Harry Potter y su mundo pertenecen a JK. Lástima.

El anuncio.

Vernon Dursley se ajustó el cinturón del batín, y con una sonrisa satisfecha, apareció en la cocina, donde desayunaban su hijo y su sobrino. Anormal, pensó, pero, no, no era un momento para pensar en los extraños poderes o lo que fueran que ese muchacho tuviera. Era momento para dar una gran noticia. Si le hubieran preguntado hacía unas pocas semanas habría dicho que Petunia y él están en un momento algo malo de su relación, pero ahora, pero hoy... Porque sí, hoy es un día feliz, y ahora saben, Vernon sabe, que su matrimonio es afortunado.

- Queremos que nos prestéis atención un momento. – dijo apareciendo con su querida Petunia tomada de la mano- Hijo, querido Dudkins – Harry bostezó - chico – llamó a Harry, para luego sonreír con su mofletuda cara a Dudley - ¡mamá está esperando un hermanito¡Llegará en ocho meses!

Más allá de la cara de horror que puso Dudley (¡compartir sus cosas con uno nuevo!) estaba la de terror que puso Harry, más allá del ¡otro como Dudley!, estaba el recuerdo de lo sucedido...

---Un mes antes---

...Así que cuando la vio a través de la rendija que dejaba la puerta entreabierta del baño, apoyados los codos sobre el lavamanos y la cabeza gacha, sollozando quedamente, no tuvo más remedio que entrar, sin ser traicionado por algún rechinar de la puerta, aspirando el vapor aromático del ambiente íntimo posterior a una ducha, para quedar un paso atrás de ella.

Harry temía la reacción de su tía, pero le urgía más saber qué le sucedía. Recogió lentamente la toalla que ella había deslizado y la dejó en el colgador. Petunia miró a su sobrino, por quien, en ese instante sentía muchas cosas y ninguna cercana al odio. El muchacho había crecido, había madurado y era guapo y fuerte, y, sin poder contenerse, llevó sus labios a los de él, ambos sorprendidos de esa reacción. Fue una lasciva caricia que estremeció a Harry, pero que al mismo tiempo lo paralizó. La mujer, tomó la mano de su sobrino, y tocó por encima el torso de éste, maravillada ante el gran cambio que había sufrido el chico. Tomó la camiseta del pijama y tiró de ella, para quitársela al joven.

Mientras Harry se erguía para quedar de pie atrás, para luego girar a su tía hacia él, controlando la situación...sin dar más tiempo, comenzó un juego de besos, de lenguas.

Besos y caricias; murmullos, quejidos. Chasquidos de besos y otros ruidos que anunciaban que pronto ambos sólo pensarían en un más, más, más Notarse con ojos de lince, brillantes y enrojecidos por el deseo, mientras con manos rápidas y complacientes se jalaban hacia abajo la ropa, susurros de nombres, evitar dudas, evitar actos que nunca deberían producirse... dejarse hacer. Harry ya no veía a su tía, sino a una mujer adulta, mayor, con experiencia, como a él le gustaban, yambos sólo sentían que deseaban estar junto en, dentro al otro con y por sentido más íntimo y profundo.

De a poco Harry le tomó las caderas con las manos, y la mujer le abrió la bragueta, y lo tomó con suavidad y firmeza, la punta del pene, mientras él cerraba los ojos y entreabría los labios para dejar respirar mejor sus gemidos; Harry seguí los besos, ahora bajando por el cuello y tomando con su mano el cuerpo de Petunia, que fue bajando y bajando hasta llegar a su camisón, que tras levantar y jugar levemente, supo que era momento de tomar con mayor fuerza el cuerpo de su tía, y mandar sobre ella en ese momento, sobre su furtiva relación, así que le sujetó con fuerza y entró en ella, dando una estocada, seguida de un grito roto en la garganta de Petunia, que apenas pudo acallar Harry al besarla a la vez. Un desesperado ritmo de ardiente placer dio con ellos, entre el perfume del agua que momentos antes había preparado Petunia para calmarse de la pelea con Vernon, mientras devoraba su ansia con los besos que consolaban cada embestida.

(fin)