Quiero aclarar que en este fic los personajes viven en la época actual y que, como no tengo muchos conocimientos acerca de la cultura japonesa, pues sus costumbres y su forma de hablar será más occidental, por decirlo de algún modo. Si alguien se siente ofendido lo siento mucho. Prometo mejorar si sigo escribiendo. Bueno, allá vamos. Espero que os guste

Atención: ninguno de los personajes me pertenece ni pretendo ganar nada con ellos. Nada de denuncias, por favor.

- Con guión: lo que hablan.

En cursiva los pensamientos.

((blabla)) Lo digo yo

ATENCIÓN: Debido a la presión general y a algunas amenazas hacia mi integridad física he actualizado antes de o normal pero que no sirva de precedente (No me gusta que haya gente que me quiera pegar porque corto las historias en los mejores momentos…) jajajaja, Es broma, pero como precaución intentaré no dar demasiada información sobre mi paradero, por si alguien estuviera tentado a cumplir sus amenazas.

LA MEJOR AMIGA

Por Catumy

(En el capítulo anterior)

Cuando se separaron levantó la mirada hacia los ojos de él y se decepcionó de inmediato. Estaba sonriendo pero no la miraba a ella. Se giró de golpe para seguir la dirección de su mirada y ahogó un débil sollozo al ver una figura de mujer que caminaba en dirección contraria a donde ellos estaban, como si huyera después de presenciar la escena.

- Kikyo…

Capitulo 6. Dudas

Inuyasha estaba confuso. Por un lado estaba satisfecho de la reacción de Kikyo al verle con otra mujer, sobretodo después de haber visto el beso que habían mantenido. No es que lo hubiera planeado, simplemente surgió al ver la cara ofendida de la chica mientras ella miraba la manera en la que tenía a Kagome entre sus brazos. En cambio, por otro lado, se sentía miserable por haber utilizado de esa forma a su amiga. Después de todo, ella era su mejor amiga desde siempre y no se merecía que la besara cuando a él le diera la gana a pesar de estar de acuerdo en fingir ser su novia. Pensándolo detenidamente, pesaba más el posible daño causado a Kagome que el buen camino que estaba tomando su plan. Pensó en pedirle disculpas a Kagome, si es que ésta pensaba regresar algún día del lavabo, a donde había ido hacía unos diez minutos "¿Qué demonios debe estar haciendo allí dentro?". Pensó que era normal entre las mujeres el estarse horas en el lavabo.

Miroku y Sango, por su parte, estaban cansados de tanto bailar pero esa noche prometía mucho más movimiento para ellos, ya que el compañero de piso de Miroku, Hatchi, no estaba en la ciudad, por lo que tendrían la casa para ellos solos ((Quería poner el nombre del mapache ese amigo de Miroku pero no estaba segura de cómo se ponía)). Así pues, fueron a recoger sus abrigos de la mesa donde habían estado sentados cuando vieron a un Inuyasha extrañamente pensativo.

- ¿Por qué no estás con Kagome? – Preguntó Sango muy confundida.

- No puedo acompañarla a todos lados… - Inuyasha seguía distraído en sus pensamientos de forma que no vio la cara alarmada de sus amigos.

- ¿Y la dejas que se vaya sola? Pensaba que eras su novio, Inuyasha, tendrías que cuidar más de ella. – Miroku puso su brazo sobre el hombro de Sango, como dando a entender que él nunca cometería esa locura.

- Pero al baño no voy a seguirla…

- ¿Al baño?

- Se fue hace un rato…

- Inuyasha, Kagome se ha ido a casa hace unos diez minutos. Ha venido a decirnos adiós a la pista de baile.

Inuyasha se levantó lo más deprisa que le permitieron sus piernas. ¿Se había ido a casa? ¿Sin decirle nada? Agarró sus cosas rápidamente y salió corriendo, dispuesto a encontrarla y a darle unos azotes si fuera necesario.

Miroku y Sango se quedaron en el sitio preguntándose que habría pasado entre sus amigos, aunque ella tenía una ligera idea de lo que Kagome debía estar sintiendo en esos momentos.

-.-.-.-.-.-.-.-.

