Hola a tods! Soy Catumy y este es el primer fic que publico, de modo que espero sinceridad vale? Aunque si soy muy mala espero un poco de comprensión y tacto por vuestra parte ¿verdad? Quiero aclarar que en este fic los personajes viven en la época actual y que, como no tengo muchos conocimientos acerca de la cultura japonesa, pues sus costumbres y su forma de hablar será mas occidental, por decirlo de algún modo. Si alguien se siente ofendido lo siento mucho. Prometo mejorar si sigo escribiendo. Bueno, allá vamos. Espero que os guste

Atención: ninguno de los personajes me pertenece ni pretendo ganar nada con ellos. Nada de denuncias, por favor.

- Con guión: lo que hablan.

En cursiva los pensamientos.

Si se hace difícil de seguir decírmelo y lo intentaré hacer de forma más clara.

LA MEJOR AMIGA

Por Catumy

Capítulo 1. Una noche de fiesta

El timbre sonó y una avalancha de estudiantes ocupó los pasillos de la facultad de psicología. Entre ellos, una muchacha caminaba a buen paso, la mirada al frente y la carpeta bajo el brazo. Vestida de forma informal, con un vaquero y una blusa sencilla, no llamaría la atención de no ser por sus luminosos ojos color chocolate, el cabello oscuro cayendo libre por la espalda y una figura esbelta que hacía a muchos girarse a su paso. Cansada después de todas las clases de la semana, estaba ansiosa por llegar a su casa, el viejo templo Higurashi, darse un buen baño y buscar un plan para el fin de semana. Nada mejor que unas copas con los amigos y unos bailes para liberarse del estrés acumulado durante toda la semana. Aunque no fuera una persona a la que le gustara la bebida en exceso, reconocía que el solo hecho de salir con su grupo le hacía sentir muy relajada, por muchos deberes o exámenes que tuviera. La noche del viernes era sagrada para ellos.

Ya fuera del edificio de la facultad un muchacho la llamó entre la multitud:

- ¡Higurashi!- Ella se giró presurosa haciendo que sus cabellos se agitaran con el viento, marcándose unos reflejos azulados que muchas envidiosas atribuían a un tinte pero que eran completamente naturales.

- Hola Hojo – se vio obligada a sonreír. Hojo era un buen chico pero siempre le andaba pidiendo citas y ella realmente se estaba quedando sin excusas. Y encima ese día precisamente…

- Higurashi, te andaba buscando. Es que he conseguido unas entradas para el... – El sonido de un teléfono móvil le interrumpió. Era el de la chica.

- Disculpa un minuto. – sacó en teléfono del bolsillo de su pantalón y leyó lo que aparecía en la pantalla. "Salvada por la campana" sonrió interiormente sabiendo que, si quedaba para salir delante de Hojo él no le pediría una cita ese día y ella no tendría que excusarse.

- ¿Diga?

- Hola Kagome, soy Sango, ¿terminaste ya por hoy?

- Hola Sango. Si, ya terminé.

- ¿Entonces quedamos en el mismo sitio a la misma hora?

- ¡Por supuesto! ¿Seremos los de siempre?

- Déjame pensar… mmmm… pues tu, yo, Miroku, que ya sabes que nunca se lo perdería mmmm, Kouga dijo que también se pasaría.

- ¿Y Ayame?

- Ya sabes que va allá donde esté Kouga - Las dos amigas rieron con la broma. Pero ambas sabían que era de buena fe ya que Ayame era una bellísima persona y la querían como a una hermana.- Inuyasha, pues… no estoy del todo segura. Vendrá si Miroku logra convencerle - ante ese comentario Kagome hizo un mohín. Inuyasha formaba parte del grupo desde siempre pero desde que tenía novia (la Diva, como ellos la llamaban) pocas veces salía de fiesta con ellos.

- Bueno, vendrá siempre que Kikyo le dé permiso ¿no? – En ese momento vio que Hojo seguía esperando para hablar con ella. Tenía que cortar la llamada.

- Precisamente por eso, Kagome, hay algo que no sabes…

- Sango ahora no puedo hablar, nos vemos esta noche y me cuentas.

- Está bien pero… - Kagome colgó antes de que su amiga tuviera tiempo de explicarse. Entonces se giro hacia Hojo.

- Discúlpame Hojo, ¿qué me decías?

