Atención: ninguno de los personajes me pertenece ni pretendo ganar nada con ellos. Nada de denuncias, por favor.
- Con guión: lo que hablan.
En cursiva los pensamientos.
((blabla)) Lo digo yo
LA MEJOR AMIGA
Por Catumy
Capitulo 12. Revelaciones en el baño
- ¿Acaso… sientes algo por mi¿Es eso Kagome?
Llevaban varios minutos encerrados en ese baño, apretados el uno contra el otro. A Inuyasha se le iban apareciendo imágenes de lo que había ocurrido las semanas anteriores. Cuando aceptó ayudarle, cuando se besaron por primera vez bajo el árbol del templo, cuando bailaron juntos… La tristeza que emitía ella cuando Kikyo llamó para quedar con él y su posterior decepción cuando se enteró de que habían vuelto a empezar de nuevo… ¿Había estado su amiga enamorada de él? La verdad es que eso explicaría muchas cosas… Pero ¿seguiría sintiendo algo por él? Por más que la miraba no podía saber cuáles eran sus sentimientos ya que mantenía bajos sus bonitos ojos.
Kagome se encontraba en un verdadero aprieto, sin salida aparente. Su única oportunidad hubiera sido negarlo todo en el mismo momento en que él le preguntó pero lo único que había acertado a hacer fue ruborizarse y agachar la cabeza avergonzada. Ahora seguro que no la creería si le decía que no… ¿Qué ocurriría si le confesaba la verdad? Quizás no fuera malo que él conociera lo que sentía pero… No podía meterse en una pareja a pesar de que la otra parte implicada fuera Kikyo, eso seguro. Su cabeza iba a una velocidad de vértigo, intentando encontrar una respuesta más o menos aceptable y, sobretodo, creíble. Pero Inuyasha volvió a insistir.
- Kagome…
- Dime – fue lo único que acertó a decir en las condiciones en las que se encontraba. Inuyasha se movió ligeramente con lo que ella perdió cualquier pensamiento medio coherente que estuviera pasando por su mente un segundo antes. El sentir el cuerpo de Inuyasha la seguía poniendo nerviosa. Él no lo notó y creyó que su sonrojo se debía a la pregunta que le había formulado.
- Todo el tiempo que estuvimos fingiendo ser novios… ¿Estabas enamorada de mi verdad? Por eso te afectaba tanto estar conmigo a solas. Por eso respondías cuando te besaba…
- No me lo recuerdes, por favor.
-¿Lo estabas?-insistió él, sin apartar su dorada mirada de ella. Necesitaba saberlo.
Kagome suspiró. No existía forma alguna de pretender engañarlo. La venda de los ojos de Inuyasha había caído y quizás ese era el momento idóneo para sincerarse con él, por mucho que le costara. Tenía que ser fuerte y afrontar los hechos. Inuyasha quería saber la verdad y ella estaba dispuesta a dársela.
- ¿Lo estabas? – volvió a preguntar él. Aunque el silencio de Kagome hablaba por si solo, se sorprendió agradablemente cuando escuchó la respuesta saliendo de sus temblorosos labios.
- Si… - sus ojos permanecían fijos en la punta de un mechón de pelo que le caía por encima del hombro. Si mirara a Inuyasha a los ojos en un momento como ese, una de dos: o le besaba o se echaba a llorar. Y no estaba dispuesta a ninguna de las dos cosas.
- Por eso me dijiste que te sentías utilizada… y te pusiste tan nerviosa la otra noche en tu casa…
Creyendo que él iba a interrogarla sobre esa noche, quiso atajar cualquier pregunta que pudiera hacerle.
- Lo que pasó esa noche fue un error Inuyasha. Nunca debería haber pasado.
Él se sorprendió de nuevo. ¿Un error? Pero si acababa de reconocer que estuvo enamorada de él ¿Dónde estaba el error? A él le había gustado mucho, si era sincero consigo mismo. ¿Debería decírselo?
