¡Hola! Me alegra saber que siguen leyendo la historia :D Eso me ha inspirado jajaja y he escrito como nunca. Sin más, los dejo con este capítulo. ¿Qué pasará?...
Nos leemos!
[VIDEO 1: Game of Thonres | Soundtrack –Valar Morghulis (Extended)]
[VIDEO 2: The Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring CR – 01. Khazad-dûm]
[VIDEO 3: Game of Thrones Season 6 OST – 12. A Painless Death]
[VIDEO 4: Boku No Hero Academia – Kimi no Chikara (Todoroki Theme) – Orchestral Arrangement]
Capítulo 122
Relatividad
Dawn
La noticia me había dejado fuera de sí por un momento. Mis manos temblaron por un instante, lo que permitió que los demás vieran mi reacción. Sinceramente, en lo más profundo de mi alma pude haberlo previsto, pero el cariño que les había tenido negaba rotundamente su muerte.
— Dawn —la voz de León me volvió a la realidad.
Habíamos estado caminando en la delantera. Nuestras armas habían sido despojadas, y nuestras manos estaban amarradas con un nudo difícil de desatar. Paul nos vigilaba a unos metros, mientras que el alto mando de Cynthia y Steven, conformado por Delos, Gaia y Fausto en el flanco izquierdo, y Nívea, Sixto y Fátima por el flanco derecho. A nuestras espaldas, Cynthia y Steven caminaban con los ojos puestos en León, que no tenía que dudar ni un momento de hace dónde estaba yendo.
Cuando miré de vuelta hacia León, el muchacho observó con cautela a Barry y Zoey, que de igual manera habían estado caminando con las manos atadas y sus espadas despojadas. Tobias y Drew nos seguían la pista en las mismas condiciones.
— Estoy… estoy bien —mencioné, pero no pude evitar pasar saliva por mi garganta para tratar de deshacer un nudo de impotencia y tristeza. Candice y Kenny habían sido mis amigos; ellos habían hecho del gremio Diamante y Perla un lugar seguro y lleno de significado. ¿Cómo es que ahora estaban muertos? No me lo podía permitir; no estaba volviéndome fuerte para proteger a aquellos que amaba. No podía seguir en las mismas circunstancias.
A nuestros costados, Drew y Tobias habían estado demasiado callados, pero entre susurros que ninguno de los enemigos pudo notar escuché que el peli-verde mencionaba su nombre en señal de que podía tomar cualquier momento para agarrar desprevenido a alguno de los Cuatro Grandes y asesinarlo. Tobias poseía el casco 4.0; él podía finalmente deshacerse de alguno de aquellos que han hecho de PBO un martirio; era una oportunidad de oro, y por eso fue que Tobias no contestó, porque si alguno de los enemigos tenía la más mínima sospecha, todo habría sido en vano.
La buena noticia entre un camino con un destino incierto y con la muerte amenazándonos a nuestras espaldas, era que tanto Lance como Diantha habían abandonado en la noche del segundo día la isla Kaminari, después de que nos hubieran mantenido presos y hubiésemos descansado de manera inquieta afuera de tiendas de campaña que ellos mismos habían construido. A primera hora del alba, ellos y su alto mando habían mencionado que tenían que ir tanto a la isla Hi como a la isla Koori para ver las situaciones que se estaban presentando. Ellos sabían cosas que nosotros no, y por más que quise saber el estado de Alain, Serena, Gold, Misty, Takeshi y compañía, no iba a obtener respuesta alguna. Sin embargo, para que Lance y Diantha fueran a respectivas islas para servir como apoyo de refuerzo, las cosas estaban saliendo bien para nosotros, o eso quería pensar. Nuestras islas vecinas tenían que estar mejor que en el estado en que nosotros nos encontrábamos.
— ¿Crees que en la Isla Koori haya salido todo bien? —le preguntó Cynthia a Steven, que parecía sumergido en sus pensamientos. Dicha isla era en la que Alain y Serena habían ido.
— Eso espero —comentó al aire. Hubo un silencio entre ambos— No creo que nadie se haya salvado. Ese poder es peligrosamente mortal, pero necesario.
No sabía a qué se referían. Una punzada invadió mi corazón al pensar en sus palabras. Si estaban seguros de que ese poder mencionado era suficiente, ¿por qué Diantha y Lance habían ido a las demás islas?
Suspiré. Observé a León nuevamente; aquello era una bomba de tiempo si no ideábamos un plan. Cynthia y Steven comenzarían a sospechar si los manteníamos en círculos sin rumbo alguno.
— Descuida… —me susurró León.
Parecía que tenía un plan. Entonces, miré hacia el cielo; las nubes comenzaban a invadir el firmamento de la mañana, y el sol se escondió antes de que me hubiera dado cuenta. Iba a haber un mal clima después de que ayer no se presentó casi ningún rayo. Tal vez era nuestra oportunidad.
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Brendan
Jamás había imaginado que el sentido de mi tacto fuera el guía en esos momentos. Mi vista había quedado invalidada debido a la oscuridad; no había nada que escuchar, nada que ver, nada que oler, nada que percibir. Lo único en lo que me guiaba era cómo las yemas de mis dedos raspaban la piedra arenosa que formaba las paredes de aquella cueva calurosa.
La arena en mis botas era demasiado molesta porque se colaba entre los dedos de mis pies, y me producía una picazón irritable; el aire era muy seco, y a veces tenía que dar bocanadas un tanto débiles para que mi garganta no se comenzara a secar más de lo que ya estaba; mis labios estaban partidos por la deshidratación; el sudor recorría mi frente debido al nerviosismo que sentía al haber estado guiándome en esta cueva, con miedo a deshidratarme más de lo que ya estaba. Todas esas sensaciones eran molestas, sí. No obstante, nada podía compararse con el misterio y la curiosidad que sentía al seguir adentrándome a aquella cueva que ciertamente algún secreto guardaba.
Las antorchas colgadas en la pared se encendieron. Súbitamente, tres pequeños canales huecos que habían sido esculpidos en la pared rocosa comenzaron a llenarse de la luz del fuego. Líneas de luz comenzaron a ser dibujadas a medida que el fuego llenaba los canales, hasta que los hilos de energía comenzaron a tomar forma y dibujar de manera providencial unas figuras que mis orbes rubíes trataron de analizar a detalle. La sorpresa era evidente, pero no tenía tiempo para estar impresionado, porque el letrero que apareció sobre el suelo me sacó de mi trance.
"Tres son los pájaros, cuatro son las fases; cuando se hayan completado tres de ellas, los pájaros dejarán al descubierto el camino hacia la luz y oscuridad que guiará a los héroes destinados".
Súbitamente todo llegó a mi mente como una bomba de recuerdos. Ya había estado en esta cueva; ya había descubierto el secreto y sabía que este maldito acertijo tenía una relación con el Arco de Luz. Los pájaros, ciertamente eran Articuno, Zapdos y Moltres, los pájaros Pokemon legendarios que vigilaban cada uno una isla en una localización que pude descubrir con algo más de inteligencia. Las fases eran cuatro: el inicio del juego, el quedar atrapados, la esperanza, y el salir sanos y salvos. Estábamos en la fase tercera: la esperanza. Steven nos había dado indirectamente la localización de las tres islas, gracias a Zinnia. Todo había sido de acuerdo al plan. Ahora, sólo faltaba saber en dónde se encontraba el Arco de Luz. ¿Sería en la Isla Kaminari? ¿Sería en la Isla Hi? ¿En la Koori? No, sin duda tenía que ser en esta isla, porque Zapdos, un Pokemon pájaro que según la información de PBO y los rumores, era de tipo eléctrico. La electricidad conducía la luz, lo cual tenía relación el Arco de Luz. Además, tantos relámpagos no eran coincidencia…
Pero… ¿por qué me encontraba de nuevo aquí? ¿Cómo es que había llegado aquí? ¿Era un sueño acaso? ¿Por qué tenía que estar de nuevo en este momento? Había resuelto ya todo. No… no todo aún. No sabía dónde estaba el Arco de Luz, Steven tampoco lo sabía, pero él podía presenciar que su némesis se encontraba en esta isla; de cualquier forma, no habría estado aquí él y los otros tres líderes de los gremios más fuertes de PBO.
