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Capítulo Dos
Arrepentimientos arrepentidos

La señora Weasley no dio indicios de haberse enterado de los sentimientos que había entre Harry y Ginny. Si acaso los gemelos le habían dicho algo, ella fue muy buena al no reaccionar. Había, eso sí, una nueva y radiante sonrisa cada vez que ella veía junta a la pareja.

Los planes para la boda habían alcanzado un punto de tensión. Se había cruzado lo que los gemelos dieron en llamar como "El Punto de No Retorno", lo que quería decir que ahora ya no había nada que Molly pudiese hacer para posponer el evento, y era decisión de Bill o Fleur si acaso la boda iba a arruinarse. Algunas veces Harry se preguntaba si la señora Weasley estaría esperando que Fred y George hiciesen algo en la boda. A pesar de aquella reconciliación con Fleur en la enfermería de Hogwarts, había guiños de conflictos renacientes y opiniones susurradas, ninguna de ellas detectada durante la estadía de Harry, pero sólo porque Fleur no estaba presente.

Harry tenía sus propios pensamientos. Ron y Hermione lo descubrieron cuando enviaba a Hedwig a entregar una carta cuando pensó que nadie lo vigilaba.

—Es para la Orden —Harry se excusó—. No sé si la señora Weasley está enterada de la carta que dejó Dumbledore, así que… pensé que sería mejor enviar esto en secreto.

Había resultado una buena excusa, ya que Molly aún no conocía los hechos más recientes. Esto trajo una nueva oleada de preocupación a Ron mientras pensaba en su partida en la búsqueda de los Horrorcruxes perdidos.

—¿Cómo rayos voy a decirle…? —solía decir. Harry notaba que tanto Ron como Hermione pasaban mucho tiempo juntos, pensando métodos e ideas para su escape. Por el lado bueno, aquello le daba a Harry y a Ginny mucho más tiempo para ellos mismos.

Estaban ayudando a la señora Weasley con algunas opciones de adornos y decoraciones. Harry pensó que en todos sus años de hacer magia, especialmente después de haber luchado contra las Artes Oscuras tantas veces, lo último que hubiese esperado salir de la punta de su varita sería una serie de tiras de papel multicolores. La señora Weasley había hallado una colección de Hechizos para Bodas en un viejo número de la revista Corazón de Bruja, y esperaba poder moderar el encantamiento para producir tiras de un blanco plateado en lugar de multicolor.

¡Cintas! —dijo ella. Una larga cinta de papel salió de su varita. Era azul y roja.

¡Cintas! —Harry intentó. Sus cintas eran rojas y doradas, los colores a los que más cariño sentía.

Fred y George reían con ganas, Ginny también.

—Pagaría por ver la cara de Fleur si llega a entrar a una fiesta de bodas multicolor —dijo George.

—¡Eso me da una idea, hermanito! —dijo Fred— ¿Qué te parece una especie de Broma de Pánico Papelísimo, así como, una caja de bombones que lanza una avalancha de cintas multicolores a todos lados…–

Ahora George y Ginny le prestaban toda su atención a Fred. A Harry también le hubiese gustado oír todo eso, pero la señora Weasley le seguía hablando.

—Deberíamos intentarlo de otra forma. ¿Quizá con un movimientos distinto en la muñeca? Oh, cómo me gustaría que esos dos dejaran de pensar en bromas por un momento y se concentraran en la boda de su hermano…

—¡Oh, pero si lo estamos, madre! —Fred sonrió.

—¡Oh, sí, estamos pensando mucho en eso! —George sonrió.

Harry observó la felicidad plasmada en sus rostros. Así que estaban planeando algo, después de todo. Y los instintos maternales de Molly lo detectaron con toda facilidad.

—No se atrevan a hacer algo durante la boda —les dijo, muy despacio—. Quizá yo no esté totalmente a favor de Fleur, pero estoy pensando en la felicidad de mi hijo. Y si ustedes dos intentan cualquier cosa…–

—Prometemos solemnemente que no haremos nada en la boda —Fred y George dijeron, y Harry advirtió un serio cambio de tono. Sin embargo, cuando la señora Weasley dejó la habitación algunos segundos más tarde para buscar más números de Corazón de Bruja, George añadió, sonriendo: — No en la boda, de todas formas.

—Más vale que tengan cuidado, ustedes dos —dijo Ginny—. Pienso que mamá ha sido tolerante con ustedes, pero incluso ella tiene límites¿saben? No es lo mismo hacerle una broma a Bill en su boda que durante un día común y corriente. No que no me encantaría ver a Fleur cubierta con pastel de bodas —añadió, ya no pudiendo contenerse.

Los rostros de los gemelos se iluminaron ante la perspectiva.

—Esa es nuestra hermanita menor, tan amable con sus hermanos mayores.

—Lo digo en serio —dijo ella, sonriendo—. No lo hagan.