- Kagome… - se acercó todavía más a ella, apretándola entre su cuerpo y la pared. Ella contuvo la respiración - ¿Sigues sintiendo algo por mí?
- ¿Qué…? – susurró casi sin aliento.
- Todo ese tiempo estuviste enamorada pero ¿Ahora¿Aún lo sientes?
- Qui… ¿Quién te ha dicho que estuviera enamorada? Era solo atracción física. Recuerda que me estuviste provocando y… - las palabras salían de su boca a toda velocidad aunque era poco consciente de lo que estaba diciendo.
- Y dime- la interrumpió divertido por la forma en que ella se empeñaba en negarlo a pesar de la evidencia. ¿Quería hablar solo de atracción física? Mejor para él, después de todo, no quería hablar de sentimientos cuando él mismo no tenía claros los suyos. – Esa atracción que sentías por mí… ¿por eso me correspondías cuando te besaba¿Me deseabas?
- Inuyasha por favor… - su voz apenas se escuchaba ¿Estaba jugando con ella? Miró a los lados tratando de encontrar una salida pero sólo vio como él acomodaba los fuertes brazos apoyándolos en la pared a cada lado de su cabeza, impidiendo cualquier tentativa de escape. Sintió como sus mejillas se teñían de rojo de nuevo.
- Contéstame Kagome. Tengo derecho a saberlo. Quiero saber si te pone nerviosa estar a mi lado, si sientes deseos de besarme como los que yo estoy sintiendo ahora mismo…
Ella levantó la cara encontrándose con una mirada turbadora, casi negra. Bajó su vista un instante a la boca del chico, lo suficiente para notar que sus labios estaban húmedos, preparados para besar, y cerca, muy cerca de los de ella. Tragó saliva.
- Inuyasha, no…
- ¿No vas a contestarme? Entonces tendré que descubrirlo por mí mismo.
Antes de que ella pudiera objetar nada, ya se había hecho dueño de su boca, besándola despacio al principio y, al ver como no se apartaba, incrementando la presión cada vez más, hasta que pudo introducir su lengua en la húmeda cavidad de la boca de Kagome. De nuevo sintió la caricia de su lengua, el sabor de sus labios, el sonido de su respiración entrecortada. Apartó las manos de la pared para colocarlas en las caderas de Kagome, apretándola ligeramente contra él. La chica, con el último resto de cordura que le quedaba, colocó sus propias manos en el estómago de Inuyasha, como para alejarlo de ella, aunque la fuerza se le terminó pronto cuando sintió que una de las manos de Inuyasha se deslizaba suavemente y acariciaba su cadera con suavidad pero con firmeza, hasta llegar a la nalga, donde se quedó unos instantes antes de apretarla con fuerza para acercarla todavía más a su cuerpo.
Kagome abrió los ojos, desconcentrándose de la lengua de Inuyasha, cuando sintió ese agarre que la apretaba contra algo duro que le presionaba la cadera. Echó la cabeza hacia atrás para impedir que Inuyasha siguiera besándola. Cierto que lo deseaba como nunca, sobretodo después de ese beso, pero no estaba dispuesta a seguir adelante. No en un baño publico. No mientras él saliera con Kikyo.
- Detente Inuyasha – susurró muy a su pesar.
- Ya me has contestado Kagome – dijo él con una risita. – Me deseas… - intentó besarla de nuevo pero ella retiró la cara.
- No juegues conmigo Inuyasha. No puedo soportarlo.
- Kagome mírame. – le tomó el rostro con ambas manos, obligándola a levantar la cabeza y a mantenerla a la misma altura que la suya. – No estoy jugando. Quiero besarte y tú quieres besarme a mí ¿Dónde está el juego?
- Yo no… - trató de negarlo pero él la estaba besando de nuevo. No le había soltado la cara así que no pudo apartarse y finalmente acabó correspondiendo su beso.
