Catz

Raúl no iba a permitir que las vacas fueran despojadas con tanta crueldad e impunidad. No, señor. Como miembro reciente y joven de la sociedad acomodada de Cd. Bótica, su deber era fundar una organización no lucrativa sostenida por donativos de la misma sociedad acomodada y la sociedad no tan acomodada.

Kai, complacido de que ocupara su tiempo en algo que no fuera fastidiarle la existencia a Alfred, lo apoyó, aunque estaba convencido de que la idea era estúpida y había otras cosas en las que pensar, como en la civilización Gat-Ito.

Había pasado una semana y seguía sin encontrar la respuesta a su problema. Bueno, no era suyo por definición, pero sí porque no había nadie más que lo resolviera. Y como el único enemigo del crimen, la maldad, la perversidad y los asalta-lecherías de Cd. Bótica, Bat-Kai tenía que encontrar al malvado ente que había robado la estatuilla.

Pero eso tendría que ser otra noche. Esta noche era la "fiesta" de arranque de la campaña de Raúl contra el Despojamiento a los Bovinos.

—n-n Gracias por venir —dijo Raúl, tomando el micrófono—. Habrá llegado a su conocimiento el terrible crimen que aconteció en una lechería. Ese nefasto acto... —se le humedecieron los ojos y se le quebró la voz. Carraspeó y prosiguió—. Ese nefasto acto sólo pudo haberlo hecho un alma ruin, despiadada, cruel, vulgar y además ociosa. Este crimen no puede quedar sin castigo; ni podemos dejar desamparadas a las víctimas. Por eso, esta noche inicia la campaña "Lloren Una Lágrima Por Las Vacas", con los primeros donativos de quienes amablemente han venido para acompañarnos. Gracias, muchas gracias.

Una bandeja de plata circuló para recoger los donativos, llevada por Alfred, mientras Raúl hablaba con varias personas al azar, como era su obligación por ser el anfitrión. Kai, por su parte, también conversaba con una rubia preciosa.

—Muy noble la acción del joven Raúl, ¿no?

—Sí, muy noble. Me alegra que al fin haya encontrado su verdadera vocación.

—Qué maravilla. Ya era justo que alguien se ocupara del asunto de las lecherías.

—¿Las lecherías? No, Raúl se indigna por el hecho de que las vacas no serán pagadas por su trabajo si esto sigue así.

—Oh, bueno... a mí no me preocupan las vacas más que los gatos.

—¿Los gatos?

—Sí. Tengo varios gatos, y necesito cantidades industriales de leche —hizo una pausa y agregó—. Son tan hermosos y ágiles...

—Claro, lindísimos —dijo Kai por cortesía—. Hablando de gatos, ¿escuchó sobre lo que pasó con la estatua de la civilización Gat-Ito?

—Ooooh, por supuesto —respondió ella, con una mirada elocuentísima—. Fue horrible, un sacrilegio. Aunque supongo que varias personas se preocupan más por las vacas.

—Bueno, las vacas dan leche, y una estatua sólo sirve para acumular polvo —comentó Kai descuidadamente, causando la ira de su interlocutora.

—¡Pero claro! —espetó, y se fue dando taconazos por ahí, dejó un donativo irrisorio, y se fue, echando chispas.

Los demás asistentes se fueron de una forma mucho más educada, dejando donativos mucho más grandes. Cuando al fin se quedaron solos Alfred, Raúl y Kai, decidieron descansar. Bueno, más bien fue Kai el de la idea. Raúl y Alfred querían tratar unos asuntos.

—u-uU Nunca se va a casar si sigue teniendo tan poco tacto, señor —señaló Alfred.

—o.OU ¿Qué quieres decir? —preguntó Kai, mosqueado.

—u-uU Vi perfectamente lo que pasó con la señorita... ¿cómo se llama, por cierto?

—Eeeh... no tengo idea.

— ¬- ¬U ¿Ve lo que digo, señor?

—... no me molestes, Alfred, no me molestes.

—Oye Kai... —empezó Raúl muy serio.

—¿Tú qué quieres?

—... deberíamos hacer algo más por las vacas y su leche —declaró Raúl, pasando por alto la grosera forma en que se habían dirigido a él—. Quizá deberíamos arrestar nosotros mismos a los malvados que...

