Atención: ninguno de los personajes me pertenece ni pretendo ganar nada con ellos. Nada de denuncias, por favor.

- Con guión: lo que hablan.

En cursiva los pensamientos.

LA MEJOR AMIGA

Por Catumy

Capitulo 18. Disculpas

Inuyasha llevaba horas caminando por las oscuras calles de la ciudad. Después de haber hablado con Ayame, no le quedaba la más mínima duda de que se había convertido en un cretino. Había fallado a Kagome y se había fallado a sí mismo. Durante la noche había deseado golpearse contra los muros y escaparates pero consiguió abstenerse de hacerlo. Después de todo, el que se abriera la cabeza no iba a ayudarlo en nada a solucionar las cosas.

Ayame le había contado, ante su asombro, que la que estaba esperando un bebé era ella y no Kagome. De modo que lo que había creído entender esa mañana no podía estar más alejado de la realidad. Entonces fue cuando sintió que el suelo se hundía bajo sus pies. Kagome no le había mentido. Y él, a cambio de su sinceridad, la había premiado con una escena digna de un marido celoso. ¿Kagome no se sentía desdichada después de haber perdido cualquier oportunidad con él? Pues él le regaló motivos más que suficientes para que sufriera por una buena temporada.

Todavía recordaba con nitidez la expresión dolida de los ojos de su amiga. Pero no había derramado ni una sola lágrima ¿Qué había cambiado en ella? Quizás se hubiera endurecido a la fuerza. Las circunstancias así lo habían requerido. Desde aquella lejana noche en que le pidió que se hiciera pasar por su novia, las cosas no habían sido precisamente sencillas para la muchacha. Al contrario, no había hecho más que hacer frente a dificultades. Y su relación con él había debido ser la prueba más dura de todas.

Después de todo, Kagome había caído en sus brazos en más de una ocasión. Recordó la noche en que se quedó a dormir en su casa, cuando la encerró en el baño del Shikon y la noche que compartieron en su piso. Por suerte en esos momentos era capaz e reconocerse a sí mismo que, si bien ella no lo había impedido, él fue el primero en besarla, acariciarla… Él había sido el primero que demostró hasta que punto la deseaba. Y Kagome se había dejado llevar por su amor. Amor. Los ojos de la chica justo antes de que se marchara del Shikon fueron los que terminaron de convencerle de que los sentimientos de Kagome hacia él no eran fingidos. Pero podía haber cometido el error más grande de su vida al tratarla de esa forma.

Se maldijo una vez más. De hecho, llevaba haciéndolo toda la noche, desde que salió corriendo a pesar de los gritos de Miroku y la expresión alarmada de Ayame. Tenía que encontrarla costara lo que costara. Luego cayó en la cuenta de que hubiera sido más sencillo si se hubiera acordado de coger su coche. Pero ya llevaba un buen trecho recorrido como para regresar atrás. Iba a encontrar a Kagome aunque tuviera que andar cientos de kilómetros hasta llegar a ella.

FLASBACK

- Nunca va a perdonarme…

- Sinceramente Inuyasha, creo que te has comportado como un auténtico… – después de insultarlo durante un rato, Ayame le tomó por el brazo y le dedicó una cálida sonrisa – pero si algo he aprendido últimamente, es que todo el mundo se merece una segunda oportunidad. Y Kagome lo sabe. Te escuchará.

- ¿Debería pedirle perdón?

- ¿A ti que te parece? – la pelirroja puso los brazos en jarras. – Pero hazte a la idea de que va a ser difícil tanto para ti como para ella.

- Yo de ti me daría prisa Inuyasha. El orgullo de una mujer puede ser terrible – Miroku bromeó haciendo referencia a los enfados de Sango pero nunca creyó que su amigo fuera a tomárselo en serio.

Asombrado, contempló como Inuyasha salía corriendo calle abajo, ignorando sus gritos. En mala hora había abierto la boca.