Los gemelos abandonaron la habitación murmurando algo sobre "cintas de papel" y "pasteles de boda colapsables", dejando a Harry y a Ginny solos. Como ocurría desde la noche de la confesión, cada vez que ellos estaban solos en el mismo cuarto se detectaba algo más en el aire.

Harry practicaba su encantamiento Cintas, pero no podía lograr que sean de color blanco–plateado. Ginny lanzaba risitas a su espalda, haciendo que Harry se sintiese acalorado. Los dos sabías que estaban pensando en la misma cosa.

—Yo…–

—Todavía digo que no —sonrió ella.

—¿Cómo puedes saber lo que preguntaré? —Harry se volvió hacia ella.

—Estabas un poco quieto justo antes de abrir la boca —dijo ella—. Cuando te pones así, generalmente es algo serio.

Harry le dio la espalda e invocó Cintas otra vez. Ahora se habían vuelto de un rosa sólido.

—¿Qué le diremos a Ron y Hermione, entonces? —Harry preguntó— Ya sabes cuáles son sus planes.

—He pensado mucho en eso, sí —dijo Ginny, su voz proviniendo de algún lugar muy lejano—. Sé que él se volverá loco. Hermione, pues, ella se escandalizará, por supuesto. Pero, al final–

Ginny guardó silencio.

—¿Tienes dudas? —preguntó Harry mientas echaba cintas de papel blancas de su varita.

—No son dudas. Sólo un poco de culpa. Mi familia, ya sabes… Pero de todos modos, ya no soy una niñita–

—Tampoco eres adulta —agregó Harry—. No ante las leyes de los magos, quiero decir.

Aquello fue seguido de un profundo, incómodo silencio. Harry intentó conjurar más Cintas, pero sus recientes pensamientos de preocupación hicieron que sus cintas de papel fuesen de un negro absoluto.

—Imagina —Ginny susurró, repentinamente— que estoy muerta para cuando regreses.

La varita de Harry se detuvo en seco.

—Imagina —ella añadió, despacio— que ellos consiguen llegar hasta aquí.

Harry se volvió, muy despacio, hasta que sus ojos se encontraron con los de ella.

—Imagina que nunca llego a mi próximo cumpleaños y me vuelvo adulta… No bajo las leyes de los magos.

—Nunca–jamás–digas eso —susurró él, y sus preocupaciones pudieron ser sentidas mucho antes de ser vistas—. Ya sé que la situación actual es espantosa, pero–

—No habrá un Hogwarts para proteger a los alumnos, este año —dijo ella—. Sé que estás preocupado y yo también lo estoy, pero piensa en esto de una vez y para siempre¿cómo estarías menos preocupado, dejándome aquí o…–

Se detuvo abruptamente al abrirse la puerta y ver entrar a la señora Weasley, cargando un fajo de viejas ediciones de Corazón de Bruja.

—Estos son unos encantadores Hechizos Decorativos, Harry, cariño. ¿Por qué no–Pasa algo malo?

Había notado la mirada tanto de Ginny como de Harry.

—No es nada, mamá. Iré a limpiar mi habitación. Los invitados llegarán pronto y, bien…

Se marchó. La señora Weasley le dio a Harry una mirada extraña. Harry agitó su varita casi inconscientemente y susurró "¡Cintas!". La visión de largas cintas de un blanco–plateado hizo que Molly olvidase cualquier otra cosa.

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Ginny no habló con Harry durante el resto de aquel día. Dondequiera que él la encontrase, ella se escabullía de su camino. Harry estaba seguro que ella lo evadía, y aún no estaba seguro si eso lo ponía triste o furioso.

Ron y Hermione llegaron para ayudar con la decoración. Hermione no tuvo ningún problema con las cintas blanco–plateadas, pero Ron solamente consiguió tulipanes verdes de la nada. Estaba tan feliz de que los gemelos no estuviesen allí para atestiguar su habilidad.

Ginny no mostró interés en Harry ni siquiera durante la cena. Ella se distrajo hablando con Tonks o con los gemelos, quienes estaban más entusiasmados con el tema de hacer bromas durante la boda. El señor Weasley, que había llegado a casa luego de un largo día de trabajo, les explicó que ahora ellos eran totalmente responsables de sus actos, así que debían portarse bien, cosa que los gemelos tomaron como una especie de desafío personal.

Harry tampoco pudo dormir, aquella noche. Pensaba mucho en Ginny, preocupándose por ella. No había dudas que ella era mucho más fuerte de lo que la gente de su edad debería ser. Y así era él, también. Él había sido mucho más fuerte que el promedio de niños de su edad, tiempo atrás. ¿Cómo no podía entender el deseo de Ginny, pues? Especialmente cuando–

Pero ella les había ayudado durante su desventurado viaje al Ministerio de la Magia¿no? Y por entonces ella era un año más joven que ahora. Y aún así, esto era muy diferente. No estaban en Hogwarts, como ella bien lo había indicado, y por ende no estaba autorizada a hacer magia. ¿O tal vez podía, dadas las circunstancias de usar hechizos de protección ante ataques de las Fuerzas Oscuras? Pensándolo bien, el Ministerio debería haber permitido que los magos y brujas menores de edad realizaran encantamientos si se veían en peligro.