Inuyasha corrió hacia donde habían dejado el coche cuando llegaron al Sengoku. Arrancó y salió haciendo patinar las ruedas. En esos momentos no pensaba en Kikyo, ni en su plan de reconquista. Solo le preocupaba que Kagome estuviera bien. Había un largo trayecto hasta el templo Higurashi así que, si ella iba a pie no tardaría en encontrarla. A no ser que le hubiera pasado algo por el camino. Cruzó los dedos deseando que estuviera bien pero tenía un mal presentimiento.

Apretó los dientes y maldijo internamente. ¿Por qué habría hecho Kagome la estupidez de irse sola de esa forma? No se había dignado a decirle nada… Definitivamente se merecía que la sermoneara durante horas por la imprudencia que acababa de cometer. Tokio no era una ciudad segura a esas horas de la noche y menos siendo una chica tan bonita como Kagome.

"¿Desde cuando pienso que Kagome es bonita? Feh, es solo fruto de la preocupación… ¿Qué demonios tiene esta chiquilla en la cabeza? Si le pasa algo yo…"

De pronto, algo le llamó la atención lo suficiente como para detener el coche.

-.-.-.-.-.-.-.-.-

Kagome caminaba despacio y con la cabeza gacha. Sabía que no estaba bien lo que acababa de hacer pero no le importaba lo más mínimo. Simplemente, se había visto sin fuerzas para hacer frente a esa situación. No podía fingir que no le importaba, ni pedirle explicaciones a Inuyasha, ni mucho menos darle bofetadas a Kikyo. Aunque tuviera ganas de hacerlo, debía reconocer que por una vez, ella no había tenido la culpa de lo sucedido, al menos directamente.

Sintió un ruido tras ella y apretó el paso. Si por casualidades de la vida fuera Inuyasha, no le interesaba que la atrapara ya que, por una vez, no sabía como enfrentar al chico. Su relación siempre se había basado en la sinceridad pero en esta ocasión le era difícil hacerlo de esa forma. No podía simplemente decirle que se había marchado porque la estaba utilizando sin tener en cuenta que estaba completamente enamorada de él. Que ese beso había sido el detonante de cientos de sensaciones diferentes. No podía decirle que sus labios se habían convertido en necesarios para ella en apenas unas horas, que la volvían loca y los deseaba sólo con mirarlos. Una lágrima comenzó a rodar por su mejilla.

- ¡Higurashi! – La voz de un hombre acompañaba a una fuerte mano que la tomó por el hombro y la hizo detenerse. Kagome, sobresaltada al principio, se tranquilizó al reconocer la voz de Hojo, su compañero de la universidad. Se volteó intentando mostrar una sonrisa pero la mueca se quedó congelada en su cara al ver el aspecto del chico.

Hojo, normalmente bien arreglado y limpio, aparecía ante ella despeinado, sucio, con ojos vidriosos y arrastrando los gestos y la voz. Sin duda, había bebido demasiado.

- ¿Estás bien Hojo?

- Perfectamente ¿no me ves? ¿Te quedas a tomar unas copas conmigo?

- Creo que ya has bebido demasiado Hojo… Deberías volver a casa.

- Eso es lo que haría un buen chico ¿verdad? ¡Pues ya estoy cansado! – Kagome respingó al oírlo chillar. Hojo siempre mantenía la calma – Siempre he sido un buen chico y ya ves para lo que ha servido.

- Hojo… - intentó tocarle la cara pero él se retiro bruscamente, quedando fuera del alcance de ella.

- No quiero que me toques. Ya estoy harto de que te burles de mí.

- Yo no me he burlado nunca de ti.

- ¿No? ¿Y que me dices de las esperanzas que me dabas? Debías pasártelo genial comentando con ese tipo lo idiota que es el pobre Hojo, siempre detrás de ti como una sombra…

- ¿De que hablas? ¿Qué tipo? – Kagome empezaba a asustarse. Hojo seguía bebiendo mientras hablaba con ella y parecía cada vez más fuera de control. Miró a su alrededor para comprobar, como sospechaba, que no había nadie más en toda la calle.

