Hola! Siento raro publicar después de una espera corta xD. Como sea, prometí que iba a publicar el capítulo que sigue pronto y aquí lo tengo. Muchas gracias por sus reviews que me dan ánimos a seguir :) El otro día estuve recorriendo fanfiction y noté que hay muchos fanfics que no sé por qué son populares, pero lo son. Digo esto porque aquí en Fanfiction hay muchas historias que merecen la pena ser leídas por su gran capacidad narrativa de contar una historia, pero no han sido aún descubiertas. Por lo tanto, este capítuo es especial, porque quise sacarle provecho a toda la capacidad narrativa posible, no hay mucho diálogo en este capítulo. La narración es tan importante como la trama, y gracias a ella la imaginación del lector puede evocar emociones que no muchas historias logran hacer. Hay que sacarle provecha a la narración, a la imaginación, a la historia, a las palabras. Espero lo disfruten.
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Capítulo 132
Enviciado de Poder
Un golpeteo incesante llegaba hasta sus oídos. Al principio, no sabía distinguir si se trataba de las crepitaciones producidas por los pasos que se hundían en la nieve al avanzar, el susurro del viento que se escurría por entre un camino descendente y estrecho, el castañeo de los dientes que se iban desgastando entre más frío penetraba en el cuerpo de los presentes o el temblor de las manos de aquel sujeto que sólo estaba concentrado en un solo momento que le erizó mucho más los bellos de punta que el propio frío de la tormenta de nieve sobre el alba del tercer día.
Aunque sus ojos estaban fijos sobre el camino en el que venían él y un pelotón más de jugadores detrás suyo, la imagen que su cabeza dibujaba era mucho más intensa que su propia vista, quedándose totalmente a disposición de lo que su imaginación le dijera. No sólo su vista había sido traicionada por su propia mente, sino que su sentido del oído escuchaba el eco del rasgar de los órganos frescos y su sentido del olfato aún podía oler la sangre que goteaba del cuerpo decapitado. El Nidoking se regocijaba en un festín de lo que había sido uno de los miles de jugadores que no habían durado siquiera un día después del anuncio de que esto era su nueva realidad. Uno de los jugadores desafortunados que había sufrido un destino fatal, pero peor era el destino de quien pudo presenciar dichos horrores, y peor aún, de quien los presenció conociendo a la persona en cuestión. El testigo recordaba cómo Astrid yacía con los ojos inertes y la cabeza decapitada.
Gritos no de horror por parte de la chica rubia decapitada, sino ecos desgarradores de desesperación por parte del testigo al ver la causa perdida por la que estaba luchando. Una causa que después de todo lo que pasó para fundar el gremio Mega, comenzó a tener sentido; sin embargo, las alucinaciones eran cada vez peor. Él lo sabía. Por eso su mal genio; por eso la seriedad de esta misión. Por eso, el énfasis en que debían hacer todo lo posible para regresar a la Fortaleza Catarata sin las manos vacías. Las alucinaciones crecían exponencialmente y él comenzaba a sufrir las consecuencias, así como un dolor intenso que resentía su cuerpo físico. Sueños que se tornaban en pesadillas, el punzar de dolores que lo sacaban fuera de sus casillas, preocupaciones internas de saber cuánto tiempo le quedaba. Incluso ahí, en la isla Koori, a cuestas del lago central que estaba ya a la vista y a unos kilómetros cerca, las alucinaciones gobernaban con mayor intensidad que la propia realidad virtual en la que se encontraba. Incluso, el dolor que sentía sobre su cuerpo era mucho mayor que el dolor que había pasado las dos noches anteriores batallando contra una tormenta de nieve que se había desatado en la isla. Dos noches en las que el frío fue el peor rival tanto de los aliados como de los enemigos. No hubo actividad importante más que buscar sobrevivientes. Sin embargo, su dolor de cabeza y las alucinaciones eran tan intensas, que buscó alguna excusa para descansar y la tormenta de nieve fue la justificación perfecta a un dolor que no quería que los demás notaran. Sin embargo, Manon sabía lo que él sufría.
— Alain…
Al ser interrumpido por la voz de Manon, las alucinaciones desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. Entonces, se dio cuenta de que mientras bajaban la cordillera de la isla, el lago estaba mucho más claro a la luz del amanecer. Pero Manon no le llamaba porque se preocupaba por las alucinaciones y el dolor que tenía, sino porque en el centro del lago había un pequeño islote cubierto de nieve, habitado por personas que parecían estar esperándolos.
Quizá a simple vista no se observaba con mucho detalle la identidad de las personas, pero el ondear de capas de color blanco tan intenso como la nieve y negro tan intenso como la oscuridad de la tormenta daban el indicio de que se trataba de uno de los cuatro gremios más dominantes del juego. Lo que extraño era que las capas eran las únicas que se movían agitadas, mas no las personas que las tenían colgando en sus espaldas.
Tal parecía que esperaban la llegada de Alain, como si la hubieran previsto desde antes. Como si el punto central de aquel lago fuera el lugar de reunión para que los rivales se encontraran después de mucho tiempo. Un tiempo en el que Alain había resultado ganador, llevándose las megapiedras de la Fortaleza Suicida custodiada por los Cuatro Grandes. Por ese motivo, el simple hecho de haber perdido y que el enemigo se saliera con la suya en esa ocasión, la líder del gremio de capas bicolores estaba ansiosa de reencontrarse con el peli-azul que portaba una de las espadas más misteriosas del juego. Una espera que había sido larga, pero, al fin y al cabo, ansiada, porque Diantha disfrutaba de las escenas dramáticas debido a sus gustos teatrales. De hecho, la tormenta de nieve presagiaba en minutos próximos una de las escenas más dramáticas que quizá podrían suceder, o es que eso ella tenía planeado.
Frente a la élite y al líder del Gremio Equilibrio, se encontraban al menos una docena de rehenes puestos de rodillas sobre la nieve de aquel islote. Algunos intentaban ponerse de pie, ya que el simple contacto de las rodillas con el suelo era un dolor insoportable del quemar gélido que esta isla poseía. Con las manos y tobillos amarrados con hilos démora, los rehenes veían cómo Alain y su pelotón de quizá unos cincuenta jugadores aproximadamente —lo único que quedaba del Gremio Mega en la isla— venían cuesta abajo para acercarse paulatinamente al lago y ver la escena dramática. Una escena donde seguramente Alain se saldría de su inquietud, porque ahí mismo se encontraba la primera jugadora amiga que había hecho en el juego.
