Quiero aclarar que en este fic los personajes viven en la época actual y que, como no tengo muchos conocimientos acerca de la cultura japonesa, pues sus costumbres y su forma de hablar será más occidental, por decirlo de algún modo. Si alguien se siente ofendido lo siento mucho. Prometo mejorar si sigo escribiendo. Bueno, allá vamos. Espero que os guste

Atención: ninguno de los personajes me pertenece ni pretendo ganar nada con ellos. Nada de denuncias, por favor.

- Con guión: lo que hablan.

En cursiva los pensamientos.

((blabla)) Lo digo yo

LA MEJOR AMIGA

Por Catumy

(En el capítulo anterior)

¿Por qué era todo tan confuso? Intentaba autoconvencerse de que todo era fruto de la necesidad pero esa extraña sensación en el estómago… Nunca antes la había sentido, ni siquiera con Kikyo. Pero no podía estar sintiendo nada por Kagome porque él aún quería a Kikyo a pesar de lo que ella le había confesado el día en que dejaron la relación…

"¿Y porque diablos me he sentido decepcionado cuando ella ha retirado la cara?"

Capitulo 7. Viernes de nuevo

La semana trascurrió lentamente, día a día, sin que pasara nada digno de mención. Inuyasha había ido a trabajar a la empresa ganándose el respeto y la admiración de muchos por su forma diligente y eficaz de realizar sus tareas. Ya nadie le miraba mal por ser el hijo del jefe ni por creer que no había entrado a la empresa por sus propios méritos. Había demostrado con creces que era un buen trabajador y que no iba a cobrar un sueldo que no se mereciera. Aunque le había parecido obtener miradas lujuriosas de algunas de sus compañeras de trabajo, no estaba seguro de lo que eso significaba. En todo caso, no le interesaban.

Las noches fueron lo peor. Solo en su apartamento había tenido mucho tiempo para pensar. Sobretodo en Kikyo. Después de mucho meditarlo, creía que había llegado a la conclusión de que la ansiedad que días antes sentía por recibir alguna señal de Kikyo se había desvanecido. Hacía una semana habría hecho cualquier cosa por una llamada, una visita, una reconciliación… ¿Qué había pasado en esos siete días? La expresión de ella cuando lo vio besándose con Kagome había sido de ¿Celos? No estaba seguro pero, durante esos siete días, Inuyasha no pensaba en la cara de Kikyo. Pensaba en la que puso Kagome.

Tenía que reconocer que se había portado como un canalla con su amiga, usándola de cebo para atraer de nuevo a su ex novia. No era justo para la pobre chica que el la tratara como si fuera un vulgar objeto… recordar la cara de decepción cuando descubrió a Kikyo entre la gente en el Sengoku o la forma en que retiró la cara cuando fue a besarla en la entrada del templo… Le dolía, tenía que reconocerlo. ¿Por qué? Al principio quiso pensar que era simplemente arrepentimiento por haber jugado con los sentimientos de ella. No se besa a una amiga de esa forma. Pero día a día, teniendo tiempo para pensar en cada detalle, en cada expresión, en cada palabra… Deseó golpearse a sí mismo cuando descubrió que no tenía ni idea de lo que le pasaba con Kagome. Ni la más remota idea.

-.-.-.-.-.

Era viernes, el día socialmente más importante de la semana pero para ella ese día iba a ser sólo uno más. Desafortunadamente no podía salir a despejarse como tenía por costumbre sino que debería quedarse en casa todo el fin de semana. Su hermano Souta viajaba con el equipo de fútbol y su madre se había ofrecido para acompañar a los chicos durante esos días, junto a otras madres. Así que solo quedaba ella para cuidar de la casa y había prometido que no saldría para no preocupar a la mujer.

Para ella la semana también había transcurrido lenta y aburrida. En varias ocasiones se había descubierto a si misma mirando el teléfono en espera de que sonara para que alguien la sacara de ese estado de hibernación que mantenía desde que Inuyasha la acompañó a casa. Desde ese fatídico momento en que retiró la cara para evitar que la besara ¿Era decepción lo que creyó ver en la mirada masculina? Seguramente solo fueron imaginaciones de una mente demasiado desquiciada. No podía seguir jugando a ser la novia del hombre del que estaba enamorada. Aunque, a decir verdad, se había maldecido mil veces por no haber aceptado ese beso y probado una vez más el sabor de Inuyasha.

