Quiero aclarar que en este fic los personajes viven en la época actual y que, como no tengo muchos conocimientos acerca de la cultura japonesa, pues sus costumbres y su forma de hablar será más occidental, por decirlo de algún modo. Si alguien se siente ofendido lo siento mucho. Prometo mejorar si sigo escribiendo. Bueno, allá vamos. Espero que os guste

Atención: ninguno de los personajes me pertenece ni pretendo ganar nada con ellos. Nada de denuncias, por favor.

- Con guión: lo que hablan.

En cursiva los pensamientos.

((blabla)) Lo digo yo

LA MEJOR AMIGA

Por Catumy

(En el capítulo anterior)

Cuando Miroku abrazó con fuerza a Sango, Kagome sonrió, contenta por sus amigos, y emprendió el camino de vuelta a casa. Apenas había andado unos metros cuando un coche se paró frente a ella. De la ventanilla del conductor asomó la cabeza de un joven apuesto que, mostrando su dentadura perfecta le pregunto en tono seductor:

- Preciosa ¿Qué haces tan sola¿No te gustaría que te acompañara a casa?

Capítulo 4. Comienza la farsa

- Hola Kouga – contestó ella alegremente – No te molestes, iré dando un paseo.

- ¿Crees que voy a permitir que una chica tan provocativa como tú camine sola por unas calles tan peligrosas? Venga, mueve tu lindo trasero hasta aquí y sube.

Kagome sonrió. Kouga siempre la trataba así, con camadería y confianza y a ella no le molestaban en absoluto las alusiones a su trasero. Rodeó el bonito coche del chico y subió al asiento del copiloto. Después de saludarlo con un beso en la mejilla se acomodó en el asiento y se ajustó el cinturón. Él arrancó el coche y salió a gran velocidad.

- ¿Vamos directos al templo?

- Si, directos al templo.

- ¿Quieres salir esta noche? Inauguran un nuevo local y quizá pudiéramos ir a conocerlo.

- ¿Por qué no? Después llamaré a Sango para decírselo.

Kouga tuvo que contenerse. Él quería ir pero solo con Kagome, no con todos los del grupo. Pero, de todos modos, Kagome solía estar más relajada cuando estaban todos así que le sería más fácil acercarse a ella. Sango y los demás serían una baza a su favor. O eso esperaba él.

El corto trayecto lo usaron para fijar el sitio y la hora a la que se verían esa noche. Una vez aparcado el coche frente a las escaleras del templo, Kagome se bajó de éste, agradeciendo a Kouga su amabilidad. Después de cerrar la puerta, volvió sobre sus pasos para besar de nuevo la mejilla de Kouga a través de la ventanilla, cosa que él agradeció con una amplia sonrisa. Le encantaba esa proximidad con ella, su dulce aroma embriagándolo… De nuevo se volvió a preguntar cuánto tiempo tendría que esperar para hacerla suya.

Kagome subía las escaleras del templo mientras Kouga se perdía calle abajo. Sus ojos castaños miraban distraídamente el suelo cuando una voz llamándola la sacó de su ensoñación. Se giró para ver quien era y encontró los dorados ojos de Inuyasha mirándola fijamente. ¿Por qué parecía enfadado?

- Hola Inuyasha.

- Déjate de 'Hola Inuyasha'. ¿Se puede saber porque vas en el coche de Kouga?

- ¿Disculpa? – Ella no podía creer lo que estaba oyendo - ¿Y desde cuando tú me pides explicaciones acerca de con quien voy o dejo de ir?- Siguió subiendo escaleras, dejando al chico atrás sin posibilidad de contestarle ¿Quién se había creído que era? Parecía un novio celoso…

Inuyasha también se dio cuenta de lo que había hecho. ¿Por qué le habían entrado ganas de partirle la cara al chico?

- Kagome, no me malinterpretes estúpida.

- ¿Encima me insultas¿Qué diablos te pasa Inuyasha? – Se volteó para mirarlo a la cara.

- ¿Y si te hubieran visto? Todo nuestro plan se iría al carajo.

- ¿Plan¿Todo esto es por el dichoso plan? Inuyasha, abre bien los oídos porque no pienso repetírtelo: te ayudo porque eres mi amigo pero eso no te da ningún derecho ¿Oyes¡Ningún derecho! a controlar con quien voy o dejo de ir ¿Queda claro?

