Buenas gente, lamento un poquito la tardanza. A veces es muy cansado escribir estos capítulos de corrido y mi mente entra en caos, por lo que luego necesito descansos. Como sea, prepárense, amárrense en los asientos y disfruten de la lectura. Lo repetiré una y otra vez aunque se cansen de escucharlo, pero agradezco a toda la gente que ha llegado a estas instancias. Ya casi rebasamos las 100,000 visitas, y es algo que jamás me imaginaba. Vamos por la 97,000 visita, así que ya muy cerca. ¡Nos leemos! Y gracias por los reviews! Por favor díganme qué les parece este. ): Sayonara!
[VIDEO 1: In Noctem (extended)]
[VIDEO 2: House Bolton Theme (S3-S6) - Game of Thrones]
[VIDEO 3: Hotel Delfino Remix (Super Mario Sunshine)]
[VIDEO 4: Finding Nemo/Finding Dory Trailer Soundtrack - Nemo Egg (Extended Version)]
[VIDEO 5: 1917 - The Night Window (Extended)]
Capítulo 127
Alma faltante
[VIDEO 1: In Noctem (extended)]
— ¿En verdad lo dices?
— Lo juro. Yo mismo lo vi.
La gente estaba aglomerada en una pequeña mesa, mientras un sujeto estaba relatando una historia que todo el mundo quería escuchar. Cuando quiso prestar su atención hacia aquel grupo, la enfermera Joy le había interrumpido para ofrecerle algo más de beber, pero al negar con la cabeza, decidió aventar un par de monedas y salir de ahí sin intentar siquiera escuchar más sobre aquella historia. Era lo que se hablaba en todos lados: desde el Pueblo de los Inicios hasta el nuevo segundo nivel que recientemente se había abierto. Una hazaña que sólo contaban los que la habían vivido: derrotar al gran Charizard del primer nivel; el Destello Eléctrico, junto con un grupo más de jugadores destacados, habían logrado lo que muchos hubieran deseado. Sin embargo, él ya estaba harto de escucharlo indirectamente de voz en voz. Aunque le cansaba la misma conversación en el ambiente, por alguna razón su atención quería saber más sobre aquellos detalles. No importaba ya. Lo único que se dedicó a hacer fue caminar…
Caminó, dio pasos pequeños que eventualmente se fueron prolongando. Ya no era una caminata, sino que ahora corría para huir. ¿De qué huía? ¿Hacia dónde iba? No lo tenía muy en claro, pero aquello le causaba una sensación de preocupación que no podía explicar muy bien. ¿Sería la debilidad? ¿Sería la adicción al juego? ¿Sería que no iba a destacar entre los miles de jugadores que jugaban a Pokemon Battle Online?
Fue muy tarde para darse cuenta que había chocado con alguien. Ambos cayeron de bruces sobre le suelo, y el dolor que el chico sintió sobre su rodilla fue un poco intenso; era extraño: el dolor era con la misma intensidad que dentro del juego virtual. ¿Será que si muere… podrá contar la experiencia de haber vivido el dolor de la muerte?
— ¡Lo siento! ¡Oh, pamplinas! No sabía que…
— Descuida —mencionó el chico— ¿Quién dice "pamplinas" en estos días?
La risa que emitió fue un bienestar en la muchacha, porque al momento de que ambos contagiaron su risa, fue un indicio de una amistad que iba a perdurar por mucho tiempo. Incluso, el haber cruzado sus caminos estrepitosamente los iba a llevar a lo que eventualmente sería una condena para su destino. La muchacha se dirigía en ese preciso momento hacia un sitio para reunirse con alguien más que le tenía una propuesta de formar un gremio secreto que poco a poco se iría fortaleciendo. Justo como todo novato ambicioso, como todo jugador que quería destacar en el gremio, los jugadores se conocían, se reunían y formaban un gremio.
La muchacha, con un poco de timidez incluida, se sostuvo el sombrero de paja debido a la corriente de aire que viajó por el pequeño pueblo del segundo nivel. Entonces, pronunció esas palabras que forjarían el destino del pelirrojo. Cuando ambos habían ya tomado la decisión, se encomendaron a ir hacia el lugar que inevitablemente sería el sitio donde conocerían a el líder de dicho gremio. No se sabe si podía llamarse un gremio, puesto que jamás fue fundado de tal manera. De hecho, sólo había quedado en una idea informal, una diminuta, minúscula y sencilla "conspiración". Sí. Se dice esto en lugar de un gremio, ya que lo que inició como una idea de gremio fue tomando y alimentándose de otra idea mucho más revolucionaria.
— ¿Quieren poder?
La formulación de la pregunta era un tanto ambiciosa para ambos chicos. Tanto la del sombrero de paja como al pelirrojo les incomodaba el pensamiento de llegar a lo más alto del pedestal. No tenían tantas ambiciones como aquel que formuló la pregunta, pero por alguna razón, que poco a poco fue convirtiéndose en un miedo manipulador, ellos permanecieron ahí, hasta que un día, decidieron abandonar al sujeto que parecía tener ideas un tanto locas. Ni siquiera fue un adiós; ni siquiera hubo una propia despedida después de unos meses en los que los tres permanecieron unidos hasta que el grupo se rompió y cada quién decidió forjar su camino de distintas maneras. El videojuego ya se había anunciado mortal; Yellow y Silver fortuitamente se habían vuelto a encontrar en el camino, pero el otro muchacho, el iniciador de todo esto, seguía con sus ideas bien plantadas. Los caminos de los tres se volvieron atravesar eventualmente, dentro del nivel donde ocurrió la Guerra Celestial, pero ya había sido demasiado tarde para desvanecer las ideas ahora ya puestas en acción del de mata alargada y verde opaca. Cuando obtuvo tanto a Reshiram como a Zekrom, las posibilidades de hacer algo eran ya remotas.
El mundo aural estaba ya bajo su poder. Había conseguido el aura que tanto deseaba; tenía a la chica que había querido y en aquella habitación, donde los gritos de una persona eran horripilantes y torturadores, estaban dando frutos; sus hermanas estaban en el mundo que él había creado, y cientos de almas se habían aglomerado poco a poco en su propio mundo. Un mundo que él mismo deseaba; un mundo con un propósito: revelarse en contra del sistema. Lo que había comenzado como una pequeña conspiración, era ahora algo muy difícil de creer. Almas que no tenían realmente una consciencia absoluta, pero que estaban bajo el reinado y control de N. Almas que desaparecían toda soledad en el chico y en su mundo. Almas que él mismo había estado juntando a lo largo de este tiempo en donde todo PBO lo ignoró. Almas que veían a White y Black como ajenas, porque éstos aún eran reales y auténticos.
