Qué tal. Creo que como es usual, cada viernes de cuarentena vengo con un capítulo nuevo. Siento extraño que estoy acostumbrandome a esto de publicar consistentemente, jajajaja. Bueno, menos mal. También quisiera pedir una disculpa por no contestar los reviews. Lo haré tanto del cap 122 como del 123.
Guest1: f por brendan :v
dan: Muchas gracias. Me da gusto que gente de otros países puedan leer la historia. Saludos hasta Peru!
Patrick: Bueno, creo que no es una pena si ya leíste el 123 :v
Lixuniverse: No te dejaré esperando Lixu!
Maurt85: Muchas gracias por el review. De verdad estoy muy motivado a seguir y saber que esta trama enredada les guste a los lectores. Es muy complicado seguir después de varios capítulos, pero aquí esto quebrandome la cabeza por crear un humilde fic xD. Saludos.
Mant: Lo sé. También a veces pienso que los beneficio mucho, pero es parte de este mundo cruel llamado PBO. ¿Habrá alguien que los ponga en su maldito lugar?
Ytrio: No me gusta escribir muchas muertes viejo. A mi todas me duelen porque me encariño con todos :,( Y del harem, quien olvida a su primer amor está condenado a sufrir :v
Vlaren: Soy cruel, pero justo xD
Bueno, sin más los dejo con el capítulo. ¡Nos leemos!
[VIDEO 1: A dark Guardian (mix of "A dark Knight" and "A watchful Guardian"]
[VIDEO 2: Most Epic Music Ever: Light Of Hope]
[VIDEO 3: Pokemon Omega Ruby/Alpha Sapphire - Battle! Team Magma/Aqua Music (HD)]
[VIDEO 4: Sword Art Online Ost- Luminous Sword]
[VIDEO 5: Inception (Expanded Motion Picture Score CD1) - 04 Dream Is Collapsing]
[VIDEO 6: Ori And The Will Of The Wisps OST: Escaping the Sandworm (Extended Version)]
Capítulo 124
Caída Libre
Brendan
[VIDEO 1: A dark Guardian (mix of "A dark Knight" and "A watchful Guardian"]
Y ahí estaba Steven Stone. Uno de los líderes de uno de los cuatro gremios que más habían impuesto miedo en todo PBO; uno de los gremios que forzaba a todo jugador a unírseles para sobrevivir, o de otra forma, perecerían en el intento de rebelarse. No hubiera podido pensar jamás que finalmente yo estaba cara a cara, frente a un hombre que se encontraba nervioso y con el semblante más pálido de lo que hubiera imaginado. Su seguridad se había escabullido en un sitio desconocido; en su lugar, el misterio reinaba al ver que se enfrentaría contra su némesis: el Arco de Luz.
— Venga, muéstrame todo lo que tienes —mencionaba. Mi voz era apenas perceptible entre los relámpagos que nos rodeaban; sin embargo, la calma que yacía dentro del ojo del huracán nos hacía mantenernos tranquilos. Arriba, el Zapdos había desaparecido, pero de cuando en cuando se veía su sobra sobre el firmamento despejado de aquel círculo de paz. A los segundos transcurridos de que el ave se hubiera mostrado, se volvía a introducir en la tempestad del huracán y los relámpagos aumentaban.
— ¿Qué es lo que quieres? —pensé que su pregunta estaba un poco fuera de lugar, pero el sujeto hablaba en serio cuando le miré fijamente a aquellos orbes entre colores grisáceos y plateados.
— Salvar a todos a los que tienes bajo tu dominio.
— Te equivocas —mencionó con temple, mientras agarraba la empuñadura de su arco oscuro con más fuerza y cautela de lo que hubiera esperado— Yo no tengo a nadie bajo mi control. Ellos lo decidieron así, Ruby.
— Lo han decidido así porque no tienen otra alternativa.
— Por supuesto que la tienen, pero han decidido irse por el camino fácil. No muchos poseen ese espíritu de luchar por sus ideales como tú lo tienes. Es luchar por sobrevivir. Ellos, han decidido permanecer el resto de sus vidas aquí por no luchar.
— Confundes los conceptos, Steven. El miedo no te hace fuerte; el imponer reglas e infundir temor no te hace alguien digno de liderar un gremio. Sólo pretendes y finges que tienes el poder gracias a que lo obtuviste de maneras afortunadas, pero el esfuerzo no te merece. No has luchado por el poder.
— Mientes…
— …Y al no luchar por lo que quieres, terminarás sumiso y perdido. Te aprovechas de la gente perdida y confundida para que se unan a su causa, y ahí está tu error.
— Cállate…
—… puede que tengas el Arco Oscuro, pero ese poder no te merece, Steven. No has luchado por él, y cuando las oportunidades llegan sin haberse merecido, sólo traen consigo más ambición. La ambición trae miedo a perder las cosas obtenidas; el miedo, tergiversa el valor y el coraje; y cuando no tienes nada por lo que luchar, estarás perdido. ¿Estás perdido?
Los relámpagos resonaron en el ambiente. Sus ojos miraban hacia el suelo; tal parecía que estaba sumido en sus pensamientos.
— No… ¡Yo tengo el poder! Yo controlo a todo un gremio completo. Soy uno de los Cuatro Grandes.
— Y pronto dejarás de serlo.
— ¡NO!
La batalla comenzó más por su propio odio que por deseo de que comenzara. La flecha que destensó de su arco fue directo hacia mi sien, pero me agaché doblando mis caderas y rodillas; la flecha había ido con tal velocidad, que se pasó de largo cuando trató de cambiar su dirección. Cuando la flecha iba de nuevo hacia mí dibujando una trayectoria elíptica, lancé una flecha de luz hacia Steven. El hombre saltó por los aires con un par de volteretas sobre su propio eje, lo cual hizo que esquivara mi flecha de luz.
Cerré mis ojos un par de segundos. No vi nada, excepto una pequeña porción de mi propia aura carmesí viajar en la flecha de luz que había lanzado. Cuando noté aquello, sentí una extraña sensación; una parte de mí que se había extendido para viajar a una gran velocidad. Al sentir el control sobre mi propia aura, decidí redirigir la flecha de luz para que diera un giro pronunciado y fuera de nuevo hacia mi enemigo. Al abrir los ojos, sonreí al saber que podía redirigir las flechas justo como Steven podía hacerlo.
El de cabellos albinos abrió los ojos cuando notó que la flecha iba de nuevo hacia él; tuvo que contrarrestar mi ataque con una flecha que lanzó para desviar la trayectoria, ya que su cuerpo apenas estaba aterrizando sobre la tierra. Sin embargo, en lugar de desviar la trayectoria, sólo provocó una explosión de materia de luz y oscuridad que generó una onda de gravedad que lo lanzó abruptamente lejos de donde estaba; su cuerpo rodó por la tierra y no le permitió a la inercia del golpe ir más lejos, porque clavó su propio puño sobre las raíces del césped para detenerse abruptamente.
