Capítulo 17

De nuevo en camino

Tristán entreabrió los ojos. Por un momento no supo dónde estaba y mucho menos cómo había llegado allí, pero poco a poco fue recordando y los recuerdos se fueron anudando unos con otros hasta darle una idea, más o menos clara, de qué había pasado el día anterior: había explicado las razones de su huida a Aturo y a los sármatas, y estos lo habían aceptado de nuevo en su círculo, pero para ese entonces, creía recordar, ya estaba mal; Mahira lo había llevado a su habitación, a fin de que descansara y se recuperara… Mahira…

La buscó, tanteando con su mano el trozo de lecho que su cuerpo no ocupaba, pero no encontró a la natúrea a su lado.

Sintió un nudo en la garganta de puro miedo.

Esta situación ya la había vivido.

Se incorporó en el lecho y miró a su alrededor, pero no había ni rastro de la mujer. Se puso en pie, sintiéndose aún débil y fue a asomarse a la ventana, pudiendo calcular así la hora.

El día ya estaba avanzado, por lo que no había de qué preocuparse: era normal que Mahira hubiera salido a hacer sus quehaceres. Aferrándose a esta idea, salió de la habitación y buscó por la fortaleza a sus compañeros.

No tardó en encontrarlos, pues estaban todos reunidos y hacían el suficiente ruido como para oírlos desde el pasillo. Al entrar no le cupo la menor duda de que los guerreros estaban preparando el ataque a las fuerzas pictas, pues varios mapas extendidos en las mesas anunciaban que estaban examinando el terreno en el que tendrían que luchar.

Arturo alzó la vista hacia él como si lo hubiera oído entrar, cosa imposible por el barullo que formaban los guerreros.

-¡Tristán¡Ven! Te necesitamos ¿Dónde estaban exactamente los pictos?- le dijo, invitándole a que señalara un punto en el mapa.

El sármata se sintió observado mientras avanzaba hacia la mesa donde estaba Arturo, pues todos los demás guerreros se habían callado; sin embargo, prefirió no mirarles.

Estudió el mapa unos segundos, localizando los puntos clave para orientarse.

"Aquí está el lago donde estuve con Mahira" se dijo, sin poder evitar que su corazón se estremeciera dolorosamente: había esperado que la natúrea estuviera con los guerreros, pero allí no había ni rastro de ella. ¿Dónde estaría? "Avanzamos por aquí" se obligó a pensar mientras arrastraba el dedo por el mapa.

-Aquí- dijo finalmente.

-¿Seguro?- preguntó Adragaín.

Con ese comentario, la sospecha de que todos los guerreros le observaban, se confirmó.

-Totalmente- contestó él con convicción.

Los sármatas comenzaron a hablar sobre la nueva información y las nuevas tesis que se les planteaban entonces, y Tristán decidió formular la pregunta que se moría por hacer, antes de que sus compañeros desviaran su atención de él por completo.

-¿Sabéis dónde está Mahira?

Los soldados se miraron unos a otros, suponiendo que alguno contestaría afirmativamente, pero ninguno lo hizo.

Sintiendo que su garganta volvía a anudarse, buscó a Galahad entre los presentes, pero él tampoco estaba. Con un gran esfuerzo, logró preguntar:

-¿No la habéis visto¿Y a Galahad?

Esta vez, todas las miradas se dirigieron hacia Gawain, pero el rubio negó con la cabeza.

-No le he visto desde ayer; se fue un poco antes que yo de la reunión de anoche.

"Tranquilízate, tranquilízate" se ordenó Tristán a si mismo "Mahira no ha vuelto a abandonarte, no se ha largado… y menos con Galahad…"

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-¡Te he dicho que no me sigas!- le dijo Mahira a Galahad exasperada.

-No te sigo.

-Ya, claro¿y cómo es que continuas detrás de mí¡Hace rato que salimos de Ciudad del Muro!

Mahira había hecho refrenar a su caballo en medio del bosque, cansada de ver, cada vez que miraba por encima de su hombro, al sármata cabalgando tras ella.

-Mi caballo ha tomado como guía al tuyo- dijo él simplemente.

Su pómulo, hinchado por el puñetazo que la natúrea le había dado esa noche anterior, se estaba tornando morado; pero Mahira no sentía ningún tipo de remordimiento. Este nuevo Galahad no le gustaba nada.

-Si, claro… ¡Lárgate de una vez!

La mujer espoleó su caballo, haciéndolo avanzar de nuevo.

