Lo que usted estaba esperando! Finalmente, se revelará quien será el compañero de Bat-Kai! Chafamex Productions agradece su fidelidad y comentarios.
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—... no me gusta como suena esto —dijo Kai
—¡Pero a nadie le interesa! —le replicó el Director, sonriendo, mientras su Sagrado Equipo reía y reía.
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El espectáculo continúa.
La carpa estaba lista. Todos habían ensayado su número. Todos. El público llegaba, expectante. Las luces se encendieron. El anunciador salió con su traje de gala, mientras los artistas circenses desfilaban frente a los espectadores, varios de ellos inocentes infantes que se disponían a divertirse como nunca en su vida.
Nadie podría haber previsto el trágico desenlace de la actuación de la pareja acróbata, conocidos en todo el mundo por su habilidad, sinergia y coordinación. Ciertamente, cada vez que aparecían se volvían mejores.
Pues otro acróbata, de menos fama y habilidad, celoso, había saboteado las cuerdas... y los dos cayeron. Nada habría pasado, de no ser porque también saboteó la red... y murieron.
Su joven hijo, que también empezaba a volverse un gran acróbata, contempló la escena con dolor, impotencia y desolación... pero pronto lo olvidó para convertirlo en rencor. Porque él había visto al culpable.
Y juraba que lo haría pagar, aunque se le fuera la vida en ello.
Primero, estúpidamente, lo confrontó. Pero eso sólo alertó al hijo de la gran puta, Gideon, de que había sido descubierto. Y su malévola sesera maquinó la trágica desaparición del pequeño Raúl.
Pero Raúl no estaba solo. Lo que él no sabía era que Kai Hiwatari, a la mañana siguiente, leía del trágico accidente en el periódico. Y, encendiendo la televisión a tiempo para el noticiero, se enteró de las acusaciones del hijo de las víctimas hacia uno de sus compañeros. Sin decir nada a nadie, fue hacia el circo.
—¿Quién es usted? —preguntó Raúl, desafiante, al individuo que había llegado.
—Soy un productor de cine —dijo aquel ser —. Me interesa llevar tu historia a la pantalla grande, si lo permites.
—¡Deje en paz al chico! —le gruñó Hiwatari, llegando.
Era tan aterradora su mirada, que el seudo-productor se fue corriendo. Raúl estaba confundido.
—No confíes en esos sujetos. Sus películas son ascos y tratan de todo, menos de lo que en realidad pasó.
Raúl asintió.
—¿Quién es?
Kai sonrió.
—¿Quieres vengarte, verdad? Vas por el camino equivocado.
—¿Eh?
—¿Qué harás¿Te quedarás con algún familiar?
—... mis padres eran mi única familia —dijo Raúl, con la voz destemplada.
—¿Aceptarías que te adopte?
Raúl lo vio sin creerle del todo. De repente, empezó a gritar, y no precisamente de alegría.
—¡Eres un maldito depravado filma-pornografía-infantil¿verdad¡PUES NO! A SOLAS, EN UN LUGAR OCULTO, Y CON ALGUIEN QUE TE PIDA GUARDAR EL "SECRETO", JAMÁS.
— ¬¬U no es lo que estás pensando.
— · ·U ¿ah, no?
— U-U no.
— · ·U ¿entonces?
—Ese tipo intentará matarte. Lo único que intento es protegerte.
—¿En serio¿Y puede saberse por qué?
Kai Hiwatari no respondió. Sólo lo observó, pensando... en que no podía decírselo. Volvió a sonreír.
—Tenemos más en común de lo que crees.
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—¡CORTE! Se imprime. ¡Felicidades, por fin salió bien a la primera! Descansen cinco minutos y prepárense para la siguiente escena.
— -.- me duele la cara —se quejó Kai.
—ô.o ¿por qué? —preguntó Raúl.
—Porque sonrió demasiado¿por qué más? —se burló el Director. El Equipo reía. Definitivamente, venían tan simples que se burlaban del vuelo de una mosca. XD el vuelo de la mosca!
"Bat Kai", Capítulo Tres, Escena Dos, Toma Uno... Acción!
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Alfred tomó con filosofía la llegada del joven.
— u-uU en mis tiempos, cuando uno quería tener hijos, se casaba, señor Hiwatari.
— ¬¬ cállate, Alfred.
—¡Señor¡Usted no tuvo que criarse, así que no sabe lo terrible que fue cuidarlo a esa edad!
— · ·U ¿en serio?
— u-u en serio.
— n-n sé que sobrevivirás, Alfred.
— TT-TT ¿por qué a mí?
Al día siguiente, el señor Hiwatari tenía una reunión importante, muy temprano. Así pues, Alfred se vio en la tortuosa obligación de encargarse del joven. Era sábado, así que no iría a la escuela... aún. El muchacho había vivido todo el tiempo en un circo, habría que averiguar qué tantos conocimientos tenía y regularizarlo conforme a su edad.
Eso, claro, si conseguía hacer que se despertara.
—Buenos días, dormilón —dijo Alfred, entrando con el desayuno. Por toda respuesta, Raúl se arrebujó en las sábanas y se negó a despertar.
