Segundo capitulo! Solo he tenido un review, el cual agradezco profundamente Snif snif… En fin, espero que este capi sea un poquito mejor que el anterior. Quizá no soy muy buena escribiendo pero lo hago con cariño.
Quiero aclarar que en este fic los personajes viven en la época actual y que, como no tengo muchos conocimientos acerca de la cultura japonesa, pues sus costumbres y su forma de hablar será más occidental, por decirlo de algún modo. Si alguien se siente ofendido lo siento mucho. Prometo mejorar si sigo escribiendo. Bueno, allá vamos. Espero que os guste
Atención: ninguno de los personajes me pertenece ni pretendo ganar nada con ellos. Nada de denuncias, por favor.
- Con guión: lo que hablan.
En cursiva los pensamientos.
Este es el segundo capi, a ver si me sale un poquito mejor que el otro. ¡¡Deseadme suerte!
LA MEJOR AMIGA
Por Catumy
(En el capítulo anterior…).
- Sanguito, ¿le contaste a Kagome lo de Inuyasha? – Sango abrió los ojos y negó con la cabeza. Si Kagome no estaba enterada podría darse una situación incómoda esa noche. Llegaron justo a tiempo de oír un fragmento de la conversación.
- Demasiadas preguntas juntas, mujer.
- Muy bien pues contéstame solo a una: ¿Dónde has dejado a tu Diva esta noche?
Kagome esperó su respuesta con una sonrisa.
Inuyasha bajó la mirada y apretó los puños con rabia.
Sango y Miroku deseaban no haber llegado justo e ese preciso momento.
FLASHBACK
Inuyasha estaba realmente molesto. Parecía que las cosas no hacían más que empeorar.
Esa mañana Miroku se había presentado en su recién estrenado piso con la excusa de que hacía tiempo que no se veían, aunque estaba claro que lo único que quería era curiosear sus cosas, quien sabe en busca de que. Realmente Miroku nunca cambiaría. Aunque, por la forma de moverse y comportarse, Inuyasha intuyó que el chico de ojos azules y una pequeña coleta tenía algo que decirle y no sabía por donde comenzar.
Después de intentar abrir algunos cajones y armarios y recibir una buena reprimenda por parte del dueño de la casa, Miroku decidió sentarse en unos de los cómodos sofás del salón de Inuyasha. Realmente el piso estaba muy bien, amplio, cómodo… ideal para llenarlo de chicas bonitas como… ¿Sango? No se sorprendió de que ese fuera el nombre que había acudido a su mente, hacía tiempo que pensaba mucho en ella y no siempre era para fantasear sexualmente ¿se estaría enamorando? Realmente nunca había imaginado pasar el resto de su vida con otra chica. Entonces ¿Por qué le pasaba con Sango? "Debe de hacer mucho que no salgo de caza. Este viernes quizá me cobre alguna pieza" Se alegro de haberlo pensado y no comentado en voz alta. A Inuyasha no le hacía gracia que se refiriera a las chicas como presas de caza. Bueno, ni a Inuyasha ni a nadie que él conociera… "Quizá si que soy un pervertido pero… con lo bien que me lo paso". Una sonrisa pervertida apareció en su rostro.
Miró a su amigo. Sentado, con el cuerpo inclinado hacia delante, el largo cabello oscuro cayéndole sobre la frente, la mirada melancólica. Decidió que ya era hora que explicara el verdadero motivo de su visita. Pero era difícil tratar ciertos temas con Inuyasha así que decidió dar un rodeo para tantear la situación.
- ¿Qué tal en la empresa de tu padre? – Inuyasha había comenzado hacía pocas semanas a trabajar como ejecutivo en la empresa de Software de su padre. A pesar de su juventud había demostrado grandes aptitudes en ese campo y su padre había confiado en él ofreciéndole ese puesto, aunque todavía estaba en pruebas.
- No me quejo – Contestó el muchacho sin levantar la mirada de la pequeña mesa de centro que le separaba de su amigo.
- Ya veo… Y ¿Qué tal te manejas viviendo solo? ¿No echas de menos la cocina de tu madre?
- Miroku… ¿No has venido por eso verdad?- levantó la vista clavando sus ojos ambarinos, que a tantas chicas traían locas, en los azules de su amigo. No soportaba los rodeos. Si quería algo que lo dijera y se largara de una vez. Necesitaba estar solo.