FINAL DEL FLASHBACK

Todo el mundo merecía una segunda oportunidad, o eso era lo que Ayame creía. Y, hasta hace poco, él también había pensado lo mismo. Entonces ¿Por qué razón se había enfurecido con Kagome hasta el punto de no querer volver a verla en la vida? No la había dejado explicarse, le había bastado con que reconociera que había golpeado a Kikyo antes de caerse rodando por las escaleras. No había querido escucharla. La cuestión era ¿le pagaría Kagome con la misma moneda?

FLASHBACK

- Inuyasha, ¡cuánto tiempo sin verte! Creíamos que te habías peleado con Kagome.

- Más o menos – se pasó una mano por el cabello, incómodo ante la afirmación del hermano pequeño de la muchacha - ¿Ha llegado Kagome a casa?

- No, todavía no. Pero siempre que sale suele volver más tarde. ¿Por qué lo preguntas?

- Souta, verás… Es sumamente importante que hable con ella pero lo más seguro es que no quiera llamarme así que necesito pedirte un favor.

- ¡Claro! Lo que quieras Inuyasha – el chico se sintió un poco culpable al ver la cara de felicidad que ponía el niño pero, si quería dar con Kagome, no le quedaba más opción.

- Este es mi número de móvil. Es muy importante que me llames en cuanto Kagome regrese a casa. No importa la hora ¿De acuerdo? Solo llámame.

FINAL DEL FLASHBACK

El templo había sido su primer destino. Y también su primera decepción durante la noche. Kagome no había ido a refugiarse en su casa, tal y como había esperado en un principio. Volvió a mirar su teléfono móvil. Tenía batería suficiente y buena cobertura, pero ni rastro de la llamada de alerta de Souta. O bien Kagome todavía no había regresado al templo o el pobre niño no había aguantado despierto hasta la llegada de su hermano. Eso le hubiera parecido normal ya que el amanecer estaba próximo.

Después del templo, todas las paradas que había ido realizando a lo largo de la noche le defraudaron de la misma forma. Kagome no estaba en la estación de trenes, ni en su antiguo instituto, ni en el parque donde jugaban cuando eran niños. Ni rastro. Era como si se hubiera evaporado. Empezaba a preocuparse. Llevaba toda la noche dando vueltas, estrujándose el cerebro para recordar lugares a los que Kagome soliera ir o en los que se sintiera particularmente a gusto. Pero nada.

Se sentó en el bordillo de la acera por la que había caminado hasta entonces. Era muy temprano todavía de modo que no corría el riesgo de ser atropellado ni de que la gente lo mirara como si estuviera loco. Estaba solo en medio de la calle. Solo. Aunque pareciera extraño, esa sensación no era algo nuevo para él. En realidad, se había sentido exactamente igual desde el momento en que se despertó una mañana y descubrió que la cama que tendría que haber estado ocupada por cierta mujer estaba vacía.

Suspiró. ¿Por qué tenía que ser todo tan difícil? Desde el momento en que Kikyo se había marchado una noche de su casa, gritándole que era un perdedor que nunca llegaría a nada… Apretó los puños al recordar con que frialdad la mujer le había restregado por la cara que solo se había interesado por él por la fortuna de su padre pero que, al comprobar que no iba a ocupar un alto cargo en la empresa, no le interesaba seguir manteniendo esa farsa que llamaban relación. ¿Cómo se le había pasado por la cabeza el recuperarla? Ella misma había reconocido que solo le importaba su dinero ¿Por qué había querido volver con ella?

Kikyo no le quería por ser él mismo. Nunca lo había hecho y no entendía porque había sido tan estúpido como para creerla el día en que decidieron darse otra oportunidad. Había estado ciego, sordo y mudo con respecto a su novia. Le había consentido todo, permitiéndole que se instalara en su casa, que le cocinara los platos que sabía que detestaba y que lo tratara como a un criado ¿por qué?

Cuando la conoció se había sentido atraído por ella. Era tan elegante y sofisticada… le halagó en cierto modo que ella se fijara en un chico como él. Puso todo su empeño en que la relación funcionara, la consentía en todo lo que le pedía, había dejado de quedar con sus amigos para poder pasar más tiempo al lado de su novia… Pero todo lo que él había hecho por su pareja se fue por el sumidero cuando ella le dijo los verdaderos motivos por los que había aceptado salir con él. Estuvo algún tiempo encerrado en casa, furioso con ella y, sobretodo, consigo mismo. Furioso por ser tan ciego, furioso por haberla creído.