Él se quedó helado. Kagome nunca se comportaba así. Meditó unos segundos y comprendió que él no podía tratarla como si fuera de su propiedad. Corría el riesgo de que ella se echara atrás en el asunto Kikyo. Con un par de saltos la alcanzó de nuevo.

- Kagome… Kagome vamos párate de una vez.- Ella se detuvo y lo volvió a enfrentar cara a cara. – Perdóname Kagome. Tienes razón en que no tengo derecho a hablarte de esa forma.

- Que no se repita- levantó el dedo índice, amenazándolo con él. Inuyasha rió al verla tan seria.

- Entiéndeme tú a mi Kagome. Si Kikyo o alguien cercano a ella te vieran con otro… Yo no saldría muy bien parado ¿no te parece?

- Kikyo se puede ir al…

- ¡Kagome! – la interrumpió, divertido. Todavía no entendía como nunca había reparado en la forma tan graciosa en la que Kagome arrugaba la nariz cuando hablaba de Kikyo. Sinceramente, le encantaba. "¿Pero que estoy pensando?"

- Está bien…- por fin habían llegado al templo pero en lugar de ir hacia la casa, se sentaron bajo la sombra del árbol centenario que había cerca de la entrada ((Lo siento, no recuerdo el nombre)). Kagome recordó la conversación que había tenido minutos antes con Kouga. - ¿Qué haces esta noche?

- Pensaba quedarme en casa a trabajar.- contestó él mirando al cielo, distraído.

- Nada de eso. Esta noche inauguran un local nuevo y vamos a ir todos – al ver las pocas ganas de salir que Inuyasha tenía, tuvo que inventar rápidamente una excusa para convencerlo – Sería una buena forma de hacerle llegar a Kikyo el rumor de que estás con alguien ¿No crees? Y demostrarlo con hechos, no con habladurías.- la sonrisa de Kagome denotaba cuánto estaba disfrutando de la posibilidad de hacer rabiar a Kikyo.

- No es mala idea.

- Muy bien, entonces ven a recogerme hacia las 9 de la noche ¿de acuerdo? – Empezó a levantarse pero se detuvo en seco. Una idea perturbadora había acudido a su mente – Inuyasha… ¿Qué les diremos a nuestros amigos? Tendrían que saber la verdad de lo que va a pasar entre nosotros…

- Mmmm. Sinceramente, Kagome, creo que es mejor que nadie sepa que estamos fingiendo. Les diremos a todos que ayer, cuando nos fuimos del Shikon, nos dimos cuenta de que nos gustábamos y decidimos darnos una oportunidad.

- No creo que suene muy convincente…- Ella tenía sus dudas. Quizá fuera fácil engañar a los demás pero Sango seguro que sospecharía de inmediato ya que ellas siempre se lo habían contado todo desde siempre. – Al menos Sango no se lo creerá. Y Miroku querrá pruebas.

- No había pensado en eso. Supongo que si Sango lo sabe no pasa nada porque ella es muy discreta y sabe guardar secretos.

- ¿Y Miroku¿Y Kouga y Ayame? Aunque les digamos que estamos juntos no se lo creerán con solo vernos bailar o ir de la mano.- Kagome estaba pensativa. No había pensado en esas cosas y ahora aparecían todas de golpe ¿Hasta donde sería capaz de llegar Inuyasha? Supuso que él decidiría terminar con esa historia. Después de todo, estaba destinado a no salir bien ya que iba a ser imposible engañarlos a todos de esa forma. Pero Inuyasha no estaba de acuerdo. Se le había ocurrido una forma de hacer más creíble su situación.

- Kagome… Bésame. – Ella abrió los ojos por la sorpresa y lo miró. ¿Estaba hablando en serio? Los ojos dorados mostraban seguridad y un magnetismo que impedía que ella separara los suyos de él. – Tarde o temprano tendremos que hacerlo ¿no? Así que es mejor que sepas lo que se siente al besar a un hombre para que no te asustes cuando lo hagamos delante de los demás.- Kagome se levantó de un salto.

- ¡Estúpido arrogante! Para tu información, sé muy bien que se siente al besar a un hombre y no voy a asustarme por besarte a ti.- Las carcajadas de Inuyasha la hicieron detenerse.- ¿De que te estás riendo idiota?

