18

No…

Por unos segundos, la sorpresa le hizo perder la racionalidad y pensó en un árbol se estaba abalanzando sobre ella, pero después, justo antes de caer inconsciente, Mahira cayó en la cuenta de que quien la atacaba era un picto que hasta entonces había estado oculto.

Mientras se hundía en un pozo sin fondo repleto de oscuridad, creyó oír gritar a Galahad, y después nada, absolutamente nada.

ºººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººº

Galahad se debatió con fiereza, pero los pictos eran demasiados y, conforme mataba a uno, otro salía de la nada dispuesto a combatir con él.

Había herido, o quizá matado a cinco, cuando tres se le echaron encima y lo tiraron al suelo.

Uno se sentó a horcajadas sobre él y le colocó un afilado cuchillo en el cuello a la vez que s otros dos chufaban sus piernas y brazos, impidiéndole así que realizara cualquier movimiento.

Pensó que su final había llegado. Que la muerte, que desde pequeño había estado rondándole, finalmente le había dado alcance; sin embargo, el picto le habló, y para su sorpresa, lo hizo en latín un idioma que él comprendía.

-La tenemos a ella- dijo con una extraña pronunciación- Si Arturo o alguno de vosotros interfiere en a batalla, su cabeza no seguirá pegada a su cuerpo- y dicho esto, liberó por unos segundos el cuello del guerrero para así poder asestarle un fuerte golpe en la cabeza.

También él quedó inconsciente.

ºººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººº

Tristán iba de un lado para otro bajo la atenta mirada de sus compañeros, a los que ya comenzaba a poner nerviosos con su ir y venir. Sin embargo, ninguno le decía nada, pues entendían que no pudiera estarse quieto.

La pureta entorno a la que todos estaban reunidos, se abrió finalmente, y Aturo los hizo pasar.

Tristán fue el segundo en hacerlo, y nada más ver a Galahad, echado en la cama pero consciente, sintió ganas de pegarle una paliza, pero se contuvo y se limitó a examinarlo desde una distancia prudencial.

Se intuían algunos cortes en su musculoso cuerpo, pero aparte de eso, la lesión más importante parecía el cardenal que presidía su frente, abultada y algo deformada.

-Galahad me ha contado ya la historia, y creo que es de suma importancia que la sepáis lo antes posible- iba diciendo Arturo, pero su voz llegaba a la mente de Tristán como un susurro distante, pues su mirada y la de Galahad se habían encontrado y el moreno, bravucón, se la estaba manteniendo.

Tristán sintió una necesidad irracional de golpearlo, de hacerle pagar por lo que a Mahira le hubiera pasado, pero entonces los ojos de Galahad se desviaron y su boca comenzó a moverse, relatando una historia en la que Tristán se obligó a concentrarse.

-La noche de la reunión- comenzó- fui a una taberna. Estuve varias horas allí, aunque no bebí demasiado, solo… disfruté de compañía femenina. Cuando salí, me encontré con Mahira que iba a las cuadras, y supe lo que iba a hacer como si fuera lo más obvio del mundo- suspiró- Corrí a mi casa, cogí unas pocas cosas y fui tras ella, dándole alcance con mi caballo poco después; me dijo que me fuera una y otra vez, pero no e hice caso. Me picaba mucho la curiosidad saber por qué huía esta vez- le dedicó una breve mirada llena de significado a Tristán- Estuvimos cabalgando hacia el noreste nos dos días, y una mañana, cuando desperté, ella se había largado, aunque había dejado su caballo y todo suyo conmigo, así que decidí esperarla.

"Apareció por la tarde, con un aspecto pésimo. Parecía haber estado arrastrándose todo el día por el suelo, y tenía cara de cansancio…"

Tristán sintió de nuevo a rabia latiendo dentro de él con renovada fuerza. Incluso describiendo a Mahira en un estado tan lamentable, Galahad parecía deleitarse al recordar los rasgos y la figura de la natúrea.