Black lo sabía. Su miedo había incrementado y no habían pasado ni siquiera un par de días en el que seguía vagando en aquel mundo aural. Paisajes que cambiaban de cuando en cuando, con la compañía de White a su lado, pero con la certeza de que ella creía que N no era alguien malo. Sus intenciones eran buenas, pero Black no podía creerlo. Entre más pasaba tiempo ahí, viendo a sus amigos Blanca y Cheren, que en realidad estaban muertos, pero que por alguna razón estaban ahí, conviviendo y congeniando con a gente pueblerina de un pueblo cualquiera creado por N. Nada encajaba, nada era real, pero Black tenía una sola misión y era huir de ahí junto con White para volver con Diantha sanos y salvos. Sin embargo, después de haber visto el poder de N y todo lo que él tenía bajo su mando, no podía ignorarse más esta situación. Su mente daba vueltas y vueltas, y las voces de Cheren y Blanca mientras le hablaban era un zumbido molesto para su cerebro, porque su único pensamiento era huir de ahí cuanto antes. Se había quedado ya sin uñas, el golpeteo nervioso de sus dedos lo mantenía inquieto, había un par de huecos pequeñísimos en su cabellera debido a que se arrancaba los mechones por el nerviosismo. No podía concentrarse en nada, ni siquiera en el martilleo del pequeño clavo que intentaba introducir en el tablón de madera.
— ¿Black? ¿Black?
Finalmente, Black pestañeó un par de veces para dar con el rostro de Blanca. Al ver su rostro angelical, una parte de su corazón se estremecía porque siempre pensaba en que su amiga, junto con Cheren, habían muerto ya. ¿Es que todo esto era una ilusión? Se sentía muy real, y es lo que más le asustaba a Black. Las cosas que Blanca había estado diciendo eran lo de menos, porque de nuevo Black se volvió a sumergir en sus pensamientos, pero poco después, a unas cuadras más allá del pueblo, mientras la gente trabajaba y se veía la actividad social de almas que eran a final de cuentas controladas por N, Black pudo ver cómo White atravesaba el sendero principal. Hace ya un par de horas que Black no le veía. ¿Adónde había ido? No lo sabía, pero debía huir de ahí cuanto antes. Cuando Black soltó el martillo por la sorpresa e inquietud y se dirigió a pasos estrepitados hacia White, se detuvo frenéticamente al darse cuenta que ella estaba acompañada por el de mata esmeralda.
Ambos sonreían. Los dos rieron debido a cosas que había estado diciendo N, pero Black no logró escuchar aquello. Daba igual. Parecía que White estaba teniendo un momento atesorado con alguien que se supone era un mal para todos los jugadores de PBO. ¿Cómo… cómo es que había sucedido todo esto? ¿Cómo es que de ser un enemigo letal para el gremio Equilibrio, había pasado a ser una persona íntima para White? No lo entendía, y por eso mismo reanudó sus zancadas bruscas, pero esta vez, con mucha más ira.
Al estar a unos pasos de ambos, White levantó la cabeza para darse cuenta de que Black iba con toda la intención de atacar a su enemigo. N se levantó un poco la gorra, pero había sido demasiado tarde. Black le tiró de bruces sobre la tierra del sendero, y White lanzó un grito ahogado, tratando de apartar a Black que estaba encima de N.
Sin embargo, la fuerza bruta de Black fue tan intensa que nadie podía moverlo en ese instante. N, sin embargo, en lugar de defenderse, se limitó a ver las mejillas enrojecidas de Black debido a la ira que estaba fluyendo por su sangre. Aquello le provocó una risa un tanto irónica. De hecho, su risa fue incrementando conforme Black seguía encima de su cuerpo, apretando su cuello y dejándolo sin aire. La risa causó que la ira incrementara, hasta el punto en que una esfera aural se formó alrededor de su puño, listo para desfigurar el rostro pálido del otro sujeto.
— ¿Qué… qué vas a hacer? ¿matarme?
La pregunta había sido un tanto irónica. Black sabía que no podía hacer nada, pero su ira había nublado su sentido común, ya que cuando escuchó de nuevo los gritos de White para detener la riña, levantó la mirada para darse cuenta de que un grupo de personas se habían juntado a su alrededor. Sin embargo, lo más extraño y lo que causó que Black dejara de sentir odio, fue que las personas, que eran todos los pueblerinos que había en el lugar, tenían una mirada vacía. Las pupilas eran mucho más oscuras y grises de lo que Black podía imaginar, y la mirada hundida de cada una de ellas, incluso de sus amigos difuntos, era sombría y tenebrosa. Estaban a punto de atacar a Black si N daba la orden mentalmente. Eran almas que estaban a merced de N, y no podía ganar ni de coña ante todos estos jugadores.
En ese momento, Black retrocedió aun en el suelo, arrastrándose de espaldas para alejarse de N. Ahora se encontraba asustado. White fue hacia N, pero éste pudo pararse por su propia mano y se sacudió las ropas blanquecinas que llevaba puesto.
— White…
Black pronunció el nombre de la muchacha, sin muchas esperanzas de hacer ya algo al respecto. Estaría atrapado aquí junto con todos estos jugadores que parecían no tener ya vida propia.
— Esto que ves es el fruto de todo el esfuerzo que he hecho por juntar a todos… —confesaba N levantándose del suelo.
— No logro comprender… —se decía para sí mismo este Black.
N rio una vez más, pero era una risa sombría, tenebrosa, aguda. De pronto, el muchacho se agarró el rostro, ya que el chiste iba incrementando de nivel.
— Este es el mundo aural, Black. Las auras que ves aquí son el producto de todos los sanadores que he estado juntando.
— ¿Sa-sanadores…?
— Es por eso que el aura de este tipo de jugador está muy débil últimamente. De hecho, ya he cumplido mi objetivo.
— ¿A qué te refieres?
— Mi propósito es poder lograr juntar mil almas. Una vez conseguidas, habré obtenido lo que deseo.
— ¿M-mil…?
— Tu acto imprudente me ha hecho cambiar de parecer, Black. Quería alargar un poco más el tiempo aquí con White y disfrutar este pueblo tan apacible que he creado. Quería demostrarme que la paz podía ser posible si tenía bajo mi control a todo un pueblo, pero siempre hay un alma rebelde. Tal vez no estás bajo mi control, pero el hecho de que hayas osado atacarme en territorio desconocido y bajo circunstancias de las cuales no tienes ni puta idea, me han hecho cabrear bastante, Black.
En ese momento, algo hizo mucho más pesado el ambiente. Black lo sabía, pero no quería pensar en ello. El cielo poco a poco se iba oscureciendo; la tierra del sendero se iba levantando hasta el punto en que las pequeñas rocas levitaban en el aire; la mata esmeralda de N se levantaba, debido a un poder aural que el muchacho estaba desprendiendo de su ser. Y de pronto, todas las almas que yacían a sus alrededores se convirtieron en esferas blanquecinas que se fueron introduciendo justo en el pecho de N. Cuando todas y cada una de ellas alimentó el aura del peli-verde, los ojos de N se abrieron de par en par para mostrar unos ojos grises y brillantes.
— Novecientos noventa y nueve, Black.