- Tienes razón, pero es que no sé como decírtelo…
- Feh, ¡Haz lo que quieras pero no me hagas perder el tiempo!- Miroku se arrepentía de haber ido de visita. Parecía que estaba de bastante mal humos y el tema que quería tratar seguramente lo crisparía más "Para algo están los amigos, ¡Valor!"
- Esto… - Decidió atacar de frente, si lo pillaba desprevenido seguramente no se enfadaría tanto – Ya sé lo que ha pasado.
Inuyasha no se inmutó. - ¿Qué sabes?
- Todo.
- ¿Cómo lo has…?- No se atrevía a terminar su pregunta.
- Inuyasha no creo que quieras saberlo… - La mirada furiosa de el chico asustó por un momento a Miroku. Si no le contaba lo que sabía probablemente sería hombre muerto. "Parece mentira que aún no le conozca. Sé muy bien el carácter que tiene ¿Cómo pude pensar en contarle solo una parte? Mi intención era ofrecerle mi apoyo y ya está, no contarle todo lo que se dice…" Si hubiera podido, Miroku habría hecho retroceder el tiempo para nunca entrar en esa casa. Pero ahora no tenía escapatoria. Sabía que lo que tenía que decir iba a dolerle a Inuyasha pero ya no había marcha atrás. "Después de todo, tiene derecho a saberlo". – Si quieres saber Inuyasha, te lo contaré. Pero te advierto que no te va a gustar.
- ¡¡Feh!- se limitó a decir. Pero ambos entendieron el significado de esa exclamación: como no me lo cuentes te hago puré.
- Todo el mundo en la facultad lo sabe- Inuyasha apretó los puños pero su en su cara no se movió ni un músculo. – Ella se ha encargado de que así sea.
- ¡¡¿¿Qué!- al fin estalló, levantándose de golpe – Maldita, maldita…- Comenzó a pasearse por la sala.
- Ella… Ella ha ido contando que…- No se atrevía a seguir. Realmente temía por su integridad física. Inuyasha era terrible cuando se enfadaba y no tenía muy claro si no sería él quien pagara los platos rotos.
- ¿Ha contado que, Miroku?- sus ojos centelleaban de furia. Esa maldita mujer no se conformaba con manipularlo y aprovecharse de él como lo había hecho, sino que además iba contando cosas… "Maldita perra…". Cogió una botella de agua de la nevera, necesitaba tranquilizarse un poco. Bebió un trago mientras el pobre Miroku hacía esfuerzos por ordenar sus pensamientos. Debía ser algo grave por la forma en que su amigo se movía sobre el sofá, como buscando una posición cómoda ¿o debería decir segura? Aunque, tratándose de ella, lo que le extrañaría sería que fuera contando cosas agradables de él sobretodo después de lo ocurrido.
Miroku se armó de valor. Inspiró fuertemente y dijo lo más calmadamente que pudo:
- Lo diré sin tapujos Inuyasha: ha hecho que corra el rumor de que tienes problemas para… ya sabes…- La cosa se estaba complicando. Encima, Inuyasha le daba la espalda por lo que no podía ver la reacción de su rostro ante sus palabras. Cosa que le dejaba en una mala situación - ¡Que eres impotente, vamos!- la botella de plástico fue aplastada por la mano de una persona furiosa. El agua salió disparada, resbalando rápidamente por la mano del chico, que seguía apretando con fuerza la botella. Miroku se encogió por un momento en su asiento. Al menos no se había llevado una paliza.
El odio y el rencor recorrían las venas de Inuyasha. Después de haber jugado con él, después de haberla amado tanto ¿Ahora ocurría esto? "Maldita perra…". Esa estúpida mujer no solo le había pisoteado el orgullo sino que también pretendía hacer lo mismo con su hombría. Pretendía dejarlo a la altura del betún. Hacerle ser el hazmerreír de, posiblemente, toda la universidad. - No pueden hundirte Inuyasha – colocó una mano sobre el musculoso hombro del pelinegro para demostrarle su apoyo y amistad – Nos tienes a nosotros. – Inuyasha pensó en sus amigos. Miroku, Sango, Kouga, Ayame, Kagome… ¿Qué pasaría ahora con ellos?