El sujeto jadeaba, pero no me permitió ver su disimulado cansancio porque de inmediato lanzó tres flechas simultáneas que iban hacia mí. Sin dudarlo, comencé a correr hacia la derecha mientras las flechas iban trazando una trayectoria diferente para seguir mi cuerpo. Al tiempo en que corría, agarré de mi carcaj tres flechas que palpé con mi tacto y las tensé de inmediato para apuntar al momento exacto en que las tres se cruzarían en el camino de sus otras tres flechas. Cuando supe que la intersección iba a ser la exacta, las lancé. Hubo explosiones de materia a lo lejos, pero yo me encontraba fuera de su alcance.
Sin embargo, aquello había sido una distracción, porque increíblemente Steven se había montado en una flecha oscura que había lanzado él mismo; la velocidad con la que corrió fue incluso mayor que la propia flecha. Al utilizarla como transporte para viajar hacia mí, me sorprendí bastante porque había sido una técnica nueva que jamás hubiera previsto. Aquello me tomó desprevenido y noté cómo el cuerpo de Steven venía tan rápido, que sentí un golpe sobre mi rostro tan profundo, que el sonido del golpe fue mucho más lento que mi cuerpo lanzado cual proyectil sobre la tierra, dejando a mi paso un hilo de tierra.
Al reincorporarme, noté la sangre sobre mi nariz y escupí debido a que también había estado sangrando en la boca. Mi vida había bajado, pero no le tomaba mucha importancia. Steven se había bajado de la flecha, que dio de lleno contra la montaña selvática que se encontraba detrás de nosotros y la explosión en llamas oscuras se hizo presente, ondeando la capa color vino del líder del gremio Alma de Piedra.
Ahora era el que yo jadeaba. Steven me miró de manera divertida, porque sabía que aún había muchos trucos que tenía que descubrir sobre las flechas. Sin embargo, lo que él no sabía, es que la propia naturaleza de su arco también era la mía. Podía copiar sus técnicas.
El rugido del Pokemon eléctrico legendario se hizo presente; volteé hacia arriba, pero sólo pude ver una pequeña sombra negra dentro del ojo del huracán. Súbitamente tuve una idea: atraería el peligro hacia nosotros.
Lancé una flecha hacia Steven, pero antes de que el sujeto pudiera hacer algo, comencé a correr lo más rápido que pude, tanto así que las energías de mis piernas sintieron el abrupto esfuerzo. Me monté sobre la flecha, que apenas era un hilo de luz que viajaba a una velocidad increíble. Sentí el equilibrio perderse en mis rodillas durante un instante, pero sabía que el haber andado en patineta en la vida real me serviría de algo en mi maldita vida. Mantuve el equilibrio sobre la flecha; Steven se sorprendió al ver que también podía copiar sus técnicas, pero fue lo suficientemente rápido como para hacerse un lado cuando mi propio cuerpo montado en la flecha le rebasó. Fue entonces que redirigí la flecha de luz hacia arriba, de una manera no tan pronunciada como para caer de ella. Fui ascendiendo gradualmente hacia el cielo, mientras me alejaba de mi contrincante.
A medida que avanzaba hacia el cielo, sentía el frío colarse por entre mi piel y mejillas, pero aquello no me importaba. Al mirar hacia abajo, noté que Steven también se montaba en una de sus flechas y comenzaba a seguirme, hasta que finalmente, me detuve sobre lo más alto de aquel huracán. Pude ver cómo las nubes se arremolinaban en el límite de la troposfera. Cuando volteé hacia más arriba, pensé que la estratósfera se haría presente, pero aquello era un juego virtual y supuse que el cielo seguía hasta el infinito. A lo lejos, mucho más allá de mi vista, la sombra del Zapdos se hacía presente, que parecía estar viajando en los alrededores de todo el huracán que cubría la tierra y el océano. Quise ver si la flota de Sabrina o el ejército aéreo de Pegaso se encontraban mucho más allá de la Isla Neutral, pero sólo veía extensiones de nubes grisáceas, el volcán rugiendo de la Isla Hi, y una pequeña niebla más allá que parecía ser de la Isla Koori. El huracán cubría la mayor parte de la Isla Kaminari, seguido de extensiones interminables de océano que cruzaban horizontes.
Steven llegó a mi posición. De pronto, nuestras flechas se suspendieron en el aire mientras soportaban nuestro peso. Gracias al perfecto control de nuestras auras, las flechas parecían tener vida y podían mantenerse flotando, a pesar de que su trayectoria había desaparecido, al igual que su velocidad. El hombre me miró de una manera un tanto déspota.
— Mis esfuerzos han valido la pena —su voz era ahora el único sonido que gobernaba en los límites del firmamento, mientras los relámpagos eran apenas perceptibles por debajo de nosotros— No puedes venir y decir que no me he esforzado, cuando sé perfectamente las cosas que he hecho pare llegar hasta donde he llegado.
— Tienes razón —dije con seguridad— No soy quién para decir qué está mal y qué no. Sólo me pareció algo inocente de mi parte hacerte entender que el esfuerzo no cabe en el mismo concepto de hacer las cosas incorrectas.
— Ambos tenemos diferentes puntos de vista sobre lo correcto y lo incorrecto, Ruby. Tu opinión vale una mierda en mis ideales.
— Y a pesar de ello, veo que te afecta. ¿Por qué? No veo que estés en armonía contigo, Steven. ¿Qué es lo que te mantiene tan preocupado?
— He de confesar que este arco ha sido un regalo de Giovanni —miró al arco que mantenía con fuerza sobre su brazo derecho— Pero, antes de ello, tuve que pasar por varias pruebas en PBO que nadie podría imaginarse. Cosas que me pusieron a prueba; cosas que me mostraron que era digno de poseer este arco. Sí, he matado, he traicionado, pero todo lo hago por sobrevivir, por reinar, por valorar mi vida. El que no se adapta, no es digno de estar en un juego que va cambiando y va evolucionando.
— Adaptarse no significa sufrir. Hacer sacrificios no significa traicionar tus principios y a la gente que alguna vez te defendió. Te has abandonado a ti mismo, y eso es el principio de tu decadencia.
— ¿Decadencia? Estoy en lo más alto —Steven abrió los brazos, riéndose de que irónicamente también estaba en lo más alto del firmamento— Soy líder de un gremio; soy uno de los cuatro jugadores más poderosos; nadie puede derrotarme; incluso, he obtenido todo lo que quiero. Desde el arma que quise, hasta la chica que quise, Ruby.
Aquello me hizo perder el semblante inquieto.
— No creas que no sé que sientes algo por aquella pequeña estúpida esclava de arena. Pude notarlo en tu mirada cuando fuiste a rescatarla. Sí, fue un gran beso, más placentero de lo que pude haber previsto. De cualquier manera, ella estará muerta antes de que te des cuenta. Todos aquellos que alguna vez han osado subestimarme y me han tomado como un estúpido, estarán muertos antes de que puedan hacer algo por este juego…
Miré al Zapdos, que había estado dando vueltas por todo el cielo, descargando una furia incontrolable sobre las nubes densas y grises. Alimentaba al huracán con relámpagos que apenas duraba su luz un instante. Una luz que me había abierto la mente; una luz que ahora era de mi posesión. Si el Arco Oscuro podía incendiar de manera incandescente todo a su paso, ¿cuál era la característica particular del Arco de Luz?