Harry se volvió en la cama. No quería que sus sentimientos hacia ella interfiriesen. Si fuese únicamente por sus sentimientos le cumpliría su deseo sin pensarlo, pero por aquellos instantes su cerebro y su razón peleaban aguerridamente en una encarnizada batalla dentro de su cráneo, y por el momento ya le habían fastidiado con reprimirse al cumplir los deseos de su amada.

Pero la lechuza ya había sido enviada, él pensó luego. Oh, bueno, eso no importaba pues de todos modos era una buena idea.

Volvió a voltearse en el colchón. Era desagradable no poder dormir bien. ¿Estaría Ginny despierta, también? Tal vez estaba en la cocina, igual que en la noche que Harry llegó, y–

¿Y entonces, qué¿Qué cambiaría? Ginny tenía razón: los dos sabían cómo ser testarudos. Harry suspiró profundamente. Por una fracción de segundo la decisión pasó por su dolida mente, y él fue muy hábil al aferrarse fuerte a ella, evitando que escapase y reteniéndola junto a su corazón.

Al fin, se había decidido.

A la mañana siguiente Harry despertó más temprano que los demás, o eso había pensado hasta que bajó las escaleras y observó que la puerta de la habitación de Ginny estaba entreabierta. Dejó que su curiosidad dominase sus acciones y espió el interior de la habitación silente. Hermione dormía en una segunda cama, pero la de Ginny estaba vacía.

Harry bajó a la cocina y no sólo encontró a Ginny allí, sino además a Tonks. Ella cocinaba el desayuno.

—Hola —susurró Tonks. Ginny volvió su cabeza hacia las escaleras e inmediatamente de regreso a la mesa en cuanto vio a Harry—. ¿Hemos madrugado, Harry? Tendré el desayuno listo en unos minutos. Siéntate¿quieres?

Harry asintió a espaldas de Tonks y suavemente caminó a la mesa, sentándose frente a Ginny y observándola directamente a los ojos. Ella le regresó la mirada.

—¿Cómo te sientes para huevos fritos, quieres algunos, Harry? —preguntó Tonks.

—Acepto —susurró Harry, y los ojos de Ginny se abrieron de golpe al darse cuenta que él no le hablaba a Tonks.

—Muy bien, huevos fritos con tostadas para El Elegido, entonces… También aprendí un nuevo hechizo para hacer mermelada. ¿Te importa si lo pruebo? —dijo Tonks.

Ginny se inclinó un poco sobre la mesa, observando a Harry a través de sus acuosos ojos.

—¿Estás seguro? —susurró, su voz temblando.

—Sí, no es difícil —dijo Tonks animosamente, ignorando totalmente lo que ocurría a sus espaldas—. Sólo espero que no se molesten si enredo todo un poquito–la verdad es que nunca lo probé antes, saben.

—No me arrepentiré —Harry sonrió, y otra vez su respuesta no era para Tonks, no importa lo que ella pensara.

Harry y Ginny sonrieron y extendieron sus brazos sobre la superficie de la mesa para juntar sus manos fuertemente una con la otra.

—Mamá se va a enfadar mucho —ella rió nerviosamente. Harry asintió.

—No, no lo hará —murmuró Tonks—, esta vez me aseguraré de que los huevos no estallen, o algo así. Muy bien, ahora¿cómo era…?

Harry y Ginny se inclinaron adelante y se besaron sobre la mesa. Fue entonces que Tonks recitó un encantamiento. La dupla de tórtolos reaccionó a tiempo y saltaron a un lado. Los huevos no estallaron, pero el resto del desayuno no tuvo tanta suerte: las tostadas de quebraron en mil pedazos, las salchichas se hincharon hasta salir volando con un estruendoso chillido, las ollas y sartenes salieron disparadas y se clavaron en el techo.

Y los huevos quedaron allí. Cubiertos en mermelada de frutilla.

Hubo mucho que decir desde el punto de vista de la señora Weasley. La casa entera había despertado ante el sonido de la explosión y el pensamiento de Mortífagos llenando cada corredor. Fue una risa cuando se descubrió que todo había sido obra del hechizo de mermelada fallido de Tonks; los gemelos inmediatamente pensaron en un "Desayudo de Cumpleaños Explotástico" para sorpresas de cumpleaños (funcionaría como cualquier servicio de envío de desayunos, excepto que el agraciado terminaba recibiendo un modo práctico de quedar bien despierto en su cumpleaños), Ron rió como un maniático y Hermione le dirigió una mirada dura.