- ¿Qué tipo? El idiota ese con el que te besabas. Ya me dejó muy claro tu amigo que no me acercara a ti, que solo él tenía derechos sobre tu cuerpo… - Kagome estaba cada vez más pálida ¿Qué había dicho Inuyasha?

- ¿Inuyasha? Pero Hojo, todo es un error, deja que te explique…

- ¡NO! – Kagome dio un paso atrás al escuchar el grito del muchacho – Ya lo creo que es un error, pero a partir de ahora dejaré de ser yo el eterno equivocado. A partir de ahora, el equivocado será el idiota ese – Empezó a andar hacia ella, lanzando la botella vacía, que se rompió en pedazos.

- Hojo basta ya. No tiene gracia. No te acerques más.

- Dile que a partir de ahora los derechos sobre tu cuerpo los tendrá que compartir conmigo.

Se abalanzó sobre ella, atrapándola con su cuerpo contra una pared. Intentaba besarla torpemente pero Kagome tuvo tiempo de colocar su mano como defensa, lo que impedía que el chico lograra su propósito.

- Higurashi… Déjame probarte, siempre lo he deseado… Yo te quiero Higurashi…

- ¡Suéltame! Hojo me haces daño…

El olor a alcohol empezaba a marear a la chica, quien buscaba desesperadamente algo que la ayudara a defenderse. Hojo seguía proclamando su amor por ella y el profundo desprecio que sentía por Inuyasha mientras que su mano intentaba encontrar ahora el borde de la falda de Kagome.

- Seguro que a él le permites que te haga todo esto y que gimes como la perra que eres. – La mano de Kagome se estrelló contra su mejilla, haciéndole girar la cara por el impacto. Él le dirigió una mirada cargada de lujuria mientras que cinco trazos rojos se dejaban ver claramente, mostrando el lugar exacto de la bofetada. Las lágrimas de Kagome corrían libremente por su rostro pero su mirada era dura. La noche se empeñaba en golpearla una y otra vez.

- ¿Quieres jugar? Hagámoslo, pero necesitarás más que una bofetada para detenerme…

Antes de que pudiera volver a inclinarse sobre ella un puño lo golpeo en la mandíbula, haciéndole caer al suelo. Solo que esta vez no pertenecía a Kagome.

- ¿Esto es suficiente o quieres más? – Una voz masculina cubrió el sonido del llanto de Kagome. Hojo se levantó tambaleándose debido al exceso de alcohol de su cuerpo y se encontró cara a cara con un hombre fuerte, de facciones masculinas, cabello oscuro y unos ojos dorados que lo miraban como si fuera el mismísimo demonio en persona.

- ¡Maldito bastardo! ¿No tenías suficiente con quitármela una vez? ¿También ahora tienes que interferir?- Otro golpe lo hizo callar. Hojo, intentó defenderse pero había bebido demasiado como para poder acertar ni siquiera un golpe en el cuerpo de su contrincante. Cansado, decidió rendirse y salió corriendo aunque de forma muy inestable. El vencedor se giró hacia Kagome, que estaba todavía apoyada en la pared, respirando entrecortadamente.

- ¿Estás bien Kagome?- Ella lo miró a los ojos y leyó en ellos puna preocupación sincera. Asintió con la cabeza mientras intentaba reponerse del desafortunado encuentro con Hojo.- ¿No te ha hecho daño? – Él intentó tocarle el brazo como para comprobar que todo estaba en su lugar pero ella lo retiró disimuladamente. Lo último que necesitaba en esos momentos era una nueva situación comprometida.

- Estoy bien, no te preocupes.

- ¿Qué no me preocupe? No tienes ni idea de hasta que punto me has preocupado, niña. Debería golpearte también a ti ¿A que ha venido esa estupidez de marcharte sola?

- ¡Deja de tratarme como a una cría!

- Es lo que te mereces, por irresponsable. ¿No te das cuenta de lo que podría hacer pasado? Si no fueras tan estúpida como para actuar sin pensar nada de esto habría ocurrido.