-Verás, es que me muero de ganas por saber por qué huyes esta vez. La otra vez fue por Tristán¿esta vez es por mi?- preguntó Galahad con una sonrisa pícara en la boca, aunque sabía perfectamente la respuesta.

-¡Ni loca¡Yo no te quiero, Galahad¡A ver cuándo te enteras¡Yo quiero a…!

-¡A Tristán!- exclamó el moreno, terminando la frase de Mahira con deje burlón- Refréscame la memoria, Tristán es el hombre al que acabas de abandonar ¿no?

Mahira refrenó de nuevo a su caballo y se giró hacia Galahad con cara asesina.

-Yo no estoy abandonando a Tristán- negó ella con voz sibilante, pero el guerrero no se dejó amedrentar.

-Pues Tristán está por aquel lado- le dijo él señalando en sentido contrario al que se dirigían.

-Lar.ga.te.

-No.

-LAR.GA.TE.

-No. Si vuelvo sin ti, Tristán me capa.

-Y si sigues conmigo, te capo yo- afirmó Mahira, enfurecida.

-Si, pero ante esas dos perspectivas, prefiero tu compañía- sonrió Galahad.

-AHHH- Mahira estaba desesperada, furiosa, rabiosa- ¡LÁRGATE!

-No.

Clavando los talones en el flanco de su caballo, le hizo ponerse en marcha a buen ritmo. Nunca trataba a Airlín así, pero esta vez estaba furiosa y no podía controlar su comportamiento con el fiel animal.

No quiso mirar atrás, pero estaba segura de que el tozudo guerrero cabalgaba tras ella. ¿Por qué no podía irse, dejarla en paz de una vez?

Había tenido tan mala suerte al toparse con Galahad cuando salía de la casa de Arturo…

"Mahira" el moreno había pronunciado su nombre como lo hacía antaño, con la ilusión que prácticamente mostraría un niño. La natúrea se había girado hacia él, esperanzada, pero el Galahad que le gustaba había vuelto a ser engullido por el nuevo, que la miró con esa extraña máscara y le habló con ese extraño tono "¿Dónde vas?

"No te importa" le había contestado ella con frialdad, intentando que el guerrero se enterara de una vez de que no le agradaba su nuevo comportamiento.

Mahira había ido hasta las cuadras, creyendo que se había librado de Galahad, pero cuando salió, montando ya a su yegua, vio como Galahad se metía en las caballerizas. No se dijeron nada, apenas si se miraron… pero al poco, Mahira oyó el extraño eco de las pisadas de su propio caballo.

Sofrenó al animal, pues intuía algo raro en ese sonido que la perseguía… y cuál no fue su sorpresa al ver que un jinete la seguía.

¡Galahad!

Ya en aquel momento le había instado a que se fuera y la dejara en paz, pero, al igual que ahora, él se había negado.

Siguió cabalgando, tratando de ignorar al guerrero y así poder concentrarse en su misión.

Su misión… ¿qué era en verdad lo que había planeado? Lo que había ideado, ahora le parecía una cosa tonta, un plan descabellado, pero a las altas de horas de la noche, sumida en el pavor de la pesadilla, le había parecido buena: la forma de salvar a Tristán.

Pese a que dudaba con respecto a su plan, no quiso hacer volver a su caballo. ¿Qué le esperaba en Ciudad del Muro? Días ociosos y noches sin dormir por culpa de la pesadilla; la incertidumbre de lo que le aguardaba ahora era mejor, pues al menos estaría ocupada y no se comería la cabeza dándole vueltas a su premonición.

Cabalgó todo el día, aunque avanzó menos de lo que esperaba, pues Airlín estaba desentrenada, y no podía aguantar tanto como lo hacía cuando Mahira era una mujer errante.

Era ya por la tarde cuando el grito de un halcón le hizo alzar la cabeza. Observó al espléndido animal sobrevolándola y alzo el brazo mientras silbaba y hacía que su caballo avanzara más lentamente. El halcón oprimió la carne de Mahira al posarse en su brazo, pero a ella no le importó, pues ya estaba acostumbrada.

-Pequeño, cuanto tiempo…- el halcón ululó como si coincidiera con ella- Te he tenido algo abandonado ¿eh? Lo siento.

Continuó cabalgando a un ritmo soportable para Airlín hasta que cayó la noche, momento en el cual decidió parar para cenar y dormir. Encendió una pequeña hoguera y comenzó a hacerse la cena.

Galahad se sentó cerca de la hoguera y la observó mientras trabajaba. Mahira no estaba muy habladora, pero el sármata estaba deseando saber qué se proponía la natúrea esta vez. ¿Qué le había hecho huir? No lo sabía, pero la perspectiva de que a Mahira no le iba bien con Tristán le ponía contento.

