9

Ha huido

Tristán entre abrió los ojos. Era muy temprano y apenas si había amanecido. Fuera del establo hacía un frío glacial y dentro de él, la temperatura aumentaba unos pocos grados gracias la presencia de los caballos que, con su calor corporal, caldeaban el ambiente. También, por supuesto, estaba ella, que pegada a su cuerpo desnudo, lo calentaba más que las ascuas enrojecidas de una hoguera.

El guerrero cubrió con delicadeza los hombros desnudos de la mujer con su capa (con la que ambos se tapaban, usando también como abrigo las demás prendas que solían vestir) y volvió a apoyar su cabeza sobre la paja. Tristán, al contemplar el rostro de la durmiente mujer, pensó que era la más hermosa mujer que había visto en su vida.

Si en verdad había Cielo, debía ser lo más parecido a ese momento. Para él, fuera de ese establo ya no había nada, no había guerra, no había muerte, no había misiones que cumplir ni deberes con Roma… Solo estaban ellos dos para el resto de la eternidad.

"El problema de Galahad" le había dicho Mahira entre lágrimas la noche anterior antes de yacer juntos "es que tú estás en medio." Esas habían sido las palabras que habían hecho que el mundo se deshiciera a su alrededor. Se había vuelto loco, una oleada de energía, ardiente como ninguna otra, lo había recorrido de pues a cabeza, enardeciéndolo.

Tristán cerró los ojos. Todo estaba bien, en calma. No necesitaba nad más, todo lo que quería lo tenía allí, a su lado.

-Tristán.

La voz le llegó lejana, un susurro sin sentido.

-¡Tristán!

Esa extraña palabra fue abriéndose paso en su cabeza. Significa algo… era un nombre…

-¡TRISTÁN!

¡El suyo!

El guerrero se semiincorporó con una rapidez felina, llevándose instintivamente la mano a la cintura, donde sus dedos se cerraron entorno al aire. Para quitarse la ropa había tenido que quitarse el cinto, dejando caer las armas con él.

Se puso en cuclillas, dispuesto a saltar sobre cualquier atacante o, en el peor de los casos, poder esquivar cualquier golpe.

Todo ocurrió en décimas de segundo, y para cuando Tristán pudo asimilar lo que lo rodeaba, lo único que vio fue a Gawain, que lo miraba sobresaltado por lo brusco e inesperado de su reacción.

Tristán, un poco más sosegado y sin mostrar pudor porque su compañero lo viera desnudo, buscó a Mahira a su alrededor.

-¿Qué haces?- le preguntó Gawain con un tono de voz extraño que no denotaba interés alguno, como si ya supiera la respuesta y solo quisiera cerciorarse.

-Busco a…- Tristán no terminó la frase pues, justo iba a decir "Mahira" cuando Galahad, ojeroso y con una expresión de absoluta tristeza apareció en su campo de visión- mi ropa.

Galahad lo miró con ojos acuosos. Tenía un aspecto realmente patético.

-No encuentro a Mahira…- dijo el moreno con la voz partida- ¿La has visto? Ha tenido que entrar aquí para llevarse su caballo.

-No- mintió Tristán sin dudarlo ni un instante. No llegaba a comprender porque le mentía, sin embargo su cabeza actuó por si sola o, mejor dicho, fue su corazón el que se precipitó, sabiendo que Mahira no quería que Galahad se enterase de que habían pasado toda la noche juntos, haciendo el amor- No la he visto.

-Ha desaparecido… ha huido- se lamentó el moreno mirando a su alrededor con congoja. Sus ojos, humedecidos desde hacía tiempo, estaban cada vez más cerca del llanto.

Tristán no pudo más que preguntarse como un guerrero que corría junto a la muerte y a la vez, cabalgaba hacia ella, podía mostrarse como una tonto e ingenuo adolescente al que la vida ha pegado una bofetada con su primer amor.

-¿Galahad, por qué no vas a tu casa? Quizá Mahira haya vuelto- dijo Gawain.

