Yugi.

Recuerden, disculpas por mi disgrafia y Naruto y Saint Seiya son propiedad de sus autores.

El informe de Zetsu no le dijo a nadie, salvo al propio Aizen, algo que no supieran. Yugito Nii, jinchuriki de la Niibi era intocable, al igual que los jinchuriki de la Nanabi y del Kyubi. Y eso estaba poniendo sumamente nervioso tanto a Obito como a Pein.

Ambos sabían perfectamente bien que sus palabras tendrían el efecto de ser eficaces en la medida que la realización de sus planes fuera posible, pero cada momento que pasaba, hacía más difícil eso. Si el Dúo zombie podía ser tratado de esa manera, era más que obvio que ellos no tendrían oportunidad de vencer a los jinchuriki con un acceso más que directo del cosmos y eso era lo frustrante. Años de milimétrica planeación y de repente, un factor desconocido y aterrador los ponía en jaque.

Pein despidió frustrado a los sobrevivientes de la organización, incluyendo al nuevo recluta, y se fue a pensar en las opciones que tenía, lo que desafortunadamente no eran muchas. El tenía el poder de un Dios o aún creía poseerlo, pero ¿Que es el poder de un Dios, comparado con el de seres que pueden hacer frente a demonios del abismo? ¿De que le servía ser el hombre más fuerte del mundo, si solo era el mortal con chakra más poderoso en existencia?

Claramente Naruto y los demás lo habían sobrepasado en poder, y si sus cálculos no fallaban, era una diferencia importante. Una que solo podría franquear si Aizen tenía éxito. Pero el tiempo no estaba de su lado y como los informes del nuevo Akatsuki daban cuenta, solo podría tener éxito con un plazo razonable de tiempo. El que para desgracia de todos, era de al menos seis meses, en el mejor de los escenarios. Podrían regresar a las sombras, pero seis meses era mucho tiempo, y el tiempo era un lujo que no podían darse, no ahora.

Sobretodo con los indicadores sutiles en el comportamiento de sus miembros, Kakashi, Itachi, Mai y sobretodo Konan, posiblemente desertarian de seguir las cosas así. Y aunque tres de ellos no serían una amenaza tan importante a sus planes, Konan si sería al menos para él, una pérdida sensible. Por mucho que ella le aseguro que estaría a su lado hasta el final, él ya no creía en sus palabras. La semilla de la desconfianza había Sido plantada y estaba germinando en suelo fértil.

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Ruinas, País del Cielo.

Shinou y Amaru seguían explorando las rutas y calles vagamente reconocibles en el antiguo templo, aunque calles era una manera poco verás de llamar al intrincado sistema de servicios y comodidades de la gente que claramente vigilo en el pasado el lugar.

Esperaban que al revisar con más atención el área, finalmente llegarían a dar con el acceso a la catacumba donde Yugi se encontraba, y de ahí… ojalá que la suerte estuviera de su lado.

Efectivamente, no pasó mucho tiempo antes de que lograrán hallar mediante una cuidadosa observación en lo alto de una vieja torre de vigilancia, como las calles parecían converger en un punto de la construcción, sin duda ese edificio era donde el acceso a su premio los aguardaba.

Shinou recogió un gran pergamino con los implementos necesarios tanto para liberar a Yugi como para controlarle y junto a su pupila partieron hacia el lugar, teniendo torres sombras vigilando sus movimientos, sombras que solo Amaru ignoraba que estaban ahí.

Avanzaron con buena velocidad y solo detuvieron su paso para estudiar el posible acceso a la catacumba, tras un par de horas de observación, la pareja de arqueólogos aficionados coloco unas cuantas notas explosivas de potencia calibrada para poder volar un panel que parecía ser el acceso al lugar.

Tras volar la puerta y amarrar bien una cuerda para bajar, el médico y su asistente bajaron a la catacumba, siendo afectados rápidamente por la atmósfera del lugar.

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En algún lugar del océano Pacífico.

En su propia prisión, la reina de los súcubos sintió una perturbación proveniente del mundo shinobi, una que provenía de un lugar que ella conocía muy bien y por ello, no pudo evitarlo, sonrió con una genuina alegría.

