, aunque seas mi enemiga —Paul miraba hacia la lluvia; pensativo, escéptico, dolido—. Lo cual me resulta un poco extraño. ¿Por qué? Porque incluso aun cuando un enemigo se muestra vulnerable a su contrincante, justo como lo estoy haciendo, intentas tomar la delantera en una situación desprevenida. ¿No es así?

Paul volteó. Mi mano que aún seguía atada, estaba tocando ya una flecha del carcaj, pero cuando noté que él se estaba dando cuenta de ello todo el tiempo, la retiré de inmediato y sentí que el corazón me palpitó a cien por hora.

— Sí —sonrió esperando aquello— Incluso una persona como tú con esas intenciones tan nefastas y cobardes de asesinarme por la espalda; incluso así, disfruto de tu compañía, porque la soledad es lo único a lo que realmente le temo.

Y ahí se quedó. Esa noche, dormí lo más lejos que pude de él. Cuando me desperté en la madrugada, la fogata ya se había apagado, pero Paul seguía contemplando la lluvia del ambiente, justo casi en la salida del roble. Por primera vez, pude notar que Paul tenía miedo.


Drew

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La noche había caído. Tratamos de avanzar lo más que pudimos hacia el centro de la isla, pero lo único que obtuvimos fue una jungla más tupida que antes, y si tratábamos de sobrevolar la zona, seríamos identificados en cuestión de segundos por algún enemigo. La mayoría de los enemigos que se cruzaron por nuestro camino fueron asesinados a sangre fría por Tobias, que parecía no estar titubeando en la misión. ¿Quién era aquel tipo, y por qué se mostraba tan confidente a la hora de asesinar? Lo único que sabía, es que estaba seguro mientras permaneciera a su lado. Lo más extraño es que no nos encontrábamos en el camino de ninguno de nuestros compañeros. ¿Acaso… acaso la batalla en la pradera había sido tan devastadora?

El silencio había predominado la mayor parte del camino desde que Tobias me lanzó un puñetazo para tratar de mantenerme en mi cordura. Había servido, pero debido a lo charlatán que era a veces preguntaba cosas que se limitaba a responder con oraciones de menos de cinco palabras. Él estaba inmerso en la misión, identificando la geografía del sitio y tratando de avanzar lo más posible por la selva. Sin embargo, el sendero y las técnicas de Tobias para mantenernos desapercibidos para los enemigos nos desviaron de la dirección principal y terminamos en los límites de la isla. Parecía que estábamos en el lado poniente, pero no estaba seguro de ello. La selva había sido reemplazada por unas porciones de tierra y arena que se mantenían expectantes a un océano tranquilo. Quise ver más allá del horizonte, pero las islas vecinas se encontraban del otro lado de la isla, y Sabrina y Pegaso aguardaban en la zona sur del océano. Aquel mar no tenía nada de esperanzas ni sorpresas.

Tobias respiró aires de oxígeno antes de seguir su camino, mientras yo le veía a espaldas expectante a su liderazgo. Sin embargo, cuando estábamos a punto de continuar con nuestro viaje, sucedió algo repentino.

Un sujeto salió de entre la maleza de la jungla. Su aparición repentina nos causó tanta intriga, que cuando nos vio, se detuvo en seco y no supo qué hacer realmente. Su mirada cambió, y fue cuando se dio cuenta de que estaba totalmente acorralado. Primero miró a Tobias, pero cuando posó su mirada en mí, su sorpresa fue mucho mayor.

— Drew…

Antes de ir hacia mí, dos personas más salieron de la jungla. Tal parecía que le estaban persiguiendo. Cuando se detuvieron a sus espaldas, nos miraron y sus miradas fueron de alivio. Sin embargo, uno de ellos tenía los ojos hinchados y el rostro demacrado de rabia y tristeza. ¿Había sucedido algo con él?

— ¡MÁTALE! —El chico rubio, que sin bien recordaba, era de la camada de los amigos de Hikari, estaba totalmente furioso con el sujeto que estaba persiguiendo.

Barry estaba en compañía tanto de Zoey como de León, y el que me miraba con aires de esperanza era Alecrán. Él esperaba a que, como yo había formado parte del Gremio Esmeralda, me uniera a su causa y peleara a su lado. La ventaja numérica era de cuatro contra uno, así que no tenía más opciones que suplicar por ventajas estúpidas.

Ahora, en un pequeño contexto, creí haber escuchado alguna vez que Alecrán había formado antes parte del pequeño gremio con el que la Novata Índigo había obtenido su reputación. Pero a final de cuentas, Cynthia le había usado para llegar hasta su castillo y así sorprenderles. Sí… ahora lo recordaba. Él les había traicionado. Pero… ¿por qué Barry estaba tan…?

Abrí los ojos con sorpresa.

