Atención: ninguno de los personajes me pertenece ni pretendo ganar nada con ellos. Nada de denuncias, por favor.

- Con guión: lo que hablan.

En cursiva los pensamientos.

((blabla)) Lo digo yo

LA MEJOR AMIGA

Por Catumy

Capitulo 9. El día después

Kagome sentía un puñal clavándose en su pecho pero no se movió ni hizo ningún gesto que pudiera delatar sus sentimientos. Simplemente se quedó allí sentada. Con la mirada perdida en la mesa de centro pero el oído atento a Inuyasha, esperando que cogiera la llamada. Pero parecía que no pensaba contestar, pues estaba mirando fijamente el teléfono, como si se tratara de un fantasma.

El chico deseó inmediatamente morderse la lengua o morirse allí mismo. ¿Cómo había sido tan estúpido de decir el nombre de Kikyo en voz alta? Su maldito subconsciente le había traicionado en un momento tan delicado. Miró de reojo a Kagome, viendo que ella no sa había movido del sillón. ¿Significaba eso que no le importaba lo que había ocurrido¿Qué le daba igual que Kikyo le llamara?

- ¿No vas a cogerlo Inuyasha?

El chico respiró profundamente, cogiendo fuerzas para atender esa llamada. Si bien durante bastante tiempo hubiera dado lo que fuera por recibirla, ahora daría su vida porque nunca se hubiera producido. O, al menos, no delante de Kagome ni mientras se estaba besando con ella. ¿Cómo se podían complicar tanto las cosas en un solo momento?

- ¿Inuyasha?

"Vamos maldita sea, cógelo de una vez. Tarde o temprano ibas a tener que enfrentarte a ella ¿No? Es el momento de saber si solamente estabas jugando conmigo"

Inuyasha descolgó, encomendándose a Dios o al diablo, que más daba en esa situación.

- ¿Diga?... Hola Kikyo… Estoy bien… Si, ya…- Kagome veía la tensión en el rostro masculino ¿Qué demonios le estaría diciendo la Diva? - ¿Ahora? Lo siento, no me va bien…- La miró de reojo, deseando que no pudiera escuchar nada de lo que Kikyo le estaba diciendo – Está bien, mañana. Adiós.

Colgó. No se había dado cuenta en que momento había comenzado a transpirar pero lo cierto era que su camiseta comenzaba a pegarse a su torso. ¿Por qué ahora¿Por qué en ese preciso momento? Dejó el teléfono en la mesa y se sentó en el sofá, junto a Kagome. Ella encogió las rodillas, apoyándolas sobre su pecho, como si quisiera protegerse de algo, probablemente de él. "Perfecto Inuyasha, a ver como arreglas esto". Se volteó para tenerla en frente y poder verle la cara.

- Era Kikyo…

- Lo sé – murmuró ella, evitando el contacto visual directo. Temía que a través de sus ojos él pudiera descubrir sus sentimientos.

- Quería… quería que quedáramos hoy- ¿Por qué se sentía con la obligación de contárselo a Kagome¿Porque había sentido que la estaba traicionando mientras hablaba con su ex? Kagome no contestó, se limitó a mover los dedos de los pies. – Pero le he dicho que no

- ¿Por qué?- los ojos de Kagome se iluminaron. ¿La había rechazado? Quizás eso significara algo. Lo miró a los ojos, haciendo contacto directo por primera vez desde que dejaron de besarse.

- Por que estoy aquí contigo.- Ella comenzó a sonreír tímidamente – Y le prometí a tu madre que no te dejaría sola…

Kagome escondió de nuevo la cara ¿por su madre¿Y que pasaba con ella misma¿Es que acaso no le importaba que unos minutos antes se hubieran estado besando? Tensó la mandíbula esperando que él continuara.

- Pero hemos quedado para mañana por la tarde, para hablar.

- Para hablar…- repitió ella mecánicamente.