—… Y sino me crees, mira a tu alrededor. ¿Qué ha quedado de ese gran ejército que mandaron a esta isla? ¿Qué ha sucedido con tus líderes? ¿Cuántas bajas han tenido y cuánto sufrimiento han pasado? La esperanza está muerta; nosotros, los cuatro gremios más grandes de PBO, controlamos esa esperanza.
La luz, mi Arco de Luz, controlaba la luz. Era algo tan sencillo como eso, pero a la vez tan oculto que jamás pude haberlo adivinado hasta comprender toda su naturaleza. La velocidad, la relatividad, el equilibrio. La luz era ahora mía, y podía aprovecharme de aquello. Podía incrementar el poder que había adquirido de manera exponencial.
— Dices tener bajo tu control la esperanza —mencioné mientras tomaba lentamente una flecha de mi carcaj de luz— Dices tener el poder y la soberanía de un pueblo virtual que sólo te tiene miedo; dices que nosotros hemos venido hasta aquí a costa de un número considerable de bajas. Pero, Steven, nuestro objetivo no sólo fue obtener este arco; nuestro objetivo, fue infundir el temor en ustedes, los que se hacen llamar "Los Cuatro Grandes". Y antes de que tú y los otros tres se den cuenta, el miedo ya les habrá invadido y los habremos vencido. Puedes matar una y otra vez la esperanza en cada jugador, pero ésta resurgirá como una pequeña luz en medio de una absoluta oscuridad. Tus días de reinado han acabado, Steven. Marca mis palabras…
[VIDEO 2: Most Epic Music Ever: Light Of Hope]
Aquello enfureció por completo al sujeto, que en ese momento sonrió de manera victoriosa. Su actitud me preocupó, pero había sido demasiado tarde para voltear a ver que una flecha oscura yacía flotando detrás de mí. Cuando Steven controló la flecha para que fuera hacia mi columna vertebral, fue el momento de destensar mi flecha y experimentar el poder particular de mi Arco de Luz.
Sentí el dolor de la flecha oscura concentrarse en mi espalda, pero en ese momento destensé la flecha de luz. Su trayectoria iba hacia Steven, que simplemente se dejó caer sobre el centro del ojo del huracán para evitar ser herido por mi flecha. Yo comencé a caer de igual manera por la herida que tenía sobre mi espalda y el fuego oscuro que comencé a experimentar sobre toda mi piel. El dolor era agudo y torturador, pero por alguna extraña razón, mi cuerpo y mi aura estaban mucho más concentrados en la caída libre que estaba teniendo. Una caída que iba en el mismo eje tanto de la flecha de luz como del cuerpo de Steven.
Tres trayectorias en un mismo eje. Todas descendiendo sobre el ojo del huracán a una velocidad no mayor a la de los relámpagos que se generaban sobre el ambiente. Tres trayectorias que podían correlacionarse perfectamente. Tres trayectorias, que fueron testigos de cómo mi cuerpo se convertía en materia de luz, viajaba a una velocidad parecida, y era substituida por la flecha de luz, que estaba ya a pocos metros de Steven Stone.
Si el Arco Oscuro podía encender llamas interminables, el usuario del Arco de Luz podía viajar a la velocidad de la luz y reemplazar sus flechas por su propio cuerpo.
Steven abrió los ojos de par en par. Su sorpresa no podía caber en palabras.
— Nosotros somos la luz; nosotros, Steven, somos la esperanza.
A centímetros de su rostro, destensé una flecha de luz que dio de lleno justo sobre su pecho. El hombre explotó en pixeles que permanecieron suspendidos en el firmamento, mientras yo seguía cayendo de manera gradualmente más rápida. La caída libre iba aumentando, así como las llamas oscuras que sentía sobre mi piel. El dolor era agudo, pero comprendía perfectamente que lo único que podía apagar la oscuridad era la luz.
Lancé una flecha hacia el cielo, la redirigí y de pronto me coloqué de espaldas al firmamento. La flecha dio de lleno contra la herida de mi espalda. Aquello había cesado con las flamas oscuras, pero ahora mi vida había estado bastante crítica por haberme dañado y mismo. Ciertamente que no coloqué todo el poder de mi aura sobre la flecha, pero fue lo suficiente como para apagar las llamas. Mi vida estaba en rojo y ahora estaba lo bastante débil como para poder hacer algo. El impacto del suelo iba a dar de lleno contra mi inminente muerte.
Al cerrar los ojos, dejé de sentir por un momento el revoltijo en el estómago. La caída libre había cesado, y ahora me encontraba avanzando hacia arriba y sobre el ojo del huracán para evitar la tormenta que yacía más abajo. Zapdos estaba lo bastante alejado como para atacarme, y poco a poco, iba acercándome hacia la costa sur de la Isla Kaminari, donde se supone nos encontraríamos con el escuadrón de retirada.
— Gracias, amigo —le mencioné a mi Flygon, que había presenciado el peligro y me había salvado del impacto en el suelo. Flygon respondió con un pequeño rugido de afecto.
Sólo esperaba, con toda la esperanza posible que, en la costa sur, May y los demás hubieran llegado a salvo.
May
Los cielos eran estrepitosos; los relámpagos iban amenazándonos sin piedad alguna. Apenas habíamos durado un par de minutos en el cielo, y no podíamos atravesar el cúmulo de nubes para ascender a una zona más segura, porque entre más nos adentrábamos a la densidad del huracán, había más probabilidad de que los relámpagos acertaran con nosotros.
Barry realizó una maniobra con su Staraptor, provocando que Zoey casi se cayera del lomo del pájaro Pokemon. Sin embargo, habían esquivado un rayo que por poco daba con ellos. Nuestra velocidad era más rápida que de costumbre, por lo que en cuestión de minutos habíamos llegado a la pradera donde había luchado todo nuestro escuadrón en un principio. Sin embargo, el terreno estaba completamente inundado de lluvia y truenos. De alguna u otra forma quise buscar a mi padre en aquel sitio, pero sabía que no iba a encontrar a nadie. Sólo tenía la esperanza de que nos estuviera esperando en la costa.
— ¡Cuidado!
La voz de Zoey me alertó. Cuando volteé hacia arriba, un relámpago se había cruzado en mi camino. Fui lo suficientemente rápida para alzar mi Báculo de Luz que llevaba colgado en la espalda, y el arma pudo absorber un tanto de aquella electricidad, pero no la suficiente como para invadirnos tanto a mi como a mi Beautifly. Sentí la electricidad viajar en todo mi cuerpo y descendí bruscamente hacia la pradera. La lluvia golpeaba contra mi rostro bruscamente, y el olor a quemado se podía presenciar en el frágil cuerpo de mi Pokemon insecto. Cuando aterrizamos en la tierra, sentí el golpe del suelo impactar contra mi cuerpo, lo cual fue mucho más doloroso de lo que pude haber creído. Sin embargo, después de unos segundos sufriendo sobre el suelo, me reincorporé aun con dolor para ver si mi Pokemon se encontraba bien. Había explotado en pixeles, así que no había ningún remedio más que seguir corriendo por la pradera hacia la costa sureña de la isla.
Barry y Zoey me socorrieron, pero antes de intentar subirme al Staraptor, que tal vez no podría aguantar tres cuerpos sobre su espalda, noté más allá arriba en el cielo una silueta que de igual manera esquivaba los rayos. Se trataba de Paul, que nos había estado manteniendo la pista y seguramente nos mataría en cuanto tuviera un considerable alcance.
