¡Mucho susto!
Raúl, bondadoso (y convenenciero) como es él, disculpó a Kai por su grosería. ¿O fue al revés? Según mi modo de ver, debería ser Raúl el perdonado. Pero lo del latigazo fue hartamente feo. Así pues, estamos en un dilema. Resolvámoslo de una manera simplista, y digamos que los dos se perdonaron y siguieron su vida felices y contentos hasta que Alfred les recordó, a eso de las siete de la mañana, que era Lunes. Molesto, Kai se fue a sus asuntos de la Corporación Biovolt y Raúl a calentar banc... perdón, quise decir "a la escuela".
Raúl tuvo un día pésimo con el nuevo profesor de Lógica.
—Así pues —decía el diminuto catedrático Ken, Kenny para los amigos, pero como al parecer no tenía ningún amigo porque era un pigmeo nerd y además... vale, le paro—, tenemos que cuando Juanito declara con vehemencia que siempre dice mentiras, no podemos creer nada, porque si miente estará mintiendo y si dice la verdad también miente; en resumen, Juanito es un imbécil y deberíamos darle un buen garnuchazo por su imberbedad —finalizó, tratando de ser simpático. La única que rió fue una mosca que pasaba por ahí. Entonces fue cuando el tal Kenny se percató de que era ignorado—. A ver, a ver. Si los compañeros de atrás dejaran de hacer escándalo y estuvieran callados como sus compañeros de en medio que están leyendo cómics, entonces sus compañeros de adelante podrían dormir plácidamente.
Tal vez alguien haya oído que el verbo ignorar significa "no conocer, no tener noción de", y por lo tanto pensará que cuando escribí "el tal Kenny se percató de que era ignorado", cometí un error bastante común que ya hasta es aceptado por la RAE y trataba de expresar que la existencia de Kenny era sabida, pero era pasada por alto. Pues bien, déjenme informarle a ese alguien que yo, en efecto, deseo dar a entender que la presencia (y la existencia) de Kenny era algo absolutamente desconocido para la bola de irrespetuosos mocosos a quienes trataba de iluminar con su sabiduría, por lo tanto el verbo "ignorar" es el apropiado. Fin del rollo.
Raúl suspiró, cerró su manga de Candy Candy y apagó su walk-man cuando vio que la puerta se abrió y volvió a cerrarse, porque creyó que había entrado el profesor. «Al fin», pensó. «A este tipo deberían descontarle el día, mira que llegar a estas horas...». Raúl interrumpió sus cavilaciones cuando se percató de que no había entrado nadie.
La apertura y cerrazón de la puerta se debió al caso contrario: el Prof. Kenny había salido corriendo, dispuesto a pegarse un tiro.
Pero la pistola falló una y otra vez. Intentó ahorcarse con sus propias manos. No tenía la suficiente fuerza. Rendido, buscó consuelo navegando en Internet desde su laptop. Tenía pensado ir a cierta página de fanfics, a reírse con alguno de una estúpida serie llamada beyblade; sería mejor si encontrara alguno sobre ese alfeñique llamado Kenny sufriendo torturas indecibles.
Lo malo fue que su laptop simple y llanamente no podía correr Windows. La reinició en modo MS-DOS. No encontró ningún problema. Buscó exhaustivamente byte por byte para encontrar la falla.
En esa operación tardó aproximadamente dos semanas, cuatro días, quince horas, cuarenta y tres minutos, y doce punto cincuenta y siete segundos; al cabo de los cuales acabó completamente deschavetado, loco, orate, perturbado mental, tocadiscos, con las cabras idas al monte y además trastornado de su psique.
Y en su destartalada cabecita había solo dos cosas: la canción de "Come Clean" de Hilary Duff (sobre todo el verso que dice "Let it wash away my sanity") y un terrible deseo de venganza (c/p: la venganza es como el helado de chirimoya: frío sabe más rico —Skeletor)
Ideó un plan macabro, perverso, maligno, loco y (lo que es peor) sin fallos. Procedió.
Ajeno a todas estas situaciones, Kai tomaba un merecidísimo descanso: se había levantado a las nueve de la madrugada el domingo para desayunar. Agotado después de tan arduo esfuerzo, volvióse a dormir, como a eso de las diez, la fría y oscura hora que precede al alba los domingos.
Pero ya eran las cinco de la tarde, y Kai, mientras descansaba, meditaba. Estaba haciendo unos cálculos sobre la fecha en la que los Backstreet Boys darían su próximo concierto (eso, si fuera cierto eso de que iba a haber el esperadísimo reencuentro).
Entonces, vio la bati-señal. Raúl le había comentado sobre ello. Pero Kai, al fin y al cabo, es sólo un simple mortal. Un simple mortal que, como todos los demás mortales (excepto Alfred y los sacerdotes), no trabajaba los domingos por ninguna causa, motivo, razón o circunstancia.
Ya saben ustedes que la memoria es lo más misterioso de la vida. Pues bien, este portentoso y laberíntico mecanismo llevó a Kai por una senda que le hizo recordar que ese domingo, a las cinco y media, iban a pasar la pelíscula de Mulán, que el pequeño e inocente Raúl había estado esperando con ansias todo el mes. Fue a buscarlo para que dejara de hacer lo que estuviera haciendo y pasara dos horas de su vida frente a la amada televisión.