- Dice que me ha echado de menos y que quiere verme, que tiene algo importante que decirme y…

Kagome se levantó del sofá. Necesitaba espacio para respirar, para pensar…

- ¿Sabes lo que eso significa Kagome? – Ella negó suavemente con la cabeza – Si me echa de menos es posible que quiera que… volvamos a estar juntos

- ¿Vas a volver con ella?

- No lo sé… - Indecisión de nuevo. Kagome no pudo soportarlo más. Se giró hacia él, con los ojos llameando por la furia y los brazos crispados, de forma que no pudo evitar levantar la voz.

- ¿Vas a ser tan idiota de darle otra oportunidad después de todo lo que hizo? Pensaba que eras más inteligente como para caer de nuevo en sus brazos. – Inuyasha se levantó, poniéndose a la altura de ella.

- Solo hemos quedado para hablar, eso no quiere decir nada

- No es eso lo que me acabas de decir.

- ¿Y que acabo de decir?

- ¡Que es posible que quiera que volváis juntos!

- ¿Y no era ese el objetivo de nuestro trato? – Kagome se quedó callada, haciendo esfuerzos sobrehumanos por respirar – Creí que eras mi amiga y que te alegrarías por mí.

Kagome dio un paso atrás, separándose de él. Apretó un puño para no abofetearle ¿Alegrarse por él? Claro, siempre es motivo de alegría que la persona a quien amas se largue con una mujer que no hace más que utilizarlo. Cuando habló, su voz sonaba aparentemente tranquila, como si toda la furia que sentía antes hubiera desaparecido, dejando su sitio a la tristeza y la decepción.

- Soy tu amiga pero no esperes que me alegre por esto.

- Kagome… - intentó acercarse a ella, tocarle un brazo pero de nuevo la muchacha se alejó de él - ¿Qué pasa?

- Estoy cansada… Me voy a dormir

Corrió hacia la puerta, deseando escapar de esa mirada dorada. No podía soportarlo más ¿Tan rápido se había olvidado de lo que había ocurrido entre ellos? Oyó que la llamaba suavemente y se volvió.

- Puedes irte si quieres, Inuyasha. Yo estaré bien.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-

"¿Por qué¿Por qué? Nunca debí aceptar ese juego. ¿Y ahora que? Se irá con Kikyo y yo… Yo tendré que joderme, que remedio me queda… nunca debí hacerme ilusiones, ya sabía como podía terminar esto… Solo que nunca pensé que fuese a doler tanto ¿Por qué has jugado conmigo Inuyasha¿Por qué has tenido que besarme? Maldito seas, lo has olvidado como si nada pero la verdad es que estabas dispuesto a todo ¿verdad? Porque lo que sentí junto a mi muslo no estaba dentro de tus bolsillos precisamente… Dios mío¿Qué hubiera pasado si no llega a sonar el teléfono¿Hubiéramos sido capaces de…? Tengo que olvidarlo, no puedo hacerme más daño a mí misma…"

Mientras pensaba esto, Kagome lloraba tendida en su cama. Se sentía traicionada aunque no tuviera ningún tipo de relación con Inuyasha. No entendía porque la había besado ¿Solo quería pasar el tiempo¿O compensar el sacrificio de quedarse a dormir en su casa? Al final, después de jugar con fuego, había terminado quemándose.

-.-.-.-.-.-.-.

"Joder que estoy haciendo… He quedado con Kikyo. Bien. Es lo que quería hacer pero… ahora no estoy tan seguro de ello. Kagome tiene razón, Kikyo me ha hecho mucho daño y ¿yo voy a darle una segunda oportunidad? Mierda, es todo tan difícil… Por una parte creo que todavía podrían arreglarse las cosas entre nosotros pero por otra… por otra parte está Kagome. ¿Qué me pasa con ella? La he besado. La he besado por mucho rato y ella me ha correspondido ¿verdad? Claro que lo ha hecho. Y yo he sido tan capullo de quedar con Kikyo delante de Kagome… Cuando aprenderé a mantener la boca cerrada. Pero en fin, Kagome es mi amiga, entenderá que lo que ha pasado entre nosotros pues… Que no debe volver a pasar. Somos amigos, casi hermanos. Ha sido un error y seguro que ella está de acuerdo conmigo. Pero ¿Por qué he tenido que besarla?"