Inuyasha enredó sus dedos entre el suave cabello de Kagome, peinando los leves rizos que encontraba a su paso. Había olvidado que con un beso se pudiera sentir tan bien, tan compenetrado… se separó bruscamente para mirar a Kagome a los ojos y convencerse de que era ella la que estaba entre sus brazos. Que no era una ilusión como le había ocurrido algunas veces durante esa semana, cuando se había descubierto recordando los momentos de intimidad con ella.
Kagome abrió sus ojos oscuros cuando sintió que Inuyasha se detenía. Deseaba tener la fuerza suficiente para alejarlo de ella, para pedirle que parara pero cualquier pensamiento racional que pudiera haber en su mente pasaba de largo. En esos momentos, solo estaban ellos dos. No existía nadie más…
Inuyasha recorrió con su mirada las facciones del rostro de Kagome, sus grandes y brillantes ojos enmarcados por unas cejas perfectas y largas pestañas, la pequeña nariz, el suave contorno de sus mejillas y la curvatura tentadora de sus labios, esos labios de los que no podía mantenerse apartado por más tiempo. Volvió a abalanzarse sobre ellos antes de que su dueña pudiera tener la más mínima tentación de hacerle parar. Sabía que si seguían así perdería el control, pero no se veía capaz de detenerse teniendo a esa mujer entre sus brazos y viendo la forma en la que ella estaba respondiendo.
Los besos, largos y apasionados, los dejaban sin aliento. Kagome mantenía una lucha interna. Su parte buena le gritaba que lo detuviera, que estaba mal que ese besara con él sabiendo que estaba con Kikyo. Su parte mala… su parte mala había conseguido dominar su cuerpo, haciendo que deseara cada uno de los besos que estaba recibiendo, que sus piernas temblaran ante las caricias que estaba recibiendo, que sus manos cobraran vida propia y acariciaran la fuerte espalda de ese hombre. La sensación era tan maravillosa que decidió seguir de esa forma un poco más, solo un poco. Después le pediría que parara pero primero quería disfrutar un poco más de esos besos que tanto había anhelado y que ahora estaban al alcance de su mano.
Inuyasha abandonó su boca para dedicar su atención al largo cuello blanco de Kagome. Ella gimió levemente pero no sabía si era una forma de protestar o de agradecerle su atrevimiento. Al ser ella más baja, la postura que mantenía mientras le besaba el cuello le estaba forzando la espalda a Inuyasha así que sus manos acariciaron los muslos descubiertos de Kagome un segundo antes de agarrarlos con fuerza y alzarla en un solo movimiento, haciendo que apoyara su cuerpo contra la pared. Las largas piernas de Kagome se vieron fuertemente sujetas contra ambos lados de la cadera de él. Así, manteniéndola levantada en vilo, con las manos en los suaves muslos y la boca en el cuello, Inuyasha pensó que la ropa le estaba apretando demasiado, sobretodo la que cubría el centro de su cuerpo.
Kagome se excitó sin quererlo ante ese agarre. Tenía que hacer un gran esfuerzo para no hacer ruido ya que se exponían a ser pillados. Tenía a un Inuyasha bastante…caliente, para que negarlo. Y lo tenía entre sus piernas. Pero era incapaz de pensar en que sus sexos estaban rozándose ya que estaba abandonada al placer que le provocaba la ardiente lengua de Inuyasha al recorrerle el cuello. Lo escuchó susurrar su nombre con una voz ronca desconocida para ella y sonrió a la vez que apretaba la presión de sus piernas contra las caderas del hombre.
Inuyasha, entendiendo con ese gesto que ella se aguantaría en torno a él con la ayuda de las piernas, se atrevió a dar libertad a sus manos para que exploraran ese cuerpo que le estaba volviendo loco. Primero volvió a apretarle las nalgas con fuerza, levantándola un poco más y colocando frente a su cara ese sugerente escote que antes no se hubiera atrevido a mirar demasiado tiempo. Esos pechos que una vez estuvo a punto de tocar antes de que una inoportuna llamada le interrumpió en su tarea. ¿Debía hacerlo? Quizás fuera ir demasiado rápido para ella… pero la verdad era que él estaba deseando probarla por completo. Si su boca era dulce, sus pechos serían como la miel.
