III - Más cerca de ti
Dos jóvenes, que se veían completamente enamorados, completaban un hermoso paisaje romántico. Una apuesta de sol hermosa visto por el ala derecha del braco, hacía completa esa escena en la que esos dos jóvenes, no decían ni una palabra. Sus miradas lo decían todo, no necesitaban hablar para leer el pensamiento del otro. Lo que había ahí ya estaba muy cerca de ser amor, pero aún no, nadie nunca ha podido hacer que dos personas se amen de un día para otro. Pero lo que nadie nunca pudo comprar fue que un amor verdadero se llevara en personas como ellas. La chica de cabellos azabaches solo miraba los orbes dorados que la volvían loca con solo mirarlos. Un suspiro salió de los finos labios de la chica, era un gran suspiro con aire de decepción.
K: - porque no puedo ser como tu Inuyasha? Lanzarme al horizonte cada vez que lo desee, y por una vez en mi vida sentirme a fin libre…
Kagome, que ya había comenzado a mirar el horizonte, miró de reojo coquetamente a Inuyasha que nunca había dejado de mirar aquella figura femenina que lo volvía loco.
K: - imagina que estamos en un muelle, en una tienda barata… - pero sorpresivamente fue interrumpida…
I: - no Kagome, no lo imagines… lo haremos. Tomaremos cerveza barata, nos subiremos a una montaña rusa y nos marearemos hasta vomitar, y vamos a cabalgar caballos, pero en la resaca… pero no con esos asientos sino que como vaquero – dijo dejando sorprendida a Kagome
K: media aturdida por lo dicho por él – o sea… con una pierna a cada lado?
I: - sí…
K: muy sonrojada - ¿me podrías enseñar?
I: - claro, si tú quieres…
K: con un tono altivo y orgulloso – enséñame a montar como hombre
I: - y a tomar cerveza como hombre… - dijo divertido
K: - y a… – se quedó pensando unos segundos, dudando si decir lo que iba a decir – escupir como hombre - dijo soltando una risita nerviosa
I: - que no te enseñaron a hacer eso en el colegio? – dijo casi en tono de burla
K: - no! – dijo exasperada, pero bastante divertida
I: - ven te enseñaré ahora…
K: - No! Inuyasha… no!
Pero para entonces Inuyasha ya la había agarrado de un brazo y la había comenzado a jalarla hacia una de las cubiertas del barco en el que no miraran tantas personas ya que sabían lo que pasaría si es que alguien conocido los descubriera haciendo eso.
Inuyasha lo comienza a mostrar a Kagome como escupe un hombre, es decir escupe una gran bola de saliva hacia una distancia impresionante.
K: - eso es asqueroso! – dice mirando con repugnancia como Inuyasha escupía al mar
I: mirando con incredulidad a Kagome – vamos es tu turno…
Mira para ambos lados para saber que nadie los estaba mirando y tira un pequeño escupito al mar.
K: - eso es penoso! – dice mirando hasta adonde había llegado el escupo de Kagome…
I: - observa como lo hago
En eso Inuyasha se empieza a impulsar, pero la atención de Kagome estaba ya centrada en otra cosa. Inuyasha no notaba esto por lo que estuvo a punto de escupir pero Kagome le jaló el hombre haciéndolo reaccionar y que mirar para atrás en donde pasaban la madre de Kagome, junto con la condesa y una señora que pasaba por ahí. Todas ellas miraban con cara incrédula, la presencia de un ser de tan baja clase compartiendo con aquella chica de tan alta clase. Inuyasha al verlas, en seguida se paró de una posición erguida, para que no se dieran cuenta de lo que estaba haciendo con aquella chica, y toda la saliva que había almacenado, la tragó a duras penas para poder mostrar una sonrisa inocente a aquellas señoras.
K: - Madre… les presentó a Inuyasha el joven que me salvó, ayer en la… noche – dijo entrecortadamente por lo nerviosa que estaba
I: - Mucho gusto señora Higurashi – dijo haciéndoles una reverencia, y se quedó así sabiendo que le miraban la nuca con desprecio – ésta noche será un placer cenar con ustedes – dijo comenzando a tomar confianza
Sra. H: porque ese chico no le atraía en lo absoluto? – Kagome, de eso te venía a hablar nos vamos a arreglar para la cena, vamos – y terminada su frase altiva tomó a su hija de un brazo y se la llevó con gran brusquedad por el pasillo de la cubierta, mirando de reojo a Inuyasha que no sacaba su sonrisa sarcástica de su rostro
M: mirándolo con desdén – joven
Inuyasha, aún miraba la figura perfectamente esculpida de Kagome, alejarse junto a su madre, estaba como anonado, no había sabido nunca de amor, pero nunca esperó que su suerte lo iba a llevar a un lugar así para encontrar a una joven que lo iba a amar con tanta pasión como él a ella. Sus sentimientos no podían estar mal, no podían!
