2. Arabella Figg
Para
Arabella había sido muy difícil volver a ver a Remus y
más aún lo sería ver nuevamente a Draco y a
Sirius... todos ellos les traían recuerdos de un pasado
bastante triste, bastante extraño y demasiado peligroso.
Dumbledore le hubo asignado la misión de cuidar a Harry,
porque era algo muy sencilla la manera de hacerlo. Hacerse pasar por
una ancianita algo loca y vigilarlo de cerca... en realidad el
director era el único que sabía lo difícil que
era para Arabella volver a enfrentar una misión después
de la muerte de Lily.
La muerte de Lily... las palabras sonaban
especialmente irreales. Aún le costaba trabajo creer que su
mejor amiga ya no existía.
Flash back
Arabella tenía veinticinco años. Era una tarde especialmente lluviosa y ella estaba trabajando hasta tarde en el ministerio. Le habían asignado un caso realmente especial en el cual debía seguir de cerca los pasos los seguidores de Lord Voldemort. Como Arabella era una animaga ilegal (y el jefe del Dpto. de aurores lo sabía) le resultaba muy simple seguir a los hechiceros sin que estos la notaran. Estaba muy orgullosa de sí misma y la única cosa que impedía su completa felicidad, era el hecho de que Lily estuviera escondida en alguna parte del mundo. Ni siquiera sabía las importantísimas misiones que Arabella estaba cumpliendo.
Ahora se dedicaba a observar el montón de papeleo que había escrito sobre sus andanzas. Ordenar todo eso era algo difícil, pero le faltaba poco para terminar, así que decidió regresar a su misión y dejar el papeleo para el día siguiente.
-Debo llamar primero a Remus- se dijo.
Remus era su principal apoyo. Como su mejor amigo, había decidido que la misión era demasiado peligrosa para que Arabella la cumpliera sola y, usando la capa invisible de James, se cubría y la seguía para asegurarse que todo estuviera bien. A veces saber que estaba vigilada la hacia enojarse un poco con el licántropo, pero sabía que era por su seguridad.
Esa noche
hizo lo mismo que hacia todas las noches. Llamó a Remus y
fueron hacia el punto de reunión de varios Mortifagos, que
según las investigaciones de Arabella eran en una colina
cercana al Valle de Godric. Fue una noche bastante extraña. No
llegaba nadie, ningún mortifago.
Al paso de casi tres
horas, Arabella recupero su forma humana y Remus se quito la capa y
la escondió dentro de sus ropas. Nadie aparecería.
Avanzaron algunos pasos y ahí estaban. Una tropa de
Mortifagos. Liderados por Lord Voldemort.
Su corazón latió
muy fuerte en ese momento. Quería gritar y correr, pero sabía
que no debía. Ella y Remus sacaron sus varitas al mismo tiempo
y las apuntaron al hechicero.
-Avada Kedavra- gritó Arabella.
-Expelliarmus-gritó Remus.
Ambos fallaron. Fue como si Voldemort repeliera los hechizos. Se acercó a ellos con una malévola sonrisa en el rostro. Ordenó a uno de los Mortifagos (imposible saber quien, pues usaban máscaras) que inmovilizará a Remus. Voldemort se acercó a Arabella y sujetó fuertemente su cabello desde la parte de atrás. Bastante cerca de ella, le dijo al oído:
-¿De verdad creías que podrías espiarnos sin sufrir las consecuencias?
-¿De verdad crees que te tengo miedo?- replicó Arabella con una mirada y una voz de odio. Trataba de mantener la misma calma que el enemigo.
-Si no me temes... deberías. Aunque ahora te voy a dar razones para que me tengas miedo.
Soltó su cabello y la empujó con un mortifago. Este la sujeto y la obligó a caminar tras de Voldemort. Todos los Mortifagos venían siguiendo al Innombrable, pero los más cercanos eran los que sostenían a Remus y Arabella.
-Ahora van a presenciar el comienzo de mi reinado- susurró Voldemort lo suficientemente fuerte para que escucharan Remus y Arabella-. O, como muchos lo llamarían, el principio del fin.
Una carcajada fría cruzó el aire.
Arabella no sabía hacia donde se dirigían, hasta que unos minutos más tarde, Voldemort se detuvo en una especie de terreno baldío.
-Este es el hogar donde se esconden James y Lily-dijo el Innombrable.
Fue allí que la cabaña apareció ante sus ojos. Era muy grande y de un color rojizo. Desde las amplias ventanas se podía ver completa oscuridad, indicando que sus habitantes dormían.
-No puede ser, no puede ser-susurraba Remus a su lado. Sus ojos estaban bañados en lagrimas y pensaba lo mismo que ella en esos momentos: ¿Sirius había revelado el secreto?
James había elegido a Sirius como el guardián del secreto. Ni siquiera quiso oír de elegir a alguien más. Lily no eligió a Arabella, pues supuso que sería una gran carga para su amiga, aunque esta hubiera estado feliz de serlo. Sobretodo ahora. ¿Cómo Sirius había traicionado de esa manera a su mejor amigo?
-Ahora serán testigos de mi triunfo. Ustedes- dijo Voldemort apuntando a los mortifagos-, los obligarán a ver todo. No hay peor tortura. Apenas terminé vayan sin mí hacia la mansión detrás de la colina. Permanezcan allá hasta que yo aparezca.
Entró a la casa de los Potter. Un tiempo después
Remus y Arabella escucharon los gritos de James. Ambos comenzaron a
sollozar cuando una luz verde alumbró las ventanas. Luego vino
lo peor. Escuchaban los gritos de suplica de Lily y el llanto de
Harry. Todo parecía una película... pero no lo era. Era
la vida real. La cruel verdad.