Observé de nuevo la frase. Tenía que haber algo más oculto en el acertijo. Tenía que haber un doble sentido. Pensé como nunca, pero la luz se iba debilitando; los dibujos iban siendo cada vez más débiles, envolviéndome gradualmente en una oscuridad inmersa.
Luz, oscuridad. Siempre estaba rodeada de esos dos estados de la materia. Sí, la oscuridad también era un estado de la materia. El Arco Oscuro era la prueba de ello. La oscuridad complementa a la luz, y la luz a la oscuridad. Entonces… ¿por qué tenía miedo de que el acertijo se disolviera? ¿…de que la luz del fuego de la antorcha desapareciera? La oscuridad no era mala; la luz tampoco. Una se complementaba con la otra.
De pronto, recordé cuál había sido mi último pensamiento. Cerré mis ojos. La luz me invadió. Una luz intensa que recorrió todo mi cuerpo. La electricidad había invadido mi piel, mi cabello, mis órganos, mi persona. La luz, que siempre había pensado que entraba en el concepto del "bien", me había dañado. El relámpago había dañado tanto a Magno como a Helio, y lo había hecho de igual manera conmigo. La luz no distinguía entre aliados o enemigos.
Al abrir los ojos, vi dos figuras rodeadas de oscuridad. Ambas personas me miraban esperando a que eligiera entre alguna de ellas. Su semblante preocupado me indicaba que no se encontraban bien, pero tanto una como la otra rogaban que tomara el camino de la derecha o el de la izquierda. May se encontraba la izquierda; me tendía una mano. Zinnia estaba del lado contrario, esperando a que fuera con ella.
Los ojos carmesíes de Zinnia me miraron fijamente. Recordé la última vez que esos ojos me miraron, desapareciendo entre los horizontes de la Fortaleza Catarata; la luz de sus ojos viajaba a una velocidad inigualable. Una luz que atravesaba toda la brisa de un océano inmenso. Luz que atravesaba materia, sin importarle su objetivo.
Haruka y esos orbes esmeraldas. De igual manera, recordé cuando la muchacha caía por el puente del que yo mismo la había empujado hacia el río para que se salvara del relámpago. Esos orbes viajaban con una luz resplandeciente, a pesar de que la chica caía y se iba alejando; la luz no veía a la distancia como una desventaja, porque viajaba a velocidades inimaginables. Justo como los relámpagos que caían del cielo y se incrustaban en la tierra y más abajo, en un subterráneo oscuro.
La luz complementa a la oscuridad. La oscuridad complementa a la luz.
May y Zinnia desaparecieron, y de pronto, comencé a caer por un vacío interminable, en donde mi estómago sintió un revoltijo y mi persona sintió la muerte cerca. Sin embargo, mi dirección no iba hacia ningún sitio en particular. La gravedad me dejaba caer, caer y caer hasta que sentí que todo había sido interminable. La única acompañante que tenía era una pequeña estrella que se encontraba muy a lo lejos. ¿Qué hacía ahí? ¿Cuál era su propósito? Extendí una mano con la intención de alcanzarla inútilmente, pero para mi sorpresa, aquella estrella era a final de cuentas una pequeña partícula de luz que había estado a centímetros de mí, cayendo a la par conmigo. Cuando envolví mi puño en la luz, lo entendí todo de un instante a otro.
La luz complementa a la oscuridad. La oscuridad complementa a la luz.
No era casualidad que los rayos cayeran en la isla. Esta isla estaba viva porque escondía el poder inmenso que sólo aquel que comprendiera su verdadera naturaleza sería capaz de encontrar el camino.
"Tres son los pájaros, cuatro son las fases; cuando se hayan completado tres de ellas, los pájaros dejarán al descubierto el camino hacia la luz y oscuridad que guiará a los héroes destinados".
…dejarán al descubierto el camino hacia la luz y oscuridad…
Sabía adónde ir. Sabía cuál era el camino. Los relámpagos me lo habían estado gritando todo este tiempo, pero jamás presté atención. La luz había estado todo el tiempo avisando el sitio en donde ese poder inmenso se encontraba, pero mis ojos no habían querido ver algo que siempre había estado ahí. Zapdos, el Pokemon eléctrico, quería mostrar ese camino. El acertijo ahora cobraba sentido.
Al despertar, lo primero que noté es que estaba en una especie de escondite debajo de un pequeño barranco. Había estado solo, y al principio no sabía qué había ocurrido. Miré las palmas de mis manos; me toqué el rostro y observé que mi barra de vida había estado entera. Alguien me había curado de aquel rayo, y no había sido yo. En ese momento, Haruka había llegado un tanto agitada al escondite, con un arma que al principio no identifiqué a primera vista. ¿Acaso era un báculo? ¿Y esos atuendos eran nuevos? Me sonrojé por un momento, pero había cosas más importantes en las que pensar.
— ¡Brendan! —May me envolvió en un abrazo reconfortante. Sin embargo, cuando nos separamos, sonreí ansiosamente.
— Sé adónde ir. Sé dónde está el arco.
Dawn
Había pasado ya más de medio día; no pude ver el sol estar en su punto más alto, pero lo supuse porque habíamos recorrido una distancia considerable, en la que, en lugar de ir en línea recta, León perdía el tiempo yendo en una especie de zigzag y Cynthia comenzó a darse cuenta. En realidad, la intención de León era a final de cuentas, desesperar a todos, aunque yo no veía cuál era la ventaja de ello. La única ventaja que había visto era que los soldados que podían megafusionarse habían abandonado a nuestro grupo desde la noche anterior, para vigilar las costas. De cualquier manera, estábamos junto con los de alto mando y con Cynthia y Steven, algo que no era tan bueno después de todo.
Finalmente, León había conseguido llegar a lo que parecía ser el centro geográfico de la isla. La pradera se extendía a lo largo de un terreno que estaba más hundido que el propio nivel del mar. Era el centro de un valle, rodeado de montañas que contenían la flora selvática del lugar, pero aquella pradera sólo contenía maleza. Era una combinación de ambientes que no eran muy comunes en el mundo real, porque la pradera y la selva eran tanto un ecosistema seco como uno tropical, pero aquí en PBO, la ficción superaba a la realidad.
Cuando comenzamos a caminar dejando el rastro de nuestros pasos en la maleza, el cielo comenzó a rugir. Las nubes habían aumentado su densidad conforme el paso del tiempo, y volteé hacia arriba para darme cuenta de que en cualquier momento algún relámpago iba a dar con nosotros si no buscábamos algún refugio.
— Un momento… —Cynthia también se había dado cuenta de ello. León se detuvo, dejando de liderar al grupo, y Cynthia se adelantó hacia él.
La mujer miró con atención a León que no apartó la mirada de sus atemorizantes ojos; súbitamente frunció el ceño, y aquello hizo retroceder un paso a León, que no sabía cuál serían las intenciones de la rubia. Steven quiso detenerle, pero parecía que el truco de León sería descubierto en cuestión de segundos.
— ¿Sabes hacia dónde vamos?