Skyla, con las manos inhabilitadas y el rostro ensangrentado, anonadada por lo que estaba ocurriendo en ese momento y confundida porque no sabía dónde demonios había despertado, lo único que se podía limitar a hacer era respirar entrecortadamente en medio de un dolor que Diantha no había causado, sino que sorpresivamente, una de las personas a las que le había agarrado un cariño inmensurable e incondicional fue la responsable de entrometerse en la batalla en la que Skyla sabía que iba a perder. Winona, con aquel cabello púrpura claro que caían como alas y se ondeaban con el viento de la tormenta, veía con sentimientos encontrados a la que alguna vez había formado parte de la élite del gremio Equilibrio, pero decidió irse por un camino mucho menos seguro y más fatal. Haber ayudado al enemigo y haber traicionado a Diantha eran cosas que no se podían perdonar, y aunque ella le quisiera con el amor de una amiga fiel, no podía traicionar los principios que le formaron en un gremio que le ofreció un techo y una posición digna de respetar. Skyla le miró de vuelta, sin saber cómo sentirse al respecto, pero con la cabeza puesta en que, si no hacía algo pronto, moriría ahí mismo junto con los demás rehenes entre los que se encontraba también Roxie, aquella muchacha que alguna vez formó parte del Gremio Esmeralda en sus etapas iniciales con Drew como líder y que ahora era una novata que había recorrido un largo camino hasta llegar donde estaba. La pelirroja, al ver que Roxie estaba con las rodillas sobre el suelo, la mirada firme y la vista puesta en el pelotón que se iba acercando, su sorpresa se alteró mucho más, ya que se sentía culpable de que sus compañeros fueran tomados rehenes, compañeros que habían formado parte de la retaguardia y de alguna manera, también eran su familia virtual por el simple hecho de formar parte del gremio Mega.
— …Y se abre el telón.
La voz de Diantha era sutil, misteriosa y con un matiz de calma que incluso ponía los pelos de punta. La líder del gremio se adelantó hasta el barranco del islote, donde vio hacia el otro lado del lago, ahí, donde Alain se había detenido y detrás de él la gente fiel que le seguía la pista.
Del otro lado, Alain comenzaba a respirar cada vez más fuerte. No por el hecho de que su cabeza sentía que iba a explotar, sino porque en aquel islote que se encontraba quizá a medio kilómetro de su posición, pudo ver una figura que reconoció no por las facciones de su rostro, sino por el pelo rojizo como la sangre que resaltaba entre un mar de nieve. Skyla, la primera amiga que había hecho en la versión beta estaba a merced de Diantha. Un paso en falso, segundos que transcurrieran más tarde de lo esperado, alguna palabra que no fuera del agrado de la actriz, sea cual sea que fuera el motivo, Skyla estaba a punto de ser ejecutada ahí.
El hombre le dirigió una mirada inquietante a Manon, que también estaba preocupada por Skyla; segundos después, volteó el cuello hacia atrás para observar a su fiel familia, que sabía lo seguirían hasta la muerte. No había nada más que hacer. Diantha querría hablar, tornar la escena más dramática para al final tener el mismo resultado desfavorable; la conocía a ella y sus métodos peculiares para divertirse. No había otra opción más que batallar.
Entonces, a su lado, su Pokemon de colores fríos justo como el ambiente de la isla, Charizard, resopló por aquellos orificios enormes de su nariz de dragón, sabiendo que se avecinaba algo que quizá estaba al filo del dramatismo. Antes de montarse en su Charizard, Alain inteligentemente puso un pie sobre la orilla del lago, donde en realidad, el agua estaba congelada por los grados bajo cero que presentaba el clima. Cuando colocó un pie sobre el agua congelada, hubo un tenebroso cantar del hielo avisando que, si el peso era demasiado, podría resquebrajarse en cualquier momento. Aun así, Alain decidió montarse en su Charizard y pensaba volar al ras del agua congelada, pero no todos sus seguidores tenían Pokemon voladores, tendrían que arriesgarse a cruzar el camino a pie junto con sus Pokemon y esperar lo mejor para todos. Era lanzar una moneda al aire. Era perecer o sobrevivir. Era morir batallando o vivir para contarlo. Fuera cual fuera el resultado, Alain frunció el entrecejo, debido a que no soportaba que se metieran con su familia.
Y la carrera comenzó. Diantha sonrió, porque sabía que Alain no estaría para diálogos. Sabía que era ir a por todo o nada, y fue cuando sintió que el dramatismo iba a comenzar. En medio de ondeos bicolores que su capa realizó debido al salto descendiente que Diantha hizo del islote hacia la gruesa capa de hielo que cubría el lago entero, Alain desde el otro lado abrió los ojos como platos y gritó con más fuerza mientras se sostenía del cuello de su Charizard que iba volando a ras del hielo. La razón de aquel grito fue que cuando Alain vio a Diantha saltar sobre el lago, éste leyó sus intenciones. Unas intenciones que terminaron en el golpeteo de la zapatilla de Diantha en un punto crucial en donde se encontraba parada; eso fue suficiente para que el canto y resquebrajar del hielo se intensificaran al punto en que el quebrar se escuchó y viajó a través de todos los puntos del lago, haciendo que el equilibrio del suelo se perdiera y con ello los grandes bloques de hielo se partieran en enésimos pedazos.
Un canto que incluso llegó hasta los oídos de Serena, que parecía no estar teniendo una batalla cómoda. Entre los sentimientos encontrados que tenía al haber visto la espada auténtica de Satoshi en manos de Lysson y la responsabilidad de proteger a un Kalm que aún no despertaba por el impactrueno generado por la espada, la muchacha hacía uso de las habilidades adquiridas en todo el entrenamiento que tuvo en la Fortaleza Catarata para poder esquivar a diestra y siniestra los tajos horizontales, verticales y profundos que Lysson dibujaba acompañados de cargas eléctricas que lastimaban no sólo el cuerpo resistente de la novata, sino que todo a su alrededor comenzaba a ser dañado por la espada poderosa de aquel sujeto. Daños que eran ocasionados más por la sed de poder que Lysson tenía, que por el poder de la espada. Daños que iban quebrando poco a poco los muros y el techo de hielo, lo que provocaba una disminución en el grosor del hielo y la presión del agua empujara contra este, haciendo que el quebrar acompañara al canto principal del hielo que se quebraba mucho más arriba, donde el pelotón de Alain iba cayendo uno por uno en un mar de frialdad que, debido a la temperatura extrema, las articulaciones de todos se congelaban al instante y quedaban inmovilizados para luego hundirse en una perdición gélida.