— Tendremos que pelear… —Avisó Barry.
Antes de que pudiera reclamar ante aquello, sentí que el suelo comenzaba a desmoronarse. Al bajar la mirada, el césped comenzaba a desmoronarse debido a la lava que surgía de las grietas de la tierra. Una lava que ciertamente me alertó que no se trataba de algún volcán, o que venía directamente del núcleo de la tierra. Cuando volteé más a lo lejos, Magno se cruzaba entre mi camino y la costa. El hombre parecía un ser fuera de su cordura normal bajo la luz de los relámpagos, mientras la mitad de su rostro había estado totalmente desfigurado y calcinado debido a que en su batalla anterior había recibido el poder de mi Báculo Infinito. La risa que Magno articulaba me indicaba que no tenía tan pasivas intenciones como en la batalla pasada. Estaba mucho más furioso y sediento de venganza.
— Vayan a la costa —les ordené a Barry y Zoey. Paul se iba a acercando a nuestra posición, así que no hubo tiempo para reclamar, porque cuando mi mirada se encontró con la de Barry, él supo que tenía la determinación para asesinar a aquel hombre de lava. Lo más importante ahora, era la seguridad de por lo menos alguien que pudiera salir sano y salvo de la isla. Barry asintió, y le ordenó a su Staraptor que emprendiera el vuelo. Paul pasó de largo sobre mí y Magno, siguiendo la pista de Barry. Cuando estuvimos a solas ambos contrincantes, los relámpagos, así como el rugido de un Zapdos furioso se hicieron presentes.
[VIDEO 3: Pokemon Omega Ruby/Alpha Sapphire - Battle! Team Magma/Aqua Music (HD)]
Estaba lista. Cualquier obstáculo que se cruzara en mi camino para llegar a mi meta, estaba lista para afrontarlo. Mi respiración fue calmada; tomé una gran bocanada de aire, y agarré mi báculo de mi espalda, para colocarlo firmemente sobre la tierra, de la cual comenzaba a salir lava lentamente.
— Maldita perra bastarda… —la voz de Magno tenía un ápice de desesperación; estaba realmente furioso por haber perdido ayer contra mí. Al parecer, no soportaba bien la derrota.
— Jirachi… —hablé con el báculo; sentía la energía fluir por todo mi cuerpo y extenderse hacia el arma. Un año de entrenamiento; un año de aprender a controlar el aura a tal punto que podía extenderla hacia mi arma; un año de aprender a luchar contra Pokemon megafusionados y con contrincantes como aquellos.
De un momento a otro, Magno comenzó a derretirse. La ira que fluía por sus venas se había convertido físicamente en lava, llegando a un límite que jamás pensé que el sujeto iba a alcanzar. Estaba claro que no iba a subestimarme, porque antes de que iniciara la lucha, el sujeto ya había convertido todo su cuerpo en una escultura de lava que iba derritiendo la tierra a su paso. Su rostro se desfiguró por completo, así como sus extremidades también lo hacían. Era un molusco de lava que iba aumentando la temperatura de todo el lugar, así como partiendo la tierra y de ella salía la furia del manto de la isla. Su ira había despertado totalmente su aura; un despertar de un aura enemiga que parecía una desventaja. En el momento menos adecuado, el sujeto había podido despertar su poder al punto en que él mismo junto con su magia se habían fusionado en uno mismo. Una situación que, para cualquier otro jugador, hubiese sido una desventaja. Sin embargo, para mí, había sido el mejor momento para probar mis habilidades.
Estaba cansada de ser débil. Era momento de luchar.
— Ahora…
Me encaminé hacia Magno a una velocidad inigualable. Mis pies fueron apenas un susurro del viento que apagaba cualquier atisbo de llama, mientras que Magno veía cómo me estaba acercando. Cuando estuve frente a él en un abrir y cerrar de ojos, tracé un dibujo en el aire con mi báculo, lo que ocasionó que una luz brillara desde la punta de este. La magia que contenía era bastante, provocando que una porción voluminosa de tierra se alzara en el punto donde Magno estaba alzado. La fuerza con la que la tierra le golpeó fue tal, que el sujeto salió disparado hacia arriba, salpicando grandes gotas de magma por doquier. Me alcé volando por los aires, realizando un trazo horizontal con el báculo. Aquello generó una gran ventisca de aire, que atrapó a Magno en un tornado que lo mantuvo con giros interminables. Su lava comenzaba a enfriarse.
Acto seguido, cerré los ojos y concentré toda la magia posible sobre la punta del báculo. La lluvia se detuvo durante unos instantes. Sentí cómo cada gota en un perímetro cercano a mí se detenía, como si el tiempo se hubiese parado por completo; cada gota estaba a mi disposición; cada elemento lo tenía controlado bajo mi báculo y mi magia. De un momento a otro, las gotas se solidificaron en pequeñas agujas de hielo, y con un efecto gravitatorio, estas fueron directo hacia Magno, que recibió las estalagmitas de hielo y la sangre comenzó a salir de su cuerpo magmático.
— ¡BASTA!
Pensé que había tenido todo bajo control, pero de un momento a otro, su magma aumentó al punto en que el sujeto se convirtió gradualmente en una esfera de magma que se densificó hasta ser apenas una pequeña canica de magma. Entonces, antes de que me hubiera dado cuenta, la esfera explotó y liberó toda la energía condensada en la esfera, provocando una explosión magmática que dio contra mi cuerpo y sentí las quemaduras en todas partes. Salí disparada arrastrando conmigo césped y tierra. De un momento a otro, cuando quise reincorporarme, noté que había soltado mi báculo, que se encontraba a unos metros alejado de mí. Sin embargo, aún no podía reincorporarme por completo, porque sentí un dolor intenso sobre mi pierna. Cuando me di cuenta de ello, noté que mi pierna había sido quemada de gravedad, y mi vida bajó hasta la mitad.
No sé cuándo pasó, pero Magno ya se encontraba frente a mí, y me levantó del cuello; me comenzó a faltar el aire y comencé a patalear debido a la falta de oxígeno. Mis ojos esmeraldas y sus ojos oscuros se miraron fijamente, como dos enemigos que habían creado un lazo de rivalidad desde hace mucho tiempo. Noté en su mirada un odio, pero al mismo tiempo un placer por tener frente a él la oportunidad de torturarme hasta la muerte. Mi báculo estaba del otro lado, y claramente no podía alcanzarlo bajo ningún método. Estaba indefensa.
— Tú y tu gente aún no entienden que esto no es un simple juego —su voz era grave, seria y despiadada. Había perdido totalmente la calma que le había caracterizado en aquel puente en donde Brendan le hirió con el relámpago— No entienden que su gente no tiene oportunidad. No tienen idea de que los débiles no pueden sobrevivir por sí solos; deben unirse a los más fuertes y a los que infunden temor. Deben adaptarse o morir.