"Oh, humanos tontos" pensó con deleite la demonio "ya sea de forma consciente o no, van a liberar a Yugi….. muy pronto, volverá a caminar entre los vivos….. es una lástima que aún está atrapada en este lugar. Pero no importa, Belcebú deberá ser capaz de protegerla, hasta que podamos al fin, conocernos" pensó con optimismo.

Más le valía al príncipe de los infiernos cumplir con su petición o no se la iba a acabar con ella.

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Pais del Cielo.

-!Aquí está¡- cantó triunfalmente Shinou al ver la entrada a la catacumba de Yugi, todo mientras Amaru sostenía la barra fluorescente, intentando en vano, no sentirse afectada por la atmósfera del lugar.

Además de un olor a antiguo que apenas era soportable, había una sensación de profunda tristeza y soledad inundado el ambiente. Lo que no parecía cuadrar con la descripción del ser que habitaba el lugar. De sentir algo, ambos esperaban sentir odio, ira y sed de sangre….. pero en vez de eso, a la tristeza y soledad, se le podía sumar ,aunque apenas se podía percibir, anhelo.

-Shinou sensei, ¿Cree que podrá controlar a Yugi?- volvió a dudar Amaru.

-Claro que podré- confío el viejo en sí mismo- lo único que necesito es hacer ambos rituales al mismo tiempo, el de liberación y el de control.

Hizo un clon de sombras y procedió a desenrollar el pergamino de donde el primer sello que toco, solo hizo una explosión leve…..antes de que Amaru recibiera una fuerte descarga eléctrica, proveniente del collar que traía en su cuello.

La joven abrió los ojos con terror al ver a su sensei desellar varias cosas entre ellas, una daga, y colocándola en el centro de un círculo que estaba siendo dibujado con tiza, Shinou procedió a atarla para que no escapara.

-Lo siento mi niña- expresó con cero empatía el viejo- pero el ritual de control exige sangre virgen y el de liberación un alma pura y lamentablemente para ti, cumples con ambos parámetros. Pero no te sientas mal, los libros te recordarán como el sacrificio que logró mi ascenso a la gloria.

Las lágrimas corrían por el rostro de Amaru. No creía que esto fuera verdad. No creía que el hombre al que debía tanto y que amaba tanto fuera a sacrificarla tan fácilmente. Aún cuando Shinou la degolló y aún cuando sintió que la vida la abandonaba mientras los símbolos del ritual de liberación brillaban con fuerza, ella creería que despertaría en su saco de dormir, fuertemente empapada en sudor.

Eso lamentablemente no sucedería jamás.

Una gran sacudida en el lugar precedió el sonido del chirrido de la prisión de la cual una mano menuda salió, asciendose del marco de la prisión.

Su apariencia es la de una niña rubia de ojos gris claro con un tocado a rayas rojas y negras y una gran armadura de púas que la rodea.

La pequeña se tambelo un poco, antes de lograr recuperar el equilibrio, siendo el momento en el que recordó porque estaba en ese lugar.

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Hace mil años.

Yugi reía alegremente mientras cientos de criaturas similares a conejos pero de gran tamaño saltaban por todos lados, destruyendo casas y aplastando personas, todo mientras los habitantes del país en vano habían intentado detenerla, fue entonces cuando Ella apareció, una joven de quince años de

ojos color ónix y un cabello bastante largo de color negro azulado, el cual se extiende más allá de su cuerpo . Su atuendo es un vestido de un solo color, siendo en este caso el color Azul oscuro, también cuenta con un pronunciado escote y tiene a juego un collar de perlas que se extiende por su busto y sirve como decoración para sus brazos.

El nombre de esta joven era Hotaru Tomoe, antigua princesa del reino del Cielo rojo, en el actual País del Fuego. Y esta joven era nada más y nada menos que la primera encarnación mortal de Hécate.

-¡Flama Oni¡- un joven pelinaranja alto y delgado, con piel de color parecido al melocotón y ojos color Ocre lanzó el Ken de Cosmos incinerado a la mayoría de los conejos.

-Nada mal Caballero de Kyubi- sonrió complacida Hotaru al ver a su propio elegido para ser un caballero, cumplir su trabajo.

-Me da gusto ver que le he Sido de ayuda- sonrió confiado el caballero…. Bueno casi, aún no tenía lista su armadura de plata.