-No creo que…

-Mira a ver- insistió el rubio con un tono de voz bondadoso.

-De acuerdo- aceptó Galahad- ¿Vienes conmigo?

-No, quiero hablar un momento con Tristán, pero cuando terminé, iré a tu casa ¿vale?

-De acuerdo.- Dicho esto, el moreno salió, sin ánimo alguno, del establo.

Tristán se puso en pie y, cogiendo su ropa de entre la paja, se vistió. Mientras se ponía los pantalones, buscó alguna pista sobre la presencia de Mahira en el establo, pero no vio nada. Su ropa había desaparecido sin dejar rastro e incluso su caballo ya no estaba en su cuadra. Esto lo inquietó.

-¿Dónde está Mahira?

-¿Qué?- el guerrero se giró sorprendido. Por unos segundos se había olvidado por completo de que Gawain seguía en el establo.

-Sé que has pasado la noche con ella¿dónde está?

-No tengo ni idea.

-Mientes, sé que mientes- contestó el rubio- ¿No has visto como está Galahad¡Esta destrozado¡Y todo por tu culpa¿Por qué te has metido en medio?- le imprecó.

-¿Y cómo sabes que no fue Galahad el que se interpuso entre nosotros desde un principio?

-Porque saltaba a la vista que Mahira y Galahad se atraían desde el primer momento en que se vieron. Tú te has metido en medio.

-Y si tanto se atraían¿cómo es que Mahira a acabado acostándose conmigo y no con él?- le preguntó Tristán furioso. Una idea estaba aflorando en un mente, una idea que realmente lo desagradaba.

-¡Algo habrás hecho!

-No digas sandeces, Mahira me quiere, por eso vino a mí.

-¿Dónde está ella?- le volvió a preguntar, testarudo Gawain.

-¡Te digo que no lo sé! Y si lo supiera, tampoco te lo diría, así que no me lo vuelvas a preguntar.

-Solo una pregunta más, que parece ser tú no te has hecho- dijo el rubio, latiendo la antipatía en su voz- Si es cierto que Mahira te quiere¿por qué no está ahora aquí¿Por qué no sabes dónde está¿Por qué ha cogido su caballo y ha desaparecido de la Ciudad del Muro como si la tierra se la hubiera tragado?- Gawain esperó unos simbólicos segundos, pero al no obtener respuesta por parte de Tristán, se fue, dejando al guerrero solo en el establo, con las recientes preguntas flotando densas en el ambiente.

-¡Mahira¡Mahira¿Estás aquí?- preguntó Tristán al establo. Desde que se había despertado y había visto a Galahad y a Gawain a su lado, había tenido la secreta esperanza de que la mujer se hubiera escondido entre la paja y los animales a fin de que no la encontraran a su lado. Sin embargo, nadie contestó a su pregunta. Por otro lado, el hecho de que el caballo de Mahira hubiera desaparecido, también iba en contra de esa posibilidad.- ¡Mahira!- insistió.

El silencio fue toda la respuesta que recibió. Mirando a su alrededor, se puso a pensar. Era muy poco probable, casi imposible que Mahira se estuviese paseando tranquilamente por la Ciudad del Muro, ya que Galahad, al ir preguntando por ella a diestro y siniestro, había creado, aun sin saberlo, un cerco de vigilancia a su alrededor. Si la mujer aparecía en público, pronto alguien avisaría al moreno de que la había visto. Así pues, si no estaba en el establo, no estaba en la ciudad, y se había llevado su caballo…

"Ha huido" las palabras que Galahad había pronunciado unos minutos antes le martillearon la cabeza. ¿Pero por qué¿A dónde? Se preguntó desolado Tristán, contestándose a si mismo instantes después: "ha huido porque quiere a Galahad y no quiere hacerle daño, y el hecho de que ella esté conmigo, lo destrozaría…" Un intenso odio hacia Galahad lo embriagó durante unos largos minutos. ¡Si no fuese por él¡Si él no estuviese en medio! Cuando consiguió reaccionar y recuperar parte de su cordura, se encontró a sí mismo blandiendo su afilada espada y sesgando con ella el aire con violencia.

