Ríe, niño, ríe...
Una noche más en ciudad Bótica... otra noche en la que una figura solitaria recorre los callejones, acechando... esperando... anhelando encontrar al maldito bastardo que le destrozó la vida antes de que empezara... pero como eso probablemente tardaría mucho tiempo, sería bueno, mientras tanto, remojar el gaznate con un buen tarro de cerveza.
Entró en el bar. Avanzó con decisión a la barra. Todos los parroquianos salieron corriendo, excepto los que estaban tan borrachos que sólo atinaron a reírse. Y es que ver a un individuo pseudo-disfrazado de murciélago entrar a una cantina era algo... fuera de lo común... venga, estaba de locos! ¿qué clase de enfermo trastornado se vestiría así? Peor aún, ¿qué clase de enfermo trastornado se vestiría así y saldría a la calle?
Al parecer, estos individuos no habían oído —o estaban demasiado embotados del cerebro como para recordar que habían oído— hablar del nuevo azote del crimen en ciudad Bótica: Bat-Kai. Ahora, si nos apegamos estrictamente a los hechos, probablemente no habían oído de él porque no había hecho nada todavía porque era su primera noche en este nuevo hobbie de golpear seudo-criminales...
Y uno de esos criminales... tendría que aparecer algún día, pero esta noche no fue posible.
Bat-Kai regresó a su Bati-cueva en su Bati-móvil, Bati-deprimido por tan mal Bati-inicio de su Bati-carrera. Ahí, su Bati-mayordomo, Alfred (el mismo de la serie original de Bat-Man, pero diferente), lo recibió Bati-comprensivamente.
—XO ¡Joven Kai! ¿Se puede saber dónde estaba?
— ¬ . ¬ no.
— ¡-¡ me ha tenido aquí preocupado toda la noche.
— U⌐.⌐ pues debiste haberte ido a dormir
— ¡-¡ ¿Cómo pretende que haga eso? Yo lo he cuidado todos estos años, yo le cambié los pañales....
El resto del sermón de Alfred se perdió en el espacio, dado que el tal Kai Hiwatari, a quien en efecto había criado desde niño, a quien en efecto le cambió los pañales, a quien en efecto quería como el hijo que nunca pudo tener porque había pasado toda su vida cuidando de un niño huérfano que en efecto era el desagradecido que no prestaba atención a sus desvelos, lo pasó por alto completamente.
Al día siguiente, Bat-Kai volvió a recorrer la ciudad... con idénticos resultados. Y así fue por meses y más meses, hasta que por fin se topó con uno de los tantos criminales sicópatas de Cd. Bótica: El Bufón.
(Se ve a Max vestido como... bufón... con un costal lleno de joyas en la mano izquierda y una pistola en la derecha, corriendo lleno de felicidad por una joyería)
— n0n WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!
Los achichincles del Bufón también llenaban sus costales de joyas. Y entonces llegó Bat-Kai!
—Devuelve eso —le dijo fríamente al Bufón
— UoU no quelo.
— ¬¬### ¡Que lo devuelvas, maldita sea!
— UoU Oblígame.
— ... como quieras
Empieza una muy buena batalla, salpicada de letreritos de Pas! Cuas! Zap! Ouch! Crash! entre los secuaces del Bufón y Bat-Kai, que termina con un Bat-Kai bastante golpeado y un montón de individuos disfrazados de mimos (oséase los secuaces) inconscientes y con nuestro presupuesto para escenografía y utilería en números rojos.
— O.O oh, oh... —dijo el Bufón, y trató de huir del lugar. Pero no pudo, porque siempre, sin importar a donde se dirigiera, Bat-Kai llegaba más rápido y se le ponía enfrente.
—Interesante efecto de cámara —dijo el Productor
—Sí, basta con voltear la toma para que parezca que Max cambió de dirección y se topó con Kai —dijo el Director—. Y en realidad es la misma toma con distintas cámaras.
—¿Crees que el público lo note?
—¡Claro que no! ¡Sería demasiado estúpido que se fijaran en esas tonterías!
— ... más te vale
—¡Estás loco, Bufón! Déjame ayudarte! — exclamó Bat-Kai.
— ô.o ¿Qué te hace pensar eso?
— ¬.¬U bueno, estás disfrazado de bufón y asaltas una joyería.
— ô.o ¿Y eso es estar loco?
—Pues sí.
— :P nah, yo no estoy loco, el loco eres tú. WIIIIIIIIIIIIIIIII!!!! —el Bufón volvió a correr en círculos.
— ... -.-U maldita sea.
Finalmente, el Bufón cayó noqueado por el diestro y certero golpe de un tablón de 5 centímetros de espesor. Dicha contusión fue aplicada, obviamente, por Bat-Kai.
Cuando la policía llegó, dos días después, encontró a los rateros amarrados del techo.
—¿Quién podrá haber hecho esto? —preguntó el inspector Dunga.
—No lo sé, inspector, no lo sé —respondió el Comisionado Ozuma, analizando un bati-boomerang que se le quedó olvidado a Bat-Kai, y que el Comisionado interpretó como una señal dejada ahí deliberadamente.