Se durmió pensando que nunca entendería a las mujeres.

-.-.-.-.-.-.-.

Kagome se levantó temprano al día siguiente. Tenía los ojos hinchados por haber llorado casi toda la noche y por la consiguiente falta de horas de sueño. Se vistió con un chándal azul, ideal para ocuparse de las tareas domésticas, como su madre le había encargado. Bajó las escaleras despacio, preguntándose si finalmente Inuyasha se habría marchado a su casa. Obtuvo la respuesta cuando entró en el salón. Se había quedado.

Lo encontró en el sillón, tumbado y profundamente dormido. Llevaba todavía sus vaqueros pero la camiseta estaba colgada junto al jersey que se quitó por la noche. Por tanto, Kagome tenía una vista privilegiada del fuerte torso del chico, y de su expresión serena mientras dormía.

En condiciones normales, Kagome se hubiera quedado mirándolo embobada pero ese día era diferente. Se había prometido a sí misma olvidarlo, sacárselo de la cabeza por difícil que fuera. Después de todo, Inuyasha nunca podría ser suyo, estaba demasiado atontado con Kikyo. Así pues, cerrando los ojos con fuerza para no ver el espectáculo, se fue a la cocina a prepara el desayuno.

El tranquilo sueño de Inuyasha fue interrumpido por el ruido de una tetera hirviendo. Abrió los ojos perezosamente para descubrir que no estaba en su cama. Estaba en el sofá del salón de Kagome. Eso explicaba su dolor de cervicales. Se sentó y estiró los brazos por encima de su cabeza, como para quitarse el sueño del cuerpo. No había pasado muy buena noche, ocupado en sus pensamientos y justo cuando cogía el sueño, tenía que levantarse. Parecía que ese no iba a ser su día.

Desde la cocina, llegó a sus oídos el sonido de un golpe de algo al ser soltadocon brusquedad y una maldición que salía de la boca de Kagome. Se levantó para ver que era lo que daba pie a ese lenguaje tan ordinario.

Entrando en la cocina, lo primero que vio fue un abundante desayuno colocado en la mesa. Lo segundo, a Kagome murmurando por lo bajo mientras mantenía su mano debajo del agua del grifo. La tetera metida de cualquier forma en el fregadero daba muchas pistas de lo ocurrido. Se acercó a ella sin ser notado hasta que habló.

- ¿Te has quemado? – Kagome dio un respingo pero no se giró.

- No es nada. – Inuyasha se colocó pegado a ella, para tomar su mano y ver el estado de la quemadura. De reojo, Kagome pudo ver que seguía sin camiseta. – Cogí mal la maldita tetera y…

- ¿Tienes alguna pomada? – lo interrumpió. La quemadura no parecía muy profunda, pero era mejor prevenir. La chica asintió levemente con la cabeza, manteniendo su mirada fija en las manos de Inuyasha, que sujetaban la suya con cuidado y mimo. Inuyasha se fue al salón, donde estaba el botiquín desde la noche anterior y regresó con el pequeño tubo de pomada para las quemaduras. – Siéntate Kagome

Ella obedeció en silencio, sentándose a la espera de que sería lo siguiente. Inuyasha se sentó a su lado y volvió a tomarle la mano dañada, a lo que Kagome trató de resistirse.

- No estoy inválida, puedo curarme sola.

- Puede ser, pero tu me curaste ayer a mi y hoy es mi turno.- la miró de tal forma que ella solo pudo mirar hacia otro lado, dándole licencia para que curara su herida.