Sango la animó a seguir adelante con la tarea de enamorarlo pero ella seguía sin estar segura. Si se entregaba demasiado estaba segura de que iba a sufrir ya que Kikyo tarde o temprano haría su aparición, sobretodo después de ver la expresión de su cara cuando descubrió el beso entre ella e Inuyasha. Eso si no estaban juntos de nuevo, ya que Inuyasha no había dado señales de vida en toda la semana. Seguramente porque no la había necesitado.

Kagome se odió a si misma al pensar así del chico. De acuerdo que lo que hacía no estaba bien pero también debía tener en cuenta que eran amigos desde hacía mucho tiempo y que él nunca había fallado en nada que ella había necesitado en ese tiempo. Nunca.

Era la última clase del día. Tamborileaba nerviosamente con los dedos, deseosa de poder marcharse a casa. Mientras trataba de seguir la aburrida explicación notó como algo dentro de su bolso se movía. Con disimulo, miró dentro para comprobar que acababa de llegarle un mensaje al móvil. Agradeció mental mente el haberse acordado de ponerlo en modo vibración, que vergüenza si hubiera sonado en medio de clase. El mensaje era de Inuyasha.

"¿Paso a buscarte a clase?"

Ella sonrió. Inuyasha nunca mandaba mensajes demasiado largos. Pensó que si venía a recogerla llegaría antes a casa y así podría despedirse de su madre y su hermano antes de que se fuesen a la estación. "Pero ese no es el único motivo ¿verdad Kagome? Reconoce que te mueres de ganas de verle de nuevo". Obligó a la vocecilla de su interior que se callara y contestó al mensaje lo más rápido que pudieron escribir sus temblorosos dedos.

"Termino en media hora, te espero en la puerta principal de la facultad".

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Aún se asombraba de haber escrito ese mensaje. ¿Pasar a buscarla? Un acto aparentemente inocente pero que podía írsele de las manos con facilidad. Quizá lo mejor sería dejar que fuera ella la que actuara primero, para no volver a meter la pata si se le antojaba besarla.

Tuvo la fortuna de encontrar parking a la primera, en un sitio desde el que podía ver la gente que entraba y salía del edificio donde estudiaba Kagome. Mientras esperaba la salida de la chica, dejó que su cerebro divagara un rato.

FLASHBACK

- Kagome, ese tipo pretendía utilizarte, usar tu cuerpo y yo…

- ¿Acaso no es lo mismo que haces tú? – El comentario fue dicho sin pensar y Kagome se arrepintió de inmediato.

- Kagome…

- No quería decir eso. – Ella miraba a todos lados, buscando alguna escapatoria mientras evitaba el contacto visual con el chico.

- ¿Te sientes utilizada?

- Lo he dicho sin pensar pero… - Inspiró para coger fuerzas. Era ahora o nunca – Lo que ha pasado en la discoteca… No vuelvas a hacerlo. Me sentí utilizada

FIN DEL FLASHBACK

Pensamientos de ese tipo habían estado acosándolo toda la semana. Pero lo peor de todo es que había llegado a la conclusión de que no se arrepentía de haberla besado. No se arrepentía en absoluto. Es más, si se concentraba, podía recordar el sabor de los labios de Kagome, el suave tacto de su lengua…

Sacudió la cabeza y maldijo por lo bajo ¿Desde cuándo era un pervertido? Eso se le daba mejor a Miroku… ¿Por qué tenía que recordar tan vividamente el beso de Kagome? La única solución que estaba dispuesto a afrontar era hablarlo directamente con ella, contarle su extraña confusión. De este modo, cuando ella le dijera que solo eran amigos, todo se arreglaría dentro de su cabeza. Estaba seguro de ello.