-Me dijo que ya volvía a Ciudad del Muro, que lo que había ido a hacer allí ya estaba hecho. Creo que había recabado información sobre el plan de los pictos, pero no estoy seguro, pues no tuvimos tiempo para hablarlo…"

"De repente, el pequeño claro donde estábamos se vio invadido por los pictos. Mahira no pudo hacer nada, pues uno la golpeó y cayó inconsciente. Yo luché, pero treme echaron al suelo y me inmovilizaron." Hizo una dramática pausa, como si le afectara mucho recordar lo que ahora iba a decir. "Antes de que me dieran un golpe brutal y me arrancaran la consciencia, uno me dijo: la tenemos a ella; si Arturo o alguno de vosotros interfiere en la batalla, su cabeza no seguirá pegada al cuerpo." Esa frase, sin lugar a dudas, se le había quedado gravada a fuego en la mente.

Tristán se estremeció y sintió que las fuerzas lo abandonaban.

¡Mahira prisionera de los pictos!

¿Cómo habían podido llegar a esa situación?

Se sentó en una silla, dando bocanadas para respirar, las cuales no pasaron desapercibidas a nadie, y a Galahad menos aún.

-Lo siento, Tristán- dijo el moreno aparentemente entristecido, pero para el otro guerrero fue la gota que colmó el vaso.

Se precipitó hacia él, dispuesto a estrangularlo a asfixiar a esa mísera persona que, en su opinión, no había hecho nada para salvar a su amada. Sin embargo, antes de que sus manos se cerraran entorno a su cuello, los demás sármatas ya se habían percatado de su intención y lo habían reducido.

-¡Tranquilízate, Tristán!- le gritaba Gawain a la vez que chafaba al guerrero contra el suelo para que no se moviera.

-¡Bastardo!- chillaba a su vez Tristán loco de furia- ¡Dejaste que se la llevaran¡Bastardo!

-¡Cálmate!

Dagonet se echó al lado de Tristán, sujetándole la cabeza, y obligándole así a que lo miraran.

-¡Tristán¡Doma tu espíritu¡Serénate!- le ordenó- No vamos a dejar que Mahira muera, iremos a por ella.- Dágonet hacía esta promesa por su cuenta y riesgo, pues no sabía si Arturo le respaldaría, pero ahora lo primordial era calmar a Tristán, y las palabras de Dágonet parecieron hacerlo.

El guerrero respiro profundamente varias veces hasta que sintió que las ansias asesinas desaparecían, al menos en parte.

Dágonet le dedicó a Gawain una significativa mirada cuado creyó que el guerrero ya estaba más calmado, y el rubio se quitó de encima de Tristán, permitiéndole así ponerse en pie.

-¿Qué le hiciste a Mahira para que se fuera?- le preguntó Tristán a Galahad desafiante.

-Yo no le hice nada- replicó el herido.

-No m lo creo.

Galahad sonrió sin alegría.

-Mahira no se fue por lo que yo le hice- contestó, y en su tono se leía una acusación hacia Tristán.

El guerrero volvió a abalanzarse hacia Galahad, pero sus compañeros, ya prevenidos, lo retuvieron a un metro del catre.

-¡Mentiroso¡Eres un bastardo mentiroso!- le increpó Tristán debatiéndose entre los brazos de sus compañeos.

-¿Mentiroso?- Galahad se incorporó en el lecho- ¡Mahira fue a aquel bosque por ti¡Hace que no duerme, semanas¡Y todo por culpa de unas pesadillas que la atormentan¡Tú mueres en ese sueño!

-¡Bobadas!

-Niega la verdad se quieres, pero la vida de Mahira y la de tu hijo penden de un hilo porque no te diste cuenta del sufrimiento de Mahira.

-¡Yo no tengo ningún hijo!- replicó Tristán entre los brazos de sus amigos. Cada vez estaba más enloquecido.