-.-.-.-.-.-.-.-.
- Largo tiempo sin verte Kikyo.
- Has sido muy atrevido invitándome a bailar. Inuyasha podría sospechar algo.
- ¿Inuyasha? Si apenas se ha dado cuenta de que te has levantado.
Kikyo y su pareja de baile miraron hacia donde se había quedado sentado Inuyasha y vieron que se dirigía a los lavabos. Kikyo gruñó ligeramente. ¿Qué demonios le pasaba esa noche a Inuyasha? Ella estaba haciendo lo posible para que la relación funcionara pero él parecía ausente…
- Espero que no estés volviendo a estropearlo todo Kikyo…- ella le sonrió de forma seductora mientras se miraba en los ojos ligeramente rasgados del hombre.
- No te preocupes, cariño. Inuyasha es mío. Lo que planeamos dará resultado.
El hombre, aprovechando la ausencia del novio de Kikyo, se acercó más a ella y, disimuladamente, le apretó un pecho.
- No te olvides de que esto es mío ¿has entendido?
- No te preocupes. Sabes que mi cuerpo es mi mejor arma con Inuyasha pero nunca lo usaría de esa forma.
- Más te vale.
Una vez realizada su amenaza, la soltó bruscamente y se alejó tan misteriosamente como había llegado. Ella, mirando por si alguien conocido la hubiera visto, se dirigió a la mesa a esperar a Inuyasha. Tenía que asegurarse de que lo tenía bien sujeto. La vez anterior lo había echado todo a perder por una reacción impulsiva cuando se enteró del puesto que iba a ocupar en la empresa de su padre. ¿Iba a ser novia de un mediocre informático? Ella quería un empresario, accionista… alguien con poder. Menos mal que el hombre de ojos rasgados y cabellos rizado le había abierto los ojos. Inuyasha era un simple informático, si, pero la empresa era de su padre y tarde o temprano, acabaría heredándola. O al menos subiría puestos con más facilidad que los demás. Por algo era el hijo del jefe. Además de un hombre atractivo con una voluntad fácilmente manejable para alguien como ella. Fue sencillo hacerle regresar a su lado.
Sango, Miroku y Bankotsu estaban charlando en la mesa. Le extrañó que la niña no estuviera con ellos, sobretodo teniendo en cuenta la forma en que había estado pegada toda la noche de ese hombre con trenza, el que la había faltado al respeto al no llamarla por su nombre.
Sonriendo de forma malvada, pasó de largo y se fue directamente a los lavabos cuando escuchó que Sango comentaba que Kagome tardaba mucho en regresar del lavabo y Miroku bromeaba sobre si sería necesario que fuera a buscarla. ¿En el baño? Pues como que se llamaba Kikyo que pondría a esa niña en su sitio si tenía la oportunidad. Kagome debía aprender que no podía besar a Inuyasha y quedarse tan tranquila.
Entró al baño mirando a su alrededor a ver si Kagome estaba por allí. Ni rastro. Debía estar dentro de alguno de los cubículos… La puerta se abrió detrás de ella y dos chicas entraron, sorprendiéndose de encontrársela allí.
- Kikyo que sorpresa verte aquí.
Inuyasha y Kagome se separaron inmediatamente. ¿Kikyo? Se miraron a los ojos con expresiones diferentes. La de Inuyasha reflejaba fastidio, la de Kagome, miedo.
- Dinos ¿Es cierto que has vuelto con Inuyasha¿Después de todo lo que se dijo de él?
Kagome bajó las piernas al suelo y se acomodó la falda. Dio gracias a dios porque las puertas llegaran hasta el suelo y las personas que hubiera fuera no pudieran ver que allí dentro había dos personas. Inuyasha la dejó apartarse muy a su pesar, aunque no opuso resistencia. Estando Kikyo al otro lado de la puerta, no podían seguir como si nada.