Unos metros más lejos, divisó la esbelta figura de Kagome. Iba vestida de forma cómoda, con vaqueros ajustados y un suéter blanco. Sin embargo, la sencillez de su atuendo no impedía que muchos chicos se volvieran a su paso y que murmuraran entre ellos. A Inuyasha le molestó ver eso. Salió del coche para que ella pudiera verlo y poderse marchar de una vez por todas de ese sitio donde todos parecían estar mirando o hablando de su amiga. Sin embargo, vio algo que lo obligó a detenerse un segundo.

Kagome. Con un chico. Se fijó más y pudo ver que se trataba de Hojo, ese idiota con el que había peleado unos días atrás. Enfurecido, vio como él tenía el descaro de tomar a Kagome por las manos mientras ella tenía una sonrisa que saltaba a la vista que era forzada. Eso fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Inuyasha. Cerró la puerta del coche de un portazo y se acercó a la pareja dando grandes zancadas, estando junto a ellos en un instante. Estiró el brazo y, tomando a Hojo por el hombro con fuerza, lo obligó a separarse de Kagome, haciéndolo perder el equilibrio de modo que casi lo tiró al suelo.

- ¡Creía que te había quedado claro que no te quería cerca de ella!

- ¡Inuyasha! – A Kagome no le hizo falta mirar a su alrededor para notar como un grupo de personas observaba la escena con curiosidad. Hasta podía escuchar los murmullos "Es un triángulo amoroso", "Ese es el chico que dicen que es una máquina en la cama". No les hizo demasiado caso porque lo que tenía en frente requería mucho más de su atención que ese grupo de chismosos.

- Espera, estás equivocado. – Intentaba explicarse Hojo mientras el enfadado hombre de cabellos oscuros avanzaba hacia él.

- ¿Tan equivocado como la otra noche? Eres una basura.

- Inuyasha está bien- Ella lo tomó del brazo evitando que diera un paso más en dirección al asustado chico de ojos claros. –Él solo se estaba disculpando. – Inuyasha volvió la cara para mirarla a los ojos. Kagome sintió que el corazón iba a salírsele del pecho cuando sus ojos entraron en contacto con esas fascinantes orbes doradas.

- ¿Disculpando?

- Exacto. Me comporté como un desgraciado con ella y quería disculparme… Y contigo también Inuyasha. No la respeté aún sabiendo que era tu novia. Te ruego que me perdones – Inclinó casi medio cuerpo mientras hacia una especie de reverencia, pidiendo perdón.

Inuyasha no confiaba del todo, aunque debía reconocer que las intenciones del muchacho parecían sinceras. Kagome solo deseaba que se la tragara la tierra. Ahora todo el mundo creería que ese apuesto chico de cabello oscuro era su novio. Que humillante sería si finalmente regresaba con Kikyo.

- Está bien, pero mantén tus manos alejadas de ella. ¡Kagome! - ella dio un respingo, extasiada hasta ese momento con las hermosas facciones del rostro de Inuyasha. – Vámonos.

El círculo de gente empezó a disolverse al ver que ya no había nada de interés. Kagome casi trotaba para poder seguir el ágil paso de Inuyasha que la guiaba hasta el coche.

Unos minutos después, ya en camino al templo, Inuyasha miraba a la chica de reojo, observando el aire distraído que ella tenía esa tarde.

- ¿Ocurre algo Kagome?- Ella levantó la vista al escuchar su nombre – No has dicho nada en todo el camino.

- Solo pensaba… No es nada, no te preocupes- La verdad era que si estaba muy preocupada. Preocupada por no lanzarse literalmente al cuello del chico y besarlo con ansia. Preocupada por no reclamarle que apagara el fuego que encendió aquella noche en la discoteca. Preocupada porque sabía que, a pesar de todo, él solamente la veía como a su hermanita, como a su mejor amiga.

Tras unos minutos de silencio, él volvió a aventurarse a hablar.

- ¿Has quedado para salir hoy?

- ¿Qué? No, no. Este fin de semana me quedo en casa.

- Que raro en ti… - Dijo con toda intención. Ella le sacó la lengua.

- Mi madre y mi hermano salen de viaje y yo me tengo que quedar a cuidar la casa.

- ¿Tienes la casa entera para ti sola? Podrías aprovecharlo…

- No pienso dar una fiesta – Contestó ella automáticamente. La última vez que lo intentó, acudió la policía a causa del escándalo que armaron así que estaba escarmentada de la experiencia.