Luego, una tarde como cualquier otra Miroku había acudido para sacarlo de su cueva, obligándolo a salir al exterior y haciéndole saber la clase de rumores que su ex novia estaba extendiendo sobre él. Recordaba muy bien esa noche. Kagome había salido corriendo dispuesta a pedirle explicaciones a la embustera. Después había aceptado hacerse pasar por su novia para darle celos ¿Estaría Kagome enamorada de él por ese entonces? Si hubiera sabido antes como iban a terminar las cosas, jamás se le habría pasado por la cabeza el poner freno a las habladurías de la gente.

Después cometió el grave error de besar a la que hasta entonces había sido su mejor amiga. Desde aquella tarde en que tocó sus labios bajo la sombra del gran árbol que presidía el templo de los Higurashi, no había podido escapar del hechizo que su dulce sabor ejerció sobre él. Ver a Kagome y desear besarla era una sola cosa. Y, al final, había dejado de resistirse. Se había acostado con ella. Su primera vez. Y no había sido con Kikyo, con su novia. Había sido con su mejor amiga.

Se puso de pie y volvió a caminar. Era tarde para andarse con recuerdos del pasado. Pero, al menos, al recordar había conseguido tomar una determinación. Kikyo no le quería. Y él a ella tampoco ¿Para que iban a continuar la farsa? Su piso no estaba lejos y estaba casi seguro de que no estaría vacío.

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Kikyo había aprovechado la ausencia de Inuyasha para husmear a gusto en el piso de él. Después de curiosear en los armarios, había abierto todos los cajones de la casa, hasta encontrar algo que le llamó la atención: los papeles de su cuenta corriente. Según eso, Inuyasha tenía más dinero del que en un principio había sospechado. Sonrió con malicia. Ya que el chico tenía las espaldas tan bien cubiertas podría pedirle un diamante en su anillo de compromiso. ¿Por qué no? Era el heredero de una empresa poderosa, después de todo.

Al ir pasando las horas Kikyo se fue impacientando ¿Por qué Inuyasha no regresaba? La duda empezó a molestarla. ¿Y si estuviera con otra mujer? Estaba segura de que no se trataba de Kagome, ella misma se había ocupado de que los caminos de los dos jóvenes se distanciaran. Pero si no era Kagome ¿Por qué seguía esperando la vuelta de su novio? Al final se cansó de esperar y se fue a dormir a la cama del chico. Si él le preguntaba por el atrevimiento, simplemente le diría que se sentía más segura estando entre sus cosas. Y que había estado muy preocupada por él. Y, por que no, unas cuantas lágrimas por el miedo pasado harían que su actuación fuera digna de los premios de la academia.

Cuando lo escuchó llegar eran casi las seis de la mañana. Amargamente, pensó que seguro que el chico iría bebido y que tendría que aguantar su aliento apestando a alcohol. Decidió dejar su teatro para otro momento y se hizo la dormida. Inuyasha entró en la habitación y se paró en seco al verla dormida en su cama. Después dio media vuelta y salió por donde había entrado.

Se dirigió al salón y se dejó caer sobre uno de los sofás. Tenía muy claro lo que pensaba hacer con respecto a Kikyo pero le parecía cruel despertarla para eso. Y un descanso después de tantas horas caminando no le vendría mal. Necesitaba estar descansado para poder hacer frente a todo lo que su novia pudiera decirle. Se quitó los zapatos y la camisa y se quedó dormido.

Despertó sobresaltado con el timbre de la puerta. Miró el reloj, eran las nueve y media de la mañana. Perezosamente, con los ojos entrecerrados, se dirigió a la puerta sin preocuparse por su torso desnudo quienquiera que fuese el que acudía a visitarle a esas horas de la mañana tendría que verle con ese aspecto. Y, si no le gustaba, que volviera más tarde. Abrió la puerta de un tirón sin mirar antes para comprobar quien era. La sorpresa le hizo despertarse de golpe. Era Kagome.