- Es cierto Kikyo ¿No decías que Inuyasha era impotente y que no valía nada en la cama? – la pregunta malintencionada de la chica brindó la oportunidad ideal para que Kikyo llevara a cabo su plan.
Kagome miró de reojo a Inuyasha. Parecía furioso al haber recordado los rumores que circularon acerca de él. La chica enrojeció al pensar en la dureza que había sentido entre las piernas y los besos recibidos. No compartía para nada la opinión de que Inuyasha fuera mal amante y mucho menos que tenía problemas de erección. Es más, si miraba un poco más abajo, podía ver como todavía el cuerpo de Inuyasha no se había calmado del todo. Retiró la mirada inmediatamente cuando él la miró de forma interrogante.
Inuyasha no pudo resistir la tentación de mirarla de arriba abajo. Allí, de pie, con el cabello desordenado, las mejillas coloreadas y los labios ligeramente hinchados… Miró de nuevo el suave movimiento de sus pechos, esos pechos que finalmente no había podido tocar y mucho menos probar… la voz de Kikyo le impidió seguir pensando en lo que podría haber ocurrido si no les hubieran interrumpido.
- Eso era lo que se decía pero, en realidad, Inuyasha es un amante fantástico. Y me demostró lo que me había echado de menos el mismo día en que volvimos. Solo le faltó arrancarme la ropa, imaginaos lo encendido que estaba.
Kagome se quedó sin respiración y palideció. ¿Habían estado juntos el mismo día en que volvieron? Entonces quedaba claro que ella no había sido más que una diversión para Inuyasha…
El chico no movía ni un músculo ¿Qué demonios estaba haciendo Kikyo?
Kikyo seguía con su discurso, alabando las cualidades amatorias de su novio.
- Como os lo cuento. Me hizo el amor de una manera… Incluso los vecinos llamaron a la puerta asustados por el ruido que hacíamos.
- Y dinos Kikyo ¿es cierto eso de que cuando lo dejasteis se estuvo acostando con su amiga¿Kagome era su nombre? – la chica volvió al ataque. Envidiaba a Kikyo por el hombre que tenía y estaba dispuesta a remover cielo y tierra para molestar a la mujer.
- ¿Kagome? Ella solo fue un juego para Inuyasha. La usaba para intentar olvidarme. Aunque está claro que nunca lo consiguió ¿Cómo iba a poder una niña borrar la huella de una mujer de verdad?
Las tres mujeres rieron encantadas de poder criticar a alguien que no estaba presente para defenderse. Escucharon pasos alejándose y supieron que se habían marchado y que estaban solos de nuevo.
Inuyasha se volvió hacia Kagome y la encontró pálida.
- ¿Kagome? – tocó levemente su hombro para hacerla reaccionar pero ella le retiró la mano de un golpe.
- No te atrevas a tocarme nunca más. – él la miró a los ojos y vio que estaba luchando por no llorar.
- Kagome déjame explicarte. Lo que Kikyo dijo…
- ¡He escuchado perfectamente lo que Kikyo ha dicho¡No intentes arreglarlo ahora!
Le empujó para salir del baño pero él apretó la puerta para que no pudiera abrirla.
- Déjame salir Inuyasha.
- No hasta que hablemos.
- ¿Qué más quieres de mi? Has vuelto a jugar conmigo y yo he caído como una estupida. Pero no te preocupes por mí y vete con Kikyo a ver si consigue bajarte el calentón porque conmigo no vas a conseguir nada, ni ahora ni nunca.
Inuyasha se quedó tan asombrado por la ruda forma de hablar de Kagome que no pudo evitar que ella abriera la puerta y saliera corriendo a pesar de sus tacones. Tristemente, pensó que aquella imagen de ella huyendo se estaba repitiendo con demasiada frecuencia últimamente.
