Quiero aclarar que en este fic los personajes viven en la época actual y que, como no tengo muchos conocimientos acerca de la cultura japonesa, pues sus costumbres y su forma de hablar será más occidental, por decirlo de algún modo. Si alguien se siente ofendido lo siento mucho. Prometo mejorar si sigo escribiendo. Bueno, allá vamos. Espero que os guste
Atención: ninguno de los personajes me pertenece ni pretendo ganar nada con ellos. Nada de denuncias, por favor.
- Con guión: lo que hablan.
En cursiva los pensamientos.
((blabla)) Lo digo yo
LA MEJOR AMIGA
Por Catumy
(En el capítulo anterior)
Inuyasha volvió a ser el que dio por terminado tan particular saludo. Dirigiéndole su más sexy sonrisa y sin soltarla del codo le dijo:
- Creo que a partir de ahora sería más prudente sin nos saludáramos de asta forma.
- Pero si no hay nadie… - Kagome tuvo que hacer un gran esfuerzo para conseguir que le saliera la voz. – Podrías habértelo ahorrado… - Él se acercó a la oreja adornada de unos largos pendientes de plata.
- Así te vas acostumbrando a mi sabor…
Hasta que escuchó las risas de él, Kagome no se dio cuenta de que sólo estaba bromeando. Pero para ella, el hecho de besarse con Inuyasha no era nada que tomarse a broma. Aunque, si siempre se iba a sentir tan bien, no le importaría repetirlo algunas veces, hubiera gente delante o no.
Capítulo 5. Sengoku
- Te lo estás tomando muy en serio ¿no te parece?- Kagome estaba muy tensa. Desde que la recogió en el templo y la besó no habían hablado nada durante todo el trayecto hasta el nuevo local, el Sengoku. Ahora, después de aparcar el coche, Inuyasha caminaba junto a ella con el brazo por encima de sus hombros, abrazándola de forma un tanto posesiva.
- Estas cosas tienen que hacerse bien o si no nadie nos creerá. – Decía eso tanto para ella como para él mismo porque la verdad era que no se estaba tan mal en ese abrazo.
A medida que se acercaban a la cola para entrar, vieron entre la multitud a Sango y Miroku, fácilmente reconocibles debido a su altura, de modo que se dirigieron hacia ellos para no tener que aguantar un largo rato de espera. Mientras andaban se dieron cuenta de que mucha gente los miraba, algunos descaradamente y otros con disimulo, en su mayoría chicas. Inuyasha pudo otra que el tono de los murmullo había cambiado. Ya no se reían de él, sino que muchas le estaban mirando de forma coqueta. Los gritos de Kagome el día anterior parecían haber surgido efecto.
- Parece que los rumores vuelan… - Murmuró Kagome. Si el día anterior hubiera sabido que todo el mundo dejaría de hablar de Inuyasha por el 'comentario' que les hizo a aquel par de arpías, lo más seguro es que no hubiera aceptado comenzar esa farsa. Pero ya era tarde para arrepentirse ¿verdad? Definitivamente, no podía fallarle a Inuyasha y, siendo sincera consigo misma, la verdad es que no lo estaba pasando tan mal… aunque no sería nada agradable para ella si el plan tenía el efecto deseado sobre Kikyo.
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Miroku y Sango estaban tonteando en la cola cuando vieron a la pareja que se acercaba. Les llamó la atención lo extrañamente juntos que venía y la cara sonrojada de Kagome. Mientras Sango se quedaba asombrada, su novio se echó a reír.
- Que calladito lo teníais…
- Calla Miroku – suspiró Inuyasha. Sango reaccionó.
- ¿Qué se supone que…?
- Dejaros de interrogatorios ¿De acuerdo? Lo que veis es lo que hay – Inuyasha la interrumpió. Sabía que Kagome lo pasaría mal si tenía que engañar a sus amigos así que pensó que cuanto menos contaran, menos mentirían.
La respuesta de Inuyasha intrigó a Sango, quien miró a Kagome para encontrarse con una cara pensativa y la mirada perdida entre la gente.