La miró. Seguía vestida con la misma ropa que la noche anterior, lo que quería decir que no había regresado al templo ¿Dónde habría pasado la noche? la miró detenidamente durante unos segundos. Estaba pálida y algo despeinada. Sus ojos estaban rojos pero no había restos de lágrimas en sus mejillas. El vestido que tanto lo había turbado durante la noche seguía teniendo el mismo efecto sobre él a primera hora de la mañana. Tragó saliva y rezó por que Kikyo no eligiera ese preciso momento para salir del dormitorio.

- Kagome he estado buscándote toda la noche.

- No me interesa lo que tengas que decirme Inuyasha – le cortó ella. – has hablado mucho esta noche y ahora me toca a mi responderte.

Con un gesto decidido le entregó una bolsa de plástico. Él la tomó, intrigado, y miró lo que había dentro.

- Kagome esto es…

- Un test de embarazo – confirmó ella. – acabo de hacérmelo y dio negativo, como puedes comprobar. - Así era, la típica doble línea brillaba por su ausencia.

- Kagome no era necesario que…

- Tengo otro sin hacer por si no te crees este. – No le escuchaba. Solo quería terminar rápido y marcharse por donde había venido - Puedo hacerme la prueba delante de ti aunque te agradecería que me ahorraras la vergüenza.- Inuyasha suspiró.

- No te preocupes, sé que no estás embarazada. Ayame me lo ha contado todo. – Kagome soltó una risita amarga.

- Que típico de ti Inuyasha. Necesitas la confirmación de otra persona para creerte lo que te digo.

Se miraron a los ojos durante una fracción de segundo. Luego la chica fue la primera en retirar la mirada.

- Kagome, tenemos que hablar de nosotros.

- No tengo nada más que hablar contigo. Una vez me pediste que saliera de tu vida y es lo que voy a hacer. Empezando ahora mismo.

Se dio la vuelta dispuesta a marcharse pero él la abrazó por la cintura., pegando su cara a la nuca de la muchacha. Kagome se quedó rígida. Había esperado que volviera a insultarla o que la dejara marchar. En todo caso, si su estúpido corazón había albergado esperanzas de que el chico la detuviera, no se le hubiera ocurrido pensar que fuera de esa forma.

- No te vayas así Kagome. Te necesito a mi lado – susurró contra la oreja de ella.

- No te creo – había cerrado los ojos con fuerza y apretaba los puños a ambos lados de su cuerpo. – Deja que me vaya.

- Kagome… entiendo que no quieras ni verme pero hay algo que tienes que saber – suavemente, la hizo darse la vuelta hasta tener sus miradas a la misma altura. Ella abrió con ojos cuando sintió la mano del chico acariciándole la mejilla.

- Lo siento Kagome. Siento todo lo que he hecho, todo lo que te he dicho. Siento haberte tratado como a una cualquiera cuando sabía de sobra que tus sentimientos hacia mí eran genuinos – ella cerró los ojos de nuevo, tratando de no escucharle – Kagome, quiero que permanezcas dentro de mi vida.

- Es muy tarde Inuyasha. No puedo seguir siendo tu amiga después de todo lo que ha pasado.

- No quiero que seas mi amiga, Kagome – ella lo miró fijamente a los ojos por primera vez en todo el rato que llevaban hablando – Quiero que seas más que eso, que seas mi…

- ¿Cielo? – La voz de Kikyo desde el dormitorio le hizo detenerse en seco - Vuelve a la cama cariño, todavía no hemos terminado.

Kagome dio un paso atrás, apartándose de él como si su contacto le quemara la piel. Por eso Inuyasha había abierto la puerta tan bruscamente y con esa cara de enfado. Y por eso tenía el torso desnudo. Les había interrumpido en plena faena. ¿Y que iría a proponerle? Si quería que fuera algo más que una amiga, quizás lo que planeaba era convertirla en su amante. Después de todo, él mismo le había confesado en una ocasión que la muchacha no le dejaba tocarla antes del matrimonio. Pero claro, después de la llamada de la Diva desde el dormitorio, no sabía que creer.