Galahad soltó una risotada y luego añadió, con desprecio:

-Quizá ya no llegues a conocerlo nunca.

Los sármatas ya no pudieron controlar más a Tristán, y éste se abalanzó sobre Galahad. Con violencia acercó la cara del moreno a la suya.

-Mientes- dijo en un susurro. Sus ojos desquiciados chispeaban furia.

-Ojalá.

ººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººº

Galahad gimió.

-Me haces daño.

Gawain, ignorando su protesta, extendió sin misericordia ungüento sobre el abultado cardenal.

-¡Para!- ordenó Galahad apartando las manos de su compañero- Eres más bruto que el carnicero de la esquina.

El rubio le lanzó una larga mirada

-¿Qué te pasa conmigo?- preguntó Galahad molesto.

-Has sido muy cruel con Tristán.

-Lo has visto, no hacía más que provocarme- se defendió el moreno.

-¿Y qué querías que hiciera¡Se ha enterado de que su amante está prisionera¡Y tú te burlas de él…! Deberías haberte callado que Mahira estaba embarazada.

-Merecía saberlo- afirmó Galahad como si eso fuera indiscutible.

-No así, no ahora- negó el otro.

-¿Y cuándo entonces? Quizá Mahira muera.

-¡Exacto! Es posible que ella muera, y si eso llegara a pasar¿por qué tiene que cargar Tristán con el tormento de haber perdido también a su hijo?

-¿Estás insinuando que no debería habérselo dicho, que debería haber mentido a Tristán?- Galahad parecía indignado, como si aquello no entrara dentro de lo comprensible.

-No digo mentir, simplemente callarte una palabra: hijo. En ese momento era la más cruel de todas las palabras- dijo Gawain.

-Eso es ocultar la verdad- replicó Galahad.

-¿Y qué? Es ser un buen amigo.- El rubio lo miró negando con la cabeza, como si estuviera desilusionado- Usaste eso para hundir a Tristán un poco más.

-No, lo hice porque se merecía saberlo- se defendió el moreno.

-¡No!- Gawain ya estaba harto de las razones estúpidas con las que se justificaba Galahad- Lo hiciste porque te sigue dando rabia que Mahira se haya ido con él; no soportas que esté embarazada de Tristán, y querías hundirlo, hacerle sentir tan mal como tú te sientes.

-No…- insistió Galahad, pero su voz era cada vez más débil.

-No lo niegues. Te escondías tras esa extraña personalidad que te habías creado para no hundirte en la desesperación, y cuando viste que tu fachada empezaba a resquebrajarse por los demoledores golpes que Mahira le pegaba, lanzaste dardos envenenados a Tristán para que se hundiera en la misma mierda que tú.

-No…

-¡Si, Galahad, esa es la verdad!- dijo el rubio con contundencia poniéndose en pie para enfatizar sus palabras.

Galahad ya no pudo replicar, pues se le había hecho un nudo en la garganta y le resultada imposible articular las palabras con coherencia. Las lágrimas acudieron a sus ojos, arrastrando tras de sí la fría personalidad que Galahad se había creado para defenderse de Mahira.

-Yo… yo…- su voz era pastosa, apenas podía pronunciar. Las lágrimas manaron de sus ojos como perlas líquidas - no entiendo… no entiendo cómo… cómo… Mahira… Mahira… me hizo esto…

Gawain volvió a sentarse en el lecho de su amigo y lo rodeó con sus brazos, sintiendo como éste le devolvía el abrazo de forma muy fuerte, como si en ello le fuera la vida.


Muchas gracias Sheratan por tu mensaje¡¡¡me hace mucha ilusión que alguien siga leyéndome! Espero que este capi te haya gustado tanto como los otros, pues para leerte 15 capis de un tirón ya ha tenido que gustarte... ¡que ilu! Ya me contarás...