White finalmente se acorraló junto con Black. Ambos tenían miedo de lo que estaba sucediendo. El viento acorraló a los tres sujetos y el pueblo desapareció con sus casas, su vegetación y su cielo despejado, dejando sólo arena, tierra y soledad. Parecía que ahora estaban en un desierto inmenso; pero al mismo tiempo, no estaban presentes terrenalmente ahí. Un desierto con un sol que quemaba y una soledad que era testigo de cómo estas tres personas aparecían espiritualmente ahí. Sin embargo, no estaban solos. El desierto no mostraba nada más arena. Había una pequeña porción del océano de arena que estaba con vida. Un paraíso pequeño…
— Sólo falta una.
N la había estado guardando. Sin embargo, este acto había sido la gota que había derramado el vaso de la paciencia.
Lo que una vez había sido la Conspiración Plasma, era ahora un Aura Invencible.
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Misty
Lo primero que sentí fue el fluir de mi sangre atravesar todo mi corazón. El viaje lo sentía desde la punta de mi cabeza hasta las plantas de mis pies; eso significaba, de alguna u otra forma, que seguía viva. De pronto, me di cuenta conscientemente de que estaba respirando, y que mis pulmones se inflaban y desinflaban como pequeños globos desesperados. El sudor sobre mi frente recorría mi rostro hasta depositarse sobre mis hombros.
Cuando abrí los ojos, mis pupilas viajaron por todo el sitio para identificar en dónde me encontraba, pero lo primero que vi fue el fuego de las antorchas en la pared de la habitación cegar momentáneamente mis ojos. Había estado tan acostumbrada a la oscuridad que el destello del fuego me lastimó contundentemente. Sin embargo, eso no había sido la principal causa de mi impresión. Lo que había acelerado el ritmo de mi corazón y las punzadas de nerviosismo en mi estómago era la atadura tanto en mis pies como en mis brazos con hilos demora que no podía romper fácilmente. Mis manos estaban atadas a los brazos del trono que anteriormente, en mi último recuerdo que había tenido antes de desmayarme, yacía en esta habitación amplia y vacía del palacio. La noche había caído; la oscuridad reinaba y el silencio era el único testigo de cómo poco a poco iba incrementando un miedo irracional por saber en qué tipo de peligro me encontraba.
Antes de intentar hacer cualquier cosa, miré hacia los lados y quise gritar para que Clair me auxiliara, pero también pude darme cuenta que el hilo demora me había envuelto en la zona de los labios para impedirme hablar. Intenté pararme, pero era inútil; me moví desesperadamente, y la respiración fue incrementando al punto en que me sentí cansada.
— No te muevas tanto.
La voz que había pronunciado las palabras se encontraba inesperadamente a mi lado. Pude reconocerla con un poco de esfuerzo, pero mi sorpresa fue tal, porque recordaba que antes de haber caído inconsciente, el rostro que se había dibujado en mi mente era alguien distinto a esta voz. Mi estómago, con mayor razón, sintió un pinchazo de nervios que viajó hasta mi garganta.
— Tal parece que no nos hemos presentado cordialmente.
El hombre caminó por detrás del trono un tanto oxidado de hierro. Sus pasos producían un eco que erizaba la piel. No sabía cuál iba a ser mi último momento con vida, o si su cordura se perdería como los rumores mencionaban.
— La última vez que recuerdo haberte visto, habías osado invadir mi castillo. Como sea, no soy un hombre rencoroso. Ni siquiera quiero matarte.
No. Por supuesto que no quería. Sabía su único objetivo, y había estado justo en sus manos, porque cuando se apareció finalmente frente a mí, el hombre de mirada hundida, rostro pálido y sombrío y casi acabado por esas ojeras que tenía debajo de sus ojos dorados, tenía usando unos guantes que particularmente se me hacían conocidos. Lance, el Dragón Indomable, me había robado de mi inventario los Guanteletes Dorados que había conseguido en el Valle Charizard. Aquello no pintaba bien, pero tenía la ligera sospecha de que el que se decía "domador de dragones", no podía entender el poder que los mismos Charizard habían estado protegiendo y me habían concedido después de un tiempo de haber vivido ahí y obtener su confianza.
— Lo único que necesito es el funcionamiento de estos guanteletes.
Mi respiración era entre cortada. El sudor seguía cayendo por mi frente. Cuando Lance se inclinó y estuvo frente a mí, a unos cuantos centímetros de mi rostro, sentí la muerte rondando. Miré fijamente a sus pupilas, y al mismo tiempo pude ver un poco de locura y desesperación. A pesar de que yo estaba en una posición desfavorable, tenía la ventaja. Debía aprovechar su ignorancia.
— Kasumi… Necesito que me lo digas. ¿Cómo los conseguiste? ¿Cómo funcionan?
Después de haber formulado la pregunta, soltó su pequeña risa aguda y maniática. Una risa que viajó hasta mis oídos al mismo tiempo que su respiración abrupta. Los bellos de todo el cuerpo se me erizaron debido al terror; estaba tan cerca de él y aun así no podía hacer nada para alejarlo o asesinarle. Uno de los Cuatro Grandes; uno que había ocasionado mucho caos en PBO y no podía hacer nada al respecto.
En ese momento, su respiración fue tan brusca y se iba elevando con cada segundo, que pensé que iba a desenvainar su espada y a hacer cosas que realmente no quería imaginarme. Sin embargo, cuando sentí las lágrimas de miedo inundar mis ojos, Lance se irguió rápidamente y comenzó a caminar por la sala, inquieto, pensativo, misterioso.
Por mi parte, sentí el pulso de mi corazón incrementar. Tenía miedo; es decir, tenía a uno de los Cuatro Grandes aquí, amenazándome pasivamente, pero en el momento en que su ira se descontrolara, estaría acabada. No quería morir; aún tenía que salir de este juego. Quería ver a Brock, quería regresar a la escuela, quería saber si Satoshi…
Entonces, recordé las ilusiones que había visto. Habían sido gracias a Aquiles, que fue el que me había desmayado. Sin embargo, él no estaba en esta habitación, ni Satoshi, ni nadie; sólo Lance. Ahora que lo pensaba, ¿dónde estaba Clair?
Cuando el pensamiento me vino a la mente, escuché un grito horripilante a lo lejos. Venía de otra habitación. Aquello me hizo estremecerme, y fue cuando supuse que el grito provenía de mi amiga, que parecía estar siendo torturada.
— No querrás terminar como Clair —Lance se caminó por un lado y otro, como si estuviera esperando algo— Es mi familia, pero cuando la familia traiciona, corrompe, desconoce… es cuando deja de ser de tu sangre. Ella merece lo que Aquiles le… bueno, no quiero ser tan específico. No te sucederá a ti si me dices de una vez la información sobre estos guanteletes.