-¿Algo de lo que estás preparando es para mí?- preguntó él, socarrón, al ver que la mujer estaba terminando de asar la carne que se había traído. Obviamente, sabía la respuesta.

-Por mi, como si te mueres de hambre, hermano diabólico de Galahad.

El guerrero se hecho a reír.

-¡Hermano diabólico de Galahad!- repitió divertido.

Mahira se sentó sobre el jergón que se había hecho y comenzó a comerse su cena, sin que el buen humor de él se le contagiara ni un poco.

-¿Y por qué dejas atrás al hermano bonachón de Tristán?

Ella prefirió no contestar, y Galahad intuyó que si quería respuestas, debía abordar el tema de otra forma.

-¿Te has vuelto a cansar de estar en Ciudad del Muro?

Mahira fingió que no lo oía.

-¿Tu gente vuelve a celebrar la Fiesta de los Hermanos?

Otra vez sin respuesta.

Quizá, pensó Galahad, si quería soltarle la lengua a Mahira debía cabrearla, hacerle hervir la sangre y que se enfureciera, de tal forma que un torrente de reveladoras palabras saliera de su boca.

-¿Te has cansado ya de Tristán igual que te pasó conmigo?- preguntó, y al ver que Mahira clavaba sus ojos en los suyos durante un par de segundos, supo que había dado en el clavo; de esa cuerda podía tirar.

-Y yo que pensaba que os iba bien… lo cierto es que pensé que estabas enamorada de él, pero ya ves, ahora lo abandonas como si fuera basura, igual que hiciste conmigo… Tristán no estará muy contento cuando te vuelva a ver, si es que te vuelve a ver, claro, por que ¿tienes planeado volver? Yo no lo haría… Tristán podría volverse loco- Galahad se rió de lo que acababa de decir, pues estaba hablando de lo que a él le había pasado. ¡LOCO¡SE HABÍA VUELTO TOTALMENTE LOCO!

Sin embargo, Mahira no estaba al corriente de lo agitado que estaba Galahad y lo único que sintió fue que la sangre se le calentaba ante la parrafada de él.

-¡Claro que voy a volver, estúpido!- le espetó- No estoy abandonando a Tristán, es más¡estoy intentando salvarle la vida!

-Si, si, claro- replicó Galahad con mal humor.

-¡Veo su muerte en sueños!- exclamó Mahira- Voy a territorio picto para recoger información sobre lo que planean hacer lo britanos y así darle a Tristán más…

-¿Sueñas con la muerte de Tristán?- le interrumpió Galahad, cuya rabia se había disipado por unos segundos al escuchar la declaración de Mahira. Comenzó a reírse histéricamente.

-¿De qué diablos te ríes?

-¡Sueñas la muerte de Tristán¡La loca eres tú¡Tú eres la demente y no yo!

Mahira se puso en pie automáticamente y miró a Galahad con un odio tal, que si el guerrero hubiera estado en sus cabales, se habría asustado.

-¡No ansío la muerte de Tristán, so pavo! La veo en mis sueños, como si viera el futuro- le gritó- Y no es una pesadilla cualquiera, me levanto vomitando desde hace casi dos meses…

-¡Ja! Te levantas vomitando… ¡eso es lo que les pasa a las embarazadas¡Vanora se pasa la vida vomitando por las mañanas!- afirmó él poniéndose también en pie. Sentía hervir su sangre. Por fin tenía la posibilidad de enfrentarse a Mahira, y la fachada de hombre misterioso que se había creado se había hecho pedazos. Ahora no quería conquistar a la natúrea, si no que deseaba echarle en cara todo lo que le había hecho, lo mal que le había hecho sentirse cuando se largó con Tristán…

Pero la mujer ya no parecía querer continuar con su disputa verbal, pues se había puesto pálida y sus ojos estaban desenfocados.

-Yo… yo no puedo estar embarazada… no puedo haberme…- pero las palabras murieron en sus labios, hacía cerca de tres meses que no menstruaba… no le había dado importancia, con todo lo que había pasado… pero ahora se daba cuenta de que era la prueba inequívoca de que en su vientre se estaba engendrando una vida… el hijo de Tristán y de ella estaba creciendo en su interior…


Ya no sé si alguien me lee, pero da igual, yo sigo por aquí dandole la lata a gente invisible, que es lo que más gusto da, pues no te meten un sopapo por mucho que te ralles ;)

Espero (si es que alguien me lee) que os haya gustado el capi.