- No me… trates así… ahora no… - las lágrimas volvieron a correr con fuerza mientras ella apretaba los labios hasta dejarlos casi blancos, intentando detener su curso. El chico deseó haberse mordido la lengua. Ahora lo que Kagome necesitaba era sentirse segura y él le reprochaba sus actos. En un segundo, la chica se vio rodeada por unos fuertes brazos. Unos brazos que ella siempre había deseado.

- Inuyasha…

-.-.-.-.-.-.-.-.

Finalmente habían llegado a la entrada del templo. Kagome bajó del coche sin despedirse e intentó llegar a las escaleras pero la profunda voz de Inuyasha la hizo detenerse. Quería hablar.

- ¿No vas a decirme porque te marchaste así?

- Estaba cansada – No era capaz de mirarlo a los ojos mientras le mentía ya que Inuyasha siempre había leído en su cara como si fuera un libro abierto.

- Podrías habérmelo dicho y yo te hubiera acompañado.

- Quiero irme a casa.

- Kagome… ¿Vas a decirme que fue lo que realmente te hizo marcharte sin despedirte de mi? – Ella solo agachó más la cabeza. La tenía atrapada y no habría forma de irse a la cama sin darle una buena excusa. - ¿Es por lo que pasó mientras bailábamos?

Ella sintió una punzada en el corazón. Incapaz de hablar, movió la cabeza de forma afirmativa.

- Kagome ¿puedes mirarme?- ella negó suavemente – No seas cría… - La tomó por el mentón y la miró a los enrojecidos ojos. –Pareces un panda… - Ella sonrió tristemente mientras pasaba la mano por debajo de sus ojos tratando de borrar los restos de maquillaje que habían dejado una mancha negra.

- Inuyasha, no quiero hablar de esto. – él volvió a tomarla por el mentón y, mirándola fijamente murmuró:

- Lo siento. Siento haberte utilizado de esa forma. Pero te juro que no lo tenía preparado, que solo fue un impulso. Después de bailar tan agarrados creí que tú…

- Déjalo Inuyasha, estoy cansada… - Empezaba a molestarse ¿La estaba usando a ella como excusa?

- ¿Me perdonas? Por todo lo que he hecho esta noche…

- ¿Hay algo que no sepa? – En ese momento le vino a la mente lo que Hojo le había dicho un rato antes "Ya me dejó muy claro tu amigo que no me acercara a ti, que solo él tenía derechos sobre tu cuerpo…" - ¿Hablaste con Hojo?

- Si – Inuyasha sabía que seguramente la conversación iba a terminar mal pero ella se merecía sinceridad por su parte.

- Cuéntamelo ahora mismo.

- ¿No decías que estabas cansada?

- ¡Inuyasha!- el tono amenazante advirtió al chico que su única opción de salir con vida era contarle la verdad.

- Él venía siguiéndote todo el rato desde que llegamos al Sengoku ¿Te acuerdas que dijiste que creías que alguien nos miraba? Pues era él.

- ¿Cuándo hablaste con Hojo?

- Verás…

FLASHBACK

Kagome y Sango se habían marchado juntas, supuestamente al baño mientras que Inuyasha y Miroku pedían unas bebidas. Casualmente, Hojo estaba junto a ellos charlando con un amigo suyo. A Inuyasha le llamó la atención esa conversación porque precisamente hablaban de Kagome.

- Es un verdadero bombón, Hojo.

- Lo sé, es tan bonita y dulce… Y esta será la noche – Hojo ya estaba un poco bebido. Él había querido invitarla pero ella tenía otros planes. Y esa noche, al encontrarla en el Sengoku, tan femenina, tan provocadora… La noche estaba a su favor. Tendría lo que hacía tanto tiempo había deseado: el cuerpo de Kagome.

- ¿Vas a acostarte con ella?

- Dalo por hecho.

Inuyasha apenas podía contenerse. Estaban hablando de Kagome, de SU Kagome. Y la trataban como un vulgar objeto, como a una prostituta. La idea de apalizar a ese chico le atraía enormemente pero pensó que lo mejor sería quitarle esas ideas de la cabeza.

- Disculpa pero no he podido evitar escuchar vuestra conversación

- ¿Quieres algo?- Hojo estaba molesto y algo borracho. No pensaba permitir que ese desconocido se metiera en sus cosas.