Raúl no estaba por ninguna parte. Primeramente, Kai se asustó. Segundamente, fue a preguntarle a Alfred si había guardado a Raúl en el baúl del sótano, como de costumbre (para que Raulecín no se empolvara).
—o-o no, señor, no he visto al joven Raúl desde el lunes en la mañana que se fue a la escuela.
—ò-ó ¡.¿Y HASTA AHORA ME LO DICES?.! —explotó Kai.
— n-nU bueno, pero no se enoje. ò-ó además, usted se acaba de dar cuenta ahora.
— · - ·U ... bueno... es que ya sabes que trabajo mucho.
— ¬- ¬ ¿en serio?
— · - ·UUU ... ù-ú bueno, .¡eso no importa! Lo que importa ahora es encontrar a Raúl.
— u-uU ¿y dónde piensa buscarlo?
— · - ·U... ù-ú bueno, .¡eso no importa! Primero iré a ver qué rayos quiere el comisionado y luego encontraré a Raúl.
— u-uU sea como usted quiera —dijo Alfred, y se fue.
—Bah…
—/ Naru-naru-naru-naru-naru-naru-naru-naru-BATKAI! BATKAI! BATKAI! ./—
—¿Qué pasa, Comisionado? —preguntó tétricamente desde la ventana, ocasionando que el Comisionado Ozuma escupiera el café caliente sobre los informes que acababan de entregarle.
—¡Caramba, Bat-Kai! Podrías tocar la puerta como cualquier persona normal, .¿sabías?
—¿Qué pasa, Comisionado? —repitió Bat-Kai, impasible.
—Oh, bueno… un sicópata secuestró al grupo 2-C de la escuela que está cerca del puerto y amenaza con matarlos si no comprenden el Universo Colateral Que Tangencialmente Nos Predispone Y Es Como La Luz… y como son bastante lentitos, lo más probable es que los mate. ¿Sabes, Bat-Kai? Deberías… —cuando el comisionado volteó a ver, Bat-Kai ya se había ido.
Bat-Kai corrió sin detenerse hasta llegar a la escuela, olvidando que tenía una pequeña cosa llamada BATIMÓVIL. Entró al salón. No había nada, excepto un gigantesco letrero escrito por Raúl que decía: "BAT-KAI! EL SICÓPATA DEL PROF KENNY NOS LLEVA A UNA BODEGA ABANDONADA CERCA DEL PUERTO! DATE PRISA QUE NOS VA A MATAAAARR! Posdata: El puerto está enfrente de la escuela.", y un rastro de algo rojo, que podía ser sangre, pintura o salsa de tomate, que se dirigía al puerto.
Bat-Kai, atando cabos a una velocidad sorprendente, tejió una hamaca, la colgó de pared a pared y se recostó para meditar tranquilamente sobre las pistas que acababa de encontrar.
Cuando despertó… es decir, cuando salió de sus meditaciones, Bat-Kai saltó de la hamaca y fue corriendo hacia el puerto de Cd. Bótica.
—/ Tiruriruriru Tiruriruriru Tim/—
—Oh, sí, ahora pagarán, mi preciossssa… —le dijo el Asustapájaros a una laptop idéntica a la del Prof. Kenny—. Dessshollaremossss a esssosss ssuciosss mocossssos, ssssssí.
—¿Creen que podamos salvarnos? —preguntó Julia, la hija del Comisionado Ozuma.
—Bat-Kai llegará —afirmó Raúl.
—Por eso, .¿creen que podamos salvarnos? —repitió Julia, más preocupada.
—/ Naru-naru-naru-naru-naru-naru-naru-naru-BATKAI! BATKAI! BATKAI/—
—/ pow! Crash! Boom! Paz! ./—
¡Y Bat-Kai entró por la ventana, dándole una certera patada al Asusta-pájaros en el proceso y derribándolo, arrancándole la máscara y revelando que en realidad era…
El Prof. Kenny.
—/ Pom Pom POOOOM! ./—
—Suelta a los niños —le advirtió Bat-Kai.
—O si no, .¿qué?
—No me obligues a ponerme violento.
—¡Ja! .¿Crees que puedes asustar al Amo del Terror?
—Yo soy el terror, y tú no eres mi amo.
—¡Ya lo veremos! —espetó el Asustapájaros, arrojando un gas extraño a la cara de Bat-Kai—. ¡Ahora verás tu máximo terror convertirse en realidad!
Pero Bat-Kai no se inmutó.
—¿Qué?... ¿Pero… cómo? —balbució el Asustapájaros.
—¡He visto los Teletubbies tres veces, Asustapájaros! —bramó Bat-Kai—. ¡Ya no puedo experimentar más terror!
—¡No… NO!
—/ Plank! ./—
Y el Asustapájaros perdió el conocimiento cuando Raúl lo golpeó con una pesada barra de metal.
— ò.ó ¡Eso es por hacer que Bat-Kai mencionara a los Tele-tubbies! —gritó, con un escalofrío.
—Vayan a sus casas —reconvino Bat-Kai a los niños, desatándolos; y los jovencitos obedecieron.