- Deberías haber visto la cara que has puesto. Estás preciosa cuando te enfadas – Ella enrojeció. Definitivamente él era la única persona capaz de sacarla de sus casillas de esa forma. Inuyasha se levantó y se colocó junto a ella, acariciándole suavemente los brazos. – Entonces¿Qué te impide besarme ahora?

- No eres tan irresistible ¿sabes?

- Claro que lo soy- añadió él con una sonrisa arrogante. Kagome tuvo que reconocer que, con el sol haciéndole brillar la oscura cabellera, la bonita sonrisa y esos ojos que la hechizaban, Inuyasha era el hombre más atractivo que jamás había visto. Pero eso era algo que no estaba dispuesta a que él supiera.

Los brazos masculinos abrazaron suavemente la cintura de Kagome. Ella contuvo la respiración al ver como la boca de Inuyasha se acercaba peligrosamente a la suya, dejando apenas unos centímetros de separación entre ambas.

- ¿Me dejas que te bese Kagome?

Ella suspiró suavemente. No podía resistirse a él, deseaba besarle como nunca había deseado nada antes pero… él solo la besaba por Kikyo. Por Kikyo y por el estúpido plan que habían elaborado la noche anterior, seguramente tras haberse tomado un par de copas. Cierto es que ella estaba completamente sobria cuando aceptó pero… se le hacía tan difícil hacerlo… "Inuyasha está tan cerca… ¿Será correcto besarle ahora? No quiero que se dé cuenta de lo que siento… Pero QUIERO que me bese…Necesito sentirlo cerca aunque solo sea una vez…" Se le ocurrió una idea para conseguir lo que quería sin dar a conocer sus sentimientos. Debía mostrarse dura con él.

- Si tanto lo deseas hazlo pero date prisa que tengo más cosas que hacer ¿Sabes?

Dicho y hecho. Se inclinó sobre ella y la besó. Las bocas se juntaron dulcemente, labio con labio, como si cada uno estuviera hecho a la medida del otro. Apenas fueron unos segundos, pero los suficientes para que Kagome olvidara cualquier tipo de remordimiento por haber aceptado ese beso. En ese momento, podría decirse que Inuyasha era suyo.

Sus bocas se separaron, finalizando ese íntimo contacto. Inuyasha sonrió mientras ella lo miraba a los ojos. Kagome se dio cuenta de que se estaba mostrando demasiado vulnerable ante él y eso era lo último que necesitaba en ese momento "Piensa, Kagome"

- ¿Estarás contento? Ahora lárgate de una vez – Se separó abruptamente de él, nerviosa ya que no se veía con fuerzas de soportar otro beso sin poder abrazarlo con todas sus fuerzas, deseando que él continuara hasta donde quisiera. Rezó para que no le pidiera que se metiera con él en la cama ya que era muy capaz de aceptar sin rechistar. Era capaz de todo por Inuyasha.

Inuyasha también estaba afectado por ese corto beso. No había sido muy íntimo, ni nada del otro mundo pero, se había sentido tan bien, tan en paz. La sensación fue como de haber encontrado su sitio. Pensó que con Kikyo nunca se había sentido así, a pesar de haberla besado innumerables veces y de formas variadas. Nunca se había sentido tan… compenetrado. "Por Dios, se trata de Kagome. No puedo estar pensando esas cosas de ella. Si es mi mejor amiga, es como… como mi hermana". Se reprendió a sí mismo e intentó bromear con la chica para quitarle importancia a lo sucedido.

- Kagome, ya sé que te encanta mi compañía y desearías poseer mi cuerpo pero es hora de que me vaya. A las 9 pasaré a buscarte.

Ella asintió suavemente, sin tiempo ni ganas de pensar en una respuesta lo bastante cortante. Lo vio comenzar a bajar y girarse al haber recorrido apenas un par de escalones. Inuyasha la vio allí parada y no pudo evitar tomarle el pelo para hacerla reaccionar

- ¡Kagome! Esmérate esta noche e intenta ponerte guapa para variar.

Bajó el resto de las escaleras riéndose a carcajadas por la expresión enfadada de la chica y aún más después de evitar una piedra que voló bastante por encima de su cabeza. Para su suerte, la puntería de Kagome nunca había sido muy buena.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

A las nueve en punto la esperaba bajo las escaleras del templo Higurashi, como siempre habían hecho cuando quedaban. Estaba distraído comprobando el estado de las ruedas de su deportivo plateado cuando el repiquetear de unos tacones le hizo levantar la vista. Sencillamente se quedó asombrado.