- ¿Cuántos lo sabéis?
- Que yo sepa solo Sango y yo. Pero pronto lo sabrá el resto si los rumores siguen circulando.
- No quiero… no quiero que piensen… eso… de mi… - Su mano aún apretaba la botella de plástico. El agua había formado ya un charco sobre la moqueta del salón.
- Somos tus amigos y estamos contigo. Las personas que te quieren no creerán en los rumores, ya lo sabes. En todo caso, si te quedas más tranquilo, Sango y yo nos ocuparemos de que los demás sepan lo ocurrido para que no crean nada de lo que les cuentes.
Los ojos dorados dirigieron una mirada de profundo agradecimiento. Él no era bueno para expresar sus sentimientos pero con Miroku bastaba una mirada. Eran amigos desde pequeños y siempre había sido de esa forma.
Minutos después, cuando Miroku había conseguido arrancarle la promesa de que la noche del viernes saldría con todo el grupo, el dueño del piso recogió lentamente el agua derramada. Todo le estaba saliendo mal aunque… quizá esa fuera la mejor forma de olvidarlo todo. Olvidarla a ella y los días que pasaron juntos. Olvidar las palabras que le dijo. Olvidar como se había reído de él.
Estos pensamientos le hicieron tensar sus marcados músculos. Entre los dientes apretados salió un murmullo apenas audible
- Esta me la pagarás Kikyo…
FIN DEL FLASHBACK
Ahora, frente a la inocente pregunta de Kagome, frente a sus dulces ojos chocolate, no sabía que contestar.
- ¿Dónde has dejado a tu Diva esta noche? - su rostro no había perdido la sonrisa. Estaba muy contenta de tener a su amigo esa noche y de que encima no estuviera acompañado de su prepotente novia. Decidió que eso era lo importante y que, en realidad, le importaba muy poco donde estuviera Kikyo. Por ella, como si decidía comprarse un bosque para perderse en él
– Bueno, que más da donde esté. Lo importante es que hayas venido ¿verdad chicos?- refiriéndose a Sango y Miroku, que miraban la escena sin mover ni un músculo. Kagome, que había provocado sin saberlo una situación muy tensa. Y, sin saberlo también la acababa de resolver. Los miró, esperando una respuesta. Sango acudió a su ayuda antes de que la cosa se estropeara más todavía.
- ¡Claro que si! La noche es joven chicos y hay que pasarlo bien… ¡Ahí viene Kouga!
Automáticamente se volvieron hacia donde Sango miraba. Kouga se acercaba a ellos esquivando a la gente que bailaba despreocupadamente. Vestía una camisa oscura, arremangada hasta los codos y unos vaqueros algo apretados que marcaban sus poderosas piernas y dejaban poco a la imaginación. Kouga no era demasiado sutil en algunas cosas.
- ¡¡Kagome te ves preciosa! –Se acercó y, ante la mirada de todos, le tomó las manos – tienes que dedicarme el siguiente baile preciosa ¿lo harás por mi?
Sin darle tiempo a nada, la arrastró hacia la pista al tiempo que sonaba una canción de esas que se bailan muy juntos, frotando los cuerpos uno junto a otro. Kouga había calculado el momento exacto para cambiar de pareja, aprovechando que Ayame había ido al lavabo y pidiendo al DJ que pusiera un ritmo que invitara a la seducción. Por algo él era el rey de la seducción. Esperó ver sonrojo en las mejillas de Kagome pero lo único que encontró fue una sonrisa divertida. Ella nunca había tomado demasiado enserio esos bailes provocativos que le dedicaba cada fin de semana desde hacía meses. Justo cuando había descubierto que la calentura con la que se levantaba los sábados era debida a ella.
Ya en la pista, pegado a la espalda de Kagome, con las manos en su cadera, acariciando suavemente al ritmo de la música esas curvas que le quitaban el sueño. Ayame estaba bien, por que negarlo, pero Kagome… Era SU mujer. Y ahora, al sentir las curvas femeninas entre sus manos, sus caderas balanceándose al ritmo de la música, seductoramente, su cabello suelto acompañando sus movimientos… Kouga se estaba volviendo loco. Ella le volvía loco. Se acercó más a la chica y colocó el brazo femenino hacia atrás, de forma que le rodeara por el cuello, haciendo el baile aún más estrecho.