Uno a uno se iban perdiendo entre el abismo del lago, desapareciendo y quizá pereciendo al instante; algunos luchaban por salir y sujetarse de las orillas de algún pedazo colosal de hielo que aun rondaba por ahí, mientras otros junto con su Pokemon acuáticos podían resurgir desde la superficie y volver a atacar con menos fuerza. Fuera como fuera, la grieta que Diantha había provocado fue sólo el inicio de una escena que desde antes se sabía que el Gremio Mega estaba en desventaja. A pesar de superar en número a la élite del gremio Equilibrio y a algunos cuantos más miembros megaevolucionados, las condiciones del ambiente y la posición favorable que supo aprovechar Diantha eran razones suficientes para presagiar una derrota que Alain aún no podía estar dispuesto a aceptar. Uno a uno iban explotando en pixeles y ni siquiera nadie del grupo de Diantha había tomado posición de batalla aún. El frío, como se había repetido enésimas veces, era por ahora el mayor rival de todos los presentes.
Sin embargo, había un mayor rival para Alain con el que estaba lidiando en esos momentos. Su vista estaba puesta en Skyla, sus manos sujetadas firmemente en un Charizard de colores índigos que estaba ya a punto de embestir a Diantha, sus fuerzas estaban concentradas en el aura que de pronto su propia espada estaba sintiendo y su fuerza de voluntad aún seguía en pie sin ser quebrada. No obstante, todo eso no era relevante para Alain, porque la característica más importante que debía ser el pilar en una batalla no estaba siendo dominada conscientemente por el beta: la mente.
Su mente escalaba a grados tan intensos y potentes de alucinaciones y recuerdos tan vívidos y horripilantes que habían marcado su vida, que no podía concentrarse en alguna otra cosa más que hacerlos desaparecer. Cerró los ojos y los volvió a abrir repetidas veces, pero, aunque estaba ya a menos de cien metros de Diantha, sólo podía ver un recuerdo que le causaron ganas de vomitar: sus manos llenas de sangre y con un cuchillo en mano, mientras temblaba y se quería poner en pie. ¿Por qué ese recuerdo le atormentaba la mente? No tenía ni idea, pero las sensaciones que aquello provocaba eran mucho peores de lo que esperaba. El flujo de su sangre se aceleró y la ira le invadió. No podía pensar con claridad, pero ya había sido demasiado tarde para serenarse.
— ¡ALAIN!
Ni siquiera la voz de Manon fue señal de alerta al darse cuenta de que el Charizard estaba a punto de chocar con el muro del barranco que conformaba el islote. Diantha se había hecho a un lado hábilmente para esquivar el vuelo del Pokemon de fuego, pero la velocidad con la que iban fue tan extrema que Charizard no tuvo tiempo para detenerse por la inercia de su vuelo y se estrelló, ocasionando que el impacto lo recibiera el líder del gremio Mega. Una nube de polvo se hizo presente, más de colores blancos que de colores marrones, y entre la densidad de la espesa nube, Alain sintió que había rodado y rodado por un suelo un tanto menos áspero del que hubiese pensado generaría el impacto. La nieve lo había salvado y pronto se dio cuenta que el Charizard también le había salvado al empujarlo con su propio lomo hacia arriba para que el Pokemon sufriera el impacto en la pared del barranco y Alain aterrizara abruptamente en el suelo firme del islote.
Cuando Alain se paró sobre sus rodillas y con la respiración agitada, sabía que estaría rodeado de enemigos. Sabía que tanto los Pokemon Megaevolucionados como los miembros de élite del gremio Equilibrio irían a por él sin pensarlo dos veces. Pero en lugar de desenvainar la espada que podría combatir contra todos ellos al mismo tiempo, notó que aún sus manos estaban manchadas de sangre, escuchó gritos y llantos que sólo podía reconocerlos de una persona: su padre. Aquel granjero que lo había criado en su infancia y le había enseñado a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida; aquel hombre que era su fiel compañero y que trabajaba día y noche para que no le faltara nada; aquella persona que se había quedado sola después de que Alain se quedara atrapado en el juego de por vida, aunque podría haber regresado cuando quisiese. ¿Por qué lloraba? ¿Por qué escuchaba el llanto de su padre? ¿Acaso estas alucinaciones eran cada vez peores? ¿Eran sólo un producto de su imaginación o simplemente eran cosas que no quería recordar?
La nube de humo se había disipado. Frente a Alain, Skyla estaba a unos cuantos metros y ésta quiso llegar hasta la posición de Alain para sentirse segura nuevamente y combatir a su lado. De manera hábil se desató los nudos de los hilos démora y se reincorporó para comenzar a caminar tambaleantemente aun con las manos atadas. Alain vio a la muchacha que se acercaba hacia él, pero en lugar de ayudarla, sólo podía ver el horror de sus recuerdos. Abrió y cerró los ojos nuevamente para que aquello desapareciera, y cuando finalmente tuvo un momento de lucidez, vio que Skyla estaba a un metro de él para que ambos se envolvieran en un abrazo. Y, sin embargo, un golpe se entrometió entre ellos.
El golpe, que más que un puño fue una bofetada, desequilibró a Skyla y la hizo rodar por la nieve. La mano roja y llena de ira por parte de Diantha había evitado que Skyla estuviera bajo la protección de Alain. Súbitamente, cuando se sacudió las manos, comenzó a reír. Una risa que inundó el ambiente; carcajadas llenas de dramatismo, de actuación, de saciedad por tener a sus pies a Alain que seguía de rodillas y con las manos viéndose por las alucinaciones que tenía. Diantha estaba ahí, con unos ojos cristalinos, profundos y hermosos que dicha belleza infundía una locura incomprensible. Una jugadora que sólo tenía en mente ejecutar uno de sus actos más dramáticos en lo que iba del juego, comenzando con los diálogos que ella misma había ensayado en el libreto de su mente:
— Me siento decepcionada, quiero enfatizar eso —hizo una pausa, volteando a ver a Skyla, que yacía en el suelo indefensa— Decepcionada no por el hecho de que hayan llegado hasta aquí, eso era algo que teníamos previsto; tampoco estoy sorprendida porque hayamos sufrido bajas o ustedes lo hayan hecho, ni siquiera me siento decepcionada porque hayan decidido hacer una de las misiones más suicidas y absurdas que haya visto jamás. La decepción viene porque pensé que eras fuerte, Alain. No hablo de tu espada, ni del poder aural que tengas. Hablo de los lazos que creas en este juego para con toda esta… gente —señaló con la mirada a los que estaban detrás de Alain, que parecían ya estar en una lucha incesante con los usuarios megaevolucionados en medio de los bloques rotos de hielo del lago— Gente que no tiene ni la más mínima probabilidad de sobrevivir en una rebelión; gente que no tiene idea de en lo que se está entrometiendo y sigue la convicción de alguien que, al parecer, tampoco sabe qué es lo que está haciendo. Así que me siento decepcionada, Alain. Los lazos y las amistades son un arma de doble filo, deberías saberlo bien. Te vuelven débil, te ablandan el corazón, y cuando menos lo esperas, te conviertes tú en el sacrificio para terminar con una rebelión que habrá sido en vano. Mira cuántas muertes innecesarias, mira cuánto dolor y sufrimiento, mira cuánto sacrificio. ¿Por qué la insistencia en salir? ¿Por qué negarse a su nueva realidad? La respuesta es simple: porque hay gente allá afuera con las que aun no puedes romper lazos, y hay gente aquí dentro con la que tienes lazos y peleas para protegerles, pero esa causa es una causa perdida, porque deberías saber que en PBO, si no te unes al enemigo, perecerás. A final de cuentas, a quien proteges son a un montón de gente…
— …novata —la voz de Lysson era áspera. Tal parece que el discurso de Diantha lo había finalizado Lysson, pero en realidad desde lo más profundo del lago, Lysson repetía esa palabra un par de veces refiriéndose a la novata que tenía en frente y que le estaba haciendo pasar un mal rato.