- Kagome, esto no es lo que parece – deseó haberse mordido la lengua. Sabía de sobras que cuando alguien decía 'esto no es lo que parece', en realidad quería decir que lo que parecía era exactamente lo que era. Es decir, que había estado retozando con Kikyo.

- No me interesa tu vida privada. Solo he venido aquí para dejarte claro que no estoy embarazada. Y espero haberlo conseguido de una vez por todas. – su voz estaba helada y su expresión era de hierro. Inuyasha sabía que si intentaba retenerla las cosas podían acabar muy mal entre ellos.

- Deja que te explique.

- No necesito tus explicaciones. Todo estará claro entre nosotros en cuanto te convenzas de que no estoy embarazada.

- Pero hay algo importante que necesito decirte.

- ¿Quieres que me haga la prueba delante tuya? – preguntó ella con la voz más fría que pudo poner. No quería seguir escuchándole, le dolía demasiado.

- ¿De verdad crees que sería capaz de pedírtelo? – preguntó él a su vez.

- Últimamente no estoy segura de lo que serías capaz de hacer.

- ¿Inuyasha? Mi amor ¿Con quien estás hablando? – La voz de Kikyo sonaba ya en el pasillo. Kagome lo miró clavándole sus ojos oscuros a la espera de una respuesta. Lo último que quería era tener una nueva pelea con la Diva pero no pensaba marcharse de allí hasta haber convencido totalmente al chico de que no estaba esperando un bebé. Las largas horas de reflexión no iban a pasar en vano.

- No te preocupes Kagome. Sé que no vamos a tener un hijo.

- Bien. Adiós. – sin decir una sola palabra más, Kagome comenzó a bajar las escaleras del edificio.

Estaba demasiado enfadada como para esperar a que el ascensor subiera. Además, necesitaba quemar la energía que su cuerpo desprendía por los poros de su piel. El sonido de un portazo y el de unos pasos decididos acercándose a ella consiguieron que su estómago se encogiera. Una mano firme sobre su hombro impidió que diera un solo paso más.

- No voy a permitir que te marches así Kagome. No sin que me hayas escuchado antes.

- No quiero escucharte – Dijo ella sin darse la vuelta. Tampoco quería mirarle.

- No te queda otra opción. – sonrió él seguro de lo que decía.

- Deja que me vaya o gritaré. – sintió como el chico situado detrás de ella reía suavemente antes de colocarle su mano libre sobre el otro hombro. Kagome se puso tensa de nuevo. Le era muy difícil mantener la cabeza fría si mantenían un contacto físico.

- Sé que eres perfectamente capaz de hacerlo pero solo tardaré un minuto. Después prometo que dejaré que te vayas.

Kagome titubeó un momento. ¿Merecía el chico ser escuchado? Después de lo que había ocurrido la noche anterior lo dudaba pero, después de todo ella no era así. Siempre se había considerado una persona justa y no tenía la intención de dejar de serlo. Le escucharía por última vez y después se marcharía de allí dispuesta a no volver nunca más. De modo que asintió con la cabeza, dándole a entender al chico que estaba dispuesta a escucharle.

- Voy a dejar a Kikyo – soltó el chico de improvisto. Para él, cuanto antes lo dijera, mejor.

- Me alegro por ti – dijo ella sinceramente, aunque no creía que fuera capaz de hacerlo ya que la chica siempre lo había manipulado como a un títere.

- Esta noche, mientras te buscaba, he tenido tiempo para pensar en muchas cosas. Y una de las conclusiones a las que he llegado es que Kikyo nunca me ha querido por lo que soy. Así que voy a romper con ella.

Kagome no se movió ante la noticia. Sabía bien que era lo mejor que podía pasarle a su amigo pero aún así, era demasiado tarde para ella. si Inuyasha se hubiera dado cuenta de lo mismo la primera vez que lo había dejado con su novia, las cosas hubieran tomado un curso muy diferente. Sobretodo entre ellos dos.