Kagome le dejaba hacer: Kouga siempre bailaba así con todas así que no veía ningún mal en ello. También solía bailar con Inuyasha cuando él se decidía a acompañarlos al Shikon pero no de esa forma tan… ¿Por qué negarlo? Tan sensual… Con Miroku era diferente, en ese caso eran ella la que no se atrevía a intentarlo ya que el muchacho tenía unas manos muy rápidas.
Levantó la vista un momento y se encontró con la mirada de Inuyasha. Nada parecía haber cambiado en él. Seguía teniendo un cuerpazo impresionante, a juzgar por la cantidad de chicas que le miraban y cuchicheaban entre ellas, no es que ella se fijara en esas cosas. Iba vestido de negro, con una camiseta estrecha que marcaba sus bien marcados músculos. Realmente estaba muy bien físicamente, no iba a decir lo contrario. Entonces ¿Por qué sus ojos parecían tan furiosos? Él tenía mal carácter a veces pero cuando salían con el grupo siempre estaba alegre. Sus miradas volvieron a cruzarse. ¿Sería por la Diva? Esa mujer nunca lo había tratado demasiado bien, todos lo veían menos él. Pero bueno, el amor es ciego. Solo que en el caso de Inuyasha también era sordo, mudo y andaba en silla de ruedas. Pero cualquiera le decía nada. Él nunca permitió que nadie se metiera en su vida privada y con Kikyo todavía menos.
- Kagome, no sabes como me pones, preciosa… - Dijo Kouga con toda la intención pero ella no le estaba escuchando. Se limitaba a bailar pero se notaba que su pensamiento estaba en otra parte. La mirada de Kagome volvió a cruzarse con los ámbares ojos de Inuyasha. Una mirada que el otro bailarín interceptó e interpretó. "¿Así que estás preocupada por el demonio? Tranquila preciosa que yo haré que sepas toda la verdad sobre él, quizá así me prestes más atención a mí"
- ¿Has oído lo que van diciendo las malas lenguas? Van diciendo que Inuyasha ha sido plantado de forma humillante…
- ¿Cómo?- la chica frenó su baile de golpe haciendo perder el equilibrio al chico de la coleta. "No me lo puedo creer. Eso es lo que Sango debía querer decirme esta mañana por teléfono…". No daba crédito… habían cortado la relación… "Por eso está así de callado… ¿Qué habrá pasado para que corten tan de repente? Aunque desde luego estará mejor sin ella".
- ¿Y quieres saber porque? Por lo que dicen Inuyasha tiene problemas en la cama y nuestra querida Diva se cansó de intentar enseñarle… Parece que su problema es realmente serio porque para que no se le levante con una chica como Kikyo…
- ¡¡Kouga! Ya sé que nunca os habéis llevado demasiado bien por culpa de esa estúpida rivalidad vuestra pero eso que dices es muy cruel.
- Pero Kagome te aseguro que no me lo estoy inventando… Por lo que dicen es ella misma la que lo ha confirmado. Va diciendo que estaba cansada de un niño y que lo que necesita es un hombre de verdad que sepa hacer disfrutar a una mujer en la cama y...
Kagome no quiso o no pudo oír más. Un impulso la recorrió de arriba a abjao haciéndola salir corriendo de la pista de baile en dirección a la calle. Sabía donde tenía que ir en ese momento y su prisa fue tal que no se dio cuenta de que se dejaba las cosas en la mesa y de que sus amigos la miraban sorprendidos. Tampoco se dio cuenta de que alguien se levantaba y se disponía a seguirla
Kouga estaba sorprendido ¿Por qué se iba de esa forma? Y encima dejándolo tan caliente… Por lo visto esa noche tendría que buscar otra chica a la que no le importara dejarle prestado su cuerpo y su cama durante una noche… solo una noche. Kouga no era amigo de las relaciones. En ese momento, los brazos de Ayame rodearon el varonil cuerpo para reclamarle un nuevo baile. "Bueno, parece que no voy a tener que buscar demasiado…". Sonriendo lascivamente atrapó a la pelirroja con un brazo y la pegó a él para continuar con el baile. Después de todo, el balance de la noche sería positivo.