- ¿Kagome? – la chica reaccionó al escuchar su nombre. Se acercó a Sango para besarla en la mejilla y le susurró un 'hablamos dentro' que Sango contestó con un ligero movimiento de cabeza. Mientras Miroku intentaba conseguir información morbosa de Inuyasha pero fue forzado a detenerse por un pellizco de Sango en el brazo.
- Si están juntos es cosa suya así que no sigas molestando Miroku. – Inuyasha se reía de buena gana de las ansias de conocer detalles íntimos de todo el mundo. Al principio le molestaba pero ya estaban todos más que acostumbrados al carácter del chico de ojos azules. Miró a Kagome, que parecía buscar a alguien. La abrazó por la espalda acercándose a su oreja para que la pregunta que formuló no fuera escuchada por los demás.
- ¿Estás bien?
- Solo es que… me pareció que alguien nos observaba… - ella mantenía la mirada sobre la otra gente, en ningún momento miró a Inuyasha, ya que la ponía nerviosa cuando estaba tan cerca y no quería que viera el sonrojo de sus mejillas.
- Mucha gente va a mirarnos hoy así que no te preocupes. – volvió a colocar el brazo por encima de ella y se preparó para entrar en el Sengoku.
Pero Kagome no estaba equivocada. Alguien les había estado observando con más interés que el resto.
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La música era muy buena, pero estaba atestado de gente. Casi tuvieron que pelearse por conseguir una pequeña mesa en un rincón par poder dejar sus cosas tranquilamente mientras estuvieran allí. Nada más hacerlo, Sango y Kagome se perdieron entre la gente con la excusa de ir al lavabo. Miroku e Inuyasha se miraron como diciendo '¡Mujeres!' y se fueron a pedir algo de beber.
Las chicas optaron por buscar un rincón relativamente tranquilo, dentro del desorden que era el Sengoku, para poder hablar con calma.
- ¿Por qué no me habías contado nada? Kagome creí que era tu mejor amiga…
- No hay nada que contar, Sango… -ella mantenía la mirada baja.
- Pero estáis juntos ¿no? Es lo que siempre habías querido…
- ¡No Sango! No es lo que parece… - Sango la miró. Había algo extraño en todo ese asunto. Si Kagome estaba enamorada de Inuyasha ¿Por qué no le alegraba estar saliendo con él? – Todo esto… es solo un montaje, una farsa – Abatida, Kagome lo confesó. Sango cada vez entendía menos.
- ¿Una farsa¿Qué quieres decir?
Kagome se lo contó todo: lo que pasó después de su huida del Shikon, la conversación que mantuvieron de camino al templo, el trato que habían hecho, e incluso lo que había pasado cuando Inuyasha había ido al templo, cuando la besó. Sango estaba seria.
- ¿Estás segura de lo que haces? Esto puede hacerte mucho daño…
- Es por Inuyasha…
- Pero él no conoce tus sentimientos, Kagome. ¿Qué pasará si vuelve con Kikyo?
- Tendré que seguir con mi vida- murmuró tristemente.
- Kagome, esto te está costando mucho ¿Verdad?
- Yo… No esperaba ese tipo de contacto con él. No esperaba que me besara… Me… me sentí tan bien Sango, me sentí querida…
- Pero Inuyasha…
- Sé que en realidad no me quiere, que quiere a Kikyo. Y que cuando me ha besado lo estaba haciendo por ella.
- ¿Tan claras tienes las cosas? – Sango no lo veía nada claro. Entendía que Kagome quisiera ayudar a Inuyasha a pesar de lo mal que le caía Kikyo pero, no sabía si su amiga podría aguantar esa situación, sobretodo conociendo la magnitud de los sentimientos que tenía hacia Inuyasha.
- No tengo nada claro. Una parte de mí sabe que esto es temporal y que no me tengo que hacer ilusiones pero… La otra parte me dice que aproveche, que disfrute de la situación mientras pueda, ya que nunca podré tenerlo realmente para mí.
- Carpe Diem… - Susurró Sango.
- Exactamente. ¿Qué crees que debería hacer?
- Vivir el momento. Es un juego peligroso Kagome, pero de momento es el único chance que tienes. Ahora tienes ventaja sobre Kikyo.