Me mantuve en silencio. Pasé saliva por mi garganta y aunque moría de miedo y quería decir todo, no podía traicionar la confianza de Clair, de Liza, de Iris, y de todos esos Charizard que habían confiado en mí plenamente para darme el tesoro que más habían estado resguardando. Lance lo intentó, pero fracasó. Ahora, no podía fallarles. Incluso, si ello me costara la muerte. Al ver que el silencio era el único que respondía ante sus diálogos, el hombre que seguía increíblemente calmado, chasqueó unos dedos. Acto seguido, la puerta se abrió y de ahí apareció Dracena, una de sus lacayos de alto mando. La mujer erguida, con arrugas en la frente, pálida y flacucha, con una mirada tan vacía que sabía que no tenía sentimientos encontrados ni dudaría en hacer lo que Lance le ordenara. Dracena se acercó a mí, pero se colocó a un costado del trono, como un soldado sin voluntad propia esperando las órdenes de su general.
— Kasumi, necesito que cooperes. Ya han sufrido bastante como para que sigan resistiéndose.
¿Sufrido? ¿A qué se refería?
Cuando Lance vio la expresión confusa en mi rostro, se dio cuenta de que yo había estado apartada de todas las noticias que había sucedido en la Isla Hi. Aquello le causó un tanto de gracia, porque su risa fue testigo de las buenas noticias para mis enemigos y testigo de lo poderoso que Lance se estaba sintiendo en esos momentos.
— ¿Es que… es que no sabes qué ha pasado?
Entre más hablaba Lance, más quería salir de ahí. No quería saber las noticias, porque sabía que serían malas después de todo. Quería cubrir mis oídos.
— ¿Ni siquiera sabes las bajas que hubo en la Isla Kaminari?
Aquello me hizo abrir los ojos de par en par. Pensé en May, en Brendan, en Dawn, en toda la élite que se había concentrado ahí. ¿Qué… qué es lo que había pasado?
— ¿O no sabes lo que le pasó a tu escuadrón en esta isla? Hubieras visto el rostro de esa muchacha… ¿Cómo es que se llamaba? ¿Erika? ¿Kira? No lo recuerdo; lo que sí recuerdo fue el horror y la desesperanza que sintió cuando fue afectada por la megafusión. ¡Vaya que estaba perdida! La muerte fue un destino mucho mejor que el seguir viviendo en esa tortura. Dracéna me quitó en ese momento el hilo demora de la boca para que pudiera hablar.
— ¡MIENTES! —Grité enseguida, sintiendo el sudor recorrer mis labios.
Aquello hizo reír más a Lance. Mi rostro estaba destrozado de lágrimas; había explotado en rabia, porque al saber que la élite de Kanto había muerto totalmente, pensé en Brock. Me rehusaba a pensar que él en particular estaba muerto. Fue entonces cuando quise zafarme de los hilos demora que me tenían presa; estaba cayendo en desesperación, y eso hizo reír más a Lance, que comenzaba a dolerle el abdomen.
— Kasumi… ¡ENTIÉNDELO!
Súbitamente, su risa se detuvo. Fue como si sus expresiones hubiesen sido fingidas; como si un loco bipolar estuviera en la habitación.
— Sabes lo que pasa si te niegas a darme lo que quiero. Tus amigos uno por uno morirán mientras sigan en estas islas. Una misión suicida; saben que no tenían ni una posibilidad de salir ilesos y aun así se atrevieron a venir. Debo decir que tu líder es osado, pero jamás pensé que fuera tan estúpido. Como sea, sé que mientras siga insistiendo no soltarás ninguna información, así que Dracena se encargará de forzarte a que digas cómo mierdas has obtenido la confianza de los Charizard y cómo es que estos guantes funcionan. Una vez que obtenga su poder, seré el hombre que domine a todos los dragones finalmente y, por sobre todas las cosas, el hombre dragón totalmente indomable —se rio leve y agudamente, mientras los gritos de Clair se escuchaban a lo lejos y aquello fue como música para sus oídos— Como sea, sólo espero que Dracena no se pase contigo. No la mates ¿entendido? Que su dolor y sus pensamientos sean lo suficientemente dolorosos como para rogar por su vida.
Y al mencionar su monólogo desapareció de la habitación para dejarnos a mí y a Dracena en una disputa en la que ella tendría la ventaja completamente. Sin embargo, yo estaba pensando más en mis amigos. Aun no podía soportar la idea de que estuvieran muertos; y pronto yo lo estaría si no cooperaba con Lance.
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Green
El movimiento era particularmente atractivo para la vista. Iba de izquierda a derecha, con una armonía en aquellas hojas verdes que parecían que eran movidas por el viento; sin embargo, su movimiento era voluntario. De cuando en cuando, pequeños agujeros en aquellas hojas verdes asomaban algo que podía llamar la atención de cualquiera. Parecían los muslos desnudos de alguien; una tez blanquecina y suave que, de igual forma, se movía al compás de las hojas. De nuevo, izquierda y derecha. La cabeza de todos meneaba siguiendo el ritmo incesante de un baile que parecía hipnotizarnos a todos los presentes en el oasis. Una vez más, izquierda y derecha. No obstante, mi cabeza no se inclinaba para seguir el baile. Había estado pasmado, inmóvil, fuera de mí mismo. Sentía el pesar en mis ojos, en mis mejillas, en mi cabeza. El baile que las tres chicas estaban haciendo a un costado de la piscina del oasis no surtía efecto en mí. No sabría decir con certeza si mis demás amigos hombres tenían los ojos puestos en las faldas de Alola que se movían al compás con aquellas piernas desnudas. Ni siquiera tenía en cuenta si las tres chicas habían estado disfrutando conscientemente de la música de fondo que sonaba en un desierto solitario. ¿De dónde venía la música? ¿Qué es lo que había pasado?
Súbitamente había aparecido ahí. Por enésima vez, mis recuerdos se saltaban de un lugar a otro, como si pudiera viajar en una extraña dimensión del tiempo-espacio. Lo más preocupante y estresante de todo esto es que no podía recordar qué es lo que había pasado hace algunos minutos, horas o días. Realmente, no sabía cuánto tiempo había permanecido ahí, pero ciertamente esto cada vez se volvía mucho más confuso.
Sacudí un poco la cabeza. Por primera vez noté que el sol me pegaba de lleno justo en el rostro, como una gran estrella que cegaba todo el ambiente. Miré hacia arriba, pero sentí una ceguera que me obligó a voltear hacia abajo, donde la arena se arremolinaba en mis pies descalzos. Había estado sentado en una especie de asiento rústico, mientras que en la mano izquierda había estado bebiendo una especie de coctel en un coco que yacía ya vacío. A mi lado, Silver, Red y Gold parecían estar contemplando el baile de las tres chicas, pero había algo en su mirada que me hacía saber que también habían entrado en un trance que los mantenía al límite de su memoria. Ambos poseían de igual forma en sus manos el coco que tomaban involuntariamente, excepto Red.