- Yo me refería a algo más privado. Lo tienes perfecto para mantener relaciones sexuales con toda comodidad.

Aunque el chico le guiñó el ojo dándole a entender que solo bromeaba, ella no pudo evitar que la sangre subiera a toda velocidad a sus mejillas, lo único que atinó a hacer fue girar la cara como si mirara por la ventana. No quería que Inuyasha le preguntara en que demonios estaba pensando y porque se ruborizaba de esa forma. No podía confesarle que se había imaginado manteniendo esas relaciones sexuales con él.

- N… no… no hagas bromas Inuyasha. – él se limitó a reírse.

- ¿Vas a decirme que no sería la ocasión ideal? – Volvió a reírse. Al ver que no contestaba inclinó un poco la cabeza para ver la cara de ella. Aunque la tenía apoyada contra el cristal pudo ver el color rubí de sus mejillas.

- Cállate Inuyasha.

- Kagome ¿Quieres decir que tu nunca…?

- Cambiemos de tema ¿Quieres? – todavía era incapaz de mirarlo a la cara. Con cada palabra sentía sus besos, sus caricias… estaba muy, pero que muy nerviosa. Pero si un Inuyasha bromista era difícil de soportar, nunca supuso la tortura que supondría uno seductor.

- Kagome, si necesitas que alguien te enseñe algunas cosas – Hizo énfasis en 'algunas cosas' – No dudes en pedírmelo- Ella se giró abruptamente, incapaz de creer lo que acababa de escuchar. ¿Le estaba haciendo proposiciones?

- ¿Qué? N… no… sabes… no sabes lo que dices.

- Piénsalo¿Quién mejor que alguien a quien conozcas tan bien como a mí para perder tu virginidad? - ¿Alguien a quien conoces? Kagome se dio cuenta entonces de que solo se estaba riendo de ella, lo que la hizo contestar echando mano de su orgullo.

- ¿Y quien te ha dicho a ti que necesito que me enseñen nada? Quizás te sorprendiera Inuyasha.

El chico apretó el volante entre sus manos. El imaginarse a Kagome bajo las manos de otro lo puso furioso sin saber por que. Se dijo a si mismo que era solo la sobreprotección típica del mejor amigo, nada más que eso.

- ¿Y quien es el afortunado?

- Eso no es asunto tuyo.

Kagome volvió a acomodarse en el asiento, con los brazos cruzados sobre el pecho. Odiaba la facilidad con la que el chico podía sacarla de sus casillas. Lo miró de reojo y vio que volvía a estar serio "¿Me habré pasado con mis comentarios?"

- Inuyasha…

- Déjame decirte algo: cuando te canses de niños y necesites un hombre de verdad, no dudes en llamarme – Volvió a reírse mientras Kagome le golpeaba en el brazo más cercano.

- ¡Eres un maldito arrogante!

- Fuiste tu misma la que dijiste que era un buen amante. Ahora solo te falta comprobarlo.

- Ni loca me acostaría contigo – Murmuró por lo bajo, haciendo que el chico riera todavía con más ganas.

La conversación terminó en ese punto, pero dentro de la cabeza de ambos, aún duró un largo rato más.

"¿Lo habrá dicho en serio? Acostarme con Inuyasha… la verdad es que no me importaría pero… No de esta forma, mientras él está pensando en otra. Si solamente lo dijera en serio… Y ¿Cuántas mujeres habrán pasado por su cama? Maldita sea, no quiero ser otra víctima de sus encantos. Quiero… quiero ser la única para él… Kagome ¿En que demonios estás pensando?" Si la cabeza de Kagome era un caos, la de Inuyasha no estaba en mejores condiciones.

"Nunca se acotaría conmigo… ¿Y porque querría yo acostarme con ella? No es tan bonita… que estoy diciendo, si es preciosa pero no puedo pensar en ella de esa forma. No DEBO siquiera imaginarme como sería tenerla en mis brazos. ¡Maldición¿Será verdad que alguien ha pasado por su cama? Daría lo que fuera por saber quien ha sido el desgraciado… ¿Hojo? No creo, es un pelele ¿Kouga? Si fuera él lo mataré… Maldita sea, Inuyasha ¿En que demonios estás pensando?"