Inuyasha se sentó en la taza del váter y apoyó los codos en las rodillas. Ahora Kagome pensaba que había aprovechado la situación, que solo era calentura lo que tenía… ¿Por qué Kikyo había dicho esa sarta de mentiras? Que Kagome solo había sido un juego… Vale, puede que al principio no se lo tomara en serio pero desde el momento en que la vio vestida tan sexy y acompañada por Bankotsu… había tenido que reconocerse a si mismo que era algo más que amistad lo que sentía por ella. ¿Deseo? Definitivamente si ¿Amor? Esperaba que no. No podía haberse enamorado de su mejor amiga. Era solo, como ella misma había dicho, atracción física.
Pero además de todo eso de Kagome ¿A que había venido eso de decir que ellos se habían acostado de forma salvaje el día en que volvieron? Por una parte le gustaba que hablara bien de él, para que negarlo, pero ¿Por qué mentía? Ese día habían subido a la casa de ella, supuestamente para que le demostrara cuanto lo había añorado, pero no habían hecho nada. Apenas unos besos y poco más. Ella había intentado seducirlo de varias formas pero él se negó. Su excusa fue que ella siempre le había dicho que quería llegar virgen al matrimonio así que intentar nada en ese momento era una mala idea, ya que lo iba a dejar a medias cuando lo hiciera pararse como otras veces ya había hecho. Lo seducía, lo calentaba y a la hora de la verdad… le obligaba a pararse. Si tan segura estaba que quería entregarse solo al que fuera su marido ¿a que venía el incitarlo tanto? Era algo que siempre le había molestado mucho pero no fue realmente por eso por lo que se negó ese día. La verdad era que se sentía culpable, como si estuviera faltando al respeto a alguien. En ese momento no sabía el porque de esos pensamientos pero ahora, sentado en un baño de mujeres, después de haber estado más caliente que en toda su vida junta, sabía a quien hubiera fallado si se hubiera acostado con Kikyo. A Kagome. Y ahora ella creía que había mantenido relaciones sexuales con su novia.
Se levantó de un salto y salió del baño como una tromba, sorprendiendo a una mujer que acababa de entrar. Tenía que explicarle a Kagome que no era cierto, que no se había acostado con Kikyo… la buscó entre la gente y no la encontró. Vio a Miroku y corrió hacia él.
- ¡Miroku¿Dónde está Kagome?
- ¿Kagome? Vino diciendo que se encontraba mal. Estaba muy pálida y como había tardado tanto en el baño… Supongo que algo le ha sentado mal porque no ha bebido nada
- ¿Dónde está ahora? – volvió a preguntar, impaciente.
- Sango se la ha llevado a su casa.
Inuyasha no escuchó ni una palabra más y salió corriendo. Recordó que había visto el coche de Sango aparcado cerca del suyo así que si se daba prisa todavía podría atraparlas. Tenía que decirle a Kagome que todo era un error, que nunca había jugado con ella y que no se había acostado con Kikyo.
Pero un hombre se interpuso en su camino cuando entraba en el aparcamiento. Un hombre alto, atractivo y con una larga trenza.
- Parece que tienes prisa Inuyasha.
- Ahora no tengo tiempo Bankotsu. – Mirándolo desafiante pasó por su lado pero el chico le empujó, impidiéndole el paso.- ¿Qué demonios estás haciendo? – deseaba golpearle pero no podía entretenerse.
- Óyeme bien Inuyasha, no se lo que le has hecho a Kagome pero no dejaré que sigas haciéndole daño así que quédate lejos de ella.
- ¿Y tu quien eres para decirme que no me acerque a Kagome? Siempre ha sido mi amiga y tú no vas a cambiarlo.
- No hará falta Inuyasha. Tú mismo estás haciendo méritos para perderla en todos los sentidos.
- No pienso perderla
- Puede que ya lo hayas hecho.
Las chispas saltaban entre ellos. Cualquier movimiento podía favorecer una pelea y ambos lo sabían.
- Déjame pasar Bankotsu, no te lo repetiré.