Harry y Ginny se escaparon del largo parloteo de la señora Weasley acerca de Tonks y su promesa de aprender mejor los hechizos de cocina y salieron de la casa sin que nadie lo note. El cielo se mostraba limpio de nubes y prometía temperaturas altas. Ellos se tomaron de la mano mientras caminaban por ahí. Entonces, se volvieron y encaminaron hacia una linda colina con suave césped y se sentaron allí, observando el horizonte. Ginny escogió ese momento para romper el silencio.

—Gracias —dijo, simplemente.

—No me lo agradezcas —dijo Harry—. Dije que yo no me arrepentiría, pero probablemente tú sí lo hagas. Reconozco que tienes talento, pero aún no estás autorizada a hacer magia.

—No aún, dijiste. Cumpliré dieciséis muy pronto, y luego será cuestión de esperar un año más hasta que…

—Sí…

Harry observaba al horizonte cuando sus manos abrazándolo. Él le regresó el abrazo y suspiró.

—Tienes razón. Estaré menos preocupado si vienes con nosotros —Harry admitió—. Pero, tu madre...–

—Sí, mamá estará tan furiosa —Ginny asintió—. Ni siquiera sé si le diré algo al respecto. Probablemente le deje una nota en algún lugar… para que ella la encuentre. No lo sé.

Sonaba preocupada. Harry no se sorprendió en lo absoluto. Simplemente la abrazó con más fuerza.

No volvieron a ser vistos hasta la hora de almorzar. La señora Weasley estaba furiosa y muy preocupada, igual que Tonks, Hermione y Ron. Fred y George, sin embargo, notando que Ginny acompañaba a Harry, simplemente sonrieron y guiñaron un ojo a la dupla.

Si tan solo más gente fuese como Fred y George, pensó Harry. Ellos se toman las cosas en serio, pero en su propia, retorcida manera. Ellos pueden encontrar una broma al final de un desastre y hacerla sonar dignificante al mismo tiempo. Ellos son probablemente los únicos que pueden ver el verdadero valor de la persona frente a ellos.

Harry pensó en eso y recordó que los gemelos le habían regalado el Mapa del Merodeador, y ellos sabían que Harry lo usaría. Aún así se lo confiaron, y resultó ser un excelente aliado en sus – usando la palabra como cualquier otra – travesuras. Y ellos ya habían admitido que Ginny no era débil en ningún sentido.

Si sólo más gente pudiese ser como Fred y George Weasley… este sería un mundo más divertido, más ameno.

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¡Bill viene hoy! —dijo la señora Weasley, ansiosamente. La casa se había vuelto un torbellino a su alrededor. Estaba tan excitada por le idea de ver a su primer hijo otra vez que tropezó contra más cosas en una mañana que Tonks en una semana— ¡Fred, George, vístanse apropiadamente! —estalló.

—¡Vestimos camisas y pantalones y zapatos y calcetines! —dijo Fred.

—¡Incluso calzoncillos! —clamó George.

—¡Quiero decir que deben combinarlos bien! —protestó la señora Weasley.

Harry no pudo evitar reír. A pesar de que los gemelos vestían todo lo que clamaban vestir, no significaba que los colores combinasen: Fred tenía un zapato izquierdo marrón con un calcetín amarillo y un zapato azul con calcetín púrpura, por no mencionar los pantalones super–holgados de payaso y la camisa a rayas rojas y amarillas. George tenía vestimentas similares, pero con una variedad de colores mucho más amplia y extravagante.

—¡Ginny, Ron, y tú también, Harry, dejen de reír! —dijo la señora Weasley, furiosa— Y en cuanto a ustedes dos... —añadió en dirección a los gemelos— … Bill llegará hoy con Fleur y… su familia —ella se estremeció—. Quiero que todos ustedes estén presentables. La familia de Fleur es muy diferente a la nuestra: ellos están bien posicionados en la sociedad y no viven precisamente en el campo, así que espero que se comporten y que no le hagan bromas a ninguna de esas personas. ¡Ni siquiera sé si alguno de ellos habla Inglés!

—Será una pena si no entienden nuestros chistes —George sonrió.

—¡Lo digo en serio! Ahora bien, los he visto vestir elegantes chaquetas de dragón. Esas son ropas más apropiadas para ustedes dos¡así que muévanse!

Los gemelos sonrieron y giraron justo antes de Desaparecerse. La señora Weasley suspiró profundamente.

—¿Y qué vamos a usar nosotros, entonces? —preguntó Ron.

—No se preocupen, ustedes usaran sus túnicas de gala.

—¡Qué, cómo, todo el tiempo! —Ron tosió.

—¡Por supuesto que no! Sólo durante la boda. Pueden usar sus ropas regulares hasta entonces, si quieren. Sólo quería forzar a esos dos mequetrefes a estar decentes antes de que los invitados lleguen.

Era obvio para todos que la señora Weasley tendría un ojo (si no ambos) constantemente en los gemelos. Nadie se atrevió a hacerle enfadar durante el resto de la mañana, especialmente luego de que Fred y George regresaron dentro de un comiquísimo disfraz de dragón para dos personas.