— ¿Desea más coctel, señor verde? —La pregunta me sorprendió un poco, ya que en ese momento había aparecido como por arte de magia un pequeño roedor que hablaba. Al instante, reconocí que se trataba de Meowth, el integrante de aquel trío molesto y un tanto peculiar.
Ni siquiera respondí, porque el felino sirvió más bebida amarillenta espesa en el coco. Poco después, desapareció e instintivamente seguí bebiendo. Cuando finalmente me dispuse a, por primera vez, poner atención al baile de Alola que las chicas estaban realizando, noté que Gold se había parado de su asiento, y comenzó a caminar hacia la salida del oasis, como si estuviera controlado por alguien más, ya que sus movimientos eran un tanto robóticos.
— ¿Gold? ¡Gold!
Mis llamadas fueron en vano, porque el chico salió del pequeño oasis y caminó hacia uno de los miles de pequeños montes de arena que se formaban por la erosión del viento. Se colocó en la cima de este, mientras yo ascendía por la pendiente arenosa para traerlo de vuelta. Sin embargo, cuando estuve ya en su nivel, noté que su mirada estaba fija en el firmamento, más allá del horizonte que el volcán majestuoso y lejano nos podía brindar como paisaje.
— ¿Te… te sientes bien?
El chico asintió, pero tal parecía que no había escuchado mi pregunta. Cuando miré hacia el punto donde él estaba mirando, no había nada más que unas pequeñas nubes y un cielo tan azulado que sentí el brillo en mis pupilas.
— ¿Qué ves?
Él no respondió. Tal parecía que quería responder, pero su lengua no podía coordinarse bien con sus palabras. Simplemente señaló con el dedo índice hacia el punto en el que supuestamente él seguía viendo, pero ya no había nada ahí.
— Lo vi. Vi a ese pájaro.
— ¿Pájaro? ¿Qué pájaro?
Nuevamente, vi al punto, pero tal parecía que, fuera el Pokemon que fuera, ya no estaba ahí. Sin más rodeos, lo jalé del brazo para ir de vuelta al oasis. Nos precipitamos un poco en la pendiente descendente, sintiendo que todas mis extremidades comenzaban a dormirse y el sentido del equilibrio lo notaba un tanto frágil. Algo me estaba sucediendo, porque de nuevo comenzaba a sentir delirios, pesadez en el cuerpo y el sentido del espacio comenzaba a perder sentido para mí. Observé mi bebida, que yacía solitaria en la arena, con el calor del sol ardiendo sobre el coco. Quería alcanzarla y tomar más de aquella suculenta bebida; la sed era una enemiga insaciable en esos momentos, pero lo único que pude hacer fue tirarme de rodillas sobre la arena.
— ¡Green!
En ese momento, Blue corrió hacia mí para asistirme. Tal parecía que Gold seguía en su trance, Red observaba atentamente el baile de Yellow y Crystal, que no paraban de bailar. Al mirar hacia el rostro de Blue, que se encontraba muy cerca del mío, noté unas pupilas mucho más pequeñas que las que había estado viendo en el reflejo de sus ojos: mis propias pupilas, que tal parecía tenían un tamaño más desproporcional del común. Algo me pasaba; alguien me controlaba; alguien borraba mis recuerdos; alguien me hacía perder el equilibrio.
Cuando me paré con la ayuda de Blue, noté cómo mis piernas tambalearon, y fue eso suficiente para que apoyara todo mi peso muerto sobre el cuerpo de Blue, lo cual nos hizo caer a ambos y nos hundimos en la piscina del oasis.
Aquello me hizo traer un recuerdo muy vívido. Algo que no había pasado por mi mente desde que había sucedido por primera vez. Una especie de memoria ya almacenada en mi cabeza que nuevamente estaba ocurriendo. O es que… ¿no había ocurrido antes?
Noté que ambos cuerpos nos hundíamos. El sol encima de nosotros atravesando el agua y siendo testigos de cómo poco a poco, nuestros cuerpos se hacían mucho más oscuros y más fríos. Blue quiso salir para tomar un poco de oxígeno, pero fue cuando le tomé por el brazo y la agarré fuertemente. No podía nadar; algo estaba pasando con mis extremidades que no podían responder de manera tan acertada. No importaba, porque Blue no forcejeó y ambos nos fuimos hacia las profundidades de la piscina. Nuestros cuerpos, con cada segundo que pasaba, comenzaron a unirse de tal manera que pude estar frente al rostro de Blue. Un rostro tan angelical, delicado y cálido a pesar del agua helada.
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Fue cuando el recuerdo me hizo saber que en próximo movimiento era ese beso que nos encendió hasta desbordar una pasión donde nadie de nuestros compañeros podía notar. Sentí sus labios, y al momento de hacerlo, sentí punzadas en mi corazón que me indicaron que debía agarrar más sus muslos, perderme entre su cabello castaño, tocar delicadamente su rostro, entrelazar mis dedos con los suyos, y probar todos los rincones inhóspitos de su boca. Aquello me hizo despertar todos los cinco sentidos, incluso el del olfato porque pude imaginar su olor característico a flores, incluso el de la vista porque, aunque tuviera los ojos cerrados pude imaginar su sonrisa y esos ojos pardos que me volvían loco, incluso el del oído, porque el agua y las burbujas viajaban tan precipitadas a la superficie que ellas sólo eran testigos de cómo nos envolvíamos en un beso apasionado.
Pero el siguiente recuerdo llegó a mi mente de manera precipitada y sin que lo hubiera deseado. Recuerdo que había sangre; el agua se teñía de rojo, y la persona que estaba frente a mí estaría inmóvil para siempre. Sus ojos abiertos y sin vida me miraban mientras yo me hundía desconsolado en las profundidades. No quería que eso sucediera, por lo que tomé cartas en el asunto y desperté completamente a todo mi cerebro. Algo malo iba a suceder; alguien iba a atacar a Blue y ella iba a comenzar a sangrar de alguna parte de su cuerpo hasta explotar en pixeles. Mis sentidos de alerta me hicieron separarme de ella y abrir los ojos para mirar si en la superficie había alguien a punto de atacarnos. Sin embargo, el sol era el único que nos miraba; allá afuera, sólo podía escucharse la música que Yellow y Crystal seguían bailando. Más abajo, sólo había oscuridad y calma, y en los alrededores no había nada más que agua. Nuestro beso que había sido abruptamente interrumpido le recordó a Blue que debía tomar oxígeno para sus pulmones, por lo que salió a la superficie. Aquello también me hizo sentir que el aire me faltaba, y sin más remedio salí para tomar una gran bocanada y nadar hacia la orilla aún con mis sentidos alerta. Me salí de la piscina, ayudando a Blue que parecía costarle pararse.
— ¿Están bien?
Yellow nos miró con curiosidad.
— ¿Más coctel, señorita amarrillo? —James era el que se encargaba ahora de servir los cocteles.