- Simplemente quería decirte que da la casualidad de que ese bombón del que hablas es mi novia.

- Higurashi no tiene novio.

- Ya lo creo que lo tiene. Y más te vale que te quede claro, no voy a permitir que te acerques a ella mientras viva ¿Te ha quedado claro?

- Hojo, vámonos – El amigo del chico intentaba calmar la situación pero el alcohol ya estaba haciendo efecto en el chico.

- Ni lo sueñes tío. He esperado demasiado tiempo para tenerla y no me voy a echar atrás solo porque un imbécil dice ser su novio. Higurashi tiene que ser mía. – Inuyasha ya estaba completamente furioso mientras que Miroku solo observaba la situación. Sabía que su amigo resolvería solo la situación y que no le sentaría demasiado bien que él interviniera. Inuyasha cogió a Hojo por la camisa, acercándose amenazante a su cara.

- Te lo diré por última vez. El único que tiene derecho para tocar a Kagome soy yo y pobre de ti si te veo cerca de ella.

- Inuyasha, las chicas…- Miroku lo avisó al verlas venir desde lejos. Ambos sabían que ellas no les perdonarían una pelea de ese tipo en público.

- Mantente alejado de Kagome o tendrás que rendirme cuentas después. – Dicho esto, Inuyasha soltó violentamente a Hojo, haciendo que éste diera un pequeño traspiés hacia atrás. Hecho esto, se lanzó sobre los labios de Kagome como si los necesitara para vivir.

Por su parte, Hojo se marchó de allí arrastrado por su amigo.

FIN DEL FLASHBACK

- Más o menos fue eso lo que pasó…

Kagome no dijo nada. Respiró fuertemente y se dispuso a subir las escaleras del templo.

- ¡Espera Kagome! ¿No vas a decirme nada?

- No sé que decirte…

- Kagome, ese tipo pretendía utilizarte, usar tu cuerpo y yo…

- ¿Acaso no es lo mismo que haces tú? – El comentario fue dicho sin pensar y Kagome se arrepintió de inmediato.

- Kagome…

- No quería decir eso. – Ella miraba a todos lados, buscando alguna escapatoria mientras evitaba el contacto visual con el chico.

- ¿Te sientes utilizada?

- Lo he dicho sin pensar pero… - Inspiró para coger fuerzas. Era ahora o nunca – Lo que ha pasado en la discoteca… No vuelvas a hacerlo. Me sentí utilizada – "Y muy humillada" pensó para sí misma. Inuyasha creyó entender. Era lógico, después de todo solo eran amigos y los amigos no se besan de esa forma.

- Lo prometo. ¿Y que hay de lo del tal Hojo? ¿Me perdonas por eso?- Kagome lo pensó un momento. Si no fuera por Inuyasha quien sabe como habría acabado todo.

- Te doy las gracias por eso.

- Para eso estamos los amigos ¿verdad?- Ambos sonrieron, aunque la cara de Kagome reflejaba tristeza y decepción.

- Será mejor que me vaya a casa.

Subió un par de escalones y oyó el carraspeo de Inuyasha, claramente hecho a propósito para que ella se volviera. Al hacerlo lo vio en una postura seria y tocándose la mejilla con un dedo, reclamándole un beso de reconciliación. Algo se removió en el interior de Kagome pero ella lo obligó a callar. Solo era un beso en la mejilla, sin ningún tipo de peligro.

Volvió a bajar los escalones y se puso de puntillas para llegar a la cara de Inuyasha. Los suaves labios de Kagome besaron dulcemente la mejilla varonil, dejando una leve marca de carmín. Inuyasha, sin saber porque, sintió una oleada de bienestar que le recorría pero ésta desapareció tan rápido como había llegado, justo en el momento en que Kagome apartaba sus labios de él. Se sintió extrañamente decepcionado con ese beso, como si su cuerpo reclamara más. Parpadeó y la miró a los ojos.

Ella sonreía levemente y acercó su blanca mano para retirar los restos de carmín. Inuyasha atrapó esa mano en la mitad de su camino y la mantuvo suspendida en el aire. Kagome lo miró a los ojos dorados, pero no supo descifrar el significado de esa mirada. Sintió como su respiración comenzaba a hacerse más rápida, como una alarma de lo que estaba por venir. Y lo que su cuerpo anunciaba finalmente ocurrió.

