Quiero aclarar que en este fic los personajes viven en la época actual y que, como no tengo muchos conocimientos acerca de la cultura japonesa, pues sus costumbres y su forma de hablar será más occidental, por decirlo de algún modo. Si alguien se siente ofendido lo siento mucho. Prometo mejorar si sigo escribiendo. Bueno, allá vamos. Espero que os guste
Atención: ninguno de los personajes me pertenece ni pretendo ganar nada con ellos. Nada de denuncias, por favor.
- Con guión: lo que hablan.
En cursiva los pensamientos.
LA MEJOR AMIGA
Por Catumy
(En el capitulo anterior)
Kagome sintió que la rabia recorría su cuerpo. Se soltó como pudo del abrazo de Inuyasha, que intentó detenerla al verle las intenciones. Pero, por suerte o por desgracia, ella fue más rápida de modo que se giró hacia las chicas que acababan de insultarlos de una forma tan descarada y les gritó con todas sus fuerzas:
- Ni uso faja ni me tiño el pelo y por cierto el problema que tiene Kikyo no es que no tenia un hombre sino que es una frígida porque… ¡¡Inuyasha es el mejor amante que he tenido en mi vida!
Las chicas huyeron asustadas de la loca de cabellos negros que gritaba barbaridades en medio de la calle. Kagome sonrió. Había ganado a esas estúpidas envidiosas. Pero al girarse hacia Inuyasha su sonrisa desapareció porque lo único que encontró fue una mirada intimidatorio y una pregunta furiosa:
- ¿Se puede saber que demonios estás haciendo?
Capítulo 3. Novios
- Yo…- Toda la alegría y la seguridad en sí misma que experimentaba hasta hacía pocos segundos se habían esfumado al ver los centelleantes ojos dorados del chico – Ellas dijeron que…
- Me da igual lo digan los demás ¿No lo entiendes? Maldita sea, Kagome. No tienes ni idea de lo que acabas de hacer. Como Kikyo se entere… - Solo el escuchar el nombre de Kikyo, la joven sintió que la furia estallaba dentro de ella y no pudo reprimir que las palabras salieran de su boca.
- ¿Y que si se entera? O es que acaso no recuerdas lo que ella ha ido diciendo de ti. Yo solo he intentado arreglar las cosas.
- ¿Quién te ha pedido tu ayuda? Es más, prometiste que no harías nada al respecto.
- Yo solo prometí que no iría a buscar pelea, Inuyasha.
- Pues esta no es la forma de no buscar pelea.
- ¡Despierta de una vez Inuyasha! Ella ya no tiene ningún derecho sobre ti, te ha dejado.
- ¡Calla Kagome! – El grito del chico paró la discusión durante unos instantes. Los justos para que las lágrimas se agolparan en los ojos de Kagome. ¿Por qué la trataba así? Él nunca la había gritado de esa forma… ¿Tanto le había afectado la ruptura?
- Kagome, perdona, no quería…
- No entiendes que me preocupo… - apenas susurraba, luchando por contener las lágrimas – que todos nos preocupamos por ti… No entiendo como aún la defiendes, como aún sigues pensando en ella y en lo que pueda pensar…
- Kagome…
- Déjalo. Si te he molestado lo siento mucho, no fue mi intención.
Agachó la cabeza, mirando obstinadamente la punta de sus zapatos. Ella solo había querido defender a su amigo, hacer callar a la gente que lo insultaba tan injustamente y sin embargo… Lo único que había conseguido fue esa estupida discusión. Y ahora él estaba enfadado. De pronto, sintió una mano acariciando dulcemente su mejilla, en un gesto lleno de ternura. Alzó la mirada de sus ojos enrojecidos y encontró una mirada tranquila y serena. Las peleas con Inuyasha podían ser espectaculares pero también era cierto que no duraban demasiado.