La pregunta, por sencilla que pareciera, fue más difícil de responder de lo que cualquiera de nosotros podría haber respondido. Sin embargo, el silencio de León fue la respuesta que Cynthia necesitó para que la muchacha hundiera los ojos en las sombras de un firmamento y la ira le invadiera.
— Me has engañado, chico —confesó, y en ese momento, el sonido de una combustión se hizo presente en las manos que aún mantenía abajo.
— No es cierto —intervine de repente— Él sabe dónde…
— ¡Y una mierda! —La voz de Cynthia se intensificó; callé al instante, y fue cuando sentí una punzada sobre mi pecho. Algo pasaría, y no teníamos nuestras armas para defendernos— ¿Sabes qué le sucede a la gente que me miente, chico?
León no retrocedió, a pesar de todo. El sonido de relámpagos lejanos se hizo presente. Aquello alertó a Steven, que se mantenía de espectador. Sus aliados de alto mando también se dieron cuenta de aquello. El sonido viajaba a través de la pradera, pero Cynthia estaba mucho más atenta a la jugada que León había realizado para alargar su sentencia de muerte.
— Sufrirás… sufrirás como no tienes idea.
Y en ese súbito instante, la palma de su mano se asomó para rajar el rostro de León, que se tiró al suelo debido a la quemadura que sintió. El muchacho lanzó un grito de dolor, pero se levantó al instante para intentar defenderse.
— ¡León! —mi instinto se preocupó por él; sin embargo, al reincorporarse de manera fugaz, avanzó a pasos precipitados, pero no para atacar a Cynthia, sino que se abalanzó contra mí.
Aquello me sorprendió y no me defendí en lo absoluto ante su embestida. Pero todo había pasado tan rápido, que no me di cuenta de que el relámpago que estaba encima de nosotros había despertado la curiosidad de la tormenta electrizante que se avecinaba, porque en el momento en que las nubes despertaron su furia, el relámpago dio de lleno con Cynthia, que recibió la electricidad de una manera tan fugaz y seca, que la rubia gritó de una manera que nunca pensé que hubiera imaginado. No obstante, los rayos apenas habían sido un dolor agudo para ella, porque al momento de sentir el peligro y sentir el cuerpo rozar contra la electricidad, logró desviar el rayo gracias a su magia de fuego avanzada.
Cynthia miró hacia el cielo y luego hacia León, que sonrió aun en el suelo debido a que este había sido el plan. ¿Y es que no había pensado en nosotros también? Si nos quedábamos aquí mismo, moriríamos también si no encontrábamos un refugio.
— Es hora de huir… —me dijo y les hizo una seña a Barry y compañía, que entendieron la señal.
La señal de León fue el parteaguas de un ambiente que había estado sereno dentro del valle estepario. Los relámpagos irrumpieron de una manera tan fugaz después de que el primer trueno diera con la líder del gremio Esmeralda que nadie tuvo tiempo siquiera de detenernos.
León ya se había reincorporado y me tendió una mano para huir. En ese instante reaccioné y ambos comenzamos a correr lejos de ellos, pero los relámpagos invadieron súbitamente todo el ambiente. Uno cayó cerca de nosotros, lo cual aturdió a mis oídos de una manera intensa, y dejé de escuchar por un par de segundos. En medio de mi sordera, observé cómo Zoey y Tobias se iban alejando, pero Nívea, Fátima y Sixto se vieron envueltos en una lucha contra ambos. Barry, por su parte, había tratado de huir con la persecución de Fausto, Gaia y Delos, mientras que Drew lidiaba con Paul y Helio. Noté que a nuestras espaldas, Steven y Cynthia trataban de alcanzarnos, pero los rayos eran cada vez más, y el ambiente comenzaba a ser mucho más peligroso de lo que hubiese esperado.
Alcancé a Zoey para apoyarle; no tenía mi arco, ya que Paul lo tenía aun sobre su espalda. Barry se unió a mí y a la pelirroja, mientras León apoyaba a Drew y Tobias. Todos intentábamos defendernos al mismo tiempo que no nos quedábamos estáticos y huíamos para evitar los relámpagos.
— ¡Son demasiados! —Barry mencionaba con jadeos debido a las respiraciones bruscas que le ocasionaba el sobreesfuerzo por correr lejos de aquí.
— ¡Para qué queremos el Arco de Luz, si con estos relámpagos tenemos suficiente! —se quejaba Zoey y Barry le apoyaba.
Todos huíamos, mientras nuestros enemigos se encargaban de seguirnos la pista evitando los relámpagos que caían por el sitio. Todos huían, excepto yo.
Me detuve en seco en mi sitio. León me llamó y todos se extrañaron debido a mi comportamiento, pero la petrificación de mi cuerpo no se debía por el miedo, ni por el deseo de ser atrapada. Mis orbes habían estado tan abiertos, porque miraba hacia los relámpagos que caían de una manera tan acertada y providencial, que gracias al comentario de Zoey ahora todo cobraba sentido. Había hecho un descubrimiento que me había hecho pararme en mi lugar.
Cuando volteé hacia atrás, Cynthia ya me tenía entre sus manos y me tumbó sobre el suelo. Las cuchillas de su fuego azul estaban a punto de rajar mi cuello, pero fue cuando hablé:
— ¡Aquí es! ¡Aquí se encuentra el arco!
Ella paró en seco. Los relámpagos caían, y con mi retina traté de seguir de una manera medianamente humana el rastro de la luz. Los electrones viajaban tan rápido que no podía ver la luz con detalle, pero sabía que cualquier relámpago caía al suelo y regresaba hacia el cielo. Sin embargo, todo debía tener explicación alguna. ¿Por qué la isla tenía tantos relámpagos? ¿Por qué especialmente este lugar? Los relámpagos lo habían estado gritando, y nadie se daba cuenta de aquello. La luz debía regresar a de donde había venido alguna vez, y esa luz trataba de regresar hacia el suelo o, mejor dicho, hacia las profundidades de aquella isla…
Brendan
— Aquí es —había avisado cuando May y yo nos encontramos justo en el punto más profundo de la isla, donde curiosamente era el centro de la isla, en aquella pradera rodeada de un valle de montañas selváticas.
May miró a todos lados, pero confundida, no podía comprender realmente a qué lugar habíamos venido.
— Aquí no se encuentra el arco. No lo veo.
— Lo que tenemos que hacer es esperar, May…
— ¿A qué?
— A que la luz nos muestre el camino —recordaba el acertijo. Una y otra vez, el acertijo se había aparecido sobre mi mente justo como en mi sueño más reciente.
Ella frunció el ceño debido a la confusión, pero señalé hacia arriba con la quijada, y fue cuando sus ojos esmeraldas se abrieron de par en par, ya que la pista que le di fue vital para que la castaña pudiera comprender.
— Los relámpagos…
— Así es —sonreí.
— ¿Tenemos que esperar a que el clima esté a nuestro favor? Si es que podemos llamar favorable a los relámpagos…
— Sí, no veo otra forma. Lo malo de la situación es que no sé cuándo el clima se tornará relampagueante. Tal vez tarde un par de horas, o días, el cielo está un tanto despejado y…
— Descuida —May golpeó la maleza de la pradera un par de veces con la base de su báculo nuevo. Recordé el nuevo poder que ella me había contado que había conseguido, junto con el Pokemon que fortuitamente se le había aparecido—. Yo me encargo de eso.
— ¿Qué?