- Si de verdad es tu amiga, si sientes algo por ella aunque solo sea amistad… déjala tranquila. Ya ha llorado bastante por ti
Inuyasha estaba furioso ¿Quién se creía que era ese tipo¿Acababa de conocerle y ya se atrevía a juzgarle?
- Pero eso te conviene ¿No es así Bankotsu? Así estás tu para consolarla y quien sabe que más.
- Estás equivocado. Kagome es una gran mujer y me encantaría que se fijara en mí. Pero si sigues atormentándola así nunca podrá olvidarse de ti ¿No lo entiendes? Si quieres que sea feliz deja que te olvide.
La mirada de Inuyasha cambió. De la furia pasó a la duda ¿Tanto daño le había hecho a Kagome¿Estaba impidiendo que fuera feliz? Pensó en ella, en lo alegre y divertida que había sido siempre… ¿Cuánto tiempo hacía que no se reía con él como se había reído esa noche con Bankotsu? Mucho. Demasiado.
- Bankotsu… ella y tú…
- Solo somos amigos. Nunca hemos estado juntos si es lo que quieres saber.
Los músculos de Inuyasha se relajaron. Si hubiera llegado a decir que la había tenido de alguna manera, seguramente le habría partido la nariz de un puñetazo. Pero no. Solo eran amigos. Aliviado, le pasó por la mente la sonrisa de Kagome cuando bailaba con Bankotsu y las lágrimas que había en sus ojos cuando salió del baño. Pero inmediatamente recordó los suaves gemidos que había conseguido arrancarle, la pasión con la correspondía a sus besos… ¿Tenía que dejar que se marchara de esa forma¿Con la idea de que solo la usaba como distracción? No tuvo tiempo de decidir nada.
- Inuyasha cielo, has tardado mucho- la voz melosa de Kikyo sonó en su oído mientras ésta se abrazaba a su brazo - ¿Me acompañas a casa? Estoy cansada.
Inuyasha miró como Bankotsu se subía en un coche y se marchaba antes de prestarle atención a Kikyo.
- Vamos Inuyasha por favor… Llévame a casa y después podemos… ya sabes… podría intentar…
- No. Te llevaré a tu casa pero no subiré contigo. Si estás cansada lo estás para todo.
Bankotsu tenía razón., Kagome no era feliz. Pero no podía permitir que se quedara con esa idea de él. Decidió que acompañaría a Kikyo a su casa y que después visitaría el templo Higurashi. No era muy tarde y tenía muchas cosas que explicarle a Kagome.
-.-.-.-.-.-.-.-.
Cuando Kagome salió del baño, con la cara completamente desencajada, Sango no necesitó más para comprender y se ofreció de inmediato para acompañarla a su casa. Por el camino habían decidido que Kagome pasaría la noche con ella así que avisaron al templo para que no se preocuparan. Después, ya que los padres de Sango también habían salido y que su hermanito dormía en casa de un amigo, aprovecharon para hablar en el comedor, ya que había un fuego encendido en la chimenea y se estaba mejor que en las otras habitaciones de la casa.
Kagome estaba bebiendo una manzanilla mientras Sango trataba de digerir todo lo que su amiga le había contado ¿desde cuando Inuyasha era tan… tan… canalla¿Había jugado con los sentimientos de su amiga desde el principio? Pero Inuyasha nunca había sido así…
- Quien sabe Kagome, quizás todo haya sido cosa de Kikyo.
- ¿Pero como iba a saber ella que estábamos allí dentro? Es imposible Sango.
- Quizás solo pretendía que la escucharas tú… Como si fuera su forma de vengarse de ti por haber estado con Inuyasha.
- Podría ser… Pero Sango, él me estuvo besando, me estuvo acariciando… y ella… ella… - de nuevo rompió a llorar. Sango le acarició el pelo pensando que si ella se enterara de que Miroku se había acostado con otra, lo más probable es que le cortara los testículos. Pero ella no era Kagome. Al fin y al cabo, su amiga no tenía derecho a pedirle explicaciones a Inuyasha acerca de con quien se acostaba o se dejaba de acostar. Era su vida y Kagome no era su novia.