0000000
Inuyasha estaba enfadado. Más que enfadado estaba furioso. Miroku le había asegurado que nadie sacaría el tema de Kikyo, que él se encargaría de contárselo a todos de forma discreta para que no se crearan situaciones tensas como la que se había dado con Kagome. Precisamente con ella. Por todos era sabida la antipatía que se tenían su amiga y su ahora ex-novia. Y ambas eran impredecibles en muchos sentidos.
- Lo siento, fue culpa mía Inuyasha. Tenía que decírselo a Kagome pero me colgó el teléfono y al llegar fue más rápida que yo y…
- Olvídalo Sango, la cosa ya está hecha.
- Vamos amigo, no ha sido tan grave ¿verdad? De todas formas la señorita Kagome no parece haberse enterado muy bien de la situación así que…- Miroku intentaba apaciguar a su amigo quitándole importancia al asunto. Quizás si Kagome no preguntaba nada en toda la noche, Sango podría contárselo al día siguiente con más calma.
- Kagome no es tonta- interrumpió Inuyasha al tiempo que observaba a la pista de baile. Desvió la mirada para no ver como Kouga se acercaba de esa forma a la chica- Solo es cuestión de tiempo que sume dos más dos. Eso si no se lo cuentan antes.
- Pero ¿Qué más te da que lo sepa todo? Ella no va a juzgarte ni creerá en las habladurías de la gente- Preguntó Sango intrigada. Le molestaba que no tuvieran confianza con Kagome cuando había demostrado en innumerables ocasiones que se podía confiar en ella.
- Sanguito, no se trata de confianza ni de que juzgue a Inuyasha. Lo que ocurre es que a Kagome…como decirlo… Bueno, que Kikyo no era muy de su agrado.
- La detesta – aclaró la muchacha. Ahora entendía todo.
- Exacto. Y, conociéndola como la conoces ¿Qué crees que hará cuando se entere de lo que la Diva anda diciendo de Inuyasha?
Sango palideció levemente. Kagome, por defender a sus amigos, era capaz de cualquier cosa. Se la imaginó lo que le podría hacer a Kikyo si se la encontraba de frente. Y no le gustó nada. Puede que se lo mereciera por ir contando esa cantidad de embustes pero su amiga se podía meter en un lío. En un gran lío.
Inuyasha se había quedado callado ¿Por qué después de todo seguía tratando de proteger a Kikyo? No quería que le ocurriera nada pero tratándose de Kagome no las tenía todas consigo… No es que la chica fuera violenta ni peleona pero era demasiado impulsiva y muchas veces no era capaz de pensar con claridad.
Además, el problema no eran solo los comentarios que todo el mundo hacía. Había algo más. Algo que Kikyo no había contado, por su propio beneficio por supuesto. Algo que le había dolido más que todo eso de la impotencia sexual. Algo que, por supuesto, él tampoco quería contar. A pesar del daño sufrido, no quería caer a la misma altura que ella utilizando estrategias tan bajas.
Miró de nuevo a la pista. Kagome y Kouga habían parado de bailar y parecían estar hablando. Desde la distancia no podía oír nada, la música y la gente se lo impedían pero de los labios de Kouga le pareció leer su nombre. Al ver la cara de asombro de ella y la sonrisa maliciosa de él lo supo en seguida: Kagome ya lo sabía todo. Cuando la vio correr precipitadamente entre la gente solo se le ocurrió coger su chaqueta, el bolso de Kagome, despedirse precipitadamente y seguirla. Algo no le daba buena impresión y creía saber lo que era.
- ¿Tu entiendes algo Miroku?
- Que importa ahora eso. Lo importante es que nos han dejado solos Sanguito- contestó despreocupadamente mientras una mano traviesa se deslizaba hacia el trasero de la chica.
- En primer lugar no me llames Sanguito y en segundo ¡¡Deja de tocarme maldito pervertido!
La mano de Sango fue rápida en dejar cinco trazas rojas en la cara del chico. Él sonrió pensando que valía la pena el castigo si el pecado era palpar el delicioso y tentador cuerpo de Sango.
0000000
Inuyasha corría entre la gente intentando seguir la menuda figura que corría varios metros por delante de él. ¿A dónde se dirige tan rápido? "Feh, no se porque aun me lo pregunto, si está más claro que el agua…". Kagome era muy impulsiva en cuanto a sus amigos. Para ella, eran intocables. Y pobre del que se atreviera a perjudicarlos.