- Kagome ¿quieres que volvamos con los demás? – Ella negó con la cabella, haciendo que su cabello oscuro se balanceara con ella - ¿Te acompaño a casa?- Ella sonrió y él lo tomó como un sí.
-.-.-.-.-.-.-.
Kagome caminaba del brazo de Inuyasha y con la chaqueta de él sobre los hombros. Aún faltaba un largo trecho para llegar al templo Higurashi, por lo que iban hablando de forma amena, aunque en voz baja ya que estaba bien entrada la noche y no querían molestar a los vecinos que ya debían estar durmiendo.
Inuyasha había meditado sobre lo ocurrido y decidió que no era tan grave y que su amiga tenía razón: Kikyo había dado por terminada la relación de modo que él era libre para hacer lo que quisiera. Ella no tendría ningún derecho de reclamarle si se había acostado con Kagome, aunque eso solo fuera una metedura de pata de la alocada muchacha que caminaba a su lado. La sintió reír suavemente y la miró divertido.
- ¿De que te ríes?
- No creo que te guste – Su sonrisa traviesa lo advirtió de que no tramaba nada bueno pero la curiosidad pudo más que él.
- Vamos, podrías contarme eso tan divertido. A no ser que se trate del aspecto que tenía con tu bolso en el bolsillo- Añadió rápidamente haciendo que ella riera con ganas.
- No era eso, aunque tengo que reconocer que también fue divertido… Estaba pensando en lo celosa que se pondrá Kikyo si llegara a enterarse de lo que ha pasado antes…
- ¿Celosa? Después de todo lo que ha pasado no creo que sean celos lo que va a sentir.
- Pues yo creo que si. Piénsalo. Ella siempre ha tenido lo que ha querido, sin que tú fueras la excepción. Así que seguramente no podrá soportar que rehagas tu vida tan pronto y sobretodo, que lo hagas antes que ella.
- Podría ser…- Inuyasha estaba pensativo ¿Sentiría celos Kikyo? Se lo merecía aunque… él no quería hacerle daño.
- Quien sabe, quizá incluso quiera volver contigo. Ya sabes que no se aprecia o que se tiene hasta que se pierde. – Inuyasha se detuvo abruptamente, haciendo que Kagome se tambaleara y tuviera que sujetarse fuerte al musculoso brazo de él para evitar caerse.
- ¡¡Eso es! Kagome, eres un genio.
- Que… - El chico la volteó tomándola por los brazos y haciéndola quedar frente a él. La sangre subió rápidamente a las mejillas de Kagome ¿A que se debía eso? ¿Qué pretendía agarrándola de esa forma?
- Kagome, quiero pedirte algo. Quiero que me ayudes a recuperar a Kikyo.
- ¿Ayudarte?
- Tu misma me lo has dicho, si le doy celos puede que ella cambie de parecer y quiera volver conmigo.
- No lo veo tan claro… - Kagome estaba espantada. ¿Ayudarle a volver con Kikyo? Preferiría darle una pistola para que se disparara en la cabeza. Estar con Kikyo era lo peor que podía pasarle a Inuyasha, a su parecer. Pero él estaba tan ilusionado, parecía tan ansioso y necesitado de su ayuda… no podía negarse. Se mordió el labio deseando que todo fuera una pesadilla- Yo… No sé Inuyasha… ¿Como podría ayudarte yo? No me pidas que hable con ella porque la sangre llegará al río…
- No, no se trata de eso. Lo que quiero es que hagas exactamente lo que hiciste antes con las chicas a las que gritaste.
- ¿Quieres que grite a Kikyo? – La idea empezaba a gustarle. Nada deseaba más en esos momentos.
- Diablos no, lo que quiero es que hagas lo que DIJISTE a las chicas.
- ¡¿Quieres que me acueste contigo! – Se soltó del agarre del chico y dio un paso atrás. Si esas eran sus intenciones, más le valía mantener una distancia de seguridad.
- Kagome ¿estás loca o que? Ni loco me acostaría contigo.