El hombre de melena anaranjada no entendía por qué la espada que había adquirido de Satoshi no lo hacía más poderoso, si tenía enfrente a una novata salida de la nada y que no se le igualaba al poder que él mismo había adquirido.
— Irónico… ¿no? —Serena sonreía— Te refieres a mi como "novata" para decirme "débil", pero ambos somos novatos. ¿No es irónico?
Aquello hizo que Lysson saliera de sus casillas aún más. No importaba cuantos golpes con la espada blandiera, no importaba cuántos impactruenos salieran de ella a la velocidad que fuera, Serena estaba tan concentrada en lo suyo que danzaba al compás de los ataques para esquivarlos de izquierda a derecha, de arriba a abajo. Su melena dorada iba también al ritmo y fluidez de los lengüetazos de fuego que su Firénix producía para intentar contraatacar, aunque Lysson las esquivaba a duras penas. La situación a final de cuentas era que, por más ataques que ambos se pudieran dar, ninguno acertaba con la claridad que hubieran esperado. El entrenamiento de Serena se hacía notar claramente, aguardando, defendiéndose y contraatacando, mientras la sed de poder y sangre de Lysson también se hacía notar, dando ataques a diestra y siniestra con una espada que intimidaba más de lo que podía dañar. Sin embargo, para ser más fuerte se necesitaba más que una herramienta que aumentaba su poder mágico; para llegar a ser fuerte, se necesitaba mucho más que una compleja concentración de la energía aural; para poder trascender en el poder y sobrevivir en el juego, había algo que Lysson no podía comprender y Serena lo tenía naturalmente. No era aspirar a llegar lejos, porque ambos aspiraban a llegar a lo más alto, pero con ciertos diferentes puntos de vista; no era tampoco entrenar día con día, porque estaba claro que en esa danza de espadas que soltaban chispas de fuego y chispas eléctricas, dejaba en claro el gran poder de ambos. Lo que diferenciaba a Serena de Lysson, es que ella tenía una causa por la quien luchar.
— ¡No la escuches, Alain! —Skyla mencionaba aun tirada en la nieve, mientras Diantha soltaba un par de risas que le divertían cuando notó la desesperación de la pelirroja. Tileo llegó hasta la jugadora y le soltó una patada con la armadura que tenía puesta, provocando que Skyla escupiera sangre en la nieve y sollozara un poco de dolor.
Sin embargo, Alain, que aun yacía con las manos extendidas debido a las alucinaciones, no se inmutó al ver cómo habían callado a Skyla. Fue entonces que Manon llegó hasta su posición en el islote, pero se detuvo al ver que Alain no podía reaccionar de ninguna manera.
— ¿Qué esperas, maldito imbécil? —Diantha comenzaba a salirse de su papel, al ver que las emociones no le hacían ningún daño a aquel que tal parecía ya no era Alain— ¡Atácame! ¡Vamos, atácame!
Las palabras resonaban en Alain, pero él parecía ya tener la mirada perdida. ¿Es que acababa de perder la motivación? ¿Ya no tenía ningún motivo por el cual luchar? ¿Su locura había llegado al punto en que las alucinaciones lo habían llevado a dejar de luchar?
Siempre hay un motivo por el cual luchar.
Sea malo, sea bueno. Eso depende del punto de vista de cada jugador. La diferencia radica en que cada motivo está basado en algo diferente: la motivación que viene desde el poder, como el que ha tenido Lysson para llegar a ser uno de los novatos que se han encargado de exterminar a los beta; la motivación que viene desde el miedo, como el de Diantha y los demás reyes de los gremios que han inculcado un miedo en los jugadores para poder dominar al mundo virtual; y la motivación que viene desde los lazos sentimentales. Algo que hace unos instantes, Diantha había criticado como debilidad y la razón por la cual Alain era alguien débil.
— ¡ATÁCAME! ¡ATÁCAME!
Sin embargo, no todo el mundo lo veía como una desventaja. Había personas que encontraban los lazos como un motivo por el cual luchar, por la cual volverse más fuertes. Sí, quizá Diantha tenía razón: esos lazos sentimentales te volvían vulnerable; quizá más de una persona haya fallado en proteger a quien ama y haya sufrido su pérdida, pero es en esos momentos donde en medio de la desesperación y la tragedia, uno decide levantarse para volverse más fuerte y que eso no vuelva a ocurrir. Es ver que esos lazos te llevaron a estar en lo más profundo para volver a lo más alto, justo como ciertas personas han podido llegar hasta la cima de esa motivación para volverse más fuertes. Una motivación que viene desde los lazos, sin enviciarse de poder. Una motivación que viene desde el amor, sin egoísmo. Una motivación que Serena en esos momentos tenía grabada en su corazón y las veía reflejadas en los tajos que emanaban de su Firénix. Unas ondas de fuego que abrazaban la electricidad de la espada de Lysson y las envolvían de calor, motivación y sentimientos que Lysson jamás podría comprender. Brazas de fuego llenas de recuerdos por gente que Serena había perdido en el pasado: Ritchie, Casey, Cheryl, Trevor, Wattson, Morrison, Sémola, Bianca; jugadores que habían formado parte del Gremio Novato, pero que ella pensaba a diario. Nombres que quizá se hayan quedado en el olvido todos los jugadores de Pokemon Battle Online, incluso de los propios lectores de esta historia, pero que Serena, la Fénix Dorada, los tenía en su mente para pelear por ellos y que sus muertes no fueran en vano; más importante aún, pelear no sólo para los que ya no estaban, sino para los que aun seguían con vida: Tierno, Shauna, Grant, Viola y Korrina. Su equipo de élite, que sabía aún seguía con vida en algún lugar de aquella isla y que seguramente estaban en camino hacia el lago central para anunciar una noticia que dejaría impactados a todos.
— ¡ATÁCAME! ¡ATÁCAME!