May no me respondió ni explicó a lo que se refería. En ese momento, Haruka cerró los ojos y pude notar que el aura alrededor de su cuerpo comenzó a ser mayor de lo que podía recordar. Un aura tan poderosa, que por un momento dudé de que aquella chica era en realidad May. ¿Cuándo es que se había convertido tan fuerte? El aura mágica hizo efecto en May, porque al momento lanzó con su báculo un hechizo de luz hacia el cielo y al llegar a su punto máximo, el hechizo se expandió como una onda electromagnética hasta desintegrarse por completo. Esperamos un par de segundos, y antes de que le replicara que nada había sucedido, el cielo se limitó a condensarse con unas nubes que aparecieron mágicamente en nuestra área, mas no en toda la isla. Las nubes nos llenaron de lluvia, pero pude escuchar a lo lejos que la concentración de un rayo estaba avisando su llegada. Le sonreí a May en forma de agradecimiento, y fue cuando me coloqué en el centro de aquella pradera.
— ¿Y ahora qué?
— Los relámpagos darán justo en este punto. Es un punto frágil —Golpeé dos veces con la suela de mi zapato la zona; la tierra estaba dura, pero podía sentirse un vacío a través de ella. Había un vacío del otro lado de la tierra, justo debajo de nosotros.
— Pretendes que el relámpago cause un colapso de la tierra, pero… ¿para qué?
— El principio básico del equilibrio, May. Si el Arco de Luz contiene una gran cantidad de energía luminosa, debe estar equilibrada con su némesis. Justo como el ying y el yang.
— La oscuridad…
— Exacto. Se me ocurrieron varios lugares que fueran lo bastante oscuros para esconder el arco, pero la geografía de la isla no lo permitía. Los rayos, en cambio, me dieron una pista. Tantos rayos en la isla no son coincidencia, May. Los rayos quieren regresar a su lugar de origen: el arco. El Arco de Luz, escondido en el subterráneo, libera una energía que viaja a través de la tierra y se condensa hasta formar un campo magnético que genera los relámpagos, y estos regresan a la tierra para completar el ciclo luminoso. Un estado cíclico que siempre está ahí, y es lo que me costó trabajo entender para darme cuenta de que el arco siempre estuvo debajo de nosotros.
El relámpago sonó de nuevo; esta vez, estaba a cualquier momento de caer.
— Prepárate, May…
Dawn
— Sé dónde está…
Le había repetido, pero los ojos de Cynthia dudaban por más que lo que había mencionado esta vez sí era real.
— Mira a tu alrededor —mencioné, y fue cuando la rubia dejó de fruncir el ceño.
En su lugar, la maga de fuego se dedicó a mirar el lugar donde me había tumbado. Era un sitio que realmente no tenía maleza. El césped apenas era muy corto y visible, y la tierra tenía pinta de que apenas se estaba regenerando. ¿Por qué? Era un sitio que podía romperse fácilmente y, a decir verdad, se sentía el hueco que podía estar por debajo de nosotros. Lo que me inquietaba era que el césped apenas estaba creciendo; eso quería decir que alguien ya había destrozado el sitio para poder entrar, pero eso era lo de menos por ahora. Cynthia dejó de forcejear; los relámpagos caían una y otra vez cerca de nosotros, y cuando estuve libre de las sogas, le mencioné a Paul desde el otro lado que me tendiera una de mis flechas del carcaj que tenía colgado en su espalda. Cynthia le dio su aprobación y me lanzó una de ellas, al igual que mi arco. Al cacharla, tuve que apresurarme porque sentía que en cualquier momento alguno de los rayos iba a amenazarnos y a acabar tal vez con mi vida. Cogí una pequeña navaja de mi inventario y la clavé sobre el centro de aquella zona, mientras hacía un nudo con una soga metálica delgada en la punta de la flecha diamante. Cuando apreté bien el nudo, le mencioné a Cynthia que retrocediera, y lancé la flecha lo más arriba que pude con el arco. La flecha desapareció entre el manto de nubes grisáceas, pero su presencia ocasionó que los relámpagos fueran atraídos hacia ella exponencialmente, lo que ocasionó que los truenos dieran con la flecha. La electricidad viajó a través del hilo metálico y llegó hasta la navaja clavada en el punto exacto en donde estaba el sitio. Aquello ocasionó un derrumbe entero circular en el que tuvimos que saltar para que no acompañáramos a la colisión que se había producido. Cuando el polvo su hubo disipado, había un pequeño agujero en el que sólo podía notarse oscuridad y un gran vacío en el que indudablemente había algo más abajo.
León se acercó a mí y ambos nos miramos mutuamente. Él estaba sorprendido por haber deducido un descubrimiento que a ninguno de los presentes se le hubiera ocurrido. Cynthia nos miró; estaba claro que nosotros, los rehenes teníamos que saltar primero en aquel vacío. Su desconfianza me tenía enferma o, mejor dicho, el miedo que sentía por descubrir un arma tan poderosa que realmente ella no sería digna de ello. Bufé por lo bajo, y me puse en posición de salto, retrocediendo un par de pasos para tomar vuelo. Los relámpagos seguían cayendo, pero ya no como antes debido a que la energía del Arco de Luz estaba ya descubierta por nosotros y pronto podríamos conseguirla. En ese momento, corrí y me adentré al vacío de una oscuridad fría.
Al sentir el suelo a centímetros de mi rostro, sentí un brusco jalón hacia arriba que hizo desaparecer la gravedad por un instante. De pronto, caí de bruces sobre el suelo sin toda la velocidad con la que había estado cayendo. Aquello me ocasionó un poco de confusión, pero al levantarme, noté que sólo era una pequeña habitación circular hecha de piedra y bastante húmeda debido a toda la lluvia que se había filtrado entre el subsuelo. La única fuente de luz era el agujero que habíamos ocasionado y que se encontraba a unos treinta metros aproximadamente desde mi posición. Poco a poco noté cómo todos comenzaron a caer y a tener la misma suspensión en el aire que yo había tenido. Sin esperar a los demás, León me alcanzó en lo que era el único camino fuera de aquella habitación: un pasadizo oscuro y mucho más frío y húmedo de lo que pensaba. El pasadizo contenía varias escaleras que descendían, y a medida que lo hacíamos, la oscuridad iba siendo mucho más densa. Quise sacar una antorcha de mi inventario, pero al tratar de encenderla, el fuego parecía inexistente aquí. Al parecer, la luz no funcionaba en este sitio, y estaba segura de que era debido a la energía extraña que comenzaba a sentir.
Cuando el pasadizo desapareció dio lugar a otra habitación mucho más grande. El suelo era de piedra tallada con varias curvas y dibujos extraños que no logré identificar; las paredes eran inexistentes, así que el lugar daba la impresión óptica de tener un vacío en las orillas del suelo, pero en realidad era una habitación interminable. La única fuente de luz era un pequeño letrero digital que había aparecido en el centro de aquella sala. Nadie se atrevió a caminar hasta el centro; cuando noté la presencia finalmente de todos los jugadores que habían estado siguiéndome, Steven fue el que habló.
— Algo dice aquel letrero…
Nadie se animó, pero tomé un gran respiro de valentía y me encaminé hacia el letrero. Las letras brillantes de un mensaje se desplegaron cuando me aparecí frente a la pequeña pantalla:
"La luz y la oscuridad son el equilibrio del universo. Una no puede existir sin la otra. Este es el sendero para obtener una de las armas elementales que rigen el universo. En medio de una gran oscuridad, hay una mínima cantidad de luz que equilibra al espacio. Para descender otro nivel, han de probar que son dignos de vivir en una oscuridad inmersa"
Lo había leído en voz alta para que todos estuviesen enterados del mensaje. Al terminar, el silencio reinó en toda la habitación y nadie de los presentes, ni siquiera nuestros enemigos, tuvieron idea de lo que significaba. Pero, de un momento a otro, conforme los segundos pasaban, mi instinto de alerta se encendió, y fue cuando le mencioné a Paul que me pasara todo mi carcaj completo, porque lo iba a necesitar.