M: - joven! – repitió la señora que venía con la madre de Kagome llamada Megumi
I: - si, señora? – dijo despertando de su ensueño con aquella esculpida muchacha
M: - con qué piensas ir… vestido a cenar – Inuyasha levantó levemente los brazos mirándose a si mismo, dando a conocer su estado de pobreza por lo que no tenía nada más con que ir vestido – eso pensé… Ven conmigo
& .--. &.-30 minutos después-. &.--. &
Megumi era una mujer de aproximadamente 45 años, casada con un hombre que hace no mucho había encontrado oro en USA, por lo que celebraron en este lujoso su reciente ganada de dinero. Tenía un hijo de aproximadamente la misma edad de Inuyasha. Por lo que al él entrar al camarote de Megumi, ella le entregó un esmoquin negro con una camisa y una cinta negra para el cuello. Éste fue al lujoso baño para ponerse aquellos lujosos ropajes. Ya estaba saliendo, pero en la mirada de Megumi había un enorme disgusto y se dirigía directo a su cabello, que no importa que hiciera se veía completamente sucio. Por lo que tomó gel, y se lo acható por completo en la cabeza. Quedó completamente guapo y la cara de Megumi relucía como si hubiera terminado una obra maestra, pero darle un cambio así a Inuyasha no era fácil.
M: - sabía que podría dejarte reluciente! – se dijo más para ella que para Inuyasha
I: - muchas gracias – dijo mirándose en el espejo, viendo como su esbelto cuerpo se reflejaba en esos ropajes caros de personas de la alta sociedad
& .--. &.-en el camarote de Kagome-. &.--. &
Kagome no podía ver con que ropa se vería más linda, pero encontró un vestido azul marino, con cintas en la cintura y en el pecho que relucían si femenina figura, quedó resplandeciente con el cabello amarrado con una cinta azul del mismo color, quedó preciosa ante los ojos de la mucama personal que la miraba con admiración al ver a la hermosa mujer que debía atender. De maquillaje se pintó los labios de un color carmesí fuerte y con una poco de colorete en las mejillas, quedaba completamente coqueta, más las sombras azules que combinaban con su traje quedó perfecta para ir a seducir a "ese" hombre.
& .--. &.-en la escalera principal-. &.--. &
Un joven de una reluciente cabellera plateada, vestido elegantemente con un smoking, esperaba a una muchacha que llegaría para ir con él al comedor. Cuando de repente vio a una joven luciendo su hermosa figura con un vestido azul, con lazos en todos lados, y con su cabello azabache amarrado en un lazo azul, parada distraídamente en la escalera. Que hermosa era, es que ¿no lo supo desde el primer momento? Sus encantos lo llenaban, ¿que podía ser mejor? La tenía ahí, para él. Bastante arreglada, que intentaría hacer? Se sentía muy especial, no era la primera vez que sentía deseos por una mujer, los había sentido mucho, antes pero nunca había tocado a una mujer, pero lo que sentía ahora no era exactamente deseo, se quedó mirando su perfecta figura, sus caderas eran perfectas, la quedó mirando como adolescente enamorado, se quedó embobado mirando su perfecta figura, cada mínima facción, ¿Qué le pasaba? Entonces notó que las mejillas se le arrebolaban en un notorio sonrojo, que lo hizo sonreír bastante burlón, pero su sonrisa era dulce.
Kagome vio unas orbes ambarinas, que se iluminaban al verla así, tan seductora. No podía disfrutar más ese fuego que podía apreciar en la vista ambarina posada en sus pechos, hicieron que en sus mejillas se revolviera la sangre, dejando que el viera el sonrojo que su penetrante, pero a la vez sensual mirada le provocaba. Kagome podía ver, a ese caballero de cabello plateado, muy bien peinado, con un esmoquin que en esos momentos no le interesaba de adonde lo había sacado, solo le interesaba ver en esos momentos la dulce mirada ambarina que se posaba en su ojos chocolates que anhelaban este momento. Que guapo se veía…. ¿pero, porqué no lo vio cuando se conocieron? Su cuerpo atlético y perfecto de hombre la llenaba de emociones que no había sentido, que le pasaba! No lo sabía, pero no iba a parar a preguntar.
Comenzó a bajar la escalera, calculando cada movimiento, cada vez que bajaba un escalón, mirando al suelo, pero notando cada movimiento que ese hombre hacía. Notó que tenía dibujada una sonrisa en su rostro, ese rostro… era tan perfecto, cada facción era totalmente masculina, y bastante seductora, más esos ojos ambarinos que la cautivaban. No dejaba de mirar el suelo, sabiendo aún que tenía sonrosadas las mejillas. Bajó seductoramente, moviendo sus caderas a cada paso que daba, haciendo que Inuyasha se sintiera seducido, lo que hacía que a él se le escaparan algunos ataques de nervios, que ocultaba lo suficiente para que la joven de cabellos azabaches no lo notara. Cuando Kagome llegó donde Inuyasha, quiso hacer notar que era importante e imponente y en un gesto juguetonamente le puso su mano. Inuyasha, se arrodilló y tomó su mano entre las de él y la besó delicadamente, incrementando el sonrojo de la joven de orbes chocolates.