Y en efecto, por más que corrieran en medio de la tormenta de nieve, ni los esquíes de Korrina o la rapidez de Shauna, ni siquiera Viola con su Vivillon surgiendo los aires, podían llegar a tiempo aún para avisar de la identidad del Yveltal. Con un Grant herido aún, con el sobrepeso de un Tierno que intentaba quemar las calorías de toda la comida que ha ingerido en su vida y con Shauna gritándole a regañadientes que se apresurara, no podrían llegar a tiempo para ver la escena que estaba a punto de desatarse.
Una escena que comenzó al filo del dramatismo sin ningún testigo excepto un Kalm que aun seguía desmayado, pero que servía como motivación para Serena porque, aunque él se había alejado del juego, regresó para sacrificar su propia vida, pedir perdón a Serena por haberle mentido y ayudar en la misión de las tres islas. Una escena en la que Lysson abrió los ojos como platos, porque se dio cuenta de que, aunque Lysson no lo había visto con sus propios ojos, habían sido ciertos los rumores que ponían a esa novata como la misma que había asesinado a Diantha hace ya un tiempo en el inicio de la Guerra Celestial. Una escena donde en medio de látigos de fuego que fueron invadiendo el ambiente y encerrando a Lysson, se encontraba la motivación, el poder, la brillantez y la mentalidad que envolvían a Serena y no eran sólo por entrenar día a día. Nadie había visto el agujero negro en el que ella se había envuelto después de presenciar la muerte del Gremio Novato, nadie había visto lo triste que se encontraba después de que Ash le hubiese abandonado, ni de cómo se había sentido en la vida real cuando sus padres no le prestaban el mínimo de atención. Nadie, nadie sabía todo lo que tuvo que pasar para transformarse de una niña indefensa, molesta y que vivía en su propia burbuja a alguien lleno de sensatez, sabiduría, experiencia y poder que le hicieron cambiar su manera de batallar no sólo físicamente, sino mentalmente, con la cabeza fría en todo momento y siempre esquivando los ataques de un Lysson enviciado de poder y con muchas ansias de matar a la novata. Lo que Lysson había hecho mal, sin embargo, era ver por anticipado un futuro donde mataba a Serena, el cual quería que sucediera ansiosamente, pero que no estaba sucediendo. En cambio, el futuro que le esperó fue el de las llamas envolviéndolo y sólo así la escena dramática se hizo presente: no le quedó más opción a Lysson que estrujar entre sus manos la megapiedra para que en un abrir y cerrar de ojos, su Pyroar saliera de su pokébola y se megafusionara con él.
— ¡ATÁCAME! ¡ATÁCAME!
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La voz de Diantha era cada vez más fuerte, pero en medio de aquel islote, ni siquiera la voz y las intenciones de encender las emociones de Alain podrían ser efectivas, porque el sujeto no era él mismo; las alucinaciones lo habían cambiado por completo, o por lo menos, lo hacían estar en otro escenario diferente al que Diantha intentaba interpretar. Y aquello era algo que Diantha no soportaba: que no le prestaran la atención suficiente a la escena que estaba interpretando le hervía tanto la sangre, que llegaba a hacer todo lo posible para ser ella misma el centro de atención en cualquier situación que se presentara. Fue en ese momento que se alejó de Alain dando pasos profundos en la nieve y se colocó detrás de Skyla, para agarrarle el cabello con mucha ira, levantar su cabeza y sentir el olor a miedo que provenía de todas sus articulaciones. La líder del Gremio Equilibrio agarró la propia espada de Tileo y colocó la punta del sable sobre la garganta de Skyla, presionándola a tal punto que las gotas de sangre comenzaron a resbalar por la piel morena de la jugadora. La pelirroja sólo se dedicaba a ver a Alain, que finalmente le veía de vuelta, pero sin aquel atisbo de que fuera él mismo.
Y es que ni con las amenazas de Diantha el hombre podía ser capaz de procesar lo que estaba pasando en ese momento, porque su cabeza seguía en lo que quizá ya no parecían alucinaciones, sino situaciones que había vivido pero que su mente traía de nuevo al recuerdo por razones que él mismo no podía conocer. Escenas en las que Astrid y él recorrían los campos granjeros a la luz del atardecer, donde su risa era la melodía más hermosa que pudo haber escuchado en lo que llevaba de su corta vida; escenas en las que despertaba y lo primero que veía era el rostro angelical de la propia Manon que yacía en la cama que le había brindado la noche que se conocieron, evocando de nuevo ese sentimiento que no había tenido por nadie más y que jamás creía volver a sentir desde que vio la muerte de Astrid; sin embargo, no todo eran recuerdos nostálgicos, sino también recuerdos que parecían ser producto de la propia imaginación de Alain: olor a sangre, dolor de cabeza, el rugido de una bestia que yacía en su subconsciente desde que se encontró con aquel Pokemon Legendario en la cordillera Snowpoint, llanto inmensurable de un hombre al que identificaba perfectamente como su padre y la escena de este mismo hombre observando por la ventana de la granja mientras a su costado, el mismo Alain con el casco puesto yacía inmóvil desde hace ya tiempo. ¿Su padre lo habrá llevado a la granja de vuelta y esperaba pacientemente el regreso de su hijo? ¿O todo era producto de una escena que Alain deseaba imaginar que estuviese hipotéticamente pasando? No lo sabía, porque cuando de nuevo aparecía entre sus manos un cuchillo teñido de sangre espesa y carmesí que pintaba la nieve a su alrededor, Alain ya no sabía distinguir entre la realidad y la ficción.
Y es que, de hecho, la cuestión no era que Alain se percatara de qué era realidad o qué era ficción. Quizá su realidad era la ficción que vivía en su cabeza y nadie podía refutarlo. Así como todos los jugadores dentro de PBO tenían su propia realidad en un juego ficticio, así como las personas del mundo exterior vivían en las rutinas de su día a día; incluso, así como aquellos soñadores que preferían elegir una realidad propia de su imaginación. La cuestión no era discutir cuál era realidad y cuál ficción, sino que Alain debía elegir una sola realidad, porque entre la que estaba viviendo en la Isla Koori y la que tenía en su propia mente lo hacían enloquecer y dudar sobre cuál elegir. La propia elección de en qué mundo vivir, si en el virtual o el de sus propias alucinaciones, lo llevaron a ni siquiera escuchar lo que Diantha estaba diciendo.