— No es necesario que…
— No lo volveré a repetir —mencioné mirándolo fijamente. No había tiempo para bromas estúpidas— Es eso o morir…
Al pronunciar la frase, sus ojos se abrieron de par en par…
[VIDEO 2: The Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring CR – 01. Khazad-dûm]
Tobias
No hubo tiempo de que Paul le pasara a Hikari su carcaj, porque desde los límites interminables de una habitación infinita comenzaron a aparecer como manada varios Pokemon que no tenían intenciones tan buenas. Sin embargo, no parecían ser Pokemon aleatorios, sino Pokemon de tipo oscuro tales como Sneasel, Umbreon, Liepard, Mightyena, Absol, Persian, Murkrow, Weavile, Grimer y más Pokemon que no pude divisar, debido a que el letrero desapareció y quedamos en una oscuridad absoluta.
Aquello no era la mejor de las situaciones. Pelear en la oscuridad era casi imposible, y más si no podías utilizar tus ojos para esquivar los ataques. En ese momento, el fuego azul de Cynthia iluminó por un instante la habitación, lo que ocasionó que frente a mí viera a una docena de pequeños Pokemon rabiosos por matarme; sentí una punzada en el estómago y cual zombies hambrientos sabía que iban a ir hacia mi posición, así que decidí comenzar a golpear a diestra y siniestra con mi magia para quitarme de encima a Pokemon que de pronto comencé a sentir que se me abalanzaban y trataban de morder mi hombro, mi cabello púrpura largo, mis manos y pies. Entre choque de espadas, golpes mágicos, golpes aurales, fuego azul y pequeños roces de lucha, la vista era instantánea, pero no era lo suficiente como para poder pelear a gusto. Noté cómo mi vida iba bajando; escuché gritos, alaridos de Pokemon que morían, jadeos por parte de mis compañeros que luchaban contra todo; de un momento a otro, Drew se quejó de que no podía ver nada, y de igual manera todos estaban igual.
Sin embargo, la situación no mejoraba. Si matábamos a uno de aquellos Pokemon, aparecían tres más y poco a poco se iban multiplicando hasta que quedáramos destrozados por centenas de Pokemon que nos devorarían.
No podía negarlo. No quería utilizar mi poder, pero no había otra opción.
"Darkrai…"
El llamado fue simple y sólo en mi cabeza. De un momento a otro, al abrir los ojos, mis pupilas se habían tornado de un color oscuro a uno brillante y azul espectral. Mi aura formó un espectro a su alrededor, lo cual sabía que había cambiado mi personalidad, mi naturaleza y el que ahora estaba en mi cuerpo no era yo, sino Darkrai en sí. El problema ya no era la oscuridad, porque podía ver todo con claridad; la verdadera preocupación era que Darkrai tenía control absoluto de mi cuerpo, y podía matar a quien sea, novato o beta.
Lancé un grito devastador. Aquello no se distinguió entre toda la oscuridad y nadie supo de dónde provenía dicho grito, pero de un momento a otro perdí el control de mi cuerpo para dejarme llevar y sólo notaba cómo Darkrai danzaba con los golpes que daba a cada Pokemon oscuro que iba hacia mí con suma rabia. De pronto, alguien entre aquella danza de golpes y patadas se cruzó en mi camino: Sixto.
El hombre no supo de dónde lo habían atacado, pero el sujeto no necesito ver cómo mi puño atravesaba sus entrañas de una manera tan fugaz y poderosa. Su vida bajó a cero instantáneamente, pero de pronto sus pupilas se dilataron aún más cuando notó que era la última vez que sentiría el dolor, porque lo había matado en verdad.
Los pixeles explotaron. Cynthia fue alertada por ello, pero no podía hacer otra cosa más que luchar. Steven también había notado la muerte de alguien, pero ni siquiera su arco oscuro era de mucha importancia en aquella situación.
Otra persona se cruzó en mi camino. Esta vez, Gaia había sido aplastada por los puños incontrolables que le di a su delicada y vieja cara. Los pixeles de pronto envolvieron el ambiente, mientras notaba que aquella luz de pixeles era mucho muy molesta para mí. Los Pokemon oscuros se multiplicaban cada vez más; comenzaba a cansarme, porque ahora parecía que eran diez contra uno, y ni Darkrai podría luchar interminablemente con ellos.
— ¿Qué…? ¿Gaia? ¡Gaia! —Delos estaba a mi lado.
— Delos… Alguien ha matado a Sixto, pero dudo que sea un Pokemon. Alguien ha… —Nívea no pudo terminar de articular la frase, porque el puño rodeado de un aura oscura y espectral rodeó so abdomen y comenzó a sangrar. Sin embargo, el dolor en su cabeza era mucho mayor para notar el dolor en su abdomen. Delos también se vio envuelto en un dolor intenso de cabeza, hasta que los dos comenzaron a debilitarse y a suplicar porque las pesadillas en las que Darkrai los había envuelto pararan de una vez. De un momento a otro, mi Pokemon terminó con sus malditas vidas. Había terminado con cuatro personajes del alto mando en cuestión de segundos, y daba gracias a que ninguno de aquellos idiotas que tenía como aliados se cruzara en mi camino. Darkrai comenzó a cansarse, y de pronto miles de Pokemon formaban ya una horda que fueron como hormigas hambrientas, al tiempo en que nosotros tratábamos de escapar y al mismo tiempo luchar.
— ¡NO PODREMOS SOPORTAR MÁS! —Noté la voz de León.
Darkrai decidió de un momento a otro volver a su pokébola, ya que estaba harto de aquel ambiente. Lo malo de ello, es que no tenía total control sobre sus decisiones, y ahora volvía a ser parte de la realidad en la que me encontraba. Respiré hondo y seguí luchando, aunque lo hacía con más dificultad porque no podía ver casi nada.
— ¿Cómo lo hiciste?
Aquella pregunta, en medio de una lucha contra una horda de Pokemon oscuros, me sorprendió por completo. Era la voz de Hikari.
— ¿Qué?
— ¡¿Cómo demonios le hiciste para asesinarlos?! —Ella sabía que había matado a los de alto mando.
— Sólo lo hice.
— ¡¿Cómo los viste?!
— No los vi —mencioné. En realidad, jamás había visto a través de la oscuridad. El poder de Darkrai se basaba en escuchar, en lugar de ver— Sólo los escuché…
Aquello fue vital para Hikari, porque hubo un segundo en el que se detuvo. Dejó de batallar por completo y los Pokemon comenzaron a lastimarla y a bajarle la vida poco a poco. De pronto, una montaña de Pokemon oscuros la invadió hasta que era imposible salir de ahí. ¿Por qué se había detenido? ¿Qué es lo que le había dicho para que se detuviera a seguir peleando?
Brendan
Los Pokemon oscuros comenzaron a multiplicarse conforme el tiempo pasaba; cada vez eran más Pokemon, la oscuridad era intensa, y el Báculo Infinito de May no iba a poder alumbrar siquiera la habitación para poder ver y defendernos. Éramos sólo dos, y el tiempo había sido muy poco como para poder hacer algo más. Estábamos perdidos. Comencé a sentir el dolor en mi cuerpo debido a la mordida de un Mightyena en mi hombro, y demás embestidas de criaturas que ya no pude identificar. Ni siquiera pude gritar el nombre de May, porque el aire comenzó a faltarme debido a la horda de Pokemon que se me comenzaron a abalanzar. Ni siquiera sus ataques era coherentes y conscientes; simplemente se dedicaban a abalanzarse contra mí a pesar de que yo ya estaba cubierto de varios cuerpos que intentaban devorarme. Ni siquiera había nada que ver…
Eso es…
¡Eso es!