¿Qué es lo que creen que están haciendo! —la furia de la señora Weasley era audible incluso por sobre las risotadas de Ron, Ginny y Harry.

—¡Pero, mamá! —Fred dijo desde la cabeza del dragón, usando una falsa voz de sorpresa— ¡Tú misma lo dijiste! "Los he visto vestir un elegante disfraz de dragón. Eso es mucho mejor que sus chaquetas". ¡Ay!

La mitad de Fred del disfraz se separó de la mitad de George cuando el encantamiento Diffindo de la señora Weasley le acertó. George, espiando desde el interior de la parte trasera, no se veía aterrado en lo más mínimo.

—¡No cambien mis palabras¡Ahora lárguense y vístanse apropiadamente antes de que me enoje de verdad! —gritó ella.

—¡Vamos, George! —Fred sonrió.

—¡Estoy moviendo mi trasero tamaño dragón, hermano! —respondió George.

Ron, Ginny y Harry dejaron de reír en el momento en que la señora Weasley apuntaba su mirada de "Terminen Con Eso". Por fortuna, Fred y George regresaron mostrándose más presentables, ahora vestidos apropiadamente con sus chaquetas y pantalones de piel de dragón. Eran la cosa más valiosa en la Madriguera.

Se esperaba que Bill arribase hacia el mediodía mediante el uso de un Traslator. Había enviado una lechuza indicando dónde y cuándo la materialización tendría lugar, así que el señor Weasley se aseguró de tener punto de llegada limpio al marcar el perímetro con algunos palos y una cinta amarilla de plástico. Harry no sabía de dónde había obtenido el señor Weasley una auténtica Cinta Delimitadora de la Policía Muggle Americana, pero ciertamente se veía encantado de cubrir una gran porción de su patio trasero con la leyenda ALÉJESE – ESCENA DEL CRIMEN – ÁREA POLICIAL.

—¡Arthur, dijiste que te habías deshecho de esa cosa tan horrible! —estalló la señora Weasley.

—No tuve el corazón para hacerlo, Molly, cariño, y ya ves que ha resultado muy útil.

La idea de ver a su hijo materializándose dentro de la ESCENA DEL CRIMEN no estaba dentro de la idea de utilidad de la señora Weasley, pero ya estaba suficientemente ocupada vigilando a los gemelos como para prestarle demasiada atención a lo que su esposo estaba haciendo, así que abandonó el lugar antes de que se arrepintiese con más fuerza. Junto al señor Weasley, Ron también pensaba que la cinta era genial, pero Harry y Hermione no se atrevían a intercambiar una mirada. Sabían que reirían demasiado fuerte si acaso lo hacían.

—¿Crees que será una cálida bienvenida, Harry? —preguntó el señor Weasley, sonriendo radiante al resultado final con su querida cinta.

Pero Harry no tuvo tiempo de responder. Se oyó un fuerte CRACK y hubo un suave destello de luz, y entonces Bill y Fleur y algunas otras personas estaban de pie en el centro de la ESCENA DEL CRIMEN.

Harry jadeó. No se había olvidado de la apariencia de Bill desde la última vez que lo vio, cuando Fenrir Greyback prácticamente había diseñado un crucigrama con la cara de Bill, pero había sospechado que su rostro habría sanado mejor. Incluso Ojoloco Moody tenía menos cicatrices, y mucho menos notorias que las de Bill.

Bill sonrió. Eso hizo que sus cicatrices se viesen peor.

—¡Bill! —dijo el señor Weasley, saltando por sobre la cinta policial y abrazando a su primer hijo. Detrás de ellos, Fleur comenzó a hablarle a las otras personas en un apresurado Francés. Había una pequeña niña junto a ella que miraba a Harry. Él la reconoció como Gabrielle, la hermana menor de Fleur.

—¡Harry, Ron, Hermione! —dijo Bill mientras caminaba hacia ellos. Se agachó para pasar por debajo de la cinta policial sin siquiera notarla e inmediatamente abrazó al más alto de sus hermanos. Hermione codeó a Harry para que reaccionara y, con un poco de suerte, dejase de observar de esa manera las heridas de Bill.

¡Hola, Bill! —él chilló. No fue un buen comienzo, pero por fortuna Bill no lo notó.

La voz de Fleur vino flotando y Harry ahora la observó. Ella le hacía gestos con un delicado movimiento de manos mientras le hablaba a las otras personas, que eran una mujer alta e increíblemente hermosa de quien Fleur obtuvo todos sus encantos, un hombre bien parecido con delgado bigote rubio, y la pequeña Gabrielle. Ellos observaban, sorprendidos, y Harry entendió que era porque estaban en presencia de "El Elegido".