Alfred arqueó una ceja, dejó la bandeja sobre una mesa y abrió las cortinas, dejando entrar una inusitada cantidad de molesta luz solar.
Raúl musitó algo incomprensible. Alfred le quitó las sábanas con violencia. Raúl, resignado, se frotó los ojos, bostezó y se quedó viendo al mayordomo.
— ¬¬U Duerme mucho, joven. En cuanto termine de desayunar, báñese.
A la sola mención del "báñese", Raúl palideció (n/a¬¬U no pregunten, pero eso pasó). Y el desayuno... demasiado refinado como para llenar el estómago. En lo que Alfred hacía sus... cosas de mayordomo... Raúl se escabulló debajo de la cama. Alfred se volvió, y al no ver a nadie arqueó ambas cejas.
—¿Joven Raúl?... ¡Joven Raúl!
Alfred se puso a buscar por la habitación, y mientras examinaba el clóset, Raúl tomó la bandeja, salió, y la usó para deslizarse por las escaleras... haciendo un ruidero que Alfred no pudo evitar escuchar. Se lanzó en la persecución.
Persecución que tuvo lugar por todo lo largo y ancho de la casa, arriba y abajo, y Alfred ya no está para esos trotes. Y en toda la mañana, Raúl no había pronunciado una sola palabra.
Con tanta corredera, Raúl acabó justa y precisamente en el último lugar donde debería estar: la Bati-cueva. Sobrecogido, examinó los oscuros aposentos de El Señor de la Noche, Bat-Kai, sin saberlo. Alfred, al verlo ahí y aprovechando que estaba demasiado estupefacto, lo agarró y se lo llevó arrastrando al baño.
Una vez terminado todo, Alfred miró a Raúl con severidad.
—No mencione esto a nadie.
Raúl negó con la cabeza.
—¿Lo promete?
Esta vez, asintió.
Alfred sonrió con indulgencia.
—¿No sabe hablar, o le comió la lengua el ratón?
Raúl, aparentemente, abrió la boca para responder. En realidad, se había asombrado al ver a Kai entrar a la sala.
—Por lo visto se están llevando de maravilla.
—No lo aseguraría, señor.
Kai pasó por alto el comentario de su mayordomo (conocía su tendencia a hacerse la víctima para chantajearlo) y sonrió indulgentemente al pequeño niño pelirrojo, que parecía algo... asustado.
—¿Te trató bien Alfred?
—¡Por supuesto que sí! —respondió Alfred, ofendido —. ¿Acaso lo traté mal a usted?
Hasta la hora de la comida, Raúl no volvió a hablar. Y la primera frase que salió de su boca fue contundente.
—¿Tú eres Bat-Kai?
Kai intentó intercambiar una mirada con Alfred, quien súbitamente había recordado que había olvidado traer la salsa.
—... ¿Qué te hace pensar eso?
—Vi el traje.
Kai suspiró.
—¿Qué hacías ahí?
—Fue un accidente.
—No se lo digas a nadie.
—¡Claro que no! —de repente, Raúl tuvo una "genial" idea —. ¿Puedo ayudarte?
—No.
—¡Vamos!
—¡No!
—Pero¿por qué?
—Escucha —dijo Kai, con un relámpago en la mirada —, todavía no estás preparado para esto. Lo más probable es que la ira te ciegue a la primera oportunidad y acabes mal.
Raúl, aparentemente, comprendió el punto. Pero no lo aceptó. Sí aceptó el entrenamiento, sí aceptó el pasar como una persona normal, como el protegido de Kai Hiwatari, pero no aceptó esperar. No podía esperar. En una semana, el circo se iría... y quizá nunca más volviera.
Se escabulló una noche. La última función había terminado. Era hora de descansar.
Y que Gideon estuviera preparado.
Y sí, estaba preparado. Demasiado preparado. En poco tiempoél y sus compinches habían sometido a Raúl, y se disponían a encontrar su cadáver después de su "suicidio" (lo arrojarían al lago).
Pero (siempre hay un pero) a Bat-Kai se le ocurrió hacer acto de presencia, y después de otra secuencia de "Pas, Crash, Auch, Pow, Bam, Zap!", Gideon y sus inútiles achichincles se "suicidaron".
Bat-Kai miró con dureza a Raúl.
—Te dije que era demasiado pronto.
—¡No lo entenderías! —exclamó Raúl, más que nada porque su orgullo estaba herido.
—... te entiendo más de lo que crees —respondió Bat-Kai, con la voz apagada.
—... yo... no...
—Como quieras. Sólo te pedí un poco de paciencia, pero si es mucho para ti...
—¡Espera! —Bat-Kai se volvió y lo observó —. ¿Me perdonas?
—... vamos a casa.
—¡Gracias, Bat-Kai!
—¿Gracias¡Qué gracias ni que ocho cuartos¡Tú te regresas a pie, por insubordinado rufián! —dijo Bat-Kai, para irse en la Bati-moto después de eso.
— TT-TT ...
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—¡Corte! Bien, señoras y señores, por hoy hemos terminado.