Dejó caer el arma al suelo y después, respirando profundamente varias veces, trató de serenarse por completo. Si quería encontrar a Mahira, debía pensar con claridad, no emprenderla a estocadas con el aire. ¿Dónde podía estar ella¿Dónde habría ido?

Si no estaba con él, ni con Galahad y, al menos por lo que Tristán sabía, no había conocido a nadie en la ciudad, solo le quedaba un nombre en la improvisada lista que había hecho: Kardan, el único natúreo que había acompañado a Mahira hasta allí. Él era la única persona residente en la Ciudad del Muro que Mahira conocía de antes y eran "hermanos". Sin duda, si alguien sabía donde estaba la mujer, era el natúreo.

Terminó de vestirse y, sacando a su caballo del establo, se montó en él, arrebujándose en sus ropas de inmediato. El invierno estaba llegando, crudo y gélido como él solo y, sin embargo, había gente andando encorvada por las calles.

Tuvo que hacer memoria para recordar donde se hospedaba Kardan. Lo cierto es que nunca había hablado con él y apenas si le había prestado atención al natúreo, así que tuvo que estrujarse el cerebro buscando recuerdos inconexos de conversaciones.

Kardan quería quedarse en la ciudad para… para permanecer cerca de Arturo un tiempo. Le había impresionado el general romano y puesto que parecía aceptar los ideales natúreos, Kardán quería ver si le podía inculcar más cosas. Todo aliado frente a Roma era bueno, sobre todo si era una autentica leyenda bélica. Con estos propósitos le había pedido a Arturo alojamiento y el general le había prestado una de las casas que pertenecía a uno de los sármatas fallecidos… ¿pero la de quién?

¡Ya! La más cercana a la casa-fortaleza de Arturo, la de Davain, muerto en combate hacía dos años.

Espoleando a su caballo, lo dirigió con decisión a la casa de su fallecido compatriota. Hacía mucho tiempo que no había visitado esa vivienda pero se sabía el camino de memoria. Davain y él habían sido buenos amigos.

Una punzada de dolor le aguijoneó el pecho. Davain había sido un buen amigo, no como los compañeros que tenía ahora que fingían ser buenos camaradas pero abandonándolo y pegándole puñaladas cuando más los necesitaba. Creía que Galahad y Gawain eran sus amigos y, sin embargo, el rubio le había dado la espalda, escudando a Galahad y demostrando que ellos y Tristán no eran verdaderos amigos si no tan solo compañeros… Una estocada fatal en un momento de crisis.

Tristán golpeó con cierta violencia la puerta de la casa donde se alojaba Kardan y antes de que al natúreo le diera tiempo a llegar, volvió a golpearla. La hoja se sacudió y segundos después se separó del marco, apareciendo un adormecido natúreo al otro lado.

-¿Qué pasa?- le preguntó.

-¿Sabes dónde está Mahira?- inquirió Tristán a bocajarro.

-No, no sé donde está. ¿Para eso me despiertas tan temprano?- protestó el hombre.

-Tampoco es tan temprano. ¿Has visto a Mahira en estos últimos días¿Te ha dicho algo que pudiese indicarte donde está?- preguntó el guerrero entrando en la casa.

Lo recibió una única sala que acogía el salón y la cocina. La luz era escasa pues las ventanas no eran tales, sino que se trataba de pequeños tragaluces que apenas si permitían entrar la luz.

-Si Mahira se ha ido, es porque ha querido- contestó Kardan sin cerrar la puerta, obviamente esperando a que Tristán volviera a salir. Parecía despejarse por momentos.

El sármata se giró hacia él, buscando su mirada.

-Entonces seguro se ha ido de la ciudad…

Kardan se encogió de hombros.

-¿Tú sabes donde ha ido?

-No, no me lo dijo- repitió el natúreo.

-¿Y cómo sabes que se ha ido de la ciudad?- insistió el guerrero.

-Porque la estabais volviendo loca entre tú y Galahad.