-!Mis amigos¡- gritó horrorizada Yugi al ver como con un gesto los cientos de conejos habían Sido convertidos en nada!- Eso no es justo. ! Ustedes son muy malos!- dijo al borde del llanto.

No era justo, ella salió de la nada y era muy poderosa, pues poseía una fuerza Hercúlea, por ello en el orfanato donde fue llevada la sacaron del lugar llamándola monstruo y otras cosas horribles que con solo recordarlas le hacían llorar, las cosas habían mejorado un poco cuando descubrió que podía crear amigos con solo pensar en ellos.

Así que estuvo vagando por su país de origen (que a la postre sería el País del colmillo) buscando personas para que fueran sus amigos o al menos, a su madre… o la imagen de quién creía que era su madre, la mujer de ojos dorados y rostro muy hermoso que había visto en un sueño. Era tan real y Yugi instintivamente sabía que esa mujer de alguna manera, era su madre.

Y aquí estaba ahora ante esos malos que destruyeron a sus amigos como si nada. Todo mientras dejaban una estela de destrucción y muerte debido al modo de "jugar" de la pequeña.

"Por Zeus, solo es una niña" pensó Hécate algo triste por lo que debía hacer "ella no es mala, solo no sabe contenerse, desafortunadamente, es demasiado poderosa como para dejarla así. Lo siento mucho mi niña, pero no puedo dejarte libremente por ahí"

-Prepara la vasija- ordenó la deidad a su paladín que asintiendo saco el objeto mencionado y se paró a unos pasos hacia el costado izquierdo de su ama.

-¡Prisión de sal¡- extendió sus brazos Hécate hacia la rubia y un resplandor plateado envolvió a la niña.

Y en un rápido movimiento, esta fue encerrada en la vasija.

-Eso fue rápido- pensó en voz alta el caballero de plata.

-Algo- estuvo de acuerdo ella- sin embargo, esta prisión es temporal, mi magia no me permite encerrarla de forma permanente en ella, así que dependemos de mi tía Hestia para ello.

La solución de Hestia fue la construcción de la catacumba, lamentablemente ni ella o Hécate eran capaces de sellarla más por desconocimiento de la materia (de la cual Athena era la verdadera experta) que nada. Así que usando sus habilidades en conjunto y por pena de que era una niña, ambas la encerraron, estando aún en la urna, en el lugar que se convertiría en su prisión.

De hecho, a Yugi le tomó un siglo liberarse del sello que la atrapó en la vasija, solo para ver que ahora estaba atrapada en una prisión diferente.

-!Por favor, saquenme de aquí¡- gritaba todos los días llorando, hasta que perdía la voz- !Por favor, aquí abajo está muy oscuro! ¡No volveré a jugar jamás en mi vida, pero por favor, saquenme¡ !No quiero estar solar! ¡Me da miedo la oscuridad¡.

Pasaron los siglos y la niña entendió que eso jamás sucedería, por lo que se hizo una promesa, si de alguna forma quedaba libre, haría pagar a esa maldita que la atrapó y jamás permitiría que la encierren de nuevo.

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Yugi sonrió al verse libre, a pesar de la pequeña punzada de dolor que una suerte de hechizo por lo que sus instintos le decían, intentaba someterla a la voluntad del humano frente a ella.

-Te agradezco que me hayas liberado- sonrió Yugi de forma encantadora- pero por tratar de controlarme- su sonrisa se volvió sádica en cosa de segundos- ¡TE MATARÉ EN ESTE INSTANTE¡

-!No, se supone que el ritual debía de someterte¡- grito aterrado Shinou al ver como su plan se había ido a la mierda en instantes.

De los ojos de la Jóven, solo surgió una suerte de brillo siniestro antes de que el cuerpo del viejo fuera aplastado cual insecto, al mismo tiempo que como cucarachas, varios hombres del país de la Garra salían en desbandada.

Habían seguido a Shinou en la esperanza de arrebatarle el control de Yugi y de esa forma conquistar primero su país y después el resto de las naciones elementales, ahora, solo podían correr por su vida.

-Monzaemon, Bakuramon, Andiramon a encargarse de ellos.

Un oso de peluche gigante, un mono y una suerte de Conejo salieron en las direcciones donde los grupos mayores habían huido, y a los pocos segundos, los gritos de agonía profanaron el silencio del lugar.