—¡Haggy! —dijo Fleur a continuación, caminando hacia él y evadiendo la cinta policial con un suave contorneo de su mano. Su familia la siguió, dejando detrás un viejo y oxidado poste de cama— Esta es mi familia —dijo, altanera, moviendo sus manos hacia los recién llegados—: Mi madrge Monique, mi padrge Pierre, y crgeo que ya conoces a Gabrielle.

Harry hizo una reverencia que supuso sería una buena forma de mostrar respeto. Monique reverenció a su vez y Pierre dio un paso al frente para estrecharle la mano. Ambos hablaban en un apresurado Francés del que Harry no entendió no una palabra, pero seguramente estaban emocionados de conocerle. Bill y el señor Weasley encaminaron hacia la casa, así que Fleur volvió a hablar guió a su familia fuera de la ESCENA DEL CRIMEN y siguió los pasos de su prometido.

Harry observó a Ron. Él estaba encantado de volver a ver a Fleur, lo que hizo que Hermione se volviese un poco tiesa y malhumorada. Harry, sabiendo que se avecinaba una discusión, se excusó diciendo "Iré a ver si la señora Weasley necesita que le ayude con algo" en el preciso instante en que Hermione empezaba a decir, en un tono demasiado familiar y peligroso, "Ron, creo que debemos hablar…" y escapó de la escena con tal rapidez que, de hecho, Desapareció.

Ciertamente él no quiso hacerlo, pero su mente había estado en otra parte. No sólo su mente se había concentrado en un Destino deseado, sino que su Determinación y Deliberación estaban más allá de los límites del razonamiento sensato, enterrados profundamente en su subconsciente, una zona altamente dominante cada vez que uno deja de pensar para comenzar a actuar puramente por instinto.

Todo esto quiere decir que Harry se sorprendió mucho. En un primer momento él estaba en el jardín trasero, y cuando giró sobre sí mismo se encontró de repente en la habitación de Ginny, observando a su amada regresándole la mirada y lanzando un gritito dos segundos más tarde, cubriéndose con la pieza de tela más cercana que pudo encontrar (las sábanas de su cama, en este caso).

¡Harry! Qué–¿Cómo te atreves? —ella se sonrojó, aunque no en el intenso tono bermellón que Harry acababa de alcanzar. Ciertamente Ginny no esperaba recibir visitas mientras se cambiaba de ropas en la privacidad de su habitación. Harry intentó moverse, pero su mente estaba totalmente perdida en una repentina mezcla de pasión prohibida, deseos secretos y, más que nada, total y absoluta vergüenza.

Ginny también estaba paralizada. A pesar de su expresión de espanto y horror, Harry pudo detectar una sombra de sonrisa en los bordes de esos lindos labios. Intentó hablarle. Todo lo que salió fue un patético "Grr…" que, en realidad, sonó mucho peor. Sólo había sido un segundo, pero la imagen frente a él antes de que ella pudiese hacer buen uso de su sábana ocupaba ahora un importante y vistoso lugar en su mente y, Harry lo sabía demasiado bien, nunca dejaría de aparecer en sus sueños futuros.

Fuera —susurró ella. ¿Era aquello un casi imperceptible tono de diversión, pensó Harry—. Podemos… discutir esto… más tarde —añadió.

Harry asintió. Deseaba poder haber al menos parpadeado en todo ese tiempo. Estaba convencido que sus cejas habían llegado al techo. Dio su mejor esfuerzo para concentrarse en el patio trasero e intentó un nuevo giro de Destino, Determinación y Deliberación.

—… no que me importe¿entiendes? —terminó Hermione. Ni ella ni Ron parecían haberse percatado de que Harry se acababa de Aparecer algunos metros más allá del punto en que había Desaparecido, momentos atrás.

—¡Bueno! —dijo Ron, sus orejas enrojeciendo— ¡Bueno! —repitió— Si tú pudieras decidirte…–

—¡Si yo pudiera–Ah, eso es tan patético¿Qué tal tú, entonces?

—¿Qué pasa conmigo? —preguntó Ron, agitado— Quiero decir, ¿qué pasa conmigo? No tengo nada que decir.

—Oh¿verdad que no? —Hermione rió amargamente— ¿Qué pasó con el viejo Won–Won?

¡No…!

¡Oh, sí, me atrevo! —Hermione dio un pisotón sobre el césped— Creo que ya crecimos lo suficiente como para confiar uno en el otro. Incluso podemos dejar de jugar y empezar a actuar de acuerdo a nuestras edades y situación. ¡Vamos a realizar un viaje muy serio, y en lo único que piensas es si Fleur te va a besar otra vez!

—¡Ella tiene parte de Veela! —dijo Ron, acobardándose un poco.

—¡Y esa es una excusa cada vez más y más patética! —ella casi chilló, sus ojos se volvían acuosos y brillantes— ¿Qué no ves – No te das cuenta – Por qué no te…?