-¿Te lo contó ella?

-No exactamente.

El natúreo no continuó. Seguía apoyado en la hoja de la puerta, esperando a que Tristán se fuera, pero el sármata, tozudo, no se movió, es más, insistió de nuevo.

-¿Y no tienes ni la más remota idea de donde puede haber ido?

Kardan lo miró sin decir palabra. Una luz de esperanza brilló en el cerebro del guerrero.

-¡Sabes donde puede estar!- exclamó.

El natúreo dejó de apoyarse en la puerta pese a dejarla abierta y se acercó un paso a Tristán.

-Mahira no es como ninguna de las mujeres que has conocido hasta ahora. ¡Ella es una natúrea y no se someterá a ti!- exclamó. Todo asomo de sueño o letargo se había evaporado y una súbita emoción lo había embriagado.

-Kardan, no quiero que se someta a mí.

-Si, claro. Piensa en lo que vas a hacer, Tristán, vas a ir a buscarla y la traerás de vuelta al lugar del que ha huido. ¡Sumisión!- Kardan se estaba excitando y miraba al guerrero con ojos brillantes.

Tristán comprendió que el natúreo, cuya religión establecía unos principios de igualdad de sexos realmente extraños, estaba acostumbrado a sermonear a la gente y a discutir con los que se manifestaban en contra de la igualdad (siempre, por supuesto, sin llegar a los puños). Así que si quería conseguir algo de ese hombre, debía ser sincero, desvelarle sus verdaderas intenciones.

-No la haré regresar a la Ciudad del Muro- negó Tristán lentamente.

-Te une a esta ciudad un juramento con la propia Roma, no te trasladarán a otro lugar: todos los sármatas permanecéis en la misma unidad.

-No voy a pedirle a Arturo un traslado.

-Entonces explícame que vas a hacer, porque no llego a entenderlo- confesó sin mucho ánimo Kardan.

-La amo y puesto que no quiere estar conmigo si Galahad está cerca, huiremos todo lo lejos que ella quiera…

Si algo había esperado Kardan, no era esto.

-Pero entonces te convertirás en un fugitivo. Los romanos te perseguirán.

-Me da igual. Mis amigos me han dado la espalda y sin Mahira no le veo sentido a la vida. ¿Qué me ata entonces aquí?

Kardan lo miró a los ojos largo rato, buscando en sus ojos la verdad de sus palabras. Después de un largo minuto su voz volvió a sonar en la habitación, esta vez más pausada que antes.

-Mahira vino a visitarme el mismo día que vosotros volvisteis de la última misión. Había viajado para encontrarse con nuestros hermanos en otros pueblos y saber así donde se celebraría la próxima reunión: al este, donde el Muro va paralelo a una montaña y un ojo se abre en esta última.

-¿Eso que quiere decir?

-La descripción del lugar donde nos vamos a encontrar.

-Un ojo que se abre en una montaña…- se guaseó Tristán, recibiendo como contestación una severa mirada de Kardan.

-Sigue el Muro y encontrarás el sitio, y con él, a Mahira o quizá sea al revés, con Mahira encontrarás el sitio.

-¿Cómo sabes que Mahira va hacia allí?- preguntó el guerrero, pasando por alto el raro comentario de Kardan.

-No lo sé, simplemente lo intuyo. ¿Pero qué harías tú si huyeras de alguien? Lo que yo haría es ir con mi familia, son los únicos que me acogerán pase lo que pase.

-Yo no tengo familia, ni amigos, ni nada, solo tengo a Mahira- contestó Tristán acercándose a la puerta y cruzándola- Gracias por tu ayuda, Kardan, nos veremos en el campamento.


Bueno, este capítulo me ha costado mucho escribirlo, y lo cierto es que no he acabado muy contenta con él pero a ver que os parece.

Me alegra mucho que me leais, y bueno... es bastante tarde y no sé que deciros, así que os dejo ya, a ver si con el próximo capi acabo más contenta y os dedico más palabras.

Espero sabes vuestra opinión...

Fdm: YO xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDd