13
Nuevo camino
Mahira movía con rapidez las piernas bajo el agua. La sensación de frío que tanto le había impresionado al meterse en el lago comenzaba a disiparse, sitiándose cada vez más a gusto en el líquido elemental.
-¡Tristán, ven báñate!- gritó a su compañero que, desde una roca, la observaba.
-Para mí aun hace mucho frío…
-Venga, Tristán¡métete en el agua!
El guerrero, pese a sonreír, se quedó sentado sobre la dura roca.
-Tristán…- se quejó la chica poniendo cara de desilusión. Sin embargo, su gesto no pareció alcanzar el corazón del guerrero que, impasible, no se movió ni un centímetro en su postura.
La chica, al ver que sus palabras parecían no hacer mella en el hombre, nadó hasta la orilla donde Tristán se encontraba y, saliendo del agua completamente desnuda, se arrodillo frente a él.
-¿De verdad no quieres bañarte?- preguntó insinuante.
-Creo que prefiero mirar- afirmó él a la vez que admiraba el chorreante cuerpo de la mujer, ese que tan loco lo tenía- a quedarme como un chuzo en el agua.
Mahira sonrió maliciosa y lo besó con ardiente deseo, empapando al instante la cara del guerrero, parte de su pelo y sus ropas más superficiales. La chica se montó a horcajadas sobre él a la vez que acariciaba con su lengua los labios de su amante. El sármata, no pudiendo resistirse, rodeó la desnuda cintura de Mahira y la besó con pasión, perdiendo durante unos segundos la cabeza.
Cuando volvió a tomar conciencia de la realidad, se percató de que Mahira prácticamente lo había desnudado, quedándole puestos tan solo los pantalones.
-No quiero bañarme- negó en un susurro.
-Vamos, Tristán, será divertido…- lo incitó ella apretándose contra su cuerpo y besándole la oreja y el cuello.
El guerrero acabó cediendo y pronto ambos se encontraron metidos en el agua besándose y manoseándose. La lujuria los recorría desde los dedos del pie hasta la cabeza, gemían, su respiración estaba entrecortada…
-Tristán… -llamó Mahira separándose de él un instante- Tristán… ¡Tristán!- exclamó tirando con fuerza de los cabellos de él, que se separó de ella con dolorosa rapidez.
-Auuu…
-¿No oyes eso?- preguntó como toda disculpa.
-¿El qué?
-¡Escucha!
Pese a que su cuerpo estaba en lid con su razón por su siguiente movimiento, se obligó a doblegar sus deseos carnales y escuchó: lo que oyó los asustó.
¡Caballos¡Y muy cerca!
Se separaron de inmediato y, a sabiendas de que no les daría tiempo a llegar a la orilla, recogerlo todo y salir cabalgando sin ser vistos, Mahira obligó a Tristán a nadar hasta unas rocas cercanas tras las cuales podrían resguardarse.
-Podría salir del agua, coger mi arco y matarlos antes de que me llegaran a ver…- dijo el guerrero.
Mahira lo mandó callar llevándose un dedo a los labios y seguidamente, asomándose con cuidado por la roca, observó la orilla.
-Ya han llegado. Son dos pictos, exploradores lo más seguro- informó la mujer.
-¿Pictos?- se extrañó el guerrero. Sin lugar a dudas los nervios lo habían traicionado, pues habría jurado que, por el ruido que hacían los caballos al galopar, se trataba de soldados romanos- ¡Estamos al sur del muro¿Qué hacen aquí?
-Yo por ahora me preocuparía más porque van a hacer con nuestras cosas…
El sármata se asomó también por el lateral de la roca y observó como uno de los pictos había descabalgado y registraba sus pertenencias.
-No creo que las valla a dejar aquí…- comentó- ¡Ei¡Mahira¿Dónde vas?- exclamó sin poder permitirse alzar mucho la voz.
La natúrea había comenzado a nadar hacia la orilla del lago, quedando a la vista de los pictos a la segunda brazada. Como era de esperar, los dos nativos se pusieron alerta, apuntando a la mujer con sus armas. Uno de ellos exclamó algo que Tristán no llegó a comprender, sin embargo, Mahira si lo entendió y contestó con tono osco en un lenguaje también inteligible para el guerrero.
¿Mahira hablaba picto? El sármata estaba muy sorprendido, ciertamente no se lo esperaba. La natúrea intercambió algunas palabras con los dos hombres, conversación de la cual, Tristán solo llegó a captar que la mujer se hacía la ofendida.
El guerrero no sabía a donde quería llegar su amante con esta conversación. ¿Qué les estaría diciendo? "¡Rufianes desvergonzados¿Cómo os atrevéis a tocar mis cosas?" No, no creía que Mahira fuera capaz de decir tales cosas… pero entonces¿qué les estaba diciendo? O mejor dicho ¿con qué propósito?
Como si un genio mágico hubiera escuchado su pregunta no formulada, la mujer ejecutó su improvisado plan. Como hicieran con Tristán el día en que se encontraron por primera vez, las manos de la mujer se movieron invisibles por debajo del agua para mostrarse en todo su esplendor y atino en la superficie: la natúrea se había acercado hasta donde sus manos podían tocar las piedras del fondo y, cogiendo dos, se las arrojó con destreza a los pictos, que cayeron al instante desplomados al suelo.
Tristán, impresionado por lo que Mahira acababa de hacer, tardó en reaccionar.
-Me… me tienes que enseñar a tirar también con la mano izquierda…- dijo.
La natúrea le sonrió, apresurándose segundos más tarde a salir del agua. Desarmó a los dos nativos y se vistió con rapidez.
-¿Cómo aprendiste picto?- se interesó Tristán.
-Llevo viviendo en esta isla unos cuantos años- contestó ella.
-Si, yo también, pero por eso no tengo por qué hablar picto.
-Ellos- dijo Mahira señalando a los dos caídos- no son mis enemigos.
El guerrero miró a los dos hombres tirados en el suelo, medio desnudos y llenos de suciedad. Mahira tenía razón, no eran sus enemigos… a él no le habían hecho nada… pero si que le habían hecho, se recordó de pronto, le habían arrebatado a muchos amigos.
-Vamos, será mejor que investiguemos dónde están los pictos antes de que estos se despierten y den el aviso de que hay gente indeseada rondando- sonrió Mahira interrumpiendo los pensamientos de Tristán.
-¿Investigar dónde están¿Por qué?- preguntó el guerrero.
-Están al sur del Muro, Tristán, en tú territorio- contestó la chica y, sonriendo tristemente, añadió- Ellos si que son tus enemigos.
-No, no lo son, han matado a amigos, pero supongo que yo también he matado a compañeros suyos…
-Sin embargo, si te pusieran a un picto y a un romano juntos, al primero que matarías serías al nativo, porque tus amigos siguen luchando contra ellos y te sentirías mal al ir contra ellos.
Tristán calló. Mahira tenía razón ¿por qué mentir negándolo?
-Tristán…- la natúrea se acercó a él y le acarició el rostro- sé que te pesa haber dejado a tus compañeros… no…- lo silenció cubriéndole la boca con sus dedos- no te arrepientes, lo sé, pero crees que quizá las cosas podrían ser diferentes; piensas que quizá, si Arturo supiera tus razones, te dejaría marchar en paz…- el guerrero no dijo nada- Lo siento, Tristán, la culpa es mía- una lágrima surcó la mejilla de la mujer- no debí haberme comportado así, fui muy egoísta…
-No Mahira, tú no…- se apresuró a desmentir el sármata, pero los dedos de ella lo volvieron a silenciar.
-Volvamos Tristán; viviré en Ciudad del Muro contigo.
-No… tú no deseas eso.
-Si que lo quiero, pues ansío por encima de todo que seas feliz…-lo besó cariñosamente, obligándose a sonreír cuando se separaron- Pero no puedes volver con las manos vacías- dijo acariciándole la mejilla- debemos averiguar qué hacen los pictos al sur del muro e ir con esa arma ante Arturo.
-Mahira ¿seguro que quieres hacerlo?- le preguntó Tristán cogiéndole la cara con amabas manos para obligarla a mirarlo a los ojos.
-Si, Tristán, quiero hacerlo.
Las lágrimas que Mahira se había estado guardando todo el día, corrieron al fin libres por su cara. La oscuridad la refugiaba y el sonido del próximo salto de agua encubría sus sollozos. Se había alejado de Tristán lo suficiente para que no pudiera localizarla por azar, habiéndolo dejado dormido para asegurarse de que no la seguiría.
Estaba segura de estar sola, y por eso lloraba con libertad.
Habían estado todo el día espiando el asentamiento picto. Agazapados, hambrientos y bajo una tensión casi dolorosa habían aguardado con increíble paciencia descubrir que estaban tramando los nativos.
Puesto que Tristán no hablaba picto, solo pudo sacar vagas conclusiones de su espionaje, como que los nativos preparaban un ataque y que lo iban a hacer pronto, pero fue Mahira quien, al oír el fragmento de una conversación, halló la información que necesitaban.
"Atacarán dentro de una semana un pueblo situado al este de Ciudad del Muro" le había indicado habl este de Ciudad del Muro-n fuera del campamentoiudad del Muro.nto, pero fue Mahira quien, al oir un a Tristán antes de que ambos arrastraran fuera del campamento de forma imperceptible.
El llanto de la natúrea arreció. No sabía si estaba haciendo lo adecuado, ya no estaba segura de nada.
Lo cierto era que no había reflexionado sobre lo que le había dicho a Tristán, mas ahora que lo pensaba, quizá regresar a Ciudad del Muro era la mejor solución. En su visión, Tristán se lanzaba a protegerla y por ello moría, así que, tal vez, si el guerrero volvía con los suyos, no podría auxiliarla como lo haría si estaban ellos dos solos, y así no se precipitaría a la muerte…
¿Pero, y si el camino que acababa de emprender era el que conducía a su visión?
Nunca antes había sentido tamaña sensación de inseguridad. El miedo le atenazaba las entrañas, la corroía por dentro y, a esto, se le añadía además, la necesidad de enmascararlo al estar junto a Tristán, cosa harto difícil.
Había decidido no decírselo al guerrero, pues o bien la tomaría por loca o, en caso de creerla, no podría hacer nada, así que ¿por qué preocuparlo a él también? No deseaba que él sufriera lo mismo que ella.
No quería dormir, no aguantaría volver a ver la muerte de Tristán… y, sin embargo, en algún momento indeterminado de la noche, cayó en un sopor que le trajo los tormentos de su odiada visión.
No sé a quien le hablo, pues parece que nadie me lee,pero bueno. Espero os (ja ja ja, hablo sola) haya gustado este nuevo capítulo.
Buona notte