Le recorrió una sensación de ternura cuando pensó en que estaba haciendo eso por él pero el sentimiento fue reemplazado por otro de miedo. Kagome no sabía hasta donde era capaz de llegar Kikyo cuando alguien se cruzaba en su camino. No le importaba pasar por encima de quien fuera para lograr sus objetivos y eso él lo sabía muy bien. Ella se había encargado de dejárselo bien claro el día en que la relación terminó. Sacudió la cabeza tratando de sacarse todos esos pensamientos e intentó llamar la atención de la muchacha que corría unos metros por delante de él.
- ¡Kagome! Párate ya mujer del demonio…
No sabía como la chica era capaz de correr tan deprisa con esos tacones tan altos y finos. Por suerte, él estaba en muy buena forma y ella no.
Se fijó en que aún sujetaba el pequeño bolso de kagome en una mano. La imagen era bastante extraña: un chico bien parecido, con el oscuro cabello cayéndole suelto por la espalda y cargando bajo el brazo una chaqueta y un bolso de fiesta. Mirando a los lados, para que nadie conocido le viera correr con esa imagen se puso la chaqueta y escondió el bolso en un bolsillo de ésta. Ahora ya podía correr más tranquilo que cargando todo ese equipaje.
Kagome solo corría, corría… le pareció escuchar su agitada respiración mientras iba acercándose a ella. Puede que los zapatos influyeran aunque lo más probable era que algo la tuviera alterada. Puede que no estuviera en buena forma pero siempre había sido capaz de correr bastante rato sin agotarse de esa forma. Quizá usaría esa excusa para tomarle el pelo más adelante.
- ¡¡Kagome! ¿Quieres pararte de una maldita vez?- La llamaba cada vez más cerca pero ella parecía no escucharle.
Al fin, solo tuvo que alargar la mano para tomarla de un brazo y obligarla a pararse. Pero lo que obtuvo fue un fuerte grito.
0000000
Sus tacones hacían ruido mientras corría furiosa hacia otro pub. Sabía que no debería meterse en los problemas de los demás pero no podía soportar que la estúpida de Kikyo hiciera eso y encima se quedara tan tranquila. Pues de momento iba a oírla. Sabía bien en que pub solía ir cuando dejaba a Inuyasha en casa con excusas variadas para salir luego a espaldas de él. Recordó que Miroku se lo contó en una ocasión pero él se puso furioso creyendo que todo era una estrategia para desprestigiar a su novia. Desde entonces, nadie del grupo había opinado ni se había metido en la relación de Inuyasha.
"Tonta, tonta… ¿Cómo le ha podido hacer eso? Si estaba loco por ti... Ya sabía yo que había algo que no me gustaba en ella, por supuesto si es una maldita embustera y manipuladora… ¡¡Ya verá cuando la tenga delante! Le voy a decir lo que no está escrito… Y tendrá que asegurarse de que todo el mundo sepa que ese estúpido rumor es falso por que si no me encargaré yo personalmente de que así sea…"
Iba tan enfadada que no se percató de que alguien la llamaba hasta que esa persona la agarró por un brazo obligándola a detener su alocada carrera y a darse la vuelta. No pudo evitar gritar del susto. Un instante después reconoció el rostro y la voz del que la había hecho detenerse.
- ¿Por qué demonios chillas maldita mujer?
- Inuyasha no sabes el susto que acabas de darme - Suspiró aliviada al ver que no era ningún violador ni ningún borracho de los que suele haber en las zonas de discotecas. Su respiración, antes agitada, se estaba estabilizando al haberse parado.
- ¿Cómo que no lo sé? Con ese grito lo saben hasta en Marte…
Sonrió. Era el Inuyasha de siempre, con su tonta costumbre de tomarle el pelo… Él siempre la había tratado como a una hermana, por eso no podía permitir que nadie hablara de él de esa forma. Recordó lo mal que se sintió cuando empezó su relación con Kikyo. Ella sabía que no se podían fiar de la novia de su amigo pero no podía hacer nada ya que él se dedicaba exclusivamente a su relación. Recordó la furia que sentía cuando lo trataba mal y lo humillaba delante de todos sin que él hiciera nada por evitarlo. Y le dolía no poder hacer nada por ayudar. Pero ahora nada le impedía decirle todo lo que pensaba a la esturada y prepotente de la Diva. Ya podía prepararse porque no sabía todavía lo que Kagome Higurashi era capaz de hacer por sus amigos. Su cuerpo clamaba de nuevo venganza.