Realmente no había nada que ver. En la oscuridad, la vista quedaba inhabilitada. Entonces ¿qué quedaba? Escuchar. Pero… ¿qué se tenía que escuchar en medio de una horda de Pokemon rabiosos? ¿los gritos? ¿las mordeduras? ¿la muerte?
No… estábamos aquí por una simple razón: el arco de luz. Por ende, lo que tenía que escuchar era la luz. En esta habitación tenía que haber una luz que aún no había sido descubierta, y de alguna u otra manera tenía que haber estado sumamente concentrado para escucharla.
El dolor dejó de importarme de un momento a otro; los ruidos de los gruñidos de los Pokemon que estaban quitándome la vida y asfixiándome por estar encima de mí fueron de poca importancia. De un momento a otro, los gritos de May también dejaron de escucharse: lo único en lo que me concentraba era en identificar aquel sonido que podía emitir la luz. ¿Cómo se escuchaba? ¿Qué ruido particular tenía? Por un momento, todo había estado en silencio; mi capacidad de concentración había sido tal, que no escuchaba nada más que los latidos de mi corazón.
Entonces, hubo un sonido más. Una prolongada y apenas audible frecuencia aguda perceptible para el oído. Un sonido que parecía la frecuencia de una onda de luz; una onda que era casi parecida al lenguaje de una ballena, o a el golpe de un imán contra otro imán, o el de las ondas de energía viajando a través de una tabla metálica, o al de la vibración de una espada cuando ésta se pandeaba. Todo era más claro ahora. La luz esta y siempre había estado sobre de nosotros.
Dawn
Lancé la flecha una vez que había escuchado el sonido de la luz. Tobias me lo había dejado muy en claro y todo aquel pensamiento fue rápidamente procesado antes de que mi vida bajara considerablemente o de que el oxígeno se hubiera acabado en mis pulmones. La flecha de diamante fue atravesando a una docena de Pokemon que habían estado formando una montaña de criaturas sobre mi cuerpo, y cuando la flecha atravesó de manera pixeleante a los Pokemon asesinados, ésta dio justo en un pequeño cubo que había sido invisible todo este tiempo, pero apenas perceptible en medio de una oscuridad inmersa. Cuando la flecha golpeó con el cubo suspendido en el aire, la luz apreció y de pronto todo rastro de oscuridad comenzó a ser alejado para iluminar la habitación de manera pronunciada. Los Pokemon oscuros se desintegraron al momento de que la flecha dio con la luz, y la prueba había sido totalmente superada.
La habitación finalmente fue mucho más detallada que en la oscuridad a la que había estado acostumbrada; era una habitación sencillamente amplia con las paredes rocosas y húmedas, justo como la habitación de cualquier calabozo. En el lugar donde el letrero nos había dado la pista, apareció un pasadizo secreto que tenía unas escaleras que te descendían al siguiente nivel. Estaba claro que teníamos que ir por ahí.
— Un momento… —Cynthia volteó a ver a los demás— ¿Dónde están Gaia? ¿Delos?
— Tampoco están Nívea y Sixto —mencionó Fausto percatándose de que sus compañeros habían muerto; Fátima también expresó un rostro preocupado.
— Al parecer no pudieron soportar la prueba —confesó Helio, del cual me había olvidado un poco de su presencia, pero no podía olvidar lo que me había hecho la noche anterior.
— ¿Crees que hayan muerto por simples Pokemon salvajes? —cuestionó Paul, pero yo sabía que la verdadera razón era que Tobias los había asesinado de manera definitiva. Sin embargo, no tenían que enterarse, o el factor sorpresa sería descubierto.
— Eso no importa ahora —les presioné y me dirigí al siguiente nivel— Ellos regresarán tarde o temprano. Por ahora, tenemos que seguir…
Lo que parecía inaccesible tanto en los calabozos como en estas tres islas era mantenerse comunicado mediante mensajes y saber la localización de otro amigo o jugador añadido en el mapa del área. Sin embargo, si realmente estaba muerto, podías ver que ya no aparecía más en tu lista de amigos. Eso era lo que temía, pero por fortuna Cynthia y Steven decidieron seguirnos los pasos, porque realmente jamás pensarían que alguno de nosotros tuviese la capacidad para matar a un beta con los cascos que ellos tenían. Así que no tuvieron la necesidad de revisar o dudar en lo absoluto. También quería suponer que ni se molestaron en revisar si Alecrán seguía en el juego, y como Cynthia era demasiado narcisista y ególatra, tal vez se habría olvidado de la compañía de su subordinado.
La siguiente sala se mostró una vez que todos bajamos. Zoey estuvo muy cerca de mí, porque esta vez el miedo era palpable en cada uno de nosotros. El letrero digital despegable de nuevo se mostró en el centro de la habitación. Sólo que esta vez, la habitación era mucho más amplia e iluminada que la anterior. Ésta tenía los límites bien definidos mediante paredes de cristal, en las que se podía observar el océano a través de ellas. Esto provocaba un sinfín de reflejos acuáticos que hacían de la habitación un lugar calmado y lleno de una paz que iba al ritmo del flujo del agua. La habitación además tenía dos hileras de columnas talladas ondulada y detalladamente con formas parecidas a las olas del océano y al flujo calmante de su naturaleza acuática; estas columnas marcaban el sendero principal hacia el otro lado de la habitación, en la que se encontraba una puerta de proporciones gigantescas y talladas de igual manera con un estilo fluyente y acuático, pero la puerta tenía incrustaciones de oro, que gracias a los cristales de las paredes, reflejaba su propio brillo en toda la habitación, danzando con el océano como si el oro tuviera vida propia.
Quise acercarme esta vez hacia el letrero, pero ahora fue turno de León de tomar un poco de valentía y me detuvo con un ademán para ser él el que tomaría la batuta del grupo. Leyó en voz alta lo que había inscrito en el cuadro digital:
"La luz posee una capacidad de llamar la atención tan poderosa, que nosotros, los seres humanos, hemos determinado a la velocidad con la que viaja como una característica única e inigualable de la luz; sin embargo, la luz y la oscuridad provienen de la misma naturaleza; es decir, la oscuridad también tiene una velocidad igual al de la luz. Así como el fuego se enciende y la luz se propaga, cuando no hay luz, la oscuridad reina en un abrir y cerrar de ojos. La cuestión es: ¿Qué es más rápido que la luz y la oscuridad? Si lo descubres, serás capaz de comprender estos dos elementos."
Al terminar la frase, súbitamente, un teclado digital se desplegó en la pantalla para anotar la respuesta. León me miró de vuelta, como si una preocupación más se añadiera a nuestra lista de preocupaciones. En ese instante, el reflejo del oro que había en la puerta desapareció por completo, y en su lugar, una luz intensa y brillante apareció en la manija antigua. Una luz como esfera, que se suspendió en el aire por un par de segundos, dándonos tiempo para preguntarnos qué sería esta vez lo que nos atacaría.