—¡Ni hablar! ¡No voy a perder MI tiempo con insulsos asaltantes de lecherías!

—Bien —respondió Raúl gélidamente, y se fue.

—u-uU señor...

—¡No me salgas con que no tengo tacto, vejete sensiblero y cursi!

—...

Así acabó una noche más en la mansión Hiwatari.

La noche siguiente, Bat-Kai y Raubin salieron por separado. Raubin estaba decidido a luchar contra las oscuras fuerzas anti-lácticas, y Bat-Kai tenía el presentimiento de que esa noche encontraría a quien fuera que hubiera robado la estatua de los Gat-Ito.

Raubin triunfó. Siguiendo las instrucciones de la Bati-Mega-Computadora-Omnisciente de la Bati-cueva, había descifrado dónde sería el próximo atraco. En efecto, una mujer vestida de gato entró en la lechería y empezó a llevarse varios litros. Raubin entró con decisión.

—¡Alto ahí, esbirro del mal!

—Aaah, pero si es Raubin.

—... ô-ó ¿Cómo sabes quién soy?

—Soy telépata.

—Oh.

Acto seguido, la gata arrojó una bomba de humo y desapareció. Raubin se recuperó rápidamente y empezó a seguirla. La encontró unas 20 cuadras más adelante. Pero no era el único que la había encontrado.

La individua había tenido la (mala) suerte de tropezarse con Bat-Kai. La leche se desparramó por el suelo.

—... ¿Tú eres la roba-leche?

—... Gat-Itóbela, aunque te cueste más.

—¿"Gat-Itóbela"? ¿Qué clase de nombre es ése?

(—Concuerdo en eso —dijo el Produtor.

Pero a nadie le importa tu opinión —replicó el Director.)

—... eso no te importa —dijo Gat-Itóbela, e intentó huir. Bat-Kai arrojó sus bolitas-amarra-gente. Gat-Itóbela cayó, y acto seguido amarró a Bat-Kai con su látigo.

Forcejearon con las cuerdas por media hora, cuando llegó Raubin.

—OoO ¡Santos Amarres Empatados, Bat-Kai!

—Muy chistoso, Raubin, muy chistoso. Date prisa y desátame.

Excuse-moi, pero no tengo porqué ayudarte.

—¡¿Que QUÉ!

—Tú no me ibas a ayudar a encontrar a la roba-leche, así que yo no tengo que ayudarte.

—... ¿ah, sí?

—Sí.

El iluso de Raubin no recordaba que Bat-Kai era un gran escapista, y que de hecho ya se había soltado, pero que lo estaba poniendo a prueba. De haberlo sabido, lo habría ayudado, y Bat-Kai no habría tenido que darle un latigazo por su insubordinación.

—¡Insubordinado rufián! ¡No eres más que un mocoso desagradecido, malcriado y psicópata!

—¡¿Psicópata yo! ¡¿Y tú que eres, un niño de la pradera!

—¡CÁLLATE! —Bat-Kai le dio otro latigazo.

—¡SUFICIENTE! —explotó Raubin, y tomó a Gat-Itóbela—. ¡ME LLEVO A LA GATA ÉSTA, Y NO TE QUIERO VOLVER A VER!

—¡¡FAVOR QUE ME HACES!

—¡PERFECTO!

—¡COMO QUIERAS!

Raubin se llevó a la comisaría a Gat-Itóbela, mientras Bat-Kai conducía como taxista ebrio y enojado hacia la Bati-cueva.

—n-n hola, Raubin —saludó el Comisionado.

—¿Cómo es que todo el mundo me conoce? —inquirió Raubin sorprendido.

—Misterios de la vida —dijo el Comisionado, encogiéndose de hombros—. ¿Y ésta de aquí es Gat-Itóbela, la roba-lecherías que se apoderó de la estatua de la civilización Gat-Ito?

—Sí —respondió Gat-Itóbela—. ¿Cómo sabe eso?

—Mi trabajo es saber esa clase de cosas -.n —respondió el Comisionado—. Por cierto, Raubin, si algún día le vuelves a dirigir la palabra a Bat-Kai, dile que instalé una Bati-señal para que venga a la azotea del edificio más alto de esta cuadra.

—... lo pensaré —gruñó Raubin, asustado por el Comisionado y sus espesísimas cejas.