I: riendo por lo bajo – siempre he querido hacer eso… - soltándole a Kagome una risita tímida
K: - Buenas noches caballero – dicho esto, Inuyasha se incorporó nuevamente y arqueó su brazo para que ella introdujera el suyo, y en el momento que lo hizo Inuyasha se sintió muy especial
Unas orbes azulinas miraban con recelo al joven de cabellos plateados, ¿Cómo se atrevía a tomar así a su prometida? Iba con la Sra. Higurashi tomada por el brazo, tal y como lo había hecho Inuyasha, y bajó apresurado la escalera, respetando obviamente el ritmo de la Sra. Con la que iba tomada.
K: - Yashiteru? Vaya! – dijo queriendo demostrar asombro – Casi podrías pasar por alguien de prima clase!
I: - usted lo dijo – decía mientras lo mataba con la mirada – casi…
K: - Vamos Inuyasha? – le dijo en un tono suplicante que solo el notó, ya que había notado la atmósfera tensa que se estaba creando entre esos dos chicos
I: - claro, Kagome – dijo mientras le dirigía una última mirada acecina a Kouga
Siguieron caminando, y Kagome lo guió hacia el comedor, un sitio amplio, decorado con telas, y manteles, todo era impresionantemente blanco, por lo que notó Inuyasha, y tenía todo tipo de lujos. Se podía ver que algunas mesas estaban inundadas por el humo de los cigarrillos, mientras que en otras, solo había gente, sentada elegantemente, tanto niños como adultos, riendo o tan solo conversando de cosas de la vida. Inuyasha quedó sorprendido al ver el lujoso lugar en el que se encontraba, nunca había ido a algo así, y todo estaba mejor cuando recordó que Kagome lo tenía fuertemente estrechado por el brazo. Entonces levanto la cabeza para sentirse altivo y siguió a Kagome que lo guió a la mesa que tenían reservada. Cuando todos hubieran tomado asiento, se les acercó un camarero con una botella de champagne.
M: ofreciéndole a Inuyasha – gusta un poco de champagne señor?
I: - no gracias, no me gusta… - dijo sin ningún gesto de educación
Se había sentado al lado de Megumi, ya que como derecho Kouga debía sentarse con Kagome, ya que era su prometida. Lo que dejó a Inuyasha bastante receloso.
K: - Bueno Yashiteru, cuéntanos de tu vida, eres al único al que no conocemos – dijo para que tomaran la atención de Inuyasha, todos los que lo acompañaban – por ejemplo, adonde vives?
I: - en estos momentos estoy viviendo en el arco de los sueños llamado Titanic…
K: - como es eso? – preguntó curioso Kouga, buscaba poder dejarlo mal ante el gentío que los acompañaba esa noche
I: - es que, yo vivo sin rumbo fijo, me hospedo donde puedo, si es que no termino durmiendo en las calles… - dijo logrando la risa de algunas personas, mientras que Kouga lo miraba con desdén, al no lograr que lo odiaran, a ese ser despreciable
K: - La vida es como un juego de azar, uno nunca sabe donde lo llevara su destino – dijo Kohome una famosa abogada que las acompañaba en la cena
I: - Por lo que me ven aquí cenando con toda esta gente extremadamente amable, con la que me siento muy a gusto – y levantando la copa sintiéndose especial – para hacer que cuente – logrando que todos hicieran un brindis "por que cuente"
K: - para hacer que cuente – dijo siendo la siguiente en levantar las copas, dando a entender el brindis que hacía el nuevo invitado que tenía encantando a toda la gente que se encontraba con la familia Higurashi, menos a Kouga, que reflejaba odio en esas orbes azulinas, de color cielo
K: - para hacer que cuente – dijo Kouga mirando a Inuyasha con mirada cortés, mientras que él se la devolvía con una mirada que demostraba la victoria que él había tenido…
El resto de la cena fue bastante tranquila, todos se reían mucho de lo sarcástico que Inuyasha era a veces. Mientras que a veces le robaba miradas furtivas a Kagome, que no dejaban de observar sus facciones en el rostro que lo hacían ver tan guapo, y cuando la miraba con esas miradas tan coquetas propias de esas orbes ambarinas, se le revolaban las mejillas, haciendo reaccionar sus hormonas, haciendo que divertidas sonrisas se le dibujaran a Inuyasha en el rostro.