Lanzó un potente aunque corto grito de frustración, y luego lanzó sus manos a la camisa de Ron, acercándolo de golpe a un apretado abrazo y un profundo beso. Los ojos de Ron se ensancharon de repente, pero una vez que pasó el horror, la estupefacción y la sorpresa, él también envolvió sus brazos alrededor de Hermione, uniéndose al beso de una manera más relajada.

Harry se mantuvo quieto por algunos segundos. Luego giró lenta, muy lentamente, y dirigió su mirada al cielo. La vida era tan simple hacía apenas segundos atrás… ¿Cómo se había vuelto tan desquiciadamente demencial tan repentinamente?

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La familia de Fleur era gente muy amable, en verdad. Los Delacour fueron muy educados en respuesta a la hospitalidad de los Weasley. La señora Weasley llevó sus dotes culinarios más allá de lo conocido y sorprendió a los recién llegados con comida francesa. A Ron no le hacía gracia tener que digerir algo que ni siquiera podía pronunciar correctamente, pero los Delacour se veían encantados.

El señor Weasley, gracias a sus contactos en el Ministerio, había pedido prestado lo que parecía ser un gran maletín. Lo colocó en el césped, a varios metros de distancia del edificio de la Madriguera en sí, y extrajo su varita.

—Retrocedan, muchachos. Esto se expandirá —dijo, e inmediatamente dio unos golpes sobre el maletín con la punta de su varita.

Harry sólo había visto efectos semejantes en las caricaturas que Dudley veía por televisión. El maletín saltó, se agitó y comenzó a temblar de modo aterrador, y luego se abrió. Y se abrió otra vez, y otra, y otra. Se estaba desenvolviendo a sí mismo en algo muy grande y cúbico. Harry distinguió paredes internas y puertas, e incluso una chimenea. El señor Weasley, Ron y Harry debieron echarse atrás, despacio, mientras la cosa que alguna vez había sido un maletín ordinario decidía que siempre deseó ser una casa pequeña. Entonces, con un ensordecedor estampido, la casa aterrizó pesadamente en el césped, haciendo temblar el suelo.

Guau… —dijo Harry. Fue so más honesta opinión al respecto.

Cabañas Transportables —sonrió el señor Weasley—. Muy caras, te lo aseguro, pero muy confiables también.

—¿Nadie se quedó adentro cuando vuelven a convertirse en maletín? —preguntó Harry.

—Oh, sí, Julius McMorris, del Ministerio de Misterios, una vez se quedó atascado en uno de los modelos viejos —dijo el señor Weasley en el mismo tono que usaría para hablar del lindo clima de la noche anterior—. Por fortuna, este modelo tiene un Detector de Habitantes incorporado que impide que la casa vuelva a su forma original si hay criaturas vivas dentro.

Abrió la puerta y entró, seguido de Ron y Harry. Como siempre ocurría con las casas y acomodaciones de magos, Harry fue engañado por las dimensiones externas de la cabaña. Era mucho más grande por dentro. Le recordó a la tienda de campamento que el señor Weasley había pedido prestada para el Mundial de Quidditch, varios años atrás, excepto que esta casa tenía mucha más clase.

Exploraron el interior para asegurarse de que todo estaba en perfecta condición. La casa estaba formada por una gran sala de estar con aquella chimenea que Harry había divisado mientras la casa se desenvolvía, había dos dormitorios, una pequeña cocina con comedor y cuarto de baño. Harry decidió no preguntar cómo el inodoro y la ducha se habían conectado al sistema de cañerías… Realmente no quería saberlo. Magia era la mejor explicación que pudo encontrar, y esperaba estar en lo cierto.

—Esto es realmente genial —dijo Ron mientras cerraba un pequeño aparador—. ¿Cuánto dijiste que cuestan estas cosas?

—Miles de Galleons —susurró el señor Weasley—. Diría que tres mil por esta pequeña. También he visto Mansiones Transportables.

—¿Por qué hay un lagarto embalsamado colgando del techo? —preguntó Ron, desviando la atención de Harry de los pensamientos que acababan de formarse dentro de su cabeza. Miró hacia arriba y allí había, de hecho, un enorme lagarto embalsamado colgando del cielorraso.

—Oh, eso —dijo el señor Weasley—. Costumbres de Magos al Este de aquí. No podemos evitar hacernos notar.

Los Delacour encontraron su pequeño hogar bastante confortable, luego que el lagarto embalsamado fuese removido y depositado en el ático de la Madriguera, lo que le daba la seguridad a Harry de que el fantasma que vivía allí no lo encontraría para nada divertido.

El día después del arribo de los recién llegados fue el cumpleaños de Ginny. Despertó con una pila de regalos a los pies de su cama. Los agradeció a todos, pero no le dijo a Harry lo que pensaba del suyo sino hasta pasada la tarde. Ginny y Harry habían ido a caminar, Tonks los observaba desde una respetable distancia.

—Muchas gracias por tu regalo, Harry —Ginny dijo—. Me encantan estos pendientes. Pequeñas Snitch colgantes… Incluso baten sus pequeñas alas y todo.