-.-.-.-.-.-.-.

La puerta de la casa se abrió y una voz femenina anunció su llegada. Souta acudió arrastrando una enorme maleta tras él, dispuesto a pedirle ayuda a su hermana para cargar el pesado equipaje. Su sorpresa fue mayor al descubrir con la muchacha a ese amigo al que tanto admiraba: Inuyasha.

- Hola Souta¿No te parece que esa maleta es un poco grande? Solo os vais dos días.

- Son cosas de mamá, ya la conoces – Contestó haciéndose el mayor para impresionar a Inuyasha. Siempre había sido como un hermano mayor, un modelo para seguir.

- Parece que os vais a la guerra- rió Inuyasha ante el panorama. Varias maletas, una bolsa por la que salían algunos paquetes con comida, zapatos por en medio… En ese momento apareció la madre de Kagome, con una sonrisa en los labios.

- Inuyasha, hacía mucho que no venías por casa.

El chico la saludó educadamente, mostrando una de sus mejores sonrisas, lo que molestó a Kagome, quien se quitó los zapatos de cualquier manera, sin detenerse a desatar los cordones primero.

- Perdona el desorden Inuyasha y pasa a la cocina. Acabo de hacer té.

El chico, después de descalzarse también, obedeció a la amable señora y pasó a la cocina donde un delicioso aroma a té proporcionaba un cálido ambiente, como de hogar.

- Kagome cariño¿podrías traer unas tazas? Sota, retira ese balón de la mesa. – La señora Higurashi se dirigía con cariño a sus hijos, sonriéndoles con dulzura. Inuyasha se preguntó cuanto tiempo hacía que no se sentía tan… cómodo… sentado en la cálida cocina de Kagome, rodeado de su familia, con un té que proporcionaba calor a sus manos.

- Dime Inuyasha ¿Qué tal te va todo¿Tienes trabajo¿Vives solo?

Mientras duraba el té se produjo el típico interrogatorio materno. Inuyasha contestaba todas las preguntas que tanto la señora Higurashi como Souta le iban haciendo una tras otra acerca de su trabajo, su piso, su familia… Todo iba bien hasta que:

- Inuyasha casi no te había reconocido, estás tan alto y tan guapo… Debes tener muchas chicas detrás de ti ¿verdad? – Inuyasha casi se atraganta ante la pregunta de la señora Higurashi mientras que Kagome lo miraba con ojos divertidos "Antes te has reído de mi así que ahora tendrás que enfrentarte tu solo a mi madre porque no pienso pedirle que pare".

- Bueno… No sé que decirle…

- ¿No tienes novia? – siguió preguntando interesada la señora Higurashi.

- Ejem, estooo. No, en estos momentos estoy soltero.

- Que pena Inuyasha. Creo que deberías buscar una buena mujer, que ya tienes la edad adecuada para sentar la cabeza.

Eso fue el límite humanamente soportable. Se puso rojo como un tomate mientras que Kagome estallaba en carcajadas al ver la expresión de su amigo. Inuyasha la miró deseando poder estrangularla ¿De que demonios se estaba riendo¿Y porque no le había ayudado a salir del paso?

- ¡Kagome¿Se puede saber de que te estás riendo? –Souta miraba extrañado a su hermana. ¿A que venían esas risas?

- Oh dios mío, mirad que hora es. Lo siento Inuyasha pero tenemos que coger un tren y aún no hemos llamado al taxi para que venga a recogernos. Souta, coge tu maleta.

- Eso te pasa por ser tan cotilla, mamá.

- ¡Souta! Perdónanos Inuyasha pero tenemos algo de prisa. Me ha gustado verte de nuevo, a ver si vienes más a menudo de visita. Kagome, hija, ayuda a tu hermano mientras llamo al taxi.

- No se preocupe señora Higurashi, yo puedo acercarles hasta la estación, así no tendrán que esperar que vengan a recogerles.

- ¿Tu les llevarás?- Kagome lo miraba desconfiada. A su madre no le gustaba nada la velocidad mientras que a él le encantaba- Mamá, si aprecias tu vida no vayas – agregó con una risita.