La esfera no creció ni se hizo mucho más intenso. Sin embargo, como el letrero nos había mencionado antes: la velocidad de la luz era inigualable. En ese momento, la esfera pequeña de luz comenzó a viajar de un lado a otro, rebotando por los cristales que reflejaban su propia luz, creando una ilusión óptica de que varios hilos de luz viajaban por todos lados, pero en realidad era una sola esfera pequeña de luz que provocaba un sinfín de líneas rectas que viajaban por toda la habitación. Pensé que aquello no era ninguna amenaza, pero cuando la esfera dio con Barry, el muchacho gimió de dolor y un hilo de sangre salió de su hombro. Aquello nos alertó a todos, porque entonces fue cuando comenzamos a correr de un lado a otro para evitar que la luz diera contra nuestros cuerpos, pero la esfera era tan rápida y fulminante, que cuando sentí cómo la pequeña esfera atravesaba un par de veces mi brazo y pierna, el dolor agudo se sintió como si una un par de pequeñas agujas hubiesen atravesado mi cuerpo.
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Aquello fue mucho más peligroso de lo que pensé. Nadie podía atacar a ciencia cierta la pequeña esfera, y nada podía detener el hilo de luz que iba llenando la habitación de pequeñas agujas tan alargadas como hilos tensados. Poco a poco nuestra vida iba bajando; noté que la vida de Zoey se iba tornando amarilla, en medio de un charco de sangre que se iba expandiendo debido a que varios hilos de luz la habían atravesado ya. Steven intentaba luchar con su arco de oscuridad en vano, ya que aquello no paraba para nada la velocidad de la luz o al menos hacía desaparecer sus hilos. El fuego de Cynthia o la gravedad de Helio tampoco eran de poca ayuda; la magia de Drew o mis flechas no fichaban siquiera a un objetivo en concreto. ¿Qué podía parar a esta luz que nos estaba matando conforme los segundos pasaban?
Noté que Tobias quiso atacar por la espalda a Paul; el enemigo pudo notar que el sujeto quería avivarse y asesinarlo, así que comenzó una pequeña lucha entre los dos, al mismo tiempo en que la luz también los atacaba. ¿Qué demonios estaba pensando Tobias? Realmente ahora no podía tener la oportunidad de pasar desapercibido, así como lo había hecho en la habitación pasada. Paul y compañía sospecharían ahora de Tobias, que abusó de la distracción de todos. Sin embargo, ese era un problema aparte, porque la luz no esperaba y no distinguía entre aliado o enemigo. Era la verdadera asesina entre todos nosotros.
— ¡Hikari! —Zoey comenzaba a tener la vida baja. La muchacha lanzaba hechizos a diestra y siniestra, desesperada de que aquella luz se desapareciera por arte de magia.
No supe qué responderle. En realidad, no tenía nada claro y por más que se me hubiese ocurrido algo, la velocidad de la luz iba a ser mucho más letal y rápida que mis propios pensamientos.
— ¡HIKARI! —Zoey comenzaba a gritar cada vez con más agonía— ¡No hay nada que pueda detener a la luz! ¡Nada!
Nada… realmente no había nada. ¿Qué era más rápido que la luz y la oscuridad? La pregunta era el punto clave para vencer a nuestro enemigo y la única respuesta que habíamos obtenido en cuestión de minutos era una: nada.
Brendan
La luz venía como cazadora, feliz de que su presa estuviese a su merced. En realidad, nada era sorprendente. La pequeña esfera de luz iba y venía por todos lados, esperando a que nos sometiéramos a su velocidad y poco a poco fuéramos perdiendo la barra de vida. May luchaba a diestra y siniestra con varios hechizos, contrarrestaba los hilos de luz que viajaban por la sala, hechizos de agua, de tierra, de fuego, de aire, pero nada podía detener la luz. Quería saber si en realidad el arco oscuro que Steven tenía podía ser útil en estos momentos, pero lo dudaba demasiado.
El letrero en el centro aún seguía desplegado, mientras el cursor parpadeaba esperando a que contestara la respuesta: ¿Qué era más rápido que la luz?
El cuerpo comenzó a dolerme, incluso mucho más que en la habitación pasada. El dolor era un sinfín de agujas que atravesaban todo mi cuerpo, como pequeñas estrellas que eran disparadas y el ardor hacía desesperar a mi cerebro. May finalmente gritó de dolor y no pude soportar aquello, así que me encaminé con dificultad hacia la pantalla digital, el teclado se desplegó frente a mí y se esperaba a que escribiera la respuesta correcta. Sabía que, si contestaba mal, algo malo sucedería, así que debía ser asertivo y pensar mi respuesta muy bien.
Cerré los ojos.
La vista se me había cegado por unos momentos debido a los hilos de luz que habían invadido la habitación. Gracias a esa ceguera momentánea, pude ver destellos blancos y de varios colores que inundaron la oscuridad de mi mente. De pronto, dejé de escuchar de nuevo o que me rodeaba para poder concentrarme y sumergirme en mis propios pensamientos.
En realidad, no estaba buscando respuesta alguna. Sólo venían a mí imágenes que se relacionaran con la luz. Entonces, recordé el momento en el que estaba en aquella cueva donde descubrí aquel acertijo; la luz de las antorchas viajaba por los pequeños cañales para formar a los tres pájaros Pokemon legendarios; esa luz del fuego que viajaba desenfrenadamente sin que nadie la detuviera, así como esa luz que viajaba a través de una noche estrellada y fresca a orillas del puerto de la Fortaleza Catarata; esa luz que viajó a través de una brisa y terminó en mis ojos; una luz que era el reflejo de los ojos carmesíes de Zinnia que brillaban en medio del horizonte oscuro del océano. Incluso, a través de la oscuridad ya sea de la cueva o de la noche, la luz no se detenía. La oscuridad no podía detenerla. En realidad, nada podía detener ni igualar la velocidad de la luz. Entonces… ¿por qué el juego quería una respuesta?
Abrí los ojos. Sabía la respuesta.
Dawn
Zoey gritaba de dolor. Estaba a punto de morir, así como todos los demás. Sabía qué contestar, y cuando me encaminé a pasos precipitados hacia la pantalla digital, el teclado se desplegó frente a mí para teclear la respuesta correcta.
No había respuesta correcta. En realidad, nada era más rápido que la luz y la oscuridad. No podíamos vencer aquella esfera.
Presioné el botón principal que significaba el enviar la respuesta. No había escrito nada siquiera. No había respuesta para ello. Cuando finalicé, la pantalla desapareció en un abrir y cerrar de ojos, y la esfera se detuvo súbitamente en el centro de la habitación, para elevarse y desintegrarse dejando rastros de partículas luminosas a su alcance. Nuestra vida se regeneró por completo, y el sonido de un cerrojo abriéndose nos indicó que la puerta voluminosa bañada en oro nos brindaba el paso hacia la última habitación: el Arco de Luz estaba a una habitación frente a nosotros.
Miré mutuamente a mis compañeros; sabía que podíamos ser más rápidos que Cynthia y Steven para obtener el Arco de Luz. Algo en la mirada de nuestros oponentes también les había hecho pensar aquello, pero antes de que alguien corriera hacia la puerta, una voz nos detuvo.
— ¡Nadie se mueva! —Paul era el que había interferido. Cynthia se sorprendió— ¡Tú…! ¡Tú los has matado!
Paul señaló a Tobias, y este hizo una mueca de disgusto cuando se dio cuenta de la habilidad que habíamos creado para asesinar a los beta.
— Hikari… —Tobias me había nombrado. Sabía que no había escapatoria, y era el momento oportuno para poder ir hacia la puerta y obtener el arco.
— Los has matado por una razón, ¿no es cierto? Cynthia, revisa la lista de tus amigos. Ellos no se encontrarán más en el juego —Paul era inteligente, aunque no se necesitaba serlo tanto como para suponer que Tobias se traía algo entre manos después de querer intentar matar a diestra y siniestra a todo enemigo sin propósito alguno.