—Me alegra que te guste —dijo él.

—Aunque no era lo que yo esperaba —ella agregó.

Se habían sentado sobre el césped. Lo alto de aquella colina verde en particular se había vuelto inconscientemente su lugar favorito.

—¿Qué es lo que esperabas? —preguntó él.

—No lo sé. ¿Algo un poco más… privado? —ella sugirió con un suave ronroneo.

Hubo un suave clic en la mente de Harry al escuchar ese tono, y todo pensamiento consciente se perdió para siempre. Sintió el cuerpo de ella deslizarse más cerca, lado a lado con el suyo.

Se puso colorado.

—¿Ya – Ya te pedí perdón por Aparecerme en tu habitación cuando tú–?

—No tienes por qué.

—Sólo que tú estabas–

—Fue un accidente —ella sonrió.

Lo abrazó. Él la abrazó a su vez. Fue un movimiento suave, sincronizado.

—La boda de Bill es en tres días —susurró Harry—. Me pregunto si Hagrid responderá mi carta.

—Lo hará —Ginny susurró—. Sabe de tu misión y no sospechará nada.

Se quedaron en esa posición, abrazándose y observando el sol del atardecer en el horizonte. Había algo que Harry tenía que decir.

—Será la noche después de la boda —dijo, casi en silencio—. La primer noche después de que la familia de Fleur se marche.

Ella asintió vagamente.

—¿Alguna razón en particular? —dijo.

—Sí. Si lo hacemos antes de la boda vamos a causar mucha conmoción.

—Muy cierto.

Había algo más que Harry se moría por añadir, y Ginny pudo sentirlo antes de que él siquiera abriese la boca.

—No me arrepiento de mi decisión —ella dijo.

—¡No iba a quejarme de eso! —él clamó.

—¿Oh?

—Es otra cosa… uhm… sí, otra cosa.

—¿Y qué sería?

Harry titubeó. Colorado era muy suave para su color actual. Escarlata sonaba mejor.

—No pude evitar pensar que – bueno… estaremos como viviendo juntos.

—Es verdad —ella sonrió.

—Y – Y desde que… Ah, uhm, quiero decir

—¿Tiene esto que ver con el hecho de que te Apareciste en mi habitación mientras me estaba cambiando de ropas? —preguntó ella, y las mejillas de Harry se volvieron más que simplemente escarlata al detectar el tono divertido de su voz.

—¿No es obvio? —tartamudeó— ¿Qué con nosotros viviendo juntos…? Es decir, la tentación – Lo que quiero decir es… —Se detuvo y guardó silencio. Ginny estaba riendo por lo bajo— ¿Qué es tan gracioso? —preguntó él, ahora molesto.

—Has enfrentado la muerte tantas veces… y aún así te pones más nervioso frente a la mujer con la que quieres estar… —Ginny volvió a reír con suavidad. La cara de Harry se había olvidado del brillo escarlata y continuaba su paso hacia toda una nueva gama de rojos sin descubrir.

—Bueno —dijo él, fallando al evitar un tono levemente agudo que hizo a Ginny reír más fuerte—, ahí lo tienes, de acuerdo. Sólo… Sólo piensa en eso por un momento¿quieres? Ahí estaremos, solos. Tienes razón, lo admito, yo quiero… quiero… estar contigo, pero tú eres…

—… ¿muy joven? —ella sonrió ampliamente— ¿O tal vez tú eres muy noble?

—Eh… Yo–

Ella lo abrazó con más fuerza.

—Es difícil contenerse¿verdad? Yo también quiero estar contigo, y no me avergüenzo de ello. Y sobre mi edad, creo que he crecido mucho más deprisa mientras aprendía cómo era el mundo que me rodeaba, cómo funcionaba, y cómo la gente podía llegar a ser tan desagradable en tan poco tiempo. Y si hay personas que pueden matar cuando son tan jóvenes¿por qué no podemos amar, en cambio¿Por qué no puedo hacerlo yo¿Por qué no puedes hacerlo ?

Harry también la abrazó con fuerza. Estaba tan asombrado. El momento en que ella decidió abrir la boca y empezar a hablar fue cuando él comenzó a darse cuenta qué tan increíblemente fuerte era ella. Detrás de la niña quieta y tranquila había oculta una valiente guerrera, y él había visto mucho de ambas durante los últimos seis años.

Y aún quería ver mucho más.

—De todas formas —dijo él, intentando en vano que su voz volviese a un nivel bajo y calmo—, Ron y Hermione se reunirán con nosotros al poco de mudarnos. Posiblemente en, digamos¿una semana?

—Entonces será mejor que usemos esa semana sabiamente —ella sonrió, abrazando a Harry al punto de ebullición.

Él suspiró y sólo la abrazó. Estaba convencido de que no podría dormir, aquella noche: su mente estaba colmada de pensamientos suaves y rosados.

o–

(Continuará...)