No respondí a la preocupación de Yellow, porque miré hacia todos lados para ver si el peligro se avecinaba. Después de pasar unos segundos alerta, e incluso un par de minutos, tuve que suponer que aquel recuerdo donde veía a alguien morir en la piscina sólo había sido producto de mi imaginación. Tal vez el beso había sido lo suficientemente real, pero esa muerte podría haber sido causada por mi imaginación y toda la preocupación que conllevaba el haber venido hasta acá. No tenía que tomármelo tan personal. A veces, los recuerdos eran un poco traicioneros.
Miré a Red, que parecía contemplar a Yellow aun así ella hubiera dejado de bailar. Sin embargo, cuando le miré fijamente, algo en su mirada tenía de extraño. No sabría decir qué era con certeza, pero por un momento, el muchacho me dirigió la mirada. Tal vez fue cuestión de menos de un segundo, pero aquello me hizo dudar de él por un momento. ¿Será… será que él…?
— Más bebida, señor verde —Jessie se apareció para interrumpirme. Me brindó un coco, y más que un ofrecimiento, fue una especie de obligación, porque me obligó a poner el sorbete sobre mi boca y comencé a tomarlo desesperadamente. Aquel susto me había provocado mucha sed.
Poco después, me volví a sentar en la silla que se había calentado gracias al sol. Blue se secó un poco su bikini de Alola y nuevamente las tres muchachas comenzaron a bailar. Gold, por su parte, aún seguía un poco distraído. Mientras Silver yacía reposando su pierna sobre la arena; los pixeles se arremolinaban en su tobillo, como si se estuviera regenerando. ¿Qué es lo que le había pasado?
Intenté recordarlo. Quise recordar, y cuando mi memoria hizo un esfuerzo suficiente, me llegó a la mente la imagen de meteoros, Pokemon de aspecto horrible, y sangre. Aquello me hizo abrir los ojos de par en par, como si hubiese recordado el objetivo principal de todo esto. ¿Qué es lo que hacíamos aquí? ¿Y por qué estábamos mirando a nuestras compañeras bailar? ¿No se supone que tendríamos que ir al volcán? ¿No se supone que nuestra misión era… era…?
Y cuando miré hacia el coctel que estaba tomando sedientamente, de nuevo sentí el pesar sobre mi rostro. Mis extremidades dejaron de responderme, y gradualmente sentí un mareo inexplicable sobre mi cabeza. Sabía que algo estaba sucediendo, porque de nuevo sentí el extravío del espacio y del tiempo, y mis ojos se cerraron finalmente para perderse en un misterio que tal vez nunca podría descubrir.
[…]
Al despertar, me encontraba a punto de darle un mordisco a una de las uvas que había desprendido de su ramo. Cuando mis ojos vieron en momento y sitio donde me encontraba, me había sacado de mi anonadado sentido del sueño. No sé por qué mi mano siguió instintivamente moviéndose con la inercia del movimiento, pero aquella uva fue directo hacia mi boca, y cuando pasó por mi garganta, sin siquiera masticarla, sentí una piedra que viajaba a través de mi tráquea, rasgando todo hasta sentir una sensación verdaderamente molesta. Tosí para intentar escupirla, pero la uva siguió bajando de forma lenta y con un atisbo de tortura que deseaba parar.
— ¡Green, silencio! —la voz de Blue me había hecho entrar en razón— La obra está a punto de comenzar.
Cuando volteé hacia el frente, el escenario estaba ya puesto. Era el mismo paisaje de un fondo hecho a mano con pinturas acrílicas de casas de ladrillos y un volcán en el horizonte de la gran manta colgada en el escenario.
Al parecer, había vuelto al mismo sitio donde había estado alguna vez. Sólo que todo estaba muy confuso. ¿Tenía la habilidad de saltar en el tiempo? Pude recordar, esta vez con mayor claridad, que la obra iba a comenzar, que Red y yo nos habíamos visto con misterio, y que mi mente estaba a punto de explotar mientras me servían más piña colada para detener mi sangrado por haber visto a las chicas en sus atuendos de Alola. Había recordado que todo aquello había pasado, pero hace ya un par de días. Sin embargo, ¿por qué volvía a este momento? ¿Sería que… que todo esto era un producto de mis sueños? Quise pararme, pero la mano de Blue sobre mi muslo se sintió tan reconfortante por un momento que de alguna manera me tranquilicé para poder ver la escena que aquel trío Rocket iba a dar. ¿A qué se debía todo esto?
— ¡Damas y caballeros! —una voz anunció en medio de una oscuridad, ya que la luz de las antorchas se apagó para que una luz mágica apareciera sobre el escenario. En ese momento, el pequeño Meowth apareció con un atuendo misterioso: una capa oscura que cubría todo su cuerpo—. ¡Bienvenidos a la obra de Pokemon Battle Online! ¡El juego que significó un parteaguas en la industria tecnológico y audiovisual! ¡El juego que cambió por completo la vida de más de diez mil jugadores! ¡Un juego que, sin saberlo, se convertiría en la vida de cada uno de ellos! Esto es… el "inicio de los tiempos…"
Súbitamente, en el escenario habían aparecido un par de sujetos, que se trataban de Jessie y James. Ambos estaban vestidos con los atuendos más simples y medievales que caracterizaban al primer nivel del juego.
— ¡Hola, JessicaMataOrcos!
Hubo un silencio en el aula. Incluso Jessie estaba un poco sorprendida. James miraba al público, es decir, a nosotros, un poco sorprendido. Al parecer su tono de voz y expresiones faciales no eran las adecuadas para una buena actuación. En realidad, era peor de lo que pensaba.
— ¿Qué…?
— ¡Así te llamas! ¡O bueno, así te llamabas antes de que mostraran tu nombre verdadero!
Jessie refunfuñó por lo bajo. Hubo risas por parte de Gold, que era el que más estaba disfrutando de una obra de teatro con una producción un tanto miserable.
— ¡Hola, JamesReyDeLosHijosDePuta!
— ¿Qué… qué…? ¡Producción! —James volteó a ver a Meowth, que se encogió de hombros mientras yacía detrás del escenario— ¡Ese no es mi nombre!
— Oh, vaya, un desliz.
— Vas a ver lo que es un desliz, maldit…
— ¡NUESTROS HÉROES…! —Meowth tuvo que intervenir entre ambos para que la obra siguiera— … ¡dos jugadores que se adentraban a los inicios de Pokemon Battle Online! Ambos tuvieron a un Ekans y un Koffing respectivamente. Sin embargo… llegó el temido día para todos los jugadores.
Meowth incremento el hueco de su capa y salieron unos orbes rojizos de la oscuridad de la capucha, así como unas garras filosas.
— El creador del juego nos encerró a todos por siempre… —James y Jessie actuaron de manera sorprendida y se echaron al suelo a llorar para representar sus papeles.
La historia poco a poco fue contándose. Era una historia general, en la que contaban la vida de un tal Destello Eléctrico, la vida de seis chicos que se fueron conociendo, y poco a poco, con más de una hora de representaciones absurdas por parte de aquellos tres, la historia llegó a un punto en el que todo me sonaba un tanto familiar.