Quise agarrar una pizca de oxígeno. Mi vida iba bajando. No podía pensar en otra cosa. Tomé su gigantesca mano con la que me sujetaba el cuello y quería zafarme de ella, pero su fuerza era superior a la mía. De pronto, noté que, bajo mis pies, la tierra se había partido por completo. El césped, el lodo y la lluvia caían en un abismo donde al final, varios metros más allá, se encontraba un río de magma que sólo anunciaba un infierno de muerte y caos. Las temperaturas del sitio aumentaron considerables cantidades; el sudor, las lágrimas, el dolor y los deseos de vivir inundaron mi cuerpo.
— Pobre cría indefensa —Magno rio; la comisura de sus labios había provocado un gesto totalmente atemorizante; sus ojos bajo la luz del magma hacían un semblante mucho más temeroso, así como el cabello quebrado rojizo que hacía juego con la maldad de su magia de magma— Sin tu báculo no eres nada. Sin tu magia, no eres nadie. Caerás y el último pensamiento que tendrás antes de hundirte en el magma será esa gente que quisiste, y que ahora está muerta. Han venido por nada, y han muerto por nada. Han perdido. Si desde la primera oportunidad que se les dio de unirse a la gente poderosa, lo hubieran hecho, no estarías a punto de morir. Ahora, muere, maldita bastarda.
Antes de que me hubiera soltado para sufrir una caída libre, a mi costado, unos metros más alejado de mí, el Báculo Infinito se tambaleaba a orillas del precipicio que Magno había generado. El báculo cayó al compás de mi caída, y sólo sentí los revoltijos de mi estómago, así como el intenso calor que sufrió todo mi cuerpo a medida que iba desapareciendo en un abismo infernal.
Estaba cansada de ser débil. Estaba cansada de tener una caída libre hacia la perdición. Estaba cansada de que la gente me sobreprotegiera y me dijera lo que tenía que hacer.
Toda mi vida había sacado buenas calificaciones para complacer a mis padres; había sido los reflectores de varias personas en cuestiones académicas; si cometía un error, me lo hacía notar un sinfín de veces hasta que mi autoestima se bajaba por completo; no tenía permitido equivocarme; no podía salirme de los límites establecidos que mis padres consideraban correctos; no podía salirme de la tangente en la que se me aseguraba una vida exitosa laboralmente; y sin embargo, con todo el bien que mi familia quería para conmigo, yo no era feliz.
Estaba harta disimular alguien que no era; alguien que pretendía ser feliz; alguien que hacía cosas que no le gustaban; estaba harta de ser débil incluso bajo la mirada severa de mi padre y de mi madre; incluso en Pokemon Battle Online, estaba harta de ser débil ante los enemigos que infundían temor; me había esforzado tanto en la escuela, como este año en el gremio Mega, para que los errores me golpearan en el rostro como un balde de agua fría. Malas calificaciones; derrotas contra jugadores más fuertes que yo. Muerte, dolor, agonía, tristeza. Sentimientos que había tenido hasta el día de hoy.
Era momento de cambiar.
Era momento de caer libremente hacia la esperanza.
[VIDEO 4: Sword Art Online Ost- Luminous Sword]
Antes de tocar el río de magma, realicé una magia de gravedad que atrajo el báculo, que también había estado cayendo libremente. Una vez que agarré firmemente el báculo, sentí cómo el aura en mi alma fluía de una manera inigualable a la de hace un par de minutos. El peligro, la sensación de morir, los deseos de vivir, el objetivo de salir de este juego de una vez por todas, y la ambición de superarme día con día se habían transformado en un poder aural tan completo que, al momento de tocar mi báculo, me detuve a unos centímetros de tocar el río de magma. Mi cuerpo comenzó a flotar de manera abrupta, y poco a poco comencé a ascender por el infierno creado por Magno. La tierra se estaba cerrando; la fisura se volvía cada vez más estrecha, y apenas un hilo de luz se colaba por una oscuridad de fuego y agonía.
Salí de aquella fisura que apenas se cerró por completo. Cuando Magno, que ya se estaba encaminando hacia la costa sur, volteó para presenciar que mi cuerpo yacía flotando ilesa sobre la pradera, y sus ojos se abrieron de par en par.
— Tu gente no comprende, que todo tiene un final —mencioné. Cuando abrí mis ojos, mis orbes habían desaparecido para ser sustituidos por luz. Mi magia estaba rebasando sus propios límites de MP. Jirachi y el Báculo Infinito habían llegado a un punto en donde podía controlar toda la magia posible. Magno comenzó a ser atraído hacia mi figura, totalmente paralizado y ante mi merced— Tu gente no entiende que el miedo y el caos que generan será siempre eclipsado por un rayo de esperanza. Mientras haya una persona que desee un cambio, que desee una luz, que desee la paz, todo ese mundo de oscuridad se verá afectado. Incluso en la peor de las oscuridades, mientras haya una estela de luz mínima, habrá salvación.
Magno no podía hablar; había estado totalmente petrificado. Mi cuerpo completo se convirtió en una estela mágica de luz, y a su tiempo, toda la lluvia del perímetro de la pradera se paralizó para comenzar a arremolinarse gradualmente en lo que se iba convirtiendo una ola amenazante. Al mismo tiempo, un tornado se produjo en nuestras dos siluetas, enfriando el cuerpo de Magno a tal grado que su magma comenzó a enfriarse para convertirse en piedra magmática. Una enorme ola yacía a mis espaldas, producto de toda la lluvia que el huracán había causado. Lianas que salieron de la tierra sostuvieron las extremidades de Magno, que al mismo tiempo sufría el enfriamiento que el tornado le ocasionaba. La ola nos pegó a ambos, pero yo yacía inmóvil y sin daño alguno. Cuando el agua hizo un estrepitoso contacto con él, su cuerpo entero se convirtió enteramente de piedra. Todo él, de un momento a otro, se había teñido de piedra excepto sus ojos, que habían temido el poder que había conseguido. Sus ojos suplicaban piedad y deseos de no morir, pero había sido demasiado tarde.
— La esperanza se mantiene al último.
Mi báculo de luz terminó con su vida al clavarle la punta sobre su abdomen. La escultura de piedra de Magno se rompió en miles de pedazos magmáticos, que de pronto se convirtieron a su vez en estelas de pixeles.
Había vencido; había tenido el control total y el despertar completo de mi aura. Haruka, "la Maga Esmeralda", ahora teñía las esperanzas de un esmeralda diferente. Una luz esmeralda que, ya sea por el despertar de mi aura o por el flujo de esta, había convertido aquella luz blanca del Báculo Infinito en colores verdes incandescentes.
Tobias
Tomaba grandes bocanadas de aire; mis pulmones, por haber estado tanto tiempo en el agua, habían ansiado tanto por el oxígeno, que cuando salí a la superficie sintieron el aire como un gran alimento que habían querido toda su vida. De pronto, el cansancio me invadió y tuve que nadar ante la corriente del océano y de las olas que iban y venían por el sitio. A lo lejos, había divisado la costa y me encaminé hacia allá para descansar. No tenía Pokemon de agua; en realidad, no tenía ningún Pokemon más que Darkrai. La tormenta alimentó más la furia del océano, y cuando finalmente sentí la arena sobre mis pies, agradecí aquello y poco a poco me fui adentrando hacia la costa, con el agua revolcándome sobre mi propio cuerpo. Salí a rastras, tosiendo y escupiendo el agua salada que se quería infiltrar en mis pulmones. No tenía tanto tiempo para descansar; la costa en la que me encontraba claramente no era la sureña, porque no se divisaban a lo lejos las tropas tanto de Sabrina como de Pegaso. ¿Dónde estaba? ¿En qué parte de la Isla me encontraba? No lo sabía, y lo único que podía hacer ahora era encaminarme hacia el centro de la isla, reorientarme y dirigirme hacia allá cuanto antes. No tenía tampoco algún Pokemon volador que me dirigiera hacia allá; no tenía algún Pokemon terrestre. Sólo tenía a Darkrai. Él era el único Pokemon oscuro que me había hecho compañía después de todas las tragedias que había pasado tanto en mi vida real como en PBO.