No pudo prestar atención a las palabras de una Diantha que eventualmente estaba llegando al borde de su ira al ver que su acto teatral no estaba resultando como ella quería. Ni siquiera las confesiones del plan enemigo fueron llamativas para Alain. Sí, así como Alain había ideado un plan para atacar las islas, los Cuatro Grandes no se habían quedado con las manos cruzadas a esperar a que llegaran a arrebatarles el Arco de Luz. Diantha, en medio de las alucinaciones de Alain, había mencionado que todo había sido en vano para el Gremio Mega. Las bajas de dicho gremio habían sido considerablemente altas debido a la buena distribución que se había ideado por parte del enemigo: en la isla Kaminari habían estado en un principio los Cuatro Grandes junto con algunos Pokemon megafusionados; en la isla Hi estaría la mayoría del ejército megafusionado; en la isla Koori estaría aquel que había sorprendido a todos con su increíble poder y su megafusión con un Pokemon Legendario. Una distribución que quizá nadie hubiese esperado, pero que al final resultó, para que incluso así, los líderes de élite de tres escuadrones del Gremio Mega fueron asesinados ya respectivamente. Lectro, Norman y Elesa habían sido personalmente decapitados por los Cuatro Grandes. Quizá Alain no estuviese enterado, ni Diantha tuviera en su mente la magnitud de las bajas que había sufrido el gremio Mega, pero el plan de la líder del Gremio Equilibrio en ese preciso momento era despertar las emociones de Alain y perder el control sobre ellas.
¿Por qué quería que Alain lo dominaran sus emociones? Por una sencilla razón: las emociones harían que batallara con todo el poder que Alain tenía contenido dentro de su ser. Un poder que ni siquiera él podía controlar, y Diantha lo sabía perfectamente debido al estado actual en el que se encontraba Alain. Ninguna persona estaría como él sino fuera por una sola razón que ella conocía. Sabía entonces que, si las alucinaciones eran debido a esa razón que Diantha estaba pensando, sólo entonces así, podía vencerle. Si las emociones domaban a Alain, no dudaría ni un segundo en usar aquello que todos temían, y Alain perdería el control sobre un gran poder que nadie podría dominar. Un poder que muchos deseaban, pero que también temían. Un poder que Lysson estaba ansioso y viciado por conseguir. Un poder que estaba incluso al alcance las manos de Lysson, porque en medio de su megafusión con su Pyroar, aun no podía asesinar a la novata que tenía en frente.
Explosiones, un cuerpo deforme que balanceaba sus brazos a diestra y siniestra, una mandíbula salivosa junto con unos ojos rojizos a punto de reventar, con sed de asesinar al primer sujeto que se cruzara por su camino. Sin embargo, Serena conocía bien a los de su tipo. Quizá con esta frase anterior uno pensaría que Serena habría estado entrenando tanto tiempo para conocer lo suficiente a los Pokemon megafusionados y poder batallar contra ellos sin problemas. Pero de ese "tipo" no estamos hablando, sino al tipo de persona que es Lysson: uno de tantos que desea llegar a los más alto sin importarle los medios, sin temerle a las consecuencias, sin siquiera tener consciencia del peligro que puede representar desear algo tan poderoso.
Y así fue. Los deseos de Lysson eran tantos, que ni siquiera se percató entre la batalla que tenía con una Serena escurridiza y un Kalm ya despierto, que el ambiente a su alrededor estaba a punto de desmoronarse por los daños colaterales. Un techo de hielo que estaba resistiendo con sus últimas fuerzas la presión ejercida de todo el lago y que en cualquier segundo el agua caería sobre ellos. No obstante, eso a Lysson no le importaba. Por más tacleadas, lanzallamas y gritos horripilantes de ira que lanzaba al aire, su vicio de poder fue tal que no tuvo más opción que golpear la columna de hielo central que sostenía a toda la cueva. Acto seguido, un temblor se hizo presente.
Un temblor que no pudo presenciarse aun en la superficie del lago, porque una escena más que dramática había ocurrido momentos antes de que Lysson cometiera actos ilógicos de rabia. Diantha, que tenía en mente despertar las emociones de Alain, clavó más la punta de la espada de Tileo sobre el cuello de Skyla, y al ver que Alain no se inmutaba en lo absoluto, estuvo a punto de rajar la garganta de Skyla por completo, pero alguien se interpuso en su camino.
Diantha recibió una tacleada en la cabeza tan fuerte, que por instantes vio muchos colores en su cabeza y cayó de bruces en el suelo. ¿Habrá sido un enemigo? ¿Habrá sido alguien que había llegado inesperadamente al islote del lago? Cuando notó la sangre recorrer su frente, la ira comenzó a sacarla de su papel teatral y volteó a todos lados para ver de quién podría tratarse, pero no veía a ningún enemigo cerca. Lo que sucedía en realidad era que no había ningún enemigo, mas alguien de su camada lo había golpeado con tal fuerza para que no asesinara a Skyla.
— ¡HUYE! ¡HUYE, SKYLA! ¡CORRE!
Y la pelirroja al ver las palabras de aquella que había considerado su amiga durante mucho tiempo, se le encogió el corazón cuando se dio cuenta que Winona había golpeado a la líder del gremio bicolor. Por momentos no supo cómo reaccionar, pero cuando trató de pararse sobre sus propios pies, de nuevo algo la tumbó para que no pudiera escapar. Narciso le había lanzado un hechizo de agua por la espalda que la tumbó de bruces sobre la nieve. Al mismo tiempo, Winona ya había lanzado una flecha que se clavó en la frente de Malva que no esquivó por lo inesperado del acto y ésta explotó sin dejar rastro alguno más que pixeles, lo cual fue sorprendente para todos al ver la traición que se estaba cometiendo.
Cuando Diantha vio la muerte de alguien de su élite, no dudó ni un momento en levantarse sin utilizar sus manos y con el simple ondeo de su capa llegó hasta Winona con el simple impulso, para rodearla con sus brazos y tratar de tronar su cuello. Sin embargo, Manon había actuado ya para evitar que Winona muriera y con la megatransformación a aquel perro de colores negros y verdes, Manon clavó sus fauces en la pierna de Diantha mientras esta intentaba zafarse a gritos. Lo que vino a continuación fue una estampida tanto de jugadores del gremio Mega como enemigos megafusionados que llegaron finalmente al islote a luchar en un mar de nieve y sangre. De pronto, la batalla se trasladó completamente hacia el islote, y Alain se vio rodeado de compañeros y enemigos que iban cayendo uno a uno tanto de un bando como del otro, pero éste no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba pasando.