- Nada, no te preocupes Higurashi, como ya has quedado dejaremos las entradas para otra ocasión. ¡Cuídate! – Dicho esto se marchó con una sonrisa en los labios

Kagome iba en el autobús pensando en lo sucedido. Pobre Hojo. Levaba muchos años pidiéndole para salir pero a ella nunca le había gustado. Y bien claro se lo dejó en el instituto. Varias veces, de hecho. Pero él nunca se dio por vencido. "En fin, él sabe a que atenerse conmigo, yo no le estoy dando esperanzas". Decidió no pensar más en eso. Al fin y al cabo, había sido él quien había retirado la invitación ¿no? "De todas formas tengo que hablar seriamente con él. Pero eso será el lunes. Ahora a concentrarse para esta noche". El autobús legó a la parada donde Kagome bajaba. Siguió el trayecto a pie hasta el templo. No eran más de cinco minutos pero ella los usaba en planear lo que haría el resto de la tarde. Como no tenía deberes podría dejar de preocuparse por los estudios durante esos dos días. Recordó la conversación con Sango. "El mismo sitio y la misma hora". Todos en el grupo sabían que querían decir esas palabras mágicas para ellos. El pub Shikon. Las diez de la noche. Sango, Miroku, Kouga, Ayame, ella… Inuyasha… Todos decían que Inuyasha y ella tenían que terminar juntos para que así el grupo estuviera formado por parejas. Pero la aparición de la Diva en sus vidas había truncado esos planes. Desde que empezaron a salir Inuyasha no era el mismo que antes. Ya casi no salía con ellos, solo si Kikyo estaba ocupada. Y cuando venía tampoco era el mismo. Su carácter reservado y un poco gruñón se veía acentuado ¿Tan mal irían las cosas en esa relación? La verdad es que nunca contó nada a sus amigos. Así que si algo estaba mal entre ellos solo lo sabían ellos mismos.

Inuyasha… el demonio, como solían llamarlo en broma. Había cambiado tanto… Si antes eran tan buenos amigos ¿Por qué ahora ni siquiera se besaban al saludarse? Solo ella se atrevía de vez en cuando, pero no Sango ni Ayame. ¿El motivo? Porque no le importaba desafiar a la Diva. Inuyasha era su amigo y seguiría siéndolo por mucho que su novia fuera insoportable. Al pensar en ella frunció el ceño. Era tan prepotente y soberbia… De ahí el mote de Diva. Trataba a los demás peor que a perros y, por supuesto, Inuyasha no era una excepción. Solo que él no se daba cuenta.

Subió corriendo los escalones que llevaban al templo, por lo que llegó sin aliento a casa. Definitivamente, estaba en baja forma. Entró como una tromba y saludó a su madre con un beso en la mejilla.

- ¿Fueron bien las clases hija?

- De primera ¿Qué cocinas? ¡Ramen!- intentó coger algo de la olla pero su madre se lo impidió con una palmadita cariñosa en la mano.

- Veo que estás muy contenta Kagome.

- ¿Vas a salir hermana? – la voz de Souta, el hermano menor de Kagome interrumpió a las mujeres. Conocía perfectamente las costumbres de su hermana. Y los viernes ella salía con sus amigos lloviera o luciera el sol.

- ¡Por supuesto! Me llamó Sango a la salida de universidad.

- ¿Vienen a recogerte? – Su madre sonaba preocupada. No le gustaba que su hija fuera sola por las noches.

- Mmmm, no mamá. Pero si te quedas más tranquila le pediré a alguien que me acompañe a la vuelta ¿de acuerdo? – Frente a la sonrisa de su hija, la señora Higurashi no tenía más remedio que ceder. Sabía el bien que le hacía a su hija el desconectar por unas horas. Además, conocía a todos sus amigos y le gustaban como compañía para su hija.

El día había llegado a su fin dando paso a una noche estrellada y sin nubes. El tiempo era caluroso así que Kagome lo tuvo fácil para elegir la ropa que se pondría: un vestido de gasa, con una abertura que dejaba ver sus piernas al andar y los tirantes anudados tras el cuello. Ni muy recatado ni muy sexy. Y el color del vestido, marrón, hacía juego con sus ojos. Sandalias de tacón para completar el conjunto. Un ligero maquillaje y lista.

Bajó las escaleras con el cabello ondeando tras ella. Su madre la miró sonriendo y se sintió orgullosa. Su pequeña era ya una mujer. La revisó con la mirada. No iba vestida como una "fresca". Ni pintada como una mujer de la calle. Kagome siempre había sido muy sencilla en eso. La vio coger su pequeño bolso y, después de despedirse de ella con un beso y de Souta despeinándole con la mano, salir de casa con una sonrisa en los labios.