Tenía que encaminarme. Tenía que apresurar el paso. Corrí por la arena, dejando huellas a mi paso que eran borradas tanto por el océano como por el torrencial de lluvia que caía por el sitio. Las nubes se condensaban cada vez más, y el horizonte del océano era difícil de divisar debido a toda el agua y los relámpagos que había en el cielo. Súbitamente, un relámpago cayó cerca de mí, dando de lleno en uno de los árboles selváticos que había más adentro de la isla. El fuego se esparció hasta apagarse en la arena.
Me asusté un poco. Tenía que correr; tenía que escapar. Entonces, otro relámpago dio de lleno cerca de mi perímetro. Esta vez, había estado mucho más cerca de mi posición. El fuego se hizo presente durante unos instantes, pero se apagó cuando sintió la presencia de la lluvia. El rugido de un Pokemon colosal se hizo presente en el cielo. Volteé hacia arriba, pero no podía divisar si se trataba de un Pokemon poderoso o no; sin embargo, sonaba a un Pokemon totalmente colosal. Otro relámpago; cada vez, la puntería iba siendo más cercana a mi posición. Mis oídos se llenaron zumbidos debido a la gran potencia sonora con la que los relámpagos habían caído cerca. De un momento a otro, dejé de escuchar a mi alrededor. Otro relámpago, pero este era diferente. Era mucho más frío, más rápido, de diferente color. Un azul índigo que cegó mi vista, un relámpago seco y que fue sustituido por una silueta que se interpuso en mi camino. Cynthia estaba envuelta en pequeñas flamas azules, y su sonrisa maniática me tomó por completa sorpresa. Aquellos ojos fuera de su propia órbita y la risa que produjo me hicieron sentir una punzada de nerviosismo. Me tomó por el cuello, y la lluvia recorrió nuestros rostros, siendo testigo de cómo la mujer había perdido la cordura.
[VIDEO 5: Inception (Expanded Motion Picture Score CD1) - 04 Dream Is Collapsing]
— Estás muerto, bastardo.
Ciertamente, lo que hubiera hecho Drew para retrasarla la había sacado de sus casillas, y de alguna manera no había funcionado porque ahora me tenía entre sus manos. El oxígeno me faltó porque sentí como me elevaba del cuello y mis pies colgaron sobre el aire. Entonces, sonreí a pesar de que mi rostro estaba un tanto cansado y demacrado.
— Tú… tú estás muerta…
Cerré los ojos. "Darkrai…"
Cuando los abrí, mis pupilas habían aumentado de proporción. Mis ojos se habían tornado totalmente oscuros, y mi cara había estado mucho más sombría. Sin embargo, mi intención no había sido atacarle. Podía haberlo hecho y matarle en cualquier segundo, pero mis deseos de torturarle mentalmente eran mucho más placenteros que con cualquier otro jugador. Ella era uno de los Cuatro Grandes, y así como con Lance, ella debía sufrir. Cuando toqué su frente con uno de mis dedos, todo desapareció de manera inesperada.
El ambiente había sido sustituido por oscuridad plena. Nuestros dos cuerpos yacían suspendidos en la nada, mientras Cynthia miraba hacia todos lados para darse cuenta de que nos habíamos teletransportado a otro sitio.
— ¿Qué… qué es esto? —cuestionó bastante confundida.
Mi silueta ya no era la misma. Ahora, me había convertido en una especie de humano que se había fusionado con Darkrai. Ahora, el Pokemon había tomado el control entero de mi cuerpo y mi mente. Ya no podía controlar lo que hiciera en aquel sitio; sólo me dejaría llevar con las decisiones que el Pokemon oscuro tomara. Había perdido la consciencia, pero el Pokemon seguía controlando mi cuerpo.
El ambiente se transformó.
— Estas son tus peores pesadillas.
Cynthia se dio cuenta del ambiente en el que estaba. Se había reincorporado en lo que era ahora un pasillo bastante tranquilo. A lo lejos, había ruido y risas. Cynthia se sorprendió al ver que se trataba de que al final, un pequeño muchacho reía mientras jugaba con un pequeño automóvil de juguete. A su costado, otra silueta que parecía ser el padre, complementaba su diversión con otro automóvil de diferente color. Ambos sonreían y disfrutaban del pequeño momento, mientras la rubia yacía al final del pasillo. Cuando el niño y el hombre miraron hacia Cynthia, ésta se quedó estupefacta.
— ¿Qué haces? —me mencionó.
— Estoy en tu mente. Me he metido a tus más grandes miedos…
Darkrai era el que hablaba. Su voz había tergiversado la mía, sonando mucho más macabra y distorsionada. Sus pupilas negras se cerraron debido al gesto divertido que estaba haciendo cuando vio que Cynthia comenzaba a temblar debido al miedo.
— ¡Cyn…! —el hombre se levantó cuando le vio al final del pasillo— Ven a jugar con nosotros.
— Mami… —el muchacho se levantó, y cuando Darkrai miró el rostro del niño, éste se sorprendió.
Cynthia me miró de vuelta. Por primera vez, pude ver una lágrima caer de su rostro. Aquella rubia, aquella maga, aquella líder que había impuesto temor en PBO, también tenía debilidades mentales. También podía desmoronarse en cualquier segundo si sabían dónde y cómo tocar su punto más débil. Podía romperse, podía nublarse, podía debilitarse.
Cynthia comenzó a caminar hacia el final del pasillo. Ese era el plan. Darkrai sabía que, si iba hacia sus más grandes sueños y anhelos, que al mismo tiempo eran también sus más grandes pesadillas, estaría totalmente perdida. Cynthia, con cada paso que avanzaba, se estaba acercando a una tortura mental y a una perdición infinita que la llevaría a la muerte. La rubia alzó la mano, mientras oía la risa de su familia.
— Eso es…
— ¿Qué celebras?
La respuesta venía detrás de Darkrai. La voz estaba justo detrás de su oreja, lo cual no podía comprender en lo absoluto. Cuando se dio la media vuelta, Cynthia yacía inexpresiva. Darkrai volteó de nuevo hacia el final del pasillo, pero la familia de la maga ya no se encontraba ahí. Todo este tiempo, Cynthia había estado en total control de la situación. Simplemente, la rubia estaba jugando con todo aquello.
— Imposible…
Cynthia sólo se limitó a sonreír cuando notó la sorpresa de mi Pokemon oscuro. Antes de que pudiera hacer algo al respecto, noté que el ambiente cambió de un momento a otro.