Mientras eso pasaba, Yugi pensaba su siguiente movimiento.

"No dejaré que me atrapen de nuevo, no volvere a estar sola una vez más" pensó mientras colapsaba el templo. El primer paso para su objetivo había Sido un éxito, el sitio que la había encerrado ya no existía, nunca más volverían a encerrarlas.

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Konoha, mismos momentos.

En el complejo del clan Yamanaka, la pequeña Maya, hermana menor de Ino se encontraba jugando a las muñecas, sin embargo, sintió algo raro, como si algo, en dirección al País del cielo la llamará, era una presencia enojada y bastante triste y eso la intrigaba bastante.

Al igual que a Rin, que estaba jugando con los cachorros del clan.

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Y no fueron las únicas, de alguna forma, Yugi también lo sintió, en Konoha había algo que la estaba llamando. Quizá sería una buena idea ir ahí.

-Nos vamos- ordenó a sus "amigos" que regresaron llenos de sangre- pero en cuanto podamos. Tomaremos un baño, están sucios.

Los seres se "avergonzaron" y asintieron a las órdenes de su ama que sonrió encantada, lo que fuera que la llamó, aunado al hecho de que salió de la prisión la tenía de buen humor.

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País del Jade.

-Sentististe eso ¿Verdad?- preguntó una criatura similar a un ciervo, tenía largos cuernos rojo rubí y una armadura samurai verde oscuro- eso está en el País del Cielo, eso significa….

-Ella se ha liberado- asintió el acompañante, un ser similar a un jabalí, de largos colmillos que parecían estar hechos de oro- entonces, deberíamos ir a presentarnos ante ella.

Los dos Demonios se pusieron en marcha, en la creencia de que Belcebú posiblemente los enviara a interceptar la la joven demonio.

Pese a su inestabilidad, Yugi era muy poderosa y sería un gran activo en las fuerzas de Lucifer, sobretodo por su inusual habilidad de crear seres de la nada. Estos lamentablemente solo servían a Yugi, pero con ese pequeño detalle, no era de qué preocuparse.

Después de todo, ella era una princesa demoníaca, la única que existía.

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Aldea de la lluvia.

-Así que Yugi está libre- sonrió Belcebú por el golpe de suerte inesperado- naturalmente enviaré a un séquito para ir por ella, pero entenderás que será muy complicado hacer que vaya al refugio seguro que tenemos en el País del ámbar.

Y era verdad, Yugi había Sido el primer demonio nacido enteramente en el mundo Shinobi, por ello había sido particularmente especial. No sólo sería la punta de lanza en el ataque a este nuevo mundo para así poder trabajar en la conquista de su mundo de origen. También era formalmente la primer princesa demonio en existencia.

Aún siendo neonatal, los padres de Yugi que eran muy pobres, invocando los poderes de la oscuridad, habían cambiando a su hija por poder y riquezas. Y sorprendentemente, Lilith los había oído y había atendido a sus súplicas. Cierto, el mito decía que ella devoraba a los niños y entre más jóvenes mejor, pero eso era mentira, ella no caía tan bajo (en realidad la mayoría de los Demonios no lo harían) por lo que pensaba que la primer adquisición sería de vital importancia para llevar a cabo sus planes. Sin embargo, la pequeña demonio calentó el corazón de Lilith y la considero su hija, no su vasallo. Y como hija, al tener ella el título no oficial de Reina sucubo, Yugi era la princesa de ellos. Para su mala suerte, su juventud la hacia incapaz de controlar sus poderes, lo que la hizo llamar la atención de la peor forma ante Hécate, Nike y Hestia quienes se apresuraron a encerrarla sin oportunidad de que ella iniciará su entrenamiento para controlar su poder.

Pero, si Belcebú la aseguraba, su hija estaría a salvo. Finalmente, si las cosas salían bien, ellos ganarían y finalmente, madre e hija se reunirian y en poco tiempo, liberarían su carga contra el mundo de los dioses y se convertirian en gobernantes del mundo junto a su líder.

!Oh si! Al fin una buena noticia bastaba para que ella se pusiera de buen humor.

Ya saben, dejenme su review, así no solo me animan a escribir, habrá retro alimentación entre nosotros.