León me miró con algo más de escepticismo. ¿Acaso… acaso aquella batalla en la pradera…?

— ¡ÉL LOS MATÓ…! ¡ÉL LOS MATÓ!

Tobias también lanzó un grito ahogado. Nadie pudo articular palabra alguna, porque Barry dijo todo lo que se tenía que decir. Ni siquiera fue capaz de pronunciar sus nombres, porque era más que evidente que si no Alecrán no hubiera asesinado a quien creía que asesinó, estarían en ese momento al lado de Zoey y Barry.

— Drew… por favor…

Alecrán se acercó poco a poco a mí. Parecía asustado. Mejor dicho, estaba cansado de tanta batalla. Alecrán volteó repentinamente hacia adelante, sorprendido por la embestida que Barry le propinó. Ambos cayeron en la tierra arenosa y se revolcaron a golpes. Zoey, también con lágrimas en los ojos, separó a Barry de Alecrán. Tal parecía que era una batalla ya perdida para el de mata esmeralda. Cuando fueron separados, León ya se había encargado de clavarle una flecha sobre su hombro, lo cual lo dejó agonizando sobre el suelo. En ese momento, comenzó a llorar.

— ¡Por favor! ¡No lo hagan! ¡No quiero morir! ¡No…!

— Siempre fuiste un cobarde bastardo… —León le espetó, pero se hizo para atrás, ya que sabía que no le correspondía a él el destino que estaba a punto de sufrir. En ese momento, Zoey y Barry se adelantaron, y fue cuando noté que tanto Zoey como Barry ambos tenían un objeto en cada mano. Zoey llevaba envuelto en sus nudillos un lazo de colores índigos que perteneció alguna vez a su compañera Condice. Barry llevaba, por el contrario, un pañuelo que fue blanco alguna vez debido a toda la suciedad que tenía; recuerdo que uno de sus amigos vestía de una manera muy elegante y anticuada, se llamaba Kenny.

— ¿Le temes a la muerte? —Zoey parecía la más cuerda sentimentalmente. Estaba furiosa, sí, pero intentaba controlarse en medio de un mar de sentimientos encontrados.

— ¡Zoey… Zoey… por favor…!

— Nos traicionaste, huiste, y regresaste para aliarte a Cynthia de nuevo. El perdón no es opción.

En ese momento, Zoey comenzó a vapulearlo al igual que Barry. Ambos parecían animales que estaban disfrutando de su presa, hasta que los gritos de Alecrán fueron un mártir para mis oídos, incluso siendo mi enemigo. Gradualmente los golpes fueron cesando los gritos de Alecrán porque el chico ya no podía sentir su rostro. Aparté la mirada todo ese tiempo, clavando mis uñas en la carne de las palmas de mi mano en señal de ansiedad. Cuando todo cesó, el sonido de la espuma de las olas tranquilas del océano me reconfortó bastante. Sin embargo, aún quedaba finiquitar con su vida virtual. Lo que no entendía, era el cómo iban a terminar con su vida… Alecrán era beta, y podía…

— Tobias…

La voz de Barry fue tan determinante y segura de sí misma, que cuando se limpió la última lágrima, miró al sujeto y asintió en señal de que debí hacerlo. Alecrán, que más que inconsciente aun podía escuchar lo que había a su alrededor, no entendía nada, pero tenía en mente de que algo estaban tramando.

— R-regre…regresaré y…

La voz de Alecrán tenía un tono de ironía, pero el chico calló cuando la sombra de Tobias le envolvió por completo. El rostro del muchacho era tan sombrío, que los malos presentimientos invadieron el instinto del niño traidor. Tobias le miró con tanto misterio, que Alecrán supo, en medio de toda su sangre derramada y todo el dolor de su rostro vapuleado, que su verdugo estaba a un par de pasos frente a él.

— ¿Unas últimas palabras?

Alecrán abrió los ojos de par en par. La sangre entró por sus pupilas, pero eso no le importaba. Miró a Barry, y éste le dedicó una última mirada de resentimiento e ira, pero de pronto el rubio se dedicó a mirar hacia el océano recordando a sus dos compañeros, colegas y amigos que habían sido asesinados por Alecrán hace unas horas.

Tobias finiquitó su vida con un golpe certero en el rostro. Los pixeles se desbordaron, y todos supieron al instante que la vida de Alecrán había terminado para siempre.

En ese momento, se me vino a la mente cuando de casualidad me encontré con Hikari y Tobias ayer mientras hacíamos todos los preparativos. Recordé esa mirada tan misteriosa que me había dedicado mientras cruzábamos los pasillos de la Fortaleza Catarata, y cómo ambos se dirigían a los aposentos de Alain.

Ahora todo tenía sentido. Ahora, sabía que Alain le había escogido para portar el casco que yo mismo le había entregado al líder del Gremio Mega.


Próximo Capítulo: El Deseo de Luz