Ahora, lo único que veía era sangre sobre el suelo. Ésta se expandía a medida que transcurrían los segundos; sangre iluminada por la luz de la luna que se infiltraba por la ventana entreabierta que agitaba las cortinas de seda. Una casa llena de soledad, oscuridad y terror. Sangre que provenía de cuerpos inertes que habían estado suplicando por sus vidas. A un costado, Cynthia tenía sobre su mano una pistola con el cartucho recién utilizado, y en la otra tenía una navaja manchada de aquel líquido carmesí.
De un momento a otro, Darkrai ya no me controlaba. No sabía adónde había ido el Pokemon; lo único que sabía era que las pupilas negras de Cynthia me habían hecho saber que ella era la culpable de que los tres cuerpos que estaban en la sala de estar de la casa habían sido asesinados por ella. La sonrisa de la maga se hizo mucho más maniática, y cuando ella habló, su voz había cambiado por completo. Más maniática, más oscura, más fuera de sí. Darkrai había elegido un nuevo cuerpo, pero tal parecía que Cynthia ahora le controlaba por completo, algo que nunca hubiese pensado.
— No fue Lance, niño… —su confesión me hizo arrodillarme sobre el suelo. Noté el cuerpo desfigurado de mi pequeño hermano. Mis padres, cada uno con un agujero en la frente debido a la bala que había entrado sobre sus cráneos.
Recordé todos aquellos sentimientos oscuros que había sentido al ver a mi familia muerta. Había adquirido un odio incomprensible con Lance, que incluso me había propuesto matarle como mi último objetivo. Había mantenido la cordura al ver que ayer lo había tenido a sólo unos metros cerca de mí. Había seguido el plan del Gremio Mega, había esperado pacientemente a la oportunidad perfecta para volverme más fuerte utilizando a este estúpido gremio para poder matarle por fin. Había incluso aprendido a ser paciente y no dejarme llevar por mis sentimientos, porque si no hubiese sido así, ayer todos hubiesen estado muertos por la locura que me llevaría a matar a Lance. Pero ahora, todo ese odio había sido para la persona incorrecta.
— Lance me ordenó matar a tu familia después de que le traicionaste. A él no le gusta mancharse las manos de sangre; sólo tiene la pinta de un hombre cruel, pero no le gusta el trabajo sucio…
Recordé cómo había conseguido a Latios y Latias. Recordé cómo la espada de Lance se había tragado a mis dos Pokemon Legendarios. Recordé cómo en un calabozo totalmente misterioso había obtenido a Darkrai. Recordé que el pacto que habíamos hecho consistía en que podía tener el control completo de mi cuerpo, siempre y cuando él me ayudara a matar a Lance. Recordé el odio, recordé la tristeza, recordé la soledad.
— También maté a la familia de Kasumi… —Cynthia había dicho aquello más para sí misma que para mí— De todas formas, me gusta la sangre; me gusta la agonía de las personas —de repente, lamió la sangre que goteaba de la punta del cuchillo— Y ahora, disfrutaré mucho más tu muerte, porque ahora sé que tú fuiste el responsable de quitarme a todos mis miembros de alto mando. Lástima que no pude matarte en la habitación del hospital donde tu familia se encontraba. No tuve el tiempo suficiente para terminar contigo, pero ahora tengo todo el tiempo del mundo. Ha sido fácil identificar a tu familia; la gente famosa tiene muchos reflectores ¿sabes? Sé dónde te encontrabas, pero cada vez es más difícil infiltrarse en los hospitales que ahora tienen mucha más seguridad.
Yo yacía con mis puños sobre el suelo. Mis lágrimas se derramaban como gotas de sangre. Estaba destrozado. Sentí cómo Cynthia me levantaba de nuevo del cuello. A través de aquellas pupilas negras, sentí cómo Darkrai se asomaba de una manera diferente. No sólo era Darkrai el que me miraba, sino que Cynthia también lo hacía. Ambos habían formado a una persona nueva y mucho más poderosa, gracias a mí. Por mi parte, estaba acabado.
Los veré pronto, familia…
— Nadie puede ganarme mentalmente —mencionó aun lamiendo la sangre del cuchillo. Parecía disfrutarlo— Nadie es más fuerte que yo.
Sentí el cuchillo clavarse sobre mi abdomen. Escupí sangre; se combinaron con mis lágrimas. Vi todo oscuro por un momento. Me hubiera gustado ver el rostro de mi familia feliz, o los recuerdos de andar en bicicleta mientras mi familia me alentaba. Me hubiera gustado tener un momento feliz como último recuerdo, pero desafortunadamente, lo último que pude ver fueron las llamas de un color diferente. Un color ya no índigo, sino oscuro. A través de las llamas, los ojos índigos de Cynthia me infundieron un total temor.
…
[VIDEO 6: Ori And The Will Of The Wisps OST: Escaping the Sandworm (Extended Version)]
Dawn
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero tuve que encaminarme hacia la costa cuanto antes. Mis piernas no respondían debido a que ya había estado rebasando mi límite de cansancio, y la tristeza que me abordaba era demasiada debido a la muerte de León. Sobre mi espalda, yacía mi arco nuevo y poderoso; más que un arma, era un recuerdo de que debía mantenerme firme y fuerte ante cualquier adversidad.
Había estado esquivando cualquier obstáculo que se cruzara entre mi camino y la costa. Cuando llegué a la pradera principal de la isla, noté que aún faltaba mucho por recorrer si lo hacía a pie. Sin embargo, antes de sacar a cualquier Pokemon, vi una silueta que se suspendía en el cielo. Eran Haruka y Brendan, que estaba montados sobre un Pokemon volador. Tenía que ir hacia ellos cuanto antes.
Saqué a mi Empoleon y le ordené que me lanzara lo más lejos posible hacia el cielo. Al momento en que su aleta me impulsó con todo su potencial, le regresé a su pokébola y salí disparada por los aires. La lluvia me golpeaba en el rostro como pequeñas agujas, mientras que los relámpagos que habitaban la tormenta eran apenas destellos fugaces en medio de dos siluetas que recorrían el cielo.
— ¡HARUKA, RUBY!
La muchacha volteó para darse cuenta de que mi persona estaba navegando los cuatro vientos. Iba a cruzarme con ellos, y cuando se dieron cuenta de que había llegado al punto máximo del lance de mi Empoleon, me sujetó de la mano en el momento exacto de la intersección. Su Pokemon volador, Flygon, descendió un poco debido a la inercia de mi cuerpo, pero pudo aguantar nuestros tres cuerpos una vez que me hube reincorporado sobre su lomo. Aquel Pokemon era mucho más fuerte e imponente de lo que hubiera pensado.
— ¿Estás bien? —me mencionó May. A lo lejos, pudimos ver que el horizonte del océano se estaba divisando en medio del huracán. El rugido del Zapdos se hizo presente, lo cual nos recordó que debíamos apurarnos.
— Sí. Sólo que León…
Mi silencio sólo fue suficiente para que ambos chicos se lamentaran un poco. No me di cuenta que Barry ni Zoey estaban con ella, por lo que le pregunté su localización.