- No puedo entretenerme Inuyasha, hay algo que tengo que hacer en estos momentos- Intentó que las lágrimas de rabia no salieran de sus ojos pero no le fue posible. Por suerte, se había dado la vuelta de nuevo antes de que él reparara en su silencioso llanto.
- ¿Se puede saber que es eso tan importante? – Kagome, que había comenzado a andar de nuevo, se paró en seco y, sin girarse contestó débilmente – Bien deberías saberlo tú…
- Kagome, mírame. – Al ver que no obedecía la hizo girarse hacia él tomándola por los hombros y fue cuando vio que su amiga estaba llorando. – Kagome ¿Por qué lloras? Contéstame, niña. Sabes que no me gusta que llores
Ella asintió con la cabeza. Las lágrimas seguían cayendo silenciosas por su rostro. Sentía tanta rabia, tanta frustración. Odiaba ver sufrir a sus amigos y se ocupaba de ese sufrimiento como del suyo propio. Sobretodo cuando la persona en cuestión no parecía ir a hacer nada para solucionar las cosas.
- Kagome, ¿Ibas a buscar a Kikyo?- La vio fruncir el ceño al oír el nombre de la chica. "Vaya, si que le cae mal. Nunca me había fijado". - ¿Y que pensabas hacer? ¿Pedir explicaciones de porque me ha dejado? ¿O el porqué va diciendo esas cosas sobre mí? Aunque quizá tu idea fuera cogerla del pelo y arrastrarla por el suelo hasta que te pidiera perdón… - intentaba hacer como si todo aquello no le importara y bromeaba sobre lo ocurrido aunque la verdad es que le dolía el alma de ver el sufrimiento de la muchacha de oscuros cabellos que tenía frente a él. Y le dolía más que, en cierto modo, fuera por su causa.
- ¿Es que tú no piensas hacer nada Inuyasha? ¿Vas a dejar que hablen así de ti? No puedo permitirlo… ¡Y tú tampoco deberías hacerlo! Tú no eres así, antes nunca dejabas que te pisotearan de esa forma…
El rostro de Kagome se había puesto rojo de la rabia. Él, sonriendo, alargó la mano y la posicionó sobre la cabeza de la chica, acariciando sus suaves cabellos mientras le decía:
- Kagome, siempre has sido mi amiga, casi mi hermana, por eso te pido que no hagas nada. Este es mi problema y seré yo quien lo solucione ¿de acuerdo? – Ella asintió débilmente con la cabeza. A pesar del enfado que sentía no podía actuar en contra de la voluntad de Inuyasha porque, al fin y al cabo, el problema era de él.- Ahora dime que ibas a hacerle a Kikyo.- la tomó por la barbilla y la hizo alzar la mirada. Los ojos femeninos brillaban a causa de los restos de lágrimas y la luz de la luna. Inuyasha pensó por un momento que nunca había visto unos ojos tan bonitos. Se sorprendió a si mismo por estos pensamientos y por encontrarse comparando esos tiernos ojos con la mirada fría e insensible de Kikyo. Parpadeó y se forzó a dejar de pensar en ello y a prestarle atención a las palabras de su amiga.
- Pues… la verdad es que… estaba improvisando. Supongo que le hubiera reclamado por hacerte esa jugarreta tan sucia. Aunque la idea de arrastrar a Kikyo por el cabello no suena nada mal- Sonrió de forma traviesa al ver el asombro en los ojos ámbar. Después, la dulzura sustituyó al asombro.
- Prométeme que no harás nada.
- Lo intentaré… ¡Pero si me entero de que sigue haciendo esas cosas, Inuyasha, no creo que vaya a poder contenerme y…!