- Después quiero recuperar lo que tenía antes, Kagome. Quiero volver a ser el chico que fui antes de empezar a salir con ella. Quiero recuperar a nuestros amigos, volver a ser parte del grupo.

- ¿Has terminado? – le dolía escucharle hacer planes de futuro como si nada ¿No significaba nada para él todo el sufrimiento que la había hecho vivir?

- En realidad, me falta una cosa por decirte pero para esto tengo que verte los ojos.

Kagome se agarró con fuerza a la barandilla cuando él bajó los escalones que les separaban hasta situarse uno por debajo de ella, de forma que sus caras quedaban al mismo nivel. Inuyasha seguía con el torso desnudo y la chica sintió que las mejillas le ardían al mirarle y recordar la forma en que la había acariciado. Tenía que desechar ese tipo de pensamientos si quería poder seguir adelante con su vida.

- Kagome, eres muy importante en mi vida. Siempre lo has sido pero no me he dado cuenta hasta esta noche, cuando no aparecías por ninguna parte. Tuve miedo de que te hubiera pasado algo malo. Tuve miedo de perderte – hizo el ademán de acariciar el pequeño mentón de la chica pero ella retiró la cara bruscamente.

- Muy bien, te sentías culpable o algo parecido ¿Es todo?

- No me has entendido. – Tomó aire – Yo… Yo creo que estoy sintiendo cosas… cosas por ti, que nunca antes había sentido. Todas estas semanas sin vernos, sentía que me faltaba algo, como si me hubieran amputado una parte del cuerpo. Y esta noche, cuando me miraste con esos ojos tan dolidos…

- Me marcho.

- ¿Kagome? Escúchame por favor.

- Dijiste un minuto y en mi reloj ya ha pasado.

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Al escuchar a su novio hablando con una mujer, Kikyo no había podido resistirse a la tentación de lanzar un comentario que sería malinterpretado con toda seguridad. No había reconocido la voz femenina pero, fuera una repartidora, fuera una amante de Inuyasha, se marcharía sabiendo a quien pertenecía el chico. Le sorprendió escuchar un portazo y que su novio no acudiera a su encuentro inmediatamente después por lo que salió de la cama como un rayo y se precipitó hacia la mirilla de la puerta.

Desde su posición no podía escuchar nada ni tampoco ver más allá de una melena oscura, que no sabía si pertenecía su novio o a la chica misteriosa. Titubeó. ¿Qué pasaría si saliera al rellano? Sus dudas se acabarían pero Inuyasha seguramente se lo tomaría mal. Al final no tuvo tiempo de decidirse ya que su novio volvía al piso, aunque su cara a través de la mirilla parecía la de un hombre decepcionado. Kikyo corrió al salón donde se dejó caer en el sofá como si hiciera un rato que estaba allí, sin que le importara lo que el chico estuviera haciendo fuera.

- Mi amor, ¿con quien estabas hablando? – preguntó como si tal cosa cuando su novio entró al salón.

- ¿Con quien hablabas tú? – preguntó él con un brillo extraño en sus ojos dorados. Kikyo se sintió amenazada por esa mirada - porque me parece que en ningún momento he estado en la cama contigo.

- Cariño no deberías preguntarme esas cosas – fingió inocencia – No puedo contarte el contenido de mis sueños, solo te diré que tu apareces en todos ellos – Inuyasha no la escuchaba. Entró en la cocina y bebió un poco de leche directamente del cartón. Necesitaba fuerzas para lo que tenía pensado hacer.

- Kikyo. Tenemos que hablar.

La muchacha noto una especie de frío en la nuca, como si su subconsciente la estuviera avisando de que algo malo estaba apunto de pasar. Inuyasha acercó una silla y se sentó frente a ella, mirándola directamente a los ojos durante un rato.

- Cielo, me pones nerviosa con esa mirada – trató de parecer coqueta con su afirmación pero el chico no retiró sus ojos del rostro de Kikyo.

- ¿Qué sientes por mí? – le preguntó a bocajarro. Kikyo se sintió turbada por la extraña pregunta.