Sabía bien que Kagome era una chica bonita, preciosa más bien, pero no se había imaginado que pudiera estarlo tanto. Un vestido negro, que le llegaba por encima de las rodillas. Sandalias de tacón que se anudaban en la pantorrilla estilizando su pierna de forma asombrosa. Un escote vistoso, no demasiado pronunciado, que insinuaba pero no mostraba nada. Cuando estuvo a su lado pudo observar con detenimiento su cara. Iba perfectamente maquillada, resaltando sus ojos oscuros y con los labios adornados de un ligero brillo que, para Inuyasha, tenían pintada la palabra BESO sobre ellos.

- Espero que así estés contento Inuyasha – La voz de ella sonaba molesta pero a la vez con un leve matiz de timidez.

- Estás preciosa Kagome, de verdad.

Ella no se esperaba ese cumplido ni mucho menos. Más bien esperaba alguna de las típicas bromas que él solía hacerle sobre su aspecto. Por eso, al escucharle decir que estaba preciosa y, sobretodo, al ver la mirada de admiración que le dirigía, no pudo evitar sonrojarse y murmurar un tímido 'gracias'. Estaba a punto de subir al vehículo cuando la voz de él se lo impidió.

- ¿No te olvidas de algo? – Ella miró su vestido, los zapatos, el bolsito colgado de su mano. Repasó mentalmente lo que llevaba en él: las llaves, el móvil, una carterita con algo de dinero, un pequeño estuche para retocarse el maquillaje…

- No me he olvidado de nada. Lo he repasado antes de salir.

- Entonces ¿Dónde está mi beso? – le dedicó una sonrisa provocativa que consiguió hacer temblar las rodillas de Kagome.

"¿Un beso¿Quiere que le bese? Dios mío, esto no puede estar pasando, pero si él quiere a Kikyo, no a mí… Cálmate Kagome, Inuyasha se está refiriendo al beso que siempre le doy cuando nos vemos. Un inocente beso en la mejilla…" Intentando que el desorden de sus pensamientos no se notara en su cara, se acercó a él y, poniéndose de puntillas, lo besó suavemente la mejilla, pudiendo notar el masculino olor de su loción de afeitar. Se apartó suavemente deseando que no se le notara el rubor de las mejillas y trató de subir de nuevo al deportivo pero Inuyasha se lo impidió. Para ello, le bastó con estirar ligeramente el brazo, tomarla a la altura del codo y pegarla a su musculoso cuerpo. Hecho esto, y antes de que ella pudiera hacer o decir nada, se inclinó sobre ella como había hecho esa mañana y la besó en los labios de forma firme, sin dejar lugar a ningún tipo de protesta. Kagome se abandonó a ese beso, que esta vez duró un poco más que el anterior. Puso sentir la tibieza de los labios de Inuyasha, su aroma, el tacto de su cabello movido por el viento que le hacía cosquillas en la mejilla… Consiguió contener sus manos cerca de ella para que no fueran a buscar la piel del rostro de él.

Inuyasha volvió a ser el que dio por terminado tan particular saludo. Dirigiéndole su más sexy sonrisa y sin soltarla del codo le dijo:

- Creo que a partir de ahora sería más prudente sin nos saludáramos de asta forma.

- Pero si no hay nadie… - Kagome tuvo que hacer un gran esfuerzo para conseguir que le saliera la voz. – Podrías habértelo ahorrado… - Él se acercó a la oreja adornada de unos largos pendientes de plata.

- Así te vas acostumbrando a mi sabor…

Hasta que escuchó las risas de él, Kagome no se dio cuenta de que sólo estaba bromeando. Pero para ella, el hecho de besarse con Inuyasha no era nada que tomarse a broma. Aunque, si siempre se iba a sentir tan bien, no le importaría repetirlo algunas veces, hubiera gente delante o no.

CONTINUARÁ

Espero que os guste, a partir de ahora se armará una buena ¿Una pista? En el local se encontrarán ciertas personas con las que no deseaban encontrarse… Pero eso será en el siguiente capítulo…

Besos, catumy