Una fuerza misteriosa empujó a Inuyasha a inclinarse levemente, buscando inconscientemente los dulces labios femeninos. Kagome se puso tensa ¿podía permitirse el lujo de besarlo de nuevo? Justo antes del íntimo contacto, la chica retiró la cara, estampándose los labios de Inuyasha contra la mejilla de Kagome. Cuando se miraron, en los ojos de él se reflejaba confusión y en los de ella, vergüenza.

-.-.-.-.-.-.-.-

Una vez solo e su piso, Inuyasha se dio el lujo de recapitular lo que había pasado en ese extraño fin de semana y lo que sentía con respecto a ello. Primero había rumores de que él era impotente hasta que Kagome se aseguró de escampar que era un amante de lujo. Se alegraba de que los comentarios hubieran cambiado aunque no creía que ese hubiera sido el mejor método para lograrlo.

Después había hecho un trato con Kagome para recuperar a Kikyo. ¿Por qué había elegido a Kagome? ¿Por qué era su mejor amiga, porque era la que estaba más a mano o porque Kikyo la odiaba? Ni él mismo sabía que responder a eso.

Se había metido en una pelea por defender a Kagome. De eso no le cabía ninguna duda de que había actuado correctamente. No iba a permitir que nadie intentara abusar de ella pero ¿Era solo por la amistad que les unía? Si era así, ¿A que se debía esa extraña furia que sintió cuando la vio en el coche de Kouga o cuando percibió las intenciones de Hojo de conquistarla? Él no tenía ningún derecho sobre ella así que no entendía porque esas cosas le molestaban tanto. Se dijo a sí mismo que sólo era el afán de protección que sentía por ella. Después de todo era su mejor a miga, como una hermana para él.

"Entonces ¿Por qué me he sentido así cuando la he besado?" Se habían besado cuatro veces, una de ellas de forma bastante íntima y Kagome le había correspondido. ¿Por qué era todo tan confuso? Intentaba autoconvencerse de que todo era fruto de la necesidad pero esa extraña sensación en el estómago… Nunca antes la había sentido, ni siquiera con Kikyo. Pero no podía estar sintiendo nada por Kagome porque él aún quería a Kikyo a pesar de lo que ella le había confesado el día en que dejaron la relación…

"¿Y porque diablos me he sentido decepcionado cuando ella ha retirado la cara?"

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Lejos de allí, una pareja se encontraba haciendo el amor. Ella, pelirroja y él con una larga coleta. Los cuerpos sudorosos se movían al compás pero había algo que no estaba bien. Cada uno de sus encuentros había sido parecido. Él llegaba, frustrado, y ella lo dejaba pasar hasta que inevitablemente terminaban en el dormitorio.

De pronto, los cabellos pelirrojos desaparecieron dejando paso a una larga melena oscura, los ojos se oscurecieron y la piel palideció. La voz que gemía su nombre con cada embestida dejó de ser la de Ayame para convertirse en la de Kagome. Kouga sonrió para sí mismo. De momento, tenía que conformarse con tenerla en su imaginación, pero algún día la tendría bajo su cuerpo, mientras lo abrazaba con sus largas piernas, como la pequeña Ayame hacía en esos momentos.

- Te quiero Kouga…

Kouga gimió como respuesta mientras que esparcía su semilla en el interior de ella.

CONTINUARÁ

Bueno, he actualizado dos capítulos en una semana, no os quejaréis…

Recapitulando: Kikyo se ha enterado de que Inuyasha está rehaciendo su vida y pronto intervendrá en ello. Kouga mantiene relaciones con Ayame. Inuyasha empieza a confundir sentimientos ¡¡Esto toma buen rumbo!

En cuanto a la sugerencia de algunos de que entre un nuevo personaje masculino en acción… lo tengo en cuenta. ¿Shessoumaru? ¿Bankotsu? ¿Naraku? Estoy en fase creativa, así que os pido apoyo antes de que aparezca algún bloqueo.

Besos, Catumy