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El establo de Arturo

Tristán cepillaba su caballo en los establos de la casa-cuartel de Arturo bajo la luz de dos teas.

Los caballeros sármantas no vivían allí, si no que tenían sus propias casas en la Ciudad del Muro, sin embargo sus espléndidos caballos se quedaban en el establo de Arturo pues allí eran mejor atendidos y alimentados.

La quietud que habitaba allí dentro solo era rota por los resoplidos o movimientos de los caballos y, en ese momento, por el ruido que hacía el cepillo al rozar la piel del animal.

-¿Qué haces aquí solo?- lo sobresaltó una voz a su espalda.

Por instinto, Tristán se llevó la mano a su espada y la desenfundó con rapidez.

-¿Quién…? Ah, Mahira- el guerrero bajo la espada al ver que quien había irrumpido en las caballerizas había sido la mujer del lago- No deberías ir sola por la noche.

-Claro, eso solo lo pueden hacer los hombres ¿no?- preguntó mordaz la muchacha- ¿Tienes otro cepillo?

-¿Qué?

-Nada, ya lo he encontrado- Mahira cogió un cepillo que había en el suelo y, colocándose al otro lado del animal- ¿Sueles cuidar de tu caballo de noche, cuando todos tus amigos están divirtiéndose?- preguntó la mujer a la vez que comenzaba a cepillar al caballo de Tristán con la destreza de alguien que lleva mucho tiempo haciéndolo: rápido y sin errores.

-Te contaré una historia- dijo súbitamente el guerrero, aparentando haber cambiado radicalmente de tema- La tradición de mi pueblo afirma que los guerreros muertos en combate vuelven a su tierra natal convertidos en fuertes y hermosos caballos. Así pues, éste animal podría ser el padre o el hermano de alguno de mis compatriotas…- mirando penetrantemente a Mahira, concluyó su relato de forma brusca, quitándole todo el encanto- Pero no, no suelo cuidar de mi caballo por las noches.

-Es curioso, mi pueblo también cree que al morir, volvemos a este mundo transformados en otra cosa, pero no solo los guerreros, si no todo el mundo.

Mahira sonrió levemente y después, carraspeando volvió a hablar como si no hubiese comentado nada.

-¿Y si no sueles estar solo por las noches, por qué lo estás hoy?

-¿Por qué has dejado tú la taberna para venir aquí?- replicó Tristán en un susurro perfectamente audible por el hecho de estar solos en la cuadra (a parte de los caballos)

La mujer se sonrojó levemente pero no pudo replicar ya que un aleteo la hizo distraerse. Tristán también lo había oído y, poniéndose alerta, dejó de cepillar a su corcel.

Los caballos se removieron inquietos y alguno de ellos piafó, al surcar el majestuoso halcón de Mahira el aire para acabar hincando sus garras en el brazo de su ama.

Pese a que el agarre había arañado la mano de Mahira, esta sonrió al ver al ave.

-Atraes a mi halcón, Tristán; cada vez que estoy contigo, aparece.

-¿Cómo se llama?- preguntó el guerrero dejando el cepillo a un lado y acercándose a Mahira quien, ante su pregunta, sonrió ampliamente.

-No sé de quien es padre o madre, y puesto que no puede hablar, no me ha dicho como se llamaba en su vida anterior- se rió y después continuó, está vez más en serio- No necesita nombre, cuando le silbo, viene.

Se mantuvieron callados por un tiempo mientras observaban al halcón que, como si fuese consciente de ser el centro de atención, mantenía la cabeza bien alta, como con orgullo.

-¿Puedo preguntarte algo?- preguntó de pronto Tristán.

-Por supuesto.

-¿De verdad apuntabas a mi frente o tuve suerte de no quedarme tuerto?

-Quería darte justo donde te di- afirmó con orgullo Mahira.

-No puede ser, ni yo tengo esa puntería.

-¿Qué pasa¿Si no lo haces tú no lo hace nadie?- preguntó la mujer sorprendida por la arrogancia de Tristán.

-No, es solo que me sorprende tu puntería. Soy quien más se entrena del grupo. Busco la perfección en la batalla, los movimientos correctos en el momento adecuado que posean una belleza en el conjunto por mi depurado estilo…

Mahira se rió entre dientes y, aún con el halcón en su mano, cogió con la zurda una de las antorchas y fue encendiendo las demás teas que había en el establo, una tras otra, hasta conseguir que la caballeriza acabara bien iluminada.