- No digas eso Kagome. Inuyasha, eres muy amable pero no queremos ser una molestia…

- En absoluto señora Higurashi – Levantó con facilidad la maleta con la que Souta forcejeaba y se la cargó al hombro como si no pesara nada. Todos se quedaron mirando la tensión de los poderosos músculos de sus brazos. En especial Kagome, por supuesto.

- Muy bien, si no te parece mal… Corre Souta, coge la bolsa de la comida.

- ¿Para que llevas comida mamá? – preguntaba Kagome mientras miraba como entre los tres cargaban toda esa cantidad de maletas y bultos.

- Ya sabes que no me fío de la comida de los trenes, así que voy preparada. Haremos un picnic entre todos ¿Verdad Souta? – el niño enrojeció ¿Cómo podía su madre ponerlo en evidencia de esa forma delante de Inuyasha?

- Mamá, vámonos ya. Hasta el domingo por la noche Kagome. – Normalmente la hubiera besado pero preferiría que se lo tragara la tierra antes de hacerlo delante de Inuyasha.

- Suerte en el campeonato hermanito. Marca un gol en mi honor- contestó la hermana mayor mientras reía por la formalidad del niño.

- Kagome, ten cuidado. Cierra bien todas las ventanas y… ¿Te di el teléfono del hotel? El de la policía y los bomberos está en la nevera y…

- Mamá, que ya no soy una niña… Vete tranquila que no va a pasar nada. – Madre e hija se dieron un abrazo como despedida. La señora Higurashi estaba preocupada por dejar sola a su hija. Tenía miedo de que algo pudiera pasarle a pesar de no ser la primera vez que se quedaba sola en casa. Inuyasha sintió una leve punzada de envidia al ver la escena. Tomó nota mentalmente de ir a visitar pronto a su madre.

- Bien, ya podemos irnos Inuyasha. Que encanto de chico… Debes hacer mucho ejercicio para poder levantar las maletas como si nada – la señora Higurashi volvió al ataque mientras que Kagome no podía aguantar la risa. Inuyasha, con las mejillas levemente coloreadas, se acercó a Kagome, como para despedirse de ella y aprovechó para susurrarle al oído.

- Esta me la pagas Kagome…- Después depositó un beso en su mejilla con infinita ternura, haciendo que la sonrisa de ella desapareciera inmediatamente, dejando paso al ruborde sus mejillas.

Después de esto y una vez seguros de que no se dejaban nada, emprendieron el camino para bajar las largas escaleras del templo mientras la hija mayor de la familia los despedía desde la puerta.

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Hacía un rato que había oscurecido. Kagome estaba echada en el sofá vestida con unos pantalones cotos y un top ceñido, una vestimenta ideal para pasarse la noche viendo alguna película con uncuenco de palomitas en las manos. Ojeaba una revista pensando en que sería buena idea levantarse para prepararse la cena cuando sonó el timbre de la puerta. "¿Quién será a estas horas? Que extraño"

Descalza, caminó hasta la puerta y se asomó por la mirilla antes de quitar el cerrojo. Toda precaución era poca teniendo en cuenta que se encontraba sola en casa. Rió para sus adentros al comprobar que su madre le había metido el miedo en el cuerpo. Aún así, se pudo de puntillas para ver quien había al otro lado de la puerta. Después abrió de un tirón para encontrarse con una brillante mirada dorada y una sexy sonrisa.

- ¿Qué estás haciendo aquí?

- Es obvio. Vengo a pasar la noche contigo.

CONTINUARÁ

Me lo he pasado bien mientras ponía a Inuyasha en el apuro de enfrentarse a las preguntas de una madre, seguro que todos hemos pasado alguna vez por eso. De todas formas, aparte de crear una situación divertida, el interés de la señora Higurashi tiene otra función, que se verá un poco más adelante.

Espero que os haya gustado este capitulo y que así me lo hagáis saber (aunque también son bienvenidas las críticas).

Una cosa más: la llegada de otro chico está cercana, solo estoy buscando el momento apropiado. Sigo aceptando sugerencias acerca de quien puede ser.

Besos, Catumy