- Pero si él no me quiere…
- Pero puedes conseguir que lo haga – Sango sonrió mientras sus ojos brillaban bajo el maquillaje rosado, a juego con su vestido. Kagome era una chica maravillosa, sólo faltaba que Inuyasha se diera cuenta.
Volvieron con los chicos mucho más animadas que antes. Ambas sabían que podían contar la una con la otra, y estaban contentas por ello. Cuando apenas les faltaban unos metros, Inuyasha se abalanzó sobre Kagome, puso ambas manos en el delicado rostro de ella y la besó con desespero. Kagome abrió los ojos, sorprendida ¿A qué venía ese beso? Parecía sentirse ansioso por sentir sus labios… Sango los miraba, asustada. Quizá Kagome no fuera tan fuerte como para soportar esas muestras de cariño sin hacerse ilusiones con Inuyasha. Ni siquiera Miroku la había besado a ella con tanto… ¿deseo?
Cuando se separaron Kagome estaba sin aliento, pero Inuyasha miraba a un punto más lejano y sonreía. Ese estúpido muchacho sabría ahora que no debía intentar nada con Kagome…
- ¿A qué ha venido eso? – La chica estaba totalmente ruborizada y no sabia a donde mirar para sentirse menos violenta.
- Sólo es que te extrañaba
"Ahora ese tío no se intentará acercar a Kagome, al menos mientras yo esté con ella. Mejor así ya que sino habría tenido que partirle la cara… ¿Qué demonios estoy pensando¿Desde cuando me importan los pretendientes que Kagome pueda tener?"
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Kouga estaba enfadado, por no decir furioso. Había tenido problemas con el coche con el consiguiente retraso para llegar a la hora acordada al Sengoku. Por tanto, tuvo que esperar una larga cola antes de poder entrar. Una vez allí le había costado una eternidad encontrar a su grupo de amigos.
Se estaba acercando, mostrando su mejor sonrisa ya que había divisado a Kagome entre la gente, caminando con Sango, cuando vio algo que lo dejó clavado en el sitio. Inuyasha y Kagome se estaban besando. Y no era precisamente un beso de amigos, sino un verdadero beso, cargado de necesidad. Como si Inuyasha tratara de demostrar que Kagome era 'propiedad privada'. Maldito bastardo… Kagome tenía que ser suya, no del maldito demonio… en ese momento, necesitaba descargar su furia, pero una pelea contra Inuyasha no era la mejor opción que tenía en esos momentos… optó por marcharse por donde había venido, echando chispas por los ojos, en busca de su chica de repuesto. Ayame. La pobre estaba tan colada por él que nunca le decía que no a nada. Quizá esta noche estuviera dispuesta a dejarle pasar la noche con ella…
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La noche estaba transcurriendo sin imprevistos. Kagome había tratado de mantenerse lo más alejada posible de Inuyasha sin demasiado éxito ya que él parecía estar siempre a su lado, acariciando su brazo desnudo o sonriéndole con picardía. Los nervios de la chica estaban a flor de piel. ¿Cómo iba a poder soportar todas las coqueterías de Inuyasha si se moría de ganas de arrojarse a sus brazos y besarlo mientras le quedaran fuerzas? Sango pensaba que quizá podría enamorarlo pero ella cada vez estaba menos segura, lo único de lo que era consciente era de que si seguían con ese juego, ella iba a pasarlo verdaderamente mal cuando todo se terminara. Porque Inuyasha no sentía nada más que amistad por ella. Era su mejor amiga.
Inuyasha, por su parte, no entendía porque Kagome estaba tan distante. Si le hubiera molestado el beso que le dio, pensaba que ella ya se lo hubiera dicho o, en todo caso, habría impedido que se lo diera. De modo que el motivo tenía que ser otro pero ¿Cuál? Vio como Sango se acercó al oído de Kagome, divertida, y le susurró algo que provocó risas por parte de ésta, que asintió con la cabeza ¿Qué estarían tramando esas dos? Las chicas se levantaron y fueron a la pista de baile. Miroku, atraído por un gesto de la cabeza de Sango las siguió pero él prefirió quedarse donde estaba y observar como se desarrollaba la broma que seguramente querían hacerle el chico de ojos azules.