- Kagome, eso no quiere decir que estuviera pensando en ella mientras estaba contigo.
La chica levantó la cabeza del regazo de su amiga. ¿En quien estaría pensando Inuyasha mientras la apretaba contra la pared y le lamía el cuello¿Sería tan apasionado con Kikyo como lo había sido con ella? No quiso pensar más, le hacía demasiado daño.
Una musiquilla las alertó. Era el móvil de Kagome. Miró el aparato aterrada, incapaz de moverse para cogerlo. Sango comprendió y se levantó a cogerlo ella.
- Es él…
- No lo cojas.
- Pero Kagome…
- Sabrá que estoy aquí y es bien capaz de venir. Lo último que quiero es verle ahora, Sango.
Al cabo de un buen rato sonando la musiquilla se paró. Pero un segundo después comenzó a sonar el de Sango. Inuyasha de nuevo.
- Sería raro que no le contestara... – Kagome asintió con la cabeza mientras se hundía en el sofá - ¿Inuyasha?... Oye habla más despacio que no entiendo nada de lo que dices… ¿Kagome? – Miró a su amiga y vio como ella negaba enérgicamente con la cabeza – No, no está aquí ¿por qué?... ¿Cómo?... ¿Qué en su casa te han dicho que estaba aquí? – Las dos amigas se miraron sabiendo que ya no había forma de ocultar que Kagome estaba en esa casa – Vale, de acuerdo, está aquí… Ni se te ocurra Inuyasha, es mejor que no vengas… Pero… ¿Quieres escucharme?
Sango no podía hacerse escuchar y Kagome estaba perdiendo la paciencia. Seguramente Inuyasha trataba de convencer a su amiga de que le permitiera ir a su casa y ella estaba en una posición complicada ya que Inuyasha era un buen amigo. Así que, decidida, le quitó a Sango el teléfono de las manos y habló ella misma.
- ¿Inuyasha? No digas nada porque no pienso escucharte. Estoy en casa de Sango y estoy bien así que no te preocupes.
- Kagome tengo algo importante que decirte…
- No hay nada más que hablar. Los dos somos personas adultas y nadie nos obligó a nada así que no hay que darle más vueltas. Vete a dormir que yo haré lo mismo.
- Pero Kagome, necesito verte y decirte…
- ¡Basta Inuyasha¿No entiendes que no quiero verte? He intentado hacértelo entender pero contigo no hay manera. No se te ocurra venir o te juro como me llamo Kagome Higurashi que llamaré a la policía ¿Has entendido?
- Kagome… es importante que entiendas que yo…
- No hay nada que entender. Creo que ya es suficiente por hoy. ¿Quieres hablar? Hablaremos, pero será cuando pueda mirarte a la cara sin recordar la forma en que me has utilizado. Ahora déjame en paz.
Colgó el teléfono de malas maneras y le pidió a Sango que por favor lo apagara y que por nada del mundo le dejara entrar si es que él fuera capaz de presentarse en la casa esa noche.
Inuyasha, por su parte, miró el teléfono sin articular palabra. Kagome no le había dejado explicarse y, además, le había dejado claro que no quería verle. ¿Qué debía hacer ahora¿Ir de todas formas o era mejor esperar unos días?
- Maldita sea…
Entró en el coche y cerró la puerta de golpe. Vale que Kagome no quisiera hablar con él y que ni loca permitiría que Sango le abriera la puerta pero seguro que había algo que podía hacer para que ella le escuchara. Y como que su nombre era Inuyasha, iba a conseguir hablar con Kagome. Tarde o temprano, hablaría con Kagome.
CONTINUARA
me sentia tan culpable por dejar la historia así que no pude evitar tirarme toda la tarde escribiendo la continuación. Espero no defraudaros...
FELICES FIESTAS!