Inuyasha se echó a reír, interrumpiendo el ímpetu con el que ella hablaba. Había olvidado la frescura de Kagome y su forma de afrontar la vida. La vio sonreír tímidamente mientras él reía. Sin poder evitarlo, sin saber que le movía a hacerlo, se encontró abrazándola contra su cuerpo. Fuerte, muy fuerte. Ella abrió los ojos asombrada. La sangre subió rápidamente a su cara haciendo que se sonrojara de nuevo pero esta vez por vergüenza. Nunca se habían abrazado así, públicamente y de esa forma tan… ¿íntima? No sabía como llamarlo pero no se sentía como si abrazara a su amigo de toda la vida. Estaba viendo a Inuyasha como hombre, no como el hermano que siempre había sido para ella.
Inuyasha notó que ella le correspondía el abrazo. Al principio lo hizo como sin saber como hacerlo, como si no supiera donde colocar sus brazos. Simplemente se limitó a agarrarse a la chaqueta de él con ambas manos. Respirando el perfume de sus cabellos, ya que ella era bastante más baja que él, pasó una mano dulcemente por los mismos, desde la raíz hasta las puntas ligeramente rizadas y le susurró un "gracias" al oído. Kagome sonrió y fue entonces cuando verdaderamente le correspondió al abrazo, rodeando su cintura con sus delgados brazos.
Allí, unidos estrechamente, Kagome respiró el aroma de Inuyasha. Era un olor fresco, masculino… nunca había tenido una sensación tan cálida ni se había sentido tan protegida… Recordó lo que Kouga le había dicho en la pista de baile "Kikyo se había cansado de un niño y quería un hombre de verdad." Ella, al sentirse abrazada tan firmemente, pensó que si había una definición de hombre, ese era, sin duda, el que tenía entre sus brazos.
0000000
Dos chicas paseaban intentando decidir en que local entrarían a bailar esa noche. Charlaban animadamente cuando ambas repararon en una pareja que se abrazaba en medio de la calle.
- Podrían irse a un motel ¿no? – comentó una con bastante mala idea.
- Oye, ¿ese chico no es aquel de los rumores?
- ¿El que tiene impotencia tan joven?
- Todo el mundo lo habla en mi facultad…
- Pobre chica, seguro que no sabe que no va a poder tener diversión esta noche.
- Ni esta ni ninguna posiblemente.
Pasaron por el lado de la pareja observándolos sin disimulo y riendo de forma malvada.
- Seguro que esos reflejos azulados del pelo son de tinte. Y debajo del vestido debe llevar una faja porque esa figura…
- ¿Y has visto el chico? Tiene muy buen cuerpo pero es una lástima que no funcione en el dormitorio.
- Que desperdicio de hombre…
- Es normal que Kikyo se cansara de estar con él ni no tenía nada que ofrecerle en el dormitorio… Vaya problema…
Kagome sintió que la rabia recorría su cuerpo. Se soltó como pudo del abrazo de Inuyasha, que intentó detenerla al verle las intenciones. Pero, por suerte o por desgracia, ella fue más rápida de modo que se giró hacia las chicas que acababan de insultarlos de una forma tan descarada y les gritó con todas sus fuerzas:
- Ni uso faja ni me tiño el pelo y por cierto el problema que tiene Kikyo no es que no tenia un hombre sino que es una frígida porque… ¡¡Inuyasha es el mejor amante que he tenido en mi vida!
Las chicas huyeron asustadas de la loca de cabellos negros que gritaba barbaridades en medio de la calle. Kagome sonrió. Había ganado a esas estúpidas envidiosas. Pero al girarse hacia Inuyasha su sonrisa desapareció porque lo único que encontró fue una mirada intimidatorio y una pregunta furiosa:
- ¿Se puede saber que demonios estás haciendo?
0000000
CONTINUARÁ
¿Qué tal? ¿Mejor? ¿Peor? Ayyy que si nadie me dice lo que opina no sé si esto gusta o no…
Bueno, para los que esperaran el encuentro entre Kagome y Kikyo para ver sangre… paciencia. Para los que quieren saber que más pasó entre Inuyasha y la tonta-zombi esa… más paciencia. Y para los que esperen el lemon… ¡¡Lo siento! Voy escribiendo de forma improvisada y, aunque tengo algunas cosas en mente para futuros capítulos, aún no se como lo voy a meter en la historia. Pero como buena lectora de lemons que soy, sería pecado si al menos no lo intentara.
Bueno, a ver si con éste consigo algo más de impacto entre los lectores. ¡¡Y manden reviews por favor!