Inuyasha se puso algo de pomada en su mano, pare después extenderla suavemente en la mano de Kagome, masajeando suavemente para no lastimarle la piel quemada. Ese masaje, poco a poco fue convirtiéndose en una caricia para ambos. Los dos miraban sus manos, sin atreverse ninguno a levantar la mirada "Detenlo Kagome, tienes que quitártelo de la cabeza y esta no es la mejor forma…". Carraspeó suavemente y se levantó, rompiendo el contacto que los unía. Susurró un débil 'gracias' y fue a tomar la última bandeja que faltaba para el desayuno. Inuyasha no dijo nada, solo cerró el tubo y se lavó las manos en el fregadero para quitarse los restos de pomada. Pero en su interior lamentaba haberse tenido que separar de la suave mano de Kagome.

- Inuyasha, el desayuno ya está pero… ¿te importa vestirte antes?

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Kagome, acurrucada en la cama, miraba las manecillas del reloj recorrer la esfera de forma constante, sin detenerse. Era la hora. En esos momentos Inuyasha estaría con Kikyo, Dios sabe haciendo que. Desearía poder espiarlos por un agujerito pero sabía que eso era imposible, aunque se muriera de ganas por saber lo que estaba pasando. Estiró las piernas.

Todo se había complicado tanto en una semana… Desde que aceptó hacerse pasar por la pareja de Inuyasha, por hacerle un favor aunque ya sabía que las cosas iban a terminar mal para ella. Y así había sido. Inuyasha estaba con Kikyo, seguramente terminarían volviendo a salir mientras ella… a ella solo le quedaba llorar. De hecho, llevaba un largo rato haciéndolo. Se puso boca arriba, mirando e techo de su cuarto. ¿Por qué había tenido que enamorarse de Inuyasha? Su mejor amigo, nada menos. Un amor tan imposible como si se hubiera enamorado de un príncipe. Totalmente inalcanzable para ella. Maldito Inuyasha. ¿Por qué tenía que ser tan atractivo, divertido, dulce…¿Por qué tenía que ser tan sexy y provocador¿Por qué tenía que estar tan enamorada e ese hombre? Preguntas a las que nunca encontraría una respuesta, por más que las buscara.

Y Kikyo… Había vuelto a conseguirlo. De nuevo lo iba a tener a su disposición, a su lado, en su cama… Sacudió la cabeza. Inuyasha era lo bastante adulto como para darse cuenta de cómo era Kikyo en realidad, de cómo había jugado con él durante mese. Pero, si no lo había descubierto hasta ese momento ¿Iría a hacerlo ahora?

-.-.-.-.-.-.-.-.

Inuyasha miró el reloj. Para no variar, Kikyo llegaba tarde. Se sentía estúpido esperando en esa cafetería desde hacía más de 15 minutos. Pensó en marcharse pero inmediatamente rechazó la idea. Si se iba no sabría que era lo que Kikyo tenía que decirle y no podía evitar sentirse interesado. Después de todo, había estado enamorado de esa mujer durante mucho tiempo. ¿Había o seguía estando? Ni él mismo conocía la respuesta. Se acomodó en la silla, dispuesto a seguir esperando el tiempo que fuera necesario.

La puerta de la cafetería se abrió, dejando entrar a una mujer alta, delgada, de piel pálida y cabellos oscuros, largos hasta la cintura. Inuyasha la miró pensando que se trataba de Kagome pero en seguida se dio cuenta de que no era así. No había ni rastro de esa mirada luminosa y la eterna sonrisa que caracterizaban el rostro de su amiga. En cambio, se encontró con unos ojos fríos, apagados y una mueca que pretendía ser una media sonrisa. No era Kagome, era Kikyo.