Cuando por fin se terminó la cena, Kouga exasperado por las miradas furtivas de Inuyasha hacia Kagome, se levantó cuando ya la gente se empezaba a despedir.
K: - creo, Yashiteru, que ya es hora de que nosotros – dijo refriéndoos e a los hombres de primera clase – vayamos a fumar y a tomar algunas cosas, deseas venir?
I: - no gracias, yo paso – dijo aburrido de la falsa cortesía de Kouga
K: - pero, creo que no te quedarás acompañando a las damas, por lo que supongo que ya es hora de que se retire…
I: - muchas gracias, tú también puedes hacerlo… - diciendo esto último a regañadientes, haciendo que solo Kagome escuchara…
Los hombres ya se habían retirado, por lo que Inuyasha, pudo ir donde Kagome y decirle algunas cosas…
I: - lo hice muy mal?
K: - yo creo que fuiste el mejor caballero de la mesa – dijo juguetonamente, sin notar que la furiosa mirada de su madre le clavaba la espalda, sin poder escuchar lo que decían… - creo, que yo también tendré que retirarme, lo siento Inuyasha, tengo que ir a acompañar a su fiesta de humo y alcohol a mi prometido… - dijo, notando como a Inuyasha se le arrugaba el ceño
Inuyasha, aún con los ojos encendidos, como si acabara de compartir el momento más feliz de su vida con alguien, se arrodilló de nuevo ante Kagome, y ella divertida le dio su mano, ara que él la besara igual de suave y tiernamente como lo hiciera la primera vez. Inuyasha, tenía la mirada con un deje de esperanza, y cuando soltó la mano de Kagome, se fue, dejándole, además un beso en la mejilla, haciendo que se arrebolaran, haciendo que Inuyasha se sintiera orgulloso de su don de ser bastante galante.
Kagome quedó paralizada por el asombro y la emoción no notó cuando un papel de tono amarillo apareció en su mano, pero notó por la mala caligrafía y el desorden en la letra, que era de Inuyasha. Tomó el papel, aún no leído, entres sus manos, cosa de que nadie lo viera y lo posó en su pecho, justo donde su corazón estaba desbocado. Luego escudriñando entre ese desorden de letras, entendió lo que salía:
"Te espero a las 9:00 en el reloj de la escalera principal
Inuyasha"
Kagome guardó el papel entres sus ropas, y le dijo a su madre que estaba cansada y que iría arriba a descansar. Le dio un beso en ambas mejillas, y se fue apresurada hacia la escalera principal.
Su corazón latiendo casi como si hubiera corrido una vuelta al barco, estaba emocionada, exaltada, pero nerviosa a la vez, nunca se había sentido así. Ni siquiera con Kouga, que era su prometido. En seguida paró en seco, ¿Qué haría con respecto, a Kouga? Así que miró el reloj que estaba más cerca de ella, anunciaba las 8:45, aún tenía tiempo, tomó un pasillo largo, y entró a una pieza que era como entrar en una nube, por todo el humo de cigarrillo, que había. Fue donde Kouga, y le dijo que iría a recorrer el barco, y que tal vez volvería tarde.
& .--. &.-en la Proa del braco-. &.--. &
Unos ojos zafiros miraban descaradamente como una joven se acercaba, vestida con un vestido jugosamente ecotado en la pierna y en el pecho. Con el cabello en una coleta baja, y con un poco de maquillaje como siempre. La joven iba caminando, lenta pero seductoramente, meneándose haciendo que Miroku se fuera llenando de deseos de probar a esa muchacha, aún sabiendo que no iba a ser aquí, no ahora.
S: - porque no fuiste a la cena, como me habías dicho? – dijo en un tono de reproche
M: - es que no encontré nada presentable para utilizar, por lo que le dije a Inuyasha que no me esperara, lamento no haberte avisado – dijo tomando sus manos entrelazándolas con las suyas
En este acto, le robó a Sango una larga proporción de sonrojo en sus mejillas. Sango tímidamente, levantó su mano y comenzó a acariciar la mejilla de Miroku. Que suave era su piel. Como lo enloquecía esa mujer con tan solo una caricia, estaba por explotar de emociones, pero pudo notar que lo que sentía por ella, no era el miso deseo que sentía por todas las otras mujeres. Entonces, quiso subir de nivel y llegar a la altura de Sango, tratando de despertar nuevos deseos en ella. Entonces… PAFF! S escuchó con eco incluido por toda la proa una fuerte cachetada, mala idea, como siempre Miroku quiso conquistarla tocando donde no debía. Lo que exasperó a Sango que le regaló una buena palmada en el rostro, que le dejó rojo el lugar.
S: - quieres parar pervertido! – y dicho esto se retiró del lugar dejando a un deseoso pero adolorido Miroku.
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