Gritos de horror por parte del propio Alain. Roxie interviniendo en la batalla para ayudar a Skyla. Alain levantando el heno y acomodándolo en el granero. Skyla y Narciso envueltos en una magia de aire y agua para ver quién era mejor. El padre de Alain mirando por entre el horizonte de la ventana de su casa granjera. Roxie siendo apuñalada por la espalda por Tileo y explotando en pixeles. Xerneas brillando en lo más alto de la cordillera Snowpoint. Manon aun con las fauces enterradas en el muslo de Diantha. Las manos de Alain llenas de sangre. Winona intentando ir hacia Skyla para socorrerle. La cabeza de Astrid en las manos de un Nidoking mientras Alain miraba horrorizado. La intervención de Tileo con su espada y su gran armadura para socorrer a la líder de su gremio. La cabeza de Alain a punto de explotar por el dolor que sentía. Las enésimas batallas que había sobre aquel islote mientras Alain yacía arrodillado con las manos sobre la cabeza. La intervención de Winona para impedir que Manon fuera lastimada por Tileo y la habilidad de aquel robusto sujeto para esquivar las flechas que le lanzaba e ir hasta ella, tomarla del cuello y estrujarla con la palma de su mano. El recuerdo de Alain y Astrid corriendo por los maizales. Skyla lanzando golpes aurales de agua que con suma habilidad fueron inundando a Narciso. El padre de Alain obsequiándole el casco a su hijo. Winona explotando en pixeles al serle clavada la espada de Tileo. La paz que Alain sentía al ver a una Manon que yacía dormida en el pequeño cuarto donde había comenzado su aventura. Skyla gritando de horror y con suma rabia llegando hasta Tileo para hacerle frente, pero éste adelantándose a patear a Manon, liberar a Diantha y así Skyla estar en desventaja. Recuerdos de las risas de Manon que hacían calmar a Alain. Skyla batallando cuerpo a cuerpo contra Diantha y Tileo, hasta que el hombre la sujetó y Diantha la decapitó mientras Skyla gritaba el nombre de Alain. Manon llegando hasta Alain… arrastrándose ya en su forma humana, con la mejilla ensagrentada. Alain… Alain mirando a Manon y viendo que le habían hecho daño.
Alain no sabía diferenciar de la realidad y las alucinaciones los sucesos que habían pasado. Era todo muy complicado, pero cuando vio los pixeles flotando y desapareciendo en el lugar en donde Skyla se había encontrado, la sangre emanando del rostro de una Manon herida y lo que significaba que hubiesen herido de cualquier manera a la persona que más apreciaba, todo eso en conjunto fue el detonante para que Alain se concentrara en lo que estaba pasando en ese preciso momento, a pesar de los dolores intensos de cabeza.
Su mirada cambió completamente. De un momento a otro, se acordó que en sus espaldas cargaba la Life Sword, aquella espada que cambiaba mágicamente de elemento para poder batallar de acuerdo con las necesidades de la pelea. Alain no lo dudó ni un momento, porque cuando se levantó, Tileo y Diantha habían tomado posición de ataque entre una manada de jugadores que estaban combatiendo y explotando en pixeles. Alain avanzó con la respiración acelerada, lo cual hizo sonreír a Diantha de oreja a oreja al ver que su plan estaba funcionando.
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Así entonces, los movimientos fueron rápidos. En un abrir y cerrar de ojos, Alain había colocado su mano en la empuñadura de su espada en forma de cuernos, pero cuando cargó con la enorme espada, el color del sable se tornó a un color gélido y sin vida. No había pasado ni un momento cuando Alain llegó hasta Narciso, le dio unos tajos que el mago de agua intentó bloquear; súbitamente, su agua se congeló y así lo hizo todo su cuerpo. De pronto, Alain rompió en pedazos con su Life Sword la escultura de hielo de la figura de Narciso para que explotara en pixeles.
La tormenta de nieve que soplaba con firmeza, por momentos era repelida por la extraña aura de calor que emanaba ahora de la espada con un aura cálida y anaranjada. Tileo se puso en posición de batalla, reluciendo aquella armadura de diamante que le caracterizaba por ser una impenetrable defensa. No obstante, cuando Alain dio el primer tajo, la onda de calor invisible pero llena de altas temperaturas, llegó hasta ambos jugadores, Diantha y Tileo, que esquivaron el ataque, pero que había dejado un rastro de magma derretida que se congeló al instante y limpió la nieve por completo. Cuando ambos enemigos hubiesen esquivado el ataque, Alain ya se encontraba frente a Diantha para que en ese momento clavara su espada sobre la nieve, cerrara su puño y le incrustara un puño certero en el rostro a la actriz; sin embargo, Diantha fue lo sumamente rápida para esquivarlo y tomarlo del antebrazo, jalarlo hacia ella y con el impulso lanzarlo hacia el suelo. Alain cayó de bruces sobre la nieve, sin su espada para defenderlo.
— ¡AHORA!
Diantha dio la orden y Tileo llegó para clavar su espada en el líder del gremio Mega. Lo que ninguno de los dos esperó fue que como si la espada fuera una especie de imán, llegó hasta la mano de Alain para que el sable de Tileo no fuera a quitarle la vida. Cuando ambas espadas chocaron, Diantha aprovechó para darle una patada certera en el estómago, provocando que Alain escupiera sangre y el suelo del islote se hundiera más debido a la potencia de la patada. Antes de que volvieran a atacar, Alain cambió el elemento de la Life Sword a un aura blanquecina como la nieve, y como un virus mortal, el hielo comenzó a salir de la espada hasta tocar el sable de Tileo y recorrer toda su armadura. El hombre robusto no pudo reaccionar a tiempo, porque el hielo se extendió hasta sus extremidades y se quedó pegado a su espada, sin poder defenderse. Alain aprovechó entonces para patear a Diantha por debajo y hacer que ésta perdiera el equilibrio, pero mientras Diantha caía, se reincorporó con las manos en la nieve, dio una voltereta hábil y lanzó un golpe aural blanco en señal de que curó en un instante el hielo que abrazaba a Tileo.
Alain lo había olvidado por un momento. Diantha era una de las mejores sanadoras del juego, y de nada servía herir a Tileo si ella estaba en su defensa. Tenía la desventaja, pero no por haber analizado aquello, sino que los dolores punzantes en su cabeza eran la razón por la cual no podía batallar bien.
Ni bien segundos habían pasado, Tileo comenzó a danzar con su espada, pero Alain se defendió con el choque de la Life Sword que le protegía. Los movimientos de Tileo eran lentos, pero lo que dificultaba a Alain era que, por detrás, Diantha había comenzado a lanzar golpes y patadas que iban en armonía de la capa equilibrio que llevaba a sus espaldas. De un momento a otro, Alain cambiaba el aura de la espada a varios colores. Primero un amarillento para electrocutar la espada de Tileo, luego a un verdoso para sacar de la tierra lianas que amarraban los pies de ambos enemigos; después, el aura se tornó marrón para ocasionar terremotos que hicieron perder el equilibrio a ambos y a todos los presentes, ocasionando que el islote se partiera en dos por completo; por último, la espada se tornó blanquecina de nuevo, pero en lugar de hielo, el aire fue el responsable de ocasionar un remolino instantáneo que ocasionó que los dos se separaran de Alain. Cuando el chico quiso tomar un respiro, Tileo se colocó el yelmo por primera vez en mucho tiempo, sacó a su Aeigslash y lo usó como escudo, mientras blandía su espada de diamante en la otra mano.