- ¿A que viene esto Inuyasha? Te estás comportando de forma extraña – empezó a atusarse el pelo pero él le sujetó la mano con un gesto autoritario.

- Responde a mi pregunta.

- Yo te quiero Inuyasha. Pensaba que ya lo sabías.

- Me quieres… - se levantó y comenzó a andar por la estancia - ¿Estarías dispuesta a cualquier cosa por mí?

- ¡Por supuesto! Yo siempre estaré a tu lado, cielo. Pase lo que pase.

- No te creo – respondió él fríamente, soltándole la mano de mala manera.

- ¿Qué quieres decir? Con todo el tiempo que llevamos saliendo no me vengas ahora con que no me crees.

- Tú no me quieres a mí. Quieres mi dinero, mi apellido, mi posición. Pero no a mí. Y he tardado mucho en darme cuenta. Demasiado.

- ¿Cómo puedes pensar eso de mí? Inuyasha, yo he estado a tu lado durante meses y te he apoyado en todo… - intentó tomarle de la mano pero él se movió para impedírselo

- ¿Como cuando te enteraste de que no había aceptado el puesto que me ofrecía mi padre? Te decepcionó mucho saber que me había conformado con el salario de un simple empleado.

- Tú vales más que eso Inuyasha. Te mereces más.

- ¿Recuerdas lo que me dijiste aquella vez? Que solo te interesaba mi dinero y que, si no iba a tenerlo, no tenias nada más que decirme.

- Lo pasado, pasado está. – ella quiso cambiar de tema. Se arrepentía de habérselo contado todo al chico ese día. Pero había querido humillarlo - Ahora es diferente. Te quiero.

- Yo a ti no. Quiero que terminemos con esta farsa.

- ¿Estás intentando dejarme? – abrió los ojos, sin poder creerse lo que estaba escuchando.

- Así es.

- ¿Es por esa niña, verdad? No puedo creerlo ¿Sigues pensando en ella? Después de lo que hizo… ¡Tendrías que haberla olvidado!

- ¿De qué estás hablando?

- De tu querida amiga Kagome ¿Es por ella que quieres dejarme? Es increíble Inuyasha aunque… ¿era ella la que estaba fuera hace un momento? – una lucecita se encendió dentro de la cabeza de Kikyo. Kagome. Era ella la que le había metido ideas extrañas en la cabeza a su chico. Era por su culpa que iba a perderlo todo. La maldijo con todas sus fuerzas.

- Si, era ella. Pero eso no tiene nada que ver. Soy yo el que no quiere seguir contigo.

- ¿Cómo puedes ser tan estúpido? Esa niña te utilizó, se acostó contigo solo para añadirle una muesca a su cama, como antes ya había hecho con otros ¿es que eso no cuenta nada para ti?

- Olvidas decir que se cayó por las escaleras después de eso – Hizo caso omiso a la acusación de Kikyo acerca de que Kagome se acostaba con todos los que podía y más. Él sabía que aquella noche había sido la primera tanto para ella como para él.

- ¿Y que culpa tengo yo si la muy estúpida no sabe andar con tacones?

Inuyasha se levantó de golpe. Acababa de entender muchas cosas con solo una frase de la boca de Kikyo. Kagome si sabía andar con tacones. De hecho, él mismo había corrido detrás de ella las ocasiones en las que a la chica le daba la vena atleta y salía corriendo en medio de la noche. y todas esas veces había llevado tacones altos. Era muy complicado que esa vez hubiera tropezado… Aunque no era capaz de recordar por que estaba tan seguro ¿bastaba con saber que ella dominaba los tacones a la perfección? Le daba la impresión de que había algo más.

- Inuyasha, cielo. Tenemos que hablar, no podemos terminar así.

- Lo siento, pero la decisión está tomada. Nuestra relación acaba de terminar.

CONTINUARA

Dios se me hace tan difícil este capitulo… Ahora podéis quererme porque Inuyasha quiere dejar a Kikyo o bien odiarme porque Kagome no quiere saber nada más de él.