Sango y Kagome se tomaron de las manos, moviendo sus cuerpos al ritmo de la música y atrapando a Miroku en el hueco que dejaban sus cuerpos. Luego empezaron a moverse las dos de forma provocativa, logrando algo imposible: hacer que Miroku se sonrojara. Desde su sitio, Inuyasha se reía con ganas al ver la comprometida situación en la que se encontraba su amigo, rodeado de dos mujeres preciosas y sin poder hacer nada con ninguna, ya que la estrechez del agarre se lo impedía. Las dos chicas se estaban divirtiendo con el baile pero decidieron que ya era hora de dejar en paz al pobre chico.
Sango se quedó bailando sensualmente con Miroku, mirándose a los ojos y manteniendo un apretado agarre así que a Kagome no le quedó otra opción que volver al lugar donde estaba Inuyasha y enfrentarse a su profunda mirada, su dulce sonrisa y sus tentadores labios.
- No sabía que te movieras de esa forma. – Dijo él en cuanto ella estuvo a su lado.
- Hay muchas cosas de mí que no sabes- Ella le guiñó un ojo y desvió la mirada. Por un momento había tenido el fuerte impulso de volverle a besar, pero pudo contenerse.
- ¿No me las dirás?
- ¿Qué quieres saber?
- Si bailarías de esa forma conmigo.
Kagome tragó saliva. Bailar de esa forma con Miroku era una cosa, por que también estaba Sango pero ¿Con Inuyasha? Sería demasiado comprometedor para ella. Al verla titubear, Inuyasha le recordó que el día anterior había mantenido un baile similar con Kouga y que en ese momento no le había importado hacerlo. Ante estos argumentos, Kagome se vio 'obligada' a aceptar.
Empezaron a bailar a una distancia prudente pero pronto la mano de Inuyasha se deslizó velozmente hasta la nuca de la chica, atrayéndola hacia si mismo. Colocó una pierna en medio de las de ella, logrando así un agarre íntimo, y empezó a bailar pegado a ella, manteniendo ambos cuerpos pegados y moviéndose al mismo ritmo. Pero lo que para Inuyasha era solo un baile, para Kagome era una verdadera tortura. Tenerlo tan cerca, sintiendo su aliento en la cara, el roce de su pierna contra su suave piel… sintió como la sangre golpeaba sus mejillas y dio gracias a Dios por la oscuridad de la sala.
La mano de Inuyasha dejó la nuca de la chica para tomarla ahora por la cintura, dejándola con pocas opciones de escape. El pecho de Kagome se movía frenéticamente contra la camisa de él. Los labios entreabiertos trataban de coger algo de oxígeno. Las piernas empezaban a temblarle… Kagome se sintió invadida por una oleada de lujuria que nunca antes había experimentado con nadie. Se encontró de pronto mirándolo a los ojos fijamente, creyendo ver en los de él una pequeña llama de deseo.
Sus alientos se mezclaban en el estrecho espacio que separaba sus caras. El corazón de Kagome empezó a latir más deprisa y casi llegó a la arritmia cuando sintió los labios de él sobre los suyos propios. La estaba besando de nuevo, pero este era un beso completamente diferente a los anteriores. En éste había algo más que el mero hecho de disimular. Estuvo segura de ello cuando sintió algo húmedo que acariciaba suavemente su labio inferior, presionándolo ligeramente para abrirse paso al interior de su boca. Kagome, obediente, la dejó entrar. Sus lenguas entrelazadas probaban por primera vez el sabor del otro, haciendo durar ese beso algunos minutos. La chica se sentí desfallecer. Estaba haciendo algo con lo que había soñado durante años, desde que se reconoció a sí misma que estaba loca por Inuyasha.
Cuando se separaron levantó la mirada hacia los ojos de él y se decepcionó de inmediato. Estaba sonriendo pero no la miraba a ella. Se giró de golpe para seguir la dirección de su mirada y ahogó un débil sollozo al ver una figura de mujer que caminaba en dirección contraria a donde ellos estaban, como si huyera después de presenciar la escena.
- Kikyo…
CONTINUARÁ
Sé que lo dejo en mal momento pero si no lo hago así quizás no seguiríais leyendo…
Besos, Catumy