- ¡OYE! ¿Y que tengo yo de malo si puede saberse?
- No digas más estupideces niña. Eres como mi hermana. Si me acostara contigo sería incesto o algo así.
- Eres un idiota, Inuyasha. – Empezó a andar dejándolo hablar solo. ¿Incesto? El hombre le crispaba los nervios. "A ver si se da cuenta de una vez que ya soy una mujer, no la niña que conoció en el parvulario". Lo sintió caminar a su lado.
- No seas tonta Kagome… Sabes que bromeaba. En realidad me encantaría acostarme contigo siempre y cuando llevaras esos tacones de aguja que sabes que me vuelven loco y…
- ¡¡Inuyasha! – Fue a golpearle pero él fue rápido en evitarla. Se miraron a los ojos y rieron con ganas. La broma del chico había roto la tensión.
- ¿Me ayudarás? – Lo pedía tanto con palabras como con la mirada.
- Pero no sé que debo hacer… - "Maldición, me está convenciendo"
- Fácil – Sonrió al saberse ganador – Solo tienes que hacerte pasar por mi novia, así ella se pondrá celosa y tratará de volver conmigo.
- Lo tienes muy claro ¿no? Eres un creído Inuyasha.
- Sabes que podría funcionar. Además, eres la persona indicada ya que no le caes muy bien que digamos…
- El sentimiento es mutuo, te lo aseguro- Volvían a andar pero ahora sin tocarse.
- Lo se… Pero de esta forma sabrás que la estás fastidiando… - Era un golpe bajo. Sabía que ella no podría resistirse a humillar el tonto orgullo de Kikyo. La vio sonreír y supo que estaba meditando acerca de hacer rabiar a Kikyo.
- Pero… Si finalmente volvierais a salir juntos… ¿No sería como si ella me venciera a mí? No me parece muy justo que digamos…
Inuyasha se adelantó al paso de ella haciéndola detenerse. Se agachó ligeramente para que su mirada quedara a la altura de los ojos de ella.
- Por favor, hazlo por mí…
"No me hagas eso maldito…"
- Yo… de acuerdo lo haré pero con una condición.
- ¿Cuál? Te daré lo que quieras, lo que me pidas…
- Cállate anda. La condición que te pongo es que si esta táctica no funciona tendrás que olvidarla. Nada de andar detrás de ella humillándose como un perro ni nada por el estilo.
El chico la cogió con fuerza, levantándola del suelo en un apretado abrazo. Ella se quejó e intentó zafarse de los brazos del chico, como si eso la molestara realmente.
Habían llegado ya a las escaleras del templo. Kagome subió un escalón para estar más a la altura del chico mientras se despedía de él.
Inuyasha se inclinó levemente para besar la mejilla de ella.
- Gracias Kagome. Eres la mejor amiga que podría tener.
- Lo sé. Ya me cobraré la cuenta de los favores que me debes. – Su rostro se veía alegre pero su mirada estaba triste. Inuyasha no lo notó.
- Muy bien, ¿quieres que te los pague en la cama? Sabes que tengo fama de buen amante…
- ¡Cállate pervertido! Hablas demasiado con Miroku últimamente ¿No crees?
La risa de Inuyasha era lo único que rompía el silencio de la noche. Kagome pensó que cuando fue la última vez que lo había visto reír de esa forma.
-.-.-.-.-.-.
Una vez en su cuarto, Kagome pensaba en todo lo que había pasado esa noche. El descubrimiento de la ruptura de Inuyasha, la pelea con él, el favor que había prometido hacerle… Era demasiado tarde para echarse atrás. Recordó las palabras que él le había dicho momentos antes de marcharse: "Gracias Kagome. Eres la mejor amiga que podría tener". Una lágrima se deslizó silenciosa por su mejilla.
-.-.-.-.-.-.-.-.
Al día siguiente Kagome se encontraba en casa de Sango. Su amiga la había llamado muy apurada a primera hora de la mañana pidiéndole que fuera a visitarla ya que tenía algo importante que contarle.