Cuando la siguiente luz verde
alumbró todo, los Mortifagos dieron media vuelta y se
dirigieron rápidamente hacia la mansión. Dieron el
trabajo por terminado.
Llegaron a una mansión bastante vieja, pero muy hermosa de un estilo antiguo y artístico. Los Mortifagos entraron en tropel y bajaron hacia un sótano. Parecía más un calabozo. Encerraron a Remus y a Arabella en una especie de prisión y los dejaron solos, rodeados de ratas.
Los llantos de la bruja no cesaban. Sentía en su pecho un dolor imposible de superar y en sus oídos aún escuchaba:
-No mates a Harry, por favor no... mátame a mí...
Remus simplemente se dedico a abrazarla. También sollozaba
en silencio.
Pasó casi una hora, cuando un mortifago se
acercó a ellos. Se quitó la capucha y la máscara,
dejando a la vista el rostro de Lucius Malfoy. Abrió la
prisión y dijo:
-Váyanse de aquí, rápido. Que nadie llegue a saber que yo los saqué de aquí.
Arabella lo miró sorprendida. ¿Y si después de todo él realmente...? No. No podía permitirse pensar en nada referente a Lucius en estos momentos.
-¡¡¡VÁYANSE YA!
Ambos se pusieron de pie y Arabella murmuró un 'gracias' antes de salir corriendo junto a Remus.
Arabella nunca supo si Lucius los liberó por bondad propia o si lo hizo porque ya no tenía a Lord Voldemort amenazándolo. De todas formas Voldemort nunca volvió a la mansión para guiar a sus Mortifagos.
Fin Flash back
Harry estaba sentado en la entrada de Privet Drive mirando el extraño medallón. ¿Cómo podía ese medallón haber salido de sus sueños? Era imposible. Quizás llamaría a Hermione desde la casa de la Sra. Figg para averiguar algo. Ella era la alumna más inteligente quizás de todo Hogwarts... tal vez algo había leído respecto a traer cosas materiales desde los sueños. En realidad Harry nunca escuchó una clase respecto a eso, pero no le sorprendía; generalmente no escuchaba mucho las clases.
La chillona voz de su tía interrumpió sus pensamientos:
-¡¡¡Ya tienes que irte! Apresúrate.
Le hizo caso a Petunia Dursley y tomo su baúl y su mochila para dirigirse a la casa numero 13 de Privet Drive.
La casa de
la Sra. Figg era extraña incluso por fuera. Era de una
construcción muy diferente al resto de las de Privet Drive.
Como antigua. Y era la única que no era de color blanco, sino
de color rosa. En las ventanas había rejillas con floreros
secos y sin ninguna clase de flor.
Harry se acercó a tocar
la puerta (porque era la púnica casa sin timbre) y, al abrir
la puerta, se quedo completamente boquiabierto. Una mujer joven
apareció en el umbral de la puerta. Tenía unos cabellos
castaños muy largos y despeinados, de piel era trigueña
y ojos violeta... Harry jamás hubiera pensado que era inglesa.
Sus labios eran gruesos y su rostro un poco rechoncho, pero en
realidad era muy... sexy.
Arabella vio a Harry muy sorprendida. Había llegado demasiado temprano y no le había dado tiempo de tomar la poción envejecedora. ¡¿Qué voy a hacer ahora!
-¿Quién es usted?- le preguntó Harry, aún boquiabierto.
-Pasa, cariño. Te lo voy a explicar...
Harry entro, mientras Arabella pensaba las palabras adecuadas para decirle todo. Para decirle que era su madrina, que había sido la mejor amiga de su madre, que hacerse pasar por la anciana señora Figg era una misión para cuidar de él... Era demasiado. Necesitaba a Remus...
Remus.
Remus le había dicho que tenia que "ir al grano" y no dar muchos detalles. Arabella solía hablar mucho y darle vueltas al asunto, pero decidió decírselo todo de una vez.
-Harry, soy tu Madrina. Fui la mejor amiga de tu mamá...
-¡¿!¿!¿QUÉ!
Harry le dirigió una mirada anonadada a Arabella. ¿Había oído bien? ¿Y la señora Figg?
-A esto no me refería con "ir directo al grano"- dijo una voz risueña desde la chimenea.
-¡Remus! Gracias al cielo.
-¡Profesor Lupin!- profirió Harry, que cada vez entendía menos lo que pasaba allí. Generalmente junto a la Sra. Figg solían pasar locuras, pero no de esta magnitud.
-¡Sirius!- exclamaron ambos, mirando al animago al lado de Remus. Sin embargo al gritar el nombre de este, Arabella lo hizo con mucho más disgusto que Harry.
Figg y Black; los eternos rivales de Hogwarts. Ni siquiera cuando James y Lily comenzaron a salir juntos en el séptimo año, hicieron una tregua. Eran primos, pero había algo en Sirius que a Arabella le desagradaba y viceversa.
-También me da gusto verte- repuso sarcásticamente Sirius y muy serio, pero luego dirigió una mirada alegre a Harry y lo saludó.
Harry ni siquiera fue capaz de saludar a Sirius.
-¿Qué esta pasando aquí?
Entre Remus, Sirius y Arabella estuvieron contándole gran parte de la historia a Harry. De cómo Arabella era su madrina y la aurora encargada de protegerlo durante los últimos once años. De que el trabajo de Remus en Hogwarts también había sido en gran parte ofrecido por Dumbledore para cuidar de Harry... De todas formas en su juventud Remus también había sido un auror.
Harry, a pesar de sorprenderse mucho, se legró de saber de la existencia de Arabella Figg.