Al desplegar la lista de sus amigos, Delos y Gaia ya no se encontraban ahí. Habían muerto. Aquello hizo titubear a Cynthia por un momento.
— ¿C-cómo es que…? —Por primera vez, vi los labios de Cynthia temblar debido a que jamás hubiera pensado que se pudiera matar a los beta. Por primera vez, Cynthia tenía un poco de miedo, y Steven también se había sorprendido por ello al notar que Sixto y Nívea no estaban.
— ¡Hikari, ahora!
No lo pensé más. Comencé a correr hacia la puerta, con Zoey, Barry y León siguiéndome los talones. Helio se apresuró a perseguirnos al igual que Paul no lo dudó a pesar de que él había hecho el descubrimiento.
— ¡Steven!
Cynthia tenía asuntos pendientes con Tobias, así que ella decidió quedarse mientras Steven también nos seguía la pista. Tobias intentó huir, pero Cynthia, Fausto y Fátima intervinieron en el camino tanto de él como de Drew, así que ambos quedaron a nuestras espaldas. Cuando volteé hacia atrás, noté el rostro de Drew. Al posar sus ojos con los míos, asintió de una manera que pude comprender que esta era su forma de redimirse por todo lo malo que había hecho. Enfrentaría él a Cynthia.
Steven había destensado una flecha oscura para evitar nuestra huida, pero había sido ya demasiado tarde cuando se abrió la puerta de oro y la flecha se estrelló contra la superficie de la puerta que poco a poco se estaba volviendo a cerrar. Por alguna extraña razón, la flecha de Steven no podía redirigirse ni podía explotar en llamas oscuras interminables en aquel lugar. Sabía que se debía precisamente a la extraña fuerza que se encontraba en la siguiente habitación.
Todos comenzamos a bajar de manera fugaz las escaleras, que con cada metro que descendíamos, el frío comenzaba a ser más intenso, pero la energía que presenciábamos iba siendo más extraña y poderosa. Algo había ahí dentro… algo que nos sorprendería. Finalmente, las escaleras últimas se terminaban a lo lejos, viendo cómo una luz al final del camino se extendía para permitirnos la entrada hacia una habitación misteriosa. Una luz de tonalidad pálidas y amarillentas…
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Brendan
Habíamos entrado. La habitación era mucho más extensa de lo que pensamos. El eco de nuestros pasos resonaba por el suelo de piedra, y unas escaleras de larga longitud se extendían hasta dar con un pedestal que tenía el arco más brillante y sin vida que pude haber visto jamás. Un arco sin vida porque aún no era poseído por nadie, pero sabía que, al momento de tocarlo, la luz brillaría y el poder se extendería sobre mí. Sonreí impacientemente, pero antes de salir corriendo hacia el arco, May me detuvo de la mano. Ella me señaló hacia la pantalla despegable que había en el centro de la habitación. Había estado tan concentrado en el arco que había omitido aquella parte.
"Felicidades. El Arco de Luz es tuyo. Si eres digno de comprender que la luz y la oscuridad tienen un equilibrio y una velocidad insuperable, sólo queda mencionar que también es relativa. Buena suerte".
Mis pupilas se dilataron ante aquello. Sabía que algo anda mal, y comprendiendo totalmente la naturaleza tanto de la luz como de la oscuridad, reconocía que habría problemas. Tomé inmediatamente la mano de May, que miró sorprendida mi cambio repentino de actitud.
— May, escucha… —comencé a respirar de manera abrupta.
— ¿Q-Qué pasa? ¿Qué quiere decir eso que leímos?
— ¿Recuerdas lo que platicamos antes de venir aquí? ¿Lo recuerdas? Bueno, pase lo que pase, quiero que lo que desees sea lo mejor para todos nosotros. ¿Entendido?
— ¿Qué? ¿Brendan? ¡BRENDAN!
Me alejé de May. Comencé a correr hacia las escaleras, y el eco de mis pasos preocupados zumbaron más en mis oídos de lo que pude soportar. Peldaño a peldaño iba ascendiendo, pero sabía que el tiempo se iba a acabar. Sabía que con cada segundo que pasaba, me acercaba más hacia el arco, pero al mismo tiempo, me acercaba más hacia la luz que era relativa. El tiempo se me acababa, y mis jadeos lo hacían notar. Faltaba poco, pero sabía yo que antes de poder tomar el poder, sería interrumpido. Sabía que no sería tan sencillo conseguirlo.
— ¡NOOO!
Mis manos estuvieron a centímetros de tocar el arco, pero detrás del arma ya se encontraba el misterioso Pokemon Legendario, Zapdos, que había estado inmerso en una oscuridad latente, y nos envolvió tanto a May como a mí en una onda eléctrica que inundó toda la habitación. La onda no nos hizo daño en lo absoluto, pero nos vimos inmersos en una ralentización del tiempo que hicieron mis movimientos mucho más torpes y eternos. Mis dedos se iban acercando al arco, pero parecía que siempre se estaban acercando hasta no llegar nunca a tocarlo.
Pasaron segundos; pasaron minutos; pasaron horas. Incluso, pasaron semanas en las que me mantuve en la misma posición. El estómago me rugía debido al hambre y mis labios se secaron debido a la sed. Sobre todo, me sentía atrapado en mis pensamientos que estuvieron así durante días. Deseé porque todo esto terminara; quería dormir, quería salir de ahí; añoraba por voltear a ver a May, que parecía también estaba pasando por aquel ciclo eterno de tiempo y espacio.
La luz era relativa. Si viajaba a la velocidad de la luz, si era la luz en sí misma, el tiempo sería distinto. Un segundo en la realidad era una hora en esta habitación. Y así, jamás podría obtener el arco, porque moriría antes de que pudiera vencer a mi propia tortura eterna…
Dawn
Entré en la habitación. Zapdos, el Pokemon legendario, se encontraba con sus alas extendidas al final de unas escaleras que daban hacia el Arco de Luz. Al haber entrado, sentí una energía extraña; sentí mi cuerpo mucho más lento y las palabras no podían salir de mi boca independientemente. Sentí el paso del tiempo más lento, pero antes de caer inmersa en algo que no sabía explicar muy bien, noté la presencia de dos personas que también habían estado en la habitación: Haruka y Brendan. Ambos estaban paralizados, pero tal parecía que seguirían así, porque aquella onda eléctrica que nos había alcanzado a todos al momento de entrar a la habitación nos ralentizó por completo.
Miré de reojo a Steven. Su cuerpo estaba inmóvil, pero algo lo diferenciaba del resto. Antes de quedarse por completo inmóvil para quedarse atrapado en un tiempo eterno, su posición había sido de ataque: había soltado una flecha oscura.
Quise gritar, pero mis cuerdas vocales no respondían. Sabía hacia dónde se dirigía la flecha.
Cuando Steven soltó la flecha, ésta actuó como si no hubiera relatividad en el espacio, porque la luz y la oscuridad eran el equilibrio y una complementaba a la otra. La flecha viajaba como si nada pasara; como si Zapdos no le hubiera afectado el ataque.
Antes de poder soltar los gritos de preocupación, la flecha había dado en el pecho de Brendan. Steven dibujó las comisuras de sus labios de una forma lenta y placentera. La flecha atravesó también al Zapdos, y aquello provocó que el poder de la relatividad se anulara por completo.
Mi grito finalmente se hizo presente. May también había gritado y todos en la habitación habían vuelto a la normalidad, pero con la sorpresa de que el Arco de Luz seguía intacto.
Acto seguido, Brendan se miró el pecho, observó a Haruka con nostalgia, y cayó por los pedestales de roca para explotar en pixeles. Había muerto.
Próximo capítulo: Mi misión