La mujer lo vio en seguida. Su cabello oscuro y ojos dorados eran fáciles de localizar entre la gente. Sonrió satisfecha de que hubiera acudido a su llamada, como un perrito acudiendo a la voz de su amo. Caminó contoneándose hacia la mesa donde Inuyasha la esperaba sin quitarle la vista de encima. Punto para ella. El largo rato que había pasado frente al espejo, vistiéndose y acicalándose para el reencuentro habían merecido la pena al ver la mirada con la que el hombre la obsequiaba. Aunque ¿A que se debía ese cambio en su expresión en el último momento? Decidió no hacer caso, seguro que estaba demasiado nervioso de encontrarse de nuevo con ella. Intentó sonreír y usó su voz más sensual para saludarle.

- Inuyasha… Me alegro de que hayas venido.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Cuando el teléfono sonó tuvieron que detener su sesión de besos y caricias para atender. Miroku maldijo a su mala suerte cuando Sango se separó de él para tomar su teléfono móvil para ver quien era el causante de esa interrupción. Era Inuyasha.

- ¿Diga?

- Sango ¿está Miroku contigo?

- Si. ¿Quieres que te lo pase?

- No, tranquila. Solo quería preguntaros a ver si os podéis pasar esta tarde por mi casa, a eso de las ocho. Tengo algo importante que deciros.

- ¿Ocurre algo Inuyasha?

- Luego os cuento pero ¿podrías avisar también a Ayame y a Kouga? Necesito que estéis todos.

- Claro… ¿Aviso a Kagome también?

- No, no. Ya he hablado yo con ella. Gracias Sango, nos vemos a las ocho.

Colgó sin esperar respuesta. Ella se quedó mirando el teléfono preguntándose que demonios sería tan importante como para convocar a todos sus amigos. ¿Tendría algo que ver con Kagome? Quizás al final se había enamorado de ella… Si así era, se sentía muy feliz por su amiga. Miroku se acercó a ella y la besó en el cuello. Bueno, aún faltaban un par de horas para las ocho…

-.-.-.-.-.-.-

Kagome fue la primera en llegar, de eso se había ocupado él personalmente, diciéndole que acudiera media hora antes que los demás. Necesitaba que ella fuera la primera en saber lo que había pasado en la cafetería con Kikyo. Después de todo, era gracias a Kagome que se encontraba en esa situación. ¿Gracias a ella o por su culpa?

Abrió la puerta y la miró sutilmente: un pantalón gris y un jersey de punto. Iba sencilla como siempre pero a la vez resultaba tan femenina… Inició un movimiento para besarla en la mejilla pero ella entró rápidamente en la casa sin ser invitada, evitando así el contacto entre ambos.

- ¿Soy la primera en llegar?

- Si. De hecho, soy yo que te he hecho venir antes.

- ¿No irás a pedirme que te ayude con las bebidas? – recorrió el confortable salón con la mirada. No era para nada como ella se lo había imaginado. Estaba bastante ordenado, teniendo en cuenta que era el apartamento de un hombre soltero. No se hubiera sorprendido si las sillas estuvieran llenas de ropa y el fregadero hasta los topes.

- En realidad, quería hablar contigo ants que con el resto pero si no te importa preparar algo… - Ella se giró y lo miró con una cara que decía "¿Se supone que tengo que reírme de eso?" que hizo que se borrara de golpe la sonrisa en la cara de Inuyasha. Kagome no estaba para bromas. Se fijó con algo más de detenimiento en su cara, encontrando unos ojos ligeramente hinchados, como si hubiera estado llorando. - ¿Ocurre algo Kagome?

- No¿Por qué?

- Tienes mala cara – ella miró hacia otro lado, haciendo como si le interesara mucho el mobiliario del salón.

- Estoy bien… - Su vista se paró en una fotografía que le era familiar. Fue tomada hacía bastantes años, cuando todavía iban a la escuela primaria. En ella, amontonados unos encima de otros como si fueran un equipo de rugby, aparecían todos: Ayame, Kouga, Sango, Miroku y ellos dos. Sucios, despeinados… pero felices. Kagome no pudo evitar sonreír al ver esa imagen. Recordó como ese día habían terminado de barro hasta las cejas, ya que habían jugado en el jardín trasero de Inuyasha, y que su madre la regañó cuando regresó a casa.