En realidad, no sabía de qué trataba la obra. Habían estado mencionando nombres y anécdotas que me resultaban mucho muy familiares, como el nombre del Torneo Esmeralda, la Guerra Celestial, o la Conspiración Plasma. Sin embargo, por alguna extraña razón, no podía recordar en dónde había escuchado todo aquello. Quise dar vueltas al pasado, pero mi memoria no podía recordar nada más que lo que había pasado hace ya un par de días. Quise recordar en dónde estábamos exactamente, pero todo lo que sabía es que estábamos en medio de un desierto sin razón alguna y viendo una obra montada de pacotilla en la que se estaban inventando historias absurdas.
Aquello me estaba dando más y más sed, por lo que quise beber más de mi piña colada, pero ya no había nada en el coco. Quise robarle a Blue del suyo, pero cuando se dio cuenta, lo impidió como si hubiese sido un acto vandálico porque me dedicó una cara de pocos amigos. ¿Qué demonios estaba sucediendo?
Cuando volteé a la escena que se estaba montando, vi cómo ahora Meowth estaba en un traje un tanto desgastado y hecho de tela de un Charizard fuera de lo ordinario. James y Jessie iban con capas doradas amarrando al roedor en hilos demora.
— ¡NOOO! —Meowth gritó fingidamente mientras caía sobre el suelo y las luces se apagaban. Entonces, su voz se escuchó por todo el salón— Y así, el destello eléctrico fue controlado debido a la megaevolución. Serena venció a Diantha en una pelea épica y la Guerra Celestial estaba dando paso a su final. Satoshi, a partir de ese momento, desapareció para siempre.
— Satoshi… —una voz susurró desde el otro lado de la sala.
Gold había abierto los ojos de par en par. Su atención había estado profundamente puesta en la obra de teatro, que tal parecía que había vivido aquellos momentos. Al mencionar el nombre de aquel personaje que Meowth estaba representando, sus orbes dorados eran mucho más brillantes no debido a la luz que se reflejaban sobre ellos, sino a las memorias que estaba teniendo. Miró con confusión a la bebida que estaba tomando, pero el coco estaba vacío y necesitaba desesperadamente más de aquella bebida.
— Meowth, ¿ya no… ya no tenemos más piña colada? —James parecía algo nervioso y dijo aquello entre dientes.
— ¡La obra debe continuar! —susurró Meowth desesperado, como si la obra dependiera de su vida.
— Satoshi… —Gold volvió a susurrar, esta vez viendo hacia el escenario.
[VIDEO 5: 1917 - The Night Window (Extended)]
Aquello fue algo que no pude explicar, porque cuando el rostro de Gold se quedó petrificado, Red se levantó instintivamente de su asiento, tirando toda la comida que había en la mesa debido a la brusquedad de la acción. No sé qué demonios estaba pasando, pero cuando Red se dirigió hacia Gold, el muchacho esquivó a Red y éste cayó al suelo de bruces. Gold sacó su arco dorado, pero en lugar de apuntar hacia Red, apuntó hacia el trío que estaba ejecutando la obra de teatro.
Yo lo único en lo que pensaba era en que quería más piña colada, aquella bebida amarillenta, fosforescente y viscosa a la que tanto me había vuelto adicto. Sin embargo, al ya no haber más, poco a poco mi mente iba cambiando de un estado de adicción a uno relajante.
— ¿Qué nos han hecho, bastardos?
Gold estaba a centímetros de James, que lanzó un grito ahogado y comenzó a sudar en exceso.
— Ay diosito santo, yo no lo hice. ¡Te lo juro por la madre de Shrek que yo no hice nada!
— ¡La obra debe continuar! —Meowth insistió y ahora yacía con un atuendo más peculiar. Se colocó una gorra blanquecina junto con una peluca verde.
— ¿Entonces… qué es esa bebida? ¿Por qué nos ha hecho perder la noción? ¿Eh? ¡RESPONDAN, MALDITOS INFELICES!
— ¡Gold! —Crystal se levantó para detenerlo, pero Silver la detuvo a ella. Yellow y Blue estaban estupefactas, mientras Red se levantaba del suelo.
— ¡Fue él! ¡Él nos obligó a hacerlo! ¿De acuerdo? —Jessie señaló a Red, que se estaba sacudiendo las prendas.
Cuando miré al sujeto, toda mi memoria volvió en sí en un instante. Aquello me produjo una sensación se asco, odio y resentimiento hacia Red, así como de sorpresa por lo que me había confesado la noche anterior. La persona que Red estaba buscando…
— ¿Tú…? —me levanté de mi lugar, acercándome hacia el sujeto, que parecía estar en una situación desfavorable. Cuando estuve a centímetros de su rostro, él no retrocedió, pero permaneció serio y con el misterio que lo caracterizaba.
— ¡Nos dijo que debíamos darles esta bebida! ¡Al llegar al oasis nos los ordenó o nos iba a matar! No nos odien, por favor. ¡Nosotros estamos de parte de Alain! Hemos estado dos días varados en este oasis con miedo a que Red nos asesine… —Jessie lloraba.
— ¡NO LLORES, LA OBRA DEBE CONTINUAR! —Meowth insistía. Entonces, el roedor se colocó en el centro del escenario para seguir ejecutando las escenas que le faltaban para terminar la obra. El roedor comenzó a recitar: — Y así, nuestros héroes habían terminado con la Guerra Celestial, pero había otro personaje que se convertiría en el antagonista de todo PBO, oculto entre las sombras y renegado por la mayoría de la gente. Creador de la Conspiración Plasma y…
— ¡TÚ! —Le grité a Red en el rostro. Súbitamente, formé un golpe aural de color verde, que lo mandó a volar hacia el exterior de la cabaña, para estrellarse contra la única palmera del oasis y partirla a la mitad con su espalda.
Una nube de humo se hizo presente. Todos intentaron detenerme, pero yo había llegado hasta su posición para colocarme encima de él y comenzar a interrogarlo. El sujeto estaba ya adolorido del estómago, ahí donde le había dado el golpe.
— ¡¿QUIÉN ERES?! ¡¿Qué era esa bebida?! ¡¿Por qué nos controlabas con ella?! ¡Por supuesto que lo debí haber previsto! ¡Habías negado la bebida a Meowth, a pesar de que tú siempre tomas alcohol, maldito ebrio de mierda! ¡La piña colada era tuya y sabías los efectos que nos ocasionarían! ¡¿No quieres que lleguemos al volcán?! ¡¿No quieres cumplir con la misión del Arco de Luz?! ¡¿No quieres salir de este juego?!