-Si tan interesado estás en perfeccionar tus aptitudes bélicas- dijo regresando a su lado con una insinuante mirada verde- quizá te interese aprender mi técnica…- con presteza le arrebató a Tristán el cuchillo que llevaba aferrado a su cintura y lo lanzó hacia el tabique de madera que separa dos cuadras vacías.

-Esto también lo hago yo- se burló el guerrero.

-Dame el otro puñal, el que escondes en la pierna- ordenó Mahira luciendo en su cara una perturbadora sonrisa y una mirada altiva que hicieron que Tristán dejara de mofarse y obedeciera.

La mujer, alzando el puñal por encima de su hombro, apenas si tardó tres segundos en lanzar el cuchillo que se clavó limpiamente en la empuñadura del que instantes antes había lanzado.

-¿Cómo…?- preguntó impresionado Tristán.

Mahira, olvidando la mofa anterior, le explicó su técnica.

-Todos nos desviamos al lanzar cuchillos, flechas o piedras, pero si aprendemos a tener en cuenta nuestra desviación, daremos donde de verdad apuntábamos.

-No lo he entendido- confesó Tristán sin ninguna vergüenza.

-Quiero decir que, aunque yo quería darte en la frente, apunté a tu ojo porque cada vez que lanzo una piedra, esta se me hacia arriba.

La cara de Tristán adquirió un gesto de asombro y admiración.

Sin mediar palabra fue presuroso hasta donde estaban clavados los puñales y, arrancándolos, volvió junto a Mahira y los lanzó, acabando cada uno a un palmo de distancia.

-También influye el peso del cuchillo, el viento, la distancia…- le recordó Mahira.

Tristán lanzó los puñales una y otra vez hasta que, tras un largo rato practicando, los cuchillos se rozaban.

-Calcula Tristán. Dijo Mahira susurrante para no desconcertarle- la distancia, el peso del cuchillo y piensa hacia donde se te suele desviar, acepta ese cambio de rumbo…

El guerrero lanzó el cuchillo y éste fue a clavarse justo en la empuñadura de su predecesor. Ante su logro, Tristán lanzó una especie de gruñido de victoria y se giró triunfante hacia Mahira.

-Una técnica muy interesante- dijo y, suspirando con súbito cansancio, se percató de lo avanzado de la noche- Es muy tarde, te acompañaré a tu casa ¿duermes con Bors y Vanora, verdad?

-Si.

-Vamos.

Apagando tras de si las antorchas del establo y llevándose consigo solo una, salieron a la calle, que los recibió con un gélido viento invernal que hizo que Mahira, aún con su halcón en la mano, tratara de arrebujarse en su poco confortante vestido.

Inesperadamente, sintió como Tristán le colocaba su capa sobre los hombros.

-Gracias- dijo Mahira sonriendo tímidamente.

Tristán le respondió con otra leve sonrisa.

Las calles estaban desiertas y suerte que Tristán portaban consigo una antorcha, pues si no, les hubiera costado orientarse y más aun identificar la puerta de Bors.

-¡Maldita sea!

-¿Qué pasa?- se interesó Tristán ante el súbito reniego de la mujer.

-Es muy tarde y Bors y Vanora ya estarán acostados.

Alzando un poco la mirada para cerciorarse de que no se vislumbrara luz alguna a través de las ventanas que daban a la fachada de la casa, Tristán torció el gesto.

-Yo diría más bien que estarán engendrando su noveno hijo- dijo y, acercándose a la puerta, trató de abrirla.

El acceso se abrió sin problema alguno en cuanto el guerrero apoyó parte de su peso en la hoja de madera.

-Bors ya no se preocupa ni por cerrar la puerta: nadie se atreve a entrar en la casa de un guerrero sármata mientras éste está dentro- explicó y después, sonriendo a Mahira le deseó buenas noches.

-Que duermas tú también bien. ¡Ah! Toma- dijo quitándose la capa del guerrero de sus hombros y tendiéndosela.

Inclinando la cabeza, Tristán se despidió de Mahira y, una vez esta hubo entrado en casa de Bors, se echó la capa por encima y partió hacia su casa. Mientras caminaba, con el viento a su favor, percibió un inusitado olor a jazmín. Tras buscar un momento la procedencia de tan dulce aroma, se dio cuenta, con gran sorpresa, que era su capa la que olía a jazmín.

-Mahira…-pensó a la vez que una sonrisa se dibujaba en su cara.


¿Sabeis? Había pensado dejar la historia, volviendo a escribir conmás frecuenciaotra que tiene mucho más éxito que esta, pero después de haber eliminado la historia, me he acabado arrepintiendo. :( Por favor, si alguien me lee, que me mande un reviuw, para mi significa mucho que alguien me lea.