Ahora, sentada en el sofá y bebiendo un té, se preguntaba por que Sango tenía todo el aspecto de haber llorado toda la noche.
- Te preguntarás por que te he llamado pero es que…
- Sango, tranquilízate y cuéntame que pasa.
Sango rompió a llorar. Kagome se sentó junto a ella y la abrazó con fuerza, acariciando el largo cabello castaño de la chica. Entre sollozos solo pudo descifrar una palabra: Miroku.
- ¿Qué demonios te ha hecho ese pervertido? Si se ha atrevido a tocarte lo mataré.
- No… no es eso es que….
Después de mucha paciencia, un par de tazas de té y un mar de lágrimas, Kagome se enteró de lo sucedido: Sango y Miroku habían avanzado en su relación. No se habían acostado ni nada de eso pero habían pasado gran parte de la noche entre besos y abrazos. Kagome no se sorprendió. Ellos dos hacía tiempo que andaban con esos juegos. Algunas noches se "enrollaban" y otras se peleaban, ya estaban acostumbrados. Pero nunca había visto así a la pobre Sango.
- Pero Sango, no entiendo cual es el problema. Si vosotros tenéis ese tipo de relación desde hace mucho tiempo ¿no?
- Ese es el problema. Que ya estoy cansada de ese tipo de relación de modo que ayer, después de habernos besado durante un rato, me armé de valor y le dije a Miroku que quería una relación en serio, como novios.
- ¿Cómo? – No pudo evitar levantar ligeramente la voz. Miroku no era amigo de las relaciones estables.- ¿Y que te contestó?
Sango volvió a llorar mientras susurraba que Miroku, el pervertido de Miroku le había dicho que eso era exactamente lo que él quería.
- Entonces ¿Estáis saliendo? ¿Cómo novios?
- Me despisté un momento, solo un momento. Fui a buscar una copa a la barra y cuando regresé a la mesa, Miroku estaba coqueteando con otra. ¡Y no hacía ni cinco minutos que me había dicho que era muy especial para él! Ni cinco malditos minutos. Me acerqué y, con mi mejor sonrisa, le di una bofetada que se quedó alelado, pero no le di tiempo para recuperarse: me fui corriendo del Shikon.
Kagome no supo que hacer más que abrazar a su amiga. En ese momento sonó el teléfono. La pantalla del aparato reveló el nombre del que llamaba: Miroku.
- Lleva todo el día llamándome pero no quiero hablar con él.
- ¿Quieres que lo coja yo?
- Por favor – Kagome tuvo que hacer un esfuerzo para oír es susurro de Sango. Se levantó despacio y descolgó.
- Miroku, repugnante mujeriego ¿Qué es lo que quieres?
- ¿Kagome eres tu? Ya veo que Sango te ha contado lo ocurrido pero todo tiene una explicación.
- Cuéntaselo a otra.
- Por favor ¿Sango está ahí?
- Si, pero no quiere ponerse. De todas formas le diré que has llamado aunque no sé si le importará demasiado.
- Espera Kagome. Tú eres mi amiga, hazme un favor ¿Quieres?
¿Por qué todos se aprovechaban de su gran sentido de la amistad para pedirle favores? Estuvo a punto de mandarlo a paseo pero la mirada suplicante de Sango la detuvo. Sonrió pensando que quizás si que existiera la explicación adecuada y que entre esos dos podría haber una verdadera historia de amor.
- Tú dirás.
- Dale un recado a Sango, es lo único que te pido. – Hubo un silencio por parte de los dos – Dile… Dile que todo fue un malentendido y que no me dejó tiempo a explicárselo. Dile que quiero hablar con ella, que venga a las dos al parque al que íbamos cuando éramos niños y… ¿Kagome?
- Si…
- Dile que no quiero perderla y que… Kagome, dile que la amo.