- ¿Te acuerdas de ese día? – Inuyasha apareció súbitamente detrás de ella, tomando la foto entre sus manos para verla más de cerca. También una sonrisa apareció en sus labios.

- Te peleaste con Kouga.

- Intentó besarte. – Se miraron a los ojos unos segundos, hasta que Kagome desvió la mirada de nuevo. Era muy difícil para ella esa situación, esa incertidumbre. Necesitaba saber que había pasado con Kikyo y que papel iba a ocupar ella de ahora en adelante.

- ¿Que es lo que me quieres contar? – se sentó despreocupadamente, intentando parecer casual al preguntarle eso.

- Pues… - Se pasó una mano por el cabello, pensando como abordar el tema – Se trata de Kikyo.

Ella tragó saliva. Había llegado el momento. Las siguientes palabras de Inuyasha podían hundirla en la miseria o levarla a las nubes. Pero dependía de él. Lo miró con ansiedad mal disimulada.

- Tu dirás...

- Resumiendo: me dijo que me echaba mucho de menos y que quería que volviéramos a intentarlo. - ¿Por qué se le hacía tan difícil decir lo que seguía¿Por la mirada de Kagome fija en la suya? Decidió que lo único que se veía capacitado para hacer era confesarlo todo del tirón. Sería lo más fácil para ambos. Tomó aire y habló de nuevo.

-.-.-.-.-.-.-.-.

Seis personas estaban reunidas en el salón. El silencio reinaba en la habitación, esperando todos expectantes lo que Inuyasha quería contarles. Sango miraba de reojo a Kagome que no se había movido ni un ápice desde que llegó la última persona, Ayame. ¿Seria verdad que la noticia tenía algo que ver con su amiga? Pero Kagome no la miró. Mantenía la mirada fija en un punto indeterminado, pensando en lo que había pasado solo unos minutos ante, en lo que Inuyasha le había dicho…

El anfitrión no sabía por donde empezar. Miroku le habló pero ni siquiera entendió sus palabras, debido al desorden que había en su mente. Todavía podía escuchar las duras palabras de Kagome en su cabeza "No sabía que fueras tan estúpido". Respiró fuerte. Se arriesgaba a recibir la misma respuesta por parte del resto del grupo pero ellos le habían apoyado siempre, y se merecían saber lo ocurrido de sus propios labios.

- Inuyasha ¿vas a decirnos de una vez por que nos has hecho venir?- la voz de Kouga lo sacó de sus ensoñaciones. Aunque le molestara reconocerlo, el chico tenía razón, ya era hora de hablar.

- Pues… - Todos le miraron ¿Había dicho lo que ellos habían creído escuchar? Sango miró discretamente a Kagome para ver su reacción pero la muchacha seguía sin reaccionar. Eso quería decir que lo que Inuyasha había dicho… no era una broma.

- ¿Estás seguro de esto Inuyasha?- Miroku formuló la pregunta que casi todos tenían en mente en esos momentos.

- ¿Después de todo lo que ha pasado? – Ayame no podía creerlo.

- Es su decisión, basta de preguntas – Kouga les detuvo, sonriendo. Había segundas intenciones en sus palabras. Ahora iba a tener camino libre…

Kagome parpadeó por primera vez en mucho rato, con tal mala suerte que al hacerlo una lágrima se deslizó por su mejilla. Movió su mano rápidamente para retirarla deseando que nadie se hubiera percatado de ello pero no notó que unos ojos dorados habían estado observando sus movimientos. Le había dolido tanto escuchar esas palabras por segunda vez en los labios de Inuyasha.

- He vuelto con Kikyo…

CONTIINUARA

Se que queréis torturarme, matarme y enterrarme bien profundo pero no os preocupéis por nada que yo todo lo que fastidio lo acabo arreglando después.

Besos, catumy