El portero no le puso ningún problema para que entrara. Al fin y al cabo iban cada fin de semana y ya conocía sus caras. Así que allí estaba de nuevo. El Shikon. Era un local donde mucha gente joven se reunía como ellos, pero no estaba excesivamente abarrotado, por lo que se podía conversar sin tener que gritarse al oído. En el centro estaba la pista de baile, donde pudo ver a Ayame y Kouga contoneándose al ritmo de la música. A un lado estaban los sofás donde se sentaban siempre para hablar, tomar una copa, descansar después de los bailes y dejar abrigos, jerséis, bolsos y demás complementos. Se dirigió hacia "su" mesa. La mesa que siempre cogía. Sango la detuvo por el camino. Llevaba una falda estrecha de color negro y un top rosa con escote palabra de honor. Se extrañó que Miroku no anduviera cerca, pegado, literalmente, al trasero de su amiga.

- Kagome que bien que llegaste.

- Hola Sango ¿Y Miroku? – preguntó haciéndole un gesto significativo a su ropa, dando a entender que estaba muy provocativa.

- Fue a la barra a por algo para beber – contestó ella sonrojada. Miroku estaba loco por ella pero mientras fuera tan mujeriego y descarado no se decidiría a salir con él. Se volvieron para buscarlo entre la gente y lo vieron apoyado en la barra, con dos copas en las manos y, como no, coqueteando con la camarera descaradamente.- Discúlpame Kagome – Sango fue decidida a romperle algún hueso al pervertido de Miroku Houshi. ¡Y luego decía que solo tenía ojos para ella!

Kagome sonreía. Esos dos nunca cambiarían. Quitándose un mechón rebelde de la frente se dirigió a la mesa de siempre, donde había sentado alguien a quien ella ya se había hecho a la idea de no ver esa noche.

- ¡Inuyasha! – El chico alzó la vista, sorprendido de que alguien lo llamara con esa alegría en la voz. Kagome. La vio corretear hacia él, tirar el bolso distraídamente sobre las cosas de los demás y abrazarse a su cuello para besarle suavemente en la mejilla. Así era Kagome, todo dulzura. Sonrió levemente "Creí que nada me haría sonreír hoy". La miró y se vio reflejado en sus grandes ojos chocolate. Luego miró su vestido y procedió a hacer una broma que mantenían como ritual cada vez que salían juntos.

- ¿Acaso ahora te vistes solo con la ropa interior?

- ¿No te gusta? – dando una vuelta, coqueta – Pensaba salir sin nada pero mi madre me obligó a coger esto – Kagome rió muy contenta por ver a su amigo y, por lo que parecía estaba solo, sin la Diva.

- Te ves muy bien Kagome. Claro que si en lugar de tu ese vestido lo llevara cualquier otra luciría mucho mejor.

- Déjate de bromas Inuyasha y cuéntame como te está yendo en la empresa de tu padre. ¿Y que tal tú piso nuevo? ¿Cuándo me invitarás a conocerlo?

- Demasiadas preguntas juntas, mujer.

Miroku no había podido esquivar la bofetada certera de Sango. Realmente ya tenía práctica en golpearle y rara vez fallaba el tiro. Su bella Sango, tan dulce, tan provocativa con ese top… pero tan terrible cuando se enfadaba… Quizá era eso lo que más le gustaba de ella, su carácter fuerte. "Inuyasha tendrá razón al decirme que soy masoquista. Realmente no me importa que me golpee". Al dirigirse a la mesa vio a Kagome besar a Inuyasha y después a éste sonreír "Míralo, y decía que nada lo haría sonreír". De pronto una idea la preocupó. Se giró hacia Sango, que iba detrás de él para evitar que el libinidoso se propasara si caminaba tras ella.

- Sanguito, ¿le contaste a Kagome lo de Inuyasha? – Sango abrió los ojos y negó con la cabeza. Si Kagome no estaba enterada podría darse una situación incómoda esa noche. Llegaron justo a tiempo de oír un fragmento de la conversación.

- Demasiadas preguntas juntas, mujer.

- Muy bien pues contéstame solo a una: ¿Dónde has dejado a tu Diva esta noche?

Kagome esperó su respuesta con una sonrisa.

Inuyasha bajó la mirada y apretó los puños con rabia.

Sango y Miroku deseaban no haber llegado justo e ese preciso momento.

CONTINUARA

Ahí lo dejo por ahora, espero que no sea demasiado patético. ¿Qué os ha parecido? Corto, sin emoción… Esto es solo una pequeña introducción, pero en los próximos capítulos intentaré que pasen muchas cositas y, para los más pervertidos, quizá me arriesgue con un lemon, todo depende del curso que siga la historia. Ojala me manden reviews con algún consejo para mejorar mi escritura, felicitaciones, tomatazos... Un saludo a todos.