Cuando colgó el teléfono, Kagome tenía lágrimas en los ojos. Había sentido el amor en la voz de Miroku. Un amor que nunca nadie le había demostrado a ella y, solo por un segundo, sintió envidia de Sango. Sus ojos chocolate se encontraron con los de su amiga.
- Me ha dicho que te ama.
- ¿Qué? – la voz de Sango se ahogó en su garganta ¿Qué la amaba? ¿Entonces por que…?
- Dice que quiere verte para explicártelo todo, a las dos en el parque donde os veíais de pequeños. Dice que no quiere perderte… y que te ama, Sango. Miroku está enamorado de ti…
Sango se levantó de un salto. Faltaba apenas media hora para que dieran las dos y ella tenía que borrar los restos de lágrimas de su rostro ya que quería verse bonita para Miroku. Sería una tarea difícil ya que las horas de llanto fueron muchas pero, con la ayuda de Kagome, lo conseguiría.
-.-.-.-.-.-.
Miroku hacía un rato que esperaba en el columpio mientras esperaba que Sango, su querida Sango, apareciera.
- Miroku- Una dulce voz lo llamó a su espalda. Se levantó de prisa y la miro. Allí estaba ella, vestida con pantalones vaqueros y un fino jersey rosa, marcando delicadamente sus sensuales curvas.
- Sango, has venido- Una sonrisa ilumino la cara del muchacho de ojos azules. Ella se aproximó al chico pero sin tocarle.
- Te escucho.
- Sango, no te mentí ayer cuando te dije que quería tener una relación seria contigo. Puede que siempre haya estado tonteando con otras sin tener demasiado claro lo que quería pero ayer…- Tragó saliva- Cuando me dijiste que querías estar en serio conmigo yo… De repente lo vi todo claro. Ya sé lo que quiero y esa eres tu, Sango.
Sango contenía las lágrimas a duras penas. Las palabras de Miroku habían calado hondo en su corazón. Quería perdonarlo pero aún quedaba algo pendiente.
- Si todo eso que dices es cierto ¿Quién era la chica con la que coqueteabas ayer?
- Querida Sango, lamento decirte que ayer te precipitaste al juzgarme. Sé que mi fama de mujeriego me precede por lo que no te culpo por lo que hiciste pero…
- ¡Déjate de evasivas y contéstame! – las lágrimas ya salían con total libertad recorriendo las suaves mejillas femeninas y dejando pequeñas marcas en ellas.
- La chica que estaba a mi lado era solo una compañera de la facultad que se había detenido a saludarme. Solo eso. Se mostró muy afectada cuando vio lo que ocurrió entre nosotros y se ofreció a hablar contigo para explicarte el malentendido.
Sango no podía creer como había sido tan estúpida. Deseaba que la tierra se la tragara. ¿Cómo podía ser tan celosa? Cierto es que Miroku no siempre había sido de fiar en estos temas pero… Había sido muy injusta con él.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
En ese mismo parque, alguien observaba la escena de una reconciliación. Cuando Miroku abrazó con fuerza a Sango, Kagome sonrió, contenta por sus amigos, y emprendió el camino de vuelta a casa. Apenas había andado unos metros cuando un coche se paró frente a ella. De la ventanilla del conductor asomó la cabeza de un joven apuesto que, mostrando su dentadura perfecta le pregunto en tono seductor:
- Preciosa ¿Qué haces tan sola? ¿No te gustaría que te acompañara a casa?
-.-.-.-.-.-.-.-.
CONTINUARÁ
Jejeje, la sangre sigue sin llegar al río (oooooooooooooooh) pero todo se andará. De momento tenemos: Inuyasha que quiere darle celos a Kikyo para recuperarla, Miroku y Sango como dos tortolitos, Kouga aprovechándose de Ayame y Kagome en medio de todo eso. En el próximo capitulo… mmm… Creo que no haré declaraciones en ese aspecto. ¡Tendréis que leerlo!
Besos, Catumy