— Sólo espero que a estas alturas del partido estén ya en la costa con el escuadrón de rescate —había estado jadeando; May había tenido una pelea reciente; su MP estaba al límite— Me crucé con Magno; pude matarle. Quiero suponer que tú mataste a Helio, ¿no es así? Ese arco que tienes en la espalda…
— Ya habrá momento de detalles… —confesé observando de igual manera el Arco de Luz que Ruby tenía en su espalda, pero antes de seguir hablando, noté dos siluetas que habían estado en la arena a medida que nos acercábamos más a la costa. A lo lejos, más allá del horizonte, pude ver que varias siluetas en el cielo se acercaban.
— Es la señal… —avisó Brendan apuntando hacia adelante.
Un hilo de humo blanquecino se hizo presente en el cielo. Alguna de aquellas dos siluetas había disparado la señal de humo hacia un cielo apenas divisible, lo cual significaba la retirada de todo el escuadrón de la isla.
— ¡Hikari, mira!
May me hizo voltear hacia la izquierda. El paisaje era mucho más visible a medida que nos alejábamos del huracán de la isla Kaminari. A nuestro costado, las dos islas vecinas habían estado en un ambiente turbio y peligroso. Tanto la Isla Hi como la Koori tenían climas bastante agitados como el de la Isla Kaminari. La isla de fuego tenía una erupción volcánica que no permitía ver con detalle lo que había dentro de la isla debido a su nube de cenizas; más allá, la isla de hielo estaba casi cubierta de una tormenta de nieve. Sin embargo, ambas islas tenían un mensaje de esperanza envuelto en aquellos climas peligrosos: un hilo de humo blanco que había sido disparado en la parte sur de la isla. El mensaje de humo era apenas perceptible, pero tal parecía que la retirada en las tres islas había sido simultánea.
No hubo tiempo para pensar de más, porque al momento en que aterrizamos en la costa sur, las dos siluetas se trataban de Barry y Zoey. Cuando ambos nos vieron aterrizar, Barry y Zoey llegaron hacia mí para envolverme en un abrazo. Sin embargo, antes de que la felicidad continuara en sus rostros, preguntaron por León.
Barry se quedó un tanto estupefacto ante la noticia, mientras la pelirroja se lamentaban por lo bajo. May también preguntó por Drew y Tobias, pero nadie supo decir con certeza si habían regresado sanos y salvos.
— Somos los únicos sobrevivientes —estipulé.
Aquello nos estremeció un poco. No quería ni pensar lo que podría haber pasado en las islas vecinas y las bajas que hubiesen tenido. De cualquier manera, habíamos conseguido el Arco de Luz, y las bajas del Alto Mando del Gremio Esmeralda y el Alma de Piedra habían sido considerables. Por lo menos, nuestras perdidas no habrían sido en vano.
A lo lejos, el sonido de un cuerno envolvió el océano. Un sonido profundo, prolongado y abrumador que nos indicó que el escuadrón por el aire se estaba acercando. Las siluetas en el horizonte se iban haciendo más visibles, y una docena de Pokemon voladores junto con sus respectivos dueños se estaban acercando para apoyarnos.
Al frente del escuadrón, un miembro de la élite de Johto fue el primero en aterrizar. Se sorprendió al ver que sólo éramos cinco personas, lo cual lo dejó un tanto estupefacto. Morty preguntó por Norman, Lectro y Elesa, que habían sido los tres líderes que lideraban la isla en la que supuestamente estaría el Arco de Luz. Todos nos quedamos en silencio, mientras el muchacho de semblante pasivo y mata rubia se lamentaba por lo bajo.
— No importa ya… lo importante es escapar. Tienen el Arco de Luz, ¿cierto? —Morty miró en la espalda de Brendan el arco que brillaba con matices cegadores— Bien, es hora de la retirada. Pegaso ha ido a la Isla Koori, mientras Jasmine y Whitney han ido a encargarse de los que están en la Isla Hi. No tenemos todo el día, ¡apresúrense!
Aquello fue la orden para que los jugadores que conformaban el escuadrón aéreo nos subieran uno por uno hacia algún Pokemon aéreo de proporciones voluminosas. Barry, Zoey, May y Brendan se montaron uno por uno mientras yo les ayudaba. Todos estábamos débiles por la lucha que habíamos tenido; habíamos estado frágiles; habíamos sufrido mucho.
Cuando estuve a punto de subirme a un Talonflame, una voz apareció en el terreno que divisaba a la jungla y a la costa. La voz llamó por mi nombre, y cuando volteé hacia atrás, noté su presencia.
Paul se encontraba inmóvil, mientras los relámpagos y el rugido del Zapdos en el cielo hacían su presencia mucho más misteriosa. Brendan tomó su Arco de Luz para atacarle, pero por alguna extraña razón, yo le indiqué que no hiciera nada al respecto. Morty agilizó la movilización, mientras varios Pokemon en los que ya estaban montados mis amigos comenzaron a alejarse hacia el cielo. Morty me tendió una mano; él era el único que faltaba en un gran Haunter.
— Venga, Hikari, tenemos que huir…
Sin embargo, me quedé mirando hacia el muchacho de mata púrpura. Su mirada y la mía se cruzaron. Sabía que él no iba a hacer nada para detenerme, ya sea porque estaba en desventaja numérica o porque era una causa perdida. La cuestión era entonces: ¿por qué se había aparecido?
En medio de la briza de la lluvia, noté que el muchacho asentía. De un momento a otro, antes de que hubiera parpadeado, desapareció en aquel ambiente, dejando a la isla en una completa soledad invadida por la rabia de un Pokemon Legendario. Cuando me monté sobre el Haunter de Morty, el Pokemon fantasma se alzó rápidamente y nos fuimos alejando de la isla, que cada vez se volvía más pequeña ante nuestros ojos. La lluvia dejó de mojarnos, y el cielo comenzaba a ser más despejado. Los rugidos de Zapdos, los relámpagos y las nubes grisáceas iban siendo más difíciles de presenciar. A lo lejos, las otras dos islas mantenían su misterio climático.
— ¡¿Qué pasó?! —Barry, que estaba montado en un Altaria, estaba preocupado por la aparición de Paul.
— Nada —mencioné.
— Fue extraño, Hikari —confesó Zoey al otro lado, montada sobre un Vivillon— De repente, habíamos perdido de vista a Paul. Fue como si nos dejara de perseguir; como si se hubiera resignado…
Nadie dijo nada. Todos nos dedicamos a ver el estado de las otras dos islas. Nubes de cenizas, nubes de nieve, nubes eléctricas. El misterio que envolvía a cada isla era notorio. A un costado, May se enteraba de la noticia de la muerte de su padre y de los demás miembros de élite. Su llanto era consolado en el hombro de Brendan, y su tristeza nos contagió a todos. Recordé a Lectro y León; recordé a Drew y Tobias; recordé a todos los que alguna vez habían formado parte de la esperanza de PBO.
— ¿Crees que los demás estén bien? —me preguntó Zoey.
No obtuvo respuesta; Morty tampoco respondió. Las islas vecinas sólo eran testigo de lo que pudo haber pasado ahí y pronto lo íbamos a saber.
Próximo capítulo: Isla Hi
Y aquí termina la mini saga de la primera isla. ¿Qué habrá sucedido en las otras dos? ¿Qué misterios hay? ¿Qué batallas habrá? ¡No se lo pierdan en los capítulos venideros! ¡Nos leemos!