Alain se preparó. Cuando Tileo llegó hasta él, Alain le lanzó un tajo eléctrico, pero a pesar de que él recibía el daño, su vida no bajaba. Tileo se seguía acercando y Alain lanzaba tajos de cualquier elemento posible; sin embargo, parecía como si Tileo fuera invencible. Los dolores de cabeza aumentaron, al punto en que Alain tuvo que clavar su espada sobre la nieve para agarrarse la cabeza. Cuando recordó que estaba en una batalla, fue demasiado tarde, porque Tileo lo golpeó con su Pokemon escudo y sintió la sangre recorrer su cabeza. Se quiso reincorporar, pero vio cómo la espada iba ya en un tajo vertical a cortarlo en dos. Dio una voltereta en la nieve que le salvó, agarró su espada que llegó como imán hasta su mano y lanzó un tajo limpio que le dio al Pokemon que le cubría, seguido de otro que ocasionó que Tileo soltara su espada debido al golpe. Eso no fue de la importancia del hombre de la armadura diamante, porque aun así llegó hasta Alain, sacrificando a su Pokemon escudo para evitar los golpes de la Life Sword, y cuando estuvo cara a cara con Alain, lo levantó del cuello, mientras Alain le daba golpes interminables con su espada sin ningún efecto posible. Entonces, a Alain comenzó a faltarle el aire, soltó la espada por inercia y comenzó a retorcer los pies y a dejar de llevar oxígeno a su cerebro.
Ni siquiera eso era más doloroso que las alucinaciones. Ni siquiera, cuando estaba a punto de desmayarse, se percató de que la alucinación que estaba teniendo en ese momento había sido un recuerdo real: no sabía qué día era, pero como si hubiese sido ayer, recordó haberse quitado el casco virtual y ver la habitación vacía. Sin embargo, a un costado había un casco… un casco que ya le estaba esperando y que le había sido brindado por Skyla para poder asesinar a los beta, a los Cuatro grandes. Recordaba tener ese poder; recordaba que él era una llave para poder matar a alguno de ellos. Y cuando despertó, notó el yelmo de Tileo muy cerca del suyo; más atrás de él, Diantha con el aura blanquecina haciendo efecto en un Tileo que parecía invencible. Ahora entendía que Diantha era la responsable de que la vida de su subordinado no bajara. Tenía que hacer algo; debía hacer algo, pero parecía imposible.
Y de pronto, cuando sentía que iba a morir por la falta de aire, notó el grito de Diantha al sentir de nuevo las fauces de Manon llegando a distraer a la actriz. Ese fue el momento perfecto para que, en medio de la distracción de Diantha y el espacio de vulnerabilidad que Tileo tuvo, con una mano Alain atrajo su espada y lo decapitó de un solo movimiento.
Los pixeles explotaron. Diantha golpeó de nuevo al canino que le molestaba, y cuando notó que Tileo había muerto, sonrió al ver que había sido en vano. Sin embargo, Alain había sonreído con mayor determinación al ver que la muerte de Tileo era especial… Diantha, por alguna razón, leyó la mirada de Alain y retrocedió tirada en medio de la nieve. Sabía que algo no andaba bien… sabía que la muerte de Tileo, por alguna razón desconocida, había sido real. Y entre el retroceso, de nuevo Diantha se sintió vulnerable, porque notó el despertar de las emociones de Alain. Su plan habría funcionado a la perfección, pero la muerte también estaría tocando a la puerta de Diantha.
— Vamos… transfórmate —se repetía Diantha a sí misma para que aquello se cumpliera— Vamos, ¡HAZLO! ¡MEGAFUSIÓNATE!
Cuando Alain frunció el ceño, supo que debía hacerlo. Por todo el daño, por todo el dolor que estaba sintiendo.
Pero el vicio de poder era mucho más poderoso en alguien que ya había conseguido transformarse primero. Una megafusión inesperada que fue la que ocasionó el derrumbe en la cueva donde Serena y Kalm habían estado. Una megafusión que Lysson supo al instante que podía hacerla si rompía la columna de hielo central que soportaba a la cueva entera. Una megapiedra junto con un Pokemon Legendario dormido se encontraban dentro de la columna, pero cuando Lysson la había roto, no lo dudó ni un momento y estrujo la megapiedra colosal en sus manos para luego fusionarse con el Pokemon. A pesar de las advertencias de Serena, a pesar de todo para impedirle que no lo hiciera, el Pokemon Legendario salió por la superficie, creando una cortina de agua que disipó cualquier rastro de nieve y todos los presentes ahí vieron la figura imponente de un Articuno que trataba de fusionarse con un Lysson que parecía no iba a soportar siquiera la megafusión.
Alain entonces no sólo vio que el Articuno estaba disipando cualquier atisbo de la tormenta de nieve, mientras el sol del alba se comenzaba a asomar por las cordilleras, sino que, en medio de los rugidos de aquel pájaro de hielo, en su cola se encontraban sujetados dos jugadores que reconoció al instante: Serena y Kalm habían salido ilesos de la cueva destruida al acompañar el ascenso de un Pokemon confundido y batallando para que no se megafusionara con Lysson.
— ¡ES MIO! ¡ES MIO EL PODER! —Lysson ya estaba fuera de sí. Su voz estaba distorsionada y parecía que el mismo Pokemon estaba hablando, pero en realidad era Lysson.
Diantha notó el caos que había desatado. Ella sabía lo que iba a pasar, y no lo dudó ni un momento: sacó a su Gardevoir, colocó un campo de fuerza esférico en ella y se aventó hacia el vacío del lago. Alain no quería dejarla huir, pero cuando notó el instinto de Diantha de que algo malo iba a suceder, pensó en lo peor.
— ¡NO, SERENA! ¡ALÉJATE DE AHÍ! —La voz de Alain fue imponente, pero gracias a ello sus dolores de cabeza se intensificaron, cayendo de bruces en la superficie del lago junto con la Life Sword.
La Manon canina chilló de preocupación al ver a Alain desaparecer en la superficie del lago, pero ya no había tiempo. Cuando volteó el hocico para ver al Articuno, este brillaba de una manera en la que todos los presentes ahí sabían que la megafusión no iba a completarse de manera exitosa, sino que una explosión de grandes magnitudes acabaría con la vida de todos a su alrededor. Serena y Kalm se miraron, asintieron y se soltaron para caer más de cien metros sobre el lago congelado. Lo último que vio Serena fue el rostro deforme de un pájaro de hielo y los ojos de un Lysson que se perderían en una explosión que alejaría cualquier tormenta de nieve.
Próximo capítulo: Incertidumbre