Red me miró con diversión. Por primera vez, noté cómo su pecho comenzaba a inflarse debido a la bocanada de oxígeno que estaba aguantando para evitar soltar una carcajada que me haría cabrearme más de lo que ya estaba. A lo lejos, seguía oyendo los relatos de Meowth: "Un hombre que consiguió el poder de dos Pokemon que controlaban el mundo aural; un destino inevitable que caería bajo el reinado de PBO y del que nadie se daría cuenta". Red finalmente estalló en una risa misterios que erizó mi piel, porque en realidad no sabía qué pensar en ese momento. A mis espaldas, todos mis demás amigos, incluso James y Jessie, habían salido para ver el desenlace de aquel sujeto misterioso.
— No, Green. No quiero salir de este juego. ¿Qué no te quedó claro antes? Ya te dije lo que quiero —su risa parecía bromear. No sabía si estaba hablando en serio o no. Recordé entonces la confesión que me había hecho la noche de aquel segundo día, en el que me había dicho la relación que tenía con aquella persona a la que quería buscar.
— No entiendo… no…
— No tienes que entenderlo, Green. Es la verdad.
— ¿Y Satoshi? ¿Qué tiene que ver con todo esto?
— ¿S-satoshi? —Al oír el nombre, Gold se acercó unos pasos, rodeando la piscina. Finalmente había bajado su arco para escuchar con más atención. A lo lejos, los relatos de Meowth seguían invadiendo el ambiente: "Un mundo aural. Un aura invencible que nadie pudo evitar que él consiguiera. Seis sujetos intentaron detenerle, pero lo hicieron en vano."
— Gold, no es mi hermana a la que busco —Red hablaba— Pero da igual. De todas formas, si se los cuento o no, es irrelevante.
"Miles de testigos que no pudieron ver el poder que consiguió el hombre solitario. Miles de personas que sufren las consecuencias de un mundo controlado bajo su poder…"
— ¿A qué te refieres? —mencioné furioso. Le había escupido sobre el rostro por mis palabras tan precipitadas.
— Estarán muertos. Esta misión es suicida; ni siquiera tienen oportunidad. Nunca la han tenido, Green. Este mundo es ya de Giovanni.
— ¿Q-qué…?
"Lo que había empezado como una pequeña conspiración, ahora era un sueño hecho realidad: controlar el mundo aural"
— ¿Crees tener esperanzas? Las esperanzas son lo peor que le puede pasar a una persona, porque crea expectativas de algo que todavía no sucede, Green.
"Un chico que no tenía nada, y ahora, tiene todo para ser el hombre más fuerte del mundo".
— Debes vivir en la cruda realidad que te toca. No hay esperanzas ni las habrá. Todo ha estado perdido desde el día en que se creó este juego, incluso antes. Incluso desde que los relámpagos sonaban en las noches solitarias; incluso en la soledad llena de licor.
— ¡Cállate! ¡Salvaremos este juego! ¡VIVIREMOS!
"El hombre más fuerte de PBO, a un paso de poder conseguir todas las almas… a un paso…"
— No, no lo harán. Uno de ustedes ya está muerto.
— ¿Qué?
— La persona que más me agradaba… —confesó Red mirando hacia mis amigos.
"El hombre más fuerte de PBO, consiguiendo el alma número mil de los sanadores…"
Cuando volteé hacia atrás, supe a lo que se refería Red.
Nadie se había dado cuenta de ello, porque había aparecido de la nada detrás de nosotros. Incluso, Meowth ya no era siquiera el que estaba recitando la obra de teatro, porque las palabras que resonaban de fondo eran del chico que había atravesado con su brazo completo el pecho de Yellow.
El hombre de gorra blanca y mata esmeralda le miraba con una satisfacción que no se comparaba al haberle asesinado. En cambio, Yellow miraba de una manera confusa, fuera de sí, y con horror la sangre que salía de su boca, de su pecho y se escurría por la manga blanquecina de N, mientras el sol daba de lleno sobre ambos cuerpos.
— Qué satisfacción —N cerró los ojos— ¿Lo ves Black? ¿Ves que todo estaba perfectamente controlado? Mi alma mil es la sanadora con la que comenzó todo esto.
Parecía estar hablando solo. En realidad, no sabía a qué se refería, porque mi mente estaba mucho más concentrada en toda la sangre que se escurría por la arena. Gold y Silver quisieron intervenir, pero fue cuando Red se levantó lanzándome un puñetazo que me dejó aturdido y atacó a ambos chicos con una patada que los hizo caer de bruces. Cuando recuperé la vista debido a la arena que entró por mis ojos, noté cómo el sujeto ya había sacado a su Charizard para huir del oasis. Al otro lado, sólo pude ver la mirada de Yellow dirigirse al horizonte, ahí donde Red estaba desapareciendo.
— Lo siento…—mencionó la rubia en un gemido doloroso.
Sus últimas palabras fueron reemplazadas por el sombrero de paja que cubrió los pixeles que se arremolinaban en un solo punto. N sonrió de placer, ya que en su mano poseía una diminuta luz que parecía tener un aspecto un tanto espiritual y físico al mismo tiempo.
— ¡NOOOO! —Blue fue la que estaba más cerca. Sabía que su cariño por Yellow y la escena que estaba viendo la harían hacer cosas indebidas.
— ¡NOOOO, BLUEEE!
Fue muy tarde mi grito, porque cuando Blue intervino con un hechizo de hielo que atravesó el vientre de N, éste sonrió. Acto seguido, se envolvió en un aura mucho más negra de lo que el sol pudo iluminar. Una oscuridad plena invadió el sitio, y el agujero por donde había atravesado la pica de hielo de Blue, poco a poco se fue regenerando hasta que N volvió a sanar en cuestión de segundos.
— Lo siento, niña. No más auras blancas. No más auras invencibles. Dale la primera y última bienvenida a este nuevo color de aura.
Su mano se envolvió de negrura. La acción fue demasiado rápida, porque atravesó el vientre de Blue y la aventó hacia la piscina. Acto seguido, antes de que Gold, Silver o Crystal hicieron algo al respecto, N se envolvió en una materia densa de oscuridad y desapareció sin dejar rastro alguno, como si nada hubiera sucedido.
Sin dudarlo demasiado, me aventé hacia la piscina para rescatar a Blue. Podía ver el hilo de sangre que iba tiñendo gradualmente la piscina de un color carmesí. Nuestros cuerpos se envolvían en la profundidad de la piscina. El sol era el único testigo de cómo añorábamos por más aire para nuestros pulmones.
Blue me miró, mientras sus manos, con las fuerzas que le quedaban, tocaban mi rostro. Pálida, insegura, con miedo a morir, gritando y expulsando burbujas que encontraban el camino a la superficie. Yo también grité, le besé los labios, la tomé del rostro, le dije cosas inaudibles que no se escuchaban en el agua, la volví a besar. Ella, desconsolada, mirando cómo su barra de vida ya estaba vacía y esperaba la explosión de pixeles.
Y cuando sucedió, ahora entendía que el principio de estos recuerdos desordenados cobraba todo sentido lógico.
Próximo capítulo: Gold Bird
